el poder y estado: reflexiones sobre la dominación

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Colectivo La Peste El Poder y Estado: Reflexiones sobre la Dominación Compilación de textos

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Colectivo la peste, región chilena.

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  • Colectivo La Peste

    El Poder y Estado: Reflexiones sobre la

    Dominacin

    Compilacin de textos

  • El poder y Estado2

    Se incentiva la reproduccin, fotocopia y/o socializacin de este y cualquier otro cuader-nillo o material publicado por nuestra editorial

    Se reconoce autora, se desconoce propiedad -La propiedad es un robo-

    En la guerrilla comunicacional, y todas las dems, nadie esta soloSaludos solidarios

    Colectivo La Peste, 2014

  • Ediciones Apestosas 3

    El poder en el ideario crata: una revisin crtica (pp. 4-18) -Colectivo La Peste-

    Los mecanismos de poder: bio-poltica y poblacin en el pensamien-to de M. Foucault (pp. 19-27)-Van Pilsen-

    Para comprender la razn del Estado Moderno: el totalitarismo del Es-tado y del Capital (pp. 29-41)-Rogelio-

    INDICE

  • El poder y Estado4

    El poder en el ideario crata: una revisin crtica

    El despliegue de un ejercicio crtico constante, realizado por los padres del anarquis-mo a las anquilosadas formas polticas de dominio y explotacin; tan necesario para conformar cualquier teora revolucionaria, hace mucho que parece haber sido olvidado por innumerables seguidores y admiradores del pensamiento crata. La vitalidad dada por lxs pensadorxs que perfilaron la idea a fines del sXIX y principios del sXX, esa que cuestionaba innumerables facetas de su tiempo y buscaba conformar un mundo nuevo lejos de los impedimentos morales y sociales que intentaban he intentan imponernos aun los sectores explotadores de la sociedad, fue dejada de lado por innumerables anarquistas, quienes sin darse cuenta se han vuelto profundamente conservadores. As, hoy en da muchxs de quienes se consideran libertarixs son profundamente dogmticos y no se preguntan respecto a concepciones que por clsicas que sean no pueden dejar de ser parte de la reflexin y la crtica.

    Precisamente a eso apuntan las siguientes lneas, es decir, a problematizar y compren-der crticamente conceptualizaciones sustanciales y nociones que existieron, y an existen en el mbito crata. En efecto, realizaremos una revisin crtica de conceptos transversales y de suma importancia para toda teora revolucionaria que busque la trans-formacin radical de las condiciones materiales e ideolgicas. Dicho objetivo, demasiado amplio para estas pginas, intentaremos esbozarlo en el anlisis de dos conceptos: Poder y dominacin. La revisin de estos dos trminos, nos parece un ejercicio sumamente necesario a discutir entre cualquier revolucionarix siendo, por tanto, nuestro humilde objetivo: contribuir a dicha discusin.

    Hoy por hoy, el principal enemigo de la razn terica libertaria es quien se instituye a s mismo como guardin indmito del fuego sagrado, como incorruptible

    paladn de la pureza doctrinal, como abanderado de las esencias, como martillo implacable de herejes y de desviaciones.

    Para innovar y con ello dar vida hay que atreverse a profanar, sin la menor reserva, hay que aprender a ser radicalmente irrespetuosos

    -Toms Ibez-

  • Ediciones Apestosas 5

    Poder y dominacin: una mirada histrica de su conceptualizacin

    Es bien sabido que a lo largo de la historia del anarquismo los significados que se han atribuido a estos conceptos han sido muy diversos. En este sentido, es que se hace necesario dejar en claro que el ejercicio que nos atae en este texto viene a ser la crtica y la relativizacin del absoluto negativo, e incluso trascendente, del concepto poder que hay en varixs autorxs anarquistas como es el caso de Bakunin.

    La nocin que tiene el principio organizativo de Estado acerca del poder como hecho so-cial, se origina a partir de tradiciones filosficas muy antiguas que es preferible trabajar en extenso en otros trabajos futuros. Sin embargo, conviene mencionar que esta nocin viene siendo prefigurada, primero, como teora poltica para el ejercicio de dominacin (comprendiendo que el poder siempre viene desde arriba) con antecedentes histricos como las teoras polticas del papado medieval, por ejemplo, las del Papa Len I (440-461), en donde se expresa, tal vez por primera vez la idea clave del Estado, en trminos polticos modernos, al afirmar la plenitudo potestatis1 al asignar la soberana ultima en esa potestad impuesta desde arriba y para siempre, por sobre la sociedad de los hombres. Tambin bajo este papado se desarroll una teora de la jerarqua entendiendo que el poder desciende, y que la obligacin de obediencia se confirmara en cada tramo de la escala.

    En este sentido, el embrin de la soberana absoluta en un cuerpo poltico abstracto comienza a existir. Posteriormente, es Thomas Hobbes quien desarrolla, primero como respuesta y resistencia al poder divino y tirano ejercido por familias o personalidades dspotas, una teora poltica que tiene como objetivo final abolir un estado de naturaleza el de los individuos, () el estado de guerra de todos contra todos y crear un dios mor-tal, es decir, un ser artificial creado por los hombres para escapar del miedo a la muerte

    1 Potestas = Ejercicio delegado del poder. Es la factibilidad poltica del ejercicio de poder, en trminos de una nocin amplia, ms all del absoluto negativo que era impuesto por autores como Bakunin. La delegacin de este poder, sin embargo, no debe ser comprendida en toda instancia como una superposicin de instituciones coercitivas por sobre, alejada la sociedad (oligarquas autocomplacientes). Recono-cemos en este texto que el poder entendido como potencia contenida en los sujetos (pueblo), no tiene materialidad ms que cuando se traduce en alguna instancia organizativa, lo que ya representa cierta delegacin de poder, aunque puede ser m-nima, horizontales, autogestoras y, en este sentido, no alienantes (de los sujetos res-pecto a las instituciones por medio de las cuales deciden polticamente sobre la vida en sociedad).

  • El poder y Estado6

    violenta en manos de otros hombres (Colombo, E. 2000). El cuerpo que emerge finalmente es el contrato nico (Leviatn) que es caracterizada por el propio Hobbes como una unidad real, instituida por pacto de cada hombre con los dems. Es este poder, concentrado en el Leviatn, quien puede garantizar la subsistencia y hace posible lo social. Son, por lo tanto, los regmenes absolutistas, concebidos ya racionalmente y no como fuerzas divinas que bajan a la tierra para someter a los humanos, quienes encuentran su justificacin y fun-damento en esta teora poltica y concepcin terica acerca del poder. Esta teora poltica comprende al ciudadano como un individuos egosta, que debe renunciar a lo pblico (es decir, a su ejercicio de poder) en pos de ganar seguridad y una vida tranquila. Esto debe ser comprendido desde nuestra concepcin como degradacin de la capacidad pblica de las organizaciones populares y/o comunidades para dirigir su propia vida, y para el control social de las instituciones encargadas de la administracin de los usos pblicos de los recursos socialmente producidos.

    Finalmente, es Rousseau quien cerrara el ciclo formativo de la idea metafsica del Estado al situar la ltima soberana en el mito de la voluntad general, que en sus palabras es la alienacin total de cada asociado con todos sus derechos a toda la comunidad () cada uno de nosotros pone en comn su persona y su poder bajo la suprema direccin de la voluntad general.

    Siguiendo con la lnea argumentativa nos centraremos ahora en la comprensin de la concepcin abstracta del poder de uno de los autores fundamentales para el anarquismo clsico, como es el caso de Mijal Bakunin.

    No hay duda que la concepcin que tena Bakunin del poder era principalmente negativa, y aluda sobre todo a un poder sobre, entendido como Potestas y soberana ltima que mandaba/diriga trascendiendo todo raigambre real y material de poder entendido como Potentia . Esta concepcin exista en Bakunin, entre otras cosas, por la influencia de la episteme hegemnica de la sociedad de su tiempo (y la autoridad natural que ejerce esta sobre los hombres) acerca del poder y la organizacin de un espacio poltico que se pusiera como objetivo revolucionario la emancipacin del hombre y el ejercicio de poder.Los liberales y contractuales que Bakunin criticaba, dan forma histrica a la fetichizacin del poder, -con la forma Leviatn, Dios en la tierra - que despotencia el poder asociati-vo de la comunidad -, Potentia, tornndola una masa pasiva que obedece la rdenes del poder poltico (clases dominantes, elites, etc). Esto puede ser entendido como alienacin del poder de las gentes y comunidades, de los individuos y sujetos colectivos. Alienacin de su base material, a partir de lo cual el poder se diviniza, volvindose autorreferente y

  • Ediciones Apestosas 7

    totalitarista.

    Bakunin criticaba esa concepcin, definiendo como punto de partida a la sociedad o lo social - (fiel a su concepcin materialista social histrica) y adems, diciendo que las definiciones a priori, u condiciones ineluctables, tan propias de las ideas religiosas de la sociedad de su tiempo (que son bien parecidas a las ideas que hay detrs de los principios organizativos dominantes de hoy) acerca del individuo, de la libertad, y de la condicin humana en general, no podan ser si no corruptoras de las buenas intenciones y las ten-dencias infinitas y transformadoras para la consecucin de libertad.

    La idea de poder que l tena siempre llevara a una entropa y a un totalitarismo poltico expresado histricamente en la forma organizativa de Estado. Que no era ms que la organizacin de ese poder separado de la sociedad. Es en esa esfera que el poder esencialmente solo poda ser ejercido por unos pocos y no permitira de ninguna forma la existencia de un poder igual a su lado. Por lo tanto, el poder siempre podra venir desde arriba, es decir, el poder solo podra ser comprendido como un poder sobre otro. A saber:

    () est en la naturaleza de todo poder la imposibilidad de soportar un superior o un igual, pues el poder no tiene otro objeto que la dominacin, y la dominacin no es real ms que cuando le est sometido todo lo que la obstaculiza, ningn poder tolera otro ms que cuando est obligado a ello, es decir, cuando se siente importante para destruirlo o derribarlo. El solo hecho de un poder igual es una negacin de su principio y una amenaza perpetua contra su existencia (Bakunin, M. 2008).

    Bakunin lo tena claro. Para l, poder y dominio eran indisolubles, una era condicin de la otra. Sin embargo, creemos que es pertinente comprender que en la idea de la tendencia instintiva del hombre al poder, y la influencia de la semntica y episteme dominantes de la sociedad de su tiempo, Bakunin termino quitando dinamismo y posibilidades reales al concepto de poder y sus figuras organizativas. Es decir, no lo entendi como potencia, o como expresin de la comunidad y la asociatividad sino como un principio /idea /tendencia que devena siempre en dominacin siempre en la creacin de instituciones represoras y autorreferentes.

