el problema de las generaciones, parte 1, de wilhelm pinder

40
BIBLIoTECA SoCIoLÓcIcn DIRICIDÂ DOR FRáNCTSCO AYALA publicados: GEonors Gvnvrrcrr LAS FORMÁ,S DE LA SOCIABILIDAT) M. GrNssnnc MÁNUÁL DE SOCIOLOGÍA Hans Fneyrn LA SOSOLOGÍA, CIENCIÁ DE LA REÂLIDAD R. M. Mac llren COM UNIDÁD En prntsa: F. TõNNrrs COMUNIDÂD Y SOCIEDAD WILHELM PINDER EL PROBLEMA DE LAS GENERACIONES EN HISTORIA DEL ÁRTE DE EUROPÁ EDITORIAL LOSÂDA. BUENOS AIRES s. Â.

Upload: daniela-kern

Post on 28-Sep-2015

43 views

Category:

Documents


8 download

DESCRIPTION

El problema de las generaciones en la historia del arte en Europa

TRANSCRIPT

  • BIBLIoTECA SoCIoLcIcnDIRICID DOR

    FRNCTSCO AYALA

    publicados:

    GEonors GvnvrrcrrLAS FORM,S DE LA SOCIABILIDAT)

    M. GrNssnncMNUL DE SOCIOLOGA

    Hans FneyrnLA SOSOLOGA, CIENCI DE LA RELIDAD

    R. M. Mac llrenCOM UNIDD

    En prntsa:F. TNNrrs

    COMUNIDD Y SOCIEDAD

    WILHELM PINDER

    EL PROBLEMA DE LASGENERACIONES

    EN LHISTORIA DEL RTE DE EUROP

    EDITORIAL LOSDA.BUENOS AIRES

    s. .

  • 'irulo dc la obra original:Dds Problem. der Generation in der Kunstgeschicbtc Europrs,

    Traduccin directa dei alemn porD. J. Vogelmann

    Queda hccho el depsito qucprevienc le ley 11.723

    Derechos adquiridos para todos lospases de habla espaote

    Copyright by Editorial Losada, S. ,Bucnos Aires, 1946

    MPRNSO EN , RGNflNPRINTED /N RG,ENTIN

    lstc libro se termin de

    La publicacin en nuesto idioma del libro de WilhelmPinder Das Problern der Ceneration in d,er Kunstges-clticltte Europas (literalmente: EL problemd, de Ia genera-cn en Ia Histora d,el Arte de Europa) coloca al lectoren presencia de una obra que comentarios y crticas hanhecho clebre etrtre nosotros, antes que conocida. Lo querns contribuy e una? por 1o dems, tan merecida farna,fu sin duda el inters de Ortega y Gasset en fijar elconcepto de "generacin" como categora firndamentaldel conocimiento histrico, y Ia discusin qlre ocasional-mente hizo de las tesis de Pincler. El propio Pinder reco-ge, a su vez,

    -segn puede verse en el prlogo que igu-ra al frente cle esta edicirr-_ las ideas de Ortega. Y,puesto que? fuera de ese episodio, el estudio de Pindersobre las generaciones ha infludo diversamente encrculos especializados (recurdese? po ejemplo, la apli'cacin hecha por Petersen a las geneaciones literarias,utilizada por Pedo Salinas en uno de sus iibros), sehaca inexcusable ya suministrar al pblico de lenguaespaola los elementos iniciales de una compulsacinintelectual que ha tenido parcial despliegue ante susimprimir eI dia 2 j de noviembre

    -

    Per: 666 * Buenosde 1946irerlrrrprente Lpez

  • UTILHELM PINDERojos, y cuyas repercusiones en el campo de nuestra cul"tura han sido y siguen siendo importantes.

    El libro de Pinder, que reviste un significado capitalpara la sociologa del arte, rebasa sus estrictos dominiosnperfilando un concepto de general alcance histrico y so.ciolgico, destinado a incorporarse ponto a los tratadostericos de diferentes disciplinas.

    Al incluir en esta coeccin El problem,a d,e las gene-racones, iniciamos una seccin especial de la Bibliotecasociolgica, en la que tendrn cabida libros que dilucidanproblemas sociolgicos particulares, o pertenecientes aalguna rama particular"de la disciplina, junto a la seriede obras de Sociologa general que constituyen su torso.

    F. A.Buenos Aires, julio 1946

    PREFCIO A LA PRIMER.A EDTCION

    El cclo de id,eas d,e este libro se renLonta ert' 'ltim'otrmno hasta los aeinte afr'os de ed'ad' del au,tor' y' concllo, a una poca anterior a sw orientacin profesionalr:omo historadqr lel arte. Todas sus trabaios qued&ronya entonces predeterminados, pero lo,n slo llegaron amanifestarse en' alguna que otra alusn ocasional. Estasalusianes m'erecieron relatiaamente poc atennin, y salguna aez Ia despertaron, fueron antes ben

    -cosa que

    se explca- mal comprendidas que iustiprecadas' Elproblema de las generaciones es sIo parte d,e tolo ello;pero no pudo ser sefr'alado con prescindencia ubsoluta leaquel lontlo integral. La conaccin acerca d'e sw impor'7 ,tancia para I'a nwena, Eurqpa,

    -y esto aiene a ser, a u'n 1,,tiempo: I'a, conuccin acerca de Ia undarl bolgica detesa Europa recente-, alirmse en un curso de doce se-lnl,estres, d,ctad'o en I'a (Jniuersiclad' d'e Leipzig. AI conside-lrar con toiXa reuerenc,a a un pensador y nxuy aieio y a Iaaez aaamente actua,I

    -consideracn orginad'a por eI

    muil extrnseco d'e un homenaie-, surgi, casi nespe-r ad,amee, wna e xp osicin primer a' surnanx'ente pr oaiso'nal: 'oistoria IeI arte seg'n generqiones"' (Entre

  • WILI{ELM PINDERla ilosofa y e^arte. Honzenaje a Johannes Vo;l,keh,con motiao del .10,0p semestre cle su d,ocenca. L";;;;;Editorial Edusrd pfeiffer, 1926.) 'o artus de aporecerese artculo, ya uea el autor claramente la necesid,ad,d,e.arnpliarlo y d.e dar al asunto uoo J*prurUn mds exd,cta.Al cabo, ral necesid,ad. la tt"r i;;;" la forma, c.erta-rnente prouisional todaua, que al presente ha poddo lo-grar este trabajo, gracias a la atnco, *ui d,igrn iuagradecirniento, de la eclitoral Franltfurter fr""roli-Anstalt.

    Lo que ya se haba pensad,o sobre eI problema de lasgeneraciones en las ciencias uecinos, era maturia d,escono-cida para el autot aun ntentras red.actaba el libro pre-sente. Las deas de Ottokar Lorenz d,estinadas a la Iisto-ria; las de Dilthey, Kummer, pl"r"rr"o con ntiras a laHistoria de la Lite.ratura, puecren hs,ilarse*_si se rleseaobtener una crnoda oriencin t i-n"_ tuclas iuntas enel libro de percrsen: Die .W.esenshestimmung der Ro.rnarrtik. (La clefincin d,el ser en e:l romanticsmo.) Lat:xpo-scn rlel problenm tle las gen,eracionds que, en elc:aptulo vI, aparece ail tatad,o" p* ; dutor coetdneo,fu publicada en el msmo ono " tZO, esto es, pocoa,ntes t\e aguel artculo.El problem,a de los estlos de las ed,ades, que se cruz

    .on el de las genera-ciones, \ue twoi" un afr.o nies enLas ohras rardas de los grandes *";;;, d,e A. E. Brinclt-,::":. ( Libro pubticado igualmente p,o, tn FranltfurterV erlu,gs-An.stalt.)

    Il o,u,r,or se su,be !iri1n"t" d,e August Schmarsow, y.si,enre hur:itr. sre la debida grattud,. ffo U calte duda d.erlrte un, podrrn Lranscurrr afros antes de qwe ut ,touto

    e.s posible.en 19/s las,gpgQ,gsl,',^T d., qu la unid,ad, d,e los i,procesos Ttttalgs sprt-wg.Ies de Europa traspasa' las fron- Ilera,s de los pweblos" Cierto lue, eL la necesidad, de :

    , EL PROBLEM DE LAS GENERCIONES

    si,n,gularmente aigoroso con la misma uida que listinguet. l,a doctrrw de Sch"marsou) sed plenamente estimado entrxl,n su signif,cacn; na6 tiene por seguro que esa esti-m,ucin IIe gar, oI fin. f,-.. -o,111,_o. !q*d,-g l. lp rylf o s, e! au15t1' ]'sicrtte prof"unfu g1a.ttud, ls-p"ign para con Heinrich IWiilfflin, por ililermtes que sean ios caminos de ste;trltues sabe que les une el conuencirniento de qu,e "no toilo :

    representar a Ia Histori,a tIeI Arte no slo como una ltis-trtri,u le Ia uisin

    -desde luego, tambin esa historiadc: la uisin exste, y es por Io tarlto aislnble; y esta;em,ancipocin justamente es el regala grand,e que nos hizo iItti)Iffln-, en esta necesdad, pues eI a'utor se sientetntliamene lgado a Max Duor,k, y Ia fratem'idad espi-fritual con ste

    -expresada por ambas prtes en losl,ltimos afr,os d,e Ia ada de Duor.k-, seguir, senda para!1, u,n legado especinl.

