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“”

¿No estoy aquí, yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la

fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes

necesidad de alguna otra cosa?

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El inicio

on la conquista española de Te-nochtitlan, dirigida por Hernán Cortés, se inicia en el continen-

te americano, sobre todo en Mesoaméri-ca, una gran suplantación de los valores y ritos religiosos que hasta ese momento mantenían los diversos grupos indí-genas que aquí vivían. Las divinidades originales como Tonantzin o Huitzilo-pochtli, por ejemplo, fueron suprimidas en aras de establecer entre la población autóctona las nuevas creencias con las deidades cristianas incorporadas por los misioneros –Fray Pedro de Gante fue el primero de ellos– a quienes se les en-cargó esa encomienda. Así Tonantzin,

considerada por los aztecas como la madre de los dioses, o diosa de la ferti-lidad, fue suplantada, no obstante que era reverenciada por los indígenas en el cerro del Tepeyac al que acudían de to-das las regiones del imperio azteca para venerarla y ofrecerle sacrificios. De esto Fray Bernardino de Sahagún señaló: “Y a Tepeyac, ante su ídolo acudían a ha-cer sacrificios de muy lejanas tierras… hombres, mujeres, mozos y a la voz de apellido: ¡Vamos a las fiestas de Tonan-tzin…!”. Finalmente, fue desechada y su lugar pasó a ser ocupado por la ad-vocación de la Virgen María que en Mé-xico y en gran parte de Latinoamérica goza de gran aceptación y simpatía: la Virgen de Guadalupe.

La Virgen María y la génesis de sus advocaciones

Encuentro de Hernán Cortés con Moctezuma.

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E l n u e v o l i b r o d e l a V i r g e n

También Torquemada en aquella época apuntó: “Prevalecía la devoción de los ídolos Telpochtli, Toci y Tonán cuando nuestros frailes vinieron a esta tierra; cabalmente por remediar el daño, que no todos lo saben, determinaron de ha-cer iglesia en el Nuestro Señor, porque viniese con la festividad antigua, en lo que toca a la gloriosa Santa, aunque no en el abuso o intención idolátrica. En Tianquizmanalco construyeron casa a San Juan Bautista; y en Tonantzin, jun-to a México a la Virgen sacratísima que es nuestra señora y madre…”, refirién-dose a nuestra Virgen Morena.

Pero antes de entrar a ese grandioso mundo de la Guadalupana, vayamos directamente con la Virgen María, gé-nesis del cristianismo mundial y madre de Jesús, a quien los cristianos reco-nocemos como parte de la Divinidad Suprema, junto con el Dios Padre y con el Espíritu Santo.

La Virgen María

Así pues, el nombre de María, desde sus orígenes hasta la actualidad y en todo el mundo, ha tenido diversos significa-dos; algunos de ellos intentan plasmar el hecho contundente de ser la Madre de la Divinidad Suprema, como pueden ser, por ejemplo: Esperanza, Mirra del Mar, Sello del Señor, Dama, Soberana, Princesa, Madre de Dios, Madre de la Iglesia, La Iluminadora o la Hermosa Estrella del Mar, entre muchos otros. Sus padres fueron Joaquín y Ana, y de ellos nos dice el teólogo Juan Damas-ceno, quien nació en Damasco, Siria,

en 675, en su disertación sobre el naci-miento de la Virgen María, lo siguiente:

¡Oh bienaventurados esposos Joaquín y Ana! Toda la creación os está obligada, ya que por vosotros ofreció al creador el

más excelente de todos los dones, a saber, aquella madre casta, la única digna del

Creador. ¡Oh bienaventurados esposos Joaquín y Ana, totalmente inmaculados!

Sois conocidos por el fruto de vuestro vientre, tal como dice el Señor: “Por sus

frutos los conoceréis.”

Inmaculada Concepción de los Venerables o Inmaculada Soult, de Bartolomé

Esteban Murillo.

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Nuestra Señora de Guadalupe, patrona

de las AméricasLa Virgen María en Latinoamérica

n toda la historia del cristianismo, Dios nos ha brindado

numerosas señales de su presencia entre los hom-bres, y el pueblo mexi-cano ha tenido uno de los más inmensos honores: el cobijar-se bajo el manto de la venerada Señora de Guadalupe.

La historia nos cuenta que en el siglo xvi España inició la conquista y civilización de América. Duran-te los primeros cien años de este proceso, llegaron más de cinco mil religiosos al con-tinente, los cuales propagaron la gesta evangelizadora. Los principales prota-gonistas fueron los misioneros y los nati-

vos. Rápidamente, esta sagrada em-presa se extendió en todas las regiones y la devoción a María arraigó en tierras

americanas.Diez años después de la

llegada de Hernán Cortés a México, tuvo lugar un he-

cho que marcaría la fe en el continente: la Madre de Dios se identificó

con ellos, hizo valer su protección y a Ella

se encomendaron hasta los más revo-lucionarios aborí-genes.

No es de extra-ñar que su ternura haya penetrado en sus culturas, uniendo lo profa-no y lo religioso, haciendo olvidar las diferencias y las

divisiones sociales, y consolidando la uni-

dad de los hombres. Tal vez sea ésta una de

las más significativas apariciones de la Madre de Dios en Latinoamérica.

Nuestra Señora de Guadalupe.

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E l n u e v o l i b r o d e l a V i r g e n

El pedido de la Virgen al indígena Juan Diego

Cuenta la historia que el 9 de diciem-bre de 1531, a diez años de la conquista española, un indígena de la casta de los macehualli, llamado Juan Diego Cuauh- tlatoatzin, caminaba descalzo cerca del cerro Tepeyac. Este hombre piadoso pasaba por ese camino todas las sema-nas para ir a la misa que se celebraba en Tlatelolco.De pronto, oyó su nombre resonar des-de lo más alto de la elevación. Seguida-mente, escuchó también un canto que luego él mismo definió como “el de los

mejores pájaros”. Era el trino de los tzinitzcan. Algo maravilloso estaba por suceder. Un hermoso resplandor de sol y un bello arcoíris se desplegaron ante sus ojos. Juan Diego, intrigadísimo, subió un poco más el cerro y se encon-tró con la magistral figura de una be-llísima dama, vestida con un atuendo indígena. Su figura luminosa y radian-te relumbraba de la cabeza a los pies. De repente, comenzó a hablar y sus palabras fueron muy categóricas: “Yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios. Deseo vivamente que se me erija un templo para en él mos-trar y dar todo el amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa Madre”.Juan Diego, postrado ante la Divina Señora, siguió escuchando con aten-ción y devoción. La Virgen le pidió que transmitiera sus palabras al Obispo de México para la concreción de esta obra.

Juan Diego visita al Obispo

Juan Diego fue diligente con quien tan dulcemente le había hablado y partió raudo a ver al religioso.El Obispo, Fray Juan de Zumárraga, escuchó al hombre, pero no prestó mucha importancia a su mensaje. El indígena regresó a su casa entristecido y abatido por no haber podido llegar al corazón del Obispo y, en mitad de su camino, se le apareció otra vez la Santa Madre del Señor.—El Obispo piensa que es una inven-ción mía –susurró abatido Juan Die-go—. Sería mejor encargar el mensaje a alguien que sea respetado y amado.

Relieve de Juan Diego frente a la imagen divina de la Virgen de Guadalupe.

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L a p r e s e n c i a d e l a V i r g e n e n M é x i c o

Ante estas palabras, la Virgen le contestó:—Es preciso que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Te ruego que vayas mañana a ver al Obispo y le digas que te envía la siempre Virgen María, Madre de Dios.Al día siguiente, Juan Diego pasó nueva-mente por la casa del prelado con el mis-mo reclamo. Estas vez el Obispo pidió al indígena una señal para estar seguro de lo que sucedía. Al escuchar el pedido, la Virgen le dio instrucciones precisas a su elegido para dar su mensaje al pueblo.

El manto milagroso

Al mismo tiempo, Juan Diego se ocupa-ba de su tío, quien estaba enfermo. Ante la gravedad de su padecimiento, el buen hombre solicitó a su sobrino la asistencia espiritual de un sacerdote.El 12 de diciembre Juan Diego emprendió el camino y, cuando pasó por el cerro de Tepeyac, sintió remordimientos y triste-za. Para su asombro, la Madre del Señor se presentó de nuevo. El indígena le ex-plicó la situación de su tío y ésta, al verlo tan afligido, le dijo:—Ten entendido, hijo mío, que no es tan importante lo que te asusta y aflige. No se entristezca tu corazón ni te llenes de angustia. ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿Acaso no soy tu ayuda y protección? No te aflijas por la enferme-dad de tu tío, que en este momento ha quedado sano. Sube ahora a la cumbre del cerro y hallarás distintas flores. Córtalas y tráelas.Ese mismo día, la Virgen apareció en la choza de Juan Bernardino, el tío de Juan Diego y lo curó de su grave dolencia.

Estatua de la Virgen de Guadalupe en el Templo de la Congregación, en Querétaro.

Virgen de Guadalupe en Atotonilco, San Miguel de Allende.

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En aquel momento, el crudo invier-no asolaba la región; por lo tanto, no había flores en la zona. Pero Juan Diego obedeció ciegamente, confiado en el llamado de su querida Señora. Con her-mosas rosas en sus manos, el indígena fue al encuentro del Obispo.

La devoción más importante de toda América hispana iba a sellarse con un gran milagro. Nuevamente en presen-cia del Obispo, Juan Diego desplegó su tilma y, pintada sobre el lienzo, apareció la más hermosa imagen de la Madre de Dios, para sorpresa de él mismo y de la autoridad, que esta vez, por fin, aceptó el designio de Dios ante sus ojos.

El relato de las apariciones

Todos los relatos actuales sobre las apa-riciones de Nuestra Señora a Juan Diego están inspirados en la narración escrita en náhuatl titulada Nican Mopohua. El texto fue publicado a mediados del si-glo xvi por el erudito indígena Antonio Valeriano. Desafortunadamente, el ori-ginal de esta obra no ha sido encontra-do. Sin embargo, se localizó una copia (también escrita en náhuatl), publicada por Luis Lasso de la Vega en 1649. En sus páginas se detallan las cuatro apari-ciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, así como la aparición ante su tío, Juan Bernardino, y el milagro de las rosas de Castilla que presentó el primero ante el Obispo.

San Juan Diego mostrando la evidencia al Obispo Juan de Zumárraga.

Procesión de los matachines en el día de la Virgen de Guadalupe, en el centro

de Monterrey.

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La fe mexicana en la Virgen

Más allá de la bella historia narrada por Antonio Valeriano, sucedió en Méxi-co que en menos de veinte años de la aparición de la Virgen nueve millones de habitantes, que profesaron por si-glos una religión politeísta, habían sido convertidos al cristianismo.

¿Qué fue lo que ocurrió en esos tiempos que produjo tan increíble conversión? Aconteció la aparición de la Señora del Cielo, dejando no sólo un templo sino una imagen de sí misma impresa milagrosamente en un ayate, un tejido de cactos de poca calidad que se debió haber deteriorado en veinte años, pero que no muestra señal algu-na de deterioro luego de cuatrocientos setenta años (y aún desafía toda expli-cación científica sobre su origen).

Su mensaje universal de compasión y amor, su promesa de ayuda y protec-

ción para toda la humanidad todavía perduran con mucha fuerza en el cora-zón de todos los que le rinden tributo y honores.

Además de la leyenda, existen fuer-tes razones para creer que la Virgen María vino en su cuerpo glorificado, siendo sus manos físicas las que aco-modaron las rosas en la tela de Juan

Diego, lo que hace muy especial a esta aparición milagrosa. Actualmente, mi-llones de fieles llegan a la Basílica para demostrarle su cariño y su fe, convir-tiendo su casa en el santuario mariano más popular del mundo (después de los que se encuentran en el Vaticano). Además, a la gran Señora del Cielo se le atribuyen una cantidad considerable de milagros, curas e intervenciones divi-nas. Veinticuatro papas la han honrado, entre ellos, Su Santidad Juan Pablo II, quien visitó la Basílica en cuatro oca-siones: 1979, 1990, 1993 y 1999.

Fuente ornamental en honor a la Virgen de Guadalupe, quien apareció en el cerro del Tepeyac.

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El claro mensaje de la Virgen

Juan Diego recibió los mensajes de la Virgen en su propia lengua, el náhuatl. Se cuenta que cuando la hermosa Vir-gen María se presentó resplandeciente ante él se identificó utilizando la pala-bra Coatlallope, que en el idioma azteca significa “la que aplasta la serpiente”. Otros estudiosos afirman que utilizó la palabra Tlecuauhtlapcupeuh, que quiere

decir “la que procede de la región de la luz como el águila de fuego”. Más allá de las controversias, lo cierto es que el vocablo sonó a los religiosos españo-les similar al extremeño “Guadalupe”. A su vez, relacionaron el prodigio del Tepeyac con la advocación que ya con anticipación veneraban en la Basílica construida por Alfonso XI en 1340. Sin embargo, la Virgen, en su generosidad, se comunicó de manera que la pudiesen entender en ambos idiomas.

Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.

La deslumbrante imagen y sus detalles

Nuestra Señora de Guadalupe dejó registrada su imagen sobre un tejido hecho con fibras de maguey. Es una especie de prenda usada por los indígenas para aca-rrear cosas, llamada ayate. Algunos investigadores la han denominado tilma, pero este dato es erróneo, ya que este tejido es usualmente de algodón.

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El ayate es una tela rústica y senci-lla, que permite ver a través de ella. Su fibra, derivada del maguey trabajado, no es un material noble que resista el paso prolongado del tiempo y el trabajo en su superficie con pigmentos. Es por eso que se le considera como un mila-gro. La sencillez de la imagen permi-tió que fuera entendida y aceptada de inmediato por los indígenas. A lo largo de los siglos se han efectuado intensas interpretaciones acerca de los símbolos y las significaciones que están repre-sentados en ella.

El rostro que aparece impreso en una de sus caras es el de una joven mestiza (lo que representa una antici-pación, pues en aquel momento toda-

vía no había mestizos de esa edad). De esta manera, María asume el sufrimien-to de cientos de niños, los primeros de una nueva raza, resistidos entonces tanto por los españoles como por los nativos. El cuadro que se conserva en la moderna Basílica del Tepeyac mide 1.65 x 1.07 m y la imagen de la Virgen ocupa unos 1.40 m2. Está de pie y su rostro se inclina, delicadamente, recordando un poco las tradicionales “Inmaculadas”.Este pertinente movimiento evita que el nivel que une los dos segmentos del tejido caiga dentro de la faz de la Vir-gen. El manto azul salpicado de estre-llas es la “Tilma de Turquesa”, con el cual se lucían los grandes señores.

El carrillón de la Basílica de Guadalupe está compuesto por un conjunto de campanas que

pueden ser tocadas simultáneamente para obtener una melodía.

Vista de la parte superior de la Basílica de Guadalupe, ubicada en la Ciudad de México.

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Esta joven muchacha mexicana está embarazada de pocos meses. Así lo in-dica el lazo negro que ajusta su cintura, la leve prominencia debajo de su abdo-men y el ímpetu de las luminiscencias solares que se acrecientan a la altura del vientre. Su pie está montado sobre una luna negra (la palabra México proviene del náhuatl: metxchico, metxli = “luna”; chicli = “ombligo” y co = “en”, es decir, “en el ombligo de la luna”) y el ángel que la sostiene ostenta un gesto severo mientras despliega sus alas de águila.

La Virgen de Guadalupe se presentó ante sus hijos como la Madre del Crea-dor y conservador de todo el Universo; que viene a su pueblo porque quiere acogerlos a todos (indígenas, españo-les, mestizos) con un mismo amor de Madre. Con la prodigiosa impresión en el ayate, comenzó un nuevo mundo, quizá la aurora del sexto sol que espe-raban los mexicanos.

La imagen de la Virgen de Guada-lupe estuvo ciento dieciséis años ex-puesta a las variaciones del clima, sin cuidado, contra el polvo, la humedad, el calor, el humo de las velas o el ince-sante roce con cientos de objetos que la tocaron. Además, el constante con-tacto de manos y besos de los peregri-nos también contribuyó a su desgaste. Como dijimos, se ha probado que el te-jido de maguey es de muy fácil putre-facción; cualquier tela confeccionada con esta fibra vegetal no puede mante-nerse intacta más de veinte años.

Sin embargo, el ayate de Juan Die-go ha resistido más de cuatro siglos en perfecto estado de conservación.

La imagen que fuera revelada ese día hoy reside en la Basílica de Guadalupe.

Virgen de Guadalupe en Nôtre Dame, París, Francia.

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La Virgen de Guadalupe y los Papas

Numerosos fueron los pontífices que rindieron pleitesía a la Virgen. Por ejemplo, Pío X la proclamó “Patrona de toda la América Latina”; Pío XI, por su parte, la llamó de “todas las Améri-cas”; Pío XII la nombró “Emperatriz de las Américas”; y Juan XXIII, “La misio-nera celeste del Nuevo Mundo” y “la Madre de las Américas”. Además, dentro de su gran Basílica, Juan Pablo II beatificó al indígena Juan Diego el 6 de mayo de 1990. El Sumo Pontífice, en sus cuatro visitas, asistió al Tepeyac y hon-ró con profundo amor filial a Nuestra Señora, a quien encomendó el continente americano y su nueva evangeli-zación.

El misterio de los ojos de la Madre

Según varios estudio-sos y científicos que examinaron la tela, se ha comprobado que en ella pueden verse refle-jadas (en ambos ojos, en la ubicación precisa en que se reflejarían en un ojo huma-no vivo) algunas figuras. Éstas fueron ampliamente anali-zadas y parecen relacionar-se con la forma y el tamaño

de figuras humanas localizadas frente a la Virgen.

En 1929, el fotógrafo oficial de la antigua Basílica de Guadalupe descu-brió reflejada en el ojo derecho de la Virgen lo que parecía la clara imagen de un hombre con barba. Al principio no podía creer lo que estaba observando. ¿Cómo podía ser? ¿Un hombre con bar-ba dentro de los ojos de la Virgen? Pero

luego de varias inspecciones a la imagen en blanco y negro,

no tuvo más dudas. In-mediatamente, decidió

informar a las autori-dades de la Basílica.

Pero los sacerdotes prefirieron man-tener semejante

información en las sombras, pedido que se efectuó al pie de la letra.

Más de vein-te años después, el dibujante mexicano José Carlos Salinas Chávez, luego

de examinar una buena fotogra-

fía del rostro de la Virgen, visualizó

lo que parecía ser un busto humano refle-

jado en su ojo derecho y luego también en su

ojo izquierdo.

Altar a la Virgen de Guadalupe.

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La gran abogada de la vida humana

El Papa Juan Pablo II nos enseñó que, ante la actual cultura de la muerte, encontramos esperanza en la Virgen de Guadalupe, la gran abogada y defenso-ra de la vida humana.

En su cuarta visita a México, del 22 al 26 de enero de 1999, Juan Pablo II puso a los pies de la Virgen el docu-mento del sínodo de las Américas, que en aquella ocasión entregó a la Iglesia como fundamento para la Nueva Evan-gelización. Esta obra sólo es posible gracias al Espíritu Santo. Así es corre-dentora con su Hijo -Jesucristo.

También Benedicto XVI, en no-viembre de 2005, en el Encuentro acerca del compendio sobre la Doctri-na Social de la Iglesia apuntó: “Ruego al Señor, por la intercesión maternal de Nuestra Señora de Guadalupe, que

ilumine los trabajos de ese Encuentro continental para que dé frutos abun-dantes…”.

Más de quince millones de fieles visitan cada año al ad-mirado cuadro para expresar a la Madre del Cielo su amor y fidelidad. El día de la fiesta, 12 de diciembre, más de dos millones de personas acuden al san-tuario, cuya forma redonda simboliza la tienda que albergaba el Arca de la Alianza en su marcha por el desierto. Sus lámparas interiores dispuestas sobre el

techo conmemoran la nube que guiaba al pueblo de Dios día a día, y la resplandeciente pared

de oro que sostiene el cuadro simboliza la columna de fuego y luz que mostraba

el camino durante la noche.

El amor de mexicanos y latinoamericanos a la Virgen Morena

El Papa Juan Pablo II.

Antigua Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.

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El horror y el milagro

No obstante el gran amor del pueblo, la imagen de Nuestra Señora de la Guada-lupe ha sufrido serios atentados: salió incólume de ácidos corrosivos y hasta de una bomba de gran tamaño que, en 1921, un desconocido escondió en la Basílica para destruirla. La explosión del artefacto causó mucho daño. El crucifijo de metal que estaba cerca de la Virgen quedó retorcido, pero la imagen de la Guadalupe se mantuvo ilesa.

El cristal del marco tampoco se vio afectado. En la actualidad, la imagen se encuentra en la nueva Basílica cons-truida junto a la antigua (la cual se ha hundido notablemente). Se puede con-templar el cuadro desde una banda que se desliza para movilizar a los fieles y dar cabida a las multitudes que desean venerarla.

La adoración a la Virgen

El primer templo dedicado a la Virgen de Guadalupe fue inaugurado en 1709. Cuarenta años más tarde fue nombra-do colegiata: sin ser catedral, poseía su propio cabildo. En 1904 fue elevado a basílica. La antigua Basílica está en proceso de restauración desde 1979. La Basílica de Guadalupe cuenta, además, con una capilla del Santísimo, donde los fieles firmemente adoran al Señor. No obstante, la Virgen cuenta con el santuario del Tepeyac para ser festeja-da y saludada por miles de mexicanos, latinoamericanos y hasta devotos de otros continentes. Durante su fecha de veneración, casi todas las iglesias católicas del país son visitadas para rendirle pleitesía.

La imagen de la Virgen de Guadalupe ha sobrevivido a los atentados.

El Templo del Cerrito fue edificado en el sitio donde se le apareció la Virgen de Guadalupe

a Juan Diego.

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Los festejos

Sin embargo, el hecho no concluye con la visita a la Basílica para homenajear a la Virgen, pues aunque en el calen-dario oficial no se marca como día de descanso obligatorio, la cotidianidad de los fieles, con sus preparativos y traba-jos, altera ese día el trabajo normal. Por ejemplo, hace algunos años los sindica-tos de la industria automovilística o los empleados bancarios acordaron destinar esa fecha al día del empleado o simple-mente se trataba de una festividad que el empleador cedía como día franco. En la actualidad, en muchas ciuda-des de la republica mexicana, suelen festejar en sus lugares de trabajo (ya sea industrias o empresas) dentro de la propia planta. Para ello, además de adornar con papel picado alguna nave, solicitan al párroco de la iglesia más próxima que dé una misa a la que asiste toda la familia del trabajador, o bien, se contratan músicos para cantar “las ma-ñanitas”. Finalmente, se suele rematar

con abundante comida típica y baile.En las calles y en muchos de los ne-gocios de todo el país es muy común encontrar vistosos altares construidos por la gente.

La construcción de la nueva Basílica comenzó en 1974 y se inauguró el 12 de diciembre de 1976.

En la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en Ixcotla, Tlaxcala, se celebran las tradicionales fiestas patronales el 12 de diciembre.

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La peregrinación en la Ciudad de México

Sucede además que en la capital de México, la celebración de la Virgen de Guadalupe tiene mayor afluencia, pues desde días previos no dejan de llegar los peregrinos (ya sea a pie, en bicicleta, en carros, en caravanas o en camiones) de todo tipo y ya el día 11 por la tarde se juntan con los devotos locales para inundar todas las calles, avenidas y vialidades que conducen al majestuoso santuario de la guadalupana localizado en la Villa. Hombres, mujeres y niños, familias enteras reparten café, ato-le, agua y alimentos a los peregrinos, demostrando así la gran solidaridad del pueblo mexicano.

La fiesta de Guadalupe

La fiesta de Nuestra Señora de Gua-dalupe se celebra todos los días 12 de diciembre. En 1999, Su Santidad Juan Pablo II, en su homilía durante la Misa Solemne en la Basílica de Guadalupe, en su cuarta visita al santuario, dio al 12 de diciembre el rango litúrgico de fiesta para todo el continente americano.Durante la misma visita, el Papa Juan Pablo II confió la causa de la vida a la protección de la Virgen de Guadalupe, y encomendó a su cuidado maternal las vidas inocentes de todos los niños.

Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe en la Basílica del Santuario Nacional de la

Inmaculada Concepción en Washington, D.C.

Los milagros de la Virgen de Guadalupe.

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La palabra de Dios llegó a América

A través de la aparición de la Virgen de Guadalupe, una llama se encendió en los corazones de quienes poblaban el territorio hoy mexicano. Sin embargo, los frailes que llegaron a estas tierras con la misión de evangelizar a los pue-blos prehispánicos buscaron distintas vías para transmitir el mensaje divino.

El catecismo testeriano

Se trata de un manuscrito de inicios del siglo xvi y es uno de los documentos más relevantes que se conservan en los archivos del Centro de Estudios de Historia de México. Los investigadores afirman que en la primera etapa de la Conquista de México, los españoles y los instructores religiosos por lo general

no habían aprendido las lenguas de los pueblos originarios. Por esta razón, los religiosos se vieron obligados a desarrollar su creatividad y utilizaron desde señas “mudas” que describen al-gunos cronistas hasta la teatralidad de los autos sacramentales pasando por el canto, la danza, la palabra y la imagen. Los religiosos utilizaron muchas vetas expresivas indígenas. Entre todas des-taca la narración de historias en forma pictórica. Así daban a conocer las ense-ñanzas más importantes para difundir la palabra de Dios. Estas historias se publicaban en los llamados catecismos testerianos, bautizados así en honor al padre Jacobo de Testera, un sacerdote franciscano que estuvo a la vanguardia de la evangelización.

La Virgen de Guadalupe apareció por primera vez en 1531.

Imagen de una página de un catecismo testeriano.

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Un indígena de Cuautitlán

egún coinciden en señalar los estudio-sos, Juan Diego nació en 1474, en un calpulli ubicado en Tlayacac, en la zona

de Cuautitlán. Esta comunidad fue establecida alrededor de 1168 por la tribu nahua y posterior-mente conquistada por los aztecas. Se ubicaba a 20 kilómetros al norte de Tenochtitlan (actual Ciudad de México).

Cuauhtlatoatzin fue el nombre original que obtuvo al nacer (que puede traducirse como “el que habla como águila”). Dentro la organización social azteca, provenía de una familia humilde, es decir, que no pertenecía a nin-guna de las altas clases del Imperio, como podrían ser los funcionarios, los sacerdotes, los guerreros o los mercaderes.

En el Nican Mopohua se le representa como un ma-cehualli o “pobre indio”.

Esta referencia, si bien parece despectiva, no ne-cesariamente lo es, ya que a esa clase pertenecían la

mayoría de los integrantes del Imperio.

