el problema agrario en el méxico del siglo xix. un estudio monográfico

23
Adrián Valverde López Doctor en Historia y Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antro Profesor-investigador en la Escuela Normal Superior de M!ico" en Historia" en la #ínea de $nvestigaci%n Ense&an'a de la Historia. P *+omprensi%n lectora y e!presi%n escrita en la formaci%n de docentes en la Especialidad en Historia de la ENSM," * na ormaci%n de Docentes d Programas de Historia de la Escuela Secundaria, y */$.- Ense&ar Hi Secundaria) un reto para los docentes en formaci%n de la Escuela N M!ico,. Resumen En estas líneas retomamos la discusi%n de algunos estudiosos so(re en M!ico entre 0123 y 0451" el pensamiento li(eral y su impacto e los pue(los de indios y en la conformaci%n del nuevo Estado me!ica mitad del siglo 6$6. Palabras clave: #i(erales" pro(lema agrario" pue(los de indios" latifundios" refor Domicilio institucional) Manuel Sala'ar 730" +ol. E!hacienda El 8osario" Del. A'capot'alco" M!ico D. . 379:3 ;elfono) <22=2:>9::>:" <22=2:4741>4 +orreo electr%nico) [email protected]

Upload: adri-val-lop

Post on 05-Oct-2015

54 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

En estas líneas retomamos la discusión de algunos estudiosos sobre el problema agrario en México entre 1750 y 1867, el pensamiento liberal y su impacto en la organización de los pueblos de indios y en la conformación del nuevo Estado mexicano de la segunda mitad del siglo XIX.

TRANSCRIPT

El funcionamiento de la hacienda

Adrin Valverde LpezDoctor en Historia y Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropologa e Historia. Profesor-investigador en la Escuela Normal Superior de Mxico, en la Especialidad en Historia, en la Lnea de Investigacin Enseanza de la Historia. Publicaciones recientes: Comprensin lectora y expresin escrita en la formacin de docentes en la Especialidad en Historia de la ENSM, Una Formacin de Docentes desfasada de los Programas de Historia de la Escuela Secundaria y VI.- Ensear Historia en la escuela Secundaria: un reto para los docentes en formacin de la Escuela Normal Superior de Mxico.ResumenEn estas lneas retomamos la discusin de algunos estudiosos sobre el problema agrario en Mxico entre 1750 y 1867, el pensamiento liberal y su impacto en la organizacin de los pueblos de indios y en la conformacin del nuevo Estado mexicano de la segunda mitad del siglo XIX.Palabras clave:Liberales, problema agrario, pueblos de indios, latifundios, reforma agraria.Domicilio institucional: Manuel Salazar 201, Col. Exhacienda El Rosario, Del. Azcapotzalco, Mxico D. F. 02430 Telfono: (55)53943393, (55)53828798Correo electrnico: [email protected] agrarian problem in the nineteenth century Mexico-A case study-Adrian Lopez Valverde

Doctor in History and Ethnohistory of the National School of Anthropology and History. Research Professor at the Ecole Normale Superieure in Mexico, in the specialty of History, in the line of research Teaching of History. Recent publications: "Reading and Writing in teacher training in the specialty in History ENSM speech," "An outdated Teachers Training Programs High School History" and "VI Teaching History in school Secondary: a challenge for student teachers of the Ecole Normale Superieure of Mexico."SummaryIn these lines we return to the discussion of some scholars on the agrarian question in Mexico between 1750 and 1867, the liberal thought and its impact on the organization of the Indian villages and in shaping the new Mexican State in the second half of the nineteenth century.Key words:Liberal agrarian problem, Indian villages, estates, land reform.

El problema agrario en el Mxico del siglo XIX-Un estudio monogrfico-

Adrin Valverde Lpez

Slo el maniquesmo y la demonologa que hace presa de nuestros historiadores despus de cada triunfo de eso que se ha dado en llamar nuestra trayectoria revolucionaria (Independencia, Reforma y Revolucin), ha impedido reconocer esa filiacin y explicar su significado. Florescano, 1995, p. 32.

Durante el siglo XIX la ideologa poltica dominante fue el liberalismo, sustentada en los principios de la libertad individual, la igualdad ante la ley, la soberana de la voluntad general, la educacin laica y el progreso material. Brading (1980) seala que los liberales mexicanos imaginaban:

