el naufragio de la cultura

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  • 7/23/2019 El Naufragio de La Cultura

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    El naufragio de la cultura: educacin y

    curiosidad

    Fabrizio Andreella [email protected]

    Publicado: 10/02/2013 12:15

    I

    Ququiere decir educacin? La etimologa sugiere la necesidad de salir de una condicin

    deplorable gracias a la ayuda de alguien ms.Ex ducere, sacar afuera, guiar afuera: aslos

    latinos conceban el concepto detrs del verbo educar. El prefijo exes fundamental para

    entender el sentido de la palabra, porque seala que la educacin conlleva un recorrido

    hacia afuera de algo que estadentro. Este simple hecho indica que el acto de educar es una

    responsabilidad de quien la ofrece ms de quien la recibe.

    Y cul es el estilo adecuado para educar? Es la conducta de la partera, nos dice uno de los

    mximos educadores de la historia, Scrates. Hijo de una comadrona, Scrates transforma

    el arte materno de hacer nacer bebs en el arte de hacer nacer al hombre sabio. Su mtodo

    educativo es la mayutica (maieutik), o sea el arte de la obstetricia. Una obstetricia

    filosfica que, gracias a preguntas y razonamientos en dilogo, trata de extraer del discpulo

    su conocimiento personal, sepultado por las opiniones y convencimientos que ha asumido

    como suyos sin analizar su verdad. El conocimiento, segn Scrates, no se puede ensear,

    sino que se ayuda a descubrirlo y desenterrarlo, porque es un estado o una condicin del

    alma. Por eso, con la mayutica, el maestro (la comadrona) trata simple y pacientemente de

    sacar afuera la verdad escondida (el beb) del discpulo (la parturienta). La tarea del

    educador es entonces guiar el parto de la verdad del discpulo, que es verdad solamente

    porque es suya.

    Que la enseanza de Scrates es remota no slo temporalmente sino tambin

    ideolgicamente es evidente: hoy en da no es posible desear una educacin al estilo

    socrtico, ya que estamos obligados a aprender a pensar con los conceptos y las formas que

    nos permiten ajustarnos al mundo que nos rodea. Un mundo por esencia conservador que,

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    insistentemente, nos quiere funcionales para la sobrevivencia de sus estructuras

    fundamentales. De hecho, en la sociedad postmoderna, creatividad (o sea el descubrimiento

    de los elementos para una creacin nueva y original) es una palabra mgica y un talento

    muy apreciado, y an ms, su expresin se fomenta en todo lo que tiene que ver con formas

    inocuas y productos redituables, pero es obstaculizada cuando elabora ideas y

    comportamientos sustanciales que puedan desestabilizar la estructura social. Las continuas

    alabanzas a la educacin tcnica y econmica memorista, y la dificultad de la ya marginada

    educacin humanstica para salir de la erudicin narcisista y proponer y afirmar ideas

    desafiantes, son la prueba de esta deriva u olvido de la educacin entendida como

    mayutica.

    Hoy, educar no es sacar algo que hay adentro del discpulo, sino ponerle algo adentro,

    introducir en su mente las nociones y las formas de pensar que lo conformen a las

    necesidades del sistema socioeconmico.

    Esta condicin servil de los programas educativos ya sera suficiente para generar una

    reflexin seria y profunda entre polticos, administradores e intelectuales sobre el destino

    de una sociedad que no favorece la formacin de individuos sino de funcionarios. Mas esa

    importante conquista moderna, que es la educacin laica, obligatoria y gratuita para todos,

    se enfrenta hoy con otra autoridad formativa muy poderosa que ha florecido en particular

    en los ltimos treinta aos. Esta institucin educativa ha logrado marginar la escuela y

    meter en sus pupitres a toda la poblacin. Son los medios masivos, en particular la

    televisin y las redes sociales

    II

    A lo largo de la historia, los sujetos encargados de educar a las nuevas generaciones han

    sido los padres, los sabios, los gurs, los eclesisticos, los filsofos y los preceptores.

    Ahora, los maestros son reemplazados por los programas televisivos y los sitios web. Esta

    aseveracin aparentemente exagerada e inverosmil se sustenta en el simple hecho de que el

    nico conocimiento que nos moldea y nos acompaa por mucho tiempo es el conocimiento

    que nos fascina. Por eso el maestro verdadero es quien sabe despertar y alimentar la pasin.

