el secreto de tu eterna ausencia
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el amor apasionado de Lucía y Camilo es el telón de fondo de aventuras juveniles y enigmas alrededor de la graduación escolar, donde respiran en su pueblo de Jantla, un ambiente de violencia y envuelto en el drama creciente del temor a la indigencia y la incertidumbre en su futuro.TRANSCRIPT
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Tu eterna ausencia Juan Jos Aguilera C.
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Contenido.
Primera parte
Captulo I La huerta. 2
Captulo II Agenda de los recuerdos 12
Captulo III El filsofo, Joram. 19
Captulo IV El torneo. 29
Captulo V El da de la graduacin. 35
Captulo VI La Ta Luca. 40
Captulo VII Desterrado de Jantla. 49
Captulo VIII Los nudos del pasado. 65
Segunda parte
Captulo IX La hora cero. 71
Captulo X Sobreviviendo a los sueos. 87
Captulo XI Las ruedas del tiempo. 97
Captulo XII La tirana de los recuerdos. 112
Captulo XIII La despedida. 120
Captulo XIV Otra vez Adis. 128
Captulo XV Tiempos cruzados. 139
Captulo XVI Das, aos de playa. 148
Captulo XVII Tiempos de la ira. 159
Captulo XVIII Alcides. 165
Captulo XIX Tiempos de eternidad. 172
Captulo XX El Tesoro de la montaa. 180
Captulo XXI Lgrimas del tiempo. 198
Final del tiempo. 214
Indautor: 03 2013 080211551100 01
Juan Jos Aguilera C.
(Autor de Cien hijos de Elena Editado por LA RANA y
ASSUU.
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Tu eterna ausencia Juan Jos Aguilera C.
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Nuevamente os presentis formas areas, temblorosas, flotando a mi vista entre luz y
oro. Intentar con mi corazn helado por la edad y las penas detener vuestro vuelo?
Podr ser capaz de semejantes locuras y sentir las ilusiones de otros tiempos?
Ah, venid, acercaos, como una vieja leyenda, os acompaan el primer amor y la
amistad; el dolor se renueva; la queja vuelve a emprender el errtico camino de la vida y
pronuncia el nombre de aquellas nobles personas que, conmovidas por la esperanza de
los das de felicidad, se desvanecieron antes que yo! Sus almas a las que cant, ya no
escucharn este canto, pues el eco de los primeros das, se ha perdido enteramente.
Fausto Johann Wolfang Goethe.
Los personajes, hechos y la trama de esta Novela son ficticios. Cualquier semejanza
Con casos de la vida real es accidental.
------- Nota aclaratoria: en la obra, el lector encontrar
varios anacronismos necesarios para fines de la narrativa.
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Captulo I La huerta.
Era imposible imaginar las aventuras que comenzaron ese da
de Junio. Viajbamos contentos por un camino solitario en dos
camionetas, cantando desentonados y gruendo como urracas.
De repente, se atravesaron tres vagabundos con sombreros de
paja y entrados en edad, y nos pidieron un aventn.
.- Vean ustedes, no cabe aqu un alfiler.- les dijimos.
.- Conocen estos caminos? nos preguntaron.
.- Claro, somos trotamundos. Gustan algo, sodas o tortas?
.- Gracias. Anden con cuidado. Es peligroso por aqu. Han
matado a muchas personas. Vendr una tormenta por la tarde.
Una tras otra seal supersticiosa nos amagan con desgracias,
peligros de la misma muerte. Ni la tormenta ms furiosa
apagar nuestros bros juveniles!
En medio de las rfagas de viento y la metralla del sol
candente, atravesamos por caminos enlodados, por brechas
pedregosas y baches chapoteados por puados de huesos y
despojos de pjaros sin ojos y perros rabiosos.
Revisamos el mapa y la brjula. Aturdidos y extraviados en
los cruces y veredas. Con testarudez por nuestra fiesta, por
fin llegamos, despus de largas horas.
.- Carajo, estamos todos? Quin carajos hizo este maldito
croquis? - exclamamos los trece compaeros retorciendo el
cuerpo.- Est borracho y loco el que lo hizo.
.- La regamos; no, no es aqu, - la voz encrespada explora el
terreno.- Dnde andamos? Con un carajo.
.- No hay lugar ms horrible que ste. Mejor nos largamos.
Queramos para este da tan especial, frutales jugosos,
fueran mangos, fresnos frescos; alfombras de pasto verde,
hamacas y sillones con ventiladores, fontanas con agua
limpia; y topamos con minas de areniscas, la gruta de Los
mondongos del infierno y siete volcanes secos.
.- Esto es una huerta? No, no es una huerta, es un baldo;
para nada sirve.- Nayeli expresa su franqueza.- Ya nos
perdimos, qu suerte!
.- Quin fue el imbcil que nos trajo a esta huerta?
Volteamos alrededor, atrapados por las murallas de una isla,
copados por la aridez de las arboledas, matorrales y
enredaderas. No hay en el horizonte una sola huella, un eco
de las voces de Jantla, la ciudad en que vivimos.
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.- Mejor nos regresamos. No me late. - un amigo sacude con
terror el polvo de sus ojos.- Vmonos. No hay agua, ni baos,
ni sillas. Vmonos, aqu est de la jodida!
La soledad y silencio del lugar se cruzan con las rfagas de
viento y el silbido del vuelo de los cuervos. Seguimos
alrededor del punto ciego de la huerta.
.- Decdanse, ya llegamos.- interrumpe otro amigo. El
bullicio de las protestas y lamentos descubra las sombras
enanas, simulando el miedo.- A dnde iremos? Nada peor que
regresar.
.- No se achiquen, por algo somos jvenes! Lola la
Cocoyoxitl impone la cordura.
.- Tiene razn la compaera. Miren amigos, miren todos por
favor! Interviene Stan el sabio, nuestro amigo, gritando
con fuerza.- Nos vamos a asustar como gallinas? Venimos o
no a la aventura?
.- Si, vmonos. Da miedo aqu.- exclama una chica nerviosa.-
Parece madriguera de vampiros.
.- Miedo? No somos gallinas. Vampiros? Puros cuentos!
Vyanse si quieren. Qu pena con ustedes!
.- Ehy, todos, no se achiquen. No hay por qu asustarnos,
pase lo que pase. Stan el sabio remata la discusin.-
Votamos o renegamos? Sueen como reyes de las ranas!
Tranquilos, toda esta huerta es para nosotros.
Descargamos las cosas de mala gana.
Cada uno beba su cerveza, devorando las tortas y viandas con
el hambre de un salvaje.
.- Hey, qu les pasa? No se manden! Faltan los dems.-
clama una chica flirteando con la timidez del Pato.
. - No echen culpas a nadie. - completa el Pato, suea con
ser espa.- Es nuestra fiesta!
Las lluvias precoces de Junio colorean las figuras plidas de
eucaliptos, nopales, acebuches, mezquites, sauces y limones.
Nos acomodamos en montones de piedras, salpicadas de humedad
y tiles sillas de reposo. Hemos esperado con ansiedad por
esta fiesta, al terminar el bachillerato. Somos trece,
incluyendo a las chicas; pronto llegarn los dems
compaeros.
Quin de nosotros olvidar los trajines diarios, cruzando
las calles con apuro a la primera clase, en el amanecer
lluvioso? Hemos pasado cientos de noches de desvelos, para
desenredar preguntas y tareas misteriosas. No olvidaremos
nunca las tardes tibias, urdiendo cmo destrabar trampas y
enredos malignos contra noviazgos de buenos amigos, con el
fondo del susurro de guitarras. Cientos y cientos de horas,
de domingos y tardes festivas, aorando el retorno a clases,
a pesar de las calmas de algunos profes aburridos.
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Llegamos con orgullo, a la cita con el veleidoso mes de Junio
con desvelos y sacrificios. Entonamos canciones de amores,
entusiasmos y desengaos.
.- Dnde andar Pancho? l que rasca la guitarra y sabe
cantar.- extraamos a los ausentes.- Algo pas, pero vendrn.
Nuestra graduacin no ser un final, sino la llamarada del
nuevo ciclo, en la sucesin bulliciosa de la vida, donde los
dioses del cielo y la luna se abochornan al chocar con el
oleaje de los mares, voluptuosamente.
En la esfera secreta del alma infantil, negada a morir,
rebotan los rayos en el ocaso del sol. Y desciframos vagos
temores que sin tregua nos persiguen. A cada paso ganado en
la escalera evolutiva, algo dejamos atrs, pedazos de
recuerdos y alegras. Aferrados al anhelo de vivir, ahora
cantamos y danzamos, estrechando mano con mano, sonrisa
franca con respuesta llana, mientras las chicas reprimen con
su pauelo rosa, las gotas de llanto que humedecen las
sombras del alma.
