el viaje por gabriel soto galindo

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El Viaje Gabriel Soto Galindo

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Novela Mitica - Espiritual sobre el recorrido y conforntacion del individuo consigo mismo.

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Page 1: El viaje por Gabriel Soto Galindo

El Viaje

Gabriel Soto Galindo

Page 2: El viaje por Gabriel Soto Galindo

El viaje

“Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz,si no solo haciendo consciente su propia obscuridad.”

C.G.Jung

Leonardo decidió partir.

Dejar la fácil comodidad y adentrarse en el mundo de la mágica inseguridad.

Dejaba mucho tras de si, familia, amigos, escuela, hogar, trabajo, un titulo, un nombre; pero el misterio que se habría ante si era aún mas grande y cautivante que todo lo que había abandonado.

Salió de su casa por la mañana, antes de la salida del Sol y solo dejo una pequeña nota que decía: “Los amo, pero necesito conocerme.”

Al subir al camión, un mundo desaparecía ante su mirada, pero nacía uno nuevo, un mundo sin nombre y categorías, un mundo indómito, salvaje y natural, donde la voz era para las aves, el viento y el rio. El reino de los arboles y el verdor.

Al llegar al poblado que Leonardo había elegido para su odisea interior, pudo sentir algo completamente nuevo. Sintió por primera vez en su vida, que estaba en el lugar en el que tenia que estar. Su ser se sentía lleno de vitalidad, no había pereza, ni somnolencia en su actuar. Tenía una atención dispuesta para todo, ya que todo era desconocido.

En medio de un claro en el bosque se encontraba la cabaña que con anticipación había construido, una en extremo sencilla cabaña de madera, pero que junto al encuadre de los arboles, la montaña y el cielo, hacia un cuadro precioso.

Leonardo tenía ya un trabajo, un trabajo con la tierra; trabajaba sembrando vida y acariciando pasto con sus manos; sus ojos trabajaban explorando inmensos horizontes y pequeños senderos realizados por insectos y veloces hormigas.

Sin embargo no todo fue deleite para Leonardo, ya que toda historia, no es historia si no cuenta con dolor, sufrimiento y dificultades.

En la obscura noche de la soledad, el hombre aprende a reconocerse y a observar toda su trágica humanidad. ¡Oh! Que engañado esta el hombre que se cree perfecto. Es imposible admirar la grandeza, sin antes reconocer la pequeñez.

Por lo tanto había días en que la melancolía y la desesperanza aumentaban. Un mundo de recuerdos lo atormentaba, los fantasmas del apego y del deseo lo visitaban. Irrumpían en la soledad angustiosa a media noche o cuando el crepúsculo se acercaba y uno anhela un poco de compañía para alumbrar la noche.

Claro que la oración y la meditación eran un bálsamo maravilloso, para los momentos de turbación. Sin embargo estos momentos no amenguaban, sino al contrario, aumentaban. Como si una fuerza misteriosa empujara el caos para rodear a Leonardo.

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Pensamientos cuales: ¿Qué es lo que estoy haciendo aquí? No logre nada de mi vida. ¡Estoy loco y enfermo! Creo que en realidad no merezco nada, ni a nadie. Soy débil por que no soporte las responsabilidades de la sociedad y la familia. ¡Estoy desperdiciando mi vida!.. Irrumpían en su mente cual una terrible violación y enturbiaban su tranquilidad y su paz.

Y una tarde, más que en cualquier otra, sintió surgir estas tinieblas dentro de si. Era una sensación que desgarraba el pecho y el alma, un dolor que inundaba el corazón y una confusión que reinaba sobre la razón.

Leonardo harto y desesperado cual una bestia salvaje, que hubiera estado encerrada en un largo cautiverio, entro sin pensar a su cabaña, tomo un afilado cuchillo y salió disparado hacia el monte, el monte de tres picos, que observaba siempre frente a su casa.

Fue una carrera frenética, pero a la vez fascinante, era como si un impulso instintivo manipulara su cuerpo y lo condujera a su destino.

Llego a la mitad del monte, donde nunca antes había llegado y en ese momento cayo el ocaso y todo se inundo de noche y Leonardo se dio radicalmente cuenta por primera vez, de que nunca antes había sabido donde había estado, ni quien era el.

