el pecado en san agustín
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FACULTAD DE TEOLOGÍA
PONTIFICIA
Y CIVIL DE LIMA
CURSO DE METODOLOGÍA DE ESTUDIO
Estudios Filosóficos 2006 - I
EL PECADO
EN SAN AGUSTÍN
Miguel Angel CABRERA NÚÑEZ
Lima, julio de 2006
Índice
INTRODUCCIÓN.................................................................3
1.- EL PECADO...................................................................4
1.1.- ¿QUÉ ES EL PECADO?...................................................4
1.2.- ¿QUÉ ES EL PECADO PARA SAN AGUSTÍN?.....................6
2.- CLASES DE PECADO.................................................11
2.1.- PECADO ORIGINAL.......................................................12
2.2.- PECADO MORTAL.........................................................17
2.3.- PECADO VENIAL...........................................................18
2.4.- PECADO CAPITAL.........................................................19
2.5.- PECADO INTERNO.........................................................24
2.6.- PECADO CONTRA EL ESPÍRITU SANTO...........................26
3.- ¿CÓMO SUPERAR EL PECADO?..............................26
3.1.- ESFUERZO HUMANO.....................................................26
3.2.- AYUDA DE DIOS...........................................................27
CONCLUSIONES..............................................................28
Bibliografía.........................................................................30
2
Introducción
Hoy en día nos encontramos en un mundo donde la persona no
encuentra sentido a su vida, todo esto por el relativismo y la globalización, el
hombre tiende a caer en el pecado ya sea inconsciente o concientemente;
piensa que la vida esta en disfrutarla y no piensa en el otro sino que se
preocupa sólo por su bienestar. San Agustín un Doctor de la Iglesia que ha
pesar del siglo V, con sus escritos sigue dándonos una luz de esperanza para
no darnos por vencidos ante el pecado ya que este trata sólo separarnos de
Dios, sino que nos hace ver como Dios nos llama a su lado y tiene misericordia
de nosotros y tiene los brazos siempre abiertos como un padre que espera al
hijo pródigo.
Aquí en esta pequeña monografía quiero dar un poco a entender que es
el pecado pero desde el punto de vista de San Agustín, citándole en algunas
partes y en otras he tomado algunos apuntes de autores que tratan sobre el
pecado en San Agustín. Consta de tres partes: la primera trata sobre el pecado
en sí y este a la vez se divide en el pecado visto desde un ámbito en general
pero breve y el otro punto el pecado en San Agustín; la segunda parte trata
sobre las clases de pecado pero en San Agustín que en suma son seis: pecado
Original, Mortal, Venial, Interno y contra el Espíritu Santo; y la última parte trata
de las formas como podemos alcanzar la infinita misericordia de Dios a través
del esfuerzo humano y la Gracia de Dios.
Con todo esto quiero hacer que las personas tomen conciencia y se
cuestionen sobre su vida y que sepan que no se encuentran solos, sino que
Dios esta siempre con ellos, aunque estos lo rechacen Dios esta dispuesto a
acogerles, pero eso sí tenemos que hacer un examen de nuestra vida y no
pensemos que todo se acaba con la muerte sino que hay una vida más por
delante y a la cual todos estamos llamados a participar de ella.
3
1.- El Pecado
1.1.- ¿Qué es el Pecado?
Para empezar hablar del pecado primeramente daremos un enfoque
general a lo que es el pecado.
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestro pecados, Él es
fiel y justo, para perdonarnos los pecados y limpiarnos de toda injusticia.”1
Sabemos bien, que Jesucristo vino al mundo para salvarnos del pecado
e incluso entrego su vida por nosotros para que asi nos librara de la muerte y
nos diera la vida eterna.
Por la cual Jesús pronuncia estas palabras: “Esta es mi sangre de la
nueva alianza que por muchos será derramada para el perdón de los
pecados.”2
Aquí ya nos damos cuenta porque Jesús entrego su vida por nosotros,
eses gran amor que nos tuvo, ya que nosotros con el pecado de nuestros
primeros padres estacamos condenados a la muerte.
“El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es
faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un
1 1 Jn. 1,8-92 Mt. 26,28
4
apego perverso contra los bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta
contra la solidaridad humana.”3
Tenemos que saber que el pecado proviene departe del demonio, el cual
de una u otra manera trata de alejarnos de Dios, para que así perezcamos.
El demonio se presenta de la forma más simple, ya que en las cosas
más sencillas se manifiesta para hacernos pecar; ya que el mayor triunfo del
demonio es que las personas crean que el no existe, mas cuando esta como
león rugiente buscando a quien devorar.
“El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él
nuestros corazones.”4
Nosotros como seres humanos somos los mismos culpables de nuestras
faltas y pecados ya que nosotros somos los que nos alejamos de Dios,
desobedecemos sus mandamientos y preferimos vivir a nuestra manera.
Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebelión contra Dios
por el deseo de hacerse “como dioses”, pretendiendo conocer y determinar el
bien y el mal.5
O también como afirma el apóstol S. Pablo: “donde abundó el pecado,
sobreabundó la gracia”.
Con esto el S, Pablo nos quiere decir que el pecado puede ser vencido
por la gracia, como más adelante también lo dirá San Agustín, a través del
bautizo nosotros borramos nuestro pecado, pero no es que por eso dejemos de
pecar. Como dice la escritura “El espíritu es fuerte pero la carne es débil”. Aquí
no más para darse cuenta de que cuan débiles somos y cuantos estamos
dispuestos a caer en tentación. Es que por eso es importante la conversión
3 Catecismo Menor- Abancay (1993). N° 454 Ibid.5 Cf. Gn. 3,5
5
pero una conversión de corazón de arrepentimiento profundo y de renuncia a
este mundo y acogerse al amor de Dios.
Nosotros podemos acercarnos al amor misericordioso de Dios a través
de los sacramentos y cumpliendo fiel mente los mandamientos y practicando
las obras de misericordia, ya que quien diga que ama a Dios y odia a su
prójimo es un mentiroso.
