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J1TLIA N HUIZ PEOr)CARRIO ... 1 DE

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RIV AS JV\ORENO

EL REGIONALISMO

EN LA MANCHA

FRÓLOGO DEL EXCELENTíSll'\O

SEÑOR I'\ARQUÉS DE TREVIÑO

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CIUDAD REAl.: Tlf"· Oc

EL FROGRESO MANCHEGO

~9tS.

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PRÓLOGOInvitado por mi ilu5tre amigo O. Franci3~0 Rivas Moreno para

que presente al pÍlblico una serie de articuia3 que éste ya conocepor la Prensa y ah:>ra formar(ín intere5al1t~ vulu:n~n, y como losarticulos son cono:iJos y a RivJS More10 13 co.l):~a fuera de laMancha y l1asfa ellla Ml1lC.b (qtle ya pa;aroJ 103 triste3 tiemposque él recuerda de MGne3cillo y Espartero), e3 mi misión bJstan­te difícil.

Adentrarme yo en el campo d~1 re;l;ionali3n10 que él d~5arrolla,

¿liD sería torpeza il1~igne p:x prepararm ~ comparaciones 110 muyfavorables para In; culre las idea, y form1 literaria del prólogo ylas del/cnerpo del volumen? Y, sin embargo, no puedo declinar elItOnar que el amigo me hace, no puedo negar mi col(1boración él

algo que sieuto taa profuudamente conn el mismo Rivas Moreno,y 110 quiero q'.le le f:llte mi colab:1faciólI entu3i{l.jtica en lIn~ ohra

que, estimulando 1:)3 sentimientos locale3, es la ú:lica qu~ po:Jriasalvar a nuestra querida Mancha y a Esp3iia t011 de la triste situa­ción en que hoy se encuentra.

¡El Regionalisnlü! Tan amplia es la palabra que cada cual laentiende a su manera y llega la disparidad a tales términos queluchan encarnizadamente un03 regionalistas y otr03 por cuál esel que define exactameute el concepto. Y sem~jallte lucha no pro­duce en el ánimo la idea de abandonarla hasta que los hombresse pongan de acuerdo sobre la misma, como debe hacer3e en laejecución de cualqtlier empresa, que fracasar,! si antes no estánarmonizados los planes y medios de emprenderla; pero en estecasu ocurre lo qu~ cuando hijos de una misma madre disputanpor cuál la quiere nLís y cada uno de ellos elige diferentes mediosde justificar ese amor y por él la adorna con distintos atribut03.

No me asusta el nacionalismo catalán, ni el bizcaitarrismo vasco,ni me hubiera asustado el separatismo ultramlrino si aun tuvié­ramos aquellas ricas pose:.;ione3, cuando a esos exaltados movi­mientos acom~aña el sentimiento region11ista templado en lasdemás regiones.

¡Qué mayor prueba de vida que la exaltación de un sentimiento!¿Quién será cap"z de evitar que la prote3ta y la reacción sobrepa­se en sentido contrario a la acción que la ha producido? Si el re_gionalismo estridente y eX3gerado se ve sólo, si no halla solucióna los problemas que siente en la colaboración del resto de la na­cionalidad y precisamente por falta de esta colaboración y poregoismo y por miedo no le abre cauces el poder Central, no de­penderá de razones sino de fuerza el que llegue a convertir enhecho sus exageraciones ideales.

Mas si ese sentimiento exaltado de las regiones mús viriles,más castigadas, más cultas, que sienten más vivamente por mo-

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ti'.'os d~ leng'J lje, de costllln:Jf':-:;, d~ tajlograiJa, h311a UIl senti­miento de pnltcsb, paralelo al suy,), en las d~J11.L,.;, tnrpísimn

sería si 110 utilizase ese scntilllient\) en Su ap:)yo y en cuantocomenzara a utilizarlo la comunidad de la empresa, la COlllunica­ción de sus hombres, la gratitud, e) ne:::c3ario pacto social de ar­monía en el cual y para buscar ésta ca1a uno cediera de sus d~­

rechos o de sus pretension~5, limarian aquellas estri(l.~ncias y seproduciría el estado uormal, propio d~ 105 tiemp3s y de las nece­sidades y bien distinto de la atómica sob~ranía con qu~ suellancatalanes y vascos exaltwlos.

Por eso yo veo con suma simpatía la CJmpaiía t1~ propagandaque Ca:nbc) rcaliza p3r Esp:ula toda. Pudíera calificarla de altruis­ta en el sentidn de que por húbil que sea el jurisconsulto catalánha de suscitar altt¡p~tjas hacia SlIS exageraciones, pero en call1bi~ha de despertar el scntil1lieuto, hoy úormido de región, ya que nocon dulzuras que muchas veces 110 cOllsiguen sacarnos delletargo,

cou pinchazos que n'>s hieran o molesten. Veo que Cambó, en suexaltación por el regionalismo trata de hacer regionalistas enEspaüa a:taquc los Inga anticatalallistas. Y en eso, precisamente,

está su suprema habilidad.Si la Maucha despertara ante ese sentimieuto, si desaparecierau

de ella esas lacras que Rivas Moreuo, tau experto, sellala en todoel orgauismo social español, de las cnales la que más me ha im­presiona Jo ha sidu aquella, tau vista, del indocumentado e irres­pousable repr~sentaudo eu el municipio intereses caciquiles o deotro orden aun peor q:1e el caciquil! Si de contrario, nuestras cor­poraciones municipales se regeneras2l1 hasta el punto de desve­larse por los iuteres~s del pueblo y esa regeneracióu subiera des­pués a uuestra Diputacióu Proviucial, eu la que, en vez de resol­verse expedieutes, se diera impulso a la agricultura, la industrialas obras públicas y la cultura provincial y a consecuencia d~ello después tuviéramos en el P.lrlamento voces manchegas (que110 fueran alli solo a título de manchegas, sino de autorizadas,sabias, honradas, conocedoras del pais que las vió nacer y de susverdaderas necesidades, por las cuales trabajaseu, olvidando snsintereses propios y particutares, muy especialmente el conservara Dl/frallCe el distrito O exteuder el influjo de sir familia a los otrosinmediatos) entonces veriamos una patria feliz y entonces seriamuy fácil conseguir la arJl101Íía entre todas las regiones y, sin es­fuerzo, desaparecerian, a mi entender, esas, 110 elel todo insanasestridencias de Catall1lla, la que siempre podria recabar la gloriade ser la iniciadora dellllovimiento, la que 110S había enseliado él

los demás el camino de la regeneración,Ciudad Real, 14 de enero de 1918.

