el osito popi

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Cuento infantil

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  • EL OSITO POPI

    Mara Gimeno Ruiz

  • ndice de contenidoCAPTULO UNO......................................................................3CAPTULO DOS.......................................................................6CAPTULO TRES...................................................................10CAPTULO CUATRO.............................................................14CAPTULO CINCO................................................................17CAPTULO SEIS.....................................................................20CAPTULO SIETE..................................................................25

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  • CAPTULO UNO

    A Virginia le gustaba sentarse en la mecedora, abrazada a su osito de peluche. Tena el pelo lacio y brillante. Aquel da era jueves. Y los jueves su madre haca un delicioso pastel de frutas.

    Frente a su casa, Virginia disfrutaba de la vista del azulado mar. Sus ojos grandes, y tambin azules, lo contemplaban con deleite.

    Le gustaba sacar la mecedora a la terraza y hablar con su osito:

    - Ves? Esto es el mar. Y est lleno de misterios maravillosos.

    Su osito asenta con la cabeza, pero con algo de tristeza en sus ojos redondos y negros. Virginia nunca le llevaba con ella a la playa. Tena miedo de que se manchara. Aunque s haca otras muchas cosas con l; lo vesta cada da con un modelito diferente (tena cinco trajes para l, uno de los cuales, haba confeccionado ella misma), le daba papillas (de mentira, claro), le paseaba en una

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  • silleta como si fuera un beb y dorma abrazada a l. Lo llevaba a todas partes menos a la playa, claro.

    Qu bien ola el pastel que preparaba su madre! Virginia se imaginaba con un gorro de cocina, haciendo un pastel tan delicioso como aqul, y se relama de gusto. Pero no saba cocinar todava, si bien ya tena una cocina preciosa de juguete en la que preparaba deliciosos platos imaginarios, que luego tomaba ella misma o comparta con su osito.

    Aquella noche, la familia cen y tom, de postre, tarta de frutas. Virginia era hija nica, y a sus padres, Toni y Margarita, les encantaba mimarla, por eso le dieron el trozo ms grande de la tarta.

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  • Pero esa noche, mientras Virginia estaba en la cama, abrazando a su querido osito, que por cierto se llamaba Popi, ste le dio una noticia que ella no esperaba:

    -Quiero ir contigo a la playa.

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  • CAPTULO DOS

    La seora Margarita tuvo un gran disgusto cuando su hija Virginia le dijo que quera llevar a su osito Popi a la playa.

    -Se te va a ensuciar

    -No importa! Llevar cuidado. Adems, Popi me lo ha pedido.

    Como no quera contradecir a su hija, que estaba totalmente decidida a que Popi las acompaase a la playa, la seora Margarita se resign y no dijo ni dos palabras ms.

    Ya en la playa, Popi estaba feliz, esbozando una sonrisa de oreja a oreja. Por fin estaba viendo de cerca el esplndido espectculo que era el mar. Miraba con ojos soadores el vaivn de las olas. Tambin vio entonces un grupo de gente, muy contenta, que se baaba, y lo decidi:

    -Virginia, me quiero baar.

    -No puedes baarte-replic Virginia. Te llenars de agua y luego de arena y te estropears. Mam se enfadara muchsimo y yo me pondra muy

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  • triste.

    Popi no quera que Virginia se pusiese triste, as que, de momento, se conform con jugar en la arena. Virginia y l hicieron un hermoso castillo, con ayuda del cubo, el rastrillo y la pala que tenan. A Popi le sorprendi mucho que Virginia pudiese hacer agujeros tan hondos en la tierra, que llegaban hasta el mar.

    -Y hay peces?- pregunt intrigado.

    -En los agujeros no, no puedo encontrar peces. En el mar, s hay peces.

    Luego hicieron una montaa muy grande, llenando cubos y cubos de arena y dejndola caer sobre un montoncito que se hizo cada vez mayor. Estaban orgullosos de su obra. Pero entonces Virginia tuvo ganas de baarse y a Popi le entraron unas ansas tremendas de hacer lo mismo. No dijo nada y prometi a Virginia quedarse esperndola en la orilla. Adems, la seora Margarita estara vigilndolo todo, porque no se fiaba. Pero ay en un descuido de la seora Margarita, que se puso a charlar con una vecina con la que se encontr, Popi se desliz despacito hasta la orilla del mar y, sin

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  • pensarlo ms, meti los pies en el agua.

    -No, Popi, no!- le grit Virginia, nada ms verlo.

    Intent detenerle pero desgraciadamente Popi ya estaba mojado de pies a cabeza. Lo que es ms, la marea le arrastraba hacia dentro y cuando el osito se dio cuenta, se asust mucho. Qu iba a hacer ahora? Poda flotar, incluso nadar, pero no poda volver a la orilla, por ms que lo intentaba.

