ensayos sobre la busqueda (paul brunton)

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  • 7/30/2019 Ensayos Sobre La Busqueda (Paul Brunton)

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    CONTENIDO

    PREMBULO

    INTRODUCCINCAPITULO I EL MISTERIO DEL MAL

    LOS DOS PUNTOS DE VISTA

    QUIN ES SATN?

    CAPITULO II LA AVENTURA DE LA MEDITACIN

    CAPITULO III KARMA: LA LEY DE LAS CONSECUENCIAS

    EL KARMA Y EL LIBRE ALBEDRO

    EL KARMA Y EL RENACIMIENTO

    EL KARMA Y LAS ENSEANZAS RELIGIOSAS

    EL KARMA Y LAS RELACIONES HUMANAS

    EL KARMA NACIONAL

    EL KARMA Y LA NO-VIOLENCIA

    EL KARMA Y LA REACCIN DEL HOMBRE

    EL KARMA Y LA OPORTUNIDAD

    EL KARMA Y EL MEDIO AMBIENTE

    EL KARMA Y EL SUFRIMIENTO

    EL KARMA Y LA PREDICCIN

    CAPITULO IV EL ALMA ESTA EN EL CORAZN?

    CAPITULO V LA PALABRA INTERIOR

    CAPITULO VI EL MUNDO ES UNA ILUSIN?

    CAPITULO VII UNA RECONSIDERACIN DE LA MSTICA ASCTICA

    CAPITULO VIII LA INTUICIN

    CAPITULO IX CONFIANZA EN UNO MISMO O DISCIPULADO?

    EL MTODO DE LOS GRUPOS ORGANIZADOS

    EL CAMINO DEL DISCIPULADO

    LA OPCIN QUE SE PLANTEA A QUIEN BUSCA LA VERDAD

    CAPITULO X LA PURIFICACIN DE LAS EMOCIONES

    EL SIGNIFICADO VERDADERO DE LA AUSENCIA DE DESEOS

    CAPITULO XI LAS CUALIDADES ETICAS DE QUIEN BUSCA LA VERDAD

    CAPITULO XII LA RENUNCIA AL EGO

    CAPITULO XIII LAS PRUEBAS Y EXPERIENCIAS DEL ASPIRANTE

    LA FASCINACIN DEL OCULTISMO

    EL PELIGRO DE LA OBSESIN

    LAS CADAS EN EL SENDERO

    CAPITULO XIV QUE PODEMOS HACER EN FAVOR DE LA FILOSOFA?

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    Hay una vida que es superior a la que en la humanidad es norma: loshombres no la vivirn en virtud de su humanidad, sino en virtud de algo que hay enellos y es divino. No debemos escuchar a quienes exhortan a adherir estrictamentea lo que se piensa, sino vivir de acuerdo con lo ms elevado que en elhombre existe, pues por pequeo que esto sea, est por encima del resto en fuerzay excelencia.

    Aristteles

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    PRE MBULO

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    INTRODUCCIN

    Estos ensayos fueron extrados de los archivos del extinto doctor Pal Brunton.Conservan hoy su frescura tal como cuando l los escribi, llegan a nosotros con labrillante inspiracin de la fuente divina que tan a menudo puso en movimiento a

    su pluma. Pal Brunton muri el 27 de julio de 1981, en Vevey, Suiza. Nacido enLondres, en 1898, escribi trece libros, desde La India Secreta, publicado en 1935,hasta La Crisis Espiritual del Hombre, en 1952. Por lo general, se le reconoce comoquien introdujo el yoga y la meditacin en Occidente y present los antecedentesfilosficos de aqullos en un lenguaje carente de tecnicismos.

    Su modo de escribir consista en anotar prrafos a medida que se sentainspirado. Con frecuencia, los asentaba en los reversos de sobres o en losmrgenes de diarios mientras paseaba por los floridos jardines que orillan el LagoLemn. Ms tarde, ya mecanografiados y clasificados, l sola revisarlos y unirlosen una narracin coherente.

    Pal Brunton haba vivido en Suiza durante veinte aos; le agradaba el clima

    apacible y el majestuoso panorama de montaa. Llegaban hasta l visitantes ycorrespondencia de todo el mundo, y representaba un papel importante en las vidasde muchas personas.

    "P.B.", como le conocan sus seguidores, era un hombre afable del queemanaba una aureola de benevolencia. Su erudicin se haba forjado en el crisolde la vida, y su espiritualidad refulga como un faro. Pero, desanimando los intentosde formar un culto alrededor de su persona, sola decir: - Deben encontrar a supropio P.B. dentro de ustedes mismos.

    Kenneth Thurston Hurst

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    CAPITULO IEL MISTERIO DEL MAL

    No acostumbramos criticar a los crticos ni responderles porque rechacennuestra obra. Las opiniones humanas son tan variadas, los puntos de vistaintelectuales tan vastamente divergentes, y los temperamentos emocionales tandistintos que, slo basndose en esto, en una poca u otra, un autor puedeesperar recibir noticias que abarquen toda la gama desde la alabanza inmerecidahasta el inmerecido vilipendio. Adems, no tenemos el especial deseo de defendernuestra obra. Tan pronto se publica un libro, somos cada vez ms conscientes desus defectos y errores, de sus deficiencias y limitaciones. En realidad, somosemocionalmente tan conscientes de aqullos, que adrede nos abstenemos depensar en nuestra labor literaria pasada, debido al pesar que invariablementeacompaa a ese pensamiento. Slo cuando otras personas presentan el tema ytenemos que tratarlo a fin de responderles o ayudarlas, nos sometemos a esa

    dura prueba.Esta actitud se debe, en parte, al cambio de punto de vista y al avance delconocimiento que, de algn modo, el destino nos aporta poco despus de cadapublicacin. Lo que subsiste es el hecho de que nuestros libros no nos contentan ysus imperfecciones nos deprimen. De modo que, a semejanza deEmerson, temblamos siempre que alguien escribe con aprecio sobre nuestros librosy suspiramos aliviados cuando alguien no lo hace! Todo lo cual es tan slo unprembulo de declaracin de que nosotros mismos somos nuestros peores crticos!

    El importante peridico literario de Inglaterra, The Times Literary Supplement,habitualmente toma nota de los libros nuestros, y favorablemente tambin. Pero LaSabidura del Yo Superiorcay probablemente en manos de un crtico nuevo, si nos

    es dable juzgar por la prueba interna del enfoque y la prueba externa del estilo.Ocupa la mayor parte de su espacio criticando unas pocas expresiones sinimportancia del captulo introductorio, y el resto con una cita de la mitad del libro,que trata sobre el problema del mal, junto con una expresin de la opinin del crticoen el sentido de que esta cita (que segn l asegura es el resumen del autor acercadel problema) carece de "finalidad" y trata al problema "indiferentemente". Queda sindebatir la mayor parte de la enseanza del libro y sus ideas principales.

    Agradecemos al crtico de The Times que nos llame la atencin sobre lo quehumildemente coincidimos en que es un tratamiento insatisfactorio de un temaimportante, aunque deploramos lo intil de las otras observaciones dirigidas alectores que quieren saber qu es lo que el libro contiene. El tratamiento es

    insatisfactorio no porque le hubiramos quitado alguna parte, sino nicamenteporque tal como est es desparejo e incompleto, y no abarca ms que una parte delo suyo. Es menester asociarlo con los prrafos del captulo titulado "La guerra yel mundo", que se ocupa de la existencia de las invisibles fuerzas del mal, y con losprrafos del libro preliminarMs All del Yoga, que se ocupa de la necesidad de undoble punto de vista filosfico y prctico. Semejante combinacin representarams correctamente la enseanza superior sobre este problema, pero ni siquieraentonces la representara plenamente. Por tanto, en las pginas siguientes, por laautora de ambos libros, hemos procurado ofrecer lo que all se descuidara yrecalcar ms lo que all se declarara demasiado sucintamente.

    En realidad, vamos todava ms all y afirmamos que no slo existen losinstrumentos visibles y corrientes del mal tan evidentes todos ellos alrededor denosotros sino tambin los invisibles: concretamente, los espritus malignos. Caeren la magia negra o en el perverso ocultismo de las malas prcticas msticas estratar de controlar o perjudicar a los dems por medios psquicos o mentales.

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    Los dos puntos de vista

    Cul es el verdadero lugar del mal en un universo cuya alma que lo form esbenvola? No podemos llegar a la verdad acerca de esto si nuestra consideracin loasla artificialmente, sino slo si lo consideramos como parte del orden divinodel universo. Cuanto ocurre hoy en el mundo, o cuanto ocurrir maana, no ocurrirfuera del conocimiento divino y, por tanto, no escapar al poder de las leyes divinas.

    Aunque para la fe ciega, la presencia del alma se justificaba tradicionalmentecomo la voluntad de Dios, la persona religiosa moderna est desarrollando sufacultad pensante. Est dispuesta a aceptar la voluntad de Dios, pero, al menos,quiere una respuesta ms racional respecto de por qu existe esto. Se le ofrecendos puntos de vista: el popular y el profundo. Este problema desafa la solucinracional si slo se lo trata desde el primer punto de vista, pero empieza a rendirse sise lo trata desde ambos puntos de vista combinados. En realidad, no hay una

    explicacin popular del mal que pueda librarse de que un intelecto bastante agudo loacribille con su crtica. La persona religiosa moderna no deber contentarse con loque la experiencia y el sentido comn le digan; tambin deber or lo que lareflexin metafsica y la revelacin mstica tengan que decirle. Para los finesprcticos, podr seguir andando con lo primero, pero para los fines filosficos esnecesario que aada lo segundo. En una mentalidad equilibrada y amplia, los doscriterios no se excluyen mutuamente sino que pueden unirse con facilidad; enuna mentalidad estrecha, ni siquiera pueden encontrarse.

    Cuando al materialista, al egosta y al de mentalidad superficial se los enfrentacon estos dos modos de ver al mundo, los encuentran contrarios e incompatibles,marcadamente conflictivos y desesperadamente inconciliables. Semejan un coche

    cuyas ruedas giran simultneamente en direcciones contrarias. Pero el investigadorfilosfico, que cultiva su psiquis con ms plenitud y mejor equilibrio, puedepermitirles que existan uno junto al otro sin que l se separe en dos personalidadesinconexas. Le es enteramente posible sintetizarlos sin revelar esquizofrenia. De estamanera, su comprensin racional del mundo se une perfectamente, en la acabadapersonalidad, con su experiencia sensoria de aqul; su aprehensin mstica de lavida se equilibra agradablemente con sus reacciones emocionales hacia ella. Nadase quita y nada se niega.