EL MARQUES DE CASA TRl>VIJ'lO.

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Para los hijos de Caslilla, la idea de Patria ~slá colo­cada en el aliar de sus más puras adoraciones, y el ma­yor placer es ofrendarla todo linaje de sentimientos no­bles y de acciones generosas, anhelosos de ver a la ma­dre común disfrutar de grandes prosperidades. No tienepor lo tanto cl regionalismo manchego ni el más remotoparentesco con el que en mala hora propagase por al­gunas provincia,.

El Regionalismo a que aludía el ilnstre general Agui·lera en su discurso del Hotel Ritz, es el que por nada nipor, nadie se presta á debilitar ni romper las disciplinasde la unidad nacional. Importa muého al inlerés públicoacabar con los equívocos en todo cuanlo hace rclacióncon las campal'ias regionalistas, pues los catalanes quehan tremolado esta bandera, empezaron sus propagandascon palabras tan poco explícitas, que dejaban la duda desi abogarían por la descentralización o el principio fede­rativo; pero las intenciones han ido quedando al descu­bierto a medida que ha transcurrido el liempo.

En Vizcaya, en Galicia yen otras regiones de la penín­sula que tienen dialecto propio, los regionalistas catala­nes intentan buscar prosélitos tocalldo algunas fibras delsentimentalismo, a las que saben ellos no deja de res­ponder la irreflexión.

El hecho de que los catalanes y vizcainos ensefien asus hijos en el dialecto en que sus antecesores expresa­ron los cariños de familia y los amores a la Patria, nadatiene que ver con la idea nefasta de querer romper losvínculos de una nacionalidad gloriosa, formada por lossiglos a custa de inenarrables sacrificios.

Para los manchegos, el problema del regionalismo norepresenta otra cosa que la obra del progreso nacionalpor medio de la división del trabajo. Cada región tiene

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intereses peculiares que, fomentados por los que en ellaviven con la unidad de esfuerzos y aspiraciones que per­mite el interés común, dará por resultado una mayorcultura y un estado económico más próspero.

La Hacienda nacional no es en realidad otra cosa quela suma de las regionales, y, por lo tan lo, a mayor pros­peridad de éstas COI responderá un mayor florecimientode la primera.

No tienen los catalanes, ciertamente, la exclusiva en loque atañe a la protesta enérgica y sincera contra los ma­Jes del centralismo administrativo; pero al remedio deéstos no se acude tratando de amputar al cuerpo nacio­nal todos sus miembros para provocar la muerte, sinoaplicando aquellas uormas de conducta que el estudio yla experiencia recomiendan como de eficacia baslante parallevar a la normalidad al país.

Hay que agregar a una descentralizació:l bien medi­tada otros particulares que, si bien no tienen alcance tanextraordinario como esta primera reforma qu~ pudiéra'mas calificar de espina dorsal del regionalismo, son com­pletamente obligados de este programa. Aludo al hechode que los hijos de cada región sean los primeros enla labor de engrandecimientos de la Patria chica, tantoporque, estando llamados a recoger los provechos, so·bre ellos pesa la obligación de Ull concurso entusiasta ydecidido, cuanto porque, educados en los apremios eco­nómicos de la región y en sus necesidades morales ymateriales, es natural que a ellos les sea más llano el ca·mino a recorrer que a los extraños al sentir y vivir decomarcas a las que no estuvieron nunca ligados por vín­culos de ninguna clase.

Se desenvuelve nuestra vida en una série de circulasconcéntricos; lenemos en la familia los más fuertes afec­tos, siguen en éstos los del pueblo donde nacimos, des­pués la provincia, más tarde la región y por último, lanación.

Ha tenido la Mancha hijos ilustres a quienes en la his­toria se dedican páginas escritas con pluma de oro; y, apesar de esto, no hay en esta región, para mí tan que­rida, un monumento que los recuerde a la posteridad, su­cediendo esto precisamente en una época en que se velevantar estatuas a medianías, ayunas por completo detodos aquellos méritos que legitiman estas grandes dis­tinciones sociales.

Siendo presidente de la Diputación de Ciudad Realpropuse a la Corporación, y ésta aceptó por unanimidad,

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que se levantaran.dos estatuas: una a Espartero y otraa Monescillo. Cuando estos dos grandes hombres llega­ron a las más altas gerarquías de la gobernación del paísel primero, y del estado eclesiástico el segundo, vivíanextraños por completo a su Patria chica, porque ésta'poco o I11da les habia ayudado Inra subir la escala delas ailas distinciones. Todo, absolutamente todo, lo de­bían al esfuerzo individual, como ahora sucede al generalAguilera. Muchas personas han creído que Espartero erariojano.

Los tiempos han variado, afortunadamente, y yo meenteré con singular satisfacción de los agasajos y distin­ciones que hace meses dieron ocasión para exteriorizarlos entusiasmos y el cariño conque la Patria chica, pre­miaba .Ios relevantes méritos de dos pintores tan eximioscomo Carlos Vázquez y Angel Andrade.

Los catalanes que tanto abusaron del arancel en dañode las demás regiones. quisieron para otros efectos ro­dear aquellas provincias con una muralla parecida a lade la China persiguiendo un aislamiento que los hechosevidenciaron bien pronto que les era muy dañoso.

En la Mancha, no es el egoismo escudo que puedaamparar las conveniencias de la región.

Las normas del Regionalismo de buena ley, consistenen no escatimar esfuerzos ni sacrificios con objeto de quelas actividades de la región alcancen el más prósperodesarrollo.

Con minas de carbón y lanas superiores y abundantes,tanto en Puerto llano como en los pueblos limítrofes,debía existir una industria fabril en condiciones de soste­ner la competencia con las similares de toda España ydel extranjero. El algodón vuelve a cuilivarse en Anda­lucía con buen resultado, y si esta iniciativa arraiga, laindustria manchega dispondría, con gastos de arrastremuy livianos, de una primera materia de capital interés.

El cáñamo puede producirse en esta región para darvida a industrias que ya florecen en comarcas de menoselementos.

En cuanto a las personas, opino, que no debemos ne­gar a los de casa las ayudas a que tienen derecho porsus merecimientos y por los vínculos de la sangre; peroen modo alguno suscribir el exclusivismo de los catala­nistas, porque la vida de relación de las regiones imponea este respecto, el intercambio.

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~~ ...~.t!f~'!.~.~}l~r_~~f¡rifu

de asociación

La evolución cuenta con dos fuerzas poderosas pararealizar su obra de progreso: la cultura y el espíritu deasociación.