    La totalidad del razonamiento poltico moderno, incluyendo en l, a los filsofos liberales y funcionales, a los totalitarios, y a algunos socialistas, tena una relacin dialctica con

  • El poder y Estado8

    el poder existente y con su definicin soberana. Esta relacin podramos definirla de la siguiente manera: o bien se toma el poder, y se es como el poder, o bien se reniega del poder, lo que define inmediatamente el espacio poltico como negacin absoluta del poder (Negri, T. 2008). No habra espacio para una concepcin por decirlo de alguna manera constructivista, o material del poder.

    Hoy en da, el desarrollo histrico de las ideas y de la sociedad nos permitieron la creacin de una nocin positiva del poder poltico, que tiene a su vez como fundamento positivo contrapuesta a la dominacin - la voluntad de vivir de la comunidad, que es el funda-mento material de la definicin de poder poltico. Bakunin no diferencia entre las distintas instancia que hoy sumamos a la lectura: Potentia potencia- (capacidad instituyente siempre latente en los sujetos y la unidad de ellos bajo formar y figuras polticas determinadas) y Potestas (ejercicio delegado de ese poder, en instituciones o asociaciones populares). Para l, poder era sinnimo de la forma histrica que adoptaba la organizacin del poder en Estado o su com-plejo militar, y no fue posible concebirlo como potencia que podra derivar histricamente, dada la voluntad poltica declarada de las masas, en otras formas o figuras organizativas no jerrquicas2.

    La forma histrica de Estado para Bakunin era la organizacin del poder, pero el poder y todo ejercicio de institucionalizacin siempre ser autorreferente y alienante, pues est en la naturaleza de todo poder la imposibilidad de soportar un superior o un igual, pues el poder no tiene otro objeto que la dominacin. Bakunin realizaba una crtica a la tendencia de dele-gacin, o institucionalizacin del poder - que sin duda reviste el peligro de la dominacin - especialmente en su forma Estado. Nunca fue contrario a la organizacin o a la creacin de instituciones que representaran los intereses de los explotados y que intentaran por sobre todas las cosas, guardar capacidad de soberana en la asociatividad popular. Su error fue no otorgar fundamento material y positivo a su nocin del poder poltico, lo que segn nosotros hoy en da resta capacidad de comprensin acerca de la dinmica de las

    2 Bakunin no concibe que el ejercicio de poder positivo (instituyente, creador, que supera la fase de negacin de otro poder alienante instituido), as como la organi-zacin de ese poder potencial de la asociacin de los explotados, podran derivar histricamente en forma(s) de organizacin de ese poder no jerrquica, autnoma y autogestionaria. Por ejemplo, la primera etapa de los soviets rusos, o las comunida-des de Aragn de la Espaa revolucionaria de la dcada del 30, fueron expresiones de poder instituyente y popular. El poder organizado en instituciones populares au-tnomas, situados contra el estado y su intervencin autoritaria, se mantiene bajo control real y democrtico por parte de la sociedad.

  • Ediciones Apestosas 9

    expresiones plurales y heterogneas de los movimientos socio-polticos. Sin embargo no se debe comprender que el pensamiento de Bakunin no pueda o debe ser actualizado con las necesarias revisiones crticas a conceptos tan problemticos y sustanciales como lo es su concepcin de poder-sobre (concepcin negadora y no construccionista)

    Una definicin ms actual de lo que es la forma Estado nos dice que:

    El principio de estado incluye la dominacin y su ncleo especifico de comando/obediencia, se reconoce a s misma como una forma ineluctable de lo poltico, es una organizacin jerr-quica del poder presentada al interior del mismo discurso que constituye el estado en tanto principio o paradigma, como necesario a la integracin de sociedades complejas () En la perspectiva actual de la filosofa poltica, con la sola y honorable excepcin del anarquismo la instancia poltica en su totalidad es considerada como dependiente de este principio (Co-lombo, E. 2000) .

    Siguiendo nuestra idea argumentativa central es claro que la crtica anarquista clsica al poder (entendiendo a este como un lugar abstracto del cual se debe rehuir, si no se quiere reproducir la dominacin poltica burguesa) tiene influencias de las primeras ideas liberales y contractuales acerca del fundamento de lo social. Por lo mismo, creemos que se han asimilado e igualado en significado muchas veces conceptos como poder y domina-cin, lo que perspectivas actuales del pensamiento anarquista han diferenciado con el fin de introducir finalmente una nocin positiva, material del concepto poder.

    En este sentido, es que creemos que es reproducida la idea alienante de poder, compren-diendo que hay tendencias ideolgicas que pregonan aun que se debe luchar contra todas las manifestaciones de poder, incluidas las que tienen que ver - siguiendo las ideas de Bertolo y Colombo - con la manifestacin real del poder simblico instituyente desde abajo, en el ejercicio de la creacin del nomos3 regulador de una sociedad, que para

    3 Nomos. Deriva histricamente en el vocablo y concepto hispano Normas. Tambin puede ser comprendido como leyes de la comunidad. Auto (noma) dcese de la capacidad comn de autogenerarse leyes o normas reguladoras de lo social. Hete-ro (noma) hace alusin a la creacin de normas por parte de una institucin de la sociedad que esta fuera de la sociedad: los dioses, dios, los antepasados, las leyes de la naturaleza, las leyes de la razn, las leyes de la historia. Cornelius Castoriadis hace alusin a este problema en el siguiente prrafo: La sociedad es auto-creacin, su institucin es auto-institucin hasta ahora auto-ocultada. Esta auto-ocultacin es precisamente la caracterstica fundamental de la heteronoma de las sociedades. En

  • El poder y Estado10

    ellos, se debe dar bajo condiciones de igualdad de ejercicio efectivo y acceso a la esfera de lo pblico.

    Esto ira en lnea con la perspectiva histrica y constructivista de la libertad que fue ra-dicalmente crtica, sin duda, de unos de los fundamentos del liberalismo y el pensamiento religioso, es decir, la perspectiva que seala que la libertad se construira solo con los otros y en condiciones de igualdad.

    No soy verdaderamente libre ms que cuando todos los seres humanos que me rodean, hom-bres y mujeres, son igualmente libres. La libertad de otro lejos de ser un lmite o la negacin de mi libertad, es al contrario su condicin necesaria y su confirmacin- no me hago verdadera-mente libre ms que por la libertad de los otros, de suerte que cuanto ms numerosos son los hombres libres que me rodean y ms vasta es su libertad, ms extensa, ms profunda y ms amplia se vuelve mi libertad (Bakunin, M. 2008).

    En efecto, entre igualdad de acceso al ejercicio efectivo del poder simblico instituyente y la libertad, no hay antinomias, y los lugares comunes de ciertas tendencias liberales deben ser por lo menos confrontados con todos nuestros esfuerzos.

    Finalmente, es conveniente recalcar, para hacer justicia y valorizar el pensamientos de estos autores que escriben entre el siglo XVIII XIX que este ejercicio de legitimacin de una semntica determinada deviene a su vez de la hegemona ideolgica de este tipo de pensamiento (liberal y contractual). Esto, ya que aparte de la practica emprica en donde el Estado es percibido como un ente real y determinante en nuestras vidas, es necesario - por parte del mismo Estado - hacer un ejercicio de legitimacin discursiva entendindose a s mismo como un hecho ineluctable, desplegando e instituyendo en el imaginario social estas ideas, a travs del control de los procesos de socializacin, y contribuyendo, final-

    las sociedades heternomas, es decir, la inmensa mayora que existieron hasta aho-ra -esto es, casi todas,- encontramos (institucionalmente establecida y sancionada) la representacin de una fuente de institucin de la sociedad que esta fuera de la sociedad: los dioses, dios, los antepasados, las leyes de la naturaleza, las leyes de la razn, las leyes de la historia. En otras palabras, encontramos la representacin impuesta a los individuos de que la institucin de la sociedad no depende de ellos, de que los individuos no pueden establecer ellos mismos su ley -pues esto es lo que quiere decir autonoma- , sino que la ley est ya dada por algn otro o alguna otra entidad. Hay pues una auto-ocultacin de la auto-institucin de la sociedad y esto forma parte de la heteronoma de la sociedad. Catoriadis, C. Los dominios del hom-bre. Gedisa, 2005. P. Pg. 138).

  • Ediciones Apestosas 11

    mente, a la naturalizacin de diversas prcticas y significados acrticos.

    Sin embargo, es el anarquismo en conjunto con otras tradiciones crticas, y socialistas revolucionarias, quienes ponen en cuestin la tradicional forma dominante de entender a la instancia poltica, y proponen una visin radicalmente nueva del ejercicio de lo poltico, comprendiendo el uso del poder, como la capacidad simblico instituyente de creacin del nomos (y formas reguladoras de lo social) y por lo tanto, tambin, de las obligaciones sociales que les competen.

    El estado moderno o, mejor dicho, la idea o principio metafsico que lo constituye, completa el proceso de autonomizacion de la instancia positiva e introduce en la totalidad del tejido social la determinacin semntica que la estructura de la dominacin impone: toda relacin social en una sociedad la forma estado, es, en ltima instancia, una relacin de comando obe-diencia, de dominante a dominado (Colombo, E. 2000)

    Poder: una revisin crtica del concepto

    El poder, en tal sentido, puede ser separado del poder poltico y su (in)definicin tradicio-nal debe ser problematizada de forma que logremos terminar con continuos equvocos existentes en la actual discusin de ste concepto en el mbito crata.

    Desde una postura similar a Colombo, Amadeo Bertolo llama a realizar una revisin crtica del concepto de poder, sobre todo considerando el posicionamiento acrtico realizado por numerosos anarquistas, toda vez que la discusin respecto a este concepto efectivamente estuvo entre las preocupaciones de los padres fundadores del pensamiento crata. En efecto, no es menor para cualquier crata definirse frente al concepto de poder y posicio-narse frente a propuestas como el poder popular sin tener un piso semntico comn que permita destapar verdaderamente que est en juego en dichas propuestas.

    As, adems de explicarse la utilizacin del concepto de poder debido a su historicidad, la cual como se menciono tiene que ver con una tradicin liberal que entrecruza poder con Estado y dominacin, nos llama a su vez a buscar claridad respecto a este concepto. En dicha lnea, es interesante la propuesta de Bertolo quien en la lnea de Colombo, muestra un poder que es inherente al ser humano proponiendo separar este concepto de domina-cin y de autoridad.