    -Oh no!-se lamentaba Popi, viendo como la orilla se alejaba ms y ms.- Cmo volver?

    Entretanto, Virginia lloraba desconsolada, porque su madre le haba prohibido

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  • terminantemente meterse al agua. Nadie se baaba ya con aquella resaca. Pero, cmo recuperara a su osito?

    Al fin, luego de luchar mucho contra la marea, Popi encontr un pequeo islote de tierra al que se amarr. Era como una isla, slo que mucho ms pequea. All se qued, tumbado en sus arenas. No haba mucho ms que arena, palmeras y pjaros deambulando por el cielo. Popi estaba empapado y muy triste y medroso. Cmo iba a volver?

    Cuando se acab la resaca y la gente pudo volver a baarse, Virginia intent encontrar a su osito con todas sus fuerzas. Se meti todo lo profundo que su madre le permita, le llam pero todo fue intil. No poda encontrar a Popi.

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  • CAPTULO TRES

    Popi tampoco estaba especialmente lejos de la orilla, pero con aquella resaca del mar, habra sido imposible encontrarle.

    Virginia ya se haba ido a su casa, muy afligida, y el mar ahora comenzaba a tranquilizarse.

    -Ahora podr volver!- se dijo el osito.

    Se ech al mar y empez a nadar, aunque lo cierto es que se encontraba perdido. Dnde estaba la orilla? Pensando en esto, se asust mucho cuando, de improviso, un pulpo lo amarr con sus tentculos. Luch y luch por librarse de l, pero no poda.

    -Y qu clase de animal eres t?- pregunt el pulpo, en tanto Popi luchaba por soltarse.

    -Soy un oso. Sueltame!

    -Un oso acutico? Dnde se ha visto eso?

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  • Por ms que Popi intentaba librarse del pulpo, no lo consegua. El pulpo navegaba arrastrando al osito con l. Pareca el fin, si no hubiese llegado a suceder, lo que sucedi. El pulpo iba tan contento con su osito de peluche amarrado que llevaba los ojos cerrados, de dicha. As que, no vio un pedrusco muy gordo contra el que choc cuando, aturdido, tuvo que soltar a Popi.

    -Ven, escndete en mi caparazn!

    Alguien haba llamado al osito. Era una tortuga marina, que lo haba visto todo y quera salvar al pobre Popi. Popi no saba si se poda fiar de ella,

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  • pero lo que estaba bien claro, es que no se poda fiar del pulpo secuestrador, con lo que no lo pens ms y se introdujo en el caparazn de la tortuga.

    Cuando pas el peligro, la tortuga quiso hablar con Popi, que lloraba de asustado y confuso que estaba. En tanto, el pulpo, enfadado, no haba encontrado a su presa por ms que haba buscado, con lo que se fue muy frustrado y soltando maldiciones por la boca.

    -Gracias por soltarme!- musit Popi, entre gemidos.

    -Encantada. Pero, no llores!; qu te pasa?

    -Pues es que quiero volver a ver a Virginia.

    -Quin es Virginia?

    -Es la nia con la que vivo.-Y con ojos soadores, aadi:- es encantadora. Lo malo est en m, que no le hice caso, me sumerg en el mar, y ya no poda volver a la orilla con ella.

    -Eres muy duro contigo. No te preocupes. Ahora podrs volver a la orilla sin problemas. Quieres que te lleve yo?

    El osito asinti con la cabeza y, montndose en

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  • el caparazn de la tortuga, ambos reanudaron el que sera su pequeo viaje.

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  • CAPTULO CUATRO

    -Virginia, tomate las lentejas!

    Virginia suspiraba, afligida, ante el repleto plato de lentejas que su madre le haba puesto delante.

    -Tienen mucho hierro!- aadi.

    Y eso tena que ser suficiente motivo para que se las comiera. Pero Virginia no quera ni probarlas. Echaba de menos a su osito y no tena ni pizca de hambre.

    -Es importante que te alimentes bien.- agreg Margarita.- Toni, dile t algo!

    Pero el padre de Virginia era un poco blando y no quera imponerle nada a su hija. Adems se daba cuenta de lo triste que estaba.

    -Te comprar otro osito.- prometi, adivinando la causa de la apata de su hija.

    -No, pap Gracias No quiero a otro osito. Quiero a Popi.

    -Menuda tontera!-se irrit su madre.- y por

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  • eso no comes? Ya te dije que no te lo llevases a la playa!