    1j

    V/ILHT:LM PINDER.Lei,1t'zig, sep'tembre d;e 1926,

    l0 ll

  • PREFACIO A tA SEGUNDA EDICIN

    (lontrariamente a lo que yo poda esperar, ya al caborL: un afio se ha hecho necesaria una segunda edicin decstc libro. Tendr buen cuidado de no in{erir que estar,ircunstancia implica un triunfo decisivo de sus ideasl'untlamentales. Sin embargo, acaso podra verse en talhecho una prueba de que este libro cumple un destinor:n el preciso momento en que aparece. Toda una serierle opiniones particulares tiende a sefialar idnticas con-clusiones. Filsofos, historiadores, sabios en materia derrte, especialmente arquelogos

    -representantes de unar:iencia absolutamente emprica y nada mstica-, se hanrnostrado de acuerdo conmigo, y a menudo muy grata-nrente interesados. Aparecieron crnicas bien intencio-ruadas y detalladas, sobre todo en los grandes rotativos,tlgunas de elias muy inteligentes. Las ciencias especiali-zadas, ante todo la ma propia, apenas tomaron nota,oficialmente. Algunas veces fu mal entendido por bene-volencia; una o dos veces hasta por expresa malevolencia.Varias veces fu tan ingenua la benevolencia que nadalrrrde aprender de ella, y slo una vez al.canzlla male.

    l3

  • WILHLM PINDERvolencia un nivel tan Jrajo que nicamente poda interesarcomo mera r:a.racterstica rl-el. ertico" Toeln esto ha cleser tpico.

    Ruego que lo que tenga yo que decir en este prefaciosea considerado tambin como aporte al contenido posi.tivo del libro. Debo anunciar una serie de modifica-ciones

    -esperemos que resulten tiles-, dentro del textoy en la parte ilustrativa. Se ha vuelto ms clara ahorala relacin del texto con las ilustraciones, como asimismoel ordenamiento de estas ltimas. No todo 1o que funecesario agregar ha podido caber, sin embargo, en elpropio texto. De modo que este prefacio guarda urrarelacin diferente con el contenido en s, ms estrechaque el de la primera edicin.

    El breve lapso transcurrido pudo ayudarme ya a obte-rier mayor claridad con respecto a la posicin del libro.ste haba surgido en m rnismo sin relacin censcientecon las ideas de otros, partiendo de un viejo pensamientor:entral que haca mucho ya atravesaba todos mis traba"jos, y con mayor vigor aquellos que la ciencia especiali-zada reconoce como propios. Yo saba, y s, que estelibro, en su calidad de trabajo totalmente distinto, no haterminado de o'madurar", en el sentido en que puedeexigirlo para sus obras la especializacin cientfica. Masencuentro excesivamente cmoda (cmoda para otros) lacxigencia de que un libro de esta ndole hubiera tenidotluc "r'epclsar todava algunos aflos". EI planteamientodr: rrrr prolrlcrna luevo implica otros deberes y derechos

    : T]L PROBLEM DE LAS GENERCIONES

    ,;u,, lu solucin de u.n problema conocido, o que el mero

    rrrtcrrlo de taL solucin" No cabe duda de que el proble-nur. o la forrna presente, ha de ser ttnuevot', puesto que,,,'rrsiottalmente hasta se le tild de "inexistente en elr,r'rrlirlo ms propio". Descle luego, 1o nuevo no fu enlrlc crso un objetivo, su logro no fu intencionado' Perolrr. s.'ticlo tan fervientemente esta necesidad, tan espont'r(iuroltte surgi todo esto en m, qu prolongar el silenciolrrrl,it:r'a sido abandonar mi propio yo' Lo que me irnpul-nnl,rr cra un imperativo ntimo. Y quiero recalcarlo unavlz rrrs: el verdadero pensamiento bsico se refiere msrrrrr it ltr relacin, semejante a la de las generaciones',;rrr: rnedia entre las artes misms? que a la real relacin,lc gcneracin entre los propios artistas' El que yo hayarrr,r:rrl.uado esta ltima, fu una actitud conscientementerrrotlcsta {rente a la idea integral. Sin embargo, me pare'

    ,' r'ir'r rtecesario proceder as, precisamente desde el p'untorlr: vista de la especiaLizaciin cientfica' En este libro' meirrlr:r'csa el problema de la no'contemporaneidad de io.,rrlcrnporneo, en ia medida en que puede ser utilizado

    lrliicticamente para ia Historia del Arte, cuando menos,',,nro principio heurstico; y que en ta sentido pueder,'srrllar til, es cosa que han confirmado otros especialis'trrs,

  • /ILHELM PINDEREsta conviccin habase formado en m en la ms abso.luta soledad. (Comprese el prefacio a la primera edi-

    cin.) Si ahora veo mayor cantidad de precursores, y deestudiosos animados por idntica aspiracin, esto tan siopuede aegrarme. Me compla zco, por lo pronto, en en-mendar un descuido que lamento sinceramente, tanto mscuanto atafie a un compafiero coetneo de mi especialidad.Slo ahora he llegado a convencerme de que, entre loshistoriadores del arte, Richard Hamann ha seguido hue-llas similares. La f,az exterior'de su obra La prxura ale-ma.na desd,e eI rococ lmsta el expresionismo (reeditadapor Teubner, !925), encubre demasiado, por desgracia,el hecho de que ah-los estratos de las generaciones ueronsin duda certeramente percibidos. Su Rermc;m,ento pri-m.itiao d,e la pintura italiana contiene, por otra parte, unatabla de generaciones. En cuanto a ras ideas de w'echssrer,a{ines en algunos aspectos, y a su rechazo muy claro delas mas, slo me enter de eilas _y me avergenza tenerque confesarlo-, con motivo ,lel envo de su aporte alHornerwje a Breysig, tomo lo: La generacn cmo co-n:unid,ad, juaenil. Tendr que ocuparme de este trabajo.

    Mucho ms importante para m ha sido sin embargoun opsculo de Hans von Mller, de cuya existencia supeasimismo tan slo debido al amable envo del autor: .[osms afamados poetas y pensad,ores alemanes d,esde Rei-rnarus y Gnther, ord,enad,os segn grupos d,e ed,ad,, porHans uon Mller. (Jna proposicn para el ord,erwrnientoie bibliotecas partculares, d,,edicad,a a Fed,or uon. Zobeltitz

    L PROBLEM DE LS GENERCIONES il-,'tt, cilebracin d,el 5 de octubre d,e 1917, Berln, L97&ll,llitorial de Martin Breslauer. De hatrer conocido estelrrr lrl jo, exento de la menor pretensin visible, que pronto,r.spcrmoslo as, habr de alcanzar una reedicin msrl'irar, yo lo habra mencionado con especial gratitud,,'rr lugar del trabajo de Kummer. No conozco ninguna,',rrr'irmacin ms bella de mis ideas que la mani{estaeinrgrrr: lI. von Mller asienta en a pgina 9. Luego de haber,.rrsrryado y abandonado varios principios de ordenamien.ln, cl autor arriba al o'ordenamiento de los autores porl'r:lrns de nacimientoo tal como, entre otros casos, ha sidolculizado en las sentencias clebres de Bchmann y enlrrs colecciones de autgrafos de Bovet y de Meyer-(bhn.

    . . Sin embargo, habr quienes teman por lo pron-lo (Iue la edad sea un principio de distribucin tan extrn-tro(io como el apellido, por el cual organiza sus anaquelesr,l librero. He comprobado, ya durante el primer ensayolrrictico, que estos temores resultan infundados: por elt:ontrario, y para asombro mo, surgieron de ese princi-;rirr

    -al comienzo meramente mecnico- conexiones quertos impresion&n carrr,a si se tralase de resultados de una ',honrla pscologa, T Que, de tod,os nrodos, se me antojan ,ns frtiles que los emparejamieros arbitrarornente in-t,tntarLos por Ia Hstora de Ia Lteratura descriptiue."l,slo es, por as decirlo, una confirmacin experimental. il,ln el fondo, desde luego, hay ah ms que un experimen-t).-_ pero acaso cualquier experimento realmente frtilscl siempre ms que un experimento, esto es, acaso, ya

    lt7

  • .,

    WILIJELM PINDERese mismo experimento se resultado de una intuicin.Jlambin en este caso, el experimentador ha recogido elnrerecido {ruto: l haba sentido la verclad que ah seocultaLra. En otra forma jams nadie hallar, por va ex-perirnental, o'verdades'r, esto es, perspectivas frtiles.

    Como se ve, yo no rechazo la Ley de las Generacionesaplicada a la literatu, como lo ha comprendido un cr.tico particularmente sensible y parricuiarmente benvolo.Claro est glle me siento ms que escptico frente a laconsonanciar Qu se supone obvia, entre las generacionesde poetas y escritores con las generacione s en tod,as lasdems artes? aunque"no he negado que tal consonancia,puede producirse tambin. Con todo, en la p,esentesegunda edicin, como asimismo en lo que sigue deeste pre{acio, esta conviccin quedar sin duda mspatente an.

    Muy valioso para m es un trabajo, indito hasta lafecha, del Dr. Fassarge: Obseruaciones solbre eI probl.emarle las generaciome.s. Contiene este trabajo, esencialmente,complementos imp,ortantes a la histori:r general del esp-ritu, que, de tanto er tanto? he utilizado con gratitud. peroademrs, y en un todo de acuerdo conrnigo, acenta lat:xigencia de una elasticidad mxima en la aplicacin

    "l' de la Jristoria de las generaciones. considero absol'ta-, rnente corr{orme a mis ideas el que se destaquen minoras,o sei voccs opositoras dentro de las generaciones. Natu-lalrnente cs cn las mayoras, ante todo en las mayoras;ior signiicacirirr interior, donde se evidencia como uni.

