- ¿Y qué es lo más intenso que has soñado?- le pregunté a Cara, quien dirigió la mirada a ninguna parte y se tomó unos segundos antes de contestar.

- Hace muchos años conocí a un hombre, ¿sabes?

"Aquel hombre era bueno conmigo cuando yo era tan solo una niña. Me escuchaba. Me trataba como si yo supiera algo de la vida que los demás ignoraban. Creo que nos hicimos amigos. Bueno, ese tipo de amistad coloreada que puedes tener con un niño. Él disfrutaba de mi compañía, lo sé; jugábamos, hacíamos... cosas de críos. Y a él le entusiasmaba. Me parece que no tenia más niños en su vida y conmigo podía dar rienda suelta a esa parte suya que no era adulta, que no era trabajo, obligaciones, corrección,... Yo le quería, Moret, le quería de verdad; como cualquier crío, con inocencia, devoción y admiración.Y un día, sin previo aviso, por motivos que no vienen al caso, salió de mi vida. No tuvo nada que ver conmigo; fueron "cosas de adultos". Yo me convertí tan solo en un daño colateral. Estaba tan enfadada, Moret, tan enfadada. Me ardían las costillas. Estaba tan confundida, tan enfadada, tan triste... Realmente durante mucho tiempo ni siquiera fui capaz de saber como estaba. Le extrañaba tanto, que solo podía repetirme que no quería volver a verle. No quería nada de él, porque ya me había entregado la carga más pesada que nadie me hubiera dado hasta la fecha: la certeza de que las personas que quieres se van, desaparecen, te abandonan. Dejan un agujero oscuro justo debajo del esternón, que nadie te explica como llenar. Y lo intentas llenar con rabia, odio, con indiferencia, llanto, extrañeza, esperanza, con tiempo... Pero nada sirve. Qué regalo tan amargo me hizo, Moret.Pero tú querías que te hablara de mi sueño, ¿no?Comienza en un día soleado de verano. En la calle se celebraba una especie de fiesta. Había mucha gente charlando, comiendo y bebiendo. No recuerdo sus caras, solo le recuerdo a él. Estaba de pie, con su polo favorito, cocinando algo en una barbacoa. Recuerdo que estaba alegre como solía estar siempre. Y yo estaba a su lado, feliz, cerca de él como solía estar siempre. No se muy bien cómo explicar lo que pasó. Le miré y pensé "no, Cara, se ha ido para siempre". Fui consciente de que estaba soñando, Moret. Y entonces... Le abracé y me dije a mi misma que esa era la última vez que podría hacerlo, así que le abracé más fuerte. En algún momento mi mente se relajó y volví a imbuirme en el sueño olvidando por completo que no era real. La fiesta debía continuar."

Cara guardó silencio y comenzó a frotarse las manos muy lentamente. No fui capaz de reconocer ninguna emoción en su rostro después del relato. Calculé que habrían pasado al menos 10 años desde que sucedió todo aquello.

-¿Qué opinas, Moret?

- Necesitabas despedirte de él. Lo que me sorprende es que tu mente saliera del sueño el tiempo suficiente para que pudieras hacerlo.