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EMPLEO PÚBLICO. CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE REGLAMENTOS.DOCENTES INTERINOS. CONSTITUCIONALIDAD DE LOS INTERINATOS. ESTABILIDAD.IGUALDAD ANTE LA LEY. SALUD. JUNTAS MÉDICAS. ACTOS PROPIOS.

Tomo 2, folio 297

En la ciudad de Santa Fe, a los nueve días del mes de diciembre del año dos mil tres, se reunieronen acuerdo los señores Jueces de la Cámara de lo Contencioso Administrativo N/ 1, doctores Luis AlbertoDe Mattia y Federico José Lisa, con la presidencia del titular doctor Alfredo Gabriel Palacios, a fin de dictarsentencia en los autos caratulados “GODOY, Héctor Raúl contra PROVINCIA DE SANTA FE (Expte.C.S.J. 292/00) sobre RECURSO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO” (Expte. C.C.A.1 n/ 67, año2001). Se resolvió someter a decisión las siguientes cuestiones: PRIMERA: ¿es admisible el recursointerpuesto?; SEGUNDA: en su caso, ¿es procedente?; TERCERA: en consecuencia, ¿qué resolucióncorresponde dictar?. Asimismo se emitieron los votos en el orden que realizaron el estudio de la causa, osea doctores Lisa, Palacios y De Mattia.

A la primera cuestión el señor Juez de Cámara doctor Lisa dijo:I.1. El señor Héctor Raúl Godoy interpone recurso contencioso administrat ivo contra la Provincia

de Santa Fe impugnando el decreto 698/98, mediante el cual el Poder Ejecutivo dispuso su cesantía en loscargos de Secretario Interino de la Escuela Primaria 1246 y de Prosecretario de 1ra. categoría Interino dela Escuela de Enseñanza Media 203 (ambas de la ciudad de Reconquista), con fundamento en el artículo12 del decreto 4597/83.

Al efecto, relata que inició su carrera docente en el año 1977; y que, a raíz de padecer de“espondilo artrosis anquilosante”, una Junta Médica Especial, el 28.2.1997, dictaminó que padecía de unaincapacidad parcial permanente del 35%, aconsejando el otorgamiento de tareas diferentes definitivas.

Expone que a partir de dicho momento, efectuó diversos trámites vinculados a su licencia porenfermedad y a su situación de revista en lo que refiere a las tareas que le debían asignar, tanto ante lasautoridades del Ministerio de Educación como de los establecimientos en los que se desempeñaba.

Agrega que fue reintegrado a sus tareas habituales, a pesar de su estado de salud; y que mientrasocurría todo lo relatado anteriormente, era escalafonado de acuerdo al resultado del Concurso de Ingresopara Prosecretarios de Escuelas Medias, aceptando el cargo que se le ofreciera en el E.D.I.M. 203 comotitular.

Que, finalmente, el Poder Ejecutivo provincial dictó el decreto 698/98, por el que se resuelve sucesantía en los cargos que desempeñaba, con base en el artículo 12 del decreto 4597/83.

Sost iene que si bien el artículo 11 del decreto 4597/83 establece que para tener derecho a losbeneficios que consagra el art ículo 10 (tareas diferentes) el docente debe ser titular del o de los cargos ycontar con una antigüedad mínima de 18 años de servicios debidamente reconocidos (para tareas diferentesdefinitivas),dicha norma lesiona evidentemente derechos constitucionales; y que, la Administración pretenderestringir y desconocer el derecho del trabajador en general y en particular del docente a reinsertarse en unatarea acorde a su incapacidad, y, por parte, la obligación que tiene cualquier empleadora a permitir y facilitardicha reinserción.

Añade que la empleadora pretende desvincularse de las incapacidades que posee, las que sonposteriores a su ingreso como docente a la Administración; y que la “propia Administración reconociendomi derecho me asignó en tareas diferentes definitivas, lo cual implica reconocer mi capacidad residual yademás la necesidad de contar con un personal administrativo”. Cita jurisprudencia “con referencia a lasituación que nos ocupa, en el ámbito privado (artículo 212 de la L.C.T.).

En similar sentido, plantea que la medida impugnada viola la teoría de los actos propios; que lamedida impugnada viola lo establecido por el artículo 113 de la Constitución provincial; que el decreto4597/83 introduce requisitos arbitrarios para lograr el otorgamiento de tareas diferentes -en particular, losreferidos al carácter de titular y a los años de antigüedad docente-; que se aparta, al respecto, de otrosregímenes estatutarios de la Provincia; que se contrapone con lo dispuesto en el artículo 23 de las NormasGenerales del Reglamento de Suplencias del decreto 4762/82, “que establece taxativamente las causales decese de los suplentes, género dentro del cual quedan comprendidos los interinos, ya que la causal por la cualse me pretende cesar, no figura en la enunciación de causales de cese de dicho personal”.

Sostiene, a mayor abundamiento, que lo dispuesto en el decreto 3869/99, por el cual el PoderEjecutivo dispone facultar al Ministerio de Educación a reubicar al personal docente al que se le hayaaconsejado el desempeño de tareas diferentes y que no reúna las condiciones exigidas para acceder a suconcesión por el artículo 11 del decreto 4597/83, viene a reforzar su posición en lo referido a la

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arbitrariedad de dicha norma.Recuerda que las causales de cesantía deben ser de interpretación restrictiva.2. Declarada, por la Presidencia de la Corte Suprema de Justicia, la admisibilidad del recurso

interpuesto (f. 89), comparece la Provincia (f. 97) y contesta la demanda (fs. 104/108).Luego de una detallada negativa considera que el recurso es improcedente.Describe las normas aplicables, y concluye que el actor, tal como él reconoce, por lo menos no

reunía -para ejercer tareas diferentes en los términos del artículo 10 del decreto 4597/83- el requisito de sertitular de los cargos que ejercía, por lo que no quedaba otra alternativa que disponer su cesantía.

Insiste en que de las aplicables surge que los suplentes e interinos no gozan del derecho deasignación de actividades diferentes, ni transitorias, ni definitivas, pues al establecer los requisitos, se exigeen ambos casos “titularidad del o los cargos desempeñados”, requisito éste que evidentemente no puede seracreditado por ellos.

