el tributo republicano indios y estado en el ecuador: …
TRANSCRIPT
~ •• "" • ~" »I
EL TRIBUTO REPUBLICANOINDIOS Y ESTADO EN EL ECUADOR: 1830-1857
Claudia Guarisco
Quito, mayo de 1995
EL TRIBUTO REPUBLICANOINDIOS Y ESTADO EN EL ECUADOR: 1830-1857
Tre b e i o el€·? 're=;i~:; p a ra o p t e r al q red o deMaestra en Historia Andina
Autora: Claudia Guar-isco
Director: Dr. Heraclio Bonilla
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede EcuadorF=' ,.... Q 9 r" a Inc\ d €~ 1-1 i ~:; t o Jr' i c\ ¡.~.-. d i l. a
Quito, mayo de 1995
INDICE
1n t: YOOCic:JLlC c í ón
1 Hec í.e un e de1:.irlic:icJn del t.r Lbu t.o repu b l .í c arro
11 La re-imposición del tributo y el desmantelamiento de los
roo€-?~5gLlc:\ r-d o ss"
III Entre la obediencia y la evasión
I V E 1 f ir", dE? 1 c"\ eon t, roo i b u e i. C)n f::' E' r S:j.o roo. a 1 d e 1 n d í gen ¿-ls
Con e 1u ~5 i Ol'1 es
A~J€~n di c: ro?
11 LA RE-IMPOSICION DEL TRIBUTO Y EL DESMANTELAMIENTO DE LOS
RESGUARDOS
En el Congreso de Angostura (1819), Bolívar contemplaba la
realidad americana como un terreno poco fértil para el estableci
miento inmediato de un régimen de gobierno totalmente represen-
t at í vo , Dada la experiencia colonial, el Libertador veia en la
clemoc r'21C ia el umbral hacia la anarquía y abogaba por un apren-
dizaje previo para su consecusión:
"La liber·ti:uj, dice Housseau, es un ¿-\limento suculentopero de dificil digestión! Nuestros débiles ciudadanostendrán que enrobustecer su espíritu, mucho antes deque logren digerir el saludable nutritivo de la libertad. Entumidos sus miembros por las cadenas, debilitada su vista en las sombras de las mazmorras, y aniquilados por las pestilencias serviles, ¿serán capacesde marchar con pasos firmes hacia el augusto templo deLa 1 i be r..t.é.,d? 1I.t. •
El republicanismo bolivariano se decidió entonces por la restric
ción de los derechos cívicos a aquellos individuos letrados y
pero al hacerlo quedó pendiente el modo en que los
indios !seríé.,n incorporados a una vida nacional que reclamaba,
como principal divisa ideolÓgica, la igualdad legal.
Dos aAos más tarde, en el Congreso de Cúcuta (1821), Bolívar
impr-imir·.í.a el sello particular de sus ideas liberales en un
proyecto de integraciÓn paulatina del componente indigena dentro
de la vida nacional. Este proceso pasaba por la implementación
de medidas concretas dirigidas a disolver el régimen comunal y,
en su lugar~ alentar el individualismo agrario; objetivo que se
desprende del conjunto de disposiciones legales emitidas ese aRo
sobre tierras de comunidad,
Lndí o s ,
gobiernos nativos y pueblos de
En primer término, se estimÓ conveniente distribuir en
propiedad los terrenos de cultivo hasta ese momento usufructuados
34
por los indio~~:
"Los; r'€~sguarclos de ti.en'··as asignadas é':l 1 elS indígenaspor las leyes espa~olas, y que hasta ahora han poseidoen común, o en porciones distribuidas a sus familias~,,;ó.lc:.l pe re 5:,U cu i tii vo ••• se le!:; repe rtz i r é n en p l ernodominio y propiedad luego que lo permitan las circunstancias y antes de los cinco a~os•..
A cada familia de indigenas, hasta ahora tributarios,se asignará de los resguardos la parte que les corresponda, según la extensión de estos y número deindividuos de qUE? SE? componga la ·familLa,,2.
Homogeneizar la sociedad desde el mercado implicaba, asimis-
mo, crear una sola instancia administrativa que, a nivel pal'-ro'--
la antigua división establecida entre República
de Blancos y República de Indios.
siderara necesario disolver los pueblos de indios,
sistemas semi-autónomos de gobierno:
pn::>yecto c orr-:
junto con sus
"Hess i.e qUE:? los re=:.guar·dos no e.'(~ r'epcwtan a Loss indige-'nas en propiedad, continuarán teniendo el pequeRocabildo que les conceden las leyes, cuyas funcionesserán puramente económicas y reducidas a la mejoradministración, conservación, distribución de losbienes de comunidad quedando sin embargo sujetos aljUE?Z o jUE?CE?S dt7? las; pi:u-r·c)quias,,3.
"Clu€~dan é'itbolicJc.s los nombr't"':s de pueblos con que er'anconocidas las parroquias de indígenas. Y estos podránobtener toda clase de destinos, siempre que sean aptos1::H.'\ra dE?sempef'al'-lo~;1I4.
"desti.nos" y SE~ E~n t.iende que
algunos indígenas acomodados, como miembros del municipio y con
la condición de saber leer y escribir, teóricamente podian
pay·tic:ip~~y· (~n las asambleas parroquiales que elegían a l o a
electores cantonales dentro del regimen censitario de sufragio
vigente hasta 1852.
El proyect.o integracionista contemplaba también el fomentel
de la ecíuc ac í ón rural, destinando para ello el fn.I1:<:J de los
35
arrendamientos practicados sobre 1(.15 que
resultaran luego de la distribución de los resguardos:
" mas en dondo hay..~ t.e rreno seabrerrtie o que: no seanecessse ria pere e l culti\/o CJE' SU~;¡ tem i l i.ess , clebE~Y"á
arrendarse para la dotación de la escuela de primerasletras y estipendio de los cun';¡5 •• « "0.
Nada especifico se dijo entonces sobre el destino de los pastos
c omun a Le a , PC)F" lo que la categoY",í.:t d€~ "sobY"antE?s" podia ¡i\plic:al~'""
formalmente, a su totalidad. Así, aproximadamente la mitad
de las tierras manejadas hasta ese momento por cada comunidad
pasarian a estar a disposición del Estado·.
La suposición básica que guió la adopción de tales medidas
Congreso de Cúcuta era que la participación del componente
indígena dentro de una economía de mercado~ junto con una educa
ciÓn dirigida a estimular patrones de consumo occidentales y a
fomentar una nueva ética de trabajo (Safford 1994:1) lograrian~ a
medianü plazo, elevar los niveles de vida del campesinado y,
consecuentemente~ posibilitar la adquisición del de:'Y'€i:'cho a la
ciudadanía que, en el pensamiento de la época~ excluia a los que
Dentr-o de estf: idear-io homogeneizador-, además, la vigencia
del tributo indígena resultaba un contrasentido,
existencia evocaba una división estamental con la que se queria
Congreso de Cdcuta se
decidió su abolición. Desde ese momento los indígenas quedaron
sujetos a las obligaciones del común de ciudadanos; entre ellas~
la de pagar una contribución directa de 3 pesos hasta .11326; af'íü
en que se suprimió dada su ine1ectividad (Ospina 1987:117).
Fonn¡::t 1 f(l€;)n te, Depar-tamento del Sur debió aCügerse a éstas
medidas en 1822, cuando entró a formar parte de la Gran Colombia
aunque no fue sino hasta 1825 que cesÓ la recaudación del tribu-
to; evidenciándose así el poco concierto que existia entre sus
administrador-es y las expectativas bolivarianas de integración de
36
la raza indigena 1•
Ese proyecto pronto se revelaría como una realidad difícil
del alcanzar -por lo menos en aquellas zonas de la Ol'-,::\n Colombia
qUE' contaban con rnav or densidad dE' población indígena y en las
que ya se perfilaba la hacienda como unidad productiva dominante-
dados los intereses encontrados entre un campesinado renuente a
participar en el mercado, y una demanda insatisfecha de la mano
de obra de parte de los hacendados. Ese es el mensaje contenido
en el informe del intendente del Cauca emitido en 1828 en el que
daba cuenta al gobierno sobre las consecuencias de la abolición
dE?1 t.rLbu t o r
JI los indígenas en un estado c¿{s_i sal vei e E?n que seencuentran por el mal trato colonial, no han hecho otracosa qUE? .::\bi:mdonaro;:oe a sus pi e ce rers: bruta1 eos, minOrarSE?en ndmero y retirarse de los poblados del Cauea •.• Lostiecuenaedos: tren pe rd itio EoS to.!:; brazos y asi 3. a agroicul-
"7t.u ra ha pací ec í.do mucho p(Jr- (;?sti:.'1 r-a;¡:ón ••• JI •
En el departamento del Sur, una junta de notables serranos fue la
encargada de hacer un documento con los mismos objetivos.