    EI" PRO.BLEMA DE LS GENERCIONES,lrrrl, t menudo con soluciones antagnicas, el problema,1,' lu generacin; y en trminos generales es cierto quel;r significar:in del. destino de la generacin crece1 rlisrninuye? para cara cual, a la pal de su propia', igrr i l'icacin.

    -

    llr: conocido asimisrno, con sunlo inters, otro trabajoin'rlilu, del Dr. Gravenkamp, de Flensburgo. En forma arrrr:rrrrrlo hermosisima econoce el autor la importancia del1,r'olrlctna, si bien pasa luego a especulaciones filosficas(lu(. yo no he seguir.

    (llar:o est que no pudieron faltar las objeciones. Cltrrolslii que el ensayo de una biologa de las ciencias delr.spr'itu haba de ser rechazado por unos como no espi-ritrrrrl y todava 'onaturalista", y por otros como misti-lisrno y metafsica. La concepcin del mundo profesadapNrr' [a Liga Monista (en e{ecto, todava se la encuentra)oll'atea algo as como una disposicin a creer en milagros,irll donde la o'ciencia pura del espritu" sospecha un;rltque retrasado del pensamiento naturalista. Ahora bien,izr:sle libro se popone, conscientemente, trasponer la ant.lrrsis entre las ciencias naturales y las del espritu. Puede(luo sea el destino de mi propia generacin insistir en larnridad de naturaleza y espritu (de todos modos tiene('sta generacin a Goethe de su parte); el dedicarse apracticar la fisiognmica y la caracterologa, con hom-Irrr:s, pueblos, culturas, generaciones? con perodos terres.lr'(:s: Klages, Spengler, Dacqu, Nadler

    -

    he ah una,*.r'ie de nombres o'sospechosos". Creo que ellos encierran

    J ";l

    IE t9

  • WILHELM PINDERuna exigencia valiossima; que representan una concep.cin integral ntimamente acorde

    "on l" verdad n"ru nJ.-otros, y a la cual no podrn sustraerse, a a larga, ni

    siquiera los hombres de ia llamada ciencia especializadapura.

    -

    Bntretanto, en el caso de este libro, hasta es posibledejar de lado la cuestin del .,misticismo,,. pues, real.mente, yo no he rechazado el ooespritu de la poca,; y lassucesiones de presentes dispuestos en un solo estrato porlo que tienen de misticismo, para caer luego vctima deun misticismo peor an (es sta una idea procedente delbenvolo comentario crtico de Franz Landsberger). I{erechazado estos elementos porque ellos dan lugar a unpensamiento histrico excesivarnente c{modo; porqueimplican una visin estereotipada, una audicin que slopercibe sordos acordes ilusorios; visin sta que ha deser reempazada por una visin a travs de capas trans-

    .

    parentes, tanto como la audicin por una audicin poli",f:ni. De modo que los he rechazado no para combatir.."f m-rs-ticismo, sino a fin de imponer aqu un pensamientohistrico ms refinado. y si me urrl"ntun la objecinde que, de este modo, se torna ms difcil an la Historiadel Arte

    -la Historia del Espritu, en suma_, yo contes-tar: ipues, ciertamente! Esto justamente es lo que co-rresponde. Debemos responder, por cierto, a las tilesramificaciones del tema, con un mayor re{inamiento dela visin y la audicin, si es que, en general, nos dedica.mos a la historia. ;y no todo el mundo tieno que dedi.

    EL PROBLMA DE LS GNERCIONES( rr lne, )or aetza, a la historia! Peron verdaderamente, nols r:uestin de fomentar el caos y la arbitrariedad, sino,;rrc deber sentirse el nuevo compromiso contrado. Lallistoria del Arte por generaciones no viene a ofrecer un'r.r(lrema cmodo; ella requiere por el contrario una elasti-lirltd siempre creciente y, digmoslo una vez ms, tanH,ilo significa otra direccin, agregada a las muchas querlc todas maneras estamos utilizando, y que a la postretr.rrrlremos que juntar alguna vez. Una hiptesis de trabajoritil ptrra la Historia del Arte: esto cuando menos

    -porlr(,cl cosa que sea- es lo que creo presentar aqu. Losrlcsindes que esta hiptesis provoca, propiamente, no sonsirlrriera tan esenciales como el pensamiento, el modo delrnsar polifnico en s; como a lucha contra el pensa-rrriorlo histrico concebido en funcin de trechos simples.Y, lror lo menos todo aquel que admite como vlida ei{, rrlirlad de hiptesis de trabajo la "volicin artstica" de:lir:gl, podra decirse a s mismo que la Historia del Arte|lr(!r' goneraciones

    -*aplicable en primer lugar a zonas msir ir:115; 11 matices y que nos son ms prximas- se proponei,lis

  • WTLHLM PTNDERteora de la descendencia, gue, al in y al cabo, no fuotra cosa sino una ooteora dei ambiente,, gigantesca. Enrealidad, ni la teora de la descendencia ni la delambiente ooexplicaron" nadal ellas meramente pusieronen escena sus construcciones indemostrabes, hechas clemateriales vutrgares _y de ah que pasaran por particu.larmente cientficas. No se o",rpuror de lo que permane_ca inexplicado. Sin embargo, mejor ha de ser d".d" luugoIlo explicar nada, que car explicaciones demasiadoftiles.

    Me parece posibre -y hasta tit- percibir los rmitesde las generaciones de un moclo distinto del mo, y por

    otra pate es obvio que Jas generaciones vistas dentro delmites aproximadamente similares podrn interpretarsede otro modo. yo no creo en un sistema rgido, en rnritmo mecnico fcilmente descifrable. Lo esencial esel pensamiento histrico-polifnico. No podra, por cier_to, dejar de lado el hecho efectivo tle que la proximidaden las fechas de nacimiento nos p"r*it" diucidar cone-xiones ntimas; no se debe a un autoengafio el que graciasa. esta proximidad lleguemos ocasionalmente a conocer(:osas gue en otro caso se nos hubieran escapado. Todaperspectiva que tenga algn sentido _y por cierto nuncaItemos de esperar ms que esto._ ,orgi.i con anteriorid,adr s. plena aplicacin experimentai a la totalidad de losI.,orrnenores. Mas si tiene valor cientfico, la han prece.dido, corr toclo, obser.vaciones ais]adas _algunas vecesirrarlvertidas, inconscientes otras* 1r entonces las confir.

    lil. I'RO'IlI-EtrvlA D. LS GNERACIONESlrn.iorrcs lxrr:den trocarse en revelaciones. No es adrni-nrlrl,., lror lo lanto, el reparo de que durante la elaboracin,'l l,,st1tt.ejo cle una Historia del rte segn generacionesIurl',r y,r tlirbajado disponiendo ya de las cifras, que tenaii rrri irl,:rrrrcc. Y, ante todo, no vale tampoco el reparo de,1u,.. ,,,'irsionalmente, los intervalos sean bastante exi-f,,uori. lJn lmigo mo me brinda un buen parangn, p'ro-,'r.rlr.rrtrr rlcl dominio de la fsica: cuando un aviador traza, rr ,'l ,'iclo una lnea con gases de escape, sta aparece;,,,r lo pronto como una rbita uniforme. Ai poco rato,'i, lrrrlrni rlisuelto en nubecillas separadas, en gupos con

    "rri llr.opios centros de gravitacin. Se observar que ell,rrzuriolto no se haha producido en forma continua,',ino r'lrnicamente, como cualquier proceso vital. A me-rrrr,l,r, urra de las mrgenes de sernejante grup,o de gravi-trrlirirr rlista ms de la margen opuesta del rnismo grupo,1rrc rk: la margen vecina de otro. Sin emtrrargo, se distin-1',rrc l

  • WILHELM PINDERse guarda silencio aeeca de lo esencial, llega a cobrar{ormas realmente grotescas: as en Ia confusin que seproduce entre la aspiracin artstica y a actividad cien-tIica. El efecto de Ia teora de los quaa de planck, porejemplo, afecta el crculo de intereses de todos los fsicosvivientes. Por lo pronto, nada tiene que ver todava conla edad de stos. En cuanto fenmeno histrico-cientficooes ella meramente un problema de Ia simultaneidad sim.ple. Quien aqu falla debido a su edad (en el supuestocaso, naturalmente, de que en verdad se haya descubiertoalgo que sea forzoso reconocer), no obra de otro modoque el que rechaza la cuestin debido a su propia limita_cin; pues el efecto es el rnismo. ste, por lo tanto fallarealmente. Pero las exigencias tcnicas y _si bien yamoderadarnente- cientficas, son exigencias prcticas.Surge Ia "modernidad', como una cuestin de conve.riiencia superior. pero ;no ser *espiritualmente* unavulgaridad aplicar tal concepto a las direcciones de Iaaspiracin artstica que son meos acontecimimtos? Laconveniencia y su reconocimiento, no tienen que ver conel nacirniento de los problemas artsticos, ni con la estruc,turacin natural de sus portadores por cap,as superpuestas.

