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El sujeto en última instanciat JEAN-LUC MARION (Universidad de París-Nanterre) 1 ¿Tendrá la fenomenología que recoger alguna vez un desafío más ur- gente que el de determinar lo que -en su caso, el que— suceda al sujeto? Sin embargo, nunca se ha decidido definitivamente entre dos maneras de pensar esta sucesión: o bien aboliendo definitivamente el sujeto para sustituirlo por la ausencia misma de heredero (como ha pretendido hacer Nietzsche), o bien dudando, a cada ocasión, en repetir la función de la subjeti(vi)dad de manera siempre nueva. En el tema del sujeto, la fenome- nología no ha dejado, a la postre, de oscilar entre una y otra pretensión, entre herencia y “nuevo comienzo”. Pareja vacilación permite sin duda que se la inscriba tanto en el campo de la metafísica, tanto en su desarrollo, incluso fuera de sus limites. Pero además la opción fenomenológica no permite, desde misma, designar, sin más espera, lo o el que suceda al sujeto: la cuestión de la posteridad del sujeto no podrá, pues, encontrar ni siquiera la apertura de una respuesta, mientras no haya sido esbozada la manera como la fenomenología pretende superar el sujeto -el sujeto, pues, de la metafísica. Preguntando de otra manera: ¿ofrece la fenomenología un camino seguro para proceder suficientemente hacia adelante, más allá del Este tema había sido esbozado sumariamente, con este título, en Topoi 6, 1987 (en inglés) y Confrontations 20 (en francés>. Pero sólo en las páginas que siguen encuentra su primera elaboración. Revista de Filosofla, 3~ época, vol. Vt (1993), núm. lO, págs. 439-458. Editorial Complutense. Madrid.

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El sujetoen última instanciat

JEAN-LUC MARION

(Universidadde París-Nanterre)

1

¿Tendrála fenomenologíaque recogeralgunavez un desafíomásur-gentequeel de determinarlo que-en su caso,el que—sucedaal sujeto?

Sin embargo,nuncase ha decididodefinitivamenteentredos manerasde pensaresta sucesión:o bien aboliendo definitivamenteel sujeto parasustituirlo por la ausenciamisma de heredero(como ha pretendidohacerNietzsche),o bien dudando,a cada ocasión, en repetir la función de lasubjeti(vi)dadde manerasiemprenueva.En el tema del sujeto, la fenome-nología no ha dejado, a la postre,de oscilar entreuna y otra pretensión,entreherenciay “nuevo comienzo”.Parejavacilación permitesin dudaquese la inscriba tanto en el campo de la metafísica,tanto en su desarrollo,incluso fuera de sus limites. Pero ademásla opción fenomenológicanopermite,desde sí misma, designar,sin másespera,lo o el que sucedaalsujeto: la cuestiónde la posteridaddel sujeto no podrá,pues,encontrarnisiquiera la aperturade una respuesta,mientrasno haya sido esbozadalamaneracomola fenomenologíapretendesuperarel sujeto-el sujeto,pues,de la metafísica.Preguntandode otra manera:¿ofrecela fenomenologíauncamino seguropara procedersuficientementehacia adelante,más allá del

Este tema había sido esbozado sumariamente, con este título, en Topoi 6, 1987 (eninglés) y Confrontations 20 (en francés>. Pero sólo en las páginas que siguen encuentra suprimera elaboración.

Revista de Filosofla, 3~ época, vol. Vt (1993), núm. lO, págs. 439-458. Editorial Complutense. Madrid.

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sujeto, tomadoen su trascendencia,perotambiénen su puray simple aboli-ción?Vamosa examinarestacuestióntomandocomomotivo,evidentemen-te privilegiado,el Dasein, tal comoHeideggerdelimita su ambivalenciaenSein und Zeis.

En consecuenciapreguntamos:¿enquémedidala analíticasobrepasalaproblemática(luego también la abolición)del sujeto metafísico?El Daseinalcanzasuverdadpropia y auténticaen la figura del cuidado(Sorge),que leidentificasegúnla resoluciónanticipadora:“El Dasein se torna ‘esencial’enla existenciaauténtica,que <ella misma> se constituye como resoluciónanticipadora(vorlaufendeEntschlossenheit)”2.Convienepues examinarsiesta última determinaciónde su sentidode serpermite al Dasein superarypor tanto sucederal sujeto, o si debemosaúnesperara otro.

II

No tieneningúnsentidoponeren dudaqueel Daseinsubviertedefiniti-vamenteel sujeto, incluso y sobretodo, el sujeto entendidoen la acepciónfenomenológicotrascendentalque Husserlle habíadado. Sein und Zeit nopone sólo en cuestiónel Yo trascendentalkantiano(tal como podríaperfec-tamentereapareceraúntraslas Ideende 1913); pone en cuestiónel Yo feno-menológicoen generaly en su mismo fondo,entendidosegúnlas Logische

Untersucliungen(contra la piadosaleyendade unacontinuidaddirectaentre1899 y 1927, segúnel último Heidegger).¿En qué consisteestapuestaencuestión?En una revolución radical: la subjeti(vi)dad no reconoceya por

objetivo la objetivación del objeto, porque el instrumentoúltimo de estaobjetivación —la intencionalidad—no apuntaya, como para Husserl alllevar a términoel proyectokantiano,a la constituciónde objetos,sino a laaperturade un mundo.La intencionalidadconstituyentede objetoscierta-mentepermanece,peroreducidaal rango de un casoparticulary derivadode la determinaciónfundamentaldel ser-en-el-mundo,que afecta a quien,desde ese momento,renuncia al titulo de “sujeto”, puestoque disipa lafascinaciónde la objetivaciónde los objetosen beneficiodel título de Da-

sein. No hay que confundirse aquí: el análisis de la instrumentalidad(Zuhandenheit)juega un papel decisivoen la analíticaenteradel Dasein,

2 Sein nnd Zeil, § 65. p. 323, líneas 28-29. Citado según la 11’ ed. (Tiibingen, M. Nie-

meyer, 1963).

