en busca de un avivamiento

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1 EN BUSCA DE UN AVIVAMIENTO Danny Totocayo

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AVIVAMIENTO

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Page 1: EN BUSCA DE UN AVIVAMIENTO

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EN BUSCA

DE UN

AVIVAMIENTO

Danny Totocayo

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EN BUSCA DE UN AVIVAMIENTO

¡PEDID NACIONES!

El profeta Habacuc oraba: “Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los

tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia” (Habacuc 3:2).

Así como Habacuc oraba por un avivamiento, nosotros los cristianos debemos orar para que Dios

avive su obra en nuestros días y podamos ver un gran despertar espiritual en nuestra nación.

Dios desea la salvación de los pecadores. Y desea encender en su corazón el deseo por la

salvación de las almas. Jesús nuestro Señor dijo que: “Si permanecéis en mí, y mis palabras

permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi

Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:7-8). Así que podemos pedir

todo aquello que este en el centro de la voluntad de Dios. Un avivamiento es la voluntad de Dios

ya que Él no quiere que nadie se pierda.

Dios el Padre dijo a Jesús: “Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los

confines de la tierra” (Salmos 2:8).

Si el deseo de Dios por la salvación de las almas no ha cambiado, y ¿porque habría de hacerlo?,

entonces Dios nos dice lo mismo también a nosotros “Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y

como posesión tuya los confines de la tierra”.

John Knox exclamo: “Señor dame Escocia o sino me muero” y Dios le dio Escocia. ¡Dios no le negó

su petición!

Necesitamos humillarnos y volvernos a Dios primeramente, si queremos ver un avivamiento. El Señor

dice: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi

rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus

pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).

Si hay algo que debes anhelar con toda tu alma es el avivamiento. ¡Más que estar vivo! ¡Debes

anhelar ver a tu nación entera sacudida por el poder de Dios!

El avivamiento no es una enseñanza nueva. Miles de años atrás Israel experimento avivamientos

gloriosos en tiempos del Rey Asa, en tiempos de Elías, del Rey Josías, etc. cuando esta nación se

volvió a Dios.

Si queremos un avivamiento hoy, debemos volvernos igualmente a Dios.

¿QUE ES UN AVIVAMIENTO?

Charles Finney, conocido como el padre de los avivamientos, nos da una definición de lo que es un

avivamiento: “El avivamiento es la renovación del primer amor entre los cristianos, que luego resulta

en un despertar y convertir de los pecadores” (Conferencias sobre los avivamientos). ¡Estoy de

acuerdo con esta definición!

Si la iglesia anhela un avivamiento debe reconocer con humildad que está muerta espiritualmente.

Dios exhortó a la iglesia de Sardis con estas palabras: “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de

que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he

hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y

guárdalo, y arrepiéntete” (Apocalipsis 3:1-3).

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Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y permitimos que Dios gobierne nuestros corazones,

El derramara de su Santo Espíritu en nosotros y seremos instrumentos capacitados para hacer su

obra.

¿PUEDE HABER UN AVIVAMIENTO EN LOS ULTIMOS DIAS?

Algunos dicen que no habrá ningún avivamiento. Pero es una afirmación simplista. Que haya

“falsos cristos, y falsos profetas” (Mateo 24:24) en días finales, no significa que no puede haber un

gran avivamiento a la misma vez. Los avivamientos genuinos han ocurrido justamente cuando ha

habido mucha maldad y aun cuando muchos falsos profetas se han levantado.

En los últimos días habrá apostasía (1 Timoteo 4:1), habrán burladores (2 Pedro 3:3), pero nada de

eso significa que no pueda haber un gran avivamiento. El hecho de que haya apostasía y aumente

el pecado en nuestros días, no significa que no habrán muchas almas que vendrán a Cristo.

Jesús nuestro Señor dijo: “será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para

testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14) y en Daniel leemos que

“Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y

ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán” (Daniel 12:10).

Note que en Daniel se dice que son “muchos” los que serán “limpios, y emblanquecidos y

purificados”. ¡Eso es avivamiento!

Una profecía dice sobre el Israel espiritual: “Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano

izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas” (Isaías 54:3).

David Wilkerson dijo acertadamente: “Algunos pueden aun decir, “Isaías 54 se aplica solamente al

Israel natural. Yo ofrezco prueba indisputable que la promesa de Isaías 54 es para la iglesia de Dios

de hoy. Isaías claramente habla de Cristo en 53:10: “…verá descendencia…”. El vera su simiente.

Sencillamente, el esfuerzo y sacrificio de Cristo dará a luz muchos hijos: “Verá el fruto de la aflicción

de su alma y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará

sobre sí las iniquidades de ellos.” (53:11). Esto también se cumplirá después de la cruz. Los clavos

que perforaron las manos y pies de Jesús fueron moldeados en el yunque del diablo. La espada

que perforo su lado fue forjada en la tienda del herrero infernal. Pero la sangre que salió de su

cuerpo nunca perdió su poder. Isaías nos está diciendo: “Dios ha jurado que la sangre de su Hijo

será rociada sobre los transgresores en cada nación en la tierra. Tiene poder en cada nación

árabe, en Israel, en África, en Europa. El vera su simiente esparcida a muchas multitudes, de todas

las tribus y lenguas.” Un gran despertar continuara en los últimos tiempos” (El Último Avivamiento.

The Last Revival. 28 de enero de 2008).

En los días de la gran tribulación también habrán muchas almas convertidas, no solo se convertirán

144 mil israelitas (Apocalipsis 7:1-8), sino que Israel experimentara un gran avivamiento (Romanos

11:25-27). “Y luego todo Israel será salvo…” (Romanos 11:26). “Y derramaré sobre la casa de David,

y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien

traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por

el primogénito. En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Adadrimón en el

valle de Meguido” (Zacarías 12:10-11).

Muchos pueblos gentiles también experimentaran un gran avivamiento, porque una gran multitud

conocerá a Cristo. “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar,

de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del

Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos...son los que han salido de la gran

tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”

(Apocalipsis 7:9,14).

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Andrew Strom escribió: “Yo creo que Dios se deleitará en usar a “los necios de este mundo, para

avergonzar a los sabios” (1 Cor.1:27) en el avivamiento venidero. Como siempre, El usará a los

“pequeños”, para humillar a los poderosos y a los exitosos. El usará a los desconocidos y

desechados, a las madres solteras que están orando, y a los ex-pandilleros, a los “pescadores y

cobradores de impuestos”, y los ungirá para levantar el ejército más grande de apóstoles, profetas

y evangelistas que el mundo jamás ha visto. Y ellos no se interesarán en nada más que glorificarle a

Él.

Cuando esto suceda, muchos de los líderes cristianos actuales se maravillarán, exactamente como

los escribas y sumos sacerdotes se maravillaron por la audacia de Pedro y Juan que eran “hombres

sin letras y del vulgo... y les reconocían que HABÍAN ESTADO CON JESÚS” (Hechos 4:13). Este es el

secreto: ellos HABÍAN ESTADO CON JESÚS. Y así será con cada uno que será usado por Dios en este

avivamiento. “Te doy gracias, o Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas

de los sabios y prudentes, y las revelaste a los niños” (Mat.11:25).