Ya he dicho en otra ocasión que, se debe entender porSocialismo, la sustitución del esfuerzo individual por elcolectivo. Socialistas somos los que venimcs ejerciendoel apostolado cooperatista.

Todos los elementos regionales de producción preci­san para su desarrollo de estudios y esfuerzos que seríabaldío pedir al individualismo.

En el árbol genealógico del Socialismo son numerosaslas ramas que existen, y aun cuando todas tomen la sa­via de una fuente común, las asociaciones tieNen carac·terísticas que las diferencian notablemente.

Los cooperadores no admitimos la lucha de clases, yreconocemos el derecho de propiedad, sin que por estodejemos al capital que maneje a su arbitrio todas las ac­tividades.

En el prpgrama socialista de Erfurt se lee el siguientepárrafo: • Unicamente la transformación de la propiedadindividual de los medios de producción en propiedadcolectiva, y la transformación de la forma de produccióncapitalista en forma de producción socialista, puede ha·cer que la gran industria y la productividad siempre cre­ciente del trabajo social dejen de ser para las clases has­ta aquí explotadas un manantial de miseria y de opre­sión para convertirse en fuente de bienestar y perfeccio­namiento armónico universal>.

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La aspiración que informa las anteriores lineas recibede los cooperadores el calor de SIIS entusiasmos, perolos caminos para llegar a traducir en realidades e,as ideasson muy distintos, pues nosotros que queremos hacerde los braceros y colonos, propietarios que vivan C::lI1holgura e independencia, abogamos porque los latifun­dios andaluces y extremeños se entreguen a la població.lrural para que los explote en común, aplicando las nor­mas de la cooperación integral, una vez que 105 propie­tarios tengan bien garantidos sus derechos.

En el orden industrial, por la asociación pueden lle­gar los asalariados a constituir Cooperativas de produc­ción, en las que todos ellos tenelrálT el doble conceptode socios capitalistas y de obreros.

fomentando el espíritu de asociación llegaremos a for­mar con los pequeftos agricultores y ganaderos Coope<rativas que puedan aplicar todos los e'ementos de pro­greso que mejorall y abaratan los productos y permitenllevarlos al mercado mundial en condiciones de so"stenerla competencia COII los otros países.

El esfuerzo coleclivo permile el empleo de maquina­.ria que ahora solo pueden usar los graneles hacendados.La dirección técnica tan esencial para el éxito de esasCooperabvas, será cosa llana, cuanelo las asociacionesdispongan de recursos sobrados para atender sin tacalle­ría estos servicios.

Las Cooparativas vinícolas, te ligo bien demostradoque, formarán tipos permanelltes y selectos capaces de

1 disputar el consumo a Francia e Italia en los mercadosde Europa y América.

Es vergonzoso qlle por falta de cultul·a y espíritu deasociación la M.ancha entregue al comercio extranjero aprecios apenas remuneradores, prodnclos como el vinoy el aceite que pueden trabajarse en los puntos de pro­ducción con los mismos cuidados y refinamientos que lohacen los franceses e italianos.

Nos sería fácil citar nombres propios ele personas quehan levantado en la M.ancha capitales de importancia ex­plotando en gran escala alguna de las principales fuentesde la agricultura. Vinieron con recursos muy mermadosy a los pocos al10s manejaron un capital cuantioso.

Estas ensel1anzas debieron avivar el espíritu de aso­ciación para sacudir una tutela económica que era ruino­sa y humillante; pero la vida de aislamiento en que vivende ordinario los que cllltivan el suelo es causa de que se

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muestren siempre refractarios a tomar las iniciativas queimpone por el esfuerzo colectivo, el progreso agrícola.

Los productos del suelo se han vendido a especulado­res poco escrupulosos con cotizaciones inferiores a lasdel mercado normal, teniendo que agregar a esto el he­cho escandaloso de pagar réditos usurarios por anticipode fondos.

fácil es a las colectividades propocionarse el dineroque precisan y no es empresa de titanes el organizar laexportación para los pUl~tos de consumo de la Penínsu­la y los mercados extranjeros.

Importa mucho el buen éxito de estos empeños, el co­nocer la situación agrícola de los países que tienen pro­ducción análoga a la nuestra, y las cotizaciones que cadaartículo alcanza, y a este respecto, las Cooperativas secuidarán de formar personal idóneo, pagando sin taca­ñería y concediéndole siempre participación en los be­nefícios.

Un cuerpo de viajantes bien inslruido en el desempeñode su delicado cometido, ensancharía para la producciónmanchega la zona hoy reducida de sus operaciones merocantiles.

Ya sé que todo esto requiere tiempo, dinero y perse­verancia, pero si estos factores se utilizan en otros paísesen la forma y medida que demandan sus conveniencias,no hay razón para que los espalioles nos coloquemos enuna casta inferior, privada de disposiciones para acome­ter iguales empresas.

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~as oBras púBlicas----------"'-----

No hay problema de mayor transcendencia par.\ laeconomía nacional que el de la facilidad, rapidez y bara­tura en las comunicaciones, y ni antes ni ahora la opiniónha tenido las debidas solicitudes para influir en los hom­bres de gobierno a fin de que no hicieran granjería polí­tica de lo que era cuestión vital, de interés público.

fuera de las murmuraciones de casino y de algunagacetilla mordaz de periódico, ilada, absolutamente nada,se hizo a fin de enfrenar el desquiciamiento que inspiróen los Parlamentos y en las esferas oficiales siempre quese puso sobre el tapete el plan de Clrreteras o el de fe­rrocarriles económicos.

Las conveniencias de los santones políticos y el interéselectoral ,de los hombres más influyentes de cada partidoeran las únicas normas a que se acomodaban las obraspúblicas, en que se gastaba sin tasa el dinero de las ciasescontribuyentes, las cuales, para hacer reproductivo sutrabajo, luchaban en unos casos con la imposibilidad dellevar los artículos hasta las JJrincipales líneas férreas, yen otros, con una carestía en los arrastres que hacía im­posible la competencia con los product03 similares im­portados de países lejanos. Estos habían costeado fleteso tarifas por un recorrido extraordinario, salvaron ade­más los inconvenientes de un arancel extremadamenteproteccionista, y a pesar de esto podían sostener la com­petencia con la industria nacional.

Las despreocupaciones y desaciertos en las altas esfe­ras de la gobernación del Estado, por lo que atañe a lasobras públicas, tuvo en las Diputaciones provincialesuna segunda parte que, juzgada con imparcialidad mere­Le más acres censuras que la primera.