anterior, se destacaban más bien los beneficios
que reportaría al fisco la re-instauraciÓn del tributo, buscando
no ss ó l o legitimar su opinión en la tradición colonial, ssíno ,
.t.
además, sacando a luz su racionalidad:
JI Ex arn í n ancf o los¡ moti vos que in -1' J.l.lye~ror)rl em e J. consé'j o d€~
Carlos V para la imposición del tributo personal a losindígenas, lejos de encontrar fundamento a la amargacritica que ha sufrido esta medida, se descubrenrazones que la justifican como benéfica a los con-
El proceso de distribución de tierras de cultivo yenajenación de terrenos de pastoreo sólo se implementaria de modoinmediato en Ibarra y algunas parroquias de Quito, como la deSanta Prisca, cuyos indígenas "han renunciado al derecho de pastocomdn" (Circular de Juan Barcia del Río al Prefecto de Quito yCuenca, 20 dl7? julio de .U:¡:3~::" Primer f?eg.i.!:t.tl'"o lkn':énti.co Neciorre Ie.if:.? la F.'eplibl_ica del Ecuetio r , Tomo 1, C:1uito, Impn,mta df.7.'1 Gobie~ro-oo
no, por J. Campuzano, a~o de 1840).
37
tribuyentes y conforme al interés social .•. como no sepodia esperar un producto considerable de los trabajosvo Lunte rí.oa df~ ~?stf:-:! aueb l o extraño a tiade i nduetrierequ l e r, Y' erietn i qo cie lc:l t'e ti qe , E~st.i.mó neceE:.ar·i.o lacorte de España fijar por reglamento la tasa que deellos se podía exigir ••• La obligación en que está todomiembro de contribuir para el sostenimiento del orden ylas dificultades que la indolencia de los indios oponíaa otro qérte rc..7 de impuestcJ.::' Lndu í e r-on ,::\ f~l~?gir" lacapitación moderándola con temperamentos tan equitativos, que bien considerada, se ve, que el apego quele' muestran los i.nci ..l"o~:¡, 1"""1() es efecto de un hábitoenvejecido de servidumbre, sino del conocimiento de losb ieriess que i es: procure , o de' los me l es: qUE' l e s: aho-"Y"f"¿~ If a •
los argumentos de la Junt.a de Notables evitaban,
notoriamente, indicar los intereses especificos del grupo hacen-
datar"io alrededor de la re-imposición del los
benf.?"ficios qU€~ les reportaría eran algo fuera de discusión.
c 1 cH-'O que la necesidad de adquirir metálico para cancelar el
tributo, impulsaría a los indígenas a trabajar en las haciendas,
que ya desde fines del período colonial se habian constituido en
(Chir-:i.boga
J.980:61.). Asimismo, los impulsaria a participar en el área de
servicios, como transportistas de los articulos de
rios para el tono de vida criollo.
pues, la re-instauración del tributo constituyó, para
el Departamento del Sur, un a po 1 í t.a c a f í.aca l con implicancias
importantes para las economías privadas. DE? ahi que
doblement.e útil para los cri.ollos: por un lado, los relevaba de
la obligación de contribuir sustancialmente con el financiamiento
de una asociación política en la que buscaban afianzarse·. De
ot.ro lado, resolvía sus demandas inmediatas de fuerza de trabajo.
Condición sine qua non en todo ello fue la existencia de un
campesinado indígena que se negaba a integrar, a tn:\vé:..; del
mercado, voluntariamente al resto de la sociedad y se orientaba,
más bien, hacia una economía de subsistencia que potenciaba su
Sólo un trabajo estadistico de la naturaleza de
38
aquél realizado por Chayanov en la Rusia post-revolucionaria
seria capaz de decidir si la composición y el la
familia determinaron íntegramente la intensidad de la act:i.vidad
campesino ecuat.oriano,procíuc t.Lva dé'l
d~=l ss iq l o XIX. Sin embar-go, t a I Vf~Z
durante la primera mitad
sea posible concluir,
partir de los testimonios de los administradores de la época, que
indígenas estuvieron
aludiendo a una realidad de esa naturaleza.
Del 1acf o dE~ los ind iC)5, dicha re-instauración tuvo con-
secuencias importantes para la pervivencia del o r de-n am í.eri t.o
<:01 oní e I . En primer lugar, los gobiernos nativos se vieron hasta
cierto puntos react.ivados, dada la necesidad de contar con
agentes que auxiliaran la cobranza. Sin embargo, las leyes d~?
1828, a diferencia de los decretos de 1821, ya no hablarían de
una distr-ibución Il e n
de cult.ivD sino simplemente de "a!::1ignacionE's" • bien €~l
término puede no estar aludiendo a un regimen de propiedad
privada, resulta claro que al menos la dinámica re-distributiva
de los terrenos de resguardo a manos de los gobernadores de
indios quedó formalment.e cancelada. Desde ese momento, además,
los terrenos asignados a cada familia coexistirían nuevamente al
lado de los pastos comunales. Sin embargo, la rest.itución de los
ejidos sólo fue parcial, pues desde entonces quedaron sujetos a
recortes practicados sobre porciones
arrendamiento en subasta pública; arrendamientos en
que los propios indígenas a menudo participaron,
ingresos para el beneficio de la propia comunidad:
dr-.:>sti.nando los
"En las par·r-Dql.lia~:; f".m donde hay~;¡ tielrr·B.s de c omun ídad oresguardo se asignará a cada familia de indígenas laparte necesaria para su habitación y cultivo particu1ar-, a m.:.\s de~ lo que necesi tc~n en común pa "-¿l .~:;;u qeriecioY' o t: ros usos •••
.••• En donde haya sobrant.es de tierra, podrá arrendarse a beneficio de la comunidad de indígenas ••• yserán preferidos los indígenas •••
39
Los curas y protectores estimularán a los indígenas porlos medios más suaves, a trabajar en común una porciónsuficiente de tierra del sobrante de los resguardos,para invertir sus productos precisamente en beneficiodf~~ los mí.amos incj:.í.geH1i:7l!:;" (Rub í o ()rb~~ 19::=14·::~~:3).
independiente del Estado trataria de continuar la
obra trazada por Bolívar en 1821, generando para su consecución
un conjunto de disposiciones relacionadas a la distribución de
los:. tE'I'Tf::mOS de cultivo y al r'[~mate de los pat.;;tos "sobr·.::\ntE·:'~" que
deterioro definitivo de las fronteras comunales.
El esbozo de estas transformaciones resultan de gran interés para
una comprensión clara del significado que el tributo adquiere
f:!ntn:? los indígenas de la ~(epública. Siendo los indígenas
básicamente campesinos para quienes, el
medio fundamental de acceso a la tierra había sido el sistema
comunal, los cambios allí experimentados tendrían la consecuencia
de incidir, directamente, sobre sus niveles de vida. De ah ..í. que
el impacto del tributo, y el tipo de actitudes que generó, sólo
puedan evaluarse, en primer lugar, a partir de esas condiciones
vitales estrechamente vinculadas al dr.;:>s tino dE.~ 1as tierr-i::ls de
comunidad. Por esta razón, en lo que sigue de este capitulo,
intentaré dar cuenta del proceso de erosión de los resguardos a
lo largo de las tres primeras décadas de vida independiente de la
República ecuatoriana2•
En H:r.::;~~;;, las élite:. pClliticas d(o? la Ir'ecién 'fundada r'epública
retomaron el proyecto integracionista bolivariano, ajustándolo a
sus propias conveniencias. Los municipios se encargaron desde
entonces de rematar (~llo
Ciertamente, el advenimiento de la República trajoconsigo un sistema comunal ya deteriorado. Sin embargo, tambiénes claro que, según los datos de Oberem (s/1:22) y Fuente Alba(1988:60)~ más de la mitad de familias indígenas encontrabanentonces en las tierras de comunidad un sustento básico que lespermitía escapar, sostenidamente, a relaciones laborales dedE'~pE'!ndenci cl.