una repblica federal democrtica, gobernada por instituciones representativas; una sociedad laica, libre de la influencia clerical; una nacin pequea de propietarios, campesinos y maestros artesanos; con el libre juego del inters individual, liberado de las leyes restrictivas y del privilegio artificial [donde] la actividad del Estado quedaba reducida a la defensa nacional, la educacin y la seguridad interna. Pensaban que la libertad traera el progreso y la prosperidad (p. 101). En este nuevo proyecto de nacin liberal los pueblos de indios no tenan cabida, eran un obstculo para el progreso en su obstinacin por mantener la tenencia comunal de la tierra. A partir de la proclamacin de las Leyes de Reforma (1860) fueron clasificados como corporaciones, y legalmente desclasificados como sujetos de propiedad de la tierra. Obligados a distribuir sus bienes entre individuos habitantes de los pueblos (Brading, 1980, p. 106). Un liberalismo radical y anticlerical que requera transformaciones apresuradas, autoritario en lo social y confrontado con sus principales adversarios: la Iglesia y los pueblos de indios. Que utiliza el discurso poltico liberal pero que nunca se concret en un orden liberal: individualista, laico, civil; la sociedad decimonnica sigui siendo siempre jerrquica, corporativa y difcil de acomodar en el orden de cualquiera de las constituciones que se ensayaron (Escalante, 2014, p. 46). Hale (1972) escribe que para los liberales la causa de la degradacin de los indios estaba en el paternalismo del sistema espaol (p. 227). Y aade, incluso Mora manifest que eran cortos envilecidos restos de la antigua poblacin mexicana, aunque despertasencompasin no podan considerarse como la base de la sociedad mexicana progresista (p. 29). Resulta una paradoja, apunta Escalante (2014) que los hroes del liberalismo son los fundadores del Estado, los defensores de la independencia y la Republica, forjadores de la nacin, protectores del pueblo; pero rara vez se les recuerda como partidarios de la libertad individual (pp. 35-36). En suma, esa sociedad decimonnica se caracteriza por ser jerrquica, en la que el dogma de la igualdad careca de validez al no reconocer la heterogeneidad cultural y social de sus habitantes y su hostilidad a la existencia de la propiedad comunal, como su resistencia a elaborar una reforma agraria que redujera la brecha de la desigualdad econmica y social.LA LEY AGRARIA DE 1795Melchor Gaspar de Jovellanos, en el Informe sobre la Ley Agraria, publicado en 1795 en Madrid, plantea la abolicin de los mayorazgos y la venta de las tierras de la Iglesia o baldas, a travs de los municipios. Menegus (1995) seala que con esta medida la Corona espaola inicia un proceso para liberar a las colonias americanas de la presin de los estamentos y corporaciones medievales (llegadas con los conquistadores), mediante la instrumentacin de una poltica desptica ilustrada para tratar de recuperar el control. Refiere que en este informe se resumen los problemas agrarios recopilados por el Consejo y se propone una solucin a la crisis agraria espaola, retomndose algunas medidas para mejorar la situacin de la agricultura y, fundamentalmente, de los vicios del rgimen de propiedad de la tierra en la Nueva Espaa. Hamnet (1995) apunta que la poltica agraria colonial se va a vincular, a partir de ese momento, con la idea de consolidar un Estado Absolutista, independiente de los intereses de las grandes fincas rurales. Con la poltica agraria de los Borbn es comprensible que el Estado absolutista espaol no pudiera emanciparse de los lmites que le imponan los poderosos intereses, hasta que la clase trabajadora fuera reconocida como un elemento social desequilibrante en el proceso poltico de la Nueva Espaa: Esto, sin embargo, era una negacin tanto del absolutismo como del liberalismo (p. 19). Florescano (1995) menciona que 1799 en la Nueva Espaa por encargo del obispo de Michoacn Antonio de San Miguel, el entonces juez Manuel Abad y Queipo (personaje controvertido, que cuando fue amigo de Miguel Hidalgo escribi acerca de la injusticia y desigualdad de la Nueva Espaa y despus se convierte en su perseguidor, al igual que de Jos Mara Morelos y Pavn), escribe una Representacin sobre la inmunidad personal del clero en la que se recoge el problema agrario en la Nueva Espaa y que sirve en 1804 para la elaboracin de un informe inconcluso del obispo, donde se propone al monarca espaol nueve leyes capaces de sacar al pueblo americano del estado miserable de inercia en que yace (p. 27). A pesar de sealarse en estas leyes las contradicciones econmicas y sociales (resultado de la formacin de grandes propiedades rurales), las tres primeras no afectaban de manera significativa a la hacienda. La cuarta y quinta actuaban en contra de la gran propiedad al proponer que se permitiera ocupar las tierras improductivas con arrendamientos de 20 o 30 aos, quedando ileso el derecho de la propiedad. Y, en las siguientes, se establecen algunos principios jurdicos para enfrentar el problema agrario, escribe: 1) [El]reparto gratuito de las tierras baldas que sean pertenencia de la Corona a los indios, castas y espaoles que carecieran de ellas [ley segunda de Abad y primera de San Miguel] y, 2) [la]divisin de las tierras de comunidad de los pueblos y reparto gratuito de ellas, en propiedad particular, a los indios de cada pueblo [ley cuarta de Abad y primera de San Miguel] (Florescano, 1995, p. 29). Por entonces se argumentaba que las tierras comunales y la legislacin que mantena a los indios en calidad de menores de edad, eran la causa esencial de su situacin y de falta de incentivos para progresar, limitndolos al mbito de sus tradiciones:Pero lo curioso es que para sacar al indio del miserable abatimiento en que se halla y conducirlo a la felicidad, Abad y Queipo y el obispo San Miguel proponen las mismas medidas que haran suyas los hombres de la Reforma: la divisin de las tierras comunales, una ley que establezca una igualdad civil absoluta de la clase de los indios con la clase de los espaoles (segunda ley de Abad y primera de San Miguel), y la libre permisin de avecindarse en los pueblos de indios y construir en ellos casas y edificios pagando el suelo, a todas las clases de espaoles, castas e indios de otros pueblos [sexta ley de Abad y Queipo] (Florescano, 1995, p. 31). Menegus (1995) afirma que la cercana existente entre las ideas agrarias de ilustrados y liberales radicales del siglo XIX, consista en que la solucin no estaba en desmembrar la gran propiedad rural sino en la actitud sumisa y dependiente de los indios, y en una legislacin que no los dejaba ser libres. Por lo que en vez de atacar la gran propiedad rural proponan la creacin de nuevas leyes que acabaran con la amortizacin de las propiedades de la Iglesia, de los pueblos o ayuntamientos y de los baldos o tierras ociosas. La libertad del propietario para cercar o mejorar sus tierras y para cultivar tal o cual producto, as como el pleno derecho de vender su propiedad. CONTINUIDADES Y RUPTURASFlorescano (1995) destaca que para principios del siglo XIX el equilibrio social sufre rupturas en la Nueva Espaa, experimentndose un proceso de cambios en la vida poltica y econmica que se expresa en enfrentamientos entre los diversos grupos de poder. Representados por quienes deseaban conservar el orden establecido y aquellos que buscan nuevas formas de organizacin poltica y donde la hacienda se convierte en un refugio fortificado de la aristocracia. Propone que una serie de medidas dictadas por las autoridades sirvieron de catalizadores del descontento creciente. En 1800 la Contadura General ordena que se repartan las tierras pertenecientes al fundo legal en forma de parcelas individuales (con el argumento de impulsar el desarrollo de la propiedad privada), entre los habitantes de comunidades y pueblos de indios, con la intencin de llevar al cabo una nueva redistribucin de la tierra que incremente el nmero de personas dedicas a la agricultura, as como el arrendamiento y venta de baldos o de tierras realengas a particulares.

