epicuro. la Ética del placer

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Ln efird El que exhorta aljoven a una buena vida y al viejo, a una buena muerte es un in- sensato, no solo por las cosas agradables que la vida comporta, sino porque la me- ditación y el arte de vivir bien y de morir bien son una misma cosa' ["'] Recordemos también que el futuro no es nuestro, pero tampoco puede decirse que no nos per- tenezca del todo. Por lo tanto, no hemos de esperarlo como si tuviera que cumplir- se con ceneza, si tenemos que desesperarnos como si nunca fuera a realizarse' Por este motivo, afirmamos que el placer es el principio y el fin de una vida fe- liz, porque lo hemos reconocido como un bien primero y congénito, a partir del cual iniciamos cualquier elección o aversión y a él nos referimos al juzgar los bie- nes según la norma del placer y del dolor. [...] cuando decimos que el placer es la única finalidad, no nos referimos a los placeres de los disolutos y los crápulas, co- mo afirman algunos que desconocen nuestra doctrina o no están de acuerdo con ella o la interpretan mal, sino al hecho de no sentir dolor en el cuerpo ni turbación en el alma. [...] No existe una vida feliz sin que sea al mismo tiempo juiciosa, bella y justa, ni es posible vivir con prudencia, belleza y justicia, sin ser felíz' Estas cosas deberás meditar continuamente, con lo cual nunca padecerás turbación alguna, si- no que vivirás como un dios entre los hombres' Epicuro. Carta a Meneceo, en Obras' Madrid, Tecnos, 1994' I ACTIVIDADES 1. ¿A c1ué edades se debe filosof¿rr y por qué, según Epicrrro? Z. lCuet., son las principales caLrsas o miedos que llevan a los hombres a sr-rfrirl ¿Qué propone Epicuro para contrarrestarlos] : ¿O"e ., t, f.l,.idatl y el placer para Epicrrrol Pregúnrenles a cuatro personas de disiintas edacles qué es la felicidad y el placer parar ellas. comparen las resp.resras c¡9 r= ;s : 9- -L ho q,ú no ,= -- !o .tr ': 9V !o 9q g 6O 4le .: €ü !¡o 9= 0 ú6 E' !u 3g ;* 9c G.i '6P ^: te &1 6 GF ES úY is .Y P.U .U -= .=v v6 EE be g .ee v6 69 4 g ñry ¿f 6 G!t 90 LE E1 dg E8 =! üu NT áá cor[lo pldcer Epícuro (341-270 a. C.): nació en Samos . Fue discípulo, cuando jot'en, del an- rnisra Nausífanes ), posse?'íornvnt¿, r,iajó por t'arias cit"rcladcs dc Grecia r del Asia Menor. En cI año 306, volvió a Aserras y fttndó srr propia cscr¿c/a qLrc se llamo "EI Jardftt" , clonde se ensetiaba filosofía t se hacía wt t'et'tladero rrtko a la antistad. De sus oln'as, solo sc corlr*ert$Ton cuah'o cciTtcLs r¿ s¡¿s r¿l¿0llrlos, slr cestamento, fragnentos de Ia obra Sobre la natr,tralez¿l, ) m¿íxrn¿o- r sencerrci¿rs .sl¿elras. Cr¿crrrarr (p¿c ?nornentos arrres dc mot'it', Epicttt'o se sumergó en tm baño de agln calientc bebió una copa de t'nto prtnt, tn'hvlando su úIcimn leccióttcrlgo;nr hasrr¿ el tilúno irutr¿rrre c{e sr¿ t'icla. Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso en filosofac ni al llegar a víe- jo, de filosofar se canse. Porque, para alcanzarla salud del alma, nunca se es ni de- masiado viejo ni demasiado joven. Quien afirma que aún no le ha llegado la hora o que ya le pasó la edad es como si dijera que, para la felicidad, no le ha llegado aún el momento, o que ya lo dejó atrás. [...] Los principios que siempre te he ido repitiendo, practícalos y medítalos acep- tándolos como máximas necesarias para llevar una vida feliz. [...] Acostúmbrate a pensar que la muerte para nosotros no es nada, porque todo el bien y todo el mal residen en las sensaciones, y precisamente la muerte consiste en estar privado de sensación. Por tanto, la recta convicción de que la muerte no es nada para nosotros nos hace agradable la vida; porque no le añade un tiempo in- definido, sino porque nos priva de un afán desmesurado de inmortalidad. [...] Así pues. la muerte no es real ni para los vivos ni para los muertos, ya que está lejos de los primeros y, cuando se acerca a los segundos, estos han desaparecído ya. A pe- sar de ello, la mayoría de la gente unas veces rehúye de la muerte viéndola como el mayor de los males, y otras la invoca para remedio de las desgracias de la vida. El sabio, por su parte, ni desea la vida ni rehúye el dejarla, porque para él el vivir no es un mal, ni considera que lo sea la muerte. Y asícomo de entre los alimentos no escoge los más abundantes, sino los más agradables, del mísmo modo disfruta no del tiempo más largo, sino del más intenso en placer. con la caracterización de Epicuro.