  • El poder y Estado12

    El hombre ha perdido a lo largo del camino evolutivo de la hominizacin las determinaciones instintuales y las ha sustituido por determinaciones culturales, o sea, por normas, reglas, cdigos de comunicacin y de interaccin. Justamente en esta sustitucin reside la especfica libertad humana en su ms alto nivel: la autodeterminacin. (Bertolo, A. 86)

    El hombre, y aqu entendindolo no como genero sino como especie, como ser emi-nentemente social, tiene en sus manos su destino, se auto-determina y debe produ-cir el mismo las reglas, cdigos o normas que rigen su vida. Pero esta auto-determi-nacin no viene de la mano con la coercin estatal inventada en los siglos anteriores, sino un ejercicio inherente al ser humano, que en tanto producto social, debe crear y recrear la sociabilidad inventando, transmitiendo y modificando normas(Bertolo, A. 87).

    De este modo, un ejercicio central en la vida humana sera la produccin de la funcin de regulacin social.

    La produccin y la aplicacin de normas y sanciones definen entonces la funcin de regula-cin social, una funcin para la cual propongo el trmino poder. Hemos definido as el poder como una funcin social neutra e incluso necesaria, no slo para la existencia de la socie-dad, de la cultura y del hombre, sino tambin para el ejercicio de aquella libertad vista como eleccin entre posibilidades determinadas, que tomamos como punto de partida de nuestro discurso.(Bertolo, A. 88)

    Y desde aqu se extraen las conclusiones ms importantes de su propuesta: si el ser hu-mano tiene como una de sus caractersticas centrales la auto-determinacin, y con ello la libertad, la participacin en el proceso regulatorio de la sociedad se vuelve central. En otras palabras, si el acceso a la construccin de la funcin de regulacin social, dgase Poder, ser la que determine su libertad, cada individuo ser por tanto ms libre en la medida que tenga mayor acceso al poder (Bertolo, A. 89)

    As, Bertolo no solo acota el concepto de poder a la funcin de regulacin social, y con ello, a la construccin de normas, reglas y cdigos (Nomos) que permitan la interaccin y organizacin humanas sino que propondr el termino Dominacin como el que define las relaciones entre desiguales desiguales en trminos de poder, o sea, de libertad define las si-tuaciones de supraordinacin/subordinacin; define los sistemas de asimetra permanente entre grupos sociales. (Bertolo, A. 89-90)

  • Ediciones Apestosas 13

    Separando los trminos Poder y Dominacin, caracterizndose este ltimo por definir la clsica relacin mando/obediencia, en donde el mando tiene un contenido de regulacin del comportamiento del que obedece. (Bertolo, A. 89-90)

    Esta propuesta de conceptualizacin claramente tiene consecuencias de suma importan-cia en la teora revolucionaria, sobre todo si consideramos que sta pone en tela de juicio las clsicas posturas anarquistas - de negacin del poder o de huida de ste . Pero esta postura lejos de ser un ejercicio intelectual injustificado se explica en la necesidad de analizar de formas ms certera las formas y modalidades que asume la dominacin en la actualidad volveremos a aquello ms adelante . A su vez, que pone en cuestin la pretensin de eliminar el poder al poner nfasis que el establecimiento de reglas, cdigos y normas es un ejercicio propio de lo social.

    Continuando nuestra reflexin, si unimos las propuestas tericas de Colombo y Bertolo con las conclusiones del antroplogo Pierre Clastres quien determina que las relaciones jerarquizadas y autoritarias de orden-obediencia que nos da nuestra cultura occidental, podemos notar que la separacin del poder poltico, y su institucin de dominacin por excelencia: el Estado, se levanta como un rgano separado de la sociedad que no es, ni ha sido, la nica y mejor forma de organizacin social existente (Clastres, P. 1978. 16). En efecto, en La sociedad contra el Estado nos seala como rasgo distintivo de la gran mayora de las sociedades indgenas del continente americano la ausencia de una autoridad de poder y de divisiones sociales (Clastres, P. 27) 4.

    Lo ms relevante que podemos encontrar en los estudios de Clastres en relacin a la temtica de las presentes lneas es que su obra nos deja en manifiesto como los seres humanos han logrado organizarse en sociedades sin un poder poltico separado de la sociedad, y por tanto, en un espacio en que el poder esta sociabilizado. Es decir, en donde el ejercicio del poder es ejercido colectivamente y por un sector separado de la sociedad. Para ello, las sociedades primitivas no realizan una separacin de clases y el lder no tiene poder sino que se ve sometido a las decisiones del conjunto de la sociedad, la cual es la verdadera detentora del poder.

    4 En este sentido, los grandes imperios con los cuales se encontraron los espaoles son la excepcin a la regla. El imperio incaico, por ejemplo, es tambin un Estado, tiene separacin de clases y un rgano separado de la sociedad que detenta el poder poltico, por ello la admiracin y el inters de los espaoles con este imperio y el desprecio a tribus salvajes que no tiene ni dios ni rey ni amo. El sello eurocntrico al Estado segn Clastres sera su tendencia al etnocidio y la anulacin total del otro.

  • El poder y Estado14

    Es por ello que es tan relevante cuestionarnos las concepciones clsicas respecto al poder. Si nos cerramos a lecturas del poder que lo enlazan nicamente con su faceta represiva y que lo toma prcticamente como un sinnimo de poder poltico, corremos el riesgo de comprender que el poder se encuentra establecido nicamente en el Estado y si se quiere incluso en la denominada cultura occidental -.

    En tal sentido, se puede caer en el equvoco de focalizarnos nicamente en el Estado, negando el poder y buscando su desaparicin eludiendo el hecho de que, tal como lo seala Toms Ibez, incluso sin estado las relaciones y los dispositivos de poder siguen presentes en la sociedad (Ibez, T. 2007. 46). En efecto, este mismo autor acusa el peligro de la creencia en la supresin del poder, viendo en este el Estado y obviando su existencia en otras modalidades de relaciones sociales (Ibez, T. 98).

    La visin que identifica el poder como sinnimo de Estado, o si se quiere de rela-ciones jerarquizadas, y que por tanto, apela eliminar la modalidad Estado nos puede cegar respecto a otras relaciones de poder que no necesitan del Estado para estar vigentes por ejemplo el patriarcalismo y el machismo, y la consecuente divisin sexual del trabajo -. De este modo, incluso puede terminar por invisibilizar que el poder de tipo coercitivo es decir, acompaado preferentemente por un rgimen de sanciones - es una determinada modalidad de dominacin y que tambin existen, o han existido, relacio-nes de dominacin basadas en otras relaciones de poder (Ibez, T. 99).

    En efecto, Michel Foucault, logr mostrarnos como el poder lejos de ser un fenmeno esttico por el contrario es un proceso que siempre est en constante movimiento. Para ste autor el poder sera una fuerza que ha llegado a trabajar sobre la gente y a travs de ella, en un proceso de disciplinamiento en donde por medio de tecnologas individualizantes y homogeneizantes se crea al individuo y a la poblacin se ejerce el (bio)poder para influir no solo en las mentes de las personas sino tambin en su vida y en su cuerpo. En efecto, para el filsofo francs:

    el poder no es una sustancia. Tampoco es un misterioso atributo cuyo origen habra que explorar. El poder no es ms que un tipo particular de relaciones entre individuos... el rasgo distintivo del poder es que algunos hombres pueden, ms o menos, determinar por completo la conducta de otros hombres... (Foucault, M. 1990. 138)

  • Ediciones Apestosas 15

    Cabra aadir aqu, que el poder, visto de sta forma, sera un tipo especfico de poder, construido a partir de los siglos XVII y XVIII, sera una forma de regulacin social creada por los sectores dominantes de modo de encauzar y disciplinar a las sociedades moder-nas hacia sus intereses y ambiciones. De esta forma, es necesario considerar que otras formas de poder existieron, y pueden existir, y el hacernos cargo de aquello nos permitir afrontar no solo una modalidad particular que toma el poder, sino realizar una crtica y una confrontacin ms profundas a las diversas modalidades que asume la dominacin.

    Si nos quedamos con las definiciones de Colombo y Bertolo, debemos tomar en considera-cin la necesidad de sociabilizar el poder, ya que siendo inherente al ser humano, nuestra meta se volvera que todos/as tuviesen el acceso a ste como forma de armonizarla con nuestra libertad y auto-determinacin. Ello no quiere decir tomar una postura por la toma del poder ni proclamar como eslogan poder libertario o poder popular5 sino que considerar crticamente y en toda su pluralidad las formas que tiene la dominacin para insertarnos determinadas relaciones de poder, y confrontar constructiva-mente aquello creando formas organizativas que den pleno acceso a todos/as en la toma de decisiones, y devolviendo a cada uno la posibilidad de decir lo mejor para s y para quienes lo rodean.

    Si rechazamos o compartimos la idea de poder libertario o poder popular es otro tema, lo importante creemos sera no asumir una postura desde una lectura equivoca. En tal senti-do, nos parece importante asumir una claridad conceptual respecto a poder y dominacin para decidir dentro de un anlisis crtico y constructivo, y no a partir de lecturas dogm-ticas del ideario anarquista que en s sera contradictorio con el ideario crata. Despus de todo, las presentes lneas no son ms que un aporte a la discusin y construccin de la praxis crata y no una carta gantt a seguir.

    Conclusiones

    En sntesis, es necesario tener claridad respecto a lo que est en juego cuando hablamos de poder y dominacin. En el anarquismo no han hecho falta reflexiones respecto dichos 5 Respecto al debate de la relacin anarquismo/poder popular o libertario puede verse: Anarquismo y poder popular. Teora y prctica suramericana. Un gato negro ediciones. Bogota-Manresa, 2011; Por un poder poltico libertario, en Ibez, To-ms. La actualidad del anarquismo. Terramar Ediciones, La Plata y Libros de Anarres, Buenos Aires. (Utopa Libertaria), 2007; Correa, Felipe. Poder, dominacin y autoges-tin. La biblioteca Anarquista. Anti-copyright, 2013; Perspectivas y debates anarquis-tas del poder. Compilacin de Textos. Ediciones Apestosas, 2014.

  • El poder y Estado16

    conceptos, ya que han sido fundamentales en su aguda critica al sistema capitalista. En efecto, la crtica a la dominacin y al poder (sobre) son parte sustanciales de su debate terico/practico.

    Por lo tanto, la problemtica que se genera en la actualidad no es por una falta de reflexin en el pensamiento crata respecto a poder y dominacin. Ms bien, sta se ha generado debido al carcter polismico del trmino poder, que a llevo a un verdadero lenguaje de sordos al no tomarse en consideracin las acepciones de este concepto. Es crucial, a nuestro parecer, definir claramente la diferencia entre un poder hacer potencia-lidad y un poder sobre dominacin, antes de entrar en alguna propuesta poltica. Tener una definicin clara que genera una base semntica comn podra romper en parte el estancamiento en el debate poder/dominacin para entrar a un plano prctico en la lucha emancipadora.

