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EL MOVIMIENTO MEXICANISTA. IMAGINARIO PREHISPANICO, NATIVISMO Y NEOTRADICIONALISMO EN EL MEXICO CONTEMPORANEO Dr. Francisco de la Peña. ENAH-México El presente de la antropología y la antropología del presente El despliegue de nuevos fenómenos identitarios basados en la invención de la tradición y las derivas imaginarias que ello supone no es ajeno a los efectos que sobre las sociedades tiene lo que algunos autores han llamado la sobremodernidad (Augé, 1992) y otros la hiper-modernidad (Balandier, 1994). Sin duda las figuras de la alteridad han cambiado en el contexto de una globalizacion cultural y económica sin precedentes, propia de un mundo cada vez mas complejo y unificado pero al mismo tiempo productor de nuevas diferencias. Un mundo en el que el exotismo modifica radicalmente su estatuto con la desaparición de la demarcación entre lo próximo y lo lejano, y en el que la alteridad no puede ser pensada mas que en el marco de la contemporaneidad, como un efecto combinado de la uniformación cultural y de la resistencia a la misma. Varios rasgos caracterizan la dinámica que la sobremodernidad impone a las sociedades : la aceleración del tiempo, el imperio de las imágenes mediaticas, la disolución de las distancias espaciales y la individualización de las cosmologías. El desarrollo sin precedentes de los medios de comunicación y de los medios de transporte generan por doquier un mismo efecto de exceso : un exceso de acontecimientos, un exceso de imágenes, un exceso de referentes espaciales y un exceso de referentes individuales. La sobreabundancia de eventos acarrea una dificultad para pensar la historia, la cual pierde sentido y direccionalidad. Los medios de comunicación desplazan a las mediaciones sociales (partidos, familia, sindicatos, iglesias) y las relaciones de los hombres con la realidad son cada vez mas ficcionales e individualizadas y menos institucionalizadas. Por todos lados, cambios globales y acelerados provocan como reacción la afirmación, la revitalización o la invención de

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EL MOVIMIENTO MEXICANISTA.

IMAGINARIO PREHISPANICO, NATIVISMO Y NEOTRADICIONALISMO EN EL

MEXICO CONTEMPORANEO

Dr. Francisco de la Peña. ENAH-México

El presente de la antropología y la antropología del presente

El despliegue de nuevos fenómenos identitarios basados en la invención de la tradición y las

derivas imaginarias que ello supone no es ajeno a los efectos que sobre las sociedades tiene lo

que algunos autores han llamado la sobremodernidad (Augé, 1992) y otros la hiper-modernidad

(Balandier, 1994).

Sin duda las figuras de la alteridad han cambiado en el contexto de una globalizacion cultural y

económica sin precedentes, propia de un mundo cada vez mas complejo y unificado pero al

mismo tiempo productor de nuevas diferencias.

Un mundo en el que el exotismo modifica radicalmente su estatuto con la desaparición de la

demarcación entre lo próximo y lo lejano, y en el que la alteridad no puede ser pensada mas que

en el marco de la contemporaneidad, como un efecto combinado de la uniformación cultural y de

la resistencia a la misma.

Varios rasgos caracterizan la dinámica que la sobremodernidad impone a las sociedades : la

aceleración del tiempo, el imperio de las imágenes mediaticas, la disolución de las distancias

espaciales y la individualización de las cosmologías. El desarrollo sin precedentes de los medios

de comunicación y de los medios de transporte generan por doquier un mismo efecto de exceso :

un exceso de acontecimientos, un exceso de imágenes, un exceso de referentes espaciales y un

exceso de referentes individuales.

La sobreabundancia de eventos acarrea una dificultad para pensar la historia, la cual pierde

sentido y direccionalidad. Los medios de comunicación desplazan a las mediaciones sociales

(partidos, familia, sindicatos, iglesias) y las relaciones de los hombres con la realidad son cada

vez mas ficcionales e individualizadas y menos institucionalizadas. Por todos lados, cambios

globales y acelerados provocan como reacción la afirmación, la revitalización o la invención de

tradiciones y localismos que favorecen la configuración de toda suerte de identidades inéditas e

inesperadas.

El movimiento mexicanista es un excelente ejemplo de las nuevas expresiones de la identidad

cultural que acompañan al llamado proceso de globalización a escala planetaria, y una de las

manifestaciones mas singulares de las mutaciones culturales que vive la sociedad mexicana

actual. Se trata de un movimiento identitario con acentuados rasgos de un nativismo neo-

tradicionalista, caracterizado por una afirmación de lo autóctono, por la reinvención de las

tradiciones prehispánicas y por la reinterpretación del pasado. Con un cierto componente

milenarista y profético, el mexicanismo aspira a la restauración de la civilización precolombina y

a la reindianización de la cultura nacional. Su universo ideológico se inspira en una

reinterpretación idealizada del pasado prehispánico y en la exaltación de una imagen arquetípica

de lo indio.

Con todo, no se trata de un movimiento étnico o indígena sino de un fenómeno cultural de origen

mestizo y con una fuerte raigambre urbana.

Cultural para algunos, político o religioso para otros, este movimiento puede verse como una

suerte de indianismo o neo-indianismo, cuyo creciente impacto en la sociedad mexicana lo ha

convertido en una suigeneris forma de identidad colectiva.

Una forma identitaria que esta en plena expansión y en un proceso de constante reconfiguración,

el mexicanismo condensa en su singularidad las contradicciones simbólicas provocadas por la

recomposición de la dialéctica entre la identidad, la alteridad y el pluralismo en este país.

En nuestra opinión, el caso del mexicanismo y otros fenómenos comparables como el culto de

María Lyonza en Venezuela, los movimientos de revitalización de la africanidad en el Brasil, el

nativismo hawaiano, las derivas identitarias de inspiración céltica en Europa o los movimientos

proféticos en el Africa actual, se pueden inscribir en el marco de lo que Augé ha llamado una

antropología de los mundos contemporáneos. Una antropología del presente que deriva de los

efectos de la sobremodernidad en el mundo, un término que designa el exceso y la radicalización

de los procesos de globalización capitalista.

La búsqueda de la mexicanidad o el laberinto de la identidad.

Actualmente, el movimiento mexicanista comprende alrededor de 50 agrupaciones que se

caracterizan por su heterogeneidad, tanto desde el punto de vista ideológico como por el tipo de

actividades que desarrollan. Muchas de estas agrupaciones están organizadas como centros de

difusión cultural que promueven las doctrinas del mexicanismo, y que imparten cursos y

actividades de todo tipo : lengua nahuatl, filosofía, astronomía y matemáticas prehispánicas,

interpretación de códices, producción artesanal, creación artística (teatro, pintura o poesía de

inspiración mexicanista), seminarios de « mentalidad » mexica (o maya), danza ritual, medicina

tradicional, rescate de tradiciones orales, etc.

