ela^ndo la pwa condena la inter-, ^ achille ratti, tres...
TRANSCRIPT
-
"*
* ' EL MUNDO, SAN JUAN, P. R. - VIERNES 17 DE JUNIO DE 1938. '
ELA^NDO VERDAD Y JUST1CU
Edl torea: PKRTO RICO ILUSTRADO INC. Director: Jos Coll Vidal. Administrador: ngel Ramos.
Oficina*: XDIFICIO PUERTO RICO ILUSTRADO Apartado de Correo* S
> Precio de euecrlpeln EeUdoe Unidos y pal- Par ti Ixtrtnjero: ' incluyendo ambatino y eee dentro del Trata-
domlnieal. do Postali Ano 117.00 a Puerto Rico: Trlmaetr* 00
Semeetre 6.60 Bmaatr 7.50 "Ao . 10.00 Aflo _ _ . 14.00 Trimestre 4.71
Dirjase U correspondencia informa Uve. y literaria a la direccin. Para anuncio, comunicado, ate., dirjate al Administrador.
El proyecto de horas y salarios
La explicacin del comisionado Igle- sias se cae de su peso
Un reportero en el Vaticano
ACHILLE RATTI, TRES VECES DOCTOR A LOS 25 ANOS
En nuestra edicin de ayer insertamos las manifesta- ciones qut ti Comisionado Residente de Puerto Rico, seor Santiago Iglesias, hizo a nuestro corresponsal en Wash- ington a propsito de la ley que acaba de aprobar el Con- greso, estableciendo jornadas mximas de trabajo y escalas mnimas de salarios en las industrias que se dedican al co- mercio interestatal.
El proyecto de horas y salarios se ha venido conside- rando en el Congreso desde hace aproximadamente dos aos. Mientras se debata la medida en los comits y en las dos cmaras federales hasta quedar definitivamente aprobado, el leor Iglesias no dijo una palabra al propio Congreso y a Puerto Rico sobre el alcance de este proyecto; no les pre- vino acerca de los efectos que sus disposiciones podran re- flejar en nuestro incipiente desarrollo industrial; no recab el consejo de los organismos legislativos de nuestro pas; no solicit para su ms adecuada orientacin los puntos de vista.de las entidades representativas de nuestro comercio ni llev a cabo gestin alguna para persuadir al Congreso de ijue la extensin de la ley a Puerto Rico envolva una ma- nifiesta injusticia si no sa implantaba previamente el pro- grama de rehabilitacin en toda su amplitud y se colocaba a las industrial nativas en aptitud de soportar la carga eco- nmica que representa la nueva legislacin. Hasta ahora no tenemos conocimiento de que dier,a paso alguno encaminado a lograr que la vigencia del estatuto en nuestra Isla se con- dicionara a la extensin de todos los proyectos de auxilio y de todas las medidas rehabilitadoras promulgadas para fo- mentar al progreiivo desarrollo de las industrias, como ha ocurrido en todos los estados de la Unin.
