el lugar de nietzsche

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∆αι ´μων. Revista de Filosofía, nº 40, 2007, 29-44 El lugar de Nietzsche en el pensamiento moderno DAVID PUCHE DÍAZ* Fecha de recepción: 6 septiembre 2005. Fecha de aceptación: 4 julio 2006. * C/. Fuerte, 3, 3º A, 06003-Badajoz. E-mail: [email protected] . Autor, entre otros, de “Hacia un nuevo sentido de la objetividad”, en Estudios filosóficos (2003), vol. LII, nº 151; y “Los límites del reconocimiento”, en Miscelánea Comillas (2004), vol. LXII, nº 120. Resumen: Pretendemos con estas páginas contri- buir al debate en torno al papel que hay que adju- dicar a Nietzsche en el marco del pensamiento moderno (y, más aún, en el contemporáneo), a tra- vés de una adecuada aproximación al sentido de la voluntad de poder. Es decir, si ésta es una estruc- tura de dominación o si, por el contrario, posee un significado emancipatorio. Para ello haremos una reconstrucción histórica de las principales opinio- nes al respecto y después introduciremos en ellas elementos de crítica, mostrando la actualidad y suma riqueza filosófica de la cuestión, así como su gran relevancia en cuanto a hacernos cargo correctamente de nuestra condición técnica y de las implicaciones políticas de ésta. Palabras clave: Voluntad de poder, Nihilismo, Técnica, Arte, Modernidad. Abstract: We try to contribute with this paper to the debate on Nietzsche’s role in the modern thought (and above all in the contemporary thought) through an appropriate approximation to the sense of the will to power. All this around the question on its dominating or emancipating cha- racter. We’ll make therefore a historical recons- truction of the main opinions on this matter to introduce critical elements, showing the present and big philosophical richness of the issue, as well as its importance with regard to the correct understanding of our technical condition and its political implications. Key Words: Will to Power, Nihilism, Technique, Art, Modernity. Determinar el auténtico sentido (dominador o liberador) de la voluntad de poder: éste ha sido, tal vez, el trasfondo del debate que la crítica ha mantenido acerca de Nietzsche durante algo más de un siglo. Podría dividirse a los intérpretes de Nietzsche, en efecto, entre aquellos que consideran exclu- sivamente dominador el carácter al que apunta su reflexión en torno a la voluntad (considerándolo en algunas ocasiones, como consecuencia de ello, consumador de aquello que sería el proyecto último de la cultura occidental), y aquellos que encuentran en ésta el camino hacia la liberación del hombre de la violencia teológico-metafísica que ha regido la historia de occidente, con lo cual Nietzsche estaría anticipando la llegada de una nueva época. Para los primeros, esa liberación que produce el nihilismo, al descubrir que no hay una consistencia inmutable del mundo, conduce a la autoimposi- ción incondicionada de una voluntad dominadora; para los segundos, el pensamiento nietzscheano es un pensamiento de la libertad radical. Lo cierto es que, aunque no falten ambigüedades al respecto en el texto de Nietzsche, esta segunda forma de entender su pensamiento es más factible, por las razones que intentaremos mostrar

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  • . Revista de Filosofa, n 40, 2007, 29-44

    El lugar de Nietzsche en el pensamiento moderno

    DAVID PUCHE DAZ*

    Fecha de recepcin: 6 septiembre 2005. Fecha de aceptacin: 4 julio 2006.* C/. Fuerte, 3, 3 A, 06003-Badajoz. E-mail: [email protected]. Autor, entre otros, de Hacia un nuevo sentido de

    la objetividad, en Estudios filosficos (2003), vol. LII, n 151; y Los lmites del reconocimiento, en MiscelneaComillas (2004), vol. LXII, n 120.

    Resumen: Pretendemos con estas pginas contri-buir al debate en torno al papel que hay que adju-dicar a Nietzsche en el marco del pensamientomoderno (y, ms an, en el contemporneo), a tra-vs de una adecuada aproximacin al sentido de lavoluntad de poder. Es decir, si sta es una estruc-tura de dominacin o si, por el contrario, posee unsignificado emancipatorio. Para ello haremos unareconstruccin histrica de las principales opinio-nes al respecto y despus introduciremos en ellaselementos de crtica, mostrando la actualidad ysuma riqueza filosfica de la cuestin, as comosu gran relevancia en cuanto a hacernos cargocorrectamente de nuestra condicin tcnica y delas implicaciones polticas de sta. Palabras clave: Voluntad de poder, Nihilismo,Tcnica, Arte, Modernidad.

    Abstract: We try to contribute with this paper tothe debate on Nietzsches role in the modernthought (and above all in the contemporarythought) through an appropriate approximation tothe sense of the will to power. All this around thequestion on its dominating or emancipating cha-racter. Well make therefore a historical recons-truction of the main opinions on this matter tointroduce critical elements, showing the presentand big philosophical richness of the issue, as wellas its importance with regard to the correctunderstanding of our technical condition and itspolitical implications.Key Words: Will to Power, Nihilism, Technique,Art, Modernity.

    Determinar el autntico sentido (dominador o liberador) de la voluntad de poder: ste ha sido, talvez, el trasfondo del debate que la crtica ha mantenido acerca de Nietzsche durante algo ms de unsiglo. Podra dividirse a los intrpretes de Nietzsche, en efecto, entre aquellos que consideran exclu-sivamente dominador el carcter al que apunta su reflexin en torno a la voluntad (considerndolo enalgunas ocasiones, como consecuencia de ello, consumador de aquello que sera el proyecto ltimode la cultura occidental), y aquellos que encuentran en sta el camino hacia la liberacin del hombrede la violencia teolgico-metafsica que ha regido la historia de occidente, con lo cual Nietzscheestara anticipando la llegada de una nueva poca. Para los primeros, esa liberacin que produce elnihilismo, al descubrir que no hay una consistencia inmutable del mundo, conduce a la autoimposi-cin incondicionada de una voluntad dominadora; para los segundos, el pensamiento nietzscheano esun pensamiento de la libertad radical.

    Lo cierto es que, aunque no falten ambigedades al respecto en el texto de Nietzsche, estasegunda forma de entender su pensamiento es ms factible, por las razones que intentaremos mostrar

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    1 En lo sucesivo, todas las referencias al texto de Nietzsche remitirn a la edicin crtica de su obra (NIETZSCHE, F. W.;Smtliche Werke. Kritische Studienausgabe [KSA] in 15 Bnden, Berlin: Walter de Gruyter, Neuausgabe 1999), segn elformato y las abreviaturas establecidos por los editores Colli y Montinari. La traduccin ofrecida del texto es propia.

    2 En torno a esta cuestin reflexiona Blumenberg, quien seala el ambiguo papel en la modernidad de Nietzsche, que serapor un lado su ltimo gran fundamentador, pero, en la misma medida, adelantara una poca y una forma de pensar pos-teriores. As, el hombre nietzscheano sera eminentemente moderno, por cuanto construye su mundo por s mismo. Sinembargo, en la misma medida, debe liberarse de todo aquello que se lo impida; el ideal de autonoma se ve absolutamenteradicalizado. La ciencia se muestra como elemento destructor del mundo teolgico-metafsico premoderno, con el fin depreparar el espacio de juego de creacin y la libertad que reclama el nuevo hombre; pero slo como eso, pues el sabertendra slo un sentido negativo, contra lo medieval: el positivo lo tendra el arte, frente a la ciencia. La filosofa ya notendra como fin fundamentar el saber, sino ponerle lmites, en funcin de su tarea de favorecer la vida en las circuns-tancias dadas. La voluntad de poder expresara cmo la vida ha de ir ms all, incluso, del principio de conservacin quela modernidad pone como principio fundamental de lo ente y que sostiene asimismo su tica burguesa. Cf. BLUMEN-BERG, H.; Die Legitimitt der Neuzeit, Frankfurt am Main: Suhrkamp, 1999; esp. II, II.

    a continuacin. El fenmeno fundamental de la poca de Nietzsche (de nuestra poca, a fin de cuen-tas) es el nihilismo; en torno a l y a su superacin (a travs de una profundizacin en su esencia, yno de un rodeo que lo evite, como si no nos hubiera tocado vivirlo) gira todo su pensamiento. Peroel nihilismo trae esto consigo: los valores y su cambio estn en relacin con el crecimiento de poderdel que valora. La medida del descreimiento [Unglauben] de la libertad del espritu tolerada comoexpresin del crecimiento de poder. Nihilismo como ideal de la ms alta potenciacin del esp-ritu, de la vida ms entregada: en parte destructiva y en parte irnica (Nachlass 1885-1887, KSA12, 9 [39])1. As pues, ese crecimiento de poder, ese carcter destructivo, en qu sentido deben serentendidos? Lo que se juega con esta cuestin es, pues, la pertenencia de Nietzsche a la modernidado su superacin2.