Yo creo que muchos cristianos olvidados y escondidos, preparados silenciosamente por Dios mismo

durante muchos años, serán parte de esta Novia hermosa de Cristo en los últimos días. Como un

ejército escondido, de repente aparecerán como de la nada, para tomar el campo en el nombre

del Señor y de Su justicia. Así fueron siempre los grandes movimientos de Dios.

Algo que Dios nos hizo ver en Nueva Zelandia, es que el avivamiento venidero será “basado en las

calles” (o al aire libre). Hoy tenemos una iglesia orientada a “reuniones y locales”, una iglesia que se

esconde en “cajas” ante los ojos del mundo. Pero la primera iglesia se reunía diariamente en la

amplia plaza delante del templo (probablemente el lugar más público en toda Jerusalén), y

también los grandes avivamientos con Wesley y el Ejército de Salvación sucedieron al aire libre.

(También habrá reuniones de los santos “de casa en casa”, Hechos 2:41-47).

En una visión significante hace varios años, un hermano de Nueva Zelandia vio como Dios disparó

“saetas de fuego” en las iglesias. Estas representaron ministerios “llenos de fuego” que hablaban la

Palabra de Dios. Pero los pastores estaban corriendo por todas partes, ¡intentando apagar el fuego!

Entonces Dios envió un viento recio para avivar las llamas, y de repente las puertas de todas estas

iglesias se abrieron, y toda la gente salió afuera para reunirse todos en las calles. Creo que este es

un cuadro exacto de lo que sucederá” (La gran Reforma que viene).

Creo que podemos concluir que en los días finales habrá tanto apostasía como un despertar

espiritual glorioso como lo dice Andrew Strom.

¿QUÉ DEBE HACER LA IGLESIA PARA QUE HAYA UN AVIVAMIENTO?

Jesús nuestro Señor y Salvador dijo que debemos arrepentirnos. “Yo conozco tus obras, que tienes

nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir;

porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido

y oído; y guárdalo, y arrepiéntete” (Apocalipsis 3:1-3).

Si nosotros nos arrepentimos Dios podrá darnos del espíritu de oración para orar por aquellos que no

tienen a Cristo. Todo avivamiento comienza con el arrepentimiento de la iglesia. Una iglesia

arrepentida está preparada para recibir el espíritu de oración. Cuando recibimos un espíritu de

oración, nuestras oraciones son suplicantes, con gemidos indecibles y como si tuviéramos dolores

de parto cuando rogamos la conversión de los incrédulos. Estas suplicas las hacemos a Dios con fe.

Esta es una fe que prevalece hasta obtener de Dios la bendición para nuestra ciudad o nación.

CARACTERÍSTICAS DE UN AVIVAMIENTO

Cuando la iglesia se ha vuelto a Dios en arrepentimiento y ha renovado su primer amor, Dios

derrama en su corazón un espíritu de oración para clamar por las almas perdidas. Cuando Dios ve

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que su iglesia le clama de todo corazón por las almas, entonces Dios empieza a obrar en las

personas por las cuales se ha orado y empiezan a suceder cambios grandes en las personas.

¿Qué cosas empiezan a suceder?

1. Hay un profundo temor de Dios por su presencia santa.

Rhys Bevan Jones describió un avivamiento en Gales de la siguiente manera: “Todo el lugar en ese

momento era tan terrible con la gloria de Dios – uno utiliza la palabra “terrible” deliberadamente; la

santa presencia de Dios era tan manifiesta que el propio orador estaba abrumado; ¡el púlpito

donde él estaba parado estaba tan lleno de la luz de Dios que el orador tuvo que retirarse!”

(Traducción de Brian H. Edwards, Revival! A People Saturated with God, Evangelical Press, 1991

edition, p. 134).

A la presencia de Dios Jacob dijo: “Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. 17 Y

tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo”

(Génesis 28:16-17).

Cuando en un lugar Dios ha descendido, no puedes atreverte a pecar fácilmente. La presencia de

Dios es fuerte y temible.

Cuando Ananías y su esposa Safira mintieron y pecaron contra Dios, ellos murieron “Y vino gran

temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas” (Hechos 5:11).

James Stewart dice: “¡Cuán vacíos y superficiales son nuestros servicios hoy en día para los

avivamientos! Cuán poco sentido de la presencia y del poder de Dios se manifiesta en nuestro

medio. El apóstol Juan, en la Isla de Patmos, tuvo una reunión de avivamiento para él solo. Tuvo

una visión de la majestad de Cristo en toda Su belleza incomparable, de Su gloria y de Su poder.

Estuvo conmovido y turbado.

“Y cuando lo vi, caí a sus pies como muerto” (Ap. 1:17).

El despertamiento de Northampton, bajo la predicación de Jonathan Edwards, revolucionó toda la

región. Si acaso una persona habrá quedado sin ser tocada por las grandes cosas de lo eterno. En

el año de 1735 parecía como si todo el pueblo estuviera lleno de la presencia de Dios.

...en repetidas ocasiones en Europa era tan grande la turbación de la presencia de Dios que nos

era imposible tener fuerza para pararnos a predicar a la gente. Aún a los pecadores les entraba

tanto temor que abandonaban el pueblo.

El Dr. Jowett dijo de Moody: “La excelencia de Moody estaba en una vasija de barro, y muchos

doctores en divinidad se han cuestionado acerca de la extraña asociación. Había miles de

predicadores más elocuentes que Moody pero el tesoro de la gloria no estaba en ellos. Moody

podía no haber tenido educación, pudo haber tenido modales rudos y no tener experiencia en

oratoria, pero cuando hablaba, el poder de un mundo invisible caía sobre la audiencia”

(Características sobresalientes de un avivamiento).

Un testigo del avivamiento de 1859 en Ulster, Irlanda del Norte, dijo: “Los hombres sintieron como si

el Señor había soplado sobre ellos. Ellos primero fueron afectados con asombro y miedo – entonces

se bañaron en lágrimas – luego llenos con un amor indecible” (traducción de William Gibson, The

Year of Grace, a History of the Ulster Revival of 1859, Elliott, 1860, p. 432).

2. Una convicción profunda de pecado que lleva al arrepentimiento.

Cuando Isaías vio “al Señor sentado sobre un trono alto y sublime” en el templo, clamo: “¡Ay de mí!

que soy muerto” (Isaías 6:5).

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En un avivamiento genuino las personas despiertan con una conciencia de su condición miserable

por la maldad de su corazón, y el peligro de perecer eternamente y la importancia de escapar

prontamente.