Al seno del movimiento coexisten las concepciones más diferentes sobre el significado de la

cultura precortesiana, desde las interpretaciones mágico-esotéricas o en clave extraterrestre hasta

las apologías apasionadas sobre el potencial civilizatorio y la superioridad de la cultura india,

desde las doctrinas integristas que proponen erradicar todo lo "occidental" (el racionalismo,el

individualismo, la democracia liberal y hasta el comunismo marxista) hasta las visiones

inspiradas en el new age, que pretenden la integración de todas las tradiciones sagradas a nivel

planetario.

La mayor parte de los grupos mexicanistas se localizan en el centro del país, particularmente en

la ciudad de México y sus alrededores, y en regiones donde sobreviven aún tradiciones de origen

nahuatl ( los Estados de México, Morelos, Puebla, Guerrero, Tlaxcala o Hidalgo ). Sin embargo,

grupos de inspiración mexicanista se encuentran por todo el país, y es conocida la influencia de

éste movimiento entre la población chicana de los Estados Unidos.

Diversos periódicos y revistas de orientación mexicanista circulan en librerías, puestos de

periódico y directamente en la calle. Entre las publicaciones conocidas se encuentran la revista

Ce-Acatl, sin duda la más difundida, las revistas KinTonatiuh e Imágenes Cósmicas y el

periódico Izcalotl (Resurgir).

El tipo de personas que participan en las actividades del mexicanismo es muy heterogéneo,

aunque en general de origen urbano y mestizo, con un cierto nivel de estudios. Su denominador

común es el deseo de asumir y vivir conscientemente una identidad india. Forman parte de estos

grupos lo mismo maestros de escuela, ex-militantes de izquierda, hippies y artesanos urbanos,

naturistas y ecologistas que profesionistas, burócratas, artistas varios (danzantes, actores,

músicos), burgueses y gente del pueblo, escritores, estudiantes universitarios (entre ellos algunos

antropólogos) y no pocos extranjeros con inclinaciones místicas.

Casi todos estos grupos actúan bajo la dirección de personas consideradas como guías

espirituales, con una autoridad más o menos carismática derivada de su conocimiento o de su

iniciación en el pensamiento y las prácticas del mundo prehispánico. Aunque desde hace mucho

tiempo circula de manera marginal toda una literatura con temas mexicanistas, en los últimos

años algunos de estos líderes han publicado diversos libros que dan a conocer al gran publico las

doctrinas mexicanistas con un nada desdeñable éxito comercial. Los miembros de estas

agrupaciones participan en un cierto número de actividades públicas fuertemente ritualizadas que

forman parte de un calendario que conmemora lo mismo fechas históricas que ceremonias

religiosas o fenómenos de la naturaleza.

Entre los acontecimientos históricos podemos mencionar el descubrimiento de América, el

nacimiento y la muerte de Cuauhtémoc, el último gobernante azteca, la victoria militar de

Cuitlahuac sobre los españoles, la caída y destrucción de México-Tenochtitlan, el nacimiento de

Ce-Acatl topiltzin Quetzalcoatl en el pueblo de Amatlán, Morelos, la celebración del primer

congreso constituyente del México independiente en Chilpancingo, Guerrero, e incluso la

masacre de estudiantes en Tlaltelolco en 1968. Entre las fiestas religiosas, se encuentran tanto las

cristianas como las de origen precortesiano : desde la fiesta de la Virgen de Guadalupe en el cerro

de Tepeyac o la peregrinación al santuario del señor de Chalma ( símbolos mayores del

catolicismo sincrético) hasta el comienzo del año según la cuenta del tiempo azteca, el

nacimiento de Huitchilopochtli o la ceremonia del fuego nuevo, que entre los aztecas

representaba el fin y el inicio de un ciclo cósmico de 52 años. Fenómenos de la naturaleza como

los equinoccios, los solsticios o los eclipses son también objeto de celebraciones rituales. La

mayor parte de estos actos se realizan alrededor de los templos y pirámides prehispánicas en

sitios arqueológicos diversos (Teotihuacan, Chichen Itza, Cuicuilco, Templo Mayor, Xochicalco,

Malinalco, Tlaltelolco, etc)

Los orígenes míticos : los guardianes de la tradición.

En el imaginario de una gran parte de las organizaciones mexicanistas, se reconoce en la

tradición de los grupos llamados "concheros" el origen más o menos lejano del nativismo

mexicanista. Los concheros ( término que alude a la caparazón de armadillo que forma parte de

un instrumento de cuerdas similar a la mandolina llamado “concha”) son agrupaciones

tradicionales que practican espectaculares danzas de inspiración prehispánica que forman parte de

un complejo ritualístico muy popular en México.

Se sabe de su existencia al menos desde el siglo XVIII, aunque sus antecedentes son más

antiguos y se remontan a la época de la conquista española. Se piensa que la "conchería" es uno

de los productos más representativos de la conversión religiosa de los indios del centro de

México al cristianismo. Practicantes de un cristianismo fuertemente sincrético, los concheros

combinan en sus cultos vestimentas, instrumentos y objetos ceremoniales prehispánicos con un

catolicismo popular no del todo apegado a los dogmas de la Iglesia oficial (Stone, 1975).

Existen agrupación de danza conchera en casi todo el país y también en el extranjero, en Estados

Unidos y recientemente en España, pero su presencia es mas fuerte en la región central de

México. La expresión "El es Dios" es el saludo que se dirigen los concheros en el transcurso de

sus rituales, y reenvía al mito de origen de la tradición, que describe el momento en el que los

indígenas chichimecas, rebeldes a la evangelización, se convierten al cristianismo en el

transcurso de una batalla, después de ver aparecer en el cielo la imagen del apóstol Santiago

acompañado de una gran cruz. Se sabe que la tradición conchera nace en la región que

comprende los estados de Querétaro y Guanajuato, zona que en la antigüedad habitaban pueblos

Otomíes y Chichimecas. Desde ahí llega al centro de país y echa raíces en la ciudad de México y

sus alrededores. Ello explica que la danza conchera sea conocida indistintamente como danza

chichimeca, danza azteca, o danza azteca-chichimeca.

Los concheros están organizados en cofradías o “mesas”, las cuales están organizadas según una

estructura militar jerarquizada ( generales, capitanes, soldados, etc) en la que cada uno de sus

rangos comprende determinados deberes rituales.

Aunque a últimas fechas ha aumentado la presencia de personas de estratos medios y altos en las

agrupaciones concheras, durante mucho tiempo sus integrantes han sido los campesinos

desclasados que emigran a la ciudad y los trabajadores urbanos pertenecientes a las clases más

pobres. De hecho, los grupos concheros han funcionado como una suerte de sociedad mutualista

que ofrece a sus miembros los medios para integrarse al mundo urbano, evitando los efectos mas

graves de la marginalidad. A través del activismo ritual, las organizaciones concheras han sabido

reclutar a sus miembros y arraigar en al país gracias a una estrategia eficaz de religiosidad

militarizada. Los grupos concheros son conocidos sobretodo por sus brillantes danzas de

inspiración azteca, muy atractivas para el publico en general, incluidos los turistas extranjeros.