    La comprensin de este asunto se oscurece para nuestra mente al notomarnos la molestia de definir cmo usamos esta palabra "mal". Deberamosrehusamos a negar o admitir la existencia del mal antes de que hayamos debatido

    esta cuestin: "Qu quieres decir con el trmino mal'?" Una vez logrado esto,descubriremos que el mal del que hemos de salvarnos est en gran medida (pero nontegramente) dentro de nosotros mismos. Qu significamos cuando decimos queun acontecimiento, una cosa o una persona son "malos"? En Ms All del Yoga,explicamos cmo las palabras se entretejen fuertemente con la sustancia misma delentendimiento humano. Cuando investigamos el lenguaje en el que toman formanuestros conceptos, estamos investigando los conceptos mismos. Entonces tal vezdescubramos, azoradsimos, cuan importantes son las influencias psicolgicasejercidas por palabras y frases que se convirtieron en estandarizados clissdespojados de significado claro. Tal vez notemos cmo se ilumina el carcter totalde problemas oscuros. Ser ms fcil deducir el origen del mal despus de deducirsu naturaleza.

    En los trpicos nos es dable observar a las ranas "malas" que cazan a laslucirnagas "buenas", y a las vboras "malas" que cazan, a su vez, a las ranas"buenas". Todo lo que cree un estado conflictivo dentro o fuera de una criatura viva,

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    y de esa manera, perturbe o destruya su felicidad, es "malo" para esa criatura.Puede originarse en que algn animal obedezca a sus apetitos, en que algnhumano se comporte malvadamente, o en alguna violencia por parte de lanaturaleza. Puede resultar de un acontecimiento, de una accin o de la relacinentre stos. Aunque esto es muy cierto, solamente lo es en un sentido limitado

    y relativo. El hecho es que cada criatura "piensa" lo malo de una situacin.Cuando preguntamos por qu deben existir bestias salvajes en el universo,pensamos en los efectos de aqullas sobre las dems criaturas, incluidos nosotrosmismos. Jams cesamos de pensar por qu estas bestias no deberan existir por subien y el de sus propias individualidades. Lo que llegaron a ser como resultado de laaccin y de la interaccin, del desarrollo y de la degeneracin del lado brillante delas cosas, justamente tuvo que ser. Una no tena por propsito exclusivo servir acualquier especie, como la otra no lo tena exclusivamente de perjudicar a aquellaespecie.

    En el caso de los hombres, a todo lo desagradable para un punto de vistahumano, incmodo para su egosmo humano, contrario a sus deseos humanos, y

    doloroso para sus cuerpos humanos, se lo considera habitualmente como malo. Elmal del mundo es slo relativa y parcialmente malo, nunca lo es absoluta yeternamente. Es malo en una poca particular, o en un lugar particular, o en relacincon una criatura particular. Este principio de la relatividad de las ideas conduce aextraos resultados. Uno de los primeros es que algo puede ser malo desdeel punto de vista de un individuo puesto en particulares circunstancias en una pocaparticular, pero no puede ser malo desde un punto de vista universal. Carlomagnose abri camino a travs de la entenebrecida Europa con su espada puesta alservicio de la cultura catlica. Pero cuando esa misma cultura se volvi demasiadoestrecha y demasiado intolerante, las hordas turcas que irrumpieron enConstantinopla dispersaron los textos clsicos tanto tiempo amontonados en lasbibliotecas de Bizancio, condujeron a Italia a sus custodios, y de esta manera,liberaron sobre Europa nuevas fuerzas que estimularon grandemente el movimientorenacentista ya en existencia. En estos dos casos, la guerra "mala" produjoresultados culturales "buenos". En nuestra propia vida, hemos visto al ateo malolanzando su obra de destruccin de la religin decadente. Pero en las manos de unaProvidencia superior, tambin vemos, finalmente, que se la us indirectamente parapurificar, y de esta manera, promover verdaderamente la religin.

    La Idea Divina se elabora tanto a travs de las fragilidades humanas como delas virtudes humanas. En este sentido, el mal es, a veces, nuestro maestro. Seravalioso contar los numerosos casos en los que la dificultad indujo nuestro propio

    bien, y la afliccin demostr ser paz embozada. Luego de experimentar el lado mstenebroso de la vida, estamos en mejores condiciones de ascender hacia el ladoms brillante hacia el cual ella nos dirige. Antes de la guerra, algunos de nosotroshaca tiempo que buscbamos un Mesas, pero lo queramos en nuestrospropios trminos egostas. Queramos que fuera blando y afable: incluso, quesentimentalmente nos halagara. Jams soamos que, en lugar de l, podra venir unprecursor como Hitler, cabalmente duro e inmisericordemente cruel, paracastigarnos por nuestro materialismo personal y nuestro egosmo nacional.Buscbamos redencin, pero jams soamos que podramos haber sido redimidospor el poder terrible del sufrimiento que nacera del mal. Una compensacin por lossufrimientos de guerra causados por otros hombres es que aqullos despiertan las

    mentes de numerosas personas y las ponen en el sendero para que averigen elsignificado del sufrimiento y de la vida misma. Pero mientras persistan en ignorar larelatividad de las ideas y alcen sus opiniones personales o sus preferenciasindividuales como la verdad, continuarn descarrindose y descarriando a losdems; prolongarn innecesariamente sus aflicciones. El mal que aparece cuando

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    se ven los acontecimientos por primera vez, tal vez desaparezca cuando se los veapor segunda vez. Esto se debe a que, en el ordenamiento de la vida universal, hayuna exactitud ltima.

    Quin es Satn?

    "El mal es efmero. Al final, l mismo se derrota. Slo tiene vida negativa.Representa el hecho de no ver lo que es, de no obrar en armona, de no entender laverdad. En suma, el mal es la falta de comprensin apropiada, es apartarsedemasiado lejos del verdadero ser, es una captacin inadecuada de la vida. Cuandose logra la intuicin y se corrigen estas deficiencias, el mal cesa en sus actividades ydesaparece. El mstico que penetra en la esencia profunda del ser, all no encuentraal mal".

    Esta cita de La Sabidura del Yo Superior, que el crtico de The Times afirmaque es el "resumen" que el autor hace del mal, y lo critica como tal, jams tuve elpropsito, siquiera entonces, de ser un "resumen". Pero, entender

    adecuadamente la enseanza exige que se conozca el hecho de que la actitud deesa enseanza hacia el mal no se agota con esta cita sino que, en realidad, es decarcter doble. La creencia (que el crtico parece sostener) en una oposicinsatnica est tambin incluida, pero de modo diferente, en nuestra propia actitud.No negamos sino que, por lo contrario, admitimos plenamente la existencia defuerzas individuales adversas a la evolucin espiritual. No cuestionamos lapresencia de entes malignos y poderes satnicos.

    Hay fuerzas del mal tanto fuera como dentro del hombre. Estos agentessuprafisicos trabajan en el mundo invisible y, bajo ciertas condiciones anormales, seentremezclan con personajes humanos vivos para influir sobre los pensamientos yacciones de stos u oponerse a su progreso espiritual. El aspirante espiritual se topainevitablemente con la oposicin de estos elementos adversos, y las fuerzas del malse mueven contra l de modo astuto. Por buenas que sean al comienzo lasintenciones y por nobles que sean los ideales del aspirante espiritual, sinembargo es posible que, involuntaria y sutilmente, el poder maligno de aquelloselementos y fuerzas del mal influyan sobre l. Si sucumbe ante ellos, algunos deaqullos en los cuales confa le traicionan, sus juicios resultan ser equivocados, susacciones se confunden, y las circunstancias trabajan contra l. Le conducen de unaaccin a otra, primero mediante tentacin interna, pero luego mediante compulsinexterna, envolvindole cada vez ms en sus redes, y amenazndole conconsecuencias cada vez peores. Para huir de cada consecuencia a medida que

    sta surja, l tiene que cometer nuevos actos que le arrastran cada vez ms haciaabajo. Al final, la tragedia le atrapa y el desastre le abruma. Si pudiramos rastrearlos efectos aparentes hasta sus causas ocultas, rastrearamos muchos problemashasta semejantes fuerzas psquicas adversas, pertenecientes al mundo invisible.

    La segunda guerra mundial fue un ejemplo destacado. Tena un contenidopsquico incluso antes de que se pusiera en marcha fsica y visiblemente. Ademsde lo que fue poltica y militarmente, fue tambin una lucha dramtica entre lasfuerzas del bien y los poderes de las tinieblas. Podemos estar seguros de quequienquiera que trate de despertar el odio de los buenos e inflame la ira contra loVerdadero se ha prestado a las oscuras fuerzas de la naturaleza. A los jerarcasnazis los posean sucios demonios, animados por poderes malignos de las regiones

    ocultas. Aqullos intentaron cubrir su culpa con la vieja treta de la mentira maliciosa.Los que estaban trabajando detrs de Hitler no eran entes humanos. Procurabanconvertir a los hombres en las ms peligrosas de todas las bestias, tratando detransformarlos en animales arteros, carentes de discernimiento moral y privados dereflexin superior. Al movimiento nazi lo inspiraban mediaciones perversas,

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    humanas pero desencamadas. Todas eran demonacas; todas eran poderes de losinfiernos ms bajos. De all las mentiras, la opresin, la crueldad, el materialismo, lacodicia y la degradacin que dispersaron por doquier. Los nazis no procuraron tantocrucificar a la humanidad mediante su arrogante agresividad y su brutalidad violenta;fue ms bien mediante su negacin de la justicia, su oposicin a la espiritualidad y

    su desprecio hacia la verdad, que trataron de clavar a la raza humana en la cruz desufrimientos de los que no haba ejemplos. En lo ms recndito del nazismo habauna suciedad indescriptiblemente negra e inconmensurablemente peor quecualquier plaga que haya acosado alguna vez a la humanidad, pues brot deregiones diablicas infernales, de un gigantesco ataque masivo de siniestras fuerzasinvisibles que confiaban en destruir el alma y esclavizar al cuerpo del hombre.Nunca haba ocurrido esta peligrosa incursin de espritus del mal en los asuntos denuestro mundo, en tan vasta escala. Puede decirse que la humanidad escapapenas del ms terrible revs de su historia. Si los nazis hubieran ganado, hubierasido estrangulado todo ideal espiritual, hubiera sido ahogado todo valor espiritual. Lajusticia interior de las cosas los anul, y la humanidad (dolorida y herida, pero salva

    y viva) emergi de su gran peligro, tan slo para encontrarse frente a otro intento delas mismas fuerzas oscuras para dominar nuevamente al mundo, pero usando uncanal diferente.

    Pero todo esto no coloca a estos poderes opuestos en un nivel de igualdad conla fuerza del bien en la lucha universal; representan sus papeles necesarios y no esmenester que los consideremos como errores imprevistos o malignos accidentes enel pensamiento divino. Las fuerzas del mal son siempre agresivas porque siempredeben tratar de destruir lo que, al final, las destruir. Solamente el bien perdurar.Corresponde a la naturaleza misma de los seres malos, como de los pensamientosmalos, atacarse entre s, y al final, destruirse recprocamente. Entretanto, suspoderes son estrictamente limitados, y la oposicin de ellos, cuando es vencida,ayuda realmente a desarrollar en nosotros al bien. No necesitamos vacilar en creerque el bien triunfar siempre en ltima instancia y sobrevivir siempre al mal,que ningn gnero de mal tiene existencia independiente sino que todos los gnerosdel mal son slo aspectos relativos de la existencia. Pero esta lucha y este triunfoslo podrn existir en cada ente individual. No existen ni pueden existir en el cosmosen conjunto, porque ste es una manifestacin de Dios. Aqu slo prevalece lavoluntad de Dios.

