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EN EL TRIBUNAL SUPREMO DE PUERTO RICO Número del Caso: CC-2010-277 cons. CC-2010-616 Fecha: 14 de junio de 2012 Tribunal de Apelaciones: Región Judicial de San Juan Abogados de la Parte Peticionaria: CC-2010-277 Lcdo. Pedro José Cruz Soto Lcda. Brenda L. Cordero Acabá CC-2010-616 Lcdo. Charles Hey Maestre Abogados de la Parte Recurrida: CC-2010-277 Lcdo. Ángel Vital Vázquez Lcdo. Roberto A. Rivera Ruiz CC-2010-616 Lcdo. Ángel L. Tapia Flores Materia: Ley de Condominios – Agente administrador del condominio; contratos de mandato, trabajo y arrendamiento de servicios Este documento constituye un documento oficial del Tribunal Supremo que está sujeto a los cambios y correcciones del proceso de compilación y publicación oficial de las decisiones del Tribunal. Su distribución electrónica se hace como un servicio público a la comunidad. Jorge Colón Ortiz Peticionario v. Asociación de Condómines Borinquen Towers I, Junta de Directores del Condominio Borinquen Towers Recurridos Consejo de Titulares y/o Junta de Directores de la Asociación de Condómines del Condominio Playa Dorada Recurridos Recurrida v. Yolanda Candelario Peticionaria Certiorari 2012 TSPR 102 185 DPR ____

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EN EL TRIBUNAL SUPREMO DE PUERTO RICO

Número del Caso: CC-2010-277 cons. CC-2010-616 Fecha: 14 de junio de 2012 Tribunal de Apelaciones: Región Judicial de San Juan Abogados de la Parte Peticionaria: CC-2010-277 Lcdo. Pedro José Cruz Soto Lcda. Brenda L. Cordero Acabá CC-2010-616 Lcdo. Charles Hey Maestre Abogados de la Parte Recurrida: CC-2010-277 Lcdo. Ángel Vital Vázquez Lcdo. Roberto A. Rivera Ruiz CC-2010-616 Lcdo. Ángel L. Tapia Flores Materia: Ley de Condominios – Agente administrador del condominio; contratos de mandato, trabajo y arrendamiento de servicios

Este documento constituye un documento oficial del Tribunal Supremo que está sujeto a los cambios y correcciones del proceso de compilación y publicación oficial de las decisiones del Tribunal. Su distribución electrónica se hace como un servicio público a la comunidad.

Jorge Colón Ortiz Peticionario v. Asociación de Condómines Borinquen Towers I, Junta de Directores del Condominio Borinquen Towers Recurridos Consejo de Titulares y/o Junta de Directores de la Asociación de Condómines del Condominio Playa Dorada Recurridos Recurrida v. Yolanda Candelario

Peticionaria

Certiorari

2012 TSPR 102

185 DPR ____

EN EL TRIBUNAL SUPREMO DE PUERTO RICO

Jorge Colón Ortiz

Peticionario

v.

Asociación de Condómines

Borinquen Towers I, Junta de

Directores del Condominio

Borinquen Towers

Recurridos

_____________________________

Consejo de Titulares y/o

Junta de Directores de la

Asociación de Condómines del

Condominio Playa Dorada

Recurridos

v.

Yolanda Candelario

Peticionaria

CC-2010-277

cons.

CC-2010-616

Certiorari

Opinión del Tribunal emitida por la Jueza Asociada señora

Fiol Matta

En San Juan, Puerto Rico, a 14 de junio 2012.

¿Es el agente administrador de un inmueble bajo el

régimen de propiedad horizontal un mandatario del Consejo

de Titulares? Estos recursos consolidados nos brindan la

oportunidad de examinar esa relación en toda su complejidad

y, en particular, la interacción que en ella se da entre

los contratos de mandato, trabajo y arrendamiento de

servicios.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 2

I.

A.

En el primero de los casos ante nuestra consideración,

el señor Jorge Colón Ortiz suscribió un contrato con el

Consejo de Titulares del Condominio Borinquen Towers I para

prestar servicios remunerados como administrador de dicha

comunidad sometida al régimen de propiedad horizontal y de

la cuál él era condómino. Por virtud de ese contrato

suscrito el 16 de octubre de 1996, el señor Colón Ortiz

laboraría seis horas diarias con un horario fijo de 7:00am

a 1:00pm y un salario mensual de $650, así como una

compensación de $50 mensuales para diligencias oficiales

del condominio. No obstante, de 1996 al 2000, el

peticionario laboraba 40 horas semanales y devengaba un

salario de $1,500 mensuales.1 Finalmente, el contrato podría

renovarse anualmente de manera tácita por un plazo

idéntico, “siempre y cuando [cumpliera] con las reglas y

deberes que se le asignen”.2 Durante los cuatro años que

fungió como administrador del condominio, el señor Colón

Ortiz no fue objeto de amonestación alguna y, en

consecuencia, el contrato fue renovado automáticamente para

los años 1997, 1998 y 1999.

Según el contrato, el condominio retuvo “los servicios

del Sr. Jorge Colón Ortiz como Administrador” y le asignó,

1 Determinaciones de Hechos, Sentencia del Tribunal de

Primera Instancia, a la pág. 2; Apéndice petición de

certiorari, a la pág. 38. 2 Sentencia del Tribunal de Apelaciones, a la pág. 1;

Apéndice petición de certiorari, a la pág. 2.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 3

entre otras funciones, “[a]tender todo lo relacionado con

el buen gobierno, administración[,] vigilancia y

funcionamiento del condominio, y en especial, todo lo

relacionado a las cosas o elementos de uso común y los

servicios generales”.3 Muchos de los deberes y las

facultades del peticionario especificados en el contrato

corresponden a la gestión típica de un agente

administrador. No obstante, el Tribunal determinó, como

cuestión de hecho, que la posición del demandante no

requería el ejercicio de discreción ni tampoco conllevaba

la supervisión de empleados.4

El 17 de mayo de 2000, el peticionario se reportó al

Fondo del Seguro del Estado tras sufrir un accidente en el

trabajo que se produjo mientras laboraba con el contenedor

de basura del condominio. Ese mismo día, la Junta de

Directores advino en conocimiento de la determinación del

3 Contrato del 16 de octubre de 1996, a la pág. 1; Apéndice

petición de certiorari, a la pág. 50. Según el contrato, la

Junta de Directores también podía delegarle un sinnúmero de

tareas al Administrador: dirigir los asuntos financieros

relativos a las recaudaciones y pagos; atender las deudas

de los titulares; mantener una cuenta bancaria a nombre del

condominio; atender violaciones al reglamento; responder

por la conservación y funcionamiento de las diversas

dependencias del condominio, fundamentalmente las de uso

común; preparar, mantener y radicar todos los récords e

informes requeridos por las leyes y el Reglamento; cumplir

y hacer cumplir las normas y acuerdos del Consejo de

Titulares y la Junta de Directores; atender la conservación

del condominio y disponer las reparaciones ordinarias que

sean necesarias, adoptando las medidas pertinentes; y

cuidar que se lleve al día el libro de titulares. De igual

forma, tendría “[t]odas las demás facultades que le sean

asignadas por la [Junta de Directores]”. Id. 4 Determinaciones de Hechos, Sentencia del Tribunal de

Primera Instancia, a la pág. 2; Apéndice petición de

certiorari, a la pág. 38.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 4

Fondo de ofrecerle al señor Colón Ortiz tratamiento médico

en descanso. Luego, el 3 de agosto de 2000, el Fondo ordenó

continuar el tratamiento mientras trabajaba. El 17 de

octubre de ese año, el peticionario fue dado de alta.

Mientras tanto, apenas siete días después del

accidente del peticionario, se celebró una asamblea del

Consejo de Titulares del Condominio Borinquen Towers I. En

esa reunión, se decidió, por unanimidad, no renovar el

contrato del señor Colón Ortiz que, casualmente, vencía el

17 de octubre de ese año, día en que el peticionario fue

dado de alta.

El 15 de noviembre de 2000, el señor Colón Ortiz

presentó una demanda ante el Tribunal de Primera Instancia

por despido injustificado y en violación a la reserva de

empleo establecida en el artículo 5-A de la Ley Núm. 45 de

18 de abril de 1935, según enmendada.5 En su contestación a

la demanda, el condominio alegó, entre otras defensas, que

hubo justa causa para el despido, que no había relación

entre el despido y el accidente del señor Colón Ortiz y que

la decisión de no ratificar al administrador fue hecha por

unanimidad en el Consejo de Titulares. En cuanto a las

razones para no renovar el contrato del peticionario, el

condominio sostuvo que el demandante había cometido

múltiples irregularidades antes de su supuesto accidente.6

Posteriormente, el condominio alegó que, “[h]abiéndo sido

5 Ley de Accidentes del Trabajo, 11 L.P.R.A. sec. 1 et seq. 6 Sentencia del Tribunal de Apelaciones, a las págs. 3-4;

Apéndice petición de certiorari, a las págs. 4-5.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 5

el demandante contratado por término determinado”, no

estaba protegido por la Ley Núm. 80 de 30 de mayo de 1976,

según enmendada.7

El 5 de octubre de 2009, el foro de instancia declaró

con lugar la demanda. Al aquilatar la prueba recibida,

concluyó que la relación entre el señor Colón Ortiz y el

condominio era, como cuestión de hecho, de naturaleza

obrero-patronal. Resolvió, además, que el condominio no

logró refutar la presunción de despido injustificado que

establece la Ley Núm. 80 y que no cumplió con la reserva de

empleo establecida en el artículo 5-A de la Ley Núm. 45. El

Tribunal de Primera Instancia ordenó el pago de $187,677,65

por concepto de mesada ($4,038.45), licencia de vacaciones

y enfermedad ($15,639.20), salarios dejados de percibir

entre agosto 2000 a febrero 2009 ($153,000.00) y daños

($15,000), así como $10,000 en honorarios de abogados.

