empezando a pensar el posporno villero

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Del preciado posporno al posporno villero Vínculos y tensiones entre los activismos sexopolítico y feminista argentinos contemporáneos y sus prácticas artísticas Rosario Castelli [email protected] Antroposex (FFyL, UBA) No podemos no temblar en el momento de pensar, de escribir y, sobre todo, de tomar la palabra, en particular cuando a falta de fuerza y de tiempo, lo hacemos de manera más o menos improvisada; y sobre todo cuando se trata de interrogarse, como a menudo estuve tentado a hacerlo en el pasado, explícitamente, literalmente, y de manera sistemática, sobre el sentido, los sentidos, los diferentes sentidos, a veces heterogéneos, así como sobre la esencia del temblor, sobre lo que quiere decir temblar. Derrida - “Cómo no temblar” La primera vez que se me ocurrió investigar sobre pornografía fue para un trabajo colectivo para un seminario de neurociencia y antropologia cognitiva. Era el vínculo entre pornografía e internet o los efectos drogas psicotropicas. Claramente ninguno de los dos temas funcionó, nunca terminamos el seminario. Pero en el camino, lo primero que lei fue a Bifo Berardi en un libro sobre netporn. Hablando de la conexión y la conjunción. Según Bifo, la conexión implica una relación entre segmentos bien formados, una compatibilización de cuerpos desingularizados. Conjunción implica singularidad, comunicación irrepetible entre cuerpos, conexión en cambio, implica integración entre los cuerpos en un no-espacio y un no-tiempo. Los procesos de cambio en nuestra época se centran en una alternancia entre conexión y conjunción, bajo el paradigma de intercambio entre organismos conscientes. El factor principal de este cambio es la inserción de lo electrónico en lo orgánico, la proliferación de dispositivos artificiales en el universo orgánico, el cuerpo, la comunicación y la sociedad. Los efectos de este cambio son la transformación de la

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Del preciado posporno al posporno villeroVnculos y tensiones entre los activismos sexopoltico y feminista argentinos contemporneos y sus prcticas artsticas

Rosario [email protected] (FFyL, UBA)

No podemos no temblar en el momento de pensar, de escribir y, sobre todo, de tomar la palabra, en particular cuando a falta de fuerza y de tiempo, lo hacemos de manera ms o menos improvisada; y sobre todo cuando se trata de interrogarse, como a menudo estuve tentado a hacerlo en el pasado, explcitamente, literalmente, y de manera sistemtica, sobre el sentido, los sentidos, los diferentes sentidos, a veces heterogneos, as como sobre la esencia del temblor, sobre lo que quiere decir temblar. Derrida - Cmo no temblar