40
financiar las escuelas parroquiales~
H321 ~
en arreglo al decreto de
"Se a~.;:,ign¿m pe ra 1. os "fondos dE' 1as ese::uel as:. p r' im",U'" ié\sde indígenas; l(].~; ssabrerrie» de i oss ress qsse rcios: Y' c.h2másbienes de comunidad conforme a 10 dispuesto en elartículo 6 de la ley del 11 de octubre de1 B21" ( 1d • =26) •
como Yiil SE.' v í o , las leyes del 21 implic:: i tamen t.E·
sancionaban como t.ot.a l.idad d~? tierras de ejido
poseídas hasta ese momento por las comunidades y~ a diferencia de
la disposiciÓn bolivariana del 28 que hasta ciert.o punto garan-
tizaba la continuidad de los territorios comunales, los
ladores del 33 estatuyeron más bien su disgregación definitiva.
En una circular de Juan García del Rio~ del 20 de julio de
fIlés €~)':pl.í,cit.C:i. lugar~ Barcia del Río aludía al tan
manipulado articulo 6 de la ley de Cúcuta~ como ley que legitima
ba "lii\ Emé¡]en¿,:\ción de tiE~rTB.S ba,leHas"~ lo que significi:':d:H':\ Yiil no
"SObl'"cu1te"
s í.no , ¿;\dE,más, con el de Ibiil1dío". En segundo lugar, la especifi-
cíd ad de ti::<li:::s 11 ba 1dios" o "sobr"¿:~n tE~S" pasó a ser la de: (a)
tierras de comunidad en arriendo; (b) tierras baldías que carecen
de titulos de propiedad; y (e) pastos y eJidos innecesarios para
1 ¿ol e ornun i d ad :
"Fundado el gobierno en €~=-tas COrlsi.c:le'l'''ac iDne~5; df"'bi.€~nd()
buscar arbitrios para atender a las necesidades públicas; y estando autorizado por la ley del 11 de octubrede lB:,21. pe r....'i erie i ene r la.s' tii.e r r ess ba l a Less del l::;'.':.;t.ad<::i~
se ha servido S.E. el Presidente disponer lo que sigue:(.1) Seo? I::H"Oc€-?dE'r'á i:1 subastar" todos; los t.err re-nos; be l d Lossen este departamento; exceptu~ndose anicamente lospastos Y' ejidas de villas y ciudades que se considerannecesarios para el uso comunal. No están comprendidosE?n E'sta e>:cf-:?pci,ón Los terr"f.?nos qUE' ~:;.(;? hallan e r rem-:d ecioss, como qUE' por el hecho mismo dé'! esi t.e rl o SE'
comprueban que no son necesse r i.os: e l püb.l,ic<:J.. (2) OUf.?los que tienen casas y labranzas en tierras baldías sin
41
t,i.tulo de p rop i ededVf?r1 ta~s ... ".1.0 •
Sólo atendiendo al punto (2) se puede concluir que la enajen~ción
pocl í a c ubrL r 1a totalidad de posesiones comunales pue s di 'f í. c i. 1,--
usufructo practicado por sus poseedores. En el derecho colonial,
éstas eran propiedad del Estado y los indígenas eran simples
poseedores que la tradición legitimaba. Para el caso ecuatoria-
no, reiteradamente los campesinos apelaron a la f igur'a de la
"Posf?~;ión :i.nmf.~mor'ial" en sus luc:h,:\s legal~?~; como al~gumf?nto vi~l:i.do
para deslegitimar las pretensiones de foráneos a los
n:-::~:>guanjos.
No es arriesgado inferir
debilitada 3, las comunidades
que, con una posición legal t.an
fueran cercenadas y, consecuente-
mente, los menos favorecidos de sus integrantes -los que no
pudieron adquirir sus t.errenos por compra o no est.uvieron com
prendidos en las asignaciones ejecutadas desde 1825- se vieran
obligados a volcarse, cada vez en mayor grado, a buscar solucio
nes individuales en las posibilidades laborales ofrecidas por la
hacienda, ya fuera como peones o conciert.os. Pero el recort.e de
terrenos comunales no incidió solamente en la búsqueda de solu-
ciones individuales sino que, en conjunto, los miembros de las
antiguas parcialidades pasaron entonces a depender cada vez más
de los pastos y le~a provistos por haciendas adyacentes, a cambio
Adicionalmente, sólo existe un decreto de impor'tanciaemitido también en 1833, mediante el cual se buscaba controlar elejercicio coercitivo que los hacendados practicaban sobre losindios conciertos que, seducidos por otros hacendados, solicitaban el alcance de sus cuent.as a los protectores, en el momentoque as:í- lo decidían, trayendo con ello algunas complicacionespar"a la agricultllra. El decreto penaba con 25 pesos cualquier"castigo físico impuesto por estas causas a los ind:í-genas y sedeslindaba, clarament.e, que el encargado de resolver estasdisputas fuera el juez territorial (Circular de Félix Valdivieso,18 (:I€~ rmvi€;:-mbn? df2 18::;;1. Primer h'eflú.;¡tro Auténti,cCi Ne c i.arie l ;1830-35, Quito Imprenta del Gobierno, por Juan Campuzano, a~o
1840 y Rubio Orbe 1954:27-28).
42
- - - ------------------------
de trabajo. No es dificil ver en esta situación el origen de las
llamadas comunidades cauti~s; situación que ilustra claramente
el caso de las parcialidades de Juncal~ Capilla y Cusucum -en
través de su protector, se quejaban ante elAzogues- que,
Parlamento en 1835 del despojo de pastos del que habían sido
objeto. Sin estos terrenos~ sostenía el protector, los indígenas
no tenian donde pastar sus ganados, ni recoger le~a~ por lo que
se veían obligados a realizar prestaciones personales con sus
propios animales y herramientas en las haciendas vecinas a cambio
del usufructo de esos bienes 1 1•
No dispongo, sin embargo, de evidencia que indique que los
despojos sobre la totalidad de terrenos comunales haya sido una
tendencia generalizada. El radio y la intensidad de los recor-
tes~ más bien, revistieron caracteristicas particulares según las
regiones. En la sierra meridional, el recorte de terrenos
ejidales no impidió la emergencia de un importante sector mini
fundista que, aunque empobrecido, había logrado adquirir derechos
de propiedad sobre los terrenos de cultivo que hasta entonces
había usufructuado. Esta re-conversión en la forma de tenencia
de la tierra permitió que los indígenas pudieran resistir con
cierto éxito el asedio hacendatario, sobre todo en Cuenca,
Gualaceo y Azogues (Palomeque 1991:18).
En la sierra nor-central, también se dió un proceso de
minifundización parecido al de la región meridional. Sin embar-
go, los campesinos en general fueron menos capaces de resistir el
asedio hacendatario. En muchas ocasiones sobrevino el despojo
Esta situación está sugerida por el testimonio del
diputado Angula quien, en 1857, sostenía que durante el periodo
floreano se habían enajenado muchas tierras de comunidad o de
resguardo,
moradores:
dejando en la más absoluta misera a sus antiguos
•• y los compradores quemaron las chozas, tristesalbergues de los indigenas en el rigor del inYierno~
para que dejaran expeditas las tierras, sin embargo de
43
que Los ind.i.qf?n":1s no 'len.íoan d orid e y-ei'ug.i.arose ..• ".1.3.
Dos décadas antes, el gobernador de Pichincha trazaba en términos
parecidos a los de Angula la situación de los indios de A~aquito
quienes, habiendo sido despojados de la totalidad de sus tierras,
hacia los márgenes de los caminos Lrnpr-ov í.aancío ahí.
sus peque~as viviendas.1.4.
posesiones indígenas volvería él cambiar. En lugar de promover su
(:~naj E'nelC i. ón , se rOOe?ai'iFomaba la distribución en
terrenos de cultivo, y
hubieran podido sobrevivir a los recortes practicados desde 1833.
Además, se sancionaba la adjudicaci~m de terrenos baldíos para el
cultivo de cada familia campesina que en ese momento no
acc E:?SO a E.~ 11 os:
tuvie~je
"Si€'HllpFoe qUE' la pob Lec í ón de los ind.í.(;;J€::-nas t'::'n algunelparroquia no cupiese ya en los terrenos de comunidadque actualmente poseen, se les distribuirá gratuitamente tierras baldías a los que no tengan y las solicih'::'n.