    Una propuesta es comprender el concepto de poder desde una ptica constructivista o positiva, como poder hacer o potencialidad, y dejar la acepcin poder sobre para otro concepto, dgase dominacin como lo plantean autores como Bertolo o Colombo. Si nos afirmamos en esta propuesta se vuelve importante por consiguiente la construccin o el ejercicio colectivo del poder, volverlo una fuerza sociabilizadora que siendo inherente a los hombres y mujeres no debe ser propiedad de nadie. Considerando que para que exista libertad es necesario que existan las condiciones aseguradas de acceso al poder por parte de los sujetos.

    Detentar el poder es ejercerlo, ejercerlo es dominar a aquellos sobre quienes se lo ejerce (Clastres P. 2013. 56)

    Si el poder no es propiedad de alguien, o de un sector de la sociedad, como lo proponen los autores expuestos, ello quiere decir que sta repartido en la sociedad y que su ejercicio depende de todos su componentes. Sin divisiones de clases, sin rganos separados de la sociedad, la sociabilizacin del poder implicara no ser dominacin sino construccin, organizacin y orden de la comunidad para s misma y por si misma.

    En tal sentido, solo nos faltara agregar un comentario final, un punto a desarrollar con posterioridad ya que no es parte del problema tratado en el presente texto. A saber, que el poder entendido como potencia, o poder hacer, necesita resolver sus trminos de fac-tibilidad poltica. En una sociedad como la nuestra, total y global, no deja de ser necesaria

  • Ediciones Apestosas 17

    una cierta divisin del trabajo complejo para la produccin de bienestar social y la consi-guiente creacin de instituciones que se encarguen de la administracin de los recursos pblicos colectivos . Es decir, independiente de que stas instituciones puedan ser sociales y autnomas, es decir controladas colectivamente, democrticas, horizontales, etc. - estas necesariamente presentarn una cierta delegacin de poder nuestro po-der entendido en su fundamento material nuestra voluntad de vivir bien. Este poder, por tanto emerger a partir de la politizacin 1) negando las instituciones democrticas liberales, culpables de la desmovilizacin, ocultamiento del conflicto y despolitizacin de las grandes masas explotadas, y 2) creadoras de un nuevo nomos, y sus instituciones po-pulares que mantendrn el poder en la gente y las asociaciones populares. La factibilidad poltica de esta transformacin y el proceso de politizacin de la sociedad civil debe ser tema a tratar en otro texto posterior.

    Al no ser partidarios de la salida primitivista ni del mito del buen salvaje. Lo que noso-tros proponemos es que si es necesaria la construccin de una suerte de nueva institucionalidad esta debe ser sostenida en una solidaridad tal que permita vivir en relaciones de produccin que no impliquen explotacin. En efecto, habra instituciones dedicadas a oficios distintos pero un modo tal que prime la cooperacin y no la dominacin. Vivir en sociedad ser, en esta lnea, crear instituciones, construir poder (construir instituciones y la capacidad de controlarlas) y tener un horizonte radical que permita no ser cooptado.

    Colectivo La PesteAgosto 2014

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    Referencias bibliogrficas

    Anarquismo y poder popular. Teora y prctica suramericana. Un gato negro edicio-nes. Bogota-Manresa, 2011.

    Bakunin, Mijail. Dios y el estado, EL viejo topo, 2010. Bertolo, Amedeo. Poder, autoridad, dominio: una propuesta de definicin. En: Ferrer,

    Christian. El lenguaje libertario. Antologa del pensamiento anarquista contempor-neo. 1a. ed. Terramar, Utopa libertaria. La Plata, 2005.

    Castoriadis, Cornelius. los dominios del hombre Gedisa, 2010. Colombo, Eduardo. el espacio poltico de la anarqua Nordan comunidad, 2000. Clastres, Pierre. La sociedad contra el Estado. Monte Avila Editores, CA. Barcelona,

    1978. Clastres, Pierre. La cuestin del poder en las sociedades primitivas. Seleccin de

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    Correa, Felipe. Poder, dominacin y autogestin. La biblioteca Anarquista. Anti-co-pyright, 2013.

    Dussel, Enrique. 20 tesis de poltica Siglo XXI editores, 2010. Foucault, Michel. Tecnologas del yo y otros textos afines. Ediciones Paids, Barcelona,

    1990. Ibez, Toms. La actualidad del anarquismo. Terramar Ediciones, La Plata y Libros de

    Anarres, Buenos Aires. (Utopa Libertaria), 2007. Perspectivas y debates anarquistas del poder. Compilacin de Textos. Ediciones Apes-

    tosas, 2014.

  • Ediciones Apestosas 19

    Los mecanismos de poder: bio-poltica y poblacin en el pensamiento de M. Foucault

    Como es sabido los mecanismos de dominacin en la modernidad tarda han sufrido im-portantes cambios en relacin a los inicios de la denominada edad contempornea. Lxs ostentadorxs del poder han perfeccionado el engranaje y la dominacin tiene mecanismos ms sutiles en conjunto a mejores sistemas represivos. En ese terreno, es que han debido surgir nuevos anlisis respecto a los mecanismos de control y es ah donde destaca la figura de Michel Foucault.

    Si bien, Foucault se ha caracterizado por ser un autor un tanto polmico, sus estudios y reflexiones respecto al poder y los mecanismos de dominacin no deberan ser indiferen-tes para nadie. Sus numerosas investigaciones respecto a las instituciones sociales que lo llevo a estudiar la relacin de poder/conocimiento llaman a no dejarlo de lado. Si bien podramos sealar importantes falencias en sus reflexiones (que dgase de pas no pretendo abordarlas en profundidad en este escrito) es de destacar que tambin entrega interesantes luces respecto al funcionamiento de los nuevos engranajes de control utili-zados en la actualidad.

    El presente ensayo se abocar a su anlisis de los mecanismos de poder, en el cual pro-pongo, esboza de forma concreta su propuesta respecto a lo que sera el bio-poder. A su vez, se busc vincular aquello con su concepto de poblacin, considerando que para el au-tor, su utilizacin es clave para entender los cambios en como los aparatos de dominacin identifican a sus objetivos.

    Para aquello, se consideraron los trabajos de Foucault: Tecnologas del Yo y otros textos afines y Vigilar y Castigar, adems del libro Seguridad, territorio, poblacin, curso hecho por ste en el Collge de France, y en donde aborda dicha temtica.

    I.

    Un primer paso para adentrarnos en su pensamiento y abordar los objetivos de las pre-sentes lineas debe ser la definicin bio-poder. Para el filsofo francs, dicho concepto hace referencia a las prcticas que comenzaron a desarrollar los Estados modernos a partir del siglo XVIII, de forma de controlar a la poblacin y someter sus cuerpos. En pala-

  • El poder y Estado20

    bras del Foucault (2006), bio-poder es:

    el conjunto de mecanismos por medio de los cuales aquello que, en la especie humana, cons-tituye sus rasgos biolgicos fundamentales podr ser parte de una poltica, una estrategia poltica, una estrategia general del poder; en otras palabras, cmo, a partir del siglo XVIII, la sociedad, las sociedades occidentales modernas, tomaron en cuenta el hecho biolgico fundamental de que el hombre constituye una especie humana (p. 15).

    Desde una ptica negativa de poder, Foucault seala que la clave poltica de las socieda-des occidentales modernas es prestar atencin a la vida -al hecho biolgico- siendo su objetivo preservarla. En tal sentido, se configura la idea de una bio-poltica, que tendra la caracterstica de ocuparse por regular a una masa - por medio del bio-poder - buscando impactar el poder del soberano el poder poltico sobre todos los aspectos de la vida de una poblacin.

    Este hecho no sera fortuito, los cambios en los mecanismos de poder, producidos en los sXVII y sXVII, tendran como razn la transformacin de la poltica en economa-poltica. El inters por la preservacin de la vida el hacer vivir , en el pensamiento de Foucault, tiene un trasfondo econmico, debido a que las epidemias pasaran a ser consideradas ya no nicamente como causas frecuentes de deceso sino como factores que habran disminuido las fuerzas y energas de lxs trabajadorxs, y por tanto, reducido su tiempo de trabajo. Las nuevas tecnologas, por tanto, se abocaron en nuevos objetos de saber y control natalidad, mortalidad y longevidad , reemplazando a las epidemias, a partir de fines del sXVIII, por las endemias.

    Como se dijo, los nuevos requerimientos para que se ejerza la dominacin, las nuevas necesidades del poder tendrn como resultado la transformacin, o mejor dicho, el surgi-miento de mecanismos de poder nuevos, que forjaron la idea de poblacin. Este trmino co-mienza as a referirse al nuevo objeto de la poltica, que reconfigurada como bio-poltica, empieza a aproximarse a nuevas formas de control y sometimiento de los individuos.

    Para comprender de mejor forma la concepcin de poblacin y comprender con ello el im-portante cambio en las lgicas detrs de la dominacin, es necesario considerar que para Foucault han existido tres modalidades, con caractersticas diferentes, para comprender lo que l denomina como mecanismos de poder:

  • Ediciones Apestosas 21

    En primer trmino, los mecanismos juridico-legales (castigo), es decir, la sancin de una ley y la fijacin del castigo para quien la infrinja, lo que crea una barrera entre lo permitido y lo vedado (Foucault, 2006. p. 20) . De este modo, el castigo debe tener como objetivo las consecuencias del delito, entendidas como la serie de desrdenes que es capaz de iniciar (Foucault, 1994. p. 97), apelando a castigar en proporcin al dao causado por la violacin del pacto social. En segundo lugar, los mecanismos disciplinarios, los cuales encuadran la ley por medio de la vigilancia y la correccin. Mecanismos concentrados en el culpable, que vigilan y diagnostican al individuo y intentando transformarlo. Y en tercer trmino, surgen los dispositivos de seguridad, que insertan el robo como un aconteci-miento de probabilidades, que posibilita generar un clculo de costos. Esto permitira a su vez, la superar la lgica binaria permitido/vedado, para establecer una media ptima e introducir un lmite de lo aceptable que no debe ser superado (2006. p. 21).

    Sin embargo, para Foucault (2006), el predominio de los dispositivos de seguridad, no ven-dran a reemplazar a los anteriores mecanismos de poder, sino que los complementar, existiendo una interrelacin con ellos, generndose solo la complejizacin de estos:

    No tenemos mecanismos de seguridad que tomen el lugar de los mecanismos disciplina-rios, que a su vez hayan tomado el lugar de los mecanismos jurdico legales. De hecho, hay una serie de edificios complejos en los cuales el cambio afectar, desde luego, las tcnicas mismas que van a perfeccionarse o en todo caso a complicarse, pero lo que va a cambiar es sobre todo la dominante, o ms exactamente, el sistema de correlacin entre los mecanismos jurdico legales, los mecanismos disciplinarios y los mecanismos de seguridad (p. 23).