    Existen los hombres malos y los espritus malos, pero si hay un principioindependiente del mal, eso es otra cuestin. Quien crea en la existencia eterna deDios y admita la realidad eterna del mal, tendr que rastrear esta ltima hasta su

    origen. Si ese origen es una personalidad o un principio coetneo y co-perdurablecon el universo, entonces maneja su voluntad diablica a pesar de Dios; entonces,hay realmente dos seres supremos. Las lgicas exigencias de unidad no permitensemejante conclusin imposible. Eso priva a Dios de su muy blasonadaomnipotencia y representa un dualismo que pone a sus solcitos creyentes en unprofundo dilema. Por otro lado, si se rastrea el origen del mal hasta un principioinferior o una personalidad inferior, nuevamente se los pone en un dilema, puessemejante conclusin deja sin explicar la cuestin de por qu Dios tolerala existencia de esta terrible entidad en vez de extinguir de Su Universo todo vestigiode mal. Si esto fuera cierto, entonces Dios debera compartir la culpa de Satn!Finalmente, si se rastrea al mal hasta el hombre mismo, entonces Dios, al

    permitirle que caiga y se condene, o ignora las malas acciones de Sus Criaturas oes indiferente a ellas.Tal como la filosofa dice que el concepto de Dios a semejanza del hombre es

    conveniente solamente para las inteligencias inmaduras, de igual modo dice que elconcepto del mal a semejanza del hombre, personificado bajo la figura de Satn, es

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    tambin slo para inteligencias inmaduras. Hay influencias individuales malignas,incluso espritus individuales malignos, y ellos constituyen, en ocasiones, unaoposicin para el aspirante. Pero la mxima oposicin no proviene de una criaturallamada Satn; deriva del propio corazn del aspirante, de sus propias debilidades,de sus propios pensamientos malos. No deber permitirse que el reconocimiento de

    esas fuerzas invisibles tape el reconocimiento de la propia responsabilidad primariadel aspirante.No es pertinente que aqu nos ocupemos de la cuestin de la naturaleza de la

    existencia de Dios, salvo para sealar que la filosofa combina los criterios tanto detrascendencia como de inmanencia. Pero todo pensamiento dualista que admita albien y al mal como fuerzas separadas, reales y eternas del universo, se envolversiempre en estas contradicciones. Y es dualista toda doctrina que ensee que lasfuerzas prstinas del mundo son dos, no una sola. El criterio ortodoxo y popular, quesostiene que el poder divino lucha eterna y desesperadamente contra un podersatnico, y que este ltimo es enteramente independiente de l y eternamenteopuesto a l, es dualista. Por tanto, tambin est atrapado en estas contradicciones,

    pero representa el punto de vista inmediato ms sostenible. Sin embargo, la filosofava ms all y ms profundamente que las meras apariencias: de all que representeel punto de vista ltimo.

    A quienes de su visin del mundo proscribieron los valores espiritualestenemos derecho a preguntarles qu han ganado. Ninguna respuesta podr ocultarel fiero hecho de un mundo en las garras del mal y del infortunio. El fracaso deaqullos en integrar la realidad espiritual en nuestra visin de la vida ha producidolas consecuencias internas y extemas ms desgraciadas. Ha producido un decenioen el que los crmenes inauditos de tiranos carentes de principios y las desdichas demasas desvalidas desanimaron y afligieron a todas las personas reflexivas yde buen corazn. Este lgubre menoscabo de la dignidad humana es la finalidadlgica del materialismo y es por tales razones que quienes puedan comprender lasimportantes consecuencias que el destino de la raza humana hoy afronta debernentablar la dura lucha contra el materialismo como si fuera una guerra santa. Laguerra y la crisis constituyen un juicio trgico sobre una sociedad que estabacayendo de cabeza en el abismo de esa equivocada visin del mundo. Su angustiaactual y su estado de aturdimiento demuestran, para su vergenza, cuanpoca sabidura y cunta fragilidad hay todava en los seres humanos. Tambindemuestra que el materialismo no tiene futuro, pues no puede proporcionar unasana base moral de vida ni una esperanzada base metafsica para pensar en lahumanidad.

    Debido a que nuestra generacin fue violentamente confrontada y sacudida poroscuros aspectos de la vida, como lo son la muerte y el sufrimiento, que la mayorade las generaciones habitualmente ignoran, tiene que considerarlos o huir de ellos.El primer rumbo la lleva hacia un sentimiento religioso vital o un sentimiento ateorefractario. El segundo rumbo la hunde en la sensualidad. Este es el siglo deldesafo. La humanidad deber escoger entre continuar en el viejo modo materialistade vida o poner en marcha un modo ms espiritual. Y a menos que el sufrimiento dela guerra y la crisis despierten espiritualmente a una cantidad suficiente depersonas, la perspectiva ser oscura.

    La situacin es grave todava. Dentro de poco sabremos con exactitud hastadnde ha llegado este despertar. Los acontecimientos no dejarn en paz a la

    humanidad; la estn acorralando de modo tal que no hay escape. Deber hallar unmodo nuevo y mejor de vida, o hundirse y perecer. En La Sabidura del Yo Superiorescribimos que la humanidad estaba caminando por el borde de un precipicio. Esaadvertencia debe reiterarse aqu en el sentido de que si no responde al nuevollamado mientras todava hay tiempo, sus das de seguridad estn contados.

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    Las opciones son claras. La humanidad deber ampliar penosamente su perspectivapara incluir la base espiritual de la vida o continuar restringindose a unmaterialismo en ocasiones patente, a veces encubierto. En el primer caso, sesalvar y salvar a su civilizacin; en el segundo, sucumbir ante los males quesemejante materialismo engendra.

    Cuando interpretamos estos hechos a la luz de la filosofa, observamos quemientras los hombres buscaron solamente un triunfo personal partidista o grupalsobre otros hombres, en vez de buscar el triunfo del bien sobre el mal, y de laverdad sobre la falsedad, sus asuntos siguieron pasando de un yerro a otro y de unaafliccin a otra. Tales personas, de modo natural pero muy equivocadamente,distribuyen su crtica sobre otros hombres, o sobre acontecimientos o cosas. Losproblemas polticos y sociales encubran un problema ms profundo an. Quienesformulaban un juicio rpido sobre datos limitados o quienes crean que la mente esun mero derivado de la materia, no podan percibir esta verdad. En medio de todoeste clamor de lenguas y sistemas, individuos e intereses, los problemasfundamentales se oscurecieron y su carcter esencialmente mental y tico

    permaneci invisible. El fracaso espiritual y la crisis poltica de esta poca seahondaron antes de la guerra; ni su mente ni su corazn fueron capaces derecuperar a uno o resolver a la otra. Su alardeado progreso se descubri que erasuperficial.

    La filosofa rechaza las opiniones esotricas hindes de que el universo no esms que ilusin, que sus luchas son un juguetn pasatiempo de Dios, o sunacimiento un craso error de Dios.

    Pero es errneo decir que el Supremo crea el mal. El hombre lo crea; elSupremo meramente lo permite. Si esto no fuera as, el hombre podra reclamar quese lo liberara de su responsabilidad personal de obrar mal. Si la voluntad individualdel hombre est incluida en la ms poderosa voluntad de la Naturaleza (Dios), yest sujeta a ella, empero tiene la independencia para elegir, la fuerza para crear yla libertad para actuar dentro de lmites fijos.

    No es incoherente conceder que, en su carcter inmediato, el mal existe y tienevasto alcance y poder formidable, mientras en su carcter ltimo es preferentementela ausencia del bien. La experiencia atestigua eso. Pero existe como nuestra ideahumana y en un sentido relativo. No tiene ms ni menos realidad que cualquiera denuestras otras ideas. Aqu la filosofa no enuncia doctrinas nuevas. En la EdadMedia, Toms de Aquino argumentaba que el pecado es estar privado del bien. Enpoca anterior, Plotino argumentaba que la infinitud misma de Dios debe, enconsecuencia, implicar imperfecciones como males morales y fsicos y que, en vez

    de infringir la omnipotencia de Dios, estas imperfecciones realmente indican Suinfinitud. En la era pre-cristiana, Platn transmiti una tradicin que explicaba al malcomo la negacin de la actividad positiva y benfica de Dios.

    Trtase de un largo y fatigoso camino, pero es un hecho que hasta que loshombres lleguen a una etapa avanzada de evolucin, no aprendern, excepto quese entreguen a la enseanza del sufrimiento y a las lecciones de la congojaadvirtiendo las aflicciones que se suceden tras una accin equivocada ymalas obras. Tarde o temprano, los hombres afrontan los resultados de las pasadasacciones malas o insensatas.

    El mero espectculo terrible del odio organizado bastara para que alguien sevolviera cnicamente pesimista acerca de la naturaleza humana. Pero cuando esa

    persona advierte cuan monstruosamente se extiende el mal en el carcter humanopor todo el mundo, y especialmente cuando descubre cun hondamente penetra enlos denominados crculos espirituales, deber retroceder espantada y aterrorizadaen lo que a ella respecta, sin esperanzas ni confianza en lo que concierne a lahumanidad. Deber percibir que el dogma catlico romano del pecado original no

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    dista de la verdad prctica, por lejano que est de la verdad ltima. Semejantesituacin, como la actual situacin de la humanidad, est llena de los ms gravespeligros y no puede continuar mucho ms que un decenio ms o menos. Si no se lepone fin pronto, sern las fuerzas evolutivas las que pondrn fin a nuestrapresuntuosa civilizacin humana.

    A un hombre posedo por los demonios (Hitler) lo consideraron un nuevoMesas, un profeta de Dios. El hecho de que Hitler, en menos tiempo, hiciera mspara modelar el pensamiento y la vida de millones de seres favorables al mal quecualquier otro hombre capaz alguna vez de favorecer al bien, es una triste prueba deque la moralidad experimentar ms rpidamente una cada que un surgimiento, yde que la espiritualidad es ms difcil que llegue, que la materialidad. Los alemanessiguieron a este Anti-Cristo con una devocin y una fe mayores que la que habandemostrado hacia Cristo.