    1. Reconstruccin histrica del problema

    Desde muy pronto Nietzsche atrajo la atencin por la vinculacin, en su pensamiento, entremetafsica y poltica. Enseguida fue considerado un pensador de la subjetividad moderna (y bur-guesa) exacerbada que, en la poca de su triunfo total, se expresa como voluntad de poder. Lecturasde diversas procedencias estuvieron de acuerdo en esto, fuera que hicieran con ello de Nietzsche unavaloracin positiva o negativa. Entre las primeras, por ejemplo, las lecturas de corte fascistoide de laprimera mitad del siglo XX, de la mano de idelogos del nazismo. Destaca especialmente, en estesentido, A. Bumler, quien consider a Nietzsche como figura destacada del pensamiento irracio-nalista con el que la modernidad llegara a su cumplimiento, en cuanto autoposicin absoluta de unsujeto histrico que puede, al fin, desprenderse de toda forma de justificacin ideolgico-metafsicapara el dominio sin coartadas del mundo. Lecturas como esta encontraron en Nietzsche a un repre-sentante eminente del espritu alemn y de la pequeo-burguesa ascendente, cuya expresin con-ceptual fundamental se cifrara en la voluntad de poder, frente a las grandes construccionesespeculativas anteriores. Como consecuencia, el superhombre recibi entonces unas resonancias debestia rubia (el propio Nietzsche, todo hay que decirlo, contribuy no poco a esta imagen) de lasque an no ha sido plenamente liberado.

    Estas lecturas fueron luego retomadas por pensadores marxistas, como Lukcs, aunque, eviden-temente, con una valoracin negativa. Lukcs enmarca a Nietzsche dentro del brusco viraje de laideologa burguesa a partir de los aos 70 del siglo XIX, por el cual su cultura y su filosofa, quehasta entonces luchaban contra el sistema feudal-absolutista, cambian su objetivo por los movi-mientos socialistas, una vez consolidado el Estado moderno. En esta poca los intelectuales burgue-

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    ses alcanzan su mayor grado de vehemencia, al sentir su clase amenazada por las corrientes revolu-cionarias; como moralista y filsofo de la cultura, Nietzsche se da cuenta de la decadencia de suclase y busca un saneamiento de ella que, sin embargo, deje intactos sus privilegios. ConsideraLukcs que Nietzsche realiza una apologa indirecta del imperialismo, que bajo un gesto antiburgusllama, en realidad, a la burguesa a su autoimposicin ms brutal3. Su tica, frente a las universalis-tas de corte ilustrado anteriores, que buscaban fundamentar un nuevo ordenamiento racional de lasociedad, sera la de una clase ya dominante, la burguesa, a la que habra que reafirmar a toda costaante el alzamiento del proletariado y ante su propia tendencia hacia la decadencia4. La muerte deDios tendra el sentido negativo de afirmar que todo es lcito, que no hay un orden de las cosasms all del que la voluntad pueda imponer en cada caso, lo que conducira a un estado de naturalezaque no hace sino justificar la barbarie5. Sustituye as el mito heredado de Dios por elaboracionesmticas propias del fascismo, que intentan justificar pseudocientficamente su visin burguesa delmundo. De esta forma, el eterno retorno, al que conduce la aceptacin de la muerte de Dios, sera lasantificacin de un determinado presente, el suyo, el de la burguesa decimonnica, tras el cual noquiere que aparezca nada nuevo6.

    En un intento por desnazificar el pensamiento nietzscheano, dndole un calado profundamenteontolgico, aparecieron lecturas como las de Lwith o Heidegger, en respuesta, sobre todo, a la deBumler. La lectura de Heidegger, sin duda la que ms ha marcado las posteriores interpretacionesdel pensamiento nietzscheano, pretende alejar a Nietzsche de ese pensamiento de la barbarie7.Pero, paradjicamente, y esto es algo que tal vez no es suficientemente advertido por la crtica, loreconduce una y otra vez al fundamento terico sobre el que esas lecturas se sostienen en realidad.En efecto, Heidegger radicaliza el planteamiento de Lwith, afirmando que Nietzsche pertenece,indiscutiblemente, a la tradicin metafsica occidental (es decir, que toda la obra nietzscheana es unareflexin en torno al ser), pero adems, en cuanto consumador suyo: con el pensamiento de Nietzs-che las posibilidades histricas de despliegue de la metafsica, entendida como olvido de la verdaddel ser (altheia) en favor de la verdad del ente y sus fundamentos ltimos (onto-teo-loga), llegarana su fin. Nietzsche caera dentro de la tradicin a la que da cumplimiento, y por tanto final, siendo,a su pesar, el ltimo de los grandes metafsicos. Heidegger considera que con la filosofa de Nietzs-che se consuma la moderna metafsica de la subjetividad8; sera, as pues, el pensamiento de unasubjetividad que se autoafirma radicalmente en su empeo de dominio incondicionado de la totali-dad de lo ente, por lo cual se pone a s misma como fundamento del cual obtener toda indicacin ymedida. Slo de este modo el hombre moderno halla la forma de darse a s mismo la libertad: domi-nando. Por ello la esencia de la modernidad (que no es en realidad sino la explicitacin del proyecto

    3 Cf. LUKCS, G.; El asalto a la razn, Barcelona: Grijalbo, 1968; pg. 259.4 Ibd., pg. 288.5 Ibd., pg. 294.6 Ibd., pg. 308. De ah la advertencia que lanza Lukcs: Muchos intrpretes de Nietzsche se afanan, precisamente en

    estos tiempos, por atenuar y hasta por eliminar de sus obras todas sus tendencias al renacimiento de la barbarie, a la glo-rificacin del terror blanco y a la afirmacin moral de la crueldad y la bestialidad (ibd., pg. 283).

    7 El camino del ir-ms-all del hombre cual ha sido hasta ahora, lo designa Nietzsche con el nombre de superhombre,tantas veces mal interpretado y objeto de tantos abusos. [...] Para el superhombre precisamente queda caduco lo desme-dido, lo meramente cuantitativo, la continuidad impertrrita del progreso. [...] El superhombre no se presenta tampoco enmasa ni de cualquier manera, sino slo cuando se haya establecido un orden jerrquico. Cf. HEIDEGGER, M.; Qusignifica pensar?, Buenos Aires: Nova, 1972; pg. 70.

    8 Cf. HEIDEGGER, M.; La frase de Nietzsche Dios ha muerto, en Caminos de bosque, Madrid: Alianza, 1998;pg. 178.

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    filosfico occidental) es la determinacin de lo que hay en trminos de voluntad de poder. Una vezreconocido esto, no hay vuelta atrs para la metafsica. Nietzsche le dara a este definitivo modometafsico de comprensin del ser su forma conceptual: en su pretensin de absolutizarse, la volun-tad de poder, que, al igual que Schelling, Nietzsche tendra por carcter fundamental (essentia) delente en su totalidad, retornara eternamente, lo abarcara todo; el retorno sera el modo de darse(exsistentia) del ser en la poca de la consumacin de la metafsica.

    La voluntad de poder, por tanto, nos dice qu es el ente en cuanto totalidad, mientras que eleterno retorno nos dice cmo es. La voluntad de poder lo sera todo. Pero en cuanto pensamiento dela totalidad del ente que ya no deja nada fuera de s, y que afirma la propia voluntad como carcterde ese todo emplazado, el pensamiento nietzscheano no podra salir del primado metafsico de lapresencia (en ltima instancia, de lo dominable); consumara as el olvido del ser (de la diferenciaontolgica), olvido que marca el carcter de la historia de occidente y cuya expresin ms propia esel nihilismo. La pretendida superacin nietzscheana del nihilismo no sera, por tanto, sino su formams radical. Nietzsche sera nihilista, segn Heidegger, en sentido propio, en cuanto olvida el sercomo mbito fundamental de proveniencia, entregndose a la ordenacin de lo ntico desde lontico mismo. Cuando esa ordenacin es total, el olvido deviene asimismo total. As, la esencia delnihilismo es la historia en la que del ser mismo no hay nada9. De esta forma, el hombre modernopierde de vista el horizonte histrico-destinal del ser para caer en el eterno presente del crculo delemplazamiento a la naturaleza; la produccin, que Heidegger llama maquinacin [Machenschaft],se revela como carcter fundamental de nuestro mundo actual10. La tcnica, cuya esencia, inadverti-damente, se habra ido perfilando desde Descartes hasta Nietzsche, aparece propiamente como laforma metafsica (la instancia que determina lo que es y las propiedades reales de lo que es) denuestro tiempo, que ya ni siquiera se reconoce como tal. Llegado a su extremo, el ms grave riesgoal que conduce este nihilista olvido del ser es, precisamente, la borradura de la historia, la detencinde sta en el crculo de la produccin. El eterno retorno es el pensamiento de la omnitud dominaday puesta de una vez por todas al servicio del hombre moderno, que asegura as su papel como hupo-kemenon. Nietzsche, as pues, no slo no sera un irracionalista, sino que sostendra un ultrarra-cionalismo que sera consumacin del destino histrico de occidente en cuanto dominio sobre el entey olvido del ser, alcanzando su forma ms alta como voluntad que se quiere a s misma, comovoluntad de voluntad11; por ella el hombre se impone a s mismo como medida incondicionada deltodo y puede al fin prescindir del uso explcito, discursivo, de nociones metafsicas tradicionales(ser, verdad, fundamento, etc.), que ya no son necesarias, en la era de la tcnica, para asegurar eldominio sobre la phsis.

    9 Cf. HEIDEGGER, M.; Nietzsche, Barcelona: Destino, 2000; vol. II, pg. 276.10 La entidad como factualidad [Machsamkeit] sigue sometida al ser, que se ha desprendido y entregado al hacerse a s por

    medio del clculo y a la factibilidad del ente que le es conforme por medio de la planificacin e institucin incondicio-nada. A la preponderancia del ser en esta figura esencial la llamamos la maquinacin. Ibd., pg. 22.