El sujetoen última instancia 441

porque estableceno sólo que ésteno mantieneuna relación inicialmenteteóricacon el mundo,sino sobretodo que lo que estáen el mundono estáen él inicialmenteen el modo de objetosconstituidossiguiendola objetiva-ción producidapor un sujeto, sino en el modode unamanejabilidadque,derechazo,determinaal propio Dasein, manejado,por así decir, por lo quemaneja. El Dasein no estáya en el mundocomo un espectador,inclusoconstituyente;estáen él comoquientoma parte,eventualmenteatacadoporlo que encuentra(por lo quele hace frente). La intencionalidadse realizaalmismo tiempo que desapareceen el In-der-Welt-sein,en el que el mundosubstituyeal objeto y el Daseinexistenteal Yo constituyente.El mundonose resumeya en la sumade objetosconstituidos,puestoque él mismo noconsisteen nada, incluso no consisteen absoluto,sino que se abre—seabre<haciendotodo>un mundo.Estemundono puedesin embargoabrirseasímásqueen la medidaenquees el Daseinquien,antesy paraél, hacelaaperturamediantesu propioéxtasis.El éxtasisdel Dasein consisteen que,lejos de fundarsesobresu esenciao de fundar su esenciaen símismo (se-gún las dos postulaciones,kantianay aristotélica,de la subjetividad),él esel ente a quien le va, en cadacaso, nadamenosque su ser; mejor aún: elente paraquien, cuandole va su ser, está tambiénen juego el serde todoslos demásentes.Semejanteapropiacióndel serpor el yo —“el ser de esteentees en cadacaso mío Qe nzeinesV—no debepor su parteser interpre-tadocomouna sujecióndel sera la figura del ego,menosaúna un egoísmotrascendental(contra la crítica, sin dudaaquí injusta, de Lévinas); si el serse demuestraencadacasocomomío, estose debemásbiena la imposibili-dadque tienenlos otros entesde alcanzarsu ser y de la imposibilidad, queúnicamenteel Dasein tiene,de accederal ser si no es poniéndosepropia-menteenjuego en primera persona:arriesgándosea ello como se exponeala muerte. El ser se abreal Dasein como la muertele afecta comoposibi-lidad: en persona,en primerapersona,en el modo de la insustituibilidad.El“ser mio” del ser no indica ya que el yo subsistiríaen una subjetividadesencialmenteinquebrantable,sino que el ser permaneceinaccesiblealDasein(y por ello absolutamentevelado)en tanto que ésteno se arriesgaaexponerse,sin reservani certidumbre,comoa la posibilidad de la imposi-bilidad. El ser-para-lamuerteque define esta última posibilidad,interpreta,pues,sinningúnnihilismo morboso,el “ser mio” del ser. De la intencionali-dad al “ser mio”, el yo dueñode sus objetosy poseedorde su serse desva-

~Sein uná Zeit, § 9, 41, 28-29.

442 iean-LucMarion

nece,paradejaraparecerel Dasein,que le oponede entradala doblepara-doja de no constituir ningún objeto, y después,de no asegurarseningunasustancialidad,sino de no alcanzarsu propio ser másquearriesgándoseaello en primerapersona.

III

Realizarsupropio serarriesgándosea ello en personadefineel Dasein

comoquien sucedeal sujeto. El “ser mio”, en el que yo estoy en juego enel mismoser,descalificasin dudatodapretensióna ¡a auto-fundaciónde unyo incondicionado.Este logro no dispensa,sin embargo, de una nuevainterrogación:¿bajoqué condiciónel Daseinrealiza“el sermío” caracterís-tico de su manerapropia de ser? La respuestaliteral se contiene en unafórmula: “La resolución(Entsc/zlossenheit)es un modo privilegiado de laapertura (Erschlossenheit)”4. La apertura del Dasein se despliegaen unmodo privilegiado, la resolución.En efecto,la resolución,entendidacomoanticipadora,despejael ser del Dasein como cuidado (Sorge) y pennitealcanzarel sentidodel sera partir del porvenir. Se trata,pues,de determinarcómo la estructuraextáticadel cuidadose realiza fenomenológicamente:enuna palabra, ¿quéresuelvela resolución,a qué se resuelvela resoluciónparael Dasein,sobrequé recae la decisión?La resoluciónse preparay seseñalaconcretamenteen varios fenómenosque se ordenana ella en conste-lación: se trata de la angustia,de la concienciade deuda,y del ser-para-la-muerte(como anticipación);ahorabien, todospresentanun caráctercomún,esenciala la resolución;no haymásque destacarlo.

La angustiatermina en la experienciafenomenológicade la nada(rienlnéant)de todo ente, ya sea manejableo subsistente:“En aquello antelo que se angustiala angustia,se hacemanifiestoel nada y en ningunaparte”5. Que esanadapuedae incluso debaentendersecomo el mundo,nomodifica nadael hechode que la angustiase abraa la nada, sin nadamásque estanada misma. La concienciaque experimentasu deudapercibeenello una llamada,sea la que fuere; esta llamadano evocani exige, sin em-bargo, ninguna respuesta,ninguna reparación,ningún precio ónticamenteasignable. “¿Qué llamada dirige la conciencia a quien llama? Con todo

~Sein und Zeit, § 60, 297, 2-3.Sein und Zeit, * 40, 186, 39.

El sujetoen última instancia 443

rigor: nada.La llamadano enuncianada,no da informaciónalgunasobreloque pasaen el mundo,no tiene nadaquecontar”6. La concienciade deudano abre,pues,el Daseina ningúnentedel mundo,sino asu propia trascen-denciahacia el ente en general,trascendenciaque es lo único que abre unmundo. En sentidoestricto, la concienciade falta no abrenadaal Dasein,

sino a si mismoen tanto quetrasciendelos entes.Por último, el ser-para-la-muerte; a primera vista, constituyeunaexcepción:nunca, a nuestroenten-der, Heideggerindicaque tambiénél abriríala nada,a lo que,sin embargo,todo el análisispareceapuntar;abresolamentela posibilidadde la imposibi-lidad. Peroprecisamentelaanticipaciónhacia(o másbienen)el ser-para-la-muerteabrefinalmenteel Daseina la posibilidadabsoluta—absolutapues-to que alcanzaincluso lo imposible—, quees lo único que la califica comoel ente ontológico por excelencia;aquíel Daseinexperimenta,pues,plena-mentesu trascendenciahacia todo ente, luego se experimentaa sí mismocomo tal. Si pues“en el ser-para-la-muerte,el Daseinse relacionaconsigo

mismocomo con un insignepoder-ser”7,hay que concluir que no se reía-cionacon ningunaotra cosa,con ningún ente, por tanto, con la nada.Así,los tres fenómenosque determinanel serdel Daseincomocuidado,no des-tacan la resoluciónanticipadoramás que comoun éxtasisque se abre, es-trictamentehablando,a nada.El Dasein descubrey experimentaen sí, enelmomentomismo de arriesgarsecomo aquelente al que le va el ser, unaidentidadvacía.

Pues,si desembocaen la nada, la resoluciónanticipadorano terminaabsolutamenteen nada: medianteestanada,ella aísla(vereinzelt)el Daseinreenviándolea la trascendenciaóntico-ontológicaque le exceptúadel enteintramundano.Tal aislamientono significa sólo ni primero que el Daseinaccedea su forma última, en el sentidoen que Aristótelesdice quelj y’txpÉVtO~É%Eta áptt~t8,o que debería in se redire (siguiendoel tema agusti-nianoretomadopor Husserl).El aislamientono reconduceel Dasein puraysimplementea Si-mismo,sino a su detenninaciónde fondo: ser, sin posiblesustitución,él mismo, en persona,sin nadiemás,poniéndoseenjuegoen elser (en general) como en el suyo. Lo que al comienzode la analítica seformulabacomo el “ser en cadacaso mío” (Jemeinigkeit),se dice, en sufinal, “ipseidad” (Selbstheit): “La ipseidaddel Dasein se ha determinado

~Sein und Zeit, § 56, 273, 25-28.

SeinundZeit, § 51, 252, 26-27.Aristóteles, Metafísica, Z, 13, 1039 a 7.