“En la Pasión misericordiosa Cristo vence al pecado.”6
Desde esta pequeña referencia entraremos en si lo que fue el pecado
para San Agustín uno de los más grandes doctores de la Iglesia Católica ya
que con sus escritos y pensamientos sacó a la Iglesia adelante en momentos
críticos que se encontraba esta.
1.2.- ¿Qué es el Pecado Para San Agustín?
San Agustín como bien sabemos fue un Obispo de la ciudad Hipona que
quedaba al norte del África, tras su conversión del maniqueísmo al cristianismo
Agustín se preocupo por descubrir la verdad. Fue uno de los mejores
pensadores de su tiempo junto con S. Ambrosio, S. Gregorio Magno y otros.
San Agustín tiene una infinidad de escritos y otros muchos que se han
perdido habla de los diferentes aspectos de la Iglesia que en ese entonces se
encontraba en una crisis frente a los paganos.
Y uno de sus temas y hasta hoy en la actualidad discutidos por
diferentes intelectuales es el pecado.
6 Catecismo de la Iglesia Católica (1993). N° 1851
6
“Dios nos ha creado sin nosotros, pero no ha querido salvarnos sin
nosotros.”7
En el pensamiento de Agustín el pecado se refiere a la voluntad errónea
del amor el cual es fundamental para la vida del alma.8
Los hombres no se separan de Dios sino es por los pecados, la cual
vendría hacer una renuncia al amor de Dios y cuya purificación no se efectúa
en esta por nuestra virtud, sino por la misericordia divina, por el perdón de
Cristo y no por nuestro poder.
Si la virtud es el orden, el pecado es el desorden: veamos lo que éste
arrastra en el aspecto subjetivo. Y comenzaremos por decir, traduciendo
pensamientos agustinianos, que el pecado como mal es un contravalor, o
aniquila el mundo de los auténticos valores. Su malicia consiste precisamente
en pegar fuego al Banco central del espíritu.9
El mundo de los valores está constituido particularmente por los tres
objetos de dichas facultades: la Verdad, el Bien y la Hermosura.
El fondo del espíritu humano se reduce a sed de verdad, de bondad y de
belleza. Nadie quiere ser engañado, ni infeliz, separado del bien que es Dios
nuestro Padre. El pecado atenta furiosamente contra este triple reino de
valores en los cual sigue la condición del egoísmo, calificado por San Agustín
como esencialmente destructor.
“El pecado es la voluntad deliberada de retener o conseguir algo que la
justicia prohíbe. Claro que si no hay deliberación, tampoco hay voluntad. Pero
preferí dar una definición profusa y no una exacta y escrupulosa.”10
7 San Agustín. Serm. 169, 11,138 Cf. WETZEL, James (2001) Diccionario de San Agustín. Pág.10149 CAPÁNAGA, Victorino (1931). Pág. 3910 San Agustín, De duda. anim. cont. man., XXII, 27
7
“La esencia del pecado consiste en separarse del bien inconmutable y
en amar desordenadamente los bienes mudables. Algunas veces por pecado
se entiende el castigo del pecado.”11
“El pecado daña siempre al hombre, no a Dios.”12
Esto quiere decir que Dios esta libre de pecado ya que Él es eterno y
además es el creador de todas las cosas, por el contrario nosotros como
hombres nos vemos obligados a caer en pecado ya que somos débiles y
sucumbimos ante la presencia del demonio, ya que nos dejamos seducir
fácilmente y más cuando nos revelamos contra Dios, ahí es cuando perdemos
la gracia misericordiosa y nos vemos dispuestos a caer en las manos del
maligno.
“El pecado es un alejamiento de Dios.”13
Desde nuestros primeros padres, el hombre siempre a tratado de
alejarse de Dios y no buscar su amor o acercarse más a Él, nosotros como
personas pensamos que todo lo podemos pero nos equivocamos caemos en la
soberbia y el egoísmo. Siempre tratamos de que las cosas salgan a nuestro
gusto y que estén sometidas ante nosotros y no sabemos que el dador de
todos estos bienes es Dios. Pero en si no reconocemos y nos creemos
perfectos. Para saber perfecto es sólo Dios y la única persona que compartió
en nuestra condición humana menos en el pecado fue Jesucristo nuestro
salvador y el cual nos redimió con su preciosa sangre.
“El pecado en una persona es desorden o perversidad, es decir,
aversión hacia el creador, a quien debe preferirse y una conversión hacia las
criaturas inferiores.”14
11 ARMAS, Gregorio (1955). Pág. 16212 LANSANTA, Pedro y DEL OLMO, Rafael (2003). Pág. 60813 LANSANTA, Pedro y DEL OLMO, Rafael (2003). Pág. 60914 San Agustín. Simp. 1.2.18
8
Como nos dice nuestro Padre San Agustín, que el pecado es un
desorden es nos da entender que el pecado es una desorden, es decir con el
pecado perdemos todas las características de una persona normal y pasamos
al plano de los animales irracionales, porque no pensemos que siendo grandes
intelectuales, pensadores, etc. Somos lo máximo en el mundo, pero nos
equivocamos, sé que en este mundo donde nos encontramos necesitamos de
preparación pero si no tenemos el amor de Dios es nuestros corazones no
somos nada absolutamente nada. Es que por tal motivo nosotros desde
nuestro punto de vista crítico debemos analizar bien este punto y darnos
cuenta el daño que nos estamos haciendo.
“Lo que la naturaleza une y vincula, el pecado lo deshace a pesar de que
actúa bajo el velo de un afecto natural.”15
Cuando Agustín trató de levantar el velo del pecado, una tarea que
admitía sólo un éxito parcial, volvió de nuevo a lo natural que era el amor
humano de Dios y buscó señales de la distorsión de ese amor. Puesto que
Dios era para él la fuente del amor vivificante, él deducía que no había amor
que pudiera sobrevivir al margen de Dios, a no ser que se tratara de una
parodia del amor. Y así el confiesa su papel en una conspiración de decepción
colectiva mutua.
