ens rafael -el arrabal en la literatura

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  • 8/9/2019 ens Rafael -El Arrabal en La Literatura

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    Variaciones Borges 8 (1999)

    Rafael Cansinos Assens

    El arrabal en la literatura*

    l influjo del arrabal en la literatura es de naturaleza anloga aldel mar. Como el mundo marino, el arrabal representa lrica-mente una efusin indeterminada. En l, en sus vagos campos

    sin urbanizar, se sumen y se desfiguran, se hacen imprecisos e incohe-rentes todos los lineamentos arquitectnicos y mentales de la ciudad.Las ideologas urbanas, las artes y conceptos urbanos, terminan y seenmaraan en la arbitraria libertad del arrabal. No todas las ciudadestienen a su trmino un mar en que la dura tierra se haga ola y las pers-pectivas se rasguen indefinidamente. Pero todas las ciudades tienen unarrabal, un arrabal de campos no cercados, rayados por esos surcos queno se sabe quin los traza, y sobre los cuales se alargan humos grises yblancas nubes volanderas esos humos y esas nubes en que parecen

    condensarse finalmente, para dispersarse en la nada huera, el vanohlito constante de las fbricas y de las academias urbanas . Toda ciu-dad tiene sus arrabales, habitados por gentes pintorescas, a un tiempomaliciosas y cndidas, en cuya existencia, algo irregular, hay un tantodel libre vivir de los litorales y donde los modos de vida urbana tomaninesperadamente un sentido arbitrario y autnomo. El arrabal es, comoel mar, un elemento disolvente. La continuidad de la vida urbana serasga en l de pronto, para convertirse en algo vago y roto, sin pautaprefijada, prometido a todo futuro, que toma su sustancia misma de loporvenir y muestra el cndido y errante destino de las quillas nuevas.El arrabal se ha formado, desde el primer momento, de un modo aven-

    * Este ensayo del gran escritor andaluz, a quien Borges consideraba su amigo ymaestro, pertenece a la misma poca de Fervor de Buenos Aires. Las posibles relacio-nes entre este escrito y la nocin borgesiana de arrabal fueron recientemente evo-cadas por Carmen de Mora, en un coloquio internacional organizado por la Univer-sidad de Bruselas. Variaciones Borges agradece cordialmente al hijo del escritor, donRafael Cansinos Galn, su amable autorizacin para reproducir este texto, que for-

    ma parte de un vasto y laudable proyecto de edicin de las obras completas deR.C.A. por la Diputacin de Sevilla.

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    turado e incierto, al bueno y vago acaso, sin solemnidades ni auspicios,a la manera de las construcciones madrepricas. En un principio, lopueblan los descontentos de la ciudad, los espritus precarios que no

    pueden soportar el grave decoro cvico, todas esas indeterminadas cria-turas escorias o primicias sin elaborar que se escalonan triste o aira-damente sobre las peas de los aventinos. Luego va creciendo, se ur-baniza; pero siempre conserva algo de la fisonoma de las zonas fronte-rizas, de las extensiones polmicas, de las lenguas de tierra que sehunden en el mar. Cunto tiempo hasta que el arrabal urbanizado secerca de vallas y resguarda sus luces en urnas y tiene su templo y suacademia!

    Pero, aun en el perodo de su urbanizacin, guardan los arrabales algo

    de indeterminado, de aventurero, que les asemeja al mar de las efusio-nes imprecisas. Su trascendencia en la literatura marca an ms estasemejanza. La literatura propiamente suya es una literatura popular,hablada y precaria, que acrece los acervos folklricos de romances ycoplas. Literatura librrima, jovial y expansiva, que recuerda las barca-rolas de los nautas. Pero aun en su literatura refleja se advierte el influ-

    jo de la inspiracin libertaria de los arrabales. Se reconoce al punto laliteratura culta que ha frecuentado el arrabal y se ha sentado en susdesmontes y ha bebido en sus tabernas. Advertimos en ella, como en