    En otras palabras, nos plantea que la economa de poder pudo concentrarse en un tipo de mecanismo ms que en otro, pero no deja de ninguna forma de lado a los otros. Producin-dose una definicin poco clara de lmites claros entre un mecanismo u otro, gracias a su multiplicidad y diversas formas para correlacionarse y entrecruzarse.

    Para explicar mejor este punto hay que considerar que Foucault sugiri que en el siglo XIX la tecnologa de disciplinamiento se acompa y ayudo por una tecnologa de regulacin y aseguracin, que a diferencia de la primera dedicada a un adiestramiento individual mediante un trabajo sobre el cuerpo , empieza a ocuparse por medio de mecanismos globales de obtener estados totales de regularidad equilibrio que permitan ejercer un mejor control.

  • El poder y Estado22

    Lo que transforma en relevante este cambio es que mientras el mecanismo disciplinario se ocupa primordialmente de individualizar, como mtodo para ejercer poder sobre el cuerpo, los dispositivos de seguridad comienzan a dirigirse al grupo, a la masa. Esta nueva tcnica ya no se abocar al hombre-cuerpo, sino que al hombre-especie, homogeneizando a los individuos en un sujeto colectivo proclive a ser introducido en ciertos mrgenes.

    En efecto, para Foucault (2006) la disciplina, desde luego, analiza, descompone a los individuos, los lugares, los tiempos, los gestos, los actos, las operaciones. Los descompone en elementos que son suficientes para percibirlos, por un lado, y modificarlos, por otro (p.75). Se trata por tanto, de individualizar y estudiar al sujeto con el fin de corregir su actuar atacando hasta en su cuerpo para ajustarlo a la ley. Mientras que por su parte, los dispositivos de seguridad son un poder que generan una totalizacin diferente a la antigua soberana del prncipe:

    en vez de afectar a los individuos como un conjunto de sujetos de derecho capaces de accio-nes voluntarias as suceda con la soberana -, en vez de afectarlos como una multiplicidad de organismos, de cuerpos susceptibles de prestaciones, y de prestaciones exigidas como en la disciplina, se tratar de afectar, precisamente, a una poblacin. Me refiero a una multipli-cidad de individuos que estn y slo existen profunda, esencial, biolgicamente ligados a la materialidad dentro de la cual existen (pp. 41-42).

    En sus palabras es posible notar como el individuo o mejor dicho los individuos se ven homogeneizados, volvindose masa, y se catalogan como poblacin debido a que los dispositivos de seguridad no tendrn como fin cambiar su actuar de forma individual sino colectivamente. Aqu, la totalizacin de los componentes no significar negar su in-dividualidad, esa es tarea de los mecanismos de disciplinarios, sino de ejercer una forma diferente de control sobre las personas, buscando su encauzamiento colec-tivo. En ello Foucault es explicito, la soberana se remite a un territorio, la disciplina al cuerpo del individuo y la seguridad, por ltimo, a una masa, dgase a una poblacin (p. 27).

    Este cambio en los mecanismos de poder puede entenderse tambin como parte del pro-ceso de urbanizacin y expansin demogrfica que sufrirn, principalmente, las ciudades occidentales en el siglo XX y principios del sXX. En efecto, la totalizacin realizada por los dispositivos de seguridad puede explicarse por la transformacin de las ciudades en metrpolis que terminaron por volver a sus habitantes en seres annimos difciles de ser identificados por los mecanismos de poder. En tal sentido, si bien no se renuncia a individua-lizar a la poblacin se crean nuevos mtodos de identificacin , el poder apelar a influir

  • Ediciones Apestosas 23

    en el colectivo para manejar la circulacin e intercambio dentro de la ciudad generando evaluaciones probabilsticas con mapeos del territorio y la poblacin. Este punto se desa-rrollar con mayor profundidad ms adelante.

    II.

    Llegado a este punto, es posible inferir como en Foucault existira una relacin inheren-te entre vida, poblacin y gobierno, que tendr como factor trascendental al con-texto histrico para la comprensin de la relacin vida/poltica. De hecho, en su visin podemos ver como la estructuracin del actual modelo de dominacin y el consiguiente predominio de los dispositivos de seguridad tiene su explicacin histrica incluso en los cimientos del pensamiento contemporneo.

    En esta lnea, es en Tecnologas del yo y otros textos afines, en donde Foucault (1990) desa-rroll un anlisis en el cual determina la existencia de dos corrientes de poder, que han co-existido. Por un lado, un poder centralizado(r), que tendra como su forma poltica al Estado. Y por otro, un poder pastoral, que detenta tcnicas de poder orientadas al individuo, para gobernarlo de forma continua y permanentemente (p. 98).

    Para clarificar esto nos detendremos en la descripcin y comparacin hecha por el filso-fo francs, del poder pastoral y su diferencia con el pensamiento poltico griego, debido a que es en esta comparacin en donde pareciera reflejarse con claridad las caractersticas asumidas por el pensamiento poltico contemporneo en su visin.

    Una primera diferencia que identifico entre la antigua Grecia y el pensamiento judeocris-tiano es la relacin con la tierra. Por una parte, los dioses griegos posean la tierra y es esta posesin original la que habra determinado las relaciones entre los hombres y los dioses. Mientras que el pastor sera alguien que ms bien ejerce el poder sobre un rebao, y no sobre una tierra, siendo esta relacin crucial en el cristianismo (p. 100). En segundo lugar, observa que el papel del lder en ambos pensamientos difiere. En efecto, para lxs griegos un buen legislador no solo era capaz de resolver los conflictos sino tambin desapareca dejando tras de s una ciudad fuertemente dotada de leyes, lo que posibilitaba romper la dependencia con l. En contraste, el pastor cumple un papel de mucha ms trascendencia al ser l quien rene a los individuos dispersos, es decir, sin l el rebao desaparece no existe. En tercer lugar, el filsofo francs remarco como a pesar de que en ambos pensamientos se da un papel de salvadores a sus lderes en el cristianismo

  • El poder y Estado24

    ste rol tomo una faceta nueva. Nos dice, en tal sentido: Al dios griego se le peda una tierra fecunda y cosechas abundantes. Pero no se le exiga mantener a un rebao da a da, en tanto que el pastor debe no solo salvar a todos sino que a todos juntos al surgir un peligro. El pastor porta una bondad, constante e individualizada, e incluso propone un fin a su rebao (p. 101). Y en ltimo lugar, si bien el ejercicio del poder era un deber en ambos casos, en el caso del griego su sacrificio se vea compensado por la inmortalidad, mientras que para el pastor su bondad es abnegacin, ya que sus acciones son nicamente en favor del bien del rebao (p. 102).

    Para Foucault, en tal sentido, las diferencias sustanciales entre el poder pastoral, y la forma de poder griego, consistiran en la individualizacin totalizadora que genera el primer tipo de poder. Ello debido a que, la tarea del pastor, si bien es ocuparse de todas las necesidades de sus ovejas y encarrilarlas por el buen camino, para realizar dicha accin es necesario que sepa todas las necesidades de stas, cuidndolas, agrupndolas y organizndolas de la mejor forma posible. De modo tal, que el desarrollo de la tecnologa pastoral en la gestin de la humanidad hace un cambio profundo en las estructuras de la sociedad antigua, y a su juicio, podra explicar el expansionismo y belicismo de las socie-dades europeas modernas (p. 104) (1).

    De esta forma, existe una distincin clara entre el poder poltico de los antiguos, y el poder poltico cristiano, el poder pastoral. En esa lnea, Foucault (1990) plantear que para los antiguos:

    el arte real de gobernar consista en reunir a los seres vivos en una comunidad que reposara sobre la concordia y la amistad, y en tejer as el ms maravilloso de todos los tejidos. Toda la poblacin, esclavos y hombres libres envueltos en sus pliegues (p. 109).

    Para l, el poder poltico en la antigedad no reposaba en pastores, sino que la tarea del lder solo consista en asegurar la unidad de la ciudad, generar relaciones, pero no salva-guardar a los individuos agrupados en sta. As, en la antigua Grecia el problema poltico es el de la relacin entre lo uno y la multitud en el marco de la ciudad y de sus ciudadanos (p. 110). Por el contrario, en las sociedades modernas la figura del lder/pastor asume mayores atribuciones siendo una relacin comando/obediencia.

    Al volverse una obligacin ocuparse del bienestar del rebao el pastor asume una postu-

  • Ediciones Apestosas 25

    ra de viga que busca ver todo. Se desprende, por tanto, que el poder pastoral conlleva una obediencia total hacia el lder/pastor, a la vez que una dependencia total al mismo, generndose una tecnologa totalizadora pero que individualiza a su vez. La necesidad de salvaguardar al individuo y al colectivo conjuntamente llevar a un plano de la dominacin diferente que habra llevado, a juicio de Foucault, a los mecanismos de poder a ocuparse de los individuos de mltiples formas, con cruces y correlaciones diversas.

    Lo anterior, por supuesto tiene directa relacin con las lgicas y usos del aparato de dominacin por excelencia: el Estado. Foucault, no duda en establecer en Tecnologas de Yo, como el poder individualizador de forma pastoral impacta en las racionalidades surgidas en el ejercicio de poder del Estado.

    Sin buscar explicar la conformacin histrica del Estado, el filsofo francs, se adentra en las racionalidades del Estado como forma de comprender su ejercicio de poder. En tal sentido, seala dos de sus lgicas. La primera, la razn de Estado sera un tipo de arte o conocimiento que tiene como objetivo empoderarse a s mismo, ya que la finalidad de semejante arte de gobernar consiste precisamente en no reforzar el poder que un prncipe puede ejercer sobre su dominio sino que reforzar el poder del Estado (p. 125). Por tanto, era una lgica ocupada de las potencialidades del Estado, con el fin de definir su diferencia con el poder divino, la familia o la comunidad en los siglos XVI y XVII. La segunda, la teora de la polica surge como producto de una mayor circulacin de personas, gracias al enorme crecimiento demogrfico experimentado por las ciudades en la modernidad y llevara a que se vuelvan necesarios nuevos mecanismos de poder. En dicha lnea, la polica empieza a definir el lugar y objetivos de intervencin del Estado. Por lo que, toma como objeto al ser humano y su idea se vuelve mantenerlo vivo, y no solo ello sino que ste viva de la mejor forma posible. Se comienza, as a realizar un control de la comunicacin, es decir, de las actividades comunes de los individuos (trabajo, produccin, intercambio, comodidades) acrecentando con ello el poder del Estado (p. 131), volvindose la cultura tambin objeto de la polica.

