eps 149
DESCRIPTION
actualizacionTRANSCRIPT
nnn111444999 [[[eeennneee 222000111111]]]
eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll
iiissssssuuuuuu...cccooommm///lllccceeerrrvvvooorrrtttiiizzz///dddooocccsss///eeepppsss111444999
sssaaannntttiiiaaagggooo mmmooonnntttooobbbbbbiiiooo/// mmmaaarrríííaaa eeellleeennnaaa wwwaaalllssshhh
SSS AAA NNN TTT III AAA GGG OOO MMM OOO NNN TTT OOO BBB BBB III OOO :::
LLL AAA PPP OOO EEE SSS ÍÍÍ AAA EEE SSS UUU NNN FFF OOO NNN DDD OOO DDD EEE AAA GGG UUU AAA MMM AAA RRR III NNN AAA
PPPRRREEESSSEEENNNTTTAAACCCIIIÓÓÓNNN AAAnnngggeeellliiinnnaaa MMMuuuñññiiizzz---HHHuuubbbeeerrrmmmaaannn SSSAAANNNTTTIIIAAAGGGOOO MMMOOONNNTTTOOOBBBBBBIIIOOO::: EEESSSCCCRRRIIIBBBOOO DDDEEESSSDDDEEE UUUNNN PPPRRROOOFFFUUUNNNDDDOOO AAAMMMOOORRR””” (((EEENNNTTTRRREEEVVVIIISSSTTTAAA))) PPPOOOEEESSSÍÍÍAAA PPPAAARRRAAA EEELLL CCCAAANNNCCCIIIOOONNNEEERRROOO::: MMMAAARRRÍÍÍAAA EEELLLEEENNNAAA WWWAAALLLSSSHHH (((111999333000---222000111111))) JJJooorrrgggeee AAAuuullliiiccciiinnnooo PPPOOOEEEMMMAAASSS SSSaaannntttiiiaaagggooo MMMooonnntttooobbbbbbiiiooo/// MMMaaarrríííaaa EEEllleeennnaaa WWWaaalllssshhh/// JJJooorrrgggeee VVVaaallldddééésss DDDíííaaazzz---VVVéééllleeezzz FFFoootttooosss dddeee SSS... MMMooonnntttooobbbbbbiiiooo::: AAAnnnnnnaaa XXXaaalllaaabbbaaarrrdddeeerrr (((pppppp...111,,, 333,,, 777)))
EEEnnn eeessstttaaa ooopppooorrrtttuuunnniiidddaaaddd ppprrreeessseeennntttaaammmooosss uuunnnaaa mmmuuueeessstttrrraaa pppoooééétttiiicccaaa dddeee SSSaaannntttiiiaaagggooo MMMooonnntttooobbbbbbiiiooo
(((BBBaaarrrccceeelllooonnnaaa,,, 111999666666))),,, aaauuutttooorrr cccaaatttaaalllááánnn cccooonnn uuunnnaaa aaammmppplll iiiaaa tttrrraaayyyeeeccctttooorrriiiaaa yyy cccuuuyyyooosss ttteeexxxtttooosss mmmaaannniiifff iiieeessstttaaannn
uuunnnaaa fffuuueeerrrttteee vvvooollluuunnntttaaaddd eeexxxppprrreeesssiiivvvaaa,,, aaadddeeemmmááásss dddeee qqquuueee tttaaammmbbbiiiééénnn hhhaaa iiinnncccuuurrrsssiiiooonnnaaadddooo eeennn lllaaa cccrrrííítttiiicccaaa dddeee
aaarrrttteee,,, lllooo qqquuueee lllooo eeemmmpppaaarrreeennntttaaa cccooonnn oootttrrrooosss gggrrraaannndddeeesss pppoooeeetttaaasss cccooommmooo OOOccctttaaavvviiiooo PPPaaazzz yyy LLLuuuiiisss CCCaaarrrdddooozzzaaa yyy
AAArrraaagggóóónnn... LLLooosss llleeeccctttooorrreeesss aaadddvvveeerrrtttiiirrrááánnn qqquuueee uuunnn pppoooeeetttaaa aaasssííí mmmeeerrreeeccceee mmmaaayyyooorrr dddiiifffuuusssiiióóónnn eeennn tttooodddooo eeelll
ááámmmbbbiiitttooo hhhiiissspppááánnniiicccooo... AAAgggrrraaadddeeeccceeemmmooosss ppprrrooofffuuunnndddaaammmeeennnttteee aaa MMMooonnntttooobbbbbbiiiooo yyy aaa AAAnnngggeeelll iiinnnaaa MMMuuuñññiiizzz---
HHHuuubbbeeerrrmmmaaannn eeelll eeemmmpppeeeñññooo pppooorrr ppprrreeessseeennntttaaarrr eeessstttaaa mmmuuueeessstttrrraaa dddeee mmmaaannneeerrraaa eeexxxcccllluuusssiiivvvaaa eeennn eeepppsss...
elpoemaseminal es un proyecto independiente de divulgación sin afanes de lucro ni de promoción de una sola línea estética o
cultural. no está vinculado a ningún grupo o institución, por lo que abre sus puertas a todos los autores/as de México y de
cualquier parte del mundo. reconoce que los espacios para la poesía, con todo y que ahora son muchos dentro y fuera de la
red cibernética, siguen siendo reducidos. el criterio de selección es únicamente la calidad poética, debido a lo cual se aceptan
aportaciones en todos los sentidos. se citará siempre la fuente original. invitamos a los lectores/as y amigos/as a compartir
poemas, libros, presentaciones, novedades y todo lo relacionado con la poesía, así como nuevas direcciones.