“Perversamente te imitan todos los que se alejan y alzan contra ti.”16
El orgullo se halla en el centro mismo de la concepción agustiniana del
pecado, porque el pecado es siempre una forma de arrogarse algo, aunque eso
resulte irónico: la vida del alma que se apega a la pretensión de ser una vida
independiente del amor de Dios, no es vida sino que es en realidad muerte. La
imitación perversa de Dios, en la cual el amor pecaminoso delata su falta de
substancia, nace del tratar de combinar la incredulidad con la aspiración a amar
como Dios ama, sin reservas y sin temor de perder lo que se ama.17
15 WETZEL, James (2001) Diccionario de San Agustín. Pág. 101616 San Agustín. Conf. 2.6.1417 Cf. San Agustín. Conf. 2.6.13
9
La malicia procede de nosotros mismos y quien se destruye primero sino
somos nosotros. Este peligro de devastación nace de la proximidad de los tres
objetos vinculados en la moral humana: Dios, el prójimo y yo. Estamos
esencialmente relacionados con Dios y con el prójimo, de suerte que todo lo
que haga o intente contra ellos, redunda en contra de mí mismo.
Los tres llevamos en común una misma y grande hacienda, donde la
mies está mezclada.
“La forma más crasa de la insantidad consiste en sumirse en lo sensual
y dirigir toda aspiración hacia el placer de los sentidos.”18
Ahora bien el pecado destruye estos tres reinos de valores. El malvado
está separado del reino esencial de la Verdad, de la Bondad y de la
Hermosura.
Según San Agustín, la función más valiosa de la razón consiste en
aprehender y distinguir el bien y el mal: “Tal es nuestra excelencia y
superioridad sobre los animales.”19.
La situación histórica del hombre, consecutiva al pecado, se llama
«miseria». El hombre «caído» perdió: la unidad-ciencia-orden originales y así
perdió la justicia y la moralidad originales. Entró en vigor el engranaje de las
múltiples y diversas debilidades naturales: división, ignorancia, concupiscencia,
mortalidad, posibilidad, etc. Tales debilidades cobran carácter penal, puesto
que ahora son privaciones. Perdida la unidad original, se perdió también la
visión de Dios (valores supremos) directa e inmediata (mística) y con eso se
perdió la libertad u ordenación del amor, ya que la concupiscencia es una
inclinación al mal. No se perdió, en cambio, el libre albedrío, si bien quedó
amenazado por la situación. Las consecuencias fueron muchas. En primer
lugar, se hizo imposible la comunicación directa con Dios, que será luego
reestablecida por las mediaciones: Cristo, Iglesia, Sacramentos, jerarquías,
18 GRUNDLER, Otto. Filosofía de la Religión. Pág. 6119 San Agustín. Enarrat. 2 in Ps. 29.2.
10
mundo (como espejos y enigmas, analogías). En segundo lugar, el hombre se
ve forzado a levantarse en este terreno en el que cayó, lo sensible, la carne,
etc.20
El condenado está entregado al horror perpetuo de su conciencia fea. Su
vida, si puede llamarse vida, consiste en el asco del vómito de sí propio y su
tormento mayor el vomitarse a sí mismo, sin acabar de vomitarse nunca.21
Por último el pecado es una fealdad que atenta contra los valores de uno
mismo. El mismo Dios se digna a hacerla casa suya, morada suya, templo
suyo, no sin decorarla antes con su Imagen, porque Dios es la hermosura
viviente del alma.
“Cuando alguien defiende sus pecados, comete gran iniquidad, pues
defiende lo que odia Dios.”22
Pecado es un hecho, dicho o deseo contra la ley eterna.23
2.- Clases de Pecado
La variedad de los pecados es grande. Pueden distinguirse según su
objeto o según las virtudes o los mandamientos a los que se oponen. Pueden
referirse directamente a Dios, al prójimo o a nosotros mismos. Se los puede
también distinguir en pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión.24
La escritura contiene varias listas. La carta a los Gálatas opone las obras
de la carne al fruto del Espíritu: “Las obras de la carne son evidentes; éstas
20 Cf. LOPE Cirelluelo, de http://es.catholic.net/sacerdotes/564/1392/articulo.php?id=306921 Cf. CAPÁNAGA, Victorino (1931). Pág. 42 22 San Agustín. Comentario a los Salmos: oración contra los enemigos, 58, I, 2123 San Agustín. Cont. Faus. man. XXII, 2724 Catecismo de la Iglesia Católica. Compendio. (2005). Nº 393
11
son: fornicación, impureza, lujuria, idolatría, magia, enemistades, peleas, celos,
cólera, discusiones, divisiones, envidias, borracheras, escándalos, y cosas
semejantes, sobre las cuales les prevengo, como ya les previne antes: que los
que hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios.”25
Para Nuestro Padre San Agustín los pecados son los siguientes: el
Pecado Original, el Pecado Mortal, el Pecado Venial, el Pecado Capital, el
Pecado Interno y el Pecado contra el Espíritu Santo.
2.1.- Pecado Original
“Es aquel pecado heredado por Adán por vía de la propagación.”26
Adán bien sabemos que fue el primer hombre que creo Dios, del cual se
extiende toda la raza humana. El Pecado Original nos viene desde Adán
porque este fue el quien cometió el primer pecado por Eva ya que a esta le
engaño la serpiente.
San Agustín utilizaba cinco argumentos cuando encarecía la verdad de
su doctrina: la Escritura (especialmente San Pablo), la Tradición, la Liturgia
(especialmente el bautismo de niños), la Reflexión de Agustín sobre su propia
experiencia y el Sufrimiento de los niños.
La doctrina madura de Agustín sobre el Pecado Original tiene cuatro
dimensiones: 1). El Pecado de Adán y su castigo (concupiscencia) son
heredados; 2). El alma del niño es culpable; 3). Los pecados del niño son
reales (no son pecados precisamente por analogía), graves y heredados por
vía de generación; 4). El bautismo es el medio necesario de salvación para
todos, incluidos los niños.
25 Gal. 5, 19-2126 RIGBY, Paul (2001). Diccionario de San Agustín. Pág.1018
12
Todo esto puede resumirse en dos opiniones opuestas. La primera
afirma que el pecado original es el orgullo de Adán, por cuanto todos sus
descendientes participan de ese pecado por la muerte de sus respectivas
almas, a causa de la solidaridad de esas personas con Adán. (Staffner 1957).