    El Anti-Cristo ocupa siempre el campo antes, durante o despus de la horadestinada a la aparicin del Cristo verdadero. Pero en nuestro tiempo esto no sloes cierto respecto de los problemas espirituales (o sea, religiosos, msticos, morales

    y metafsicos), tambin lo es respecto de las imgenes sociales que aqullosreflejan. Porque el veloz movimiento de la tcnica moderna impulsa un movimientoparalelo de las naciones modernas rumbo a una asociacin mundial supranacional,el nazismo ofreci, por adelantado, su propia versin egosta y caricaturizada de loque semejante asociacin debera ser, y procur materializarla por la fuerza. El buenxito habra impedido que se fundara una verdadera asociacin mundial. La versinnazi era muy sencilla. Consista en el pitn alemn que se-tragaba a todoslos dems animales y, de esta manera, creaba, con todos ellos, una unin! Losnazis tenan inteligencia y ganas suficientes para apropiarse de algunos valoresespirituales, ofreciendo sus falsificaciones materialistas. El hecho asombroso es quecreaban una parodia horrible de ideas capitales que eran oportunas paraincorporarlas a la actitud del hombre moderno respecto de la vida. De esta maneraesperaban aprovecharse del espritu de los tiempos para engaar a aqul.

    Tal vez se formule esta pregunta: si el mal es una cosa relativa y no absoluta,por qu a las fuerzas que inspiraron a los nazis las llamamos fuerzas del "mal"? Laprimera respuesta es que, en la etapa de cultura tica que las masas alemanashaban generalmente alcanzado, lo que deba haber sido bueno para ellas los nazislo representaban como malo, mientras que lo que deba haber sido malo para ellas,se lo representaban como bueno. La segunda respuesta es que espritus malignosmentirosos dirigan al movimiento nazi desde dentro... Por qu no trabajar en favordel mero auto-engrandecimiento si el individuo es nada ms que la persona fsica y

    egosta? Por qu no dejar que la guerra destruya a un milln de hombres, mujeresy nios cuando stos obstruyen la senda hacia semejante triunfo personal si, tarde otemprano, estn condenados a perecer, de todos modos, para siempre? Por quno establecer la adquisicin de cada vez ms y ms bienes todava, por los mediosms terribles, si la afortunada adquisicin de cosas materiales es la nicaaspiracin razonable en la vida de un hombre? Por qu no intimidar a todos losclrigos, a todos los estudiantes de literatura, a todos los predicadores de tica, atodos los filsofos del espritu, a todos los artistas de elevado genio cuya influenciada a sus seguidores la debilitante idea que los despierte ante el hecho de que puedeexistir una realidad ms all de este montn de carne y de su medio ambienteterreno? Estas eran preguntas razonables para la mente nazi porque estaba llena de

    hostilidad hacia lo divino en s y de odio hacia lo divino en los dems. De all que supeor legado de posguerra para el mundo sea el prejuicio, el rencor, el recelo, laintolerancia, la envidia, la ira, el desequilibrio, la codicia, la crueldad, la violencia y elodio, males stos que corroen los corazones de millones de personas conintensidad terrible. Esta es la peligrosa situacin emocional que el nazismo dej a la

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    humanidad. Jams hubo, en la historia del mundo, tanto odio y tanto rencor. Jamshubo, en la historia, tanta necesidad de benevolencia y solidaridad entre los sereshumanos. Esta situacin conmueve y desanima a todos los que, de verdad, deseanel bien de la humanidad. Por tanto, cul es la leccin que la humanidad msnecesita aprender en la actualidad? La leccin de la piedad, de la compasin. La

    necesidad de ms amor y menos odio en el mundo es evidente. Empero, los hechosexternos y los movimientos emocionales de nuestra poca muestran ms odio ymenos amor. Dnde est nuestro alardeado progreso? La ltima consecuencia detoda esta tendencia del mundo de antes de 1939 fue la desolacin y la violencia dela guerra. La ltima consecuencia de ella en el mundo de la poca de paz puede serdesastrosa a su modo. La generacin ms joven creci en una atmsfera explosiva,egosta y materialista. Si la tragedia pblica y el vaco privado, pertenecientesa nuestra poca, no pueden convertir a esa generacin y a muchos de sus mayoreshacia un modo espiritual de vivir, nada podr hacerse con bastante rapidez. En esecaso, antes de que pase mucho tiempo, la destruccin total pondr fin a nuestracivilizacin decadente.

    Quienes tenan ojos para ver perciban claramente, incluso cuando el nazismoestaba en su cenit, que una de las principales tareas histricas de aqul sera la deacelerar este proceso en la Alemania misma, en la que las formas nazis sederrumbaron por completo, incluso despus de una existencia ms breve. Yesto porque aquellas formas eran, en esencia, demasiado retrgradas en esetiempo. A sus adherentes les proporcionaban toda la ilusin, pero poca realidad deprogreso. De este modo, fueron envenenando los renuevos desde la verdaderalnea de progreso. Parte de la misin semiconsciente de Hitler era liquidar elviejo orden de cosas y destruir las perspectivas del mundo que haban perdido suoportunidad y su capacidad de servicio. Pero, aunque en este sentido Hitler estabamuy adelantado a su poca, en otros sentidos estaba, por supuesto, muy detrs deella. No entenda que la era de los dinosaurios morales y de los pterodctilosmentales haba pasado haca tiempo.

    El prevaleciente estado materialista del mundo y su consiguiente influenciasobre el carcter humano pueden llevar a algo incluso ms devastador que laguerra. La naturaleza tambin podra participar del juego. En un par de meses,precisamente despus de la primera guerra mundial, la epidemia de gripemat muchas veces ms personas que las que perecieron durante los cuatro aosde esa misma guerra. La ciencia y la civilizacin, la cultura y las ciudades de laAtlntida fueron borradas de la superficie de la Tierra, las devor una vasta masa deagua que, desde entonces, durante miles de aos de moverse incesantemente, dej

    limpio de la suciedad antigua el asiento de aqullas. A travs de semejantescataclismos, la naturaleza se libera de la molesta presencia de los malvados,purifica su cuerpo de nidos de corrupcin, y se defiende contra los vicios que supropia prole procura establecer. De esta manera, la naturaleza le devuelve ala humanidad los castigos por las iniquidades de sta. Cuando la violencia de lanaturaleza, como en los terremotos y ciclones es tan grande, o cuando los golpesdel destino son tan recios como para hacerles sentir a los hombres su pequeez ysu impotencia, el instinto de volverse hacia algn poder superior con resignacin osplica, surge espontneamente. En nuestra poca, fueron muchos los que, tanaturdidos por un duro materialismo, llegaron a negar la realidad de este instinto,pero slo lo han encubierto. No pueden destruirlo.

    Pero al desafo lo volvi final, urgente y agudo una fuerza nueva a la que sedej suelta en el mundo: las bombas atmicas y de hidrgeno! La energa liberadapor la desintegracin atmica est ahora en nuestras manos. Lo que otrora fuera elsueo fantstico de unos pocos cientficos se convirti en la horrible realidad de lahistoria contempornea. El nuevo tipo de bomba tiene efectos sin paralelo. Puede

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    destruir e incendiar una vasta regin de un modo total, antes desconocido; puede,en un solo ataque, hacer desaparecer ciudades enteras con sutremenda concentracin de potencia incendiaria y explosiva. Hizo que fuerananticuadas todas las armas militares conocidas y releg como obsoletos muchosproblemas de seguridad. Sus posibilidades de matanza masiva constituyen la mayor

    revelacin de nuestros tiempos. Es significativo que la bomba atmica no aparecierahasta el final de la guerra contra el Japn, y no apareciera en la guerra contraAlemania. Esto seala el hecho de que, si se desarrolla otra guerra, este nuevognero de conflicto blico ha estado reservado para l solo en los designios deldestino y los anales de la historia. La guerra deber ahora matar por completo a lamayor parte de la raza humana o matarse a s misma mediante su propiaperfeccin. Ella es tal vez la forma ms dramtica y ms visible del mal en toda lahistoria de la humanidad.

    El orden que la humanidad construye es, despus de todo, la expresin de supercepcin espiritual o de su ceguera espiritual. El orden nuevo no ser mejor si noes mejor el entendimiento. Caern en falsas esperanzas todos los que no logren

    percibir la directa relacin causal entre la vida interior y la vida exterior, y quienesignoren el accionar exacto e infalible de la ley moral. Las vastas crisis y calamidadesque golpearon al mundo despertaron, en millones de personas, vivas expectativasde cambio social y renovacin universal inminentes en las formas espirituales ymateriales de la sociedad. Estas tensiones terribles hicieron que numerosossufrientes se dedicaran a buscar su propia redencin. Nadie puede determinartodava, con exactitud, cuan grande debe ser la cantidad de aqullos, perocualquiera puede percibir cuan pequea debe ser en proporcin con el totalde poblacin.

    Podemos estar seguros de que existe una razn tremenda para que el destinopermitiera las consecuencias tremendas de que la energa nuclear se pusiera adisposicin de la humanidad en esta precisa coyuntura de la historia. Por tanto, noes un accidente que, en esta generacin, todo haya entrado en un estado de crisis.Una voluntad superior est guiando los asuntos mundiales. Este estado no podrahaberse desarrollado con antelacin, pues entonces habra sido muy prematuro.Est sincronizado krmicamente y conectado anteriormente con el gran puntocrucial de la evolucin del ente humano, con el apartamiento de la desequilibradainmersin en las apariencias fsicas y del apego excesivo a la personalidad. Cuntomal humano desaparecera si los hombres ampliaran sus perspectivas y achicaransu egocentrismo! Los efectos externos de este movimiento evolutivo interior seestn sintiendo grandemente por todas partes pero en ninguna parte se los est

    entendiendo claramente. Lo que en Mas All del Yoga afirmamos en el sentido deque la humanidad se est acercando al umbral de la adultez significa que, desde elinstante en el que comenz el nuevo sesgo evolutivo, la evolucin ignorante einfantiloide del ente humano tambin empez a tocar a su fin. Hasta aqu, habaandado entre tropiezos, medio a ciegas, en su adolescencia y su juventud. De aquen adelante, recibir conocimiento y podr desplazarse ms conscientemente;tambin tendr que asumir, cada vez ms, las responsabilidades de la madurezespiritual. Cuando a su tiempo la crisis actual llegue a su fin, interiormente seliberar un influjo divino y exteriormente se manifestarn varios maestrosespiritualmente de altos grados. El siglo XX ser, realmente, el "siglo de lailuminacin". De esta manera, al principio involuntariamente y ms tarde

    voluntariamente, el hombre obedece al propsito superior que el plan divino le tieneasignado. Este propsito no puede dejar de cumplirse, pues, en este universo,cada cosa trabaja en procura de ese fin. Para cumplirlo no depende de sucooperacin consciente, ni lo desbaratar su oposicin ciega. Puede trabajar con lu oponrsele. Al final, el primer derrotero conducir hacia el regocijo, el segundo

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    hacia el sufrimiento. Tal como est constituido, no le es fcil tomar el derroteroms sabio. Empero, la evolucin le forzar a entrar en l gradualmente, de modofcil o no, pues el mundo es un mundo correctamente ordenado.