Por instantes, volvemos la vista hacia el pozo seco de la
entrada, a la espera de los compaeros, que no han llegado.
Las aventuras y juegos apetecidos vacilan con lasitud, ante
la intriga de nmeros desafortunados. Somos un grupo de
trece estudiantes, incluyendo solo cinco chicas!
Dos de las compaeras, con su audaz escote, lucen las huellas
de cicatrices en sus senos. Lucharon a muerte y sangre, para
no ser violadas en una tardeada, recientemente.
Hacia el oriente ladran unos perros, ah donde se ve un
edificio en ruinas, no muy distante, a unos doscientos
metros. La espesa arboleda al fondo, junto con las cervezas
ingeridas, disfraza imgenes extraas. En uno de los extremos
del edificio, se puede distinguir un cuarto enorme, en un
segundo piso, sin ventanas ni puertas, y rematado por una
cpula antigua.
.- Veo un raro edificio- un amigo escudria el lugar.
.- Algo raro? Ms vale que Nayeli eche una mirada.
.- Se ven algunos muros de adobe, otros son de mampostera.
Es una finca en ruinas, en escombros.- comenta Nayeli, parada
sobre una piedra llena de musgo, es la chava que estudiar
arquitectura. Tiene una fina agudeza en sus ojos de paloma.
Luego se trep a un mezquite seco, sin espinas.
.- Tambin veo pilares, arcos, un viejo puente levadizo. Se
miran bodegas y minas viejas, techados, rampas y jardines.
Parecen escombros de una guerra! porfiada segua sentada
en una rama. - Tambin hay un barranco, pero lo tapan los
rboles. Tambin hubo muchos pozos.
.- Hay alguien por ah? pregunta la Cocoya.
.- Nadie, nada. Todo est muerto, est hecho un desastre!
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.- De quin ser esta huerta? alguien insiste sobre los
enigmas del lugar.
.- Era El huizache, una finca agrcola, tena represas,
ganado y caballos. Pero cambi de nombre.
.- Le llamaban tambin La casa de las tres vrgenes, donde
segaban frutales, nueces, aguacates y zapotes negros
aceitosos. Una mina de oro negro! Cientos de camiones o el
tren los llevaban a la frontera para exportacin.
.- Hoy parece tierra de nadie.- agrega el Pato.
.- Ahora debe pertenecer a sus herederos.- grue otro en su
tono tan pueril.- O lo perdieron en las apuestas.
.- No muere tan fcil el pasado! Tiene sus retoos.
.- Herederos o retoos hicieron grandes fortunas y luego la
arruinaron por completo. Por qu? Amantes, abusos, estafas,
derroches en perros de pedigr, abrigos de mink, jaguares. La
dejaron hecha un desastre.
.- Bueno, sigamos con la fiesta.- dice Nayeli, buena amiga,
que por complot de su madrastra, es novia de un mdico algo
rucn. La asedia con regalillos, serenatas y un perrillo
bichn. Le decimos el abuelo, pero slo es un treintn.
Las chicas jugaban suspicazmente entre ellas y empezaron a
cantar con frases entrelazadas y voces desafinadas. Y en vez
de elogiar, nos reamos, simulando as miserablemente el
dolor de nuestra prxima despedida.
A lo lejos, unas volutas de humo galopan en torno a
llamaradas alimentadas por la hojarasca. Por instantes
aprecio la figura de un tipo, vuelto de espaldas, con un
sombrero ancho montado en un caballo. Tal vez ese sitio sirva
para caballeriza. Pero el grupo protesta y se burla, pues
domina el deseo por sentirnos solos, sin testigos ni reveses.
Todo parece una visin engaosa. Sin embargo, el llanto
continuo de uno o ms nios resuena inconfundible, cuando el
silencio se apodera de los vientos y del bramido del tren
lejano.
.- Hay hormigas... Me pican. No me matarn? - grita una
chava, rascando las heridas en sus brazos y tobillos.- Cmo
duele! Son alacranes?
Sus amigas le ayudan a zarandear su ropa, pues estos insectos
a falta de alas, corren velozmente y, muerden dondequiera,
sin clemencia. Las cinco chicas se retiran para examinar el
interior de su ropaje. Caminaron unos cuantos metros dentro
de los matorrales.
Volvi sola la Cocoya, y agarr unas latas de atn, de
sardinas y jamn. Luego regres con las otras chavas.
.- Miren, unos campesinos nos regalaron estas cosas.- una
chica nos muestra azulejos con plumas de quetzal y figuras de
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colibr, flores de cempaschil, unos huaraches, cintas de
piel y muecos de cartn.
.-Nos asustaron de repente. Parecan escondidos entre los
matorrales. Nos hacan seas de no hacer ruido. Venan con
sus mujeres, nos pidieron algo de comer.- clama Nayeli con la
voz agitada.
.- No son campesinos sino artesanos. - protesta el Pato.-
Mi abuelo era artesano. Quizs aqu fue cementerio de sus
familias. Les molesta que turbemos la paz de sus difuntos.
.- Nos estn mirando?
.- Ya se fueron. Iban a caballo y en bicicletas. Viven en
los ranchos de Los Toriles y de Ancn.
El olor de la tierra del cementerio antiguo arrastraba los
hedores de la muerte. Pero la capa de la tierra fangosa y
fra de los charcos se remova como la tapa de una tumba
vaca; seal muy sabia de resurreccin, de volver a nacer con
el resplandor de nuestra graduacin, o bien si antes deba yo
vagar sin rumbo, por arenosos senderos del desierto.
Pero la fiesta contina. Son chicas arrulladas con epopeyas
de princesas de cuentos de hadas, ahora remotos y ausentes.
Al recoger algunas de ellas su larga cabellera, azuzan el
calor de la batalla. As en la toma y daca de zarpadas,
astucias y picotazos, quedamos abatidos, en un celoso
intercambio de compromisos a cumplir. Lo mismo podrn brotar
afectos perennes de parejas conformes que, encuentros
veleidosos entre la brisa del momento o furias desatadas en
la hoguera de los celos!
La chica alta, esbelta, intenta atrapar a Stan. Pero nuestro
lema es cero matrimonios, cero compromisos. Somos demasiado
jvenes! Otro compaero maniobra muy cerca del cuerpo sensual
de La Cocoya, la ms coqueta y noviera, pero ninguno se
atreve a separar del grupo ms all de los matorrales, ni aun
por la conspiracin impetuosa, casi inaguantable del
instinto. Uno o ms encontronazos o un revolcn, nada ms!
Aunque algunos presumen de temerarios, el panorama sombro de
la huerta nos impone y perturba.
Intromisin de tres extraos en la fiesta.
Por si fuera poco, la intromisin repentina de tres
extraos infunde sospechas punzantes y corta los hilos de la
diversin, pese a la feria musical, acarreada en los CD, s.
Alguien de nuestro grupo les invita cerveza y vinos, que
aceptan de inmediato.
.- Pronto llegarn los dems.- exclama la Cocoya.
.- Si, la fiesta sigue. Brindemos todos.
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.- Alguien quiere cantar conmigo? un amigo rasca las
cuerdas de una guitarra fingida, nervioso por las risillas
estpidas de los extraos.- Aqu nadie nos escucha.
.- Es lo que te preocupa? le espetan con mofa, ah en el
silencio de la huerta.
.- Quin escogi esta maldita huerta? la pregunta vana y
necia rebota contra los pedruscos.
.- Dnde estamos? Danzaba la duda entre el grupo, huimos
de esta interrogante.- No sabemos, nos tapan los muros.
.- Cules muros? Stan zarande las enredaderas y
pastizales.- Son muros postizos.
Dispersados en corrillos, hablamos y discutimos diversas
ideas sobre el fin de cursos, sobre nuestro futuro y otros
temas. No faltan algunas discordias, nacidas del simple gusto
de pelear. Todos sedientos, miramos alrededor embriagados por
nostalgias y esperanzas.
Enviamos numerosos mensajes por celulares, sin conseguir
respuesta. Nos sentimos perdidos en medio del ocano, sin
nuestros celulares.
.- Somos libres de ir dondequiera. Tenemos al mundo en
nuestras manos, somos los dueos. Queremos ser distintos?
Qu cada uno haga con su vida lo que quiera o se acueste con
la chica que le d la gana! - A exigencia de Stan, rascamos
el tema de las reglas y prohibiciones.
