el paraíso de las mujeres · 2020. 1. 29. · el paraíso de las mujeres por vicente blasco...

207
El Paraíso de las Mujeres Por Vicente Blasco Ibáñez

Upload: others

Post on 06-Feb-2021

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • ElParaísodelasMujeres

    Por

    VicenteBlascoIbáñez

  • I

    FRENTEALATIERRADEVANDIEMEN

    EdwinGillespie, joven ingenierodeNuevaYork, llevabavarias semanasdenavegaciónabordodeunodelospaquebotesinglesesquehacenlacarreraentreSanFranciscoyAustralia.

    Nuncahabíaconocidounviajetantriste.Recordabacondulcenostalgiasunavegación de tres años antes, desde los Estados Unidos a las costas deFrancia,cuandoeraoficialdelejércitoamericanoe ibaaguerrearcontra losalemanes.Aquella travesía resultabapeligrosa; reinabaabordounacontinuavigilanciapormiedoalossubmarinosyalasminasflotantes;peroGillespietenía entonces como inseparables compañeros la alegría de una juventudansiosadeaventurasyelentusiasmodelquevaaexponersuvidaporunidealgeneroso.

    Ahora llevaba como invisibles camaradas de viaje la desesperación y elaburrimiento,ycuandoconseguíahuirdeuno,caíaenlosbrazosdelotro.Sehabíaembarcadoapresuradamente,creyendoencontrarlafortunalejosdelosEstadosUnidos;perosesentíacadavezmástristeasícomoibaalejándosedesutierranatal.

    Eraelamorelquelehabíaaconsejadoestaresolucióndesesperada.

    Asuvueltadelagranguerrahabíavistoelmundotransfigurado.Todoleparecíamáshermoso;lascosasadoptabannuevasformas;elairecantabajuntoasusoídos,agitadoporlasvibracionesdeunasinfoníainterminable.Ytodoesto era porque acababa de conocer a miss Margaret Haynes, una personaprimaveral,cuyosdiezynueveaños,alegresygraciosos,sedesbordabanenrisas,palabrasmusicalesygestosencantadores.

    Gillespie olvidó de golpe todo su pasado al hablar con esta adorablecriatura. Creyó que su vida anterior había sido un ensueño. Recordaba conesfuerzo,comosifuesenpálidasvisiones,suidaaEuropa;loscombatesjuntoaSaint—Mihiel,delosquesalióherido;laceremoniaguerreradurantelacuala él y a otros compañeros les colocaron sobre el pecho la roja cinta de laLegióndeHonor.

    ParaEdwinGillespielaúnicarealidaderamissMargaret,ylosdíasquenolaveía,aunquesólofueseporunosmomentos,seimaginabaqueelcieloeraotroyquesedesarrollabanensuinmensidadtremendoscataclismosdelosquenopodíanenterarselosdemásmortales.

    Todaunaprimaveraseencontraronen los tésde loshoteleselegantesde

  • NuevaYork.Después,duranteelverano,siguieronconversandoybailandoenlasplayasdelAtlánticomásdemoda.

    MissMargareteralahijaúnicadeldifuntoArchibaldoHaynes,quehabíareunidouna fortuna considerable trabajando con éxito en diversos negocios.La sonriente miss iba a heredar algún día varios millones; y esto norepresentaba para ella ningún impedimento en sus simpatías por Gillespie,buenmozo,héroedelaguerrayexcelentebailarín,peroqueaúnnocontabaconunaposiciónsocial.

    Elingenierosetuvodurantemedioañoporelhombremásdichosodesupaís. Miss Haynes fue la que se encargó de envalentonar su timidez conprometedoras sonrisas y palabras tiernas. En realidad, Edwin no supo concerteza si fue él quien se atrevió a declarar su amor, o fue ella la que consuavidadleimpulsóadecirloquellevabamuchosmesesensupensamiento,sinencontrarpalabrasparadarleforma.

    Margaretaceptósuamor,fueronnovios,ydesdeestemomento,quedebíahaber sido para Gillespie el de mayor felicidad, empezó a tropezar conobstáculos.Seguroyadelcariñodelahija,tuvoquepensarenlamadre,quehasta entonces sólo habíamerecido su atención como una dama de aspectoimponente, muy digna de respeto, pero que siempre se mantenía en últimotérmino,cualsideseaseignorarlaexistenciadelingeniero.MistressAugustaHaynes era una señora de gran estatura y no menos corpulencia, breve yautoritaria en sus palabras, y que contemplaba el deslizamientode la vida atravésdesuslentes,apreciandolaspersonasylascosasconlafijezaaltivadelmiope.Dotadadeunmeticulosogenioadministrativo,sabíamanteneríntegrala fortuna de su difunto esposo y acrecentarla con lentas y oportunasespeculaciones.

    Amaba a suhija única, tanto comodetestaba a la juventud actual por sucarácter frívolo y su inmoderada afición al baile. En las reuniones buscabasiempre a las personas graves, lamentándose con ellas de la ligereza y lacorrupcióndelostiempospresentes.Sehabíafijadoenlaasiduidadconqueelingenieroseguíaasuhija,ensuaficiónabailarjuntosyensusconversacionesaparte.Además, tenía noticias de varios encuentros, demasiado casuales, enlospaseosdelaciudad.

    Como si su instinto le avisase la certeza de un amor que hasta entoncessólohabíasospechado,mistressAugustaHaynes,alllegarelinvierno,decidiópasarlolejosdeNuevaYork,yfueainstalarseconsuhijaenunlujosohoteldePasadena.Creyó,sinduda,conegoísta ilusión,queunhombrequehabíaido de América a Europa para hacer la guerra era incapaz de trasladarseigualmentedeNuevaYorkaCaliforniadetrásdesuamada;peroprontopudoconvencersedesuerror.

  • Una semana después, al bajar por la mañana al parque del hotel, vio aMargaret jugando al tennis con un gentleman de pantalón blanco, brazosarremangadosycamisadecuelloabierto:elingenieroGillespie.

    MissHaynes, que había hecho el viajemalhumorada y nerviosa, sonreíaahora como si viese revolotear escuadrillas de ángeles por encima de losnaranjos californianos. En cambio, la madre recobró su gesto inquisitorial,acogiendo con helada cortesía las grandes demostraciones de afecto delingeniero.

    —Hasidoparamíunaagradable sorpresa—dijoel joven—.Yono sabíaqueestabanustedesaquí….

    Y por debajo de la naricita sonrosada demissMargaret revoloteaba unasonrisaqueparecíaburlarsedetalespalabras.

    Desdeentonces,lamajestuosaviudaempezóapensarenlourgentequeeralibrarsedeesteaspirantea ladignidaddeyernosuyo.Lagallardíafísicadelbuenmozo, su aventuramilitar, que tanto entusiasmaba a las jóvenes, y susdestrezas de danzarín, eran para la señora Haynes otros tantos títulos deincapacidad.

    Ella apreciaba en los hombres cualidades más positivas. ¿A cuántoascendíasufortuna?¿Quéesloquehabíahechohastaentoncesdeserioensuexistencia?…

    Era ingeniero; pero esto no representaba más que un simple diplomauniversitario.Habíaprestadosusserviciosenunascuantasfábricas,ganandolo preciso para vivir, y cuando llegaba elmomento de la guerra, en vez dequedarseenAméricaparatrabajarenungrancentroindustrialeinventaralgoque le hiciese rico, prefería ser soldado, debiendo sólo a un capricho de lasuerteelnoquedartendidoparasiempresobrelatierradeEuropa.

    Sumaridohabíasidootrohombre,yelladeseabaparaMargaretunesposoigual,conunaconcepciónprácticadelaexistencia,yquesupieseaumentarlosmillonesdelacónyugeaportandonuevosmillonesproductodesutrabajo.

    La viuda no ahorró medios para hacer ver al ingeniero su hostilidad.Evitaba ostensiblemente el invitarlo a sus fiestas; fingía no conocerle;estorbabaconfrecuentesastuciasquesuhijapudieraencontrarseconél.

    MissMargaretsemostrabatristecuandodetardeentardeconseguíahablarconEdwin,lejosdelaagresividaddesumadreydelaanimadversióndetodaslasfamiliasamigas,igualmentehostilesaél.

    Un día, Gillespie, con un esfuerzo supremo de su voluntad y másconmovido que cuando avanzaba en Francia contra las trincheras alemanas,visitóalamajestuosaviudaparamanifestarlequeMargaretyélseamabany

  • quesolicitabasumano.

    Aún se estremecía en el buque al recordar el tonoglacial y cortante conque le había contestado la señora. Su hija era heredera de una respetablefortuna,ybienmerecíaquesuesposoaportase,cuandomenos,otrotantoalaasociaciónmatrimonial.

    —Además—dijo la viuda—, yo deseo un yerno que sea persona seria ytrabajeconprovecho.Nuncamehangustadoloshombresquepasaneltiemposoñandodespiertos,leyendolibrosoescribiendocosasquenadaproducen.

    Gillespie tuvo que reconocer que la viuda estaba bien enterada de suexistencia; tal vez por la indiscreción de un amigo infiel, tal vez por lasinformaciones de algún detective particular. En realidad, este ingeniero eraalgodadoalensueño,gustabamuchodelalectura,yensuscajones,juntoconlosplanosyloscálculosdesuprofesión,guardabavarioscuadernosdeversos.

    Margaret le amaba; pero el amor de una señorita de buena familia yexcelente educación, acostumbrada a las comodidades que proporciona unagranfortuna,debetenersuslímitesforzosamente.Noibaellaaabandonarasumadreyareñircontodaslasfamiliasamigasparacasarseconunnoviopobre,dedicadoporcompletoasuamoreignorantedelcaminoquedebíaseguirenel presente momento. Estas resoluciones desesperadas sólo se ven en lasnovelas.

    Teníaademásciertaconfianzaenelporveniryconsiderabaoportunodejarpasareltiempo.Sumadretalvezcediesealverquetranscurríanlosañossinque ella amase a otro hombre. Edwin podía estar seguro de su fidelidad.Mientras tanto, la Fortuna tal vez se fijase de pronto enGillespie, como sehabíafijadoenmisterHaynes.Acostumbradaaverenlossalonesdesucasaamuchoshombresquehabíanempezadosucarrerasiendopobresyahoraeranmillonarios, se imaginóqueesta era inevitablemente lahistoriade todos loshumanosyqueaEdwinlellegaríasuturno.

    Pero lamadre velaba, y cortó con una enérgica resolución esta rebeldíamansa. La señora y la señorita Haynes desaparecieron de su hotel. Elingeniero,despuésdedisimuladasaveriguacionesentrelasfamiliasamigasdeellas residentes en Pasadena y enLosÁngeles, llegó a saber que se habíantrasladado a San Francisco. Fue allá, y consiguió una tarde hablar conMargaretenelGranParque,cuandopaseabaconsumaestradeespañol.

    Laentrevistaresultógrataparaeljoven,porquelediolaseguridaddequeMargaretleamabasiempre;masnoporesosacódeellaunresultadopositivo.

    MissHayneseraunabuenahijaynosedeclararíanuncaenrebelióncontrasumadre.Perocomoensusafectossólopodíamandarella,juróáEdwinquele esperaría un año, dos, tres, todos los que fuesen necesarios, hasta que él

  • encontraseunasituaciónverdaderamentelucrativaounmedioindiscutibledehacerfortuna.Conestoeraseguroquelamadrecejaríaensuresistencia.

    Elingenierojurótambiénconelentusiasmodeunajuventudenérgica.Élconseguiría esta fortuna. Ignorabacompletamente, al formular su juramento,dequémodopuedeobtenerselariqueza;perounanuevavoluntad,másfuertequelaquehastaentonceslehabíaguiadoenlavida,empezabaadespertarensuinterior.

    —¡Adiós,Margaret!Antesdeunañoserérico,ynoscasaremos….

    Luego,alversesolo,sinladulceembriaguezqueparecíainvadirlecuandoestabaalladodesunovia,volvióacontemplarlarealidadtalcomoera,hostilyrepelente.¿Cómopuedeunhombreganarunoscuantosmillonesenunañocuandolosnecesitaparacasarseconlamujerqueama?…QuisoverotravezaMargaret, para que su voluntad adquiriese nuevas fuerzas, pero no pudoencontrarla.La viuda deHaynes, que sin duda había tenido noticias de estaentrevistaporlaprofesoradeespañol,semarchódeSanFranciscoconsuhija,yestavezEdwinnopudoaveriguarnadaacercadesuparadero.

    Le era preciso, después de esto, tomar una resolución. Su vida en LosÁngeles, siguiendo lospasosdeunamuchachamillonaria,habíadisminuidoconsiderablemente los contadosmiles de dólares que representaban todo sucapital.Necesitabalanzarsecuantoantesaunnuevotrabajoparanoverseenlaindigencia.