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Está fuera de discusión que se procedió con aciertoanulando el plan general de carreteras, por la ley de ju­nio de 1911, pues se había formado con las llamadas.parlamentarias>, que no tienen en su abono ningunarazón de conveniencia. Al fijar en 7.000 kilómetros lascarreteras que podían construirse, no se tuvieron encuenta graves inconvenientes que la práctica fué ponien­do de manifiesto, y que obligaron a la reforma de di­ciembre de 1913, por la cual dicha cifra fué ampliada deacuerdo con las jefaturas provinciales de Obras públicas.Estas informaron siempre su conducta en 105 más rectospropósitos; pero en el ministerio de fomento las exigen­cias políticas ponían en muchos casos sobre el interéspúblico el personal.

La ley de caminos vecinale<; de junio de 1911 seguiráincumplida en tanto que las l-laciendas locales no dispon­gan de ·un presupuesto bien dotado.

Cierto que en las provincias se conoce mejor que enel ministerio las necesidades de los pueblos y las conve­niencias de las comarcas; pero este factor de interés tancapital nada vale, cuando la conducta de las corporacio­nes no tiene otro oriente que el favor personal, y elpresupuesto es dinero que el compradrazgo politico olas conveniencias del caciquismo local gastan a su placer.

Justos muy justos, los anatemas contra el centralismoabsorbente; pero no hay que poner atenuaciones a losjuicios más duros, cuando se ve que la descentraliZlciónsólo se utiliza para las más reprobadas bastardías.

Hay provincias donde se han construido en unos casoskilómetros de carreteras por cuenta de las Diputacionescon presupuesto nada económico, y en otros se han si­mulado reparaciones de caminos sin otra finalidad quefacilitar las comunicaciones con las grandes propiedadesde los mangoneadores políticos de la región.

Si al Poder central reclamamos acierto en sus acuerdosy ausleridad en los gastos, a las corporaciones regiona­les hay que imponerles una rigidez de costumbres quesea como la ejecutoria que legalice la autonomía provin­cial y municipal que con tanto ahinco se pide por todoslos ámbitos del país.

Hay que abominar de las malas prácticas puestas enboga durante tantos lustros, so pretexto de querer favo­recer las conveniencias provinciales sin dafio de tercero.

Las carreteras que se construían sin freno en los gastosy en completo desacuerdo con el interés general, pasa­ban más tarde al Estado para que costeara su conserva-

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ción. La infotllllción pÚJlicl erJ. e:l cstos expeJielltesuna fórmula sin aplicación legal.

Va demostraré en ocasión oportUIl:t que el dinero delTcsoro que con tan poco aprecio miran las gentes, queatentas a su medro personal viven de espaldas a cuantasicyes les conviene I'Ldnerar,.culnda s~ invierte mal o sedistrae, resulta una carga injustifiod:l sobre el contribu­yente dc buena fc.

El regionalismo atender:í con diligencia y sin tacañe-'ría al fomenlo de las obras públicas, espe~ialmente a loquc atafIc a las vías de comunicaciones; pero cuidandode quc el trazado de éstas responci:l siempre al interésgcneral.

Las regioncs vivid n prósperas en un ambiellte degran economía. si todos nos somctemos a las disciplinasinflexibles de UIla ética social por uadie vulnerada. Losproductos del suelo ganarán en eslimación lo que se aba­rale el cosle de los transporles, y poblaciones que \'ivenhoye;l ruinoso aislamicnto podrán acudir al mercadonacional y exportar al extranjero los artículos que ahoraproducen con forZJdas limitaciones y sin cubrir apenaslos gaslos del afio agrícola, por alonz1r cotizaciones muybajas.

Lo mismo lo que [ielle relació:¡ con las carreteras y ca­minos vecinales, que lo que atafIe a la red de fen'oca­rriles económicos, las regiones deben ser las primerasobligadas a cubrir los gastos, limitándose la liaciendanacional a cooperar con UII tan lo por ciento del costecalculado por kilómetro.

¡Justo es que quien reporta el provecho cubra losgastos!

Los pueblos y comarcas que l11n disfrutado hastaahora del favor oficial han llevado cl dinero de las rcgio.nes para sus ell1p'resas, ya esta f,llta de equidad en losgastos pondrá el regionalismo un fuer.te freno haciendopechar a los que reporten beneficio de una obra conla parle principal de los gastos, sin qLIC el Estado hagaotra cosa que llevar como estímulo modestas ayudascuando se acredite que el sacrificio está bien justificado,

El presupuesto de gastos de las carreteras y caminosvecinales se cubrirá abonando los pueblos directamentefavoreciaos el 40 por 100, la región, un 30 por 100 yotro 30 por 100 el Estado.

Estas iniciativas lIel'an aparejado un cambio radical enlas leyes dc tribntación y, por ende, en los presupuestosdel Estado y de las regiones.

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Para castigar los ga;to; y disponer al propio tiempode mayores caudales, hay que realizlr reformls adminis­trativas, que, por lo mismo que dejarán mal paradosmuchos egoismos, harán oir fuertes protestas. De espe­rar es que éstas no hagan mella en el ánimo de los hom­bres de gobierno, atentos únicamente a la convenien­cias del interés público y curados de las medrosidadesque por tanto tiempo vino engendrando la funesta <leydel miedo •.

Conociendo las regiones los talentos y energías deánimo de sus hombres, es de esperar, porque así lo de­manda el interés común, que a los cargos de mayor res­ponsabilidad sólo se eleven a los que tienen acreditadostítulos bastantes para desempeñarlos.

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, IV

dJanco dG c1mposición

9 c1'ristamos

Para llevar a feliz término las iniciativas que -más inte­resan al progreso mundial y agrícola de la región man­chega, hay que fomentar la cultura, facilitar capitales conréditos muy moderados y crear en todas las clases socia­les hábitos de laboriosidad y economía,

No tengo la menor duda respecto a los nobles y pa­triólicos propósitos del Sr. Vizconde de Eza, de hacerpor la agricultura cuanto le permitan las posibilidadesministeriales-; pero hay que tener presente que' nuestroshombres de Gobierno jamás cuentan con tiempo bastantepara llevar a la realidad las ideas que mayores prestigiospodían proporcionarles, por haber reportado a las clasesproductoras provechos muy positivos.

El Crédito Agrícola fué ofrecido a la población ruralpor diferentes Gobiernos, y tales apariencias de éxitotenían aquellos proyectos, que todos los consideramoscomo un fausto suceso.