    11 Heidegger afirma que el aseguramiento de lo consistente por la planificacin y la representacin (por medio del poder),segn la doctrina de Nietzsche es igualmente esencial para la vida que la intensificacin y la elevacin. [...] De ah quelo propio de la voluntad de poder sea el dominio incondicionado de la razn calculadora y no las brumas y la confusinde un turbio bucear en la vida (cf. HEIDEGGER, M.; Superacin de la metafsica, en Conferencias y artculos, Bar-celona: Serbal, 1994; pgs. 72-3). Cuando ese movimiento se hace explcito, la propia voluntad deviene, segn Heideg-ger, de forma consciente, criterio y medida del pensar mismo. A esa forma incondicionada de la subjetividad, que ponelas condiciones para el establecimiento de la verdad, Heidegger la llama voluntad de voluntad (ibd., pg. 80).

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    2. Nietzsche y la esencia de la modernidad

    Pero contra esta lectura del pensamiento de Nietzsche, cabe quiz objetar que no es del todojusta. Pues un recorrido desinteresado por l (y no es este el momento de abordar la proximidadesencial de ambos autores) lleva a la conclusin de que este dominio incondicionado sobre la totali-dad, de cara a su aseguramiento, no sera ni mucho menos su propsito12. Ms bien todo lo contra-rio. No puede considerarse la filosofa nietzscheana como una filosofa de la subjetividad (comoafirma Heidegger) que pretende fundamentar la totalidad del ente, en cuanto dispuesta para su domi-nio, a partir de la voluntad de poder; lo cual sera la esencia ms ntima de la tcnica moderna13, encuanto emplazamiento [Gestell]. Porque el carcter del pensamiento nietzscheano no apunta haciauna dominacin incondicionada del todo, que asegure una vida plcida y ordenada al hombremoderno, con el fin de perpetuar su forma de vida14. Sino que apunta, de hecho, a la superacin deeste hombre moderno y de su ideal metafsico de tranquilidad conseguida a partir del conocimiento,en los mismos trminos en que, por otro lado, lo describe el propio Heidegger. As, Nietzsche afirmaque el impulso, en este terreno, de querer tener slo certezas, es un impulso religioso, y nada msuna forma solapada y slo aparentemente escptica de menesterosidad metafsica [...]. No nosson necesarias en absoluto esas certezas relativas a los horizontes ltimos para vivir de un modoplena y eficientemente humano; as como tampoco las necesita la hormiga para ser una buena hor-miga (WS 16). Nietzsche se reafirma en el carcter heimatlos de la existencia humana, apuesta poruna forma de asumir la vida que el conocimiento (tambin el procurado por la ciencia en sustitucinde las verdades ltimas de la metafsica) no puede garantizar, y que incluso amenaza con hacer pere-cer al que la emprende. El hombre debe llegar a ser un ensayador, un experimentador [Versucher].De ah la comparacin del superhombre con el nio que juega. Vattimo, en este sentido, describe alsuperhombre segn su capacidad de olvidarse a s mismo y sus intereses en lo que hace, de adoptaruna multiplicidad de puntos de vista; se de trata de que un yo, empero, que se d cuenta de quees un efecto de superficie, y que haga consistir su propia salud precisamente en este conocimiento,

    12 Sobre esta cuestin es de destacar la abundante bibliografa producida en Espaa (especialmente en la ltima dcada,tomando el relevo de franceses e italianos), en un intento de revisar crticamente el concepto de voluntad de poder y, conl, ineludiblemente, las complejas relaciones entre Nietzsche y Heidegger. Por slo citar algunos referentes fundamenta-les, tendramos las contribuciones de J. L. Vermal (La crtica de la metafsica en Nietzsche, Barcelona: Anthropos,1987), D. Snchez Meca (Nietzsche. La experiencia dionisaca del mundo, Madrid: Tecnos, 2005) o J. M. Navarro Cor-dn (Nietzsche: de la libertad del mundo, en Enciclopedia iberoamericana de filosofa, vol. 23, Madrid: Trotta, 2001).

    13 En el horizonte de la subjetividad de lo ente el hombre se alza a la subjetividad de su esencia. El hombre accede a la sub-versin. El mundo se convierte en objeto. En esta objetivacin subvertidora de todo ente, aquello que en principio debepasar a disposicin del representar y el producir, esto es, la tierra, es desplazado al centro de toda posicin y controver-sia humana. La propia tierra ya slo puede mostrarse como objeto del ataque que, en cuanto objetivacin incondicionada,se instaura en el querer del hombre. Por haber sido querida a partir de la esencia del ser, la naturaleza aparece en todaspartes como objeto de la tcnica (cf. HEIDEGGER, M.; La frase de Nietzsche Dios ha muerto, en Caminos de bos-que, cit., pg. 190). Segn Heidegger, el mundo, en Nietzsche, como filsofo moderno, cae en el horizonte de la dispo-nibilidad y se pierde como tal mundo, para pasar a ser objeto de la representacin-dominio de la subjetividad. La tierrase convierte as en mera reserva para su explotacin por parte del hombre. A continuacin ofreceremos una serie de ele-mentos de crtica de esta lectura, a travs de la explanacin del concepto nietzscheano de mundo.

    14 Heidegger afirma que con la muerte de Dios y, por tanto, con la imposicin incondicionada del hombre, se produce unatransformacin en la determinacin global de lo que hay. sta se consuma en ese aseguramiento de las existencias pormedio del cual el hombre se asegura dichas existencias materiales, corporales, psquicas y espirituales, pero slo pormor de su propia seguridad, que quiere el dominio sobre lo ente en cuanto posible elemento objetivo con el fin decorresponder al ser de lo ente, a la voluntad de poder (ibd., pg. 194). Sobre esto, vid. tambin Nietzsche, cit., vol. II,pgs. 243 ss.

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    no podra ciertamente ser un yo intensificado y potenciado, como se ha considerado a menudo alultrahombre: por el contrario, es problemtico si an se le puede llamar, en cualquier sentido,sujeto15.

    Para Nietzsche, vivir en el error, en la incertidumbre, en el juego del mundo, es seal de unasuperacin de la metafsica, entendida como el pensamiento de la calculabilidad del mundo y de laseguridad, que intenta imponer una determinada forma de vida como definitiva16. En efecto, frenteal conjunto de respuestas que proporciona el modo de pensamiento teolgico-metafsico, al contem-plar el mundo como juego se nos abre como interrogante, nos ofrece nuevas posibilidades. El juegoes una forma de interrogacin que despliega el mundo, en vez de cerrarlo. Con la fuerza de sumirada y penetracin espirituales crece la distancia e igualmente el espacio en torno al hombre: sumundo se vuelve ms profundo; se le hacen visibles estrellas siempre nuevas, enigmas e imgenessiempre nuevos. Quiz todo aquello sobre lo que el ojo del espritu ejercit su perspicacia y pene-tracin no fuera sino un pretexto para ejercitarse, una cosa de juego, algo para nios y para cabezasinfantiles (JGB 57). De esta forma se rechaza toda estructura y horizonte ltimos de la existencia enlos que situar una seguridad y un dominio proporcionados por el conocimiento. El mundo se mues-tra como apertura y, en la misma medida, se niega como totalidad emplazable.

    Nietzsche se sita as por encima de todo utilitarismo, de toda persecucin de la felicidad y laestabilidad. El ideal trgico de existencia no se conforma con esos horizontes de lo dado y apuntasiempre hacia formas ms elevadas, hacia nuevas posibilidades con las que experimentar. Su ideal,en cuanto a la voluntad, es emancipatorio, pues no conduce a la sujecin a un mundo que haya queconservar a toda costa17. Nietzsche pretende describir el itinerario, la experiencia de un hombre quese transforma junto a su mundo, que no es nada de forma previa e independiente de l; pero, frentea la ciencia de la experiencia de la conciencia hegeliana, dicho proceso no est encaminado deantemano hacia lo mejor, sino que es incertidumbre, tragedia; y en este sentido, para Nietzsche,libertad. En esta lnea se mueve, hasta cierto punto, la lectura que hace Cacciari del pensamientonietzscheano, la cual parte de los anlisis de Heidegger, pero imprimindoles sin embargo un matizpositivo, al advertir en Nietzsche una alta sensibilidad hacia las necesidades fundamentales delhombre contemporneo; sobre todo en lo tocante a una fundamentacin prctica, y no meramenteteortica, del conocimiento.

    Segn Cacciari, Nietzsche es un pensador, a su manera, introducido de lleno en la problemticade la fundamentacin epistemolgica de la ciencia; se movera, ms concretamente, a lo largo de laquiebra de la explicacin mecanicista del mundo, basada en trminos de causalidad y necesidad, los

    15 Cf. VATTIMO, G.; Introduccin a Nietzsche, Barcelona: Pennsula, 1996; pgs. 152-155.16 Sobre esta forma de entender el pensamiento nietzscheano como un hacerse cargo de la existencia, en medio de un

    mundo siempre en crisis (lo que exige la superacin continua de horizontes culturales y metafsicos dados, a partir dellema Dios ha muerto), hay que recordar la lectura existencialista de Jaspers (Nietzsche. Introduccin a la comprensinde su filosofar, Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1963). En el panorama filosfico nacional ha retomado este tipode lectura, en los ltimos aos, Remedios vila (Identidad y tragedia. Nietzsche y la fragmentacin del sujeto, Barce-lona: Crtica, 1999).