Sin embargo, lo que hace significativas a estas danzas es el complejo ritualístico que las organiza.

En el se combinan objetos de culto prehispánicos ( la hierba aromática de copal o copalli, los

instrumentos de percusión huehuetl y teponaztli y el caracol marino ) con la oración y la

invocación a través de cantos y alabanzas, lo mismo a los santos cristianos que a las divinidades

prehispánicas. Los rituales nocturnos de « velación » y la danza acompañan el peregrinaje a los

antiguos santuarios paganos hoy convertidos en católicos.

La receptividad del culto de los concheros al simbolismo azteca y su fidelidad a la memoria de la

conquista ha favorecido la idea de que ellos representan un bastión de las tradiciones

prehispánicas. Imaginados como los guardianes de dichas tradiciones, los mexicanistas

consideran a los concheros como la fuente de inspiración de las doctrinas mexicanistas y como la

cuna de las organizaciones asociadas a este movimiento.

La conformación del movimiento mexicanista.

Se pueden distinguir dos tendencias ideológicas al interior del movimiento mexicanista : el

mexicanismo radical y el nuevo mexicanismo. El primero podría definirse como un mexicanismo

integrista, xenófobo y anti-occidental, un buen ejemplo de nacionalismo indianista radical. El

nuevo mexicanismo podría ser calificado de ecléctico y más espiritualista que político,

caracterizada por un discurso abierto a la síntesis con otras tradiciones culturales. La doctrina

mexicanista se integra aquí al interior de un proyecto planetario y cosmopolita que se confunde

con el discurso New Age.

El Movimiento Confederado Restaurador de la Cultura del Anáhuac (MCRCA) es sin duda el

grupo más importante en lo que concierne al período de constitución del movimiento

mexicanista. El es también el mas representativo del mexicanismo integrista. Conocemos la

trayectoria de su fundador y guía ideológico, Rodolfo Nieva, nacido en 1905, gracias a algunos

trabajos (Odena Guemes, 1984). Nieva era un abogado y periodista cercano al medio intelectual

de la época postrevolucionaria. Partidario durante algunos años del nacionalismo mestizofilo

preconizado por José Vasconcelos, Nieva evoluciona progresivamente hacia un nacionalismo

indianista radical. Toda su vida Nieva estuvo ligado al ambiente político del todopoderoso

Partido de la Revolución Mexicana (que se convertiría mas tarde en el PRI, Partido de la

revolución Institucional ).

Al comienzo de los años cincuenta, Nieva dice haber recibido una revelación al contacto con

diferentes grupos que intentan hacer revivir el pasado prehispánico. Ellos le hacen conocer el

mandato o consigna proclamado por los gobernantes indígenas al momento de la destrucción de

México-Tenochtitlan. Conservado por los "guardianes" de la tradición, el mandato profetizaba la

restauración de la cultura del Anahuac. A partir de ese momento, Nieva se convierte al

indianismo y en 1957 funda el Movimiento Mexicanista o Metzikayo Ahkomanalli ( que se

convertirá en Movimiento Confederado Restaurador en 1959 ).

Nieva trabajará una gran parte de su vida en el gobierno de la ciudad de México, donde

aprovechará sus relaciones con los políticos del régimen. Así es como logrará nombrar en 1960 a

Miguel Alemán y a Emilio Portes Gil, expresidentes del país, como miembros honoríficos del

Movimiento Confederado. A partir de 1965 Nieva politiza su discurso y radicaliza su posición

contra el gobierno, organizando un Partido de la Mexicanidad que sin embargo no tendrá ningún

impacto electoral. Nieva muere repentinamente en 1968 y sus partidarios se dispersan, fundando

muchas de las organizaciones mexicanistas que existen en nuestros días.

Gracias a Nieva, la doctrina del mexicanismo se constituye alrededor de ciertos postulados y

acciones, compartidas por diversos agrupamientos actuales : el rechazo al mestizaje cultural y la

necesidad de despertar la pureza de la raza y de la identidad india, la superación del complejo de

inferioridad respecto a los países occidentales, el llamado a organizarse en Calpullis,

agrupamientos comunitarios de origen prehispánico, o el estudio y la difusión del nahuatl como

lengua nacional.

Nieva promovió la práctica de diversos rituales en su organización : ritos conmemorativos de

eventos históricos, ritos de bautizo, de matrimonio, funerarios. Uno de los más populares es el

Apaz Eiliztli o "siembra de nombre", un verdadero ritual de conversión que consiste en la

adopción de un nuevo nombre de origen nahua, atribuido según el calendario o tonalamatl azteca,

utilizado para conocer el destino de un individuo. A través del órgano de difusión del movimiento

restaurador, llamado "Izcalotl", Nieva promovió un discurso y una interpretación muy particular

del pasado prehispánico, idealizada y llena de inexactitudes aunque muy extendida entre sus

simpatizantes, que concibe a los olmecas, mayas, teotihuacanos y toltecas como culturas de

filiación nahua-mexica y que considera a la azteca-mexica como una civilización surgida hace

tres mil años. A fin de demostrar la superioridad de la civilización nahuatl, se recurre a una suerte

de hiperdifusionismo cultural invertido. Se afirma que los mayas, por ejemplo, atravesaron el

océano Atlántico y llegaron a Egipto en épocas lejanas, contribuyendo al desarrollo de esta

civilización, y dando origen a la leyenda de la Atlántida, cuyos logros culturales sobrevivieron en

el recuerdo hasta en la Grecia de Solon y Platon. Asimismo, se afirma que la influencia de la

cultura nahua se extendió hasta la India, donde ha sido preservada por los sabios nagas hasta

nuestros días.

Actualmente, las organizaciones mexicanistas herederas del legado de Nieva, a pesar de

compartir una base ideológica común, se distinguen por el enfasis que cada una otorga a

determinados temas, ofreciendo a sus seguidores una cosmología específica. Así, algunos grupos

elaboran su doctrina en torno a la figura de Cuauhtémoc, de Moctezuma, del dios Quetzalcoatl o

de Tezcatlipoca, u organizan su actividad alrededor de ciertos ritos, ceremonias o eventos. En

cada caso, la personalidad del jefe de un grupo es determinante en la orientación ideológica del

mismo y en la forma que tome su “versión” del mexicanismo.

El corpus profético.

El mensaje profético es un tema recurrente al seno del mexicanismo. Nieva pretendía obedecer a

la consigna que había proclamado el Consejo Supremo del Anahuac a través del último

gobernante azteca,Cuauhtemoc, el 12 de agosto de 1521, y que los llamados « guardianes de la

tradición » le habrían revelado durante los años cincuenta. Desde entonces ella ha sido

largamente difundida dentro de los grupos mexicanistas, hasta convertirse en una suerte de

manifiesto del movimiento. La interpretación de esta consigna ha estado tradicionalmente ligada

a la idea, sea del retorno de Cuauhtemoc, sea del renacimiento del mundo precortesiano.