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formalmentecomounamanerade existir”9. El Daseinexiste,pues,en tantoque Sí-mismo. La resoluciónno resuelvenada, porque no debía resolvernada, puesto que en ella no se trataba, para el Dasein, más que dearriesgarseél mismoen su propio ser: el ente, en cuyo ser estáen juego elser mismo. Si la resoluciónconduceal Dasein, más allá de toda relaciónóntica,aserSí-mismo,la ipseidaddebeentenderseresueltamentecomounaconstancia-de-Sí-mismo-en-persona,o una autoconstancia(Selbst-Stándig-keit), de tal suerteque Heidegger,en un desdarrolloextrañoy capital, novacila en nombrarla: “La ipseidad(Selbstheit)no puedeleerseexistencial-mentemás que en el poder-ser-Si-mismo-auténtico(Selbstseinkónnen),esdeciren la autenticidaddel serdel Dasein<entendido>comocuidado.Sóloa partir deéste recibeaclaraciónla constancia-de-Sí-mismo(StándigkeitdesSelbst),en tanto que pretendidapermanenciadel sujeto. Pero al mismotiempo el fenómenodel poder ser auténticoabrela miradaa la constancia-de-Sí-mismo(Stñndigkeitdes Selbst),en el sentidode haber-conquistado-una-’posición’. La constancia-de-Sí-mismo(Ssñndigkeitdes Selbst), en eldoblesentidode la solidez y de la ‘constancia’,es la contra-posibilidaddela falta de firmeza (Unselbst-stándigkeit)de la caídano resuelta.La auto-constancia(Selbst-stñndigkeit)no significaexistencialmenteotra cosaquelaresoluciónanticipadora”0 Así, la ipseidadse prolongaen una constanciade Sí-mismo,que ofrecedos caracteres;por un lado, se prolongaen unaauto-constanciaque confirma que el cuidado reconduceel Si-mismoa Sí-

mismo y el Daseina unaforma de identidadconsigomismo; por otro lado,la constanciade Sí-mismopermiteno sólo comprenderunafigura evidente-mente metafísica (la “pretendida permanenciadel sujeto”), sino inclusocomprenderlaa partir de la autenticidad.La analíticadel Dasein vuelve asía encontrar,muy cercade la familiaridad y partiendosin embargodel cui-dado quese separamuy lejos de ella, el avatarmetafísicode la subjetividadconstituyente.Surgeasí laprodigiosaparadojade 1927: el éxtasisdel cuida-do, que radicalizala ampliacióny la destruccióndel sujetotrascendentaldeDescartes,Kant y Husserl,no por ello deja de imitarlo al restablecerunaautarquíadel Dasein, idéntico a Sí-mismopor Sí-mismo,hastael punto deque esta ipseidadse estabilizaen una auto-posición.Autarquía:el término,por extrañoquesea,es adecuado,desdeel momentoen quela resolución,alabrirseal mundo en el éxtasisdel cuidado,no descubre,finalmente,otra

~ Sein und Zeit, § 54, 267, 32-33.O Sein uná Zeit, § 64 322, 24-33.

El sujeto en última instancia 445

cosaqueel Si-mismodel Daseinreconducidoa Sí-mismo.Aunquela autar-quía y la auto-posiciónno vuelvena la auto-constitucióny la permanenciaen la subsistencia,la imitan. Sobreel Dasein sigueplaneandola sombradelego.

Iv

La ipseidaddel Sí-mismo,planteándosecomotal, absolutamenteinsus-tituible en virtud del cuidado y de la resoluciónanticipadora,define elDasein por medio de una autarquíaexistencial propia y que se suponeau-téntica. Toda la analíticadel Dasein se concentraen este resultado.Admi-tiendoqueesté bien logrado, no por ello dejade planteardos interrogantes,uno y otro directamenteligados a la empresade superarel sujeto y a laelecciónde su sucesor.

La primerainterrogaciónse refierea una aporíaexterioral proyectodeSein und Zeit: si la autarquíadel Si-mismodefineinclusoesencialmenteelDasein,cualquieraque sea la justificación fenomenológicao existencialdeestaautarquíade la “constancia-de-Sí-mismo(Stándigkeitdes Selbst)” o dela “auto-constancia(Selbst-stñndigkeit)”,¿enqué medidael Dasein “destru-ye” verdaderamenteel proyectometafísicode un Yo trascendental,incondi-cionadoporqueauto-constituido?No hay dudade querecusala permanen-cia de la otatct y de la res cogitans. Sinembargo,la autarquíadel Sí-mis-mo llega hastarozar el extrañotítulo de stándig vorhandeneGrund derSorge:’ “Empero, si la constituciónontológicadel Sí-mismono se deja re-conducirni a un Yo-sustancia,ni a un ‘sujeto’, y si, al revés,es el cotidianoy fugaz decir-Yo-Yo quien debe ser comprendidoa partir del poder ser-auténtico,de aquí no se sigue todavíala proposición: el Sí-mismo es elfundamentoconstantementebajo la mano del cuidado”11. Además de lafragilidadde la negativa,¿cómoexplicar que la proposicióntan metafísicadeun “fundamentoconstantementebajo la mano” no searechazadamásquecomoprematura(“noch nicht’9, y no absolutamente?¿Cómo,por otra parte,distinguirtan netamenteentreunatal “constancia” (stándigvorhandene)delfundamentoy la “constanciadel sí-mismo” (StándigkeitdesSelbst)queva aseguir?De hecho,los caracteresreflejosdecidirse,ponerseen juego,prece-derse,angustiarse,etc., referidosen cadacasoa nadamásquea símismo (a

Sein und Zeit, § 64, 24-29.

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la nada y al sí-mismo), parecensiempreimitar la reflexividad hastaahoraauto-fundadoradel sujeto trascendental,incluso de toda subjeti(vi)dad.Po-dría ser que la confrontación del Dasein con la egologia metafísica (deDescartesa Hegel)quedaseinacabadae inclusosin decidir, como un com-bate suspendidoantesde conocerel vencedor’2.Podríaser, sobretodo, queel Dasein no sobrepasecompletamentela temática del sujeto, como sinembargo implicaba expresamenteel proyecto de una “destrucción de lahistoria de la ontología” en su segundasección. Aventuraremos,pues, lahipótesissiguiente:la analíticadel Dasein no designatanto lo quesucedealsujeto, cuanto el último herederodel sujeto mismo, de tal forma que elDasein ofrecemenosuna superacióndel sujeto que la vía para, eventual-mente, llegar a ella. De forma también que la superacióndel sujeto nopuedeafrontarsemásquepasandoa travésdel Dasein,portanto,destruyén-dolo tambiéna él.