Entiende que no puede hablarse de norma arbitraria, discriminatoria e inconstitucional, por cuantoel reglamento citado fue emitido por órgano competente dentro de sus facultades legales y constitucionales(artículo 72, inciso 4 de la Constitución provincial), teniendo en cuenta las particularidades propias delpersonal docente y auxiliar docente y el particular interés público en juego (enseñanza pública), por lo queno puede equipararse a otras reglamentaciones que regulan prestaciones de servicios totalmente disímilesy con otros intereses en juego; máxime teniendo en cuenta que el recurrente es personal interino y que,como tal, carece de la estabilidad propia del titular del cargo.

De allí extrae que la norma en examen no revela una colisión palmaria con los principiosconstitucionales, sino que refleja una razonable reglamentación de derechos, contemplando solucionesjurídicas disímiles para situaciones también disímiles, como las del personal docente titular y del suplentee interino.

En ese sentido, señala que en el caso de los titulares la regla es la estabilidad, de modo que, salvoacontecimientos extraordinarios, el docente que ingresa se mantiene en dicho cargo; y que, por el contrario,en el caso de los interinos y suplentes, el principio es el contrario, pues su situación es esencialmenteprecaria y se vincula con la subsistencia de las necesidades que motivaron la asignación.

Por otra parte, refiere a que el suplente ingresa al servicio para cubrir una necesidad concreta: lafalta de prestación del servicio educativo en razón de que el titular se encuentra ausente transitoria(suplente) o definitivamente (interino); por ello, no resulta válido pensar que generándose el ingreso delsuplente o interino “para cubrir una necesidad concreta”, luego, ante una situación personal del mismo (suincapacidad para cumplir dicha función) deba ser reubicado en un cargo distinto de aquel cuya necesidadde cobertura generó su ingreso.

Estima que ello contraría los intereses públicos comprometidos, en tanto para solucionar elproblema de una necesidad (derivada de la ausencia temporaria o definitiva del titular) se estarían utilizandodos cargos; lo que evidentemente no puede ser así, pues el suplente o interino sólo suple una ausencia, ysu posición sólo se mantiene en relación al cargo que suple.

Luego, si a partir de una situación personal no puede continuar con el desempeño de las funcionespara las que ingresó, no puede obligarse a la Administración “a cargar con dos cargos”, cuando la situación(ingreso) se justificó en las necesidades de uno solo.

Considera que la norma resulta razonable, no lesionando el principio de igualdad, ni el derecho ala carrera, por cuanto él se limita a la posible carrera que puede desarrollar durante su desempeño comosuplente, mas no un derecho a la carrera docente en sí misma.

Por último, expresa que el decreto 3869/99 -de reubicación del personal docente al que se le hayaaconsejado el desempeño de tareas diferentes y no reúna las condiciones exigidas por el artículo 11 deldecreto 4597/83- establece un mecanismo de carácter “extraordinario”, fundado en indudables razones deinterés público, como ser la necesidad de “cobertura de determinadas funciones en su seno, que en muchoscasos no pueden ser atendidas por la inexistencia de cargos vacantes o de disponibilidad presupuestaria parasu creación o financiamiento”, pero que no modifica, ni puede modificar, la situación del personal que enaños anteriores fuera dejado cesante en base a la normativa entonces vigente, la que -por otra parte- no hasido derogada ni modificada por el mencionado decreto.

Pide, en suma, el rechazo la demanda, con expresa imposición de costas.Abierta la causa a prueba (f. 112) y producida la que consta en el expediente, alegan las partes

sobre su mérito (fs. 292/294 y 295/302 vto.).Dictada (f. 303 vto.) y consentida la providencia de autos, queda la causa en estado de ser resuelta.3. De conformidad al artículo 23, inciso a), de la ley 11.330, corresponde emitir pronunciamiento

sobre la admisibilidad del recurso.

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Al respecto, no se han invocado, ni se advierten, razones que justifiquen apartarse del auto obrantea foja 89 (C.S.J.P.: A. y S. T. 172, pág. 5).

Voto, pues, por la afirmativa.A la misma cuestión, los señores Jueces de Cámara doctores Palacios y De Mattia coincidieron con

lo expresado por el señor Juez de Cámara doctor Lisa, y votaron en igual sentido.A la segunda cuestión, el señor Juez de Cámara doctor Lisa dijo:II. Conforme surge del relato efectuado al tratar la primera cuestión, y tal como lo entendió la

Corte Suprema de Justicia al denegar el pedido cautelar (A. y S. T. 166, pág. 258; considerando II.2.), elplanteo del actor acerca de la ilegitimidad del acto de cesantía impugnado se resuelve, en primer lugar, enun cuestionamiento a la constitucionalidad del decreto 4597/83 (Reglamento de Licencias, Justificaciones,Franquicias y Examen de Aptitud Psicofísica para el Personal Docente y Auxiliar Docente dependiente delMinisterio de Educación y Cultura), en cuanto exige, para obtener el derecho a la asignación de tareasdiferentes, la titularidad en el cargo y determinada antigüedad (artículo 11).

Considera, en ese sentido, que la norma en que se funda el acto administrativo viola el artículo 113de la Constitución provincial (que garantiza la estabilidad y la carrera profesional del docente), y el genéricoderecho a trabajar, estableciendo requisitos a los que tilda de arbitrarios y caprichosos, además de extrañosa los otros regímenes a que refiere.

En segundo lugar, el recurrente también cuestiona la legitimidad del acto de cesantía con base enotros argumentos normativos, a saber: a) violación de lo dispuesto en el artículo 23 del decreto 4762/82(Reglamento de Suplencias para el Personal de Supervisión, Directivos, Docentes y Auxiliar Docente); yb) el decreto 3869/99 implicaría un reconocimiento de la ilegitimidad de la norma cuestionada.

En tercer lugar, invoca -también como sustento de la ilegitimidad del acto administrat ivoimpugnado- la doctrina de los actos propios.

1. Considero que el planteo en definitiva referido a la inconstitucionalidad del artículo 11 deldecreto 4597/83, debe rechazarse.

Previo a exponer los fundamentos de tal conclusión, corresponde precisar que el acto de cesantíaimpugnado (decreto 698/98) reconoce como fundamento expreso (segundo considerando) la circunstancia-no discutida en autos- de que el docente no reúne “el requisito de titularidad”, no haciéndose alusión -nien ese acto, ni en las actuaciones que precedieron a su dictado- al requisito de la antigüedad.

En tales condiciones, el requerido examen de constitucionalidad versará exclusivamente respectodel mencionado requisito de la titularidad, único, pues, que al menos actualmente le causa agravio alrecurrente.

a. A los fines de concluir en la constitucionalidad del referido reglamento en el aspecto cuestionado,debe partirse de los reiterados criterios generales sentados, tanto por la Corte nacional como por la Cortelocal y este Tribunal, en punto a ese especial tipo de control.