    El conocimiento se filtra en el alma solamente a travs de la seduccin, y hoy en da el

    adolescente encuentra al seductor de su intelecto ms en las tardes frente a las pantallas que

    en las maanas frente a las pizarras.

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    La seduccin los hombres y las mujeres instruidos en el arte del erotismo lo saben bien

    es una manera refinada y ldica de avivar la curiosidad. Es esa actitud del alma que permite

    al ser humano salir del reino de lo que ya conoce para zambullirse en las aguas de lo

    desconocido. Por milenios, la vanguardia de cualquier conquista, la bisabuela de

    invenciones, exploraciones y descubrimientos sociales como ntimos ha sido la

    curiosidad.

    Educacin, seduccin, pasin, curiosidad: esta es la escalera del conocimiento. Mas en este

    descansillo de la curiosidad humana no hay solamente la entrada al departamento de la

    educacin. Los medios masivos, que saben despertar la curiosidad, y saben apasionar,

    seducir y educar en una cierta forma de ver el mundo, tienen tambin su atractiva puerta en

    el descansillo de la curiosidad.

    Por ende, la curiosidad es una disposicin bicfala: puede ser la balsa frgil y aventurera

    que nos lleva a los mltiples litorales del conocimiento, o el buque achispado que se

    empantana en las arenas movedizas del curioseo morboso e intil.

    Hasta la mitad del siglo pasado, los caminos de la educacin haban trazado los retratos de

    las culturas, y en las mentes ms abiertas haban fortalecido el valor inestimable de la

    curiosidad ms noble y pura (incluyo en estas mentes tambin la de Donatien Alphonse

    Franois de Sade). Educacin proporcionada en forma de instrucciones pblicas o

    esotricas, artes liberales o artes vulgares, reglas sociales o normas interiores...

    conocimientos que permiten al joven novato que asoma la cara por la puerta de la

    comunidad e instalarse en el mundo, concentrarse en lo que lo rodea, aventurarse en el

    descubrimiento de su identidad y contribuir al bienestar material y espiritual de la sociedad

    que lo ha criado.

    Es claro entonces que la educacin, concebida como suministro de nociones o como

    mayutica que libera la verdad interior (per via di porre o per via di levaredira ese

    extraordinario autodidacta que fue Leonardo da Vinci), es un bien comn que se transmite

    entre seres humanos. Esta transmisin es la esencia misma de la educacin que, para

    sedimentarse y ser fructfera, necesita despertar la curiosidad.

    III

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    Sin embargo, los aparatos tecnolgicos audiovisuales capturan la curiosidad de las nuevas

    generaciones del homo videns(G. Sartori) que, vuelto pasivo por las pantallas anestsicas,

    pide a las pantallas mismas estimularlo y a la vez apagar el estmulo, ofrecindoles como

    vctima en sacrificio su atencin desorientada.

    Una mirada desapasionada y sincera nos devuelve la imagen de los medios masivos como

    el instituto pedaggico preponderante de la postmodernidad que estplanteando la sociedad

    futura a nivel antropolgico, social y relacional. No habra ningn problema si esto fuera un

    escenario intencional, planeado y con objetivos claros, clasificados como esenciales para el

    crecimiento de la sociedad y de los individuos. Sin embargo, si descartamos las teor as

    conspirativas, no vemos ningn proyecto educativo en los medios.

    Tenemos un sistema formativo meditico muy poderoso, que no tiene ningn plan

    educativo y que, sin embargo, adiestra a sus numerossimos discpulos, casi la poblacin

    mundial entera, para qu? La respuesta la dan nuestras yemas de los dedos cuando, con

    el control remoto o con el ratn, en un zigzagueo sin fin, llevan nuestra atencin a cultivar

    la curiosidad trivial, el curioseo sin direccin, para aturdir la mente en un nirvana de leve y

    constante excitacin. Esta vibracin neuronal es provocada por noticias o eventos que

    no necesitan una reflexin, sino solamente una afiliacin maquinal e impulsiva a una

    congregacin de annimos consumidores de la misma sustancia. Informacin que nunca se

    transforma en conocimiento.

    IV

    Si la curiosidad es la gasolina que antes de la revolucin audiovisual llenaba los tanques del

    conocimiento metafsico o emprico poco importa ahora, diluida y convertida en

    curioseo, alimenta el chisme, el fanatismo y la ociosidad hambrienta dejunk foodvisual.