Jonathan Edwards quien fuera usado por Dios en avivamientos, dijo: “Hay una gran variedad en

cuanto al grado de temor y preocupación que la gente siente antes de alcanzar el perdón de

Dios. Algunos son llevados con más ánimo y esperanza que otros. Algunos sintieron el desagrado de

Dios tan fuertemente que no podían dormir de noche; la idea de dormir en una tal condición

perdida les horrorizaba...La conciencia abominable de su miseria generalmente aumentaba,

cuánto más una persona se acercaba a su liberación. ..Algunos están cerca de la desesperación y

todo les parece tan oscuro como la medianoche, poco antes de que el día amanece en sus

almas. Algunos clamaron bajo el terrible peso de su culpa, asombrados de que Dios todavía les

permitía seguir viviendo en la tierra, en vez de mandarlos inmediatamente al infierno. Otros no

sintieron tanta desesperación, pero tuvieron una consciencia muy profunda en sus corazones,

acerca de su propia depravación y muerte en pecado” (Un relato fiel de la obra sorprendente de

Dios).

La convicción de pecado es tal que los pecadores muchas veces no pueden comer ni dormir

hasta llegar a estar en paz con Dios. Tan profundo es el arrepentimiento que hay en un avivamiento

que el pecado es aborrecido de tal manera que no se desea pecar nunca más.

Sobre la convicción de pecado, Charles Finney dice: “A la mañana siguiente, después del

desayuno, fui a la hilandería, para echarle una mirada. Mientras la recorría, observé que había

mucha agitación entre los que estaban ocupados trabajando en los telares, las máquinas de hilar y

otros instrumentos de trabajo. Al pasar por una de las secciónes, donde había un gran número de

chicas atendiendo sus tejidos, observé que un par de ellas me miraban y hablaban

animadamente. Pude comprender que estaban muy agitadas, aunque las dos se rieron.

Lentamente, me dirigí hacia ellas. Cuando vieron que yo me acercaba, se mostraron muy

emocionadas. Una de ellas estaba tratando de atar una fibra qué se había roto, y observé que las

manos le temblaban de tal modo qué no podía arreglarla. Me acerqué lentamente mirando a

cada lado de la maquinaria mientras iba pasando, pero observé que esta joven se sentía cada vez

más agitada, y no podía proseguir con su trabajo. Cuando estuve más o menos a unos dos metros

de ella, la miré solemnemente. Ella se dio cuenta, se sintió vencida y hundida, y rompió a llorar. La

impresión se difundió casi como la pólvora y en un instante, casi todos los que se hallaban en aquel

sitio estaban llorando. Este sentimiento se difundió por toda la fábrica. El señor W., propietario del

establecimiento, que estaba presente, cuando vio el estado de cosas, le dijo al superintendente:

'Detenga el telar, y permita que la gente atienda la religión, porque es más importante la salvación

de nuestras almas que el funcionamiento de la fábrica'. De inmediato se cerró la puerta y la fábrica

se detuvo, pero... ¿dónde podríamos reunirnos? El superintendente sugirió que la sala de las

máquinas de hilar era grande: y arrinconándolas, nos podíamos reunir allí. Así lo hicimos, y pocas

veces he asistido a un culto más lleno de poder que aquél. Se desarrolló en forma poderosa. El

edificio era grande, y había mucha gente, desde el desván hasta el depósito. El avivamiento pasó

por el telar con un poder asombroso, y en el curso de pocos días, casi todos los que trabajaban allí

se habían convertido esperanzadamente, con optimismo” (Sermón, “La fe que prevalece”).

A. Q. Osierberg, testigo ocular del avivamiento de la calle Azusa dijo: “El avivamiento de Azusa

empezó en el punto donde todo, avivamiento debiera empezar... con lágrimas de arrepentimiento.

Empezó en lágrimas, vivió en lágrimas, y cuando acabaron las lágrimas, acabó el avivamiento de

Azusa”.

El Rev. Brian H. Edwards dijo que un avivamiento: “Comienza con una terrible convicción de

pecado...la gente llora incontrolablemente…Pero no hay tal cosa como avivamiento sin lágrimas

de convicción y tristeza...No hay avivamiento sin profunda, incómoda y humillante convicción de

pecado...Un testigo [del avivamiento de 1906 en China] dijo: “Mi alrededor era como un campo de

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batalla con almas que clamaban por misericordia””(traducción de Brian H. Edwards, Revival: A

People Saturated With God, Evangelical Press, 1991 edition, pp. 115, 116).

Oswald Smith describe la obra poderosa de Dios en los corazones de otro avivamiento en las costas

de Hawái: “En el año 1835 Titus Coan arribó a las costas de Hawái. En su primer viaje multitudes se

reunieron para escucharle. Se amontonaban de tal manera a su alrededor que apenas tenía

tiempo para comer. En una ocasión predicó tres veces antes de poder tener oportunidad de

desayunar. Sentía que Dios estaba obrando de una manera muy desacostumbrada. En 1837

fuegos mortecinos se avivaron. Casi toda la población fue su audiencia. Estaba ministrando a

15.000 personas. Incapaz de llegar a todos ellos, ellos fueron a él y se asentaron en una reunión que

duró dos años. No había una sola hora del día ni de la noche en que no se reuniera una audiencia

entre 2.000 y 6.000 a la señal de la campana. Había el clamor tembloroso, sollozante, en llanto, por

misericordia, en algunas ocasiones demasiado fuerte para que el predicador pudiera ser oído; y en

cientos de casos sus oyentes se desvanecían. Algunos llegaban a gritar: “La espada de dos filos me

está despedazando”. El perverso burlador que llegó a chancearse cayó como un perro, y gritó:

“¡Dios me ha fulminado!” En una ocasión, mientras que estaba predicando en un campo abierto a

2.000 personas, un hombre gritó: “¿Qué tengo que hacer para ser salvo?”, y oró la oración del

publicano, y toda la congregación asumió el clamor por misericordia. Durante media hora, el señor

Coan no pudo hallar ocasión de hablar, sino que se tuvo que quedar quieto y contemplar cómo

Dios obraba” (Pasión por las almas. Oswald Smith).

3. Hay un anhelo intenso de interceder y evangelizar.

Los discípulos oraban (Hechos 3:1). Los creyentes del primer siglo eran hombres que sabían que

debían predicar, que debían ganar almas y que debían orar para ello.

El apóstol Pablo decía: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo

sea formado en vosotros” (Gálatas 4:19). Pablo oraba y sus oraciones eran como dolores de parto.

Dios espera que sus siervos intercedan por las almas. En el Antiguo Testamento Dios decía a los

sacerdotes: “Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona,

oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se

enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?” (Joel 2:17).

En los avivamientos la intercesión por las almas es común.

En el avivamiento que Dios derramo bajo el ministerio de Jonathan Edwards una niña de nombre

Febe tenía un deseo ferviente de ver la salvación de sus hermanas.

Edwards relata: “Mientras Abigail, su hermana mayor, estaba allí, su madre aprovechó de la

oportunidad para aconsejarla de prepararse ahora para el otro mundo. Con esto, Febe rompió a

llorar: “¡Pobre Abi!” Su madre dijo que no llore, que ella esperaba que Dios fuera a dar salvación a

Abi; pero ella seguía llorando por bastante tiempo. Poco después, su hermana Eunice llegó, y otra

vez Febe comenzó a llorar: “¡Pobre Eunice!”, y lloró mucho. Después se fue a otro cuarto y encontró

allí a su hermana Naomi, y rompió en llanto otra vez: “¡Pobre Amy!” Su madre se sintió muy

afectada por este comportamiento en su hija y no sabía qué decir” (Un relato fiel de la obra

sorprendente de Dios. Jonatán Edwards).