    Virginia quera a su madre. Pero, en su opinin, a veces manifestaba muy poca sensibilidad. Comi, a regaadientes, algunas lentejas, pero pona tal cara de angustia que Toni acab interviniendo:

    -Tampoco podemos obligarla, cario. En la cena, comer ms- Ahora no tiene hambre, verdad, Virginia?

    Virginia asinti, viendo su liberacin. Margarita no protest ms y, aliviada, la pequea se levant de la mesa. Ya en su cuarto, se tumb en su cama, mir a su lado, y sinti un gran vaco en su interior porque no estaba all su amado osito Popi.

    Intent jugar con una mueca, pero no era lo mismo. Le faltaba algo. La mir fijamente.

    -Sabes t dnde est Popi?- la increp.

    Como la mueca no responda, Virginia se lo repiti ms alto, pero naturalmente, la mueca no lo saba y de nada iba a servir gritarle. Virginia estaba de mal humor, pero no tena que pagarlo

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  • con los dems. Y derrotada, Virginia se puso a llorar, porque pens que haba perdido a su querido osito para siempre y daba razn a las palabras de su madre.

    -Nunca deb llevarlo a la playa!- se deca, con amargura.

    Vindola tan triste, su mueca intent consolarla, pero Virginia no hizo el menor caso. Lo que es seguro es que ella nunca le pedira que la llevase a la playa. Eso slo lo hacan los ositos inconformistas y traviesos, como Popi.

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  • CAPTULO CINCO

    -Ya estamos llegando a la orilla!

    La tortuga marina, algo cansada, acercaba a Popi a la orilla y ste no caba en s de gozo.

    -Llegamos!

    Sin dar las gracias ni tan siquiera, Popi se lanz a buscar a su adorada Virginia. Sin embargo, entre aquellas caras sonrientes y tostadas al sol, no haba ni una sola que pareciera su Virginia.

    La tortuga marina an no se haba ido, y luego de ver a Popi dar vueltas de ac para all como a un loco, sin acordarse de que no le haba agradecido el viaje, le pregunt:

    -Qu? Encuentras lo que buscas?

    -No No la encuentro! No est aqu!

    -Pero, a ver ests seguro de que ste es el punto en que estabais?

    -S, seguro. Estbamos delante de aquel chiringuito: La playa soleada. Pero ella se ha ido. Se ha marchado sin m.

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  • Popi no daba crdito a lo que suceda. Acaso a Virginia le importaba l tan poco que no haba notado que ya no estaba?

    La tortuga marina, al verlo tan taciturno, supuso lo que estara pensando.

    -No debes culparla. Quiz ella te dio, lamentablemente, por perdido. No debiste meterte al agua con aquella marea.

    -Y ahora?; qu har?

    La tortuga marina le dijo que lo mejor para encontrar a la nia era quedarse en aquel punto, puesto que ella a lo mejor, volvera a buscarle en el mismo sitio en el que se haba perdido.

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  • Popi, obediente, se dej caer sobre la arena, esperando que Virginia volviese y se percatase de su presencia.

    La tortuga marina se despidi, deseando suerte a Popi, y al poco rato, el osito, agotado, se durmi. Cuando despert ya no estaba en la playa.

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  • CAPTULO SEIS.

    Cuando despert Popi, todo a su alrededor estaba muy oscuro.

    Al no sentir el murmullo de las olas del mar, ni la fina arena en su cuerpecito, le dio un brinco el corazn, de alegra, al pensar que habra sido encontrado por Virginia. Pero, como estaba a oscuras, no poda ver de qu sitio se trataba y, cuando alguien encendi la luz, no fue su Virginia, sino un seor mayor, y con un bigote blanco, el que entr en la habitacin. Popi no le conoca de nada.

    -Te has perdido, eh, pequeo? Te he quitado la arena y te he dejado como nuevo.

    Aquel seor tom a Popi. El pobre temblaba de pies a cabeza. Pronto se vio rodeado de relojes de cuco, marionetas, caballitos de madera aquel seor, por lo visto, era fabricante de juguetes!

    Adems, era bajito, llevaba boina y unas gafas redondas pequeas. Cuando puso a Popi en una de sus lejas, ste entendi que lo quera para su coleccin de peluches, y eso no poda ser. Popi

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  • tena que hablar.

    -Seor, yo no puedo estar aqu.

    El pobre hombre se dio un susto de muerte.

    -Pero hablas?- le pregunt, perplejo.

    -S, y necesito hablarle porque aqu se ha producido un error.

    El hombre se quit sus gafas, se restreg los ojos con las manos, unos ojos que eran pequeos y brillantes, y, tragando saliva, dijo por fin:

    -Soy todo odos.