El tiempo demostró que se procedía con poca previ"sión al tomar por realidades, promesas de Gobierno querara vez tienen otra finalidad .que ocupar unas planas dela Gaceta.

El ahorro en la Mancha puede atender con holguralas exigencias del crédito en todas sus formas, y solo seprecisa para que esta empresa se traduzca en hechosventurosos, que acometan la obra hombres de presti­gios tan bien ganados, que ni aun los más medrosos ydesconfiados tengan reparo en poner a su disposición elfruto de sus economías,

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Mucho Importa ofrecer allabrJdor dinero blrato, ¡juesla usura es el cáncer que agosta sus energías económicas,pero hay que habilitarle para que dé a los préstamos in­versión útil y reproductiva.

La población agrícola tiene en la mejora de los culti­vos un rico filón que explotar. Las labores ejecutadascon arreglo a las disciplil11s de la agronomía, el empleode semillas seleccionadas, y abonos adecuados, las ventasde los productos del suelo en común y la coope,aciónagricola integral, cuando se disponga de terrenos ade­cuados a este objeto, son particulares que hace algunosaños figuraban en el número de utopías, y que a la horapresente, sólo precisa plra convertirse en obras de granprovecho, que se pongan a su servicio hombres de buenavoluntad y de notoria suficiencia.

Cuando la opinión discurra por estos cauces delacierto, no se tachará de utopista a los que afirmamosque ya se vé la aurora de días más prÓSI?erOS para lafamilia agrícola.

El espírilu de asociación se vigoriza de afio en año, ylas gentes del campo, van aprendiendo que la unión hacela fuerza, y que lo que era imposible en la vida de aisla­miento, es de fácil realización cLlando se agrupan los quetienen intereses comunes para cooperar al logro de lasmismas aspiraciones.

El Banco ele Imposiciones y Préstamos, estará unido alas Cajas Rurales por lazos de interés y por fuertes vín­!;u\os morales.,. Las instituciones creadas podrán solicitar del Bancorecursos, cuando los precisen, dando las garantías quedispongan los Estatutos, y cuando las Cajas Rurales ten­gan sobrantes podrán depositarlos en el Banco, a fin deque éste di'sponga de recursos para crear nuevos insti­tutos o remediar apremios económicos ele algunas Cajas'Rurales.

Sostenía'el gran sociólogo alemán Reiffeisen, que paraquinientos vecinos debía establecerse una Caja Rural; yoopino a este respecto que estos problemas no puedenacomodarse a un patrón fijo, pues en la práctica hemosvisto con frecuencia, ql,le lo que era cosa llana en unaregión, en otras ofrecía' trabas que n0 podían salvarse.

El carácter y las tradiciones de los pueblos son facto-res de gran influencia en los problemas sociales. '

Para el Banco serán de igual aprecio los intereses agrí­colas que los comerciales y fabriles. Todas, absoluta-

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mente todas las actividades regionales, han de recibirdel Banco la ayuda que precisen y éste pueda prestar.

Los Sindicatos Agrícolas operarán con las Cajas Ru­rales donde estas existen, y acudirán al Banco cuando élsea el único en condiciones para hacer los préstamos.

Hay que dar vida a nuevas industrias y fomentar lasque existen; para estos empeños el dinero del Bancoestará siempre dispuesto.

En representación de la provincia de Ciudad Re:!1 iríaa la Presidencia del Consejo de Administración, el ilustregeneral Aguilera; por Toledo, el acalldalado y presti­gioso senador D. Ollmersindo Diaz Cordobés; y porAlbacete un rico propietario y abogado de gran renom­bre, D. Jacobo Serra. No indico la representación deCuenca, porque en esta provincia me son desconocidaslas personas de mayor autoridad política y financiera.

Los cargos subalternos se confiarán a personal de no­toria competencia, pues el Banco no será un asilo dondelas personas que lo dirijan coloquen a los parientes queno pudieron terminar una carrera, 'ni encontraron colo­cación en las oficinas particulares ni en las del Estado.

A diario nos dolemos de que los principales venerosde riqlleza de la Península están en poder del capital ex­tranjero, pero nada se hace para redimir este censo quepesa sobre nllestro patriotismo. Si todas las regionesorientan sus esfuerzos hacia la prosperidad nacional, elesfuerzo comúll, nos pondrá en condiciones de acudir almercado mundial con nuestros productos, y en las rela·ciones internacionales España alcanzará el rango que enjusticia merece.

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",ea división fGrriforial

Las normas que venimos trazando para regular lavida del Regionalismo han de influir de tal suerte en lasactividades nacionales, que el estado moral del Inís setransformara radicalmente,por lo mismo que fomentandolos hábitos de trabajo y economía, los individuos y lasfamilias llegarán sin la menor violencia a tener una edu­cación cívica que nos presente ante las naciones cultascon la autoridad y prestigio que hoy se nos niegan.

En la economía na:ional, el Regionalismo realiza ver­daderos milagros, pues dará en tierra con todos los des·pilfarros y reducirá los gastos precisos en la proporcióny medida que consienta la buena marcha de los serviciospúblicos.

Nada tan anticuado y absurdo como la división terri­torial porque hoy se rige España. El R. D. de 30 de no­viembre de 1833, su fuente legal que fué ratificada porla Ley provincial de 29 de agosto de 1882.

En esta fecha se desconocían los ferrocarriles de víaancha y estrecha, los tranvías de vapor y eléctricos y nopodía ni suponerse progreso de tanta importancia parala comunicación de los pueblos como el que representalos automóviles, por lo mismo que se desconocían losadelantos aplicados a estos vehiculos y sólo se habíanconstruído en la Península, poco más de 4.000 kilómetrosde carretera.- El Poder central sabe que los servicios pueden simpli­ficarse de tal suerte, que se lleve al presupuesto del Es­tado una economía de bastantes millones de pesetas, perocomo desde hace muchos lustros en España viene ri·giendo la ley del miedo, para conjurar las protestas aira­das de las poblaciones que pudieran resultar perjudica­das con la reforma raci<;lI1al y práctica de la actual divi.sión territorial, se conserva el estatu qua indefinidame<nte.

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Este grave problema lo abordará el Regionalismo conlos arrestos que el casb demanda, y dando de lado atodos los privilegios injustos, aun cuando tengan en suabono la sanción del tiempo'.