De ahí el segundointerrogante,que designauna aporíainternade Seinund Zeit: si la autarquíadel Sí-mismodefine incluso la constanciapropiadel Dasein, ¿enqué conciernea la cuestióndel ser en general?La distor-sión, muy visible, sino siemprerepetida,entrela cuestióndel seren generaly la analíticadel Dasein,que atraviesatodo Sein undZeit ~cuyo macaba-

2 En este sentido, ver P. Ricocur, “Heidegger et la question du sujet”, in te conflit des

interprétations, París, 1969, p. 222 sq.; D, Janicaud: “Si pues el Sí mismo no se borra, sinoque desnuda más puramente su alcance a medida que se despliega la analítica existencial,hay que rendirse a la evidencia: la subjetividad no es ni destruida ni evacuada por Heideg-ger; aunque metamoifoseada, es salvada e incluso relanzada por el papel fundamental delSelbst” (“L’analitique existentiale ci la question de la subjectivité”, in J.-P. Cometti y D.Janicaud (eds.), Érre et Temps de Martin Heidegger. Questions de méthode et voies derecherche. Marseille, Sud, 1989, p. 51 sq.); y J. Derrida: «[.1 una analogía (para tratar muyprudentemente) entre la función des Dasein en Sein ¿md Zeit y la del sujeto en un dispositivoontológico-trascendental, incluso ético-jurídico. Cierto, el Dasein es irreductible a una subje-tividad, pero la analítica existencial conserva aún los rasgos formales de toda analítica tras-cendental. El Dasein y lo que en él responde a la cuestión ‘¿quién?’ viene, desplazandodesde luego mucho las cosas, a ocupar el puesto del ‘sujeto’, del cogho o del ‘idi denke’clásico. Conserva de ellos cienos rasgos esenciales (libertad, decisión resuelta, para retomaresta vieja traducción, relación o presencia a sí mismo, ‘llamada’ (Ru]) a la conciencia moral,responsabilidad, imputabilidad o culpabilidad originaria (Schuldigsein), etc. Y cualquiera quehayan sido los movimientos del pensamiento de Heidegger después de Sein und Zeit y‘después’ de la analítica existencial, no han dejado ‘detrás’ nada ‘liquidado’» («‘II faur bienmanger ou le calcul du sujet. Entrevista (con J.-L. Nancy)», en Confrontation, n9 20, París,1989, p. 93, ver p. 99). En lo esencial, estas tres opiniones son concordantes y, en lo esen-cial, las aceptamos.

El sujeto en última instancia 447

miento casi forzosamenteimplica, no se debe a un defecto de mostracióndel Dasein. Muy al contrario,es precisamenteel ejemplarcumplimientodeestamostración,lo que instauraal Dasein en la autarquíay la constanciadel Sí-mismo,sin másaperturaque a si; de forma que, si la analíticaexis-tencial termina, en las dosseccionesde la partepublicada,identificandoelDasein al Sí-mismode la resoluciónanticipadoray, por tanto,a sí mismo,nunca,que sepamos,esbozasiquierala meta, fijada sin embargoexplícita-mentepor la Introducción, de ligar el serdel Dasein al seren generaly dereducirfinalmentela analíticaexistenciala la ontologíafundamental.Podríaser, por otra parte, que fuera convenienteleer el § 83 y último como laconfesiónin fine de la imposibilidad,por fin reconocida,de pasarde la unaa la otra: “¿Sedeja la ontologíafundar ontológicamenteo bien tienenecesi-dad, además,de un fundamentoóntico, y qué ente debeasumirla funciónde tal fundamento?”:es asícomose enuncia,al fin, el “problemafundamen-tal aún ‘velado””3. La aporíade la ontologíafundamentalparecetanto másradical cuantoque surgedel propio éxito de la analíticaexistencial: el Si-mismo,poniéndoseautárquicamenteen su propia constanciapor la resolu-ción anticipadora,no admite ya ningunarelaciónextrínseca:ni el mundo(que él abrey precede),ni el ente(que él trasciende),ni el tiempo (al cualsólosu autenticidadaccede),nadapuedeconduciral Dasein a evocarel Ser.Lejos de que el ser ejerzaaquí la neutralidad,él es el primero que se en-cuentra ofuscadopor ella. La neutralidad del Si-mismo descalifica todotránsitodel Dasein fuerade sí, inclusohaciael Ser.

El Daseinno accedería,pues,a la cuestióndel seren generalen virtudde sudeterminaciónmásauténticacomosí mismoautárquico.En efecto,enla resoluciónanticipatoria,no podría apelaral Ser, puestoque en todacir-cunstanciano apelamásque a sí mismo: “el Daseines el que llama y, al

mismo tiempo, el que es llamado”’4. Heideggerno podrá esperaralcanzarla solución a estaaporíaenforma de paradojamásque al preciode la Keh-re, que, en cierto sentido,sacrificatodo lo queSein und Zeit habíalogradoponer de manifiesto(la analíticadel Dasein)para manifestarlo que habíaomitido (el Seren general).Y, por otra parte,estevuelco heroicose carac-terizará inmediatamente,entreotrasinnovaciones,por la descalificacióndela autarquíay la constanciadel Si-mismo.Puestoque la resoluciónanticipa-dora, como auto-apelación,fracasaal neutralizarla Seinsfrage,es preciso

‘~ Sein und Zeh, § 83, 436, 34-37~Sein und Zeit, § 57, 277, 31.

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abrirla,desdeel exterior,a unallamadaqueella ya no controlará,no decidi-rá, no efectuará.El Postfacioa Wasist Metaphysik?y despuésla Brief úber

den Humanismusdenominarána estaapelaciónAnspruchdesSeins,apela-ción por la cual el serreclamaal hombre(másbienque al Dasein)comolainstanciafenomenológicade sumanifestación.Al contrarioque enSein und

Zeit, dondela apelaciónvuelve siemprea ser una apelaciónde si mismo,aquí la apelaciónreclama,en nombredel Ser, al hombre, desdeel exteriory de antemano.Entre la resoluciónanticipadoray la reclamacióndel hom-bre por el ser, hay queelegir: Heideggerha elegido finalmente“destruir” laautarquíaconstantedel Sí-mismopor la reclamaciónque ejerceel Ser. Por“hombre”, hay pues que entender,contra todo humanismo,el que vienedespuésdel sujeto, perotambiéndespuésdel Sí-mismo,puestoque se dejainstituir por el Anspruchdes Seins.Reclamadoantesde resolverse,deberá,pues,llamarseder Angesprochene:el reclamado.

Esta tesis caracterizala segundaavanzadade Heideggerfuera de lasubjeti(vi)dad,y la másdecisiva,aunquemenosfrecuentementevista. Suscí-ta sin embargounacuestiónaún mástemible quelas precedentesdificulta-desquepermitíavencer.Pues,asícomoel Dasein habíaciertamenterecibi-do unaanalítica,el reclamadono recibe,explícitamenteal menos,ninguna.Justopor ello ningunaotra denominaciónheideggerianaviene a relevar lade Dasein. Ahora bien, si es en calidad de reclamadoy no del Sí-mismoconstantey resuelto,como el “hombre” se entregaa la cuestióndel Ser engeneral,el “nuevocomienzo”quedacomosuspendidode unaanalíticade laapelaciónreclamanteen general,queprecisamentefalta todavía.Másaún,lainterpelaciónque ejerceel sersobreel “hombre” se descubrecomosubordi-nadaa la posibilidadmismade determinarel “hombre” comoreclamabledepartea parte. Rompercon el sujeto, oir la apelacióndel Ser, poco importaal final: en los doscasoshayprimero quedeterminarcómo, por quéy hastadóndepuedo,en general,oir unaapelacion.