    Desde luego, esta contradiccin merece mayor atencinall donde se trata de o que prcticamente es ms similar.El antagonismo de la concepcin fundamental se desta.car entonces con especial nitidez. En los escritos deI7cchssler (ltimamente, en el Ilomenaie a Breysg, to-mo o) la perspectiva por m estimulada aparece, en

    IJI, I)ROBLEM DE LS GENERCIONES

    r,r1rrrl'irl. trrrr slo como lamentable rezago de una concep'.rrlrr ,lroli difundida, mas superada en la actualidad.lirrr .rrrlrrrlgo, su obra La generacn como comunidad'lttt,t'rtl sr: aproxima de hecho

    -como principio heurs'

    trr' rr uquello que yo he visto. Tambin ella lograrrrl'('r' cl concepto del 'opresente de un solo estrato" yl,r()v('rl ir ]a sucesin de un ritmo, mediante la aparicin,1,' lrrr ,'rrJrits de edades. "Dios", ciertamente, estara pre't'.nlr. lrn slo en el seno de la juventud

    -

    cosa de que111, 1r.r'rrriu dudar. All por los afios de la dcada del 20,lr,l rrilllo XVI, ;estuvo Dios presente en la comunidadlrrv,'rrrl rlc los manieristas (que, nacidos alrededor del'(X)" vivan entonces lo que l liarna su 'opunto de espon';rrrrrir,rrlo"), o se manifest en aquella magnfica comu'rri,lrrrl tlc hombres que, siendo ellos mismos la juventud,1,. l5()0, irnpusieron el arte clsico, y que luego, maclu'lr,l.,s plcuarente, su)eraron el estilo de su propia juven'trrrl rrrcrliirnte un estilo propio y nuevo (que les era propiorrrricirrncnte a ellos), a saber, el barroco prirnitivo? ;Esta'l,;r '"|)ios" con MigueL ngel y con Ticiano, o bien conf 'rrrrrrcggianino y Bronzino? Alrededor de 1640,;estaba,',rn lrrbens y Frans Hals, o bien con Remhrandt, Claudey Vcliizrluez; o bien con Ter Borch, A. Cuyp, Murillo?;'N,, lralrr estado po ventura corr todos ellos? A m meirrtclcsa precisamente aquello que Wechssler niega: la.rrtr:lcquia de una generacin. Ella radica ms hondo, y varruis cjos, que la comunidad juvenil. En Wechssler slolxislr:rt las comttnidades juveniles, que apaecen en los

    24 25

  • WILHEL&1 PINDER.oupuntos de esponjamiento predestinados,, (kairos). ;Kai-rosl ;Predestinacin? S, y gue lo predestinado no es elnacimiento, sino tan slo el .,punto de esponjamiento,,,vale decir, la aparicin ce la vountad nueva, que ya seconoce a s misma con plena claridad.

    Pero esto ns s: claro est, ms que una traslacinracia adelante, de otro punto predestinado: e nacimiento.

    Tal_ traslacin tiene su sentido, lo s: el nacimiento en ses un concepto isiolgico. partiendo de misrno, arrihaItIo a pensamientos hiogicos

    -

    o hasta metafsicos, locual no es lcito, pues tales pensamientos ya se consiclerancomo estando al margen de las ciencias del espritu. ;porqu? Pues, porque la coincidencia de la poca natal noadmite interpretaciones psicolgicas, y ia historia deespritu debe manifestarse como psicologa histrica afin de poder permanecer dentro de lo expicabe. ( 1A nr,sernejante confianza me parece una locura!) La apari-cin simultnea, cuando menos a primera vista, parecetodava psicolgicamene abarcable. Es posible descri_birla como accin humana. yo tampoco dejar escaparesta posirilidad, ello se sobreentienre. Slo que a m nome basta 1o psicolgico, priesto que advierto

    .bastantescasos

    n que tal elenento resulta insuficiente. Todo estoe$ una cuestin epistemolgica. En la comprobacin purallgase a un pnnto que ya no puede ser concebido psico.Igicarnente. Tamhin Wechssler arriba a l (trtaros,predestinacin). y ste es un hecJro que debe ;;;;reconocerse, y del cual del:en sacarse las conelusiones

    EI- PROBLIV DE LAS GNERACIONES

    r,oncspondientes. lEs esto misticismo? ;No puede lla'rrrri rscle con igual derecho escepticismo, escepticismcrIrurlr: n la explicabilidad piena de la vida? Dicho, pues,lrr.v1vspsl1s: ;no puede llamrseie prudencia filosfica,lrrrsla cientfica? Trtase, en frltimo trmino, de la di{e'rr,rrr,ia entre la vitalidad (como elemento dado) y la, irusiridad (como ago que gicamente hemos de eje'' rrl;rt').

    l,it "comunidad juvenil" de'lVechssle.r proviene -cosa

    ,rrrry plausible tratndose de un investigador ce lenguasv titcraturas- de la zona literaria. En nuestra lengua,,',rrrrunidad significa: mancomunidad consciente, y, con'rrcr:rrentemnte, Wechssler supone que esta conciencia, en

    ,,rr calidad de vivencia juvenil, abandona ms tarde a losrrrirrmbros de la comunidad. Esto puede suceder. Mas.sloy convencido de que esta conciencia no ha existido enrrlrsoluto, jams, en muchos casos decisivos, y que enolros slo puede aparecer tardamente; y ya por eso('sloy persuadido de t1ue, lo que en verdad importa, nor,s clla, sino otra cosa: algo absolutamente independienterL'l saber y la voluntad humanos' (Pero he aqu precisa'rrrunte aquello que como historiador no debe nno consi'rk:rar, 1as, cuando fienos, 1o exige el

    o'siglo XIX"!) Sin,lutla podrn \rerse tambin comunidades conscientes engf'uros no literarios: no slo en los del Sturm und' Drang,los Romnticos, los Parnasiauos, sino acaso tambin enlos muestros de Bar:bizon, o en 1os Impresionistas' Tr'trrse sin embargo, siempre, de grupos ms bien reduciclos

    26 1aLI

  • WILHELM PINDERy sostenidos por algn programa; estos grupos rara veztienen carcter enac i ona r m e,,",,;:,.' :,J : j::it : :,":i:prendidos tambin psicolgicamenr";

    *u, no as Ia ap,a_ricin simultnea de Masacchio y Jan van Eyck --eacasoforman stos una comunidad juvenil?_ ni tampoco eInacimiento simutneo de Bach, Hndel, V*ru"irri (F.";.cesco Maria) y Scarlatti (Domenico) en e afio de 1685,tan vecino al de Rameau (16g3): estos maestros no for.man ninguna comunidad juvenil, sino un perodo de lagran msica europea, nacido en comunidad. Toda sugeneracin es un acontecimiento europeo sefialado conmaravillosa niticlez: pertenecen a este acontecimiento Ber-tr

  • WILHELM PII{DER(1813), Marx, Engels (lBlB), y hasta el fundador tlela concepcin marerialista del mundo, K. Vogt (fBlZ).Podrn surgir: discrepancias acerca de cmo denominar.ri.factor conrn, reconocido en este caso por una fisiogn-rnir:a histrica, imparcial. Enarnoramiento ante el objeto,sentido del acto y del hecho '* todas stas son palabrasque circundan a la esencia, slo en ltimo trmino com-probable. lExiste sta? He aqu ra nica cuestin. sroes menester trasladarse del ltimo miembro de esa gene_racin al primero de la prxima, para reconocer gue seacaba de llegar a un nlrevo centro de gravitacin: trasa-O""-_r: Courber (ISl9) a puvis de Chavannes (1824),o de Keller (l8l9) a C. F. Meyer (IBZS). Es el mismocamino que conduce del realismo a la idealizacin; delo cercano en un sentido irurgus, a lo patticamente leja-no. Ms an, hasta enrre W.agner liSffy y Bruckner(1824) media la misma distancia. E entusiasmo deBruckner por Wagner es sensual en el sentido ms prxi_mo, es fsicamente ertico, pese a toda su pompa. tsruck.ner:, y ya C. Franck (1822) conducen a misterios muchoms apartados de a tierra. La msica dramtica deWagner radica en lo visible, en lo palpable. Se sometea la cadena de mundo fenomnico, y ro sIo admite laconredia burguesa de los Moestros Canrores: aun pararepresentar el infinito requiere todava igura humana.Ciertamente, esta msica, puesto que, de todos modos, esmsica ta.mbin, intenta huir, en sus instantes sublimes, dese encadenamiento que la ata a lo objetivo. pero Bruek-

    I]T- PROtsLEMA DE LS GNERACIONSrrr.r y O. Franck ya ignaran, en absoluto, semejante enca-rL,nruuicnto. Ellos no slo ya dejan de ser dramaturgos:rrr n() Sol siqtriera mirsicos descriptivos. En cambio, elrrrrrl,r'rrl tlel estrato realisa se ve ocupado precisamente1r,,r ;rrlrrrillcls cuya msica echa rnano, con {recuencia, del,r l,'rgica poticamente objetiva: Schurnann (1810) yl,r:rzt (lt11). Por otra parte, cierto es

    -y escoj'o cons-lr,rrlurrente este ejemplo, caracterstico para el sutil enla-rrrrrriorlo y entrevero de los procesos, y como prueba tlelrr,; rrrtrtices-- que por otra parte Schumann y Liszt, simul-l;rrr,rrrrrente con Chopin y Mendelssohn (1809), entran alorrrrtr parte precisamente de aquella capa intermedia,rorrrirrtico-realista todava, que en los demonacos, en losrr,rristas, hnmoristas, en Spitzweg (1808), Gogol, E. A.l',,r' (1809), Daumier (i810), Reuter (1810), Dickens( ltl2) pudo llevar a cabo ese cambio de color que trans-l.r'rir al romanticismo en realismo, hasta llegar al bordenrisrnu de ios realistas. Y al comienzo de esta capa inter-rurrlir se halla Beriioz (1803), demonaco, {antaseadorv jlir innovador de la rnsica descriptiva, que es tan slorrrr cpisodio en la historia de la msica, peo un punto,';rllcterstico sin embargo dentro de la historia del esp-rilrr: caracterstico en lo relativo a toda esa poca, la'lr(xa de la "sed de hechos". (Lu palabra 'opoca" pue-,lrr. desde luego, provocar equvocos. Se percibe ah una"i1roca" slo para una de las capas que conviven coet-n(irente, y que es szr, poca. No es esta poca un lapsor,rr s que pudiera entresacarse del conjunto; semejante