En este sentido, un acontecimiento decisivo para el mexicanismo fue el descubrimiento de los

restos de Cuauhtemoc por la profesora Eulalia Guzmán, en el pueblo de Ixcateopan, Guerrero, el

año de 1949. Tales restos, considerados por muchos especialistas como falsos y manipulados,

dieron origen a una polémica agitada que confronto a las instituciones oficiales, los antropólogos

y arqueólogos de la época contra los partidarios de la maestra Guzmán, simpatizante de las

organizaciones mexicanistas y del señor Nieva. Más allá de la autenticidad o no de estos

hallazgos, sus efectos sobre el movimiento mexicanista serán decisivos, dando origen a la

difusión de una serie de supuestas tradiciones orales de Ixcateopan, que explican la aparición de

los restos de Cuauhtemoc. Dichas tradiciones hablan de la existencia de diez "cartas vivas" o diez

generaciones de descendientes de Cuauhtemoc, y guardianes del secreto sobre el entierro de este

personaje en el poblado. La señora Guzmán estaba convencida que el último guardián de esta

tradición era el señor Salvador Rodríguez Juárez.

Medico originario del pueblo, este señor decidió revelar el lugar donde se encontraban los restos

de Cuauhtemoc a fin de cumplir con la profecía que hablaba de su retorno. Transmitida de

generación en generación, la profecía (atribuida al padre Motolinia) decía : "Cuando el rostro del

señor Cuauhtemoc aparezca en un valor de cinco, el tiempo habrá llegado". Dicha profecía se

habría cumplido en 1949, año en el que una imagen de Cuauhtemoc apareció por primera vez en

una moneda de cinco pesos. La aparición de los restos de Cuauhtemoc no solo marcó para los

mexicanistas el inicio de la restauración de la cultura de Anahuac sino que transformó al poblado

de Ixcateopan en un verdadero santuario del movimiento.

Otras profecías importantes al seno del mexicanismo son aquellas asociadas al retorno de

Quetzalcoatl, el dios y héroe cultural mas importante del mundo mesoamericano, inspiradas en la

concepción prehispánica del tiempo. De acuerdo al calendario azteca, existían dos grandes ciclos

cósmicos que se sucedían entre sí y que ordenaban la dinámica del universo, un macrociclo

diurno de 678 años, regido por Quetzalcoatl y un macrociclo nocturno de 468 años regido por

Tezcatlipoca, deidad opuesta a Quetzalcoatl en un plano simbólico.

Para los mexicanistas Quetzalcoatl era no solo una deidad sino también un personaje histórico

llamado Ce-acatl Topiltzin que nació en el pueblo de Amatlán, Morelos, en 843. Según ello, el

macrociclo de 678 años que comenzó en 843 ( fecha en la que nació Ce-acatl Topiltzin

Quetzalcoatl) y termino en 1519-20 ( fecha en que fue destruido el imperio mexica) fue sucedido

por un macrociclo nocturno de 468 años que culmino en 1987-88.

De acuerdo a la concepción del tiempo prehispánica, han existido ya 5 eras o soles, el quinto sol

siendo aquel en el que nació y fue destruida la civilización azteca. Por ello para los mexicanistas

ha iniciado un nuevo ciclo, regido por Quetzalcoatl, a partir de 1987, ciclo que corresponde al

nacimiento del sexto sol y al renacimiento de la grandeza nahua o mexica.

La Virgen de Guadalupe ha sido también interpretada como una imagen profética según las

concepciones mexicanistas. Como es sabido, desde su nacimiento el culto guadalupano ha

conservado un sustrato indígena original vinculado al culto a Tonantzin o Coatlicue, diosa de la

tierra. Producto de un claro sincretismo religioso, la imagen de la Virgen, que representa a una

mujer indígena encinta y adormilada, que esta de pie sobre una luna negra en cuarto menguante

que sostiene un curioso ángel infantil con alas de águila, adquiere un significado nuevo en su

versión mexicanista. Para tal interpretación, la Virgen es la representación de la tierra (la madre

patria) que duerme y que debe dar nacimiento a un redentor asociado a Cuauhtemoc ( el ángel

con alas de águila) que será quien anuncie el sexto sol.

Otra creencia profética esta asociada al descubrimiento de Aztlán, la cuna mítica de los mexicas.

Muchos miembros del movimiento mexicanista piensan que tal lugar se encuentra en la isla de

Mexcaltitán, en el Estado de Nayarit. Mucho se ha especulado entre historiadores o arqueólogos

sobre la semejanza que la traza de este pueblo tiene con la antigua ciudad-isla de Tenochtitlan.

Sin embargo, ha sido la decisión política de un gobernador de este Estado la que transformo una

simple coincidencia en una verdad histórica oficial. En efecto, Mezcaltitan fue declarada en 1986

como el asiento de la antigua Aztlán sin mayores fundamentos que la simpatía del Gobernador

por el movimiento mexicanista y un interés comercial y turístico. Jêrome Monnet ha hecho el

análisis crítico de este fenómeno, un ejemplo característico de la mitología política mexicana

(Monnet, 1995). Evidentemente, muchos grupos mexicanistas han visto en esta decisión la

confirmación de las profecías de restauración cultural, y las concentraciones con fines rituales en

la isla han aumentado considerablemente en los últimos años, sobre todo a partir de la

celebración oficial del primer encuentro de la mexicanidad en 1989.

El retorno de objetos considerados como símbolos del mundo azteca y que se encuentran en

distintos países extranjeros es otro rubro asociado a las profecías de restauración. Así, la

devolución del códice badiano por el Papa Juan Pablo II o la repatriación del códice Aubin que

estaba en la Biblioteca de París, por ejemplo, han sido considerados por los mexicanistas como

importantes signos de la restauración, y es conocido el caso de un grupo mexicanista que radica

en Viena, cuyo líder Xoconochtle exige la devolución del penacho o quetzalcopilli que perteneció

a Moctezuma y que se encuentra en el Museo etnográfico de esta ciudad. Según este grupo, el

retorno a México del máximo símbolo del poder azteca será el signo de la inminente restauración

de la grandeza civilizatoria antigua.

El nuevo mexicanismo : nativismo y esoterismo

La represión del movimiento estudiantil de 1968 y la profunda crisis política del partido

dominante en México, el PRI, a partir de 1988, son el trasfondo en el que emerge una nueva

vertiente del mexicanismo que conocerá una popularidad sorprendente, contribuyendo a la

masificación de las doctrinas de un movimiento hasta entonces poco visible.

Durante los años setenta aparece un libro que tendrá un gran impacto en el movimiento

mexicanista, titulado "La mujer dormida debe dar a luz", escrito por una persona cuya identidad

se desconoce y que se hace llamar Ayocuan. En este trabajo, Ayocuan, estudiante de Historia en

la universidad de México durante los años cincuenta, relata su iniciación en las tradiciones

sagradas de México y del Tíbet gracias a la ayuda de un personaje alemán, el "coronel".