    No es difcil imaginar cul es el papel de la televisin en esta envilecida desviacin de la

    curiosidad hacia lo intil. Puedo afirmarlo con amarga certeza, ya que tengo frente a los

    ojos las ruinas morales y los escombros antropolgicos de veinte aos de televisin italiana

    sometida al dominador de la poltica de mi pas. Los italianos hemos comido felizmente la

    basura meditica vomitada en nuestros hogares: barata, alegre, sexy, americanizada. As,

    los valores inyectados en nuestro cerebro han destruido todos los elementos comunitarios,

    depositando en los corazones y en las cabezas solamente aspiraciones individuales.

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    Este genocidio tico y cultural ha dejado un paisaje postblico donde los individuos

    deambulan como sombras hechizadas, pisando los cadveres de las ideas ms nobles de la

    civilizacin; vagabundean como pepenadores que inhalaron el pegamento de las incesantes

    promesas del teleduce, rastreando el basurero de las ilusiones en bsqueda de su fabuloso

    El Dorado privado. As, los italianos nos descubrimos, de repente y sin arrepentimiento,

    egostas y sin sentido cvico. Fueron suficientes veinte aos de constante y progresiva

    desviacin de la curiosidad.

    Veinte aos de educacin de coprofagia televisiva, mientras la Iglesia catlica urda lo

    necesario para que aquel tirano democrtico que demola la riqueza nacional y tena una

    vida privada incontinente y humillante para la dignidad femenina, defendiera los intereses

    econmicos eclesisticos y la doctrina moral pblica.

    Veinte aos de educacin de coprofagia televisiva, mientras la izquierda nacional

    ergotizaba y se divida, hundida en su obtusa y perezosa soberbia.

    Veinte aos de educacin de coprofagia televisiva, mientras los acoquinados partidarios del

    neoliberalismo cerraban los ojos frente al uso ad personamde las leyes del Estado para

    defender e incrementar el monopolio de la comunicacin televisiva.

    Veinte aos de educacin de coprofagia televisiva, mientras los intelectualesla page,

    desde sus torres de marfil, se entretenan lucubrando sobre los programas televisivos que

    abobaban a las masas, y discutiendo filosficamente sobre la postmodernidad que avanza.

    Veinte aos de educacin de coprofagia televisiva, mientras los empresarios se

    aprovechaban de la nueva moda tica que legitimaba la evasin tributaria y el uso privado

    de dinero pblico, gracias a esa frasecita mgica Yo le doy trabajo a mucha gente que

    vuelca la realidad Mucha gente le da su trabajo a los empresarios.

    Veinte aos de educacin de coprofagia televisiva, mientras las clases subalternas gozaban

    de la abundancia excrementicia de escndalos y telenovelas, de tetas y futbol (piezas

    maravillosas del edn masculino antes de su mercantilizacin), acostumbrndose a las

    agruras estomacales y a la fetidez del aire hasta no percibirlas ms.

    V

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    Me pregunto si los mundos poltico, eclesistico, empresarial y meditico mexicanos tienen

    conciencia de los daos que puede ocasionar a su pas y a sus mismos intereses el naufragio

    cultural de la sociedad en la pereza cerebral y en el vaco tico de la televisin basura. S,

    claro, desde el punto de vista de la realpolitik, un pblico es mejor que un pueblo, un

    consumidor es mejor que un ciudadano, un simpln es mejor que un crtico exigente.

    Empero, la devastacin antropolgica que una televisin populista, cnica, amoral y

    oportunista puede ocasionar a una nacin, es an peor que el aturdimiento poltico de sus

    ciudadanos tele-hechizados. Con unos medios deshonestos se pueden ganar las elecciones,

    pero con unos medios que adems bombean chatarra emocional y miseria racional se

    pueden tambin destruir la cultura y los valores que mantienen a un pueblo unido bajo su

    bandera.

    Como deca Albert Einstein antes de la invasin de la televisin basura: No tengo talentos

    especiales, slo soy apasionadamente curioso. En efecto: juntas, pasin y curiosidad, le

    dan vida a la inteligencia. Aspues, maestros de primaria, que nos acogen cuando la llama

    de la curiosidad es todava inmaculada; profesores de la universidad, que nos encuentran

    cuando la pasin por el saber es todava libre de avaricias; poetas, que nos abren el portillo

    secreto del silencio acompandonos en su reino encantado; amantes, que iluminan con un

    golpe de luz inesperado el cuarto oscuro del alma, quemando todas las imgenes intiles

    con las que nos rodeamos: por favor, todos ustedes, aydennos a reubicar la curiosidad en

    el corazn y en la cabeza, como Scrates nos haba enseado.