    Creyó, como todos, que la fortuna únicamente puede esperarnos en unlugardelatierramuyapartadodeaquelenquenacimos,casienlosantípodas,yporesoaceptóconverdaderafelosinformesdeunamigoqueleaconsejabairaAustralia,ofreciéndoleparaallávariascartasderecomendación.

    GillespieacabóembarcándoseconrumboaMelbourne,peroantesescribióaunaamigadeMargaretparaqueéstaconociesesuresoluciónyellugardelatierraadondeleencaminabasunuevaaventura.

    Lalarganavegaciónfuemuytristeparaél.Lasoledadvoluntariaenquesemantuvo entre los pasajeros sirvió para excitar sus recuerdos dolorosos.DurantelaprimeraescalaenHonolulutuvolaesperanza,sinsaberporqué,derecibiruncablegramadeMargaretanimándoleaperseverarensuresolución.Peronorecibiónada.

    Luego vino la interminable travesía hasta Nueva Zelandia, siguiendo lacurva demás de unamitad del globo terráqueo, a través de los numerososarchipiélagos esparcidos en el Pacífico. En Auckland tampoco le salió alencuentroningúncablegrama.

    Varias familias de Nueva Zelandia tomaron pasaje para ir a Sidney o a

  • Melbourne.El jovenamericanoevitaba todaamistadcon loscompañerosdeviaje.Preferíalamelancolíadesusrecuerdos,entregándoseaellosyaquenoleeraposibleelplacerdelalectura.Durantelalargatravesíahabíaleídotodoslos volúmenes que llevaba con él y los de la biblioteca del buque, que porciertonoerannuevosniabundantes.

    Unatarde,cuandoelpaquebotedebíahallarsecercadelaantiguaTierradeVanDiemen,el ingeniero,quedormitaba tendidoenun sillóndelpuentedepaseo, vio un libro abandonado en el sillón inmediato. Le bastó la primeraojeadaparadarse cuentadaquedebíapertenecer a losniñosdeuna familiasubidaalbuqueenNuevaZelandia.

    Lacubiertadellibroeraencolores,yeldibujodeellalehizoconocersutítuloantesdeleerlo.Viounhombreconsombrerodetrespicosycasacadelargosfaldones,queteníalaspiernasabiertascomoelcolosodeRodasylasmanosapoyadasenlasrótulas.Porentrelasdoscolumnasdesuspantorrillasdesfilaba, a pie y a caballo, llevando tambores al frente y banderasdesplegadas, todounejércitodeenanos tocadoscon turbantesyplumeros,áestilooriental.

    —LasAventurasdeGulliver—murmuróel ingeniero—.Elgracioso librodeSwift…¡Cuántotiempohacequenoheleídoesto!…¡Quéfelizerayoenlosañosquepodíainteresarmetallectura!…

    YGillespie, tomando el volumen, lo abrió con una curiosidad risueña yalgo desdeñosa. Primeramente fue mirando las distintas láminas; despuésempezólalecturadesuspáginas,escogidasalazar,dispuestoaabandonarla,peroretardandoelmomentoacausadesucuriosidad,cadavezmásexcitada.Alfinacabóporentregarsesinresistenciaalinterésdeunlibroqueresucitabaensumemoriaremotasemociones.

    Pero esta lectura, empezada contra su voluntad, fue interrumpidaviolentamente.

    Temblóelpisodelacubiertabajosuspies.Todoelbuqueseestremeciódeproaapopa,comounorganismoheridoenmitaddesucarrera,quesedetieneyacabaporretrocederaimpulsosdelgolperecibido.

    Elingenierovioelevarsesobrelaproaungranabanicodehumonegroyamarillento atravesado por muchos objetos obscuros que se esparcían ensemicírculo.Estacortinadensatomóuncolordesangrealcubrirelhorizonteenrojecidoporlapuestadelsol.

    Sonó una explosión inmensa, ensordecedora, y después se hizo unprofundosilencioenladulceserenidaddelatarde,comosielinfinitodelmary el horizonte hubiesen absorbido hasta la última vibración del atronadordesgarramiento. Pero el silencio fue corto. A continuación, todo el buque

  • pareció cubrirse de aullidos de dolor, de gritos de sorpresa, de carreras degentes enloquecidas por el pánico, de órdenes enérgicas. Por las doschimeneasdelpaqueboteseescaparontorrentesmugidoresdehumonegro,almismotiempoquedebajodelacubiertaempezabaunjadeoruidoso,igualalestertordeungigantemoribundo.

    A partir de este momento, el ingeniero creyó haber caído en unmundoirreal,enunavidadistintadelaordinaria.Loshechossesucedieronconunarapidezdesconcertante.

    Seviohablandoconunoficialquecorríaa lo largode lacubiertadandogritosalosmarinerosparaqueechasenlosbotesalagua.

    —Hemos tocado con la proa una mina flotante—dijo contestando a laspreguntas deGillespie—.Y si no es unamina, será un torpedo abandonadoporalgunodeloscorsariosalemanesquenavegaronenelPacífico.

    Respondió el ingeniero con un gesto de incredulidad. ¿Cómo podían lascorrientes oceánicas arrastrar unamina flotante hastaAustralia?… ¿Por quérarocaprichodelasuerteibanellosachocarconuntorpedoabandonadoporuncorsarioenlainmensidaddelPacífico?…Oyóquelehablaban;peroestavezeraunpasajeroconelquesólohabíacambiadoalgunossaludosduranteelviaje.

    —Nocreoenlaminanieneltorpedo—dijoestehombre—.Debenhaberembarcadodinamita enNuevaZelandia o algunaotramateria explosiva.Lociertoesquenosvamosapiqueirremediablemente.

    Gillespie se dio cuenta de que este pasajero decía verdad. El buqueempezabaahundirsuproayalevantarlapopalentamente.Lasolasinvadíanyalapartedelanteradelbuque,llevándoselosobjetosrotosporlaexplosiónyloscadáveresdespedazados.

    Los tripulantes echaban los botes al agua. Los oficiales, ayudados poralgunospasajeros, todosconsurevólverenladiestra, ibanreglamentandoelembarco de la gente. Lasmujeres y los niños ocupaban con preferencia lasgrandesballeneras;luegoembarcabanloshombresporordendeedad.

    SeabstuvoGillespiedeunirsealosgruposqueesperabansobrelacubiertaelmomentodehuirdelbuque.Sabíaqueél,porsujuventudysuvigor,debíaser de los últimos. Un tranquilo fatalismo guiaba ahora sus acciones. Lamuerteseleaparecíacomoalgodulceytristequepodíasolucionartodaslascontrariedadesdesuexistencia.

    Automáticamentesemetióensucamarote,tomandomuchosobjetosdeunmodoinstintivo,sinquesurazónpudiesedefinirporquéhacíaesto.

    Alvolveralacubierta,yanovioalosgruposdepasajeros.Todosestaban

  • en los botes. Sólo quedaban algunos tripulantes, y el mismo oficial que lehabíahabladocorríaahoradeunabordaaotra,dandoórdenesenelvacío.

    —¿Qué hace usted aquí?—le preguntó severamente—. Embárquese enseguida.Elbuquevaahundirseenunosminutos.

    Así era. La proa había desaparecido enteramente; las olas barrían ya lamitad de la cubierta; el interior del paquebote callaba ahora conun silenciomortal.Lasmáquinasestaban inundadas.Unhumodensoy frío,dehogueraapagada,salíaporsuschimeneas.

    Gillespietuvoquesubiragatasporlacubiertaenpendiente,lomismoquepor una montaña, hasta llegar a un sitio designado por el oficial, del quecolgabaunacuerda.Sedeslizóalolargodeellaconunaagilidaddedeportistaacostumbradoalassuertesgimnásticas,hastaquetuvodebajodesusplantaselmovedizosuelodemaderadeunbote.

    Unos pies golpearon su cabeza, y tuvo que sentarse para dejar sitio aloficial,quedescendíadetrásdeél.

    El bote no era gran cosa como embarcación.Lo habían despreciado, sinduda, los demás tripulantes y pasajeros que llenaban varias ballenerasvagabundassobrelasuperficieazul.Todasestasembarcacionessealejabanavelaoaremodelbuqueagonizante.

    Porfortuna,estebote,enelquepodíantomarasientohastaochopersonas,sóloestabaocupadoportres:Gillespie,eloficialyunmarinero.

    Elpaquebote, acostándose enunaúltimaconvulsión, desaparecióbajo elagua, lanzando antes varias explosiones, como ronquidos de agonía. Lasoledad oceánica pareció agrandarse después del hundimiento de esta islacreadaporloshombres.Lasdiversasembarcaciones,pequeñascomomoscas,se fueron perdiendo de vista unas de otras en la penumbra vagorosa delcrepúsculo.Elmar,quevistodesde loaltodelbuque sóloestaba rizadoporsuaves ondulaciones, era ahora una interminable sucesión de montañasenormes de angustioso descenso y de sombríos valles, en los que el boteparecíaqueibaaquedarseinmóvil,sinfuerzasparaemprenderlaascensióndelanuevacumbrequeveníaasuencuentro.

    Los treshombresremaronvariashoras.Luegolafatigapudomásquesuvoluntad,yacabarontendiéndoseenelfondodelaembarcación.

    Lalobreguezdelanocheabatiósusenergías.¿Paraquéseguirremandoatravésde las sombras, sinsaberadónde iban?Eramejoresperar la luzde lamañana,economizandosusfuerzas.

    AcabóGillespie por dormirse con ese sueño pesado y profundo, de unadensidadanimal,quesóloconocen loshombrescuandoestánenvísperasde

  • unpeligrodemuerte.

    Le pareció que este sueño y la misma noche sólo habían durado unosminutos.Unaimpresióncáusticaenlacarayenlasmanoslehizodespertar.

    Era la caricia del sol naciente. El bote se agitaba conmovimientosmássuavesqueenlanocheanterior.Elcielonoteníasobresusojosunanubequeloempañase;todoélestabaimpregnadodeorosolar.Lasaguasseextendíanmásalládelasbordasdelbote,formandounallanuradeazulprofundoymatequeparecíabeberlaluz.

    Seincorporó,yaltendersuvistadeunextremoaotrodelaembarcación,no pudo retener un grito de sorpresa. Se llevó una mano a los ojos,restregándoselosparavermejor.

    Estabasolo.

    II

    NOCHEDEMISTERIOSYDESPERTARASOMBROSO

    Nopudocomprenderladesaparicióndesuscompañeros.Esmás:presintióque este misterio no lo aclararía nunca. Tal vez se habían precipitado sinquererloenelmar,alhacerunamaniobradelaqueélnosediocuentadurantesusueño.Luegopensóque,alencontrarseenelcursodelanocheconalgunade lasgrandesballenerasprocedentesdelpaquebote,eloficialyelmarinerohabíanqueridopasaraellaporconsiderarlamássegura,abandonandoáEdwinasusuerteparanocargaralarepletaembarcaciónconunpasajeromás.

    El joven olvidó pronto esta felonía. Necesitaba trabajar para salir de suangustiosasituación.Durantealgunashorasremóyremó,siguiendoelrumboqueleaconsejabasuinstinto.

    Sehabíasentidoenmuchasocasionesorgullosodesuvigorcorporal,perojamás sus fuerzas se mostraron tan poderosas é incansables como en lapresenteaventura.Devezencuandoseponíadepie,esparciendosuvistaportodoelcírculodelhorizonte,sindistinguirlamáspequeñaembarcación.Losfugitivos del naufragio estaban ya muy lejos, o los había tragado el mardurantelanoche.

    Amediodíadescansóparacomer.Enelbotehabíaabundantesprovisiones,así comonumerososydiversosobjetos endisparatadoamontonamiento.Eraunasuertequesuscompañerosnohubiesenpensadoen llevarse tantascosaspreciosas.

  • Algunashorasdespués,Edwinpresintiólaproximidaddelatierra.Elmartranquilo, sin más alteración que algunas leves ondulaciones, mugíasordamente en el horizonte, formando una línea de espumas.Debía ser unabarreradeobstáculossubmarinos,entornoaloscualesserevolvíanlasaguas,hirviendoenincesantesespumarajos.

    El ingenieroremódirectamentehaciaestosescollos,adivinandoqueeranlascrestasdeinvisiblesmurallasformadasporelcoral.Másalláexistiríantalvez tierras firmes.Avanzóconprecaucióna travésde lasaguasalborotadas,sufriendo violentas sacudidas sobre tres líneas de olas, que casi le hicieronzozobrar.Perounavezpasadotalobstáculo,sevioenuninmensoytranquilocircodeagua.