    El movimiento de la humanidad es cclico y en este momento en que la ruedadeber dar una nueva vuelta, las dos fuerzas universales que luchan eternamente

    entre s (la fuerza que eleva al hombre y la fuerza que lo degrada, los elementosevolutivos y los elementos adversos de la naturaleza) se encuentra en una luchatremenda, de tensin inaudita. Quien no logre percibir que ste es el problemafundamental o quien, percibindolo procure eludirlo, contribuye a ser responsable delos acontecimientos que se sucedan. Si no entendemos a las fuerzas humanas ysobrehumanas que estn trabajando en el mundo, no entenderemos cmoocuparnos apropiadamente de la crisis mundial misma. Deberemos llegar a serconscientes de qu direccin inevitable estn tomando las fuerzas histricas pordebajo de los acontecimientos visibles; y deberemos aprender a interpretarcorrectamente las diversas corrientes y contracorrientes que el perodo deposguerra puso en marcha.

    Los descubrimientos nucleares fuerzan a la humanidad a elegir entre dosopciones: la aceptacin real de la ley moral, o la virtual autodestruccin. Este es elaccionar divino. La actual es realmente una poca fatal. Hoy vivimos todos conbombas terribles que penden invisibles sobre nuestras cabezas! Slo un cambiodrstico de las actitudes morales podr afrontar con eficacia su peligroso desafo.Y qu otra cosa es esto sino una eleccin entre cultivar una autodisciplina mayor oaferrarse a un egosmo obsoleto; una decisin entre una alianza con la presenciasagrada o una continuacin de la indiferencia hacia aqulla? Si fracasamos enefectuar la eleccin correcta, entonces no pasar mucho tiempo antes de que la vidacivilizada de este planeta llegue a su fin.

    El curso de los acontecimientos despus de la segunda guerra mundial nopuede parecerse al curso de los acontecimientos despus de la primera guerramundial. Todo est contra eso, pues esta vez la humanidad afronta un ultimtum, undesafo final para que inaugure una poca nueva y ms noble, o desaparezca de laTierra en general. Las dos opciones se nos han presentado claramente para queescojamos entre ellas. No hay un camino medio.

    CAPITULO II

    LA AVENTURA DE LA MEDITACIN

    Eruditos profesores de la metafsica psicolgica solan ensear que laconsciencia implica siempre una relacin con un objeto porque se dirige siemprehacia algo. Si bien esto es verdad, slo lo es respecto del nivel de la experienciacorriente. Deja de serlo en el nivel del tipo ms elevado de experiencia mstica.Aqu, la consciencia puede existir sin relacin alguna, pues se la puede dirigir haciasu propio yo. Esta es la experiencia nica que ocurre en la mente y que no posee,en absoluto, correlacin con (ni determinacin por) lo que ocurra, al mismo tiempo,en el cuerpo, al cuerpo o fuera del cuerpo. Por tanto, esto demuestra la falsedad dela actitud materialista del hombre. El mundo de la experiencia corriente no es elltimo mundo posible. Hay un mundo ms profundo y ms divino, o, segn laacertada frase de Wordsworth, un "desconocido modo de ser", abierto a la aventuradel hombre. Este no alcanz todava la verdadera consciencia de s; por eso, vivedemasiado completamente en el nivel inferior de su existencia. Realmente, estiempo de que tome plena posesin de s.

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    Pero el encuentro externo con las expresiones msticas es una cosa, y laexperiencia personal de los estados msticos es otra muy distinta. La teora msticatiene que justificarse en la experiencia mstica. Ella es muy capaz de hacerlo. Enrealidad, semejante experiencia puede comprobar ptimamente su practicidad.Entonces, se descubrir que no se puede prescindir fcilmente de ella como si fuera

    quimrica, pues la experiencia de miles de hombres, a lo largo de la historia, entodas las condiciones sociales de vida, ha confirmado la realidad y laasequibilidad del estado trascendental. Sin embargo, por contraste con el nmerototal de personas en el mundo, son relativamente pocas las que tienen sensibilidadcomo para haber odo estas armonas msticas de la existencia humana. Empero, nodebemos considerar al mstico como un tipo altamente especializado deser humano. El es como nosotros, pero tuvo la visin y la paciencia de perseguirinfatigablemente un acto de fe con una larga serie de experimentos activos paracomprobar la verdad de esa fe. Si un hombre tom contacto con esta conscienciasuperior, todos los hombres pueden tomar contacto con ella. La prerrogativa no esexclusiva sino inclusiva, no es personal sino comn.

    En nosotros hay algo de lo que no somos normalmente conscientes. Slo enraros momentos somos conscientes (y ello oscuramente) de un segundo yo, por asdecirlo, de un yo ms noble y sereno. Podemos haber experimentado tal elevacinslo durante unos pocos minutos pero, de all en adelante y siempre, nosobsesionar una percepcin de su tremenda importancia, pues percibimos queentonces estuvimos en contacto con algo distinto de nuestro yo corriente, mssublime que nuestro yo corriente, pero, a pesar de ello, de algn modo relacionadocon l. Quienes experimentamos tal estado inspirado, sentimos su serenidad,degustamos su potencia, y obedecimos a sus advertencias, sabemos bastante bienque slo entonces estuvimos plenamente vivos. De nada sirven los empujadosargumentos del escepticismo de los dems contra el hecho adamantino denuestra abrumadora experiencia. A sta nada la reemplaza. Est ms all de todaerudicin intelectual, por encima de todos los ritos religiosos.

    En realidad, esto es nada ms que el reconocimiento del "alma". El alma estmuy ciertamente all, pero si los hombres no se vuelven hacia adentro y le prestanatencin, entonces, para ellos, ella no est all. Pero, en realidad, est all siempre, yel fracaso en reconocer su existencia es realmente el fracaso en apartar la atencinde la interminable multitud de cosas que continuamente la vierten hacia afuera. Espor esto que es tan necesaria la meditacin, que es el arte de volver la atencinhacia adentro. Podemos descubrir al alma por medio de nuestra propia mente. Laconsciencia que se vuelve hacia adentro, que se aparta de la actividad de los cinco

    sentidos para contemplarse, siente primero la presencia y despus tomaconsciencia de la mente divina que est detrs de esa presencia. Por tanto, laprctica de la introversin mental, o la meditacin, es muy esencial en estabsqueda.

    No podemos volver a capturar esos gloriosos momentos de reconocimiento,pero no podemos olvidarlos. Esta situacin atormentadora impone a nuestrossentimientos desasosiego e inquietud, que jams se mitigarn a menos (y hasta)que nos dediquemos a la bsqueda. Si el Espritu nos inspirara en toda hora y entodo lugar, debemos primero dejar que nos inspire en horas fijas y en lugares fijos.Esta es una justificacin de la meditacin, pues toda inspiracin surge de lasinteriores honduras de nuestra naturaleza. No podemos obligarla, sino que podemos

    invitarla. No podemos darle rdenes, es ella quien nos ordena. Por tanto, el mejormodo de inspirarse en rastrearla intuitivamente hasta su origen, o sea, hasta el yodivino que est dentro de nosotros. La meditacin ayudar a este desarrollo de laintuicin latente, pues la meditacin es un proceso intuitivo.

    La mstica es un territorio con el cual el hombre promedio no est plenamente16

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    familiarizado. Entra en l, si lo hace, con cierta incomodidad y cierta vacilacin. Enconsecuencia, es un hbito comn de los crticos ignorantes burlarse, como sifueran morbosos los msticos que cultivan la facultad introspectiva. Pero el hecho esque si se trata de un mstico filosfico, llegar a ser amo victorioso de lainstrospeccin ms bien que su vctima morbosa. Quien, mediante prctica continua

    logr buenos resultados en los procesos de meditacin, se convierte entestimonio vivo de su valor indudable. Demuestra en s mismo que sus resultadosprometidos pueden concretarse, que no se trata de un sueo alocado ni de unaabstraccin fantasiosa. Si antes no hemos practicado jams el arte de la meditacin,con seguridad no podremos usar nuestro tiempo con una finalidad mejorque empezar a hacerlo ahora. De esta manera, introduciremos un nuevo ritmo ennuestra vida, lo cual a su tiempo nos ayudar de todos los modos imaginables, locual posibilitar el mejoramiento de nuestro carcter y nuestra capacidad, nuestratica y nuestra consciencia, nuestro entendimiento y nuestra paz, nuestra intuicin y,a veces, incluso nuestra suerte. Practicado con fidelidad y durante bastante tiempo,compensar ampliamente el esfuerzo prestado y conferir beneficios que muchos

    anhelan y pocos encuentran. Tambin est el testimonio de la historia, aunque,debido al confuso carcter de sta, nuestra era iconoclasta lo juzgue de poca monta.El sistema del yoga fue enseado y practicado a la vera del Ganges mucho antes deque Roma hubiera alcanzado su apogeo. El mtodo de los cuqueros, de "atender"en silencio "al Seor", ha sido practicado durante la era moderna en los villorriosingleses y en las ciudades norteamericanas. El estudioso que tenga tiempo parahacerlo puede reunir cien formas diferentes de tcnica mstica. De estaconfusa coleccin de ideas es posible an extraer alguna praxis, claramente comna todas aqullas, de un cultivo metdico de la vida interior.

    Al novicio occidental le ayudara mejor una descripcin ms precisa y menospotica del arte de la meditacin que la que habitualmente se da. Por qu nodebera haber una ciencia de su aspecto tcnico como ya hay ciencias de losaspectos tcnicos de tantas otras artes? Las pginas siguientes sonuna contribucin al intento de formular semejante expresin cientfica.

    El primer imperativo es la necesidad de soledad y tiempo para cultivar la vidainterior, tanto en su fase metafsica como mstica. Se necesita soledad porque lapresencia de otros perturba claramente el proceso de vaciamiento. Se necesitatiempo porque la mente est habitualmente llena de pensamientos del mundoextemo; es totalmente esencial vaciarla de aqullos por un tiempo: de modo regular,habitual y deliberado. Sin embargo, si no usa decididamente la fuerza de lavoluntad, para la mayora es difcil conseguir soledad o encontrar tiempo.