En sus conversaciones con Nuestra Señora, Juan Diego se presenta como “un hombrecillo” o un “don nadie”, atribuyendo a esta circunstancia la escasa cre-dibilidad que demostró frente al Obispo. Era dueño de una pequeña parcela de tierra que trabajaba dura-mente, y preparaba matas para vender.Relieve del venerable Juan Diego.

San Juan Diego fue canonizado en 2002 por el

Papa Juan Pablo II.

San Juan Diego

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E l n u e v o l i b r o d e l a V i r g e n

Estaba casado, pero no tenía hijos.Su conversión al cristianismo se produ-jo entre 1524 o 1525 y tanto él como su esposa fueron bautizados, recibiendo los nombres cristianos de Juan Diego y María Lucía, respectivamente y su fe en Cristo desde que creyeron en él, tuvo un carácter inquebrantable.

Las Informaciones Guadalupanas de 1666 constituyeron la primera indaga-ción seria realizada por la Iglesia sobre la aparición de Nuestra Señora.

Juan Diego parece haber sido una persona muy devota y religiosa, incluso antes de su conversión. Era muy pru-

dente y de un carácter místico, afecto a largos silencios y frecuentes penitencias.

Se sabe, además, que solía caminar desde su poblado hasta Tenochtitlan, a 20 kilómetros de distancia, para recibir instrucción religiosa. En 1529 falleció su esposa, María Lucía.

Juan Diego se mudó entonces con su tío Juan Bernardino a la localidad de Tulpetlac, a 14 kilómetros de la iglesia en Tlatelolco, Tenochtitlan. Su espíri-tu taciturno y místico no lo abandonó nunca y se dice que después de los su-cesos del ayate, vivió vigilante de éste para que no se estropeara.

La vida de Juan Diego

Todas las semanas marchaba sábado y domingo hacia la iglesia, partiendo antes de que amaneciera. Llega-ba a tiempo a la santa misa y a las clases de instruc-ción religiosa. Iba prácti-camente descalzo, pues la gente de la clase macehualli utilizaba sandalias con-feccionadas con fibras vegetales muy poco resistentes.En esas frías madru-gadas, usaba, para resguardarse de las bajas temperaturas, una manta tejida con fibras del maguey (llamada ayate). El algodón sólo era usado por los aztecas más ricos.

La primera aparición de Nuestra Señora sucedió durante una de sus caminatas hacia Tenochtitlan, las cuales duraban tres horas y media aproximadamente.El lugar en donde se produjo el mila-

groso encuentro es conoci-do ahora como “Capilla

del Cerrito”. Allí, la Santísima Virgen le habló a Juan Diego en náhuatl, refiriéndose a él con grandísimo cariño. Lo llamó “Jua-nito, Juan Dieguito”, “el más pequeño de mis hijos”, “hijito mío”. Así se presentó en estas tierras.

El Papa Juan Pablo II siempre se mostró fiel a la Virgen de Guadalupe, sus milagros y afirmó la

existencia de Juan Diego.

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Al momento de las apariciones se calcula que Juan Diego tenía cincuenta y siete años, una edad poco habitual en una época donde la expectativa de vida masculina apenas sobrepasaba los cuarenta años.

Después del encuentro con la Virgen de Guadalupe, Juan Diego se mudó a un pequeño cuarto junto a la capilla que alojaba la santa imagen.

Dejó casi todas sus pertenencias a su tío Juan Bernardino y pasó el resto de su vida íntegramente dedicado a la difu-sión del relato de las apariciones entre la gente de su pueblo. Juan Diego mu-rió el 30 de mayo de 1548, a la edad de setenta y cuatro años.

La fe de Juan Diego

Gracias a un permiso especial del Obis-po, Juan Diego tomaba la comunión tres veces por semana (algo completa-mente inusual en aquellos tiempos).

Su Santidad Juan Pablo II alabó en Juan Diego su fe simple enriquecida por la catequesis y lo definió con aquello que le dijo a la Santísima Virgen: “Soy sólo un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda...”. Estas pa-labras se tomaron como un modelo de humildad para todos nosotros.

La beatificación

Juan Diego fue beatificado en abril de 1990. La ceremonia estuvo auspiciada por el Papa Juan Pablo II en la Santa Sede en el Vaticano. Al mes siguiente, se procedió a la beatificación en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, a la que también asistió Su Santidad en su segunda visita al país.

La fe hacia la Virgen de Guadalupe se extendió por todo el país.

“En María se realiza plenamente el Evangelio. Ella es la primera cristiana, anuncio y don de Cristo su hijo, plenitud de beatitudes, imagen perfecta del discípulo de Jesús”, Juan Pablo II.

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La canonización

Finalmente, el 31 de julio de 2002, el Papa Juan Pablo II canonizó a Juan Die-go en una ceremonia realizada en la Ba-sílica de Guadalupe, rodeado por cien-tos de fieles y devotos de todas partes del país y del mundo, lo que transmitía la inmensa alegría que generaba un acontecimiento por demás muy espe-rado por los católicos mexicanos.

El acontecimiento guadalupano

En la homilía del Santo Padre Juan Pa-blo II, durante la canonización de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el santo Papa señaló: “Es conmovedor leer los relatos guadalupanos, escritos con delicadeza y empapados de ternura. En ellos, la Virgen María, la esclava “que glorifi-ca al Señor” (Lc 1, 46), se manifiesta a Juan Diego como la Madre del verdade-

ro Dios. Ella le regala, como señal, unas rosas preciosas y él, al mostrarlas al Obispo, descubre grabada en su tilma la bendita imagen de Nuestra Señora”.El Episcopado Mexicano también apuntó que el acontecimiento gua-dalupano significó el comienzo de la evangelización con una vitalidad que rebasó toda expectativa. A través de su Madre, el mensaje de Cristo recogió los elementos centrales de la cultura in-dígena, los purificó y les dio el defini-tivo sentido de la salvación eterna. Así pues, la Virgen de Guadalupe y Juan Diego tienen un hondo sentido ecle-siástico y misionero y son un modelo de evangelización. “Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres” (Sal. 32, 13), hemos recitado con el salmista, confesando una vez más nuestra fe en Dios, que no repara en distinciones de raza o de cultura. Su palabra llegó a los pobladores origi-narios de México de una manera muy especial.

Entre los títulos a la Virgen de Guadalupe se encuentran el de patrona de la Ciudad de México y patrona de la Nueva España.

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El encuentro de dos mundos a través de la Virgen

Juan Diego, al acoger el mensaje cris-tiano sin renunciar a su identidad in-dígena, descubrió la profunda verdad de la nueva humanidad, en la que to-dos están llamados a ser hijos de Dios en Cristo, más allá de sus diferencias culturales o de aspecto físico.

De esta manera, facilitó el encuen-tro fecundo de dos mundos, Europa y América, también en el plano religioso.

Juan Diego, un humilde indígena, se convirtió en protagonista de la nue-va identidad mexicana, íntimamente unida a la Virgen de Guadalupe, cuyo rostro mestizo expresa su maternidad espiritual que abraza a todos los mexi-canos y la distingue de la mayoría de las vírgenes. Incluso el milagro de las rosas de Castilla que Juan Diego guar-

dó en su tilma pone de manifiesto la unión entre lo europeo y lo americano. De la fusión de europeos e indígenas el amor a Dios ganó más fuerza.

Por todo esto, el testimonio de su vida sencilla debe seguir impulsando e ins-pirando la construcción de la nación mexicana, promover la fraternidad entre todos sus hijos e hijas y favorecer cada vez más la reconciliación de México con sus orígenes, sus valores y tradiciones.

Los mexicanos invocan con gran fe a la Virgen de Guadalupe.

La veneración a Santa María de Guadalupe está estrechamente unida al folclor y a las

tradiciones mexicanas.

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Reflexiones para los Misterios Gozosos

• Primer Misterio: Y al llegar Juan Diego cerca del cerrito llamado Te-peyac ya amanecía. Oyó cantar sobre el cerrito, como el cantar de muchos pájaros finos; al cesar sus voces, como que les respondía el cerro, so-bre manera suave, deleitoso.

• Segundo Misterio: Se detuvo a ver Juan Diego. Se dijo: ¿Por ventura soy digno, soy merecedor de lo que oigo?... ¿Dónde estoy, dónde me veo? ¿Acaso en la tierra celestial?

• Tercer Misterio: Tuvo, Juan Diego, la

dicha de encontrar a la Reina el Cie-lo; allí cabalmente donde la primera vez... Se postró y le dijo: Patroncita, Señora Reina, Hija mía, la más pe-queña... Yo fui a donde me mandaste a cumplir tu mandato...

• Cuarto Misterio: Le dijo María San-tísima a Juan Diego: Bien está, hijo mío, volverás aquí mañana para que lleves al Obispo la señal que te ha pe-dido. Con esto te creerá... Y sábete, hijito mío, que yo te pagaré.

• Quinto Misterio: Le dijo María San-tísima a Juan Diego: ¿No estoy aquí Yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy Yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi mano, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?

Reflexiones para los Misterios Dolorosos

• Primer Misterio: Le respondió el Obispo a Juan Diego: Hijo mío, otra vez vendrás, aun con calma te oiré bien, aun desde el principio miraré, consideraré la razón por la que has venido, tu voluntad, tu deseo.

• Segundo Misterio: Le dijo Juan Die-go a la Virgen: Mucho te suplico, Señora mía, Muchachita mía, que alguno de los nobles estimados, que sea conocido, respetado, honrado, le encargues que conduzca, que lleve tu amable aliento, tu amable palabra para que le crean.

Imagen de la Virgen de Guadalupe en la iglesia de Nuestro Señor de las Misericordias, San

Pedro Atocpan.

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• Tercer Misterio: Y en cuanto Juan Diego hizo toda la lucha por ver (al Obispo) y con mucho trabajo otra vez lo vio. A sus pies se postró, se hincó, lloró, se puso triste al hablar-le, al descubrirle la palabra, el aliento de la Reina del Cielo.

• Cuarto Misterio: Juan Diego cuan-do fue a llegar a su casa, a un tío de nombre Juan Bernardino, se le había asentado la enfermedad, estaba muy grave...

• Quinto Misterio: Juan Diego le dijo a la Virgen: Con pena angustiaré tu rostro, tu corazón; te hago saber, Muchachita mía, que está muy grave un servidor tuyo, mi tío. Una grave enfermedad le ha asentado, seguro que pronto va a morir de ella.

Reflexiones para los Misterios Gloriosos

• Primer Misterio: Cuando Juan Die-go llegó frente a la Virgen, mucho admiró en qué manera, sobre toda ponderación, aventajaba su perfecta grandeza. Su vestido relucía como el sol, y el resplandor de Ella reverbera-ba como piedras preciosas...

• Segundo Misterio: Juan Diego en su presencia se postró. Ella le dijo: Es-cucha hijo mío, el menor, ¿a dónde te diriges?...

• Tercer Misterio: Ella le dijo: Sábelo, ten por cierto, hijo mío el más pe-queño, que Yo soy la perfecta siem-

pre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive...

• Cuarto Misterio: Y le dijo: Ten por seguro que mucho lo agradeceré y lo pagaré, que por ello te enriqueceré, te glorificaré...

• Quinto Misterio: Y así como caye-ron al suelo todas las variadas flores preciosas, luego allí se convirtió en señal, se apareció de repente la ama-da imagen de la perfecta Santa María, Madre de Dios.

Interior del templo de Nuestra Señora de Guadalupe en Puerto Vallarta.

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Desde la época de la Colonia

sta Virgen se encuentra plenamente identificada entre la población ca-tólica mexicana, y no podría ser de otra forma, pues uno de los primeros misioneros, fundador del Colegio de Artes y Oficios de San José estableci-

do en el Convento de San Francisco, Fray Pedro de Gante, era un asiduo parti-cipante del culto a la Virgen María. Los indígenas le cantaron: “Libro de colores es tu corazón, padre Pedro…” en homenaje a su gran obra evangelizadora. Así, del colegio que fundó este notable franciscano salieron los trabajos artísticos que representaban a la Purísima Concepción de la Virgen y que fueron colocados en las incontables capillas abiertas en los primeros años de la catequización en la Nueva España. La creencia generalizada desde los primeros años del cristianis-mo en Europa acerca de la Inmaculada Concepción de María, Madre de Jesús y de

su alejamiento a cualquier peca-do mundano es un dogma que la Iglesia supo establecer y que se ha mantenido con el paso de los siglos y se ha reforzado con apariciones como la que se presentó en Lour-des, Francia.

Aparición de la Virgen de la Inmaculada Concepción

Fue el 11 de febrero de 1858 cuando la fe hacia esta Virgen se hizo pa-tente y cobró un mayor impulso.Ese día cambiaría para siempre el culto, profundizando no sólo la vida de las mujeres ante quienes descubrió su existencia, sino ante el mundo entero por lo certero y claro del mensaje enviado.Virgen de la Inmaculada Concepción.

La Virgen de la Inmaculada Concepción

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Bernadette se llamó la niña ante quien la Virgen María realizó el milagro de su apari-ción en una provincia france-sa. Eran ella y dos pequeñas más, su hermana María y una amiga de ambas, quie-nes habían salido a recoger leña frente a una gruta que había pasando un arroyo cercano a su casa; las dos acompañantes atravesa-ron sin dificultad el arroyo, pero Bernadette en esta ocasión se abstuvo, pues sentía que el agua que co-rría era helada; de repente, el ruido ensordecedor del aire llamó su atención; sin embargo, la corriente no era real pues las ramas de los árboles estaban quietas: dentro de la gruta una luz muy intensa y con gran brillantez dio paso a la imagen resplande-ciente de una mujer

de gran hermosura con ojos azules y con su magnífica silueta enfun-dada en un precioso vestido blanco

ajustado en la cintura con un an-cho listón azul, un velo parecía cubrirle la cara, los pies descal-

zos se apoyaban sobre un rosal con dos bellas flores doradas; en una de sus manos traía un rosario blanco y en la otra una sobria cruz de oro. No había duda, era una imagen celestial de la Virgen María y que sólo se presentaba ante una niña que como ella, era un nido de amor y ternura para sí misma

y sus semejantes.La niña, asustada dada su

corta edad, empezó a rezar con su rosario que siempre la acompañaba; la Virgen, con voz pausada y tranquilizán-dola, le dijo cómo hacer la

lectura; al concluir, la imagen des-apareció y al volver la niña con sus acompañantes les preguntó si ellas también habían visto la Santa Imagen y escuchado su radiante y amable voz; no, sólo eso le contestaron, pues suponían que había enfermado. De tal manera que solamente Bernadette era la agraciada. Al regresar a casa, la historia fue contada a la madre de ambas por María quien, también cre-yendo que su hija Bernadette desva-riaba, le prohibió terminantemente regresar a la gruta.

Virgen de Lourdes, que toma su nombre de las 18 apariciones

de la Virgen María, según Bernadette.

Vitral que representa la aparición de la Virgen de la Inmaculada Concepción ante

Bernadette.

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Segunda y tercera apariciones

Tres días después las ni-ñas querían regresar a la gruta e insistieron para ir y echar agua ben-dita, pues suponían que todo era obra del diablo. Al llegar, Bernadette les pidió hincarse para rezar el rosario; la Virgen hizo su aparición nuevamente y la niña le dijo arro-jando a sus pies el agua bendita: “Si vienes de parte de Dios acércate a nosotras”, la San-ta Señora tomó el rosario y oraron juntas. Mientras

tanto, en la comunidad corrían los rumores de aceptación, de rechazo

o de burla. Para el día 18, una se-ñora, una religiosa y Bernardette

fueron primero a misa y de ahí a la gruta; en ella nuevamente la

niña se hincó para rezar el ro-sario y al fondo de la gruta la

Virgen se presentó. Berna-dette le solicitó el permiso

para que sus acompa-ñantes se quedaran; las

tres se arrodillaron a rezar en compañía de

la Santa Imagen; al concluir, la Virgen le dijo a Bernadette: “Hazme únicamen-te el regalo de venir aquí durante quince días seguidos”.

Quince días

En el poblado de Lourdes el rumor cre-ció como la espuma, y desde el primer día la multitud acudió y al fondo de la gruta la imagen hizo presencia; sin embargo, al tercer día Bernadette notó que la Virgen se veía triste, por lo que le preguntó: “¿Qué te pasa?, ¿qué puedo hacer?”. La Virgen, solemne, le respon-dió: “Rogad por los pecadores”. En los días siguientes, entre la población cre-cieron los rumores de todo tipo, incluso algunos que apuntaban a que Berna-dette estaba loca; además, las autori-dades pensaron en prohibirle el acceso a la gruta. Para el día 22, la Virgen no se apareció, por lo que las críticas a la niña aumentaron.

Imagen de Bernadette Soubirous, pastora francesa canonizada el 8 de diciembre de

1933.

El cuerpo de Bernadette Soubirous puede verse en el convento de Nevers, dentro

de un féretro de cristal.

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El día 23, ante todo el mundo, pero sin que nadie pudiera tomar nota válida del hecho, la Virgen le comentó un se-creto a Bernardette junto con una ora-ción que la niña no divulgó. Por último, le ordenó: “Y ahora, hija mía, ve a decir a los sacerdotes que en este lugar debe levantarse un santuario, y que a él debe venirse en procesión”. La niña fue con el párroco con el mensaje, sólo que éste le pidió que le demandara mayores pruebas a la Virgen, por ejemplo, que hiciera flo-recer el rosal sobre el que se presentaba.

La curiosidad de la población creció más aún, pues estaba ávida por saber si la respuesta de la Virgen sería la que el párroco demandaba. Al día siguiente, Bernadette le comentó a la Virgen lo su-cedido, pero en el fondo de la gruta esta última le contó algún secreto a la niña, quien besaba el suelo, y desapareció. El día 25 la Virgen le presentó el tercer secreto, diciendo estas palabras: “Hija mía, quiero confiarte solamente para ti el último secreto; igualmente que los otros dos, no los revelarás a ninguna persona de este mundo”. Acto seguido le mandó a que bebiera agua de una fuente; Bernadette no la encontra-ba. Miró a la Virgen y ésta le señaló que escarbara en un rincón de la gruta. Brotó el agua del hueco que Bernadette hizo y no sin cierta repugnancia, la niña hizo lo que le encomendaron y se hume-deció el rostro. La gente presente pensó que ya había enloquecido. El día 26 un obrero que se había dañado un ojo en una mina, se le ocurrió mandar a su hija para que fuera por agua de donde había bebido Bernadette; la sorpresa de todos fue enorme, su ojo sanó al ins-tante como si nada le hubiera ocurrido.

Virgen María y niño Jesús representando la Inmaculada Concepción.

Bernadette Soubirous nació el 7 de enero de 1844 en Lourdes, Francia.

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Los análisis que posteriormente se hicieron a esa agua denotaron que es un agua virgen, pura y ninguna bacte-ria puede sobrevivir con su contacto, por eso se dice que la Virgen simboliza a la Inmaculada Concepción y que el filósofo Duns Escoto con sus estudios acerca del dogma pone fuera de duda.

En algún otro momento, la niña dejó en el sitio una vela blanca, y hoy cada visitante le lleva una; por ello en la gruta existen miles y representan la Divinidad del Hijo de María.

Un mes después, el 25 de marzo, la niña tuvo el deseo vehemente de ir a la gruta; una vez ahí, Bernadette preguntó a la imagen: “¿Quieres tener la bondad de decirme quién eres y cuál es tu nombre? Te lo suplico, Señora Mía”. La imagen resplandeciente sólo contestó: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Desde en-tonces el culto a esta advo-cación ha crecido en todo el mundo, pues se consi-dera que es irrefutable su aparición y los milagros realizados.

La Inmaculada Concepción en México

Como mencionamos, en México son muchos los lugares donde se venera esta advocación, co-nocida también como

La Purísima. Con ambos nombres se la venera en Córdoba, Veracruz, y se le dedicó la catedral. Xalapa, capital de ese mismo estado, es otro sitio donde la Virgen de la Inmaculada Concep-ción tiene gran importancia; ahí, es la patrona de esa ciudad y la Catedral Metropolitana de Xalapa está dedicada a ella. Asimismo, es muy importante su celebración el 8 de diciembre en la Catedral de Campeche, de la cual la Virgen de la Inmaculada Concepción

es patrona.A esta advocación también se le rinde apoteósico homenaje en Zapopan, Jalisco. En Aguas-calientes son varios los lugares donde cada 8 de diciembre se

hacen los festejos respectivos. De ellos destacan La Luz, Las Ne-

gritas, El Llano, El Tule, Villa Juárez, Jarillas, Asientos, San

José de Gracia, El Puerto de la Concepción, Tepezalá, Co-

lonia Nueva, Pabellón de Arteaga y en el Templo

de San Diego. En el obispado de Texcoco,

ubicado en el Estado de México, se encuen-tra la Catedral de la In-maculada Concepción en donde cada año se

hacen sus respectivos festejos. En Yucatán es de

suma importancia, por lo que posteriormente le dedi-

caremos su propio espacio.

La Inmaculada Concepción representa a María como libre

del pecado original.

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El cielo de María

esde los altos de Jalisco se extiende la devoción a Nuestra Señora de San Juan de los Lagos. Ningún santuario de México, con excepción de Tepe-yac, acoge a tanta cantidad de peregrinos y manifestaciones de agrade-

cimiento como el de San Juan de los Lagos. Según opinan algunos historiadores, la imagen fue traída al pueblo por los franciscanos, quienes en su obra de evan-gelización iban entronizando las imágenes de la Madre del Señor en los distintos pueblos por donde pasaban.

San Juan de los Lagos aparece como escondido en un agujero, en el lomerío de los Altos. La impresionante basílica-catedral, de magnífica sillería de cantera, reta las alturas con sus elevadas torres. Ninguna persona que no conozca la región puede llegar a imaginarse la preciosa vista de estas iglesias jaliscienses.

Un milagro en San Juan de Los Lagos

Alrededor del año 1623, una familia de titiriteros recorría los distintos pueblos del Obispa-do de Guadalajara. Entre otras diversiones, la familia de artis-tas animaba a los curiosos con diferentes números y rutinas.

Cuentan que una vez, es-tando en San Juan de los Lagos, ocurrió un accidente en una de las demostraciones: una daga afilada resbaló e hirió a una de las hijas pequeñas del titiritero.

Los exvotos colocados en la parroquia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos se han convertido en un atractivo turístico del municipio jalisciense.

Nuestra Señora de San Juan de los Lagos

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La herida fue mortal y la niña cayó al suelo sin vida. Desesperado de do-lor, el padre condujo el cuerpo de su hija al médico de la localidad. Los ve-cinos, conmovidos por tan desafortu-nado acontecimiento, acompañaron a la familia de la pequeña en la penosa situación.

Entre la muchedumbre se encontraba una mujer indígena, llamada Ana Lucía, que aconsejó a los padres pedir inmedia-tamente a la Virgen por la vida de la niña. Imbuida de fe en la imagen de Nuestra Señora, la mujer tomó la estatuilla y la colocó sobre el pecho de la niña muerta ante la mirada incrédula de médicos y familiares.

Algunos compasivos testigos de este episodio rogaron con fe a la San-ta Madre el auxilio y la salvación de esta jovencita. Grande fue la sorpresa de todos los presentes al comprobar el prodigio.

La pequeña abrió los ojos, se levantó sana y salva y, llena de alegría, abrazó la imagen de la Madre de Dios.

La misteriosa restauración de la imagen

En agradecimiento por la gracia re-cibida, el padre de la pequeña quiso restaurar la imagen de Nuestra Señora. Para ello, pidieron permiso a los ma-yordomos del lugar de internación de la niña, que gentilmente concedieron la autorización para dicha obra.

La familia partió hacia Guadalaja-ra en busca de un pintor que realizase aquel hermoso trabajo. Esa misma no-che que llegaron a la ciudad, se presen-

tó en el mesón donde se hospedaban un hombre humilde y les preguntó si no tenían alguna imagen que restaurar, ofreciendo su oficio con gran gusto.

La familia presintió que otra vez la providencia de Dios se cruzaba en su camino, poniendo tan a mano a quien ejecutaría la obra.

A la mañana siguiente, todos vieron aparecer al posadero con la obra per-fectamente restaurada.

Exvoto de un milagro realizado por Nuestra Señora de San Juan de los Lagos.

Basílica de San Juan de los Lagos.

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El padre corrió a buscar al buen hombre para pagarle su trabajo y darle las gracias, pero fue inútil su diligencia, porque aquél había desaparecido. Se cree que fue un ángel del Señor el autor de esta restauración misteriosa, ya que nunca más se le vio por el pueblo.

La construcción del templo

A partir de este momento, los milagros y consejos se acumulan y se difunden. La cantidad de fieles que se unen a la devo-ción de esta Virgen dio origen a la cons-trucción del santuario. De 1643 a 1651, el bachiller Diego de Camarena construyó el primero, que se conoce como Capilla del Primer Milagro y recuerda la salva-ción de aquella niña, hija del titiritero, salvada milagrosamente de la muerte. Para 1682 se terminó el segundo, que ahora es la parroquia. En 1732, el Obis-po de Guadalajara, Carlos de Cervantes,

inició la construcción de la basílica en donde actualmente se rinde culto a esta Virgen. A partir de 1769, los Papas Pío X, Pío XI, Pío XII y Paulo VI le dieron el rango de Colegiata, Basílica y Catedral. El templo es un bello monumento ar-quitectónico de la época colonial, cuyo culto y devoción dio origen a la Feria Anual que decretó el rey Carlos IV, el 20 de noviembre de 1797. Está edificado en una extensa explanada de tres me-tros de altura. Ochavada en tres de sus ángulos, la construcción limita en casi sus cuatro costados con una balaustra-da de cantería. El interior contiene las proporciones y la sobriedad del orden dórico, y lo embellecen artísticos re-lieves de estuco y pinturas notables. La fachada, que da a una ancha plazole-ta, se yergue airosa entre dos esbeltas torres, que se elevan a 65 metros sobre el nivel del suelo.Este templo ocupa el segundo lugar del país en número de visitantes.

Procesión de la Virgen de San Juan de los Lagos en la colonia Doctores, delegación Cuauhtémoc, Distrito Federal.

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La imagen de la Virgen

La imagen es de pasta de caña de maíz totzinqueni, por lo que es muy probable que fuera hecha en Pátzcuaro. No pasa de 50 centímetros, aunque se acrecien-ta por la presencia de los ángeles que portan la filacteria: Mater Inmaculata ora pro nobis. La luna y la peana son de plata. La imagen es de manufactura popular y de expresión piadosa. No en vano constituye una de las representa-ciones más enjoyadas de México. En el año 1542 el fraile franciscano Miguel de Bolonia donó a la ciudad una hermo-sa imagen de Nuestra Señora. Desde la lejana época del Virreinato de la Nueva España, se le atribuyeron numerosos milagros a esta imagen y es venerada con devoción.