    30 3t

  • IVILHELM PINDERlapso implicara, como siempre, muchos erementos anta-gnicos. La'o:poca,, de esa generacin muestra un solopunto lmite cronolgico gue? en forma aproximada, pu-de registrarse: eI punto radical del nacimiento, aproxi"madamente coetneo, que acarear luego el ,opunto deesponjamiento,, de la simultnea aparicin.)

    se sobreentiende que ra cuestin de ras comunidadesjuvenies es {rtil y valiosa. Mas sin roca una parte delo eseneial. Daremos otro ejemplo ms para confirmarsu diferenciacin de Ia de la historia de las generaciones:el planteamiento de la cuestin tal como ia presentaWechssler hallar en la figura de George, como elementoms interesante, quello que nada tiene que ve con Iapropia generacin de George: el crculo de los jvenesque rode al maestro. Este crculo _cosa absolutamenteobvia- es un objeto importante de observacin histrica.Empero, la investigacin de las generaciones enfrentaotro objeto ms: enfoca a George, no en cuanto oopunto deesponjamiento" para los jvenes, esto es, como individuopor lo pronto solitario, sino como miembro de una gene-racin en la cual, si bien se halla solitario de acuerdo consu propia conciencia, se ve sin embargo ligado, en cuantoacontecimiento espiritual, a otros acontecimientos, valedecir, a otros artistas. por lo tanto, no considera el crcu-lo de George, sino la coetaneidad de George con Claudely Amiet, hasra con Meyrink (todos ellos de lg68); asi-mismo con Andr Gide (1869), y tambin con paul Ernsr,Busoni, G. Minne (todos de 1866), y con Dauendey

    II, I'ITOIjLBMA DE LS GENERCIO\ES

    Illtr';). y lVlrrctcrlinck (1862). Toda comunidad puedels1 1,,1,rrrlirrrlrr por los que participan de ella; ste es el1rl, n,, rl,'r'r,,'lro de quienes viven una sola vez. Pero ya una

    '1,u,'rr',r, i,irr comparativa, aplicada a individuos notable'Irrlrrtl rruryr)cs y a otros notablemente menores, da por1,,al1ltrrrlo ura sensacin instintivamente fisiognmica,f ,r.r'rir ;r lorlo anlisis, de que hay algo de comn (que nor,,, 1;rrrris la comunidad juveni), lo cual en los ms serlrrrrilicsl.a como impulso hacia la {orma recatada, en stenrv,'l ,,ornrl de eclades (George, Claudel, Minne, Busoni,l,lrrlrt, lVlaeterlinck); de tanto en tanto como clasicismo,y r,rr otlos como tendencia a lo fantsticrl? mas siempre.'rnro lrrl vnculo retroactivo involuntario (lnato!) Conlir ;1,'nt:racin de Feuerbach

    -elevacin y disposicin a

    lrr lr:jrna-, justamente con la generacin de la dcadarlr.l trO.

    (lrran til es, en. verdad, entetase de las echas de na'.irrrir:nto, es cosa que demuestra con especial ciaridad,'sc prrafo curioso en que Wechssler (obra citada,1'rig. 9?) se propone exponer la idea "de que la msicalror ejemplo se ha ido aproximando a su perfeccin msl()rtamente que las artes plsticas. Goethe dispona de'l,cher y de Reichardt como compositores paa sus can-, ioros, peo a nadie se le ocurrir a{irmar que la m'sica de ZeLter corresponde aI Sturm und, Dran'g en cai'rlad de escaln espiritual equivalente. Slo Mozart, elcoetneo de Schiller y de Fichte

    -1y nadie antes!*_, hapodido realizar la poca genial de la msica, como cre-

    32 i3

  • WlLHELM PINDERdoi afn en el espritu con aquellos genios, preparandoen sa Sinfona en sol menor las confesiones demonacasde Beethoven.,, porque el investigador de las generacio-nes ni siquiera esperar que Reicha dt y klter compon-gan de acuerdo con la oopoca genial,r, puesto qu* nonaci en 7752, y el otro sro en rzSB (como Dannecker),y ste precisamente, quiero decr Zelter:, es con mayorexactitud an que Mozart coetneo de schilrer. Mo-an:t (1756) slo tena 4 afios menos que Reichardt, peroaun le ilevaba 2 afios a Zelter. Junto con los dos, formaparte de la capa de edades entre Goerh e e7A\ y Schi-ller (1759)" No solamente hay una inexactitud objetivaen esta apreciacin, sino que en ella una diferencia decalidad se confunde con el oonivel evolutivo,, de un arte.Mozart fu un genio, tanto como Beethoven y Schubert(y de los tres "dispona,, Goethe igualmente como com-positores, sIo que no supo estimar bastante este honor).Zelter y Reichardt en cambio no lo fueron. Aun siendocompositores capaces, su valor era tan limitado que su.cumbieron bajo el ooambiente" cultural, conformndoseal saln de {iguras de alabastro del clasicismo, y al dic-tamen literario, sin llegar empero a expresar la vida

    IiI- PROBLEM DE LAS GENERACIONES

    rrrrinilrr pasara asimismo por la oopoca genial" litera-riir, rrilo que en un momento ms tardo. Es problem'lllrr r;rrr: cn general haya existido alguna vez :una t'msica

    ,1,, lrr i"poca genial"" Pero ante todo, reconcense ah der,rr,'v,, los peligros del concepto 'ocomunidad juvenil", yl,r, vr:rrlajas del concepto entelequia. Pues la entelequiarlr' (lrr:the contiene

    -nadie podr negarlo- mucho msr;rrr: r:f Slurm und, Drang. Este movimiento no fu msrprr ur punto' de transicin por el cual ha pasado su;rrvr.ntud. Y aquelios compositores, un tanto ms jve-rr'r,1, (:o1'respondan en todo cso a un escaln ms tardo,1. (ioethe, vale decir a su o'clasicismo" (pinsese enllr.ir,hardt tambin como compositor del Canto Fatdicorlc lllderlin, cuya potencia verdadera 1, como clasi'lirll ms dbii justamente, no pudo agotar). Y sta pre'lis;rrnente fu la debilidad de estos pequefios espritus.!,lr t:ambio la uerza de Mozart no fu

    -ta] ssrns ell'rlr'r'vo con acierto W'echssler, refutndose inconsciente'lrr:nte a s mismo- la representacin musical de la pa'srrrla "poca genial", sino (entre muchas otras cosas) suirrrlrctu por internarse en el estrato venidero, la ooprepa'rrrr:in de Beeoven", el cual (nacido en 1770), ya nadalrrrode tener que ver por cierto con la 'opoea genial".l,lsto ya no se espear, par otra parte, de Mozart, y tan'tr rnenos an, entonces, de Zelter, que fu ms joven to"rlrrva.

    El declararse partidario de la juventud (aunque oca'sionalmente se admita una juventud encanecida) cierra

    propia del arte novsimo y en verdad ya pr_edominante* tal como lo hicieran aquellos genios en su lugar, porotra parte, evidentemente se presupone en esa apreciacinaue el arte de ,,maduracin ms lenta" ha de pasar tam.bin a travs de todos los perodos de las otras, repitin-dolos un poco a Ia zaga, de modo que por ejemplo la

    j415

  • WILHEL&i PINDR

    mos operar, llna ms, una noincgnita,, (que en verdadno es sino otra magnitud ms). Esperemos que se llegue

    la cornprensin ante la entelequia, y con ello ante lasposibilidades ulteriores de una generacin en su totari-dad. El estilo rnovido de l4B, verbigracia, ha sidocreado con toda evidencia por hombres nacidos alrede-dor de 1480 (Schongauer, pacher, Verrocchio, pollaiuo.lo), por hombres, pues, de unos S0 afios, quienes antes-por el 1460- todaaa nqhabanencontrado ese estilo.Esto no se debe a una comunidad juvenil, sino a i" ;;;;:lequia uniforme. Nicolaus Gerhart, evidenteml;;;tneo de todos ellos, lleg ya antes a ese mismo estilo,

    TJI- PROBLEM DE LS GENRCIONES

    !r rrp{'r'r' la sin par ingenuidad en materia epistemol-gtlrr, cs1 ingenuidad que por doquier cree pisar tereno"r'r,n,r:irlo", p,uesto que, en definitiva, operamos slo conhr rlr"nr:onocido donde sea, y que por todas partes arriba'urlr, rrna causalidad frente a la cual ya slo resulta1r,,"il,lc una aceptacin y no una expicacin. No se est',rlrrvrr rrn "mstico" pot reconocer esto. El misticismoi,,: r'irrli disposicin del sentimiento; en verdad no esrr'r'r'srr'io definirlo con mayor exactitud, puesto que quienlrr*' un escrupuloso sentido del idioma ya conoce in-trritivrrmente el valor de la palabra. Cierta disolucin del1', ,"r'rncjante a la embriaguez; cierta duda en lo que,',rrrr:irrrne al intelecto; cierto renunciamiento a toda cla'r rrlrrrl intelectual, tienen ah su lugar, como ecursos,.1i,'rrr:cs para lograr ciertos objetivos que, si bien son,rl,rrnzables, no constituyen una meta para nosotros; Denrrr11n rnodo, creo, podr encontrarse en mi trabajo se-nrr,irrrrte renunciamiento; como todo hombre cuerdo, yol onsi(leraa locura absoluta irrumpir as en el terreno,ll lir ciencia. Yo slo perciho los lmites cle lo psicol'pii.irrrrente aprehensible. Y veo que stos no ccncuerdan,'r,rr los lmites de aquello que puede contemplarse, niiilflr (oI los que se perciben en las conexiones que pue',L'rr contemplar'se. El ver en todo ello una biologa orrrrrr. metafsica, o ambas cosas a un tiempo, o bien otrar'()sr, es una cuestin que depende del criterio. pergonal,'l'rrn slo hay detrs de ello la aspiracin a un conolci'rrrir:nto ms claro. Quien practique esa aspiracin ca,err{

    mas tmbin los otros lo alcanzaron. Otros, ms jvenes,en cambio, como Veit Stoss (el altar de Crurouiul, pu-saron por i tan slo brevemente, all por los comienzosde su actividad, y lo perdieron iuego. Tam.bin lespectoa este caso encuentr.o uua ohser.vacin excelente, incon.testablemente acer.tada, en Hans von Mler (obra cita-da, pg. 9): "Hoffrnann, Fontane y Liliencron, sro tar.rle llegaron a tlar de s lo que 1",