    Si un requisito lo produce, en parte, la necesidad que elaspirante tiene depoder concentrar su pensamiento sin interrumpirse, tambin en parte lo producenlos inquietos fluidos mentales que la mayora lleva consigo. Esa gente rehuyeestar sola e introduce naturalmente una influencia adversa en todos los lugares enlos que se practica la meditacin solitaria. El terror de esa gente respecto de lasoledad tal vez surja porque le hace tomar consciencia de la falta de objetivosespirituales y del vaco intelectual de su estada en la Tierra. El temor de estarsolo significa sencillamente que un hombre no tiene vida interior. Es materialista yestpida la escala de valores que enumera a la soledad como un mal horrible quehay que evitar, o considera que desearla es un rasgo excntrico o incluso antisocial.El mstico que aprendi el arte de la soledad creadora puede or una voz mental en

    su silencio interior. De esta manera, la soledad que para algunos es enloquecedora,para l es iluminadora.Respecto del otro requisito, durante cierto tiempo de cada da deber haber

    una separacin de todos los trabajos fsicos y todas las actividades intelectualeshabituales, lapso en el cual el aspirante podr llegar a estar y permanecer

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    corporalmente inmvil y mentalmente quieto. Una o dos veces por da deberseparar un momentito para meditar, tal como aparta algn tiempo para comer. Estoes indispensable para lograr progreso espiritual. Es absolutamente practicable quela mayor parte de la gente cree una rutina que, mientras satisfaga la necesidad derecogerse para meditar, no obstante no interfiera con las actividades y deberes

    mundanos.Peridicamente, es necesario dejar de lado las cosas temporales para buscarlo intemporal, para aislarse del mundo extemo a fin de buscar un mundo interior. Lafinalidad psicolgica de semejante aislamiento es crear un hbito nuevo y unanueva actitud. El hbito es la meditacin. La actitud es la introversin. Al aspirantese lo induce a la ardua tarea de reeducar sus facultades perceptivas, intelectivas yde atencin. A estas facultades hay que cultivarlas mediante una serie de ejerciciosregulares. Esto implica autoinstruirse en un trabajo definido y en un aprendizajelargo y progresivo. La meditacin es un arte que hay que aprender medianteprctica repetida, como el arte de tocar el piano. Virtualmente, a nadie le llega demodo natural. Su tcnica requiere una destreza que tiene que ser aprendida como la

    de cualquier otro arte.Aqu puede ser una excelente ayuda la tendencia de la mente a formar hbitos.

    El hombre ganara ms con los ejercicios que practique regularmente durante unosseis meses que con los mismos ejercicios efectuados intermitentemente duranteel mismo lapso. En consecuencia, debe asignrsele una hora fija del da. El ritmoideal sera meditar tres veces por da, en coordinacin con el ritmo de losmovimientos del sol: al amanecer, al medioda y al anochecer. Pero ese hombre nopodra llegar a esto de repente. Podra ponerse mejor en marcha con un soloperodo y continuar con eso durante meses, o incluso aos, hasta que se sientadispuesto a avanzar y aadirle un segundo periodo. Tendr que trabajar en estosdos perodos, que pueden ser el amanecer y el anochecer, o el medioda y elanochecer, pues, un considerable tiempo antes, el impulso interior es probableque le diga que d un paso ms y aada el tercer perodo. Tal vez entonces nisiquiera le sea posible adherir siempre, con fidelidad, al programa as proyectado.Por ejemplo, las necesidades sociales pueden obligarle a omitir un perodo u otrocasi todas las semanas. De all que debe hacer lo mejor de s dentro de los lmitesde sus circunstancias personales.

    Sin embargo, tal como es la situacin habitual del hombre occidental promedio,una sola meditacin es cuanto aqul podr practicar convenientemente cada da.Esto bastar y sobre tal base podr efectuarse un avance satisfactorio. Si nodispone de las horas del amanecer o del ocaso para la prctica mstica, entonces

    puede ajusfar su tiempo para que se acomode a su propia conveniencia. Aunque lanorma general es que la meditacin es mucho ms fcil y ms eficazinmediatamente antes de una comida, no es menester que a esta regla se la sigasiempre rigurosamente. Por ejemplo, si es ms conveniente realizar la prcticadespus de participar de la primera colacin del da y si este desayuno es liviano,eso no ser un impedimento; o si a cualquier hora del da hay una sensacingenuina de hambre, satisfacer primero esta sensacin e intentar luego meditar serapreferible a que el hambre moleste durante el perodo de prctica. La regla sobreelegir una hora que preceda a las comidas para meditar no se aplica a losestudiantes avanzados. En el caso de stos, si durante la prctica se efecta uncontacto con el elemento superior, y luego se interrumpe la prctica para participar

    de una comida en la que la conveniencia hogarea, la necesidad social u otrascircunstancias pongan a la hora fuera de su control, si lo desean pueden retomar lameditacin despus de comer, y, habitualmente, descubrirn que el contacto serecupera con rapidez y facilidad.

    Pasar algn tiempo antes de que menge la agitacin mental creada por el18

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    hecho de sumirse en negocios mundanos o en asuntos personales. Hasta que elloocurra, el aspirante no podr seguir trabajando positivamente en la meditacin sinoque ms bien deber dedicarse a la tarea meramente negativa de disipar esosrecuerdos que lo distraen. Esta es una razn de por qu, en Oriente, para talprctica se recomienda el perodo matutino. Al comenzar el da, los pensamientos y

    emociones del aspirante estn todava tranquilos y es por ello que, recogerse en elcentro de aqullos, es, a la sazn, ms fcil. Sin embargo, quizs algunosdescubran que la maana (con su anticipacin de actividades que an han deponerse en marcha) no es atrayente para esta actividad y consideran que la fatigamisma de un arduo da de trabajo induce a relajarse al anochecer y buscar la pazinterior El propio ritmo del autor, que l mismo desarroll para adecuarlo a suscircunstancias de hombre sumido en muchas ocupaciones y trabajos, es elsiguiente: cada maana recuerda la finalidad superior de su vida con una oracin,durante solamente dos o tres minutos. Cada anochecer (si le es posible), se recogeen una meditacin que dura una hora.

    *Si la hora regular para meditar resulta en ocasiones inconveniente, se la

    puede posponer. Si esto fuera imposible, por ese da puede abandonarse laprctica. Si es posible ajustarse con constancia al perodo completo previamenteproyectado como deseable y disponible para tal ejercicio, esto ayudar a crearun hbito ventajoso. Pero, si cualquier da en especial la fatiga resulta intolerable,entonces tambin ser mejor abandonar la prctica por ese da.Independientemente de estas horas fijas, o tal vez en reemplazo de ellas, se volvera presentar, una y otra vez, el llamado intuitivo a abandonar todo trabajo fsico ytoda actividad intelectual. El aspirante debe obedecer a ese llamado. En medio delos quehaceres comerciales o del trabajo diario, tal vez tenga cadas repentinas enla abstraccin interior. Aqullas, por lo comn, sern muy breves y es preciso que selas mantenga as. Pero vale la pena que se las cultive en todo lugar y siempre quese produzcan. Si esto se realiza con frecuencia y fidelidad, la facultad meditativa seacrecienta.

    Aunque no sea prudente fijar una duracin universalmente sostenible, puessta depender siempre de las circunstancias individuales y de las aptitudespersonales, no obstante puede decirse que, en la mayora de los casos, es ms quesuficiente una concentracin plena y perfecta de dos minutos y medio, o unameditacin plena y perfecta de cuarenta y dos minutos. En estas cifras no estincluido el lapso preliminar en el que a la mente se la desocupa de todos lospensamientos que la distraen. Al practicante avanzado, capaz de entrar en el tercergrado, que es el de la contemplacin, segn la tradicin de la enseanza oculta

    (tanto en beneficio propio como en beneficio de la sociedad) se le aconseja quelimite esta experiencia deliciosa a veintiseis minutos. Pero, como ya se expres,sera imprudente una regla para todos los hombres, en todos los tiempos y entodos los lugares. Quien en la meditacin es un aprendiz se fatiga con facilidad yadelantar mejor fijndose tareas fciles y perodos breves. Estos podrnaumentarse gradualmente siempre y cuando el impulso interior se lo ordene.Siempre que el aspirante haya avanzado hasta el sitio en el que percibaintuitivamente que un poco ms de tiempo dedicado a estos ejercicios ledara grandes resultados, debe seguir esa direccin y buscar modos y medios paraaadir un cuarto de hora, veinte minutos, etc. Esto ocurre, habitualmente, slo encierta etapa de su avance, y debe vincularse con esa etapa.

    "A menudo, pienso en cuan tenue es el hilo que mantiene unidos a nuestrospensamientos. Hambre, sed, calor, fro... un contacto de cualquiera de ellos y toda laesttica... desaparece como por el toque de una varita mgica." As escribeRobert Gibbing en su libro de viajes Coming Down the Wye. Precisamente, el hechode depender de los elementos extemos es el que hace que el aspirante necesite

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    modelarlos en forma de cooperacin, antes que dejarlos que permanezcan en unaforma obstructiva. El aspirante no deber ser estorbado por el aparato fsico de lameditacin, pero tampoco deber descuidarlo. Por ejemplo, demasiada luz perturbala meditacin. En horas del da, las cortinas de las ventanas debern estar corridas.Al anochecer, quienes vivan en ciudades descubrirn que lo mejor es la iluminacin

    elctrica indirecta o con pantallas.La primera cuestin que habr de atender es el lugar en el que el aspirante sepropone realizar la prctica. Debe ser un sitio en el que pueda permanecer tranquilodurante el perodo que escogi. Dondequiera que esto sea posible,'el lugartambin es preferible que sea rural a urbano, pero aqu raras veces se dispone delibertad para elegir. Slo tenemos que contrastar la apaciguadora tranquilidad de lavida en el campo con el discordante bullicio de la vida en la ciudad para damoscuenta de dnde el mstico podr alcanzar mejor su finalidad. La vida en unagran ciudad, con el trnsito vehicular que pasa constantemente, no es conducente ala meditacin. Los bosques son particularmente amigables con el aspirante quebusca la atmsfera justa para sus meditaciones hondas y pacficas; los jardines,

    para el aspirante que busca felices xtasis msticos.La siguiente cuestin concierne al cuerpo. Una columna vertebral derecha,

    erguida, con la cabeza erecta y alineada con aqulla ayuda a menudo a manteneralerta la atencin de quien medita y da ms fuerza a la concentracin. Debe tratarde cultivar el hbito de estar sentado, durante ese perodo, tan fijamente como unafigura en un cuadro. Al principio, hallar difcil mantenerse incluso fsicamente quietomientras dure la practica, y ms difcil todava mantenerse mentalmente quieto; perolos viejos hbitos de estar nervioso o inquieto ceden, a su tiempo, ante talesesfuerzos. Sin embargo, es absurdo elevar esta sugerencia particular a la categorade un dogma universal riguroso, como muchos yogis lo hacen. Es exagerada laimportancia que atribuyen a una particular postura corporal durante la meditacin.Ellos insisten en que la columna vertebral perfectamente erguida es el requisitoprevio de buenos resultados. Pero, los msticos sufes del Cercano Oriente y de Irnhan meditado durante mil aos con la cabeza inclinada hacia el pecho o conla columna vertebral tan encorvada como para llevar la cara cerca de las rodillas, oincluso con un rtmico movimiento de vaivn hacia adelante y hacia atrs. Nohallaron que esto impidiera buenos resultados, y sus logros fueron plenamenteiguales a los de los yogis. Ralph Waldo Emerson, que igual a la mayora de losmsticos y yogis orientales en captacin mstica y alcance moral (y que,incuestionablemente, fue superior a muchos en logros intelectuales y equilibriopsquico), usaba una mecedora ante su mesa de escribir. Ese rtmico sube y baja le

    ayudaba en su trabajo. Ahora bien, eso no poda haber sido de ayuda durante elacto fsico de escribir (pues eso lo habra interferido) sino slo en los intervalos decontemplacin entre tales actos. Por tanto, el movimiento de su mecedora leayudaba, no le estorbaba. Hace treinta aos, quien esto escribe no poda obtenerpersonalmente el trance mstico sino echado de espaldas en su lecho. Diez aosdespus, esa era la postura que le impeda obtenerlo! En la actualidad, noconstituye diferencia el que est sentado, erguido, acostado de espaldas o con lacabeza cada: el hecho de pensar concentradamente en el Amado basta para ponera la mente libre en rpida unin con Aqul.