Lejos, en el horizonte, se contempla el juego de un batalln
de nubes en movimientos caprichosos. Stan eterniza su
discurso, limpiando sus gafas de colegial.
Nuevamente escuchamos el llanto de los nios y el aullido de
los perros, dominando los aires de la huerta.
.- Son perros salvajes, nos destazarn el pellejo!- grita la
Cocoya aterrorizada.
.- Del pellejo? Nos devorarn completos.
.- No, son una manada de lobos- exclama Nayeli.
La cercana de los ladridos nos hizo sentir escalofros. Se
escuchaban muy cerca.
.- Las hienas y chacales se tragarn nuestros retazos.
.- Basta ya, no ms idioteces. Aqu no hay esos animales.
Qu bueno sera ver de cerca lobos y las hienas! Algo les
podramos aprender.- dice Stan medio borracho.
.- Ya prenle, no asusten a las compaeras!
.- No las veo, andan con la Cocoya.
.- Ella no se asusta de nada. Se ir a Durango, se va a casar
y vivir all en los bosques ms grandes de todo el mundo.
.- De todo el mundo?
.- Hay que buscarla y brindar por su matrimonio...
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Aun se escucha, antes de la noche oscura, el gorgoreo del
clarn, los gorriones y cenzontles, y la brisa tibia del
mes de junio, con sus seales de quietud.
.- Vengan ac, el agua est muy fresca! grita una
compaera, metiendo sus pies desnudos en pequeos arroyuelos
y charcas de aguas cristalinas.
Los hilos tramados en torno a la fiesta, apenas se
desmontaban.
El sol se despeda de la cpula de las montaas, pregonando
el fin de la jornada. El sabor del tequila nos excitaba,
ignorando sospechas y presagios por nuestra soberbia
ligereza. No son duendes, ni las sombras de los sauces o de
las acacias. Tampoco la danza primitiva de manadas de
grillos, con su canto pagano, envueltos en patraas de
maleficios. Mitos necios, nada ms!
Nuestras compaeras murmuran su recelo, por las palabras
ultrajantes y miradas vejatorias de los tres extraos, por
cierto, treintones en edad. Nos piden estar junto a ellas,
como escudo protector.
La inmensa huerta sin cercado, denuncia nuestra fragilidad.
Al fondo de la huerta, los ladridos de perros se ahogaban
entre gritos de blasfemias y gemidos de dolor.
Entonces corri un rumor. Tiempo atrs, en esta huerta hubo
un convento de monjas, llamado tambin el templo rojo de los
sacrificios, donde daban asilo a mendicantes y proscritos por
la ley. Algunos amigos de humor denso, comenzaron a cavar la
tierra floja, arenosa.
.- Vean estas huellas. Eran sepulturas y huesos de seis
mujeres y ocho varones. Slo quedan estos huesos.- El
Trofos desbarata entre sus manos varios puos de arena.
.- Miren, soy yo, la muerte, jo, jo, les lleg su hora en
esta noche. .. .- tapando su rostro con un sombrero de paja,
un compaero lanza quejidos plaideros, sacando raja del
falso invento de huesos y crneos humanos.
.- Ya andan borrachos!- las chicas protestan con risotadas,
al sentir cerca los juegos ocultos dentro del complaciente
coro del aire.
.- Ah, no, no... As no. - exclama una chica, aventando
hojarascas y lodo a un audaz compaero, que revolotea
alrededor de su cintura.
.- Que siga el juego! exclaman dos compaeros, queriendo
trepar a las chicas en sus hombros.
Los extraos aumentan sus alardes, gesticulando ademanes
obscenos, injuriosos. Crece la tensin por sus movimientos
bravucones, al aproximarse. Con cautela, comenzamos a recoger
nuestros vveres para la retirada.
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.- Diantre, vaya con los jvenes. A qu vinieron? irrumpe
la voz arisca de uno de los extraos.
Un repentino olor nauseabundo se respira y proviene de
cloacas infecciosas no lejanas. Nos acercamos a indagar. Son
aguas estancadas, reacias a fluir con el agua de los arroyos.
El resplandor de uno, dos relmpagos bombardea aires frescos,
reafirmando la hora de partir. Una oleada de sensaciones
amargas, frustrantes, remata nuestras expectativas. Dejamos
algo del vino y cerveza para los tres extraos, en argucia
para apartarlos. Sostienen sus miradas torvas en las chicas,
fumando sus cucuruchos, intercambiando grotescamente sus
contorsiones y apetencias.
Marchamos a disgusto y a tientas hacia el follaje y hojarasca
en el tnel de la salida. Dos chicas se amparan en abrazos
furtivos, con su compaero ms cercano, en una visin del
futuro opaco, reflejado en la Luna. Siempre habr tiempo,
una segunda oportunidad para los jvenes!, nos decamos.
Unos gritos aciagos inundaron la oscuridad del camino.
.- Oigan, esperen, no se vayan. Los extraos nos alcanzan.-
Olvidaron sus aparatos de msica.- uno de ellos me entrega el
reproductor de sonido.
.- Ah, gracias. Gracias. Ya nos vamos.- ya estbamos afuera
de la huerta, cerca de las dos camionetas.
.- No se apuren, a eso vinimos. A cuidarlos. Somos amigos, no
tienen por qu asustarse.
La lluvia negra de la noche comenz con el gesto ruin del
extrao, de nariz, frente y boca menudas, de mirada funesta.
En su melena larga resaltan lunares huecos.
.- Vmonos, debemos irnos.- exclama una compaera angustiada.
.- Si, ya es noche. Vmonos.- interviene otro amigo.
.- No, no se vayan. Echen una miradita a este crter extrao,
pegadito aqu a la huerta. De da es opaco, pero de noche
ilumina como miles de focos de colores. Traigan a las
gacelitas, djenlas aqu. Una ayudadita, se las vamos a
cuidar!
- Miren esto, vengan! - insiste el extrao con su camisa
abierta, desabrochada.- Contina fumando su fardo, con su
mirada de bizco.- Se arrepentirn! Vengan a verlo.
.- Saben quin es el dueo de esta huerta? desafiante, nos
instiga otro extrao, con aliento alcohlico, al igual que
nosotros. En su camisa remangada, resaltan cicatrices y
manchas rojas como la sangre.
.- No, no sabemos. Queremos pagar por la estancia. abre la
boca uno de nuestro grupo.
.- Primero, pasen a saludarlo. Vamos. Est dentro, al fondo
de la huerta.- la voz ronca, patibularia, del tipo de nariz
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chata, son siniestra.- Vamos a que le paguen. Somos amigos,
cmo es que tienen miedo?
.- Mejor nos vamos.
Con estas palabras llenas de terror, nuestro grupo se dej
llevar por el pnico. La mayora corri hacia una de las dos
camionetas. Ah se fueron las cinco compaeras.
.- Miren, otro da venimos para saludarlo. Mientras, hagan el
favor de llevarle el pago por la estancia.- al decirlo un
compaero, vuelve hacia nosotros para reunir un monto de
dinero.
.- Dinero? Lstima con estos nios pualeros! A ver, fuera
zapatos y pantalones. O regresen a la huerta. - el tipo de
bigotes grue con la sorna de los buitres de las montaas.
.- El inge los quiere ver. Los recuerda con cario. Fue su
profesor. Miren. Viene para ac.
Detenemos el avance de un compaero, al emprender su paso
hacia la huerta, de retorno, resignado, aterrado, en el miedo
y desaliento por la derrota.
.- No, no, dile al inge que regrese. Con un grito ataja el
chato a su secuaz.- Anda mal de salud y se mueve con muletas.
Otro da, otro da, ya vendrn! Los jvenes slo piensan en
ellos... No, no son amigos, nos desprecian por jodidos.
Al amparo de la llovizna y la luz de los relmpagos, las
figuras aterradoras caminan desafiantes, con la mirada fija,
el gesto fro de las serpientes, y las manos en su cintura,
desenfundando sus cuchillas y machetes.
Nos quedamos paralizados con un torrente de sangre helada en
las venas, sintiendo el filo de la muerte.
.- Si el inge estuviera bien de salud, no les cobrara nada.-
remata un acompaante del chato.- Se enojar con nosotros,
cuando le digamos!
.- Queremos sus credenciales! Vacen sus bolsillos.- un
rufin ordena con un grito salvaje. En tanto, el chato, con
su voz y gesto infernales, alza en el aire su cuchilla.
Al arrebatarnos el dinero, una jaura de aspecto bestial
vocifer su aparicin con ladridos, con las orejas estiradas
y meneando los rabos. Los extraos cuchicheaban sus secretos.