Así, en autos “Vega” (S. T. 1, pág. 381), esta Cámara ha recordado que “la declaración deinconstitucionalidad es un acto de suma gravedad inst itucional y última ratio del orden jurídico, por ende,un remedio extremo, al cual sólo cabe acudir cuando no existe otro modo de salvaguardar el derecho ogarantía que, amparado por la Constitución, se ve obstaculizado por una norma de jerarquía inferior”(C.S.J.N.: Fallos: 247:387; 249:51; 303:248; 304:849 y 1069; 311:394); agregando que igual criteriomantiene la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, la que, siguiendo a Cooley en sus “Principiosgenerales de Derecho Constitucional en los Estados Unidos de América” (Peuser, Bs. As., 1898, págs. 142y ss.), expresó que los jueces no deben disponer la inconstitucionalidad de las leyes “a no ser que seaabsolutamente necesario para la decisión de una causa. Por consiguiente, en cualquier caso en que se planteeuna cuestión constitucional, si el expediente se presenta algún otro fundamento claro, sobre el cual la Cortepueda apoyar su fallo y hacer perder con ello la importancia de la cuestión constitucional, la Corte adoptaráese camino dejando la consideración del poder constitucional, hasta que se presente un caso que no puedaresolverse sin considerarla y en el que, por consiguiente, sea inevitable una decisión sobre dicha cuest ión”(“Atienza”, A. y S. T. 175, págs 70/81).

De lo contrario, agregó este Tribunal en “Calaón” (S. T. 1, pág. 493), se desequilibraría el sistemaconstitucional de los tres poderes, que no está fundado en la posibilidad de que cada uno de ellos actúedestruyendo la función de los otros, sino en que lo haga con la armonía que exige el cumplimiento de losfines del Estado, para lo cual se requiere el respeto de las normas constitucionales y del poder encargadode dictar la ley.

La Corte Suprema -añadió- al ejercer el elevado control de constitucionalidad, debe imponerse lamayor mesura, mostrándose tan celosa en el uso de sus facultades como del respeto que la CartaFundamental asigna, con carácter privativo, a los otros poderes (C.S.J.N. Fallos, 226:688; 242:73; 285:369;

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300:241, 1087; 314:424; C.S.J.P. A. y S. T. 128:52, entre muchos otros).Aunque esos criterios fueron principalmente delineados en torno a la constitucionalidad de las

leyes, no observo obstáculos para trasladarlos a los actos reglamentarios del Poder Ejecutivo, los que,maguer el distinto procedimiento de formación, igualmente resultan del ejercicio de una potestad consagradaconstitucionalmente (artículo 72, inciso 4, Constitución provincial; C.S.J.P.: criterio de “Federico Meiners”,A. y S. T. 142, pág. 476).

Ello, sin perjuicio de que tanto la función reglamentaria como la legislativa del Estado, participan,desde un punto de vista estrictamente material, de similares notas típicas.

En efecto, siempre desde el punto de vista material, el reglamento “se caracteriza por contenerdisposiciones de carácter general e impersonal -razón por la cual es fuente de Derecho-...” (C.S.J.P.:“Bernardi”, A. y S. T. 109, pág. 443).

b. Aclaro ello, corresponde, en primer lugar, confrontar la norma impugnada con el artículo 113de la Constitución provincial, el cual -en lo que ahora interesa- dispone que “la ley asegura al docente unrégimen de ingreso, estabilidad y carrera profesional según sus méritos y estimula y facilita superfeccionamiento técnico y cultural”.

Ya se ha dicho que el actor invoca, concretamente, los derechos a la estabilidad, a la carrera y elgenérico a trabajar.

Al respecto, señalo que el agravio, especialmente en cuanto fundado en la estabilidad, debedesecharse, en razón de que se trata de un derecho que claramente no le asiste al recurrente en su condiciónde interino.

En ese orden, el primer dato a tener en cuenta es el normativo.De conformidad al artículo 1 del decreto 4762/82, se considera personal “suplente” al que se

desempeña con carácter transitorio, aclarándose a qué personal, a los efectos de dicho reglamento, sedenomina “interino” y “reemplazante”.

De ese modo, el “interino” -que se desempeña en un cargo vacante- aparece, junto con el“reemplazante”, como una especie del género “suplente”, y, por ende, participa de la nota de transitoriedadque le imprime dicho género, y lo torna -por definición- extraño al derecho a la estabilidad.

En similar orden, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia desde antaño destaca la nota de latransitoriedad y precariedad como consubstancial de los interinatos.

Así, in re “Zenarruza” (A. y S. T. 41, pág. 44, pág. 239), señaló que en los interinatos “la notadominante lo constituye la ‘transitoriedad’”, en conexión con la vacancia de un cargo; poniendo de relieveen autos “Tosoni” (A. y S. T. 110, pág. 192) lo “efímero y precario” de la relación, y que se trata de un“situación esencialmente transitoria”, “al abrigo de la cual no pueden invocarse garantías que el reglamentono establece” (reiterado en “Restanio”, A. y S. T. 113, pág. 370; “Salami”, A. y S. T. 119, pág. 267;“Vitali”, A. y S. T. 138, pág. 6; entre muchos otros).

Es más, precisó (en autos “Fernández”, A. y S. T. 112, pág. 163) que “‘interino’ o ‘interina’, parael Diccionario de la Lengua Española (decimonovena edición), significa: ‘Que sirve por algún tiempo,supliendo la falta de otra persona o cosa. Aplícase más comúnmente al que ejerce un cargo o empleo porausencia o falta de otro...’. El interinato comporta, pues, suplencia, que significa suplantar, substituir. Ysubstituir significa reemplazar o subrogar (Diccionario Español de Sinónimos y Antónimos, Aguilar;Diccionario de la Lengua Española, decimonovena edición)”.

En el mismo sentido se han pronunciado otros tribunales.Tal el caso, entre muchos otros, de la Cámara Nacional de Apelaciones de la Seguridad Social, la

que ha declarado que el “interino” es quien sirve por algún tiempo supliendo la falta de otra persona;agregando que “interino” es sinónimo de provisional, accidental, provisorio, temporal, transitorio(C.N.A.S.S., causa “Sukerman”, del 21.3.1994).

Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires ha considerado que losservicios que presta el personal interino “son transitorios y duran hasta el nombramiento del titular del cargopudiendo ser limitados por la autoridad competente por razones discrecionales de servicio en virtud de laprecariedad de la designación” (S.C.B.A., “Civitelli de Genitti”, del 12.11.1985); concluyendo reiteradasveces que los agentes públicos designados interinamente carecen de estabilidad en la función o cargo queasí se les haya asignado, ya que, como tales designaciones obedecen a una necesidad temporaria,circunstancial, no pueden sino generar una situación de naturaleza precaria” (“Lascano”, del 29.12.1992;“Mosquera”, del 26.8.1997).

A su vez, esta Cámara -si bien en relación a un régimen jurídico municipal, pero del ámbitodocente- concluyó que el desempeño de la allí actora era interino, “estando el cargo sometido a lasvicisitudes propias de la transitoriedad a la que estaba investida, por ende, no ostentaba derechos

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estatutarios a la permanencia derivado de la estabilidad reconocida ... a los educadores titulares” (“Cabral”,S. T. 1, pág. 191).

A la luz de las consideraciones que anteceden puede concluirse que la impugnación constitucional,en cuanto sustentada en el derecho a la estabilidad docente (artículo 113, Constitución provincial), debe -como se adelantó- desecharse, salvo que se piense, sin dudas con error, que el invocado dispositivoconstitucional veda la posibilidad misma de crear la categoría de personal interino.

En este sentido, considero que las exigencias derivadas de la continuidad del servicio educativoparticularmente justifican la consagración de esta categoría de agentes, la que, por lo demás, obviamenteno es exclusiva del sector docente.

Al respecto, la Corte nacional ha establecido que es un principio general del DerechoAdministrativo aquel por el cual se permite que la Administración contrate personal no permanente quecarezca de estabilidad y lo organice de acuerdo con las características de sus servicios atendiendo a latransitoriedad del requerimiento (Fallos: 310:195; 301:1390; etc.); agregando reiteradamente que “la mayoro menor conveniencia de recurrir a un sistema de incorporaciones transitorias o permanentes de personalconstituye una decisión de política administrativa no revisable en sede judicial”(por todos, Fallos: 310-III:2927).

Por lo tanto, se concluye que el actor carece del derecho a la estabilidad, y que ello no violenta lanorma constitucional invocada; luego, el derecho a la carrera y el genérico a trabajar, tampoco puede verseconmovido por la norma impugnada, pues, en el caso, presupuesto de esos derechos es el de la estabilidad.

c. Corresponde ahora considerar lo aducido por el actor acerca de que la norma seríainconstitucional en razón de que los requisitos que establece son arbitrarios y caprichosos, además deextraños a los otros regímenes a que refiere.

Considero que corresponde analizar esos planteos a la luz del principio de igualdad, subyacente-a mi criterio- en ambos órdenes de argumentos.

En este punto, puede inicialmente recordarse que “la garantía de igualdad ante la ley radica enconsagrar un trato legal igualitario a quienes se hallan en una razonable igualdad de circunstancias (Fallos:7:118; 95:327; 117:22; 123:106; 126:280; 127:167; 132:198; 137:105; 138:313; 143:379; 149:417;151:359; 182:355; 199:268; 270:374; 286:97; 300:1084; 306:1560; entre otros).. .”, por lo que “...talgarantía no impide que el legislador contemple en forma distinta situaciones que considere diferentes (Fallos:182:399; 236:168; 238:60; 251:21, 53; 263:545; 264:185; 282:230; 286:187; 288:275; 289:197; 290:245,356; 292:160; 294:119; 295:585; 301:1185; 306:1560; y otros), en tanto dichas distinciones no se formulencon criterios arbitrarios, de indebido favor o disfavor, privilegio o inferioridad personal o de clase, o deilegítima persecución (Fallos: 181:203; 182:355; 199:268; 238:60; 246:70, 350; 247:414; 249:596; 254:204;263:545; 264:185; 286:166, 187; 288:224, 275, 325; 289:197; 294:119, 343; 295:138, 455, 563, 585;298:256; 299:146, 181; 300:1049, 1087; 301:1185; 302:192, 457; 306:1560)...” (C.S.J.P.: “Cena”, A. yS. T. 129, pág. 342).

A su vez, ya he señalado que la distinción entre agentes titulares y agentes interinos,particularmente frecuente en el ámbito docente en razón de las exigencias propias del servicio educativo -según expresé-, no atenta en sí misma contra el ordenamiento jurídico fundamental.

Puede ahora agregarse que, como es sabido, el empleo público internamente se estructura endistintos grados, clases, grupos, categorías, o clasificaciones -entre ellas las genéricas del personal“permanente” y “transitorio”-, que determinan “cuál es la situación del agente dentro del organismoadministrativo, concretando así los deberes y derechos que, en cada caso, le corresponden a dicho agente”(Miguel S. Marienhoff; “Tratado de Derecho Administrativo”, Tomo III-B, cuarta edición, Abeledo-Perrot,ps. 53 y ss., Buenos Aires, 1998).

Las diversas categorías funcionariales al servicio de las Administraciones Públicas, pues, sonestructuras obviamente creadas por el Derecho y, en cuanto tales, al ser el resultado de la definición que éstehaga de ellas, quedan configuradas como estructuras diferenciadas, con características propias, entre las que,en principio, no puede exigirse una igualdad de trato.

En ese sentido, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia ha reiteradamente expresado -comotribunal de lo contencioso administrativo- que “que no puede soslayarse que no contraviene a la igualdadla formación de categorías de agentes a las que la Administración dispense diferente tratamiento, aun cuandoel fundamento de esta distinción sea opinable, con tal que la discriminación no trasunte manifiestospropósitos injustos, persecutorios u hostiles contra determinadas personas o grupos de personas, negandoa unas lo que se otorga a otras en iguales condiciones” (“Correa”, A. y S. T. 134, pág. 104; “Lusardi”, A.y S. T. 135, pág. 146; “Rizzo”, A. y S. T. 142, pág. 1; “Iglesias”, A. y S. T. 145, pág. 462; “Sandoz”, A.y S. T. 152, pág. 49; etc.).

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Tal, la distinción -reitero que particularmente frecuente en este ámbito docente- entre personaltitular e interino cuya situación, sobre todo en términos de estabilidad, es obvia y substancialmente distinta.