Inconforme con esa decisión, el condominio recurrió al

Tribunal de Apelaciones alegando, principalmente, que entre

el señor Colón Ortiz y el condominio no había una relación

obrero-patronal, por lo que no procedía indemnización

alguna bajo las leyes laborales. El foro apelativo examinó

la figura del agente administrador y su interacción con los

contratos de mandato, de trabajo y arrendamiento de

servicios. Concluyó que el agente administrador es un

mandatario, pues la Ley de Condominios autoriza su

destitución en cualquier momento por la sola voluntad del

7 Id. a la pág. 4; Apéndice petición de certiorari, a la

pág. 5.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 6

Consejo de Titulares e impone al administrador el deber de

rendir cuentas al final de su gestión. Resolvió entonces

que la legislación protectora del trabajo no aplica al

agente administrador y revocó al Tribunal de Primera

Instancia. Para el foro intermedio, el que la relación

entre el señor Colón Ortiz y el condominio fuese de

subordinación y se le remunerase por sus servicios no era

suficiente para concluir que el peticionario realmente era

un empleado, pues ambas circunstancias eran compatibles con

el contrato de mandato.

El señor Colón Ortiz presentó entonces su recurso ante

este Tribunal alegando, en esencia, que su vínculo con el

condominio era “una clara relación obrero-patronal”.8 Según

el señor Colón Ortiz, un mandatario se obliga a prestar un

servicio o efectuar cualquier otra gestión o negocio

jurídico a nombre o por encargo de otra, gestión que,

aunque puede ser gratuita o retribuida, se basa en la

confianza entre las partes y conlleva un traspaso de

autoridad. Sostiene así mismo que lo esencial del contrato

de mandato es la representación pues ésta permite convertir

la ausencia real del mandante en presencia jurídica. Así,

lo fundamental de dicho contrato es la posibilidad de obrar

por cuenta ajena y realizar actos jurídicos en nombre de

otro cuya personalidad asume el mandatario.9 Esta facultad

de representación del mandante por el mandatario conlleva

8 Petición de certiorari, a la pág. 7.

9 Id, a la pág. 8.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 7

otro elemento esencial al mandato, la discreción para

obrar.

Sin embargo, el peticionario expone que no ejercía

discreción alguna en el desempeño de sus labores y, si bien

su posición estaba “designada” como “Administrador”, “no es

menos cierto que las funciones que [realizaba] para el

Condominio eran típicas de un empleado asalariado”.10 Como

ejemplo de esto, recalca que el accidente que sufrió en

mayo de 2000 se debió a que estaba moviendo un contenedor

de basura. En otras palabras, el peticionario alega que,

independientemente del nombre por el cual se le designa en

su contrato, su realidad cotidiana asemeja su situación más

a la de un empleado que a la de un agente administrador.

Por último, el peticionario reclama que no debe ser privado

de las protecciones de la legislación laboral, pues nuestro

ordenamiento exige una lectura restrictiva en contra de la

exclusión del trabajador y liberal a favor de la aplicación

de sus disposiciones.

El 22 de octubre de 2010 expedimos el auto. En su

alegato, la parte recurrida se reafirma en que el Tribunal

de Apelaciones no erró al resolver que el peticionario era

un mandatario y que dicha conclusión está en sintonía con

la doctrina científica.

B.

En el segundo de los casos consolidados, la

peticionaria, señora Yolanda Candelario, trabajó por seis

10 Id.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 8

años, hasta el 17 de noviembre de 2004, como administradora

del condominio Playa Dorada, siendo ella una de sus

titulares. Como administradora, la señora Candelario

supervisaba a la secretaria, así como a la supervisora y

los trabajadores de mantenimiento del condominio, un total

de siete personas. También supervisaba al personal

contratado de seguridad, a contratistas que proveían

servicios a la piscina y a la planta de emergencia, así

como servicios de jardinería, entre otros.11 Es decir,

“[l]levaba a cabo las funciones de Administradora del

Condominio” y se reportaba directamente ante la Junta de

Directores.12 Según fue admitido por el condominio, la

señora Candelario nunca fue objeto de amonestación, recibía

un salario de $1,125 quincenales, del cual se le deducían

seguro social y contribuciones, tenía derecho a 15 días por

concepto de vacaciones y 15 días por licencia de

enfermedad, así como un bono de navidad equivalente al 2%

de su salario, hasta un máximo de $200.13 Las funciones de

la señora Candelario, según descritas por ella, eran “estar

a cargo de la oficina, de los empleados, supervisar [a]

alrededor de ocho (8) empleados, a cargo de todos los

11 Determinación de Hecho Núm. 2, Sentencia del Tribunal de

Primera Instancia, a las págs. 6-7; Apéndice petición de

certiorari, a las págs. 15-16. 12 Determinación de Hecho Núm. 3, Id, a la pág. 7; Apéndice

petición de certiorari, a la pág. 16. 13 Según la señora Candelario, al comenzar sus labores como

Administradora devengaba un salario de $1,500 mensuales con

$200 de car allowance, el que eventualmente fue elevado a

$2,250 mensuales y $250 de car allowance. Transcripción del

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 9

suplidores que le daban servicio al condominio, de los

condóminos, que cuando tuvieran algún problema en sus

apartamentos [ella] tenía que ir a inspeccionarlo”,14 lo

cual resultaba en que estaba más en el “field” que en su

oficina.15 Indicó que además de seguro social y

contribuciones, le hacían descuentos de seguro de choferes,

desempleo e incapacidad, y que el condominio le entregaba

un formulario W-2 para sus planillas.16 Su horario de

trabajo era de 8:00am a 5:00pm.

Según el reglamento del condominio, el administrador

“será nombrado, por el Consejo de Titulares, por mayoría de

votos, pudiendo ser una corporación o un individuo para

asegurar la administración apropiada del condominio.

Igualmente, el Consejo de Titulares [podrá] removerlo de su

cargo, también por mayoría de votos”.17 En cuanto a sus

testimonio de la señora Candelario, Apéndice petición de

certiorari, a las págs. 447-448. 14 Id, a las págs. 444-445.

15 Id, a la pág. 445.

16 Id, a la pág. 448.

17 Artículo 5.1 del Reglamento del Condominio Playa Dorada.

El Reglamento también dispone que el administrador prestará

fianza, si así se lo requiere el Consejo de Titulares. En

cuanto a los deberes y obligaciones del administrador, el

Reglamento establece que: autorizará todos los contratos y

demás documentos otorgados en nombre del Condominio;

cobrará todas las cantidades debidas y pagará las deudas;

en nombre del condominio empleará y despedirá a todo

personal, fijará las horas de trabajo y la compensación

para el mismo; velará por el cumplimiento del Reglamento;

mantendrá todos los récords y preparará todos los informes,

incluyendo las minutas escritas de todas las reuniones del

Consejo de Titulares y de la Junta de Directores; preparará

un presupuesto anual para someterse a la reunión anual del

Consejo; establecerá y mantendrá una cuenta bancaria a

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 10

facultades, el reglamento también dispone que éstas “podrán

ser revocadas, modificadas o ampliadas por el Consejo de

Titulares en reunión celebrada al efecto”.18

En una asamblea celebrada el 14 de noviembre de 2004,

el Consejo de Titulares, sin ofrecer explicaciones,

destituyó a la señora Candelario de su cargo.19 En esa misma

reunión, se eligió una nueva Junta de Directores que tomó

posesión pocos días después. En ausencia de su Presidente,

quien se encontraba fuera del país, la Junta saliente se

reunió y tomó “la decisión de autorizar pagos por concepto

de mesada, vacaciones, bono y salario a favor de la

demandada”.20 Estas decisiones de la Junta saliente “fueron

acorde con la práctica existente en el Condominio para la

toma de posesión de una nueva Junta y la entrega de los

asuntos administrativos a ésta”.21 El desembolso autorizado

por la Junta saliente consistió de las siguientes partidas:

un cheque por $7,619.77 por concepto de mesada; otro por

$1,699.69 por concepto de vacaciones acumuladas; otro

nombre del Consejo; adoptará reglas para el mejor uso de

las facilidades del condominio; “[e]n general, ejecutará

los poderes y cumplirá con todos los deberes del Consejo

Titulares y/o los deberes señalados a la Junta de

Directores excepto aquellos específicamente reservados a

los Titulares y/o de la Junta por las leyes del Estado

Libre Asociado de Puerto Rico por el presente Reglamento”. 18 Artículo 5.1(n) del Reglamento.

19 Sentencia del Tribunal de Apelaciones, a la pág. 6;

Apéndice petición de certiorari, a la pág. 575. 20 Id, citando la Determinación de Hecho Núm. 5, Sentencia

del Tribunal de Primera Instancia. 21 Id, citando la Determinación de Hecho Núm. 6, Sentencia

del Tribunal de Primera Instancia.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 11

cheque por $790.82 también por vacaciones; y un cheque por

$184.70 de bono de navidad. El total de los pagos emitidos

fue de $10,294.98.