    17 Precisamente, la idea de un dominio tcnico incondicionado del mundo (tras el cual se halla el autntico sentido delimpulso a la verdad que Nietzsche tanto se preocupa por esclarecer) es lo que Nietzsche liga a la tipologa de la debi-lidad, que busca desesperadamente prolongar los medios de su existencia, y los proyecta como estructura del mundo ens. Identificar, por tanto, la filosofa nietzscheana de la voluntad de poder con esa pretensin, es comprender mal su sig-nificado. No sera, entonces, el pensamiento de Nietzsche el que ligara metafsica y violencia, sino el que pretenderasuperar ese vnculo (o al menos, hacerlo reconocer como tal). Cf. VATTIMO, G.; El sujeto y la mscara. Nietzsche y elproblema de la liberacin, Barcelona: Pennsula, 1989; pgs. 172 ss.

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    cuales, a su vez, se sostienen sobre el modelo terico de la sustancia. La forma histrica vigente dela sustancia, todava en los tiempos de Nietzsche, sera la subjetividad, que establecera el marco apriori de las relaciones fenomnicas objetivas, y por tanto, sera vlido para toda poca. Dichomarco es lo que Nietzsche pretende destruir; como recuerda Cacciari, la crtica de la idea desujeto es el punto crucial del pensamiento negativo nietzscheano18. Si bien, al comienzo,Nietzsche ira por un camino ms prximo al del positivismo de Mach19, ms tarde renunciara a lpara reivindicar el carcter interpretativo de sistemas epistemolgicos concretos; la interpretacinsera propiedad de ellos, estara sometida a unas condiciones socio-histricas, perdiendo as su carc-ter especulativo. El sujeto se disolvera en un sistema, del cual es participante. El conocimiento nopartira de ningn marco a priori, sino que sera un proceso de falsificacin (esto es, interpreta-tivo) de carcter conjetural-infinito. Pero, entonces, en qu radicara su valor? En su capacidad parasatisfacer nuestras necesidades. La verdad es una forma de organizacin del material sensible quepermite su uso20. No sera, por tanto, algo absoluto ni definitivo, sino que dependera de la volun-tad de poder. sta no es un producto conceptual del irracionalismo, sino ms bien la propia forma deresolucin de la crisis que ha llevado a l; el valor del conocimiento responde al poder que confieresobre el mundo. La lgica que llega al final de sus ilusiones acerca de lo Real es la lgica que sumi-nistra criterios y medios para crear lo real, el concepto de realidad para nosotros. El problema esel proceso de racionalizacin y no la definicin de una Ratio21. El sujeto pasa as a ser un intrpreteque acta sobre la cosa en la medida en que la interpreta. La voluntad de poder no es, entonces, unaforma de irracionalismo, subjetivismo o exaltacin romntico-tarda, sino todo lo contrario:indica la relacin conflictiva-procesual entre interpretacin y estado de hecho; cmo la interpre-tacin, por ser tal, transforma y no refleja simplemente dicho estado22. Esta es una consecuenciaineludible de aquello que mueve el pensar nietzscheano, cree Cacciari: pues una lgica a priorijams podra aplicarse. La tragedia del sujeto consiste, precisamente, en que para poder debe liqui-dar su propia autonoma, incluso su propia libertad; debe renunciar al significado pleno y prstino delmundo. Pues slo as podr tener un mundo que habitar.

    Resulta de la lectura de Cacciari, entonces, que, en la medida en que se conoce el mundo y seejerce un poder efectivo sobre l, el propio sujeto cognoscente se modifica e incluso disuelve. Elautor italiano insiste as en la idea de una crisis del pensamiento moderno, que en Nietzsche se harapatente. Ahora bien, en realidad, en trminos heideggerianos, podra decirse que esta disolucin del

    18 Cf. CACCIARI, M.; Krisis. Ensayo sobre la crisis del pensamiento negativo de Nietzsche a Wittgenstein, Mxico D.F.:Siglo XXI, 1982; pg. 64.

    19 Al ampararse, segn Cacciari, en una relacin sujeto-objeto en el fondo clsica, basada en una sntesis exhaustiva de losdatos de la experiencia de cara a establecer leyes con carcter provisional. Segn el esquema de Mach, el sujeto perma-necera como referencia inmediata del flujo emprico, a partir de la cual establecer el significado correcto. Sujeto yobjeto, de esta forma, siguen siendo considerados de forma independiente, como mbito legislador y legislado, respecti-vamente. De esta forma, el objeto es definido siempre en trminos estticos, a partir de una inmediatez perceptiva quegarantiza el dato puro y la proposicin verdadera, en la medida en que es descomponible en datos puros. Esta sn-tesis inmediata, por lo tanto, establece el significado vlido constituyendo un sistema nico del mundo (ibd., pg. 67). Olo que es lo mismo, sustituyendo una metafsica especulativa por otra de la experiencia. Al sumarse, en un principio, a unmodelo similar a ste (como dice Cacciari), Nietzsche habra contribuido, tal vez, a dar una imagen de s mismo segnla cual, en cuanto anti-metafsico, se refugiara en el empirismo. Esto lo acenta sobre todo Ferraris, quien afirma que elpositivismo no es un momento superado en la produccin nietzscheana, sino que caracterizara, incluso, su pensamientomaduro (cf. FERRARIS, M.; Nietzsche y el nihilismo, Madrid: Akal, 2000; pg. 18).

    20 Cf. CACCIARI, M.; Krisis... , cit., pg. 69.21 Ibd., pg. 70.22 Ibd., pg. 71.

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    sujeto no afecta en lo esencial a la estructura de la subjetividad que est tras ella. En efecto, aunquesegn Cacciari, Nietzsche describe un mundo interpretativo, cambiante, en el que el sujeto, encuanto estructura a priori, se pierde a s mismo, y en el que la voluntad de poder pierde sus perfilesms siniestros, en realidad pone el peso fundamental en la idea de la aspiracin nietzscheana a undominio tcnico total del mundo, que resulta ser proporcional a una prdida de libertad por parte deese hombre que seorea sobre l. Pues en la medida en que satisface sus necesidades, el hombre seata a aquello que se lo permite; finalmente, queda tan emplazado como la propia naturaleza.

    3. Sentido de la voluntad de poder

    Una vez ms hay que decir que Nietzsche no apunta a un tal aseguramiento incondicionado de laexistencia. Y en ello se cifra lo esencial de su relacin con lo moderno. La voluntad de poder no es(al menos, no slo) una estructura de dominacin de lo ente, no es una nueva forma, consumada,explcita, de aquello en que, en el fondo (segn Heidegger), consiste la subjetividad moderna. Estoes algo que hay que examinar con cuidado23. Pues no es adecuado decir que la voluntad de poderconsiste en garantizar, de una vez por todas, el dominio tcnico del mundo, lo que quedara santifi-cado por la idea del eterno retorno; voluntad de poder no significa aseguramiento incondicionado delpoder. Ms bien es la esencia interpretadora que est tras el reconocimiento del carcter inter-pretativo de todo devenir (Nachlass 1885-1887, KSA 12, 1 [115]), lo que Nietzsche contrapone a labsqueda de lo incondicionado, de esas Grund-Fiktionen en que consiste la metafsica (Nachlass1882-1884, KSA 10, 8 [25]). Tal vez la voluntad de poder sea, incluso, el propio ponerse en peligrode toda configuracin de poder, en cuanto elemento dinmico de todo sistema en el que yace la posi-bilidad de su propio cambio. Para explicar, siquiera brevemente, la nocin de voluntad de poder, esnecesario tener en cuenta la relacin entre libertad y tragedia, en cuanto imposibilidad de aferrarsea un horizonte racional ltimo en el que cifrar la consecucin de la libertad y la felicidad humanas.La existencia es un camino sin indicadores, sin providencia; el hombre est radicalmente solo, y lalibertad y la historia se sostienen y construyen sobre un horizonte nihilista, sobre el horizonte onto-lgico de la nada, de la ausencia de fundamento.