Aprobada la ley de horas y salarios, el Comisionado Re- sidente ha credo conveniente salir de su mutismo y decir algo, probablemente para explicar*su inaccin. Sus mani- festaciones se limitan a consignar que la insistencia de Puerto Rico en cuanto a que se le d un trato igual al de los estados le impidi a l solicitar la exencin de la isla de las disposiciones de esta ley. La explicacin si es que, en efecto, se pretende dar una explicacin con esas palabras- resulta tan pobre, tan carente de lgica, tan vaca de senti- do que no creemos que convenza a nadie. Decir que no soli- cit la exencin porque el pas demanda igual trato, es, no ya una argucia, sino hasta cierto punto una burla. Es cier- to que Puerto Rico ha venido clamando por que se le d una participacin equitativa en los planes de reconstruccin, pero tambin es cierto que no lo ha logrado y que los limi- tadsimos beneficios que ha recibido no corresponden en forma alguna a sus necesidades perentorias ni a la contri- bucin que ha estado aportando para el fioanciamiento del programa rehabilitador. Dentro de la reforma social que impulsa el presidente Roosevelt, igual trato significa tener derecho, en proporcin equitativa, a todos los beneficios ins- tituidos para promover el bienestar general, y obligacin de contribuir* tambin en proporcin equitativa, al solven- to de los gastos que apareja el programa de recuperacin. Soportar todas las cargas, sin percibir todos los beneficios, no es trato igualitario, sino discrimen manifiesto. Y el he- cho de que la parte que ha venido siendo objeto de repeti- dos discrmenes, insista en que se le d trato de igualdad, no quiere decir que, al promulgarse una medida que entraa cargas adicionales, deban aceptarse stas sin una protesta, sin una observacin, sin un llamamiento al espritu de jus* ticia de la autoridad para que al propio tiempo que impone el gravamen, extienda el beneficio que permite soportarlo.
La explicacin que ha pretendido dar el Comisionado Residente se cae de su piso. El hecho de que la lila haya pedido igual trato no la obliga moralmente a aceptar de an- temano cuanta legislacin promulgue el Congreso, si no la resiste la estructura econmica de Puerto Rico, especial- mente cuando es lo cierto que los planes de reconstruccin operan aqui en una forma ostensiblemente restrictiva. El tratamiento de igualdad est supeditado en todo tiempo a normas de equidad y guarda justa proporcin con las nece- sidades pblicas, loi recursos econmico! y lai condicionei de vida de cada conglomerado.
Pero an hay algo ms. Si a Puerto Rico se hubieran hecho extensivos todos los proyectoi de rehabilitacin con la misma generosidad que han funcionado en el Continente y se hubieran dado a nuestras industrial toda las exencio- nes, bonificaciones, protecciones y facilidades que se han otorgado en el Norte, tampoco tendra razn de ser la indi- ferencia del seor Iglesias frente a este proyecto que entra- a una amenaza de ruina para la industria portorriquea, y tampoco podria aducirse a titulo de explicacin la falacia de qae no solicit la exencin porque la Isla demanda igual trato.- No basta recibir una participacin equitativa de los beneficios, ni basta recibir tratamiento de relativa igual- dad, para venir obligado a hacer esfuerzos econmicos que no eltn al alcance de la industria de la regin afectada ni para elevar los salarios a escalas que resultaran evidente-
mente ruinosas en las circunstancias actuales. Buena prue- de que eso es asi, categrica demostracin de que la ver-
dadera poltica del Nuevo Trato no pretende imponer car- gas excesivas a ningn sector, sino promover el fomento de loa negocios y el mejoramiento de loi niveles de vida to- mando en consideracin las condicione! prevaleciente! en cada regin, en cada zona, en cada estado, en cada territo- rio, ei la disposicin establecida en la ley de horai y sala- rio! en favor de los estados del Sur, al efecto de qae que- den exentas de cumplir sus providencias las industrias de estos *-tados que puedan probar que sufriran dificultades econmicas bajo la nueva legislacin.