El 4 de enero de 2005, la nueva Junta de Directores

demandó a la señora Candelario en cobro de dinero, por la

cantidad de $10,412.50.22 En apoyo a esa demanda, los

peticionarios adelantaron varios argumentos. En primer

lugar, adujeron que el desembolso autorizado por la Junta

saliente era ilegal pues la señora Candelario “no tenía

derecho a los beneficios provistos a los obreros”.23 Es

decir, que, por la naturaleza de su cargo y sus funciones,

no estaba cubierta por la legislación protectora del

trabajo, y no era acreedora a pago alguno en concepto de

mesada, vacaciones, bono de navidad o salarios adeudados.

En segundo lugar, sostuvieron que el desembolso de

$10,294.98 autorizado por la Junta saliente excede el

límite de $5,000 permitido a la Junta en casos de

transacciones extrajudiciales, requiriéndose autorización

del Consejo de Titulares para cualquier suma mayor.

Por su parte, la señora Candelario negó que debiera la

cantidad reclamada, considerando que ésta respondía al pago

de la mesada y demás liquidaciones a las que tenía derecho.

En cuanto a la postura del condominio de que los cheques

emitidos excedían el límite de $5,000 establecido por la

22 No surge con claridad del expediente las razones para la

diferencia entre el total de pagos emitidos y la cantidad

reclamada en la demanda. 23 Id, a la pág. 2; Apéndice petición de certiorari, a la

pág. 571.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 12

Ley de Condominios, la señora Candelario adelantó dos

teorías. En primer lugar, que la disposición de la Ley que

establece dicho límite se refiere exclusivamente a

reclamaciones judiciales o extrajudiciales y en este caso

la Junta realizó dicho desembolso sin que la peticionaria

hiciera reclamación alguna. En segundo lugar, y en la

alternativa, que si fuera aplicable el límite de $5,000,

éste se referiría únicamente al pago que recibió por

concepto de mesada pues los demás pagos fueron por

cantidades inferiores a $5,000. Finalmente, presentó una

reconvención reclamando el pago de $299.25 en concepto de

remanente de la mesada.

El condominio también alegó que la Ley Núm. 80 no

cubría a la señora Candelario pues a ella se le había

contratado por un término fijo de un año, mientras que la

Ley aplica únicamente a los empleados por término

indeterminado. Además, alegó que la peticionaria no tenía

derecho a la mesada porque, al ser administradora, era

mandataria del condominio y no empleada. Por el contrario,

la señora Candelario alegó que era empleada del condominio,

que fue despedida sin justa causa y que, aunque su contrato

era anual, se había generado una expectativa de continuidad

en el empleo que la convirtió en empleada regular por

tiempo indeterminado protegida por la Ley Núm. 80.

El Tribunal de Primera Instancia declaró sin lugar la

demanda, manifestando que “quedó plenamente convencido […]

de que la relación entre la parte demandante y su

administradora se basó a lo largo de los años en que se dio

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 13

dicha relación, en una de empleada-patrono”.24 Apoyó dicha

conclusión en la “naturaleza de la relación[,] […] sus

términos y condiciones de empleo y con el trato

contributivo y de beneficios que se le dio en todo momento

[a la peticionaria]”.25 Por tanto, al determinar que la

señora Candelario era una empleada del condominio y que no

hubo justa causa para su despido, concluyó que los pagos

emitidos por la Junta saliente constituían una obligación

legal con la peticionaria y su pago no requería

autorización del Consejo de Titulares. De igual manera,

declaró sin lugar la reconvención, dado que la peticionaria

no presentó prueba que demostrara que el condominio le

debía cantidad alguna por concepto de mesada.

El condominio recurrió al Tribunal de Apelaciones y

éste revocó la Sentencia del foro primario. Concluyó el

tribunal que la señora Candelario no era empleada sino

contratista del condominio, por lo cual estaba excluida de

las protecciones de la Ley Núm. 80. De igual forma,

resolvió que la Junta saliente actuó ultra vires al emitir

cheques por una cantidad mayor a $5,000 sin la autorización

del Consejo de Titulares.

En el recurso que atendemos, la peticionaria alega que

el Tribunal de Apelaciones erró al concluir que ella era

mandataria del Consejo de Titulares y, como tal, estaba

excluida de la legislación laboral. Señala la señora

24 Sentencia del Tribunal de Primera Instancia, a la pág.

11; Apéndice petición de certiorari, a la pág. 20. 25 Id.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 14

Candelario que el condominio deducía de su salario pagos al

seguro social, retenía contribuciones y denominaba su

remuneración como salario. Además, tenía derecho a 15 días

de vacaciones e igual periodo en caso de enfermedad,

recibía bono de navidad, y el Departamento del Trabajo y

Recursos Humanos la clasificó como empleada para efectos de

los beneficios de desempleo. También reitera que el pago

emitido por la Junta saliente no fue ultra vires, pues el

límite de $5,000 que establece la Ley se refiere a

reclamaciones judiciales o extrajudiciales y no a

obligaciones legales que la propia Junta decidió cumplir

sin que ella reclamara pago alguno. Por su parte, el

condominio argumenta que el que se dedujeran pagos de

seguro social y se retuvieran contribuciones no convirtió a

la peticionara en empleada, más aún cuando fue ella, como

administradora del condominio, quien implantó dicha

práctica para todos los empleados y se incluyó entre estos.

El 21 de enero de 2011 expedimos el auto de certiorari

en el caso CC-2010-616 y lo consolidamos con el caso CC-

2010-277. Procedemos a resolver ambas controversias.

II.

El régimen de propiedad horizontal se adoptó en

nuestra jurisdicción con una doble finalidad, a saber,

proveerle a las personas la posibilidad de disfrutar el

derecho a la propiedad plena e individual de un inmueble y,

a la vez, maximizar el uso del escaso terreno disponible en

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 15

el país.26 La propiedad plena e individual de un apartamento

coexiste entonces con la de otros dueños, mientras se

comparten unas áreas comunes que pertenecen a todos como

parte de la comunidad.

El titular individual es responsable principalmente de

su propio apartamento, que le pertenece privativamente como

cualquier otra finca sujeta a derechos reales como el de

propiedad. En cuanto al uso y mantenimiento de los

elementos comunes, así como los asuntos generales

relacionados a la vida del condominio, la responsabilidad

recae sobre la totalidad de la comunidad. Para ello, la Ley

Núm. 103 de 5 de abril de 2003, mejor conocida como la Ley

de Condominios,27 establece el Consejo de Titulares,

compuesto por la totalidad de los titulares individuales,

como la autoridad suprema del condominio. Ahora bien,

nuestro ordenamiento reconoce las dificultades prácticas

que presenta el que el Consejo de Titulares se encargue de

los asuntos de día a día de un condominio. Por eso, la Ley

dispone que cuando concurran más de quince titulares, se

elegirá una Junta de Directores compuesta por vecinos del

condominio.28

Según el artículo 38 de la Ley de Condominios, la

Junta de Directores estará compuesta, como mínimo, por un

Presidente, un Secretario y un Tesorero, todos los cuales,

26 Consejo de Titulares v. Portal de Sofía, Inc., 2011

T.S.P.R. 76, a las págs. 7-8. 27 31 L.P.R.A. sec. 1291 et seq.

28 31 L.P.R.A. sec. 1293b(a)(1).

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 16

necesariamente, tienen que pertenecer al Consejo de

Titulares.29 De igual forma, el mismo artículo 38 provee

para la selección de un “agente administrador, quien podrá

no pertenecer a la comunidad de titulares y en quien el

Consejo de Titulares, el Director o la Junta de Directores

podrá delegar las facultades y deberes” permitidas por el

Reglamento.30 Es decir, la Junta de Directores y el cargo de

agente administrador son creados por el mismo artículo de

la Ley. De esa forma, el estatuto identifica al agente

administrador como uno de los órganos internos de dirección

del condominio y lo relaciona con el Presidente y,

particularmente, con el Secretario de la Junta. A esta

misma visión integral de dirección responde el que los

deberes del agente administrador se definan como el

ejercicio de aquellas facultades del Consejo de Titulares y

la Junta de Directores que le sean delegadas, es decir,

tareas que corresponderían realizar a uno de estos cuerpos.

El artículo 38 dispone, además, que el agente

administrador será elegido por el voto afirmativo de la

mayoría del Consejo de Titulares. Su nombramiento, al igual

que el de los integrantes de la Junta de Directores, es de

un año, pero dicho término puede prorrogarse tácitamente

por períodos iguales, salvo que el reglamento del

condominio disponga otra cosa.31 Por último, la Ley dispone

29 Id.

30 31 L.P.R.A. sec. 1293b(a)(2).

31 Id.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 17

que el Consejo de Titulares podrá remover al agente

administrador de su puesto por acuerdo mayoritario tomado

en reunión extraordinaria convocada al efecto,32 mientras

que la Junta de Directores podrá relevarlo de sus funciones

por justa causa.33

Más allá de lo indicado, como nos explica el profesor

Michel Godreau, “[s]obre este importante funcionario no es

mucho lo que se dice en la Ley”.34 Tampoco habíamos tenido,

hasta ahora, la oportunidad de analizar la figura del

agente administrador y su relación con el condominio,

particularmente con el Consejo de Titulares. Los

peticionarios en los casos consolidados nos solicitan que

concluyamos que ellos son empleados del condominio

protegidos por las leyes del trabajo. Por su parte, los

condominios recurridos nos invitan a identificar al agente

administrador como un mandatario del condominio, excluido

de las leyes laborales.

El consenso entre los tratadistas españoles es

caracterizar la relación entre el agente administrador y el

32 31 L.P.R.A. sec. 1293b(b).