El mismo Poder Ejecutivo dispondrá que se adjudiquen enpropiedad a los indígenas, las tierras de comunidad enproporción a las familias, prefiriéndose en esterepartimiento él los que se hallen en actual posesión.Si tlectlt) el repar"timiento sobrase algún terreno, estese conservará como de comunidad, sin que jamás puedav~mclel'OSf::~" (Frei.le' Granizo 1<:;"7'4:201--2).
la práctica de enajenar terrenos comunales haya sido una
constante desde 1833, que se tratara de contener en 1843 se
gobernador de la Py-OV inc la de
Pichincha, que en ese aAo consideraba imposible implantar una
escuela rural en la
posesiones incligenas:
parroquia de Calacalí sin echar mano de esas
11 S¡iEmdo (o?l v€~ciondar°i.o d€~ 1,,;\ pe r r-cqu í e de Cc:dacal íosumamente pobre, sin la adopci6n de la medida acoy~~da
44
por la indicada ley4, no se conseguirá jamás el que seimplante una escuela primaria cuya existencia essumamente importante; y si se accede a la enajenaciónde cualquü:?r niat.ur-f.':ileza que sea, .i=.:;e p r i ve r e de i ossün_icos rE"cursos de subs,istenci.a c ori que c uerttan en laac t.ua 1 I dad los ha b í. tan tes de (~~~.:;<:., parToquia.". Ji.1.e •
Pero, ¿se pudo realmente revertir el proceso desencadenado
El acceso de las élites marcistas al aparato central
a pesar de su encendida retórica humanitaria~
nificó ningún cambio radical respecto a las prácticas que hasta
1843 se habían llevado a cabo en roe1ac ión a las posE~s;:.ione~;
c omun a 1. es. No existen disposiciones legales que prueben una
preocupación sostenida en este sentido, salvo los articulos 51 y
la ley de contribución de indígenas de 1851. {~qu.i
las asignaciones individuales de terrenos de cultivo
,,,-, J. mismo tiempo que se mantenía la f igUl'"i:l dE:?
mientr'c:\s que los sobrantes volvían PU€~stos f::,r¡
i:iy-r-E'ndi:llTlien t o . A diferencia del 28, sin embargo, en este caso se
destinaron los ingresos así obtenidos al mantenimiento de las
escuelas parroquiales (Freyle Granizo 1994;61).
siendo 1 col CEI tegor·.:í.a d~? tE'fTEmos "~~obr·ant.E·s11 t.an su!:¡cE'pti b 3. e a ser'
manipulada~ y habiendo pasado 18 aAos en que la expoliación fue
asunto cotidiano, ¿habrá servido de algo tal di ss pos i.c .í ór",'?
Ciertamente no debe haber sido ese el caso, pues de lo contrario
la segunda mitad del siglo XIX no habria visto la consolidación
definitiva de la hacienda como el principal personaje del paisaje
ru r-a L, POto. otro 1acío , hay evidencias de que -pese a que las
leyes del 43 prohibian la enajenación de pastos y la del 51 s610
di~:¡pon.ía f~l arriendo de sobrant.es- de 1843 a 1856 se siguieron
vendiendo tierras de resguardo. Esto es lo que sugiere el debate
parlamentario de 1856, dE's;:.t..:i.nc:.. de los ingresos ob-
tE'nidos por- los tf?rrf.;>nos; "bald:i.os", t;?r1 el que todavia se sigue
.....Se refiere al art.ículo 6 de la ley del 13 de octubre de
45
apelando a la validez legal del famoso articulo 6 de la
Cúcuta. En arreglo a esa disposición gran-colombiana, en Cuenca
!SE' hi,;!.bí.;::\n s€~guidc) c1€-?si:in¿H1dc) los fondos obtenidos por la ...·C'.?nta de
al levantamiento de escuelas públ ic:¿~s,
obliterando la Ley de Crédito Público de 1846 que se~alaba que
los ingresos así obtenidos debian destinarse al pago de la deuda
E'l-: t.e r'n i:i 16 • Se deduce, pues, periodo marcista las
posesiones comunales siguieron siendo reducidas cada vez más,
hasta desaparecer o verse convertidas en 'Iinfinidad de pequeAisi
mas PCII'-e: ion(~r~ t::n lni:inOS r.h~ 1 c)!:-:; ind ios u 17 •
Más adelante, en 1865, existe una disposición que sugiere la
v igenc ii:':\ dfo:
c:omun .3,1 es .
individualizante de
En esta oportunidad, los sobrantes quedaron sujetos
al remate para financiar la construcción del camino a la costa
(Tobar Donoso 1992:150). Poco después se dispondría que los
terrenos hasta ese memento arrendados para el
escuelas fueran puestos en venta (Id.:152-3).
financiamiento de
Desde entonces, la legislación indigenista no volverla a
tocar' nunca más el las tierras comunales de raigambr'e
colonial. En cambio, la normatividad se dirigiria a paliar los
abusos cometidos, a nivel laboral, en las haciendas.
guardos, pues, hacia 1860 ya eran cosa del pasado.
del ECUE:l,doy- como república independiente implicó,
tendencias generales respecto a las posesiones indigenas. Pt1Y-
una par"tE', los terrenos de cultivo de los ¿lrltiguos
fueron divididos en pequeAas parcelas que se distribuyeron entre
aquellos indígenas que pudieron apelar a algún vínculo con las
Por otra parte, los terrenos de pastoreo -último
la administración en complicidad con el ~,ectol'"
ssi mp 1elll€~n tepeor de los casos,elcomul1idad€~s o,
€~n¿:ij €~n¿\dos POy
hee €-?nda ,\:,,,-, y-.io .
pun tE:\ 1 dE' 1 r"E'9 illl€~n c omuna l -- f u e ron r€'.i'v€:~Y'·tidos por' €::' 1. Estado P'::l.Y"¿.l.
financj,¿\y- l o s in(.;¡r€-?!:;os de las ~1oberT,ac:io{H?s.u'3 y, p<::"tY-alelamentt:~,
las fronteras ganaderas de las
si t u ac í.ón , ¿qué posibilidades de acción económica
f~n te-?
t€-~Il :.í.':'''I.n
tal
los
46
c<ampI7?sino~-'? . t.empr-ano ir-:í.an las filas ele
trabajadores en las haciendas.
Un primer problema que debieron enfrentar los campesinos fue
de adquirir terrenos de pastoreo. la parcela de cultivo
por mucho que intensificaran el trabajo no obten-
dr-ian un luego de satisfacer las necesidades vi-
tales, pudiera ser desplazado hacia el pago de una renta.
obstante, la necesidad de contar con esos terrenos fuera muy
alt.a~ 1a o b 1 i_ g eH: i ón
intensificar su fuerza de trabajo fuera de la empresa familiar;
típicamente a través del peonaje estacional.
Por otro lado, si de por si las tierras de cultivo no fueran
suficientes para cubrir las necesidades familiares de consumo -y
dependiendo de la intensidad de esas demandas básicas- entonces
el campesino se vería compelido a trabajar como
concierto en las haciendas.
pE?Ón o e:: omo
8i, finalmente, fuera el caso de una familia con una rela
ción conveniente entre productores y consumidores; con cultivos y
pastos suficientes que, además, contara con un pequeRo excedente
en la pr-ocíu c c í.ón que, a su vez, le permitiera incrementar en
alguna medida sus ganancias a través de la comercialización
bienes agropecuarios o artesanías en
locales o regionales, indefectiblemente -sin embargo- la segunda
enfrentaría una crisisgerH?r-"'iC .í.ón
19B4 =1.7--20; Chayanov 1974:47--56) por
produc ti. v a
10 que E~l
(DurTen bt.~r-geF
peon¿:\j E' o e J.
concertaje emergerían como únicas alternativas para los miembros
El regimen comunal, en general, durante casi trecientos aRos
integración laboral del indio en la hacienda. En
pr' im€?r' lugar', los terrenos de cultivo eran asignados a cada
familia, según sus necesidades de consume; necesidades que varian
a 10 largo del ciclo vital. Aunque la re-distribución no pudiera
cubrir el total de la subsistencia indígena, por lo menos impidiÓ
la inserción directa y definitiva en la hacienda.