Retornaron al interior de la huerta, al tiempo que
aprovechamos para trepar a la camioneta. Los dems amigos se
alejaron por fortuna y desaparecieron de nuestra vista.
Quines son en realidad estos extraos? Qu infortunio
nuestro de topar con este huerto, donde humillan y subyugan
los anhelos para vivir y el amor, para la diversin, para
deambular con libertad!
Los llantos de los nios, atrapados al parecer por estos
atracadores, fueron el lamento desesperado de la muerte?
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Los artesanos slo queran advertirnos o ellos nos salvaron
de una terrible desgracia?
.- Vamos con la polica o a dnde? balbuce una voz
semihumana, donde el vaco le daba su respuesta.
Nos asaltaban preguntas y dudas sobre nuestro futuro. Por
ahora camos en una trampa para ratoncillos, habr otras
huertas tan nefastas? La inquietud, la sensacin de
impotencia nos perseguir por el resto de la vida, con el
sabor amargo del miedo.
Entonces son el ruido de mi celular con un mensaje. Camilo,
nos atoramos en unos baches. Se descompuso la camioneta. No
se preocupen. Mi cabeza danzaba en mil vueltas, sin un eje
de control. La noticia de los compaeros que no vinieron, se
sumaba al laberinto de los enigmas. Otro sonido estruendoso
surgi de repente, pareca el gruido de una bestia, pero
slo era el bufido del tren.
Un secreto a voces pregona el porvenir tan distinto que nos
espera y perturba. Es el final de largos aos de amistad?
Adelante, con la lluvia encima, en una calle cercana al
centro del pueblo de Jantla, nos encontramos con hileras de
gentes, con sombreros o gorros, ocultando sus rostros,
arrastrando sus pies con hambre y fatiga, sin nimos para
hablar o soar. Quiz acuden a un refugio, a cualquier
resguardo, al no tener ni una migaja de alimentos ni
esperanzas. Nos inquietan sus imgenes fugitivas, errantes.
Meten sus manos callosas en las bolsas del pantaln ajado,
esconden algo semejante al terror manso de las ovejas, en el
viaje fatal a la boca de los lobos!
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Captulo II Agenda de los recuerdos.
Despus de una desvelada amarga, me asalt otra vez un hambre
salvaje. Tom algo del refrigerador, y not en los post-it
los reportes del banco. No me sorprendi el saldo rojo de la
cuenta bancaria de mi padre, pero me desmoraliz haber topado
con estos papeles. Lo percib con un enfoque distinto.
As al despertar de una noche difcil, abrumado por el
insomnio y pesadillas, me prepar unas tazas de caf. Mi
instinto exploraba el origen de mis zozobras.
Diversos cambios se aproximan, nuevas reglas, nuevos
espacios, nuevos compaeros, nuevos inconvenientes! Y yo debo
inventarme, igual que mis amigos, nuevas condiciones de vida
ante esas incertidumbres, partiendo de cero por el momento.
Me preparaba algo para comer, alguna carne seca o no muy
fresca por la resaca. Pero el hambre desapareci. Un rato
despus, sin pensar, tom del refrigerador un bloque de hielo
de formas caprichosas, y lo part con un cuchillo en forma de
hacha, en dos, tres, cuatro pedazos, para mi jarra de
cerveza. Mi cuerpo o mi persona tambin lo sent partido en
dos, tres, cuatro pedazos estrafalarios! Cul de esos
pedazos se qued con mi cabeza, mis manos, mis pies y mi
sombra? Pero yo quera ser alguien nuevo, alguien diferente,
pero tampoco saba qu clase de persona nueva quera ser. Ni
al menos si quera ser de hielo, el vidrio de la jarra, la
servilleta de papel, o del aire tibio de esa maana.
Algo me distrajo. Escurrindose por la ventana del comedor,
los polvillos jugueteaban envueltos en un rayo de luz,
danzando con alardes. Y un cono de luz en forma de fusil
csmico, se proyect sobre una tarjeta, de tono brillante y
fino, colocada sobre una mesa. La tarjeta atrajo mi atencin,
reposando sobre un jarrn de vidrio ahumado. El texto
decepcionaba por su anonimato y aridez. Pero dejaba clara la
huella de una mujer. Una flor de nardo y un manojo de
cabellos oscuros, atados con alfileres al objeto, color de la
cscara de lima, incitaron un flujo de expectaciones.
De: L.
Tendr un enorme placer al saludarnos. Te espero en
mi casa, con gran emocin e impaciencia.
Para: C.
La mano y sensibilidad femeninas, sin duda! Di por sentado
que la tarjeta va dirigida a mi hermano, pues nuestros
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nombres comienzan con la misma letra. As, qued en el
olvido. As se diluy entre los escondrijos de mi casa. No
hubo ms.
Comienza una nueva era, en mi agenda. Qu puedo hacer?
Improvisar es un arte de la vida, remando en el ro de
seductoras canciones y palabras. Disfrazadas, se desmoronan
contra la zona rocosa de los nmeros apretados y de estrellas
solitarias. No es fcil el arte de improvisar, frente a las
sorpresas. Y menos esta maana turbulenta.
Cada da del ao transcurrido, supe cada paso a seguir, como
farfullar la cancin de moda, como las moscas engrapadas en
las agujas del reloj! Hoy es diferente, es final de los
cursos, y el umbral de un nuevo tiempo, de un nuevo milenio y
del siglo. Cercado por las paredes de la casa, envidiaba el
encierro en las aulas de la escuela. Las vacaciones por algo
se relacionan con el vaco y lo vano; necesitaba hablar con
alguien del tema que fuera, menos del ilusorio tema de la
libertad. Prisioneros desde el vientre materno, sigue uno
aislado en la cuna, as en cadena sigue la vida amarrada a
una atmsfera invisible de necias reglas y costumbres. Hoy en
el fin del bachillerato, del cambio hacia una escuela lejana,
me despertaba una ruda sensacin de soledad y abatimiento.
Existe algo en nuestro sistema orgnico, algo en el torrente
bioqumico de la sangre que, por error o negligencias, impide
el imperio de nuestra conciencia y voluntad? Pues tampoco s
si debo abandonar mi pueblo, familia y amigos. En vano busco
algo diferente a la risa amarga del payaso, algo mejor que la
brevedad de una meloda grandiosa, algo que siquiera me
descubra, sin el tequila, la cerveza o el whiskey, de que el
fin de la juventud y amistades vendr o no, como una dolorosa
y cruel sentencia de muerte.
Prend el televisor, el internet, la radio y ech un vistazo
al peridico local, saturado de noticias alarmantes, robos,
violaciones, descalabros. Luego, intent repasar mi agenda
alrededor de la quietud, y el silencio incurable en mi casa.
Al sentarme en una silla, ahuyent un gato desconocido,
regordete, de rayas blancas y pardas. Ahora me mira sin
rencor, con fastuosa indiferencia, desde el borde del sof,
relamiendo sus bigotes. Le hice un mohn y mantuvo su gesto
imperturbable.
Son mi celular con un mensaje: Camilo, estamos en la
escuela. No te hagas! Te esperamos. Son amigos. Se
aproximaba el medioda. Me decid por salir a la calle, sin
otro propsito que probar nuevas cosas por hacer; cosas por
arriba de fronteras postizas. Una ligera brisa desnuda la
presencia agonizante de Junio. Das de Junio que lo mismo
desgranan brisas refrescantes, lluvias borrascosas, o
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simplemente cielos despejados. Sin un pronstico de lluvias,
vacilaba en llevar mi chamarra impermeable, con el dibujo de
un cometa.
Las noticias locales nos alertaban sobre una posible
inundacin, de continuar las lluvias, principalmente aguas
arriba y en los cerros de la comarca. Aos antes, el ro ha
estado seco, y los temores sobre la inundacin causan
extraeza. Sin embargo en el pasado ocurrieron, provocando
serios desastres.
Al salir de mi casa, caminaba sin rumbo. La excitacin del
aire fresco me produjo una sensacin de libertad, pues las
calles y los sueos carecen de muros grises, infranqueables.
Sin embargo, algo extrao encontraba en la soledad de la
calle. Qu clase de cadena amarra a la gente en su jaula o
casa, y estando dentro, se aprisiona con candados y cerrojos?
Un mundo de diferencia con los espacios amplios del museo,
del jardn municipal, del bosque regional, para explorar
fuera de su encierro y respirar otros aires! Son otra vez mi
celular, con llamadas tozudas de mis amigos.