    En todo lo que abarcaba su vista, el mar ofrecía la tersura de un lago,teniendopororlalalíneaderompientes,yporelladoopuesto,unasucesióndetierrasbajasquedebíanserislas.

    Edwin siguió bogando.Varias veces hundió un removerticalmente en elaguaconlaesperanzadetocarfondo.Nopudoconseguirlo;peroadivinóquesu bote se deslizaba sobre una extensión acuática que sólo tenía algunosmetrosdeprofundidad.

    Mediahoradespués,alvolverahundirelremo,creyótocarunaroca;perosiguió avanzando mucho tiempo, sin que la quilla del bote rozase ningúnobstáculo. Empezaba a ocultarse el sol cuando llegó cerca de tierra, y fuesiguiendosucontornoaunoscincuentametrosdedistancia. Ibaenbuscadeuna bahía pequeña o de la desembocadura de un riachuelo para poderdesembarcar,conservandosubote.

    Como empezaba a anochecer, aceleró su exploración antes de que seextinguiese por completo la incierta luz del crepúsculo. Vio que la costaavanzabaformandounpequeñocaboyque,entornodesupunta,lasaguassemantenían tranquilas, con una pesadez que denunciaba cierta profundidad.Llegó a tocar con la proa esta tierra, relativamente alta entre las tierrasinmediatas. Apoyando sus manos en el reborde de la orilla, dio un salto yquedódepiesobreelreducidopromontorio.

    Loprimeroquepensófuebuscarunapiedra,unárbol,algodondeatarlacuerda del bote, que sostenía con su diestra. Tuvomiedo de que durante lanochelaresacasellevasemaradentroestaembarcación,querepresentabasuúnicaesperanza.

    Buscandoen lapenumbra,dioconungrupodearbustosvigorososcuyasramas llegaban a la altura de su cabeza. Fijándose en ellos, pudo ver quetenían la formadeárbolesaltísimos, contrastando suaspectocon su relativapequeñez.

  • Pero no creyó oportuno perder el tiempo en la contemplación de estefenómeno vegetal, y se limitó a pasar la cuerda en derredor de tres de losárbolesenanos,dejandosujetodeestemodosuboteparaquenosealejasedela costa. Después siguió adelante por el promontorio, metiéndose tierraadentro.

    Lanochehabíacerradoyacompletamente,yGillespietuvoquedesistiralamediahoradecontinuarestamarchasinrumbodeterminado.Noseveíaunaluznielmenorvestigiodehabitaciónhumana.Tampocollegóadescubrir laexistencia de animales bajo lamaleza, en la que se hundía a veces hasta lacintura.

    Quisovolveratrás,convencidodelainutilidaddesuexploración.Preferíapasar lanocheenelbote,porofrecerlemayorescomodidadesparasusueñoque esta tierra desconocida. Pero al poco tiempo de marchar en variasdirecciones se dio cuenta de que estaba completamente desorientado.Aquelmartranquilocomounalaguna,sinrompientesysinolas,nopodíaguiarleconelruidodesusaguasalchocarcontralaorilla.

    Un silencio absoluto envolvió a Edwin. La profunda calma de la nochesolamente se turbaba con el crujido de los arbustos, que tenían forma deárboles.Sus ramas,alpartirsebajosuspies, lanzabanchasquidosdemaderavigorosa.

    Al salir a una llanura abierta en la selva enana, se sentó en el suelo,admirandolasuavidaddelcésped.Lomismoerapasarallílanochequeenlaembarcación.Nohacíafrío,yademásélestabaabrumadoporelcansancioypor las tremendas emociones sufridas en elmar.Comióvarias galletas y unpedazo de chocolate encontrados en sus bolsillos y acabó por tenderse,reconociendoqueestelechoalgoduronoleprivaríadelsueño.

    Ibaadormirse,cuandonotóalgoextraordinarioentornodeél.Adivinabalaproximidad invisibledepequeñosanimalesde lanoche,atraídos sindudapor la novedad de su presencia. Bajo los matorrales inmediatos sonaba unmurmullodevidacomprimidaysusurrante,igualaunrevoloteodeinsectosounarrastredereptiles.

    —Debenserratas—pensóelingeniero.

    Alextender,desperezándose,unodesusbrazos,diocontralosmatorralesmás próximos, e inmediatamente sonó bajo el ramaje un rumormedroso defuga.

    Gillespiesonrió,satisfechodenoestarsoloenestatierramisteriosa.Nosehabíaequivocado:eranratasuotrosroedoresdelbosquedearbustos.

    De nuevo empezaba a adormecerse, cuando un zumbido, que parecía

  • sofocadovoluntariamente,pasóvariasvecessobresurostro.Almismotiempoleabanicólasmejillasciertabrisadulce,semejantealaquelevantanunasalasagitándoseconsuavidad.

    —Algúnmurciélago—volvióadecirse.

    Susojoscreyeronveren la lobreguezalgomásobscuroaúnquepasaba,flotando en el aire, por encima de su rostro. De este pájaro de la nochesurgieron repentinamente dos puntos de luz, dos pequeños focos de intensablancura, igualesaunosojoshechoscondiamantes.Unparde rayos sutilesperointensísimossepasearona lo largodesucuerpo, iluminándoledesdelafrente hasta la punta de los pies. El ingeniero, asombrado por el supuestomurciélago, levantó un brazo, abofeteando al vacío. Instantáneamente, elmisteriosovoladorapagólosrayosdesusojos,alejándoseconunchillidodevelocidadforzadaquelehizoperdersealolejosenunoscuantossegundos.

    EstavisitaquitóelsueñoaEdwin,obligándoleasentarsesobrelapequeñapraderaqueleservíadecama.Susojospudieronverentoncesporencimadelosmatorralesvariospuntosdeluzquesemovíanconunaevoluciónrítmica,cambiandolaintensidadyelcolordesusresplandores.

    —Indudablementesonluciérnagas—murmuró—;luciérnagasdeestepaís,distintasatodaslasqueconozco.

    Las había de una blancura ligeramente azul, como la de los más ricosdiamantes; otras eran de verde esmeralda, de topacio, de ópalo, de zafiro.Parecíaquesobreel terciopelonegrode lanoche todas laspiedraspreciosasconocidas por los hombres se deslizasen comoenuna contradanza.Volabanformando parejas, y sus rayos, al cruzarse, se esparcían en distintasdirecciones.

    Gillespieencontrabacadavezmás interesanteestedesfile aéreo;perodepronto,comosiobedeciesenaunaorden,todoslosfulgoresseextinguieronaun tiempo. En vano aguardó pacientemente. Parecía que los insectosluminosos se hubiesen enteradode su presencia al tocar con algunos de susrayoslacabezaquesurgíacuriosasobrelosmatorrales.

    Pasómuchotiemposinquelaobscuridadvolvieraacortarseconlamenorrayadeluz,yEdwinsintióeldesencantodeunpúblicocuandoseconvencedeque es inútil esperar la continuación de un espectáculo. Volvió a tenderse,buscandootravezelsueño;pero,aldescansarlacabezaenlahierba,oyójuntoasusorejasunostrotecillosmedrososyunosgritosdesusto.Hastasintióensucogoteelrocedevariosanimalejosqueparecíanhaberselibradocasualmenteporunosmilímetrosdemoriraplastados.

    —Voyapasar lanocheennumerosacompañía—sedijoEdwin—. ¡Yyoqueme imaginabaesta tierracomoundesierto!…Mañana, indudablemente,

  • presenciaré cosas extraordinarias y podré explicarme los misterios de estanoche.¡Ahora,adormir!

    Ycomosihubieseperdidotodacuriosidad,fuesumiéndoseenelsueño….Peroantesdedormirsecompletamentesintióunpinchazoenunamuñeca,algosemejantealamordeduradeuncolmilloúnico,unaincisiónqueparecióllegarhastaeltorrentedesusangre.

    Quisomover el brazo en que había recibido esta herida y no pudo.Unatorpeza creciente se fue difundiendo por sus músculos y sus nervios,paralizandotodaacción.

    Pensó que tal vez había serpientes bajo losmatorrales y que acababa derecibirsumordeduravenenosa.Fueamoverelotrobrazo,y,enelmomentoque intentaba levantarlodel suelo, recibióunasegundapicadura, igualmenteparalizante.

    —Yanohayremedio—sedijo—.Mehanmordidolasvíboras.

    Ycayóvencidoporelsueño,comosiseesparcieseportodosucuerpoelsopordeunnarcótico.

    Cuando despertó, tuvo inmediatamente la certidumbre de habar dormidomuchashoras.Elsolestabaalto,yalabrirlosojossevioobligadoacerrarlosinmediatamente.Ladeólacabeza,huyendodelacausticidaddesuluz,ypocoapocofueentreabriendoelojomásinmediatoalatierra,mientrasconservabacerradoelotro.

    Al extenderse esta visión única casi a ras del suelo, fue tal la sorpresaexperimentadaporél,quevolvióporsegundavezajuntarsuspárpados.Debíaestardurmiendoaún.Loqueacababadevereraunapruebadequesehallabasumido todavía en el mundo incoherente de los ensueños. Dejó transcurriralgúntiempopuraresucitarensuinteriorlasfacultadesquesonnecesariasenla vida real. Después de convencerse de que no dormía, de que se hallabaverdaderamente despierto, volvió a abrir sus párpados lentamente, y seestremecióconlamásgrandedelassorpresasviendoquepersistíaelmismoespectáculo.

    Todo el lado de la pradera que llegaba a abarcar con su ojo abierto, asícomo la linde de la masa de matorrales y la tierra que quedaba entre sustroncos,estabanocupadosporunamuchedumbredesereshumanos,idénticosensusformasaloscomponentesdetodaslasmuchedumbres.Peroloqueélcreíamatorraleseranárbolesigualesatodoslosárbolesyformandounbosqueque se perdía de vista. Lo verdaderamente extraordinario era la falta deproporción,laabsurdadiferenciaentresupropiapersonaycuantolerodeaba.Estos hombres, estos árboles, así como los caballos en que iban montadosalgunos de aquellos, hacían recordar las personas y los paisajes cuando se

  • examinanconunosgemelospuestosalrevés,oseacolocandolosojosenlaslentesgruesas,paraverlarealidadatravésdelaslentespequeñas.

    Gillespie abrió y cerró su ojo repetidas veces, y al fin tuvo queconvencersedequeestabarodeadodeunmundoextraordinariamentereducidoen sus dimensiones. Los hombres eran de una estatura entre cuatro o cincopulgadas.Personas,animalesyvegetales,partiendoreducidotipominúsculo,guardaban entre ellos las mismas proporciones que en el mundo de loshombresordinarios.

    —¡Igual que le ocurrió a Gulliver!—se dijo el ingeniero—. Debo estarsoñando,apesardequemecreodespierto.

    Yparaconvencersedequenodormía,quisomoversubrazoderecho.Aúnperduraba en él la torpeza sufrida en la noche anterior. Se acordó de laspicadurasydelaparálisisquesehabíaextendidoluegoporsusmiembros.Alprincipio, el brazo se negó a reflejar el impulso de su voluntad; perofinalmente consiguió despegarlo del suelo con un gran esfuerzo. Iba acontinuar este movimiento, cuando notó que una fuerza exterior, violenta eirresistible,tirabadesubrazohastacolocarlohorizontalmente,ylomanteníadeestemodoenvigorosa tensión.Almismo tiemposintióensumuñecaundolorcircular,lomismoquesiunanillofríooprimieseycortasesuscarnes.

    Una explosión de regocijo estalló en torno de la cabeza deGillespie, unhuracándegritos,carcajadasyaclamaciones.Lamuchedumbreenanareíaalverle con el brazo en alto, inmovilizado por el tirón de esta fuerzaincomprensibleparaél.

    Abrió Edwin los dos ojos paramirar su brazo, erguido como una torre,fijándoseenlamuñeca,dondecontinuabaelagudoanillodedolor.Vioquedeestamuñecasalíaunhilosutilybrillante,quehacíarecordarlosfilamentosalfinalde loscualessebalancean lasarañas.Tambiénalextremodeestehilo,queparecíametálico,habíaunaespeciedearañaenormeysusurrante.Peronopendíadelhilo,sinoque,alcontrario,flotabaenelespaciotirandodeél.

    Eradeltamañodeunpalomo,perodesarrollabaunafuerzaimpropiadesuvolumen,fuerzaquemanteníaelhilodeplataconlatensiónvibrantedeunacuerdadepiano,nopermitiendoqueelhombrecontrajerasubrazo.

    EdwinsefijóenqueestaaveextraordinariateníalasformasfantásticasdelosdragonesaladosqueimaginaronlosescultoresdelaEdadMediaallabrarlos capiteles y gárgolas de las catedrales. Su cuerpo estaba revestido deescamas metálicas y tenía en su parte delantera una cabeza de monstruoquimérico,condosglobosde faroaguisadeojos.Susalaseranamododecartílagoserizadosdepúas.Sobreel lomodelhorripilanteaeroplano, cuatrohombrecitosigualesalosquesemovíanenlapraderaasomabansuscabezas

  • cubiertas con un casquete dorado, al que servía de remate una plumalarguísima.

    Montadosensumáquina,quepermanecía inmóvilencimade losojosdeGillespie, a unos tres metros de altura, estos aviadores acogieron con unregocijopuerilelgestodeasombroquepusoelgigantealsentirel tirónqueaprisionaba é inmovilizaba su brazo. Pero luego adivinaron en el prisionerounaexpresióndedolor.Sentíaelhilometálicohundidoensumuñecacomoelfilodeuncuchillo,yalmismo tiempoun fuertedoloren laarticulacióndelhombro.Paraevitarestetormento,loshombrecillosdelaeroplanosoltaronunacantidaddecablesutil, loquepermitióaEdwindescendersubrazohastaelsuelo.

    Sóloentoncessediocuentadequealrededordelaotramuñeca,asícomoen torno de sus tobillos, debía tener amarrados unos filamentos semejantes.Tendidodeespaldascomoestabaymirandoaloalto,alcanzóaverotrostresaeroplanos en formade animales fantásticos, que semantenían inmóviles alextremo de otros tantos hilos de plata, a una altura de pocos metros.Comprendió que todo movimiento que hiciese para levantarse daría porresultadountiróndolorososemejantealquehabíasufrido.Eraunesclavodelos extraños habitantes de esta tierra, y debía esperar sus decisiones, sinpermitirseningúnactovoluntario.

    Mientras permanecía inmóvil fue examinando lo que le rodeaba. Lamuchedumbre era cada vez más numerosa en torno de su cuerpo y en lasprofundidades del bosque. El zumbido de sus palabras y sus gritos iba enaumento. Se presentía la llegada incesante de nuevos grupos. Por entre loscuatro aeroplanos inmóviles al extremo de sus cables volaban otroscompletamentelibres,quesecomplacíanenpasaryrepasarsobrelanarizdelprisionero.Erandragonesrojosyverdes,serpientesdeenroscadacola,pecesdelomoredondo,todosconalas,conescamasdediversoscoloresyconojosenormes.Gillespieadivinóqueeran las luciérnagasqueen lanocheanteriorlanzabanmangasdeluzporsusfaros,ahoraextinguidos.

    Una de las naves aéreas detuvo su vuelo para bajar en graciosa espiral,hastainmovilizarsesobreelpechodelcoloso.Asomaronentresusalasrígidasloscuatrotripulantes,quereíanysaltabanconunregocijosemejantealdelascolegialas en las horas de asueto…. Al mismo tiempo otros monstruos deactividad terrestre se deslizaron por el suelo, cerca del cuerpo deGillespie.Eranamododejuguetesmecánicoscomolosquehabíausadoélsiendoniño:leones,tigres,lagartosyavesdeaspectofatídico,convistososcoloresyojosabultados. En el interior de estos automóviles iban sentadas otras personasdiminutas,igualesalasquenavegabanporelaire.

    Parecían venir de muy lejos, y la muchedumbre pedestre abría paso

  • respetuosamenteasusvehículos.Estosreciénllegadostambiénreíanalveralgigante,conunregocijopueril,mostrandoensusgestosysuscarcajadasalgodefemenino,queempezóallamarlaatencióndeGillespie.

    Ibayatranscurridaunahora,yelprisioneroempezabaaencontrarpenosasuinmovilidad,cuandosehizounprofundosilencio.Procurandonomoverse,torció a un lado y a otro sus ojos para examinar a lamuchedumbre. Todosmirabanenlamismadirección,yGillespiesecreyóautorizadoparavolverlacabezaenidénticosentido.Entoncesvio,comoadosmetrosdesurostro,ungranvehículoqueacababadedetenerse.Esteautomóvilteníalaformadeunalechuza,ylosfarosqueleservíandeojos,aunqueapagados,brillabanconunresplandordepupilasverdes.

    Dentro del vehículo, un personaje rico en carnes estaba de pie, teniendoantesubocaelembudodeunportavoz.Alfinalguienibaahablarle.Porestosindudaacababadehacerseunprofundosilenciodecuriosidadyderespetoenlamuchedumbre.

    Sonólavozdelabultadopersonaje,queeradulceytemblonacomoladeunadamasentimental,peroconelagrandamientocaricaturescodelabocina.

    —Gentleman: queda usted autorizado para mover la cabeza, paralevantarla,siesquepuede,yparacambiardeposturaconciertasuavidad,sinponerenpeligroalamuchedumbrejustamentecuriosaquelerodea.Encuantoamover losbrazoso laspiernas, le aconsejounacompleta abstenciónhastanuevaorden.Yahabrávistoustedquesuprimerintentodiomalresultado.Leruegoquenoinsista.

    Da todas las sorpresas experimentadas porGillespie desde que despertó,éstafuelamásestupenda.Elexiguopersonajehablabasumismoidioma,peroconuntonoafectado,conunesfuerzoporconseguirlacorrección,detallandolassílabas,lomismoquehablanciertosprofesores.

    —¿Cómo sabe usted el inglés?—preguntó Edwin—. ¿Dónde ha podidoaprenderlo?…

    Una risa aflautada del gordo personaje fue la primera respuesta. Luegopareció arrepentirse de su falta de corrección al contestar con risas a laspreguntas,ydijogravemente:

    —¡Oh,Gentleman—Montaña!…¡Vaustedaencontrarenmipatriatantascosasextraordinariasdignasdesuasombro!…

    III

    DECÓMOEDWINGILLESPIEFUÉLLEVADOALACAPITALDE

  • LAREPÚBLICA

    Hubounlargosilencio.Elingeniero,absortoporelcarácterinverosímildesu aventura, no supo qué decir. ¡Eran tan numerosos los pensamientos quebullíanensucabezaylaspreguntasqueibaamontonandosucuriosidad!…

    Elpersonajesubidoenlalechuzarodanteinterpretóestesilenciocomounamuestradetimidez.

    —Puedeustedhablarsinmiedo,Gentleman—Montaña.Detodoslosmilesde seres que están aquí presentes, los únicos que conocen el inglés somosustedyyo.Losdemássólohablanelidiomadenuestraraza….Yparaaplacarsu curiosidad, le diré cuanto antes que el inglés es la lengua particular denuestros sabios; algo semejante a lo que fue el latín, según mis noticias,durantealgunossiglos,enlospaíseshabitadosporlosHombres-Montañas.YosoyelprofesordeinglésenlaUniversidadCentraldenuestraRepública.

    Edwinquedósilenciosoanteestarevelación.

    —Entonces,¿estoyverdaderamenteenLiliput?—dijoalfin—.¿Noesestounsueño?

    La risa del profesor volvió a sonar con la misma vibración femenil,considerablementeagrandadaporelportavoz.

    —¡Oh,Liliput!—exclamó—.¿Quiénseacuerdadeesenombre?Pertenecea la historia antigua; quedó olvidado para siempre. Si usted pudiese hablarnuestroidioma,preguntaríaporLiliputalosmilesdeseresquenosescuchanenestemomento sin entendernos, yningunocomprendería el significadodetalpalabra.Nuestratierrasehatransformadomucho.

    Callóunmomentoparareflexionar,yluegodijoconorgullo:

    —Anteséramosnosotroslosquenosasombrábamosalrecibirlavisitadeun Hombre-Montaña. Ahora son los Hombres-Montañas los que debenasombrarse al visitar nuestro país. Hemos hecho triunfar revoluciones queellosseguramentenohanintentadoaúnensutierra.

    Gillespiesintiódesviadasucuriosidadporestaspalabrasdelprofesor.

    —Pero¿hanvenidoaquíotroshombresdespuésdeGulliver?

    —Algunos—contestó el sabio—. Recuerde usted que la visita de eseGulliver fue hace muchos años, muchísimos, un espacio de tiempo quecorresponde, segúncreo, a loque losHombres-Montañas llamandos siglos.Imagínese cuántos naufragios pueden haber ocurrido durante un período tanlargo; cuántos habrán venido a visitarnos forzosamente de esos hombresgigantescos que navegan en sus casas demaderamás allá de lamuralla de

  • rocasyespumasquelevantaronnuestrosdiosesparalibrarnosdesugroseríamonstruosa…. Nuestras crónicas no son claras en este punto. Hablan deciertas visitas de Hombres-Montañas que yo considero apócrifas. Pero concertezapuededecirsequellegaronaestatierraunoscatorceseresdetalclaseen distintas épocas de nuestra historia. De esto hablaremos másdetenidamente, si el destino nos permite conversar en un sitiomejor y conmenos prisa.El último gigante que llegó lo vi cuando estaba todavía enmiinfancia; el único que hemos conocido después del triunfo de la VerdaderaRevolución.Eraunhombredemanoscallosasypielconescamasdesuciedad.Babiaun líquidoblancoydehedor insufrible,guardadoenunagranbotellaforradadejuncos.Estelíquidoardienteparecíavolverleloco.Nuestrossabioscreenqueeraunsimpleesclavodelosquetrabajanenlosbuquesenormesdelos mares sin límites. Como el tal líquido despertaba en él una demenciadestructiva, mató a varios miles de los nuestros, nos causó otros daños, ytuvimosquesuprimirle,encargándosenuestraFacultaddeQuímicadedisolveryvolatilizarsucadáverparaquetantamateriaenputrefacciónnoenvenenasela atmósfera. Creo necesario hacerle saber que desde entonces decidimossuprimirtodoHombre-Montañaqueaparecieseennuestrascostas.

    Gillespie, a pesar de la tranquilidad con que estaba dispuesto a aceptartodoslosepisodiosdesuaventura,seestremecióaloírlasúltimaspalabras.

    —Entonces,¿debomorir?—preguntóconfrancainquietud.

    —No,ustedesotracosa—dijoelprofesor—;ustedesungentleman,ysubuen aspecto, así como lo que llevamos inquirido acerca de su pasado, hansidolacausadequeleperdonemoslavida…porelmomento.

    Laspalabrasdel sabio le fueronrevelando todo loocurridoenesta tierraextraordinariadesdeelatardecerdeldíaanterior.Losescasoshabitantesdelacostalehabíanvistoaproximarse,pocoantesdelapuestadelsol,ensubote,más enorme que losmayores navíos del país. La alarma había sido dada alinterior, llegando lanoticiaa lospocosminutoshasta lamismacapitalda laRepública.LosmiembrosdelConsejoEjecutivohabíanacordadorápidamentela manera de recibir al visitante inoportuno, haciéndole prisionero parasuprimirlo a las pocas horas.Los aparatos voladores del ejército salían a suencuentrounavezcerradalanoche.ElHombre-Montañapudovagaralolargodelacostasintropezarseconningúnhabitante,porquetodoslosribereñossehabíanmetidotierraadentroporordensuperior.

    Alverletendidoenelsuelo,empezóelasediodesupersona.Elmanotazoalaprimeramáquinavolantequelehabíaexploradoconsusluces,asícomolacuriosidaddeGillespie,quelepermitiódescubrirporencimadelbosquetodaslasevolucionesdelaflotillaluminosa,aconsejaronlanecesidaddeunataquebruscoyrápido.

  • Dossabiosdelaboratorioysuséquitodeayudantes,llegadosdelacapitalen varios automóviles, se encargaron del golpe decisivo, pinchándole en lasmuñecasyenlostobillosconlasagudaslanzasdeunasmangasderiego.Asíleinocularonelsoporíficoparalizante.

    —Es verdaderamente extraordinario—continuó el profesor—que hayaconocido usted el nuevo sol que ve en estos instantes. Estaba acordado elmatarle,mientrasdormía,conunasegundainyeccióndeveneno,cuyosefectossonmuyrápidos.Perolosencargadosdelregistrodesupersonaseapiadaronalenterarsedelacategoríaaqueindudablementeperteneceustedensupaís.Le diré que yo tuve el honor de figurar entre ellos, y he contribuido, en lamedidademiinfluencia,aconseguirquelasaltaspersonalidadesdelConsejoEjecutivo respeten su vida por el momento. Como la lengua de todos losHombres-Montañasquevinieron aquí ha sido siempre el inglés, el gobiernoconsideró necesario que yo abandonase la Universidad por unas horas paraprestarelserviciodemiciencia.Hasidounaverdaderafortunaparaustedelquereconociésemosqueesungentleman.

    Gillespienoocultósuextrañezaantetanrepetidaafirmación.

    —¿Ycómollegaronustedesaconocerquesoyungentleman?—preguntó,sonriendo.