    "ru ms propio : tnaslo dierw entonces

    .siguie-nrla el espritu de los que habansido iuenes juntamente con ellos,, (subrayado por M.ller). Este pasaje habla en verdad en contra de la co_munidad juvenil, y en favor tle la entelequia; en contrade poder excusivo de lo conscientemente vivido y enfavor del poder cle lo inconscientemente innato.

    Pero, por cierto, es'necesario decidirse a agregar alas famosas .omagnitudes conocidas,, con las cuales cree.

    36 )/

  • muy a rnenudo bajo a sospecha cmoda del o.ocultismo,lcientfico. En verdad semejante recriminacin pesa bienpoco. Si liberamos el concepto ,,oculto,, de los vaoresde asociacin de Ia semicultura que hoy da, en virtudde ciertos fenmenos actuales, se Ie adhieren, no signifi.car ninguna caracterstica de valores o no-valores, sino

    sefiala esra misma direccin; todo inteto;;rer*;":nexos extrapsicolgicos del acontecer (ar4que slo avan.ce a tientas? como La casualid,ad,

    "o* prefiguracin deldesno de W'jthelm von Scholz), i.,.u.o eI captulo"Teora y ciencia', en Mundo prrnitiuo, mto y hurnani-dqd de Dac4u, tiene ah su lugar. La corroboracin

    meramente una comprobacin de los lmites subjetivosde la explicacin. Si bien se piensa, no implica en ver-dad nada positivo acerca de las cosas a gue se refiere,sino tan sIo algo negativo aceca de nuestro conocimien.to; exactamente como el trmino .,prehistrico,, designauna mera posicin histrica acerca de la cual

    "l estJdoactual de nuestra c.sicin,

    e se ve ^",

    iiJ,i,**":iil1;; ii: l;existido acaso por eso? lPor ventura ouexiste,, siemprenicatnente aquello de o cual nos imademos explicaro? E escepticrr*" fr":X: ffii|l:encia de Ia psicologa y tlel ambiente, gue asoma detrsde rn-r ensayo de aprehender a ui,{o ,ur."ptible cle con-templacin precisamente como tal y nacla ms, ser qui-zs, en tiempo no muy lejano, una actitud general. Todo::::::j:r"-ibir ta

    ,otey_de ta serie,, (paur Kammerer)

    I:I, PROBLEM DF LS GENERACIONES

    lr,r,, lrr:r'rosa de mi'conviccin Ia hallo sin embargo, paranr { irso particular, en el filsofo espafiol Jos Ortega'',rr lil,r'rr sobre l tema d,e nu,estro tempo (aparecido enlrlllll rrrr traduccin alemana, al parecer excelente, dell,'1,'rrr: Weyl, con prefacio de E. R" Curtius) se basa,r rln :rr primer captulo, en i'ola idea de las generacio'rr,"'"! Aparece sta como o'el concepto m; importan'teil,' lrt lri,sl'oria, y, por decir-lo as, el Sozne sobre que star'lr'r'ul;r sus movimientos. Una generacin es una varie',l,r,l lrrrmana, en el sentido riguroso que dan a este tr'r,,rrro lr)s naturalistas, Los miembros d'e ello uenen alrt,ttrtr[,rr rlotad,os de ciertos ca,racteres tpcos, que les pres'

    1,11q 11ni. fisonoma cornn, diferenc,nilolos de la genera-, rrirr ;rnterior. Dentro de ese marco de identidad pueden,,,'r' krs individuos del ms diverso temple, hasta el punto,1,'r;rre, hahiendo de vivir los unos junto a los otros, alrru' de contemporneos' se sienten a veces como anta-

    ;r'rristas. Pero bajo la ms violenta contraposicin de1,,:: ltro y Ios anti descubre fcilmente la mirada una co-rruirr filigrana." 'oEn efecto, cada generacin representarrrr;r cieta altitud vital, desde la cual se siente la exis't.rrr:ia de una manera determinada.o'1 No tiene impor'r;rrrria para m el que Ortega no elabore la matizacin,1,. las generaciones dentro de la "poca", ni remotamen-tr, (ion la vastedad que requiere eI propsito mo" Loruisrno puede decirse, por otra parte, tambin respecto

    I Las citas de Ortega ueron transcriptas, desdb luego, del textorrriginal, y no de la traduocin alemana. (N" del T')

    WILHELM PiNDER

    38 59

  • I/ILHELM PINDERa otro tribro recientemente aparecido y sin duda muy no,talrie, la Historia d,e la msica en el, ritmo d,e N.as gerrc.racones, en el cual Alfred Lorenz *ei hijo de OttokarLorenz--. ampa en determinada direccin, la teora dela generacn de| padre. Esta teora diiere bastante demi concepcin, pues su ndole es biolgica en un sentidomucho ms puramente naturalista; segn ella, a am-pitud de una generacin corresponde a la amplituc pro.creadora de una generacin paterna, y sus lmites sonpor lo tanto mucho ms vastos, hasta el punto de que,por ejernplo, Mozart y Beethoven se presentan como per_tenecientes a una misma generacin. (yo, por. el con-trario, atrjbuira dos maestros tan decisivos, cuyas fe_

    chas de nacirnientcmna, a dos gener;:,., #ffi:i_1,ff;."flla un milagro extrafio, fuesen hijos de uri rnismo ;"*,y formaran por ro tanto una sora generacin desde elpunto de vista naturalista.)

    Lo que importa es el nuevo conocmiento que actual-nente viene abrindo-se camino *y que, clesde uego,como toda maniestacin lena de sentido, ti*nu u*u pi*_**u:* de que la historia * ,Ur" ."

    "oncibe corno yrx.taposicin y sucesin de accionbs y vivencias humanas,como algo que es so psicolgicamente interpretable ensus detalles, y catico y absurdo (si se quiere ser conse-cuente) como integridad, sino como u -trasciende ta votuntad hurnana, y que ,"1::.irnente es susceptible de ser percibido en contemplacin.

    r EL PROBLEM, DE LS GENERCIONESl,rr psicologa cuenta con la vivencia, la historia con elncontecimiento. La investigacin de la vivencia preten-rt: permanecer dentro de lo explicable; la investigaeinilt:l acontecimiento puede cobrar vida ya en la mera con'tgnplu"l 'n. Y he aqu la cuestin ltima acerca de la,,ual hemos de decidirnos tambin en este lugar: equ{$ en suma la ciencia: consiste ella en comprobar loslrr:chos tan slo cuando parecen explicables? aO en com'plobar lo inexplicable, aun cuando no sea ms que unlrccho?

    Munich, febrero ce 1928"WII,HELM PINDBR

    +0 4T

  • EL PROBLEM, DE LCONTEMPORANEIDD HISTdRICA

  • LA "NO CONTEMPORANEIDAD"DN LO CONTEMPORNEO

    l\o por se genealrnente conocido, un hecho existe ya,, rr.rrtficarnente. Slo existe cuando es visto como pro-l,lr.rrnr. y puesto en relacin con problemas. Ser dema.'r r,lo conocido es, a menudo, el certificado ms sospe-, lroso en cuanto a las circunstancias reales: aquello que,\. ve sienpre, ya no se advierte. He aqu el peligro del,' r,xcesivamente obvio.

    l'elo ello quedar relegado a segundo trmino, por vez;rrirncra, no bien entren en rivalidad diversas posibilida-,1,,s de pensamiento. Tal rivalidad, por cierto, es el des-tirro de toda ciencia. Tambin sabemos todos, y en la1,r'rictica con harta frecuencia lo olvidamos, que siem-llr'(? aun en el mejor de los casos, tan slo podemos abar','rrr-. enteramente y de una sola mirada, un solo lado derorlo lo que pueda ser objeto de la contemplacin. Cuan-rlo meros, mientras tzamos una lnea histrica, todaslts dems lneas posibles se hunden necesariamente en

    45

  • WILHELM PINDETTla oscuridad. Esto es: .,olvidamos, todo o dems, a finde mirar una sola cosa" A tal situacin podemos bus.carle remedio trasladando el procedimiento, sucesiva-mente, de lnea en lnea, para reunir, finalmente, en ha-ces

    -en la ardua tarea de la sntesis_, todas estas lneasde luz vistas por separado. Tarea arclua, a la cual seopone este angustiado pensamiento: .,;pero si nosotrosdesebamos el orden y la sencil ezi y cuantas ms lneastrazamos, ms confusa se torna la imagen!,,. No obs.tante, ;de qu nos sirve un orden que, con toda su sen.cillez, estrangula las cosas que le atafren?