La segunda opinión afirma que el pecado original es la culpa de la
concupiscencia heredada de Adán como castigo por el orgullo de Adán. (Gross
1960).
Pelagio creía que la posibilidad de llevar una vida justa, libre de pecado
pertenece inseparablemente y de manera inamisible a la naturaleza humana.
San Agustín creía que la libertad humana estaba atada por una doble
necesidad. La primera necesidad es que nosotros no podemos escoger algo
sino porque es bueno y nuestra segunda necesidad es que eso bueno
escogido se halla limitado a aquellos bienes que son el producto de constantes
e inevitables necesidades que surgen de decisiones pasadas y de la historia
humana.
El pecado original consiste en una triple herencia recibida de Adán:
ignorancia, concupiscencia y muerte.27
El pecado original y la concupiscencia son trasmitidos de generación en
generación por medio de la propagación.
Si el alma ama su propio poder se desliza desde la totalidad común
hasta su propia parte particular. Pero en ese orgullo apóstata, que es
denominado, “el comienzo del pecado.” (Eclo. 10, 15).
“Aquel que ama la iniquidad, aborrece su propia alma.”28
San Agustín fue un hombre preocupado a lo largo de su vida por el
problema del mal. Teniendo un origen maniqueo, Agustín entendía el mal como
27 RIGBY, Paul (2001). Diccionario de San Agustín Pág.102028 San Agustín. Doc. Chr. 1, 23, 23
13
un principio malo contrapuesto al principio del bien, como dos esferas
antagónicas.29
Lo primero que tuvo que aprender Agustín era que el mal en si mismo no
existe, que no es un principio absoluto, sino prevación de un bien debido. Y
todos los males que para el hombre son consecuencia del pecado y de la caída
de Adán.30
En De Libero Arbitrio, la atención sigue concentrada en el problema del
mal. En el expresa claramente su conocimiento del pecado original, el cual ha
supuesto para toda la humanidad la transmisión de penas como la muerte, la
ignorancia y la dificultad.31
Se pregunta San Agustín cómo podemos nacer en la ignorancia y se
responde diciendo que era justo que habiendo pecado nuestros primeros
padres transmitieran a sus descendientes la naturaleza humana tal como había
quedado en ellos.32
Desde que nuestra naturaleza pecó en el paraíso, la divina providencia
nos forma no según el tipo celestial, sino según el tipo terrenal, es decir no
según el espíritu, sino según la carne por una generación mortal y todos hemos
sido hechos una masa de barro (luti), lo cual es la masa del pecado.33
Después de la caída los hombres no formaron más que una masa
infectadas por el pecado y condenada a la mortalidad aunque Dios no había
creado más que lo que era bueno.
La concupiscencia que solo se expía por el sacramento de la
regeneración, ciertamente transmite el vínculo del pecado por la generación a
los demás, a no ser que por la regeneración sean salvados del mismo.34
29 Cf. SAYES, J. Antonio (2001). Pág.11730 Ibid.31 Ibid.32 Cf. San Agustín. De. lib. arb. 3, 20, 5533 Cf. San Agustín. De. diversis quast. ad Simpl. 83, q 68, 334 Cf. San Agustín. De. nuptiis et concup. 1, 23, 25
14
“Por un hombre entró el pecado en el mundo y a través del pecado la
muerte y así la muerte pasó a todos los hombres pues en el todos pecaron.”35
Como dato de fe, la tradición mantendrá sin equívocos que Adán pecó
con un pecado histórico y que tal pecado ha sido la causa de que todos los
hombres nazcan no solo con la pena de la muerte, el dolor y el sufrimiento, sino
con un pecado que les priva de la vida divina y que solo por el bautismo queda
borrado este pecado que se transmite por generación en generación.
“Le llamamos pecado original con más propiedad que natural, para dar a
entender que no proviene de la acción divina, sino de origen humano, y
principalmente, para poner de relieve que por intervención de un solo hombre
entró en el mundo; este pecado no lo borra Pelagio con sus disputas, sino
Cristo con su bautismo.”36
Solo es mala la injusticia voluntariamente perpetrada, no será mal lo que
los hombres involuntariamente hacen o padecen. No será mal el suplicio de las
llamas eternas donde habrá llanto y rechinar de dientes. Como ves, nadie
padece voluntariamente sino a la fuerza, ni tampoco es obra que la voluntad
haga contra los distados de la justicia. Por negar que el pecado original es un
mal.
“La causa del pecado original no es el matrimonio ni el adulterio, sino la
mala voluntad del primer hombre.”37
“Todo hombre, al entrar en la existencia, antes de cualquier decisión de
su voluntad personal, se encuentra ya en situación teologal de pecado ante
Dios, como consecuencia del pecado cometido por los progenitores del género
humano.”38
35 Rom. 5,1236 San Agustín. Contra Julianun op. Imp. lib. V, 937 ARMAS, Gregorio (1955). Pág. 19838 NAVARRO ROMERO, A. Luis (2001). Pág. 245
15
Este pecado implica que cada hombre nace en estado de muerte
espiritual, bajo la ira de Dios y la esclavitud de Satanás. Sus trágicas
consecuencias están germinalmente presentes al nacer, pero se manifiestan
plenamente en la edad adulta y le impiden la consecución del destino eterno
para el cual Dios puso en la existencia del hombre.
Aunque los textos oficiales de la Iglesia expresan y del mismo modo el
pueblo cristiano el sentido del pecado; pero mayormente se basan en la
Escritura y en la Tradición:
Escritura.- En la Escritura nunca se habla del pecado original y además
no se puede interpretar los relatos del Génesis como si fueran narraciones
históricas.