Fiesta patronal

La conmemoración de la Virgen de San Juan tiene lugar el 2 de febrero, aunque también se celebra el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción. Su gran concurrencia hace de ella una de las fies-tas más ruidosas de todo México y atrae a numerosos feligreses desde el tiempo en que la diversión era muy escasa (siglo xvi) y las largas procesiones servían de entretenimiento popular. Hoy en día, para la fiesta patronal de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, toda la ciudad se viste con insignias en amarillo y ne-gro que surcan caminos y veredas. Las columnas de peregrinos llegan a exten-derse por kilómetros y van siendo moti-vadas por oficiales identificados por bra-zaletes y distintivos, que emiten órdenes y coordinan las oraciones, los cantos, el ritmo del avance y los descansos.

Altar en la Basílica de San Juan de los Lagos.

Baile en honor a la Virgen de San Juan de los Lagos.

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Un poco de historia

a devoción a Nuestra Señora de la Soledad representa una de las demos-traciones de fe más famosas de América.La historia de su aparición se remonta a mediados del siglo xvii: en esa

época vivía en México un aristócrata muy generoso y caritativo. Se llamaba don Juan de Chavarría y Valera. Este personaje auxiliaba siempre y desinteresada-mente a un clérigo español, de nombre don Domingo Pérez de Barcia.Al morir don Juan, el sacerdote decidió hospedar en las casas de su propiedad a doncellas pobres e indigentes, continuando así la tarea de su difunto benefactor.Un gran número de muchachas necesitadas se presentaron ansiosas de ponerse al amparo de aquella santa obra, buscando allí protección y educación religiosa. La obra edilicia se fue extendiendo a medida que nuevas jóvenes ingresaban al refu-gio. Fue tal la demanda que para mediados de la década de 1680 se decidió cons-truir un nuevo edificio; para 1690, la construcción llegaba a su término.

La vida en los albergues juveniles

El transcurrir de las muchachas en la residen-cia se parecía a la vida en un monasterio: to-das acataban las órdenes de una madre superiora que a su vez cuidaba de ellas con dedicación. La Madre mantenía el orden y la equitativa distribución de las tareas diarias. Dos décadas después de finalizada la construcción del nuevo edificio, una de las pupilas descubrió en el rincón de la capilla una olvi-dada imagen de Nuestra Señora de la Soledad. Sus facciones estaban cubiertas de polvo. Nuestra Señora de la Soledad.

Nuestra Señora de la Soledad

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Gracias a un sentimiento religioso de piedad infinita, la joven limpió la estatuilla lo mejor que pudo y la cubrió con un nuevo atuendo que paulatina-mente elaboró. Luego la adornó con va-

rios detalles para que quedara vistosa. Después de este acto de enorme bon-dad, la imagen fue venerada por todas las muchachas que allí se albergaban. Rápidamente, la Virgen correspondió a tan grata devoción y cuidados.

Muchos milagros en favor de los creyentes comenzaron a atraer cada vez más peregrinos a su altar.

Una protección especial

Durante la peste acaecida en 1731, mu-chas personas se salvaron de contagiarse debido a la intercesión de la Virgen de la Soledad. Uno de los afortunados cre-yentes que evitaron el contagio fue el capellán del hospital Real, don Ignacio Santoyo. Sin embargo, donde más se notó la presencia maternal de la Virgen María fue en el colegio, el cual hospeda-ba a trescientas niñas y jóvenes, cuyas necesidades se vieron siempre satisfe-chas por el amparo de la Providencia, en la figura de la Señora de la Soledad.

Durante la época colonial, las celebraciones a la Virgen de la Soledad fueron las fiestas

religiosas más importantes.

Relieve de la Virgen María llorando al pie de la Santa Cruz, en la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad, en Oaxaca.

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La belleza y los simbolismos de la imagen

Si revisamos con detenimiento la ima-gen de la Virgen, encontraremos el dolor en su soledad. Es decir, la triste expre-sión que nos transmite esta imagen son las palabras que acompañan a la Virgen María. Por eso la imagen de la Soledad se ajusta a la iconografía que representa: con sus manos juntas delimita el círculo que cobija los recuerdos que afligen a María y nos hace patente su soledad; su cabeza se inclina conservando los ojos bajos, absortos en sus recuerdos y une sus manos apretando los dedos en un gesto de patetismo máximo, que expresa desesperación. Las manos en-trelazadas de la Virgen constituyen un símbolo que manifiesta el dolor de una madre amorosa que ha perdido a su hijo para siempre. Asimismo, es un gesto de

amor y aflicción estrechamente ligados, de impotencia ante el sufrimiento de Cristo. Así, las manos expresan el deseo de estar atadas como las de su hijo. Las manos de María expresan más que cual-quier palabra o discurso.La imagen de la Virgen porta los ins-trumentos de la Crucifixión de Cristo, como la Corona de Espinas. La Virgen sostiene la Corona de Espinas que le han entregado al llevar a Cristo al sepulcro. Estas espinas se clavan en sus manos y el mismo instrumento de tortura sirve para la madre y para el hijo. El trono y la riqueza del manto resaltan la humil-dad, la sencillez y la belleza de un rostro perfecto, sereno y frágil, destrozado por el dolor. Un rostro que se expresa con el llanto y que tiene un perfecto correlato en las manos. Se cree que la Virgen de la Soledad es una de las mejores imágenes de la Madre de Dios.

Las celebraciones a Nuestra Señora de la Soledad.

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Festejos patronales

Bernardo del Hoyo Calzada y Leonardo de la Torre y Berúmen efectuaron una completa investigación sobre el tema y llegaron a la conclusión que la estatui-lla se localiza en Jerez, en el estado de Zacatecas, desde 1700.

Si hacemos la cuenta, llegaremos a contabilizar más de 300 años de ado-ración. No obstante, otros estudiosos piensan que es realmente un misterio la llegada de la Virgen.

Hacia 1700, don Rodrigo de Nava poseía una imagen de Nuestra Seño-ra de la Soledad, a la que le celebraba anualmente su fiesta en un crucero de la Capilla de San Miguel, dedicada a Nuestra Señora del Rosario.

Sin embargo, la devoción de los feligreses por la Virgen de la Soledad aumentó notablemente. Por eso se cree que don Rodrigo de Nava donó la ima-gen al presbítero Juan José Álvarez y

Quiñones, para continuar celebrando esta fiesta año tras año.

En el año 1744, se decidió fun-dar una cofradía, que se encargó de la festividad y la propagación del culto a esta imagen, que en la actualidad for-ma parte de la cultura y las tradiciones religiosas de los jerezanos en Zacatecas.

La cofradía, se asegura, fue aprobada por la Santa Sede.

En 1804, el 4 de febrero, se amplió la Capilla, que fue dedicada al culto de Nuestra Señora de la Soledad.

El mismo día, pero de 1818, su ima-gen se colocó en el altar mayor. Desde esa fecha hasta la actual se conoce al templo como Santuario de la Soledad, y en ese día, cada año, se inician las mañanitas en honor de la Virgen y co-mienza el arribo de los peregrinos.

También durante septiembre, del 8 al 15, se realiza una gran celebración que incluye el “novenario” a la Patrona y Madre de los jerezanos.

Fachada de la Basílica de la Virgen de la Soledad en Oaxaca.

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La fiesta se realiza desde 1771. Su origen se debe a que un grupo de pe-regrinos procedentes de Puebla tras-ladaban asiduamente la imagen de la Divinidad. Mientras realizaban la pro-cesión, fueron observando que, año a año, se renovaba con más fuerza la religiosidad del evento. En la actua-lidad, esta festividad es esperada con devoción y fervor por los pobladores de

San Juan Ixtayopan, sobre todo porque brinda continuidad a las celebraciones correspondientes a la Navidad y el Año Nuevo.

Patrona de Guanajuato

En Irapuato, Guanajuato, también se considera a la Virgen de la Soledad como patrona del lugar. Posee allí un santuario, considerado una obra re-ligiosa muy rica en lo arquitectónico (aunque haya perdido su atrio y pórtico principal).

Su construcción presenta influen-cias del barroco, que se reflejan en su torre, su cúpula y el aconchado de la fachada.

En ciertos lugares las procesiones en honor a la Virgen de la Soledad se realizan

en la carroza que normalmente funciona como base de la estatuilla en el santuario.

Procesión de la Virgen de la Soledad en el Santuario Nacional de Nuestro Señor de la

Cuevita de Iztapalapa, Distrito Federal.

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Los arcos mudéjares de su interior y los espectaculares retablos neoclásicos, sumados a sus riquezas pictóricas, resal-tan aún más la artística talla de la Señora de la Soledad en su nicho de dolor. Su fecha de festejo es el 30 de abril.

La Virgen de la Soledad en Chihuahua

Finalmente, en el norte de nuestro país, en Parral, Chihuahua, desde hace casi tres siglos una sagrada imagen de la Vir-gen de la Soledad fue traída por los mi-sioneros de la Orden de San Juan de Dios.

A partir de ello, el pueblo le tiene una gran veneración, sincera y fervorosa, pues con sólo oírla nombrar los cató-licos se sienten poseídos de un respe-tuoso misticismo derivado del prodigio sorprendente que les evoca la Virgen. Sus facciones muy bien delineadas, la palidez de su rostro y sus ojos llenos de lágrimas manifiestan su intenso dolor y su amargura por el martirio de la muerte de Jesús el Redentor, su amado hijo que se sacrificó por la humanidad.

El santuario de la Virgen está ubica-do en el modesto templo de San Juan de Dios. Su torre se encuentra en el lado derecho y posee una nave lisa y sencilla, con el altar y su bello retablo al fondo. Las tardes de los viernes, el pueblo de Parral las dedica al culto de su Virgencita de la Soledad y en su santuario se reza el Santo Rosario. Esta imagen se trajo de España en 1687. Se colocó en un digno marco, retablo principal del templo de San Juan de Dios. Fue coronada canóni-camente con autorización de Su Santi-dad Pío XII el día 22 de octubre de 1943, como Reina del estado de Chihuahua.

Catedral de Nuestra Señora de la Soledad en Acapulco, Guerrero.

Templo de la Soledad en Irapuato, Guanajuato.

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Una añeja adoración

a historia de la adoración por la Virgen del Carmen arranca con la Orden de

los Carmelitas, establecida cerca del mar Mediterráneo en el monte Carmelo, al norte de Israel. Desde el siglo xiii, estos religiosos tuvie-ron una profunda devoción por la Virgen María Inmaculada. Una vi-sión muy clara en este sentido nos las ofrece el Papa Benedicto XVI cuando señaló en las festividades del 16 de julio de 2006 que: “El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas grutas naturales, predilectas de los ere-mitas”.

El más célebre de estos hom-bres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo ix defendió valientemente de la contamina-ción de los cultos idolátricos la pureza de la fe en el Dios único y verdadero.

Inspirándose en la figura de Elías, surgió la Orden contemplativa de los “Car-melitas”, familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresita del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz, y en el siglo xx, Edith Stein.

Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contempla-ción y de dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuen-tro del hombre con Dios.

Virgen del Carmen en Peñausende, España.

Virgen del Carmen

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Acogiendo plenamente la Palabra, “llegó felizmente a la santa montaña Oración de la colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuer-po, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo el monaste-rio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración”. Como se pue-de apreciar, el Santo Padre tiene una gran fe y un amplio conocimiento de la Virgen del Carmen.

La Virgen de los marineros

También debido a la historia de los Carmelitas, la Virgen del Carmen es considerada la Virgen de los marine-ros. Sucede que éstos dependían de la observación de las estrellas para navegar por los océanos y haciendo un símil de ello, los navegantes adop-taron a la Virgen del Carmen como la estrella de mar que dentro de las aguas difíciles de la vida nos guía ha-cia la salvación del puerto donde está Jesucristo.En algún momento, los Carmelitas fueron expulsados del monte Car-melo por los sarracenos y se dice que ante ello y el canto del Salve Regina se apareció la Virgen quien les prometió a los religiosos ser su guía, su estrella de mar.El crecimiento de la orden por el mundo se transformó en un aumento del culto a la Virgen del Carmen.

El escapulario

Otro hecho que colaboró de manera importante a esta gran veneración se presentó el 16 de julio de 1251, cuando la imagen de la Virgen del Carmen se le apareció a San Simón Stock, Superior general de la Orden de los Carmelitas, a quien le entregó sus hábitos y el esca-pulario, diciéndole: “Toma este hábi-to, el que muera con él no padecerá el fuego eterno”. Dichos objetos se con-virtieron con el tiempo en el principal signo del culto mariano carmelita, pues se dice que la Virgen prometió librar del Purgatorio a quien lo usara durante toda su vida para llevarlos al cielo.

El escapulario café es una réplica en miniatura del hábito que llevan los monjes

como símbolo de vocación y devoción.

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Esta creencia ha sido apoyada por algunos de los Pontífices, pues por ejemplo, el Papa Pío XII dijo: “No se trata de un asunto de poca importan-cia, sino de la consecución de la vida eterna en virtud de la promesa hecha, según la tradición, por la Santísima Virgen”. Además, el Papa Juan Pablo II, señaló:

También yo llevo sobre mi corazón, desde hace tanto tiempo, el escapulario

del Carmen. Por ello, pido a la Virgen del Carmen que nos ayude a todos los religiosos y las religiosas del Carmelo y también a los piadosos fieles que la

veneran filialmente, para crecer en su amor e irradiar en el mundo la presencia de esta Mujer del silencio y de la oración,

invocada como Madre de la misericordia, Madre de la esperanza y de la gracia.

En la actualidad, el escapulario de la Virgen del Carmen es un signo au-torizado por la Iglesia y propuesto por la Orden de los Carmelitas como una manifestación del amor de María.

Ese escapulario era en primera ins-tancia un vestido superpuesto, que llevaban los monjes carmelitas durante el trabajo manual; al paso del tiempo se le fue dando un sentido más simbólico pues representa llevar la cruz de cada día, como discípulos y seguidores de Jesús, cuestión que siguen millares de fieles católicos en el mundo que implo-ran a la Virgen en estos términos:

El nombre de la Virgen del Carmen procede del monte del Carmelo, que deriva de la palabra Karmel o Al-Karem y que se podría traducir

como “jardín”.

Serenata a la Virgen del Carmen en la parroquia homónima de San Ángel,

en la Ciudad de México.

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La Virgen del Carmen en México

En México, la adoración de la Virgen del Carmen tiene características muy especiales. En ocasiones, para su ce-lebración, los ritos y las costumbres indígenas se fusionaron con la cultura española creando nuevos atributos so-bre los originales de ambas culturas.Esta situación quedó principalmente plasmada en Oaxaca, gracias a la tra-dicional fiesta de la Guelaguetza, cuyo origen más remoto se ubica con la cul-tura olmeca.La cultura mexicana ha unido armo-niosamente su vida con la naturale-za, con “Tonantzin”, nuestra “Madre Querida”. Así por ejemplo, el Cerro del Tepeyac es el lugar elegido en donde se presenta la Madre de Dios como Virgende Guadalupe.Bien, esta misma situación se repite en Oaxaca con la Guelaguetza, cuya tradición consiste en subir al Cerro del Fortín (antiguamente llamado “Tani Lao Nayaaloani”, que significa Cerro de Bellavista). Allí, se realizaba una

fiesta a la deidad protectora del maíz “Centeocihuatl” o “Centeotl”, en cuyo honor se llevaban a cabo danzas y co-midas rituales y ahora, después de los festejos a la Virgen del Carmen, se sube para presentar los actos propios de la Guelaguetza, los cuales no son simples representaciones folclóricas, pues con-llevan valores y principios que impul-san la solidaridad y ayudan al fomento de la buena vecindad entre las perso-nas. En estas fiestas pueden observarse fundamentalmente los valores místicos y espirituales que han conservado los indígenas como el mayor legado de su historia.

Los españoles y la Guelaguetza

Los españoles, por su parte, al conocer paulatinamente la cosmogonía indíge-na, introdujeron los valores cristianos por medio de la evangelización y de los ritos propios de su Iglesia. Es así que a partir del mestizaje nació esta festividad.

El origen de la Guelaguetza se remonta a la época prehispánica.

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Es por eso que al notar que los in-dígenas seguían subiendo cada año al cerro en el mes de julio decidieron establecer que la fiesta se celebrara el domingo 16 de julio, día de la Virgen del Carmen. Cuando no cayera el día 16 en domingo, entonces la fiesta se llevaría a cabo el primer lunes siguiente a dicha fecha, con su correspondiente segundo lunes a los ocho días.

Los “Lunes del Cerro”

Debido a esto, las festividades se llama-ron desde entonces “Lunes del Cerro” y no fue sino a partir de 1951 que estas fes-tividades adoptaron el término popular de Guelaguetza, en donde se sintetiza el apego y la veneración a la Virgen del Carmen y las costumbres ancestrales de los indígenas. Un dato importante de la celebración consiste en que Oaxaca fue y es la única de las ciudades coloniales que posee dos templos dedicados a la Virgen del Carmen, ambos al pie del ce-rro del Fortín. El templo el Carmen Bajo se conoció como “Las Lágrimas de San Pedro”, después como de “Los Dolores” y finalmente “Del Carmen de Abajo”; este templo fue asignado para las clases populares de Oaxaca (indígenas y mes-tizos), reservando el templo del Carmen de Arriba para los criollos y españoles, aunque actualmente ya no sucede esta separación de grupos. Es importante destacar que la Guelaguetza, debido a la emigración de oaxaqueños a Estados Unidos, actualmente también se celebra en algunas ciudades estadounidenses con toda su magnífica riqueza de tradi-ciones y cosmovisión.

Parte superior del altar de la iglesia de la Virgen del Carmen, en San Ángel.

Virgen del Carmen en la iglesia de San Miguel Arcángel, Córdoba, España.

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La Virgen del Carmen en Catemaco

Este lugar se encuentra en el estado de Veracruz. Allí, los indígenas solían venerar a Chalchihuhtlicue, diosa del agua y de los pescadores. Pero a partir de 1774, el festejo cambió por el de la Virgen del Carmen. La misma fue de-clarada Patrona, y su celebración cons-ta de misa, feria y juegos pirotécnicos. Hoy en día, representa una tradición muy arraigada en la que se llevan ofrendas a la imagen de la Virgen, ubi-cada a orillas de la laguna. Su basílica es, además, un destino para peregrinos de Veracruz, México y hasta de lugares como Oaxaca y Puebla.

Historia de la Virgen del Carmen en Catemaco

Se dice que a un pescador se le apare-ció la Virgen en 1664, en una cueva de Tegal, en la Laguna de Catemaco. Esa

aparición coincidió con una erupción del volcán San Martín Tuxtla, donde Ella dejó plasmados sus pies en una roca basáltica frente a la cueva y se transformó en una estatua dentro de la misma. Otra historia señala que la veneración empezó cuando una pro-cesión de misioneros carmelitas de Puebla se detuvo ahí debido a las llu-vias; entre sus pertenencias llevaban una estatua de “Nuestra Señora del Monte Carmelo” de Valencia, España. La imagen impresionó a los oriundos del lugar, quienes les solicitaron que la dejaran en Catemaco. Ambos he-chos han generado tanto la veneración de la Virgen como el que también sea llamada “La Virgen del Volcán”. A las afueras del templo se realiza el desfile de los lancheros, que llevan a la Virgen alrededor de las aguas de la Laguna de Catemaco junto con la misa tradicional y la feria del lugar que dura dos días y a la que asisten infinidad de indígenas de diferentes culturas, engalanados con sus trajes típicos.

Iglesia de la Virgen del Carmen, Catemaco.

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En Puebla

En este lugar, cada año, en pleno cen-tro histórico, los fieles ovacionan a la Virgen del Carmen con una misa y un festejo que, a últimas fechas, ha pasa-do a ser la celebración más popular de la capital de ese estado. Durante de los festejos, algunas monjas venden sus productos tradicionales como galletas, dulce de coco, buñuelos, rompope, mole en pasta y otras delicias.

El Convento del Carmen en Puebla fue fundado el 13 de julio de 1586 por un grupo de frailes carmelitas.

En Celaya

En el estado de Guanajuato, que goza de renombre internacional debido a las bellas edificaciones con que cuenta, se construyó una hermosa Iglesia del Car-

men, donde se llevan a cabo las festivi-dades de este día.

Durante esta fiesta, se pueden presenciar las famosas danzas de los Sonajeros y del Plumero. Otros luga-res que también festejan a la Virgen del Carmen son Playa del Carmen, en Quintana Roo; Ciudad del Carmen, en Campeche; Huimanguillo, en Ta-basco, en Querétaro, la capital y en el Distrito Federal.

No obstante, la lista es larga pues varias colonias de diversas delegaciones tienen a la Virgen del Carmen como su patrona.

Entre esas delegaciones destacan: Álvaro Obregón, con la Feria de las Flores en San Ángel; el pueblo de San Mateo Tlaltengo, en Cuajimalpa; la de la colonia Cuauhtémoc de esa misma delegación; la colonia Cuautepec, en la delegación Gustavo A. Madero; en San Andrés Mixquic, de la delegación Tláhuac, y en la colonia Peñón de los Baños, de la delegación Venustiano Carranza.

Retablo de los Reyes en la Catedral de Puebla.

Imagen de la Virgen del Carmen.

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La historia original

na celebración que está muy arraigada entre los fieles mexicanos es la del día de Nuestra Señora de la Candelaria, el 2 de febrero. Su tradición se remonta a las Islas Canarias pues es la Patrona del lugar. Su historia la

escribió Fray Alonso de Espinosa en 1594. En ella apunta que dos pastores ence-rraron su ganado en unas cuevas cercanas, cuando de repente notaron que sus animales se encrespaban y no querían entrar. Al buscar la causa de ello, notaron que sobre una peña a la orilla del mar se encontraba una bella imagen de madera con la forma de una mujer.

El retrato llevaba recostado amorosamente a un niño sobre su brazo derecho y en su mano izquierda una candela o vela.

En ese entonces, estaba prohibido que los hombres hablaran o se acercaran a las mujeres en despoblado.

Los campesinos le hicieron señas para que se quitara y pudiera pasar el gana-do. Uno de ellos le aventó piedras a la imagen y, al hacerlo, un brazo le quedó completamente inmóvil.

El otro pastor intentó agredirla con un cuchillo, pero se movió de tal manera que se hirió a sí mismo. Presos del pánico, ambos campe-sinos fueron a plantear el suceso al rey Acaymo, que inmediatamente fue a revisar el sitio con sus conse-jeros.

Al llegar, notaron que la ima-gen no respondía a sus llamados; sin embargo, nadie se atrevía a tocarla por lo que se decidió que fueran los mismos dos pastores heridos quienes la recogieran para llevarla al palacio. La sorpresa fue que al contacto con la imagen los dos quedaron sanados. Nuestra Señora de la Candelaria.

Nuestra Señorade la Candelaria

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El Rey comprendió que aquella mujer con el niño en brazos era algo sobrenatural por lo que él mismo qui-so llevarla, pero por el peso se cansó y necesitó ayuda. Debido a eso es que en el lugar de la aparición se erige hoy una gran cruz y en el sitio donde el Rey pidió socorro, un santuario a Nuestra Señora del Socorro.

El reconocimiento

Posteriormente, un joven llamado Antón, quien había sido tomado como esclavo por los españoles y había logra-do escapar y regresar a su isla, recono-ció en la imagen milagrosa a la Virgen

María. El joven era un devoto cristiano por lo que le relató al Rey de quién se trataba la imagen. Dijo: “La Madre del sustentador del cielo y tierra”. Poco después, la imagen fue robada por los españoles, pero tuvieron que devolver-la, pues sufrieron una epidemia de pes-te que atribuyeron al robo cometido.

Más tarde, cuando los españoles conquistaron la isla, la devoción ya estaba arraigada. En 1526 se edificó el santuario de Nuestra Señora de la Candelaria. Se le llamó a la Virgen de esta manera por la candela que llevaba encima.

Así pues, su devoción en España na-ció en las Islas Canarias y se popularizó especialmente entre los marineros que la tomaron como abogada y la izaron al lado de los timones, en las travesías hacia América.

La Virgen de la Candelaria, venerada en el pueblo del mismo nombre, en Coyoacán.

Basílica de la Candelaria.

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La Virgen de la Candelaria en México

La devoción por la Candelaria se ex-tendió desde las Islas Canarias hasta América. Hernán Cortés, por ejemplo, llevaba en su cuello una medalla de esta imagen. Por otra parte, durante el proceso de evangelización de la Nueva España, los franciscanos introdujeron el festejo por el nacimiento del Niño Je-sús. Gracias a esta costumbre, se coloca una representación de él en el pesebre cada 25 de diciembre y, pasados 40 días, se hace necesario llevarlo a ben-decir a la iglesia por quienes lo arrulla-ron la noche del 24. Esta tradición es un compadrazgo festejado precisamen-te el 2 de febrero, día de la Virgen de la Candelaria.

No obstante, a diferencia de las diversas manifestaciones para otras vírgenes adoradas en México, en esta fiesta se entrelazan diversos aspectos

europeos, asiáticos y africanos con costumbres indígenas mexicanas. Más tarde, gracias a todo el proceso reli-gioso actual, la celebración adquirió en cada región su manera particular de festejar la fecha. En la Ciudad de Mé-xico, por ejemplo, se sigue la tradición hebrea introducida por los franciscanos quienes, aprovechando las ceremonias de los pueblos mesoamericanos, uti-lizaron la última parte de los 20 días de su calendario para realizar la fiesta. Respecto de ellas, Fray Bernardino de Sahagún anota en sus crónicas:

Se realizaban sacrificios a los tlaloques o nubes que eran ayudantes del dios

Tláloc, para pedir lluvia para las próximas cosechas; para ello se les ofrendaban niños,

los vestían de gala, y durante su ascenso sobre todo al conocido como Monte Tláloc,

les hacían llorar como augurio de que habría agua en abundancia.

Altar de la Virgen de la Candelaria.

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Los evangelizadores de esa época utilizaron algunas de estas tradiciones (en tanto tenían relación con los niños) y las amalgamaron con el culto cris-tiano. De acuerdo con la Ley de Moisés que se halla escrita en el Levítico, los judíos debían presentar a sus primogé-nitos en el templo. Asimismo, debían sacrificar un cordero o un par de palo-mas blancas, los cuales no debían tener defectos.

La ceremonia se llevaba a cabo 40 días después del nacimiento del niño, cuando se consideraba que la madre había eliminado cualquier rastro de sangre producto del parto pues antes de esto era considerada impura.

Nuestro Señor Jesucristo, al ser judío, también fue presentado por sus padres de esta manera. En el templo, María y José se encontraron al anciano Simeón, quien aun ciego reconoció que el niño era el Mesías. Entonces, diri-giéndose hacia Dios, el anciano dijo:

Ahora sí me puedes llevar porque mis ojos han visto al salvador de Israel, que

será gloria para Israel y contradicción para muchos.