Establecidas las regiones con los elementos de comu­nicación que hoy existen, la reforma en el orden adminis­trativo, económico, político, religioso y militar sería in­mediata, y I¡¡ supresión de gastos inútiles, lo mismo enla vida del Estado qne en la provincial, se traduciría paralos contribuyentes en un alivio bastante sensible de lascargas 'públicas, jJermitiéndole litilizar mayores disponi­bilidades par¡¡ el, fO,mento de t9das ,las fuentes de ri­queza.

Desde hace muchos al1os, los Gobie:nos y la SantaSede, vienen ~studi<indo ,lis reformas que pueden,lIevafseal Concordato para corregir las enormidades que hoy

\ existen en la distribución eclesiástica de la Península.Cuando se habla a este respecto de la supresión de

Arzobispados, Obispados y Abadías se está muy lejos dei'nformar las palabras en sentimientos, tfe hostilidad haciael 'alto clero, pues se parte siempre del 'hecho indiscuti­ble de que en todos los órdenes- las conveniencias de laIglesia han de quedar bien atendidas.

r La supresión de Gobiernos civiles, Delegaciones deHacienda y' Diputaciones provinciales, amén de lo quepueda hacerse en el orden militar es para la economíanacional de una importancia extraordinaria.

Voy a exponer cifras' aun cuando' ellas no sean tanprecisas que puedan excusar ligeras rectificaciones, perobastará para que la opinión se i'nforme del verdaderovalor que tiene la radical reforma porque vengo abo-gando. '

El presupuesto de un Gobierno civil de primera es deunas 120.000 pesetas, y el de los de tercera, 60.000, encifras redondas.

Suponiendo que en cada región quede uno de pri­mera y que los demás se conviertan en subgobiernos' odelegaciones con personal muy limitado, puesto que enestas dependencias solo se han de tramitar asuntos depoca monta y en número reducido, \a economía quepuede calcularse rebasaría de un millón de pesetas. Aesta cifra se aproximaría la reducción de los gastos enlas oficinas provinciales de Hacienda.

Para esclarecer estos particulares podemos citar elejemplo de Galicia: donde se conservaría el Gobiernocivjl de La Corul1a y se modificaríall las condici6tfe-s de

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los de Lugo, Orense y Pontevedra en la forma que dejoindicado. Otro tanto puede decirse de Cataluña que ten­dría la capital de la Región en Barcelona; y Lérid<!, Ge­rona y Tarragona quedarían con subgobiernos o dele­gaciones.

Respecto a las Diputaciones provinciales se seguiríaigual criterio si bien la org'lI1ización de la asamblea re­gional, tendría que hacerse por normas completamentedistintas de las que hoy rigen, mandando a ellas cada dis­trito de las provincias que forma la Región un solo dipu­tado, en vez de los cuatro que ahora elige.

Al lado de los subgobernadores o delegados habrá unConsejo provincial con carácter consultivo que le forma­rán un diputado provincial pul' oda uno de 105 distritosde la provincia.

El persoml que actualmente pre3ta servicio en estoscentros provinciales como en los Gobiernos civiles yDelegaciones seguirían en sus puestos amortizándose lasplazas a medida que ocurrieran las vacantes, hasta llegara la plantilla definitiva que se establezca.

La reforml del contingente provincial sería radical,pues el presupuesto de la Región que haría frente a obli­gaciones que hoy atiende el E,tado, se cubriría con in­gresos recaudados por impuestos directos e indirectosque cedería el Tesoro a las regiones.

El contingente provincial en La Corufia fué de 929.625pesetas en 1~ ¡7, Y el de Ciudad Real de 977.442 pese­tas.

fijando un millón de pesetas para todas las Diputacio­nes nos aproximaremos al promedio, y podría apreciarsequé alivio se llevaría a las Haciendas locales a la vez quese las libraba de las mil trabas con que hoy tienen que

.Iuchar en la tramitación y despacho de los servicios.¿Llegarán a los Consejos de la Corona hombres de

arrestos bastantes lnra traducir en leyes las demandasdel interés público?

Todos los partido} se muestran hoy muy alentos a lassolicitudes del Regionalismo, pero si los Gobiernos y elParlamento entienden que los anhelos de la opinión selimitan a cambiar el nombre de las cosas dejando cmreal ¡dad que arraiguen y prosperen los absurdos admi­nistrativos y errores económicos que tanto dañan a labuena marcha de la vida nacional, habrá que llamarse aengaño, y convenir en que para esta desgraciada España,el reloj del tiempo no marca nunca la hora de su reden­ción.

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VI

elreaiona/ismo !J los dialectos~ ,..................•.•.......................................................................................__ -

La Región tiene que realizar fines administrativos, eco­nómicos, industriales y comerciales, y en la vida de rela­ción el dialecto no tiene la menor influencia para eldesarrollo de las diversas actividades.

Tres años he vivido en Oalicia y sobre el terreno hecomprobado que el dialecto queda como recuerdo defamilia siendo hoy lllUY limitado el nún'lero de los galle­gos que saben escribirle.

El suceso no tiene nada de extraordinario porque sa­bido es que los gallegos sostienen una gran corriente deemigración para las Repúblicas Hispano-Americanas; yen ellas solo pueden cultivar el castellano.

En Vizcaya, según el testimonio de uno de sus hijosmás ilustres, de Unamuno, el dial ecto está a dos dedosde la fosa y en cuanto a los catalanes a pesar de cuantose escribe en estos días, por los llamados nacionalistas,es lo cierto que todos ellos cultivan el castellano con es­pecial cuidado por lo mismo que para entenderse con los·habitantes del resto de la Península y con los pueblos deAmérica, a quienes abastecen de los productos de susfábricas, les es índispensable la lengua nacional.

La Región se formará teniendo en cuenta condicionestopográficas, identidad de cultivos, analogía en la pro­ducción fabril y vías de cOlllunicación.

Para llevar a la· práctica esta reforma radical, opinoque hay que desentenderse en absoluto de los puerilesdiscreteas a que se entregan algunos desocupados quequieren sa6ar sus ansias de notoriedad con discrepanciasde ningún valor práctico ni científico.

Refiere Cavia, que estando Pí y J'vlargall en Cataluñacon ocasión de unos homenajes, jamás contestó en cata~

lán a las comisiones, y este era su idioma nativo, y jus-

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tificaba su proceder afirJ!lando que el castcllano era lalengua federal.

Así discurría y obraba el hombre de más positivo va­ler que ha tenido Catalulia.

No ha coronado el éxito ninguno de los muchos in­tentos de lengua universal, pero estos empeños dan ideaexacta de cómo se reconoce en todos los países los gran­des beneficios que reportaría la unificación del idioma.