47
F:C)1'- o t r o 1 c:\ d o , d u roo a roo, te t; eld el f~ ss ro;? t; .i e rn1:)o 1o 5 ~? j .i d c)s e:; t l.lv :i. (,2Y-' (:J n
organizados del mejor modo posible, en arreglo a las necesidades
p j/''(e=.:.E.'(') t,('¿,~:; y f u t.u roo ¡.~\ s de l c!=:· .i. n d L (:J~; d E?1 IJLl€-? 1:) 1o • Un (':\ ~)¿:\ (~ te d E' 1e)::}
pEt=:,t.<:)~. E:r"c:\n rO'E:,'=;er'\l¿:\clc)f':; ~)i:\F·i..\ las ril.l€-?\laS fern í 1. i¿\s C~LlE~ s.l.tr'~)i.E~r·ar'i
e elmo f roo ~J t o d f? 1 i n e roo a:? In.2 J-' t CI elE?mel<.:J roo é\'f .i c: o ti (] t roo a ss e e ción .i b ¡.) ¡.~ p c';\ r~ ¡..:\ roo
¿t I P i:\ S:,t; o r"EiC); y u n ¿:\ t €::a too. e E~ r a p c':l, r t.E', a ene r, u d o , €7:' r' a e e d i elc\ a f o r ¿tn e o ~:;
p ,':\ ,.....::i. q u E'~ f lJ f.-? r ¿:\" c:u 1 t i. v a d (':\ ss 1I al,:::. (:\ r"t .í d o f! c:C]JI 1 CI e L\ a 1 ~5 (:0 o b t; €= ri :í. ('::,-\ n
p E~q u E~ñ o S I:....~ ~.~ e E:~d f.~ 1"1 t. €.:~ S~ €-? f'i b E' n e tic i. el elE.') 1 ¿3. e CJIn u 1"; i d c:t d ( F" c.i1 s; Bo r ela
:L 9'::14· : tJ~~, \l =5-5.).
A ~:' í., p L.tEl S" ~ €~, 1 f i. n elEl 1c)s r"€~ ::'9 u e..\ r' d els i. m~11 i. e a r' oÍ. c~ 1 2\ p f:~~ r' el ida d E~
,'::t L\ t; o n (J m .i (':?( P r:o d Ll e t i \J ,::\ e 1'-1 t 1/" €.? e 1 e orn P C)ri E-? rl t 1::';" i n d :.t (,~ e f¡ i:\ • ~:3 C) 1 ('am E? n t e €o? r1
li':l ~:;it:rr"r'¿:\ r1C)F'-centf"a1!t la~E. 1.~)9 t·)¿:\c.i.er1dc:\~~. f2>~i:::.t.E~r·,t€,:~~::. e:rri lE~:~:;(), SE'
mu 1 t .i p 1 i e:¡',:tt'" o n ti(':\ S t~, 2"\ 1 1e <] i..=t. r~ a. '7"l' ~::f (.?r1 1 E3 (~() ~ ',' ~:; i e 11'1 1=) roo E~ (~ c:a t'- 9 o d €.?
1 e:" ~::. rH .:i. ~:; fn2\~~ f a rni 1 i CI. s' (Gll.li. r', t.E!too. () ~< E=) i 1 'ya 1 '1el1 :; ~:.:f E3 ) ~ 1 c) ell.l E' i n cji. e:a ,
El P r~ C)>~ i In (':?I, d ¿-\inen t f:? !' 1 ('::\ In (':?\ (;}JI i t Ll el (j e 1 (:s~; r~ E' e C) t·~ t. E-? ~::. ~5lJ f r- i d c)S PC) r~ 1() s
t €~ r' r' E~n ()~::. elEl e C)fBl.l n i ela cj 't' e 1 9 r' ¿:\elc.-:r ele e >~ ~)¿:tr'l s i (':1ri cj E' 1 <.7:'\ Ce'f E' r' t a dE!
In i:"\ r·, c) d E~ C) b r~ i:t ti P, ~5:.í..!, ''t' (.~ e r', 1 ·::i ~:) t: 1'-e ~:::. 1:) roo .i In~? roo ¿:j ~; (j t::~ <:: ~'a el,':':1 ~; d e \1 .i d i:.i
i.rl cj i? ,:)E:' r'leli. €o?ri tE', E' 1 b a 1 b Lle E-:~ a ro, tE' L.E·\'. i c< t f'~is r~ E'tc: l.l é' t:. c:; r' i ¿:(,.-.() ~:; E' t-r c:\], 1 c:t t) a
~)C) 1 :.t tic alnerl i.:f:: c:0(') die i (:,r)i;j(j o pc)r~ 1 C1S i r-, tE' r-e~';E'S el (-;'!1 ~:.(ec: tC) r~ hac: (~r1--
d c:"t t i:'~ Y" .i. C) 11 L.. i:t ~:. E' <;;J Lt f"id ¿:\ mi t a d d E' E~~.a e Etrl t L.tr' .i. ¿:\ J. e) q Lt E') e () r1 t:E'n1 rJ 1 c:t r' .:\. a
s E' roo :J.. (o~~ 1 ¿-\ c:c)n ~; (J 1 i d i:\ e i eJn e e c)r~, (~) ro .i c:(':7\ d E'~ e ~~; f.? ini i==~\ In <::1 s (e c: t. c)r . 1_ (':'\ €o? >: _.
p el 1. i ¿:\c:i (:'n d €-? 1 c) ~:' t. f:~~ r' r' E' r-. c)s e () rol.l f"l ¿i ). e s -f()me rJ t ¿:\(j c1 (j e S~cj f..~, 1 f3 :~:; :~:; f? fH e ".'g €.:!
e: C)fflC) 'f i::)c:: tC) roo d (-?c i s.i "¡el f.?Jl €o? J. in :1. c: .i CJ de 't¿o\ 1 p r~(:Jc: E-~'~::1C) 'Y¿~ (~L\E:~, r)(J r M Lln
1¿:\el() , r~) E' ro (J) i t i. ó ], a i:\ e Ll In l.l 1 ¿~. e .i, f..~) roo, t e ro r" i t. o r~ i. ¿·r. 1 nii E! r', t r' c'( F"> elu.t::' , p ¿:\r' ¿i J. f.~ 1 a -"~
In€-?n t(~~ , i:t.ln pI i. ~'a b¿;:t c:Ocle: ti \/ i.'ilner) tE'~ l.\n m€:~ r'e (':\<:1 el dE? t. roo ¿':J. bE{j C) ''1 a E:\ 1:) i r:~ r- to
p[) r' el t. tN
' i. bu, t () (i Ltf.·? , pe) r' ¿:\rí ¿;..d .1. (j L\ F' c:C, , e (:rrl 1 1 €-?v a t)¿:t i:"t 1a €=N ¿:te:: c:: i, 6r1 elE'
I..J ri r1 in <:1 ~:. (':\ d f::a r' €o? 1'1 t (:"1 n i:,,:\ el('::l. elE~~;d (o-:? f':; ¿\ 1:) 1 (~ f.::" i In 1:) 1 .1. c: i t.,¿-:\ E' n 1 ¿~ In.i t ,':\ d d (:.:- 1
5<::\ 1. e:). t'" i. e] n f:7.' ~:.l c\(j fJ a 1 i n ej i () c: ()r'l e i. (= r' te) • l_¿:~ p r' e (TIi ~) ¿:\ elL.te 9 Ll i e:) e 1
P J'- () <:€~ ~s ()!t ~::. .i f1 e mb <::\ t'- q c) ~ ~=. E:~ I.J b i e:a ti e 1 1 ':-3 <'1 o (j El L\n c:C1In p C) r,e ri te :i ri el i ~~ e rl c.':t
i. n e i:\ ~) i:':"~ ;.~ elf:? ], 1 E' V a ro' 1 c\ 1 U.c:h 2\ Pc)r' 1a, t i. €~ r' r- c:t fn¿:t f::) c~ 1 1á elE'! 1 e)~:; e c:t rl ¿:\ 1 E~ s~
:1. <-2(:;J <::\ 1 e~:; n 1:: 1 pe) roo q lJ f:~ (j f:? 12~:, "tE'? 'f f.?n (:Jilif:?n () f:?~::' Llrl f::"l p I..··eg tll-, ti:3. q l..lf.? elE:~ be,? Y~ <":?t.
s E~ r' t·..E.'~::' Pc)n (j i. ela f.;r n i. n v €,?S t. i 9 é:\e i Cfr', €:~ s:· p C)~:; t €~! F' .i.c> r' E' :::. .. F'() t N
' f-2 1 11;e)rfJ €,::..ro, t C) ,
t. r" ¿:\ t i:t. Y'.~? d c-? €o? \1 a.1 t,l('a r~ i:'. p)'- C) >~ i fTJ(':\ t i \l·::\{flef1 t(·? €o? 1 .i. in 1:)·:3 c: to ti E:~ 1 d (.;. 1:r::" Y- i C) 1'''Cj el(2
J. Et S, -fr'·c.)n t.E:,t··'.C;\ ~::' c C)rnL~n ¡Er.],E'S:· €::-rí E,l ni \-1E?J. eJE:~ \/ i d¿\ dE~ 1 e arn ~rE~~:;' i nc), as; i
48
c:o mo d El -=;:.i.. t L.!i3 r: f.:r 1 3. I.J~I <:t J.r- q u f2 o e u p ó e.'I 1 t Y- i b u t o €.? 1"1 (:-? 1 .í 1, ~1 r-e ~~; C)
í; arn .í J. i. Et r" a FI i:\ r ¿i 1(:>9 F' ¿i\rI o ~ r'E~C: Clrl S t ru i ré el p Y"f:rE">LtpL\e~; te) i:lrll.li:\ 1 d e
'-\1"1 <~\ •f ¿-:¡ mi 1 .i. a e C):11 ~~HJ (-:? S t; a ti E?: ~I m.í e In te r: ()~::. e C)1"1 LU"} in .i ,-, .i HlCJ d €o? me d :.i.. o ~; d t?
