el socialista
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UN CASO ESCANDALOSO EN LA ACADEMIA UN EJEMPLO DE CÓMO LA ACCIÓN CORRECTORA DEL RÉGIMEN NO SE DETIENE ANTE LAS GRANDES INSTITUCIONES CULTURALESTRANSCRIPT
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EL SOCIALISTA
Hebdomasaire
París, Jueves, 30 de junio de 1960
UN CASO ESCANDALOSO EN LA ACADEMIA
UN EJEMPLO DE CÓMO LA ACCIÓN CORRECTORA DEL RÉGIMEN
NO SE DETIENE ANTE LAS GRANDES INSTITUCIONES CULTURALES
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Sabido es que en España no hay elecciones. Sabido es que en España
no se elige a sus hombres representativos. Las dictaduras se caracterizan
por esto precisamente. Y cuando en España se anuncian elecciones para
algo, concejales en los ayuntamientos, representantes de los Sindicatos, o
simplemente miembros directivos en una Sociedad Mercantil, Cultural o
Deportiva, ya se sabe: se anuncian elecciones, pero no hay elecciones. Hay
solamente una ficción, puesto que, de antemano, los órganos
gubernamentales designan a los triunfadores.
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Toda una historia de huídas, de claudicaciones, de silencios, por un
lado; de amenazas, de coacciones, de represalias, por otro. Esa es la historia
de los simulacros de elecciones en la España de hoy. Elecciones anunciadas
con gran frecuencia. Elecciones para todo. Puesto que todo se quiere
impregnar de sentido democrático. Simuladamente. Falsamente.
Se anuncian elecciones para un sillón vacante en la Academia
Española de la Lengua. El sillón que perteneció a Gregorio Marañón. Y los
señores académicos, conforme al reglamento interno de la Academia
Española, preparan sus alecciones. Se proponen dos candidatos para ellas:
Don Manuel Halcón y Don Antonio Rodríguez–Moñino. Las elecciones se
anuncian para el día 2 de junio. Todo está en orden: elecciones para un
sillón de la Academia, dos candidatos y veintitantos académicos que van a
decidir.
Y entonces suge lo inesperado, lo insólito, lo increíble. Hasta en la
misma Academia Española se prohibe a los académicos elegir. El Jefe del
Estado y el ministro de Educación ordenan a un candidato que se retire de
las elecciones ¿Pero por qué esta medida? ¿Qué es lo que ha pasado?
Habremos de ir a la personalidad de los candidatos propuestos para poder
comprenderlo. Sucintamente son estos:
Antonio Rodríguez–Moñino. Catedrático separado y expulsado de su
cátedra. Encarcelado y sometido a Consejo de Guerra, acusado de “robar”
el Tesoro Artístico Español, de cuyo Comité de Gobierno de la República
le nombró Vocal. También acusado de “robar” la famosa Colección de Arte
del señor Lázaro Galdeano. El señor Lázaro Galdeano, cuando desde
Buenos Aires regresó a Madrid, finalizada la guerra española, pudo
comprobar que de su valiosa Colección de Arte no faltaba nada, ni una
estatuilla, un bronce, una miniatura. El señor Lázaro Galdeano quiso
proteger a quien injustamente y en forma calumniosa se acusaba. Lo
nombró director de sus colecciones de arte, y hombre de su confianza. A su
muerte le designó en testamento su albacea testamentario. Investigador,
descubridor de manuscritos, escritor, intelectual.
Manuel Halcón. Aristócrata sevillano. Combatió en la guerra civil al
lado del Caudillo, fue corresponsal de guerra en el frente de Extremadura.
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Desempeñó la subdirección del diario “ABC”. Condecoraciones militares,
Premio Unidad. Premio Nacional José Antonio Primo de Rivera. Escritor
mediocre (Véase como prueba su novela “Las Dueñas”. Editorial Planeta,
Barcelona, 1956, sin forma y sin fondo, presentada como obra cumbre del
escritor)
Dos candidatos a un sillón de la Academia. Cada cual con su vida a
cuestas. Uno perseguido, injuriado, calumniado. Otro ensalzado, premiado,
halagado. La guerra civil y las secuelas de la guerra civil han impregnado
sus vidas. Veamos cómo el gobierno español mantiene el espíritu de guerra
civil sobre el país.
A Antonio Rodríguez–Moñino lo patrocinaban los académicos José
María Cossío, Dámaso Alonso y Camilo José Cela. Cuenta con el apoyo de
don Ramón Menéndez Pidal y los votos casi unánimes de toda la
Academia.
A Manuel Halcón lo patrocinaba un militar, un obispo y un marqués.
El marqués, es el señor Luca de Tena. El obispo, es el señor Eijó Garay,
llamado un tiempo el obispo falangista o el obispo azul, por el exceso de
bendiciones que prodigó a la División Azul. El general, es el señor
Martínez Campo, general de Artillería, duque de la Torre, jefe de Estado
Mayor en la postguerra española. El patrocinado no tiene posibilidades de
ser elegido. A pesar del peso, las intrigas, las maniobras que un obispo y un
general, aliados, son capaces de desencadenar. Y entonces recurren a su
amigo el General Franco, quien rápidamente les iba a dar la solución: orden
al señor Rodríguez–Moñino de que inmediatamente retire su candidatura.
De esta forma va a quedar todo planificado. Un sillón vacante en la
Academia y un solo candidato a ese sillón. Así el triunfo del obispo, del
militar y del marqués está ya logrado. Pero… Pero..., los académicos se han
negado a votar a ese único candidato. Han votado en blanco. En realidad
han votado contra el Jefe del Estado. Este es el significado de las
votaciones.
Estas elecciones de la Academia serán memorables. De ellas han
quedado el gesto valiente, noble, dignísimo de Ramón Menéndez Pidal, el
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anciano patriarca de las Letras españolas; y la gallardía y la entereza de
Pedro Laín Entralgo, quien quiso renunciar a su sillón de la Academia en
un gesto de dignidad que emocionó, en una España donde nadie dimite,
donde siempre se claudica.
Votaron por Manuel Halcón: el obispo de Madrid–Alcalá, Eijó
Garay; el General de Artillería, duque de la Torre; el marqués de Luca de
Tena, Joaquín Calvo Sotelo, Federico García Sanchíz, José María Pemán,
Juan Antonio Zunzunegui, Melchor Fernández Almagro.
Votaron en blanco, votaron contra Manuel Halcón, votaron en
realidad contra el Jefe del Estado: Ramón Menéndez Pidal, Presidente de la
Academia Española de la Lengua; Francisco Javier Sánchez Cantón,
presidente de la Academia de la Historia y presidente del Museo del Prado,
Pedro Laín Entralgo; José María Cossío (autor de la monumental obra “Los
Toros”); Camilo José Cela (quizás el mejor novelista español actual, y “La
Familia de Pascual Duarte”, su mejor novela); los catedráticos
universitarios Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Julio
Palacios, Vicente García…
Desde este periódico les tributamos nuestro aplauso. Como
universitarios, como españoles. En una España sin dignidad y sin moral,
han dado a las nuevas generaciones españolas la mejor lección; le lección
de la dignidad moral. Quizás la mejor lección que haya dado el venerable
maestro –maestro de varias generaciones españolas– Ramón Menéndez
Pidal.
Madrid, 17 de junio. ACADEMO