y

Así, la reclamaciónme interpela.No he dicho aún “yo” ~, cuandoya

5 N. del T.: Comienza a partir de aquí un juego, fundamental para la argumentación deltexto, entre los pronombres personales átono je y tónico mnoi. Aunque rnoi puede servir paraenfatizar el yo sujeto de la oración (moi, je pense...), he traducido el primero por yo y el

El sujetoen última instancia 449

la reclamaciónme ha conminado,nombradoy aisladocomo“mí”. Además,cuandoresuenala reclamaciónque llama por mi nombre, no convienemásque responder—quizá tan silenciosamentecomo ella misma ha podidosilenciosamenteconvocarme—y respondercon un “¡heme aquí!”, sin decirni pretenderadelantarel más mínimo “yo”. La reclamaciónsuscitaun “¡he-me aquí!”, libera, pues,un me, sin dejar lugar a un yo. El nominativo dejapasoa lo que—provisionalmenteal menos—pareceun casocon régimen.Contrariamentea las apariencias,no se trata ya aquí (como en los análisisanteriores)de unacrítica clásicadel Yo ttascendentalpor y comoun yo/mí,

empírico y constituido (a la manerade Kant, Husserl y Sartre). Pues,alfinal, esta crítica restablece,aúnmásradicalmenteun Yo trascendental,noconstituido porque constituyente,siempre originario precisamenteporquepermaneceincognosciblee inconstituiblecomo objeto; en efecto, en esterégimenmetafísico,la relatividad del yo/mí empíricosubrayaaúnmásneta-mentela absolutaprimacíadel Yo trascendentaly constituyente.Aquí, porel contrario,en esterégimenenel quela reclamaciónme interpela,el yo/mí

que ella meotorgay al que me asignano designa,de rechazo,a ningún Yotrascendental,constituyenteo absoluto. La reclamación,al reclamarme,reenvía,a travésde estehecho,a su reclamaciónoriginaria. La experiencíadel me queyo meoigo decirno ofreceningunapruebade algúnYo trascen-dentalvenido del trasmundo,sino, en tanto que pura y simple experiencia,me afectapor sureclamacióny me asignael estatutode interpelado.El poloque surgey al cual debo referirme,o más exactamente,al cual el yo debe,en adelante,referirse como un me, no reconducea ningún plano ulterior—un yo, un Yo que permaneceríaen reservainvisible, como un poío másoriginario, queabriría el horizontefenomenológicoy lo gobernaría—,sinoque designauna instancia inconcebible, innombrable, imprevisible, queejercela reclamaciónmisma. Sin duda, al oírme así interpelado,me sientoreclamado,por tanto convocado,como un sospechosopara verificar suidentidad,y de estaforma identificado.Pero precisamenteestaidentidadnome pertenecepropiamente:yo no puedoproducirlapor mi propia iniciativay si algunavez me llega a seraccesible,la deberíaauna palabraproferidadesdefuera. Me siento (más exactamente,el yo se siente)como un mí/me,

esdecir,experimentasupuray simple identificación en la experienciapasi-va de un mí sufrido y recibido: en la experienciaque le imponela reclama-

el segundo por mí, dado que la argumentación del autor quiere justamente subrayar la prima-cía del mvi (mí o me), resultado de una previa apelación, sobre el ja (yo) sujeto.

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ción, el yo no se doblacon un m¿ que le reforzaríaaún más:se transmutaenél y ahíse pierde.El mí —o másexactamente,el me—interpeladoratifi-ca la desapariciónde todo Yo, bajo el imperio irremediablede la reclama-ción. El desastredel Yo caracterizael cumplimientode la reclamación.

He aquí, pues,que surge,en el desastredel Yo, estemí/me queme

asignala reclamación.En lo sucesivolo designaremoscomo el interpela-do’6. Determinaremoseste interpeladomediantecuatro caracteres:la con-vocación,la sorpresa,la interlocuciónmismay, por último, la facticidad.

— Convocación:el interpeladosiente, cuandola reclamaciónse cum-píe, una llamadalo suficientementepoderosay constriñenteparatenerquerendirsea ella, en el doble sentidode desplazarsehaciaella y de someterse.De estaforma, deberenunciara la autarquíade todo tipo deauto-afirmacióny de auto-efectuación:es en tanto que alteradopor una relaciónoriginariacomo se reconoceeventualmenteidentificado. El puro y simple choque(Anstoss)no identifica el yo másquetransmutándoloinmediatamenteen unme. Estamutacióndel nominativoen casoconrégimencaracterizala inver-siónde la jerarquíaentrelas categoríasmetafísicas:la esenciaindividualiza-da (la oÚafa ztp6in~) (en tanto que tódc ti), no precedeya la relación(itpó; ti) y ya no la excluyede su perfecciónóntica; aquí, por el contrario,la relación precedey producela individualidad. Más aún: la individualidadpierdesu esenciaautárquicaa partir de una relación, no sólo másoriginalque ella, sino semidesconocida;pues la relación no entregaa la evidenciamásque uno de sus dos poíos—mi o más bien me—,sin entregarnecesa-riamenteni la mayorparte del tiempo el otro poío, el origen de la apela-ción. Pertenece,en efecto, a la apelación poder ejercerseperfectamentecomo tal sin ponerseen evidencia.La esenciaindividual sufre una doblerelativización:es resultado de una relación y de una relación de origendesconocido.Deahí unaparadojafundamental:mediantela convocación,elinterpeladociertamentese identifica,pero estaidentificación,al afectarle,leescapay le extasíafuerade toda autarquíaauto-productoradel yo. La con-vocación anulala subjeti(vi)dad en provechode una identidadoriginaria-mentealterada.

— Sorpresa:el interpelado,resultadode unaconvocación,se reconoce

~N. del T.: Interloqué. La traducción de interloqué por “interpelado” no viene, cierta-

mente, todo lo que la palabra francesa indica: el que, sorprendido por algo, se queda atónito,estupefacto ante ello. En el texto, se trata de quien, cogido por sorpresa por una interpela-ción, se queda sin reacción, atónito. Atónito sería, pues, una traducción más exacta, pero suuso en español no aconseja su empleo como categoría filosófica.

El sujetoen última instancia 451

prendido y dominado (sor-prendido)por un éxtasis; pero este éxtasis lodetermina,porque éste mismo permaneceindeterminadoen su poío deorigen.Un éxtasissemejante,impuestoal mí/mesin conocerlo,contradicetodoéxtasiscognoscitivo,en el que el yo auto-constituidodespliegaante élel objetoconstituidoenuna evidenciatransparentepor principio. La sorpre-sa, éxtasisoscuro y soportado,contradicela intencionalidad,ese éxtasisconocidoy cognoscente,desplegadopor el yo apartir de sí mismo; lejosdedominarla objetividadcognoscible,elyo transmutadoen un mí/mese reco-nocedominadopor la reclamaciónincognoscible.La inversióndel desplome

(sor-presa)forma una misma cosa con la descalificaciónde la toma enconocimiento(sor-presa).Unay otra se confundenen la misma pérdidadeconocimiento,en el doble sentidode la pérdidade todaconcienciaoriginalde sí y de la impotenciaparaconocercomo un objeto el poío originario dela reclamación.Descartes,en su definición de la admiración,puede aquíservir de guía: “Cuando el primer encuentrode un objeto nos sorprendeyconsideramosque esnuevo,o muy diferentede lo que conocíamosantesode lo quesuponíamosquedebíaser, estohaceque lo admiremosy que nosasombremos.Y como esto puede sucederantes de que sepamossi esteobjetonos convieneo no, pareceque la admiraciónes la primerade todaslas pasiones”t’. Semejantesorpresade la admiraciónno es, sin embargo,segúnDescartes,nada menosque una primera pasióndel ego y por tantodel sujeto. Por el contrario, nosotros describimosaquí una afección másoriginal, queprecedela subjeti(vi)dadmetafísica;e incluso si, eventualmen-te, esta subjeti(vi)dadpudieraprocederde ella, la sorpresa,másque insti-tuiría, la destituiría. La sorpresasurgeantesque la admiraciónmetafísicadel sujeto,másoriginariamente,a la maneradel eaup6~eivdel quenace lafilosofía.