P r:o cJ l.le c:: .i é,n u E~s e ~:r F"' E! S lo!P lo' €o? S t CJ e o n :. t. c:t elEl d o ~; ru b r oss 1=' r i. n e i. ~I c:\ 1 E' ~::. :
( i:.i ) F'o n d e) d (~ ~-:) u.b s .i s ten e i a!!'" ( b ) F:'''o n d o d f..? 1::: x c:€o? d f:?1"1 te" I~:rl f::? 1
P r: i mE' r e ¿:\s o !l ~"? S t €? ~.;. Ei r:€.? f i e F' e a 1 ¿~ ss rOl F.~ c:€-? ss i d i:.":f. e:l €?E· b c:\ s i. e el~; d E"r a 1 i men""'
t. E:i c: i ó n , "'1 €o? -=; t; i d (i 'y ITI C:-\ 1'-, ter, i In i en t el d e 1 f.~qu i 1=) (J ITI :J. n i mo d ('?~ 1:) )r"o d Ltc:c: .i (~J") 'y
c:: o n su frl o " E:: 1 ~:. El 9 u n d o ru b r o ~:. E~ r E~"f .í E' r €? i":\ I a. p r e)elu c:e i élr) €~ x c:: f~ d €,:.;t n t t:?
CI ro. :i.. e-n 1: <·:.i.<:1 ,:":1 PC) r~ .í In 1:)8 Y"i:.~ t.i \/05 S;(:)c:iell E~::5 y / o e ti 1 t.u r' i:\ 1 (-:?:::. e omo f2' 1. I~)~:tg CJ
del tributo y ciertos gastos rituales. En lo que sigue prescin-
di ",,'(1:;: d f:" 1 f C),.", d e. J"- i t\J~::\ 1. pe) l··..que e:a Y"e z e o d €o? .i n f o r'·rnC'.(: .i (~)f) c.':f.C f? t-C i::~ elE? 1 i:.~
c: a.n t .i elc:\ el cj E' b i. E~rl El S, 'y' el i r,e r' o n Efe: e:¿.el t··· i. c) s; ~) C'tr' ¿:t 1 1 E~ \/ 2\r' e:\ e a b c) f.i. e s; t d.~.
r- €·::-l :i. q i. C)~:;i:1 ~5 ''1 cierr'i:'t~; e €~ 1 €o? t) jrW c1C i C'l"l es • ~:3f2<;1 \J.i eli~fn(-?r) tt=? (::\1"1 ¿':s. 1 .i Z ,':\ Y-é E~ 1 ffi(3d (J
€:'n ql.lE~ f.::'~-:·E·.~ pr·E.\s~l.\ pl.\(~S te) €:~s; c:: Ct b i E'r' te:) ~)c) r' Ltf', c ()r~ e i E~ r' t.e:. y lolr'J ir', di ()
q L\E? tn<'~n t i. E-~n(=.·:' i::' 1 9 l~\rl a t-·(W~:'i. .i <;) CI c:(jfilt.tf1 d.l !l (·?r) €:-l S 1..\ PL\€-:S te) d f? q lJ e cim bc)~:.
eli s> ~) ()n (] a n el€~ 1 ¿-i. ..n i. s In i;\ c:a rl t idad (j E' t. i. E' r' r' él (1. S () 1 ¿:\r') 'y cj e 1 III i. ~:; nlc.
rnCJ r1 t (J d E~ e ¿~. p i t c:~ 1 cj f.o? r' e ~.El )r "'1 ¿~ (a 1 9 o (j f= ~l C:-\ f")i:3. el() •
PI J. [) 1. ¿1r'g C) dE.~ 1e\ p r' i cner' ¿i rni "l::¿;\cJ de'} So i c] J. c. X 1 X , l.lr'l ¿~. f é:tlH i. 1 i ct
c: c:a Inp LlEl S t~:\ cj(~~ ~) ¿=t: elr"€-?, cn i:"t d r" f..? 'y' t 1...·(~ ~; t1 i j c)~:) r- f.~ q LlE~ r' .í. a!C a pi'" CJ ::-~ i In<:t. d .¿-:l InE?f1 t e ~
Llrl iriqr€·::r~.c:) fl).ínifnC) de 6::1 ~)e~:;.c)s ¿:\r\Ll¿:\ 1 es; p¿l.tw·a cl.\br· i. r S:·lol5 r~E'c€-?~;i(jaclf:-:r~.
bi~~:..i.C:¡'1~5 :
49
PRESUPUESTO ANUAL DE UNA FAMILIA CAMPESINA: 1845-1856(5 integrantes)
BIENES CANTIDAD PESOS
i Fondo de Subsistencia
Alimentación (aprox.Trigo1'1a.:í.zCebadaSal'fubé r-c 1.11 ClS'.
CarTH"?Lf!C he ~ panE'} a,
1600 cal. diarias x
~:;6::1 kgs.:365 kq s ,
::::;6.5 kq ss,1.82. ;7.i kgs.45.6 kgs.
individuo).1(:;>.79.9<)1::' t:;;'I.J. '\,.,.
Vestidos;,:1el'-gaLien~'=o
1010
var¿isvar".:ts
Semilla, instrumentos de labranza
ii Fondo de Excedente
Tríbu t.o"
'rOl'AL 64.5
F~entes19: Calculado en base a datos de Julio Tobar Donoso, EliruJio en el Ecuador Independiente, Ediciones de la PontificiaUniversidad Cat.ólica del Ecuador, Quito 1992, p. 400; Udo Oberem,Corrc i.e r t.oss Y' ¡"'¡ua.si¡:n.mgu~r!ros e n Ecuador, Ln sta t.u t o dE'? Invf.:?sti¡;¡aciones Económicas de la Universidad Central del Ecuador, Quitos/1, p.36; y ANH/Q, Tributos, 1838-1857, exp. 22, 1856-VIII-5.
De acuerdo con Chiriboga, la parcela que usufructuaba un
concierto dentro de la hacienda media un ( 17~)6 '2m' ).
Al no contar con equivalentes monetarios, no he contabilizado estos gastos dentro del presupuesto familiar. El',lacio puede subsanarse deduciendo su valor del producto obtenidoa partir del capital de reserva familiar; es decir, la leche deuna vaca y la lana o vent.a de unos cuant.os carneros.
Seqún la t.asa vigent.e desde 1846.
50
Además, tenia la posibilidad de hacer uso de los pastos del
patrón para apacentar su ganado y recoger (Chir·i.boga
Suponiendo que un campesino libre poseyera la misma
extensión de tierra cultivable y, además, gozara de la facultad
de poder hacer uso de terrenos comunales de pastoreo, entonces
ambos obtendrían como producto de esa tierra la suma de 9 pesos
al i:ilÍ"lO:
PRODUCCION AGRICOLA ANUAL(1 SOLAR)
PRODUCTO
tv"Ia.i. zTrLq oCeb~~da
TOTAL.
KG.X 1/3 SOLAR
B4.:~; kq ss ,74.4 k q s,
108.7 klJ:;.
267.4 kgs.
PESOS
z , 34r... .......e; • /
FuentE.?s20: Calculado con elatos ele ¡'"Ianuel Chir·ibol;J8., <Jornaleros y'Gre n Pro p i e t:e ri.oss en 1.55 <:tños de Eu pcs r t.e c: i án Ceceo t.e rei (1·790-·1925), Consejo Provincial de Pichincha, Quito 1980, p. 75; UdoObl'? rc-?m , Canc i.e rt.oss Y' Huese ipurrqsse ras: en Ecuacio r, Instituto eleInvestigaciones Económicas de la Universidad Central del Ecuador,Cluit.o ~;/f, p •..)0; y Efn:\in 13cm¡~álf.~s de Olar-tE-?, Eccmotn Le de lacomunidad campesina, IEP, 2a. ed., L.ima 1986, pp. 179-180.