Relata que 1804 se intenta aplicar en las colonias americanas la Real Cdula de Consolidacin o Real cdula sobre enajenacin de bienes races y cobro de capitales de capellanas y obras pas para la consolidacin de vales reales, utilizada por primera vez en 1798 en Espaa con buenos resultados. Lo cual es posible porque la mayor parte de la riqueza de la Iglesia estaba en bienes races y, con su confiscacin y venta, el Estado obtuvo, por una parte, el dinero y, por otra, transfiri las tierras ociosas a particulares, exentndolos del pago de impuestos.

La aplicacin de esta ley en la Nueva Espaa tiene resultados opuestos debido a que las propiedades de la Iglesia equivalan a unos 3 o 5 millones de pesos, mientras los capitales de capellanas y obras pas eran de ms de 45 millones. Capital que era prestado por los juzgados de capellanas y conventos a hacendados, rancheros y en nmero ms reducido a mineros, artesanos y comerciantes. Es decir, estos juzgados administraban grandes capitales que ingresaban por concepto de legados testamentarios que eran destinadas a obras piadosas y la creacin de capellanas, agrega: Desde el momento en que el juzgado reciba los capitales procedentes de testamentos, obras pas y capellanas, contraa la obligacin de invertirlos para asegurar el pago de sus rditos a los beneficiarios. Naturalmente, en una sociedad de estructura agrcola dominante como lo era Nueva Espaa, la inversin ms segura era la que tena el respaldo de la propiedad territorial (Florescano, 1995, pp. 168-169). En otros trminos, la aplicacin en la Nueva Espaa de la Real Cdula de Consolidacin equivala a segar la principal fuente de crdito de la agricultura y de otras actividades econmicas importantes. Peor an, como la mayora de las haciendas y ranchos de la colonia estaban sobrecargadas de censos y capellanas y una gran parte de sus dueos eran insolventes o incapaces de redimir esas hipotecas, la exigencia de pagar esas deudas para enviar el capital a la Corona equivala a incautar esas propiedades y arruinar a sus propietarios de una vez y para siempre (Florescano, 1995, p. 41). Explica como su instrumentacin afect a las fincas rurales, a los pequeos agricultores y mercados regionales, al disponer que cubrieran el importe de los rditos vencidos con la entrega de una parte al contado y el resto a plazos fijos, hasta cubrir el total del adeudo. En el caso de que no se cumplieran con los pagos, hasta por lo menos una tercera parte, se ordenaba que se remataran las propiedades, lo que oblig a muchos hacendados a vender sus propiedades, anota:la mayora de las haciendas y ranchos de Nueva Espaa estaban hipotecados a la iglesia y sus dueos eran incapaces de redimir sus deudas, [entonces como explicar] el hecho proclamado tambin por abundantes testimonios de que ese periodo fue precisamente uno de los ms florecientes y de mayor auge en la historia de la agricultura colonial Cabe preguntar entonces Qu destino le dieron a esas ganancias? Cmo explicar que teniendo ganancias y recibiendo crdito de la Iglesia, sus haciendas estuvieran hipotecadas?... Aunque estos aspectos estn por estudiarse, hay datos significativos que permiten aventurar algunas hiptesis no desprovistas de fundamento. [Siendo]posible afirmar que la mayor parte de estos crditos se dedic a extender la propiedad existente, a comprar ms ranchos o haciendas, a restaurar los desequilibrios causados por los accidentes de la vida agraria (prdidas derivadas de los aos de precios bajos, malas cosechas, quiebras, robos de los administradores, fracasos de nuevos cultivos) y a otros fines ajenos a la agricultura (Florescano, 1995, pp. 173-175). Especfica, que adems de encarecer el crdito prcticamente hasta desaparecer y de que el dinero obtenido por las ventas saliera de la Nueva Espaa, paulatinamente desapareci el circulante en metal precioso hasta ser sustituido por monedas de cobre. A las crisis econmicas, polticas y sociales de finales del siglo XVIII se sum en 1808 la invasin del ejrcito francs a Espaa y la abdicacin de Carlos IV y de Fernando VII en favor de Napolen. Acontecimientos que provocan reacciones diferentes: por un lado, los criollos consideraron que al no existir una autoridad legtima en la pennsula sta deba recaer en los cuerpos polticos de la ciudad de Mxico. Mientras que otro grupo, integrado por comerciantes, funcionarios, hacendados y el alto clero espaol, suscriben su adhesin al gobierno provisional peninsular. Ante la polarizacin social Jos Iturrigaray se muestra indeciso accediendo finalmente a la peticin de los criollos de integrar un Congreso compuesto por los cabildos de la ciudad de Mxico, lo que provoca la reaccin del grupo peninsular quienes, acaudillados por el hacendado Gabriel Yermo, toman el palacio de los virreyes y en unas cuantas horas deponen al virrey, encarcelndolo junto con los miembros del Cabildo de la ciudad de Mxico. Entre los documentos incautados al cura mercedario fray Melchor de Talamantes y a los licenciados Primo Verdad y Francisco Azcarate, se encontr un Plan de Independencia en el cual se apuntan algunas ideas que hacen referencia al problema agrario, sin mencionar a las grandes fincas rurales y la situacin de las comunidades y pueblos de indios. Donde se propone los puntos siguientes:8. Extinguir todos los mayorazgos, vnculos, capellanas y cualquier otra pensin perteneciente a individuos existentes en Europa, incluso el estado y marquesado del Valle.