— Interlocución:no se tratadesdeluegode una situaciónya dialógica,en la que dos interlocutoresconversaríanen una relación de igualdad,sinode lo quedesignacon estenombreel antiguo lenguajejurídico: “[...] orde-nar que una cosasea probadao verificada,antesde pronunciarsesobreelfondo del asunto”, “[.41 interrumpir el procedimientopor una sentenciainterlocutoria”’8. Si jurídicamentelanzaruna apelacióninterlocutoriaequi-

“ Descartes, Passions de láme, § 53. Cursiva nuestra.“E. Littré, Dictionnaire de la languefrancaise, París, 1875, t. 3, p. 133, s.v yO. Bloch-

W von Warburg, Dictionnaire é¡ymologique de la langue frangaise. Paris, 1932, 1989, p.343.

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vale a suspendertoda acciónmientrasel hechono hayasido establecido,ahacerdepender,por tanto, la cuestiónde derechode la cuestiónde hecho,en fenomenologíase dirá que la interlocuciónoperaunareducción:no a lodadoa laconcienciaconstituyente(Husserl)ni a lo dadoal Dasein(Heideg-ger), sino a lo puramentedado, tomado como tal. Determinarlo dado entanto que puramentedado exige suspenderdel yo todo lo que no resultedirectamentede la reclamaciónmisma y, por ello, reducir el yo a la puradonaciónde un mí/me.No se trataya de comprenderlosegúnel nominativo(Husserl)o el genitivo (del ser: Heidegger),ni siquierasegúnel acusativo(Lévinas),sino segúnel dativo: yo me recibo de la apelaciónque me da amí mismo. Habríacasi que suponerque aquíesteextrañodativo no se dis-tingue del ablativo, puestoque el mí/me lleva a cabo, en tanto que primerdon otorgadopor la apelación,la aperturade todas las otras donacionesdedatos particulares,eventualmenteéticos. Dativo dado, ablativo donante,elmi/me se pone,por así decir, en oblación.Recibiéndosede la apelaciónquele convoca,sufreuna interlocución—quedespejael hechode supuradona-ción— y la desmultiplicareduciendotodo otro fenómenoposiblea la dona-ción pura, de acuerdocon la interlocución.La interlocucióncaracterizaasíla última reducciónfenomenológica.

— Facticidad:el interpelado soporta la apelacióny la reclamacióncomo un hecho,siempreya dado, luego de hecho recibido; el hecho dadode la apelacióninduce la facticidad irremediabledel interpelado.Nadie deentrelos mortalesha vivido jamás,siquierasea un solo instante,sin haberrecibidounaapelacióny habersedescubiertointerpeladopor ella, O, lo queviene a ser equivalente,nunca un mortal ha vivido, siquierasea un soloinstante,sin descubrirseprecedidopor una apelaciónque ya estáahí. Elparadigmade esta facticidad irremediable obedeceal hecho, siempreyasobrevenido,de la palabramisma: paratodo mortal, la primera palabrahasido siempreya oída antesde haberlapodido pronunciar.Hablar equivale,primeroy siempre,a oir pasivamenteunapalabraque vienede otro,palabraprimeroy siempreincomprensible,que no anuncianingún sentidoni signifi-cación, sino la alteridadmisma de la iniciativa, cuyo hechopuro da (quepensar)por primera vez. No sólo la primera palabrano es dichapor el yo,

queno puedemásque,recibiéndola,sufrirla, no sólo no proporcionaningúnsaberde objetoo de razón, sino que sólo abrea este hechooriginariamenteun don que me adviene,porqueme precede,de suerte que debo reconocerqueprocedode él. El hombremereceel titulo de mortal (o, lo quees equi-valente, de animal) dotadode palabra,a condición de entender“dotado de

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palabra” en sent¡doestricto: “dotadode palabra”,queha recibidoel don dela palabra; luego, en rigor fenomenológico,dotadopor el don de la palabraoída, oídaen tanto que dada. De ahí se sigueun rasgodecisivo:puestoquela apelaciónprecederadicalmenteal interpeladoque procedede ella, nuncael apelantepuedecoincidir conel apelado,precisamenteporque,cualquieraquesea su circunstanciay su eventual sentido, la apelaciónlleva a caboladistanciaentreapelantey apelado.La facticidadde la apelaciónexcluye queel apeladopueda,de la forma que se quiera,oiría perfectamente.Además,suponiendoque logre totalmenteun buen entendimientodel apelante,elapeladono podríahacerlomásquereconociendojustamentela exterioridadde la apelación,su precedenciay su donación,de tal maneraqueincluso laidentidad(de hecho,imposible) en la apelación,reforzaríalegítimamentelainmemorialoriginalidad del apelantesobreel apelado.Lejos de quela ape-lación asegureal apeladoque toma posesiónde su propiedaden la figuradel apelante—por tanto,queél vengaa sermatriz de la autenticidad—ellaestablecequeel apeladono puedellegar a símásquerecibiéndo(se)(como)un mí/me,luegorecibiendotambiény por el mismoacto la distanciainfran-queablecon lo que le asegurael sí-mismo.La apelaciónmeda a y comomíporque me separa,por su facticidad,de toda propiedado posesiónde lopropio. No hay solamenteque decir que la apelación,por su facticidad,imponela inautenticidadcomola posturaoriginal (o másbienoriginalmenteno-original)del mí/me.Hay, sobretodo, que admitir que la facticidadde laapelaciónhaceestrictamenteequivalentesel accesodel apeladoa si mismocomoun mí/me—por tanto,su ipseidad—y su diferenciaoriginariaconsigomismo como un yo —por tanto, su inautenticid~d.La posturaoriginaria eirreductibledel mí/me—su ipseidad—se cumple asíen la inautenticidad.De dondese sigue unaparadoja:la autenticidad,lejos de precederde dere-cho, enmascaramás bien el hechode la apelación:el hechode quesólo laapelaciónsiempreya (me)da (como)a mi. La apelacióny no el yo decidede mí/me antesde mi, como aquello por lo que, precisamente,soy yo, omejor: el yo no es másque en cuantola apelaciónle ha siempreya recla-madoy por tanto dadoa él mismocomoun mí/me.La autenticidad,lejosdeabrir un origen intacto o de reconducira él, disimuladespuésla inautentici-dad, única originariamentedonadora:puesel hechode la apelación—ape-lándomeantesincluso de que yo oigaalgo- mehacedesdeel origen diferirde este origen y de cualquieryo que sea.