Los estados del Sur, a pesar de que han estado recibien- do iodos los beneficios del programa rehabilitador, a pe-
i las cuantiosas asignaciones federales que han contri- ta propulsar su desarrollo industrial, a pesar del tra- F-ya de igualdad, sino preferente, que se lea ha otorga-
numerosos proyectos, plantearon en tiempo oportuno la necesidad de que la ley de horas y salarios no se aplica- ra en esa regin en la misma forma que en laa dems zonas del pae, porque sus industrias no haban alcanzado idnti-
desarrollo ni prevalecan all similares condiciones de ida; argumentaron su caso con'el inters que la importan-
i del asunto demandaba y lograron la exencin. Puerto co, que ha recibido muchos menos beneficios que los es-
tados del Sur y que slo cuenta con pequeas industrias, no tuvo en el Congreso una voz qut te levantara a demandar
Por THOMAS B. MORGAN CAPITULO XI
Del Seminarlo de Monza, Achule Ratti pas al Colegio de San Car- los Borromeo en Miln. Aqu es- tudi cuatro anos. Ya para cate tiempo se encontraba bien aden- trado tn la carrera eclesistica. Su decisin era final. Habla pasa- do mucho tiempo desde aquel dia en que su to el cura don Damien lo habla presentado al Arzobispo de Miln. De entonces ac slo se habla detenido a pensarlo en una ocasin: Cuando se descubri que su habilidad era excepcional para las matemticas. Sus superiores le pidieron que considerara si su futuro estaba en la astronoma o en las ciencias. Despus de una pausa se decidi por el sacerdocio. Todava senta la atraccin del afecto de don Damien y del Arzo- bispo DI Calablana. El encanto de la Iglesia lo llamaba.
Yo visita el Colegio de San Car- los Borromeo pero encontr que el arzobispado de Miln habla aban- donado su edificio original y cons- truido un colegio moderno entera- mente nuevo en Venegono en f\ llano de Lombardia, a quince mi- llas de la ciudad. El viejo edifi- cio habla sido dividido en aparta- mientos para viviendas. El piso de la calle estaba alquilado a tiendas y almacenes. Las grandes colum- nas del patio, talladas en piedra, conservaban an toda su belleza y su fuerza, como si desafiaran la aglomeracin que iba imponindo- se en la ciudad.
Vagu por los alrededores y en- tr a la tienda de un anUcuario. Le pregunt por el cambio. Pare- ca saberlo todo. Tenia alquilado para almacn el dormitorio donde, cuando estudiante, dorma Achule Ratti. En l habla encontrado va- rios pupitres escolares en uno de los cuales el Joven Ratti habla gra- bado su nombre y el ano 1875.
"Ese pupitre lo vend por seis- cientas liras", dijo lamentndose. La causa del lamento poda verse en su siguiente declaracin. "El que me lo compr se lo vendi en diez y siete mil liras a una per- sona que se lo regal al Cardenal Ratti cuando su ascensin al Pa- pado. A Achllle Ratti le agrad mucho el regalo y dijo: "En rea- lidad yo era un vndalo en .esos das".
En el Colegio sigui mantenien- do sus notas excelentes. El cate- drtico Del Grande le otorg el PrimuK Cum Eminentia en griego. En hebreo el catedrtico Antonio Cerlani, luego bibliotecario de la Biblioteca Ambroslana, le dio la prima corona.
Emprendi estos estudios prepa- ratorios con un celo indicativo de que eataba llamado a lograr emi- nencia eclesistica. Pero tal cosa no era entonces su meta. En aque- llos das, como durante los largos aos que le siguieron, nunca fu su ambicin una poaicin de gran- deza. Sus ideas eran mucho ms elevadas que pensar en sentarse en el trono del arzobispo en la Cate- dral de Miln, o de caminar en vestimentas rojas en una procesin papal de Roma. El se habla de- cidido por el santo sacerdocio sa- biendo que el camino estaba lleno de dificultades y privaciones. Co- noca la vida del humilde cura de parroquia. Recordaba la pobreza del cura don Volontleri en Deslo y habla vivido con su modesto to el cura de Aaso. Fu a esta ca- rrera a la que l se entreg de todo corazn.
Result tan bueno su trabajo en el Colegio que lo recomendaron a la atencin d e 1 arzobispo. Sali seleccionado como un aspirante brillante a los honores teolgicos. Se decidi que cursara sus prxi- mos estudios en Roma. En setiem- bre de 1876 despus de decirle adis a sus nadres y de recibir la bendicin de su to parti' a Roma al empezar el verdadero entrena- miento teolgico.