33 31 L.P.R.A. sec. 1293b-4(k). La Ley dispone que se

entenderá por justa causa “el desempeño negligente o

culposo de sus funciones, la deshonestidad o la violación

de las normas de buena conducta establecidas en el

Reglamento del condominio o el incumplimiento de sus

deberes establecidos contractualmente”. En dicho caso, la

Junta tendría que convocar al Consejo de Titulares en un

periodo de 30 días. Id. 34 Michel Godreau, “El Condominio: El Régimen de Propiedad

Horizontal en Puerto Rico”, Ed. Diclan, San Juan, 1992, a

la pág. 141. Si bien esta cita es en referencia a la

antigua Ley de Propiedad Horizontal, lo mismo aplica a la

Ley de Condominios de 2003.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 18

condominio, como una relación mandante-mandatario,35 con lo

cual coincide la jurisprudencia de ese país.36 En nuestra

jurisdicción, Godreau y Hernández Denton opinan lo mismo.37

Coincidimos con su conclusión. Vemos por qué.

Al abordar la cuestión, los tratadistas se concentran

en los siguientes asuntos: la naturaleza de la gestión del

agente administrador; la forma de su retribución; el deber

de rendir cuentas; el rol del encargo; la dependencia y la

representación en las labores del administrador. Sin

embargo, cabe destacar que la posición de los tratadistas

que conciben al administrador como mandatario no está ajena

a la crítica. Esta se basa, principalmente, en la falta de

correspondencia entre la figura conceptual del agente

administrador y la relación que realmente se establece

entre éste y el condominio. Según Rabella de Carrillo:

Si en el terreno jurídico las funciones del

Administrador en el estricto y justo sentido de

la palabra, debían encajarse en el ámbito del

mandato, quedando en consecuencia reguladas por

los artículos 1.709 del Código Civil, no es menos

35 José Puig Brutau, “Fundamentos de Derecho Civil”, T. III,

v. 2, 1979, a la pág. 129; Manuel Pons González y Miguel

Ángel Del Arco Torres, “Régimen Jurídico de la Propiedad

Horizontal”, 6ta Ed., Ed. Comares, 1995, a la pág. 526;

Manuel Batlle Vázquez, “La propiedad de casas por pisos”,

8va Ed., Ed. Marfil, 1980, a la pág. 165. 36 Véase Sentencia del Tribunal Supremo de España de 17 de

diciembre de 1983. Véase, además, Sentencia de la Audiencia

Territorial de Valencia de 28 de marzo de 1983 en F. Javier

García Gil, “La Propiedad Horizontal y su Jurisprudencia”,

Ed. Aranzado, Zaragoza, 1988, a la pág. 432; Sentencia de

la Audiencia Provincial de Madrid de 14 de noviembre de

1974 en Id, a la pág. 541. 37 Godreau, Op.Cit., a la pág. 144; Federico Hernández

Denton, “La Ley de Propiedad Horizontal: un análisis de las

enmiendas de 1976”, 44 Rev. Col. Abogs. P.R. 257, 274

(1983).

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 19

cierto que en el terreno de la práctica se venían

produciendo con frecuencia harto notable

situaciones verdaderamente nebulosas en torno a

la personalidad y facultades del Administrador.38

Uno de los principales temas discutidos por la

doctrina en este contexto es el de la retribución de los

servicios del agente administrador.39 No podemos olvidar que

el contrato de mandato se presume gratuito, presunción que

difícilmente se extiende al cargo de administrador hoy día,

máxime cuando por los conocimientos especializados y la

inversión de tiempo considerable que se requiere del

administrador, se tiende a buscar los servicios de un

tercero ajeno a la comunidad. Sin duda, es un sinsentido

que un tercero dedique largas horas de trabajo, de manera

gratuita, al servicio de una comunidad a la que no

pertenece. Esta realidad lleva a muchos a postular que el

agente administrador no siempre es un mandatario. Por otra

parte, la visión del administrador como un copropietario

que sirve como tal gratuitamente es cónsona con la que

sostiene que para que al administrador se le considere

mandatario, es necesario que sus funciones se asemejen más

a las de un miembro de la Junta de Directores que a las de

38 (Énfasis suplido) José A. Rabella de Carrilo, “La

Propiedad Horizontal”, Eds. Acervo, Barcelona, 1960, a la

pág. 135. 39 “Por lo que se refiere a sus características, el extremo

más interesante a tratar es, sin duda, el relativo a si se

trata de un cargo retribuido o gratuito”. M. Fernández

Martín-Granizo, “Código de la Propiedad Horizontal”, Ed.

Revista de Derecho Privado, 1976, a la pág. 885.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 20

un empleado, pues entre otras cosas, los directores no

reciben retribución.

Ahora bien, la doctrina enfatiza en que, si bien la

gratuidad es un elemento “natural” del mandato, tal

característica no es “esencial”,40 aunque es un factor que

debe considerarse para determinar si estamos ante un

administrador o un empleado. Fernández Martín-Granizo

concluye, respecto al asunto de la presunción de

retribución, que ésta no depende de si se trata de un

copropietario o de un tercero, sino de la naturaleza del

trabajo realizado y la persona que lo lleva a cabo:

Nosotros nos inclinamos por la retribución,

tanto si es desempeñado por uno de los

propietarios como por un extraño. En este último

supuesto, porque es lógico que hayan de

satisfacerse unos emolumentos, sueldo o como

quiera llamársele a quien lo desempeña a cambio

de sus servicios. En el de los propietarios,

porque siendo el administrador quien tiene en

realidad a cargo toda la gestión del edificio y

su vigilancia, ha de dedicar al cumplimiento de

estas funciones una atención y un tiempo que

necesariamente debe sustraer a sus propias

ocupaciones, sin olvidar que por ser el encargado

de velar por el buen régimen del edificio, y como

tal hacer las oportunas advertencias y

apercibimiento a los propietarios de los pisos y

locales, además de exigir una gran dedicación

resulta un cargo incómodo.41

40 Fernández Martín-Granizo, Op.Cit., a la pág. 890; José

Martín Blanco, “El contrato de trabajo: un estudio sobre su

naturaleza jurídica”, Ed. Revista de Derecho Privado, 1957,

a las págs. 54-55. 41 Fernández Martín-Granizo, Op.Cit., a las págs. 885-886. A

semejante conclusión llega Godreau: “Por lo general, el

Agente Administrador desempeñará su cargo a cambio de una

remuneración”. Godreau, Op.Cit., a la pág. 144.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 21

Otro elemento utilizado por la doctrina para concluir

que el agente administrador es un mandatario es su

obligación de rendir cuentas al terminar sus funciones.42

Igual ocurre con los elementos de encargo y de

representación que pueden estar presentes en el puesto de

administrador y que son cónsonos con el contrato de

mandato. También se considera pertinente el que el escogido

sea un copropietario o un tercero ajeno a la comunidad.43

Fernández Martín-Granizo nos advierte que es este supuesto

“el que plantea las mayores dificultades en orden a la

determinación de la naturaleza jurídica de la figura del

administrador de la propiedad horizontal”.44 La razón es

que, al ser una persona ajena a la comunidad, su

contratación puede configurarse más fácilmente y a la

medida de las necesidades del condominio, como mandato,

arrendamiento de servicios o contrato de trabajo.

Fernández Martín-Granizo identifica tres relaciones

posibles entre el tercero y el condominio. Estas son: que

el tercero labore, “con carácter de continuidad, en una

oficina sita en el propio edificio y con remuneración fija,

42 Rabella de Carrillo, Op.Cit., a las págs. 138, 141;

Sentencia del 3 de julio de 1980 de la Audiencia

Territorial de Zaragoza en García Gil, Op.Cit., a la pág.

551. 43 Fernández Martín-Granizo, Op.Cit., a la pág. 887.

44 (Énfasis suplido) Id, a la pág. 889. Fernández Martín-

Granizo identifica a Batlle como el principal propulsor del

administrador como mandatario, a Visco como proponente de

caracterizarlo como laboral o mixto y a Salis y Rizi como

defensores de la idea de hacer la determinación entre

contrato laboral o de mandato según la naturaleza de la

actividad realizada. Id, notas 29-31.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 22

y se dedique única y exclusivamente a desempeñar las

funciones propias de dicho cargo”;45 que el tercero,

“teniendo otras ocupaciones propias, dedique su tiempo

sobrante a llevar la administración de uno o varios

edificios en su propio domicilio, mediante remuneración

fija”;46 o que se trate “de una entidad especializada en la

realización de estos servicios, con empleados fijos y

mediante remuneración”.47

En el tercer supuesto, el agente administrador sería

la persona jurídica contratada, en cuyo caso estaríamos

claramente ante un contrato de mandato. En cuanto al primer

y segundo supuestos, la diferencia entre éstos sería la

“habitualidad o profesionalidad del administrador”.48 En el

primer supuesto, “se pued[e] decir que, al menos en ciertos

aspectos, el administrador va a tener la cualidad de

empleado de la junta de propietarios […] Ello ha dado lugar

a que, por algunos tratadistas, se considere que en el

primer caso nos hallamos a presencia de una relación de

tipo laboral y que, por consiguiente, la revocación del

cargo ha de ir precedida del preaviso o acompañada de la

procedente indemnización”.49 Fernández Martín-Granizo

45 Id.

46 Id, a la pág. 891.

47 Id.

48 Fernández Martín-Granizo, Op.Cit., a la pág. 891.

49 Id. Según Fernández Martín-Granizo, “no podemos negar que

en este concreto supuesto concurren varios de los

requisitos que caracterizan las relaciones de trabajo […]