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Epicuro. La ética del placer

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  • Ln efird El que exhorta aljoven a una buena vida y al viejo, a una buena muerte es un in-

    sensato, no solo por las cosas agradables que la vida comporta, sino porque la me-

    ditacin y el arte de vivir bien y de morir bien son una misma cosa' ["'] Recordemostambin que el futuro no es nuestro, pero tampoco puede decirse que no nos per-tenezca del todo. Por lo tanto, no hemos de esperarlo como si tuviera que cumplir-

    se con ceneza, si tenemos que desesperarnos como si nunca fuera a realizarse'

    Por este motivo, afirmamos que el placer es el principio y el fin de una vida fe-liz, porque lo hemos reconocido como un bien primero y congnito, a partir delcual iniciamos cualquier eleccin o aversin y a l nos referimos al juzgar los bie-nes segn la norma del placer y del dolor. [...] cuando decimos que el placer es lanica finalidad, no nos referimos a los placeres de los disolutos y los crpulas, co-mo afirman algunos que desconocen nuestra doctrina o no estn de acuerdo con

    ella o la interpretan mal, sino al hecho de no sentir dolor en el cuerpo ni turbacin

    en el alma. [...] No existe una vida feliz sin que sea al mismo tiempo juiciosa, bellay justa, ni es posible vivir con prudencia, belleza y justicia, sin ser felz' Estas cosasdebers meditar continuamente, con lo cual nunca padecers turbacin alguna, si-

    no que vivirs como un dios entre los hombres'

    Epicuro. Carta a Meneceo, en Obras' Madrid, Tecnos, 1994'

    I ACTIVIDADES1. A c1u edades se debe filosofrr y por qu, segn Epicrrro?

    Z. lCuet., son las principales caLrsas o miedos que llevan a los hombres a sr-rfrirl

    Qu propone Epicuro para contrarrestarlos]: O"e ., t, f.l,.idatl y el placer para Epicrrrol Pregnrenles a cuatro personas dedisiintas edacles qu es la felicidad y el placer parar ellas. comparen las resp.resras

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    cor[lo pldcer

    Epcuro (341-270 a. C.): naci en Samos . Fue discpulo, cuando jot'en, del an-rnisra Nausfanes ), posse?'ornvnt, r,iaj por t'arias cit"rcladcs dc Grecia r del AsiaMenor. En cI ao 306, volvi a Aserras y fttnd srr propia cscrc/a qLrc se llamo "EIJardftt" , clonde se ensetiaba filosofa t se haca wt t'et'tladero rrtko a la antistad. De susoln'as, solo sc corlr*ert$Ton cuah'o cciTtcLs r ss rl0llrlos, slr cestamento, fragnentos deIa obra Sobre la natr,tralezl, ) mxrno- r sencerrcirs .slelras. Crcrrrarr (pc ?nornentosarrres dc mot'it', Epicttt'o se sumerg en tm bao de agln calientc , bebi una copa det'nto prtnt, tn'hvlando su Icimn leccittcrlgo;nr hasrr el tilno irutrrrre c{e sr t'icla.

    Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso en filosofac ni al llegar a ve-jo, de filosofar se canse. Porque, para alcanzarla salud del alma, nunca se es ni de-masiado viejo ni demasiado joven.

    Quien afirma que an no le ha llegado la hora o que ya le pas la edad es comosi dijera que, para la felicidad, no le ha llegado an el momento, o que ya lo dejatrs. [...]

    Los principios que siempre te he ido repitiendo, practcalos y medtalos acep-tndolos como mximas necesarias para llevar una vida feliz. [...]

    Acostmbrate a pensar que la muerte para nosotros no es nada, porque todo elbien y todo el mal residen en las sensaciones, y precisamente la muerte consiste enestar privado de sensacin. Por tanto, la recta conviccin de que la muerte no esnada para nosotros nos hace agradable la vida; porque no le aade un tiempo in-definido, sino porque nos priva de un afn desmesurado de inmortalidad. [...] Aspues. la muerte no es real ni para los vivos ni para los muertos, ya que est lejos delos primeros y, cuando se acerca a los segundos, estos han desaparecdo ya. A pe-sar de ello, la mayora de la gente unas veces rehye de la muerte vindola comoel mayor de los males, y otras la invoca para remedio de las desgracias de la vida.El sabio, por su parte, ni desea la vida ni rehye el dejarla, porque para l el vivirno es un mal, ni considera que lo sea la muerte. Y ascomo de entre los alimentosno escoge los ms abundantes, sino los ms agradables, del msmo modo disfrutano del tiempo ms largo, sino del ms intenso en placer. con la caracterizacin de Epicuro.