La primera vez que se me ocurri investigar sobre pornografa fue para un trabajo colectivo para un seminario de neurociencia y antropologia cognitiva. Era el vnculo entre pornografa e internet o los efectos drogas psicotropicas. Claramente ninguno de los dos temas funcion, nunca terminamos el seminario. Pero en el camino, lo primero que lei fue a Bifo Berardi en un libro sobre netporn. Hablando de la conexin y la conjuncin. Segn Bifo, la conexin implica una relacin entre segmentos bien formados, una compatibilizacin de cuerpos desingularizados. Conjuncin implica singularidad, comunicacin irrepetible entre cuerpos, conexin en cambio, implica integracin entre los cuerpos en un no-espacio y un no-tiempo. Los procesos de cambio en nuestra poca se centran en una alternancia entre conexin y conjuncin, bajo el paradigma de intercambio entre organismos conscientes. El factor principal de este cambio es la insercin de lo electrnico en lo orgnico, la proliferacin de dispositivos artificiales en el universo orgnico, el cuerpo, la comunicacin y la sociedad. Los efectos de este cambio son la transformacin de la relacin entre conciencia y sensibilidad y la desensibilizacin en aumento en el intercambio de signos, que proviene de la digitalizacin de estos signos y la mediatizacin de las relaciones sociales. La conjuncin implica un criterio semntico de interpretacin. Cuando los sujetos entran en conjuncin los unos con los otros, se produce un intercambio de signos, que deben ser interpretados en base a la intencin, el contexto, la forma, lo no-dicho. La conexin, en cambio, requiere un criterio de interpretacin puramente sintctico, con un umbral de tolerancia muy bajo para la ambigedad en los intercambios de mensajes. Hoy 4 aos vuelvo a leer a Bifo, define a la solidaridad social no como un valor moral sino como la continuidad de la relacin entre individuos en el tiempo y el espacio. La percepcin de la continuidad del cuerpo propio en el cuerpo de los otros, la percepcin de la coherencia de mi inters con tu inters constituye la base material de la solidaridad". No podemos revolucionar nuestros vnculos sexoafectivos sin revolucionar todos nuestros vnculos. Desde fines de los aos sesenta, en Argentina, el activismo sexopoltico articulado en torno a la subversin de las normatividades sexuales y el movimiento feminista en su lucha contra el patriarcado como sistema de dominacin, han desarrollado una serie de prcticas artsticas en tanto dispositivos de accin micropolticos, en busca de construir nuevas formas de enunciacin y de subjetividades polticas. (Richard, 1993; Rosa, 2007; Davis 2010). En este trabajo me interesa identificar la conjuncin que articula los campos de conocimiento, accin y reflexin sobre arte, poltica, gnero y sexualidades, a partir de la descripcin y anlisis de las prcticas artsticas desarrolladas por el activismo sexopoltico y feminista en la Argentina contempornea. Particularmente en esta primera aproximacin el foco est puesto en la conformacin de una escena local que se identifica con el posporno. Leemos hoy una nota sobre posporno y es la misma nota que hace 3 aos, citando a l*s mism*s autor*s, europe*s y estadounidenses, blanc*s, de clase media alta, con sus prcticas pretenciosamente subversivas y novedosas, que compramos como originales cuando ya se hacan en los 70s. Pensamos, por ejemplo, en acciones performticas como sacarse poesas de la vagina, en reivindicar la sangre menstrual, en los dildos ya presentes en cortos porno de 1920, De qu forma hoy estas prcticas artsticas pueden ser subversivas? Se puede pensar el posporno como un mero producto artstico?

En este sentido, este trabajo es una exploracin que parte de reconocer la genealoga de la escena local de la desobediencia sexual en el arte a partir de diferentes campos de produccin epistemolgica y poltica. Lo que presento en esta ocasin es un posible recorrido poltico epistemolgico que permita pensar estas prcticas artsticas desde una perspectiva descolonial, antirracista, activista. Con esto me refiero a pensar las prcticas que ocupan la escena local, pero tambin pensar qu prcticas queremos construir y desde que paradigma. Me pregunto en este trabajo de qu manera conectar las experiencia artsticas que se enmarcan en esta configuracin poltica, con las problemticas concretas que produce el mismo rgimen capitalista heteropatriarcal y racista que se sostiene por el control y la jerarquizacin de los cuerpos y de las sexualidades. Cmo pensar un proyecto geopolticamente situado, comprometido con develar las estructuras de poder, que apunte a cuestionar y subvertir las opresiones no solo de sexo y gnero, sino tambin las de clase, raza, etnia, nacionalidad, etc.

A modo de estado del arte, retomo en primer lugar los postulados del pensamiento queer y del feminismo posestructuralista, con antecedentes centrales como las crticas del feminismo materialista de fines de los 70s, a la idea de "mujer" como realidad biolgica, y al sujeto poltico del feminismo: la mujer blanca, heterosexual y de clase media (Wittig, 2006), las crticas desde el lesbianismo a la heterosexualidad obligatoria como rgimen poltico (Rich, 1980; Wittig, 2006) y las teoras de la diferencia sexual (Irigaray 1982, Braidotti 2004) y las fuertes crticas a la naturalizacin y la dicotomizacin naturaleza/sexo/cuerpo cultura/gnero/mente vigente en el sistema sexo/gnero (Rubin, 1998).