Vinculado al nazismo durante la guerra e interesado en el esoterismo, el "coronel" había

participado en un proyecto de Hitler que intentaba utilizar a su favor las técnicas de control de la

energía cósmica que conocían los lamas tibetanos. Habiendo fracasado el proyecto, después de la

guerra el "coronel" se dedica a los negocios y viaja a México para promover su empresa, donde

conoce a Ayocuan, a quien le transmite sus conocimientos. Juntos viajan al Tíbet, donde

profundizan su aprendizaje y, en el momento de la invasión china, colaboran en la fuga del Dalai

Lama. Ayocuan explica que su experiencia entre los lamas tibetanos le permitió conocer la

existencia de una profecía según la cual México esta llamado a convertirse en uno de los lugares

mas importantes en el despertar de una nueva cultura sagrada, pero curiosamente, a partir del

momento en que su población rebase los 70 millones (es decir, a partir de 1982). Según Ayocuan,

la profecía tibetana de « La mujer dormida debe dar a luz » reenvía al celebre volcán Iztaccíhuatl

(cuyo nombre significa « mujer blanca » en nahuatl pero que la mayor parte de los mexicanos

conocen como « la mujer dormida » por la leyenda sobre su origen y por la forma que tiene el

volcán). Considerado por los miembros del mexicanismo como un lugar sagrado del mundo

prehispánico, la profecía de “la mujer dormida” estaría vinculada con el despertar de la cultura

prehispánica, cuya esencia esta personificada por el volcán Iztaccíhuatl.

El libro de Ayocuan tendrá una gran importancia en el desarrollo de una nueva vertiente del

mexicanismo, que se caracterizará por su apertura al mundo, su abierto eclecticismo y el

abandono del lenguaje anti-occidental de las organizaciones mexicanistas mas "tradicionales".

Gracias a su amalgama de esoterismo europeo, orientalismo tibetano y restauracionismo

indianista, el texto de Ayocuan le da un perfil cosmopolita a la doctrina mexicanista, un alcance

planetario y no solo nacional a su proyecto, e inaugura una nueva etapa del movimiento que

favorecerá su masificación gradual. El recurso a la tesis de un saber "oculto" que ha logrado

preservarse a través de siglos gracias a una tradición de "guardianes" pero que se revelara a

aquellos que participen de la "doctrina" es uno de los motivos mayores del nuevo mexicanismo, y

la idea de que la participación en el movimiento mexicanista forma parte de una misión universal

y trascendente pero a la vez arraigada en nuestra identidad india más profunda da cuenta de su

atractivo para muchas personas así como de su capacidad movilizadora.

La mas conocida organización del nuevo mexicanismo entra en escena públicamente el 2 de

octubre de 1988, en la manifestación en la que las fuerzas democráticas del país conmemoraban

los 20 años de la masacre del movimiento estudiantil en la plaza de Tlaltelolco, en un ambiente

marcado por la coyuntura de una elección presidencial cuyos resultados eran impugnados por la

oposición.

Agrupados alrededor de la figura del señor Arturo Velasco Piña, ideólogo de esta corriente del

mexicanismo, un amplio contingente, vestido de blanco, una cinta roja en la frente y marchando

en silencio, recordaba a "Regina" (nombre de una joven mexicana de ascendencia alemana, María

Regina Teuscher, estudiante de medicina asesinada el 2 de octubre de 1968 en la plaza de

Tlatelolco).

Verdadero creador de mitos, Velasco Piña (abogado como su predecesor Nieva) a convertido a

esta joven en un personaje mítico y divinizado cuya saga ha sido plasmada a lo largo de varios

libros que han conocido un éxito editorial sorprendente, popularizando como nunca antes las

ideas del mexicanismo. Dotado de una imaginación desbordada, el señor Velasco ha logrado

crear una corriente del mexicanismo que comienza a influir al interior de sus diversas

organizaciones, aunque no sin conflictos. Hábilmente, ha forjado una doctrina centrada en el

culto de "Regina" y en una increíble interpretación de los acontecimientos políticos de 1968 en

México, vinculando a su personaje con la profecía de Ayocuan sobre "la mujer dormida".

El discurso de Velasco Piña y otros ideólogos del nuevo mexicanismo converge claramente con

lo que Champion y Hervieu-Leger califican como "nebulosa esotérica", característica del

fenómeno New Age, movimiento para-religioso cuyo postulado de base es la creencia en la

llegada de una nueva época regida por la espiritualidad, la Era de Acuario (Champion y Hervieu-

Léger, 1990).

No por azar, Velasco hace coincidir el nacimiento de Regina con el año en que comienza la Era

de Acuario (1948) y lo sitúa en un pueblo cercano a los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl (a

los que define respectivamente, como receptáculos de las energías cósmicas femeninas y

masculinas de México).

El argumento de Velasco Piña es simple pero eficaz : con la aprobación de sus padres, Regina es

iniciada entre los lamas tibetanos exiliados en la India desde 1958 a fin de cumplir su misión,

restaurar las tradiciones sagradas prehispánicas y reactivar la energía cósmica contenida en los

volcanes que dará inicio a la nueva era. Regina retorna a México en 1968 y se pone en contacto

con los guardianes de las tradiciones prehispánicas (olmeca, maya, zapoteca y nahua) quienes la

reconocen como un ser superior, y todos juntos participan en el movimiento estudiantil que surge

en ese año a fin de orientarlo en un sentido "espiritual" y mexicanista. Después de varios rituales

masivos que realizan durante las diversas marchas estudiantiles (aprovechando su energía),

Regina comprueba que solo se liberó la energía de uno de los volcanes, el Popocatépetl, por lo

que decide autosacrificarse, junto a 400 de sus seguidores, en la plaza llamada « de las tres

culturas » del barrio de Tlatelolco (antiguo santuario azteca de las divinidades femeninas).

Como se sabe, en ese lugar el ejercito asesino a cientos de estudiantes durante la manifestación

del 2 de octubre de 1968. Según Velasco, el autosacrificio de Regina permitió despertar al volcán

Iztaccíhuatl (la mujer dormida), al país y al mundo entero a la nueva era y explica porque el culto

a Regina se realiza en Tlaltelolco ( el relato menciona los restos de Regina han sido enterrados

por los "guardianes" de la tradición prehispánica en una cueva "secreta" cerca del volcán).

Velasco Piña ha elaborado una cosmovision esotérica según la cual la tierra es un organismo

inteligente - "Gaia"- por el que circulan las energías que vienen del cosmos y la mantienen viva a

través de un conjunto de centros receptores o chakras que conforman una especie de geografía

sagrada. El cuidado y la utilización sabia de estas fuerzas ha sido obra de los "guardianes" de las

diferentes tradiciones y de los grandes "iniciados", seres "ocultos" de una gran espiritualidad.