    una literatura que ha viajado, algo de ms vivo y roto. En la literaturaantigua, los cantos faunescos y satricos, en su doble sentido, las libresatelanas, han nacido en los arrabales. Las efusiones mismas de la trage-dia y la comedia, antes de convertirse en cosa literaria, han sido vero-smilmente una sbita inspiracin del arrabal, de un arrabal paganoque vendimiaba sus vides y sacrificaba sus machos de cabro. El carrode Tespis err largo tiempo por los arrabales y los pagos antes de asen-tar su escena en las metrpolis. Los filsofos cnicos, los que han dicholas palabras ms fuertes en filosofa, aunque se reclinasen en los prti-cos ticos, eran hombres de arrabal, y Digenes Laercio nos los muestracomiendo en los bodegones extraurbanos. Los cuentos milesios, de cu-yo ingenio un florecimiento perdura en El asno de oro, de Apuleyo, erancuentos de arrabal, tenan toda la desenfadada expansin de los arraba-les. El Satiricn, de Petronio, devana sus escenas en los arrabales y esalgo que est lejos del cvico decoro de la literatura que se desarrollaintramoenia. As Marcel Schwob, en sus Vidas imaginarias, ha podidoatribuir a Petronio una prosapia plebeya. La stira de Juvenal ha des-cendido a los suburbios para ver los lbricos horrores que anatematiza.En todo el lxico latino no hay una palabra tan viva y enrgica, tan rica

    de color, tan esenciada, tan diversamente spida, tan cargada de culan-

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    tro y de cantridas, como esta palabra Subura. Pronunciarla slo men-talmente es evocar toda una serie de abigarrados cuadros, con sus im-genes de pecadoras de azafranadas trenzas, barbudos profetas, gladia-

    dores, sofistas y blancos eunucos. La vida antigua se hace extraordina-riamente viva y hervorosa en los suburbios donde bulle la plebe queCicern contempla con un togado desdn desde su atrio, circundadode Hermes; la plebe sin aras, sin dioses, que vive more ferarum, sin san-tidad en los concbitos. Oh los arrabales de Roma, Bizancio y Alejan-dra, clebres en todas las historias execrables! Arrabales de Jerusaln,que ven alzarse las tres cruces del viernes de Pasin y prestan su viva-cidad plebeya, sus dichos, sus ancdotas, sus mujeres piadosas y sushombres crueles, sus Cirineos y sus Longinos, al relato evanglico! Su-burbios de Roma, que en la sagrada historia nos muestran a los prime-ros cristianos viviendo, austeros y puros, entre las ltimas licencias pa-ganas, del mismo modo que en la moderna novela rusa los apstolesiluminados, los profetas cratas conviven con las pobres pecadorasmarchitas, en los arrabales de Mosc y Petrogrado! El episodio de laMagdalena vertiendo su pomo de ungento de nardos sobre los piesdel Cristo, no es un instante pattico de la pintoresca vida de los su-burbios?

    En todo tiempo, la literatura se ha hecho ms viva y libre por su con-

    tacto con el arrabal, y all ha encontrado sus ms vigorosos temas. Seha llenado de salud, de alegra y de mpetu, y ha roto sus vestes urba-nas. El arrabal tiene un alma pagana y heterodoxa que rechaza todaconveniencia. Es un lugar de burlas o de broncas disputas. En los arra-bales de feso y de Bizancio, las luchas entre politestas y cristianosasumen caracteres zahirientes y grotescos. En las actas de los Apsto-les, los arrabales de Corinto resuenan con las rudas vociferaciones de

    judos y cristianos (Sur la pierre blanche, Anatole France). San Pablomismo es un hombre de arrabal, un hombre que vive en viviendas ex-traurbanas; y hombres de arrabal son tambin luego Lutero, Calvino yNietzsche, hombres de roncas voces y de vestir desaliado. Nose hanformado las sectas en los arrabales del dogma? El arrabal es el refugiode las supersticiones ltimas y de las nuevas utopas. En los arrabalesde Roma tuvieron su iniciacin los misterios de Mitra en las postrime-ras del Imperio, y all fraternizaron los primeros cristianos con los pa-ganos convertidos. Las novelas de Wiseman pintan un ambiente decorrupcin y misticismo que coincide, salvo las diferencias topogrficasy cronolgicas, con el de las ulteriores novelas rusas. Los siglos mediosvieron salir del arrabal las cofradas heterodoxas de flagelantes y con-

    vulsionarios. La milagrosa tumba de San Medardo obra sus prodigios

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    en un arrabal de Pars, y las damas de la ms brillante corte van hastaall a confundirse con el pueblo, dejando tras de s las doradas carrozas.La tradicin democrtica del arrabal se manifiesta luego en los ritos

    sangrientos del Terror. Del arrabal han salido las gorgonas revolucio-narias, y de l salen despus los estandartes negros de las reivindica-ciones societarias.