10. Extinguir la consolidacin, arbitrar medios de indemnizar a los perjudicados, y restituir las cosas a su estado primitivo.

11. Extinguir todos los subsidios y contribuciones eclesisticas, excepto las de media anata y dos noveno.

12. Arreglar los ramos de comercio, minera, agricultura e industria, quitndoles las trabas (J. E. Hernndez y Dvalos, cit. por Florescano, 1995, p. 47). Pero no se hace referencia a la situacin de los peones de las fincas o acerca del monopolio de granos de hacendados y acaparadores en las ciudades que provocaba alzas constantes. Esto es, el movimiento no aspiraba a cambiar el orden establecido y nicamente pretenda que los criollos fueran tomados en cuenta en el ejercicio del poder poltico, pero sin cambiar la situacin de la gran propiedad rural y sus peones. As, para 1810 las grandes propiedades rurales enfrentaban graves problemas econmicos, la mayora deban ms en censos o hipotecas de su precio real. En septiembre de 1810, cuando la crisis agrcola era ms intensa, el cura Hidalgo lanza en Dolores la proclama que desata a los miserables para luchar en contra el sistema establecido. Florescano (1995) escribe: No pronunci la palabra tierra; bast con que denominara al opresor para que los indios de los pueblos y los sin tierra, los vagabundos y los peones de las haciendas, se unieran a l e integraran ese grupo que slo los insurgentes se atrevieron a llamar ejrcito (p. 47). Argumenta que algunos de ellos, hijos de hacendados o latifundistas, teman perder el control de esas fuerzas que aglutinaban y quiz por eso paulatinamente fueron tomando distancia de la causa popular, cediendo su lugar a los miembros de la oligarqua, dispuestos a consumar la independencia sin modificar el orden existente: Esa fuerza era algo que brotaba en efecto de la tierra. Pero no pas ms all de incendiar haciendas y descabezar gachupines porque sus dirigentes, los criollos, lo impidieron. Desde el primer instante, cuando Hidalgo cae en el vrtigo de la revolucin y se identifica con el pueblo y accede a sus violencias, Allende y los dems criollos le reclaman su adhesin a la fuerza salvaje que amenaza con arrastrarlo y modificar el sentido de la revolucin. Lo mismo harn ms tarde con Morelos los licenciados criollos que lo rodean y que acabaran por destituirlo como caudillo de la causa popular. [As]la causa de los hombres sin tierra se refugi en las montaas, se fragment en pequeas partidas de jefes y caudillos locales y finalmente fue aniquilada por el compromiso que en 1821 sellaron los criollos y los miembros de la oligarqua [realistas] (Florescano, 1995, pp. 48-51). Jos Ma. Luis Mora, apunta: El pronunciamiento de Hidalgo en 1810, que se hizo general, a pocos das vino a cubrir esta universal bancarrota, haciendo que a l se atribuyesen exclusivamente los males que slo agrav y eran efectos inevitables de causas que se haban acumulado anteriormente, y obraban con absoluta independencia de toda turbacin poltica (cit. por Daz Soto y Gama, 2002, p. 176). Daz Soto y Gama (2002) refiere que la situacin de las haciendas era de quiebra antes del pronunciamiento de Hidalgo en 1810. La arenga, desde el pulpito de Dolores, a la poblacin gritando que la religin est en peligro por la invasin francesa: Viva la independencia! Viva Amrica! Muera el mal gobierno! Viva Fernando VII!, es el motivo por el que Hidalgo es excomulgado, por el ya entonces obispo Abad y Queipo, pero no del creciente descontento social. En otras palabras, los propietarios de las haciendas carecan de toda posibilidad de hacer fuertes inversiones en obras de irrigacin y menos an, estaban en posibilidades de elevar los sueldos o en mejorar las condiciones de sus trabajadores y jornaleros. Florescano (1995) dice que los pocos adelantos en tcnicas de cultivo y nulas posibilidades de bienestar para los trabajadores provocaron un generalizado descontento e irritacin creciente, que tena su origen en el despojo de las tierras comunales y la explotacin de la fuerza de trabajo de indios y gaanes por las haciendas. Soto y gama (2002) aclara que ms con la intencin de sofocar las revueltas que de hacer justicia, el 9 de febrero de 1811, las Cortes de Cdiz conceden la libertad a los criollos para realizar cualquier tipo de actividad, con lo que sus representantes se dan a la tarea de buscar una solucin al problema agrario para evitar que los indios se adhirieran al movimiento insurgente, por lo que:

en la sesin del 4 de abril de 1812, el diputado Castillo prepuso el reparto individual de las tierras de comunidad y la utilizacin de las realengas o baldas cuando aquellas no fueran suficientes. Pero para esas fechas (1812), el problema no slo era otorgar tierras a los indios, sino a las castas, que con entusiasmo y en gran nmero se sumaban a la revolucin (p. 54). Expresa que en 1813 el virrey Calleja intenta aplicar las disposiciones legales dictadas en las Cortes en materia agraria, para dar continuidad a los esfuerzos de la Corona en la adjudicacin de tierras comunales a individuos. Aunque desde el 26 de mayo de 1810, las Cortes reunidas en la isla de Len emitieron un decreto liberando a los indios del pago de tributos y cargas que pesaban sobre ellos y ordenaban que se repartieran tierras entre los pueblos de indios. Medida que ser incorporada en la ley del 25 de junio de 1856, con excepcin de las tierras ejidales. Sin embargo, todo era cuestin de tiempo y en 1821 los hacendados, junto con el alto clero, dan el golpe de muerte al poder de la metrpoli con las clebres juntas de La Profesa, en las que se elaboran las consignas y el plan del movimiento iturbidista, desenlace y punto final del rgimen colonial. EL MXICO INDEPENDIENTEAl triunfo del movimiento independentista de 1821, le siguen las luchas internas por el poder entre liberales (moderados y radicales) y conservadores o reaccionarios (pro-colonialistas), la guerra con Estados Unidos (1846-47), la guerra de Reforma (1858-61) y la Intervencin francesa (1862-67), que en conjunto detuvieron el desarrollo del pas durante medio siglo (1830-1880). Pastor (1997) subraya que el programa liberal si bien pretenda terminar con los privilegios heredados de la sociedad colonial, para lograrlo planteaba, como requisito indispensable, la desamortizacin de los bienes comunales. Por lo que el Estado asumi una actitud distinta con los ciudadanos, el cual se defina por sus nuevas obligaciones con la nacin y con los gobiernos. Para lo que consideraba necesario crear un nuevo espacio poltico para los pueblos indios; el municipio como un organismo auxiliar del gobierno central: El pueblo al que los liberales pretendan devolver su soberana no era el pueblo indgena (p. 420). Powell (1992) fija un nmero aproximado de indgenas en el pas en la dcada de 1850 equivala a casi la mitad de la poblacin total. Esto es, casi cuatro millones de personas; la mayora de las cuales se dedicaba a actividades agrcolas y se ubicaban en el Altiplano central y sureste del pas, estando compuesta en su mayora por peones sin tierra, ms que campesinos. Los peones sin tierra trabajaban en las haciendas, mientras que los campesinos posean sus parcelas para el autoconsumo o para surtir con sus productos a los mercados prximos. Especfica que la oposicin de los pueblos de indios a la propuesta liberal no se hizo esperar, debido a que el principio fundamental sobre el que descansa la organizacin social indgena (la propiedad comunal de la tierra y la pertenencia del individuo a la comunidad) es opuesto al planteamiento del Estado-nacin, al que aspiraban los liberales de la segunda mitad del siglo XIX. Sartori (2001) explica que el concepto de Estado-nacin actual se construy en el transcurso del siglo XIX, y desde entonces ha sido el principio organizativo unificador del Estado moderno. El cual, en su versin ms aceptada es una entidad orgnica, radicada en un mtico, lejano pasado y reforzada por la pasin patritica, y an ms reforzada por una identidad de sangre [y que] a partir de estas premisas, nacin se transforma en nacionalismo (pp. 44-45). Granados (1998) seala que el nuevo Estado-nacin liberal del Mxico en el siglo XIX:hablaba de propiedad privada; de libre oferta y demanda de la tierra; de ciudadanos e individuos libres de ataduras corporativas y pertenecientes a una entidad mayor llamada Mxico. La tica de las comunidades era colectiva, en tanto que la del capitalismo era individualista y haca nfasis en las virtudes de la competencia, del libre mercado, del potencial desarrollo del individuo como tal y de la igualdad de todos los hombres (p. 49). Menciona que con la derrota de los conservadores en 1855, en los llanos de Calpulapan en el estado de Mxico y la entrada de los liberales a la ciudad de Mxico en 1856, se pone en marcha el programa conocido como La Reforma, que pretende la transformacin de la sociedad tradicional a una moderna, a travs de la desamortizacin de las propiedades eclesisticas y de los pueblos de indios para lograr la inversin extranjera y el impulso a las empresas privadas. En los debates del Congreso Constituyente de 1856, en la elaboracin de la Constitucin de 1857, el Presidente de la Comisin de Puntos Constitucionales Ponciano Arriaga, critic la preponderancia en la discusin de los derechos polticos y la indiferencia en incorporar a la discusin la elaboracin de una reforma agraria. A pesar de las discusiones y el reconocimiento del problema agrario, lo sorprendente es que los constitucionalistas propusieran cambios mnimos en la estructura de propiedad de la tierra y la mala fortuna de que coincidiera con la aprobacin de la Ley Lerdo, lo cual posterg para el siglo XX la elaboracin de una reforma agraria, que redujera la brecha de la desigualdad econmica y social.