Más precisamente, la Corte nacional ha expresado que la circunstancia de que la norma sólo déprotección a aquellas personas que gozaban de un cargo o empleo público con estabilidad, “no aparececomo violatoria del artículo 16 de la Constitución nacional, ya que la garantía de la igualdad no obsta a queel legislador contemple en forma distinta situaciones que considera diferentes, con tal que la discriminaciónno sea arbitraria, ni importe ilegítima persecución o indebido privilegio de personas o de grupos de personas,aunque su fundamento sea opinable” (Fallos 320:305).

Y bien, contrariamente a lo que sostiene el actor, no puede entenderse que la exigencia cuestionadasea manifiestamente caprichosa o irrazonable.

En efecto, admitido como está el carácter efímero, transitorio, precario o provisional de este tipode nombramientos, no veo descalificable desde el punto de vista constitucional que la posibilidad de ejercertareas diferentes se le reconozca sólo al personal titular.

En verdad, y siempre desde la perspectiva constitucional, no creo que pueda negarse la posibilidadde que se reconozca el disfrute del pretendido derecho a ejercer tareas diferentes sólo al personal vinculadoa la Administración de forma estable y, en cambio, se niegue a aquellas personas -como el actor- que pormotivos de necesidad del servicio lo desempeñan de forma provisional en tanto no se provean los cargospor el personal titular.

A mi criterio, la prestación del servicio educativo en adecuadas condiciones de continuidad puedejustificar la decisión de que quienes ocupan interinamente ciertos cargos no puedan a su vez dejarlosvacantes para cumplir otras tareas, por lo que no resulta irrazonable negar a quienes por la propia naturalezade sus cargos están signados por la transitoriedad, un derecho que responder ía a las exigencias de unaestabilidad sólo predicable respecto del personal permanente.

Es cierto que tal criterio, en cuanto parte de la base de la naturaleza esencialmente transitoria delinterinato, podría tornarse vulnerable frente a la realidad consistente en la no deseada extensión temporalde los interinatos, cuestión ésta que naturalmente no es imputable al agente, ni se trata de un aspecto quepueda él -por sí mismo- evitar, pues depende de los concursos que sólo la Administración Pública estáhabilitada a llamar y a resolver.

Sin embargo, ni el sólo transcurso del tiempo, ni la mera omisión de llamar a concurso, aspectospor lo demás no invocados contundentemente por el recurrente de autos, no alcanzan, en principio, paratrasladar al ámbito del personal interino determinados derechos propios de cierto personal permanente.

Téngase en cuenta que una eventual declaración de inconstitucionalidad del reglamento -en el puntocuestionado- con base en una extensa duración de los interinatos, supondría potenciar desde la perspectivaconstitucional una situación que es en sí misma inaceptable, acarreando la paradójica consecuencia dereconocer a situaciones irregulares, como las de los interinatos de larga duración, un contenido de derechoque ni le correspondería a los interinatos que -en razón de su real transitoriedad- son regulares.

Sin perjuicio de ello, y aun reiterando que en el caso se trata de una cuestión no propuestaclaramente por el actor, observo que en el caso no ha transcurrido un lapso tan extenso como para suponerun desvío de poder en la autoridad administrativa que tienda a mantener al agente en una prologadísimasituación de inestabilidad, burlándose así la garantía del artículo 113 de la Constitución provincial (criteriode Fallos 310:195, citado), y que pudiese justificar una excepcional solución distinta, como la juzgada porla Corte nacional en Fallos 311-II:2799, oportunidad en la que el Alto Tribunal desechó la posibilidad deconsiderar “temporaria” o “excepcional” a una relación de trabajo que se prolongó por veintiún años.

Por lo demás, y si bien el actor no pretende estrictamente la titularidad del cargo, sino sólo uno delos derechos que corresponden a esa condición, no podría el Tribunal soslayar los reiterados criteriossentados por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en cuanto a que “el mero transcurso del tiempo ...no puede trastocar de por sí la situación de revista de quien ha ingresado como agente no permanente y noha sido transferido a la otra categoría por acto expreso de la Administración” (Fallos: 310-III:2927, citado);criterio éstos que han sido rigurosamente mantenidos tanto por la Corte local (por todos, “Mulé”, A. y S.T. 141, pág. 159), como por esta Cámara al decidir no sólo cuestiones referidas al personal contratado(“Rojas”, S. T. 1, pág. 449), sino también a supuestos similares a los del sub examine (“Cabral”, citado).

En ese orden, esta Cámara expresó -en el precedente último citado- que “el carácter de titular sólopuede ser investido por acto formal de nombramiento, una vez cumplidas las exigencias legales. El merotranscurso del tiempo y la invocada continuidad en la prestación de los servicios docente no convierte enpermanente una relación nacida y ejecutada bajo la condición de la transitoriedad. La permanencia y laconsiguiente estabilidad en el cargo, sólo se adquiere luego de satisfechos los recaudos formales exigidospor la reglamentación aplicable, en el caso, a través del pertinente concurso de ingreso” (“Cabral”, citado).

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Por lo tanto, el tiempo que se haya podido tomar la Administración para llamar a concurso(cuestión no opuesta por el recurrente) no es suficiente para acarrear la inconstitucionalidad del reglamentoen su aplicación al caso; lo que así debe afirmarse aun a la luz de los bienes jurídicos en juego.

En el sub judice, no podría escapar que en definitiva se pretende la tutela de la salud; ni tampocososlayarse el deber que el Estado tiene en orden a la preservación de la salud de sus agentes, respecto decuya tutela se ha pronunciado la Corte local en distintas oportunidades (A. y S. T. 54, pág. 149; T. 56, pág.190; T. 76, pág. 415), y también esta Cámara (“Vea Iedro”, A. T. 4, pág. 43; “Ottinger”, A. T. 4, pág. 270;etc.).

Sin embargo, no podría razonablemente considerarse que el deber del Estado (artículo 19,Constitución provincial), que se vigoriza en su condición de empleador, tiene el mismo alcance respecto detodo su personal, cualquiera sea su situación de revista.

En ese sentido, el actor considera que en el caso la Administración pretende desentenderse de susdeberes de empleadora; sin embargo, admitida la razonabilidad de la medida, el planteo supondría exigir ala demandada que como empleadora tutele incluso la salud de quienes válidamente han dejado de ser susagentes.

Además, no se observa que en el caso la Administración haya sido -durante la subsistencia de larelación- indiferente a la salud del actor, a quien -por ejemplo respecto de su actividad en Escuela N/ 1246-se le concedieron sucesivas licencias por el “artículo 7”, a saber -entre muchas otras inasistencias-: 120 díasdurante el año 1994; 150 días durante el año 1995; y 218 días en el año 1996 (fs. 158/159).