    Esta alma demaggica y rebelde, esta pintoresca alma vivaz de losarrabales se transfunde en la literatura, llenndola de enrgicos maticesde salud y de vida. En los arrabales de El Cairo, de Bagdad y Damascoencuentra el narrador annimo de Las Mil y una noches susms diverti-dos personajes, sus locos graciosos, sus borrachos de buen humor, suspescadores ambiciosos que, como los de Tecrito, suean con sacar las

    redes henchidas de tesoros. Cuando el sultn Harun -ar -Rachid sesiente triste, para ahuyentar su melancola, dirgese a los arrabales encompaa de su visir y de su portaalfanje. En los arrabales encuentraesos jardines misteriosos, iluminados solitariamente para raras fiestas,esas casas de mala fama de las que, algunas veces, le cuesta trabajo es-capar con bien. Los arrabales de Crdoba, floridos de jardines, son ellugar donde se renen los poetas, y all infringen la ley cornica, be-biendo el zumo de la vid e improvisando los ms ardientes madrigales.En el grave Talmud, las ancdotas ms libres, las cmicas disputas en-

    tre los doctores, son rasgos de la vida de los arrabales, donde aquellossabios, que al par son artesanos, tienen sus academias y sus talleres.Nuestro regocijado Arcipreste es un hombre de arrabal; y hombres dearrabal son tambin nuestros autores picarescos, como lo son Rabelais,Cervantes, Shakespeare. En una taberna de arrabal encontr ste segu-ramente a su enorme Falstaff, escondido en el cesto de la ropa sucia. Enlos arrabales de Londres, junto a las turbias aguas del Tmesis, se tro-pezaron los antiguos poetas ingleses, Chaucer y Spencer, con sus ale-gres marineros, sus rollizas lavanderas y sus mil motivos de alegrescanciones. Posteriormente el arrabal llena de arpegios las victor-huguescas canciones de las calles y de los bosques, porque el arrabal esel que a la ciudad enva sus aprendices silbadores y sus avispadasobrerillas. El arrabal tiene su magnificacin literaria en Victor Hugo, enBalzac, en Su. El autor de Los miserables es acaso el primero en exaltarla saludable belleza de los arrabales, la sana energa de sus obreros y eltono demaggico de sus cantares, dando la pauta para las ulterioresnovelas realistas, a la manera de Germinal. En este momento, que llenael genio prolfico de Zola, el arrabal, fabril, con su cielo de blusas azu-les, crea toda una literatura. Los escritores realistas interpretan sobre

    todo este aspecto de recia salud y de libertarios anhelos futuros, mien-

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    tras otros novelistas ms sutiles, como Jean Lorrain, se aplican a desen-traar el misterio de sus noches sin faros, atisbando las escenas de las-civia y de crimen que la luna de los arrabales ve ms all de las ltimas

    lneas urbanas. Verlaine y Baudelaire, en tanto, exaltan temas miseran-dos y tiernos de los suburbios srdidos, y Jehan Rictus da un verbo asu protesta airada y a su amarga furia viciosa.

    De esta suerte, el alma contradictoria del arrabal se refleja en la litera-tura y logra la interpretacin esttica de sus diversos matices, definin-dose a s misma y obrando siempre como una inspiracin varia y libre,que rompe los inflexibles cuadros urbanos. Como el mar, en las novelasde Fenimore Cooper, presta a las narraciones terrestres sus ms pinto-rescos episodios. La novela urbana se ensancha inesperadamente al

    llegar al arrabal, se llena de una larga bocanada de aire. La ltima mo-dalidad novelesca, la novela policiaca que se sale de los moldes escritospara pedir las representaciones sensibles de la tramoya teatral y de laspantallas cinematogrficas, es en gran parte una novela de arrabal;porque es en el arrabal donde se hallan los refugios misteriosos, las vi-viendas que, como los castillos antiguos, tienen salidas ignoradas sobrelas aguas de los ros turbios; las tabernas con trampas, y las lanchasgiles preparadas para la fuga; y en el arrabal es donde son posiblesesos lances fantsticos y maravillosos, en que el novelista muestra su

