el orfanato maldito de rivadavia

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El orfanato maldito de Rivadavia14/11/2012PORDR. BOMUR90 COMENTARIOSHace un tiempo nos llegaron los rumores sobre un nefasto caso en Rivadavia. Se comentaba que cerca de la interseccin de la calle Irrazabal y la Ruta provincial 50 (antigua ruta nacional 7), haba una casa que llevaba aos tratando de ser vendida y no se poda concretar por los sucesos que en el pasado haban acontecido.Fuimos hasta el lugar y nada trascendental haba para contar, por lo que el caso no nos pareci interesante. Hablamos con unos vecinos de la zona y tampoco saban nada, por las dudas les dejamos nuestros nmeros telefnicos por si se enteraban de algo.Al cabo de dos semanas nos llam una seora, vamos a decir que su nombre era Olga. Nos llam Olga y nos dijo que tena muchas cosas para contarnos y algo espeluznante que mostrarnos, fue as como emprendimos nuevamente el viaje hacia Rivadavia.La casa de Olga estaba a varios kilmetros de Irrazabal, sobre la Ruta 50, pero nos precis detalles de su hogar y no nos cost encontrarlo. La seora era viuda y viva sola, ella nos deca que tena 89 aos, pero nosotros le dbamos unos diez ms. Su cara estaba adornada con profundas arrugas, con el paso y el peso de los aos en su andar nos invit a pasar. Todo su semblante era antiguo y denso, tena ganas de hablar pero en sus ojos brillaban destellos de miedo y espanto.Entramos a la cocina de la vieja casa y sobre la mesa tena una especie de bal cerrado. Se sent en una sella, lo tom entre sus manos y comenz la historia de la casa otrora el orfanato San Juan, pero antao mejor se los dejamos tal cual no los coment ella. As comenz su relato, mientras del bal sacaba fotos:Esa casa no se va a vender jams. Ah pasaron cosas espantosas, cosas oscuras y de las que nadie quiere hablar. La historia comienza mucho antes de su construccin, cuando esa tierra fue vctima de rituales satnicos. Lo que pas en el orfanato fue el desenlace trgico, la venganza de aquellos oscuros seres. Pero yo vi todo yo viv todo.Aos despus de la primera guerra mundial decidimos venirnos a vivir de Francia a la Argentina, Europa estaba muy convulsionada y mi padre tema que pasara lo que varios aos despus pas, la segunda guerra, la peor de todas. Mi padre era agricultor y mi madre ama de casa, as que vendieron todo lo que tenan y se vinieron a vivir a Mendoza, lo nico que no se vendi fue la cmara de fotos de mi madre, ya que era un objeto muy moderno en Montpellier y suponamos que en Argentina no iba a existir. Desde muy chica hered la pasin de mi madre, por lo que aprend a tomar fotos y me hice aficionada. A mis quince aos me contrataron del club social del pueblo para que retratara las fotografas de una fiesta donde iban a estar varios polticos importantes, ya ni me acuerdo quienes eran.La jornada se extendi hasta tarde, por lo que tuve que volver caminando hasta mi casa de noche, por la ruta. A la altura de la que hoy es la calle Irrazabal sent unos ruidos extraos. Me escond entre las sombras de los rboles por el miedo a que alguien me vea, ms por mi cmara que por m. Un grupo de personas se