A su vez, replicó la Virgen: Y a ti una espada de dolor te atravesará el corazón.

Con el paso del tiempo, el recuerdo de las ceremonias prehispánicas fue perdiendo interés y a raíz de ello se acostumbra arrullar al Niño Dios el 24 de diciembre, partir la Rosca de Reyes el 6 de enero y a quien le toque el niño que viene dentro de ella, convidar los tamales el 2 de febrero.

Además, el niño arrullado deberá vestirse y adornarse para presentarse

ese día en la iglesia en la que será ben-decido.

En resumen, el Día de la Candelaria es la conclusión del ciclo de festivida-des de la Navidad dentro de la Iglesia Católica, pero su celebración en México tiene aspectos muy particulares que abarcan ideas de ritos prehispánicos, lo que la convierte en una festividad compleja, en donde se fusionan la fe hebrea, cristiana y algunos cultos pa-ganos procedentes de las Canarias.

Virgen de la Candelaria en la iglesia de San Miguel Arcángel.

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Vestir al Niño Dios: una tradición

En la capital del país, el 2 de febrero se celebra toda una tradición que incluye largas filas ya sea con la finalidad de conseguir los ingredientes para hacer los típicos tamales o para comprarlos hechos, pues ya sea en casa o en los centros labo-rales, habrá un de-sayuno donde serán el alimento principal.También se realiza la pre-sentación del Niño Dios en la iglesia. Las familias suelen esforzarse por ves-tirlo con mucha creatividad para ser presentado ante todos los creyentes.Esta tradición se realiza en numerosos hogares donde alguna mujer desarrolla sus habilidades en tejido, corte y con-fección. Asimismo, algunas familias prefieren pagar para que lo vistan los profesionales del textil. Por eso es muy común que durante casi todo el mes de diciembre y hasta el día de la Cande-laria se observen rótulos en diversos negocios de las calles de la ciudad señalando: “Se visten Niños Dios”. En algunas ocasiones no sólo llevan a un Niño Dios a bendecir sino a varios ata-viados con ropajes del santo o santos de su predilección.Algunos fieles portan en una mano al niño y en la otra una vela. Por eso, nunca está de más recordar el signi-ficado que para muchas personas re-

presenta el rito de las candelas luego de bendecir al

niño: “Llegar a la casa, prender su vela, co-locarle flores, rezar y

comer tamales”. Toda una manifestación

cultural que con-juga el pasado y el presente y

que cada año incrementa su número de

participantes.

Niño Dios en la iglesia de San Francisco, en el centro histórico de la Ciudad de

México.

Niño Jesús ornamentado en un altar en un festejo del día de la Candelaria en el Bosque

de Nativitas, delegación Xochimilco, Distrito Federal.

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Un párroco, refiriéndose a la tradi-ción de vestir al Niño destacó:

Esa ofrenda representa cuando María y José llevaron a Jesús a presentar al templo,

tradición que recuerda simbólicamente este acontecimiento, donde Jesús representa la luz del mundo, razón de ser de las velas. Jesús es la luz que da vida y paz a nuestras vidas, pero sobre todo ilumina la tiniebla,

oscuridad y angustia que representa al mal y con la que muchos viven, Jesús es hijo de

Dios, el rey de la justicia y príncipe de la paz.

Es tal el apego a la tradición, que esa misma figura pasa de generación en generación entre los miembros de una misma familia y cuando alguna rotura o desperfecto le ocurre existen otros le-treros que anuncian: “Se reparan Niños Dios”, “Renovación de Niños Dios”, “Hospital de Niños Dios”.

Estos lugares son atendidos por personas expertas en resanar, repin-tar, restituir o sustituir las partes rotas o perdidas de estas veneradas figuras del nacimiento, de gran arraigo sobre todo en lo que fue la zona lacustre del sureste de la cuenca del valle de México y que hoy es ocupada por las delega-ciones de Tláhuac, Xochimilco, Milpa Alta y Magdalena Contreras del Distrito Federal.

Niño Dios recién vestido.

Niño Divino en la parroquia de La Asunción en Amecameca, Estado de México.

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Festejos en Tlacotalpan y Xochimilco

En la ciudad de Tlacotalpan, en el estado de Veracruz, se celebra la fies-ta de la Candelaria con una procesión muy singular: la imagen de la Virgen es llevada de la iglesia hasta las orillas del río Papaloapan y luego restituida a su sitio. Esa misma procesión tiene como fin que la Virgen bendiga las aguas por donde va la gente en botes escoltando la sagrada imagen, todo esto acom-pañado de música y ambiente festivo que cierra con un evento ya tradicio-nal conocido como Día de Toros. Por su parte, en Xochimilco, junto con los festejos a la Virgen, se realiza el cambio

de Mayordomía; además de la misa respectiva, hay

música de banda que acompaña la danza de los chinelos, es-tudiantinas, cohetes,

todo en medio de una gran feria.

Asimismo, para algunos grupos in-dígenas, en este día se deben bendecir las mazorcas de maíz que servirán de semillas para la siguiente temporada. Incluso para otros pueblos indígenas, en esa fiesta todo se purifica, desde la

conmemoración del fin de la cua-rentena de María y la presentación de Jesús en el templo, hasta las se-millas del maíz, frijol, trigo y demás

cereales que se sembrarán ese año, pasando por la bendición de las velas que serán usadas para

que el alma de algún difunto tenga la luz que lo acompaña-rá en su camino al más allá.

Parroquia de San Cristóbal en Tlacotalpan, estado de Veracruz.

En Tlacotalpan, además de venerar a la Virgen de la Candelaria, también se mantiene un

recinto para celebrar los milagros de San Cristóbal.

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La Virgen de la Candelaria en Yucatán y Campeche

En Yucatán existen varios sitios don-de la Virgen de la Candelaria se festeja. Por ejemplo, cerca de la plaza principal de la ciudad de Mérida se encuentra la iglesia de Nuestra Señora de la Cande-laria, fundada a finales del siglo xvii. De construcción sencilla e interior elegante, la iglesia ostenta una portada principal con dos columnas con base y capitel, cornisamento con remates en forma de perillas y, al centro, una ven-tana con barandal de hierro.

Otro sitio de Yucatán que también venera a la Virgen de la Candelaria es Valladolid, donde incluso se considera la Patrona del lugar y en su honor se

lleva a cabo la fiesta más importante de todo el municipio.

En la celebración se destacan las costumbres ancestrales mayas en todo su rigor y colorido, pues se dice que hace muchos años hubo una epidemia en Valladolid, en la cual murieron mu-chas personas.

La población decidió entonces soli-citarle a la Virgen que acabara con ese mal, prometiéndole a su vez que le ren-dirían homenaje cada año todos los días que van del 27 de enero al 2 de febrero.

En Tekal de Venegas, Yucatán, tie-nen como patrona a la Virgen de la Candelaria y cuenta con una iglesia construida a fines del siglo xvii. Final-mente en Champotón, Campeche, la Candelaria es venerada desde mediados del siglo xviii.

Virgen de la Candelaria en la catedral de San Pedro.

La Virgen de la Candelaria, o Nuestra Señora de la Candelaria, es una de las advocaciones

más antiguas de la Virgen María.

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E l n u e v o l i b r o d e l a V i r g e n

La Virgen de la Candelaria en otras regiones

En Coatetelco, estado de Morelos, se acostumbra poner altares con ofrendas de comida como pipián y tamales de “ceniza”, llamados tlaconextamalli, los cuales una vez bendecidos se reparten entre los asistentes y una porción de esta ofrenda se lleva a un cerro cerca-no, donde se depositan en una cueva para pedir las lluvias y, claro, se acos-tumbra llevar a la Virgen de la Cande-laria en procesión con música, danzas y cohetes hacia Tetecala. Otro sitio, pero en el norte del país, donde se festeja a la Virgen de la Candelaria es en Culia-cán, capital del estado de Sinaloa.

En Jalisco, en el municipio de San Juan de los Lagos, la fiesta de la Virgen de la Candelaria se celebra del 25 de enero al 2 de febrero. En el municipio de Huajicori, en el estado de Nayarit, la cabecera municipal del estado cuenta

con un templo barroco dedicado a la Virgen de la Candelaria; su construc-ción data de 1824 y en él se encuentran piezas con motivos religiosos, talladas en madera, pertenecientes a la época colonial.

Además, hay una leyenda popular que sostiene que cuando se acabó de construir el pueblo, apareció flotando en el río Acaponeta un bule; éste fue sacado de la corriente por una lavande-ra indígena, que encontró en él una ex-traordinaria imagen de 40 cm de altura de la Virgen de la Candelaria, elaborada con una especie de pasta resquebrajada.

Por su parte también ya es una tra-dición en la comunidad de San Miguel de Allende, Guanajuato, que el 2 de febrero la gente se reúna a comprar plantas o flores en el Parque Juárez, a donde llegan vendedores con una gran variedad de flores lo cual hace que el lugar luzca colorido y hermoso en esa fecha.

Iglesia de la Virgen de la Candelaria en el estado de Morelos.

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La Virgen de la Candelaria en Michoacán

En el estado de Michoacán, los feste-jos para la Virgen de la Candelaria son muy populares. En Tócuaro y en Uran-dén, en la zona lacustre de Pátzcuaro, la fecha marca el regreso a la antigua costumbre de caza de pato con “fisga”, un instrumento similar a una lanza de madera con doble punta metálica que

se impulsa con la mano y la fuerza del brazo sobre un instrumento a manera de riel.

En Ahuiran, la noche del día 1°, las jóvenes van por agua al Arake o Ka-rixo, con cántaros, un torito artificial y una campana con la que anuncian su regreso; en la madrugada del día 2 la gente recibe esta agua que bendi-cen en la misa de mediodía. Hay banda de música y venta de productos de la región; en Arantepakua se celebra a la Candelaria con oficios religiosos, albo-rada musical, levantamiento del Niño Dios y por la noche se quema el tradi-

cional “castillo” (formado por cohetes con figuras). Por su parte, en San Felipe los Alzati, del municipio de Zitácuaro, una pequeña comunidad indígena que conserva dos pirámides y una peque-ña capilla, la patrona es la Virgen de la Candelaria. La imagen, vestida a la usanza otomí, se convierte durante este día en el centro de una celebración donde no faltan las flores y las danzas tradicionales de la etnia.

En la comunidad de Acahuato, en la región de Apatzingán, se ubica el Santuario de la Virgen de la Candelaria, que durante esta fecha atrae a miles de visitantes con peregrinaciones durante toda la semana; la parte central de los festejos se realiza del 1° al 3 de febrero, iniciando el día 1° con mañanitas. Por la noche, se quema un castillo.

Otros lugares que también celebran en Michoacán esta festividad son Za-cán, Charapan, Comachuen, Cocucho, San Felipe de los Herreros, Cherán, Los Reyes, Ocumicho, San Lucas, Sevina, Taretán y Arteaga.

Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria en Tenerife.

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En Europa y en América

s una advocación que si bien tiene sus principales grupos de adeptos en España y el

Perú, en México no pasa inadvertida. Sus orígenes se remontan a la Penín-sula Ibérica cuando, en 1218, Pedro Nolasco fue inspirado por la Virgen María para que fundase una Orden Re-ligiosa de la Merced que sirviera para redimir a los cautivos o prisioneros; esa mis-ma inspiración tuvo el rey de Aragón y Cataluña, Jaime I, y Raimundo de Peñafort. Así surgió la Orden de los Mer-cedarios, autorizada por el Papa Gregorio IX en 1235.En el siglo xvii, el Papa Inocencio XII estableció el 24 de septiembre como día para la cele-bración de Nuestra Señora de la Merced. En algunos lugares se le llama también Generala de los Ejércitos Celestiales, la Mujer Vestida de Sol o la Reina de la Paz.

Nuestra Señora de la Merced en San Cristóbal de las Casas

Cada 24 de septiembre miles de perso-nas acuden a su templo en San Cristó-bal de Las Casas, Chiapas, para ser parte de la celebración. Algunos de los actos festivos son el anuncio, la mudada, la cantada de las mañanitas, la puesta de los adornos y arreglos florales en la base de donde está la Virgen de la Merced, los carros alegóricos y sus recorridos,

los rezos maitines y la cohetería, todo ello culmina al anochecer de

ese día. La celebración en San Cristóbal sólo es superada por la dedicada a la Virgen de Gua-dalupe. Una práctica común, debido a que la celebración se

realiza en torno a la reden-ción de los prisioneros,

es que ese día las auto-ridades liberan a un preso. También en la zona de La Merced

de esa población es costumbre rezar un novenario y se invite a degustar platillos como la sopa de pan y el mole.

Nuestra Señora de la Merced.

Nuestra Señorade la Merced

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Nuestra Señora de la Merced en la Ciudad de México

En la enorme, hoy día, Ciudad de Mé-xico, en el viejo y tradicional barrio de la Merced con su ancestral mercado de legumbres, comerciantes, vecinos y público que llegan de otras colonias veneran a la Virgen Patronal con diver-sas y variadas actividades, entre las que destacan misas a lo largo del día, ma-ñanitas y verbena popular con toritos, castillos y platillos típicos. Dentro del mercado, ese día se escuchan los can-

tos de los mariachis y de estudiantinas contratados con el único fin de deleitar a la Virgen, también llamada popular-mente “La Meche”; incluso en algunos locales, sobre todo en los más grandes, suelen realizarse misas a las que asisten los locatarios cercanos y los cargadores, que con sus clásicos “diablitos” suelen trasladar la mercancía de un sitio a otro según las necesidades. En otras colonias

de la capital, como la Espartaco o Hé-roes de Cerro Prieto, pertenecientes a las delegaciones políticas de Coyoacán e Iztapalapa, respectivamente, también se hacen los festejos a Nuestra Señora de la Merced, los cuales incluyen las acti-vidades apuntadas más una kermés.

En Guadalajara y Puebla

En Guadalajara, la Orden de los Merce-darios se estableció en 1629; su templo se inició en 1650 y se terminó en 1721. En su interior hay bellos cuadros con pintu-ras que ilustran diversos pasajes y mila-gros realizados por la Virgen de la Mer-ced. Asimismo, en Tapalpa, Jalisco, hay otro templo que tiene a Nuestra Señora de la Merced como su advocación prin-cipal; ambos sitios, el 24 de septiembre, se engalanan para festejar con las maña-nitas a la Virgen, y en las plazas exterio-res hay feria y diversos actos que enmar-can la fe de la población en la Virgen.

Virgen de la Merced en la iglesia parroquial de la Carlota.

Parroquia de Jesús, María y Nuestra Señora de la Merced en la Ciudad de México.

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Historia de la adoración

sta manifestación de adoración a la Virgen María se presenta a pocos kilómetros del Distrito

Federal, en el poblado de Tlaltenango, ubicado dentro de la ciudad de Cuerna-vaca, capital del estado de Morelos.En 1521, Hernán Cortés llegó a un pue-blo de nombre Zacanco Tultenanco, al que los conquistadores nombraron

Tlaltenango, cuya traducción es “en la muralla de la tierra”. Según textos de 1529, el conquistador estableció allí el primer ingenio azuca-rero de América y luego, cuando ya se había avanzado con la evangelización, se construyó la Iglesia del Señor San José y el Señor de la Misericordia, cu-yas imágenes fueron traídas de España. En este santuario se comenzó a rendir culto cada 8 de septiembre a Nuestra Señora de los Milagros, que años des-pués, en 1720, sería reconocida como la Virgen de Tlaltenango en virtud de algunos episodios.

La aparición de la Virgen

A finales de mayo de 1720 llegaron a la hacienda e ingenio de Hernán Cortés dos jóvenes, al parecer españoles o por lo menos de tez blanca, quienes venían de Acapulco y traían consigo una rara y hermosa caja; buscaban un lugar para poder alojarse y descansar. Al preguntar a los parroquianos dónde podían pasar la noche, éstos les contestaron que qui-zá podrían quedarse en la casa de hués-pedes de doña Agustina Andrade, lugar donde fueron bien recibidos y alojados en el mejor de sus aposentos. Sobre una mesa fuerte, integrada por dos tablas sostenidas por dos troncos, pusieron la caja que traían consigo.

Virgen de Tlaltenango, en Morelos.

Virgende Tlaltenango

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Descansaron, pues su estancia ahí no parecía tener otro fin. Al día siguiente, continuaron su marcha; sin embargo, antes de partir le pidieron con ama-bilidad a Doña Agustina que les hiciera el enorme favor de guardar la que en apariencia era una pesada caja, has-ta que ellos regresaran, a lo que accedió sin reparo alguno. Pa-saron los días y los respetuosos jóve-nes no regresaban por su encargo. La dueña deci-dió clausurar la habitación donde guardaba la caja. En una ocasión por la noche se levantó a tomar aire y al pasar frente a esa habitación escuchó acordes musicales de exquisita riqueza y que jamás había conocido. Sobresal-tada, les informó del hecho a sus hijas quienes a su vez ya los habían escu-chado. El suceso no concluyó ahí: día a día, además de la música, salían res-plandores luminosos por las rendijas de puertas y ventanas de la habitación; además, ellas percibían aromas de fra-gancias desconocidas; obviamente no atinaban a suponer qué era lo que ocu-rría o que era el elemento generador de todo esto. Así pasaron algunos meses, los jóvenes sin regresar, la habitación cerrada y ellas guardando el secreto hasta que les fue prácticamente im-posible permanecer así, pues algún indiscreto visitante también descu-brió las luces y el sonido e hizo que ya todo fuera un rumor a voces dentro del

pueblo, por lo que las mujeres, para no tener problemas, decidieron

dar parte a las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas.

En ese entonces, Fray Pedro de Arana, quien pertenecía a la orden de los franciscanos,

era al mismo tiempo cura de la parroquia y guardián del

convento. Ante él se pre-sentó doña Agustina, sus

hijas y varios vecinos de Tlaltenango.

Nuestra Señora de los Milagros de Tlaltenango. Cortesía de Tomás Toral

Nájera.

Iglesia de San José de Tlaltenango, en Cuernavaca, Morelos.

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A pesar de explicarle lo que pasaba, el fraile se mostró impasible, por lo que doña Agustina le rogó que fuera ese mismo día a cerciorarse.

“Allá iré esta noche”, respondió Fray Pedro. Esos mismos hechos le narró Doña Agustina al alcalde ma-yor de Cuernavaca, quien le contestó que por la noche iría junto con el fraile para revisar la caja misteriosa. Por la noche, Fray Pedro de Arana, acompa-ñado por un lego y el alcalde mayor, más dos guardias de palacio, hicieron la caminata a pie para no llamar la aten-ción de la gente, hasta la casa de doña Agustina. La anfitriona les mostró la

habitación, pero era tal el bullicio que se exigió guardar silencio y apagar los faroles y velas para examinar con cui-dado lo que ocurría.

Al hacerlo, el asombro fue total, las luces que salían desde dentro ilumi-naban gran parte de la habitación; la música, además de hermosa era recon-fortante, y el aroma que se esparcía por todo el recinto era por demás excelso. Fray Pedro, quien era el más sereno, solicitó una herramienta para poder abrir la caja. Al lograrlo, se encontró con la gloriosa imagen en acojinada fel-pa y nívea seda con ribete buriel y azul.

Virgen de los Milagros.

Imagen de la Virgen de los Milagros en la Rábida, en Palos de la Frontera, Huelva, España.

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De sus sienes provenían los resplandores que invadían toda la estancia; ante ella, todos los presentes se hincaron para ren-dirle homenaje y Fray Pedro se inclinó para besar las manos de la imagen. Ese 30 de agosto la caja fue llevada en hombros por los frailes y el alcalde de la ciudad de Cuernavaca junto con el pueblo que con velas, faroles, candiles y ocotes encendidos alumbra-ban el recorrido de la procesión; al llegar a la antigua iglesia, el arcón se guardó en la sacristía y la imagen se colocó sobre el altar con sumo cuidado.

Al día siguiente se celebró una solemne misa y empezó el rezo de su novena, que terminaría el 8 de septiembre, el día en que la Santa Iglesia recuerda y festeja a la Santísima Virgen de la Nativi-dad y a la Virgen de los Milagros.

La celebración de la Virgen de Tlaltenango

Así, desde aquel entonces, cada año se recuerda la aparición de la Virgen de Tlaltenango con una celebración que ha llegado a ser de las más famosas de la región y que genera una enorme asisten-cia. Incluso acuden en esa oportunidad miles de peregrinos procedentes prin-cipalmente de Iztapalapa, Distrito Federal, San Pedro Tlaltizapán, Xochimilco, Almoloya del Río, San Pedro Atlapulco, San Francisco Tlaltengo y muchos otros lugares. Todos los visitantes concurren a la gran feria del 8 de septiembre y es tal la cantidad (más de 100 mil personas), que incluso ha sido necesario que la misa principal sea seguida por los fieles en la plazoleta porque es insuficiente el cupo de la iglesia. Destaca el arco de flores que cada año se lleva de Iztapalapa. La feria que se realiza en honor de la Virgen dura varios días e incluye dos fines de sema-na. Tiene lugar delante de su santuario y es tan populosa que se desvía el tránsito por vías alternas, para que sus fieles puedan llegar a adorarla.

Procesión de Nuestra Señora de los Milagros.

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Patrona de Monterrey

sta advocación de la Virgen María, la patrona oficial y pro-tectora de Monterrey, tiene su

historia en el estado norteño de Nuevo León y se remonta hasta la última dé-cada del siglo xvi, cuando el misionero franciscano Fray Andrés de León de-cidió proteger a la pequeña escultura dentro del hueco que tenía un árbol, de los posibles atentados que pudiera sufrir por los indígenas que transitaban en aquellos años en esa región, cercana al Cerro de la Silla. Ahí mismo, se re-gistra que el religioso erigió un rústico y pobre altar en el sitio conocido como “Piedra Blanca” y que dio origen a lo que luego se convertiría en la ciudad de Monterrey. La estatua se puede mover fácilmente pues mide alrededor de 60 cm, está elaborada con pasta de maíz combinada con flores, llamada tatzin-guani, y descansa sobre una base de madera con incrustaciones de plata.

El Misterio para la construcción del templo

Cuenta la leyenda que alrededor de dos años después que el fraile había dejado la imagen de la Virgen de la Concep-ción en el hueco del roble, una niña que

andaba pastoreando a las ovejas de la familia oyó que desde un árbol alguien la llamaba por su nombre. Se acercó hacia donde salía el llamado y encontró el hueco donde estaba la pequeña es-cultura de la Virgen.

Nuestra Santísima Señora del Roble.

Nuestra Señora del Roble

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Desconcertada, comunicó lo ocurri-do a sus padres y éstos al párroco de la iglesia. Éste, a su vez, convocó a la po-blación a ir en procesión por la imagen para llevarla a la iglesia; así lo hicieron y la depositaron en el altar del templo.

La sorpresa fue al día siguiente, cuando notaron que la escultura había desaparecido; la buscaron en las cer-canías, pero alguien sugirió ir nueva-mente al roble: ahí estaba. Procedieron a regresarla, sólo que en dos ocasiones más volvió a pasar lo mismo, por lo que decidieron que la Virgen quería que su templo fuera erigido en ese sitio. Na-ció así Nuestra Señora de Monterrey.

El sitio se llamó así en honor del Conde de Monterrey, Don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, quien en ese entonces era el Virrey de la Nueva España.

El templo

La construcción estuvo a cargo del arquitecto Lisandro Peña, quien tomó como modelo de referencia a las basí-licas de Roma San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor. Por esta razón, el templo se compone de tres secciones: el pórtico de la entrada, las naves cen-trales y la torre del campanario, que es la más alta construida en toda la repú-blica mexicana y que contiene la cam-pana más grande de México.Ermita de Nuestra Señora del Roble.

Virgen del Roble en San Antonio de Padua.

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Decreto pontificio

La importancia que durante muchos años ha mantenido esta advocación de la Virgen María en el norte del país hizo que las autoridades locales se comunicaran en varias ocasiones con el Vaticano a fin de que se le diera reconocimiento oficial a esta advo-cación mariana. No fue fácil, muchos años debieron pasar para que las au-toridades dieran muestras de tomar en cuenta a los feligreses norteños. No fue sino hasta 1963 que el Papa Paulo VI designó como Patrona Principal

ante Dios, de la Arquidióce-sis de Monterrey, a Nues-

tra Señora del Roble. El júbilo popular fue

enorme y el cre-cimiento de la devoción por esta

advocación fue en constante au-

mento.

Honras a la Virgen del Roble

Asimismo, es importante destacar

la encomiable labor que el Papa Paulo VI continuó manifestando a favor de la Virgen del Roble: primeramente se dignó conceder la gracia de la Coro-nación, después fue la Proclamación del Patronato, del Oficio y Misa pro-pios de la Patrona de Monterrey y de la elevación del Santuario al rango de Basílica Menor. Todo esto está regis-trado con las frases escritas en la Ba-sílica del Roble, en la parte de arriba de su fachada. Derivado de ello, las muestras de agradecimiento ante el Papa por parte de la población norteña son elocuentes; por ejemplo, está la colocación del escudo pontificio en la entrada, en un vitral, a un lado del baldaquino y en otra de las puertas laterales de la Basílica.

El señor Virrey de la Nueva España Don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, Conde de

Monterrey, dispuso que la ciudad llevara el título de Nuestra Señora de Monterrey, en

honor a la imagen de la Virgen Santísima que yacía en el hueco de un roble en el pequeño

poblado ubicado en las faldas del cerro de la Silla.

Romería en honor a la Virgen del Roble.

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La Virgen protectora

uenta la historia que duran-te las primeras expediciones en tierras mexicanas, un sol-

dado de Hernán Cortés, llamado Juan Rodríguez Villafuerte, llevaba consigo una imagen de la Virgen María que un pariente suyo le había regalado para que lo acompañara y protegiese en su expedición. En junio de 1520, los espa-ñoles libraban una feroz batalla con los aztecas y tuvieron que huir, vencidos, de Tenochtitlan.

En medio de la confrontación, en la que perecieron gran parte de los solda-dos de Cortés, la Virgen pudo ser resca-tada por el mismo Rodríguez Villafuer-te. Fue entonces que Cortés dispuso que fuera colocada entre las ramas de un árbol para que todos los soldados gozaran de su protección. Ante ella, el ejército se reunió para rezar y pedir que se “remediara” la hostil situación en la que se encontraban.

Por este motivo, tiempo más tarde se le dio el nombre de Nuestra Seño-ra de los Remedios. Cuando el ejército abandonó aquel sitio, se llevaron con ellos la pequeña Virgen y la dejaron oculta entre las ramas de un frondo-so árbol, por el rumbo de San Bartolo Naucalpan. Allí estuvo escondida du-rante muchos años. Incluso hoy puede

apreciarse el árbol en el que se ocultó, aunque está muy deteriorado. Se cono-ce entre los devotos con el nombre de “árbol de la noche triste”.