    Por lo pronto, hemos de hablar aqu de algo clemasia-do conocido y demasiado indiscutibl", qu" casi por prin-cipio suele olvidarse en ra Historia de las Artes plsti-cas; por cierto, ello no ocurre en los casos singulares rledicha historia, sino cuando se trata de su concepcingeneral. Hemos de demostrar que, con el olvido, prc-ticamente general, de ese factor el exceso conocido, senos escapa toda una dimensin de la visin histrica.Pero ha de quedar dernostrado adems que? en verdad,no se produce en absoluto confusin alguna si conscien.temente introducimos dicha dimensin dentro de nuestro'pensamiento aplicado a la Historia del Arte, sino antesal contrario: aflora entonces cierta transparencia de unarealidad dispuesta en varios estratos, all donde por locomn un grueso cobertor oculta todo lo viviente. Lapolifona no es un caos; tan slo es menester saberlaor. Claro que, no bien lo indiscutible se eleva a la ca.

    I]L PROBLEM DE LS CNERCIONES1r'g.r iu re problema, se traslada

    -debido a slt interpre-lr'r(ln -

    a la esfera de lo discutible.l,ll lutor desea delimitar por su cuenta los puntos cr.

    '1r.,:r rlo esta traslacin; desea exponer a la opinin aje-rr.r l(' (l[e1 ve; cree poder tornar visible un acontecerlrr,'lrigico, un viviente imperio de leyes

    -misterioso, pero

    ,lx"rirnte- cuya cognicin justifica el aumento de lasrlrrrr.rrsiones, er aas de una mayor claridad de nuestrav rrririrr histrica.

    l'rr primer trmino, vaya lo indiscutible en su formarrrrl:r generalizad.a: la contemporaneidad de lo no coet-rr,','. ls la cosa ms conocida del mundo, ya que la dis-p,nir:itln por estratos, que abarca desde el nifro rns jovenlrrrstrr el anciano ms viejo, esa coexistencia realmenterirrrrrrltnea de las edades ms diversas, forma parte derrurrsl ra experiencia cotidiana.

    l)cstle luego, el historiador del arte posee tambin esta,'r;rcriencia, y es claro que en muchos casos aislados lautiliza. Toda Historia del Arte no annima nos la im-p,rrrr: tal como nos la impone la misma vida: con idn-tr,'rr necesidad. Nadie duda de que slo debido a su edad,,v,urzada sigue Max Liebermann siendo impresionistalrrrslu el da de hoy. Pero no vaya a creerse que ya selrrrlrrii tocado la cuestin esencial, necesariamente, con,1u.: irlguien diga: ooPues bien, Liebermann es un hom.l,r'r' viejo." lCun pocos son los que llegan a compren.rl.r' tlue la misin de una vida vigorosa, iniciada bajol,rrrliciones del pasado, es realizar tareas ms antiguas,

    46 47

  • WiLHELIvI pINRobjetivos distintos, que nacieron con elia! Lo cual equi.vale a decir: cun pocos son tros c;ue ven Ia edad de Lie.bermann histricar4ente. El rnodo rns extrnseco y ele"rnental, es el de verJa isiolgicamente: .oliebermann yano puede guardar paso,,. y en el mismo instante yase presenta justamente aqueila concepcin a cuyo predo-minio hemos de declarar la guerra: la idea de la ,;pocauniforme", con su uniforme .rpxogresor,, como exclusi-vamente vlida; la idea del .,presente', coercitivo quearrolla, que debe anollar

    -como el ele{ante sagrado

    Esta idea, arsificadora, de los trechos histricos unidi-mensionales apenas ha sido expresada alguna vez conclaridad, pero se la ve obrar por todas partes tal como,en efecto, toda historia ooprctica,' *nspque proteste_arranca de premisas tericas. Dicha idea retrocede nece-sariamente en Ia medida en que las investigaciones prac-ticadas son de ndole monogrfica, destinadas a la his-toria de los artistas: 1, se basan sobre datos seguros; yla misma idea pe ensancha a medida que en la retros.

    del Dschagganath gue avanza sobre ros cuerpos huma-Ias existencias, esas existencias cuyo sentido rudi-

    ca entre otra"s" cosas en que tengan edades distintas yparticipen todas, adems, de otros, de distintos ,.pre-sentes". Es aqueJla concepcin que Schoperrhu,r"r, ir*-migo consciente de la historia a la vez que gran histo_riador inconscieni;e, escarnece camo,,letztzeit r, (rrtem-po del ahora")

    -

    con la rencorosa intencin de gue unmal trmino armoniza con una mala causa"

    I I'I{OBLEM DE LS GENERCIONSlrFr,, r,rr lrislrilica nos van abandonando os datos dema"rlrrrl, l.rr(Isos? y nos vemos de pronto llevados a unulnll,,,'rr ti cuaL ya slo hay, ms all de los hornbres,u,t,tr,,,r'rlrrrirdas en un orden de sucesin que desde lue-F" r', rrrrilrrle ral: estamos en la Fistoria del .e an-*irrl l,lrr cse instante ia experiencia cotidiana tamhinIr,,r irlrrrrrlola. Y mientras sabemos perfectamente quelnl lrrrr.rros cuadl'os impresionistas posteriores a otrosrr,',1,'r'rrsirnos igualmente buenos

    -

    tratndose del me",1r,,,'1,, rros tomarros tra libertad de establecer un orden,1,.,,,,,'r:sirin guiado, en un todo, por un solo estrato: tr850,l.trr0. ll70; echas que significan una sucesin dispuestar rl.:;tlrtos nicos, de estados de la I{istoria de la Forma,,,r,lir rrro de los cuales, fugaz o no, es concebido como, rrr.ntc de profundidad. Sucede como si detrs de estas,,|,r;rs ro hubiera hombres, sino entes normales cren.t,''r rL: cdad, que, por as decirlo, se han dejado amaestrar1',r' lits t'pocast'.

    l\rrturalmente, se trata de una abstraccin, y esto se:r;rlrr:; llero tan acostumbrados estamos a las abstraccio.,('ri, (lue olvidamos qlre no da lo mismo que haya .ounarrr;is. tlna enos", sino que verdaderamente importa queIr;ryir "menos". Justificadamente nos sentimos en un trance,lc lrnlsrgsncia, e injustamente olvidamos ese trance luego,1,' haberle haliado un remedio aparente. puesto que losrhlos de la Iistoria del Arte ms antigua

    -si es que?,'rr general, s)rislsn- se refieren con mucha mayor fre-,'rrcncia a obras que a hornbres, se ha ido tejiendo, por

    4849

  • WILHL4 PTNDERencima de una visin histrica no esclarecida de por siouna red de fechas anejas a las obras Fre, con excesivacomplacencia, aceptamos como sustituto de los procesosreales, procesos que pese a todo nos son inasequibles.Como, necesariamente, en la Historia del Arte urri*u,los hombres quedan sumidos en las sombras, surgen unasseries de nmeros que sirven para denominar posicio-nes espirituales de ese modo inadmisiblemente amplifi.cadas y que nos engafian con ra farsa apariencia de unasucesin de presentes inequvocos, unidimensionales.Los investigadores cuya fantasa histrica es vivaz, ob_tienen por cierto, devezen cuand.o, esta impresin: ,,esto,es cosa vieja, trda a la rastra; aquello es algo nuevo,notablemente prematuro"; pero el que toda .,fijacin

    II, I'I{OBLEi\,I DE LS CENERCIONES

    *lF eul;r,i lcy

  • hacencargo (si es que as sucede) como de un fenmrsecundario y menos esencial. Interviene en ello, naralmente, el tono de la valoracin que adoptamos al esti.mar aquella poca ms moderna en el caso dado; porlo pronto, como traslacin retroa.ri"" ;_;;;il;#;:";,,

    del presenre (que en verdad muy poco se presta

    que el gigante de Naumburgo aparezca como apndice

    a elo); pero, adems, como yaloriza.cin tambin delclsico Dcimotercio. No obstante, puede intervenir asi.mismo dicho tono all donde

    "ru *i.rnu oopoca,, (enverdad: su estlo) ha ilegado a convertirse, al surgir

    una nueva consteac.'doncre ro moderno ,'l"n:i'.n:i ffi:cuado de un nuevo presente. Concbase con claridad laff:i

    histrrca del maestro principal de Naumburgo.Ni siquiera nos hara falta saber que,^arti;;;*#;;haba creado antes (muy probablemenre ya en 1239),Ia Westlettner-Flastk de Maguncir, y gu" anteriormentean haba actuado en Francia. Slo tendramos queconsiderar lo que, en las artes plsticas en general, hasido realizado con posterioridad a 1250, para econocergracias a tal comparacin gue nos haliamos, en este casooante Lrn magn{ico mundo m,s antiguo. Aqueilo que lla-mamos "siglo XIII,', no es ya ni remotamente la pocaque va de 1200 a 1300: es una nocin estilstica, queaun como valor cronolgico hace mucho ya se ha eman-cipado de esa deiimitacin demasiado casual, y que hoyda signiic a "1210-1220, aproximadamente,,. De ah

    L PROBLEMA DE LS GENR.CIONES

    'rorr,lBico del o'siglo XIII"; que aparezca *y sta es

    urr ,',rlvacin* como ya no moderna. (Fig. 2 y 3). Lot.,.l,rrl,'ros reales de St. Denis (f260 apr.) reveln p'oco'lrjri o rnenos lo

    otmoderno" de aquel entonces, esto eso,r';rr,'llo que pretendian los m,s jaenes. Ese modernismolir.rrt rlc comn con el estilo de Naumburgo el solo hecho,1,' ,grrc tambin en 1 se ven ahandonados esos alineamien-I',,, 11v11111 formados de mltiples madejas, que caracterizan,rl .lrisico Dcimotercio, siendo sustitudo por un estilo, ,r ,'l .ual prevalece la masa, el macizo, porre en plie-r(rrr:. csto es, por un nuevo sentimiento del bloque. Tr-tilrr rlc una comunidad de medios, de la cual ya participar,l rrrrrcstro principal de Naumburgo, a Ia vez que todaual,rr'1,,;r por mantener ese sentimiento de proximidad a lai r,lrr rluc en torno suyo va extinguindose: evidentemente,prrr':r.