En esta poca ya se puede me-
dir el celo religioso de Achllle Ra- ti. Lleg a Roma cuando la Igle- sia atravesaba momentos difciles. Comenzaba la gran "pele a" del Gobierno italiano con la Santa Se- de. En esos das Pi IX era "el prisionero del Vaticano". Desde la edad de doce anos el joven RatU
der de los restos de Po IX (que muri en el 1870) y slo la inter- vencin de la polica impidi que los tiraran al Rio Tiber. Achule daba ahora sus paseos por las ca- tacumbas y hasta los cuatrocien- tos sepulcros santos que hacen de Roma el gran centro de la cris-
Achille Ratti, escribiendo en su oficina del Vaticano poco deapus de au ascensin al trono de San Pedro con el nombre de Pi XI. De acuerdo con loa record examinado* por Thomas B. Morgan, autor da esta obra, Achllle Ratti obtena invariablemente laa nota ms altas y loa primeros honorea de las clases desde sus primeros ao* de escuela elemental has- ta cuando prosegua estudios ms adelantados en Colegios y Seminarlos.
habla vivido a travs de un perio- do de fiero conflicto contra la Igle- sia. Sucedan muchos desrdenes y los curas se velan a veces en peligro de sus vidas. No se po- dan celebrar procesiones religiosas y los que rendan culto a Dios lo hacan en silencio y soledad.
Le hablan arrebatado al Pont- fice los estados de la Iglesia que se extendan sobre toda la Italia Central. Los franceses hablan re- tirado su guarnicin protectora al estallar la Guerra Franco-prusiana. Entonces el Ejrcito Italiano entr a Roma el 20 de setiembre de 1870 e hicieron de Roma la capital de Italia quitndosela a la soberana del Papa. Como protesta, Po IX se retir a los palacios del Vati- cano y cerr 1 a s puertas contra los invasores. Solicit la interven- cin de las potencias catlicas, pe- ro stas se encontraban muy ocu- padas en otros sitios. Y por afta- didura Blsmarck, que estaba .fun- diendo el Imperio Alemn a ''san- gre y fuego", habla desafiado ya a la Iglesia.
Todos estos acontecimientos en su pas y en el exterior, afectaron profundamente al joven estudiante. Toda Italia estaba desgarrada por la "pelea" como lo estaban tam- bin, y ms especialmente, las al- mas. La Innata devocin de todos los italianos a la Iglesia, con su poder centralizado en Roma, esta- ba sufriendo una dura prueba. La Iglesia era tanta parte de la na- cin italiana como podan serlo sus fincas, sus llanuras y sus mon- taas. Constitua un rasco sobre- saliente en el panorama de la vida italiana.
Achllle Raltl presenci este tras- torno espiritual y debido a su de- vocin lo sinti ms profundamen- te. Cuando viva en el Colegio Lombardo en Roma, que previa- mente habla estado cerrado ocho aos por la turbulencia de la po- ca, ahondaba ms y ms en las verdades de la fe. Ya l se encon- traba en Roma la noche del 13 de julio de 1881 cuando una loca mu- chedumbre antieclesistica se apo-
siquiera el mismo trato de los estados del Sur. El Comisio- nado-Residente estim su deber mantenerse impasible y de- jar que la ley se hiciera extensiva a Puerto Rico en la mis- ma forma en que va a regir en las zonas de mayor desarro- llo industrial de Estados Unidos, sin advertir a loa congre- sistas la enorme diferencia que existe entre la estructura econmica de la Isla y la del Continente, sin sealar el insos- tenible gravamen que la ley impone a nuestras pequeas in- dustrias, sin demandar siquiera como medida complementa- ria la extensin a Puerto Rico de todos los proyectos reha- bilitadores y de todos los planes de auxilio en la justa pro- porcin que nos corresponde.
