el fundamento del bien

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El fundamento del bien EL BIEN ES EL FIN DE TODAS LAS ACCIONES DEL HOMBRE El bien es el fin de todas las acciones del hombre. Se denomina moral' o moralidad al conjunto de creencias y normas de una persona o grupo social determinado que oficia de guía para el obrar (es decir, que orienta acerca del bien o del mal —correcto o incorrecto— de una acción o acciones). Es el conjunto de acciones encaminadas al bien. Es un tipo de bien específico, llamado por la tradición filosófica bien honesto. Aquí se toma la noción de honesto como lo bueno en sí y por sí. El bien moral, además de poder ser también útil y placentero, es siempre y necesariamente el bien apropiado. La ordenación racional del acto humano hacia el bien en toda su verdad y la búsqueda voluntaria de ese bien, conocido por la razón, constituyen la moralidad Todas las artes, todas las indagaciones metódicas del espíritu, lo mismo que todos nuestros actos y todas nuestras determinaciones morales, tienen al parecer siempre por mira algún bien que deseamos conseguir; y por esta razón ha sido exactamente definido el bien, cuando se ha dicho, que es el objeto de todas nuestras aspiraciones. Pero téngase entendido, que esto no impide que haya grandes diferencias entre los fines que uno se propone. A veces estos fines son simplemente los actos mismos que se producen; otras, además de los actos, son los resultados que nacen de ellos. En todas las cosas que tienen ciertos fines que trascienden de los actos, los resultados definitivos son

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Page 1: El Fundamento Del Bien

El fundamento del bien

EL BIEN ES EL FIN DE TODAS LAS ACCIONES DEL HOMBRE

 El bien es el fin de todas las acciones del hombre. Se denomina moral' o moralidad al conjunto de creencias y normas de una persona o grupo social determinado que oficia de guía para el obrar (es decir, que orienta acerca del bien o del mal —correcto o incorrecto— de una acción o acciones).

Es el conjunto de acciones encaminadas al bien. Es un tipo de bien específico, llamado por la tradición filosófica bien honesto. Aquí se toma la noción de honesto como lo bueno en sí y por sí. El bien moral, además de poder ser también útil y placentero, es siempre y necesariamente el bien apropiado. La ordenación racional del acto humano hacia el bien en toda su verdad y la búsqueda voluntaria de ese bien, conocido por la razón, constituyen la moralidad

Todas las artes, todas las indagaciones metódicas del espíritu, lo mismo que todos nuestros actos y todas nuestras determinaciones morales, tienen al parecer siempre por mira algún bien que deseamos conseguir; y por esta razón ha sido exactamente definido el bien, cuando se ha dicho, que es el objeto de todas nuestras aspiraciones.

Pero téngase entendido, que esto no impide que haya grandes diferencias entre los fines que uno se propone. A veces estos fines son simplemente los actos mismos que se producen; otras, además de los actos, son los resultados que nacen de ellos. En todas las cosas que tienen ciertos fines que trascienden de los actos, los resultados definitivos son naturalmente más importantes que aquellos que los producen. Por otra parte, como existe una multitud de actos, de artes y de ciencias diversas, hay otros tantos fines diferentes: por ejemplo, la salud es el fin de la medicina; la nave es el de la arquitectura naval; la victoria, el de la ciencia militar; la riqueza, el de la ciencia económica. Todos los hechos de cada orden están en general sometidos a una ciencia especial que los domina; y así a la ciencia de la equitación están subordinados el arte de la guarnicionaría y todas las concernientes al caballo; así como estas artes a su vez y todos los demás hechos militares están sometidos a la ciencia general de la guerra. Otros actos están igualmente sometidos a otras ciencias; y respecto de todas sin excepción, los resultados a que aspira la ciencia fundamental son superiores a los de las artes

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subordinadas; porque únicamente a causa de los primeros se buscan los segundos.

Poco importa, por lo demás, que los actos mismos sean el objeto último que uno se proponga al obrar, o que se aspire a otro resultado más allá de estos actos, como en las ciencias que acabamos de citar. Si en todos nuestros actos hay un fin definitivo que quisiéramos conseguir por sí mismo, y en su vista aspirar a todo lo demás; y si, por otra parte, en nuestras determinaciones no podemos remontarnos sin cesar a un nuevo motivo, lo cual equivaldría a perderse en el infinito y hacer todos nuestros deseos perfectamente estériles y vanos, es claro, quo el fin común de todas nuestras aspiraciones será el bien, el bien supremo. ¿No debemos creer que, con relación a la que ha de ser regla de la vida humana, el conocimiento de este fin último tiene que ser de la mayor importancia, y que, a la manera de los arqueros que apuntan a un blanco bien señalado, estaremos entonces en mejor situación para cumplir nuestro deber?

Si esto es cierto, debemos intentar definir el bien, aunque no sea más que haciendo de él un sencillo bosquejo, y hacer notar de qué ciencia y de qué arte forma parte.