Convocado,fuerade toda autarquía,segúnuna relación original, sor-prendido en ella antesde todo conocimientodel apelante,pero reducidoal

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puro dato, el interpelado,que un hecho anterior reclama,difiere esencial-mentede sí mismo porquedifiere primero de estaapelaciónmisma.

VI

Sin embargoestatesis —al sujeto no le sucedemásque el interpela-do— se exponea una objeciónmayor, aunquemasiva: la reclamaciónnopuede instituir al interpeladocomotal másque si alguna instanciala efec-túa; hay,pues,queadmitir un poíoúltimo reclamante,cuya iniciativa desga-rre, medianteel silencio o medianteel sonido, la subjeti(vi)dad.Hay, pues,que preguntar inevitablemente:¿quién o qué reclamaal interpelado?Nofaltandenominacionesrivalesde esoquepodríaejercerla reclamación:Dios(medianterevelación), el otro (medianteobligación), el ser (medianteelacontecimiento),la vida (medianteauto-afección),etc.’9. Estas denomina-ciones,sin embargo,no permitenotra cosa que designarla dificultad, enmodo algunoafrontarla.Puesla dificultad obedece,más que a la identidaddel apelante,al estatuto que devalúa como consecuenciaal interpelado:colocado,en todosestoscasos,ante una instanciaderivada,regional,luegocontingente,¿elinterpeladono retrocedeforzosamenteal rangosin gloria deun dato antropológico (incluso psicológico y chatamentesubjetivo), sinnecesidadde derecho,puramentefáctico, empíricamentedescriptible,peroconceptualmenteindeterminado?La dificultad de designarexactamentequéo quién apela lleva, pues,antesde recibir la menorsolución,a la dificultadsubsiguientede unadegradaciónfenomenológicadel interpelado.El anon¡-mato indeterminadodel apelantesubrayadala trivialidad inconceptualizabledel hechoempíricodel apelado.Estaobjeción,por fuertequeparezca,no sesostiene.No sólo el anonimatodel apelantey la facticidad del apeladonooponennada al interpelado,sino que confirman positivamentesu disposi-ción a ello.

‘~ Por ello es por lo que podemos, mejor, debemos sustraemos a la dicotomía que nos

propone F. Laruelle, en una discusión, por otra pane tan generosa como lúcida: fundar laapelación mediante un nuevo recurso a la trascendencia, o fundarla sobre ella misma, en la‘mmanencia radical. Pues nada es menos obvio que pretender, a propósito de la “identidadde la reducción con la donación, que [...Jesta identidad va a ser necesario fundarla, darleuna realidad absoluta”. En efecto, la apelación no necesita, en general, ni fundación nirealidad absolutas, pueslo que se cumple ya absolutamente desde que resuena, desde quedesaparece, en una palabra, por el simple hecho de darse y de perderse. Mejor adn, nointerpelaría si no resonara sin razón ni fundamento y no desapareciera enseguida sin dejarhuella ni nombre.

El sujetoen última instancia 455

El anonimatodel apelante(¿quéo quién?)no debilita el conceptodereclamación,sino que lo confirma: puestoqueyo mereconozcointerpeladoantesde toda concienciade mi subjeti(vi)dad,que precisamenteresultadeestaconvocación,todoconocimientodel eventualapelantevendríaa añadir-se despuésa la reclamación,lejos de tenerque precederlacomo un presu-puesto.En el origen se producela reclamación,no la conciencia por elinterpeladode estareclamación,y menosaúnel conocimientoquepermitie-ra identificar en estaapelaciónalgún apelante.Además,el carácterde sor-presaprohibeal interpeladocomprendery conocersu convocacióncomounobjetodeterminadoy denominado.Descubrirmeconvocadono tendríanin-gunadureza,si la sorpresano me privara,duranteun tiempo al menosy sinduda, en cierto sentido, definitivamente,de saber,en el instantede la con-vocación,por qué y por quién se ejerce la reclamación.Sin el anonimatodel qué y del quién, la convocaciónno sorprendería.A la recíproca,si yosupierapor adelantadoquees el ser, o el otro, o Dios, o la vida, quienmeconvoca,escaparíade golpeal estatutoplenode un interpelado,puesestaríalibre de todasorpresa;y, por tanto, sabiendode antemano(o, al menos,inmediatamente)con qué y con quién tengoque ver en la palabraoída,conocería(qué)o respondería(quién), segúnel dominiode unaconstitucióno la igualdadde un diálogo, sin la pasividadatónitadeuna sorpresa;en unapalabra,volvería a ser un yo que se libera del rangode un me. El anonima-to pertenece,pues,estrictamentea las condicionesde posibilidad de lareivindicación,porquedefine su incondicionalpobreza:conformeal princi-pio de razón insuficiente, la reclamaciónno tiene quehacerseconocerparahacersereconocer,ni identificarseparaejercerse.Sólo estapobrezallega aherir a la subjeti(vi)dady a exilaríafuera de todaautenticidad.

Pero hay más:el anonimatodel apelantese deduceabsolutamentedelos caracteresde la reclamación.La apelación,en efecto,resuenala primera,antesde toda comprensióny de todaescucha,puestoque sorprende—tomapor sorpresaunaconcienciano previamentedespierta.La apelaciónproduceasí la diferenciaoriginal: en el origen,en el hechode origen,no se encuen-tra coincidenciaalguna,ni identidad,ni autenticidad,sino la distanciaentrela apelacióny el mi/me que ella sorprende:el retrasodel me sorprendidorespectode la apelaciónsiempreya lanzadaseñalael único origen de ladiferencia,o másbien el origen comodiferencia.Lo que difiere se sustentaen la reclamación:antesque el pliegueentreel ser y el ente, másantiguatambiénque el retrasode la intuición respectode la intención(o del signorespectode la presencia),la reclamacióndifiere. Estadiferenciacuidade la

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distanciaentrela apelaciónconvocantey sucomprensión.El interpeladonopuede,en efecto,legitimar, por pocoquesea,la convocaciónmásqueen elsenode la sorpresay siguiendosu esencialretraso:la sorpresadice que laapelaciónha comenzadoya a convocar,másaún,que hadejadoya de reso-nar, cuandoel interpeladono ha terminado, más aún no ha empezado,aoírla. La facticidad de la apelación,que implica justamentesu anonimato,porta las huellas de esta diferencia: efecto sin causa,hecho sin razón, laapelaciónllega a la comprensión,queha despertadotarde,despuésde haberempezadoa acabar,en el crepúsculoya de su alba. La apelaciónno sor-prende,de acuerdoconla facticidad,másque en tanto sigue siendo,paraelinterpelado,de origen desconocido.El anonimatode la apelación,implicadopor su facticidad, sorprendeesencialmenteal interpeladoen la diferenciaarquetípica.Diferido por la apelacióndiferenciadora,el interpelado,llegadocon retraso,despertadotarde,huérfanodel origen por el movimientoque selo abre,se define, pues,por estemismo retraso.