tales como la dependencia o subordinación y la

remuneración, sin olvidar la habitualidad o profesionalidad

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 23

concluye entonces que en este primer supuesto, el agente

administrador es un mandatario simple.50

Finalmente, sobre el segundo supuesto, Fernández

Martín-Granizo propone que “aun cuando en principio parece

que tien[e] más de arrendamiento de servicios que de

mandato, por las mismas consideraciones que hemos hecho

para el [primer supuesto], estimamos que se tratará también

de un mandato, sin negar totalmente la posibilidad de que

pudiera ser configurado como una figura mixta de mandato

simple y arrendamiento de servicios”.51

Estas conclusiones de Fernández Martín-Granizo no son

aceptadas unánimemente por los tratadistas. En vez, Pons

González y Del Arco Torres insisten en que la figura del

agente administrador no responde a una caracterización

absoluta, y que todo dependerá de las circunstancias

particulares de su relación con el condominio. Para ellos,

será fundamental la naturaleza de las tareas que se le

asignen al administrador y si se trata de un trabajo que

normalmente haría un copropietario como parte del Consejo

de Titulares o de la comunidad en general. En esa

dirección, citan con aprobación la Sentencia de la

Audiencia Territorial de Valencia de 25 de mayo de 1988,

que en opinión de algunos autores es importante en las

relaciones laborales”. Id. No obstante, el tratadista

también reconoce que muchos de estos factores también son

compatibles con el contrato de mandato, lo que reafirma la

dificultad de distinguir entre ambas figuras. 50 Fernández Martín-Granizo, Op.Cit., a la pág. 893.

51 Id, a la pág. 894.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 24

que tras reconocer que se trata de una “[c]uestión

ampliamente debatida”, expone:52

[S]ólo pueden ser objeto posibles de

mandato aquellos actos en que quepa la

sustitución, o sea, los que el mandante

realizaría normalmente por sí mismo, que

pertenecen a la esfera propia de su misma

actividad […] [C]uando se encomienda a otra

persona la prestación de servicios que

normalmente no pueden ser realizados ni son de la

propia actividad de la persona que los encomienda

a otro, que precisamente necesita acudir a él

para que lleve a cabo la actividad que aquél no

podía utilizar […] es conducente a situación de

arrendamiento de servicios.53

De lo anterior podemos concluir, primeramente, que la

relación entre la persona escogida y la comunidad de

residentes es pertinente a la caracterización de la

relación contractual entre el administrador y el

condominio. Si la persona contratada es un tercero ajeno a

la comunidad, ya sea una compañía dedicada a ofrecer

servicios de administración o una persona natural que se

dedica a ofrecer dichos servicios a más de un condominio,

52 Para ello citan la Sentencia de la Audiencia Provincial

de Valencia del 4 de junio de 1993 en la que dicho tribunal

expresa que: “Tanto el vínculo existente entre la comunidad

de propietarios y administrador de la misma […] como el

vínculo existente entre dicha comunidad y [el

Administrador] no conviene el título de mandato que le

atribuye la sentencia recurrida sino el de arrendamiento de

servicios que reiteradísima doctrina asigna a los contratos

que se celebran entre todo profesional liberal y su

cliente”. (Énfasis suplido) Pons González y Del Arco

Torres, Op.Cit., a la pág. 529, n. 9. 53 Id, a las págs. 534-535. De igual forma, el tribunal hace

hincapié en que “[n]o cabe olvidar tampoco la creciente

profesionalización de estas actividades de administración,

paralela a la igualmente creciente complejidad de la vida

socioeconómica y de los trámites burocráticos a seguir para

adecuarse a la desbordante intervención administrativa en

cualquier tipo de actividad económica…”. Id, a la pág. 535.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 25

estaremos ante un mandatario y la relación será gobernada

por la figura del contrato de mandato o, si las partes así

lo han convenido, por un contrato mixto. Igual conclusión

se requiere en el supuesto del tercero que dedica su tiempo

exclusivamente a la administración de un condominio.

En vista de lo anterior, resolvemos que cuando se trate

de un “agente administrador” en el régimen de propiedad

horizontal, éste será considerado un mandatario sujeto a

las disposiciones pertinentes del Código Civil, según

atemperadas por la Ley de Condominios.

III.

Aunque la mayoría de la doctrina se inclina hacia

caracterizar al “agente administrador” como mandatario –

conclusión que adoptamos en esta Opinión- subsiste una gran

confusión sobre cómo diferenciar la figura del agente

administrador de la de un empleado cobijado por un contrato

de trabajo o de arrendamiento de servicios. Cuando

analizamos la doctrina aplicable al contrato de mandato el

panorama se complica aún más, pues, independientemente del

caso del administrador de condominio, hay una gran

confusión entre la figura del mandatario y la del empleado

cobijado por la legislación laboral.

Habiendo resuelto que un “agente administrador” es un

mandatario del Consejo de Titulares, aún nos hace falta

determinar quién es un “agente administrador” para efectos

de la Ley de Condominios. Esto, pues cabe la posibilidad de

que en algunos casos la persona contratada nominalmente

como “administrador” no tenga las facultades de ese puesto,

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 26

sino que lleve a cabo tareas ajenas a dicho cargo. Dado que

en nuestro ordenamiento el título no hace la cosa, no basta

la denominación hecha por las partes o que a la persona

contratada se le otorgue ese título, sin más. El “agente

administrador”, como figura jurídica, tiene unas

características que lo distinguen y que una persona debe

tener para considerarse como tal.

Para poder estudiar adecuadamente la figura del agente

administrador, hace falta recurrir a la normativa española

y la doctrina científica de ese país, de donde la

adoptamos. La primera disposición de ley que hace mención

del administrador de fincas urbanas en España es el

artículo 18 de la Ley de 21 de julio de 1960.54 Explica el

tratadista Rabella de Carillo que la disposición

“configura, por vez primera en el derecho español, la

figura del Administrador de Fincas –bien que para el caso

concreto de la propiedad horizontal- con notable detalle,

tanto en lo que a su nombramiento, cese, condición, etc.,

respecta, como en lo relativo a sus funciones y

facultades”.55 Reconoce, además, que se trata de una

54 Ley de 21 de julio de 1960, núm. 49/60, Jefatura del

Estado, B.O. 23, Reps. Legs. 1042. 55 Rabella de Carrillo, Op.Cit., a la pág. 119. Rabella de

Carrillo menciona que hubo una referencia pasajera a esta

figura en la Ley de Viviendas Protegidas de 1939. Id, a la

pág. 136. Según Ventura-Traveset y González “[el]l único

antecedente legal en que [aparece] la figura del

administrador de comunidad, es el artículo 398 del Código

Civil, según el cual, como para la administración y mejor

disfrute de la cosa común son obligatorios los acuerdos de

la mayoría de los partícipes, sino resultare mayoría o el

acuerdo de ésta fuere gravemente perjudicial a los

interesados en la cosa común, el Juez proveerá, a instancia

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 27

“denominación tan amplia como vaga” por lo cual “viene a

englobar a todas aquellas personas que, por encargo del

propietario de un inmueble, tienen a su cargo tanto las

relaciones del mismo con el Fisco (pago de contribuciones,

arbitrios, inspecciones, etc.), como el cuidado de su

explotación (contratación, cobro de alquileres, revisando

precios, etc.), y la conservación material de las cosas

(obras de reparación, suministros, etc.)”.56 Esta cita

revela la dificultad de definir con precisión la naturaleza

jurídica del cargo de administrador de fincas. Sumado a

esto, las cada vez más complicadas relaciones sociales de

la vida moderna han exigido cambios conceptuales que

apartan al administrador de un inmueble sometido a

propiedad horizontal del administrador de fincas original.

Esto es importante, pues muchos de los tratadistas que

citaremos estudian la figura del agente administrador como

si fuera el administrador de fincas de aquel mundo que hoy

no existe.

Originalmente, cuando la administración de un edificio

no conllevaba el empleo de mucho tiempo o esfuerzo ni de

conocimientos especializados, se escogía de entre la

comunidad a un titular, al igual que se escogía al

presidente o al tesorero, para que se ocupase de los

de parte, lo que corresponda, incluso nombrará un

administrador”. (Énfasis en original) Antonio Ventura-

Traveset y González, “Derecho de propiedad horizontal”, Ed.

Bosch, Barcelona, 1980, a la pág. 385. 56 (Énfasis suplido) Rabella de Carrillo, Op.Cit, a la pág.

135.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 28

asuntos internos del condominio. Incluso, el recurrir a un

tercero extraño a la comunidad no era la norma y los

tratadistas tuvieron que aclarar que esa opción no era

incompatible con el régimen de propiedad horizontal.57 Poco

a poco, la doctrina comenzó a reconocer la tendencia a

favor de la profesionalización de la figura del agente

administrador mediante la selección de una persona ajena a

la comunidad.58

En efecto, la figura del agente administrador surge

porque las complejidades de la vida moderna no permitían a

la comunidad organizada como Consejo de Titulares, ni a

ninguno de los propietarios individualmente, encargarse a

tiempo completo de todos los asuntos relacionados al

condominio.59 Como explica Batlle Vázquez, “[t]oda

organización colectiva necesita, para su eficacia, de un

agente ejecutivo, de un gestor que mantenga la

administración de ritmo necesario, por lo que es

indispensable la existencia de un administrador”.60 Es

57 Véase Rabella de Carrillo, Op.Cit., a la pág. 120. Por su

parte, Puig Brutau expresa que ya “no es necesario que

pertenezca a la comunidad de propietarios”. Puig Brutau, T.