    Foucault, por consiguiente, nota la historicidad del pensamiento de dominacin e intenta reconstruir sus continuidades y discontinuidades. Define que poder no sera ms que un tipo de relacin entre individuos relaciones especficas no determinadas por el inter-cambio, la produccin y la comunicacin. Una relacin que hace que algunos hombres puedan, en mayor o menor medida, determinar por completo la conducta de otros

  • El poder y Estado26

    hombres. Postulando de esta manera que en las relaciones entre humanos existiran in-numerables factores que determinan al poder. Sugiriendo la existencia de una raciona-lidad una cierta forma de racionalidad diferente a la econmica, productiva o al pensamiento cientfico, en el gobierno del hombre por el hombre (p. 139).

    De acuerdo a lo expuesto, notamos como para Foucault el poder lejos de ser un fe-nmeno esttico por el contrario es un proceso que siempre est en constante movimiento. El poder lejos de ser un simple ejercicio de fuerzas, en su pensa-miento, se presenta como una forma de racionalidad con lgicas y usos propios. Una racionalidad que sera capaz en la actualidad de volcarse a modificar no solo el comportamiento de los individuos sino que tambin sus mentes y cuerpos para sus propios fines. Por ello, genera sus propias categorizaciones, y sus mecanismos forjaran su objeto en base a ello.

    En tal sentido, podemos notar como Foucault termina sealando como el poder con su nuevo enfoque bio-politico comienza a cambiar el antiguo equilibrio publico/privado al invadir espacio que hasta antes de la irrupcin de los dispositivos de seguridad eran en-tendidos como parte de la incumbencia privada. Es decir, como el poder avanza del simple castigo para influir en los individuos a buscar cambiar y/o regular los comportamientos de las personas.

    III.

    Para ir concluyendo, el surgimiento de esta forma de poder, dgase el bio-poder, es lo a juicio de Foucault fue creando a la poblacin, transformando al individuo jurdico en un dato dentro de una masa de individuos (2). Es precisamente esta nueva forma de raciona-lidad del poder, que fue individualizando a la masa para determinar sus caractersticas, la que termina por producir una concepcin totalizadora. El dispositivo de seguridad la variedad de mecanismos de poder que actan sobre el individuo/especie surge por tanto del cruce de un poder individualizador pastoral con el poder totalizador del Estado. Y no funcionar solo sino que se apoyar e incluso multiplicar los mecanismos de disciplina-miento y castigo. En palabras de Foucault (1996):

    decir que el poder se apoder de la vida, o por lo menos, que durante el siglo XIX tomo a su cargo la vida, equivale a decir que lleg a ocupar toda la superficie que se extiende de lo orgnico a lo biolgico, del cuerpo a la poblacin, a travs del doble juego de las tecnologas

  • Ediciones Apestosas 27

    de la disciplina y de las tecnologas de la regulacin (p. 204).

    De acuerdo a lo anterior, notamos como es el desarrollo de nuevas tecnologas de poder, las que forjan mecanismos que buscan influir, dominar y controlar al individuo en todas las facetas posible. Y Precisamente en el concepto de poblacin, donde Foucault vio como los se estructuro su objeto y muestra sus ambiciones y lgicas tras de s. Con este trmino, la racionalidad del poder comenzara a agrupar a una variopinta multiplicidad de individuos para clasificarlos por sus lazos biolgicos y espacios en comn, perfeccionado sus meca-nismos y llevando sus sueos de control a nuevos niveles.

    Si bien, es fcil no verse atrado por un anlisis a primera vista exhaustivo respecto a las lgicas de la dominacin, no hay que obviar las posibles deficiencias en la propuesta terica de Foucault. Aunque, como se indic en un principio, estas lneas estn lejos de haber pretendido articular una crtica a los planteamientos de ste autor, no deja de ser importante mencionar ciertos puntos a considerar al aproximarse a su trabajo. En primer trmino, no se debe eludir su marcado sello euro-cntrico y pasar por alto que su anlisis es realizado principalmente respeto a los mecanismos de poder generados en Europa, y las racionalidades propias de las potencias europeas, que sin dejar sumamente relevantes en nuestro quehacer revolucionario, nos dejan tarea terica abierta para nuestras pro-pias sociedades. En segundo lugar, su propuesta al desmarcarse en parte de los aparatos opresivos, al poner al poder en un plano cotidiano influyendo en nuestras mentes y colocando prcticas normales puede llevar a entender, en trminos de praxis poltica, que al poder se le debe combatir en nuestro propio cuerpo, de modo individual, perdindo-se de vista con ello la lucha con lxs de arriba (3). Por ltimo, no se debe olvidar que su anlisis est dotado de una importante falta de empirismo al centrarse ms en elementos de reflexin filosfica que de estudios cientfico/prcticos. Para ser justos, y concluyendo, Foucault debe ser entendido con sus aciertos y limites, viendo su trabajo como una pro-puesta interesante para comprender las lgicas y racionalidades tras la dominacin pero que debe pasar por un filtro prctico para ser utilizada en nuestros contextos y realidades.

    Van PilsenJunio, 2014

  • El poder y Estado28

    Notas

    1. En tal sentido, Foucault (1990) sealar como una peculiaridad del pensamiento judeo-cristiano occidental el desarrollar una extraa tecnologa de poder cuyo objeto era la inmensa mayora de los hombres agrupados en un rebao con un puado de factores. (1990, p. 104)

    2. Foucault (2006) dir: La poblacin es un dato dependiente de toda una serie de variables que le impiden, entonces, ser transparente a la accin del soberano, o hacen que la relacin entre una y otro no pueda ser del mero orden de la obediencia o el rechazo de la obediencia, la obediencia o la revuelta (p. 94)

    3. Este punto y otros pueden verse una crtica desde una perspectiva libertaria en Vuelta al poder segn Michel Foucault de Philippe Pelletier publicado en el peridico Tierra y Libertad, Madrid. Mayo 2014.

    Bibliografa

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    1978). Fondo de Cultura Econmica, 2006. Foucault, Michel. Tecnologas del yo y otros textos afines. Ediciones Paids, Barcelona,

    1990. Foucault, Michel. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisin. Siglo veintiuno, Espaa,

    1994. Pelletier, Philippe. Vuelta al poder segn Michel Foucault. Peridico Tierra y Libertad.

    Madrid, mayo 2014.

  • Ediciones Apestosas 29

    Para comprender la razn del Estado Moderno: el totalitarismo del Estado y del Capital

    El siguiente texto tiene como objetivo problematizar la razn que hay detrs de la figura histrica del Estado moderno, y la centralidad que esta figura ha tenido para el pensa-miento socialista y revolucionario de los ltimos siglos. A saber, se intentara comprender al estado como una figura poltica, que en sociedades complejas como en la que vivimos actualmente, va mucho ms all de un aparato burocrtico militar, extendiendo su fun-cionalidad e influencia a todas las instituciones encargadas (como muchas de la sociedad civil) de la reproduccin de la hegemona y la estructura de dominacin. Es este ejercicio lo que nos permitir visualizar con mayor claridad las tramas de dominacin que con el paso de los aos, mediante un proceso material e intersubjetivo de imposicin, se han ido densificando y cristalizando en nuestras conciencias (mediante una relacin de alienacin con la institucin) procurando que la imaginacin radical y creadora de lo social histrico quede relegada a un plano no consciente, a tal punto que se vuelve imposible pensar una existencia social sin el estado y las instituciones de la sociedad civil asociadas a l y su proyecto burgus.

    Nuestra tesis, que es afirmada desde perspectivas distintas, claro est, y por pensadores tan diversos como Carl Schmitt, Mijail Bakunin, Cornelius Castoriadis, o Anbal Quijano, es: primero, que el estado es una agente totalitario cuya naturaleza extractora y alienante, es imponerse por sobre la sociedad, a la vez que situarse inalcanzable y por fuera del control de cualquier fuerza poltica que se situ por fuera del campo poltico legitimo impuesto por el sistema mundo capital, el Estado y sus fuerzas polticas aliadas.En este sentido, bajo la dominacin del estado, ocurrir siempre lo que Dussel denomina la entropa de las instituciones en el tiempo, o el fetiche dominador.

    Esto deriva inevitablemente[1] en la generacin de un control y cooptacin total de las ca-pacidades auto-administrativas del pueblo, y/o el poder popular de las gentes, entendido como potestas o como hiperpotentia creadora. En efecto, esto degenera en una condicin inevitable de alienacin del pueblo respecto de las instituciones que gobiernan su vida, y finalmente su voluntad de vivir. Y, segundo, que cualquier idea socialista que promulgue la justicia econmica, la libertad y autogestin de nuestras vidas siempre reconociendo nuestras ms profundas determinaciones- y por lo tanto, que est en contra del control privado y totalitario de la produccin, distribucin y consumo, de recursos bienes y ser-

  • El poder y Estado30

    vicios, -producidos por toda la sociedad-, debe tener claro cul es el fundamento de esta nefasta creacin social histrica, y en este sentido, intentar ir lo ms all posible del control autoritario y burocrtico de nuestras vidas realizadas por el estado y las institu-ciones de la sociedad civil que siendo abiertamente conservadoras y/o reaccionarias, se legitiman y amparan bajo su resguardo. Sin embargo, reconocemos que el estado es una figura poltica que no es posible actualmente dejar de considerar en el diseo de nuestras estrategias polticas antagnicas.

    I. Fundamentos del contrato. El Estado como totalidad

    El estado nacin es una figura poltica que emerge desde procesos concretos asociados a la transformacin de la macro organizacin econmica a nivel europeo y despus mundial, y tambin asociado a transformaciones a nivel de la institucionalidad, como res-puesta a los regmenes absolutistas y la guerra que regan en gran parte de Europa. La idea que hay detrs segn Maquiavelo y Carl Schmitt es un proceso defensivo, de reorde-namiento y de renuncia a la autodefensa por parte de los individuos. Asociado a esto, es importante tambin el proceso de conformacin de una identidad nica, lo que nos habla de un proceso crecientemente totalizante y diferenciador, en algunos casos de explicita negacin, del otro. Autores realistas nos hablan de que efectivamente lo que hay detrs de este proceso es una negacin del otro.

    Los clsicos contractualitas hablan de un estado de naturaleza que, entendindolo de manera muy distinta, por ejemplo, Hobbes y Locke, lo que permite es el despliegue de una institucionalidad fuerte, dominante y legitima, que deviene a su vez de una necesidad imperiosa por parte de los individuos, de ser protegidos y salvaguardados por un dios en la tierra que viene a combatir la corrupcin moral, a ocuparse de los asuntos administra-tivos de la propiedad pblica y a proteger a la propiedad privada[2].