En los avivamientos genuinos los creyentes salen a anunciar el evangelio en todo lugar como la

mujer samaritana anuncio a toda su ciudad sobre el Salvador (Juan 4:28-30,39-42). Cuando hay un

avivamiento genuino muchos empiezan a hablar de Cristo, aun si ellos no fueron llamados al

ministerio.

En los avivamientos poderosos, los creyentes anuncian el evangelio en todo lugar (Hechos 8:4)

como el gadareno, que después de ser liberado de muchos demonios, anuncio a toda Decapolis

(Marcos 5:20).

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La carga por las almas es grande en los corazones de los creyentes en un avivamiento.

John Hyde, el gran misionero enviado a la India, en 1908 oró a Dios para que le diera un alma cada

día. En ese año ganó alrededor de 400 almas para Cristo. El año siguiente, pidió dos almas por día,

y como resultado gano alrededor de 800 almas para Dios. Luego, en 1910, rogó que se le

concediesen cuatro almas por día, y Dios le contestó su petición.

Jonathan Goforth sobre el avivamiento de Korea escribió: “Un estudiante tuvo un mes vacacional y

las pasó en un cierto distrito para evangelizar. Él consiguió 100 almas para el Señor. Otro estudiante

resolvió en su corazón hablar por lo menos con seis personas por día sobre sus almas. Al final de

nueve meses, él había hablado a 3.000 personas. Un cierto año, los Metodistas del sur tenían tal

escasez de fondos que ni las escuelas podían ser construidas en Songdo, donde había cerca de

150 estudiantes listos para comenzar a estudiar. Yun Chi Ho, un ex-ministro de educación, se ofreció

para dar clases a esos estudiantes. Los chicos, bajo su liderazgo, levantaron un edificio de madera

y cubrieron el techo con paja y comenzaron sus clases…Una carta dirigida por el pastor, por esa

ocasión, afirmaba que niños de 8 y 9 años de edad, después de las clases, salían hacia las calles y,

con lágrimas en los ojos, tomaban a las personas en las calles implorando que entregaran sus vidas

al Salvador. Él dijo: “Durante los últimos 3 días, cerca de 400 personas vinieron a entregarse a

Cristo”. Eso fue conseguido a través de la obra de los niños después de que salían de las clases. Las

personas que los oían se sentían desgarradas en sus corazones a causa de sus pecados”

(Avivamiento en Korea. Jonathan Goforth).

El apóstol Pablo después de su conversión, “en seguida predicaba a Cristo” (Hechos 9:20).

4. Grandes multitudes son salvadas con rapidez.

“…El Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47; Hechos 2:41;

4:4; 5:14; 11:21,24; 13:44; 16:5).

“Y se alegró Ezequías con todo el pueblo, de que Dios hubiese preparado el pueblo; porque la

cosa fue hecha RÁPIDAMENTE” (2 Crónicas 29:36).

James Stewart dice: “Los movimientos poderosos del Espíritu Santo comienzan en el lugar secreto

del Altísimo. Las manifestaciones externas vienen repentinamente para asombro de todos; santos y

pecadores claman igualmente asombrados: “Es el Señor el que lo está haciendo y es maravilloso lo

que vemos”. La gente de Dios se llena de alegría y cantan con gran gozo: “Grandes cosas ha

hecho Jehová con nosotros; estaremos alegres” (Salmo 123:6).

El historiador Kirkton escribió acerca de la reforma en Escocia: “En Escocia toda la nación se

convirtió como en un estallido,...He aquí una nación que nació en un día”.

Otra vez Jonathan Edwards escribe acerca del gran avivamiento en 1740, dice: “Esto es seguro, es

un evento grande y maravilloso, una revolución extraña, un inesperado sorpresivo cambio de las

cosas, sucedió de pronto… ¿Quién que hubiera visto el estado de las cosas en Nueva Inglaterra

hace algunos unos años, creyera que habría un cambio?” (Caracteristicas sobresalientes de un

avivamiento).

En el avivamiento Gales, 100 mil almas vinieron a Cristo en un año. Eso es avivamiento.

En el Gran Avivamiento de 1857-1858: “En solamente dos años, se añadieron más de dos millones

de convertidos a las iglesias de todas las denominaciones. Se añadieron un millón de convertidos

en las iglesias en Gran Bretaña” (Winkey Pratney, Revival, Springdale, Pa.: Whitaker, 1984, p. 158). A

este avivamiento se le llamo: “El Segundo Gran Despertar Evangélico” (Dr. Edwin Orr).

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Oswald Smith dice: “¿Sabes cuántos miembros de iglesias habían en Estados Unidos de América

cuando Charles G. Finney empezó su gran obra de avivamiento? Habían entonces doscientos mil.

¡Piensa en esto! En toda América solamente doscientos mil miembros. Pero ¿sabes cuántos

miembros habían cuando terminó su ministerio unos pocos años después? Más de tres millones. Sí,

dentro del ministerio de un solo hombre, ¡tres millones! ¡Qué milagro! ¿Me puedes decir en dónde se

podrían repetir estos resultados? ¿No es verdad que Dios hace más en unas pocas semanas

durante días de avivamiento que en años a través de los canales normales de la obra de la iglesia?

Cuando Finney celebró una campaña en la ciudad de Rochester, Nueva York, se estima que

alrededor de cien mil personas se unieron a las iglesias.¿Cómo podéis repetir tales resultados,

excepto por un avivamiento?” (Pasion por las almas).

5. El carácter de los cristianos es moldeado a la imagen de Cristo.

El amor entre hermanos, la sencillez, la santidad, la ternura, la paciencia y toda virtud están

grabados tan profundamente en el corazón que se cumple la palabra de Dios cuando dice:

“Porque este es el pacto que yo hare con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor:

pondré mis leyes en la mente de ellos, y las escribiré sobre sus corazones y yo seré su Dios, y ellos

serán mi pueblo” (Hebreos 8:10).

Los incrédulos verán tu rostro como si fuera la de un ángel, por tu ternura, amor, paciencia y toda

virtud celestial (Hechos 6:15).

Tú mismo puedes notar que el obedecer a Dios no te resulta gravoso (1 Juan 5:3).

En un avivamiento el arrepentimiento es tan profundo que el deseo de obedecer a Dios no te

cuesta.

No discutes con Dios, estas rendido totalmente a Él, eres su esclavo voluntario y estas feliz de serlo.

Tu carácter es manso y humilde como lo era Cristo y Moisés.

6. Confesión pública de pecado.

Confesar los pecados en arrepentimiento. En los avivamientos esto es común. Lucas dice: “Y

muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos” (Hechos

19:18).

Cuando hay arrepentimiento profundo la confesión de pecados es espontanea.

Glenn Conjurske escribió: “Una de las características más marcadas del gran avivamiento en

Manchuria bajo la predicación de Jonathan Goforth, fue la misma confesión de pecado

espontánea, pública, humillante y dolorosa. Goforth no pidió estas confesiones, tan solo predicó la

Palabra de Dios hasta que la gente estaba tan convencida de pecado que no podían guardar

silencio. O hablaban o explotaban” (Buena predicacion: Lo que es y lo que no es).