Nuestra Señora de los Remedios.

Nuestra Señora de los Remedios

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En 1540 la descubrió el cacique in-dígena Juan Aguilar Tabar y la llevó a su hogar. Al poco tiempo le construyó una ermita, con el fin de poder compartir con otros esta hermosa imagen.

Años después, en 1575, mientras realizaba un paseo por los montes, el re- gidor de la Ciudad de México, García de Albornoz, muy devoto de la Virgen, la descubrió y, al ver la precaria ermi-ta, decidió que sería mejor promover la construcción de un templo en ese lugar. Y así se hizo, finalmente.

El traslado de la imagen

Pocos años después de la construcción del templo, la imagen fue trasladada a la Catedral Metropolitana para implorar su protección contra la peste que aso-laba en aquellos momentos a todos los habitantes de la ciudad. Los creyentes la recibieron esperanzados y emocio-nados, confiando en su infinita piedad para salvarse. A partir de entonces, la Virgen de los Remedios fue llevada más de sesenta veces a la Ciudad de

México para implorarle el remedio de epidemias, falta de lluvias o exceso de ellas y sus consecuentes inundaciones, además de otras muchas necesidades, a las cuales la Virgen siempre dio con-suelo. Durante la Colonia fue conside-rada como la Virgen de los españoles, y por eso se le llamaba la Gachupina. No obstante, entre el pueblo mexicano crecía día a día la devoción hacia Ella.

El santuario

El santuario de la Virgen de los Reme-dios se encuentra en la cima del cerrito que lleva el nombre de Otomcapulco, y es sin duda el corazón del norte de la Ciudad de México, ya que colinda con los municipios del Estado de México, Naucalpan y Tlalnepantla. Allí acuden millares de personas todos los domin-gos. Su fiesta se celebra el 1° de sep-tiembre, y en ella desborda la alegría popular y hay muchas manifestaciones

encendidas de amor y fe.

Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, en

Cholula, Puebla.

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La historia del templo

El santuario de la Nuestra Señora de los Remedios está construido en piedra labrada y decorada con laminilla de oro de 24 kilates. Se inició su edificación en mayo de 1574 y terminó en agos-to de 1575. El 25 de marzo de 1629 fue consagrado. El pintor Alfonso de Villa-sana, en 1595, creó los cuadros que se encuentran en los muros de la Basílica donde se describe la historia de la Vir-gen de los Remedios. En 1628, el Ayun-tamiento determinó añadir al templo, el crucero, las bóvedas y la cúpula. Entre 1864 y 1867, el santuario estuvo bajo el protectorado del Emperador Maximiliano quien, junto con su esposa Carlota, lo visitó varias veces. En este santuario también estuvo el noviciado de las Adoratrices Perpetuas Guadalu-panas de 1884 a 1885 y en 1905 se fundó la asociación denominada Esclavitud de Nuestra Señora de los Remedios, que en 1910 contaba en sus filas ya con más de 200 esclavas. Por la celebración del

IV Centenario del hallazgo de la imagen de Nuestra Señora de los Remedios, en 1940 se dio inicio a las obras de restau-ración y construcción, entre las que destacaron la fuente monumental y el anfiteatro de San Miguel Arcángel, en 1950, el triple arco monumental y el acceso al santuario por el norte, en 1962. El Ayuntamiento de Naucalpan y el Gobierno del Estado de México, de 1975 a 1981, al tomar en consideración el valor histórico, la tradición religiosa y la función de esparcimiento que ofre-ce el santuario y sus alrededores, re-mozaron el pueblo de los Remedios con el estilo popular colonial. Fue así que se edificaron la plaza, los andadores, portales para el comercio, las fuentes, el kiosco y los adoquinados; también se remodelaron fachadas y se insta-laron servicios de alumbrado, agua y drenaje. Por último, el 25 de agosto de 1998, el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios fue elevado a la categoría de Basílica Menor por decreto de Juan Pablo II.

Altar de Nuestra Señora de los Remedios, en Xochimilco.

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La historia de la Virgen en Jacona

sta advocación en realidad es hacia Nuestra Señora de la Es-peranza, pero en Jacona, mu-

nicipio de Michoacán, se le nombra así

debido a que mediados de la década de 1680, en el Lago de Chapala, un indí-gena pescador de nombre Juan, junto con su compadre Mateo, vieron sobre la superficie una raíz de árbol de buen tamaño y la sacaron pensando en usar-la como leña. Al verla al día siguiente con mayor detenimiento, Juan decidió llevársela a su domicilio en Jacona –que es una palabra de origen chichime-ca: quiere decir “lugar de hortalizas”, aunque hay quien señala que proviene de Xucunan, “lugar de flores y horta-lizas”–, pues percibió de manera clara que se trataba de la imagen de la Vir-gen María acompañada de su hijo Je-sús esculpida sobre la raíz de un árbol camichín. Ahí la tuvo una temporada para venerarla junto con algunas de sus amistades, incluso a su casa se le cono-ció como el “oratorio del indio Juan” y a la imagen como Nuestra Señora de la Raíz; sin embargo, los lugareños arran-caron la imagen del niño, por lo que las autoridades eclesiásticas decidieron laquear la imagen con intenciones de protegerla y llevarla a un templo; pero con esas acciones se perdieron algunos de los atributos originales.

Hacia finales del siglo xviii, la co-locaron en la parroquia, ataviada con bellas vestiduras y con gran veneración pues sus devotos continuaban reci-biendo favores por su intercesión.Nuestra Señora de la Esperanza.

Nuestra Señora de la Raíz

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El reconocimientode la Iglesia

Posteriormente, el Papa Pío IX la bau-tizó como la Madre de la Santa Espe-ranza y tiene la cualidad de haber sido la primera imagen de la Virgen María en América en ser solemnemente coro-nada en Jacona bajo la autorización del Papa León XIII –quien bendijo la coro-na de oro–, por el Arzobispo de México, Pelagio Antonio de Labastida y Dáva-los, el 14 de febrero de 1886.

Características de la imagen

En su cabeza lleva una corona rematada con la cruz que representa la corona-ción de la Virgen de la Esperanza; su base simboliza el cerro de Curutarán, cuyo significado es “lugar de encuen-tro”; abajo del cerro hay una “X”, inicial de “Xucunan”, antiguo nom-bre de Jacona, y a sus lados están dos hojas: una de laurel y la otra de olivo, que implican honor y victoria. Al lado de ambas, hay jaras o flechas amarra-das por un listón rojo, que encarnan la fuerza que produce la unidad. Más aba-jo lleva las palabras latinas Unitas, Facit y Magna, que llevan el mismo sentido, pues significa que la unidad nos hará grandes. Finalmente, está la imagen de la Virgen pisando una serpiente. Su vestimenta se compone de un vestido azul, un saco blanco y una capa azul, todo ello ador-nado por ricos y hermosos bordados en oro. Su cuello está inclinado hacia arri-ba pues sus ojos miran hacia el cielo; el

talón de su pie derecho descansa sobre una serpiente y en el brazo derecho lleva un ramo pequeño de lirio, aunque hay quien apunta que se trata de una azucena. La longitud total de la imagen se acerca a un metro.

La Virgen de la Esperanza es por excelencia la patrona de las mujeres embarazadas.

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Una historia admirable

firman algunos historiadores que el 13 de agosto de 1807, en el convento de Jesús María

de la ciudad de Guadalajara, un rayo cayó sobre la escultura de la Virgen del Rosario y la dejó lastimosamente quemada, con el rostro teñido de negro y los ojos muy deteriora-dos. El Niño Jesús que tenía en sus brazos que-dó intacto. La Virgen se hallaba en el dormitorio de las religiosas, pero por suerte ninguna de ellas salió lastimada del suceso.

Luego del episodio del rayo, la imagen de la Virgen fue colo-cada en el coro y, poco tiempo después, con motivo de la grave enferme-dad que pade-cía una monja del convento, las religiosas decidieron llevársela a la enferma, con la inten-

ción de pedir a la Virgen su sanación. Por esta razón, Sor María Teresa de San Joaquín esperaba a otras religiosas para hacer el traslado de la Virgen.

De pronto, comenzó a notar que la imagen era rodeada por una

luz extraordinaria de un co-lor intensamente blanco que iluminó todo el coro y los alrededores. Después de algunos minutos, aquella luz

se extinguió y las monjas descubrieron con inmensa

admiración que la escul-tura de la Virgen había

recobrado el color na-tural que antes tenía. Los ojos, que habían quedado muy da-ñados, volvieron a brillar, y el rosario

de perlas, que estaba totalmente ne-

gro, recuperó de nuevo su color. El milagro con-movió profunda-mente a todas las

almas devotas que vivían en ese conven-

to. Se sintieron bendeci-das por Nuestra Señora.

Virgen del Rosario con el Niño, de Bartolomé Esteban Murillo.

Nuestra Señora del Rayo

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Existe un manuscrito antiguo que narra estos sucesos. Según se dice, fue escrito por las religiosas que presen-ciaron los acontecimientos, tanto el infortunado accidente del rayo como la milagrosa renovación de la imagen.

Después de la renovación

A partir de entonces, se hizo tradicio-nal que las religiosas de Jesús María refirieran a los fieles del lugar los acon-tecimientos admirables relatados en aquel manuscrito.

En el archivo de la Secretaría Ar-zobispal no hay, sin embargo, ningún documento, por lo que no puede afir-marse auténticamente que el suceso de la renovación de la escultura de la Virgen haya sido un milagro. Pero cabe decir también que hay bases sólidas que hacen pensar con fundamento en la realidad de la renovación milagrosa. La imagen, después de algún tiempo de aquel acontecimiento ocurrido el siglo antepasado, empezó a ser conocida por

todos los fieles como Nuestra Señora del Rayo. El milagro le dio su nuevo nombre a la Virgen. Desde el suceso de la renovación, la imagen fue colocada en una capilla interior y se hizo cos-tumbre sacarla cada año por la puerta del convento que da al atrio del tem-plo, para llevarla a la iglesia y rendirle homenaje con un triduo de acción de gracias que termina el 18 de agosto.

Los fieles hacen una petición al Obispo

Hay muchos relatos acerca de las gracias concedidas por Dios a los fieles que han acudido a la Virgen del Rayo para pedir su ayuda. La merecida fama y la justa veneración que adquirió du-rante los años motivaron a un grupo de fieles y devotos para que, junto con la reverenda Madre Priora de Jesús María, formularan al Arzobispo José Jesús de Ortiz algunas peticiones para la co-ronación de la Virgen, con motivo del centenario de la renovación.

Altar a la Virgen del Rosario. Nuestra Señora del Rayo es una advocación de esta virgen.

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La disposición del Obispo

La petición fue al fin escuchada por el Obispo quien, mediante un decre-to episcopal, ordenó no solamente la coronación como se le había pedido, sino que dispuso además que la Virgen del Rayo fuera la titular del templo y, por lo mismo, conducida al altar ma-yor de la iglesia para beneplácito de los feligreses. El día 18 de agosto de 1907 la imagen de la Virgen fue coronada por el mismo Obispo, mientras se entonaba con devoción el himno mariano “Alé-grate, Reina del Cielo”.

La coronación canónica

Años más tarde, el cabildo Vaticano, en su solemne sesión del 18 de agosto de 1940, por votación unánime con-cedió la gracia de la coronación canó-nica solicitada por el Arzobispo Garibi Rivera, quien un año después, el 18 de agosto de 1941, la coronó nuevamente

en una emotiva ceremonia en la que estuvieron presentes los Arzobispos de México, Morelia, Guadalajara, Puebla y Monterrey, además de un nutrido grupo de Obispos de otras diócesis del país y de numerosos sacerdotes, tanto seculares como religiosos, así como de una multitud de fieles de Guadalajara que aclamaban a María como su Reina.

La bella imagen

Al igual que todas las Vírgenes del Rosario, la Virgen del Rayo sostiene al Niño Dios con el brazo izquierdo y un rosario que, partiendo de su mano de-recha, termina en las manos del Niño. Éste y la Santísima Virgen tienen co-ronas, y la Virgen posee, además, res-plandores.

La talla llega aproximadamente a un metro y refleja una gran dulzura que inspira mucha piedad en el pueblo fiel que le reza con devoción en su visita.

Nuestra Señora del Rosario.

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La Patrona de Zacatecas

sta advocación la encontramos en el encantador estado de Zacatecas, y es parte iconográ-

fica de su capital, pues la capilla que la custodia se encuentra en el emblemáti-co cerro de la Bufa, y es conocido como el Santuario de la Virgen del Patrocinio, que es la Patrona de Zacatecas. Una antigua leyenda apunta a que en el interior del cerro hay una escalinata de mármol puro que conduce a un palacio cuyos pisos están elaborados en lozas de plata, sus paredes son de oro macizo y de su techo salen miles de destellos producidos por la cantidad de piedras preciosas que lo tapizan.

Entre la historia y la leyenda

La leyenda no deja de tener algo de verdad en la medida en que desde mediados del siglo xvi, es decir, pocos años luego de la conquista, los españo-les descubrieron una garganta de mon-taña que desemboca en una abundante mina de plata. Don Juan de Tolosa bau-tizó al cerro con el nombre de “Bufa”, que quiere decir “vejiga de cerdo”, y fundó al poco tiempo la ciudad de Zacatecas junto con Baltasar Temiño de Bañuelos, Diego de Ibarra y Cristóbal

de Oñate. La primera ermita construida en 1548 fue en honor de la Virgen María y en 1656 se la nombró como la Virgen del Patrocinio del pueblo de Zacatecas.

La imagen

La imagen de la Virgen del Patrocinio está tallada en piedra en dos lugares: la más grande, en la fachada central, y la otra en una pared lateral del santuario.

Nuestra Señora del Patrocinio.

Nuestra Señora del Patrocinio

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En ambas, según la leyenda, tiene una actitud de arrojar tierra con uno de sus puños. Dicen que fue así porque un padre de apellido Bezanilla decía que los indígenas del lugar rechazaron la llegada de los españoles y que la Virgen los defendió arrojando tierra sobre los ojos de los oriundos. En relación con los orígenes de la Virgen que se encuentra dentro de la capilla, hay varias versio-nes. Una de ellas apunta a que fue el rey Felipe II quien como una muestra de agradecimiento la envió; otra señala que el militar Diego de Ibarra la traía junto con su ejército. El hecho actual es que recibe una cálida veneración por parte de la gran mayoría de los zacatecanos.

Rituales

Desde 1656, cada año, durante los pri-meros quince días de septiembre, los lugareños llevan a cabo peregrinacio-nes que poseen una organización dife-rente, pues las hacen en un orden que tiene su base en los gremios formados al paso de los años para tal fin (el más importante en los últimos 100 años ha sido el de los zapateros). Arran-can desde el Callejón de las Campanas hasta llegar al pie del santuario para dejar ahí los regalos que le llevan a la Virgen, y van entonando plegarias y cánticos a la Patrona; además, son típicas las danzas de matachines a las afueras de la capilla. A la par de los festejos, se celebra la pintoresca Feria Nacional de Zacatecas con eventos de charrería y las clásicas romerías que reúnen a miles de perso-nas provenientes de toda la república mexicana.

El templo de Oaxaca

El templo está erigido en principio a San Felipe Neri, pero también está in-volucrado con la advocación a Nuestra Señora del Patrocinio. Fue construi-do durante el siglo xviii. Hay un pla-no original del lugar, elaborado hacia finales de la década de 1790, en el que la ubicación es muy próxima a la ac-tual, y existe otro posterior, de 1803, que muestra el templo en su ubicación presente. Quizá esto se debió a que en el sismo que hubo en 1795 en la antigua Antequera, ésta quedó afectada, así como el templo original.Iglesia de Nuestra Señora del Patrocinio.

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Una lejana historia

unque el calendario litúrgico marca el 8 de diciembre como día de festejo a la Virgen de la

Inmaculada Concepción, en Oaxaca se elige ese mismo día para festejar a la Virgen de Juquila. Su nombre deriva de un particular vocablo indígena: Jukilla. Esta palabra posee varios significados: “lugar de la legumbre hermosa”, o bien puede ser Xiuquilla (contracción de Xuh- quililla) que significa “lugar en donde abunda el quelite azul”. La palabra a su vez se compone de las sílabas Xuih (que significa “azul”) y Quiliti (que repre-senta “quelite”).

La comunidad ahora llamada Santa Catarina Juquila se fundó en 1572. Se-gún textos antiguos, los primeros habi-tantes fueron comunidades indígenas que llegaron a la región y se estable-cieron a las orillas de un caudaloso río que les proporcionó las condiciones apropiadas para vivir. Sin embargo, la veneración a la Virgen se inició con la llegada de Fray Jordán de Santa Catali-na al pueblo de Amialtepec, cercano a Juquila. Cuenta la historia que Fray Jor-dán, para poder comunicarse, tuvo que recurrir a los servicios de un humilde campesino indígena a quien le regaló una imagen de la Purísima Concepción tallada en España. Una vez que el fraile

regresó a su país, el indígena instaló la imagen en su humilde jacal, hasta que un día se incendió y su casa se redujo a cenizas.

Sin embargo, la imagen sólo tuvo ligeras quemaduras.

Nuestra Señora de Juquila en la iglesia de San Pedro Pochula, Oaxaca. Cortesía de

Abimael de Zoritana.

La Virgen de Juquila

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El gran milagro de la Virgen

Al enterarse de los sucesos, los vecinos de Amialtepec empezaron a creer en la imagen, por lo que la visitaban con fre-cuencia y la invocaban para sus necesi-dades y pedidos.

No es de dudar que aquellas peticio-nes fueran bien acogidas por la Santa Virgen, pues se relataron muchas ma-ravillas de los hechos realizados con su participación. Es por ello que la fama de la imagen corrió por los pueblos cir-cundantes de donde cientos de devotos peregrinos se acercaron para visitar el jacal de Amialtepec. Estos hechos fueron los que motivaron al cura del lugar, don Jacinto Escudero, a trasladar la imagen del jacal al templo. Allí, la devoción creció y los peregrinos au-mentaron considerablemente.

Sin embargo, en 1633, cuando llegó el invierno, los indígenas prendieron fuego la hierba seca del monte con el fin de tener en la primavera pastos ver-des para el ganado. El fuego destruyó los jacales de Amialtepec, los habitan-tes huyeron y desde un monte cercano vieron sus casas consumidas por las llamas junto con el templo donde esta-ba la imagen de la Virgen.

Al regresar, descubrieron con agra-dable sorpresa que la Virgen estaba entera, aunque un tanto ennegrecida, con una pequeña ámpula en una de sus mejillas y su vestido increíblemente completo. Este suceso se denominó el “gran milagro de la Virgen”. El registro de este formidable hecho quedó plas-mado en un apunte que el doctor don Manuel Ruiz de Cervantes describió de la siguiente manera:

Milagrosa imagen de nuestra señora de Amialtepec, en donde quemándose toda

la iglesia y el altar en que estaba colocada, pasado el incendio se haya sobre las

cenizas del templo, sin quemarse ni aun el vestido.

En 1725, por su importancia religiosa y turística, se le dio a Juquila la categoría de cabecera municipal y distrito político.

Cortesía de Néstor Larios.

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Asimismo, el padre Nicolás Arrazola, persona docta, escribió sobre el caso, y afirmó que el hecho era auténtico y, como comprobación, citó un escrito al que los párrocos de aquel lugar auten-tificaron de forma unánime.

El acontecimiento causó una natural reacción en todo Oaxaca, pues muchos de los pobladores de la región y de las más lejanas montañas oaxaqueñas se pusieron en marcha hacia el pueblo de Amialtepec para comprobar por sí mismos las señales del milagro. Nació así la peregrinación anual que todavía continúa en la actualidad.

Desde esa época, parten desde fina-les de noviembre de todas partes de la zona para dirigirse a Juquila a solicitarle a la Virgen algún remedio para sus ma-les cotidianos.

De esta manera, los habitantes de Juquila se organizaron para trasladar la imagen a su comunidad y así inicia el nacimiento de un pueblo religioso y comprometido con sus ricas tradicio-nes. La construcción del majestuoso santuario que se erige en esa ciudad fue delineada en 1746 por el cura D. Bernar-do Novas. Las medidas que hoy ostenta responden cabalmente a la creciente veneración que el pueblo oaxaqueño siente por la imagen de su Virgen.

La Santa Imagen

La imagen de la Virgen de Juquila mide aproximadamente una tercia de vara (o sea casi 30 centímetros) y posee un grueso de 85 cm. Puede considerar-se pequeña si se le compara con otras imágenes.

Viste una túnica sobre la que cae el manto que se desprende de los hom-bros y se tercia sobre el brazo izquier-do. Su cabello se extiende sobre el ro-paje, las manos están unidas con fervor ante el pecho y los ojos, modestamente inclinados, inspiran piedad.

Un lugar para la celebración

Se desconoce la fecha exacta en que el fervor popular decidió celebrar esta fiesta en San Juanito. Seguramente, se decidió cambiar de sitio para que to-dos aquellos que no podían peregrinar a Juquila tuvieran la oportunidad de festejar en la capital.

Cada año, la Virgen de Juquila congrega a miles de peregrinos.

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La celebración destaca, además, por la incesante animación de los ha-bitantes del pueblo de San Juanito, que asisten y acompañan a los devotos de la Virgen de Juquila que no pueden ir al santuario.

La Cuevita

Algunas personas van en caravana directamente al templo mientras que otros deciden ir a la Cuevita –una pe-queña abertura situada un poco antes de donde comienza la pendiente para llegar al templo. Este pequeño rincón es famoso porque allí hizo su aparición la diminuta imagen que se venera en San Juanito. También cerca de la iglesia se encuentra la Cascada de la Virgen, que posee una pendiente de 30 m. El agua que corre por este lugar es consi-derada por los fieles como milagrosa.

Hoy en la Cuevita existe un barrio que lleva el mismo nombre y que per-tenece al poblado de San Juan Cha-pultepec. Todos los peregrinos asisten allí adornados con carrizos y recorren todas sus calles y, en especial, el centro de la ciudad, sin dejar de detenerse so-bre la magnífica Basílica de la Soledad. También asisten las canasteras, quienes van con el fin de cumplir alguna “man-da” o vender algunos de sus productos artesanales. En la víspera y en el día de la festividad tiene lugar una de las romerías más vistosas y concurridas de todo el estado de Oaxaca. En ellas se incluyen, entre otros eventos, el con-vite, el novenario, rendidas de culto, calendas, fuegos artificiales, rosarios de aurora, procesiones, octavas de la

fiesta, actividades deportivas, activi-dades culturales, palo encebado, baile popular, juegos mecánicos, audición musical, mañanitas y antojitos popu-lares. La fiesta de la Virgen de Juquila en Santa María Amialtepec se celebra el 8 de noviembre y, un mes después, en Santa Catarina Juquila.

La Virgen de Juquila es una evocación de la Virgen de la Inmaculada Concepción;

su nombre se debe a la población donde se encuentra, Santa Catarina Juquila, Oaxaca.

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Tradiciones en Juquila: el Pedimento

Año tras año, Juquila suma tradiciones y festejos, pues allí se encuentra una hermosa cruz en la que se piden deseos. Este lugar se halla a unos 7 kilómetros antes de llegar a la población de Santa Catarina Juquila.

No existen datos para apuntar exac-tamente cuándo se originó esta cos-tumbre y tampoco hay informes sobre quién propuso la idea de realizarla. Algunos sugieren que fue un peregrino, mientras que otros señalan que la cruz ya estaba en ese lugar. No obstante, desde hace muchos años numerosas personas caminan para llegar hasta allí. No hay peregrino que no visite el Pedi-mento para hacer sus peticiones.

La mayoría de las personas que de-sean algo hacen o traen una cosa pre-parada que se relaciona con lo que van a pedir. Por lo general, los pedidos son moldeados con barro y materiales que se encuentran en dicho lugar como hojas de árboles, palillos, pedazos de madera, piedras, entre otros elementos.

En la capilla donde está la cruz se depositan las cosas que se van a pedir; también se encuentra un gran núme-ro de cruces con diferentes letreros. A la orilla de la carretera existen varias casetas donde hay numerosas reliquias, imágenes y milagritos. Llaman mucho la atención los trajes típicos: en la mu-jer, las faldas largas de holanes y blusas bordadas con flores; en los hombres, el calzón y el cotón de manta con los guaraches pie de gallo.

En el Pedimento, en Santa Catarina, Juquila, es donde llegan miles de fieles a visitar a la

Virgen. Cortesía de Abimael de Zoritana.

Imagen de Nuestra Señora en la iglesia de San Pedro Pochutla, Oaxaca.

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La fuente de agua santa

ranscurría 1541 y una catastró-fica peste castigaba las comu-nidades de la zona de Ocotlán,

Tlaxcala. No obstante, un joven hu-milde, llamado Juan Diego, ayudaba y cuidaba a los enfermos, junto con otros religiosos de su pueblo. Cierto día, yendo por el bosque de pinos junto a la barranca occidental del cerro de San Lorenzo, se le apareció la Virgen San-tísima y con dulzura le dijo: “Dios te salve, hijo mío, ¿a dónde vas?”.

El joven permaneció boquiabier-to ante aquel encuentro, pero como amaba mucho a la Virgen, no vaciló en contestar: “Llevo agua del río para mis enfermos, que mueren sin remedio”. La Virgen lo instó a que la siguiera y le dijo: “Ven en pos de mí, yo te daré otra agua con que se extinguirá el contagio y sanen, no sólo tu familia, sino cuan-tos bebieren de ella; porque mi cora-zón, siempre dispuesto a favorecer a los desvalidos, ya no sufra por ver tantas desdichas sin remediarlas”.

Juan Diego sabía que por ese sec-tor no existían manantiales, conocía muy bien la zona, pero de forma hu-milde siguió a su Madre del cielo hasta una quebrada. Allí, Ella le descubrió la fuente de agua santa y dijo: “Tomad de esta agua cuanta queráis, seguros de

que, con el contacto de la más peque-ña gota, sentirán los enfermos no sólo alivio sino perfecta salud”.

Nuestra Señora de Ocotlán. Cortesía de Martha Lara Vásquez.

Nuestra Señora de Ocotlán

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El joven devoto inmediatamente llenó su cántaro con el agua milagrosa y siguió su camino a su aldea natal de Xiloxoxtla. Una vez allí, repartió el sa-grado líquido entre los convalecientes del terrible flagelo y todos recobraron su salud en seguida.