    El pensamiento nietzscheano consiste ante todo, por ello, en una ontologa del acaecer en laque se lleva a cabo una experiencia concreta del ser, una fenomenologa de sus formas histricas:para Nietzsche ya no puede haber ontologa en el sentido metafsico de una representacin lgico-

    23 As lo hace, por ejemplo, en sus minuciosos anlisis, Wolfgang Mller-Lauter. Este autor explica cmo la voluntad depoder de Nietzsche, al contrario que la voluntad schopenhauariana, no es un principio que d unidad a la multiplicidad(cf. MLLER-LAUTER, W.; Das Problem des Gegensatzes in der Philosophie Nietzsches, in Nietzsche-Interpreta-tionen, Berlin-New York: de Gruyter, 1999; Bd. I); ms bien tiene que ver con la destruccin del sujeto y de esa volun-tad unitaria, que segn Nietzsche est entendida de un modo estrictamente psicolgico. No expresa, por tanto, la razcomn de todo, sino su mutua dependencia y relacin. No es una unidad, sino el juego en que todo est inmerso, queno reconoce nada previo a l; ese juego de lo cualitativo y lo cuantitativo que no puede de ningn modo ser fundamen-tado en un nico principio supremo, metafsico. Pero esto es precisamente lo que hace Heidegger al considerar la volun-tad de poder como autoposicin del sujeto moderno sobre la totalidad de lo ente, desnuda ya de toda justificacinracional. Al hacer esto, Heidegger violenta a Nietzsche para introducirlo en su historia de la metafsica (que es una his-toria de la voluntad), y precisamente en cuanto su consumacin (ibd., pg. 22). O, en palabras de Lwith: No se tratade que Nietzsche haya privado al Ser de su dignidad cuando lo considera como un valor, sino que es Heidegger quienha despojado a los pensamientos fundamentales de Nietzsche de lo que les es propio al situarlo en el periodo de pleni-tud del subjetivismo, con lo que la doctrina de Nietzsche se convierte inadvertidamente en la de Descartes o, dicho conms rigor, en cartesianismo. Cf. LWITH, K.; La interpretacin del sentido tcito de la sentencia de Nietzsche Diosha muerto, en Heidegger, pensador de un tiempo indigente, Madrid: Rialp, 1956; pgs. 240-41.

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    racional del mundo, acerca de una realidad ltima (sea sta edos, ousa, Geist, etc.); cada pocapiensa el ser de un modo distinto (precisamente porque el ser se da de un modo distinto a cadapoca), y ah la voluntad de poder juega un papel clave, pues ninguno de esos modos es mscorrecto que otro, al no corresponderse con nada exterior; no hay adaequatio posible para la tota-lidad. La voluntad de poder no es sustancia, sino relacin: expresa la vigencia instaurada en cadapoca, sin tener orden exterior alguno al que corresponder. Es el propio modo en que el ser se da encada poca. En este sentido, es siempre un conjunto de relaciones concretas, y nunca una realidadque preceda o subsista a ellas: no hay ningn querer, sino solamente un querer-algo (Nachlass1887-1889, KSA 13, 11 [114]). O, dicho con ms fuerza an, en contra de los que entienden la volun-tad de poder como fundamento del mundo, como hupokemenon: No hay voluntad alguna; estoes slo una concepcin simplificada del entendimiento, como la materia (ibd., 24 [34]).

    Al contrario que la voluntad schopenhauariana, no se trata de ningn substrato del mundo fenom-nico, sino de su propia naturaleza en cuanto juego. De ah que la voluntad de poder no sea ningn fun-damento sistemtico del mundo, como entienden numerosos intrpretes24. Lo que ocurre es que todaslas categoras con que nos referimos al mundo remiten en ltima instancia a ella; toda gnesis de con-ceptos resulta de ese juego de saber, querer y poder que ella establece, constituyendo as formas devigencia histrica para ellos. En efecto, la voluntad de poder interpreta (Nachlass 1885-1887, KSA12, 2 [148]), y como resultado de ello se proyecta un mundo. Ahora bien, cul ha de ser el carcter dela voluntad de poder para que esto sea as? Lo que hay son quanta dinmicos [dynamische Quanta],siempre enfrentados, cada uno de los cuales lucha por imponer sus propias valoraciones a los dems;pues es la voluntad de poder quien valora, y en este sentido, en ltima instancia, quien interpreta25. Deesta lucha de marcos hermenuticos resultan los conceptos metafsicos tales como sujeto, cosa,etc.: tan slo momentos de ese acaecer. Eliminemos esos ingredientes: as no permanece ninguna cosams, excepto quanta dinmicos, en una relacin de tensin los unos con los otros (Nachlass 1887-1889, KSA 13, 14 [79]). La verdad resulta, as, del juego de estas relaciones de tensin. La verdad delente es un fenmeno histrico, devenido, como el conocimiento; no hay para ella unas condicionesinvariables. Nietzsche vincula as conocimiento y accin, saber y poder. Cada centro de fuerza tieneante todos los restantes su perspectiva, esto es, su valoracin completamente determinada, su tipo deaccin y de oposicin. El mundo aparente se reduce por lo tanto a un tipo especfico de accin sobre

    24 En efecto, la voluntad de poder no constituye ningn intento de fundamentacin terica del mundo, sino ms bien algoproblemtico; un hilo conductor para una descripcin del mundo en trminos distintos de los de la metafsica tradicional,y no una simple sustitucin de un arch por otro. Sobre el problema del estatuto de la voluntad de poder en el pensa-miento nietzscheano, vid. MONTINARI, M.; Lo que dijo Nietzsche, Barcelona: Salamandra, 2003; esp. cap. 4. Por otrolado, Arthur Danto se pregunta tambin si la voluntad de poder es la sustancia, el carcter ltimo del mundo; y llega a laconclusin de que la voluntad de poder es una hiptesis, un experimento intelectual (en analoga con la voluntad ps-quica) con el que Nietzsche pretende unificar y sistematizar todas sus ideas anteriores. Nietzsche se regira, segn Danto,por el principio de parsimonia, como Ockham, y buscara establecer un monismo metodolgico con el que reducir todofenmeno (fsico, moral, esttico, etc.), a la mayor economa de principios. Cf. DANTO, A.; Nietzsche as Philosopher,New York: Columbia University Press, 1980; pg. 216.

    25 Una vez ms, digamos que no es tanto que la voluntad se imponga sobre las cosas, como si stas vinieran dadas de ante-mano, como que constituye, precisamente, su horizonte de visibilidad. Como recuerda Vattimo, la verdadera esencia, sise puede decir as, de la voluntad de poder es hermenutica, interpretativa. La lucha de las opuestas voluntades de poder,ante todo, es lucha de interpretaciones (cf. VATTIMO, G.; Introduccin a Nietzsche, cit., pgs. 145-46). La voluntad depoder se revela, entonces, como la lucha entre distintos marcos interpretativos, entre diferentes perspectivas del mundo,precisamente cuando se ha renunciado a unos criterios de verdad ajenos a toda posible interpretacin; el a priori mismoaparece como hermenutico, segn esta interpretacin del mundo en trminos de voluntad de poder. Incluso el sujeto, lainstancia desde la cual el pensamiento moderno fundament siempre el conocimiento, resulta ser una construccin (vid.,por ejemplo, Nachlass 1885-1887, KSA 12, 2 [152]).

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    el mundo, que parte de un centro. No hay absolutamente ningn otro tipo de accin: y el mundo esslo una palabra para el juego conjunto de estas acciones (ibd., 14 [184]).

    No hay una interpretacin ltima del mundo (como pretende la metafsica) porque no hay unnico centro de fuerza, sino mltiples, incontables; la muerte de Dios permite reconocer al fin estecarcter plural del mundo. En ausencia de un orden ltimo (Dios), que permita una racionalizacinexhaustiva del mundo (su calculabilidad a priori), la voluntad se revela como suelo (Boden) delmundo, que no fundamento (Grund); la consistencia del mundo estar no en su reductibilidad a unprincipio primero o conjunto de principios, sino a su carcter de juego. El mundo que describeNietzsche se entiende, en efecto, como juego de formas, y no como subsistencia; formas histricasconcretas en que se relacionan las posibilidades del conocimiento y la accin. De esta forma se vin-culan ntimamente voluntad de poder y verdad. La ontologa del acaecer que ya mencionamos sesostiene, pues, sobre la ontologa de la voluntad de poder. sta es arch, s, pero no en el sentido deuna causa primera; de ah que Nietzsche entienda por mundo el juego establecido por la(s)voluntad(es) de poder. Esto lo ilustra muy bien un clebre fragmento: Y sabis tambin lo que espara mi el mundo? Debo mostrroslo en mi espejo? Este mundo: un monstruo [Ungeheuer] defuerza, sin comienzo ni final, una magnitud fija, broncnea, de fuerza, que no se hace mayor nimenor, que no se consume, sino que se transforma [...]; en cuanto juego de fuerzas y olas de fuerzael mundo es a la vez uno y mltiple, aumentando aqu y a la vez disminuyendo all, un mar en smismo de fuerzas enfurecidas y agitadas, transformndose eternamente [...]. Queris un nombrepara este mundo, mi mundo dionisaco del eterno crearse a s mismo, del eterno destruirse a smismo, este mundo misterioso del doble deleite, mi ms all del bien y del mal, sin fin, a no ser quehaya un fin en la dicha del crculo, sin voluntad, a no ser que un anillo tenga buena voluntad paraconsigo mismo? Queris una solucin para todos vuestros enigmas? Una luz tambin para voso-tros, los ms ocultos, fuertes, intrpidos y nocturnos? Este mundo es voluntad de poder y nadams! Y tambin vosotros sois esta voluntad de poder y nada ms! (Nachlass 1884-1885, KSA11, 38 [12]). Entender el mundo como juego supone para Nietzsche abolir la diferencia entre lacosa en s y el fenmeno de la filosofa kantiana, al menos tal y como Nietzsche la malinter-preta, en los trminos de una contraposicin entre un mundo verdadero y otro aparente. Abolida esadiferencia, que, con Fink, llamaremos teolgica26, todo fenmeno aparece ya slo como interpre-tacin; pero la propia interpretacin, que, como hemos visto, es producto de la voluntad de poder, semuestra como una donacin de realidad. El mundo se revela para Nietzsche, entonces, como unaconsistencia artstica, que se hace a s misma en ausencia de todo propsito, de toda finalidad27.