    -ias esto, por cierto, ya es interpretacin!-,rurr nr(1. ms antiguae llara la cual 1 haba nacido; unarr,,r,r ;rrrl.igua "disposicin de nimo" {undamentai. ;Y, rrr'rrr:r:s? 1 fu sin duda ms joven que el maestro dellrrr.tr: rle Bamberg (ien favor de lo cual habla eL perodo,1,. [\4;rguncia), pero ha de haber sido un hombre uieio'rl ,'ir^r'rrtar su obra de Naumburgo; bastante viejo ya' r:rr(l(' la comenz. Acaso quienes sean psiclogos muy

    ,, rr.,ilrlr.s in{erirn lo mismo tarnliin extrahistrica-rr rrl('" grrindose por la forma, y comprobarn un estilo,,,',,'s1,o{iente a la vejez, que fu perfeccionndose1,,,' () :r lx)co, independienternente de su lugar en el tiempo.l

    'trrlriskiricamente *?ue$ ciet'tas edades pecen te-

    V/IJ-.HELM PINDTJR

    52 :il

  • VITLFIELM PNDERmdad de la poca en rorno a 1464. So por saber locontrario, l acert la fecha. Esa cjfra en calidad donombre, tuvo para 1, en verdad, urr *rUa" dual: toda.va Erhart, e Gerhart; unu'rr*urrn ambigua. Lo

    , '#"-ii" J""":.,"' un solo afi o' Fero al'i'mJ ti".;;

    viejo v-tr" lou*". il:"-ffi"n,.,u ser igual) IoErhau esraba igado a algo ten porulmefft;,j:Jffi:antiguo, sefialaba Ge"h""t,inf"ument_con Gerhart regaba aso compr"r"*."r,#:'r:::,i,j::::::','"" t"i:l ib" u.*".ruir ago viejo,algo sue rodava ]* o.,u.n",*rb;;;_j"ffi;r: Jll;la poca en funcin de la Hirto"i_ d;irre, senrida comounidad poi: la rel

    as como .".,,hd;l:;;,': J,:;:.tn der intuirivo,s, vez por quien practica

    "r", ,"or"orl ff:T"1r:uno imaginrselaranura,

    ".* ".,-.,,il|}:1: ;" corerrora, unace los casos; ti"n" "ll" una dimen;,:"J;, #::l

    lij:": de tiempo; es, en verdad, un espaco ce tiern-vu' dst? )za en este solo caso dua, ,rJ.464r, es abordadopor dos desarrollos competamente distintos, uno msantiguo, rnucho tiejoven, que sio -".ff;J:fi,JJl;.. otro rns

    Atm si nos permlitimos la uir.tru..l,,nente sirnpificadora de designar

    "r .n"'*inff:i:plo.-_gre ya de po' s es, en verd;;; ;; cuanro medida,tltt trecho tenrporal*-? como lrnfo (punto temporal en

    I'I I)ROBLM DE L,{S GENERCIONESpl ,:r.rrtllo lristrico), advertiremos que ese o'puntooo noFd t,rnrp)r'r), ;lor cierto, visto en otra direccin (perpen-rli,irlrr r ;rl tramo de tiempo), ningn punto, sino una,fir,,r

    .r,t, cs, una sond,a de profundid,ad, que vamosirrtlirlrrilr(lo verticalmente a travs de desarrollos de, r,l;r ;r tlrrvs de conexiones de la historia de las formas,,,1rr',r,n(,s que ostentan diversas pocas de comienzo y,lr', r',;r'; pcrspectivas de perduracin. Cualquier o'punto

    r""'l't't,rl'" h,istrico es, par Io menos, una sonda: d,e m,o-,l', rlrtt' no es trn punto sno una lnea. Aun cuando slo!r, riun()ri sirnultnearnente dos vidas, una vieja y otret,,i, ' rigarnos solamente ias de Erhart y de Gerhart-' ir {'ri( lrrrnto de J464 (y aun dejando de lado, por lo

    I,,,rto" os factores de lo tribal y lo individual)? auni 't'n{:(s, hahrarnos trazado una recta gue une. Ahora

    lrrr rr. |lr el propio "punto temporal" de marras fu una,,',, , r,irir: el o'instante histrico" es ya de por s un tr-i,', t,r- l)e modo que deberamos representarnos, en lugar,1. rrn pilto, una lnea de pro{undidad, y en lugar derr,,,r lire, un plano de profundidad partiendo de aqu-ll,r- l)rrro en verdad la "Inea" forma todava parte rle,,t rr) Irlirro) pues rnuchos factores corren yu%ta,puestos en,' rrrisma direccin. Vale decir que tambin el trecho

    ,l, ticrrrpo hay que pensarlo ya como plano de tiempo.l;r plopuesta.de Volkelt, mencionada ms adelante, de,,,ljrrlicar al tiernpo una segunda dimensin, no cundir,,,, rlud en lo referente a la percepcin subjetiva delIr('r[(.)" Con respecto a ].a nocin, rns grosera, del tiern-

    5657

  • U/ILHELM PINDERpo histrico, debe adoptrsela sin escrpulo. pero:::::'i,"",r".1"'los estraros que va tocando nuesu'plano.sonda", hallamos nu"uu*.nr, ffi;:J":^::O"i", con veinre, cincuenta, ,,o i*portu

    "uandesarrollos de personalidades a"'aiu"rru " ::r-rl

    nuevamenre, cada uno de elos, por debaidel plano remporal, vive en yortupori.i;;":ff;:planos con otros, c,oetneos

    "r "udl caso. y slo as surge, regido por la imagen matemtica del cubo, eI espa.i j:jr!^:::: u1 si:tem.a-a" .oo,i*Jd** ro,*udo porla yuxraposicin denrro del curso d" ;"*;;'lrff;del tiempo), perpendicular

    " I" *;;*posicin de las

    lili: j,,1 a cada yu*tupo,i"io,,.ruidu. Er que

    EL PROBLVl DE LS GENERCIONES

    rl,,,,rh' Iuego, es vivido por cada cual bajo una coloracinlrr,livirlual, sino

    -en su calidad de o'punto de tiempo"

    i,.,rl. y por debajo de todo lo individual- 1o tiene ya' prr cl hecho de que un mismo afro constituye, para un

    Ir,,rrrlrre de cincuenta afros, un punto temporal distinto,rlcrrtlo de sa vida, que para otro de veinte aos; y as,ru,','rk: en una serie de infinitas variantes. Una ciencia,f'nrlr(ro, que pretende rescatar de la muerte formns det'u,t,rr(i pretritas, sublimadas en obras, una Historialr.rlilizante en su lucha contra la muerte y por la vida,,1,'lrcra, en verdad, disolver aquella fra nocin deltrechot,l,jct,iuo, estableciendo diferenciaciones mediante la no-' i,in

    -vitalmente clida- de los tiempos subietiaamcnterlilcrsos que ella contiene, para poder luego volver a

    , ,,rrtrrrnplarla -aquella nocin fra- en forma sinttica,

    ,,,rnt) lo que histricamente es: multi y no unidimensio'r'rl. De modo que bien puede hablarse de una oculta "no.'nl.cmpoaneidad de lo contemporneo". Y, si bien la;,rrlrtrra o'tiempo'n slo entra en juego aqu como trminogr'oseramente histrico, es sin duda lcito recordar querl anciano Johannes Yolkelt, contemporneo, gracias a,,rr propia vida larga y vigorosa, de muchas vidas de,livcrsas edades, y partcipe de varios "presentes", llega;r sentir, en su obra tarda Metafsca y fenomenologa,ltl, tiempo, la necesidad, conscientemente paradjica, de;rtlibuirle al tiempo mismo una segunda dimensin

    -enviltud cle su amplia capacidad, abarcailora.

    dentro de este sisrema de coordenaa", ";;:;d;fffcasi inimaginable de posibiidades d

    vinculacin'"rr r"ruo, es un hecho ,r" .rr*r.llltirJ

    :i:_t-" de ninguna orra, de a analoga maremtica deras rnnumeras posibiidades lineales clentro de un cubo:cubo de tiempo podra llamrsele_ desde luego tan slocomo imagm hipottica destinada a facilitar las opera-ciones con trayectos tempora les hstr,cos.

    Todo esto, traducido a trrninos vivientes: cada unoconvive con sus coeneos y con personas de edad dife-rente en una plenitud de posibilidades simutneas. paracada uno, la misma poca es a la vez una poca distinta,esto es, una poca dstirxa referid,a a l msmo, qo" eslo comparte con srti ene p ara ." d" .uuroi,""

    _* ll' ;;:*::#rr:ffi1:58

    59

  • BL PODER AGRUPADOR D I,O COETNAOTodo esto tendra ya vigencia aun suponiendo que notuviera ugar ninguna clase de agrupamiento segn estra_tos determinados por el nacimient