Por otro lado, resulta fundamental para pensar en la posibilidad de un posporno situado, la construccin de genealogas feministas desde una perspectiva descolonial, resaltando la produccin artstica, la produccin terica y el pensamiento de las feministas lesbianas, indgenas, inmigrantes, afrodescendientes, latinas, y tercermundistas, de clase trabajadora en los EEUU. Las rupturas epistemolgicas a partir de su fuerte cuestionamiento al esencialismo del sujeto mujer y su programa de accin fuertemente crtico en torno a los saberes y la construccin del conocimiento universalizantes y racistas del feminismo blanco occidental (Moraga y Castillo 1979; Anzalda, 1987; bell hooks, 2004). En este sentido partiendo de las teoras que abordan la colonialidad del poder/saber en Amrica Latina, partimos de la idea de un sur geopoltico y entendemos al cuerpo como territorio sobre el que van a operar los distintos regmenes de subordinacin. Los aportes a este campo de parte del feminismo descolonial, tanto desde sus postulados tericos, como desde las crticas y producciones artsticas, se constituyen en la plataforma transdisciplinar y sincrtica, desde la cual cuestionar las relaciones de poder condicionadas por la clase, la raza, el gnero y la sexualidad (Curiel, 2007; Lugones 2008; Espinosa Mioso, 2011). Asimismo, las crticas desde la teora de arte feminista a los modelos de representacin permitieron y permiten desnaturalizar las construcciones visuales que fijaron lo que se entendi histricamente por mujer, develando la ideologa detrs de la representacin y subvirtiendo la forma tradicional de entender lo poltico (Aliaga, 1997; Rosa, 2007).La transdisciplinariedad de las teoras crticas citadas anteriormente y la fuerte vinculacin con los movimientos sociopolticos crticos de la regin, aparecen como elementos claves para comprender las rupturas con los modelos tradicionales del arte y su creciente politizacin en el contexto Latinoamericano. Las prcticas artsticas a las que me refiero se inscriben en un arte crtico, centrado en la deconstruccin de los sistemas de representacin dominantes (Foster, 1985) entendiendo que no es posible pensar en un adentro/afuera del poder, sino ms bien que es necesario generar acciones micropolticas (Foucault, 1992; Rolnik y Guattari, 2005) que operan en los planos performativo, artstico, conceptual y existencial como formas de producir cambios irreversibles en la cartografa vigente. La produccin de conceptos y de formas de existencia se vuelven actos de creacin artstica (Rolnik, 2010).El arte, especialmente a partir de las dcadas de los 60 y 70, se convierte en una plataforma desde la cual comienzan a articularse toda una serie de crticas dirigidas contra las jerarquas sexuales de las sociedades heterocapitalistas. El cuerpo aparece en el arte como un campo de batalla (Kruger), un soporte de insubordinacin poltica, como lugar y objeto de la reivindicacin, por parte de los activismos feministas, transfeministas, sexopolticos y queer (Barragn Diego, 2007; Davis, 2010). El concepto de tecnologa de gnero para pensar la produccin sexopoltica de los cuerpos tal como lo articula Teresa de Lauretis permite concebir los cuerpos como superficies sobre las que se inscriben los modelos y representaciones de masculinidad y feminidad hegemnicos de cada sociedad (de Lauretis, 2000). Este recorrido habilita, siguiendo a Haraway, la comprensin del cuerpo ya no como una materia pasiva sino [como] una interface tecno-orgnica, un sistema tecnovivo segmentado y territorializado segn diferentes modelos.En esta lnea, los anlisis de Preciado sobre el activismo performativo acorde a la crtica de Judith Butler, consideran diferentes prcticas artsticas de colectivos sexopolticos y feministas, que sentaron las bases para lo que se conocer a partir de los 90s como artivismo queer articulado en torno a la produccin de visibilidades, cuerpos y subjetividades disidentes (Preciado, 2008). Tambin es importante destacar el trabajo hecho por Juan Vicente Aliaga sobre el impacto de las sexualidades en las prcticas artsticas y su labor junto a Patricia Mayayo reivindicando la genealoga de artistas feministas en el Estado Espaol (Aliaga, 1997).En Amrica Latina, las organizaciones sexopolticas y feministas que surgieron contemporneamente a los movimientos gays, lsbicos y trans post-Stonewall articulados en torno a la poltica de identidad y al calor de la militancia revolucionaria de los 70s, fueron abatidas por las dictaduras militares y a duras penas sobrevivieron en la clandestinidad o el exilio (Rosa, 2007). Consolidando sus luchas desde los espacios de la vida cotidiana, la familia y la comunidad, las mujeres incidieron en la esfera pblica a travs de la esfera privada, reconfigurando el vnculo entre lo poltico, el cuerpo, el gnero, la sexualidad y la violencia (Mendoza, 2009). Se da en el sur geopoltico y particularmente en Argentina, lo que varios/as autores/as han coincidido en llamar activismo artstico para referirse a algunas iniciativas individuales y colectivas cuyas prcticas artsticas se corren de los circuitos tradicionales, poniendo en tensin las viejas formas de representacin, produccin y circulacin y trabajan en relacin directa con el contexto poltico y los movimientos sociales de los cuales forman parte (Longoni y Mestman, 2000, Red de Conceptualismos del Sur 2009).