“San Agustín interpreta el texto de San Pablo a los romanos. La cita va
en contra de los Padres griegos, en el sentido de que todos tenemos el pecado
original por razón de la inclusión de todos los hombres en Adán. El cual hoy es
insostenible desde el punto de vista filológico y exegético. Por el contrario, los
autores modernos, de acuerdo con la interpretación de los Padres griegos, lo
entienden en sentido casual: puesto que todos han pecado. En todo caso
tampoco aparece aquí ningún indicio de la transmisión del pretendido
pecado.”39
Tradición.- Fue San Agustín el inventor de la doctrina del pecado
original, teniendo tal éxito en la Iglesia occidental que podría hacer suya la
frase célebre: “La Tradición soy yo”.
En relación con el pecado original el Concilio de Trento dice que el que
no confiese que Adán, al pecar en el paraíso, perdió la santidad y justicia en
que había sido constituido e incurrió en muerte eterna, sea anatema. Y en
relación con el pecado original añade que el que confiese que la prevaricación
de Adán le daño a él sólo y no a su descendencia, transmitiendo el pecado,
que es muerte de alma, también sea anatema. (DS 1510 - 1516). Sin embargo,
en estas afirmaciones se pueden distinguir una jerarquía de verdades:
39 Cf. FERNÁNDEZ, D. (1999). El problema del pecado original. Pág. 10-11
16
Necesidad absoluta de la salvación de Cristo.
Incapacidad del hombre para salvarse.
El pecado de Adán origina la situación universal de pecado en que yace
la humanidad.
No pensemos que el mal y el pecado son iguales o algo por el estilo, es
que por eso para un mejor conocimiento daremos cuales fueron sus orígenes
de cada uno de estos dos términos:
El origen del mal.- El origen del mal está en su propia limitación ya que,
debido a su ignorancia, en vez de aspirar radicalmente a la plena posesión de
los valores humanos, orienta su tendencia a la felicidad por otra dirección.
El concepto de mal no se refiere aquí a las desgracias que afligen a los
hombres por razón de los accidentes o de sus enfermedades y mucho menos
de las calamidades de la naturaleza, ya que antes que aparecieran los
hombres había sequías y sufrían y morían los animales.
El origen del pecado.- El pecado tiene el mismo origen en todos los
hombres, tanto en Adán como en sus descendientes, pero además de su
aspecto personal tiene otro intrínseco que está en el ambiente, por lo que en
vez del pecado original es mejor hablar del pecado del mundo.
2.2.- Pecado Mortal
En términos generales el pecado mortal es aquel que se dan al mismo
tiempo, materia grave, plena advertencia y deliberado consentimiento. Este
17
pecado destruye en nosotros la caridad, nos priva de la gracia santificante y a
menos que nos arrepintamos, nos conduce a la muerte eterna en el infierno.40
Un pecado mortal es la elección deliberada, es decir, sabiéndolo y
queriéndolo, de una cosa gravemente contraria a la ley divina y al fin último del
hombre.41
El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una
infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin
último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior.42
Para San Agustín el pecado mortal o de muerte tiene lugar, cuando el
cristiano después de haber conocido a Dios mediante la gracia de Nuestro
Señor Jesucristo trata de romper la armonía entre los hermanos y tiene envidia
de la misma gracia que le ha reconciliado con Dios. El pecado no es de muerte,
cuando uno no deja de profesar amor al hermano, si bien por flaqueza omite
los deberes de fraternidad.43
Analizando todos estos conceptos diré que el pecado mortal es aquel
que nos aparta de Dios y nos hace perder la gracia santificante como lo dice
San Agustín. El pecado mortal es aquel que lo hacemos nosotros con pleno
conocimiento, materia grave y libre consentimiento. La única manera de borrar
este pecado es con los sacramentos del bautismo, penitencia y la
reconciliación con Dios.
2.3.- Pecado Venial
40 Catecismo de la Iglesia Católica. Compendio (2005). Nº 39541 Catecismo Menor- Abancay (1993). Nº 39742 Catecismo de la Iglesia Católica (1993). Nº 185543 Cf. San Agustín. De Sermone Domini in monte, lib. I, cap. XXII, 73
18
Para San Agustín los pecados veniales herencia de los mismos justos no
privan de la vida eterna, tampoco para lograrla servirán al impío algunas obras
buenas que difícilmente faltarán aún al mas degenerado. (De Spiritu et Littera,
cap. XXVIII).
El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere.44
Es pecado venial cuando no se observa en una materia leve la medida
prescrita por la ley moral o cuando se desobedece a la ley moral en materia
grave, pero sin pleno conocimiento o sin entero consentimiento.45
Este pecado no rompe la alianza con Dios. Sin embargo debilita la
caridad, entraña un afecto desordenado a los bienes creados, impide el
progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y en la práctica del bien moral
y merece penas temporales de purificación.46
Por lo que vemos estos pecados no son tan graves, esto no quiere decir
que pequemos, ya que nadie puede vivir sin pecar, procuremos que nuestro
pecados sean de los menores posibles, para que de esa manera si ofendemos
a Dios lo hagamos de la manera mas simple.
Estos pecados se pueden borrar con la oración cotidiana (Padre
Nuestro), sin los cuales no suele transcurrir esta vida. Porque por el bautismo
hemos renacido a ser hijos de Dios, y con toda confianza podemos decir:
perdónanos nuestras ofensas, pues siempre hay que pedir perdón.
2.4.- Pecado Capital
44 Catecismo de la Iglesia Católica (1993). Nº 185545 Catecismo Menor- Abancay (1993). Nº 39946 Catecismo de la Iglesia Católica. Compendio (2005). Nº 396
19
Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen o
también pueden ser referidos a los pecados capitales, que la experiencia
cristiana ha distinguido siguiendo a S. Juan Casiano y a S. Gregorio Magno
(mor. 31, 45). Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros
vicios. Son: la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula y la
pereza.47
Los vicios, como contrarios a las virtudes, son hábitos perversos que
oscurecen la conciencia e inclinan al mal. Los vicios pueden ser referidos a los
siete pecados llamados capitales.48
San Agustín llama capitales a los pecados más atroces.
Para un mejor entendimiento describiremos cada uno de los pecados
capitales y cuales son las ideas o conceptos que tiene San Agustín de estos:
La soberbia.- Pues ¿qué otra cosa es la soberbia sino el desear parecer
lo que uno no es, desatendiendo la voz íntima de la conciencia? (De genesi
contra manichaeos, lib. II, cap. V, 6).