7. Amor profundo.

Algunos lo llaman emocionalismo excesivo, pero es amor celestial. El apóstol Pablo lo llama

“ardiente afecto” (2 Corintios 7:11). Este amor profundo es a tu familia, los inconversos y a Dios.

Deseamos obedecer a Dios en todo y queremos su cercanía como la novia quiere estar cerca de

su novio. El deseo der ver y oír a Cristo y tener comunión con Él es grande. Tu pensamiento está en

Dios en todo momento. Tu desesperación por conocerle es ardiente.

Tu amor por las almas perdidas es grande, no es compasión ordinaria, es amor desbordante por ver

salvos a quienes no conocen del amor de Dios y su salvación.

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8. Un cántico desbordante.

Cuando un alma agonizante se ha convertido a Cristo halla bendita paz y un gozo desbordante

por las misericordias de Dios. “Entonces nuestra boca se llenará de risa, nuestra lengua de

alabanza…” (Salmo 126:2).

El deseo por adorar a Dios es enorme. Los músicos cristianos de hoy se avergonzarían si estuvieran

en un avivamiento. Hoy vemos artistas cristianos y sus canciones son hermosas, pero no hay

adoración genuina, desbordante y quebranto real. Lo que hay es una imitación de la adoración.

9. Milagros.

La biblia nos dice: “12 Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el

pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. 13 De los demás, ninguno se atrevía a

juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. 14 Y los que creían en el Señor

aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; 15 tanto que sacaban los

enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su

sombra cayese sobre alguno de ellos. 16 Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén,

trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados” (Hechos 5:12-16).

Necesitamos experimentar un avivamiento con poder y milagros. En algunos avivamientos no

hubieron milagros, sanidades, pero creo que El Señor Jesús nos dio autoridad para echar fuera

demonios, sanar enfermos, limpiar leprosos y resucitar muertos.

Se dice que Smith Wigglesworth fue usado por Dios para que muchos fueran sanados. Aun se dice

que Dios lo uso en la resurrección de 17 muertos bajo su ministerio. ¡Gloria a Dios!

Wigglesworth siempre se mantuvo humilde pese a que Dios lo uso tanto.

De John G. Lake se dice que en cinco años en Healing Rooms en Spokane, Washington se

registraron cien mil sanidades. El Dr. Ruthledge de Washington, D.C., denomino Spokane “la ciudad

más sana del mundo”.

10. Gran gozo.

Lucas dice que en el avivamiento de Samaria, había “gran gozo en aquella ciudad” (Hechos 8:8;

13:52). El gozo de haber sido perdonado, de haber dejado el pecado es enorme.

¡Como necesitamos un avivamiento!

PRÉDICA DE AVIVAMIENTO

1. Los predicadores de avivamiento predicaban muy fuerte acerca del “pecado, justicia y juicio”.

Es que el Espíritu Santo mismo convence de estas cosas: “pecado, justicia y juicio” (Juan 16:8).

Cuando el apóstol Pedro predica en pentecostés, predica acerca del pecado de los judíos por

haber crucificado a Jesús. El apóstol Pablo hablaba “acerca de la justicia, del dominio propio y del

juicio venidero” por lo que “Félix se espantó” (Hechos 24:25). Eso es predica verdadera.

Sin embargo hablar del pecado, justicia y juicio no significa que no debamos hablar de la gracia y

misericordia de Dios.

2. Los predicadores de avivamiento predicaban con gran compasión.

Compasión significa: “sentir simpatía, lástima, ser movido con misericordia de corazón” (Strong).

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Mateo dice: “Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos…” (Mateo 14:14).

Tanto el Señor Jesús como los apóstoles y los hombres de Dios de todas las épocas han tenido

compasión por las almas. Al predicar el evangelio debemos permitir que el Espíritu Santo derrame

su amor en nuestros corazones para suplicar a los pecadores que se arrepientan.

“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella” (Lucas 19:41).

George Whitefield fue probablemente, el más grande predicador que ha caminado en la tierra

desde los días de los apóstoles. Cornelius Winter dice de él: “Casi nunca supe que él diera su

sermón sin llorar, y creo que eran lágrimas sinceras. Frecuentemente su voz era interrumpida por la

emoción; y lo he escuchado decir desde el púlpito, ‘Ustedes me culpan por llorar, pero ¿cómo

puedo evitarlo si ustedes no lloran por sí mismos, aunque sus almas estén al borde de la

destrucción? y no sé en absoluto ¡si están escuchando su último sermón! Algunas veces él lloraba

excesivamente, pisoteaba fuerte y apasionadamente, y frecuentemente era tan sobrecogido que

requería un poco de tiempo para componerse” (Buena predicacion: Lo que es y lo que no es.

Glenn Conjurske).

El apóstol Pablo predicaba con lágrimas. “De noche y de día, no he cesado de amonestar con

lágrimas a cada uno” (Hechos 20:31).

Debemos sentir la carga que Cristo tiene por la humanidad, ya que su destino es la desgracia sin

fin, a menos que se vuelven a Él en fe y arrepentimiento.

“Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a

tu pueblo” (Joel 2:17).

“Lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros” (1 Samuel 12:23).

Wesley Duewel dijo: “Deberíamos llorar porque la humanidad ha dejado a Dios. Las naciones se

han olvidado de El (Salmo 9:17); no quieren retener el conocimiento del Señor (Romanos 1:28);

muestran desprecio por la constante benignidad, tolerancia y paciencia de Dios (Romanos 2:4); a

menudo se endurecen a causa de los juicios divinos y por el hecho de segar lo que han sembrado

(Romanos 2:5; Apocalipsis 16:21). Por estas razones deberíamos llorar por nuestro mundo, clamando:

¡Señor, perdona a nuestra raza desobediente!

Deberíamos llorar porque el pecado se multiplica. Los malos hombres están yendo de mal en peor,

engañando y siendo engañados (2 Timoteo 3:13). Los pecados enumerados en 2 Timoteo 3:1-5

resultan demasiado evidentes: el amor al yo antes que a Dios, la vanagloria, la soberbia, la

blasfemia, la desobediencia a los padres, la ingratitud, la impiedad, la falta de afecto natural, la

implacabilidad, la calumnia, la intemperancia, la crueldad, el aborrecimiento de lo bueno, la

traición, la impetuosidad, la infatuación y el amor a los deleites más que a Dios. Todas estas cosas,

combinadas con los pecados groseros de la perversión sexual, las violaciones y la pornografía han

endurecido nuestra conciencia nacional. El crimen se ha extendido; y el terrorismo, el sadismo y la

crueldad calculada han alcanzado proporciones inimaginables. La guerra es todavía más terrible,

y la paz parece siempre precaria. El hombre da la impresión de estar al borde de destruirse a sí

mismo... ¿Qué podemos hacer sino clamar con lágrimas en los ojos: Señor, ten misericordia de

nuestra raza pecadora?” (Ardiendo para Dios).