Resta considerar el agravio constitucional en cuanto se formula con base en la circunstancia de queotros regímenes de empleo no exigirían las condiciones cuestionadas.

En este sentido, y más allá de que la cesantía por falta de aptitud psicofísica no es en definitivaextraña a los regímenes a que el recurrente refiere, se observa que tales estatutos no mejoran la situacióndel agente, por cuanto obviamente regulan sectores distintos al docente, de suyo peculiar según se dijo, conlo que su comparación no podría razonablemente reducirse a una sola disposición normativa o a un soloaspecto de la relación de empleo (C.S.J.N.: criterio de Fallos: 247:185).

Por lo demás, la igualdad ante la ley no cancela sin más la posibilidad de que se regule de distintomodo la situación del personal perteneciente a también distintos sectores; pues, parafraseando a LópezRodó, y además de lo ya dicho al respecto, una cosa es que todos los empleados públicos sean iguales antela ley, y otra, muy distinta, que todos los empleados públicos se rijan por las mismas leyes (López Rodó,Laureano;“El principio de igualdad en la Jurisprudencia del Tribunal Constitucional”, Revista deAdministración Pública, 100-102, Volumen I, Centro de Estudios Constitucionales, ps. 331 y ss., año 1983).

2. Corresponde ahora analizar las restantes cuestiones que el actor plantea con base en los decretos4762/82 y 3869/99.

Ya se ha señalado que el actor sostiene que el acto impugnado viola lo dispuesto por el artículo23 de las Normas Generales del decreto 4762/82 (Reglamento de Suplencias), el cual establecetaxativamente las causales de cese de los suplentes, no figurando en la enunciación de esas causales lainvocada respecto del actor.

El agravio debe desecharse.El recurrente fue dejado cesante por aplicación de los dispuesto en el artículo 12 del decreto

4597/83, disposición ésta que, aunque se admitiera que refiere a los docentes titulares, corresponde extendera los interinos, salvo que erróneamente se piense que la falta de previsión en el invocado artículo 23 deldecreto 4762/82 autoriza a que los titulares puedan ser dejados cesantes y sin embargo los interinos no.

Sin perjuicio de ello, y tal como lo consideró Fiscalía de Estado en su dictamen de fojas 110/113(expte.adm.cit.), en todo caso podría sostenerse que se trata de un error en la cita normativa, lo cual, sinembargo, no podría acarrear la ilegitimidad del acto, pues su cita habría conducido a un idéntico resultado,sin que se advierta incidencia negativa alguna en el ejercicio del derecho de defensa del actor.

Por el contrario, si en sede administrativa se hubiese procedido a la rectificación del acto en esepunto, la presente litis se habría mantenido en términos substancialmente análogos a los que en definitivase ha trabado.

Igualmente negativa habrá de ser la respuesta en cuanto el recurso se funda en lo dispuesto en eldecreto 3869/99.

Más allá de que ese decreto -como lo adelantó la Corte al resolver el pedido cautelar- “tampocopodría mejorar la situación del actor en cuanto al pedido en examen, no sólo porque su dictado habría sidoposterior a la medida de cesantía impugnada, sino también porque contendría medidas de reubicación depersonal docente que, en principio, no abarcarían a los interinos”, le asiste razón a la demandada al afirmarque se trata de una solución excepcional, y que, en definit iva, no deroga ni modifica a la reglamentación

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básica.Esto último es en verdad incompatible con lo afirmado por el actor acerca de que el dictado de esa

disposición supuso el reconocimiento de que los requisitos del artículo 11 son ilegítimos y arbitrarios; puessi así lo hubiese considerado el Poder Ejecutivo, es razonable pensar que los habría derechamente derogado.

3. Por último, y según se ha relatado, el actor invoca la doctrina de los actos propios.Así lo hace con base en dos órdenes de razones: por una lado, extrae, de lo dictaminado por la

Junta Médica y de lo actuado por la Directora Regional, que la propia Administración reconoció su derecho;y, en segundo lugar, refiere a que mientras se substanciaba su cesantía había aceptado el cargo que se leofreció en el E.D.E.M. n/ 203, como titular.

a. No es dudoso que lo dictaminado por la Junta Médica en cuanto a que corresponde asignar alactor tareas diferentes definitivas, manifiestamente carece de idoneidad a los efectos de considerar que lapropia Administración aceptó el derecho ahora postulado.

Así lo impone la naturaleza misma de las Juntas Médicas, las que como “organismos técnicos”,meramente opinan; haciéndolo, además, sólo sobre aspectos médicos, es decir, no jurídicos.

Al respecto, es claro que una cosa es que desde el punto de vista médico sea aconsejable que elagente desempeñe tareas diferentes, y otra muy distinta es que ello proceda desde el punto de vista jurídico.

También debe desecharse el planteo en cuanto se basa en la actuación de la Directora Regional.Si bien es cierto que esta autoridad, mediante RLM 56361 (fs. 58/59; expte. adm. 00412-0000213-

V) comunicó a las señoras Directoras de las Escuelas 1246 y 203 que correspondía asignar “al agente tareasacordes con su aptitud psicofísica”, también es cierto que así lo dispuso “tal como lo establece lareglamentación vigente” y -lo que es decisivo- “hasta tanto el Organismo Central se expida en cuanto a susituación de Interino”.

Sin perjuicio de ello, y de las dudas que suscita la aplicabilidad misma de la doctrina de los actospropios respecto de la Administración Pública, es también claro que una aislada actuación de una autoridadinferior no podría desplazar sin más a la intervención de los órganos competentes; ni mucho menos un actosingular derogar -ni siquiera tangencialmente- a un reglamento.

Por lo demás, si de teoría de los actos propios se trata, corresponde aquí recordar la reiteradajurisprudencia sentada al respecto tanto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación como de laprovincial.

Efectivamente, aquel Alto Tribunal ha reiteradamente expresado el criterio según el cual “laaceptación, por quien ingresa a la función pública, de un contrato presidido por un régimen permanente deinestabilidad, le veda reclamar en su transcurso los derechos emergentes de la estabilidad en el empleo, dadoque de otro modo se violenta el principio que impide venir contra los propios actos” (Fallos: 310-II:2117;312-I:1371); criterio que ha sido mantenido por la Corte local (“Tempesta”, A. y S. T. 113, pág. 40;“Felibert”, A. y S. T. 139, pág. 115; “Santoro”, A. y S. T. 141, pág. 396; “Stefanini”, A. y S. T. 153,pág.75; etc.), y que -en ese punto- estimo trasladable a los interinatos.

b. Más compleja es la cuestión que suscita la circunstancia de que -en efecto- mientras sesubstanciaba la cesantía por falta de titularidad, al actor se le ofreció, y éste aceptó, precisamente latitularidad de uno de los cargos.