Finalmente, la comisin dictaminadora se limit a incorpor algunos principios jurdicos, retomadas del informe de 1808 del obispo Antonio de San Miguel conocidas como las Nueve Leyes, para enfrentar el problema agrario. Limitndose a establecer la obligacin de los latifundios a explotar las extensiones baldas o a venderlas, as como a otorgar pequeas dotaciones de tierra a los pueblos de indios. Granados (1998) establece que, a pesar de todo, la reforma que ms afect a los pueblos de indios fue la municipalizacin, que expresaba la poltica liberal y continuidad de la lnea propuesta de los Borbn de fines de la poca colonial (homogenizacin, modernizacin y centralizacin administrativa del gobierno), cuyo objetivo era sustituir a las repblicas de indios con una estructura de gobiernos municipales dependientes de los gobiernos departamentales; aboliendo la autonoma de los pueblos y convirtiendo a sus autoridades en sus representantes. No obstante, en distintas partes del pas se ponderan los intereses locales, dndose poco apoyo a la propuesta del grupo liberal.LA LEY LERDO DE 1856Fraser (1972) apunta que tras el triunfo de la revolucin de Ayutla, los liberales promulgan el 25 de junio de 1856 la Ley de Desamortizacin de Bienes de Manos Muertas, conocida como Ley Lerdo, que instrumentaba la propuesta de Melchor Gaspar de Jovellanos. La que, segn los expertos en la materia, adems de ser ambigua y de interpretacin discrecional en su aplicacin, en el caso de los bienes y tierras comunales de los pueblos de indios, provoc cambios en la estructura agraria y constantes conflictos por el control de la tierra entre los pueblos de indios que realizaron arrendamientos o vendieron a los hacendados. Esta ley dispona la desamortizacin de los bienes rsticos propiedad de la Iglesia Catlica y las tierras comunales. En el primer caso, se ordenaba vender el terreno a los arrendatarios y, en el segundo, fraccionar y titular la tierra a los comuneros. Considera que la Ley de 1856 es la causa principal de la cesin de tierras comunales a las haciendas y la fragmentacin de estas es para simular los latifundios, as como de la parcelacin de las tierras comunales y el fundo legal de los pueblos, que los redujo a pequeas propiedades privadas. No obstante, su ejecucin va a ser obstruida por una guerra civil de tres aos o conocida como La Guerra de Reforma, de la que apenas salen victoriosos los liberales, seguida por la intervencin francesa y el efmero imperio de Maximiliano. Quien con las leyes del 5 de julio y 15 de septiembre de 1865, restituye la personalidad jurdica de los pueblos de indios y su derecho a la posesin de las tierras comunales. Con la ley del 1 de noviembre de 1865, se concede la libertad a los peones de las haciendas y se plantea la dotacin de tierras a los pueblos de indios que carecieran de ellas. Powell (1992) puntualiza que la citada ley del mismo modo hace excepciones, en el caso de tierras y edificios destinados al servicio pblico de los pueblos, como en el caso de aquellas dedicadas al pastoreo o ejidos. En la venta de los bienes que sealaba la ley el inquilino que los arrendaba tena la prioridad; si la propiedad no estaba en arriendo o su inquilino no la compraba, entonces deba venderse en pblica subasta (p. 658). Salinas (1996) destaca que se pretenda convertir la propiedad indivisa de las corporaciones religiosas y civiles en propiedad privada, con la finalidad de impulsar el desarrollo econmico y social del pas, al movilizar mayores recursos. Powell (1992) afirma que exista la costumbre generalizada entre los pueblos de rentar a particulares las tierras de propios para el pago de los gastos comunitarios, lo que ocasionaba invariablemente su perdida y un mayor empobrecimiento. Destaca que una estrategia, para no perder el total de las tierras arrendadas a particulares, consista en denunciarlas en el juzgado ms cercano para despus adquirirlas en forma privada y que permanecieran entre los miembros de la comunidad. Una suposicin comn es que la Ley Lerdo fue un ataque dirigido a la propiedad eclesistica y que su artculo 8 era una rendija, a travs de la cual las comunidades escapaban a la desamortizacin. Los especialistas, por el contrario, coinciden en plantear que esta ley estaba dirigida contra las tierras comunales; cuestin que no es tan ilgica, dada la posesin de los liberales y por la legislacin posterior. Ya que conforme lo establecido en su artculo 8, los terrenos del ejido quedaron exceptuados de su aplicacin por considerarlos propiedad de los ayuntamientos. Resalta que junto con las de propios y fundos legales fueron administradas por los sndicos municipales, pero con la Constitucin de 1857 se empez a manejar el criterio que, en su carcter de corporacin civil, los ayuntamientos no podan ser propietarios de tierras por prohibirlo en forma expresa la carta poltica liberal. Al aumentar la presin social por demandas de tierra, las autoridades federales y estatales empezaron a repartir y titular como propiedad particular estos terrenos, sin dejar de llamarles ejidos. Estudios recientes muestran que hay pocas dudas sobre si la intencin era acabar con las tierras comunales y no solamente incluirla en las medidas liberales (de un modo ciego) para atacar las propiedades de la Iglesia. Posteriormente en el artculo 27 de la Constitucin Poltica de 1857, qued establecido que las comunidades no podan ser propietarias de tierras, y a partir de entonces empez el fraccionamiento legal y despojo ilegal de los ncleos comunales. Menegus (1995) menciona que los pueblos de indios vieron afectadas tanto sus tierras de comn repartimiento como sus ejidos, es decir las parcelas destinadas al usufructo individual: En el caso de los primeros, los vecinos de los pueblos deban denunciar ante las autoridades sus propias parcelas de cultivo para que stas se les adjudicaran a ttulo de propiedad privada. En el caso de los ejidos, bosques y pastos, stos deban asignarse tambin a ttulo de propiedad privada entre los vecinos de los pueblos, respetando los respectivos derechos anteriores de los mismos (p. 153). Adems, plantea que el trnsito de las tierras comunales a la propiedad privada implicaba el pago de un impuesto, por el traslado de dominio equivalente a 5% del valor de la propiedad, que no siempre estaban en condiciones de pagar los pueblos. Por lo cual el 9 de octubre de 1856, con la finalidad de acelerar la ejecucin de esta ley, se ordenaba que todo terreno valuado en menos de doscientos pesos, ya sea de repartimiento o que pertenezca al ayuntamiento, debe ser adjudicado sin el pago de la alcabala o de cualquier otro impuesto (p. 155). Igualmente, resalta que la ley sobre ocupacin y enajenacin de terrenos baldos del 20 de julio de 1863, expedida por el gobierno de Jurez, tena como aspiracin motivar la colonizacin de territorios poco poblados o despoblados y acrecentar las zonas dedicadas al cultivo. Entre 1863 y 1867, por ejemplo, se denunciaron y adjudicaron por esta va 1,737465 hectreas en todo el pas. Decretos anteriores, como el del 4 de junio de 1823, ordenaban con el mismo fin que se repartieran tierras baldas entre los miembros del ejrcito permanente. Fraser (1972) puntualiza que es hasta 1867 con el gobierno de Jurez y la Ley Lerdo que se ordena la venta de las tierras comunales con excepcin de las que pudieran caer en el citado artculo 8. Incluso, en los casos en que fueran permitidos los ejidos, se hizo nfasis en que deban ser utilizados nicamente para el servicio pblico. Menegus (1995) subraya que las Leyes de Reforma representaron una ruptura social en la forma de organizacin de los pueblos de indios que abren la puerta para el surgimiento de la propiedad privada capitalista, en las que:

La revolucin liberal supone una honda transformacin de la propiedad tanto porque vara la titularidad de la tierra, como porque establece un nuevo rgimen de propiedad en beneficio de la burguesa. La historia de este proceso, comnmente llamado de desamortizacin, se inicio en el siglo XVIII y continu a lo largo del XIX (p. X). Finalmente, el traslado del dominio de las tierras comunales a particulares, con frecuencia atribuida al rgimen porfirista (1889 o 1890), tiene su origen en la Ley Agraria de 1795, concretndose con la Ley Lerdo de 1856 y al entra en vigor en 1867. Llegando a su final con Lucio Blanco y Francisco J. Mjica, quienes realizaron el primer reparto agrario el 30 de agosto de 1913 en Matamoros Tamaulipas con las tierras del rancho Los Borregos, propiedad de Feliz Daz.

CONCLUSIONESWeckmann (1994) argumenta que dos acontecimientos fueron de trascendencia econmica, poltica y social en el Mxico de los siglos del XVIII al XIX: primero, la Ley Agraria de 1795 y, segundo, la Ley Lerdo de 1856. En las que se asentaron las nuevas disposiciones jurdicas sobre el control de la tierra, que condujeron a la ruptura con el antiguo rgimen (la aristocracia terrateniente, la jerarqua eclesistica y las instituciones indianas) y a la transformacin de las relaciones sociales. Del mismo modo, la desamortizacin debe ser vista como un proceso de larga duracin que tiene su origen en los primeros intentos reformistas de los Borbn, que es retomada por las Cortes de Cdiz y que llega a ilustrados y liberales de finales de la Colonia, y que persiste en el Mxico independiente. Si bien en 1821 se dio la coyuntura poltica para llevar al cabo la desamortizacin de los bienes civiles, no sucede lo mismo con las pertenecientes a la Iglesia. Menegus (1995) escribe: En principio, la propiedad de los ayuntamientos pasara a manos de los pequeos labradores, en cambio la propiedad eclesistica debera transferirse a manos de la naciente burguesa, pero para eso habra que librar una larga batalla poltica (p. XXV). Fraser (1872) refiere que aunque existe cierta continuidad en la legislacin de fines de la poca colonial con la proclamada en el periodo independiente, es necesario modificar los principios polticos que sustentaban al rgimen anterior, para llevar al cabo el proceso de cambio hasta sus ltimas consecuencias. La expropiacin de las propiedades de la Iglesia y de los pueblos de indios no se interrumpe con la Independencia, ni tampoco requiri el triunfo de los liberales y la Ley Lerdo para llevar al cabo la desamortizacin. Estaba ntimamente ligada a problemas tributarios o las necesidades del erario pblico, al igual que a la transformacin de la propiedad que, en conjunto, son el sustento mismo del Estado moderno emergente.