No debemos llorar al predicar si El Espíritu Santo no nos mueve a hacerlo. El Dr. Martyn Lloyd-Jones

dijo: “Por supuesto, un hombre que trata de producir un efecto [por llorar en el pulpito] se hace un

actor, y es un impostor abominable” (Preaching and Preachers, Zondervan Publishing House, 1971,

p. 93).

ORACIÓN DE AVIVAMIENTO

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La oración que prevalece y logra su fin para la salvación de las almas es oración de avivamiento.

Pero esta oración debe hacerse con fe no dudando nada.

Si la oración no está de acuerdo a la voluntad de Dios se estará perdiendo el tiempo. Todo

egoísmo y orgullo debe de abandonarse para siempre. Un corazón puro es necesario para orar con

confianza.

Nuestras oraciones deberán ser con suplicas en el Espíritu por los pecadores. David decía: “El furor

se apoderó de mí a causa de los inicuos, que dejan tu ley…Ríos de agua descendieron de mis ojos,

por los que no guardan tu ley” (Salmo 119:53,136).

Pablo dice a los gálatas: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo

sea formado en vosotros” (Gálatas 4:19).

Pablo sufría como dolores de parto por los gálatas. Si queremos que Dios derrame un avivamiento

tenemos que sufrir estos mismos dolores.

Estos dolores son el dolor que siente un cristiano por el mundo perdido y los expresa con gritos o

gemidos indecibles en oración por la salvación del mundo perdido. La oración de avivamiento es

suplicas con profundo dolor en el corazón.

GRANDES AVIVAMIENTOS EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA

Dios ha derramado muchos avivamientos poderosos en tiempos bíblicos y hace unos cientos de

años atrás en tiempos de Wesley, Edwards, Whitefield, Finney y otros; pero quiero hablar solamente

de tres avivamientos gloriosos que me han impactado mucho.

1. El Avivamiento Galés (1904-1906).

Algunos llamaron a este avivamiento “El Pentecostés más grande que Pentecostés”.

Evan Roberts fue uno de los hombres que El Señor escogió para usarlo en el avivamiento Galés. Dios

le revelo que 100.000 almas vendrían a Cristo en arrepentimiento.

En este gran avivamiento sucedieron cosas extraordinarias. Las cantinas se cerraban, las cárceles

quedaban sin presos, y los policías se quedaban sin trabajo, los deportistas estaban predicando de

Jesucristo, los músicos estaban entonando himnos.

Lo asombroso es que casi inmediatamente después de sus conversiones salieron por todas partes

enviados a predicar.

Los niños predicaban el evangelio, y oraban gritando: “¡Envía al Espíritu Santo, por amor a Jesús!”

En este avivamiento los pecadores tenían una convicción de pecado muy profunda.

Hubo arrepentimiento profundo. No se quería volver a pecar nunca más. El aborrecimiento del

pecado era total. Lloraron con mucho dolor por sus pecados. El gozo de recibir perdón fue enorme.

La gente estaba en éxtasis por la cercanía de Dios. Los servicios de oración estaban llenos de gente

desde las primeras horas de la mañana.

En las minas tuvieron problemas serios, porque los caballos habían sido entrenados para responder

a las maldiciones de los conductores, y ya que ellos no maldecían más, los caballos no podían

entender las órdenes.

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Las reuniones políticas fueron pospuestas, porque los miembros del parlamento estaban en las

reuniones de avivamiento.

Las compañías teatrales desistieron de ir a Gales porque ya nadie asistía a sus espectáculos.

Alguien escribió sobre este avivamiento: “El avivamiento galés fue una invasión poderosa del

Espíritu; el reino de Dios se manifestó de manera radical en la tierra”.

J. V. Morgan escribió un libro criticando el avivamiento diciendo que después de cinco años "solo"

setenta y cinco mil permanecían en las iglesias como miembros, porque según el, en un verdadero

avivamiento todos los creyentes permanecen, lo cual es falso. Aun en los más grandes

avivamientos los creyentes pueden apartarse y no permanecer en la fe. Si leemos la biblia

podemos ver que eso tambien sucedió en la iglesia primitiva.

2. Avivamiento De La Calle Azusa 312 (1906-1908).

En este gran avivamiento Dios uso a William Seymour quien era el pionero principal. Frank Bartleman

uno de los pioneros fue el instrumento que relata sobre este gran mover de Dios.

En este avivamiento estaban juntos el rico y el pobre, el analfabeto y el educado, el blanco y el de

color. Se rompieron las barreras raciales.

En la publicación de la primera edición de “Fe Apostólica" se decían estas palabras: “Predicadores

orgullosos, bien vestidos vinieron a 'investigar'. Pronto su aspecto importante fue reemplazado por

asombro, luego vino su convicción, y muy a menudo los encontrabas en corto tiempo

revolcándose en el piso sucio, pidiendo perdón a Dios y haciéndolo como niños pequeños”.

George O. Wood señala que en este avivamiento hubo: (1). Un hambre del Señor. (2). Un amor

genuino por los demás. (3). Compromiso con su Palabra. (4). Dedicación al evangelismo y a las

misiones. (5). Compromiso con la restauración de la iglesia del Nuevo Testamento.

Frank Bartleman dice: “Sabíamos instantáneamente cuando habíamos contristado al Espíritu, por

una palabra o una obra cruel. Parecía que vivíamos en un mar de puro amor divino. El Señor

luchaba por nosotros en las batallas. Nos consagrábamos a su juicio totalmente en todos los

asuntos, sin siquiera intentar defender a la obra o a nosotros mismos. Vivíamos en su presencia,

inmediata y maravillosa. Y nada contrario a su puro Espíritu era permitido allí. Lo falso era separado

de lo real por el Espíritu de Dios. La Palabra de Dios misma decidía absolutamente todos los temas.

Los corazones del pueblo eran escudriñados a fondo, tanto en hecho como en su motivación.

Formar parte de este grupo no era algo para tomar a la ligera. Nadie 'osaba unírseles' (Hechos

5:13), a menos que su intención fuera seria...” (Azuza Street).

Bartleman mas adelante dice: “El hermano Seymour era reconocido como líder nominal a cargo.

Pero no teníamos papa ni jerarquía alguna. Éramos 'hermanos'. No teníamos un programa humano.

Dios mismo nos dirigía. No teníamos clase sacerdotal, ni tareas sacerdotales. Estas cosas vinieron

después, con la apostasía del movimiento. En el principio ni siquiera teníamos una plataforma o un

púlpito. Todos estábamos a la misma altura. Los ministros eran siervos, según el verdadero sentido

de la palabra. No honrábamos a los hombres por su posición ventajosa, ya fuera a causa de su

dinero o de su educación... No se anunciaba con anticipación el tema de los sermones o los

mensajes, ni los nombres de los predicadores para una hora determinada. Nadie sabía qué

sucedería, qué haría Dios. Todo era espontáneo, ordenado por el Espíritu. Queríamos escuchar lo

que Dios tuviera para nosotros, fuera quien fuere la persona que Él eligiera para hablar. No

hacíamos acepción de personas...Alguien podía estar hablando, y repentinamente el Espíritu caía

sobre la congregación. Dios mismo hacía el llamado. Los hombres caían por todas partes, como

heridos en una batalla, o corrían hacia el púlpito en masa, buscando a Dios... Nunca vi que se

hiciera un llamado evangelístico en esa época. Dios mismo los llamaba. Y el predicador sabía

cuándo irse...” (Azuza Street).