    Cul es la moraleja de esto? La primera moraleja es que lo que ms importaes elpensamiento, y que lo que ocurre interiormente en la mente y en el corazn es

    ms importante que la mera actividad externa. Por qu las grandes religionesorientales, como el islamismo, el zoroastrismo y el hindusmo, prescriben ablucionesantes del rezo? La intencin real es liberarse con seguridad de la perturbacinmental resultante de un cuerpo sucio y, por tanto, incmodo. En la limpieza no hayvirtud mstica. Algunos famossimos santos de Occidente y faquires de Oriente han

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    sido fsicamente sucios. Muchos tomas del Tibet llegan a no baarse durantemeses. El valor real de la limpieza radica en quitar un obstculo posible de laconcentracin mental durante el rezo. Por tanto, todas las normas correspondientesal cuerpo en relacin con el rezo o con la meditacin, incluidas las relativas a supostura no deben ser sobrevaloradas, idolatradas niconvertidas en coercitivas.

    La segunda moraleja es que cada individuo debe elegir la postura corporal quemejor se adapte al momento, o que reciba un impulso interior para adoptarla, y noatormentarse tratando de adecuarse rigurosamente a algn sistema cuandodescubre que ese sistema es incmodo o imposible. Cuanto ms pueda tranquilizarsu cuerpo y evitar que est nervioso, mejor resultar su concentracin y msrpidamente avanzar su evolucin. Sentado cmodamente, adecuadamenterelajado, con los nervios y los msculos libres de tensiones, su casa de carnedeber mantenerse tan tranquila como, de modo parecido, un da lo estarsu inquilino mental, en la etapa suprema. Ha cumplido la tarea que le toca cuandopuede sentarse inmvil durante el perodo proscripto sin mover un miembro, sincualquier otra seal de nerviosismo corporal ni distraccin mental.

    Ahora, es necesario investigar la naturaleza y el objeto de la concentracinaqu requerida. Quienes equiparan la palabra con lo que corrientemente recibe esadenominacin, estn, a la vez, equivocados y acertados. Es cierto que muchaspersonas que jams oyeron siquiera hablar del yoga, como, porejemplo, empresarios, muestran en su trabajo una bien desarrollada calidad deconcentracin. Pero esto no los acerca ms al conocimiento del yo interior. Por locontrario, usan su facultad de concentracin para ponerse ms cerca de laignorancia espiritual, porque usan aqulla para hundirse ms fuertemente enel apego a las cosas externas y, muy a menudo, en la creencia de que la materia esuna realidad. El gnero de concentracin que un empresario practicainevitablemente, en algunos sentidos es el mismo, pero vitalmente diferente enotros, del que un mstico practica deliberadamente. A uno lo anima, habitualmente,un deseo de retener o acrecentar sus bienes terrenos; a otro un deseo de que su yosuperior se apodere de l. Uno se aferra totalmente al accionar del intelecto; el otrose complace, en cierto punto, en dejarlo caer enteramente en la quietud. Uno seconcentra en cosas extemas de las que puede formar en su mente imgenesconcretas; el otro se concentra en conceptos abstractos que, a su tiempo, surgenhasta el plano carente de imgenes. O sea que uno extrovierte a menudo a sumente, y el otro siempre la introvierte: lo cual es un proceso enteramente opuesto. Elesfuerzo del mstico debe ser penetrar cada vez ms en su propio ser consciente.Durante la primera etapa de esta meditacin hay un esfuerzo doble:

    paradjicamente, uno para olvidar, y el otro para recordar. Por un lado, tiene queesforzarse continuamente para dejarse salir de su yo terreno y olvidarlo. Por el otro,tiene que esforzarse con igual reciedumbre para apoderarse de su yo superior yvolver a descubrir su existencia, o sea, recordar su origen.

    Toda concentracin corriente concierne al aspecto formal de la vida no a suesencia. El mstico tal vez no posea realmente una concentracin mayor que la queel otro pueda revelar en lo mejor de s, pero, dndole una direccin interior, la usapara apartarse de los elementos externos, para debilitar su creencia en la realidadde la materia y para llegar a ser espiritualmente consciente de s. Las antenas de sumente debern proyectarse hacia lo que l todava no puede sentir ni ver. Esteprimer movimiento de la exploracin mstica de la consciencia humana es el sentido

    en el que la filosofa usa la palabra concentracin. Cuando la mente cesa detrabajar, automticamente los sentidos entran en inactividad. Cuando la energamental se aquieta por completo, como en el sueo, no podemos ver, or, sentir,gustar ni oler. De aqu que el mentalismo diga que la mente es el factor real de laexperiencia. La mstica aprovecha este hecho cientfico para desarrollar una tcnica

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    por la que a los pensamientos se los puede poner bajo pleno control, o incluso selos puede suspender, oscureciendo los contactos sensorios o inclusoproscribindolos, pero, no obstante, la energa mental de la consciencia de s puedemantenerse viva. Mediante un deliberado esfuerzo de la voluntad convcase a lassalientes tendencias del yo, concntrase la atencin, y, mediante

    introversin, invirtese su direccin habitual, de modo que los contactos sensoriosse toman algo borrosos. De all que el primer principio operativo del yoga seadesviar la atencin y el inters de las cosas extemas hacia una idea, un sentimiento,una serie de pensamientos o una imagen mental que llene el vaco que as secreara. Cuando los pensamientos se sujetan continuamente a los sentidos,mantienen un inquieto ritmo de atraccin y rechazo, de goce y dolor, que se imponeentre nosotros y la paz estable. Estos minutos de quietud mental deben consagrarsea suprimir la saliente direccin de los pensamientos, a volverlos hacia adentro, y,finalmente, a internarlos en su origen inefable.

    En su ser recndito, usted ya es tan divino como es probable que lo seasiempre. De all que ninguna instruccin interior podr darle lo que usted ya posee,

    pero una instruccin adecuada podr ayudar a darle la consciencia de lo que ustedposee. Ningn sistema prctico podr desarrollar por usted un alma, pues sta yaest all; pero un sistema adecuado podr introducirle en la consciencia de esaalma. Y entre los ejercicios de meditacin que debern necesariamente estar enprimersimo lugar en tal sistema, ninguno es absoluto e indispensable. No hayuna frmula universal para la prctica de una meditacin adecuada a todos loshombres de todos los tiempos. Al aspirante no lo beneficia descansar en el lecho deuna sola frmula durante toda su vida. Los ideales filosficos de una mera evolucinnivelada y de una personalidad equilibrada lo prohibiran. Por lo contrario, elaspirante encontrar necesario usar diferentes ejercicios en distintos perodos de sucarrera mstica.

    La marcha mstica atraviesa un ritmo ascendente en espiral de modo que si,por ejemplo, el aspirante empez meditando sobre los defectos del carcter y luegodej eso en procura de un tpico ms abstracto, un da volver otra vez a suprctica anterior; pero en esta ocasin lo har desde un punto de vista superior que,correspondientemente, le producir logros ms importantes. Tal vez fije su atencinen imgenes mentales o en ideas abstractas, en temas especficos o ensentimientos vagos, en un agudo pensamiento racional o en el rechazo de todopensamiento, cualquiera sea ste. Todos estos ejercicios tienen un mismo objetivo.Todos son enfoques de un slo estado psicolgico. Si difieren los enfoques, esto sedebe solamente a que sus puntos de partida difieren. Debemos sonrer con

    indulgencia a quienes insisten en que su mtodo particular es el nicomtodo eficaz, como debemos sonrer con tolerancia tambin a quienes limitan laverdad al concepto pequeo que de ella tienen. La filosofa no dice que el aspiranteno deba seguir tal mtodo, sino que no debe seguirlo con exclusin de todos losdems. Un mtodo o una tcnica que es bueno para una persona, tal vez no lo seapara otra. Y los mtodos bien adecuados para la mentalidad antigua puede ser queno lo sean para la mentalidad moderna, mientras las condiciones proyectadas enpocas anteriores tal vez sean inadecuadas para la poca actual.

    Pero, cualquiera que sea el ejercicio que el aspirante adopte, que recuerdecuatro puntos indispensables. Primero, su empeo debe buscar la eliminacin detodos los pensamientos, excepto el pensar en su propio tema. Segundo, cuanto ms

    se interese por lo que piense (efectivamente, incluso cuanto ms se anime alrespecto), mejor resulta su concentracin. Tambin es cierto lo contrario de esto.Tercero, la concentracin debe pasar del hecho de pensar de un modo lgico en suobjeto escogido al de entrar en el objeto de un modo fijo, establecido. Cuarto, si elprimer paso es hacer presa cabal de sus pensamientos y sentimientos, o sea lograr

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    la concentracin, entonces el segundo paso es elevarlos por encima de todas lasactividades y todos los deseos mundanos, o sea, lograr la meditacin. Esameditacin empieza bien lo que empieza con rezo fervoroso y adoracin ardiente. Elhombre deber enfocar la interioridad divina de su propio yo con toda la reverenciaposible, dejando afuera, en su umbral, los sucios zapatos del cinismo mundano.