    —Sipudieraustedexaminarseenestemomentodesdelosbolsillosdesuspantalonesalbolsillosuperiordesuchaqueta,sedaríacuentadequelohemossometido a un registro completo.Apenas se durmió usted bajo la influenciadelnarcótico,empezóestaoperaciónalaluzdelosfarosdenuestrasmáquinasvolantesyrodantes.Después,elregistrolohemoscontinuadoalaluzdelsol.Unamáquina—grúahaidoextrayendodesusbolsillosunaporcióndeobjetosdisparatados,cuyousopudeyoadivinargraciasamisestudiosminuciososdelosantiguoslibros,peroqueescompletamenteignoradopor lamasageneraldelasgentes.Lagrúahastafuncionósobresucorazónparasacardelbolsillomásaltode suchaquetaungrandiscosujetoporunacadenillaaunorificioabierto en la tela; un disco de metal grosero, con una cara de una materiatransparentemuyinferioranuestroscristales;máquinaruidosayprimitivaquesirveentrelosHombres-Montañasparamarcarelpasodeltiempo,yqueharíareírporsurudezaacualquierniñodenuestrasescuelas.

    Tambiénheregistradohastahaceunosmomentoselenormenavíoqueletrajoanuestrascostas.Heexaminadotodoloquehayenél;hetraducidolosrótulos de las grandes torres de hoja de lata cerradas por todos lados, que,según revela su etiqueta, guardan conservas animales y vegetales. Losencargados de hacer el inventario han podido adivinar que era usted ungentleman porque tiene la piel fina y limpia, aunque para nosotros siempreresultahorribleporsusmanchasdediversoscoloresylosprofundosagujeros

  • desusporos.Peroestedetalle,paraunsabio,carecedeimportancia.Tambiénhanconocidoqueesustedungentlemanporquenotienelasmanoscallosasyporque su olor a humanidad esmenos fuerte que el de los otros Hombres-Montañas que nos visitaron, los cuales hacían irrespirable el aire por allídondepasaban.Usteddebebañarsetodoslosdías,¿noescierto,gentleman?…Además, el pedazode tela blanca, grande comouna alfombrade salón, quellevaustedsobreelpecho,juntoconelreloj,haimpregnadoelambientedeunolordejardín.

    Sedetuvoelprofesoruninstanteparaagregarconalgunamalicia:

    —Yyo pude afirmar además, de unmodo concluyente, que es usted unverdadero gentleman, porque he ordenado a dos de mis secretarios quevolviesenlashojasdeunlibromásgrandequemipersona,contapasdecueronegro, que nuestra grúa sacó de uno de sus bolsillos. He podido leerrápidamentealgunasdedichashojas.Enlaprimera,nadainteresante:nombresy fechas solamente; pero en otras he visto muchas líneas desiguales querepresentan un alto pensamiento poético. Indudablemente, el Gentleman—Montañahapasadoporunauniversidad.Ennuestropaís,sólounhombredeestudiospuedehacerbuenosversos.Losdeusted,gigantescogentleman,mepermitirá que le diga que son regulares nada más y por ningún conceptoextraordinarios. Se resienten de su origen: les falta delicadeza; son, en unapalabra, versos de hombre, y bien sabido es que el hombre, condenadoeternamente a la grosería y al egoísmo por su propia naturaleza, puede darmuypocodesíenunamateriatandelicadacomoeslapoesía.

    Gillespie se mostró sorprendido por las últimas palabras. Sus ojos, quehasta entonces habían vagado sobre la enanamuchedumbre, atraídos por ladiversanovedaddelespectáculo,seconcentraronenelprofesor,teniendoquehacerunesfuerzoparadistinguirtodoslosdetallesdesuminúsculapersona.

    Llevabaenlacabezaungorrocuadrangularcondoradaborla, igualaldelos doctores de las universidades inglesas y norteamericanas. El rostrocarilleno y lampiño estaba encuadrado por unas melenillas negras y cortas.Losojosteníanelresguardodeunoscristalesconarmazóndeconcha.Cubríanel restode su abultadapersonaunablusanegra apretadaa la cinturaporuncordón, que hacía más visible la exagerada curva de sus caderas, y unospantalonesque,apesardeseranchos,resultabantanajustadoscomoelmallóndeunabailarina.

    —¡Pero usted es una mujer!—exclamó Gillespie, asombrado de surepentinodescubrimiento.

    —¿Yquéotracosapodíaser?—contestóella—.¿CómonoperteneciendoamisexohabríallegadoafigurarentrelossabiosdelaUniversidadCentral,poseyendo los difíciles secretos de un idioma que sólo conocen los

  • privilegiadosdelaciencia?

    Calló,paraañadirpocodespuésconunavozlánguida,dejandoaunladolabocina:

    —¿Yenquéhaconocidoustedquesoymujer?

    Elingenierosecontuvocuandoibaacontestar.Presintióquetalvezcorríaelpeligrodecrearseunenemigoimplacable,ydijoevasivamente:

    —Loheconocidoensuaspecto.

    Lasabiaquedóreflexionandoparacomprenderelverdaderosentidodetalrespuesta.

    —¡Ah, sí!—dijo al fin con cierta sequedad—.Loha conocidousted, sinduda,enmisabundanciascorporales.Yosoyunapersonaseria,unapersonadeestudios,quenodisponedetiempoparahacerejerciciosgimnásticos,comolasmuchachasquepertenecenalejército.Lacienciaesunadiosacruelconlosquesededicanasuservicio.

    —Loheconocidotambién—seapresuróaañadirEdwin—enladulzuradesu voz y en la hermosura de sus sentimientos, que tanto han contribuido asalvarmivida.

    Laprofesoraacogióestaspalabrasconunalargapausa,durantelacualsusanteojosdeconchalanzaronunbrilloamablequeparecíaacariciaralgigante.Pensaba,sinduda,queestehombregroseroydeaspectomonstruosoeracapazde decir cosas ingeniosas, como si perteneciese al sexo inteligente, o sea elfemenino.Bajólosojosyañadióconunaexpresióndetiernasimpatía:

    —PoralgoheencontradotantasvecesensusversoslapalabraAmorconunamayúsculamásgrandequemicabeza.

    Después pareció sentir la necesidad de cambiar el curso de laconversación, recobrando su altivo empaque de personaje universitario.Aunque ninguno de los presentes pudiera entenderla, temía haber dichodemasiado.

    —Usted se irádandocuenta,Gentleman—Montaña—continuó—,dequehallegadoaunpaísdiferenteatodoslosqueconoce,unanacióndeverdaderajusticia, de verdadera libertad, donde cada uno ocupa el lugar que lecorresponde,ylasupremadirecciónlaposeeelsexoquemáslamereceporsuinteligencia superior, desconocida y calumniada desde el principio delmundo….Dejedemirarmeamíunos instantesy examine lamuchedumbrequelerodea.Tieneustedpermisoparamoverseunpoco;asíharásuestudioconmayorcomodidad.Espereaquedémisórdenes.

    Yrecobrandosuportavoz,empezóalanzarrugidosenunidiomadelque

  • no pudo entender el americano la menor sílaba. La máquina volante quedescansaba sobre su pecho levantó el vuelo, y los otros cuatro aeroplanosaflojaronloshilosmetálicossujetosasusextremidades.Lamuchedumbresearremolinó,iniciandoacontinuaciónunmovimientoderetroceso.

    Gillespie vio que unos grupos de jinetes repelían al gentío para que sealejase. Otros soldados acababan de descender de variasmáquinas rodantesqueteníanlaformadeunleón.Estosguerrerosjóveneserandeairegentilygraciosamentedesenvueltos.

    Unodeellospasómuycercadesusojos,yentoncespudodescubrirqueera unamujer, aunquemás joven y esbelta que la profesora de inglés. Losotrossoldadosteníanidénticoaspectoytambiéneranmujeres,lomismoquelos tripulantes de las máquinas voladoras. Sus cabelleras cortas y rizadas,como la de los pajes antiguos, estaban cubiertas con un casquete de metalamarillosemejantealoro.Nollevaban,comolosaviadores,unalargaplumaensuvértice.Eladornodesucapaceteconsistíaendosalasdelmismometal,yhacíarecordarelcascomitológicodeMercurio.

    Todos estos soldados eran de aventajada estatura y sueltosmovimientos.Se adivinaba en ellos una fuerza nerviosa, desarrollada por incesantesejercicios. Paro, a pesar de su gimnástica esbeltez de efebos vigorosos, lablusa muy ceñida al talle por el cinturón de la espada y los pantalonesestrechamenteajustadosdelatabanlassuavescurvasdesusexo.Ibanarmadoscon lanzas, arcos y espadas, lo que hizo queGillespie se formase una tristeidea de los progresos de este país, que tanto parecían enorgullecer a laprofesoradeinglés.

    Elcordóndepeonesyjinetesempujóalamuchedumbrehastaloslinderosdel bosque, dejando completamente limpia la pradera. Entonces, la doctora,desdeloaltodesucarro—lechuza,volvióavalersedelportavoz.

    —GentlemanMontaña,puedeustedincorporarse.

    Elingenierosefuelevantandosobreuncodo,yestepequeñomovimientoderribó varias escalas portátiles que aún estaban apoyadas en su cuerpo yhabíanservidoparaelregistroefectuadohorasantes.Tresenanosquevagabansobre su vientre, explorando por última vez los bolsillos de su chaleco,cayeron de cabeza sobre la tupida hierba de la pradera y trotaron acontinuacióndandochillidoscomoratones.Sindejardehuir se llevaban lasmanosadiferentespartesdesuscuerposmagullados,mientrasunacarcajadageneraldelpúblicocirculabaporloslindesdelaselva.

    AlfinGillespiequedósentado,teniendocomovecinosmásinmediatosalaprofesoray sus secretarios, queocupabanel automóvil—lechuza,yporotrolado a los tripulantes de las cuatro máquinas aéreas, las cuales se movían

  • dulcementealextremodesushilosmetálicos,flácidosysintensión.

    En esta nueva posturaGillespie pudo vermejor a lamuchedumbre. Susojos se habían acostumbrado a distinguir los sexos de esta humanidad dedimensionesreducidas,completamentedistintaaladelrestodelatierra.Lossoldados; los personajes universitarios, mudos hasta entonces, pero que sehabíanocupadoenadormecerleyregistrarle;losempleados,losobreros,todoslos que se movían dando órdenes o trabajando en torno de él, llevabanpantalonesyeranmujeres.

    Edwinvioquedeunautomóvilenformadeclavelqueacababadellegardescendíanunasfigurasconlargastúnicasblancasyvelosenlacabeza.Eranlas primeras hembras que encontraba semejantes a las de su país. Debíanperteneceraalgunafamiliaimportantedelacapital;talvezeralaesposadeunaltopersonajeacompañadadesustreshijas.Concentrósumiradaenelgrupoparaexaminarlasbien,ynotóquelastresseñoritas,todasdeapuestaestatura,asomaban bajo los blancos velos unas caras de facciones correctas peroenérgicas.Susmejillas tenían elmismo tonoazuladoque lade loshombresque se rasurandiariamente.Lamadre, algocuadradaa causade laobesidadpropiadelosaños,prescindíadeestaprecaución,ypordebajodelacoronadefloresquecircundabasustocasdejabaasomarunabarbaabundanteydura.

    Unoficialde losdel casquete aladocorriógalantemente aproteger a lasrecién llegadas, con el interés quemerece el sexo débil, y las tres señoritasacogieroncongestoruborosolasatencionesdelmilitar.

    Gillespiesediocuentadequeladoctoraseguíasusimpresionesconojosatentos,sonriendodesuasombro.

    —Yaledijo,gentleman,queveríaustedgrandescosas.NoolvidequeesteeselpaísdelaVerdaderaRevolución.

    Todavía pudo hacer Edwin nuevas observaciones.Vio con estupefacciónentre el público, repelido y mantenido a distancia por la fuerza armada,mujeres menos lujosas que la familia recién venida de la capital, peroigualmenteconlargastúnicas….Ysinembargoparecíanhombresacausadesusbarbasodesusrostrosazuladosporelrasuramiento.Encambio,todoslosindividuos de aspecto civil que llevaban pantalones y mostraban sertrabajadoresdelcampo,obrerosdelaciudadoacaudaladosburgueses,venidosparaconoceralgigante,teníanelrostrolampiñoylasformasabultadasdelamujer.

    Encontró, sin embargo, algunas excepciones, que sirvieron paradesorientarloen sus juicios.Vioverdaderoshombres, cuyoaspectovigorosonoseprestabaaequívocos,yque,sinembargo,marchabansinelembarazodelasfaldas.Estoshombresibancasidesnudos,alairesufuertemusculatura,y

  • sin más vestimenta que un corto calzoncillo. Todos ellos mostraban lapasividad resignada, la fuerza brutal y sin iniciativa de las bestias de labor.Algunosacababandedesengancharsedepesadascarretas,delascualeshabíanvenidotirandohastaellinderodelbosque,yselimpiabanelsudorosocuerpo.Otros lavaban y secaban los grandes aparatos que habían servido para lanarcotizaciónyelregistrodelgigante.