La noticia del milagro

El prodigio se propagó con rapidez y muchas personas acudieron al pueblo en busca de sanación y para oír la his-toria sobre la aparición de la Zoapilzin (Señora Mujer), la Virgen María. Ella había ordenado a Juan Diego: “Avisa a los religiosos de mi parte que en este sitio hallarán una imagen mía, que no sólo representa mis perfecciones, sino que por ella prodigaré mis piedades y clemencias: una vez hallada, quiero que sea colocada en la capilla de San Lorenzo”.

El pino del milagro

En un principio, muchos creyentes dis-cutieron con el humilde indígena, pero igualmente se dirigieron con curiosidad al sitio del suceso.

Al llegar, ya de noche, permane-cieron maravillados por el aconteci-miento que presenciaban: los árboles ardían con inmensas llamaradas pero sin consumirse. Hay que recordar que el nombre “Ocotlán” deriva de dos palabras en náhuatl: ocote o “pino” y tlatla o “arder”, es decir, “el ocote que arde”. De todos los árboles que ardían en el cerro, resaltó entre los demás un

ejemplar, al que le colocaron una señal. Al día siguiente, regresaron al terreno y abrieron con un hacha el pino seña-lado. Para sorpresa de todos, encon-traron que el interior de aquel árbol era una preciosa talla de la Inmaculada Virgen María.

Gran parte de la comunidad se acer-có a admirar el fenómeno y los cre-yentes llevaron sobre los hombros la imagen hasta la capilla de San Lorenzo (ubicada más arriba en la colina) y la colocaron en el trono que ocupaba an-teriormente el mártir San Lorenzo.

Los habitantes de Ocotlán colocan altares en sus hogares en honor a la Virgen.

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El trono de la Virgen Reina

El sacristán de la Capilla de San Lo-renzo, según men-cionan las crónicas de la época, estaba muy molesto con el desplazamien-to de la figura de San Lorenzo que con el paso de los años se había convertido en su acompañante. Dos veces sacó a la Virgen Madre de su lugar para volver a colocar a San Loren-zo en su sitio. Y de noche, alguien ponía a la Virgen de nuevo en el trono, por lo menos eso era lo que él notaba.Por tercera vez, el sacristán quitó a la Virgen en favor de San Lorenzo. Esta vez la puso en un baúl, sobre el cual se echó a dormir para prevenir que la volviesen a colocar en el trono, o por lo menos reclamar a quien lo hiciera. Enorme fue su asombro cuando vio que la Reina había sido restituida por un grupo de ángeles a su trono.La Madre de Cristo quiso quedarse con sus hijos, y estamos seguros de que San Lorenzo, como todos los santos, estará conforme de cederle el lugar, que le corresponde por ser la Reina de todo lo creado y porque a través de

ella la fe en Cristo es inquebrantable.La Capilla de San Lorenzo, con el paso

del tiempo, fue reem-plazada con la cons-trucción de la Basílica de Nuestra Señora de

Ocotlán. Los ci-mientos de la actual edificación se plan-

taron el 13 de ene-ro de 1687. Desde allí, la Madre reci-be a sus hijos para introducirlos en el

corazón de Jesús y de su Iglesia, por lo que en la ac-tualidad su im-portancia en la localidad es de primer orden.

Fachada de la Basílica de Nuestra Señora de Ocotlán. Cortesía de Alejandro Guzmán.

Santuario de la Virgen de Ocotlán. Cortesía de Alejandro Guzmán.

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Una fachada magnífica

La fachada lleva en el centro a la Virgen Inmaculada, la mujer del Apocalip-sis. La Virgen apoya sus pies sobre tres mundos, que San Francisco carga de rodillas, los cuales son:

• Los Religiosos Franciscanos.• Las Clarisas.• Orden Terciaria de Laicos.

En el entorno de la Virgen están los siete arcángeles -San Miguel, arriba-. A la derecha de la puerta principal, San Ambrosio y sobre él, San Jerónimo. A la izquierda de la puerta, San Agustín y, sobre él, San Gregorio. Es decir, son los cuatro doctores teólogos, que escribie-ron sobre la Virgen inspirados por ella.

Los doce apóstoles se encuentran tres en cada columna, simbolizando que son ellos los pilares de la Iglesia.

También ubicamos en la fachada va-riadas frutas, porque Jesús es fruto del vientre de María Santísima. Todos los que allí entran están llamados a recibir muchos frutos espirituales. Es impor-tante visitar el camarín de la Virgen, pues contiene obras de arte religioso. En la cúpula está recreado el Espíritu Santo, Jesucristo con sus apóstoles y los santos.

La fiesta

El 15 de abril de 1755, la Virgen de Ocotlán fue declarada Patrona por el Cabildo y Regidores de Tlaxcala. La celebración, llamada del Patronato, se realiza desde entonces en la arquidió-cesis de Puebla. Cada tercer lunes del mes de mayo se festeja y el número de peregrinos que acuden al evento es mayor año a año.

La imagen de San Lorenzo Mártir, sustituida por la de Nuestra Señora de Ocotlán, es una de las más veneradas. Lorenzo fue quemado vivo en una hoguera y su santo se celebra el 10 de agosto.

Su cuerpo yace enterrado en Roma desde el año 258.

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Las tres promesas de la Virgen María en Ocotlán

El pocito

IVen tras de mí, que yo te daré otra agua con que sanen cuantos bebieren de ella

y sientan los enfermos no sólo alivio, sino perfecta salud.

Con este mensaje la Virgen recuerda las palabras que Jesús dirigió a la sa-maritana, cuando estaba junto al pozo. El agua a que se refiere la Virgen es la misma: Jesús es el agua viva que nos da vida eterna. En el evangelio de San Juan 4,14, leemos: “Pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna”.

Así, es un signo del bautismo el agua que tomamos del pozo milagroso, por el que nos convertimos en miembros de Cristo y de su Iglesia. Es indispensable, por eso, que abramos el corazón a la fe para vivir nuestro bautismo.

IIMi corazón ya no sufre ver tantas

desdichas sin remediarlas.

En numerosas apariciones, la Virgen expresa su infinito dolor materno por ver a sus hijos no sólo enfermos físi-camente sino, y por sobre todo, por la condición de pecado. Por ejemplo, la vemos llorar en La Salette en Francia y en Fátima, Portugal. Además, la Virgen colabora con la obra redentora de su Hijo.

IIIHallarán una imagen mía que representa mis perfecciones, y por ella prodigaré mis

piedades y clemencia.

Interior de la Capilla El Pocito.

Capilla El Pocito.

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La Virgen de Ocotlán en Jalisco

En el estado de Jalisco se le rinde culto a Nuestra Señora de Ocotlán. Esta ima-gen es uno de los retratos más vene-rados en toda la zona. Su historia se cruza con la de la orden de los frailes franciscanos, establecida en 1531 en el poblado de Ocotlán. Durante más de cincuenta años, este grupo se dedicó a evangelizar a los indígenas del lugar y, dentro de esa tarea, ordenó cons-truir una capilla en honor a la Limpia Concepción de María. Dicha obra es la única construcción ocotlense que ha permanecido a través de cuatro siglos y medio en la región. Está construida con piedra y remates de cantera color rosa,

y en su interior se aprecian tres arcos que le brindan fuerza a la finca. En ella se colocó la imagen de la Virgen que fue hecha en Pátzcuaro, Michoacán, y mide 50 cm de altura.

Sobre la imagen de la Virgen

La imagen muestra las manos de la Virgen juntas, representando a la Inma-culada Concepción. Fue realizada arte-sanalmente con pasta de caña de maíz y revestida con una delicada túnica roja con dibujos dorados. Su manto es de co- lor azul oscuro y su figura está senta-da en una peña sobre una media luna. Sobre su cabeza descansa una corona imperial de plata y una aureola con piedras preciosas. Su rostro, además, es redondo y ostenta una nariz recta.

Inmaculada Concepción.

En Ocotlán, además de alabar a Nuestra Señora de Ocotlán, también glorifican al Señor

de las Misericordias.

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Historia de su adoración

Las ceremonias dedicadas a Nuestra Señora se iniciaron en 1665 por orden del rey de España Felipe IV.

Las grandes solemnidades a María dieron paso a que se convirtiera en la actualidad en la Patrona de la población y se le festejara cada 8 de diciembre.

El 2 de octubre de 1847 ocurrió un gran temblor que derrumbó las casas y la parroquia. Se cuenta que lo único que quedó en pie fue la capilla en don-de se encontraba la Virgen, señalando así un seguro refugio para los habitan-tes de Ocotlán.

No obstante, el día 3 del mismo mes se realizó una misa de acción de gra-

cias y, mientras transcurría, apareció en el cielo la forma de Jesús crucificado dibujada en las nubes.

Todos los presentes quedaron admi-rados por el hecho y rezaban pidiendo clemencia y misericordia.

El acontecimiento generó que el Señor crucificado se convirtiera en el nuevo patrón de la población y que la imagen de la Virgen pasara a un segun-do plano. Sin embargo, años después se decidió seguir con la tradición. Para aumentar nuevamente la devoción hacia la Virgen, se promovió la Corona-ción de Nuestra Señora de Ocotlán el 31 de julio de 1949.

El 16 de mayo de cada año los fieles a la Virgen hacen un camino de aserrín que marca los sitios por donde se realizará la procesión.

Cortesía de Martha Lara Vásquez.

Retrato de Felipe IV.

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La Patrona de Tabasco

entro del Municipio de Comal-calco, en el estado de Tabasco, a sólo 42 kilómetros de Villa-

hermosa, la capital, encontramos la

localidad de Cupilco, donde se venera con respeto y admiración a la Virgen de Cupilco –advocación de la Virgen de la Asunción–, y no sólo ahí, ya que se considera como Patrona de Tabas-co, pues el Papa Juan Pablo II, el 11 de mayo de 1990, coronó a la imagen de la Santísima Virgen de la Asunción como Reina de Tabasco.

Un largo recorrido

Los orígenes de la Virgen de Nuestra Señora de la Asunción en esta localidad se encuentran en la década de 1630, cuando un grupo de pescadores de Ayapa halló una barcaza abandonada en las orillas de la Barra de Tupilco, en Paraíso, en el estado de Tabasco.

La Virgen estaba en una urna junto con una media luna, adornos de oro, una campana y un vestido; además, traía anotado en un papel que su origen era francés. Dicen que vecinos de la zona ya habían escuchado suaves notas de una campana que no identificaban: era la Virgen y decidieron llevarla con ellos a Cupilco. Ahí todos le rezaron. Posteriormente, se fueron a Ayapa, donde la entregaron a las autoridades eclesiásticas quienes la colocaron en la iglesia. La sorpresa al día siguiente fue que la mirada de la estatua estaba hacia el norte, donde está Cupilco, y no hacia el sur como originalmente la traía. Santísima Virgen de la Asunción.

Virgen de Cupilco

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En reunión se acordó llevarla al templo mayor de Jalpa de Méndez; ahí la depositaron, pero al día siguiente nuevamente su posición y su visión eran hacia el norte. El desconcierto de las autoridades religiosas fue en au-mento; así la llevaron por varios si-tios como Jalpa, Chiltepec, Nacajuca o Conduacán y en todos ellos la historia se repitió. No fue sino hasta que deci-dieron llevarla a Cupilco, que la Virgen no se movió. Ahí se decidió construirle su propio templo.

Un posible milagro

Existen datos que muestran la posibi-lidad de un milagro, pues una vez que la Virgen ya era de hecho propiedad y veneración de los cupilquenses, llegaron a tierras mexicanas al-gunos franceses buscando la es-tatua perdida cuyo origen era precisamente francés y con una antigüedad que remitía al siglo xiv. Al llegar al río Cuxcuchapa, en la Laguna Puerto Ceiba, los franceses chocaron con cerros que de repente les impedían el paso; buscaron cavar o rodearlos pero sin éxito, por lo que decidieron irse por donde habían llegado. Al irse, las condiciones físicas del lugar regresaron al estado original.

El templo

La historia del actual templo no es muy añeja, pues su construcción se inició cuando empezaba el siglo xix; en toda su traza se nota el trabajo del mestizaje, que combina elementos indígenas con europeos. Así, por ejemplo, el colo-rido y la brillantez en la pintura de su fachada destaca notablemente. Tiene dos altas torres con columnas redon-das y a sus lados hay decoraciones con motivos florales también de gran colo-rido; ambas están rematadas con sen-das cruces. Al centro, arriba del portal

principal, se pintó la ima-gen de la aparición de la Virgen de Gua-dalupe a Juan Diego;

arriba de ésta, un segundo nivel

contiene el campanario.

Santuario de la Virgen de Cupilco.

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Encima del campanario está un reloj público que en su parte inferior tiene una pequeña escultura de San José en medio de dos ángeles. En la cúspide del portal principal se eleva una cruz por encima de las torres. El interior contie-ne tres naves; en la principal, al centro está el nicho donde se ubica la escultura de la Virgen de Cupilco; a los lados de la nave principal se delinean arcos de medio punto sucesivos que sostie-nen, junto con una estructura metálica, un techo de láminas de asbesto.

Las festividades

Una tradición que cada día cobra ma-yor auge y que es muy simple, pero que

denota el apego a la Virgen, se presenta cada fin de mes, cuando grupos de mu-jeres de la localidad se organizan para bajar del altar a la Virgen y limpiarla con suaves y aromáticos aceites perfu-mados, cambiándole en cada ocasión el vestido. Las fiestas se llevan a cabo del 1° al 19 de agosto con el clásico novena-rio, las misas, las procesiones, bandas musicales con tamborileros, concur-sos como “La Flor del Cacao”, danzas regionales, jaripeo, corridas de toros, las clásicas chorotadas tabasqueñas y competencias deportivas.

Procesión nocturna de la Virgen de la Asunción.

Asunción de la Virgen María de los Cielos.

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Una tradición entre los indígenas

apopan es un pueblo que se encuentra en las cercanías de la ciudad de Guadalajara.

Allí, durante el periodo colonial, se vivió una gran veneración por una ima-gen particular de la Santísima Virgen. A esta imagen, además, se le denomi-na desde hace mucho tiempo Nuestra Señora de Zapopan. Son numerosos los fieles que acuden en procesión a la ciudad para realizar novenas o a pedir a la Madre de Dios por sus necesidades. Esta devoción fue transmitida incesan-temente de padres a hijos, y el Señor realizó diferentes milagros a través de la piadosa imagen de Nuestra Señora.

Hoy en día, cada vez son más los creyentes que asisten en busca de con-tacto con la Virgen. Algunas historias sobre el origen de este fenómeno na-rran que la imagen fue llevada al pobla-do por Fray Antonio de Segovia (pione-ro evangelizador en México) en 1541.

Por otra parte, ciertas versiones his-toricistas comentan que el padre Fray Antonio de Segovia intervino en la su-blevación de los indios tochos. Se dice que cuando habían decidido castigar a los que persistían en su actitud rebelde, el padre intercedió ante el Virrey, a fin de evitar cualquier derramamiento de

sangre. Pidió tiempo, a fin de encon-trarse con ellos e intentar persuadirlos para que depusieran su actitud.

Nuestra Señora de Zapopan. Cortesía de José Manuel Ruiz Merino.

Nuestra Señora de Zapopan

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El intrépido misionero se dirigió hacia el peñasco del Mixtón en donde los indígenas tenían su propio fuerte. Llevando en sus brazos un Santo Cristo y una imagen de la Virgen Sin Mancha, se presentó ante ellos. Los indígenas lo vieron aparecer alrededor de la imagen de María acompañado de unos destellos brillantes, que les motivaron a cambiar de actitud (además de las persuasi-vas razones que expuso el religioso). Es así que más de 6 mil indígenas se convirtieron. El culto a Nuestra Señora de Zapopan se remonta a los primeros tiempos de la conquista.

La primera iglesia

El padre Fray Antonio de Segovia fue el responsable de gestionar la primera iglesia en donde se veneró esta imagen. Fue construida en 1542 de adobe y te-rrado en reemplazo de la primera, que había sufrido severos desgastes y que-dó en ruinas. Sin embargo, los devotos se reunieron para recolectar fondos y consiguieron construir otra flamante morada para Nuestra Señora. En el pro-ceso participaron también los mismos indígenas del lugar.

La nueva iglesia ostentaba tres na-ves principales, divididas entre sí por columnas y arcos de piedra. Los techos estaban confeccionados de madera ma-ciza, excepto la capilla principal, cuyo nivel más alto era en forma de bóveda.

Mientras duró la construcción del nuevo templo, la imagen permaneció en un tabernáculo de madera, cerrado con llave y abierto sólo en ocasiones especiales.

Detalles de la imagen de Zapopan

La imagen de la Virgen mide aproxi-madamente 34 centímetros de altu-ra. Viste una túnica color carmín y un precioso manto azul. Ambos pies se posan sobre la luna y las manos unidas, sobre su pecho. Su cara es de facciones amables; no obstante, se nota en toda la escultura falta de proporción.

Todavía no ha sido posible determi-nar el origen preciso de la madera, pero se sabe que es de color amarillo, muy ligera y bastante blanda.

Altar en la Basílica de Zapopan. Cortesía de Alejandro Guzmán.

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No sólo Zapopan ha rendido fer-voroso culto a la imagen de la Virgen; también los pueblos de Guadalajara y muchos otros del estado de Jalisco y entidades vecinas.

Se cuenta que entre los milagros obrados está, por ejemplo, la cesación de la terrible peste que en 1721 afligía a la población de la ciudad de Guadala-jara, cuando llevaron allí la imagen.

A fines de 1734 fue declarada Patro-na contra las tempestades y los rayos que se presentan habitualmente en el área. Desde entonces, se estable-ció la piadosa rutina de transportar la imagen hacia su templo en la villa. Todavía en la actualidad perdura dicha procesión y homenaje, aunque pocas personas conocen el origen de esta ceremonia. Durante este culto tam-bién la imagen es conducida sobre los

hombros de los sacerdotes a las diver-sas iglesias de la ciudad.

La Virgen va colocada a su vez dentro de un tabernáculo de plata que posee puertas de cristal. El fervor de la multitud que acompaña las procesio-nes es notable. Más tarde, las revolu-ciones políticas quitaron esplendor a estos actos, pero quedan aún presen-tes algunos.

Patrona de la Independencia de Jalisco

En 1821, el estado de Jalisco la reco-noció como Patrona y Protectora del Ayuntamiento y del ejército Trigarante que concluyó con la Independencia de México. Le fueron entregadas las in-signias de Generala en la Catedral.

Basílica de Nuestra Señora de Zapopan.

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A la sombra de los misioneros fran-ciscanos, los religiosos extendieron el culto y los homenajes hacia distintos pueblos del país, contribuyendo cada vez más al cariño popular y al esplen-dor de la Señora del Cielo. En 1914, con motivo de las revueltas que afligían al país, se hicieron rogativas y penitencias en diversas peregrinaciones al santua-rio, a fin de obtener la paz y el bienestar de los mexicanos.

Una fiesta para todo el pueblo mexicano

La celebración de Nuestra Señora de Zapopan se realiza todos los 12 de octu-bre. Como la Virgen también fue nom-brada Generala de la ciudad de Guada-lajara, porta una banda cruzada sobre su hermoso pecho con un escudo que la identifica como tal.

En la actualidad, miles de feligreses visitan en procesión a la Virgen. Desde muy temprano realizan un recorrido que va desde la Catedral –tomando por las calles principales de la ciudad– hasta su Basílica, ubicada en el mismo municipio de Zapopan. Este tradicional camino se efectúa también durante el año y hacia distintos puntos del estado. La visita que realiza a las poblaciones ribereñas del lago de Chapala es parte del quehacer de la milagrosa Virgen, quien logró que el vaso lacustre tuviera un notable incremento de 1.23 metros de agua. En la explanada de su templo, administrado por frailes franciscanos, volvieron a reunirse los danzantes, venidos de todas partes del país para ofrendarle su amor y su fe.

La Virgen de Zapopan es conside-rada la más venerada después de la de Guadalupe y la de San Juan de los La-gos, por lo cual los festejos durante el mes de octubre son un motivo para la movilización de millones de personas hacia la ciudad.

Altar a la Virgen de Zapopan. Cortesía de la Diócesis de Querétaro.

La imagen de Nuestra Señora de Zapopan está hecha de pasta de caña de maíz

y representa a la Virgen de la Inmaculada Concepción.

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Juan Pablo II y la Virgen de Zapopan

Cerca de 300 mil concurrentes disfrutaron de la presencia del Papa Juan Pablo II en 1979 y de un hermoso y curioso espectáculo presentado por las autoridades locales: una nube que cubría la Basílica se pintó de diferentes colores

y tomó forma de una Cruz. Otra demostración más del júbilo popular por la visita de Su Santidad se

plasmó cuando todo lo que el Santo Padre utilizó durante su estadía, tanto los cubiertos de mesa

como el reclinatorio y demás objetos de uso personal fueron guardados como reliquias, al

igual que la celda que ocupó para reposar unos momentos en el Convento, tam-bién se mantiene intacta.Luego de su visita, miles de feligreses donaron llaves y otros objetos de metal para fundirlos y realizar una hermo-sa escultura que hoy se erige cerca de la Basílica a fin de que todos puedan

venerarla.

Fragmento de la Homilía de Juan Pablo II30 de enero de 1979

Queridos hermanos y hermanas, 1. henos aquí reunidos hoy en este hermoso santuario de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Zapo-pan, en la gran arquidiócesis de Gua-dalajara. No quería ni podía omitir este encuentro en torno al altar de Jesús y a los pies de María Santísima, con el Pue-blo de Dios que peregrina en este lugar. Este santuario de Zapopan es, en efec-to, una prueba más, palpable y con-

soladora, de la intensa devoción que, desde hace siglos, el pueblo mexicano, y con él, todo el pueblo latinoamerica-no, profesa a la Virgen Inmaculada.

Como el de Guadalupe, también este santuario viene de la época de la colonia.

Como aquél, sus orígenes se remon-tan al valioso esfuerzo de evangeliza-ción de los misioneros (en este caso, los hijos de San Francisco) entre los indios, tan bien dispuestos a recibir el mensa-je de la salvación en Cristo y a venerar a su Santísima Madre, concebida sin mancha de pecado.

Estatua del Papa Juan Pablo II con un niño vestido de charro,

conmemorativa de la visita a la Basílica de Zapopan.

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Así, estos pueblos perciben el lugar único y excepcional de María en la rea-lización del plan de Dios, su santidad eminente y su relación maternal con nosotros. De aquí en adelante, ella, la Inmaculada, representada en esta pe-queña y sencilla imagen, queda incor-porada a la piedad popular del pueblo de la arquidiócesis de Guadalajara, de la nación mexicana y de toda América Latina. Como María misma dice profé-ticamente en su cántico del “Magnifi-cat”: “Me llamarán feliz todas las gene-raciones”.

2. …Esta piedad popular, en México y en toda América Latina, es indisolu-

blemente mariana. En ella, María San-tísima posee el mismo lugar preemi-nente que ocupa en la totalidad de la fe cristiana. Ella es la madre, la reina, la protectora y el modelo. A ella se viene para honrarla, para pedir su interce-sión, para aprender a imitarla, es decir, para aprender a ser un verdadero discí-pulo de Jesús. Lejos de empañar la me-diación insustituible y única de Cristo, esta función de María, acogida por la piedad popular, la pone de relieve y “sirve para demostrar su poder”, como enseña el Concilio Vaticano II, porque todo lo que ella es y tiene le viene de la “superabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación” y a él conduce…

Principales festejos a Nuestra Señora

Las principales fiestas en honor a esta Virgen se llevan a cabo el 18 de diciem-bre, día de la Expectación; el 18 de enero, Aniversario de la Coronación, y los días en que se realizan las solemnes visitas a todas las parroquias de Guada-lajara, del 13 de junio al 4 de octubre.

No obstante, aunque sus celebracio-nes son muchas, la que genera mayor apoteosis es la del regreso de la venera-da imagen a su santuario, el 12 de oc-tubre, luego de visitar la bella Guada-lajara. En esta celebración, la ciudad se rinde a su paso, por lo que de la Cate-dral a la Basílica hay una ininterrumpi-da valla para que la fervorosa multitud que la ve pasar y la acompaña en el recorrido de la procesión la aprecien en su justo esplendor.

Danza en honor a la Virgen.

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El último sueño de María

sta advocación surge en el Oriente con la última etapa de la vida de María, de casi

60 años. Ella oraba en el Monte de los Olivos donde Jesús había ascendido al cielo. Ahí se le presentó el arcángel Gabriel para anunciarle que en tres días más ella partiría al cielo en pro-cesión fúnebre. Ella le pidió que le concediera la dicha de ver por última vez a los apóstoles, a lo que el arcángel accedió. Sin importar dónde estaban, fueron llevados por ángeles a la casa del apóstol Juan en Jerusalén. Después, en un suceso hoy conocido como la Dormición, el alma de la Virgen partió al cielo y su cuerpo fue ente-rrado en el sepulcro donde estaban los restos de sus padres, Joaquín y Ana, además de los de José. Esa “dormición o el tránsito de la Virgen María al cie-lo” es lo que en Occidente conocemos como la Asunción.

En la Ruta de la Plata

Aguascalientes, con varios siglos de haber sido fundada, en el siglo xix se separó de Zacatecas para formar un estado autónomo; sin embargo, la ciu-dad capital tuvo desde el siglo xvi el nombre de Villa de Nuestra Señora de

la Asunción de Aguascalientes y desde ese entonces la Virgen de la Asunción es la patrona de la entidad. Por ese mo-tivo, la Romería de la Asunción que se efectúa en torno al 15 de agosto es la más importante de la localidad.

Un templo con historia

La catedral de Aguascalientes fue cons-truida en los inicios del siglo xviii; es de estilo barroco con elementos

La Asunción de María hace referencia a su ascensión a los cielos.

Nuestra Señora de la Asunción

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neoclásicos. Destacan sus hermosas torres gemelas que contienen fronto-nes curvos y los campanarios. Abunda la cantera rosa y destaca en su portada principal una entrada de medio arco de estilo salomónico. Sobre ella se encuen-tra el arcángel San Gabriel. Contiene además nichos sobre los que se ubican esculturas de los cuatro doctores de la Iglesia: San Gregorio Magno, San Am-brosio, San Agustín y San Jerónimo; del lado izquierdo hay un reloj. En ambos costados posee entradas similares a la principal. Su diseño original tenía una cruz latina de una sola nave y dos cru-ceros, pero tiempo después le fueron agregadas dos naves más y en una de sus cúpulas encontramos un decora-do exterior con hermosos y simétricos mosaicos. Su interior tiende al estilo neoclásico por sus columnas toscanas, con tres altares de retablos barrocos al igual que todo el templo, y abunda la decoración con motivos vegetales. La imagen de la Virgen de la Asunción se halla en un delicado ciprés tallado en mármol. Su sillería es la original y la madera está bellamente labrada. Por último, destacamos que cuenta con dos hermosos órganos tubulares.