    El Estado viene proteger a los hombres y mujeres de la guerra inminente que se vivira fuera de las instituciones y su potestad. El Estado implica la cesin total de nuestro poder, entendido como Potentia y por lo tanto de la posibilidad real de ejercer autodefensa y autogestin de toda la produccin social. La soberana, sin embargo, en un nivel mtico e ideal, radicara finalmente en pueblo, como lo planteaba Rousseau.

    Sin embargo, autores como Carl Schmitt, nos ayudan a comprender de forma realista cual es el fundamento que hay detrs del estado y finalmente en donde reside realmente la

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    soberana cuando el poltico legitimo es controlado por la figura Estado. Segn este autor, el estado de derecho no es realmente como lo conciben idealmente los liberales y los antiguos contractualistas. Al contrario, la igualdad ante la ley y el imperio de la ley objetiva y neutral, no sera ms que un mito que recubre de legitimidad a la poltica hermtica y por lo tanto, a la negacin de la soberana popular. Es la idea del conflicto y la dominacin (creada por la guerra y la usurpacin) por parte de una elite poderosa, lo que hay detrs de la constitucin de un orden y una ideologa estatal, por lo tanto, es este carcter ago-nstico, siguiendo a Arendt, lo que est detrs de la poltica. La soberana en este sentido radica, acuando nuevamente a Arendt, en la soledad del gobernante y su camarilla. O lo que nosotros entendemos aqu, como totalitarismo.

    Este proceso de institucionalizacin e institucin de un nuevo orden, inspirado en ideas propias de la ilustracin y del iluminismo, es parte tambin de un proceso de mayor alcan-ce. Este proceso enmarcado en la idea histrica y humana de progreso, es impulsado por el uso de la razn y, por lo tanto, del ejercicio efectivo de una nueva racionalidad que tiene como objetivo romper las cadenas del hombre y su relacin con el oscurantismo. Lo social histrico en este sentido estara muy relacionado en un principio a la imagen orgnica. As, lo social est asociado a la idea de una racionalidad que consiste en la congruencia de los elementos de una totalidad, regidos todos bajo una misma lgica o identidad. En efec-to, una sociedad ser ms racional, mientras este concebida bajo esta idea de totalidad. Para autores como Saint Simn, esta sociedad sistemticamente planificada y debe estar mediado por la intencionalidad y misin orgnica de un macro-sujeto histrico, es decir, los productores.

    Este proceso necesario para la iluminacin y el progreso, devena a su vez de la capacidad que otorgo la misma racionalidad, para conocer nuestras propias determinaciones, y el plano de lo no consciente. Esto llevara finalmente a la consolidacin en lo factible de un proceso de liberacin y de generacin de autonoma real de los hombres. Lo que haba detrs era la conciencia de que la sociedad y la idea de libertad es auto creacin:

    La sociedad es auto creacin, su institucin es auto institucin hasta ahora auto ocultada. Esta auto ocultacin es precisamente la caracterstica fundamental de la heteronoma de las sociedades. En las sociedades heternomas, es decir, la inmensa mayora que existieron hasta ahora -esto es, casi todas,- encontramos (institucionalmente establecida y sancionada) la representacin de una fuente de institucin de la sociedad que esta fuera de la sociedad: los dioses, dios, los antepasados, las leyes de la naturaleza, las leyes de la razn, las leyes de

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    la historia. En otras palabras, encontramos la representacin impuesta a los individuos de que la institucin de la sociedad no depende de ellos, de que los individuos no pueden establecer ellos mismos su ley -pues esto es lo que quiere decir autonoma- , sino que la ley est ya dada por algn otro o alguna otra entidad. Hay pues una auto ocultacin de la auto institucin de la sociedad y esto forma parte de la heteronoma de la sociedad. (Catoriadis, C. 2005, P: 138)

    Es esta auto ocultacin, en palabras de Castoriadis, lo que deberamos ir continuamente descubriendo para hacer de nuestra sociedad una sociedad histrica cada vez ms aut-noma y ms libre. Sin embargo, el proceso de racionalizacin se vio tambin influido en gran medida por las ideas cristianas, liberales y burguesas. Esto se vio figurado en un acoplamiento entre ideas liberales y cristianas; y la fetichizacin de la idea de la raciona-lidad instrumental y el reino del hecho como lo describan algunos crticos de Frankfurt. En efecto, las ideas crticas y radicales tambin se vieron infectadas de la idea dominante en la que se transform el positivismo.

    En este sentido, el progreso histrico del hombre basado en uso de la racionalidad, se vio desfigurado y hegemonizado por una idea de racionalidad que devena de intereses de clases particulares, por ejemplo, de los nobles asociados a estados fuertes (por ejemplo el francs) y las clases burguesas asociadas a institucionalidades ms dbiles en trminos de un control sobre el mercado (idea anglo sajona). Y por otro lado, la influencia ideolgica que ejerci la iglesia y el papado. La racionalidad liberadora y progresista que tena como horizonte el ideal de la ilustracin se vio mutada en racionalismo instrumental, bajo la razn burguesa que un primer momento fue crtica- [3]

    Para la razn burguesa la idea de totalidad sacaba varios resquemores, aunque autores como Locke que promulgaba la creacin de una Estado de derecho que salvaguardara la esfera de lo privado, despertaba simpata entre muchos de ellos. El liberalismo promulga-ba el derecho a la propiedad privada, promova la divisin de poderes y en cierto sentido, la autonoma relativa de las esferas. A su vez era partidario de controles y equilibrios que evitaran la tirana de la mayora e integran una nocin negativa de la libertad. Propia tambin de las ideas cristianas.

    La libertad en principio obtenida con el nacimiento, a contra parte de la exposicin y el despliegue de las relaciones y el sentido en una esfera pblica, deba ser controlada por la institucionalidad. E incluso negada para ciertos sectores o grupos despticos, por ejemplo. La libertad es algo innato a los hombres, idealizado en el principio cristiano del libre albe-

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    drio y de la compasin, desarrollada en ausencia de los otros, y que debe ser controlada por la legalidad. Es finalmente en la esfera de lo privado en donde se puede desplegar y desarrollar la libertad del hombre. El otro, y la necesidad de regulacin de las relaciones y necesidades, bajo una ptica subjetiva burguesa, deben ser obviados y no considerados en la perspectiva del desarrollo de la autonoma y de la libertad.

    El tomar en consideracin al hermano no significa depender de su juicio. Todo lo contrario, la libertad cristiana es la libertad frente a todas las convenciones humanas y frente a todas las normas de valor

    En esto radica una de las contradicciones ms importantes, para efectos de esta expli-cacin, de la subjetividad y racionalidad burguesa. Es decir, que el pensamiento liberal es atomstico en el discurso, y totalista en la prctica, ya que nunca han podido prescindir de la figura de un macro-sujeto totalizante como lo es el estado- nacin. En palabras de Anbal Quijano, para el liberalismo:

    La sociedad es percibida as no como una relacin entre las partes y una totalidad y entre las partes dentro de un todo, sino entre privados originalmente atomizados y dispersos que desde s y ante s establecen y rigen sus relaciones, o no. Toda idea o perspectiva de la socie-dad como una totalidad tiene que ser percibida, desde ese punto de vista, como una amenaza contra el privilegio de lo privado () En efecto, lo que en un plano se atribuye al mercado y a la mano invisible, rechazando la injerencia de todo poder regulador (globalizante), en el plano del Estado implica la necesidad de orden v de autoridad central, inclusive de la razn de Estado para la defensa global del orden social de tal modo admitido, tcitamente, como orden global (Quijano, A. 2014)

    II) El pensamiento crtico socialista y el Estado

    Antes de seguir es necesario recordar que este anlisis intenta dar cuenta de un proce-so ms macro y no de las relaciones especficas y constitutivas que tiene cada pensa-miento y autor con ciertas influencias ideolgicas y contextos histricos concretos sobre su praxis. Asimismo creemos que este ejercicio es muy necesario, pero dado el espacio y la intencionalidad original del texto no podr ser tratado con mayor especificidad.

    Continuando. El pensamiento crtico tampoco ha podido prescindir de la figura del estado totalitario. Esto se ha vinculado principalmente a la hegemona que provoco en las ideas

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    socialistas, la idea totalizante -y no dialctica- de un racionalismo instrumental sobre las relaciones sociales y de liberacin y la dinmica de expansin de influencia del sistema mundo capitalista. Es esto, lo que provoca la infeccin de positivismo en las ideas socia-listas y radicales.

    En este sentido, se hace necesario mencionar tambin que la conformacin y acoplamiento de la idea del estado a la totalidad que es el mercado y su idea de valor, es un proceso material y en ese sentido, tambin intersubjetivo. Este proceso de acoplamiento entre estado y sistema mundo capital, es posible rastrearlo desde el principio de la expansin de la economa mundo que autores como Wallerstein visualizan en el siglo XVI. La totalidad en efecto, desde esta lectura, es el capitalismo. Y el estado (adherido obgligatoriamente a un sistema interestatal) es una expresin de la necesidad legal de los grandes productores y corporaciones multinacionales para controlar la injerencia de ciertas fuerzas sobre el flujo normal del mercado, y/o el proceso de acumulacin. Lo que ilustra esto es que en realidad la soberana popular que quiere tener o representar el estado no es tal, consi-derando la existencia siempre en expansin de la totalidad capitalista y el conflicto que hay detrs de estas relaciones de produccin entre clases, y/ o productores y znganos explotadores.

    La conformacin de un orden global viene a su vez asociado a la creacin de un marco mental para todos los habitantes, de tal modo que se vuelva impensable, salvo en intensos desgarramientos y desarraigos, la existencia social y la libertad, sin el estado y sin el capitalismo. Es por esto es que podemos afirmar que el estado nacin y su espacio de dominacin se producen recprocamente, bajo una ptica no dialctica, de ocultamiento del conflicto y de dominio total. Esto implica el dominio y control total del estado por parte de una elite dominante y la aceptacin de los sbditos.

    Por otro lado, en un sentido funcional, el acoplamiento estructural de esta macro institu-cin con la idea total del mercado, y su idea del valor, se volvi totalmente necesaria. Pese a la importancia del estado en cuanto a su campo de accin, a la cantidad y densidad de sus funciones y que el nmero y carcter de sus aparatos ha aumentado en los ltimos tiempos como resultado del propio desarrollo del capital, no hay que olvidar que ello no constituye algo esencialmente nuevo. Indica el mantenimiento de un rasgo siempre pre-sente en el modo de produccin capitalista a lo largo de su existencia. La totalidad del mer-cado se hizo con el uso de una institucionalidad poltica ad hoc. Es decir, gracias al estado, principalmente en su forma de estado de excepcin y organizaciones interestatales que

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    controlen, a su vez, la injerencia del estado en el mercado y el proceso de acumulacin.