    VioademásGillespieque lamayorpartede los jinetesquemanteníanenrespeto a la muchedumbre eran hombres igualmente; hombres enormes ybarbudos, con una expresión de estupidez disciplinada, de brutalidadautomática, reveladoradesusituación inferior.Apesardeque ibanarmadoscongrandescimitarras,sutrajeeraunatúnicaigualaladelasmujeres.Todosellos parecían simples soldados. Varias muchachas de bélica elegancia,llevando sobre sus cortas melenas el casquete alado, hacían caracolear suscaballos entre las de estos guerreros inferiores, dándoles órdenes con unlaconismodejefes.

    Ladoctoravolvióainterrumpirlasreflexionesdelprisionero.

    —Antes de que emprendamos lamarcha a la capital, creo oportuno quetomeustedunligerorefrigerio.Migustohubiesesidoprepararleundesayunoalestilodenuestropaís,peronohemostenidotiempoparaello,pues,comolodije,suvidaestabaenpeligro,ynadiepiensaendardealmorzaraunmuerto.Podíahaberhechotraeralgunasdelaslatasdeconservaqueguardaustedensuembarcación,peroéstasehallayamuylejos.

    La noticia hizo perder su calma al gigante…. ¡Verse privado de un botequerepresentabalaúnicaprobabilidaddevolveralmundodesussemejantes!…

    —Poco después de la salida del sol—continuó la traductora—se hanencargado de remolcarlo hasta el puerto de la capital los navíos de nuestraescuadradelSolNaciente.

    Gillespienecesitómostrarsumalhumorconpalabrasofensivas.

    —¿Y qué navíos son esos?… ¿Cómo unos barquitos iguales a juguetes,consólolafuerzadesusvelas,vanapoderremolcarmibote,dentrodelcualcabeamontonadatodaesaescuadradelSolNaciente?…

    —Gentleman—dijo la profesora con sequedad—, nuestros buques notienenvelas;esofueentiemposremotos.Nuestrosnavíosnaveganavoluntadsobre el aguay por debajo del agua.Lamisma energía quemuevenuestrasmáquinasterrestresyaéreasagitalascolasdeellosconigualfuerzaquelasdelospecesmásveloces….Desutamañonocreonecesariohablar.Eltamañonosignifica nada.Nosotros hemos llegado a poseer navíosmás grandes que elqueletrajoausted,ylossuprimimosporinhábilesparadefenderse.

  • Hubo un largo silencio después de las palabras poco cordiales cruzadasentre los dos. Pero la doctora no parecía tenaz en sus rencores y siguióhablando:

    —Hetenidoqueimprovisarunligerodesayunoconloqueencontrémásamano. Perdone usted su frugalidad y su monotonía. Cuando estemos en lacapital(siesquelosaltosseñoresdelConsejoEjecutivoquierenconcederlelavidaaperpetuidad,oseahastaqueperezcausteddemuerteordinaria),estoysegurodequecomerámejor.

    Sinsepararseelportavozdelaboca,empezóarugirotravezunaseriedepalabras desconocidas, que despertaron gran actividad en los linderos delbosque.

    Ungrupodeaquelloshombresbestialesysemidesnudos,fuerzasciegasysometidascomo losconstructoresde lasPirámides faraónicas,avanzópor lapradera tirandodeunenormecilindrovertical.Eraunabombarematadaporunlargopistón.Estabombalaacababandelimpiarlosvigorosossiervos,pueshabíaservidodurantelanocheparainyectaralgigantesudosisdenarcótico.Pocodespuésempezarona salirde la selva rebañosdevacasbiencuidadas,gordasylustrosas.Parecíanenormesjuntoaloshombrecillosquelasguiaban,peronoteníanenrealidadparaGillespiemayortamañoqueunaratavieja.Alos pocosmomentos eran centenares; al final llenaron lamayor parte de lapradera,siendomásdemil.

    Numerosos enanos, que por sus trajes parecían hombres de campo y enrealidaderanmujeres,silbaronyagitaronsuscayadosparaordenaryagruparaestosanimales.

    —Estodoloquehemospodidoreunir—dijolaprofesora—.ElComitéderecibimientodelHombre-Montaña,nombradoanocheporelgobierno,nohatenido tiempo para preparar mejor las cosas. Sin embargo, en pocas horasnuestrasmáquinas terrestres y aéreas han llegado a requisar todas las vacasexistentesenun radiodediezmillas, comodiríausted.Yahora,gentleman,vuelvaatenderse;adoptesuprimeraposturaparatomarunpocodeleche.

    PeroGillespieestabapensativodesdemuchoantes.Sedispusoaobedecerla orden y luego se detuvo para mirar con una expresión interrogante a launiversitaria.

    —Unapalabranadamás,yenseguidametiendo.

    Ladoctoralehizoverconungestoqueestabadispuestaaescucharle.Elamericanomostróconundedo losautomóvilesque le rodeaban,después lasmáquinasaéreasinmóvilesenelespacio,yfinalmentelasesbeltasmuchachasdelcasquetealado,armadasconlanzas,arcosysables.

  • —Nocomprendo,profesora….

    —Llámeme profesor—interrumpió la dama universitaria—. ProfesorFlimnap.

    —Está bien—continuó el americano—. Digo, profesor Flimnap, que nopuedo comprender todas esas armas primitivas al lado de tanta máquinaterrestreyaérea,quemeparecenperfectas,ydeesaescuadradelSolNacientedequemehahabladoantes.

    Eldoctorhembrasonrióconsuperioridad.

    —Ya le dije que los Hombres-Montañas deben asombrarse cuando nosvisitan,asícomonosotrosnosasombrábamosalverlesenotrostiempos.Haycosas que no comprenderá usted nunca si no le damos una explicaciónpreliminar. Y esta explicación sólo la recibirá usted si los altos señores delConsejo Ejecutivo quieren que viva. En cuanto a la desproporción entrenuestras armas y nuestras máquinas, no debe usted preocuparse de ella.Vivimosorganizadoscomoqueremos,comoanosotrosnosconviene.

    El jovennoquisomostrarsevencidopor el airede superioridad conquefuerondichastalespalabras,yañadió:

    —Entre los objetos que han sacado de mis bolsillos habrá visto ustedseguramenteunamáquinadehierroformadaporun tubo largoyuncilindroconotrosseistubosmáspequeños,dentrodeloscualeshayloquellamamosuna cápsula, que se compone de una porción de substancia explosiva y unpedazo de acero cónico. Tengan mucho cuidado al mover la tal máquina,porque es capaz de hacer volar a uno de los navíos de su escuadra del SolNaciente.Convariasmáquinasde lamismaclaseustedesseríanmuchomásfuertesquelosonahora.

    Launiversitariaabandonóelportavozparareírconunaseriedacarcajadasquelehicieronllevarselasmanosalasdoscurvassuperpuestasdesupechoydesuabdomen.

    —¡Cuántaspalabras—dijo al extinguirse su risa—,cuántaspalabrasparadescribirmeunrevólver!¡Perosiyoconozcoesotanbiencomousted!…Lasgentesquehoyhanvistoelsuyo(loscargadoresylosmarineros)seguramenteque no saben lo que es; pero para nosotros, las personas estudiosas, esamáquina del tubo grande y de los seis tubos con sus cápsulas explosivasresulta una verdadera antigualla. Además, la consideramos repugnante eindigna de todo recuerdo. No intente, gentleman, deslumbrarnos con susdescubrimientos. Aquí sabemos más que usted. Prescinda da nuevasobservacionesyacuésteseprontitoatomarsuleche.

    Elamericanotuvoqueobedecer,avergonzadodesuderrota.Lasvacas,en

  • filaincesante,subíanybajabanporunadoblarampasituadajuntoalabomba.Cuando estaban en lo alto, al lado da la boca del receptáculo, los siervosforzudos lasordeñabanrápidamenteconunaparato,arrojando la lecheenelinteriordelenormevasodemetal.Varioshombrestomaroneldoblebalancíndelpistónpara subirloybajarlo, impeliendoel líquidodel interior.Mientrastanto,otrosdelossiervosdesnudosdesarrollabanlosflexiblesanillosdeunamangaderiegoajustadaalabomba.

    —Abraustedlaboca,Gentleman—Montaña—ordenóelprofesorhembra.

    Gillespieobedeció,e inmediatamente le introdujeronentre los labiosunabarrademetalampliamenteperforada,delaquesurgíaunchorrodelechemásgrueso que el brazo musculoso de cualquiera de aquellos atletas. Gillespiebebiódurantemuchotiempoestehilillodelíquidodulzón,algomásclaroquelalechedeotrospaíses.

    —¿Quiereustedmás?—preguntólatraductora—.Notemaserimportuno.Nuestrosagentescontinúanenestemomentosurequisadevacasportodoslosdistritosinmediatos.

    Peroelgigantesemostrabaahítodelamamantamientopormangaderiego,ehizoungestonegativo.

    Volvió a rugir el portavoz dando órdenes, y huyeron las vacas hacia laselva, perseguidas por los gritos, las pedradas y los garrotes en alto de susconductores. Desapareció igualmente la máquina que había servido eldesayuno, y los siervos atletas empezaron a trabajar en torno del cuerpo deGillespie.

    Enunmomento le libraronde las ligadurasquesujetabansusmuñecasysustobillos.Aldesliarseelenroscamientodeloshilosmetálicos,lasmáquinasvoladorastirarondeestoscablessutiles,haciéndolosdesaparecer.Peronoporesto se alejaron.Las cuatro permanecieron inmóviles en elmismo lugar delespacio,comosiesperasenórdenes.

    —Gentleman—volvió a decir Flimnap—, ha llegado el momento másdifícil para mí. Vamos a partir para la capital, y necesito recordarle que lacontinuacióndesuexistencianoesaúncosasegura.Faltasaberquéopiniónformarán de usted las altas personalidades del Consejo Ejecutivo. Pero yotengo cierta confianza, porque el corazón justo y fuerte de las mujeres essiemprepiadosoconladebilidadylaignoranciadelhombre.Además,cuentoconlabuenaimpresiónqueproducirásuaspecto.

  • conlamismarigidezqueelhierro.Perosilemiranaustedconunalentededisminución, si le ven empequeñecido hasta el punto de que se borren talesdetalles, reconozcoque tieneustedunaspecto simpáticoyhasta separeceaalgunas de las esposas de las altas personalidades que nos gobiernan. Yopienso llegar a la capital mucho antes que usted, para rogar al ConsejoEjecutivo que le mire con lentes de tal clase. Así, su juicio seráverdaderamentejusto….

  • posiciónvertical,aislándoseensugrandezainútil.

    Elingenieroquisoprotestar,algoofendidoporlasprecaucionesaqueselesometía.

    —Niunapalabramás—insistióeldoctor—.Leadviertoqueanochecasidemolióustedenlaobscuridadunadenuestrasmáquinasvoladorasaldarunzarpazo en el aire. Faltó poco para que cayese al suelo desde una alturaenorme,matándose sus tripulantes.Despuésde esto, reconoceráquenuestrogobiernoobraprudentementealnotratarleconunaconfianzaciega.

    Se apartó el vehículo—lechuza, sin que por esto la traductora, dejase dedarórdenesatravésdesubocina.

    Gillespie,despuésdeconvencersedequenoquedabancercadeélpersonasnianimalesalosquepudieraaplastar,empezóaincorporarse.Suspiernas,trasuna inmovilidad de tantas horas, estaban entumecidas y se resistían aobedecerla.Alfinsepusodepiedespuésdelargasvacilaciones,yalrecobrarsuposiciónvertical, los árbolesmás altosquedaron a la alturade supecho.Todo su busto sobrepasaba la centenaria vegetación, y la muchedumbre deenanos,casiinvisiblebajoelramaje,saludóconunlargorugidolacabezadelgigantealsurgiréstaporencimadelbosque.PodíanapreciarahoralagrandezadelHombre-Montañamejorquecuandoleveíantendidoenelsuelo.

    Los tripulantes de las máquinas voladoras se unieron a esta ovaciónhaciendoevolucionarsusquiméricasbestiasen tornodelrostrodeGillespie.Pasaban tan cerca, que éste tuvo que echar atrás su cabeza por dos veces,temiendoquelecortaselanarizunadeaquellasalasescamosasconsuspuntasagudas como cuchillos. Las muchachas del casquete dorado y larga plumasaludaban con risas los movimientos inquietos del gigante. Pero una ordenvenidadeabajoacabóconestosjuegos,restableciendoelsilencio.Todavíalatraductorarugiósuúltimaorden,antesdepartir.