El final de la era Piscis (que duro 2000 años) y el inicio de la era de acuario ha significado un

cambio en los centros receptores de energía, que se han desplazado de la cordillera de Himalaya a

la de los Andes. Gracias al autosacrificio de Regina, el 2 de octubre de 1968 inicia la nueva era

con el despertar del "chakra" de México y el desarrollo de la conciencia mexicanista, que jugará

un rol decisivo en el nacimiento de una nueva sacralidad y en el despertar de todos los otros

chakras dormidos del planeta (en Europa, en Sudamérica, el cercano oriente, etc).

A diferencia del mexicanismo radical, el nuevo mexicanismo promueve una suerte de

"modernización" y una imagen menos sectaria e integrista del movimiento mexicanista.

Por ejemplo, es evidente la creación de una versión "femenina" y feminista del mexicanismo que

reduce el acento puesto en símbolos masculinos como Cuauhtémoc o Quetzalcoatl al seno del

mexicanismo. Así, para sus fieles Regina representa el retorno de Citlalmina, arquetipo azteca de

la fuerza femenina. De hecho, el nombre de "citlalminos" es aplicado también a los "reginos",

quienes alientan una especie de feminismo místico gracias a la idealización del mundo

prehispánico, al que se le atribuye la práctica de una relación armónica e igualitaria entre los

sexos. Ello sin duda explica la significativa participación activa de mujeres en las agrupaciones

reginistas.

El discurso de Velasco Piña se caracteriza también por la reivindicación de un pluralismo que, a

diferencia del etnocentrismo aztequista de otros grupos, distingue y valora por igual la tradición

nahua y las tradiciones olmeca, maya y zapoteca. Según Velasco, a cada civilización prehispánica

correspondería un ethos dominante que el mexicanismo debe enseñar: el silencio -sinónimo de la

mas alta espiritualidad- es el valor olmeca, la sabiduría -conocimiento de las leyes del cosmos- el

valor maya, el amor -sinónimo de la contemplación y la devoción al universo-el valor zapoteca y

la osadía - impulso a la acción y a la expansión- el valor nahua. Así, el nuevo mexicanismo puede

dar cabida a todas los gustos individuales: la gente con inclinaciones a la meditación serán

olmecas, los que prefieren la astrología o la numerología serán mayas, los interesados en las

experiencias alucinógenas y chamanicas serán zapotecas y los más politizados devendrán nahuas.

Por otra parte, se promueve una apertura tolerante hacia el conjunto de las tradiciones sagradas

del planeta. Mas allá del antioccidentalismo apasionado de muchos partidarios del movimiento

mexicanista, este es considerado por Velasco como parte de un proceso mundial de desarrollo de

una espiritualidad cósmica en el que convergen y dialogan todas las grandes corrientes

civilizatorias.

La metamorfosis que el nuevo mexicanismo ofrece es una alternativa ideológica hábilmente

elaborada y dirigida a un público muy específico, el habitante de una gran megalópolis como

México. Ella recicla con ingenio la necesidad de experiencias sacras dentro de un medio urbano

hostil e individualista (y por definición indiferente a la religión) con las aspiraciones

democráticas y el espíritu de tolerancia (la igualdad entre los sexos, el movimiento del 68). Ella

combina las pesadillas de las buenas conciencias ecologistas con la esperanza milenarista, y la

reivindicación de los desheredados con la afirmación de un nativismo indianista transclasista.

Esta eficaz matriz ideológica favorece todo tipo de permutaciones y puede incluir todas las

creencias imaginables y todos los cultos, traduciéndolos en clave mexicanista : la astrología, los

extraterrestres, el neochamanismo estilo Carlos Castañeda, la piramidología, el espiritismo, el

gnosticismo, la parapsicología, la teosofia, la masonería o las doctrinas de la Gran Fraternidad

Universal.

A diferencia de las organizaciones del mexicanismo más tradicional, los neo- mexicanistas

desarrollan un proselitismo que cuenta con grandes recursos económicos y que tiene una gran

incidencia entre la burguesía y las clases medias. El grupo de Velasco Piña imparte costosos

cursos de iniciación al mexicanismo y organiza encuentros rituales con representantes de diversas

tradiciones sagradas. En 1989 los neo-mexicanistas fundan la Casa Tibet-México, la cual

patrocina una Ceremonia por la Paz en la Catedral de México con la participación del Dalai-

Lama. Su objetivo era reactivar los flujos de energía cósmica a través del continente americano,

interrumpidos a causa del Canal de Panamá.

Mencionaremos a otros dos ideólogos destacados del neo-mexicanismo, compañeros de ruta de

Velasco Piña. El primero es Alberto Ruz Buenfil ( hijo de un arqueólogo y mayista del mismo

nombre que descubrió la celebre tumba de Palenque). En un libro en el que recapitula su

trayectoria al seno del mexicanismo, Ruz Buenfil describe las actividades de su grupo, una

comuna de origen hippie que existe en Huehuecóyotl, Estado de Morelos. (Huehuecóyotl se

encuentra muy cerca de Tepotztlán, santuario importante de los new agers y especie de Meca del

hippismo mundial). Mezclando el discurso contracultural de los años 60s (beatnicks, psicodelia,

ecologismo, vida alternativa) con la ideología mexicanista, Buenfil promueve la creación de lo

que llama el "Puente de Wirikuta" y habla del regreso de los "guerreros del arcoiris" que aparecen

en ciertos mitos que según Buenfil se encuentran en todo el mundo.

Las profecías del mexicanismo y la restauración de la cultura prehispánica formarían parte de la

construcción del pueblo del arcoiris, arquetipo New Age que representa la fusión armónica de

todas las tradiciones sagradas. El grupo de Buenfil, integrado por gentes de diversas

nacionalidades (muchos norteamericanos y europeos), organiza happenings y rituales en los que

se mezclan indiscriminadamente todo tipo de elementos culturales

(asiaticos,africanos,americanos) aunque su lenguaje es predominantemente indianista.

Otro conocido ideólogo neomexicanista es el norteamericano de origen hispano José Argüelles,

quien en su libro "El factor Maya", analizando la concepción del tiempo en la astronomía maya,

llega a la conclusión de que los mayas eran extraterrestres venidos del centro de nuestra galaxia,

que nos heredaron unos conocimientos que solo pueden ser comprendidos como un mensaje

cifrado. Argüelles sostiene que los mayas eran viajeros intergalácticos que pertenecen a una

"supercivilización" que esta por regresar a nuestro planeta. Deduce que de acuerdo a los ciclos

temporales de los mayas, esta por comenzar un nuevo ciclo cósmico que representará la última

etapa de la evolución del hombre y que se deben crear las condiciones para entrar en contacto con

las inteligencias superiores galácticas. La deriva extraterrestre del discurso de Argüelles no le a

impedido organizar una "Convergencia Armónica" en 1987, que reunió a miles de gentes en los

principales sitios arqueológicos del país para formar cadenas energéticas.

