el mito del q'inti de quri

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EL MITO DEL Q’INTI DE QURI (Picaflor de Oro) Existen muchas leyendas y mitos en nuestra cultura peruana y más aún en nuestra serranía. Muchos son conocidos y otros duermen simplemente en la memoria de aquellos wayki (ancianos) que guardan con mucha nostalgia y respeto la historia del Qínti de Quri. Todos hemos visto o conocemos al picaflor. Ave de colores majestuosos que se posa de flor en flor polinizándolas. Pero lo que tal vez no sabemos de ellas es que son aves solitarias y con gran sentido de ubicación. Algunos dicen inclusive que son capaces de recordar todas las flores y plantas de las que se ha alimentado antes de volver a hacerlo. Y es justamente aquí, con éste hecho, donde nuestro mito da comienzo. Allá desde la época preincaica, en donde a los Apus se les tenía como montañas vivientes, estas aves gozaban de todo el esplendor del lugar, se las veía de flor en flor llevando el néctar de los dioses, escuchando siempre ese zumbido que indicaba su presencia. Cuentan que un día Sayri (que significa p ríncipe, el que siempre da ayuda a quien lo pide) un joven indio, salió de casería por las montañas y bosques para llevar alimento a la gente de su comarca. En su afán de cazar una taruca ( una especie de ciervo que vive en los Andes peruanos) se adentró en la oscuridad de la

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Page 1: El Mito Del q'Inti de Quri

EL MITO DEL Q’INTI DE QURI (Picaflor de Oro)Existen muchas leyendas y mitos en nuestra cultura peruana y más aún en nuestra serranía.

Muchos son conocidos y otros duermen simplemente en la memoria de aquellos wayki (ancianos) que guardan con mucha nostalgia y respeto la historia del Qínti de Quri.

Todos hemos visto o conocemos al picaflor. Ave de colores majestuosos que se posa de flor en flor polinizándolas.

Pero lo que tal vez no sabemos de ellas es que son aves solitarias y con gran sentido de ubicación. Algunos dicen inclusive que son capaces de recordar todas las flores y plantas de las que se ha alimentado antes de volver a hacerlo. Y es justamente aquí, con éste hecho, donde nuestro mito da comienzo.

Allá desde la época preincaica, en donde a los Apus se les tenía como montañas vivientes, estas aves gozaban de todo el esplendor del lugar, se las veía de flor en flor llevando el néctar de los dioses, escuchando siempre ese zumbido que indicaba su presencia.

Cuentan que un día Sayri  (que significa príncipe, el que siempre da ayuda a quien lo pide) un joven indio, salió de casería por las montañas y bosques para llevar alimento a la gente de su comarca.En su afán de cazar una taruca (una especie de ciervo que vive en los Andes peruanos) se adentró en la oscuridad de la noche a lo profundo del bosque, sin percatarse que había salido ya del sendero.

Luego de un rato, cae en la cuenta de lo sucedido. Trató en vano de volver al camino, pero parecía que los árboles se habían confabulado para enredarlo en un laberinto sin salida.

Las horas transcurrían, el miedo se hacía presa de él, pues recordaba las historias que desde niño los wayki le contaban acerca de esos parajes y de lo que en la noche sucedía en ellos.

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Así que, se tomó por un instante un tiempo para calmarse y pedir a los dioses que vengan en su auxilio y lo libraran del posible peligro que sobre él podía caer.

Resignado ya a su suerte, se tendió en el suelo, esperando el término de sus días, cuando de pronto escuchó un zumbido que lo alertó sobre lo que le estaría por venir.

Pero cuál sería su asombro al ver un picaflor que apareció de la nada y que se acercó hacia él quedando suspendido por unos instantes en su vuelo.

El indio no salía de su asombro, al ver el ave, pues sabía que éstas no salían de noche de sus nidos.

Los dioses respondieron a la súplica. Sintió que el ave quería decirle algo.

Ella, el vuelo emprendió hacia un lado de donde se encontraba. El joven la siguió presuroso.

Camino por un buen tiempo, sin desfallecer por senderos enmarañados, siguiendo a su salvadora.

Hasta que una luz a lo lejos pudo ver. Eran las antorchas de su aldea y de los hombres que salieron en su búsqueda y regresaban ya a ella.

Luego de contar a la tribu lo sucedido, quiso a los dioses agradecer por la vida salvarle y un picaflor de oro hizo, para recordar lo acontecido.

Cuentan los lugareños que hasta el día de hoy, quienes se adentran en el bosque y montañas y llegan a perderse, si tienen fe en los dioses y en los mitos que se cuentan, verán un ave de oro que les mostrará el camino de vuelta. El Q’inti de Quri, enviado por los dioses.

Mariam Cruz Goyburu

Iº “C”