    —Gentleman—Montaña,¡lasmanosatrás!Gillespielohizoasí,y,apenashubocruzadosusmanossobrelaespalda,sintióentornodelasmuñecasalgoque parecía vivo y se enrollaba con una prontitud inteligente. Era el cablemetálicode lamáquinaque iba avolardetrásde él.Almismo tiempo,otromonstruodelairedescendiócontodaconfianzaalverleconlasmanossujetas,yquedóflotandocercadesusojos.

    Ahorapudoverbienasustripulantes:cuatrojóvenesrubias,esbeltasydeaire amuchachado. Gillespie hasta les encontró cierta semejanza con missMargaret Haynes cuando jugaba al tennis. Estas amazonas del espacio lesaludaronconpalabrasininteligibles,enviándolebesos.Élsonrió,yaloírlascarcajadas de ellas pudo adivinar que su sonrisa debía parecerleshorriblementegrotesca.Estosserespequeñosveíantodolosuyoridículamente

  • agrandado.

    La consideración de su caricaturesca enormidad le puso triste, pero lasguerrerasaéreasvolvieronaenviarlebesos,comounconsuelo,yhastaunadeellasdirigiócontrasunarizdosrosasquellevabaenelpecho.Queríanpedirle,sin duda, perdón por lo que iban a hacer con él cumpliendo órdenessuperiores.

    Delfondodelamáquinavoladorapartió,silbando,unhiloplateado,que,después de dar varias vueltas en el aire comouna serpiente delgadísima, semetióporlacabezadeGillespie,noparandohastasushombros.Elingenierosesintiócogidolomismoquelasresesde laspraderasamericanasa lasqueechan el lazo. Un pequeño alejamiento del avión, que tenía la forma y loscolores de un lagarto alado, estrechó en torno del cuello deEdwin el cablemetálico.

    Bajando susojospudoexaminarlode cerca.Parecíahechodeunplatinoflexibleyerainútiltodointentoderomperlo.Porelcontrario,unmovimientoviolentobastaríaparaqueseintrodujeseensucarnelomismoqueunanavajadeafeitar,comohabíadichoelprofesorhembra.

    Lastripulantesdellagartoaéreotiraronligeramentedeestehilometálico,y Gillespie, comprendiendo el aviso, dio el primer paso. Ningún obstáculoterrestre seoponíaa sumarcha.Lapraderaestabaahora limpiadegente, lomismoqueloslinderosdelbosque.Todaslasmáquinasrodantes,asícomolastropas de a pie y a caballo, habían abierto la marcha, empujando a lamuchedumbreparaqueseapartasedelcamino.

    Guiadoporlamáquinavoladoraqueibadelanteydirigidoigualmenteporlamáquinadeatrás,quefuncionabaamododetimón,Gillespiesóloteníaquefijarseenelsueloparaverdóndecolocabasuspies.

    Empezó a marchar por un camino de gran anchura para aquellos seresdiminutos, pero que a él le pareció no mayor que un sendero de jardín.Durante media hora avanzaron entre bosques; luego salieron a inmensasllanurascultivadas,ypudovercómoseibadesarrollandodelantedeél,aunagrandistancia,lavanguardiadesucortejo,compuestademáquinasrodantesypelotonesdejinetes.Asuespaldalevantabanunasegundanubedepolvolastropasderetaguardia,encargadasdeconteneraloscuriosos.

    Sóloalgunosaudaces,contraviniendolasórdenes,seatrevíanallegaralosbordes del camino. En torno de los pueblos de agricultores hervía elvecindario, gritando y agitando sus gorras al pasar el gigante. Su estaturapermitíaqueloviesenalarguísimasdistancias.

    Leobligaronamarcharsindescanso,porqueelConsejoEjecutivodeseabaconocerleantesdequeanocheciese.Alasdoshorasdistinguióporencimade

  • unasucesióndegibasdelcamino,penosamenteremontadasporlavanguardiadelcortejo,unaespeciedenubeblancaquesemanteníaarasdetierra.

    Estabaenvueltaeneltemblorvaporosodelosobjetosindeterminadosporla distancia.Sólo él podía abarcar con sumiradauna extensión tan enorme.Los tripulantes del lagarto volador examinaban lamisma nube, pero con elauxiliodeaparatosópticos.

    Una de las amazonas aéreas le gritó algunas palabras en su idioma, almismotiempoqueseñalabaconundedolaremotamanchablanca.Elgigantelecontestóconunasonrisaindicadoradesucomprensión.

    A partir de este momento la nube fue tomando para él contornos fijos.Salieronpocoapocodelavaporosavaguedadgrandespalaciosblancos,torrescon cúpulas brillantes, toda una metrópoli altísima, en la que los edificiosparecían de proporciones desmesuradas, sin duda porque sus pequeñoshabitantes,porlaleydelcontraste,sentíanelansiadeloenorme.

    EstacapitaldelaRepúblicadelospigmeossellamabaMildendoenotrostiempos.¿Cómosetitularíaenelpresente,despuésdehaberocurridoloqueelprofesorFlimnapllamabalaVerdaderaRevolución?…

    IV

    LASRIQUEZASDELHOMBRE-MONTAÑA

    Elantiguopalacio imperial,construidopor lossoberanosde lapenúltimadinastía,ocupabaelcentrodelaciudadyeralaresidenciadelosaltosseñoresdelConsejoEjecutivo.

    Incendiado repetidas veces en el curso de los siglos y bombardeadodurante las guerras, había sufrido numerosas reconstrucciones; pero la másgrandeyvistosadatabadepocos añosdespuésde laVerdaderaRevolución,sucesoquehabía iniciadounnuevoperíodohistórico.LoscincoseñoresdelConsejoEjecutivovivíanenelcentrodelpalacio;enunaalaestabalaCámaradediputados,yenlaopuesta,elSenado.

    A lamañanasiguientede laentradadeEdwinen lacapital, estepalacio,queeracomoelcorazóndelaRepública,reanudósuvidamástempranoqueenlosdíasanteriores.Fueronllegandolosaltosempleadosdelgobiernoycasitodos los diputados y senadores, a pesar de que las sesiones parlamentariassóloempezabanacelebrarsedespuésdemediodía.

    Ensusinmediacionesseaglomeróunamuchedumbredecuriososparavercómocentenaresdesiervos,conlaayudadevariasgrúas,ibandescargandode

  • una fila de camiones—automóviles enormes y misteriosos objetos, cuyaaparición era saludada con largos murmullos de asombro. Todo el pueblorecordaba el espectáculo extraordinario de la tarde anterior, cuando llegó elHombre-Montañaa losalrededoresde laciudad.ElConsejoEjecutivohabíadeterminadodarlealojamientoenlaantiguaGaleríadelaIndustria,recuerdodeunaExposiciónuniversalcelebradadiezañosantes.

    Esta Galería era la obra más audaz y sólida que habían realizado losingenierosdelpaís.ElHombre-Montañaibaapasearsepordentrodeellasinque su cabeza tocase el techo. Diez gigantes de su misma estatura podíanacostarse en hilera de un extremo a otro de la grandiosa construcción. Suanchoequivalíaacuatroveceslalongituddelcoloso.

    Situadasobreunaalturavecinaalaciudad,elprisioneropodíacontemplar,sin moverse de su alojamiento, toda la grandiosa metrópoli extendida a supies, así como el puerto con sus numerosos navíos al ancla y los campos ypueblecilloscercanos,llegandoconsuvistahastalacordilleraquecerrabaelhorizonte, en la que había cumbres de ciento ochenta metros, solamenteexploradasporalgunossabioscapacesdemorircomohéroesalserviciodelaciencia.

    Unafuerteguardiaimpedíaqueloscuriosossubiesenhastalaviviendadelgigante, donde se estaban realizando grandes trabajos para su cómodainstalación.El público, ya que no podía verle, concentraba su curiosidad entodoloqueeradesupertenencia,yporestodesdeelamanecerseaglomeróentorno del palacio del gobierno para contemplar la llegada de los objetosextraídosdelnavíodelHombre-Montaña,que losbuquesde laescuadradelSolNacientehabíanremolcadoeldíaanterior.

    Sólolosamigosdelgobiernoylospersonajesoficialesteníanpermisoparaentrar enelpalacioyverdecerca talesmaravillas.El enormepatiocentral,dondepodíanformarsealavezvariosregimientosyenelquesedesarrollabanlas más solemnes ceremonias patrióticas, fue el lugar destinado para talexhibición.Mientras llegaba elmomento, los invitados entraban a saludar alosaltosypoderososseñoresdelConsejoEjecutivoyalosdospresidentesdelaCámara de diputados y del Senado, que vivían igualmente en el inmensoedificio.

    Los guerreros de la Guardia gubernamental, hermosas amazonas de airedesenvueltoygallardo,defendíanelaccesoalashabitacionesreservadasosepaseaban engrupospor el patio al quedar libres de servicio.Estosmilitaresprivilegiados,quegozabanlacategoríadeoficiales,pertenecíanalasprimerasfamiliasdelacapital.Ibanvestidosdelagargantaalospiesconuntrajemuyceñidoycubiertodeescamasdeplata.Sucasquete,delmismometal,estabarematado por un ave quimérica. Apoyaban la mano izquierda en la

  • empuñadura de su espada, mirando a todas partes con una insolencia devencedores, o se inclinaban galantemente ante las familias de los altospersonajes que iban llegando para la ceremonia. Algunasmamás, severas ymalhumoradas,encontrabanatrevidalaexpresióndesusojos.Otrasmatronas,cuyabarbaempezabaapoblarsedecanas,quedabanpensativasymelancólicasa lavistadeestoshermososguerreros,queparecíandespertarsusrecuerdos.Las señoritas que ya estaban en edad de afeitarse fingían rubor ante susmiradasaudaces;perolasquenoseveíanobjetodelabelicosaadmiraciónsemostrabannerviosas,envidiandoasuscompañeras.

    Pasó por entre estos guerreros, con toda la austeridad de su carácteruniversitario y sus opiniones antimilitaristas, el profesor Flimnap. Lainesperada aparición del Gentleman—Montaña había dado una importanciaextraordinaria a la traductora de inglés. En unas cuantas horas se habíaconvertido en el personaje más interesante de la República. El gobierno lellamaba para conocer sus opiniones; el rector de la primera de lasuniversidades, que hasta entonces le había considerado como un tristecatedrático de una lengua muerta y de problemática utilidad, se dignabasonreírle,yhastaenlanocheanterior,despuésdelrecibimientodelHombre-Montaña,lohabíainvitadoacenarparaqueenpresenciadesufamiliacontasetodoloocurrido.

    Losperiodistasdelacapitalibandetrásdeélpidiéndoleinterviús,yhastalo adulaban, hablando con entusiasmo de varios libros profesionales quellevabapublicadosynadiehabíaleído.Personasquelemirabansiempreconmenospreciohacíandetenerenlacallesuautomóviluniversitarioenfiguradelechuza.

    —MiqueridoprofesorFlimnap—gritaban—,siemprehesentidounagranadmiraciónporsusabiduríaysoydelosquecreenquelapatrianolehadadohasta ahora todo lo que merece por su gran talento. Cuénteme algo delHombre-Montaña. ¿Es cierto que se alimenta con carne humana, como vandiciendoporahíloshombresensuscharlasychismorreos?…

    Pero el profesor Flimnap tenía demasiado que hacer para detenerse acontestarlaspreguntasdelasciudadanascuriosas.Apenashabíadormidoenlanocheanterior.DespuésdesucenaconeljefesupremodelaUniversidadsetrasladóalaGaleríadelaIndustriaparaconvencersedequeelGentleman—Montaña podía dormir provisionalmente sobre trescientas cuarenta y doscarretadasdepajaquelaAdministracióndelejércitohabíafacilitadoaúltimahora. Poco después de amanecer ya estaba en pie el buen profesor,conferenciando con todos sus compañeros del Comité de recibimiento delHombre-Montaña.Estos, divididos en varias subcomisiones, iban a dirigir aquinientoscarpinterosencargadosde fabricar, antesdeque llegase lanoche,unamesayunasillaapropiadasa lasdimensionesdelgigante,yaunatropa

  • igualmente numerosa de colchoneros, que en el mismo espacio de tiempofabricaríanunacamadignadelreciénllegado.

    El profesor Flimnap se proponía entrar ahora en las habitacionesparticulares de uno de los altos señores del Consejo Ejecutivo, quemomentáneamenteeraelpresidentedelsupremoorganismo.CadaunodeloscincoindividuosdelConsejolopresidíaduranteunmes,cediendosusillónalcompañeroaquientocabaelturno.