Un primer punto, que puede tenerse por evidente, es que el bien se deriva de la ciencia soberana, de la ciencia más fundamental de todas; y esta es precisamente la ciencia política. Ella es, en efecto, la que determina cuáles sondas ciencias indispensables para la existencia de los Estados, cuáles son las que los ciudadanos deben aprender, y hasta qué grado deban poseerlas. Además, es preciso observar, que las ciencias más estimadas están subordinadas a la Política; me refiero a la ciencia militar, a la ciencia administrativa, a la Retórica. Como ella se sirve de todas las ciencias prácticas y prescribe también en nombre de la ley lo que se debe hacer y lo que se debe evitar, podría decirse, que su fin abraza los fines diversos de todas las demás ciencias; y por consiguiente el de la política será el verdadero bien, el bien supremo del hombre. Es cierto, por otra parte, que el bien es idéntico para el individuo y para el Estado. Sin embargo, procurar y garantir el bien del Estado, parece cosa más acabada y más grande; y si el bien es digno de ser amado, aunque se trate de un sólo ser, es, no obstante, más bello, más divino, cuando se aplica a toda una Nación, cuando se aplica a Estados enteros.

¿QUÉ QUIERE DECIR OBRAR BIEN?Cuando decimos que alguien obró bien generalmente queremos decir que cumplió con su deber, aunque no siempre cumplir con nuestro deber nos conduce a la felicidad. Surge la ética dentro de la Filosofía para responder a preguntas tales

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como: ¿En qué consisten el Deber y la Felicidad?, ¿Existen pautas para guiar la conducta humana?

BIEN (FILOSOFÍA):

El bien es el valor otorgado a una acción de un individuo, es una inclinación natural a fomentar lo deseable, motivado por una comprensión del entorno, de las personas (por ejemplo a través de un profundo ejercicio de la empatía) y/o de uno mismo. Un conjunto de buenas acciones (acciones bien ejecutadas) que propugnan lo bueno para el propio individuo, o para terceros, o para una causa, o para la sociedad en general.

Algunas religiones, como la judía y la cristiana, contemplan la historia del mundo como una lucha histórica entre el Bien y el Mal ( como una lucha entre Dios y Satanás). De ahí que se promueva la virtud, como camino del Bien, y se combata al pecado, como camino del Mal. Incluso las profecías bíblicas predicen, para el futuro, el triunfo definitivo del Bien sobre el Mal.

El bien puede ser considerado como algo real (ya sea como un ente o como una propiedad de un ente) o como un valor. En el primer caso sería objeto de la metafísica; en el segundo, de la ética.

La concepción del Bien como una entidad real, metafísica, la encontramos en la República, donde Platón identifica el Bien con el Ser, dándole un valor ontológico (que no excluye su valor moral) al hacer de la Idea de Bien, a la que compara con el Sol, la fuente de todo ser y de todo lo bueno. Esta concepción del Bien será compartida por la mayoría de filósofos medievales, a raíz de su aceptación por San Agustín, quien la toma del platonismo.

Aristóteles, sin embargo, al no aceptar la subsistencia de las Ideas platónicas, rechaza la posibilidad de que exista un Bien absoluto, por lo que concebirá el bien como la perfección a la que tiende cada cosa (cada cosa tendrá, pues, su propio bien, su perfección).

En cuanto valor moral, el estudio del bien se convierte en el objeto de la ética. Las distintas escuelas filosóficas buscaron su definición desde la antigüedad,

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proponiendo, por ejemplo, que el bien se identificaba con la sabiduría, con el placer, con la utilidad, con la indiferencia, etc., es decir, con aquello que el ser humano considera que debe conseguir para alcanzar una vida feliz. 

En la modernidad, Kant reacciona contra estas concepciones, al considerar que dan lugar a una multiplicidad de "bienes" que convierten lo moral en algo relativo, por lo que propone una concepción "formal" (que no tiene ningún contenido) del bien, al que identifica con la "buena voluntad", con lo que lo que el fin de la acción moral no es ya la vida feliz, sino la vida digna.

La posición de Kant ha sido criticada por las éticas materiales posteriores al considerar que sólo puede dar lugar a la formulación de proposiciones tautológicas y, por lo tanto, vacías, por las que en absoluto se puede regular la moralidad.

Posturas filosóficas

1. La teoría metafísica, según la cual el Bien es la realidad y justo la realidad perfecta o suprema y es deseado como tal.

2. La teoría subjetiva, según la cual el Bien es lo deseado o lo que gusta, y es tal sólo en esta relación.

El pensamiento humano ha seguido estos dos caminos divergentes: lo absoluto y lo relativo. Entre los pensadores contemporáneos se mantienen aún ambos puntos de vista, aunque tiene más adeptos el relativo. Para el hombre moderno, que mira a la ciencia y a la razón con gran respeto, es difícil encontrar argumentos adecuados que justifiquen la teoría absoluta del bien y del mal.1

La postura relativista supone, incluso, que las actitudes básicas del hombre, tales como el amor y el miedo, que se asocian casi siempre al bien y al mal, respectivamente, producirán efectos distintos según las épocas y las sociedades en las cuales se produzcan, algo que no resulta fácil aceptar. Si no existe actitud mejor que otra, tampoco debemos esforzarnos por adoptarla.

Bien moral no es aquello que perfecciona a una realidad según su modo específico de ser y actuar, ya que para alcanzar tal perfección los modos concretos no están dados. Es la libertad quien tiene que elegirlos y dado que no está asegurado que alcancemos los fines naturales del hombre, la naturaleza humana tiene unas referencias orientativas para la libertad.