Con esto San Agustín, nos da entender que la soberbia no puede llevar
a un extremo de que queramos ser como Dios, lo cual es una tontería enorme,
ya que nosotros criaturas hechas por Él, queremos asemejarse a Él, siendo
nosotros pequeños indefensos ante su imagen.
O en nuestra vida diaria se puede dar esto, cuando nos creemos
superiores a los demás y les tratamos de inútiles. Es que por este motivo
nosotros debemos siempre ser humildes, tratar de ser comprensibles con los
demás y no dejarse llevar por la soberbia, pero tenemos que saber que la
soberbia se introduce por medio de la maldad es que por eso tenemos que
estar siempre atentos y no dejar que el demonio se burle de nosotros, sino
vencerlo con la ayuda del Señor a través de la oración.
47 Catecismo Menor- Abancay (1993). Pág. 17248 Catecismo de la Iglesia Católica. Compendio (2005). Nº 398
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La avaricia.- El amor desordenado de las riquezas con violación de la
justicia, la cual debe ser incomparablemente más estimada que aquéllas. (De
Civ. Dei, XII, 8).
Aquí muy claramente nos habla San Agustín, sobre las riquezas
mundanas que muchas veces nosotros guardamos o nos apegamos a ellas,
haciéndole nuestro Dios, como si nos fueran eternas. Nos preocupamos
mayormente de llenarnos de riquezas y así asegurar nuestra vida, pero no
sabemos el momento en que vamos a morir y al final no nos llevamos nada, es
que por eso Jesús en uno de sus pasajes del Evangelio nos dice: no guardar
riquezas en este mundo donde la polilla y el ladrón se lo llevan, guardar allá
arriba donde no entra polilla ni ladrón. Quizás el dinero nos aparta más de Dios
y el colmo es cuando lo que tenemos no lo compartimos con los que lo
necesitan y como un dicho que dice: El día que te mueres no te vas a llevar
nada de tus bienes, si no que quedan aquí ya que estos son pasajeros.
La envidia.- La envidia es al punto engendrada por la soberbia. ¿Y qué
envidioso hay que no desee mal a aquel con cuyo bien se siente atormentado?
Luego la envidia da como fruto inmediato la malevolencia de donde se sigue el
dolo, la adulación, la detracción y cuantas acciones malas no queremos
padecer de otros. (Sermo 353, cap. II, 1).
“¿Qué es la malevolencia, sino el deseo de dañar? ¿Qué es el dolo, sino
hacer una cosa y disimular otra? ¿Qué es la adulación, sino seducir con
mentirosas alabanzas? ¿Qué es la envidia, sino el aborrecimiento de la
felicidad ajena? ¿Qué es la detracción, sino una represión más maldiciente que
veraz? La malevolencia se deleita con el mal ajeno; la envidia hasta se
entristece del bien ajeno; el dolo hace hipócrita al corazón; la adulación hace
hipócrita a la lengua; la detracción hiere la fama.”49
Primeramente diré el que envidia no ama. El diablo se manifiesta bien
sabemos en todos los pecados ya que de éste proviene todos ellos, es que por
49 San Agustín, Sermo 353, cap, I, 1
21
eso no hay que tener envidia a nuestro prójimo, si no que admiremos y
tratemos de imitarlo o algo por el estilo, pero no tratar de hacerle daño. La
caridad es la que nos ayuda a superar este pecado, o sea amar a nuestros
hermanos como lo dice el primer mandamiento: “Amar a Dios sobre todas las
cosas, y a tu prójimo como a ti mismo”.
Es que por tal razón debemos amar a cada uno de nuestros hermanos
sin distinción alguna y no buscar hacerles daño o envidiarles por lo que
nosotros no tenemos, más bien tratemos de acercarnos más a ellos pero de la
mejor forma, es decir por la caridad.
La ira.- Si el ánimo se presenta continuamente una dificultad para hacer
o cumplir lo que pretende, continuamente se irrita. En cuanto se me alcanza, la
ira es un deseo turbulento de alejar cuanto estorba a la acción. Por eso con
frecuencia no sólo nos irritamos contra los hombres, sino también contra la
pluma con la que escribimos; la golpeamos y la rompemos; los jugadores se
irritan contra los dados, los pintores contra el pincel, y todos contra el
instrumento en que creen hallar algún estorbo. Afirman los médicos que la hiel
se aumenta a consecuencia de irritarse a menudo y con el aumento de la hiel,
sin apenas motivo, fácilmente nos irritamos. De esta suerte, el efecto que el
ánimo al irritarse produce en el cuerpo repercute en el mismo ánimo,
perturbándole. (Epist. 9, 4).
“Ira es un movimiento del ánimo que incita a castigar.”50
“¿Qué es ira? Un apetito desordenado de venganza.51
Con esto creo que nos ha dicho casi todo San Agustín con lo que
respecta a la ira, un pequeño comentario mío sería que la ira en sí no es odio,
porque cuando nos airamos no odiamos a la persona, si no que nos irritamos
con ella por un momento o que se yo, salvo que esta ira perdura y no se
arranca pronto del corazón, va en aumento y se convierte en odio. Es que por
tal razón cuando sintamos ira contra alguien ya sea persona o cosa tratemos
50 San Agustín, Enarr in Psal. 6, 351 San Agustín, Sermo 58, cap. VII, 8
22
por lo más pronto borrar ese resentimiento y tratar de superarlo, pidiéndole al
Señor que nos ayude a seguir adelante.