    26 Fink explica cmo la metafsica, el pensamiento del fundamento primero, ha establecido siempre una diferencia entre loautntico y lo aparente. El horizonte de comprensin del ser siempre ha sido el que demarcaba semejante horisms. Enel inicio de la filosofa occidental hay una diferencia ontolgica entre el ser autntico y el ser inautntico. [...] Dicho demodo simplificado: la filosofa expone, desde su inicio, el problema del ser como pregunta por lo uno, por el ente autn-tico, sano, ntegro, libre de toda nihilidad [...]. La diferencia originariamente ontolgica entre el ente autntico y el inau-tntico pasa a ser la diferencia teolgica, la diferencia entre lo relativo y lo absoluto, entre las cosas creadas y el Dioscreador (cf. FINK, E.; La filosofa de Nietzsche, Madrid: Alianza, 2000; pgs. 170-73). Lo que pretende Nietzsche esaniquilar semejante divisin para pensar la diferencia originaria entre ser y ente, slo dentro de la cual aquella otra puedellegar a ser pensada, al confundir el horizonte mismo de aparicin con lo que aparece en grado sumo. La muerte de Diossignifica, pues, el final de la diferencia teolgica y el reconocimiento de la diferencia ontolgica en cuanto tal.

    27 Tal vez los anlisis de Gadamer acerca del concepto de juego deban ms a Nietzsche de lo que le gustara reconocer. Enefecto, Gadamer define el juego como el ser de la obra de arte (que para Nietzsche es expresin fundamental de la volun-tad de poder); y los rasgos que la caracterizan, en cuanto tal juego (y no como creacin por parte de la subjetividad de unartista) se corresponden con los del mundo que Nietzsche entiende que es, en s mismo, obra de arte. Estos rasgos son,bsicamente: la ausencia de finalidad; el ser creacin de sentido, y no imitacin; la anulacin de la distincin entre fen-

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    En efecto, el horizonte nihilista del pensamiento nietzscheano parte de que no hay una causa pri-mera, un fundamento del mundo en su totalidad; Nietzsche se opone a una comprensin del mundocomo creatio ex nihilo, es decir, de un mundo entendido a partir del modelo de la poesis, como laobra de un creador que responde a un modelo previo y, por tanto, a una finalidad preestablecida.Ahora bien, Nietzsche conserva el modelo de la poesis en cierto sentido, no tcnico, sino artstico.Pues el mundo se le muestra, en cuanto juego de la voluntad de poder, como una obra de arte que secrea a s misma, sin reglas previas al propio acto creador, sin autor (sin Dios), esto es: de forma abso-lutamente libre. Ese nihil del modelo teolgico, entonces, no es anterior al mundo; pero Nietzschetampoco lo elimina: pasa a ser un aspecto constitutivo, positivo, del mundo: la proveniencia esen-cial de esa libertad, la dnamis de un mundo que se crea de continuo a s mismo, sin principio nifinal28. El mundo como juego es este mundo sin tlos, y, por tanto, libre de hacerse y deshacerse a smismo bajo cualesquiera configuraciones. El propio hombre participa de ese juego, no es otra cosaque l, como dice el texto citado ms arriba. La propia existencia humana tiene las caractersticas deljuego: pues el hombre, instancia consciente (hasta cierto punto) de la naturaleza, crea mundo (poe-sis), y se crea a s mismo (prxis); Nietzsche concibe la propia existencia como proceso artstico,como algo por hacer29. El juego es la posibilidad de la libertad, pues es el poder darse forma de lointramundano, sobre todo cuando tiene capacidad de decisin, como el hombre.

    meno y esencia; su carcter de tarea, y no como algo dado de una vez por todas; el ser construccin de s misma y, conello, transformacin del espectador, que resulta no ser tal; y el carcter autnomo, que crea sus propias reglas (cf.GADAMER, H. G.; Verdad y mtodo, Salamanca: Sgueme, 2001; I, 2, 4). Pero no slo eso, sino que, adems, estos ras-gos con que Gadamer caracteriza la experiencia esttica sern en la tercera parte de Verdad y mtodo extrapolados comorasgos de la constitucin hermenutica del mundo (el lenguaje mismo que lo abre es definido como juego), mostrando asque en la belleza acontece la verdad de una forma ms originaria que la que se pueda establecer a travs de mtodo, demthesis alguna (ibd., III, 14, 3).

    28 Nietzsche abandona hasta cierto punto el horizonte de la nihilidad (como lo llama Zubiri) de la metafsica occidental; paral el mundo no es algo cuya existencia haya que justificar frente a la nada. El mundo de Nietzsche no tiene comienzo ni fin:es un mundo caracterizado por el eterno retorno. Ahora bien, lleva a cabo Nietzsche una vuelta a lo griego? No exacta-mente. Pues, por un lado, revisa este horizonte de la nihilidad, que no abandona del todo, desde lo griego: de esta forma lanada cobra para l una valencia sustancialmente diferente que para la metafsica anterior. Y, por otro, Nietzsche introduce esanueva valencia en el horizonte del movimiento griego (tambin en expresin de Zubiri), que no es la justificacin de quelo que es sea, exista, sino de que permanezca en el cambio. Nietzsche, segn esto, en cuanto fillogo, pensador a mediocamino entre lo antiguo y lo moderno, realizara una mutua crtica de ambos modelos de pensamiento. Un mundo que carac-teriza como movimiento, s, pero como movimiento entre el ente y la nada, siendo el ser, propiamente, ese movimiento entreambos. Da as, a partir del modelo del juego, frente al del creacionismo, una nueva visin del mundo; la nada no apareceen l como algo negativo, privativo, sino como la propia posibilidad de ese movimiento.

    29 Lo que no debe entenderse en el sentido de la huida esttica que algunos autores creen encontrar en l. As, por ejem-plo, Nehamas afirma que Nietzsche desea prevenir a otros contra el dogmatismo sin adoptar l mismo una posicin dog-mtica. Su solucin inigualable a este problema es intentar modelar conscientemente un personaje literario a partir de smismo, y una obra literaria a partir de su vida (cf. NEHAMAS, A.; Nietzsche. La vida como literatura, Madrid: F.C.E.,2002; pg. 169). De esta forma, la descripcin nietzscheana del mundo se vera reducida a ejercicio literario, cosa que noes en absoluto. Lo que ocurre es que Nietzsche cifra sus esperanzas de superacin del modo de pensar metafsico en eldesarrollo de una suerte de razn lrica o narrativa (de lo finito, contingente, azaroso, frente a la razn que atiendeslo a lo universal e invariable), siendo con ello precursor de autores como Dilthey, Ortega o Ricoeur. Mucho ms seria,en este sentido (lo que no quiere decir que la compartamos), es la crtica de Habermas, segn la cual Nietzsche, en elfondo un romntico en la estela de Schiller, al enfrentarse a la conciencia cientifista que se hace con la hegemona de lacultura y la objetividad en nuestro tiempo, renunciara al programa de la razn; y la alternativa que encontrara no es otraque refundar la cultura a partir del arte, esto es, crear una nueva Weltanschauung esttica. Pero con ello su pensamiento,ms que una superacin de la modernidad, constituira un retroceso a posturas premodernas y antiemancipatorias (cf.HABERMAS, J.; El discurso filosfico de la modernidad, Madrid: Taurus, 1989; cap. IV). Valga lo que decimos a con-tinuacin como esbozo de respuesta a esta lectura.

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    4. El arte como indicacin de una forma postmetafsica de pensar

    Por todo ello Nietzsche expone el arte como expresin fundamental de la voluntad de poder.Como ya deca en El nacimiento de la tragedia: estoy convencido de que el arte es la tarea supremay la actividad propiamente metafsica de esta vida (GT, Vorwort an Richard Wagner). Porque, enefecto, voluntad de poder es el nombre que, a partir de un cierto momento, Nietzsche da a la luchaentre lo apolneo y lo dionisaco por la que se decide la consistencia de lo presente, el modo hist-rico en que se da el ser del ente. En el arte se verifica lo que la voluntad de poder propiamente es:creacin y transformacin de formas, esto es, juego. La oposicin apolneo-dionisaco representa elesquema fundamental de la ontologa nietzscheana, recorriendo su obra de parte a parte, si bien enocasiones da a ambos principios otros nombres. A partir de la oposicin de la filosofa kantiana yschopenhauariana (que Nietzsche s lleg a leer de forma sistemtica y rigurosa) entre fenmeno ycosa en s, Nietzsche establece la suya propia entre estos dos elementos. Se niega, eso s, a aceptarlo que cree que deca Kant (y que en realidad no dijo nunca): que la cosa en s fuera lo verdaderofrente a lo aparente. Para Nietzsche (y al creer superar a Kant, lo que hace en cierto modo es volvera l, desde su posicin schopenhauariana juvenil), lo dionisaco mienta el abismo de la realidad, loindeterminado e indeterminable tras toda manifestacin, la nada bajo toda estructura permanente; loapolneo, mientras, constituye el reino de lo determinado, individuado, sometido o sometible alconocimiento. Es decir, de lo sensible. Dioniso y Apolo, encarnaciones de la naturaleza, le dan aNietzsche el esquema fundamental para definir el juego entre la presencia y la inapariencia, entre elmostrarse y el ocultarse de la realidad. Constituyen, respectivamente, lo indeterminado (peiron) yel lmite (pras). Dos principios, por otro lado, inseparables, que slo en su mutua referencia cons-tituyen la realidad y tienen algn sentido. Pues ambos no se dan si no es en su mutuo conflicto, nopueden ser pensados por separado, como si se tratara de un mundo de las apariencias y otro de la rea-lidad tras ellas: estos dos impulsos tan distintos corren en paralelo, la mayor parte de las veces enabierto conflicto [Zwiespalt] el uno con el otro, e incitndose recprocamente a siempre nuevos yms poderosos frutos, para perpetuar en ellos la lucha en que consiste dicha oposicin, sobre la cualel trmino arte comn a ambos slo aparentemente tiende puentes (GT 1).