La reflexin no puede limitarse nicamente al lenguaje sino que involucra tambin nuestra mirada, la representacin visual, la imagen y los sentidos (Ardvol, 1994). En este sentido la investigacin se enmarca en el campo transdisciplinario de los Estudios Visuales y su objeto -la cultura visual-, en un contexto en el que el mundo se ha convertido en una imagen (Debord 2002). La Cultura Visual en tanto estructura interpretativa fluida (Mirzoeff, 2003) permite analizar de qu maneras accionan las prcticas visuales y artsticas, focalizando en la experiencia visual cotidiana y no en los escenarios especficos de observacin tradicionales y estructurados. A la vez contribuye a la comprensin de las respuestas individuales y sociales a estas producciones (Brea, 2006; Pollock, Guasch, 2000), lo visual es concebido como un modo de intervencin critica en el mundo poltico (Rivera Cusicanqui, 2010). La mirada se centra y participa en la construccin activa del presente en tanto espacio friccional que opera como escenario donde se producen los dispositivos artsticos, se ponen en tensin y se actualizan de manera constante (Brea, 2006).

Actualmente en la Argentina podemos identificar una gran cantidad de prcticas, espacios y organizaciones activistas vinculados al gnero y las sexualidades. El recorte en este caso se centra en los los activismos sexopolticos y feministas comprometidos con el cambio cultural y la incidencia en las subjetividades. Aquel activismo que se reconoce a s mismo como disidente de las normativas en torno a las sexualidades y que articula su proyecto poltico en torno a la desprogramacin del gnero, a travs de la descolonizacin del deseo y de los cuerpos, desde una perspectiva que contempla la imbricacin de los regmenes de poder de clase, raza, sexo y gnero. El activismo sexopoltico articulado en torno a la subversin de las normatividades sexuales y el movimiento feminista en su lucha contra el patriarcado como sistema de dominacin, han ido desarrollado una serie de prcticas artsticas en tanto dispositivos de accin micropolticos, en busca de construir nuevas formas de enunciacin y de subjetividades polticas.Cmo politizamos esta experiencia artstica? Alcanza nicamente con el cuestionamiento del rgimen de (hetero) sexualidad hegemnico? A qu o a quines termina siendo funcional una problematizacin de la sexualidad que no cuestione el orden social en todas sus dimensiones?

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