    Estos cinco gobernantes eran mujeres, así como todos los quedesempeñabanuncargoenlaAdministraciónpública,enlaUniversidad,enlaindustriaoenloscuerposarmados.Perocomodurante los luengossiglosdetiraníavaroniltodosloscargosytodaslasfuncionesdignasderespetohabíansido designadas masculinamente, la Verdadera Revolución creyó necesariodespués de su victoria conservar las antiguas denominaciones gramaticales,cambiando únicamente el sexo a que se aplicaban. Así, las cinco damasencargadasdelgobiernoerandenominadas“losaltosypoderososseñoresdelConsejo Ejecutivo”, y las otras mujeres directoras de la Administraciónpública se titulaban “ministros”, “senadores”, “diputados” etc. Por esoFlimnaphabíaprotestadoaloírqueelgigantelellamabaprofesoraenvezdeprofesor. En cambio, los hombres, derribados de su antiguo despotismo ysometidos a la esclavitud dulce y cariñosa que merece el sexo débil, erandentrodesucasala“esposa”ola“hija”,yenlavidaexterior,la“señora”ola“señorita”.

    Flimnaphabíacreídonecesario, teniendoencuentasunuevaimportanciaoficial, llevar bajo el brazo una gran cartera de cuero, semejante a la queostentabanlosaltosfuncionariosdelEstadocuandoibanadespacharconlosseñoresdelConsejoEjecutivo.Enestacarteraguardaba lasactasde las tressesionesquehabíacelebradoelComitéderecibimientodelHombre-Montaña,asícomolospresupuestosdegastos,presentesyfuturos,paralamanutenciónde tancostosohuésped.Además llevabauna traducción, en idiomadelpaís,que había hecho de los versos escritos por el Gentleman—Montaña en sucuadernodenotas.

    El buen profesor Flimnap estaba inquieto por la suerte de su protegido.Gillespie le inspiraba un interés que jamás había experimentado por ningúnhombredesupropiatierra.Dedicadoporcompletoalostrabajoslingüísticosehistóricos,solamentehabíatratadoconmujeres,yéstaserantodasprofesoresmalhumorados y de austeras costumbres. Sentía una temblorosa timidezsiempre que el rector le invitaba a alguna de sus tertulias, donde habíahombresjóvenesenedaddecasamiento,ansiososdequealguienlossacaseabailaroqueentonabanromanzassentimentalesacompañándoseconelarpa.

    Además,ensuafectosinceroporelreciénllegadohabíaalgodeegoísmo.

  • GraciasalGentleman—Montaña,acababadeconocerinstantáneamentetodaslasdulzurasdelacelebridad,siendoelpersonajemáspopulardelaRepúblicaen los presentesmomentos.Después de la fama deGillespie venía la suya.¡Qué derrumbamiento tan doloroso en la sombra si el gobierno acordaba lamuertedesugigante!…

    La tarde anterior había corrido hacia la capital a toda velocidad delautomóvil—lechuza, prestado por su jefe el rector. Los altos señores delgobierno estaban sobre un estrado junto al camino para ver llegar alprisionero,teniendoasusespaldastodoelvecindariodelacapital,ungentíotan enorme que se perdía de vista. Estos poderosos personajes lo recibieroncon grandes muestras de consideración que no correspondían a su humilderango de profesor. Él les hizo losmayores elogios de la intelectualidad delgentlemangigantesco,declarándoledistintoatodosloscolososllegadosantesalpaís.Insinuólaconvenienciadeguardarlopormuchotiempo,hastasaber,gracias a su cultura, los adelantos realizados en el mundo de los hombresmonstruosos,ycopiarloqueresultaseaprovechable,siesquerealmentehabíaalgodignodeimitación,loqueleparecíaalgoproblemático.

    —EslástimaqueesteHombre-Montañanoseaunamujer….

    Los señores del Consejo miraron con interés a Flimnap después de susúltimaspalabras,apreciándolocomounprofesordeméritoquehabíavegetadoinjustamenteenelolvido,ymereceríaenadelantesualtaprotección.Tambiénhalagólosgustosdelrector,poderosopersonajecuyosconsejoseransiempreescuchadosporlosseñoresdelorganismoejecutivo.

    El Padre de los Maestros—pues tal era su título honorífico—gustabamuchode lospoetas,yhastahacíaversoscuandonoestabapreocupadoporsus averiguaciones históricas. Todos los escritores de laRepública alababansuspoesíascomoobrasinimitables,siendotaleselogioselmediomássegurodealcanzarunbuenempleoenlaEnseñanzapública.

    AlverloFlimnapenelestradodelosseñoresdelgobierno,seapresuróadarlelanoticiadequeelgiganteeratambiénpoeta,aunque“asumodo”,contodalagroseríaylatorpezapropiasdesusexo,peroañadiendoque,apesardetalesdefectos,propiosdesuorigen,parecíaposeerciertotalento.

    —¡Oh Padre de los Maestros!—dijo—. Mañana tendré el honor deentregarle una traducción hecha en nuestro idioma de los versos que heencontrado en el cuaderno de bolsillo del Gentleman—Montaña. Seríadeplorableque losaltosseñoresdelConsejodecidiesensumuerte.Migustosería traducir al inglés algunasde las inmortalesobrasdenuestro admirablePadre de losMaestros, para que ese pobre gigante se entere de que nuestrapoesíahallegadoaunaalturaquejamásconoceráél,noobstantelagrandezamaterialdesuorganismo.

  • Sonrió el Padre de los Maestros con modestia; pero esta sonrisa dio laseguridadalprofesordeque lavidadelgiganteestabaaseguradayqueéstetendríaocasióndeleerlosversosdelrectortraducidosalinglés.

    Luego, Flimnap recomendó a todos los ocupantes del estradogubernamental que mirasen al monstruo con los lentes de disminución quehabíatraídouncompañerosuyodelaUniversidad,profesordeFísica,puesasípodríanapreciarletalcomoera.

    Alentraraldíasiguienteeneldespachodeljefemensualdelgobierno,vioconalegríaqueeldoctorMomaren,elPadredelosMaestros,estabahablandocon el supremo magistrado. Flimnap, antes de dar cuenta al presidente detodossustrabajos,ofrecióaMomarenvariashojasdepapelconlatraduccióndelosversosdeGillespie.ElPadredelosMaestros,colocándoseantelosojosunasgafasredondas,empezósulecturajuntoaunaventana.CuandoFlimnapacabó su informe sobre los trabajos para la instalación del gigante, elpersonajeuniversitarioseaproximóconservandolospapelesensudiestra.

    —Algo flojitos—dijo con una severidad desdeñosa—. Sonindiscutiblementeversosdehombre,ydehombreenorme.Perosería injustonegarle cierta inspiración, yhastameatrevoadecir que aquí entrenosotrosaprenderámucho,siesquellegaaejercitarseenelidiomanacional.

    —Paraeso,¡ohPadredelosMaestros!—dijoFlimnap—,seráprecisoqueelpobregiganteviva.

    —Miopiniónesquedebevivir—interrumpióelpresidente—.Miesposaymisniñasloencontraronayermuysimpáticoalverleentrarenlaciudad.Unhijomío,queesdel ejércitodel aireymontabaunade lasmáquinasque locondujeron,mehacontadocosasmuygraciosasdeél.Todos losmuchachosdelaGuardiagubernamentalloencuentranigualmentemuyagradable,yhastaalgunos afirman que es hermoso…. Tuvo usted una buena idea, profesorFlimnap, al aconsejar que lo mirásemos con lentes de disminución…. Yoopinoquedebemosdejarlevivir, aunque seaúnicamenteporuna temporadacorta. Resultará carísimo, pero la República puede permitirse este lujo, lomismoquemantienealosanimalesrarosdesuJardínZoológico.Yusted¿quéopinadeesto,ilustreamigoMomaren?

    El Padre de los Maestros, convencido de que para el jefe del gobiernoresultabainfaliblelamenordesuspalabras,selimitóadecirconlentitud:

    —Opinolomismo.

    —Entonces—continuó el presidente—, si ustedmanifiesta esa opinión amis compañeros de Consejo, como todos ellos respetan mucho su altasabiduría,lavidadelgigantequedasegura.

  • El profesor Flimnap, deseoso de ocultar la satisfacción que le producíanestas palabras, se apresuró a pedir la venía de los dos altos personajes paraabandonarelsalón.Llegabahastaélunrumorcrecientedemuchedumbre.Elgranpatiodelpalaciodebíaestaryarepletodeinvitados.Unamúsicamilitarsonabaincesantemente.

    EscapóFlimnapporunospasillospocofrecuentados,temiendotropezarsecon losperiodistas,que ibana lazagadeéldesdeeldíaanteriorpidiéndolenoticias frescas.Dosdiariosde lacapital, siempreenescándalosa rivalidad,publicabancadatreshorasunaedicióncondetallesnuevossobreelHombre-Montaña y sus costumbres, poniendo en boca del pobre sabio mentiras ydisparatesque lehacían rugirde indignación.Unode losdiariosdefendía laconvenienciaderespetarlavidadelgigante,yestohabíabastadoparaquelapublicacióncontrariaexigiesesumuerteinmediata,porcreerquelavoracidadtremendadetalhuéspedacabaríaporsumiralpaísenlaescasez,siendocausadequemilesymilesdecompatriotaspereciesendehambre.

    El profesor odiaba por igual a los dos periódicos y a las demáspublicaciones,queenviabansusredactoresdetrásdeélcomosifuesenperrosperseguidoresdeunciervoasustado.

    Deseosodepasarinadvertido,subióalospisossuperioresconlaesperanzadeencontrarunasientoenlasgaleríasquedabanalpatio,yestabanocupadasesta mañana por las esposas y las hijas de todos los personajes de laRepública.

    Sugalanteríademujerbieneducadaleobligóapermanecerdepie,paranoprivar de asiento a los seres débiles ymasculinos de larga túnica y ampliomanto que habían venido a presenciar la fiesta. La gloria del profesor ibaacompañadadeunanuevavisióndelaexistencia.Nuncalehabíaparecidolavida tan hermosa y atrayente. Todas aquellas matronas de barba canosa ybrazos algo velludos, graves y señoriles, con la majestad de la madre defamilia, no podían conocerle por la razón de que él había rehuido hastaentonceslasdulzurasyplaceresdelavidasocial.Nadiepodíaadivinarensupersona al célebre profesor Flimnap, tan alabado por todos los periódicos.Después hizo memoria de que en la misma mañana los diarios másimportanteshabíanpublicadosuretrato,yprocuróocultarel rostrocadavezqueunhombreseechabaatráselveloparamirarleconvagacuriosidad.

    Sefuetranquilizandoalnotarquelasdamassólosefijabanenelfondodelpatio, ocupado únicamente por las mujeres. Los guerreros de la Guardia,siempreconunamanoenlaempuñaduradelaespadayacariciándoseconlaotra sus rizosas melenas, miraban a lo alto, sonriendo a las señoritas,emocionadasbajosusguirnaldasdefloresysusvelos.Algunasdeellas,queya se consideraban en edad dematrimonio por haberles apuntado la barba,

  • contestaban a estas miradas con guiños, que equivalían a frases amorosas,evitando el ser vistas por las ceñudas matronas sentadas a su lado. Esteespectáculofrívolo,queundíaanteshabríasidodespreciadoporFlimnap,leemocionabaahoraconhondasensacióndeternura.

    —¡Oh,amor!…¡amor!—murmuróelsabio.

    La vida es hermosa, y él reconocía que guarda dulzuras y misterios nosospechadosporlaUniversidad.

    Paravencerestaemocióninoportuna,sefuefijandoenlospersonajesquellenabanelpatio.Unestrado,todavíadesierto,eraparaelConsejoEjecutivo,losministrosydemásdignatarios.Enotrosestrados,yacasillenos,estabanlospadresy los espososde todas lasdamasqueocupaban lasgalerías.Flimnapconocía a muchos por los retratos aparecidos en los periódicos. Eranpersonajesparlamentarios,famososacausadesusdiscursos.AlgunoshabíanpertenecidoalConsejoEjecutivoydeseabanvolveraél,apelandoatodaclasedeintrigasparaconseguirlo.

    Guiado por la curiosidad y los comentarios de varias damas barbudas,acabóporfijarseelprofesorenunadelasmujeresqueocupabanelestradodelossenadores.EraGurdilo,elcélebrejefedelaoposiciónalactualgobierno:unahembraalta,desprovistadecarnes,conelcutisavellanadocomosifuesedecorrea,yunostendonesgruesosytirantesquesemarcabanenelcuello,enlos brazos y en las demás partes visibles de su cuerpo.Los ojos tenían unaagudeza fija e imperiosa, y s