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En Capriglio hasta los 24 añosEn Capriglio hasta los 24 años

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“Aún jovencita había aprendido a dividir su tiempo entre la oración y el trabajo. La Iglesia, a donde iba a cumplir sus deberes religiosos, asistiendo a las Santa Misa, frecuentando los Santos Sacramentos, escuchando la Palabra de Dios, era el lugar de sus delicias, el centro de sus afectos; mientras que provista de una fuerza de voluntad no común, acompañada de un exquisito sentido común y de la gracia divina, regulaba todas sus acciones según la ley del Señor; y esa ley era el único límite que ponía a su propia libertad. Por tanto: recta de conciencia, en los afectos, en los pensamientos, segura en los juicios respecto de los hombres y de las cosas, de modos desenvueltos, franca en el hablar, no sabía lo que eran titubeos o temor”

Don Lemoyne

Era iletrada. Pero en cambio recibió una sólida instrucción religiosa y una auténtica educación cristiana.

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En I Becchi, En I Becchi, desde los veinticuatro desde los veinticuatro

a los cincuenta y ocho a los cincuenta y ocho añosaños

1812 - 18461812 - 1846

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En Turín, desde los cincuenta En Turín, desde los cincuenta y ocho a los sesenta y ocho y ocho a los sesenta y ocho

añosaños

1846 - 18561846 - 1856

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Si en todo lo que organizó don Bosco, latía como característica fundamental esa bondad inspirada en el Evangelio que hoy llamamos “espíritu de familia”; todo ello nació sobre las

rodillas de Mamá Margarita, que fue quien contribuyó a la personalidad del pequeño Juan y la que luego facilitó su calor maternal a los primeros huéspedes sin familia en Valdocco.

Don Bosco siempre evocó el ambiente de aquellos años en Valdocco con la presencia de Mamá Margarita como “la época de los corazones abiertos, de la confianza y del

afecto”Humberto de Vanna

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Don Bosco un día se enfermó, debió abandonar a sus muchachos para ir a I Becchi para hacerse cuidar de la mamá. Comprendió que no podía arreglársela solo. El párroco don Cinzano le sugirió llevarse a la mamá a Turín. A don Bosco le repugnaba la idea de pensar que su madre tuviese que obedecerle a él. Cada palabra de la mamá había sido para él siempre una ley. Pero después pensó: mi mamá es una santa, y le hizo la propuesta. La madre sintió la dureza del desprendimiento que debía hacer pero dijo: “Si te parece que esta sea la voluntad de Dios, yo voy contigo”. Llegó al oratorio y cuando vio tantos muchachos, su corazón de madre se volvió grande como la arena que está sobre las playas marinas.

El corazón de don Bosco es un reflejo del de su madre. En el oratorio los espacios de la mamá eran el huerto, la ropería, la cocina: estaban siempre los muchachos en torno a ella, la llamaban mamá, tenían necesidad de una palabra suya.

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Al final de la vida cuando habló al hijo, Don Bosco se dio cuenta que la mamá conocía el oratorio mejor que él e hizo tesoro de sus últimos consejos. En su testamento había escrito: “Adiós querido Juan, acuérdate que en esta vida se debe padecer. Los verdaderos gozos serán en la vida eterna”. Y el hijo continuó donándose para la salvación de los jóvenes hasta el final de la vida, como la mamá le había dicho.

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• “Es Dios quien creó el mundo y puesto tantas estrellas allá arriba. Si el cielo es así de hermoso, cómo será el paraíso?”.

Don Bosco educador no olvidó jamás esta enseñanza. Ya adelante en los años, cuando de noche atravesaba el patio del Oratorio apoyándose en el bastón, se detenía, dice Don Rúa, a mirar el cielo y hablaba de la bondad de Dios y de su deseo de paraíso. Y en la educación de los muchachos no olvidaba jamás orientarlos hacia el cielo. En sus sueños no explicaba a los muchachos qué era el paraíso, sino que les enseñaba a caminar seguros hacia el cielo venciendo tentaciones y dificultades.

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Y cuando en invierno estaba con sus hijos en torno al fuego decía: “Debemos realmente agradecer al Señor que nos provee de lo necesario. Verdaderamente Dios es Padre: Padre nuestro que estás en el cielo… ”

Mamá Margarita, cuando veía los campos llenos de flores y sobre todo en el período de la vendimia, en el cual recogía el fruto de su duro trabajo, decía a sus hijos: “El Señor es verdaderamente bueno con nosotros, nos ha dado el pan cotidiano”.

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Y cuando con sus Y cuando con sus muchachos rezaba, todos muchachos rezaba, todos se daban cuenta que al se daban cuenta que al recitar el Padre Nuestro, recitar el Padre Nuestro, su voz asumía un tono su voz asumía un tono particular, se sentía particular, se sentía verdaderamente hijo verdaderamente hijo del Padre que está del Padre que está en los cielos y enseñaba en los cielos y enseñaba a los muchachos a a los muchachos a sentirse hijos.sentirse hijos.

Don Bosco hacía lo mismo Don Bosco hacía lo mismo en los largos paseos en los largos paseos otoñales con sus otoñales con sus muchachos. La belleza de muchachos. La belleza de los campos y de las los campos y de las cosechas lo hacía hablar de cosechas lo hacía hablar de la bondad de Dios, de su la bondad de Dios, de su Providencia. Todo para él Providencia. Todo para él era don de Dios. era don de Dios.

