el psicópata débil

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Trastornos de personalidad, psicopatía secundaria, psicópata exitoso, maltrato

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Page 1: El psicópata débil

El psicópata débil Algunos psicópatas son habitualmente más poderosamente atormentadores y viciosos que otros. El tipo explosivo (descrito a continuación) actúa en esta manera periódicamente, y luego se muestra preocupado y arrepentido sobre la inconsciencia de tales acciones irracionales. En contraste, otra variante es profundamente insegura e indecisa, quizás hasta disminuye cardíacamente y de forma cobarde. La agresión psicopática en esta variante representa una respuesta paradójica a los peligros y miedos que siente, con el propósito de mostrar a sus perseguidores que no está preocupado o débil, y no sucumbirá a la presión externa o a la coacción. En nuestra tipología, tales individuos miedosos y cobardes son psicópatas débiles. Estas personalidades realizan actos violentos como un medio para vencer el temor y para asegurarse un refugio. Para ellos, la agresión no es intrínsecamente provechosa, en cambio, es esencialmente un acto contra-fóbico. Esperando el verdadero peligro, proyectando fantasías hostiles, los tipos débiles sienten que es el mejor si golpea primero, esperando así anticiparse a sus antagonistas. La dinámica del psicópata débil es derivada de la evitadora y de las personalidades dependientes. Aquí, los otros son imaginados como enemigos poderosos, agresivos, sádicos. En contraste, el yo es visto como un objetivo precario e inútilmente indefenso. Experimentando pánico, el psicópata débil procura evitar la inevitable aniquilación, tomando parte en las mismas acciones que temió profundamente como una forma de ataque prioritario. Por el despliegue público y fuerte de lo opuesto a su profundo miedo, estos psicópatas presentan una fachada de formidable fuerza. Su comportamiento es contra-fóbico, como han hecho notar anteriormente, y como los analistas han indicado tan claramente. Este mecanismo no sólo sirve para permitirles dominar sus miedos personales, sino sirve también para desviar e impresionar al público por un falso sentido de confianza y seguridad en sí mismo. Vuelven a su interior tan pronto como los invasores han sido repelidos. En otros, sin embargo, vemos en público el tipo débil y fanfarrón, una variante beligerante e intimidante; estos individuos quieren que el mundo sepa que ellos “no pueden ser empujados alrededor”. Como con muchos otros psicópatas, la agresividad pública no es una señal de confianza genuina y fuerza personal, pero sí un medio desesperado de tratar de sentirse superior y auto asegurado. No quiera decir que se anima naturalmente, ni es intrínsecamente violento, estas variantes débiles se hacen caricaturas “de resistentes tipos fanfarrones” y pequeños tiranos. Muchos psicópatas débiles se afilian a grupos militaristas que buscan un chivo expiatorio compartida -a a la gente o población étnica que ha sido “sancionada para odiar”, “o llamados forasteros” de todas las variedades, quiénes invariablemente encarnan las mismas debilidades que estos psicópatas sienten dentro de ellos. En una torcida y perversa lógica psíquica, estos psicópatas asaltan sus chivos expiatorios a fin de destruir los mismos elementos que dentro de ellos desean y procuran negar. En todas partes de la historia, estos individuos a menudo se han unido para hacerse los "ejecutores" de estructuras de poder totalitarias: los inquisidores de la Iglesia Católica medieval, los esclavizadores del Sur americano, los uniformados de Alemania nazi, y los burócratas del Comunismo Soviético, sólo para mencionar algunos ejemplos. Del libro: Psychopathy: Antisocial, Criminal, and Violent Behavior edited by Theodore Millon, Erik Simonsen, Morten Birket-Smith, and Roger D. Davis. New York, Guilford Publications, 1998, 476 pp.