Solo por rendir culto a la tradición se defienden losdialectos, pero las conveniencias de todo orden minansus cimientos y la obra de los siglos se desmorona contal rapidez que no pasarán muchos lustros sin que la len­gua de Castilla se hable por todos los habitantes de lasregiones que aún conservan recuerdos de su dialecto.

En Inglaterra, en los Estados Unidos y en Alemanialas clases de Castellano se han generalizado extraordi­nariamente respondiendo a la necesidad de formar unagran falange. de viajantes que en las Repúblicas ameri­canas y en Espalia puedan ganar buena clientela IHra susindustrias.

De absurda califico la afirmación de que Castilla nopuede formar región porque carece de dialecto.

La división administrativa de la [Jenínsúla ya he dichoen otro lugar de este folleto, que requiere reformas muyesenciales ya las normas que allí indico para realizar es­ta idea, me remito ahora toda vez que no se precísa larepetición de losargumentos que allí expongo.

Increíble parece que en serio pnedan afinnar perso­nas de notoria cultura que cnando las carreteras y cami­nos vecinales estén en situación normal habrá desapare­cido hasta el más remoto pretexto para abogar por elregionalismo.

Si esto es una ironía, conste que la estimamos comofruto de una lamentable equivocación.

Las Regiones pueden y deben formarse para mejorarlas condiciones de vida de todas ellas, y en orden a lasvías de comunicación puede afirmarse que hasta que elRegionalismo dé en tierra con todos los convencionalis­mos políticos, y las obras públicas se construyan tenien­do en cuenta únicamente las conveniencias del interéspúblico, España pasará por la vergüenza de figurar enel número de las naciones que en relación con su den­sidad de población tienen más reelucido número de ki­lómetros ele carreteras y en estado de conservación másdeplonble.

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VII

.. El apostolado de toda idea nueva exige de los que loejercen, vccación de mártir porque el primer período depropaganda lleva aparejadas amarguras y contrarieda­des sin tasa.

Las críticas más acerbas parten de ordinario de gentesque están ayunas de lo que combaten, pero que buscancuatro ingeniosidades al alcance de los analfabetos paradesvirtuar por el ridículo lo que no fueron capaces deaprender por el estudio.

Nosotros, que no actuamos de redentores, tenemos lacerteza de llegar al triunfo de nuestros ideales librándo­nos del sacrificio a que fueron siempre sometidos los ge­nios que iniciaron grandes movimientos sociales.

La empresa que se inicia ahora con las elecciones deDiputados a Cortes es más ardua de lo que pueden ima­ginar los que desconocen todo el alcance de las aspira­ciones del Regionalismo. Pretenuemos llevar el sano in­flujo de nuestras ideas a todos los organismos del Esta­do, la provincia y el municipio, y esto impone una laborperseverante y bien dirigida y una organización en queel esfuerzo colectivo pueda vencer los obstácul03 quesistemáticamente han 'de poner en nuestro camino losque ven en peligro de ruina bastardías y egoismos quehan sido para ellos filón inagotable de insanos beneficios.

La organización de nuestros amigos en los pueblosdebe hacerse dando al olvído reminiscencias políticas,actuando en todo momento con alleza de miras y aco­modando a cada individuo en el sitio a que le recomien­den sus probadas aptitudes.

La división del trabajo que en todos los esfuerzos dela vida tantas energías economiza y facilita el camino

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para llegar a la meta que se persigue es en el caso pre·sente de valor inapreciable.

Las juntas locales regionalistas atentas a lo que de ellasdemande el interés público, deben tener misión consul­tiva para cuantos precisen su consejo en orden a lascuestiones de carácter local.

Hay que cuidar el censo electoral con diligencia y celo,pues a la casa del pueblo hemos de enviar hombres biencapacitados' para hacer una labor honrada, útil y progre­siva.:. Los presupuestos municipales los estudiarán las jun­tas Regionalistas asistidas de los Concejales, a fin de queéstos puedan proponer las reformas que las convenien­cias locales aconsejen., La junta provincial regionalista procederá en formaalJáloga en el radio de acción que estará a su alcance ye,l). ellas tendrán voz y volo los Diputa.dos provinciales.

A estas corporaciones manda¡:emos hombres bien ca­pacitados de la alta misión que se les confía y dispuestosa roníper con todas las malas prácticas que hoy esterili­zan la labor de estos organismos.

Los representantes que hemos de mandar al Congresoy al Senado estarán siempre facultados para pedir el con­cur.so de las juntas locales y provincial en aquellos asun­los que hayan de someter a la acción parlamentaria.

Las, relaciones de los regionalistas manchegos con losde olras,comarcas han de ser tan frecuentes como leales,pues el intercambio de ideas y servicios contribuirá a·dar cima con mayores facilidades a todos nuestros em­pefios.

Las comisiones de propaganda prestarán servicios in­apreciables si de ellas forman parle personas que hayanhecho un estudio meditado y reflexivo del programa re­gionalista.

Debemos acudir con nuestro esfuerzo a donde nos re­clamen los que comulgan en nuestros ideales y cuandoa nuestra casa vengan los colegas de otras regiones nodeben escatimarse los esfuerzos para que se estrechen10s vínculos de fraternidad y el esfuerzo colectivo sea fe­~undo en buenos resultados.

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VIII

J!os impu~sfos

He estudiado nuestro estado social desde tres atayalasque permiten conocer con toda precisión cómo viven yevolucionan los organismos que constituyen el cuerponaciOl~al.

Un largo periodo al frelÚe de bnen número de Dele­gaciones de Hacienda qne corresponden a diversas regio­nes han puesto a mi disposición elementos de estudioque permiten afirmar, que estamos muy lejos de haberllegado a la igualdad allte las leyes de tributación.

Si las Diputaciones tienen grandes débitos con la Ha­cienda y los abastecedores, que son causa del estado de­plorable en que se hallan la mayor parte de los estable·cimientos benéficos que de dichos centros dependen; lasl-Iaciendas locales, en su gran mayoría, deben a las Di­putaciones y al Tesoro sumas de tal importancia que se­ría insensato imaginar que hay de momento posibilidadde que salden sus descubiertos.

No se acomoda a los cánones de la justicia distribllÍi­va el hecho de que unos pueblos paguen puntualmenteal Tesoro los impuestos, y otras corporaciones se desen­tiendan de tan sagrados compromisos sin que toquenlas consecuencias de su rebeldía.