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3. El Avivamiento en la isla de Lewis, Escocia (1949).

Sobre este avivamiento el Pastor Duncan Campbell nos dice escribiendo para la revista “La

Trompeta de Dios”:

Ante todo, quiero decir que yo no produje el avivamiento en Luis, sino que empezó antes de que yo

llegara a la isla.

¿Qué es el avivamiento?

Existen muchas opiniones en las iglesias de hoy, en cuanto a qué es un avivamiento. Hay una gran

diferencia entre un avivamiento y una cruzada de evangelismo, esto último no es avivamiento,

aunque doy gracias a Dios por cada alma alcanzada para Cristo por medio de tales esfuerzos y

doy gracias a Dios por cada tiempo de bendición recibida en nuestras conferencias y

convenciones, sin embargo tales esfuerzos, por lo común, no tocan al vecindario, y la inmensa

mayoría de la gente se van precipitadamente hacia el infierno.

En un avivamiento, la comunidad repentinamente se conscientiza de la presencia de Dios. El

comienza a obrar entre su propia gente, y en cosa de pocas horas -no de días, sino de horas- las

iglesias vienen a ser muy concurridas, no hay anuncio de reuniones especiales, pero pasa algo que

atrae a hombres y mujeres a la casa de Dios. Dentro de horas, habrán veintenas de personas

pidiendo perdón a Dios antes de siquiera llegar cerca de la iglesia.

En el avivamiento que hubo en tiempo de Jonathan Edwards, eso fue lo que pasó. En el

avivamiento de Gales, eso fue lo que pasó. Y en el avivamiento más reciente en Luis, eso es lo que

pasó. Dios se manifestó y súbitamente los hombres y las mujeres por todas partes de la parroquia

fueron paralizados por temor a Dios.

Como empezo el avivamiento en Luis

Un día al atardecer, una mujer ciega de 84 años, tuvo una visión. Esta anciana querida, Margarita,

vio en la visión a la iglesia de sus padres llena de jóvenes y a un ministro desconocido en el púlpito.

Estaba tan emocionada por esta visión que llamó al pastor y se la contó. El pastor de la colonia era

un hombre que temía a Dios y anhelaba verlo obrando, había tratado muchas cosas para interesar

a los jóvenes de la parroquia, pero ni siquiera un adolescente asistía a la iglesia.

¿Qué es lo que le dijo Margarita? -Estoy segura de que usted está anhelando ver a Dios obrar.

¿Qué piensa de convocar a los ancianos y diáconos y sugerirles que pasen dos noches por semana

en oración a Dios? Ustedes han probado misiones; han probado evangelistas especiales. ¿Han

probado a Dios?

El pastor humildemente obedeció.

-Sí, convocaré la sesión, sugiriendo que nos juntemos los martes y viernes en la noche, para pasar

toda la noche en oración.

-Muy bien -respondió-, si ustedes hacen eso, mi hermana y yo nos arrodillaremos a las 10:00 pm

cada martes y viernes, y nos quedaremos allí hasta las 4:00 de la mañana.

Así todos se concentraron en la oración. Tuvieron esta promesa de Dios, y con esa promesa

suplicaron: “Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida” (Isaías 44:3).

En sus oraciones, según lo que dijo el pastor, ellos debían pedir vez tras vez: Señor, Tú eres un Dios

que guarda tu pacto, y debes cumplir Tu promesa.

Las súplicas y las reuniones duraron por varios meses, luego, una noche, aconteció algo muy

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notable; estando de rodillas en medio de la paja en el granero, de repente un joven se puso de pie

y leyó en voz alta una parte del Salmo 24: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en

su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas,

ni jurado con engaño. El recibirá bendición de Jehová” (v.v. 3-5), cerró su Biblia y mirando a los ojos

del ministro y a los otros arrodillados allí, dijo: Hermanos, me parece que es tiempo perdido el orar

como hemos estado orando, y esperar como hemos estado esperando, si nosotros mismos no

tenemos relaciones debidas con Dios, entonces comenzó a orar: “Señor, ¿están limpias mis manos?

¿Es puro mi corazón?” Y aquel querido hombre no siguió más adelante, pronto se arrodilló y se

extendió boca abajo en la paja. En cosa de pocos minutos, un poder se soltó en Barvas, el cual

desconcertó a todos los habitantes de la isla.

¡Dios se manifestó!

El Espíritu Santo comenzó a obrar en medio de la gente. El pastor, describió lo que pasó la mañana

siguiente y dice: “Se encontró a Dios en el yermo; se le encontró en los hogares. Dios parecía estar

en todas partes”.

¿Y qué fue eso? ¡Fue avivamiento! No fue algo organizado a base de esfuerzo humano, sino que

era toda la comunidad consciente de Dios, lo cual tuvo en suspenso a todos en el área, tanto así

que todo trabajo se paró. La gente se reunió en grupos. Los jóvenes se reunían en el campo y

comenzaron a hablar acerca de este fenómeno de parte de Dios, que saturaba la comunidad.

En cosa de unos días, recibí una carta invitándome a la isla. En ese momento experimentaba un

movimiento muy grande en la isla de Skye. No era un avivamiento, pero hombres y mujeres

aceptaban a Cristo, y Dios fue glorificado por los muchos hombres notables quienes encontraban

al Salvador.

Cuando recibí esta invitación a venir a Luis por diez días, respondí que no me era posible puesto

que estaba envuelto en una convención durante los días de fiesta. Ya habíamos hechos los

arreglos para los predicadores y también por las habitaciones en los hoteles para la gente que

venía de todas partes de Gran Bretaña, pero después tuve que cancelar esa convención,

principalmente, porque la agencia de viajes alquiló los hoteles para una semana especial que iban

a celebrar.

El pastor recibió la carta en la cual yo había rehusado aceptar la invitación, y se la leyó a

Margarita. “Eso es lo que piensa el hombre”, dijo ella, “pero Dios ha dicho lo contrario. El Sr.

Campbell estará aquí dentro de dos semanas”.

La convención no estaba cancelada cuando ella dijo eso, pero ella sabía. “La comunión íntima de

Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto” (Salmo 25:14). Y ella tenía

comunión íntima con Dios.

Llegué a la isla en diez días, y el pastor con dos ancianos me recibieron en el embarcadero. En el

momento que me bajé del barco un hermano anciano se acercó y me enfrentó con una pregunta:

“Sr. Campbell, ¿puedo hacerle esta pregunta? ¿Está usted caminando con Dios?” He aquí tres

hombres que vivían en serio, hombres que temían que una mano no ungida tocara el Arca. Me

alegré de poder decir: “Ahora bien, pienso que puedo decir que temo a Dios”. “Bueno”, dijo el

anciano querido, mirándome, “si usted teme a Dios, eso bastará”. Entonces el pastor se volvió

hacia mí y dijo: “Estamos seguros, Sr. Campbell, que usted está cansado y deseando cenar, pero

me pregunto si primero consentiría en predicar un sermón en la iglesia antes de llegar a casa para

que los asistentes le vean. Habrá una asistencia prometedora; quizá no muchos, pero suponga eso

de dos o trescientos. Tenga en cuenta que hay una manifestación de Dios entre nosotros”.