    Puede parecer, por tanto, que Nietzsche est pensando una cuestin puramente esttica, la de losprincipios que intervienen en la creacin de la obra de arte; pero en realidad se trata de principiosontolgicos, de la phsis. Lo que ocurre es que la obra de arte es una instancia en la que su juego seescenifica de una forma particularmente ejemplar. Nietzsche comienza por presentarlos, en efecto,como tales principios de la naturaleza, antes de entrar en la temtica propiamente esttica30 de Elnacimiento de la tragedia. Hemos considerado hasta ahora a lo apolneo y su opuesto, lo dionis-aco, como potencias artsticas que sin mediacin del artista humano brotan de la naturaleza misma

    30 Que no agota, ni mucho menos, el contenido de esta rica obra, uno de los textos decisivos de la modernidad, segn Slo-terdijk, en la que el arte es el hilo conductor para el despliegue de mltiples niveles que se entrecruzan. Este arte, notabene, no supone una disciplina alternativa para cientficos fracasados, fillogos obtusos o filsofos poco despiertos.Trata, al contrario, de la philosophie et demi, de la filologa dotada de alas, y de la ciencia que se eleva, con intensidadobjetiva, al marco de una genuina reflexin filosfica. Cf. SLOTERDIJK, P.; El pensador en escena, Valencia: Pre-Tex-tos, 2000; pg. 32. Tambin de esta obra dice Colli: El nacimiento de la tragedia es la obra ms mstica de Nietzscheen la medida en que requiere una iniciacin. Nos referimos a los grados que es necesario alcanzar o sobrepasar para poderentrar al mundo visionario de la obra. Iniciacin literaria, entindase, donde el ritual del misterio es sustituido por la pala-bra impresa. De este modo, El nacimiento de la tragedia es tambin la obra ms difcil de Nietzsche [...]. Cf. COLLI,G.; Introduccin a Nietzsche, Valencia: Pre-Textos, 2000; pgs. 16-17 (palabras publicadas inicialmente en el Nachwortde KSA 1, pg. 902).

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    y en las cuales se satisfacen principal y directamente los impulsos artsticos de ella (GT 2). Aspues, la propia naturaleza, con anterioridad a toda elaboracin humana concreta, muestra su carc-ter artstico; solamente que en la obra de arte se revela de una forma mucho ms clara esta esenciadel mundo. Y slo porque la naturaleza tiene ese carcter, el hombre, en cuanto instancia suya,puede tambin crear, ejercer de forma radical su libertad como creacin de s mismo y de las cosas.La cuestin esttica es, en Nietzsche, estrictamente ontolgica; revela el horizonte trans-metafsicode su pensamiento, su nueva forma de comprender el mundo al margen de todo fundamento ltimo,en ausencia de un Dios que acte como causa primera y ordenador del mundo.

    Lo apolneo, que es el tomar forma, el individuarse y aparecer sometido a causalidad de lascosas, es el resultado del juego de la voluntad de poder en ausencia de todo fundamento ltimo (esdecir, un juego sin instrucciones ni reglas dadas), en un mundo sostenido sobre la nada dionis-aca, en el que interpretar es, en ausencia de verdades ltimas, crear. Y por tanto, la voluntad de poderes el dar forma (y en ese sentido, crear) en que consiste, constitutivamente, lo apolneo; un dar formaen que se revela el libre juego del mundo. De ah que la afirmacin de Safranski, segn la cual elNietzsche tardo vive en la tensin desgarrada entre dos visiones, la del gran juego del mundo y ladel poder como causa primera31, ande desencaminada, pues voluntad de poder y juego no sonnociones antitticas, sino lo mismo, en realidad. No hay un viraje en Nietzsche entre el pensamientode la libertad y el del determinismo del mundo, sino que la voluntad de poder mienta la libertad deun mundo que se crea a s mismo como obra de arte. Esto lo ve Vattimo con mayor claridad; el autoritaliano entiende la voluntad de poder no como fijacin de estructuras, sino como su transformaciny destruccin para posibilitar nuevas configuraciones, cosa que slo es posible en un mundo sin unfundamento primero; la voluntad de poder, as pues, entendida desde el horizonte nihilista del ser, noes hupokemenon, sino juego. No hay un orden previo a ste, sino que el orden mismo resulta deljuego. Es a este juego de hacerse valer de interpretaciones sin hechos, o sea, de configuracio-nes simblicas que son resultado de juegos de fuerza y que se convierten ellas mismas en agentes delestablecerse de configuraciones de fuerzas, a lo que Nietzsche llama el mundo como voluntad depoder. Este mundo es como una obra de arte que se hace por s misma. [...] El nihilismo, el descu-brimiento de la mentira y del carcter de juego de fuerzas que tienen los pretendidos valores y laspretendidas estructuras metafsicas, implica la aparicin de la voluntad de poder que disloca, sublevalas relaciones jerrquicas vigentes32. Frente a los trminos tradicionales, metafsicos, en que se haentendido el mundo, Nietzsche insiste en su carcter artstico, por el cual consiste en un continuoreelaborarse, en un continuo ejercicio de fuerza y movimiento (esto es, en la dnamis), lo que se tra-duce en la belleza, indicacin de la posibilidad de lo que hay. De ah que Nietzsche hable del artecomo un contramovimiento (por ejemplo, en Nachlass 1887-1889, KSA 13, 14 [117]) dentro delmodo de pensar metafsico-moderno.

    5. Una nueva comprensin del mundo y de la racionalidad

    Heidegger entiende la voluntad de poder como entelcheia, como presencia asegurada por eleterno retorno, y en este sentido como voluntad de podero, como im-posicin o em-plazamiento[stellen] de lo ente para tenerlo siempre a disposicin de la subjetividad humana, a partir de la cual

    31 Cf. SAFRANSKI, R.; Nietzsche. Biografa de su pensamiento, Barcelona: Tusquets, 2002; pg. 313.32 Cf. VATTIMO, G.; La voluntad de poder como arte, en Las aventuras de la diferencia, Barcelona: Pennsula, 2002;

    pgs. 142-44.

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    Nietzsche pensara siempre la esencia de la verdad. Es decir, que Nietzsche no habra sabido ver porencima de un horizonte ntico, no habra podido pensar la verdad como altheia, como desvela-miento. Ms bien la piensa como justicia, que segn Heidegger es la correspondencia (adaequa-tio) a un orden impuesto de antemano33. Pero, como hemos intentado mostrar en las pginasanteriores, la concepcin del mundo como juego de la voluntad de poder, de las distintas formacio-nes apolneas, revela un carcter del mundo por el que la determinacin de la verdad tiene lugar, antetodo, como voluntad de potencia, como dnamis que confiere posibilidad a toda nueva enrgeia.No la autoconservacin [Selbsterhaltung]: cada tomo acta sobre la totalidad del ser no sepuede comprender si no se comprende esa irradiacin del querer-poder [Machtwillen]. Por ellollamo yo a un quantum voluntad de poder [...]. Una traduccin de ese mundo del efecto a unmundo visible un mundo para los ojos es el concepto movimiento (ibd., 14 [79]). Frente alcarcter de la voluntad de poder como nueva forma de estructura metafsica de la realidad (essentiadel ente), Nietzsche apela a su carcter desestructurador; frente a toda forma de entenderla comodominio, como pensamiento de lo que es, la voluntad de poder resulta ser ante todo libertad, indica-cin de lo que puede ser. Toda la filosofa de Nietzsche apunta en esta direccin, y de no verse as,difcilmente podr ser comprendida. Donde todo yace an sin configurar, ah est nuestro campode trabajo para el hombre futuro! (Nachlass 1884-1885, KSA 11, 27 [35]). La voluntad de poder esel quererse de la realidad a s misma en cuanto juego, es su estar siempre en movimiento; expresael potencial del mundo, su capacidad de tomar nuevas formas, de establecer un juego nuevo cadavez34.