III, Op.Cit., a la pág. 129. 58 Rabella de Carrillo, Op.Cit., a la pág. 137. Esta visión

no es unánime. Según Ventura-Traveset y González, “la

experiencia demuestra que la administración está mejor en

manos de uno de los copropietarios que en manos de un ajeno

a la comunidad”. Ventura-Traveset y González, Op.Cit., a la

pág. 385, n. 2. Claro está, esto no es incompatible con la

visión de que el administrador deba ser una persona con

conocimientos especializados y que dedique una cantidad

sustancial de su tiempo al desempeño de ese cargo. Véase,

además, Hernández Denton, supra, a la pág. 272. 59 Pons González y Del Arco Torres, Op.Cit., a la pág. 526.

60 Batlle Vázquez, Op.Cit., a la pág. 164.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 29

decir, más que una conveniencia para la comunidad, el

agente administrador se ha convertido en una necesidad,

particularmente para los complejos que incluyen una

cantidad considerable de apartamentos. Según este

tratadista:

En las pequeñas comunidades se suele nombrar

administrador a uno de los propietarios, pero en

las de mayor importancia se requieren especiales

condiciones y conocimientos que no siempre se

encuentran entre los dueños interesados, por lo

que es práctica frecuente acudir a personas

competentes extrañas a la comunidad, a las que se

remunera a cargo de ésta.61

Nuestra Ley de Condominios visualiza al administrador

como parte de la dirección de la comunidad y reconoce, en

su artículo 38, que entre la Junta de Directores, el

Presidente, el Secretario, el Tesorero y el agente

administrador, hay una relación particular. Esto es

producto del entendimiento de que estos cargos,

particularmente los del Presidente y el de agente

administrador, son los principales órganos de gestión

interna de un condominio.62 En efecto, la doctrina vincula,

61 Id.

62 Véase Pons González y Del Arco Torres, Op.Cit., a la pág.

525: “En unión del Presidente, son los únicos órganos

ejecutivos de la propiedad horizontal”. Véase, además,

Sentencia de 28 de marzo de 1985 de la Audiencia

Territorial de Valencia en García Gil, Op.Cit., a la pág.

432; Fernández Martín-Granizo, Op.Cit., a las págs. 868,

885; Gordeau, Op.Cit., a la pág. 142. Por su parte,

Hernández Denton, al sostener que el agente administrador

según definido en la Ley de Condominios no puede tener una

relación laboral con el condominio, propone lo mismo en

cuanto al Presidente, el Secretario y los demás integrantes

de la Junta de Directores. Es decir, Hernández Denton

enfatiza en que el administrador está en una posición

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 30

constantemente, la figura del administrador con la del

Presidente63 y, más todavía, con la del Secretario.

64 La

visión original era que ambos cargos, el de administrador y

el de Presidente, podían ser, y en muchas ocasiones eran,

ocupados por la misma persona. Incluso, para Puig Brutau,

la Ley de 21 de julio 1960 antes mencionada requería que se

estableciera expresamente en el Reglamento del condominio

que el Presidente no sería el administrador, pues, en

ausencia de tal disposición, la misma persona podría ocupar

ambos puestos.65

La doctrina también asocia, incluso con más fuerza, al

administrador con la figura del Secretario. Lo que es más,

muchos tratadistas hacen referencia, más que al agente

administrador, al “Secretario-Administrador”.66 Incluso,

semejante a los demás directores. Federico Hernández

Denton, “La Ley de Propiedad Horizontal: un análisis de las

enmiendas de 1976”, supra, a la pág. 274. Ahora bien, lo

que nos corresponde atender es si esta restricción contra

los directores aplica igualmente a casos en los que la

persona contratada ostenta el título de administrador mas

no se desempeña como tal. 63 Pons González y Del Arco Torres, Op.Cit., a la pág. 528.

Eso explica la postura de Rabella de Carrillo al éste

afirmar que el nombramiento de un agente administrador no

es obligatorio, pues puede recaer sobre el Presidente.

Rabella de Carrillo, Op.Cit., a la pág. 137. Véase, además,

Batlle Vázquez, Op.Cit., a la pág. 164. 64 Véase Pons González y Del Arco Torres, Op.Cit., a la pág.

527. De la descripción de las funciones del agente

administrador que hacen estos tratadistas surge la

similitud entre el Secretario y el agente administrador,

por ejemplo, encargarse de las actas, citar a las

reuniones, notificar los acuerdos, entre otros. 65 Puig Brutau, T. III, v. 2, Op.Cit., a la pág. 128.

66 Véase Id; Pons González y Del Arco Torres, Op.Cit.;

Fernández Martín-Granizo, Op.Cit., a las págs. 313-314.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 31

Pons González y Del Arco Torres proponen que la relación

entre el Secretario y el Administrador es lo

suficientemente estrecha como para afirmar que este último

podría “[a]ctuar, en su caso, como Secretario de la

Junta”.67 Otro tratadista, Ventura-Traveset y González

afirma que las primeras normas relativas al agente

administrador lo conciben como un alter-ego del Presidente

o, en su defecto, del Secretario: “Hay que advertir que

estas funciones corresponden al administrador, tanto en el

caso de que el presidente actúe como administrador […] o

cuando el secretario sea al propio tiempo administrador”.68

Si bien el desarrollo ha sido hacia cierta separación

entre la figura del agente administrador y los demás

integrantes de la Junta de Directores, con el fin de

permitir que un extraño a la comunidad pueda ejercer el

cargo, no podemos perder de perspectiva que el

„administrador‟ al que parte de la doctrina hace referencia

se asemeja más al Secretario de la Junta que a un ente

externo contratado para llevar a cabo cualquier labor en

beneficio del edificio. Hasta el día de hoy, el agente

administrador contemplado por los tratadistas tiene como

referente histórico y normativo al Secretario-

Administrador. En la medida que las funciones de la

persona escogida se asemejen a las funciones típicas del

administrador, ya sea en cuanto a los poderes que se le

67 Pons González y Del Arco Torres, Op.Cit., a la pág. 528.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 32

deleguen o en las labores que realice, la normativa sobre

el agente administrador en la propiedad horizontal aplicará

en todos sus aspectos. Así, más que el título dado por las

partes, se deben auscultar las funciones y poderes

atribuidos al administrador caso a caso, de manera que las

disposiciones del artículo 38 de la Ley de Condominios

cubran solamente aquellas situaciones en las que se trate

de un “agente administrador”. De esta forma, resulta

necesario distinguir entre el “agente administrador”, cuyas

funciones corresponden a los deberes y facultades

reconocidos como inherentes al cargo por la Ley,69 y una

persona contratada para atender otros asuntos del

condominio excluido de la definición provista por el

artículo 38.

La propia doctrina reconoce la gran dificultad de

distinguir entre el “agente administrador” y el empleado

sujeto a un contrato de trabajo o de arrendamiento de

servicios, quien realiza otras funciones ajenas al cargo de

“agente administrador” Incluso, la doctrina también

68 Ventura-Traveset y González, Op.Cit., a la pág. 387;

Véase, además, Fernández Martín-Granizo, Op.Cit., a la pág.

885. 69 Véase Sentencia del Tribunal Supremo de España de 10 de

febrero de 1947, Repertorio Aranzadi 202. En dicho caso, el

máximo foro español determinó que una administradora de

finca rústica era una empleada cobijada por la legislación

laboral y no una mandataria, debido a la falta de libertad

de actuación y otras circunstancias de la relación entre

las partes que la excluían de esta figura contractual.

Cuando, por el contrario, la realidad de la relación apunta

a facultades amplias de administración y representación, el

tribunal español ha excluido a la persona de las leyes

laborales y ha aplicado la normativa del contrato de

mandato. Sentencia del 7 de junio de 1940, Repertorio

Aranzadi 547.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 33

reconoce los argumentos que pueden llevar a concluir que,

en determinadas circunstancias, una persona contratada para

atender otros asuntos internos del condominio no es un

mandatario, sino un empleado. También es importante

recordar que aun si este análisis nos lleva a concluir que

las funciones desempeñadas o las delegadas corresponden a

las de un mandatario, nada impide que las partes pacten un

contrato mixto de mandato y arrendamiento de servicios en

el que se otorguen ciertos beneficios de tipo „laboral‟ al

administrador.70

Las funciones del agente administrador son muy

amplias, al igual que el “margen de confianza en su

actuación”.71 En términos generales, las funciones

reconocidas al agente administrador español son de tres

tipos: ejecutivas, de propia iniciativa y de custodio

contable.72 Principalmente, sus responsabilidades son de

coordinación y supervisión73 lo cual incluye la potestad de

contratar en su condición de mandatario, tanto al personal

del condominio como a suplidores de servicios y

70 Es decir, nada impide que las partes, fundamentándose en

el principio de la libertad de contratación y la autonomía

de la voluntad, pacten como parte del contrato que el

administrador recibirá beneficios tales como bono de

navidad, vacaciones, licencia por enfermedad, entre otros. 71 Rabella de Carrillo, Op.Cit., a la pág. 119. Véase,

además, Ventura-Traveset y González, Op.Cit., a la pág.

396. 72 Batlle Vázquez, Op.Cit., a la pág. 166.