El interpeladose retrasa.Se retrasadesdesu nacimiento,precisamenteporquenace.Es retrasadode nacimiento,precisamenteporquetiene primeroque nacer. No hay ningún ser vivo que no hayatenido primeroque nacer,es decir, surgir con retrasorespectode sus padres,en el cfrculo atentodeuna esperade palabrasque le convocabanantesde que él mismo puedaoírlas o adivinarías,en una palabra, sorprendidopor la convocación:estacomprobaciónno tienenada de trivial, puestoque inscribeal interpelado,antesy másesencialmenteque la mortalidad,en la diferenciacon la apela-ción. De ello se sigue que el interpeladolleva los estigmasde la apelacióndiferenciadoraen lo más íntimo de su inautenticidadoriginaria, a saber,hastaen su nombre propio. Todo el mundo lleva uno o dos nombres,avecestres, cuyacombinaciónbasta,en principio, paradesignarlosin confu-sión en su individualidadúltima (haecceitas).Ahora bien, esteo estosnom-bres,que cadauno lleva en tanto que interpelado,suponiendoque le identi-fiquen plenamente,nuncapodríansin embargoequivalera un nombrepro-pio. O másbien, ningún nombre“propio” merece,de derechoy de hecho,este título. El nombre“propio” es el resultadopor excelenciade una apela-ción: meha sido dadoantesdeque yo lo elija, lo conozcay aunlo oiga: me

ha sido dado, porquede hechoyo he sido dado (interpelado)como y a mí(literalmente:yo ha sido dado comoy a mí/me)por el hechode estenom-bre; mi derechoa ser mi resultadel hecho de que otros, sin mi y antesdemi, me lo han dado,y dándomelo,han dado lugar a mí. Nuncapuedodecirque “me llamo por estenombre(propio)”; deberíadecir siemprequeyo ha

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por un mí, aquélpor el que otros mehan desdesiempreya llamado. Dichode otra manera,yo no se llama másquepor el nombreque le (o me)reco-nocenlos otros,lanzándomelas sílabascomouna apelación(a mi felicidad,pero tambiéna mi desgracia).Son ellosquienesme reconocenprimero (mesorprenden)en y por este nombre. Y no lo puedenni lo debenmás queporqueson ellos y no yo (de antemanoretrasado)quienesme lo handado.Por tanto yo no me llamo a mí mismo másque en cuantootros me han yasiempreatribuido un nombreque, sin su convocación,jamáshabríapodidonombrarmepropiamente.Mi nombrepropio me ha sido dado por los queme lo han atribuido: mi propiedadresulta de una apropiaciónimpropia,luegono me identificamásquepor unaoriginariainautenticidad:la diferen-cia de la reclamación.Antesqueel nombresupuestamentepropio,de hechoy de derechoimpropio, me sea acomodadopor otros (convocación),ha sidoprecisoquele precedaestaapelaciónmisma.-De dondeunaprimeraconse-cuencia: la apelaciónanterior y por ello diferenciadoraconstituyeel pre-nombredel nombre;pre-nombre,anterioral nombre;propio,mientrasqueelnombre“propio” caracterizade hechounainapropiación;prenombre,quenoconstituyeél mismo ningúnnombre,puestoque lo da, lo anunciay lo ms-taura.El pre-nombresatisfacesilenciosamente—y sólo él— las condicionesde la posibilidad de la apropiacióndel nombre llamado “propio” por laconvocación.El pre-nombreprecede al nombre como la llamadapor minombreme precede.El nombre,sólo por el cual accedoa mi, másexacta-mentepor el queel yo accedea sí mismo comoun mí, no me precede(sor-presa)másquea partirde la apelación(pre-nombre)queme lo da (interlo-cución),que me da así,pura y simplemente,a mi mismo como diferido demí.- De dondeunasegundaconsecuencia:de origen esencialmentedescono-cido, el mí/menacede la apelación;su propiedadno resideen su nombre,sino enel pre-nombremudo quele llamaapropiándoleinauténticamentea símismo. Yo se llama mi: el yo no aparecemásquecomo unaneutralizacióndiferida de la diferenciaoriginaria(la de la convocación),comounaabstrac-ción superficial, comoun rechazotáctico de la reclamacióndiferenciadora.Comoconsecuencia,lo verdaderamentepropiodel nombre—el pre-nombresin nombre—reside en el movimiento mismo de reconocersellamado, deadmitir la inautenticidadde la convocaciónque sorprende:en una palabra,en la vocación.El único nombrepropio del interpeladono se encuentraentaleso cualesnombres(pordefinición impropios), sino enel reconocimientode la llamada: en la vocación.Vocatus, invocado y provocadoa sí mismocomoa un mí/me,el interpeladose admiteprecedidopor la apelación,de la

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que procede.La convocaciónlibera la vocacióncomoprenombrequehacepropios a todoslos nombresatribuidos(llamados“propios”).- De dondeunaterceraconclusión: lo único propio que puede aún respetarla distanciadiferenciadoradel pre-nombreconsisteen el responsorio.Por responsorioentendemos20el retomar por el interpeladomismo la apelación (convoca-ción), de tal forma quelo que le advieneen el modo de la diferencia(sor-presa)se encuentrade nuevo reconocido,admitidoy repetidopor él comoalgo tanto másauténticocuantoqueadvienesegúnunaesencialinautentici-dad. El responsoriono dice, en efecto,nada másni otra cosaque lo queliteralmentela apelaciónha dicho primero; repite, pues, la inautenticidadoriginaria; pero de estamanera,la consagracomo suya, la reconoce,portanto, como paradójicamenteauténtica.La autenticidadno consiste,en unsegundogrado,en pretenderproducir la apropiaciónigual de yo a yo, enreconducirpor sí solo su mí al yo; consisteen tomarpor sí mismo, por mímismo, la inautenticidadoriginal y diferenciadorade la reclamación;tomar-la por sí mismo como una carga,un peso,tal vez un peligro, en el sentidoen que, en una batalla, puedoconfesarmey gritarme que “¡la próxima esparamí!”. No hay ningunainautenticidaden estaapropiación,sino el reco-nocimiento, amenudoforzado,peroal menosadmitido, luego todavíalibre,de que la inautenticidad,la alienación,la alteración,me conciernena pesarmío, hastael punto de que son másmí de lo queyo no soy jamás.Así, elresponsorio,tomándola para si, trasmuta la reclamaciónen su “interior

“21intimo meo

Al sujeto le sucedeel movimiento mismoque le precedecon unadife-rencia irremediable,a] darle a si mismo comoun mí, del que todo yo quepretendala autenticidadno ofrecemásque unamáscara,doblementetardíay radicalmentesegunda,másaún, originariamentementirosa.Más esencialal yo que él mismo aparece,en la figura de la reclamación,la apelaciónque, gratuitamente,pero no sin precio, le interpela,a saber,como un mídevueltoasi mismo. La gracia da el mí a sí mismo antesde que el yo seaperciba.Mi graciame precede.

(Traducciónde RamónRodríguez)

20 Ver los trabajos determinantes de J.-L. Chrétien, particularmente L’effroi du hean,París, 1987, c. III y L’antiphonaire de la nnit, París, 1989.

21 S. Agustín, Confesiones, III, 6, II.