En las declaraciones hechas a nuestro corresponsal en Washington, el seor Iglesias agreg que en su creencia la medida tal vez tenga eventualmente un buen efecto, aun- que quizs se tengan algunas dificultades durante el pero- do de reajuste. De estas palabras claramente se desprende que el Comisionado Residente no est seguro de que la ley pueda tener buen efecto siquiera para los trabajadores, que es a los que el estatuto trata de favorecer principalmente. Tampoco escapa a su criterio las dificultades econmicas que fl estatuto representa para la industria, aunque, mos- trndose optimista, estima que las dificultades desaparece- rn durante el perodo de reajuste. Bien pudiera ocurrir, sin embargo, que al llevarse a cabo el reajuste, desaparecir ran nuestras industrias. De nada valdra entonces que la ley fijara altoa salarios. Nuestra supeditacin poltica y econmica a Estados Unidos nos obliga a enfocar nuestros problemas sociales desde una base de realidad. Las normas de vida y de trabajo del Continente no pueden implantar- se en la Isla de una manera arbitraria ni con la rpidas con que se promulga una ley. Envuelven un proceso de adapta- cin, de crecimiento industrial, de desarrollo econmico, que toma tiempo y requiere condiciones favorablea para producirse. Una vez fijadas las escalas de salarios que es- tablece la ley federal, podran acaso desenvolverse nues- tras industrias?, podran competir con las industrias nor- teamericanas?
Al hacer estas observaciones, ratificamos nuestro cri- terio de que el salario del obrero portorriqueo debe mejo- rarse. Favorecemos toda medida encaminada a asegurarle ms altas condiciones de vida y de trabajo. Pero creemos que a eso debe propenderse y que eso puede hacerse sin po- ner en peligro la vida do nuestras industrias, porque al des- aparecer las industriaa, desapareceran las fuentes de traba- jo, y se hara ms angustiosa la situacin de nuestras clases obrera.
tlandad, siempre rezando por que se arreglara la gran "pelea".
Las arengas polticas de los es- tadistas y el odio suscitado por las demostraciones del populacho con- tra el clero y contra la Iglesia lo Inclinaban an ms hacia el sa- cerdocio. Estudiaba de buena fe y se mantena firme en su convic- cin de que el cisma podra solu- cionarse y de que la Iglesia triun- farla nuevamente en el corazn del pueblo italiano.
En estos aos de preparacin y formacin cuando los acontecimien- tos ejercan sobre l tal Influen- cia y lo templaban para los aos an ms difciles que estaban por venir. Achllle Ratti se aferraba a la creencia de que con el tiempo el pueblo y la Iglesia se uniran otra vez bajo la proteccin del es- tado, para gloria de la religin. Pero no poda ni siquiera soAsr que l estaba llamado a ser el Ins- trumento y el artfice en el gran plan que habra de unir las fuer- zas en conflicto mediante los Pac- tos Lateranenses.
Se dedicaba por completo al es- tudio de la teologa y de la cien- cia eclesistica. Conserv su re- putacin como buen estudiante en el Colegio Lombardo. Todos los anos reciba nuevos honores esco- lares. Afto tras ao sus incansa- bles esfuerzos y su bien arraigada sinceridad lo llevaban adelante preparndolo para las grandes mi- siones que le esperaban.
Complet los tres aos con los ms altos honores y a la edad de veinte y dos afios fu ordenado en la Iglesia de San Cario el Corso, en Roma, el 20 de diciembre de 1879.