    Esta derivacin en sumisin por parte de la institucionalidad poltica moderna, deviene de la imposicin histrica de una racionalidad determinada, la burguesa, principalmente de influencia anglosajona -y hoy, norteamericana- en los procesos modernos de conforma-cin de una institucionalidad poltica de orientacin y fines emancipadores. La racionalidad burguesa anglo sajona ha sido descrita por muchos otros autores como una racionalidad instrumental y ligada a la desvalorizacin de una moral emancipadora. En efecto, des-de Horkheimer se hace ms claro que lo propio de la modernidad hegemonizada por las burguesas anglo sajona, y posteriormente por la norteamericana, es una racionalidad instrumental en donde lo racional es lo til. Este proceso se hace extensivo, y dominante haca amrica latina en un proceso largo de ms de 500 aos compuesto por dos partes: 1) el que se consolida a partir del triunfo y conquista de la hegemona en el poder del capi-tal y de las relaciones de poder presentes en el sistema mundo, por parte de la burguesa anglosajona en los siglos XVIII y XIX, en donde lo que Quijano denomina razn histrica y liberadora de la primera modernidad, se ve vapuleada y casi totalmente derrotada por los avances del sistema capitalista y sus demandas agro extractivas sobre Latinoamrica. 2) Y posteriormente, bajo el dominio de la pax americana, posteriori a la primera y se-gunda guerra mundial, en donde la hegemona fue trasladada a Norteamrica, desde donde se ejerci una presin autoritaria para la modernizacin y la guerra sanguinaria contra la racionalidad liberadora que orientaba a varias fuerzas polticas que dirigan procesos contra hegemnicos de creciente influencia. Es a partir de aqu que tambin se genera el mito quimrico de la modernidad sin revolucin (Quijano, A. 2014) y necesariamente impregnada de los valores difundidos desde la Europa anglo y Norteamrica dominantes. Todo este proceso sin duda tambin influye en la construccin de la idea socialista para la construccin del poder necesario para la transformacin de la sociedad.

    Es, en efecto, la hegemona y derivadamente, la trama de significados y proyecciones que impone esta racionalidad, lo que permite el acoplamiento perfecto entre el Estado y el capitalismo moderno. La dominacin moderna.

    Hoy en da, lo que vemos en nuestras sociedades es justamente esto. Es decir, convivimos bajo el dominio de un estado fuerte, en su forma de excepcin que legitima el proceso creciente de control para la garantizacin de los procesos de acumulacin, y a su vez, gobierna hermetizado en su campo poltico, y aislado de fuerzas constituyentes que po-nen en cuestin las instituciones polticas dominantes. De esta manera, toda mediacin

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    o institucionalidad democrtica parece ms fuerte y deseable si no sustituyen las for-mas tradicionales de dominio; y para la lgica ms reformista, si bien sus propuestas de institucionalidad democrtica no transforman radicalmente la lgica de dominio, por lo menos las enmascaran o hacen su ejercicio ms costoso para las clases dominantes. Lo que tambin es considerado un avance en su misma lgica. Para nosotros obviamente esto no es ms que reformismo critico que en trminos concretos fortalece la estructura de dominacin hacia dentro de los estados y tambin hacia fuera (hacia el sistema mundo).

    Asimismo es importante mencionar que muchas de las ideas acerca de cul debe ser la estrategia para la revolucin internacional, consideraban la creacin de instituciones fuertemente cohesionadas e internacionales, que disputaran la hegemona de los estados y el capital, pero que no necesariamente se transformaran en una institucin fetiche que se impone por sobre la diversidad de un nuevo sujeto revolucionario que para entonces era sin duda el sujeto productor y /o el trabajador, proletario. Sin duda el mundo socia-lista es amplio y las estrategias tambin han sido diversas. Sin embargo, para hacer este ejercicio ms ilustrativo me centrare en la crtica a una de las concepciones que segn mi criterio fue fuertemente influenciado por la racionalidad instrumental y burguesa, a saber, concepcin que es definida por el filsofo argentino Ruben Dri como la toma o conquista del poder.

    Esta concepcin terica estratgica, deviene de una concepcin determinada del poder, as como de la influencia que ejerci el positivismo en las ideas socialistas. El poder para esta concepcin es un objeto que se pude agarrar o tomar, para desde all iniciar procesos transformadores, sin importar muchas veces que los procesos de creacin de hegemona, y por lo tanto, de fortalecimiento de las nuevas creencias colectivas, y la institucionalidad correspondiente, sean realizados al mismo tiempo, o incluso antes, como una necesidad tcticamente necesaria y coherente. La institucionalidad por excelencia para llevar a cabo este proceso de toma del poder es el partido de revolucionarios profesionales y es este, el nico portador de la conciencia socialista que debe ser introducida en los proletarios desde afuera (Dri, R. 2014).

    Para esta concepcin sin duda alguna prima la organizacin, la totalidad, la generalidad por sobre cualquier particular o los individuos que la conformen. Es en este sentido, que este aparato toma la forma tambin de un estado abstracto que no entra en procesos dia-lecticos con los particulares, sus representados. Al contrario, los aplasta, los objetualiza, los transforma en militantes de obediencia debida (Dri, R. 2014). La organizacin revolu-

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    cionaria es poltica y cualquier otra forma de organizacin social, que no cabe dentro de la normatividad campo poltico legitimo- que da forma a la poltica en la sociedad burguesa, es potencialmente concebible como una organizacin reaccionaria. Esto sin duda puede llevar, como lo demuestra la historia, a la desvalorizacin de todo tipo de movilizacin y movimientos sociales que se forman al margen y por fuera, del campo poltico dominante. Del micro poder al macro poder, sin solucin de continuidad. (Dri, R. 2014), as ilustro el filsofo el gran dficit de esta concepcin. As como fue como la toma del poder y el estado (as como un estado que no se dialectiza con sus componentes, a diferencia de lo que puede ser una concepcin puramente negativa de la dialctica) se volvieron ejes del socialismo. Por un lado una concepcin de poder determinada, as como la influencia de una racionalidad de fuerte influencia para el periodo en donde fue concebida.

    La concepcin estrategica que entendia a la conquista del poder como una de sus principa-les tacticas, solio proponerse como objetivo fundamental la conquista del poder del esta-do, en forma parcial o total. Frente a este gran problema, la factibilidad poltica obligaba a los nuevos Estados revolucionarios a resolver la tensin entre objetivos de largo plazo (abolicin del capitalismo) y los objetos ms inmediatos (mejoras sustanciales en trminos de acceso al bienestar de ciertos grupos de la sociedad), adems de resolver si ingresar a las disputas burguesas por el acceso y el control del mercado internacional. Este tipo de poder obliga por lo tanto a definir prioridades. Y dadas las condiciones de obligatoriedad que impone el sistema mundo, y el sistema interestatal de control hacia dentro de los estados, el objetivo de largo plazo el fundamental- pareca siempre ir pasando a segundo plano, hasta transformarse en trminos prcticos en algo inalcanzable. Esto incluso poda llegar a considerarse como algo beneficioso por los grandes productores oligopolistas, considerando por ejemplo, que priorizar el acceso de grandes sectores de poblacin para el consumo (redistribucin del ingreso), aumentara en trminos relativos la demanda y el consumo de grandes sectores de la poblacin. Los que conllevara a reducir la super-produccin.

    Es necesario, sin embargo hacer nfasis en que esta concepcin si bien fue hegemnica, hoy da no es tal, sobre todo considerando la praxis propia de grandes movimientos so-ciales, que al parecer de varios autores, como Wallerstein y Aguirre Rojas, estn situados en la vanguardia de lo anti sistmico. Aunque muchas veces se puede observar rasgos de instrumentalizacin y jerarquas totalitarias dentro de sus orgnicas, su estrategia ya no es la toma del poder, sino el ir construyendo ese poder[4] mediante la creacin de institu-ciones de control democrtico radical. Esta construccin de poder se realiza por fuera del

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    campo poltico dominante, y con el objetivo de socavar el control de las corporaciones y la cooptacin que ejercen estas mediante mtodos autoritarios por sobre grandes porciones de poblacin, y finalmente sobre su fuerza vital de autonoma, es decir de auto-dirigir en libertad e igualdad, y entre todos, a la sociedad en donde vivimos. La conquista del poder del estado ya no es el objetivo, sin embargo, la institucionalidad burguesa representada en el estado capitalista es una realidad con la cual debes enfrentarte ideolgicamente (as como disputar espacios pblicos de legitimacin poltica que estn dentro del campo poltico burgus y autoritario, pero siempre luego de la creacin y el fortalecimiento de una institucionalidad por fuera del campo poltico hegemnico) y agotar todo recurso para no ser cooptado por este. Entendiendo que el estado moderno y capitalista esta necesaria-mente arraigado en el plan de control del sistema mundo capitalista por parte de las elites financieras que dominan tambin la poltica practica en trminos de legalidad, y son fieles representantes de lo poltico, en trminos de hacer evidente el conflicto entre clases. Con-flicto que es principalmente ocultado (auto ocultado) por las elites gobernante nacionales.

    Segn nuestra perspectiva, la instancia poltica de organizacin no se agota en el principio jerrquico de comando/obediencia, o de organizacin jerrquica del poder, en ausencia de los muchos representados, que implicara el principio totalitarista del estado moderno del que hablamos ms atrs; Sin embargo, hay que comprender que nuestra poltica radical y subversiva debe disputar algo tan esencial e importante como nuestra existencia (nuestra autonoma) frente a la totalidad dominante que se intentara poner por sobre nosotros, y anular as, por lo tanto, nuestra capacidad real de poner en cuestin y crear un orden antagnico al orden capitalista, que somete nuestra soberana a pura estadstica. La to-talidad del sistema mundo capital es nuestro enemigo, pero debemos empezar desde muy abajo y no tranzar en esto, aunque el camino aparentemente parezca largo. La experiencia histrica nos habla que disputar el poder del estado, para transformarse en un nuevo estado totalitario, no es el camino. Es imprescindible ir creando la hegemona, mediante la legitimacin de nuevas creencias colectivas, que existieron y pueden ser revitalizadas siempre; porque la historia cumple siempre que nosotros queramos un rol reactivo.

    Sin duda, la estrategia debe ser crear al poder suficiente de las grandes capaz de la poblacin explotada para que se auto-generen la conciencia crtica sufic