adentr por la calle de tierra. No los pude ver bien, pero continu escondida. Al cabo de unos minutos los ruidos no venan hacia m, sino que los traa el viento. Eran murmullos, como que estaba rezando, eso me tranquiliz un poco. Sal de mi escondite y fui en con cautela hacia el lugar de donde provenan los ruidos, a unos treinta o cuarenta metros de la ruta. A los lejos alcanc a ver unas personas, el negro de la noche y las sombras se fundan con sus vestimentas, entonces escuch un ruido desgarrador, parecido a cuando mi padre mataba un cordero para comer, fue un llanto y luego un grito y un golpe en seco. Ese sonido me hel los huesos, y comenc a correr hacia mi casa. Esa noche no cont nada a mis padres, pero tampoco pude dormir.A la maana siguiente volv hacia el lugar, observ que nadie estuviese por los alrededores y me adentr por la calle Irrazabal, en ese momento haba una finca abandonada. Los yuyos haban crecido por doquier, haba un forraje tupido que separaba la calle de la finca. Encontr un sendero, trazado por algunas huellas que decid seguir, camin cruzando la vegetacin, descend por unas piedras y encontr una zona despejada, sin yuyos, sin piedras, rodeada por higueras muertas. No haba nada ni nadie, ni siquiera algn objeto que llamara la atencin, pero en el centro de ese lugar, una mancha negruzca decoraba el piso. Me arrim hacia la mancha y le pas el dedo, era una sustancia viscosa, al frotarla entre mis dedos perdi color y se transform en rojiza, deduje que era sangre. De pronto mi corazn comenz a latir, me senta observada por cientos de ojos, por las higueras, por toda la zona. Observ desesperada hacia todos lados y no haba nadie, el ruido del silencio me absorba, ni siquiera escuchaba el canto de los pjaros, entonces corr, corr y corr hasta que llegue nuevamente a mi casa. Esta vez si les cont a mis padres, pero ambos minimizaron el asunto, se iban a preocupar acaso por una mancha de sangre en un campo abandonado, donde cientos de pjaros, gatos, liebres y ratones deambulan todo el da? Era demasiado pedir, pero yo saba que pasaba algoEse fin se semana tuve otro evento en el Club Social, esta vez no termin tan tarde y yo contaba con el permiso de mis padres para llegar de madrugada, por lo que decid ir a ver si volva a encontrar algo en aquel lugar. Anduve por el mismo sendero, atraves los mismos yuyos y descend por la misma roca, segundos antes de llegar al lugar donde haba encontrado la sangre sent esa especie de rezos que haba escuchado la primera vez y esta vez eran fuertes y cercanos.Un terror absoluto me invadi, mir hacia el lugar donde provenan los ruidos y los vi. Eran varios hombres vestidos de negro, encapuchados. Venan murmurando una especie de oracin y se acercaban hacia m. En ese momento me escond detrs de unos arbustos y tom una fotografa. En ella pueden ver lo que vi, cuatro hombres que venan hacia donde yo estaba, pero detrs de ellos venan varios ms, calculo que unos veinte. No tena escapatoria, por lo que decid mantenerme escondida, tampoco iba a poder tomar otra fotografa, porque la cmara haca ruido y me iban a descubrir, pero lo que vi esa noche fue espantoso.