    Esta ausencia de un orden ltimo es lo que frecuentemente es tomado como rasgo fundamentaldel irracionalismo de Nietzsche, cuando en realidad es la indicacin de una nueva racionalidadpost-metafsica que piensa de un modo nuevo la libertad y la historicidad. As, recuerda Simmel queFrente al principio hegeliano de que todo lo que es real es racional, Schopenhauer dira que todo loreal es irracional [...], pero con ello no quiere decir sino que cada determinacin no est vinculadaa priori con un tlos. Esta ausencia de tlos de cada momento, considerado en s mismo, es lo quelleva a Schopenhauer, pero tambin a Nietzsche, a describir el mundo en trminos de voluntad, dequerer-siempre-ms. De nuevo con Simmel: Volviendo ahora a la unidad metafsica de la voluntad,en la que se esconde un doble motivo pesimista debo indicar que, por ser la voluntad el ser funda-mental, uno e igual, de todas las cosas y todos los elementos de la vida, los objetivos a que puede lle-gar no son puntos de trmino, sino puntos de trnsito; a cada cosa que alcanza vuelve a ponerse enmovimiento35. Cada configuracin establecida, cada actualizacin de la voluntad de poder, impidea otras configuraciones realizarse; pero esta injusticia, como reza el fragmento de Anaximandro, hade ser pagada con su destruccin para la actualizacin de otras. Ahora bien, es una injusticia des-provista de todo cariz moral. Nietzsche une este pensamiento con el del juego heraclteo. Un llegar

    33 La justicia es el adjudicar, previo a todo pensar y actuar, de aquello en lo que pone exclusivamente la mira. Cf. HEI-DEGGER, M.; Nietzsche, cit., vol. II, pag. 257.

    34 La voluntad de poder, en efecto, no es otra cosa que los fenmenos mismos, pero considerados desde el punto de vista desu relacin con otros en un todo dinmico. La jerarqua no es algo previo al juego de sus formas, que imponga de ante-mano unas determinadas configuraciones a obtener, sino, precisamente, lo que resulta de ellas. En palabras de Deleuze:La voluntad de poder es: el elemento genealgico de la fuerza, diferencial y gentico a la vez. La voluntad de poder esel elemento del que se desprenden a un tiempo las diferencias de cantidad de las fuerzas en relacin, y la cualidad que,en esta relacin, corresponde a cada fuerza. La voluntad de poder, as pues, es un principio esencialmente plstico,que no es ms amplio que lo que condiciona, que se metamorfosea con lo condicionado, que se determina en cada casocon lo que determina. Cf. DELEUZE, G.; Nietzsche y la filosofa, Barcelona: Anagrama, 1986; pgs. 73-74.

    35 Cf. SIMMEL, G.; Schopenhauer y Nietzsche, Sevilla: Espuela de Plata, 2004; pgs. 82-83.

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    a ser y un desaparecer, un construir y un destruir, sin esa atribucin moral, en una inocencia eterna-mente igual, los tienen en este mundo nicamente el juego del artista y del nio. [...] De tanto entanto comienza el juego de nuevo. Un instante de saciedad, y se apodera de l de nuevo la necesidad,como fuerza al artista a crear. No un nimo sacrlego [Frevelmuth], sino el siempre renovadoimpulso de juego, llama a la vida a otros mundos (PHG 7). Todo lo que se determina y compareceen cuanto algo en el mundo debe volver a lo indeterminado originario, a la nada (el peiron deAnaximandro), que es en s misma dnamis, posibilidad, para retornar como otra cosa. En ello con-siste en realidad la justicia nietzscheana: en el retomarse del juego del mundo36.

    El hombre recupera su voluntad, su capacidad de decisin, en la medida en que la vincula a lavoluntad de poder, en la medida en que ampla el horizonte hermenutico de su mirar, y con l elmbito de su accin posible. Es decir, que su voluntad se libera y su poder aumenta, o no, en funcindel modo histrico de vigencia de la voluntad de poder, as como de su comprensin de l. Volun-tad de poder quiere decir, para Nietzsche, mundo vigente, pero siempre en relacin con losdems mundos que en l aspiran a tener vigencia. Esto es algo, sin embargo, que slo puede llegar aasumirse en la poca del nihilismo consumado, cuando al fin se reconoce el carcter interpretativodel mundo; la propia voluntad de verdad se revela, finalmente, como una modulacin de la voluntadde poder. El nuevo filsofo que sustituye al metafsico es, simplemente, quien, reconociendo al fineste hecho, trabaja por abrir en ese espacio nuevas valoraciones, nuevas formas de ver el mundo. saes su tarea, que exige que l cree valores. [...] Los autnticos filsofos son los que ordenan y legis-lan: ellos dicen as debe ser!, ellos comienzan por determinar el hacia dnde y el para qu delhombre (JGB 211). Valores que abran a su vez, claro est, nuevas formas de accin; pues el error,aunque inextirpable, puede ser bueno o malo (en el sentido del alemn schlecht, y no de bse),es decir, conveniente o inconveniente, segn que el resultado libere al hombre o lo ate a nuevas cade-nas37.

    No conviene perder de vista, digamos para concluir, la fuerte ambigedad del concepto de volun-tad de poder, que no es ni mucho menos una nocin tan unvoca como algunos autores quieren hacerver. Pues, siendo un concepto ontolgico referido siempre a los entes y a relaciones entre ellos,apunta sin embargo hacia una superacin de todo horizonte ntico de aplicacin. En la voluntad depoder se mezclan consideraciones ontolgicas, fsicas, psicolgicas e incluso polticas. Y ello sinentrar en que a menudo se toman como iguales, en el texto nietzscheano, los trminos voluntad depoder, voluntad y poder38. La voluntad de poder, como hemos visto, antes que un concepto, en

    36 El sentido de justicia no brota de una moral que est por encima de los poderes en lucha, sino que es la consecuencia derelaciones de equilibrio. Cf. SAFRANSKI, R.; Nietzsche. Biografa de su pensamiento, cit., pg. 308. Ha de compren-derse, no obstante, que esta justicia no es solamente la justicia de los asuntos humanos, sino la ley ontolgica funda-mental que rige la dinmica del ksmos. Es una de las tres nociones fundamentales de Nietzsche, con las que ste se sitafuera del marco conceptual de la metafsica: justicia, devenir y juego.

    37 Bataille insiste en este carcter extramoral del pensamiento nietzscheano, frecuentemente tan mal comprendido; elmal que defiende Nietzsche no supondra la violencia, sino todo lo contrario: sera la ruptura con las formas de impo-sicin establecidas. Una moral es vlida en la medida en que nos propone ponernos en juego. Si no, no es ms que unaregla de inters, al que falta el elemento de exaltacin (el vrtigo de la cumbre, que la indigencia bautiza con un nombreservil, imperativo) (cf. BATAILLE, G.; Sobre Nietzsche: voluntad de suerte, Madrid: Taurus, 1979; pg. 56). El super-hombre reconoce toda valoracin como tal, y por ello es capaz de cuestionarlas, e incluso de ir contra ellas en busca deotras mejores; en ello radica su mayor grado de consciencia y dominio de su propia existencia. Por ello la libertad, sealaBataille, siempre va en Nietzsche ligada a lo negativo, al mal, puesto que siempre ha de oponerse a las morales institui-das, desde las que se decide qu es bueno y qu malo.

    38 Sobre esta confusin se puede leer un artculo de V. Gerhardt, en el que deslinda los diferentes sentidos del poder enNietzsche. Sus anlisis son absolutamente correctos, si bien no est muy claro por qu atribuye al poder caractersticas

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    realidad, mienta un campo de problemas (es un hilo conductor de su pensamiento, un Fragezeichen);el propio Nietzsche previene contra toda forma simplista (biologicista o psicolgica) de tomar lavoluntad de poder: que toda fuerza impulsora es voluntad de poder, que no hay fuera de ella nin-guna fuerza fsica, dinmica o psquica... [...] Mi tesis es que la voluntad de la psicologa habidahasta ahora slo es una generalizacin injustificada, [...] porque la vida es simplemente un caso par-ticular de la voluntad de poder (Nachlass 1887-1889, KSA 13, 14 [121]). La voluntad de poderconstituye la propia dinmica del mundo, en cuanto ste no responde a ningn otro mundo verda-dero, sino que es un mundo entendido como apariencia. Pero, as, posee una duplicidad de sen-tido. Pues por un lado es el elemento dinmico que produce lo que hay (naturaleza naturante); porotro, sin embargo, constituye las propias estructuras histricas resultantes, el orden alcanzado (natu-raleza naturada). Es a la vez lo que interpreta y lo interpretado, es la forma y la materia del mundo.La articulacin y mutua pertenencia de ambos sentidos es algo que desborda los lmites de este tra-bajo, pero que, en cuanto que tarea esencial para comprender el pensamiento nietzscheano, quedaaqu sealado.

    que niega a la voluntad de poder, nocin que considera ms restringida que aqul. Ms bien ocurrira al contrario, tal vez.As, dice del poder (nosotros diramos: de la voluntad de poder) que es una nocin que va ms all de lo poltico, siendola categora fundamental de todo acaecer, en cuanto combinacin de efectos, segn stos se integren o interfieran;expresa de esta forma el dinamismo fundamental de la realidad, frente al estatismo de la ousa. No habra una voluntadde poder que se ejerciera, sino que la voluntad de poder es ya el producto de una lucha de fuerzas, cuya unidad resultante,analgicamente, se concebira como voluntad. De ah que el mundo aparezca descrito por Nietzsche en trminos deguerra, que sera, ante todo, guerra de las distintas formas de entenderlo, de las distintas interpretaciones. Cf. GER-HARDT, V.; Macht und Metaphysik. Nietzsches Machtbegriff im Wandel der Interpretation, in Nietzsche-Studien(1981-82), Bd. 10/11.

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