No termin aqui su entrenamien- to eclesistico. Deseaba mayor preparacin y decidi tomar un curso de post graduado en la Uni- versidad Gregoriana de Roma, don- de gan la poco corriente distin- cin de obtener tres doctorados al terminar tres aftos. Le fu confe- rido el grado de doctor en teolo- ga, el 13 de marzo de 1882; doc- tor en ley canniga, el 9 de Junio de 1882, y finalmente el de doctor
en filosofa, el 13 de junio de 1882. Fu felicitado personalmente por el Papa Len XIII en una audien- cia privada que le fu concedida junto a su antiguo compaero Ales- sandro Lualdl. A la edad de vein- te y cinco afios Achllle Ratti po- da llamarse con razn un verda- dero erudita
El arzobispado de Miln ha he- redado una tradicin cristiana que slo supera Roma. En el tiempo de los apstoles, era Sede Obispal fundada poco tiempo despus de la Sede Romana. Pas a ser un ar- zobispado en-el siglo L San Am- brosio, uno de los cuatro doctores de la Iglesia antigua, gobern este arzobispado que tenia ritos y ce- remonias propias. Los siglos lo han intronlzado de modo imponen- te, entre las miles de dicesis de la Iglesia Romana.
El tiempo tambin le dio la ms grandiosa catedral gtica italiana, una de las mayores del mundo en- tero. Adornando sus delicados pi- nculos y espirales, nichos y co- lumnas, hay tres mil estatuas to- das tan perfectamente perfecciona- das que hacen de la abigarrada formacin una de subyugante ar- mona. Mark Twain qued mara- villado ante su majestuosa belleza. Esto, tiene Miln y mucho' ms. Visit sus seminarios, sus Iglesias, la Biblioteca Ambroslana, el pala- cio arzobispal, sus conventos y sus escuelas. Eclesisticamente Miln es estupenda.
Yo comprenda por qu Achllle Ratti volva a Miln. Se senta l tan atado a esta ciudad como un pescador a la mar. Por sus es- tudios habla ganado gloria en Ro- ma y en Roma pudo haber conti- nuado esa gloria; pero regres a Miln decidido a trabajar hasta el final de sus das como humilde cu- ra bajo las rdenes del arzobispo. Los dems estudiantes teolgicos de los colegios en Roma partieron tambin para sus respectivas di- cesis. Los habla de Wheeling, de Fort Wayne. de Sioux Falla, etc., y all se dirigan nuevamente con la esperanza de convertirse, si po- sible, en obispo de la dicesis. Se trataba de sus hogares. Mejor pre- feran ser qblspos de Wheeling, o de Fort Wayne, o de Sioux, Falls, o de donde fuera, que usar la pr- pura del mayordomo papal. AchIL le Ratti sali para Miln, el arzo- bispado de San Ambrosio y de San Carlos Borromeo.
Penetr en el histrico palacio del arzobispo de Miln, situado en el mismo centro de la ciudad y contiguo a la Catedral, sobrecogi- do por una mezcla de ansiedad, de esperanza y de humanidad. Ves- ta la sencilla sotana negra de un cura corriente. Pero con tres doc- torados a la edad de veinte y 'cin- co aftos, justificaba la confianza que el arzobispado habla colocado en l. Fu nombrado Instructor del seminarlo teolgico, -lo que constitua suficiente reconocimien- to a sus logros Intelectuales.
Era para estremecerse ante tan grande responsabilidad. Por su mente debi cruzar el pensamiento de que habra de convertirse en el blanco de las complicadas y abs- trusas preguntas de los estudian- tes. Ese pensamiento era suficien- te para llenar de recelos hasta a un instructor veterano que llega- ra a ese puesto. Pero Achllle Rat- ti se senta fortalecido por sus doc- torados. Estos le Infundan segu- ridad. Recibi del arzobispo la asignacin de enseflar teologa y filosofa, trascendentales temas que slo se podan asignar a los hom- bres que ya hablan dominado las grandes verdades tras las corrien- tes y las fuerzas que emanan de la voluntad divina y que gobler- nan las relaciones de la humani- dad.
Luego lo hicieron tambin Ins- tructor de hebreo.
Los rectores y los catedrticos del Seminarlo con quienes yo ha- bl, se entusiasmaban al mencio- narlo. Declan que desde el mo- mento en que el nuevo instructor (Contina en la pgina 16, Col. 2)
Habtie e*e.laIa>r\ m lo. producios de Cepa*
U |>l.t .