En el caso de que el padre de familia fuera concierto, el
faltante (55.5 pesos) seria cubierto por el trabajo desempeRado
en la hacienda, a cambio de un salario diario de 0.75 reales
(OI:K?n~m s/ f : 6) • Si trabajara los 365 días elel a~o, al final
quedaría debiendo al patrón el equivalente a 21.4 pesos; situa
e ión c e r ac; tE-!ristica del rE".:'gimen hc~c:endC:\F·i.o y que f unc ion':'ibc~ como
dispositivo para asegurar la mano de obra. Asimismo, la esposa e
hijos del concierto serian los que se quedarían directamente a
cargo de la producción en la parcela familiar. f:H l:? 1
familia, en cambio, fuera un indio ele comunidad que dispusiera de
1 solar y de la posibilidad de pastar sus animales en
51
comunales, entonces tendría que trabajar en la hacienda un 50% de
días al aAo menes que el concierte para cubrir el faltante de su
presupuesto familiar; dado que el salario de un jornalero en esa
época equivalia a 1.5 reales2 1; doble de lo que
ganaba un concierte. Además, dispondría de cerca de 2 meses no
sólo para dedicarse al cultivo familiar, sino también para
desplazar su actividad hacia el comercio, la artesanía o el
transporte; lo que le reportaría alrededor de 10 pesos adiciona-
1E~S .:::,1 .ú:¡o.
DIAS DE TRABAJO ADICIONALES PARA CUBRIR EL INBRESO FAMILIAR ANUAL
MODALIDAD DE TRABAJO
Conci.f:.~r·to
J CH-n,,,, 1E~l'-O
SALARIO DIARIO
0.75 n-?ales.1.5 reales;
DIAS DE TRABAJO
2(j6. "7
rUf.:'ITt.:E·S= : C~" 1cu I acío con d.;¡. tos de Udo OberE".1m, Corre: i.e rt.o» )l
f-lu,a~-:¡i.pungl...lerC)s en Ecuecio r ; Instituto dE? Inv~?~~t.igac.i.onf.~~~ Ecorrómí.scas de la Universidad Central del Ecuador, Quito 5/1, p. 6;ANH/Q, Indígenas, c. 1"72, 29-V-1822; y ANH/Q, Indigenas, c. 1"73,1~i-VI-H¡~Y7•
A partir del cuadro anterior, necesariamente uno se pregunta
por qué no optar por ser jornalero a tiempo completo en lugar de
concierto, dado que el trabajo de este último resultaba mucho más
on€'-~r'C)SO• En realidad, este no era el caso y, pal'-,:\ f2;·:plicaY-lo,
hay que apelar a la función desempe~ada por los animales como
capital de reserva que puede ser negociado sin
valor en casos de necesidad (Chayanov 1974:196). F'c:\y"a si t.uar su
inqreso al mismo nivel que el del concierto 7, el
tierra -en el supuesto de que contara con una vivienda propia-
deberia trabajar 344.7 días al a~o; restándole sólo 20.3 días
'7 Es decir, contando con un ingreso de 64.5 pesos,cuales los 5 pesos destinados a semillas e instrumentosconvertidos en leche, grasa y panela.
dt:? losfl.lE?n.Hl
52
para incrementar sus entradas en alguna medida (3.8 pesos). Sin
embargo, indefectiblemente quedaría privado de cualquier capital
de reserva ya que, aunque pudiera destinar anualmente esos 3.8
pesos a la compra de 3 carneros, no tendría dónde ni cómo apacen-
tarlos. en cambio, lograria mantener ese peque~o
capital, e incluso reproducirlo, a costa de una deuda de 228 días
es decir", al precio de 21.4 pesos que podria
pagando conforme se fueran multiplicando sus animales. En otrc\s
palabras; el concierto pagaba una renta tan alta al due~o de la
hacienda (27.8 pesos anualesa) precisamente porque le permitia
peque~o capital de reserva que al mismo tiE~mpo 1 e
reportaba diariamente una parte de su subsistencia y que, final-
pocí sa pag¿:\r "a crédito" mE?diante el mec¿~.ni.5mo dE?l en-o
ch:~ud,':1mient.o.
En suma, la reflexión anterior permite comprender hasta qué
punt.o fue importante el regimen comunal para los indígenas de la
df:.'l siglo XIX. Ciertamente la situaciÓn analizada
sobre indio de comunidad que poseía un solar de tierra, en
términos absolutos, no resultaba nada satisfactoria. Sin embar--
go, comparada a la del e oric i (;?j'- to y a la del jornalero puro es
claro que se encontraba mejor armado para solucionar sus proble-
A diferencia del concierto, no tenia que disponer
de la mitad de su salario para mantener un peque~o capital de
reserva; y a diferencia del jornalero puro, tenia la posibilidad
de incrementar sus niveles de consumo.
concertaje y el peonaje no fueron las únicas
posi bi, 1 i.dadE's para cubrir el ingreso familiar campesino. Depen--
diendo del mayor o menor acceso a terrenos de cultivo y pastoreo,
los :i. nel i(;Jena~j pudieron apelar a la artesania, el comercio y el
transporte como actividades complementarias antes de llegar a la
necesidad de concertarse. Inclusive pudieron -y debieron- en
Los 27.8 pesos se obtienen de multiplicar losreales de salario por los 593.3 días de trabajo fueraparcela, necesario para cubrir el ingreso familiar.
0.7:'.'.:'de la
53
muchos casos reducir el consumo. Sin embargo~ la propia dinámica
poblacional, siempre en ascenso~ determinaría que, a mediano
plazo~ el sector mayoritario de la población indigena sucumbiera
ante ese tipo de relaciones laborales.
Asi~ es posible concluir que el valor del excedente trans
ferido al Estado en forma de tributo varió según fuera la opción
económica adoptada. Tanto para el concierto como para el indio
de comunidad, la Contribución Personal representaría un 4.7% del
presupuesto anual. La diferencia radicó, no obstante, en la
cantidad de trabajo requerida en cada caso. El campesino con
algún arraigo en la comunidad, necesitaba de 16 dias de labor
como jornalero, mientras el concierto; el doble (32 días) para
cubrir el fondo de excedente. Esto, en el supuesto de que la
pequeAa cosecha anual hubiera sido óptima y que la familia no
hubiera enfrentado la necesidad de hacer otros gastos.
En ambos casos, al valor cuantificable del tributo (pesos y
días de trabajo) debió aRadirse una valoración subjetiva de
índole negativa. A la luz de la teoría chayanoviana, el balance
entre las necesidades de consumo p intensidad de la fuerza de
trabajo como motivaciones de la producciórl campesina, habría
implicado un incremento gratuito de la fuerza de trabajo. De ahí
que la producción de ese fondo de renta apareciera como un
imperativo politico (Wolf 1971:19) particularmente gravoso debido
a que la pérdida de los resguardos de por si hacian mucho más
dificil cubrir la subsistencia cotidiana.
Más allá de las implicancias económicas, la disolución de la
comunidad tendria el efecto de transformar los referentes iden
titarios que hasta entonces habian prevalecido entre los indíge
nas. Durante cerca de trecientos aRos el elemento de inden
tificación básico estuvo dado por una forma de reproducción
especifica, en la que los factores de producción estaban asegura
dos y los lazos laborales de dependencia eran, la mayor parte de
veces~ innecesarios o por 10 menos no atentaban contra la total
autonomia indígena. De ahi que la vida económica de la comunidad
54
constituyera la matriz de una libertad experimentada como valor
cultural. Eso es lo que sugiere el discurso de Diego Carchipug
lla, un viejo cacique de la sierra meridional que vivió al
comenzar el siglo XIX~ quien al defender su noble status ante un
enemigo trazaba una clara linea de separación entre él~ que vivia
Em la comunidad y el otro; "indio bc:\J.c:iC.Lí. y corici.erto"¿ qUE' había
" vivido servilmente de ga~án en var1BS haciendas sin ser
capaz de mandar en ninguna de ellas, aún
r'c:i 1 ,,2:5 •
en la clase de mayo-
55
NOTAS
1. Iriecurecs de 1::~nt;¡c:J.'5tur¿.¡, c í t ad o pOF' Vega Ugalc:le (19B:::::ó7).
2" Coriqresso de Cdc:uta,~ Libro cie ¡:}c t,-:t",;. Pub 1 Lc ad o por F{(Jb¡.:~r-t()
Cortázar y Luis Augusto Cuervo. Biblioteca de Historia Nacional,Vol. XXXV, Bogotá, Imprenta Nacional 1923, sesión del 4 deoctubre de 1821, articulos 3 y 4, p. 731.