    Popi le explic que, aunque seguramente aquel buen hombre lo haba encontrado en una playa, l perteneca a una nia llamada Virginia y no poda, por tanto, quedarse all porque la pequea necesitara encontrarle y, adems, l lamentaba mucho haberse tirado al agua, y

    -Espera, espera.- le interrumpi el fabricante de juguetes. -Te tiraste al agua?

    Popi le cont la atraccin que senta por el mar y cmo haba querido muchos das ir a la playa, sin que Virginia se lo permitiera.

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  • -Y cuando por fin quiso, fui yo y, desobedecindola me sumerg en el mar. Los ositos no debemos sumergirnos en el mar.

    -Cierto. He tenido que secarte bien, porque estabas algo estropeado de tanto empape de agua salada. Tambin te he lavado y te he puesto suavizante.

    Popi se qued boquiabierto. No se haba enterado de nada! Por lo visto, la aventura que haba vivido le haba dejado demasiado cansado y no se haba despertado ni al sentir y escuchar el agua de la ducha. Pero no deba distraerse de lo que deseaba: volver con Virginia.

    -El mar me arrastr hacia dentro. Y me alej de ella. Cre que para siempre.- aadi. Y dos lagrimillas se vertieron en ese momento por sus redondos ojos negros.

    -Ey, yo creo que conozco a la pequea Virginia.- dijo el hombre, luego de quedarse un momento pensativo y rascndose la cabeza.- Por cierto, me llamo Pedro.

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  • Le tendi la mano al osito, al que le pareci poco relevante que el fabricante de juguetes le dijese su nombre justo ahora, que acababa de decir algo mucho ms importante, como que poda conocer a Virginia. No obstante, no quiso ser descorts y, estrechndole la mano a Pedro, se present:

    -Yo soy Popi.

    Pedro le describi a Virginia: pelo lacio y brillante, ojos azules, piel blanca El osito no tena

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  • dudas, era ella! Se senta loco de alegra.

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  • CAPTULO SIETE

    Era da de playa, como todos los das desde que haba comenzado el verano, pero Virginia no se senta tan feliz como de costumbre. Ni siquiera se acord de coger su cubo y su rastrillo. Iba arrastrando los pies y apenas se sostena bajo el peso de la sombrilla y la silla de plstico que llevaba. Su madre tambin llevaba cosas: un sombrero de paja, una bolsa de playa y otra silla de plstico, rosa (la de Virginia era verde). Pareca mucho ms animada que su hija. Adems haba dejado de decirle eso de ya te lo haba dicho yo!, que le haba estado repitiendo en las ltimas horas. Se refera a lo que haba pasado con su osito. En lugar de eso, trataba de decir cosas que consolaran a su hija.

    -No te preocupes. Con el tiempo, te irs olvidando de Popi.

    Pero eso a Virginia no le consolaba en absoluto, porque ella no quera olvidarse de su osito. Cuando su madre le deca eso, Virginia frunca el ceo y apretaba el paso, pero se serenaba

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  • pensando que su madre no poda entender cmo se senta.

    Llegaron a la playa. El da estaba soleado y el agua, fresca y limpia. No haba demasiada gente, porque todava era algo temprano. Pronto llegaran muchos. Sobre las diez y media llegaban.

    -Vamos, Virginia, ve a nadar.- dijo Margarita intentando, a su manera, animar a su hija.

    Pero Virginia no fue. Se qued en la arena, mirando abajo fijamente.

    Entonces, el seor Pedro, que iba un poco ridculo con un anticuado baador de cuadros, lleg con sus trastos por la orilla de la playa y se puso a hablar con Margarita. Lo cierto es que l nunca iba a la playa, pero aquel da tena algo especial que hacer. l y Margarita, se acercaron a Virginia que pens que saludar sera un fastidio. Con lo depre que estaba y tendra que poner buena cara! Adems, el seor Pedro siempre haba sido un poco excntrico, pero muy amable con Virginia.

    Justo cuando ya se preparaba para sonrer y escuchar cunto haba crecido algo mgico pas.

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  • El seor Pedro se sac de la espalda, no una chistera ni un conejo, cual si fuera un mago corriente, sino a Popi!

    -Es esto tuyo?- pregunt.

    Virginia asinti muchas veces y abraz, muy contenta, con fuerza a su querido osito. Popi tambin estaba muy dichoso, y se jur a s mismo que nunca ms se separara de su amita, por hermoso que fuese el mar.

    Toni se alegr mucho de ver a su hija otra vez contenta, y tambin Margarita, que hizo un delicioso pastel de frutas para celebrarlo, esa misma tarde.

    El seor Pedro, como fabricante de juguetes que era, hizo un osito muy parecido a Popi. Lo llam, precisamente, Popi y nunca lo llev a la playa (adems ya he dicho que no acostumbraba ir a la playa). Pero por si acaso.

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