Por ltimo, Chevalier (1985) subraya que la lucha independentista, pasando por la Guerra con Estados Unidos, las Leyes de Reforma, la Guerra de los Tres Aos y la Constitucin liberal de 1857, crean un ambiente de inseguridad que convierte a las haciendas en zonas de refugio en la que reaparecen las guardias personales y los ejrcitos privados, junto con peones colocados en un plano de igualdad jurdica, al perder el beneficio de la leyes coloniales protectoras y generalizarse la servidumbre por deudas.BIBLIOGRAFA -Brading, David, III. Nacionalismo criollo y liberalismo mexicano, en: Los orgenes del nacionalismo mexicano. Coleccin Problemas de Mxico, Ediciones Era. Mxico, c1980, pp. 96-138. -Escalante, Fernando, La dificultad del liberalismo mexicano, en: La fronda liberal. La reinvencin del liberalismo en Mxico (1990-2014). Jos Antonio Aguilar Rivera (coordinador) CIDE, Taurus-Pensamiento. Mxico, 2014, pp. 35-54. -Chevalier, Franois, La formacin de los latifundios en Mxico. Tierra y sociedad en los siglos XVI y XVII. Seccin de Economa, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, c1985. -Daz Soto y Gama, Antonio, Historia del agrarismo en Mxico, Rescate, prlogo y estudio bibliogrfico por Pedro Castro. Ediciones Era, CONACULTA-FONCA, UAM-IZT., Mxico, c2002. -Florescano, Enrique, El problema agrario en los ltimos aos del virreinato, 1800-1821, en: Problemas Agrarios y Propiedad en Mxico, Siglos XVIII y XIX. Introduccin y seleccin de Margarita Menegus Bornemann. Lecturas de Historia Mexicana 11, El Colegio de Mxico, 1995, pp. 22-55.

-Fraser J., Donald, La poltica de desamortizacin en las comunidades indgenas, 1856-1872, en: Historia Mexicana 84, Colegio de Mxico. Vol. XXI, abril-junio, Mxico, 1972, nm. 4, pp. 615-652.

-Granados Garca, Aimer, Comunidad indgena, imaginario monrquico, agravio y economa moral durante el segundo imperio mexicano, en: Secuencia, Instituto Mora. Nueva poca, mayo-agosto, No. 41, Mxico, 1998, pp. 45-73. -Hale, Charles A., El liberalismo y el indio, en: El liberalismo mexicano en la poca de Mora, 1821-1853. Siglo XXI, editores sa. Mxico, c1972, pp. 221-254. -Hamnett, Brian R., Obstculos de la poltica agraria del despotismo ilustrado, en: Problemas agrarios y propiedad en Mxico, siglos XVIII y XIX. Lecturas de Historia mexicana 11. El Colegio de Mxico. Mxico, 1995, pp. 1-21.

-Menegus Bornemann, Margarita, Ocoyoacac Una comunidad agraria en el siglo XIX, en: Problemas agrarios y propiedad en Mxico, siglos XVIII y XIX. Introduccin y seleccin de Margarita Menegus. El Colegio de Mxico, 1995, pp. 144-189.

-Pastor, Rodolfo, La independencia y la institucionalizacin del nuevo Estado, en: Campesinos y Reformas: La mixteca, 1700-1856. El Colegio de Mxico, c1997, pp. 415-451. -Powell, T. G., Los liberales, el campesinado indgena y los problemas agrarios durante la reforma, en: Historia Mexicana 84. Colegio de Mxico, c1992, Vol. XXI, abril-junio, nm. 4, pp. 653-675.

-Salinas Sandoval, Ma. del Carmen, 1996. Organizacin del municipio y transformaciones del ayuntamiento, en: Poltica y sociedad en los municipios del Estado de Mxico (1825-1880). El Colegio de Mexiquense, Mxico, 1996, pp. 31-73.

-Sartori, Giovanni, La sociedad multitnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros. Taurus, Pensamiento. Grupo Santillana de Ediciones, S. A., Madrid, 2001. -Valverde Lpez, Adrin, Captulo 1. Tiempo y espacio, en: El conflicto agrario entre el pueblo de Santiago Mexquititln y la Hacienda de La Torre, Amealco, Quertaro (1589-1869). Tesis de doctorado en Historia y Etnohistoria, Escuela Nacional de Antropologa e Historia, Mxico, 2008, pp. 37-87.

-Weckmann, Luis, La herencia medieval de Mxico. Seccin de Obras de Historia, CM-FCE, Mxico, c1994.PAGE 23