..:!" 1d <'::1Y-t. 9 p • ~7::~;:2 tt....1 • ·,4. Id aF't 11 p. _-;' R:~'.~:¡· , . , I ..... ..:.. If
f'" Id i:\r1: • 6, p. '7::::; .1,:l. · , .6. Teóricamente la mitad; es decir una legua de las dos que laCorona otorgaba a cada reducción al momento de su fundación; unapara el cultivo, sobre la cual se organizaban las parcialidades;y otra para el pastoreo de los animales (ANH/Q, Indígenas,expediente de la comunidad de Lumbisí, c. 168, 16-VI-1762). ysólo en teoría porque, particularmente desde la segunda mitad delsiglo XVIII, las fronteras comunales se van deteriorando porefecto de la expansión de la hacienda (Quintero y Silva 1991:26).
7. Jr'l'fc:)r"m(~ del int.endentE~ del clep¿:IF't.:lment.o d€dní s t r o df~ E!5taclo, .1::::; de octubre de .1.828. Gecet:e O'f.,,!
383, Bogotá, domingo 2 de noviembre de 1828.
Cauea alColombia
r""i _.No.
8. Comunicación del intendente del departamento del Ecuador, als€·?c n~'tóH' io de Es;¡t.~do, .1::::; de s€:~tiembF'e de' .1B28. b'ac:e'"(:¿:< de Colombia No. 384, 9 de noviembre de 1828.
9. Ent.n~ los impuE.'~;;tos. d í.roc t.oa que "t'.~l c omuri dE~ ciudadanos"es.taba obligado a trasladar al Es.tado resalta, sobre todo, el dela ContribuciÓn Ordinaria luego modificado y denominado "impuestodel 1X.1.000". Des.de 1839, los no-indígenas debían abonar al Fiscoun peso por cada 1,000 pesos de capital que poseyeran (ExposiciÓndel Ministro de Hacienda, 1848, Imprenta del Gobierno, porMariano Mosquera). Antes de ese aKo, y desde 1830, la Contribución Ordinaria estaba arreglada en 9 clases. En la novena, losindividuos no-indios que tuvieran un ingreso menor al de los 100pesos anuales, sólo trasladaban al Erario un peso. Más tarde, en1832 la novena clase fue abolida (Tobar Donoso 1992:77). Demásestá decir que el Estado difícilmente recaudó alguna suma porestos impuestos. También resulta más que obvio seKalar la
56
desproporción existente entre indios y no indios en lo relativo alas contribuciones directas.
10. Circular de Juan García del Rio al Prefecto de Quito yCueric a , 20 df: julio de .U:¡::::.::~;. Prime r Re q i.s t.ro /~ut:énti<:::o Ne c i one l
cie la. Repúb l l. ca del Ecuecio r; Tomo 1, Dui.to, Jmpren t a dpl Gobi(~r'-
no, por J. Campl.lzano, aAo de 1840.
11. APL, Documentación de las legislaturas del1835, legajo 7: solicitudes varias.
12. Este fue el caso, por ejemplo, de los resguardos de Turubamba, en donde en 1836 se vendieron 24 caballerias, 8 cuadras, 21/2 varas y 815 varas cuadradas (ANH/Q, Ministerio de Hacienda,Gobernación de Pichincha, 8 de marzo de 1836) que, en conjunto,daban un total de 327.8 hectáreas; es decir, aproximadamente elárea total correspondiente a tierras de pastoreo y cultivoasignadas por la corona a cada pueblo de indios al momento de sur und ac I ón •
13. APL, Actas Ordinarias de Representantes, 1857, sesiÓn del 15d f..: oc: t.u l:w f.~ •
14. ANH/Q, Ministerio de Hacienda, Gobernación de Pichincha, c.503, 2 de agosto de 1836.
:1. ~:.i •
~i06 ,ANH/Q, Ministerio de Hacienda,\/01. 11,12 de .:üH".il dI;? 1844.
Gobernación de Pichincha, c •
16. {4PL.,~::it.~n t~.:U1 tes
L.ibro de Actas Extraordinarias de la Cámara de Repre1853-54-55-56, sesión del 27 de noviembre de 1856.
1"7. Citado por Chiriboga(1980: 52) .
18. Para la sierra norte, este fue el caso, por ejemplo, de losterrenos ejidales de (1) Moya, en la parroquia de Conocoto,rematados en 1836 (ANH/Q, Ministerio de Hacienda, Gobernación dePichincha, c. 503, 18 de abril de 1836); (2) Amagua~a (ANH/Q,Ministerio de Hacienda, Gobernación de Pichincha, c. 506, 11 desetiembre de 1844); (3) Yanaucar (ANH/Q, Ministerio de Hacienda,Gobernación de Pichincha, c. 506, 2 de octubre de 1844); (4)Malagche, en Mac:hachi (ANH/Q, Minist.erio de Hacienda, Gobernaciónde Pichincha, c. 506, noviembre de 1844); (5) L.alan, en Pilopata(ANH/Q, Ministerio de Hacienda, Gobernación de Pichincha, c. 506,noviembre de 1844); y (6) Pillare (ANH/Q, Minister'ie de Hacienda,Gobernación de Pichincha, c. 506, noviembre de 1844).
En la sierra central, sólo en la parroquia de Chimbo (Guaranda) ent.re 1840 y 1851 se vendieron 77.5 cuadras, 31.5 caballerías y 2 solares de tierras de resguardos en 2025.6 pesos (ANH/Q,Ministerio de Hacienda, Gobernación del Chimborazo, c. 104).Prevenientes de otras parroquias de Guaranda, se obtuvieron 2,104
57
pesos por tierras de igual naturaleza en 1844 (ANH/Q, Ministeriode Hacierlda~ Gobernación del Chimborazo, c. 104~ 10 de octubre de1844), Mientras que en Guano~ los resguardos de San Antonio deGuanpalá fueron rematados por 327 pesos (ANH/Q, Ministerio deHacienda, Gobernación del Chimborazo, c. 105, 10 de febrero de1849).
19. Estos datos consisten en el promedio calórico diario de uncampesino que, en 1934~ es de alrededor de 1.600 calorías contenidas en 200 grs. de trigo; 200 grs. de maíz; 200 grs.decebada, 15 grs. de leche, 20 grs. de sal, 30 grs. de panela, 22grs. de grasa, 100 grs. de tubérculos y 25 grs. de carne (TobarDonoso 1992:400). Asumo que la composición básica de la dietacampesina ha permanecido constante entre la primera mitad delsiglo pasado y 1834. Por otro lado, el valor de una lengua devaca de 1,300 grs. en 1856 era de 1 real~ el de media arroba desal era de 7 reales y el de un carnero grande, el de 9 reales(ANH/Q, l"r"iblAtos, 1838-1857, exp. 22). Finalmente, el valc)r ejeuna fanega de cebada en 1845 era de 1 peso y 3 reales; el demedia fanega de maíz~ 6 reales; el de media fanega de trigo, 1peso 4 reales; el de 4 varas de jerga, 5 reales; y el de seisvaras de lienzo, 1 peso 1 real (Oberem s/f:36).
20. Según Chiriboga el concierto recibía una parcela de un solar(Chiriboga 1980:75), lo que equivale a 1756 m2 (Enciclopedia delIdioma 1958). La producción de granos por solar ha sido calculada a partir de la producción en kilogramos por hectárea quelos canlpesinos de Canchis obtuvieron en un aRo de buena cosecha;entre 1979 y 1980 (Gonzáles de Olarte 1986:179-180). Estoscampesinos de la sierra sur del PerÚ trabajan en condiciones muyparecidas a la de los campesinos ecuatorianos de mediados delsiglo pasado; es decir, con tierras poco productivas, utilizandola fuerza de trabajo familiar y con la ayuda de instrumentos detrabajo sumamente simples.
21. ANH/Q, lndigenas, c. 1.72~ 1822-'V-ZO; c. 173, 15--VI-1837.
22. Un jornalero libre ganaba en la primera mitad del siglo XIX1.5 r"eales de salari.o diario (ANH/Q, Irldigenas, c. j.72, 1822-V29; y c. 173~ 15-VI-1837). Lo que ganaba un concierto era lamitad del salario de un jornalero libre; es decir~ 0.75 reales(Oberem s/f:6).
23. ANH/O, Cacicazgos, c. 21, 1776-1804, exp. 103.
58