Los neo-mexicanistas son conocidos también por sus rituales de purificación de las rutas

sagradas. La limpieza de los caminos que pertenecen a la geografía sagrada del planeta es una de

sus actividades centrales, tanto en México como en el mundo. En España, por ejemplo, se realizó

en Santiago de Compostela un acto de purificación que reunió a grupos concheros y neo-

mexicanistas con organizaciones New Age, con el objetivo de "limpiar" el chakra europeo. En

México estas acciones revisten un carácter muchas veces conflictivo. Es común ver tanto a los

neo-mexicanistas como a los mexicanistas radicales tomar por asalto los sitios arqueológicos

prehispánicos. Las peregrinaciones a Chichen-Itzá, Palenque o Teotihuacan son motivo de

masivas concentraciones que rebasan el control de las autoridades del gobierno. Pueden

observarse los rituales más variados durante estas concentraciones, según el grupo y su filiación.

Las tensiones y las diferencias entre los grupos seguidores del mexicanismo radical y los

simpatizantes del neo-mexicanismo son evidentes y en ocasiones extremas. Para los mexicanistas

tradicionales se trata de la diferencia entre una concepción de la mexicanidad "auténtica" y

popular frente a otra más elitista y "esotérica"; para los neomexicanistas entre una versión radical

y extremista y otra moderada y tolerante.

Nuevas identidades y sobremodernidad.

Los efectos de la sobremodernidad en el mundo son desiguales, pero sin duda inevitables, y están

estrechamente vinculados a la mundialización, que puede ser vista como una extensión de la

modernidad que conduce a la globalización y planetarización de los procesos históricos. Con

todo, paralelamente a la dinámica globalizadora se ha generado un doble proceso. Por un lado,

una creciente interpenetración y recomposición cultural que alienta toda suerte de hibridismos,

mestizajes y sincretismos simbólicos, y por otro lado, la resurgencia generalizada de las

identidades micro-sociales, que toman las mas diversas formas : movimientos nacionalistas o

regionalistas, milenarismos, integrismos y fundamentalismos religiosos, sectarismos,

guetthificación, racismos.

La integración acelerada de México al cambio global y a una mundialización económica que

supone el desdibujamiento de las fronteras establecidas, tanto geográficas como culturales o

políticas no es ajena a las mutaciones que conoce este país, mutaciones cuyos efectos disolventes

son notables.

La desestructuración de su régimen de partido único y del nacionalismo promovido por dicho

régimen (cuya hegemonia ha llegado a su fin después de 70 años), la desenfrenada liberalización

de su economía y la recomposición del modelo de Estado-nación dominante en México se

inscriben en este contexto, así como la democratización política, la descentralización de las

instituciones, la reconfiguración del campo religioso o la emergencia de una influyente sociedad

civil. Por lo demás, el impacto de un conflicto regional como el levantamiento armado de los

indígenas mayas, que en otra época habría pasado mas o menos desapercibido, no podría

entenderse sin considerar la creciente articulación entre lo local y lo global, el papel de los

medias en la internacionalización de este conflicto y la importancia de los reclamos identitarios

en la opinión publica.

En este marco, el movimiento mexicanista aparece como un ejemplo limite de los efectos que la

sobremodernidad tiene en una sociedad desgarrada por los abismos sociales, las contradicciones

económicas y los conflictos identitarios, una sociedad en la que las inercias históricas coexisten

con un proceso acelerado de modernización política y cultural.

El movimiento mexicanista condensa de manera ejemplar muchos de los rasgos culturales

característicos del presente sobremoderno : la invención de la tradición, la aparición de figuras

inatendidas de la memoria colectiva, la reinterpretación arbitraria del pasado, la recomposición y

resemantización de los símbolos identitarios (nacionales, étnicos, raciales, religiosos), la

inversión de los significados, la re-combinación y la hibridación de todo tipo de tradiciones

culturales y religiosas, la constitución de figuras de la alteridad inéditas, el mesianismo

nacionalista, nativista o milenarista, las derivas integristas y fundamentalistas, la exacerbación de

los fantasmas raciales, el hiper-ritualismo, la promoción de una religiosidad emocional, la

individualización de las cosmologías, la puesta en espectáculo de la imagen estereotipada de la

identidad cultural, la ficcionalización de las relaciones con la realidad.

El mexicanismo involucra a una población muy especifica cuya condición nos permite

comprender la razón de ser de las tendencias ideológicas que atraviesan a este movimiento. En

efecto, los integrantes de este movimiento son en su mayoría mexicanos de clase media, un

sector de la sociedad especialmente afectado por las dinámicas que acarrea la sobremodernidad

en el país, y cuya identidad cultural ha sido particularmente trastocada por la implosión del

“nacionalismo revolucionario”, cosmología dominante durante mas de medio siglo en este país.

Cosmología centrada en un culto al mestizaje fundado en la admiración por lo occidental y el

menosprecio por lo indígena. Se trata de personas que crecieron al seno de una cultura urbana y

occidentalizada pero que pretenden escapar a sus valores, que pertenecen al mundo mestizo y

blanco pero que no se reconocen en el mas que parcialmente.

La reacción de los individuos que integran este movimiento a los efectos de aceleración y exceso

sobremodernos, sin embargo, no es la misma, y ella depende de la forma en la que ellos

confrontan su identidad mestiza e imaginan su relación al mundo indígena. En este sentido, las

dos corrientes que hemos distinguido al seno del movimiento, el mexicanismo radical y el nuevo

mexicanismo, pueden ser consideradas como la expresión de dos tipos de respuestas culturales a

los efectos de la globalizacion, una respuesta integrista y otra hibridista.

El integrismo y el hibridismo son estrategias culturales que, apelando a la recreación de la

versión original y autentica de una tradición cultural ancestral, o a la síntesis ecléctica,

consciente y voluntaria de dicha tradición con elementos de otras culturas, pretenden hacer frente

a los efectos homogeneizadores que acompañan al proceso de globalizacion. A pesar de sus

diferencias formales, el integrismo al que apela el mexicanismo radical solo en apariencia se

distingue del hibridismo al que recurre el neomexicanismo. El integrismo y el hibridismo

mexicanistas podrían ser vistos como dos modalidades de un mismo pseudo-tradicionalismo,

como dos ejemplos de la forma en que puede manifestarse la « invención de la tradición ». Al

mismo tiempo, ellos reenvían a dos tipos de manifestación de una misma lógica sincrética, una

lógica que no es otra que la que caracteriza a la “pensée metisse” (Gruzinski, 1999). El discurso

de la mexicanidad radical sería un ejemplo de lo que podríamos llamar un sincretismo

espontaneo y no consciente, en tanto que el de la nueva mexicanidad seria el ejemplo de un

sincretismo reflexivo y consciente.