.- Qu onda, Camilo? Te andamos buscando. No jodas, ya
vente.
.- Ando cerca. A unos pasos.- mi voz silb distante en otro
planeta, sofocada por los ruidos callejeros, de repartidores
del gas y de paletas, de mercaderes de fierros viejos y la
voz gangosa en el micrfono de una escuela.
.- Bienbxvxzzzzzsss- solo percibo por respuesta, un
zumbido tragado entre los bufidos lejanos del tren y los
rumores del viento.
Entonces guard el tesoro de mi celular, un gran amigo, hora
por hora. Sus alaridos me abrigan con una capa de
superioridad. No lo considero un juguete, es un aliado
incondicional y sin races naturales. La pag caro el perro
de la casa, el duque, ahora vive olvidado, debido a mi
celular. No me reclama ninguna aprobacin, ni herosmos.
Mientras caminaba, di un largo rodeo, sorteando una calle de
casas de fachada medieval, con balaustrada en sus ventanales.
Evit topar con la chica hermosa, de ojos grandes de color
oscuro, cabello rizado, con sus labios rosceos y, cuerpo
envuelto en el ropaje de mangas flotantes y largas faldas,
pero sugerente como los ngeles extraviados del edn. Su
sonrisa tierna y seductora trastoca en alegra mis desazones,
derribando las barreras de las suspicacias. Sus miradas
iluminan ilusiones viajando al paraso, y me empujan a
renovar juramentos de amor inquebrantable. Pensar ella en
m? Ahora me revoloteaba con ms fuerza el corazn. En
cuanto a edad, le aventajo por unos aos.
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Un banco del jardn me la recuerda, por ser su banco
predilecto y ningn otro le place. Vaya con su temperamento!
Su belleza recorre desde sus ojos grandes hasta el resplandor
de su piel oscilante entre el blanco del aire y la piel de la
manzana, dando sentido a mi existencia. Ella es solo una
nenita por su sonrisa, mas nada suave y dulce, sino resuelta
y porfiada.
Es la chica de ropaje frugal, sin reemplazo en mis sueos,
a un paso de arrasar mi proyecto de partir a la universidad!
Al pensar en ella, un tapn bloquea mis temples, asilados en
una jaula del corazn. En el torrente de impaciencias, se
agotan mis energas. Crece as mi lucha interior, entre el
afn por el perfume de sus mejillas y sus besos, contra la
firmeza de mis grises razonamientos.
El divagar a solas, caminando en un pantano, en crculos
embriagadores, revive mis recuerdos del tobogn de la feria.
Me falla el oxgeno y procuro respirar a todo pulmn, pero
las cuerdas y poleas de mi voluntad se atascan, mis
intestinos se retuercen, me enredo en los movimientos de un
caracol que se divierte, pintarrajeando espirales, en la
misma calle que trato de esquivar.
No es primera vez que me hundo en este fango. Qu hice, qu
debo corregir o qu le digo a La Chiquis, como yo le digo?
En realidad, su desdn pudo comenzar una noche, en que le
llev serenata a su vecina; slo quise desquitarme dndole
picones por sus coqueteos, con uno de sus amigos faroleros,
con los que parloteaba muy a sus anchas, en su banco. Su
silencio me tortura, extrao sus mohines ms que su
indiferencia, pues esta s que duele. Sabe que su mirada
penetra en lo profundo de mis fibras, y abre las puertas de
su lecho de par en par. Ignora la confesin ante un tribunal
secreto, de lo que tenemos en comn, as como diferencias
entre dos seres complicados; es como el instante en que el
mono salta entre las ramas, a caza de la linda mariposa. Pero
esta linda criatura vuela, porque es capaz de poner de
rodillas a la bestia.
De modo simultneo al repiqueteo de las campanas, reapareci
el sonido de mi celular y, me atraparon de nuevo las
emboscadas de la realidad. Al transcurrir la pausa para el
almuerzo, unas cuadrillas de trabajadores inundaban la calle
con sus cascos, herramientas y mquinas, y proseguirn
derribando paredes, techos, pisos y casas enteras. Los ruidos
de negocios comerciales, diversin y financieros en auge, del
trfico vehicular y de los peatones, vibraban sin parar,
falseando la monotona, donde se embrollan los radares de
nuestra existencia.
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En este medioda, el espectculo solitario del jardn
contrasta con el bullicio de las tardes, donde las familias,
parejas y vagabundos rondan en torno a los bancos de verde
oscuro. En ocasiones el ingenio de la banda municipal
consigue glorificar los ruidos del ambiente, hilarantes, por
los acentos agudos de los chiquillos, o bien los mugidos de
motores vehiculares.
Un chiquillo con uniforme escolar, de unos seis aos de edad,
con carita de ngel, con un bote recolector de dinero, se
acerca conmigo.
.- Cmprame un boleto, anda! me dice con su sonrisa
franca.- Anda, coopera.
.- De qu se trata qu me ofreces?
.- Una estrella de Orin o un pedazo de la Luna. Lo que
quieras.
Ya estaba rodeado de otros nios y nias con su sonrisa y
susurros de ngeles.
.- No traes rosas o violetas? le pregunt al vaco, los
nios corran hacia sus padres o mentores que los cuidaban. Y
con una sonrisa se despidieron.
Haba pensado de repente en una flor para La Chiquis.
Atrs de los nios, viene un grupo de jvenes de facha plida
y marchita, cantando una meloda, triste por naturaleza. De
sus manos bronceadas, flotando en sus cuerpos ladeados, se
desprenden notas musicales de la guitarra y del acorden.
Vctimas de enfermedades o accidentes acuden a los gestos
amigos.
En Jantla, algunas zonas guardan testimonios de su vieja
historia. A ojos de los visitantes, la escuela preparatoria
representa una imagen del presente, en tanto el centro
conserva lo ms fiel del pasado en el edificio del
Ayuntamiento municipal, el museo, los templos. Slo un centro
comercial, con auge de negocios del caf internet, de tiendas
de aparatos electrnicos, junto con modernos carros
circulando, ofrecen la mercantil proyeccin del futuro.
Sin intencin alguna, top de repente con el Casino del
milenio, un lugar novedoso, repleto de prohibiciones vanas,
un recinto donde cuerdos y chiflados maromean y bailan
desnudos. Saborean sus livianos das de libertinaje,
haciendo y diciendo lo que piensan. Embriagan su locura en
orgas con espectros vrgenes de mil colores, con muecas de
aire, de vidrio y arena, con el pquer de billetes de basura,
y otras ilusiones. Disfrutan de su libertad y felicidad para
perder. Su felicidad de mojigatos rebeldes escupe contra las
normas y fuerzas de la razn, por el gusto de poner al mundo
de revs. Ello me alert de mis magros ahorros, no son
tiempos de vacas gordas. Sin embargo, al llegar a la puerta
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del acceso, el demacrado ujier de colmillos filosos y orejas
erizadas me neg la entrada. Desde mi credencial de
estudiante y mi orgullo de bachiller. En vano le lanc mofas
sobre su cmico traje de la necedad.
En una papelera compr lpiz y papel, ya decid enviar una
carta para La Chiquis. Al primer intento de ordenar mis
ideas, s que juego al todo o nada al precio de nuestra
libertad, cuando me digan qu es la libertad. Los estallidos
volcnicos del primer amor asemejan al relmpago o la lluvia
que une lo sublime del paraso con las llamas del mismo
infierno; un pedazo del infierno y del edn, comienza en este
planeta que pisamos. Extraviado entre las coordenadas de mi
respiro, siento cabriolear entre las cuerdas de un violn
desafinado. Qu le digo por carta para convencerla?
No imagino una explicacin para retener el amor de Mangie,
sin declinar mi aspiracin de colegial por el diploma.
Bailamos en los aires alguna vez, me obsequi una flor y le
correspond con otra. Fue inolvidable, me dio la flor en el
caf Kiss me, donde sus amigas le dicen Mangie! Un caf a
tono con sus aires de yuppie. Me lastima el riesgo de
perderla, aunque los jvenes, todos, podemos apostar. Despus
de meses y aos de sentirla dentro de mis venas, creo que no
se borrar nunca en mis recuerdos. Descarto llamarla por
telfono. Desisto, pues ella me gana esta guerra de manas,
porque slo me habla cara a cara.
Resulta intil mi esfuerzo por rastrear la idea central, la
idea contundente que encienda la sal en la llaga. As ella
comprender sus disparates y caprichos. Aprendo adems que
antes no someta mis inquietudes a un riguroso filtro.