Daremos el primer paso en el camino de nuestra re­dención económica, cuando todos consideren como undeber social el pago de los impuestos. En la actualidad,para el 60 por 100 de los lV\unicipios más se precisa lasanción penal que el logro de nuevas autorizaciones parael manejo de sus caudales. Si los ingresos en la caja mu­nicipal no han de tener la inversión debida, no. hay queachacar estas faitas a efectos de los arbitrios o impuestosque recauden, pues obedecen a vicios morales que urge

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J

remediar y que el patriotismo demanda de todos poneral descubierto.

El número 1.0 del arto 84 de la Constitución dice, quees de ola exclusiva competencia de los Ayuntamientos elgobierno y dirección de los intereses peculiares de lospueblos.

Las comunidades y asociaciones de los municipios, nosolo están consentidas sino recomendadas para todosaquellos fines que son de interés más capital para lospueblos. .

Me sumo a los que creen. que el· cuerpo social no re­cuperará la salud perdida hasta que se vea libre de losconsumos que es una de nuestras mayores desventuras.

Combatidas con acierto las ocultaciones, las energíascontributivas del país consienten que se supriman losconsumos con provecho del Tesoro y de las Haciendaslocales. '

Los presupuestos municipales pueden atender susobligaciones holgadamente dejando el Estado a losAyuntamientos, que ahora no la tienen, la cobranza delimpuesto de cédulas; y si esto unido a los arbitrios quehan de aplicarse con absoluta libertad no bastasen a cu­brir los gastos se concedería en todo o en parte el im­puesto por industria!.

Las Haciendas locales dispondrán de recursos más quesuficientes cuando sepan usar de la municipalización de-los servicios con discreción y moralidad.

Como sobre el presupuesto de la región y los munici­pios han de gravar obligaciones que hoy son del Estado,poco importa que Jos ingresos de éste sufran alguna res­la, pues ello tiene su compensación en el presupuestode gastos.

Urge llevar al ánimo de los hombres que intervienenen asunlos públicos, el convencimiento de que es obrade patriotismo romper todas las ligaduras que hoy tie­nen unidas las Haciendas locales al Fisco.

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IX

tCa lan908fa 9 ~l cZ~9j"nali8mo--_ _-_ -- ---- --_ " _- _-..- _......•..•

Nunca encontré razones para justiiicJ.r el quietismomusulmán de mis paisanos ante los constantes y terriblesestragos de la plaga de langosta.

No es cierto q:l~ en el caso presellle pueda admitirseest~ calamidad que aflige a la Mancha como castigo delcielo.

Va he dicho, y repito ahora, que la langosta es a loscampos lo que la miseria al pobre: el fruto del abando­no y de la desidia. Un insecto que se saóe dónde haceel desoven, cuándo aviva, y que p.asa por todos los pe­ríodos de su desenvolvimiento a la vista de los agricultu­res, es insensato afirmar, que sólo Dios puede concluircon él. Otra cosa sería, si se tratara de la plaga filoxérica,porque ésta sólo se descubre cuando sus estragos en elviliedo ponen la planta en trance de muerte, y no hayforma de conocer cómo ensancha su radio de acción.

Si en un centro industria! todos los alias se perdieranpor causas remediables seis u ocho fábricas, las volunta­des de patronos y obreros se concertarían para extirparde raiz las causas del mal, y en la Mancha hace cuarentaalias que todas las cosechas se ven extraordinariamentemermadas por el voraz inseclo, y los perjudicados lloranen famili,l sus desventuras, y si alguna vez exteriorizanlas quejas, lo hacen con tal apocamiento, que los no en­terados creerían que las protestas estaban muy lejos deir desposadas con ia verdad.

Nosotros que entendemos que el regionalismo de bue­na ley debe atender a la prosperidad de todas las activi­dades, abogamos por la formación de una liga de agri­cultores contra la ocultación del infesto de langosta.

Esta fuerte asociación, que puede extenderse a Extre-

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111adura y Andalucía, tendría el encargo de estudiar laforma de establecer el seguro contra los estragos de lalangosta. La asociación abonará a los damnificados lascantidades que con arreglo a Estatutos les correspondan,pero ella se reservará el derecho de recurrir ante los tri­bunales contra los causantes del daño.

Nada, absolutamente nada hay en la Mancha que seade mayor interés, que concluir con la plaga de langosta,y esto lleva aparejado el hecho de poner freno a las in­fames codicias de los grandes propietarios que con suconducta, sostienen y fomentan la plaga.

Estoy resuelto a no escatimar esfuerzos ni sacrificiosde ninguna clase para que nuestros empeños regionalis·tas sean de eficacia decisiva en estos asuntos de interésvital para la población rural.

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rNDICE

1. Regionalismo manchego. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

11. La cultura y el espiritu de asociación. . . . . . . . . . \)

111. Las obras públicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

IV. Banco de Imposición y Préstamos. . . . . . . . . . . . . 17

V. La división territorial. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

VI. El regionalismo y los dialectos , . . . . . . . . 25

VII. La organización Regionalista. . . . . . . . . . . . . . . . 27

VIII. Los impuestos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20

IX. La langosta y el Regionalismo. . . . . . . • . . . . . . . 31

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El Regionalismo Manchego • .•.•......••••• 0'5f)

las ...•.........•....•.•••••

La cooperación agricola en RusIa. •• 1'00

El ahorro en Espatla.. • . • • • • • • • • •• 1°00

Las cooperativas de consumo. • •• • •• 1'011

Bodegas y destiterlas cooperativas~

-Prólogo del Sr. Janinl 2'00

Il. Lecherlas y queserlas cooperativas.

-Prólogo del Sr. Alvarado .• " •• ZIJ(J

La cooperación agricola en el extra~

jero.-Prólogo del Vizconde de &O. Íf!J/í

El obrero de .levita :NiDLa mutualidad y los asalariados.­

Prólogo del doctor Radud. .•••••• 2'QU

Panaderlas y camicerias cooperati-

vas ..............•...••.••.•*Cajas Rurales y Sindicatos Agrlca-

IV.

V.

VI.

IlI.

VII.

VIII.

IX.

X.

Iggg'-==~~:::oBIBLIOTECA DE LA COOl"ERACIÓN

;I Volumen l.

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11

[::0::::: '. f IF¡:O LLETOSLa cooperación en Huelva. . . • • • • . . • • • . • • •• 0'5f)

El paro fOrzoso en la Manéha ••••• : • • • • • • •. 0'5f)

tll. Los Consumos y las utas de compri!dores .• •• 0'5f)

1:::. IVV., La municipalización de los servicios • ..•....• 0'5f)

La sequla, la filoxera y la usura. •....•.••••• 0'5f)

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