La lujuria.- Los hijos de Dios se enamoran de las hijas de los hombres y
para disfrutar de su consorcio conyugal, deslizáronse en los vicios de la ciudad
terrena abandonando la piedad que observan en la ciudad santa. Pues así
como los avaros, posponiendo la justicia, aman culpablemente el dinero, no
porque el dinero es malo, sino porque el hombre es malo; de igual manera
cuando se pospone a Dios eterno, interno y sempiterno Bien, ámase
culpablemente la hermosura corporal que, aunque creada por Dios, es
temporal, carnal e ínfimo bien. Lo mismo sucede con toda criatura. Por ser
buena, puédese amar bien y mal; a saber, bien, cuando se guarda el orden;
mal cuando se altera el orden.52
Por lo que vemos, aquí San Agustín nos pone claro el ejemplo de los
ángeles que se enamoraron de las mujeres que habitaban en la tierra. Esto nos
quiere decir que la lujuria es el desear a una mujer que no nos corresponde o
viceversa, esto tiene también relación con el décimo mandamiento: No desear
los bienes ajenos, o sea la esposa o esposo de tu prójimo o prójima. También
creo yo que los adolescentes no deben tener relaciones a esa edad ya que
estarían cometiendo fornicación, si no a su debido tiempo y edad, estar
especialmente preparados para asumir esa gran responsabilidad y nosotros
como aspirantes a la vida consagrada, estar bien firmes y fieles en nuestra
oración y por medio de ella superar todas las tentaciones y pruebas que se nos
venga o presenten.
La gula.- Me has enseñado que debo tomar los alimentos como se
toman los medicamentos. Mas mientras paso de la molestia del hambre al
descanso de la hartura, me acecha el lazo de la concupiscencia en el mismo
paso, el cual es ya un placer y es el único medio de llegar a donde la necesidad
obliga. Siendo la salud el fin de la comida y bebida, asóciase el deleite cual
peligroso lacayo y con frecuencia trata de adelantarse y de incitarme a hacer
por él lo que digo o quiero hacer por mi salud. No se contentan con la misma
52 Cf. San Agustín, De Civ. Dei, lib. XV, cap. XXII
23
porción la salud y el placer; es poco para el placer lo que basta para la salud.
Muchas veces no se sabe si es la necesidad del cuerpo la que pide refuerzo o
es la ilusión voluptuosa de la sensualidad la que pide regalo. En medio de esta
incertidumbre la infeliz alma se regocija y busca en ella razón para excusarse,
alegrándose de conocer claramente lo que la templanza y la salud de consumo
exigen, porque no conociéndolo, con el pretexto de mirar por la salud se
disimula el ansia de regalo. (Conf. Lib. X, cap. XXXI, 44).
Por este pecado capital tenemos entendido que es el exceso de comida
o bebida, es decir cuando comemos algo contra nuestro gusto. Debemos
comer de acuerdo a nuestra necesidad, para que de esta manera no nos afecte
en nuestra salud. Por tal razón debemos ser cautelosos al momento de comer
y beber.
La pereza.- Escuchemos al Señor que nos manda y nos ayuda; nos
manda lo que debemos hacer y nos ayuda para que lo podamos cumplir.
Nunca pensemos que nuestra fe se apoya con tal firmeza en nuestro libre
albedrío, que no necesite del divino auxilio. A fin de convencernos de que
también está en nuestro poder el creer, escuchemos al Evangelista que dice:
Dióles poder de ser hijos de Dios. (Jn. I, 12). Más en ambas cosas debemos
reconocer los beneficios del Señor: debemos darle gracias porque nos ha
conferido tal poder y debemos orar, para que no sucumba nuestra fragilidad. (In
Jn. Evang, tract. LIII, cap. XII).
Para una mejor aclaración de este párrafo diremos que Dios, nuestro
Padre, no quiere que seamos perezosos, ya que debemos cumplir con
nuestras actividades que tenemos y no quedarse con lo brazos cruzados y que
nos den todo servido, sin esforzarnos nada. En la vida hay que sufrir y buscar
lo que queremos porque todo no nos va a caer del cielo, y pero aún si somos
perezosos, Dios ayuda aquella persona que se esfuerza por seguir adelante y
cada día estar más cerca de Él, es que de aquí el dicho: “Al que madruga Dios
le ayuda”.
24
2.5.- Pecado Interno
Dentro de estos pecados que por San Agustín son llamados internos
tenemos: Malos pensamientos, Delectación morosa, Malos deseos, Malicia de
los malos deseos, Mal gozo.
Para empezar diremos que son aquellos pecados que están dentro de
uno mismo es que de ahí viene el nombre de internos.
Estos pecados son aquellos que están dentro de uno mismo, es decir los
malos pensamientos, deseos impuros, etc. Es decir lo que nace de uno mismo,
es por tal motivo cuando se nos presenten uno de estos pecados lo
rechacemos lo más antes posible y no dejarnos llevar por estos.
“Nada más rápido que el pensamiento: tiene alas de increíble velocidad,
se escapa del corazón y traspasa la lengua; se piensa el mal antes de ser
proferido. Si se escurre un mal pensamiento en tu interior, huye de él, piensa
en otra cosa, no te detengas en él.”53
“Cuando el alma aun con el solo pensamiento se deleita en cosa
prohibidas y en vez de rechazarlas, como debiera, tan pronto como se le
ofrecen, se deleita morosamente en ellas, aunque sin ánimo de ejecutarlas,
indudablemente peca, si bien mucho menos que si resuelve ponerlas por
obra.”54
Todos estos pecados pueden salir de la boca, sino antes salen del
corazón. Es que tal motivo tenemos que estar bien pendientes de lo que
decimos ya que con las palabras que salen del corazón podemos llegar a herir
a una persona e incluso a matarla, es que por eso antes de hablar o hacer
53 M.A. I, Guelferb. 33, 3. Pág. 57954 San Agustín, De Trinitate, lib. XII, cap. XII, 18
25
cualquier cosa pensemos, y preguntémonos porque lo hacemos antes de
actuar. De aquí que viene una frase interesante de Esopo que dice: “Con la
lengua se pueden decir cosas bellas, pero al mismo tiempo salen cosas bien
feas”
2.6.- Pecado contra el Espíritu Santo
“Quién pecare contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este
mundo ni en el otro.”55
Con respecto a esta frase del evangelio San Agustín nos da una
explicación interesante: “Al decir el Señor: Quien pecare contra el espíritu
Santo o quien pronunciare una palabra contra el Espíritu Santo, no abarco
todos los pecados cometidos contra el Espíritu Santo, sino uno peculiar. Este
pecado es la dureza de corazón que persiste hasta el fin de la vida; por ella el
obstinado se resiste a recibir la absolución dentro de la unidad del cuerpo
místico de Cristo vivificado por el Espíritu Santo”. (Epist. 185, 48-49).