Camino entre los arboles, ascendiendo por inhóspitas veredas y todo callaba, todo parecía solo y abandonado, como si este mundo no fuera nada, mas que un sueño momentáneo. Pero para Leonardo esta soledad parecía habitarse por extraños visitantes cada vez mas, esta extraña sensación de no estar solo, se apoderaba de su ser, cada vez mas.

Y no había ningún refugio a esas alturas, volver atrás era imposible ya.

Así que continuo ascendiendo, sin tener la menor idea de adonde iba a llegar. Al transcurrir tres horas de un lento y dificultoso caminar Leonardo llego al final, es decir al punto mas alto del monte. Y lo que vio allí lo dejo asombrado, la noche era profundamente obscura, era noche de Luna nueva, pero al dirigir su mirada hacia el nuevo horizonte, que siempre había sido ocultado por la montaña, diviso algo sorprendente: una única y solitaria estrella brillaba con un fulgor especial, cual si dentro de si contuviera millones de diamantes.

Al verla Leonardo se sintió reconfortado, cual si un halo de esperanza naciera en el.

Y en ese momento se dio cuenta de que estaba ahí, solo en la noche, con un cuchillo en la mano, que justifico con la idea de alguna amenaza. Apartado de todo, sin una cobija para protegerse del penetrante frio nocturno.

Sin embargo, por la intensa y extenuante caminata, Leonardo fue embargado por un pesado sopor, que lo hizo recostarse y acurrucarse junto a las raíces de un árbol, donde el sueño acabo por poseerlo.

Toda noche. Todo silencio. Todo misterio.

Pero, repentinamente Leonardo fue sacudido de su sueño, una voz, una voz en la noche, ¿era cierto aquello? Creía estar completamente solo, pero repentinamente se volvió a escuchar aquella voz, en medio de la obscuridad. No había duda ya, no era un sueño, alguien estaba ahí, aparte de el. Al tener aquella certeza, sintió como un frio angustiante lo recorría de las puntas de los pies, hasta la coronilla de la cabeza.

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¿De quien era esa voz? ¿Dónde estaba? ¿De donde provenía? Al principio no se distinguía bien lo que decía, pero al aguzar el oído mas, pudo escuchar que lo que la voz pronunciaba, eran insultos, maldiciones.

¡Era atroz escucharla! Sentir el pánico del infierno, cual la visita de un asesino a media a noche.

Y Leonardo busco temerosamente con la mirada, mas no vio nada.

La voz callo, creando una atmosfera paralizante, donde un minuto puede convertirse en una hora de angustiante dolor.

No soportando Leonardo ya, ni un instante más de ansiosa quietud, decidió incorporarse. Y apenas se hubo levantado un poco, sintió una terrible y sofocante mano tomándolo del cuello y una voz que le dijo al ido:

¡¿Qué crees que haces, maldito infeliz?!

Y sintió como un cuchillo se deslizaba lenta y profundamente sobre su cuello.

En ese momento todo se derrumbo, cayo hacia atrás y supo que iba a morir, había llegado su fin…

Al principio sintió desfallecer todas sus energías, cual si cayera en un abismo infinito, pero inmediatamente después sintió una oleada de nitidez, que lo embargaba e inundaba por completo, como si su energía se hubiera triplicado.

Volteo a su derecha y observo su propio cuchillo y al voltear a la izquierda, observo a su asesino. Ahí, junto a el, tirado en hierva, envuelto en las sombras.

Leonardo se quedo impactado y quiso conocer el rostro de su asesino, de la voz que lo atormentaba.

Sin miedo ya, tomo el cuerpo y lo llevo a la Luz y ahí pudo ver y observar su rostro, su propio rostro, falleciendo enfrente suyo, bajo la luz de media noche de la estrella inmensa y refulgurante.

Canta un pequeño pájaro y toda la mañana se levanta.

Leonardo despierta y siente el brillo inundar su rostro.

Y ahora escucha una dulce y hermosa voz que lo abraza y le dice:

“Aun a la noche mas obscura,

el Sol habrá de alumbrarla.”