Surge de autos que por resolución 1135 del 20.9.1995, se convocó a concurso para cubrir loscargos de Secretario y Prosecretario, vacantes en las Escuelas de Enseñanza Media y de Educación Técnica(f. 278 de autos); que por nota de fecha 10.3.1997 se le hizo saber el puntaje y lugar que ocupaba en elescalafón de Prosecretario Interino (f. 68; expte. adm. últ. cit.); y que el 11.8.1997 se lo citó para aceptarla titularización en el cargo correspondiente a la E.E.M. N/ 203 (f. 69; expte.adm. cit.), lo que efectivamentehizo el 12.8.1997, conforme surge a foja 114 de autos y se informa a foja 285.

Sin embargo, “atento a que se encontraba en trámite la cesantía del mencionado agente ... el mismofue excluido del trámite de designación” (f. 285).

A mi modo de ver, no resulta jurídicamente aceptable que un acto administrativo de titularización(acto final de un procedimiento iniciado, como se dijo, en el año 1995, y culminado -en cuanto a la selecciónde los candidatos y aceptación por éstos- en el año 1997), pueda quedar desplazado por trámites que sedirigen a la cesantía fundada exclusiva y precisamente en la falta de titularización.

Máxime si se considera que los actos administrativos relevantes que dan iniciación al trámite decesantía, tienen fecha 10.9.1997 y 24.9.1997 (fs. 82/83; expte. adm. 00412-0000213-V); es decir, sonincluso posteriores al ofrecimiento y aceptación de la titularización.

En consecuencia, la cesantía por no reunir el requisito de titularidad, en cuanto referida al cargode Prosecretario de 1ra. Categoría Interino de la Escuela de enseñanza Media N/ 203, resulta ilegítimafrente al efectivo ofrecimiento de la titularidad del cargo y aceptación por el agente llevado a cabo con

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anterioridad a ella.Es cierto que restaba la efectiva titularización, recién decidida -en cuanto al concurso convocado

por resolución 1135/95- el 6.7.1998 por decreto 1488 (f. 285).Sin embargo, en las condiciones descriptas, no debió -a mi juicio- desplazarse la titularización en

razón de la cesantía, sino que -en todo caso- la declaración de ésta es la que debió ceder ante la inminentetitularización del agente; y concluirse -como ahora corresponde hacerlo- que el cese, en cuanto sustentadoen la falta del requisito de la titularización, carecía de causa.

El agravio, pues, debe aceptarse, aunque no con base en la invocada doctrina de los actos propios.Podría decirse que tal conclusión supone otorgar trato de titular a quien no estaría en condiciones

profesionales para acceder al cargo.Sin embargo, estimo que no es ésa la interpretación que más se ajusta a las circunstancias

anteriormente relatadas, pues no se trata estrictamente de titularizar a quien no reúne las condiciones deacceso, sino de permitir el desempeño de tareas diferentes a quien debió ser titular, tornándose ilegítima ladecisión impugnada en cuanto, con fundamento en la falta de titularidad, impide el ejercicio de tareasdiferentes definitivas.

Asimismo, se aclara que ello tampoco implica ret rotraer los efectos del concurso a la fecha de suconvocatoria; ni, menos aún, supone sostener que quien durante el procedimiento de selección pierde lascondiciones para ocupar el cargo, siempre y en todos los casos tiene igualmente derecho a acceder al mismo.

Mas, en las excepcionales circunstancias referidas, en las que -a mi juicio ilegítimamente- latitularización se desplazó exclusivamente por trámites de cesantía precisamente vinculados a la falta detitularización, corresponde declarar parcialmente ilegítimo el acto impugnado.

El agente pide que se disponga su reincorporación a las tareas diferentes definitivas que lecorresponden.

Ya se ha señalado que el acto impugnado, en congruencia con las actuaciones que precedieron asu dictado, se funda, exclusivamente, en que el agente no reúne el requisito de t itularidad, sin alusión alguna-ni expresa ni implícita- a que el actor no reúne la restante condición de antigüedad.

A su vez, la demandada, al contestar la demanda, no niega que el actor reúna el mencionadorequisito de la antigüedad; por el contrario, sus líneas argumentales -a su vez congruentes con el actoimpugnado- transitan exclusivamente por la cuestión de la titularidad.

Recién al alegar es cuando señala que “aunque hubiese titularizado en esa fecha no habría cumplidocon el otro requisito exigido por la normativa, es decir ser titular de los cargos y contar con una antigüedadmínima de dieciocho (18) años (inc. 2)”; agregando que por ello también correspondía su cese conformea la norma citada por no tener el requisito de antigüedad requerido por la norma, el cual, a su criterio,“tampoco es ilegítimo arbitrario, y guarda razonabilidad...” (f. 299).

Aunque considero que, en las condiciones señaladas, la cuestión vinculada a la antigüedad nopodría obstar a la procedencia parcial del recurso, entiendo también que su extemporánea introducción nohabilita a que el Tribunal disponga sin más la reincorporación.

En consecuencia, y no surgiendo con claridad si el actor reúne ese extremo, corresponde diferirel pronunciamiento sobre la reincorporación pretendida hasta tanto las partes aporten los elementosnecesarios y debatan sobre el punto.

Las costas se impondrán conforme al éxito obtenido, correspondiendo igualmente diferir elporcentaje respectivo hasta tanto se resuelva la cuestión mencionada en el párrafo anterior.

Voto, pues, parcialmente por la afirmativa.A la misma cuestión, el señor Juez de Cámara doctor Palacios expresó similares fundamentos a los

vertidos por el señor Juez de Cámara doctor Lisa, y votó -con el mismo alcance- en igual sentido.A la misma cuestión, el señor Juez de Cámara doctor De Mattia dijo:A tenor de los siguientes fundamentos, y en cuanto refiere a la reincorporación cuya dilucidación

se postula diferir, disiento con los argumentos de los colegas que me precedieron y en torno a la conclusiónpropuesta.