Actuaba a la menor tentacin. Me invade mi otro yo. Una
guerra contra un fantasma, la careta de mi celular, mi otro
yo, un artefacto electrnico. Estoy tan slo a unos cuantos
metros de la casa de la Chiquis, pero me siento a
distancias siderales de su alma.
Secretos y murmullos que van y vienen nos separan. Le digo
que nuestros pequeos desacuerdos son menores y resultan de
que, por evidencia, somos algo diferentes y desiguales; me
replica que no, que todos somos iguales, porque lo dicen el
Papa y su ta Teresa. No le gust mi idea, y despus de la
ria emocional por la desavenencia, le dije otro
razonamiento. Pues ella va al caf Kiss me, donde yo no
voy; su capricho es porque el caf Kiss me, se lo hered la
bisabuela del notario a su prima.
De momento, confund a La Chiquis con otra chica, vista
de lejos, al mirar su atuendo invariable de color de un
castao brillante, al grado de convencerme que su orgullo
implacable y su tozudez se nutren del mismo color. La miro
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por todos lados! Hubiera sido feliz de verla, envuelta en
las seales del destino! Sin embargo, el ratn estira hacia
el queso, ms cuando suena la campana.
Al partir de Jantla, extraar a mis amigos, Nayeli, la
Cocoya, Estanislao, al Pato, al Trofos. Qu rumbo
tomaremos cada uno?
Captulo III EL Filsofo, Joram.
Segu rondando por las calles, prestando atencin a cosas,
jardines, portones, ventanales, escalinatas y tejados. En un
recinto de la plaza municipal, un grupo abigarrado de gente
se entretena en lances de gimnasia y ejercicios aerbicos.
Con la gua del instructor, imitaban sus movimientos.
Respirar profundo, calentar los huesos y estirar los
msculos, aliviar tensiones y meditar, deca el mentor.
Practiqu con ellos unos minutos y sent la corriente de la
sangre, del calorcillo a lo largo del cuerpo.
La sesin termin con una ovacin para el instructor. El
grupo se desbarat y uno por uno tomaron su propio camino.
Sin pensarlo, entr a una librera, hojeando libros y
revistas. En cada libro, hallo algo mo, algo de lo que
quiero. En cada pgina, hay cosas y personas diferentes Me
lo imaginaba, ninguno como yo! Volteaba a los lados, por s
me vean como un demente o un idiota, hablando a solas.
.- Camilo, mira, qu bueno que te encuentro! sent la
palmada efusiva de un tipo medio adulto, de alta estatura y
de barba aliada. Ropa casual, pulcra y gesto cordial.
.- Bien, bien todo.- respond al desconocido, sondeando
pistas para identificarlo. Supongo que mis gestos denotaban
desconcierto. El tipo se alzaba unos cuantos centmetros
sobre sus pies, buscando algo en el fondo de la calle.
.- Llegu antes de la cita. Bien, bien, tienes unos minutos
para acompaarme con unas cervezas o caf? me dijo sin
rodeos.
.- Caf, si claro.- tras su voz, averiguo mis pistas. Llevaba
un portafolio y botines negros de piel pulidos. Se trataba de
un filsofo, conferencista, que en la escuela nos habl de
cometas y migracin, sembrando lecciones duraderas.
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.- Te parece? Cervezas, quesos y carnes. Vamos.- insista,
mientras caminbamos hacia una calle cerrada al trfico, con
piso de cantera y flanqueada por hileras de arboledas y
bancos metlicos.
El filsofo camin directo a un pequeo bar, atiborrado de
posters, hizo el pedido y tomamos asiento. Los camareros del
bar nos acercaron dos mesitas, cervezas y enseres del
servicio. Nos refrescan las sombras de acacias, sauces y
truenos.
Por varios sitios de Jantla, vagan grupos de gente de
cualquier edad, se apian aqu en el centro. Grupos de
escolares, parejas de enamorados, y tambin grupos de
indigentes y de migrantes con el rostro lleno de polvo, con
zapatos enlodados o descalzos. Uno de ellos se acerc a
nuestro banco y alargaba su mano. El filsofo sac del
bolsillo unas monedas y se las entreg. El hombre pedigeo
tentaba machaconamente sus labios con un dedo, en un gesto
abatido, msero, de su hambre. Y el filsofo le dio uno de
los platillos de la mesa. Al tipo lo siguieron sus tres
compaeros, apresuraban su paso, siempre asustadizos, y se
perdieron sin virar hacia sus espaldas.
.- Hay muchos vagabundos en la calle! exclam entre
dientes el camarero, antes de retirarse.
.- Ninguno o pocos se humillan por gusto. Su drama comienza
en la violencia de su hogar, en su orfandad. No en su cordn
umbilical.- precis su idea el filsofo en un suspiro.- Me
gusta tu pueblo. Aqu lo tienen todo. Pero has pensado en
dejarlo, para irte a la universidad? Me pregunt en tono
amistoso, alzando su copa de cerveza.- Salud, salud.
.- Algunos nacen castigados por la pobreza. Comienzan con
desventajas. me aferr a la idea.
.- Y de la riqueza quin te la garantiza de por vida? La
riqueza padece cierta debilidad, tiene miedo de los hombres,
pero es esplndida con las mujeres; las colma de miel, de
joyas, de perfumes, de abrigos de animales en extincin.
Siendo adinerados, solo les importa pertenecer a ese crculo
apiado, insultando, escupiendo y empujando, hasta meter sus
dientes, sus uas y trasero de camellos, en el hoyo de la
aguja. Compran caprichos con su dieta millonaria, aun
voluntades ajenas; lo que no pueden comprar como el tiempo,
lo simulan con puados de relojes dorados. Manifest con
cierto enfado.- Aceptemos una cosa. No pueden, los que creen
que no pueden.
.- O sea, hay un tablero del destino donde se decide todo?
Golpeando el brazo del banco, rechaz esta presuncin. El
movimiento brusco de sus manos hizo que se derramara su taza
de caf exprs; vino el camarero a limpiar la manta.
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.- Teoras, slo fanfarrias! Acabar un da la pobreza?
Cada persona es muy especial, una especie de madeja enredada
con millones de neuronas, de venas, de experiencias. Una
mayora sufre agravios de sus familiares o conocidos, siendo
nios. Claro, entre esa muchedumbre, mal nutrida y
adiestrada, hay muchos pequeos gigantes. Aspiraba con
ahnco la taza del caf exprs.- Seamos tolerantes, que no
recurran a la violencia por su hambre y t procura siempre
el nivel superior de este tema.
Dio por cerrada la cuestin con un gesto de contrariedad.
Olvid por lo pronto el tema de La huerta y de los indigentes
que encontramos en el camino.
.- Sabes algo? Dice provocando mi curiosidad.- No has
recorrido ni la mitad de tu camino todo lo que te espera!
.- Cierto, es un nuevo camino.
.- Es tu hora crucial, Camilo. Quin no ambiciona reinventar
esa aventura de su vida? Imagina tu viaje en un buque
fantstico. Y ser un navegante. - el filsofo, emocionado, no
cesaba en su discurso.- Salud, salud por ti.
Alz su tarro de cerveza y brindamos.
.- Camilo, pinsalo bien. No te quedes en esta cueva. Vete a
otro lugar, ni lo pienses. Dentro de una cueva, nunca vers
la grandeza de las artes. Aprenders mucho, pero fuera.
.- Cueva? Cul cueva?
.- Tu pueblo. No te ofendas. Hay muchos afectos aqu, y te
detienen. Ve a navegar por otros horizontes. Aqu en esta
cueva te la pasars dando vueltas y vueltas en la oscuridad.
Aqu no hay aire ni luz. Andars a tientas como ciego, en
medio de alacranes, araas y serpientes. Son los amos de las
cuevas; te asfixiarn, te usarn para sus experimentos.
Viaja, viaja mucho, vuela con tus sueos y fantasas.
.- Quiero ser navegante, tambin quiero quedarme... Mis
manos descubren un gesto a la defensiva, por la confesin
reprimida.- Aprender a navegar aunque sea en esta cueva.
.- Vaya, qu bueno. Algo te detiene ests enamorado! Eres
muy joven, lo mejor de la vida.
.- Gracias, t tambin eres joven.- De reojo, l miraba con
ansiedad su reloj.
Record un trozo de su tema sobre los cometas. Nos atrap en
su conferencia, al mostrar cunto se asemeja el curso de los
cometas al de la juventud. De acuerdo a su ponencia, los
cometas vuelan en lo ms alto del cielo. Y atrapados en
rbitas cambiantes, se confunden en una absurda sensacin de
eternidad. Pese a la seguridad de su desenlace fatal, despus
de alcanzar su brillo entero, estos aerolitos migrantes dejan
un caudal de desgracias y lamentos..