    fcil taumaturgia. Oh arrabales sobre el Sena en Los misterios de Pars yen Los dos pilletes! Arrabales de Ponson du Terrail y de Frnandez yGnzalez, y de Prez Escrich! Arrabales del folletn y del cinedrama,arrabales para secuestros silenciosos y para luchas terribles y sordas enla noche! Oh arrabales de Bonnot! La novela urbana se convierte en unfolletn deshilvanado al llegar al arrabal: y no es sta una de las mayo-res travesuras del genio de los arrabales.

    Mientras los barrios bajos tienen un alma resignada y exttica se que-rra marcar bien este matiz, el arrabal es algo enormemente dinmico,

    como el mar mismo. De ah la multiplicidad de sus matices! En concre-to, dirase que todo est en l. As se explica la diversidad de sus inter-pretaciones literarias. Y as se comprende que haya podido tentar a losespritus complejos que aspiran a las grandes sntesis. En nuestros dasy en nuestra literatura, el arrabal ha querido ser abarcado en obras co-mo La horda, de Blasco Ibez, llena de intencin personal, y como laclebre triloga barojesca, desentraando en El obscuro dominio y Lastobas de arrabal el misterio de lascivia y de crimen que perdura en esosantiguos palenques de aquelarre mientras Rpide se aventura en l

    hasta sus primeros descampados, para unirse quiz a las primeras ro-

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    meras de mayo, siguiendo la huella de las tradiciones urbanas, con sueterno espritu de anticuario, no de otro modo que Pausanias explorabalos suburbios ticos, y los joviales costumbristas nos describen con cla-

    ros colores sus soleadas alegras dominicales. En la lrica, el arrabal lo-gra voces contradictorias, porque en l estn los blancos sanatorios deJuan Ramn, y los gasmetros, redondos como tambores, de MauricioBacarisse, y los hialinos paisajes de Patinir (passim; Elesfuerzo. Madrid,1917), y las nias de faldas desgarradas. Las poesas de este epgonoson acaso las que ms directamente recogen la bronca inspiracin delarrabal madrileo, en un tono que recuerda a Quevedo y a Rictus, yque exalta la furia fabril y demaggica de los suburbios. Pero en estasdiversas interpretaciones del arrabal, siempre algn aspecto queda ol-vidado, porque el arrabal, ms que una esencia, es una infinita serie demodos, un devenir eterno. Su representacin menos frustrada est en elarte integral de Gmez de la Serna, en su modo libre de hacer, sin ar-gumentos ni nexos estrictos. Los posibles modos de ser del arrabal sevislumbran en libros como El Rastro, en los rosarios de primas de susGregueras y en toda su obra construida al margen de las ciudades lite-rarias, con el arte provisional y precario de las edificaciones suburba-nas. Tan slo el mar o el arrabal han podido sugerir esta obra, tan vastaen perspectivas, tan deshilachada e inconcluida, tan contingente y fu-tura. No os recuerda toda ella los mil aspectos del arrabal contradicto-

    rio, las chimeneas nuevas, los solares cercados de vallas, los largos co-bertizos donde se acumulan tantas cosas? No es toda ella misma, sinplan ni propsito, semejante a una cintura de arrabales, construidos alacaso, con escorias antiguas y con piedras nuevas, y no tiene la cnicainocencia, el desenfado y la soltura de bragas de los arrabales? En Ra-mn Gmez de la Serna encontramos las autnticas voces indetermi-nadas del arrabal, con todo lo que ellas sugieren. As todos los aspectosparciales del arrabal, hechos aisladamente materia literaria, tornan a suestado primero de indiferenciacin y de posibilidad, e influyen tcita-

    mente esta obra difusa. Mas no agotado nunca por la concha simblica,este mar de sugestiones inacabables se desborda nuevamente y siem-pre, incitndoos, llamndoos oh poetas!

    Rafael Cansinos AssensMadrid, 1924

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