Nunca comí esa cena porque no llegué a la casa del pastor hasta las cinco y veinte de la mañana.

Fuimos a la iglesia, y prediqué a una congregación de más o menos 300 personas. Fue una buena

reunión, con un sentido maravilloso de la presencia de Dios, pero nada excepcional pasó. Terminé

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la junta con oración y caminaba por el pasillo cuando un joven se me acercó y dijo: “Nada

todavía ha pasado, pero Dios está presente, y en cualquier momento El va a abrir un camino”.

Soy perfectamente honesto cuando digo que no sentí nada. Pero aquí había un joven mucho más

cerca de Dios que yo, y él sabía el secreto.

Continuamos hacia la puerta de la iglesia a medida que toda la congregación salía. Sólo el joven y

yo quedábamos dentro. El levantó las manos y comenzó a orar: “Dios, Tú nos has prometido

derramar aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida, pero no lo estás haciendo”.

El oraba, y oraba, y oraba de nuevo hasta que cayó en el piso. Estuvo tumbado allí por cinco

minutos, estando yo de pie a su lado, y luego se abrió la puerta de la iglesia, alguien entró y dijo:

“Sr. Campbell, pasó algo maravilloso. ¡Un avivamiento ha comenzado! Por favor, venga a la puerta

para ver la muchedumbre que ha llegado a las once”. Cuando miré, vi a seiscientas o setecientas

personas agrupándose en torno a la iglesia.

Este joven querido se paró a la puerta y sugirió que cantáramos el Salmo 126:1-2: “Cuando Jehová

hiciere volver la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se

llenará de risa, y nuestra boca de alabanza…” Y ellos cantaban y cantaban. De entre ellos podía

oír yo el grito de los penitentes, hombres pidiendo a Dios misericordia.

Me volví al anciano y dije: “¿No piensa que debiéramos abrir de nuevo las puertas de la iglesia y

permitirles entrar?”

En unos minutos la iglesia se llenó, a quince minutos de la medianoche. ¿De dónde vino la gente?

¿Cómo sabían ellos que se celebraba un culto? No puedo decirle, pero vinieron de las aldeas y los

caseríos. Si hoy uno les preguntara: “¿Qué es lo que les influenció a venir?”, ellos no podrían decirle.

Fueron conmovidos por un poder que está más allá de una explicación, y ese poder les dio a

entender que eran pecadores que merecían el infierno y el único lugar en el cual podían pensar

para obtener el socorro, fue la iglesia. Allí estaban, entre seiscientos y setecientos.

Esa misma noche había un baile en la parroquia. Cuando este joven oraba en el pasillo de la

iglesia, el poder de Dios entró a ese baile, y los jóvenes, más de 100 de ellos, huyeron del baile

como si fueran huyendo de una plaga, y se dirigieron a la iglesia.

Cuando traté de subirme al púlpito, fui impedido por los muchos jóvenes del baile. Cuando por fin

logré hacerlo, descubrí que allí en el piso detrás del púlpito estaba una joven, una graduada de la

Universidad Aberdeen, quien estaba sentada allí llorando: “¿No hay nada para mí? ¿No hay nada

para mí?”

Dios estaba obrando, y la visión de Margarita fue verdadera y real. La iglesia fue llena tanto de

jóvenes como de adultos.

Esa reunión duró hasta las cuatro de la mañana. Al salir de la iglesia, encontré a un joven que no

era creyente, aunque temía a Dios, y me dijo: “Señor Campbell, debe haber entre 200 y 300

personas congregadas en la comisaría. Algunos están arrodillados. No lo entiendo”.

Hubo aquí una multitud de hombres y mujeres de una aldea vecina, a eso de cinco millas de allí,

quienes se encontraban tan conmovidos por Dios, que vinieron a la comisaría porque sabían que el

policía allí era un hombre bien salvo que temía a Dios. La comisaría estaba junto a la casa de

Margarita. Este joven me suplicó que fuera a la comisaría, lo cual hice. Nunca olvidaré lo que oí y vi

esa mañana: Jóvenes se arrodillaban al borde del camino. Pienso en un grupo de seis, uno de ellos

borracho. Su madre anciana estaba arrodillada a su lado, llorando: “Oh, Memo, ¿por fin vienes?

Memo, Memo, ¿por fin vienes?” Y ahora Memo es pastor en la parroquia. Y del grupo de jóvenes

quienes buscaron a Dios esa noche, nueve de ellos están predicando.

¡Eso es un avivamiento!

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¡Dios obró! ¡Eso es el avivamiento! Esa es la necesidad enorme de la iglesia alrededor del mundo

hoy día. No es este o aquel esfuerzo con base en tentativas humanas, sino una manifestación de

Dios la cual conmueve a los pecadores a pedir la misericordia antes de acercarse al edificio del

culto.

Esa es la manera en que se inició el avivamiento en Luis. Luego pasó fuera de los límites de esa

parroquia a las vecinas. Comenzamos predicando en las reuniones día y noche. Una vez en el

transcurso de 24 horas, prediqué en ocho reuniones -cinco veces en cultos muy concurridos, dos

veces en el campo y una vez en la playa-. Hombres ancianos habían cruzado las aguas esa noche,

y muchos encontraron al Salvador. Les seguimos a la playa, y allí cantamos los salmos de Sion a las

dos de la mañana, antes de que ellos se embarcaran con rumbo a sus casas. ¡Eso es Dios obrando!

Una noche un hombre se me acercó y dijo: “¿Le será posible venir y visitar nuestra parroquia?”

“Bueno, depende de cuándo pueda yo visitarla. Creo que sería posible a la una de la mañana”. Y

así fue que fuimos, llegando a la una y media.

Al llegar, encontré una de las iglesias grandes totalmente llena, con mucha gente afuera. Prediqué

allí por una hora, y después salí mientras centenares de personas pedían a Dios misericordia.

Al salir de la iglesia, otro joven se acercó y me dijo: “Sr. Campbell, debe haber entre 300 y 500 en un

campo aquí abajo, y los ancianos están preguntándose si usted puede hablar con ellos.

Fui y encontré a este gentío, oh, fue muy fácil predicarles. El Espíritu de Dios estaba

conmoviéndolos.

Vi a un hombre tendido en el suelo, intensamente, muy ansioso acerca de su alma. Luego vinieron

cuatro jovencitas, como de 16 años, arrodillándose a su lado. Una de ellas dijo: “Mira, el Cristo que

nos salvó anoche, te puede salvar ahora”. Y ese hombre fue salvo mientras que las muchachas

oraban alrededor de él. ¡Eso es avivamiento!

Tomado de la Revista “La Trompeta de Dios”, no. 63, May-Jun 1990.