El filsofo segua su discurso.
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.- Te lleg tu hora cero, arrancas el vuelo o te quedas
atrancado. El navegante no puede atorarse solo, en medio del
ocano. Que la urgencia no te engae por el camino ms fcil.
T pelears por lo que quieres. Lo vale. agregaba en tono
pausado, indagando respuestas a sus propias meditaciones. Y
suba el tono de su voz.
.- Exacto, me siento obligado a elegir entre algo. - Pero
.- Si, nadie se sacrifica a ciegas. No eres ningn esclavo.
Dnde est tu libertad? Hizo una pausa.- Amor por
compasin o por hacerle la guerra? Eso, nunca. Mira, ya me
estoy arrepintiendo.- mantuvo su tono algo humorstico, pues
unas lindas chicas pasaban cerca con sus minifaldas y
peinados coquetos, carcajeando, desafiando al mundo.- No me
canso nunca de admirar la belleza femenina.
.- Si, lo he pensado mucho, tener una compaera.- dije.
.- Espera, Camilo, vamos despacio. La soledad vale mucho.
Aprende del yerro de Adn. Nadie ha sido tan feliz. Lo tena
todo, sin enfermedades, ni desvelos. Se le ocurri presentar
su queja y reclam compaa. Pese a los sabios consejos, le
terque y lleg Eva. Justo es disculparla, pues Adn por
ventaja de experiencia, sea por aos o por siglos, se
obligaba a gobernar las cosas. Eran tan distintos! Ella, tan
curiosa, quera volar como las aves. Deseaba conocer ms all
de las puertas del paraso.
.- Dnde viste eso?
.- Espera. Presta atencin a los detalles. Adn comenz a
preocuparse por ella, y los hechizos del verano lo cegaron.
A qu hora llegar, dnde estar Eva? Por qu se demora,
qu est haciendo Eva? Lo de la manzana roja? Fue la gota
que derram el vaso.
.- No entiendo lo de la gota...- le interrump.
.- Lo siento, debes reflexionarlo. Nunca te distraigas.- al
parecer, algo lo impacientaba.- Por ahora
.- Ah, ya est. La serpiente adulteraba vinos y licores.
.- claro, claro, Camilo, una vulgar traficante de vinos. La
dominaban su furia y nimo de venganza. Quiso incendiar y
arruinar el paraso, para imponer ah su reino. Pero,
volviendo al tema. Las ausencias de Eva llevaron al funesto
invento del tiempo. Sin su ausencia, Adn, cmo iba a
imaginar este invento fatal. Pues el tiempo es el hijo
ingrato de la ausencia. El gran pecado entre todos los
pecados, fue este invento.
.- Crees en la historia de Adn y Eva?
.- Casi descubres el secreto. La verdad del paraso! Era una
huerta de frutas deliciosas, manzanas, uvas, naranjas. Eran
felices en la huerta! Pero la serpiente, simulada de
farsante, era un reyezuelo enloquecido al perder su podero.
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.- No crees en nada. Pero aqu hay una huerta que
.- Mira, creo slo en lo que oigo y veo. Claro tambin en la
historia, pero no hay una historia de la eternidad.
Realmente, somos chiquillos del tiempo y del espacio.- el
filsofo miraba a las chicas que pasaban.- Y volviendo al
tema, qu planes tienes? Djame saberlo.
.- Ya solicit entrar a la universidad. Quiero probar en
otros lados. Pero- me traicion una mueca de de mis
sentimientos.
.- Bah. Vaya... Si que ests enamorado! Ella que te espere.-
gru en tono firme.- No hay prisa. Pueden darse el gusto de
una probadita. Todos lo hacen.
.- Creo que no. Las mujeres se sienten mal, cuando no se
casan jvenes. Ya he hablado con ella.- Entre la traicin de
mis dudas y ademanes, el filsofo ley una pequea mentira.-
Fue mi primera novia. Hemos cortado a veces y luego
volvemos. He tenido algunas aventuras pasajeras. Ella cree
tener motivos para exigirme todo a su capricho.
.- Grandioso, qu grandes son las piruetas del amor. Cundo
comienza esa danza de Cupido, con la mirada intensa y
fulminante del rayo elctrico, con los primeros besos y
caricias a la media noche, con el primer baile rumbero, con
el primer acostn, o hasta la sentencia del juez? Nadie lo
sabe, nos toma por sorpresa. Llega cuando menos esperamos.
Nos enloquece la sospecha de perderla, o sufrir por celos
estpidos. Y lo anhelamos siempre, igual que el nio espera
el beso de su madre.- exclam pensativo, confundido entre las
variantes del amor materno y otros signos del amor.
.- Dame un consejo. No s qu hacer. Me faltan horas o menos
para decidir.
.- Hay una clave natural. Olvdate del temor de callar lo
que te parece vergonzoso. No es fcil! Ve las cosas, algunos
se asustan y le llaman inmundicias a sus remordimientos,
temores, culpas. Lo peor viene cuando las ocultan. Bien, esa
mugre es la realidad, es la condicin del ser humano, mucho
menos perfecto de lo que creamos.
.- Ya entiendo. Conozco las diferencias entre sexo y amor.
Deseo amarla por siempre. mis palabras me liberaron de una
carga que no quera confesar a nadie, ni a m mismo.
.- Claro, todos creen que las caceras sexuales nos acechan
en la esquina. Las confunden con mercancas del estante. Por
estupidez, pretendemos evitar enredados cortejos, los celos
y malicias. Por cierto, fjate que tu novia sea de las que
llevan sangre roja en las venas, es garanta de felicidad.
.- A la ma, hasta le sobra! Ma, ma, aun despus de das
y semanas sin verla?
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Unas chicas se acercaron cantando algo en balbuceos, hablaban
con nosotros sin decir nada. Por su cuenta se invitaron las
dos cervezas de la mesita. En sus brazos izquierdos llevan
tatuajes; una de ellas, en la hendidura de sus senos
brillantes. Pegaron sus rodillas con las nuestras y se
retiran, saltando entre los hombros de la compaera y
jugueteando con los paseantes. En el aire vagaba un colibr
de vuelo rpido y de plumas brillantes, nunca parece
aterrizar. No cesaba de moverse con celeridad, picoteando el
nctar de las flores, y se desvaneci en el abanico del
infinito.
Sigui la charla.
.- Nada es fcil. Confesarse? Nadie lo hace sin pensarlo mil
veces. Cuntas muchachas enamoran a los andariegos? Son
mujeres de viejas costumbres, mujeres de hogar. No les agrada
salir del nido.
.-No creo, desean el matrimonio por encima de todo.
.- Claro, desean ser madres, tener hijos y criarlos. Desde
nias juegan con sus trenzas y muecas. Luego juegan con sus
muecos, sean los novios o el marido. Con el divorcio ya no
juegan; afilan su cuchillo, van con su abogado para enredar
las leyes en sus trenzas. Entonan sus tambores de guerra,
hasta aplastar al enemigo. Bueno, tu turno. Habla de lo
tuyo.- el filsofo engulla su torta.
.- Sera demasiado para m pensar en hijos! Intent evadir
con un gazapo, husmeando algo ms entre las incgnitas.
.- No te preocupes, nadie puede hacer las preguntas y
aclaraciones precisas. Es una rara habilidad! Aqu encontr
otra mujer. Nortea igual que yo! A ella la estoy
esperando.- suspiraba entre las nubes lejanas. - Me gusta.
Quizs t mismo has visto o pensado en otra chica
El filsofa mir su reloj con la tensin de la espera. Hace
una pausa, limpia su barba y manos con la servilleta y bebe
de la cerveza.
.- No creo, la conozco bien. Le propongo algo a su capricho o
me voy a la universidad.
.- No, no, no te rindas tan fcil. Nadie que te quiera de
verdad te amarra al poste. Busca otra chica. - De repente
coloc sus manos sobre sus piernas estiradas.
Las notas de una meloda romntica ruedan en espirales del
aire, vibrando en un comps infinito, invisible. Las garras
juveniles del filsofo se reblandecen en el mismo cubilete
musical, rumiando por cualquier escape, renunciando a la cima
de los sueos.
.- Quiero una novia amistosa, comprensible. Un noviazgo libre
de torturas. No quiero una tirana. me siento bien al
expresarme con franqueza.- Menos una novia tirana.
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.- Claro. Las dudas enterradas son veneno. Bueno, t debes
escoger, slo intento darte unas sugerencias. Nada ms.