Como bien se señala, la demandada al alegar trae el requisito de la “antigüedad”, con sustento enel decreto 4597/83, frustrando la posibilidad del debate puntual que podría haberse suscitado entre laspartes, y cuya inconstitucionalidad, en general, la recurrente plantea en su alegato (fs. 292 vto. y ss.), locual entiendo juega en su favor.

Al respecto, es necesario destacar que el artículo 11, inciso b) del citado Reglamento de Licencias,Justificaciones, Franquicias y Examen de Aptitud Psicofísica para el Personal Docente y Auxiliar docentedependiente del Ministerio de Educación -decreto 4597/83-, en el cual se sustenta la cesantía dispuesta,dispone que para acceder a “tareas diferentes definitivas” el docente debe ser titular del cargo con una

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antigüedad de 18 años de servicios reconocidos, admitiendo en esas condiciones la reubicación funcionalen tareas compatibles con la capacidad laborativa residual.

Dicha norma, así lo expresó esta Cámara -aunque con carácter provisional- in re “Palacios” (A.T. 5, pág. 344), introduce un recaudo temporal a la continuidad y conservación de la relación de empleo,con directa incidencia en el derecho a la estabilidad asegurado en los artículo 14 bis de la Constituciónnacional, 20 y 113 de la Constitución provincial; y también lo hace con derechos vinculados a la relaciónde empleo, a los que el Estado está compelido a observar, tales como la tutela de la salud, la protección deltrabajo y la seguridad social (artículo 14 bis C.N.; 19, 20 y 21 C.P.).

Vale recordar, asimismo, que no es extraño a ello la rigurosidad con la que los distintos estatutosvigentes en el ámbito provincial han normado la protección a la estabilidad de los agentes públicos (ley10.290; artículos 16, 17, 61 y conc., ley 8525; arts. 16, 66 , sig. y conc., ley 9286, entre otros); y lo propioacontece respecto al mantenimiento del empleo ante contingencias de la salud, provenientes deenfermedades inculpables o accidentes de trabajo, dando preferencia a la reubicación del agente -si lascondiciones de salud y del servicio lo consienten-, lo que también es reconocido como objetivo en la ley deriesgos del trabajo (art . 1. , 2.c, ley 24.557) y protegido en el artículo 212 de la ley de Contrato de Trabajon/ 20.744 (t.o.).

En tal sentido la Corte Suprema de Justicia nacional viene diciendo que las disposiciones de unaley, decreto u ordenanza que violen algunos de los derechos fundamentales, no puede constituir obstáculopara que se restablezca de inmediato el goce de las garantía constitucional vulnerada (“Outon” F. 267:215;“Peralta” J.A. 5718/91; y Fallos: 269:393; 270:268, entre otros).

Al respecto, sin abandonar la moderación necesaria en el tema, no puede soslayarse la discusióngenerada en torno a la declaración de inconstitucionalidad, entre ellas la producida en el seno de la propiaConvención Constituyente de 1994, cuando se sostuvo, por un lado, que aquélla era inviable de “oficio”;y opuestamente se dijo -posición a la que adhiero- que, sin obviar que el derecho a impugnar la legislaciónpor vicios objetivos debe tener previsión expresa en el sistema jurídico, lo que se excluye es la acción directade inconstitucionalidad, siendo preciso la existencia de un caso o causa judicial iniciada por quien ostentaun derecho a ello y sustentada en la supremacía de la Constitución -y también, en el principio iura curianovit-, sin que se advierta en esa dirección alguna limitación expresa (cfr. “Constitución de la NaciónArgentina comentada”, Hugo Quiroga Lavie, 2da. Ed. Zavalía, pág. 232 y ss.).

En el caso, concretamente, aparece un claro salteamiento al principio de la prevalencia jerárquicade las normas y del que resulta que a través del decreto 4567/83 se instituye un presupuesto que confrontael art ículo 14 bis de la Constitución nacional y los demás extremos señalados, que cuentan con efect ivatutela, y que engendra, precisamente, el resultado del concurso (resolución 1135/95), convocado por lademandada sin advertir la especial situación del actor, perfeccionando -por acción u omisión- derechos detal naturaleza en cabeza del actor.

Finalmente, no puede obviarse que se trata de un docente cuya antigüedad data de veintiséis añosy que desarrollaba la tareas que aspira desde 1997, lo cual, sumado a las circunstancias examinadas,autoriza, en mi opinión, a declarar nulo por inconstitucional el decreto de cesantía número 698/98 y disponerla reincorporación de Godoy conforme a la pretensión ejercida.

Así voto.A la tercera cuestión, el señor Juez de Cámara doctor Lisa dijo:Atento el resultado obtenido por mayoría al tratar la cuestión anterior, corresponde declarar

parcialmente procedente el recurso contencioso administrativo interpuesto y anular el acto impugnado encuanto dispone la cesantía del actor en el cargo de Prosecretario de 1ra. Categoría Interino de la Escuelade Enseñanza Media N/ 203, de la ciudad de Reconquista, Departamento General Obligado -Región II-,y diferir el pronunciamiento sobre la reincorporación a ese cargo de conformidad a las consideraciones queanteceden. Rechazarlo en lo demás. Imponer las costas conforme al éxito obtenido, y diferir la fijación delos porcentajes respectivos de conformidad a los considerandos precedentes.

Así voto.A la misma cuestión, los señores Jueces de Cámara doctores Palacios y De Mattia dijeron que la

resolución que correspondía adoptar era la propuesta por el señor Juez de Cámara doctor Lisa y así votaron.En mérito a los fundamentos del acuerdo que antecede, la Cámara de lo Contencioso

Administrativo Nº 1 RESOLVIÓ: Declarar parcialmente procedente el recurso contencioso administrativointerpuesto y anular el acto impugnado en cuanto dispone la cesantía del actor en el cargo de Prosecretariode 1ra. Categoría Interino de la Escuela de Enseñanza Media N/ 203, de la ciudad de Reconquista,Departamento General Obligado -Región II-, y diferir el pronunciamiento sobre la reincorporación a esecargo de conformidad a las consideraciones que anteceden. Rechazarlo en lo demás. Imponer las costas

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conforme al éxito obtenido, y diferir la fijación de los porcentajes respectivos de conformidad a losconsiderandos precedentes.

Registrarlo y hacerlo saber.Con lo que concluyó el acto, firmando los señores Jueces de Cámara por ante mí, doy fe.Fdo. De Mattia (en disidencia parcial) Palacios. Lisa. Barraguirre (Secretario)