Las festividades

En el plano religioso debemos ubicar el ya clásico Quincenario que se realiza desde 1741. En él participan los miem-bros de la grey católica que vive cerca de Aguascalientes y los fieles discuten sobre un tema. Así, por ejemplo, en 2011 fue el de: Discípulos de Cristo y de María. La romería es el festejo popular

que se realiza cada 15 de agosto y en donde tiene lugar un desfile de carros alegóricos con un tema definido. Es la conclusión de las festividades con mo-tivo de la Asunción de María. Su orga-nización está a cargo del obispado. En ella participan instituciones invitadas, algunas de educación, otras como el Seminario Diocesano y trabajadores de empresas; es una fiesta llena de alegría y regocijo pues la participación popu-lar es importante, incluso las personas apartan desde la mañana sus lugares con sillas para contemplar la romería y a veces aguantan aguaceros con tal de ver todos los carros hasta que llega el principal, el que lleva triunfal la ima-gen de la Virgen de la Asunción.

La construcción de la catedral de Aguascalientes, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, inició en 1704 y finalizó en 1738.

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Historia de la imagen

n Pátzcuaro, Michoacán, se le rinde culto a nuestra Señora de la Salud, la patrona de esta

población. Su imagen está modelada en pasta

de caña de maíz y miel de orquídeas. Cuenta la leyenda que la Santa Ima-gen de Nuestra Señora de la Salud en Pátzcuaro fue traída por el insigne Don Vasco de Quiroga. Éste, al establecerse en la ciudad, encargó la elaboración de una imagen de la Virgen María a los indígenas purépechas de la región, quienes ya tenían fama de excelentes artesanos. La imagen, casi de tamaño natural, quedó terminada entre 1538 o 1539; ya en 1540 se le rendía culto público a la Virgen michoacana, con-siderada como la imagen primigenia de la Virgen María realizada en tierras americanas.

En principio se colocó en el templo del Hospital Principal de Pátzcuaro y, debido a que desde inicios comenzó a manifestar milagrosas curaciones, se le llamó Nuestra Señora de la Salud, nom-bre que hasta la fecha conserva.

Fueron tan grandes los favores re-cibidos de la Santa Imagen, que el pequeño templo del hospital fue in-suficiente para dar entrada a las mul-titudinarias peregrinaciones. En 1691

se inició la construcción de un templo mayor que recibió el nombre de Sagra-rio, realizado con piedras, que presenta bóvedas muy altas y fue modificado hacia 1874.

Nuestra Señora de la Salud.

Nuestra Señora de la Salud

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Allí permaneció por 191 años. Lue-go, la Virgen de la Salud fue trasladada del templo del Sagrario y en 1899 se coronó con autoridad pontificia. En 1924 esta ambiciosa obra alcanzó el máximo título de Basílica, con lo que logró nuevos privilegios. Este lugar desde ese entonces se reconoce como su hogar y cada 8 de diciembre acuden miles de personas a venerarla. Además, esa Basílica es el recinto de dos de los más grandes tesoros de esta región: los restos de Vasco de Quiroga y la imagen de María Inmaculada de la Salud.

Algunos escritos valiosos

Han sido tan renombrados algunos casos de los milagros de la Virgen de la Salud para con sus fieles que la Univer-sidad de Berkeley, en Estados Unidos, guarda en sus archivos textos como el siguiente: “La historia de esta sa-cratísima imagen imprimió el Padre Pedro Sarmiento, jesuita. Es grande la devoción que en toda la Provincia de Michoacán tiene esta divina imagen, publicándose cada día más famosa por los repetidos prodigios y milagros que continuamente está obrando. No han sido pocas las veces que se ha toma-do testimonio auténtico. Poco ha que taladrando la cabeza de la santa imagen para fijar una corona, sudó copiosísi-mamente, siendo muchos los testigos que depusieron el caso con juramento.”

Un milagro reciente

El 22 de diciembre de 1962 ocurrió un hecho que se califica de milagro. Un

individuo trastornado disparó diez ba-lazos con un rifle a muy poca distancia de la Virgen. Tres de las balas fueron dirigidas al rostro y las siete restantes al cuerpo.

No obstante, la imagen se conservó milagrosamente intacta. Algunas balas se desviaron sin explicación de su curso mientras que otras perdieron toda su fuerza y cayeron al suelo sin impactar. Como evidencia de tan extraño suceso, en la sacristía se conserva aún el rifle del atentado y algunos pedazos de cris-tal con la huella de los impactos.

Fachada de la hermosa Basílica de Nuestra Señora de la Salud, en Pátzcuaro, estado de

Michoacán.

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Los festejos

En el transcurso de la noche del 7 de diciembre llegan a la Basílica niños ataviados como santos, ángeles y vír-genes, encabezados por una niñita, que representa a la Virgen de la Salud. Al entrar al recinto, lo hacen en medio de cánticos realizados por el pueblo asistente. Una vez en el altar mayor, el abad da comienzo a una misa en su honor. Terminada la ceremonia, los pequeños salen a las calles aledañas y comienzan a recitar un rosario que finaliza en el atrio de la Basílica.

Al finalizar el rosario, sobre la Plaza Vasco de Quiroga se realiza un juego de pelota de estilo prehispánico con una “bola de fuego” y bastones de madera. El objetivo del juego es meter la bola en la meta localizada en uno de los corre-dores del lugar.

Asimismo, un narrador explica los antecedentes del tradicional deporte, cuyos jugadores, hombres y mujeres, visten de blanco. Al día siguiente, las actividades comienzan a las seis de la mañana con una misa de mañanitas amenizada por música de una banda de viento que la despierta.

Las celebraciones religiosas conti-núan durante todo el día, entre las que se destaca la misa de las 10:00 horas.

Esta ceremonia se hace completa-mente en lengua purépecha. También se llevan ofrendas a la Virgen. Al con-cluir la celebración, se abre un pasillo ubicado detrás de la imagen para que todos los fieles que lo deseen pasen por debajo de su manto ya sea agradecien-do, solicitando algún favor o para reci-bir su santa bendición.

Mientras tanto, en el atrio de la Basílica, se efectúan danzas, eventos con mojigangas, feria con juegos mecá-nicos, venta de antojitos y de artículos religiosos y las mujeres visten trajes tradicionales.

Ese mismo día 8 de diciembre, por la tarde, se realiza otra misa y se reza un rosario. Al concluir, la imagen es bajada de su nicho para llevarla en procesión por las calles que circundan el templo en medio de cantos.

Interior de la Basílica de Nuestra Señora de la Salud.

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El origen de la imagen

a historia de esta obra plástica de María nos lleva a comien-zos del siglo xvii, a la ciudad

italiana de Palermo, en la isla de Si-cilia. Por aquella época, un jesuita de nombre Giovanni Antonio Genovessi, celoso misionero en esa tierra, preten-día obtener una pintura de la Madre de Dios que conmoviera todos los corazo-nes de los que la miraran y los llevara a una nueva fervorosa conversión a Dios. Por este motivo, suplicó a una monja muy virtuosa, que había sido favore-cida por la Santísima Virgen con varias apariciones, que le rogara a la Seño-ra que tuviera a bien señalar algunas características del cuadro que se iba a pintar y también que sugiriera una ad-vocación para los fieles que acudieran a Ella. La religiosa aceptó alegremente la oportunidad de llevar a cabo la en-comienda del padre Genovessi e hizo inmediatamente a la Virgen la petición solicitada.

De acuerdo con los relatos que se conservan del hecho, un día la viden-te recibió la respuesta a sus ruegos y la Señora se le apareció. La Virgen esta-ba rodeada de ángeles y serafines y su semblante era particularmente afable y risueño. En su brazo izquierdo descan-saba con esa presión beatífica su Divino

Hijo. Un ángel, hincado de rodillas ante Ella, le presentaba un canastillo lleno de corazones que Jesús tomaba, de uno en uno, y con su contacto los purifica-ba y encendía en llamas de caridad.

Madre Santísima de la Luz

Madre Santísima de la Luz.

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Por último, –continúa el relato–, la Virgen María indicó a la religiosa que la pintura se hiciera en la forma en que Ella se le había aparecido y, añadió, que la advocación con que quería que se le invocase era “Madre Santísima de la Luz”.

La religiosa comunicó al padre Ge-novessi el feliz suceso y le mostró un bosquejo con todos los elementos arri-ba descritos. Guiado por estas indica-ciones precisas, el artista logró pintar, en un segundo intento, el hermoso cuadro que hoy se venera en la Catedral de León. Se trata de la imagen original, como consta fehacientemente en el documento autenticado que se conser-va en la parte posterior de la pintura.

La suerte decide el destino de la imagen

La hermosa imagen, pintada de la forma en que se ha contado, fue traí-da desde Sicilia a México por el mismo misionero jesuita que encargó su rea-lización. Después de un sorprendente sorteo, en el que se invocó especial-mente la ayuda de Dios para decidir el destino definitivo de la pintura, la suerte por tres veces consecutivas re-cayó finalmente sobre León. Ése fue el motivo por el que la maravillosa pintu-ra emprendió el viaje rumbo a esa po-blación.

El 2 de julio de 1732, después de los preparativos del caso, la santa imagen fue conducida en una magnífica pro-cesión y escoltada por la alegría del pueblo a la iglesia de los padres de la Compañía de Jesús, en la entonces Villa de León.

Interior de la capilla de la Virgen de la Luz.

La Basílica de la ciudad de León alberga a la Madre Santísima de la Luz.

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La patrona de los leoneses

El mes de junio de 1830, por un decreto del Gobierno del estado de Guanajuato, la Villa de León fue elevada al rango de ciudad, denominándose a partir de en-tonces ciudad de León de los Aldama.

A petición del clero, del ayunta-miento y del pueblo leonés, en 1849 la Madre Santísima de la Luz fue decla-rada patrona de la ciudad por aclama-ción, con licencia del Obispo de Mi-choacán. En 1851, la Santa Sede aprobó formalmente esta declaración.

Pocos años más tarde, Su Santidad Pío IX decidió erigir una diócesis con sede en la ciudad de León y nombró como su primer Obispo a un sacerdote docto y piadoso apellidado Sollano y

Dávalos, que habría de impulsar rigu-rosamente la devoción a la patrona de los leoneses, la Virgen Santísima de la Luz.

La sede definitiva

La imagen, que desde su llegada a León se había conservado en la iglesia de la Compañía, fue trasladada en 1866, en festiva y gozosa procesión, a la Cate-dral, su sede definitiva, en donde desde entonces es venerada por todos. Esto ocurrió el mismo día de la consagración solemne de la Catedral por el Obispo Sollano.

Altar de la Basílica de Guanajuato.

Interior del templo de estilo barroco dedicado a Nuestra Señora de la Luz, en la misión de

Tancoyol, Querétaro.

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Advocaciones del Estado de México

a Virgen de la Piedrita está di-rectamente vinculada con la Virgen de Guadalupe. Su tamaño

es pequeño, pues sólo mide 12.5 cm de largo por 4.5 de ancho; está delineada sobre una piedra de apariencia blanca. La imagen no está pintada ni labrada o esculpida, da más la impresión de ser un negativo de una fotografía de la silueta en blanco y negro.

La historia de su imagen

La imagen fue descubierta en 1868 por un campesino de nombre Juan Bautista Nolasco, al seleccionar un conjunto de piedras que servirían para bardar una propiedad. Desde aquel entonces se le rinde culto en la cumbre del Cerro de Xhidenxhi, que está muy cerca del poblado de Canalejas, en el municipio de Jilotepec. El santuario se fabricó de cantera y su construcción tardó más de 50 años en terminarse. Su arquitectura es tipo gótico, las ojivas y rosetas de toda su fachada y las torres en cantera de la región le dan un aspecto de solemne e impactante grandeza religiosa. Los muros exteriores del templo están de-corados con trece vitrales imponentes. Estas hermosas imágenes llenas de co-lor representan a los doce apóstoles y a la Virgen de Guadalupe dibujada sobre una piedra. Las fiestas se realizan cada 15 de diciembre con verbena popular, bailes y comida típica.

Al igual que en Jilotepec, en Tenango del Valle se adora a la Virgen de Guadalupe.

La Virgen de la Piedrita

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Pintada en una tilma

or su parte, Nuestra Señora de Tecaxic es una advocación que se pintó en una tilma de

algodón en los inicios del siglo xvii y no obstante el paso del tiempo conser-va un gran colorido. Posee una túnica morada, encima de ella un manto azul con estrellas; a su alrededor está acom-pañada de angelitos; su pelo es rubio y está peinado con raya en medio; sus rasgos de aflicción combinados con la tristeza le dan un carácter enigmáti-co, pero que denotan una hermosura interna. El templo donde se encuentra instalada fue construido por los fran-ciscanos entre los años 1650 y 1670.

Un notable suceso

Existen algunas referencias escritas so-bre una ocasión en que dos hombres de Toluca tuvieron diferencias provocadas por pretender ambos a la misma mujer; decidieron zanjar el problema con un duelo de caballeros y para ello se cita-ron al costado de una ermita abandona-da en el cerro de Tecaxic, hoy conocido popularmente como cerro del Molcaje-te, por el cráter que lo corona. Al estar en pleno duelo, escucharon sonidos de una exquisita música que no sabían de dónde provenía, buscaron y encon-

traron que la música venía de dentro de la ermita y vieron al cuadro de la Virgen a la que encontraron: “…sola y desam-parada. Llenos de pavor y reverencia pusieron las armas a los pies de la Vir-gen, y haciéndose de enemigos muy amigos, adoraron a la gran Señora...”

La advocación a la Virgen de Tecaxic está vinculada a la Virgen de la Asunción, cuya

creencia indica que el cuerpo y alma de la Virgen María subieron al cielo cuando

terminaron sus días en la Tierra.

Nuestra Señora de Tecaxic

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Otra Virgen del Estado de México

u santuario fue construido du-rante el siglo xvii; se dice que es uno de los más hermosos de

México debido a las pinturas –retablos y exvotos–, y las decoraciones que hay en su interior: adornos laminados de oro. Se encuentra en el centro de este municipio en el Estado de México, que a su vez está muy cercano al de Ixtapan de la Sal –5 kilómetros. El templo pre-senta una planta en cruz latina con una cúpula sencilla y dos torres de estilo neoclásico en su fachada. Hay sen-dos campanarios en las torres. Cuenta con dos capillas interiores, al centro

se halla el nicho donde está ubicada la pequeña escultura de Nuestra Señora de Tonatico. Desde 1929 cuenta con un reloj público entre las torres del santuario.

La imagen y el milagro

El nombre de Tonatico deriva de To-natiuh, cuyo significado es: “En donde está el sol”, y la imagen que se venera como Santa Patrona es una advocación de la Virgen de la Candelaria tallada en madera durante el siglo xvi. Su imagen fue traída desde Europa por misioneros franciscanos en 1553. Tiene una mirada al cielo que impacta a quien la observa con atención, pues de su boca pareciera salir algún reclamo. Dicen que esto es producto de un milagro, pues el tem-plo original en el que se encontraba se calcinó; sin embargo, tiempo después la escultura fue encontrada fuera de lo que había sido su recinto. El milagro reside en que antes del suceso su mi-rada era hacia abajo y al encontrarla voltea ahora hacia el cielo. Debido al importante incremento en el número de fieles de esta advocación mariana, el templo ha pasado de vicaría en 1877, a parroquia el 30 de marzo de 1921 y santuario el 18 de abril de 1968 por el Excelentísimo Doctor Don Ar-turo Vélez Martínez, primer Obispo de Toluca, capital del estado de México.

Fachada del Santuario de Nuestra Señora de Tonatico, en el Estado de México.

Nuestra Señora de Tonatico

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Orígenes de la Basílica actual

a actual parroquia de San José era conocida en el siglo xvi como la iglesia de San José de

los Naturales. En la actualidad, se le reconoce oficialmente como Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Este tem-plo se edificó en el centro del antiguo barrio indígena Moyotlan, hoy parte del centro histórico de la Ciudad de México. Además, fue registrada como la primera parroquia construida en la Nueva España. Su fundador fue el fran-ciscano Fray Pedro de Gante. En ella se celebró el Primer Concilio Provincial Mexicano y se administraron los pri-meros sacramentos cristianos.

En 1772, el edificio y todos sus ar-chivos se trasladaron a la capilla del Señor de San José, ubicada sobre la pla-zoleta de San Juan. Allí se construyó un imponente templo de estilo neoclásico, ornamentado con pinturas que re-presentaban escenas de la vida de San José. Ese mismo lugar hoy se encuentra ocupado principalmente por el atrio del templo actual. A su vez, la consagra-ción de esta iglesia tuvo lugar alrededor de 1792.

Un terremoto asoló la Ciudad de México en junio de 1858 y el santuario quedó fuertemente dañado. La recons-trucción del edificio ocupó más de tres años, promoviéndose a realizarla a los

pocos días del desventurado aconte-cimiento. En junio de 1861 el templo fue bendecido y se abrió de nuevo a los fieles. Allí se encuentra la dulce y mi-lagrosa imagen de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, traída de Issoudun, Francia. La imagen la obsequió una re-ligiosa mexicana de la Orden de Santo Domingo.

Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

Nuestra Señora del Sagrado Corazón

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E l n u e v o l i b r o d e l a V i r g e n

Una Virgen muy querida

En un principio esta imagen fue co-locada en un discreto lugar cercano a la entrada de la iglesia, pero luego de un tiempo generó tal fervor y algarabía entre los creyentes que las autoridades de la parroquia tuvieron que moverla hacia un sitio más central que permi-tiera un fácil acceso a su visión. Ade-más, la devoción a Nuestra Señora del Sagrado Corazón se incrementó no-tablemente a medida que pasaron los años y se fue expandiendo por todos los rincones del país. Por tal motivo, se juzgó luego pertinente trasladarla primero a una pequeña capilla y, más tarde, a un retablo lateral de la parro-quia de San José, de estilo neoclásico, de piedra y mármol enriquecido con adornos de oro.

A la piadosa imagen le sirve de fon-do un círculo de plata cincelada artísti-camente, y los muros que la circundan están adornados con miles de mila-gros que tapizan las paredes. El cuadro de la Virgen fue bendecido de manera solemne por el Arzobispo de México, Maximino Ruiz y Flores, el 2 de febrero de 1940.

La coronación

Pocos años más tarde, en el mes de septiembre de 1948, con el permiso concedido por Su Santidad el Papa Pío XII, la imagen de Nuestra Señora del Sagrado Corazón fue coronada en una emotiva ceremonia en la Catedral Me-tropolitana por el Arzobispo de México, don Luis María Martínez.

La Virgen con el Niño, de Bartolomé Esteban Murillo.

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Rodeada de laureles

u origen data de una tradición del siglo xiii. La casa en la que vivió la Virgen María

en Nazareth fue trasladada por los ángeles a Dalmacia, Croacia, para evitar el peligro de la invasión a Palestina. En la casa había un altar con una imagen de la Virgen María que tenía al Niño. Después la casa fue llevada por los ángeles a otro sitio en Italia que está en un bosque de laureles (lauretum), de ahí su nombre, Loreto. Luego fue ubicada en una colina y por último en Recanati, donde está hoy. Su san-tuario se erigió en el siglo xiv, donde está la casa. Por el milagro del vuelo de la casa con los án-geles la Virgen de Loreto es la patrona de los aviadores.

Los misioneros y Nuestra Señora de Loreto

En la colonización y conquista de Mé-xico influyeron mucho los jesuitas;

la misión más importante en las “Ca-lifornias” fue la de Nuestra Señora de Loreto Conchó, fundada frente al Mar

de Cortés en Baja California Sur a fines del siglo xvii por el padre

Juan María de Salvatierra. En 1697 los monjes realiza-

ron la primera procesión de esta virgen. Desde entonces, con diversas vicisitudes, ha sobrevi-

vido esta devoción hasta el presente.

Un templo regio

Alrededor de 1730 empezó a erigirse el templo donde está la imagen de esta ad-vocación. Es de esti-lo clásico y neoclási-co austero. Al frente

destaca la torre con un campanario y un reloj. En su interior presenta en el altar principal un reta-blo de tonos azules, dorados y rojos, así como algunas pinturas del siglo xviii.

La coronación

La imagen que está en Baja California es una réplica de la que se halla en Italia.

Nuestra Señora de Loreto

Nuestra Señora de Loreto es patrona de las embarazadas y los emigrantes.

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Sus milagrosas apariciones

e dice que en el siglo xiii la Virgen María se presentó en Prouilhe, Francia, en una capi-

lla de su monasterio ante Domingo de Guzmán. Al hablar con él, le mostró un rosario enseñándole su uso y el signi-ficado de las promesas que encierran sus rezos, pidiéndole que extendiera su práctica y prédica. Más tarde, Domingo le mostró el Rosario a su amigo el mi-litar Simón IV de Montfort, uno de los

principales líderes del rey Felipe II de Francia durante las Cruzadas. Su triun-fo en Muret, al sur de Toulouse, lo con-virtió en duque de Carbona y acrecentó su fe en la Virgen y en el Rosario, por lo que decidió fundar la primera capilla dedicada a esta advocación. Pero con el paso del tiempo, la fe en ella disminuyó hasta casi desaparecer. En el siglo xv, la Virgen se presentó de nuevo, ahora ante el beato Alano de Rupe, a quien le comentó lo solicitado a Domingo de Guzmán. Posteriormente, cuando las fuerzas cristianas vencieron a los turcos en la Batalla de Lepanto, el Papa Pío V determinó que fuera cele-brada la Virgen de la Victoria cada 7 de octubre y su sucesor, el Papa Gregorio XIII llevó a la práctica su festividad.

La devoción en México

Esta advocación tiene mucha acep-tación en diversos sitios del país; sin embargo, donde se le sigue con gran devoción es en algunas comunidades de Sinaloa, como las de El Rosario y Pánuco.

La llegada a Sinaloa

En el siglo xviii el marqués del Pánuco y vizconde de Castilla, Francisco Xavier

Nuestra Señora del Rosario

Retablo en la iglesia Nuestra Señora del Rosario, en El Rosario, Sinaloa. Cortesía de

Iván Lizárraga.

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Una Virgen de la Ciudad de México

l lugar donde se venera a esta Virgen se encuentra en la Ciu-dad de México, en la Delega-

ción Xochimilco, muy cerca del em-barcadero de Nativitas o la zona de los manantiales. El primer templo cons-truido ahí fue por obra de los frailes

franciscanos, en el siglo xvi, y el culto estuvo enfocado a Jesús.

La aparición de Nuestra Señora

La iglesia actual que sustituyó a la anterior data del siglo xviii. Según se cuenta, en ese lugar hizo su aparición la Virgen de los Dolores; hay quienes dicen que apareció caminando a la orilla del canal cargando un canasto, aunque también está documentado que en la capilla alguien había llevado una escultura de la Virgen de Dolores que había permanecido arrumbada durante mucho tiempo y sólo servía para que con ella una anciana de nombre María Juana Xochpan encerrara a una guajo-lota para que ovara. En una ocasión, la señora salió a sus compras al mercado y al regresar a casa su sorpresa fue enor-me: la imagen estaba remozada y sobre un pedestal que antes no existía.

El templo

Al concluirse los trabajos de edificación de la cúpula, el atrio y el curato reci-bieron en 1913 el título de Santuario, el cual fue nuevamente otorgado por el Arzobispo de México don Luis María Martínez y Rodríguez el día 24 de sep-tiembre de 1951. Nuestra Señora de los Dolores.

Nuestra Señora de los Dolores de Xaltocan

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La construcción del templo cuenta con una nave en crucero y una bóveda de cañón corrido; en la fachada, bajo una concha, está tallada en piedra la imagen de Nuestra Señora de Dolores.

El mestizaje está latente, pues cuen-ta con elementos prehispánicos, como réplicas de cascabeles de serpiente y de dalias, que es la flor símbolo del pueblo xochimilca. En sus interiores predo-mina el estilo neoclásico y al centro se encuentra un ciprés que sostiene la escultura de la Virgen, la cual fue ta-llada en la Escuela de Artes y Oficios de San Bernardino de Siena ubicada en Xochimilco, en sus talleres artesanales, durante el siglo xvi. Es importante des-tacar que su retablo principal es muy rico en detalles pictóricos. Por último, el templo en 1964 obtuvo la categoría de Curato. Sin embargo, recientemente y debido a la gran asistencia que tiene con relación a los bautizos, matrimo-nios y actos litúrgicos que ahí se rea-lizan, obtuvo el nivel de parroquia. Un detalle que hace distinto a este templo es que no tiene en las pechinas las pin-turas de los cuatro evangelistas como es tradicional, pues lleva a cuatro mujeres mencionadas en el Antiguo Testamen-to: Agar en el Desierto, la Esposa del Cantar de los Cantares, Ana, madre de Tobías, y la madre de los Macabeos.

Los festejos

Hablar de un día exacto de celebración resulta por completo inapropiado, pues la fecha año tras año sufre modificación y se mueve según el calendario litúrgi-co. La fórmula implica tomar en cuenta

dos domingos anteriores al miércoles de ceniza; sin embargo, la población se empieza a organizar desde el mes de fe-brero. El día propiamente dicho en que se anuncia la fecha central del festejo se le conoce como bandera.

Algunas prácticas de devoción a la Virgen de los Dolores requieren su “Ave María” por cada uno de los “Siete Dolores”.

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Una Virgen en Querétaro

hora nos situamos en el estado de Querétaro, muy cerca de su capital; a 8 km aproxima-

damente, en Villa Corregidora, se en-cuentra “El Santuario” como se llama al lugar donde se levantó el templo y donde desde hace más de tres siglos y medio se venera a Nuestra Señora del Pueblito. La estatua fue elaborada al-rededor de 1630 por el escultor y fraile franciscano Sebastián Gallegos, piadoso hijo del convento grande de los padres franciscanos.

En la etapa colonial se llamó Pue-blo de San Francisco Galileo, pero más adelante, en 1830, el Congreso del estado le otorgó el estatus de villa, y cambió el nombre por el de “Villa Santa María del Pueblito”.

Actualmente al santuario lo acom-paña el Convento de la Santísima Virgen del Pueblito. El santuario se estrenó el 5 de febrero de 1735 y el Con-vento, en 1775. Su arquitectura forma parte del barroco mexicano. En casi to-dos los acabados –altar, pisos, trono–, luce la famosa piedra de San Andrés.

Características de la imagen

La estatua descansa sobre otra escultu-ra: la de San Francisco de Asís, hinca-

do, quien a la vez sostiene tres grandes esferas que simbolizan las órdenes fun-dadas por él: frailes, clarisas y la tercera orden (orden franciscana seglar). A la derecha de la Virgen María se encuen-tra su hijo Jesús.

Nuestra Señora del Pueblito

La imagen mide cincuenta y tres centímetros y medio y pesa un kilo cincuenta gramos.

Cortesía de la Diócesis de Querétaro.