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Su mayor cuidado fue instruir a los hijos en la religión, enseñarles a obedecer y tenerlos ocupados en trabajos compatibles con su edad. Era yo muy pequeño y ella misma me enseñaba a rezar; cuando ya fui capaz de unirme a mis hermanos, me ponía con ellos de rodillas por la mañana y por la noche y, todos juntos rezábamos las oraciones y la tercera parte del Rosario” MO 9

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El vestido del domingoEl domingo Mamá Margarita vestía mejor a su hijos, diciendo: “El domingo es justo que los cristianos manifiesten también en el modo de vestir la alegría que sienten en este día. Pero de qué sirve vestirse bien cuando se está en pecado?” Así la mamá educadora enseñaba a sus hijos a vivir en gracia de Dios y los invitaba a la confesión frecuente.

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“A la edad de once años fui admitido a la primera comunión. Dada la distancia de la Iglesia, la instrucción religiosa me la procuró casi sólo mi buena madre. Me envió al catecismo todos los días de cuaresma. El día de la primera comunión, en medio de aquella multitud de muchachos y de padres, no me dejó hablar con nadie. Me acompañó a la Sagrada mesa e hizo conmigo la preparación y la acción de gracias. No quiso que durante el día me ocupase en ningún trabajo material, sino que lo empleara en leer y rezar.”

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• Ese día su madre le dijo: “Hijo mío, es un grande día para ti. Estoy convencida de que verdaderamente Dios ha tomado posesión de tu corazón. Prométele hacer lo posible para ser siempre bueno en tu vida… Recíbelo con frecuencia, y para lograr amar el Señor huye de los compañeros que dicen malas palabras”. Sobre esta última frase el hijo no estaba de acuerdo y respondía: “Mamá, si yo voy con ellos no dicen malas palabras”. Y la mamá lo dejaba ir, no podía decirle que no, porque también ella hacía lo mismo.

Ella se ocupaba de las muchachas de la vereda y las ayudaba a ser buenas, y una vez cuando una le replicó, Mamá Margarita respondió: “Pero yo lo único que quiero es que tú salves el alma”.

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• Después de escuchar las palabras del párroco: “Yo solo quiero que tú examines atentamente el paso que quieres dar y que luego sigas tu vocación sin mirar a nadie. Lo primero es la salvación de tu alma. El párroco quería que yo disuadiera de esta decisión en vista de la necesidad que yo pudiera tener de tu ayuda en el futuro. Pero yo te digo: en estas cosas no entro, porque Dios está antes de todo. No te preocupes por mi. Yo de ti no quiero nada; nada respecto de mí. Recuérdalo bien: he nacido en pobreza, he vivido en pobreza, quiero morir en la pobreza. Más aún, te aseguro: si tú te decidieses por el estado de sacerdote secular, y por desgracia llegases a ser rico, yo no vendré siquiera a hacerte una sola visita; es más, no pondré nunca el píe en tu casa. Recuérdalo bien” .

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• Don Bosco ya sacerdote dijo un día a un muchacho (seguramente lo dijo a muchos): “Quisiera que tú fueras mi amigo, pero sabes qué significa ser amigo de Don Bosco?” Y el muchacho: “Que yo debo obedecer”. Y Don Bosco: “No! Yo quisiera que tú me ayudaras en una cosa muy importante”. “En qué cosa?” replica el muchacho. Y don Bosco: “Que tu me ayudes a salvar tu alma”. Aquí está el sentido de todo el trabajo apostólico de Don Bosco. “Salvar las almas” era su lema. Y también este lema era un acto de obediencia a la madre que a él apenas ordenado sacerdote le decía:

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“Ya eres sacerdote, estarás más cerca de Jesús. Yo no he leído tus libros, pero

recuerda que comenzar a decir Misa quiere decir comenzar a sufrir. No te darás cuenta enseguida, pero poco a

poco verás que tu madre te ha dicho la verdad. De ahora en adelante piensa

solamente en la salvación de las almas y no te preocupes por mí”.

Turín, 5 de junio de 1841

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Tanto en los años de relativo bienestar, como en los del hambre, la casa de Margarita estuvo siempre abierta a los pobres, a los caminantes, a los ambulantes, a los guardias vigilantes que pedían un vaso de vino, a las muchachas en dificultades morales; así como siguió siendo la casa a la que se dirigían las vecinas cuando había una desgracia que aliviar, algún enfermo que asistir, o un moribundo que acompañar en su último viaje.

Padre Pascual Chávez

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Mamá Margarita se preocupaba por educar a los hijos a abrirse a los otros. Ella sentía las necesidades de su vereda, y cuando había enfermos que tenían necesidad de ayuda, de noche despertaba a los hijos para que fueran a servirlos. Y don Bosco ya sacerdote, cuando en Turín explotó el cólera, lanzó a sus muchachos a servir a los enfermos. Y lo hicieron con un arrojo maravilloso. Esto es educar, impedir que los muchachos se replieguen sobre sí mismos en un narcisismo inútil: una vida que no se hace don no tiene sentido.

Mario Gallizi

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“Cuando viniste al mundo te consagré a la Santísima Virgen: cuando comenzaste tus estudios, te recomendé la devoción a esta nuestra Madre: ahora te recomiendo ser todo suyo: ama a los compañeros devotos de María; y, si te convirtieras en sacerdote, recomienda y propaga la devoción a María”

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Y Don Bosco se preocupó de obedecerla y difundió la devoción a María. Le gustaba presentarla como Inmaculada, ideal máximo de santidad, como buen piemontés la invocaba bajo la advocación de Consoladora, pero comprendió que en el apostolado se necesitaba defender la fe de sus muchachos y de todos los creyentes y debía invocarla como Auxiliadora.

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Ayúdanos a hacer Ayúdanos a hacer de los niños de los niños y de los y de los jóvenes verdaderos jóvenes verdaderos cristianoscristianos