    La meditacin real es un proceso intuitivo. Pero las tensiones que prevalecenen la mente impiden habitualmente que a esta intuicin se la sienta, y todava ms,que se la siga, aunque se la sienta. Si el aspirante va a seguir con los mismospensamientos. las mismas inquietudes y las mismas esperanzas que preocupabansus horas de actividad, tambin podra continuar con lo que estaba haciendo antesde la hora de meditacin. El primer beneficio (como lo es, la primera necesidad) dela meditacin es que todo se interese por algo enteramente diferente. Deberelevarle de la corriente de la vida personal. Por tanto, deber empezar a meditarretirando sus pensamientos de sus propios asuntos y de los asuntos del mundo,fijndolos, en lugar de ello, en el objeto de su bsqueda: el Yo Superior. Duranteestos intervalos debe cultivar la capacidad de poner sus negocios mundanos a

    distancia y calmar las emociones que se precipitan hacia afuera. Cuando "entra enel silencio", cuando se sienta a meditar, en primer lugar debe librar su mente detodos los negocios u ocupaciones del da. Cuando entra en el aposento demeditacin, debe dejar que la puerta se cierre por completo no slo en el mundoexterno sino tambin en aquel mundo interno en el que sus habitantes autctonosson las trivialidades, la rutina, los negocios, las iras, los resentimientos, lasirritaciones y las pasiones. De igual modo, debe dejar que el pasado se vaya, ydesdear el futuro. El est all para dedicarse a una ocupacin ms santa queaqulla de la que el mundo habitualmente se ocupa, para seguir una ocupacin msdivina que la ronda fatal de la personalidad, y para elevar sus pensamientos aniveles superiores al habitual. El renunciamiento que se le exige durante esteperodo es tanto externo como interno: realmente, debe ser total. La madre deberapartar a sus hijos, como si nunca hubieran nacido. El estudiante deber olvidar suslibros como si stos nunca hubieran descansado en sus anaqueles. El fabricantedeber viajar lejos de su fbrica, como si sta perteneciera a un pasado quemuri. El obrero deber unirse a las filas de los desocupados, como si nuncahubiera estado en otra parte. A menudo ocurre que el fracaso en la meditacin escausado por este fracaso en apartar los pensamientos de los asuntos personales yrutinarios de todos los das. El primer remedio es elegir un tema que, en smismo, mantenga inters suficiente para conservar sus pensamientos atados a l. Elsegundo remedio consiste en hacer que, rigurosamente, la atencin vuelva a este

    tema cada vez que tome consciencia de haberse extraviado.Tericamente, la atencin no debe desviarse un solo segundo del pensamientoal que se la sujeta. En la prctica, ciertamente se desviar pues el hbito antiguo lavolvi inquieta, indcil y disipada. Cuan dbil se volvi el hombre lo muestra suvasta incapacidad para pasar siquiera media hora de ininterrumpido retiro de losasuntos de su personalidad individual y de incesante comunin con su individualidadsuperior. La concentracin exige inexorablemente que la mente no piense en veintecosas y personas diferentes en otros tantos minutos. Empero, tan pronto alguien sesienta a meditar, una abigarrada multitudde pensamientos golpear las puertas desu consciencia. Nadie, salvo la persona experimentada, que ha practicado durantealgunos aos y con regularidad, determinacin y entendimiento, es probable que

    est libre de este fastidio. Estas distracciones son tan persistentes y molestas que amuchos, si no a la mayora de los principiantes los sume en la desesperacin o eltedio cabales, de modo que, en ltima instancia, los aleja por completo de lameditacin. Cuntas personas pasaron, cuando meditaban, por esta experiencia deperder el tiempo: piensan un instante o dos en el tema espiritual que se asignaron,

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    pero ste pronto es abandonado o atestado por una multitud de pensamientos,recuerdos y expectativas impertinentes que, en su mayora, son de naturalezamundana! Finalmente, tan pronto concluye el perodo asignado, esas personassalen con alivio de este esfuerzo fastidioso. Con cunta frecuencia deben aguardarla sensacin de contacto divino slo para descubrir, al final del perodo de

    meditacin. que esa sensacin nuevamente no logr manifestarse! Con cuntafrecuencia comenzaron esperanzadas slo para terminar desalentadas cuando esteexasperante hecho esquivo ocurre de nuevo! ,Si otros encontraron al yo divinovolvindose hacia su interior, ellas fueron menos afortunadas y slo hallaronun vaco insensible.

    Es deber del aspirante querer atravesar estos tediosos perodos preliminares ysoportar la deprimente incomodidad de sus primeros experimentos. En su etapaactual, no puede eludirlos. Durante la meditacin, la mayor parte de su tiempola desperdicia combatiendo su inquietud mental y su distraccin emocional. Unpensamiento tras otro usurpan su atencin y, cuando aparecen, l deber apartarlosuno por uno y mantenerse vigilante sobre este asunto. Esto exigir un gnero de

    dominio de s, una reserva interior que diga: "Hasta aqu llegu, pero no ir msall". Es un ejercicio arduo mantener a la mente, sin distracciones ni perturbaciones,concentrada en la bsqueda del yo libre. Habitualmente, el aspirante es tan activo,inquieto y extrovertido que su modo de ser contrario afronta, inevitablemente, unaresistencia recia y obstinada. Hasta para las muchas personas que, en ese arte,avanzan con resultados moderados, la meditacin no es nada fcil. Por desgracia,para ellas tambin hay pocas en las que el perodo de meditacin est lleno de unaaridez como de desierto, que deja pensamientos inquietos y emociones tediosas.Sin embargo, ni siquiera tales perodos son realmente desperdicio, sino que lesensean humildad y paciencia. Aunque en cada perodo de prctica ya no tenga quesuperar la inercia natural de la mentalidad extrovertida, empero, tiene que vencer denuevo no slo a la resistencia interior de una mentalidad turbulenta (aunque estoser mucho menos que con la persona inexperta) sino tambin la resistenciacomplementaria de extraos estados mentales y tensiones emocionales,"adquiridos" temporariamente durante los contactos y encuentros diarios con losdems. En realidad, esta es una de las razones de por qu quienes en Orienteestudian yoga abrazan la soledad y rehuyen la sociedad. Todas estas resistenciassuscitan tinieblas depresivas, incluso desesperacin, pero se las puede vencerusando la espada de la paciencia para traspasarlas. De modo que, a menos que lafatiga les resulte insoportable, en esa ocasin no deben, con impaciencia,abandonar la prctica, como si sta fuera intil, sino que deben persistir, ensayando

    el efecto de una plegaria dirigida al Yo Superior para que ste acuda en su auxilio.Luego de unos minutos, o quiz luego de un tiempo ms prolongado, la resistenciapuede disolverse por s sola.

    Son pocos los que, tras sentarse y extender la colorida alfombra de lameditacin, realmente logran entrar en el estado de la quietud mental. Ese es unresultado positivo y posterior, mientras que el primer resultado es negativo. Esintensa la lucha por mantener fija la atencin durante la parte preliminar deun perodo de meditacin. Su dificultad puede descorazonar a muchos. Empero,cuanto ms lo intentan, ciertamente ms fcil ser cuando llegue el tiempo. Eldiscpulo debe reconocer que, as como con frecuencia insume cierto tiempoabordar satisfactoriamente algn trabajo intelectual, de igual modo insume cierto

    tiempo ponerse en marcha en este trabajo espiritual. Slo el adepto de la meditacinpodr obtener resultados inmediatos todos los dems necesitan abrirse camino pocoa poco hacia esta meta. El aspirante deber aceptar el hecho de que estasnegativas instancias preliminares, que no dan fruto inmediato, debernnecesariamente insumir la mayor parte de su tiempo asignado, y. que no deber

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    esperar resultados rpidos. Esto no puede remediarse. El aspirante deberalentarse pensando que la pericia es el premio a la perseverancia, pero hastaentonces deber aprender a aguardar y trabajar para que la mentalidad agitada serecoja y calme, y detenga el torbellino de temas y pensamientos. Deber recordarseque si la prctica de la meditacin es difcilsima, tambin es esencialsima; que sin

    que esta prctica indiferible se incorpore a su vida cotidiana, no es posible quelogre apartarse de los deseos terrenales o apegarse al Yo Superior. Aqu laimpaciencia es una seal de que el Yo inferior se resiste a que se lo introduzca en lameditacin, pues en tal rumbo advierte la prdida ltima de su propia soberana. Silas comunes cualidades de la paciencia y la perseverancia tienen en algn sitioalgn valor, es aqu donde lo tienen. Con ayuda de aqullas y con devocin haciaesa prctica, luego de un dilatado perodo de ensayos y equivocaciones, puedellegar a poseer una buena tcnica. Nada menos que un maestro en ese arte, elfamoso sabio indio Shankara, fue quien dijo que si la meditacin se cumple conperseverancia y fervor, alcanzar su meta en un lapso no demasiado prolongado.

    Todas las tendencias potentes y predominantes que hacen que el movimiento

    de los pensamientos y la exteriorizacin de la atencin sean los hbitos arraigadosque realmente son, acosan al estudiante y le retrotraen al comn estado deesclavitud en el que l y todo el gnero humano han permanecido hasta ahora. Eldeber del estudiante es convocar a su fortaleza interior para que resista el regresode estos pensamientos y rechace la intrusin de objetos en su atencin. Debersostenerse el esfuerzo para mantener el estado extrovertido, no de modo violentoni cohibido, sino de manera calma y afable. Y esto deber repetirse un da tras otro,sin que la intensidad disminuya, hasta que los buenos resultados sean completos ypermanentes. Muchos principiantes cometen el error de creer que el resultado (silo hay) de cada meditacin individual debe mostrarse necesariamente durante lapractica, y cometen el error de suponer que porque el final de una meditacin lesdeja como eran al comienzo, porque parece estril, rida y sin resultado, por tantoes un fracaso decepcionante. Esto no es as, pues el resultado puede mostrarsepoco despus y el esfuerzo no se pierde; lo nico que ocurri es que el beneficio noapareci en el umbral de la consciencia. Estos ejercicios pueden hacer que lamarcha parezca lenta y trabajosa; los deben considerar como un gnero dedisciplina gimnstica, como un auto-entrenamiento cuyos resultados se mostrarncon seguridad en la auto-evolucin, aunque en una fecha inespecificable.

    As como no desechamos un espejo porque la primera vez no podamos ver enl nuestra cara, sino que lo frotamos y bruimos una y otra vez hasta que nosvemos, de igual modo no debemos desechar la prctica regular de la meditacin

    porque el primer ao no veamos a nuestro yo espiritual, sino quedebemos perseverar hasta que lo veamos. Aquietar las energas que salen delcuerpo, apartarse del funcionamiento activo de los sentidos y ordenar a las olas delpensamiento que se sosieguen, es una tarea que naturalmente reclama granconcentracin de todas nuestras fuerzas. Por ello, no es una tarea fcil; sinembargo, no es imposible. Son centenares los hombres y mujeres que lograron estopositivamente durante los siglos pasados y en distintos pases. El secreto de estelogro no consiste en renunciar a la bsqueda porque los resultados sigan estandomontonamente ausentes, ni en cesar en los esfuerzos, por impaciencia, irritacin odesesperanza. En las primeras etapas, a la meditacin se la percibe como ardua ysin provecho. En las etapas intermedias, hay perodos de avance consciente, con

    intervalos de estancamiento, pues es entonces cuando la mente trabaja sobre elprincipio del taladro neumtico. El esfuerzo perseverante proporcionar pericia, sinduda irregulamente, pero en un mbito cada vez mayor. Si la consciencia reflexivase siente afectada por estos ataques diarios contra su carcter inquieto y vagabundoy se aterra tozudamente a sus viejos hbitos, un da su resistencia acabar y,

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    tranquilamente, se rendir.Durante meses y tal vez aos, el practicante tendr que cejar enrgicamente

    en estas divagaciones, pero si persiste, con seguridad llegar el da en el que esocese por s solo, y, de buena gana, busque el descanso que la meditacin ofrece. Asu tiempo, llegar la hora en la que ya no tendr que tratar de meditar; la meditacin

    le llegar por s sola, con facilidad y suavidad. Como en todas las dems artes, lapericia en el arte de la meditacin llega a travs de esta prctica infatigable. Laconcentracin resulta fcil y agradable. En el experto, la tensin interior desaparece,y todo su ser se equilibra, se relaja armoniosamente.

    En esta evolucin hay tres etapas: la primera, la lucha larga, montona ycansadora contra las tendencias del intelecto hacia la divagacin; la segunda, laluch