Entre oraciones y movimientos extraos, uno de los hombres sac de una manta algo, lo deposit en el suelo, justo en el lugar donde yo haba visto la mancha de sangre y le quit la manta con lo que lo envolva. Fue entonces cunado pude ver quien gritaba. No era un cordero, sino un nio, un bebe. Otro de los hombres elevo sus manos hacia el cielo, mientras profesaba frases en otro idioma y miraba hacia la nada. Poco a poco comenc a sentir como mojaba mis pantalones, jams voy a olvidar el calor de mi orn corriendo por el fro de mi piel. Entonces un tercero que llevaba una guadaa la elev por los aires y la dej caer en seco sobre el pecho del beb, cortando en el acto los llantos de la criatura. Los hombres se abalanzaron sobre el cuerpo, mientras seguan con su ritual, todo mi cuerpo temblaba. Al cabo de unos cinco minutos, que se me hicieron eternos, los encapuchados se marcharon, dejando solamente rastros de sangre en el suelo, nada ms. Y as corr desesperadamente, cortndome con los arbustos, ahogndome en mis lgrimas, con el corazn en la boca de tanto miedo.Cuando llegu a mi casa, mis padres instantneamente se dieron cuenta de mi estado de alteracin. Esta vez llevaba pruebas en mis manos. Una vez revelada la foto no tardaron el llevarme a la comisara. Ah nos recibi el comisario Ernesto Saviola, quien escuch atentamente mi relato. Al finalizar se le dibuj una sonrisa en el rostro, pensando en que eran tonteras de una joven, hasta que le arrim la foto y sus ojos de desorbitaron. Lo primero que me recomend fue que tengamos cautela, que la polica se iba a hacer cargo, pero que no alertramos al pueblo.Mi familia era muy catlica, por lo que mi madre me pidi que fusemos ha hablar con el cura del pueblo, creyendo que deba pedir perdn o consejos por algo que no entenda y ni siquiera era mi culpa. Habl con el padre Joaqun Sotomayor, quien no tard en comentar entre sus pares con furia lo que unos herejes y paganos (como los nombr) estaban haciendo en el pueblo.Al cabo de unos das, el rumor se presenta en el ambiente, nadie hablaba de nada, pero todos saban algo, todos haban escuchado que algo pasaba, la gota que rebals el vaso fue cuando desapareci Augusto, el beb de los Pereyra. Entonces el pueblo se alz en una revuelta, polica e iglesia incluida, y lo primero que hicieron fue ir donde lo ocurrido.Varias personas rodearon el lugar, ingresando por los cuatro flancos. Sigilosamente llegaron hasta la zona en cuestin y ah estaban. En un instante de furia toda la gente atac al mismo tiempo, ninguno de los encapuchados corri, simplemente se quedaron inmviles mientras la multitud arras con ellos. Rpidamente fueron masacrados, se encendi una pira y los arrojaron a todos en ella, el beb de los Pereyra jams apareci. En la desesperacin, el padre del beb se suicid, arrojndose a la hoguera. No voy a olvidar los gritos de Pereyra y el olor espantoso a muerte que qued en el ambiente, aquel que de nia haba olido, cuando en Francia los soldados incendiaban nuestros vecindarios.En ese mismo acto se prohibi a los all presentes hablar alguna vez de lo ocurrido, este hecho iba a hundir un pueblo que poco a poco iba creciendo y lo que se haba cometido era un asesinato, una venganza, que nada de legal tena. Era la perdicin para el comisario y todos los dems. Creyendo que la foto que les haba dado era la nica copia, la arrojaron a la pira humana y todo ardi. Para ocultar bajo las cenizas el nefasto suceso, se decidi construir un orfanato en el lugar, con nimos de proteger a los nios desamparados y abandonados. Fue as que se construy el orfanato San Juan.Pasaron un par de aos, el orfanato se construy y se pobl rpidamente, yo jams me sent tranquila al pasar por esa calle, jams pens en regresar, violentos tiritones me atacaban cada vez que deba atravesar esa zona hasta que un da Margarita Nuez, la encargada, me llam para que tomara algunas fotografas del aniversario del orfanato.Aquella tarde tome varias fotografas, pero hay dos que lo resume todo. En una pueden ver a Margarita y a Estela, su hija, con dos de los chicos del orfanato. Lo que hay sobre la mesa no tiene explicacin, nuevamente los malos presagios me atacaron. Pero esta vez no haba polica a la que acudir Qu ley se estaba infringiendo? Ninguna.