73 Rabella de Carrillo, Op.Cit., a la pág. 141.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 34

materiales.74 Esta potestad, a su vez, parte de la premisa

de que las facultades del agente administrador son

potestades del Consejo de Titulares o la Junta de

Directores que le fueron delegadas.75

Como sugiere Fuentes Lojo, el administrador es “como

gerente de la comunidad”, y se le deben adscribir las

facultades inherentes a todo gerente.76 Igual propone

Ventura-Traveset y González al reconocer la analogía entre

las funciones del administrador y las del “gerente de un

negocio” y “el naviero de un buque perteneciente a varias

personas”.77 Por tanto, una persona será “agente

administrador” si por virtud de su contrato se le delegan

facultades o responsabilidades que corresponden, en primera

instancia, al Consejo de Titulares o la Junta de

Directores. Además, se analizará cuáles son las funciones

que ejerce en la realidad.

Nuestra Ley de Condominios calla sobre las funciones

del agente administrador, pero establece claramente que el

Consejo de Titulares lo removerá “por acuerdo mayoritario

tomado en reunión extraordinaria convocada al efecto”.78 El

74 Id, a las págs. 153-155.

75 Fernández Martín-Granizo, Op.Cit., a la pág. 887;

Godreau, Op.Cit., a la pág. 141. 76 J.V. Fuentes Lojo, “Suma de la Propiedad por

Apartamentos”, Bosch, 1985, a la pág. 358. 77 Ventura-Traveset y Gonzáles, Op.Cit, a la pág. 385,

citando a Jerónimo González. 78 31 L.P.R.A. sec. 1293b(b). Por su parte, la Junta de

Directores podría remover al agente administrador por justa

causa, definida en el propio artículo 38 de la Ley de

Condominios, decisión que tendría que ser confirmada

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 35

Consejo de Titulares también puede prescindir del agente

administrador negándose a renovar el contrato anual. Esta

facultad para remover libremente al agente administrador es

uno de los elementos que según la doctrina sirven para

demostrar que el administrador es, en efecto, un

mandatario, pues a éste también se le puede revocar su

mandato de manera unilateral y sin necesidad de

justificación.79

La exigencia de justa causa para la remoción del

agente administrador únicamente aplica a la Junta de

Directores, no al Consejo de Titulares, cuyo poder de

remoción es absoluto y unilateral, aunque el Reglamento del

condominio puede limitar esta autoridad. Por tanto, en

Puerto Rico, cuando se remueve a un “agente administrador”,

no habrá indemnización más allá del rembolso que le

corresponde, como mandatario, por los gastos incurridos.

Ahora bien, si el contrato entre el condominio y el

administrador-mandatario incluye beneficios como

vacaciones, bono de navidad y otros, y éstos han sido

eventualmente por el Consejo de Titulares. Véase nota núm.

33. 79 El mandato puede extinguirse por su revocación o la

renuncia del mandatario, así como por la muerte, quiebra o

insolvencia del mandante o del mandatario. Artículo 1623

del Código Civil; 32 L.P.R.A. sec. 4481. Resulta anómalo

que si el agente administrador es, en efecto, un

mandatario, su contrato terminaría por el mero hecho de su

insolvencia o quiebra. Como puede notarse, no siempre

aplican nítidamente los elementos del contrato de mandato a

la figura del administrador en la propiedad horizontal. Por

otra parte, Puig Brutau añade otra causal de terminación:

el transcurso del tiempo por el que se constituyó el

mandato. José Puig Brutau, “Fundamentos de Derecho Civil”,

T. II, v. 2, Ed. Bosch, 1982, a la pág. 419.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 36

acumulados o son debidos, el condominio deberá efectuar

dichos pagos. La doctrina de pacta sunt servanda así lo

exige. Incluso, como explica Batlle Vázquez, pueden existir

“cláusulas de permanencia mayor en el cargo que, sin mengua

de la posible remoción por parte de la asamblea, obligue a

indemnizar los despidos injustos o anticipados al plazo

convenido”.80 Por consiguiente, el “agente administrador”

que es despedido antes del término estipulado en su

contrato no tendrá derecho a compensación por los salarios

dejados de percibir, pero sí a los salarios por trabajo ya

realizado y cualesquiera otros beneficios debidos bajo la

relación contractual particular, salvo que el contrato

disponga otra cosa.81

IV.

Al igual que ocurre con la definición de “agente

administrador” en la Ley de Condominios, el Código Civil no

ofrece la claridad necesaria para distinguir con precisión

entre el contrato de mandato y otras figuras contractuales

similares, como el contrato de trabajo, el de arrendamiento

de servicios y el de ejecución de obra.82 En todos éstos,

80 Batlle Vázquez, Op.Cit., a la pág. 164.

81 Fernández Martín-Granizo, Op.Cit., a las págs. 905-906.

82 Mediante un contrato de mandato “se obliga una persona a

prestar algún servicio o hacer alguna cosa, por cuenta o

encargo de otra”. Artículo 1600 del Código Civil; 32

L.P.R.A. sec. 4421. Éste puede ser general o especial; el

primero comprende todos los negocios del mandante; el

segundo, uno o más negocios determinados. Artículo 1603 del

Código Civil; 32 L.P.R.A. sec. 4424. De igual forma, el

contrato de mandato puede ser concebido en términos

generales, entendiéndose tan sólo para asuntos de

administración, o puede ser expreso, con lo cual se permite

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 37

una persona ofrece servicios a otra y, como ilustra Díez-

Picazo, se han realizado “múltiples esfuerzos doctrinales

[…] a fin de buscar un criterio de diferenciación con el

contrato de servicios o de obra”.83

Según el tratadista Martín Blanco, el asunto se

complica cuando se pretende diferenciar el contrato de

mandato del contrato de trabajo: “El esfuerzo de la

doctrina por encasillar el contrato de trabajo dentro del

cuadro general de las figuras contractuales, ha llevado a

un sector de aqu[é]lla a intentar catalogar y clasificar la

figura del contrato laboral sobre el plano o molde del

contrato de mandato”.84 Claro está, no podemos perder de

al mandatario realizar actos dispositivos, dentro del marco

contractual establecido. Artículo 1604 del Código Civil; 32

L.P.R.A. sec. 4425.

83 Díez-Picazo, Op.Cit., a la pág. 351. Por su parte, en su

obra, Puig Brutau discute la figura del mandato en un

acápite titulado “Mandato, Prestación de Servicios y

Ejecución de Obra”. Puig Brutau, T. II, v. 2, Op.Cit., a la

pág. 395. 84 José Martín Blanco, “El contrato de trabajo: estudio

sobre su naturaleza jurídica”, Ed. Revista de Derecho

Privado, 1957, a la pág. 46. Entre las obligaciones que

tiene el mandatario se encuentran las siguientes: ejecutar

el encargo con arreglo a las instrucciones del mandante; no

traspasar los límites del mandato; dar cuenta de sus

operaciones y abonar al mandante cuanto haya recibido en

virtud del mandato; pagar intereses por las cantidades que

ha aplicado a usos propios; ser responsable por la gestión

del sustituto, pues a menos que se lo haya prohibido el

mandante, el mandatario puede designar un sustituto y

responder por los efectos de dolo o culpa suya. Luis Díez-

Picazo y Antonio Gullón, “Sistema de Derecho Civil”, v. II,

Ed. Tecnos, 1976, a las págs. 354-356. Esta facultad del

mandatario es curiosa, pues nadie propone que el agente

administrador, como mandatario, puede designar a un tercero

para que le sustituya como administrador. Nuevamente, se

hace evidente que no hay correspondencia absoluta entre el

agente administrador y el mandatario.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 38

perspectiva que esta dificultad es producto de una época en

la que el derecho del trabajo estaba aún incipiente y no

había alcanzado el nivel de complejidad y desarrollo que

goza hoy en día. Para este tratadista, la principal

diferencia entre el contrato de mandato y el de trabajo se

hace en torno a dos elementos o criterios: precio y

representación.85

En cuanto al primer elemento, el tratadista revive la

polémica de la retribución en el mandato. Esta posibilidad,

que como dijimos se puede dar mediante pacto expreso o

cuando el mandatario tenga por ocupación llevar a cabo la

gestión encomendada, establece una clara diferencia entre

el contrato de mandato y el contrato de trabajo, pues no

existe, por definición, un contrato de trabajo gratuito.

Martín Blanco concluye, por tanto, que siempre que opere la

gratuidad, estaremos ante una relación mandante-mandatario.

Por el contrario, si hay retribución habrá que precisar de

otro modo si se trata de un contrato de mandato retribuido

o un contrato de trabajo.

El segundo elemento discutido por Martín Blanco, y el

más importante, es la representación. Ésta, a su vez,

guarda relación con otros: la subordinación, el objeto de

la relación y la confianza. Sobre la subordinación o

dependencia, el tratadista explica que: “La relación de

subordinación que la jurisprudencia estima como

característica del contrato de trabajo no existe, sin duda

85 Id, a la pág. 47.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 39

alguna, en el mismo grado en las relaciones entre

mandatario y mandante, pero no es completamente extraña a

esas relaciones. El mandatario actúa por órdenes y a veces

bajo la dirección del mandante. Hay una diferencia de grado

en la subordinación, pero es imposible limitarse a esa

única diferencia para distinguir los dos contratos”.86

Por su parte, Díez-Picazo advierte que no debe hacerse

demasiado énfasis en el asunto de la representación, pues

“[m]andato y representación son instituciones distintas”.87

Según Castán Tobeñas, la representación es un elemento

ordinario pero no esencial del contrato de mandato.88 Para

Puig Brutau, sin embargo, el asunto de la subordinación o

dependencia y la representación son, en extremo,

pertinentes a la calificación del contrato:

Por el contrato de mandato alguien actúa por

cuenta de otro frente a terceros con

independencia de lo que haga en nombre propio o

en el de su mandante, y de que lo haga de manera

gratuita o a cambio de una remuneración.