.- Agradezco tus consejos.
.- Mira Camilo, te inquietan la pobreza y el amor. Algo debe
haber entre las dos. Me inquietan como a ti. Pero la gente y
yo mismo no deseamos hablar del tema.
.- Por qu no? Es algo bueno.- exclam con indignacin.
.- Les duele que abras las cicatrices de sus miserias eso
que ya echaron o tratan de echar al olvido, al hoyo de sus
miedos. No creen en la resurreccin de nadie, pues no han
visto con sus ojos, ninguna resurreccin. No les gusta sufrir
de ms. Lo que te diga, ponlo a prueba, para ello estn los
libros!
.- No, no creo. No tienen por qu asustarse de nada. De qu
deben sentir miedo?
.- De volverse locos o idiotas! Por qu se embriagan o se
drogan? Exclam con vehemencia el filsofo.- El chiflado de
Freud dice que sus sentimientos ya estn muertos. As se
cura la locura? Te tengo confianza, por ello te digo mis
secretos.
.- No te entiendo, todos estamos locos?
.- Mira Camilo, todo mundo est expuesto. Pero a unos los
tildaban de locura por sus extravagancias. Aun a los reyes
que usaban la espada, o la ocultaban para lograr la paz.
.- Claro, lo vi as en la historia. Unos no reconocan ni a
sus familiares, o echaban la gente a los leones.
.- Muy bien. Son contados. Debe ser difcil estando como
ellos siempre en las guerras, parados sobre alfombras
ensangrentadas y bayonetas. Pero esas chifladuras nos pueden
pasar a todos.
.- Me parece de fantasa.
.- Por qu de fantasa?
.- Algunos se decan inmortales. Es muy difcil creerlo!
.- Puede ser. Aun hay muchas fantasas. Seguimos siendo mitad
humanos y salvajes, y otra mitad reyes y fantasa. Por algo,
cada uno somos miles de millones de molculas trastornadas
por pasiones ciegas. Camilo, hay algo de rebelin romntica
en ti!
.- Eso deca mi abuelo
.- Cmo era, naci aqu en Jantla?
.- No lo s, apena lo conoc.
.- Tratar de explicarte, de otra forma. Puede haber una
masa complicada de millones de molculas y ser perfecta?
Todo puede suceder, todo es posible. Tenemos as mezclados,
sdicos villanos, santos, mansos, chiflados, traidores y
bohemios. Cmo hacer para que se entiendan y convivan entre
ellos? Claro, claro. Con reyes, reinas y fantasas y magos.
-
Tu eterna ausencia Juan Jos Aguilera C.
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.- Entiendo a medias. Algo se necesita entonces para ser
hroe, mago o rey!
.- Creo que s. Recuerda bien. Somos una masa de barro
imperfecta con muletas y espuelas emocionales y mentales.
Mientras seamos predecibles, todo es posible.
.- Es lo que somos?
.- Hoy el mundo es una fbrica de fantasas
.- Ya comprendo. O casi te entiendo.
.- Eso nos pasa a todos. Pregunta, discute, as se aprende.
Pero pinsalo. Todo es posible en cada ser humano. Te duermes
como un arcngel y despiertas como un demonio.
.- No lo creo. La fantasa puede serlo todo? Cmo podemos
saberlo?
.- Camilo, vive tu fantasa. Piensa en eso.
.- Pero no tengo fantasas... Bueno a veces.
.- No te gustar vivir la fantasa de otro. No lo crees?
Tras una pausa de silencio, una mujer joven, esbelta, tom
asiento estrechamente al lado del filsofo. Sin duda es la
mujer de la cita, se besaron y murmuraron algo. Ella se quit
las gafas. Viste pantaln largo, negro, repujado, no lleva
joyas, y sus zapatillas de un verde exuberante al igual que
el sombrero de alas anchas contra el sol, descubriendo su
simpata y encanto formidables. Viene molesta porque un
grupito de yupis la piropearon ms de la cuenta. El filsofo
le devuelve la calma.
.- Mira Karen, es mi amigo Camilo. nos present algo
descomedido. Tiene planes para ir a la universidad. Se va
de Jantla.
.- Cmo? Me encanta tu pueblo, yo quisiera siempre vivir
aqu.- acariciaba al novio con su mano en la mejilla.- Vamos
pensando en vivir aqu. Unos aos y vagamos luego por ah
donde t decidas! corrigi ante la expresin de asombro de
su novio, quien camin hacia el bar para el pago de la
cuenta. Demor un poco en su quehacer.
La novia del filsofo limpiaba sus gafas y me mir con sus
ojos brillantes.
.- Se conocen ustedes muy bien! Sabes? Si te vas, no te
alejes. Tu familia y tu novia te esperarn. Ja, ja, ja, me
paso de franca, contigo, verdad? No gusta muy bien por aqu
la franqueza.- Pronto daba vuelo a sus ideas sin la mediacin
de su novio.
.- Quisiera tener una novia franca. Una que me espere,
mientras estudio. Tu novio nos dio una conferencia en la
escuela. Nos apantall.
-
Tu eterna ausencia Juan Jos Aguilera C.
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.- Ah... Tienes un gran futuro en tu vida! Lo veo en tu
talante. Despert su curiosidad y entusiasmo. Escudriaba
el dorso de mi mano. - Y qu les dijo?
.- Nos dijo que los jvenes somos como migrantes. Queremos
vagar por todo el mundo, porque odiamos vivir en las jaulas.
La juventud es fugaz como un cometa! Eso nos dijo.- En
tanto regres su novio.
.- Mrame bien a los ojos, cabroncito! Su tono de reproche
vibraba ante el azoramiento del filsofo - Ser joven es como
un cometa? Eso les dijiste! Crees que son suicidas?
.- No, no exactamente en el contexto preciso...- balbuce.
.- Ah... Ya me lo imaginaba, mi chiquillo, te duele ya no
ser tan joven! - Lo abraz acariciando sus mejillas.- Nadie
puede ser joven eternamente, te veo mejor que nunca!
.- De qu estn hablando? el filsofo se transmut en un
profesor de modales graves, circunspectos.
.- Camilo me halaga. Le gusta mi franqueza y buscar una
novia franca, desenvuelta. Quiere que ella lo comprenda.- La
mujer joven voltea hacia m, mostrando una sonrisa sublime.-
Mira, scate esa espina. Pides demasiado. Hazla tuya, toda
tuya, el amor y las flores crecen en estos das soleados!-
hablaba pausado, rea con frescura y cierta malicia cmplice,
sosteniendo su mano en la pierna de su novio.- Somos
mujeres, somos del mismo barro, necesitamos de un lecho
clido, volcnico! Pdele a tu novia todo su tesoro por
completo! Y vers cmo se rendir toda tuya. Ponle tus
condiciones. Ni lo pienses, hoy mismo Camilo, anda, ve, qu
esperas?
.- Ah, ah, vaya, as te las gastas. La abrazaba su novio y
la bes con alegra.- Muy pronto conocers otra chica y
podrs elegir.- me aconsej el filsofo.
.- Vaya descaro el tuyo. Qu traicione su chica, l sabr,
t ni lo suees! su novia fingi un malestar coquetamente.
Al despedirnos, el ponente me obsequi su tarjeta de
presentacin. Entonces la pareja se levant para despedirse.
.- Me lo llevar a la playa, a Vallarta. Qu, si no? me
dijo Karen al odo, lanzando con energa su reto al aire. l
no la escuchaba.- Te doy un secreto. Mi novio no es filsofo,
es detective. Oye bien, usa el disfraz de filsofo para sus
propsitos. Anda en la bsqueda de unos nios desaparecidos.
Si algo sabes, dselo. Le dijeron algo de una huerta!
.- No olvides lo que hablamos, Camilo. Escribe algo de Dante.
Hazlo a tu modo; cambia lo que quieras, pero hazlo.- me dijo
como despedida el filsofo.
.- Dante? Lo que yo quiera? me agrad su idea.
.- Si, algo del infierno. Luego me lo envas. Suerte.
-
Tu eterna ausencia Juan Jos Aguilera C.
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Al despedirse me dio su tarjeta, vi el nombre de Joram, un
extrao nombre del detective y filsofo; menos polica que
amigo. Por dnde empezar o terminar este ajetreo? Pero qu
puede ser el infierno sino el vaco de amar sin ser amado, de
vivir sin amar con el corazn entumecido, corrodo por los
remordimientos, de aquello que pudimos hacer y, cuando se va
de nuestras manos, quisiramos revivirlo a nuestro antojo?