La otra la tom en el jardn de la casa, eran dos nios que rean y estaban impactados frente a mi cmara. Las risas no les permitan estar quietos para la foto, pero una vez que la tom fue esto lo que apareci. La nia del medio no estaba en la foto y lgicamente estos no eran sus risueos rostros. El pasado oscuro se posaba sobre aquel lugar.

Decid nuevamente acudir a la iglesia con las fotos para hablar con el padre Joaqun. Pasaron solo dos das y ya estaba en Rivadavia un cura de la ciudad que deca ser un idneo exorcista, experimentado en bendecir lugares y espantar malos augurios. En cuanto el cura Miguel Lugones pis el lugar, se detuvo instantneamente, se dio media vuelta, nos mir y con cara de pnico dijo en este lugar no podemos hacer nada. Sin ms explicaciones volvi hacia la ciudad. El Padre Joaqun intent tres veces bendecir el lugar, pero en cuanto abra la botellita de agua bendita e intentaba esparcirla, la gotas de la misma se secaban en el aire sin siquiera tocar el suelo. Una vez ms se nos pidi guardar silencio, por el bien del orfanato, por el violento pasado y por la salud del pueblo.Entonces pas lo peorAquel da amaneci lloviendo, nubes grises se apiaban en el cielo, amenazando con granizo. El viento corra fuerte y yo tena que ir a la ciudad a hacer unos trmites. Como era caso la madrugada, un vecino me iba a acercar hasta Mendoza. Cuando pasamos por la puerta del orfanato vi el auto del comisario Saviola, entonces supuse que algo malo haba pasado. Le ped a mi vecino que me dejase, prepar mi cmara (como de costumbre) e ingres al orfanato sin golpear, pero preguntando por Margarita luego por Estela y por ltimo por el comisario. Nadie me contest. Entonces me adentr en la casa. Y al llegar a las habitaciones vi el espanto.Los cadveres desparramados de los nios estaban por los pisos, sin mutilaciones pero con sus huesos quebrados, uno haba sido ahorcado con su propia bufandita. A todos les haban retorcido el cuello y golpeado la espalda, como si los hubiesen estampado contra las paredes y los pisos. Era una imagen espantosa, negra, demonaca.

En la otra habitacin estaba Margarita, con sus brazos y sus piernas quebradas, sus ojos estaban an abiertos y transmitan el horror que haba sufrido previo a perecer. Estela estaba muerta en la cama, una fuerza brutal haba torcido su cuello dejndole la cabeza girada casi en ciento ochenta grados. Tambin haba nios esparcidos por los pisos, todos muertos, de la misma manera, con la misma brutalidad.

En el instante que tom las fotos aparecieron el comisario Saviola con el Padre Joaqun. Saviola haba pasado por la zona hacia la comisara y vio las puertas abiertas, entr y al ver lo sucedido, en un ataque de pnico, haba corrido hasta la iglesia a buscar al Padre Joaqun, olvidando su auto. La desesperacin se vea en sus rostros, los tres estbamos aterrados y atnitos. La tormenta comenz a rugir, fue entonces cuando escuchamos ruidos, murmullos, gritos, sollozos nios llorando, grandes rezando? Saviola grit que vena del suelo. Esperanzados los tres comenzamos a arrancar las tablas del piso, esperando hallar alguna persona que haya escapado de la masacre, creyendo que exista un escondite secreto conocido por los nios. Entonces descubrimos lo ms macabro de toda esta historia.Bajo el suelo, haba una especie de stano. Al ingresar, un hedor ftido y nauseabundo nos mareo. La humedad de aquel lugar era espantosa. Encendimos la luz y pudimos ver el horroroso espectculo. En el stano del orfanato San Juan estaban los restos de todos los encapuchados que aquella noche se haban quemado hasta hacerse polvo en la pira, como un mausoleo del diablo, como una burla, como una espantosa imagen de terror, todos ah, eternos, oscuros, quemados, sigilosos, continuando con su ritual de muerte.

Los tres hicimos un pacto, los cadveres de los nios, de Estela y Margarita fueron sepultados en el cementerio, pero aquel stano se cubri de cemento y tierra para que nadie jams profanase aquel horroroso lugar. Hace aos muri Saviola, la semana pasada muri el Padre Joaqun, ahora solo qued yo. Pensaba llevarme el secreto a la tumba, como habamos pactado, pero desde aquella vez que no puedo conciliar el sueo, las sombras me persiguen, he vivido una vida de miseria y oscuridad no quiero esto para la eternidad, as que decid contrselos a ustedes y mostrrselos en fotos. No son los primeros en ver las fotos, pero si en conocer la verdadera historia. Hagan lo que crean conveniente, pero dejen descansar a los muertos en paz.Fue as como retornamos a la ciudad, con las fotos y el miedo hacindonos temblar. Al pasar por la puerta de lo que queda del orfanato ninguno se anim a mirar con detenimiento, pero un halo de oscuridad envuelve toda esa zona