Por el contrato de prestación de servicios

queda establecida entre dos personas una relación

de dependencia, transitoria o duradera, que

permite a una de ellas obtener servicios y a la

otra cobrar una remuneración.

Por el contrato de ejecución de obra una de

las partes queda obligada a proporcionar a la

otra un resultado determinado con su trabajo

independiente, a cambio de un precio convenido.89

86 Id, a la pág. 50.

87 Díez-Picazo, Op.Cit., a la pág. 352. Por su parte, Castán

Tobeñas advierte contra confundir el mandato y el poder.

Castán Tobeñas, Op.Cit., a las págs. 531-532. 88 José Castán Tobeñas, “Derecho civil español, común y

foral”, Revs, S.A., Madrid, 1985, a las págs. 531-532. 89 (Énfasis suprimido) Puig Brutau, T. III, v. 2, Op.Cit., a

la pág. 395. Véase, además, Castán Tobeñas, Op.Cit., a la

pág. 529.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 40

Es decir, el elemento que diferencia el contrato de

mandato de los demás es la naturaleza de la prestación.90

Como sugiere Martín Blanco, “[e]l mandato es esencialmente

un contrato de representación, destinado a permitir a una

persona realizar un acto jurídico o una serie de actos por

cuenta de otra, mientras que el contrato de trabajo tiene

por objeto la realización de un trabajo con independencia

de toda idea de representación”.91 Esta serie de actos se

refiere a actos o resultados jurídicos, es decir, “la

creación directa de un derecho en favor del mandante por

mediación del mandatario”, mientras que el trabajo

realizado es accesorio al resultado jurídico generado.92

De igual manera, Puig Brutau advierte del peligro de no

darle sentido práctico a esta aseveración, pues podría

confundir y llevar a resultados absurdos:

Pero no tendría sentido decir que el

contratista que ha recibido el encargo (tanto si

es directamente del interesado como de un

mandatario suyo) gestiona intereses ajenos a la

obra. Si esto fuera admisible, podría igualmente

decirse que el vendedor que entrega al comprador

90 Puig Brutau, T. III, v. 2, Op.Cit., a la pág. 402; Castán

Tobeñas, Op.Cit, a la pág. 536. 91 Martín Blanco, Op.Cit., a la pág. 50.

92 Id., a las págs. 50-51. A igual conclusión llega Díez-

Picazo: “Entendemos que la esencia de la actividad del

mandatario se halla en la conclusión de actos o negocios

jurídicos; en otras palabras, en una actividad

jurídicamente relevante”. Díez-Picazo, Op.Cit., a la pág.

351. Véase, además, Puig Brutau, T. II, v. 2, Op.Cit., a la

pág. 396; Castán Tobeñas, Op.Cit., a la pág. 537.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 41

la cosa vendida gestiona intereses de éste, lo

cual no tendría sentido.93

El tema del encargo y la representación, así como la

naturaleza de la prestación, tiene una relación estrecha

con el propósito del mandato: el mandante delega en el

mandatario aquello que el propio mandante pudo haber hecho

por cuenta propia. A medida que lo realizado por la persona

contratada sea algo que el principal no pudo haber hecho

por cuenta propia, razón por la cual recurrió a un tercero

presumiblemente diestro en la tarea solicitada, nos

habremos alejado del contrato de mandato. En sentido

contrario, si se trata de una labor que el principal pudo

haber hecho por sí mismo, estaremos ante una relación

mandante-mandatario.94

Por último, el asunto de la confianza es uno de los

elementos más enfatizados para diferenciar el contrato de

mandato de las demás figuras contractuales que hemos

identificado.95 Por eso es que se hace referencia a la

relación de “cooperación”, “fiducia”, “desinterés” y

“amistad”.96

93 (Énfasis suplido) Puig Brutau, T. II, v. 2, Op.Cit., a la

pág. 402. Incluso, Puig Brutau se refiere a la figura

angloamericana del agency y el vertretung alemán. A

semejante conclusión llega Castán Tobeñas, pues si se

permite una definición demasiado amplia del encargo y la

obra en beneficio de intereses ajenos, “todo gestor de

negocios ajenos” sería un mandatario. Castán Tobeñas,

Op.Cit., a la pág. 538. 94 Castán Tobeñas, Op.Cit., a la pág. 537.

95 Puig Brutau, T. II, Op.Cit., a la pág. 419.

96 Castán Tobeñas, Op.Cit., a la pág. 530, n. 1, a las págs.

534-536.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 42

V.

Pasamos entonces a analizar los dos casos ante nuestra

consideración. En el caso CC-2010-616, la señora Candelario

supervisaba a ocho (8) empleados del condominio, así como a

los diferentes contratistas que le prestaban servicios al

mismo; su horario de trabajo era de 8:00am a 5:00pm, aunque

pasaba la mayoría del tiempo fuera de la oficina,

supervisando el complejo; estaba autorizada a contratar a

nombre del condominio y tenía potestad para emplear y

despedir a los trabajadores; preservaba los récords; y

llevaba a cabo aquellas labores que la Junta de Directores

o el Consejo de Titulares le delegaba. Ante este cuadro, no

hay duda de que la señora Candelario era una “agente

administradora” según establecido por el artículo 38 de la

Ley de Condominios. Si bien llama la atención que se

descontaran de su sueldo las cantidades correspondientes a

seguro social, contribuciones y pagos por seguro de

desempleo, ello no derrota la conclusión de que sus

funciones correspondían a las de agente administradora y

que era, por ende, mandataria del condominio y no empleada

de éste. Por tanto, no tiene derecho al pago de mesada.

No obstante, la relación entre la señora Candelario y

el condominio incluía beneficios como licencia de

enfermedad, vacaciones y bono de navidad y ella es

acreedora al pago por estos conceptos que son parte válida

del contrato entre las partes. Por tratarse de una deuda

contractual debidamente incurrida por el condominio, no

aplica la disposición de la Ley de Condominios que fija el

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 43

límite máximo de lo que la Junta puede desembolsar, para

transar reclamaciones, sin la autorización del Consejo de

Titulares. Además, la suma de las partidas de vacaciones,

enfermedad y bono de navidad no llegan al tope de $5,000

fijado por la ley.

En el caso CC-2010-277, la relación entre el señor

Colón Ortiz y el condominio es menos clara. El peticionario

tenía un horario fijo de trabajo; no tenía autoridad para

emplear o despedir; no tenía discreción alguna en el

desempeño de sus labores; no supervisaba empleado alguno;

al momento de su accidente estaba trabajando físicamente

con el contenedor de basura y recibió los beneficios del

Fondo del Seguro del Estado como si se tratase de un

empleado. No obstante, el foro primario no hizo

determinaciones de hechos sobre cuáles eran las labores que

llevaba a cabo el señor Colón Ortiz. De igual forma, el

contrato de administración suscrito entre las partes

incluye una lista extensa de deberes y facultades

semejantes a las que desempeña un “agente administrador”.97

Ante ese panorama, tenemos que concluir que el peticionario

era un “agente administrador” para efectos del artículo 38

de la Ley de Condominios y, por tanto, un mandatario del

Consejo de Titulares excluido de las leyes protectoras del

trabajo.

En virtud de lo anterior, modificamos la sentencia

dictada por el Tribunal de Apelaciones en el caso CC-2010-

97 Véase nota al cale núm. 3.

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 44

616 a los efectos de que procede la acción en cobro de

dinero por la cantidad pagada en concepto de la mesada, mas

no las sumas pagadas por concepto de vacaciones, enfermedad

y bono de navidad. Además, confirmamos la decisión del

Tribunal de Apelaciones en el caso CC-2010-277.

Se dictará Sentencia de conformidad.

Liana Fiol Matta

Jueza Asociada

EN EL TRIBUNAL SUPREMO DE PUERTO RICO

Jorge Colón Ortiz

Peticionario

v.

Asociación de Condómines

Borinquen Towers I, Junta de

Directores del Condominio

Borinquen Towers

Recurridos

_____________________________

Consejo de Titulares y/o

Junta de Directores de la

Asociación de Condómines del

Condominio Playa Dorada

Recurridos

v.

Yolanda Candelario

Peticionaria

CC-2010-277

cons.

CC-2010-616

Certiorari

SENTENCIA

En San Juan, Puerto Rico, a 14 de junio 2012.

Por los fundamentos expuestos en la Opinión que

antecede, la cual se hace formar parte integrante de la

presente Sentencia, modificamos la sentencia dictada por

el Tribunal de Apelaciones en el caso CC-2010-616 a los

efectos de que procede la acción en cobro de dinero por la

cantidad pagada en concepto de la mesada, mas no las sumas

pagadas por concepto de vacaciones, enfermedad y bono de

navidad. Además, confirmamos la decisión del Tribunal de

Apelaciones en el caso CC-2010-277.

Lo acordó y manda el Tribunal y certifica la

Secretaria del Tribunal Supremo. La Jueza Asociada señora

Pabón Charneco concurre con el resultado de la Opinión ya

que se resuelve correctamente que la figura del Agente

Administrador en el Régimen de Propiedad Horizontal es un

mandatario del Consejo de Titulares. No obstante,

considera innecesarias las menciones de tratadistas

CC-2010-277 cons. CC-2010-616 2

españoles en la Parte II de la Opinión que critican esa

conclusión. Entiende que ello puede abonar a una confusión

en futuros casos ya que el resultado de la Opinión es

contrario a lo expuesto por estos tratadistas. El Juez

Asociado señor Rivera García no interviene.

Aida Ileana Oquendo Graulau

Secretaria del Tribunal Supremo