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La vestimenta, y las joyas, al paso de los años se han incrementado, por lo que las autoridades eclesiásticas guar-dan la mayor parte; la Virgen y Jesús llevan túnicas doradas con capas azules bordadas con figuras de oro. Ambos portan una corona en la cabeza y una reluciente aureola.

La historia de la imagen

La imagen no siempre fue igual. Al-rededor de 1740, fue transformada en una Virgen-madre: pusieron a su lado una talla que representa al niño Dios, y colocaron una media luna que descansa sobre un pie circular.Debajo se agregó después la figura de San Francisco de Asís, hincado y sos-teniendo tres esferas que representan: pobreza, castidad y obediencia. A me-diados del siglo xviii, artesanos escul-pieron el Santo Niño en madera y lo sumaron a la imagen de la Virgen para acentuar su carácter maternal.

Nacimiento de la fe en la Virgen

La estatua realizada por Fray Sebastián tuvo un agradable destino; dicenlas crónicas que en el encargado de cristianizar a los indígenas, el también franciscano Fray Nicolás Zamora, can-sado del poco avance que llevaba, se quejaba de que los indígenas no sólo no le obedecían en creer en Dios, Jesucris-to o la Virgen María, sino que mante-nían la costumbre de rendir pleitesía a sus antiguos ídolos en su adoratorio en la pirámide del Cerrito. Ante ello, Fray Sebastián le obsequió la estatua tallada por él y le dijo que la colocara en dicho adoratorio. Al poco tiempo la semilla sembrada empezó a dar sus frutos, pues la población se fue incorporando a los rituales cristianos y construyeron pri-mero una ermita y luego el santuario y la nombraron “la Virgen del Pueblito”. Hasta 1736 la imagen estuvo a su cuida-do y la veneraban con danzas y fiestas, como antes lo hacían con sus dioses.

La imagen original de la Virgen fue confeccionada por Fray Sebastián Gallegos.

Cortesía de la Diócesis de Querétaro.

El Santo Niño, realizado en el siglo xvIII se añadió a la Virgen para acentuar su carácter

maternal. Cortesía de la Diócesis de Querétaro.

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La historia del templo

Cuando se extendió la fe en la Virgen María, Fray Nicolás Zamora decidió que era ya el momento de erigir un templo. Así nació la primera capilla que sirvió para venerar a la ahora conocida como Virgen del Pueblito. Al actual templo donde se encuentra fue trasladada en 1736.Casi un siglo después, en el año 1830, el Congreso local decidió nom-brarla patrona particular del estado de Querétaro.Sin embargo, un poco antes, con la guerra de Independencia, las fuerzas realistas al mando de Ignacio García Rebollo y las autoridades eclesiásticas decidieron nombrarla Generala, por lo que le colocaron sobre el pecho la banda correspondiente y pusieron en su mano el bastón de mando. En octu-bre de 1946, el Papa Pío XII concedió el permiso para su Coronación y dos años después fue proclamada “Patrona Prin-cipal de la Ciudad de Querétaro”.

Un milagro de la Virgen

En 1733 se presentó un hecho que mar-có definitivamente el cariño y arraigo de los queretanos por esta advocación. En esa ocasión, como ya era costum-bre, la Virgen fue llevada en procesión a Querétaro. En las cercanías de la iglesia a la que la llevaban, vivía Don Salvador Cervantes, quien era invidente.Al llegar la estatua de la Virgen a la en-trada del templo, un fuerte ruido pro-vocó que las mulas que impulsaban el carruaje se desbocaran y detuvieran su marcha justo en el balcón donde esta-ba Don Salvador, que bajó para intentar ayudar al párroco que llevaba en sus manos la imagen. Logró tocarla, y cuál no sería la sorpresa de todos cuando Don Salvador pudo por sí mismo caminar hacia el templo… Había recuperado la vista. Este hecho fue observado y corro-borado por quienes iban al frente de la procesión. Todos los peregrinos se mara-villaron ante este sorprendente milagro.

La edificación del Santuario de la Virgen del Pueblito, donde hoy yace, fue concluida en 1736. Cortesía de la Diócesis de Querétaro.

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Las fiestas

El festejo principal de la Santísima Vir-gen del Pueblito no es fijo, pues según la aprobación realizada por el Papa León XIII en 1903, se celebra de manera principal el segundo sábado después de la Pascua, pero ya con anticipación la mayordomía prepara lo que será los nueve días de festividades, por lo regu-lar durante febrero. Inicia con los ensa-yos de las danzas de Promesa, Inditos e Inditas, además del novenario.

La procesión

La población local, bien organizada, tiene la costumbre de llevar en proce-sión la estatua de la Virgen al segundo

templo en el que estuvo en lo que fue el panteón municipal al santuario; la preparación de las ofrendas florales, del paseo del buey durante el domingo (animal que es sacrificado para el día del caldo del lunes, cuando se ofre-ce gratuitamente el caldo con carne a quien lo solicite), la pastilla, la paran-da, la colación, entre otras tradiciones que gozan de gran importancia para la población local y que día a día ad-quieren mayor presencia en el ámbito nacional. Otro importante y tradicional festejo se presenta en junio, cuando nuevamente la Virgen del Pueblito es conducida en procesión a Santiago de Querétaro, a la capilla del Espíritu San-to con el fin de que la Virgen le solicite a Dios tener un buen temporal para las cosechas, que no se presenten plagas y que haya salud entre los habitantes de la región.

La ciudad de Querétaro alberga distintos monumentos y santuarios virreinales. Cortesía

de Felipe Alfonso Castillo Vázquez.

El papa León XIII aprobó las celebraciones a la Virgen el 3 de julio de 1903.

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Su presencia histórica

a historia de esta imagen co-menzó en el siglo xv. Con el tiempo se convirtió en una de

las imágenes más conocidas, no sólo en México sino en el mundo.

Cuenta la historia que la imagen era propiedad de un acaudalado comer-ciante originario de la isla griega de Creta, que ante el temor de perderla o que fuera destruida, decidió llevarla a Roma, Italia. Sin embargo, en la travesía por mar se desató una tormenta. Previ-niendo el peligro, el comerciante tomó el cuadro de Nuestra Señora, lo sostuvo en lo alto y le solicitó el socorro.

La Santísima Virgen respondió a su oración con un milagro. Misteriosa-mente, el mar se calmó y la embarca-ción llegó ya sin dificultades al puerto de Roma. Ése fue su primer milagro; tiempo después el comerciante murió, pero antes le solicitó a un viejo amigo de mucha confianza que colocara la imagen en alguna iglesia para que en ella fuera adorada.

El compañero intentó en numerosas ocasiones llevar a cabo la encomienda, pero su esposa se negaba a ello porque le había tomado aprecio a la imagen. Fue más fuerte el temor a su mujer que la promesa hecha a su amigo moribun-do. En algún momento, Nuestra Señora se presentó y le dijo que, para que su

pintura saliera de esa casa, él tendría que irse primero, por lo que repentina-mente el hombre enfermó de gravedad y a los pocos días murió.

Sin embargo, su esposa siguió con la idea de que la imagen estaría mejor protegida en su propia casa por lo que aplazó indefinidamente el traslado. Se negaba a compartir la piedad irradiada por la imagen de la Virgen.

La Virgen del Perpetuo Socorro

Virgen del Perpetuo Socorro.

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El traslado y los milagros

Un día, una de sus hijas, de seis años de edad, estaba mirando la imagen y la Virgen se le apareció diciéndole que era necesario que la imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro fuera colocada en una iglesia y que de negarse a ello en esa casa todos morirían.

Al escuchar el relato de su hija, la señora se asustó, pero una amiga que también la oyó empezó a mofarse de la aparición tratando de persuadirla de que eso no era cierto y que debería quedarse con la imagen.

Al concluir su arenga, se empezó a sentir mal y con fuertes dolores en el pecho; arrepentida, se acercó a la ima-gen, la tocó y le rogó su perdón y ayuda.

Sanó de inmediato, por lo que em-pezó a creer fervientemente en la Vir-gen y aconsejó a su amiga que obe-deciera la misma petición. Cuando la viuda reflexionaba respecto a qué igle-sia debería llevarla, la misma Virgen le señaló a la hija que debía colocarla en la iglesia de San Mateo el Apóstol, di-rigida entonces por los agustinos. Ante su Superior, le contó todos los hechos, por lo que la pintura fue llevada a la iglesia en procesión solemne el 27 de marzo de 1499.

En el trayecto, una persona que te-nía un brazo inmóvil tocó la imagen y de inmediato recobró la movilidad.

Iglesia del Santísimo Redentor.

Detalle de las manos unidas.

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Se extiende la devoción

No había dudas, era una imagen mila-grosa, por lo que la pintura fue coloca-da sobre el altar mayor donde perma-neció casi trescientos años durante los que concedió incontables milagros y curaciones a sus fieles devotos.

En 1798, las tropas francesas arrasa-ron con el templo y la imagen desapa-reció durante casi 78 años. Un anciano fraile agustino, llamado Fray Agustín Orsetti, conocía la tradición y el secre-to de la imagen. Se lo confió a un mo-naguillo de la iglesia: “Miguelito, no lo olvides nunca, ésta es la Madonna de San Mateo, era muy milagrosa, cierto, cierto, no lo olvides”.

En la actualidad, la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se ha difundido por todo el mundo. Se

construyeron iglesias y santuarios en su honor y la imagen original se encuentra en una pequeña iglesia del Santísimo Redentor en Roma, cercana a Santa María la Mayor.

Principales características de la imagen

El icono de la Virgen está pintado sobre madera, de 41.5 x 53 cm; muestra a la Madre con el Niño Jesús y en una placa describe así:

El cuadro es de una ternura extraordinaria; el niño, asustado al ver a

un ángel que sostiene la lanza y la caña con la esponja y a otro ángel con

la cruz, que le anuncia su pasión y muerte, se refugia en su Madre agarrándose del

pulgar de su mano.

Los Arcángeles Gabriel y Miguel aparecen representados sólo con su inscripción griega en

abreviatura a los costados de la Virgen.

El Arcángel Miguel aparece en la imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro como mensajero

del niño Jesús, anunciándole, junto con Gabriel, la pasión que sufrirá en el futuro.

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Como consecuencia del impacto de la escena, al Niño se le ha caído una sandalia.

La Virgen, que lo ha presagiado todo en su corazón, nos muestra una mirada, la

más humana, triste y tierna que hayamos podido apreciar.

Con otras palabras, el cuadro nos re-mite a la maternidad divina de la Vir-gen y su preocupación por Jesús desde su concepción hasta su muerte. Por eso hoy la Virgen cuida y se preocu-pa por todos sus hijos que acuden a ella. Se dice que la imagen podría ser una copia de un cuadro pintado por el mismo San Lucas, que se veneró en Constantinopla durante algunos siglos, y que fue destruida en 1453 por los turcos cuando capturaron la ciudad. Se pintó en un estilo plano característico de iconos.

Las tres estrellas sobre la cabeza y los hombros de María santísima indi-can su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto. Cuan-do el cuadro fue pintado no se acos-tumbraba pintar aureolas, por lo que

está redondeada la cabeza y el velo de la Madre para indicar su santidad, los halos y coronas doradas también fueron incorporados años después; en realidad los detalles de la imagen son varios, como el pintar las letras de identificación de cada participante hasta la sandalia colgada del pie del Niño; además, el pequeño Jesús tiene una expresión de temor.

Para el año de 1866 la imagen se retocó y se le agregó una cruz al lado de la estrella que está en la frente de la Virgen. Por último, al año siguiente fue coronada canónicamente, por lo que se incorporaron las coronas de oro y piedras preciosas sobre la cabeza de la Virgen y del Niño.

Todas las letras son griegas:MrOY = MADRE DE DIOSOrM = EL ARCÁNGEL MIGUEL (sostiene la lanza y la caña con la esponja empapada de vinagre, instrumentos de la pasión de Cristo.)OrT = EL ARCÁNGEL GABRIEL (sostiene la cruz y los clavos.)IC XC = JESÚS CRISTOowu = El QUE ES

Virgen del Perpetuo Socorro en el exterior de la Estación Estadio, cerca del campo deportivo

del Área Metropolitana de Medellín.

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Juan Pablo II y la Virgen del Perpetuo Socorro

En junio de 1991, el Sumo Pontífice, al concluir la celebración religiosa de los 125 años de culto público a la Virgen del Perpetuo Socorro en la iglesia de San Alfonso en Roma, señaló:

Recuerdo que en la última guerra, durante el periodo de la ocupación nazi

de Polonia y siendo yo obrero en una fábrica de Cracovia, me paraba siempre

en una iglesia, precisamente la de los redentoristas, que se encontraba en mi camino de regreso de la fábrica a casa.

En aquella iglesia había una imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro. ¡Cuántas

veces me detuve ante dicha imagen!, y no sólo porque me caía de paso, sino

también porque la encontraba muy bella. Aun después de ser Obispo y Cardenal

de Cracovia volví a visitar dicha iglesia. Prediqué en ella muchas veces y también

en ella administré sacramentos, sobre todo el de la confirmación. Se comprende

fácilmente, pues, que el venir hoy aquí me resulte como si hiciese un viaje hacia mi

pasado, hacia mi juventud.

Adoración en México

En México, la Virgen del Perpetuo So-corro es reconocida por la mayor parte de los feligreses, pero a diferencia de otras advocaciones, no existe un lugar que destaque sobre otros en su venera-ción, aunque sí hay algunos donde su adoración es más intensa. Es el caso de Uruapan en Michoacán, donde la de-voción a Nuestra Señora del Perpetuo

Socorro llegó con las misiones em-prendidas por los Padres Redentoristas, en la Parroquia de San Francisco y en el templo de la Inmaculada, donde se instauró el culto a través de la Archico-fradía de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que acogió a gran cantidad de fieles. Además, el pintor Rafael Gallegos fue el encargado de pintar la imagen del Perpetuo Socorro en varias iglesias de la ciudad.

Los festejos

La fiesta se celebra durante 9 días, del 18 al 26 junio, y el 27 se le cantan las mañanitas a la Virgen y se realiza una procesión con la imagen de María del Perpetuo Socorro. Por la noche, para finalizar la conmemoración, se queman castillos de pólvora, además de varios toritos y otros juegos pirotécnicos.

Altar a la Virgen del Perpetuo Socorro.

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Adoración en San Luis Potosí y en Nayarit

En la ciudad de San Luis Potosí, los re-dentoristas y los religiosos del poblado han impulsado un ferviente culto a la santa imagen de la Virgen del Socorro. Se festeja todos los 27 de junio en su parroquia, con distintos actos religio-sos y la quema de fuegos artificiales al finalizar la jornada. En Playa del Rincón de Guayabitos, en el estado de Nayarit, sucede también algo similar: la fies-ta en homenaje a la santa patrona del lugar se realiza con una peregrinación por todo el poblado con la imagen de la Virgen. La Divina imagen es acom-pañada por música, cohetes, carros alegóricos y danzantes, hasta llegar a la iglesia, en la que se oficia una misa.

Al terminar el día se realiza la tradi-cional quema del torito y de un castillo.

La Virgen en Zacapu

Otro sitio en donde se arraigó la tra-dición de festejar a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es Zacapu, Mi-choacán, en donde se acostumbra colocar un adorno floral en el interior del templo al que asisten guares y varo-nes purépechas vestidos con sus trajes típicos. Durante el Novenario, los za-capenses rezan rosarios por las calles organizados por los diferentes grupos parroquiales o en las peregrinaciones de los diversos barrios; el día 27, muy temprano, se cantan las clásicas ma-ñanitas a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Ya por la tarde de ese día, se presenta una procesión con la bendi-

ta imagen y las guarecitas, quienes al final pero ya dentro de la kermés, con el clásico castillo y la música de banda, salen con su típica danza, girando sobre sí, pero principalmente dando siempre el rostro hacia el altar interior, como no queriendo despedirse de la Virgen.

Interior de la capilla de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Valle de Bravo.

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El regalo de un Rey

este estado el rey de España, Felipe II, le obsequió una ima-gen de la Virgen María en 1577,

como una muestra de agradecimiento a la riqueza generada por las minas de ese lugar; se dice que es la imagen de mayor antigüedad llegada a tierras americanas, pues su origen se remonta hasta la primera década del año 700. Su primer templo en Guanajuato, donde fue coronada como Patrona, fue inau- gurado en 1696, y era la “Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato”; su construcción inició en 1671 y fue con-cluida 25 años más tarde, patrocinada por los mineros de la zona. No fue sino hasta 1957 que fue elevada al rango de Basílica.

Características de la Virgen

La escultura original mide alrededor de 1.15 m, está elaborada posiblemente en cedro y en su brazo izquierdo carga la imagen del niño Jesús; en la dere-cha sostiene una rosa. La imagen en sí misma es una verdadera obra de arte. Su vestido es blanco y lleva una capa en azul; ambas prendas están con borda-dos de oro; tiene una gran corona de oro de 23 kilates de casi tres kilos de peso; además, porta varias piedras

preciosas y multitud de perlas con un rico horizonte. El pedestal donde des-cansa es de plata ricamente cincelada con un acabado dorado y tiene una me-dia luna; el niño también lleva una coro-na de oro y un traje de seda blanco con bordados en hilos del mismo metal precioso.

Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato.

Nuestra Señora de Guanajuato

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Un milagro

La gran riqueza material de la escul-tura atrajo como consecuencia dis-tintos atentados en su contra. Uno de ellos refiere que los amantes de lo aje-no llegaron dispuestos a robar lo que más pudieran, golpearon con fuerza los cristales que protegen la imagen e hicieron tal ruido que despertaron al sacristán, quien se enfrentó como pudo a los maleantes. La sorpresa hizo que éstos huyeran, no sin antes acuchillar de muerte al sacristán, que sin embar-go, milagrosamente recuperó la vida y su salud, hecho que todos atribuyen

como uno más de los milagros de Nues-tra Señora de Guanajuato.

Una celebración diferente

Los guanajuatenses le rinden pleitesía a la Virgen mediante iluminaciones que duran por lo regular la última semana de noviembre de cada año y que dado el crecimiento de la ciudad año tras año son más. Inician en la Calzada de Guadalupe y día a día va recorriendo la peregrinación, junto a la escultura de la Virgen, diversos sitios como Tamazuca, Tepetapa o Mexiamora, en donde hay verbena popular para concluir con una gran fiesta el último domingo de mes en la Plaza de la Paz, frente a la Basílica de Nuestra Señora de Guanajuato. La celebración oficial de la Virgen de Gua-najuato tiene fecha variable, pero tal vez el 8 de septiembre sea el día y mes en que más se celebra.

Un milagro recurrente

En tres diferentes años, la sequía hizo peligrar las cosechas de los campesinos y hacendados. La demanda para que ocurriera un milagro no se hizo esperar y en esas tres ocasiones se decidió sacar a la Virgen del templo para llevarla en procesión por diversas localidades de Guanajuato. La respuesta siempre ha sido rápida y la lluvia ha hecho su apa-rición, por lo que la escultura estuvo resguardada por los franciscanos, los felipenses y los dieguinos para prote-gerla de los tremendos aguaceros que caían tras su salida del templo.Interior de la Basílica de Guanajuato.

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Una Virgen en Yucatán

esde antes de la llegada de los españoles ya los mayas en Yucatán idolatraban al dios

espíritu Hunab Ku y utilizaban una cruz con el fin de simbolizar su “árbol de la vida”. Además, practicaban una espe- cie de renacimiento y continuidad espiritual después de la muerte con la práctica de un ritual semejante al bau-tismo. Por estos motivos, la incorpo-ración del cristianismo en la península aparentemente no tuvo un enfrenta-miento brutal con los indígenas mayas, como sí se presentó en otros sitios.

En marzo de 1519, Cortés llegó a Yu-catán. Uno de sus primeros actos con-sistió precisamente en llevar un pedes-tal con una imagen de la Virgen María.

En 1553, Izamal –“Rocío del cielo”–, era una de las ciudades mayas más antiguas y junto con Chichén-Itzá y Cozumel, centro ritual y de peregrina-ciones, de ahí que Fray Diego de Landa mandara construir sobre el templo del dios Hunab Ku, y el templo llamado Papp Hol Chac –Casa de las Cabezas y Relámpagos–, al igual que en Tenoch- titlan, un convento y una iglesia con la piedra de otra de las pirámides del lugar, bajo la advocación de la Inmacu-lada Concepción de María. De Izamal el español viajó a Guatemala para encar-gar la elaboración de dos estatuas igua-

les de la Virgen, una para Izamal y otra para Mérida. Además, debemos apun-tar que Landa es el responsable del auto de fe de Maní, que no fue otra cosa que mandar a quemar los códices y destruir todo lo relativo a la religiosidad maya anterior a la conquista.

Convento de Izamal.

Nuestra Señora de Izamal

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Características de la imagen

La estatua fue realizada por el francis-cano Fray Juan de Aguirre en madera labrada y estofada. Mide alrededor de 1.15 m. Lleva las manos juntas a la altu-ra del pecho; la base o el trono sobre el que se encuentra es de plata martillada, lo mismo que la base sobre la que se monta para las procesiones; a esa mis-

ma altura hay una media luna rematada con estrellas que rebasan sus extremos laterales; lleva joyas que fueron dona-das por sus fieles seguidores; sobre su cabeza tiene una corona dorada y, por lo regular, su vestido y capa son blan-cos, y representan la pureza.

Es preciso aclarar que así estaba la estatua original, pues la primigenia debió ser reemplazada por la de Mérida en 1829, donada por María Narcisa de la Cámara, quien hasta ese momento era la propietaria y que, como se recordará, era similar. Esto se debió a que un gran incendio provocado por las veladoras de los fieles quemó por completo la es-tatua original el día 16 de abril de 1829.

Características del templo

El templo es considerado como uno de los más grandes de Latinoamérica junto con el Convento de San Antonio de Padua, pues tiene una superficie cerca-na a los ocho mil metros cuadrados; se accede a él desde cualquiera de las tres rampas: norte, sur y oeste, y fue termi-nado en el año 1561. El genial arquitec-to de este edificio religioso fue fray Juan de Mérida. En la fachada predomina un estilo plateresco que se combina con rasgos moriscos. En su parte superior posee dos niveles; en el primero de ellos se observa una espadaña con tres claros que fungen como campanarios siendo el central el mayor; arriba hay nuevamente un claro rematado con una cruz. El interior contiene una sola nave con bóvedas de cañón y lacería que adorna el presbiterio donde se ubi-ca la estatua de la Virgen de Izamal.

Monasterio franciscano de Izamal, en Yucatán.

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L a p r e s e n c i a d e l a V i r g e n e n M é x i c o

Milagros trascendentes

El padre franciscano Francisco de Flo-rencia narró, en 1775, que al ser tras-ladadas las estatuas desde Guatemala, a los indígenas que las cargaban junto con Fray Diego de Landa, les tomó por sorpresa la llegada de lluvias; sin em-bargo “…jamás cayó gota de agua sobre el cajón ni sobre los indios que lo lle-vaban ni a los que iban a algunos pasos alrededor de ellos. Lo cual observaron todos con grande admiración y se ofre-cían gustosos a sustituir unos por otros en aquella carga, que era de Dios tan favorecida…”.

Florencia también escribe acerca de que en 1648, ante una fuerte epidemia de peste en Mérida, la estatua fue lle-vada allá con el fin de que obrara ante Dios para acabar con dicha epidemia. De los regalos que recibió como premio por el milagro concedido apunta que: “…Y de su producto se hizo el dicho trono de plata de martillo, con sus an-das también de plata en las cuales sale en procesión el día de la Purísima Con-cepción…”.

Festividades

Son tres los principales festejos que la comunidad izamaleña ofrece a su pa-trona, que además también lo es de to-dos los yucatecos, pues el 31 de mayo, o el fin de semana más próximo, se rea-liza la peregrinación de la arquidiócesis de Yucatán. La segunda se presenta cuando se cumple el aniversario de la coronación pontificia que se realizó el 22 de agosto de 1949 y que se refrendó

en 1993, cuando el Papa Juan Pablo II vino a esta tierra y ofreció una magna misa en el extenso atrio exterior del templo de la Purísima Concepción y del Convento de San Antonio de Padua. Un hecho significativo de la ocasión resul-ta que la comunidad de Izamal pinta sus fachadas de amarillo y blanco como símbolos del maíz y del pozole, y que esos mismos colores sean los oficiales de Ciudad del Vaticano. Finalmente, la tercera gran fiesta se realiza del 1° al 8 de diciembre cuando se celebra a la Virgen de Izamal como advocación de la Virgen de la Purísima Concepción.

Fachada del Santuario de Nuestra Señora de Izamal.

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Discurso del Papa Juan Pablo II

El día 11 de agosto de 1993, el Papa Juan Pablo II dirigió estas palabras a la fer-vorosa multitud que se congregó en el atrio principal del Santuario de Nuestra Señora de Izamal:

Amadísimos hermanos y hermanas, representantes de los pueblos indígenas del continente americano:1. Siento un gran gozo por estar hoy con vosotros en Yucatán, espléndido exponente de la civilización maya, para tener este encuentro tan deseado por mí, con el que quiero rendir homenaje a los pueblos indígenas de América.Era mi deseo haber reali-zado esta peregrinación a uno de los lugares más representativos de la gloriosa cultura maya, en octubre del año pasado, como mo-mento relevante de la conmemoración del V Centenario de la llegada del Evangelio al Nuevo Mundo. Hoy aquel vivo anhelo se hace reali-dad y doy fervientes gracias a Dios, rico en misericordia, que me permite compartir esta jornada con los

descendientes de los hombres y mujeres que poblaban este continente cuando la Cruz de Cristo fue plantada aquel 12 de octubre de 1492.2. A vosotros, queridos hermanos y her-manas que habéis acudido a esta cita en

Izamal, presento, pues, mi saludo lle-no de afecto junto con mi palabra de aliento. Pero mi mensaje de hoy no

se dirige sólo a los aquí presentes, sino que va más allá de los con-

fines geográficos de Yucatán para abrazar a todas las co-munidades, etnias y pueblos indígenas de América: desde

la península de Alaska hasta la Tierra del Fuego [...][…] Al veros, queridos hermanos y hermanas, mi corazón se ele-va en acción de gracias a Dios por el don de la fe que, como gran tesoro cultivaron vuestros

antepasados, y que vosotros tratáis de encarnar.[…] Me vienen a los labios las palabras de Jesús: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios y pruden-tes y se las has revelado a los pequeños” (Mt 11, 25). Esta plegaria de Cristo resuena hoy con eco par-ticular en Izamal, porque a los sencillos de corazón quiso Dios manifestar las riquezas de su Reino…”.

Monumento al Papa Juan Pablo II en Izamal.

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“ ”Ya has oído, hijo mío, el menor, mi aliento,

mi palabra; anda, haz lo que esté de tu parte.

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