Además el pecado contra el Espíritu Santo, consiste en resistir a la
unidad de la Iglesia hasta el fin de la vida, también consiste en tener envidia de
las obras del Divino Espíritu.
3.- ¿Cómo superar el Pecado?
3.1.- Esfuerzo Humano
55 Mt. XXII, 32
26
Reconocer la propia situación y desarrollar la “inteligencia emocional” es
una técnica psicológica que está al alcance de cualquiera. Pero aspirar a la
plena posesión de los valores humanos es un objetivo muy lejano. Y a corto
plazo no se experimenta ningún resultado; por eso a la hora de la verdad es
muy difícil seguir este camino. Por el contrario pasando del campo de la
psicología al de la teología de la vida cristiana, el Espíritu Santo da la fe que se
necesita para mantener vivos los ideales del Evangelio. Por eso sólo en Cristo
está la salvación, entendida como desarrollar plenamente la imagen trinitaria de
Dios.56
Para superar un pecado o pecados, es necesario que seamos
concientes de nuestros actos que hagamos, ya que sin cometer pecado seria
imposible vivir; ya que los Santos mismos fueron pecadores y todo ser humano
es pecador por el primer pecado cometido por Adán, es decir el original.
Desde que nacemos, tenemos esa noción del pecado, es que por tal
motivo no hay que sentirnos humillados, sino que seamos fuertes y hagamos
las cosas como Dios quiere siguiendo el ejemplo de Jesús, que compartió toda
nuestra condición humana menos en el pecado porque Él es Dios.
La palabra “amor” es para San Agustín el concepto de máximo
consenso, es decir, unión de conocimiento de la verdad y realización de la
salvación.57
3.2.- Ayuda de Dios
La doctrina del pecado original ocupa un lugar capital en la vida
cristiana. Según ella el hombre perdió de un modo absoluto la gracia y por eso
mismo puede volver a perderla de nuevo. Sobre ésta base el objetivo de los
56 Cf. NARRO ROMERO, J. A (2001). Pág. 25657 SCHWARZ, G (1972). Pág. 149
27
creyentes consiste en evitar el pecado mortal para no ir al infierno, tener el
estado de gracia y hacer obras meritorias para el cielo. Otro modo de liberarse
es sino la creación de Dios, el hombre como imagen de Dios y lo que se refiere
al tema de la gracia. Así la gracia santificante, que antes era considerada como
una cualidad pasiva cuya función era devolver la vida divina perdida por el
pecado puede entenderse de otros modos. Entre ellos destaca el de
humanización, que es el más prefecto de todos.
La preparación del hombre para acoger la gracia es ya una obra de la
gracia.
Para San Agustín, el como superar el pecado con la ayuda de Dios es la
gracia.
Solo la gracia de Cristo libra de los pecados, cualesquiera que ellos
sean.58
“Admito en el hombre no sólo pecados de fragilidad o necesidad, sino de
libérrima voluntad y sostengo que sólo estos últimos cuadra íntegramente el
hombre de pecado, porque si se quiere, pueden evitarse; admito que el género
humano está inundado de pecados ya de ignorancia ya de concupiscencia, los
cuales son pecados y a la vez castigo de pecados. ¿Por qué pues, dices, que
según mis definiciones no puede darse pecado alguno en las costumbres?
Escucha ahora tú que no quieres: únicamente la gracia de Dios por mediación
de Nuestro Señor Jesucristo libra de toda especie de pecados, lo mismo
originales que personales, así pasados como futuros.”59
Por último diremos que el hombre por ser criatura hecha por Dios, puede
ser perdonada de todos sus pecados, siempre y cuando esta se arrepienta de
corazón y se corrija para el futuro, porque Jesús dice: “No he venido a llamar a
los justos sino a los pecadores”.
58 ARMAS, G (1955). Pág.12459 San Agustín, Contra Julianum op. imp., lib. I, 105
28
Por lo tanto estar siempre acogidos a Dios y no separarnos nunca de él
y siempre estar firmes en nuestra oración y amor con los hermanos.
Conclusiones
En conclusión diremos que el pecado para San Agustín es un hecho,
dicho o deseo contra la ley eterna.
Además una en una persona es desorden o perversidad, es decir,
aversión hacia el creador, a quien debe preferirse y una conversión hacia las
criaturas inferiores.
Por tanto el pecado original consiste en una triple herencia recibida de
Adán: ignorancia, concupiscencia y muerte.
En la cual el pecado original y la concupiscencia son trasmitidos de
generación en generación por medio de la propagación.
Entonces la concupiscencia que solo se expía por el sacramento de la
regeneración, ciertamente transmite el vínculo del pecado por la generación a
los demás, a no ser que por la regeneración sean salvados del mismo.
Para San Agustín el pecado mortal o de muerte tiene lugar, cuando el
cristiano después de haber conocido a Dios mediante la gracia de Nuestro
Señor Jesucristo trata de romper la armonía entre los hermanos y tiene envidia
de la misma gracia que le ha reconciliado con Dios.
En San Agustín los pecados veniales son herencia de los mismos justos
no privan de la vida eterna, tampoco para lograrla servirán al impío algunas
obras buenas que difícilmente faltarán aún al mas degenerado.
29
San Agustín llama capitales a los pecados más atroces.
Dentro de estos pecados que por San Agustín son llamados internos
tenemos: Malos pensamientos, Delectación morosa, Malos deseos, Malicia de
los malos deseos, Mal gozo.
Para San Agustín el pecado contra el Espíritu Santo es la dureza de
corazón que persiste hasta el fin de la vida; por ella el obstinado se resiste a
recibir la absolución dentro de la unidad del cuerpo místico de Cristo vivificado
por el Espíritu Santo.
Por último la manera de evitar estos pecados es a través del esfuerzo
mismo y de la Gracia de Dios.
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