En cualquier caso, puede afirmarse que lo que explica la popularización del neo-tradicionalismo

mexicanista no es la crisis, el fin de la modernidad o la condición postmoderna sino el exceso y

la radicalización de la misma. Por ello el « retorno » a la tradición es menos una vuelta al pasado

que una interpretación del presente, un mecanismo adaptativo que puede manifestarse de

diferentes formas, pero que tiene por función absorber el choque que engendra el proceso de

sobremodernización, otorgándole un sentido y una orientación.

Una prueba de esta afirmación es el hecho de que el carácter que revisten las creencias o las

experiencias rituales al seno de este « retorno a la tradición » no podría comprenderse sin

considerar el impacto que la sobremodernidad tiene en el campo religioso. Como ha sido

señalado por una especialista en el tema, la modernidad radical ha supuesto menos la

secularización total y la desaparición de la religión en las sociedades que la desregulación

institucional de las creencias. No es la indiferencia hacia el creer lo que caracteriza a las

sociedades actuales sino el hecho de que la creencia escapa al control de las iglesias y las

instituciones religiosas (Hervieu-Léger, 1999 : 29-61).

La tendencia general de la modernidad religiosa se caracteriza por un doble fenómeno que

explica el fin de las instituciones religiosas. Por un lado la individualización y la subjetivación de

las creencias, el bricolaje de las creencias según el gusto y la conveniencia de los sujetos ; por el

otro, la proliferación de los grupos primarios religiosos (sectas, corrientes, movimientos),

comunidades afectivas fundadas en las afinidades sociales, culturales y espirituales de sus

miembros. Acompañando este proceso, la emoción religiosa, que ocupa un lugar central en la

practica de la creencia en el mundo contemporáneo, aparece como el signo mas revelador del

ocaso y no del resurgimiento de la religión y de las instituciones religiosas.

A pesar de la innegable influencia institucional que sigue teniendo en México la iglesia católica,

las tendencias antes señaladas existen en la sociedad mexicana y se encuentran presentes en el

ámbito religioso nacional (de hecho la aparición del movimiento de la mexicanidad podría ser

visto como uno de los signos de la declinación de la institución religiosa en México).

Al seno del movimiento mexicanista, todos los rasgos enumerados (la proliferación de

cosmologías individualizadas, el bricolaje de las creencias, la formación de comunidades

emocionales basadas en el liderazgo carismático o la practica de una religiosidad con una intensa

carga afectiva) no solo están presentes en la dinámica de los grupos que integran este

movimiento, sino que la individualización, la subjetivación y el bricolaje de las creencias son los

elementos que subyacen en la lógica sincrética que opera detrás de las distintas formas que

asume la invención de la tradición entre los mexicanistas.

En último término, todos estos rasgos del universo mexicanista reenvían a uno de los efectos

mayores de la sobremodernidad en nuestro tiempo, a saber la ficcionalización del imaginario

colectivo e individual. En efecto, la impresión de que, al margen de sus distintas forma de

manifestación, las ideas de los mexicanistas sobre el mundo prehispánico son irreales, o que la

tradición autóctona recreada por ellos no tiene nada de autentica y por el contrario es una

tradición arbitraria o estereotipada, en gran parte inventada en función del sentido común o el

gusto de cada grupo o individuo, mas allá de que pueda ser una impresión justificada, es

significativa porque reenvía a un fenómeno generalizado en nuestros días, a saber un imaginario

colectivo cuya dimensión ficcional es notable.

El imperio de las imágenes de los medias ha contribuido sin duda a la unificación del espacio y

el tiempo planetario, pero sobretodo ha supuesto el predominio de una relación virtual a la

realidad y una ficcionalización creciente del imaginario colectivo e individual. De la misma

manera que el exceso sobremoderno de acontecimientos ha engendrado una perdida del sentido

histórico (perdida que entre los mexicanistas el profetismo y la imaginación milenarista pretende

obturar), el exceso de referentes espaciales ha generado la simultaneidad de todos los universos

culturales en un mundo sin exterior y sin exotismo, la proliferación de imágenes simplificadoras

de tales universos, y en consecuencia, el empobrecimiento creciente de la relación a los otros y a

si mismo.

La sustitución de las mediaciones por los medias ha favorecido una perdida de sentido de las

relaciones a los otros y un déficit en las relaciones entre la identidad y la alteridad, un

debilitamiento de la lógica simbólica que hace posibles y efectivas las relaciones entre los unos y

los otros. « C’est à un affaiblessement de ce genre que nous assistons lorsque les situations de

contact culturel, de colonisation ou de modernisation ébranlent les structures internes des

cosmologies ou lorsque, plus près de nous, les corps intermédiaires dont Durkheim déplorait déjà

l’amoindrissement, ne parviennent plus à créer des relations significatives entre les uns et les

autres, tous phénomènes qui ont des retentissements aussi bien psychologiques que

sociologiques » (Augé, 1994 : 53).

El predominio creciente de una relación ficcional a lo real y a los otros ha supuesto no solo el

debilitamiento de la lógica simbólica sino el predominio de una lógica del estereotipo que es

perceptible en todos los fenómenos, sin duda de alcance planetario, asociados al consumo de

imágenes ( el turismo, la publicidad, el cine, la tv) pero cuyo influjo es perceptible también en

los mas diversos movimientos culturales, políticos o religiosos. El movimiento de la

mexicanidad no solo no escapa a este impulso a la ficcionalización generalizada, a este régimen

de la ilusión radical que permea nuestra vida cotidiana, el es uno de sus mas destacados

ejemplos.

La producción de estereotipos toma las mas diversas expresiones en el imaginario mexicanista.

Ella es perceptible en la forma en la que los mexicanistas conciben a los indios del mundo

prehispánico, en la invención de la tradición autóctona y de los santuarios en los que ella se

practica, en la escenificación de la acción ritual y de la imagen de si mismo, en la creación de

mitos literarios. En todos los casos la ficcionalización condiciona la forma en la que es elaborada

la relación al otro (pasado o presente) y a si mismo.

En cualquier caso, el imaginario mexicanista solo en apariencia es absurdo o irreal si pensamos

que el ejemplifica un tipo de sistema de creencias y representaciones bastante corriente en

nuestros tiempos, producto de las mutaciones que la sobremodernidad ha provocado en el

régimen simbólico dominante y cuyo impacto desestructurante entre los individuos es el

principal motor del « impulso » a la ficcionalización.

Un sistema de creencias que por lo demás, en un mundo en el que la relatividad de cualquier

discurso deviene una certeza adquirida, podría ser considerado como un discurso « valido y

respetable ». Terminaremos este trabajo con una cita que resume bien la razón del interés

antropológico que puede suscitar el mundo de la mexicanidad : « à l’heure des médias et de la

mort de l’exotisme, il se produit un court-circuit qui confronte directement chaque individualité à

l’image du monde : la difficile symbolisation des rapports entre hommes suscite une

multiplication et une individualisation des cosmologies, qui constituent par elles mêmes, aux

yeux de l’anthropologie, un objet d’études démultiplié, fascinant, paradoxal et inédit » (Augé,

1994 : 188).

Bibliografía

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