222 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
aaatttiiisssbbbooosss
PPPRRREEESSSEEENNNTTTAAACCCIIIÓÓÓNNN AAAnnngggeeellliiinnnaaa MMMuuuñññiiizzz---HHHuuubbbeeerrrmmmaaannn
La poesía de Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) con títulos como
Hospital de inocentes, Ética confirmada, Tierras y recientemente Donde
tirita el nombre navega por mares profundos donde la palabra se manifiesta
en oleajes inesperados. Una poesía que exhibe, a la vez, su humildad y su
misterio, lo cotidiano y lo excelso, las cosas simples y el territorio de lo
sagrado. Una poesía plena, pero interrogante. Detenida en los recovecos de
las ciudades, pero admirada del movimiento. Entre la imagen de la vida y
de la muerte, y el ritmo y la arritmia. Lo suave y lo áspero en combinación
simbiótica. Una reflexión sobre el sentido poético que se repite para
afirmarse y proponer no sus reglas sino su inatrapable libertad. Una
constante pregunta sobre el porqué de la palabra descontextualizada que
halla su lugar preciso en cada verso. Como si cada palabra huyera de sí
misma para encontrarse en un nuevo espacio sólo por el poeta adivinado.
Es esa la esperanza de todo poeta: romper las cadenas del significado
y alzar el vuelo en libertad impensada. Como planea el águila por el aire. Como la nube que escapa a su
forma. Como la gota de lluvia en caída vertiginosa.
La poesía es una serie inagotable de preguntas que no necesitan respuesta. O que ofrecen la
posibilidad de la elección personal, libre de trabas y prejuicios. Aunque la poesía esclaviza, consagra y
consume. Es delirio puro, como dice María Zambrano.
Y, sin embargo, ¿por qué la poesía siempre está preguntándose para qué sirve? Mas no es esa la
pregunta, sino ¿por qué existe y existirá necesariamente? Cualquier oficio tiene clara su meta, mas no así
la poesía que es el propio poeta el que la define y el que la interroga, desde Platón hasta nuestros días,
cuando la verdad es que no debe preguntar nada. Es.
Tan es poesía la poesía que se da en cualquier espacio, que deja de ser espacio para ser tiempo. Por
ejemplo, en un reducido automóvil, específico, para más señas, un taxi, el poeta halla una de sus
respuestas. Que tampoco será única ni total, sino triunfante en cada palabra, con la voluntad del sonido. El
taxista que lleva al poeta a una situación cotidiana: el traslado de su madre a la rehabilitación diaria, tiene
a su lado un ejemplar de la poesía de William Carlos Williams. De tal momento peculiar el poeta concluye:
La poesía siempre es sagrada y no podemos vulnerarla.
En su verdad es como está más pura la vida.
Así parte la presente selección de poemas de Santiago Montobbio: con la poesía en movimiento y un
pequeño gran suceso: de lo fugaz, lo eterno. A continuación “mana la fuente de las palabras” con un tejido
similar al de la telaraña: tan sólida y tan frágil a la vez, tan vital y tan mortal. La transparencia y la hiriente
luminosidad sorprenden al poeta que no sabe por qué ha dicho que “la vida es una araña”, pero que lo
repite para comprender que la espera en la telaraña es la muerte misma, a su vez, dadora de vida.
De esas paradojas se urde la presencia poética.
Por eso, “para un verdadero poeta, todo momento debería / ser poético”. No su momento, sino el
momento en sí, capaz de iluminar la vida misma. Ya que la vida es una manifestación del aliento divino y
como tal debería ser venerada. Por eso, el acto de la creación fue un acto poético que dio a los seres su
nombre.
333 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
El poeta se debate entre el alba y la noche, ciclo
de la vida misma: “soy canto, soy espera, soy agua”. Y
si lo es, es también la gradación de lo mínimo y de lo
máximo: del insecto del monte a “Dios acaso”, del
azar, de la pérdida: “El hombre es siempre un fuego
último, secreto”.
El fuego secreto del hombre, del poeta, está
destinado a extinguirse y el símil de la vida es como
los “trenes que no van a ningún sitio”, a pesar de las
vías trazadas su sino, en realidad, no llega a ninguna
parte. La imagen del tren, desde la infancia, atrae e
interroga: ¿a dónde van los viajeros? Siempre a un fin
que se borra en lontananza, a una separación y a un
punto final. El andén como lugar del llanto y de la
inutilidad, de la despedida y de la muerte en espera. No puede evitarse el recuerdo de los trenes de la
muerte de los condenados a los campos de exterminio.
La imagen del tren perdido ahonda en la niñez sustentadora, la esencia que no se olvida,
permanente, con las más afianzadas raíces. La memoria acumulada en imágenes, palabras, canciones,
terrores, luminosidades: “todo es infancia.” Todo es rescate de esas horas perfectas porque son
inamovibles, como las vías del tren.
Y de la niñez a la gran pregunta sin respuesta, al intento de una afirmación: “Dios está escondido y
se pierde en el olvido.” De nuevo el camino que debe ser encontrado: el trazo de la vida esbozado por la
divinidad y que no es para nosotros sino para “que le seamos de ayuda.” Dios está perdido: “Cuando lo
encontremos / hay que pararse para darle compañía y aliento en su camino.” Un Dios necesitado de
materialidad: “Ofrecerle vino, darle abrigo, serle compañía / y en nosotros seguir su misterioso, singular
latido.”
Para regresar a la poesía, única forma de hallar la espiritualidad, de ordenar el caos, de crear de
nuevo el mundo. ¿Qué hacer con los poemas escritos, dados a luz? ¿Cuál es el primero y cuál el que
continúa? No hay orden, sino principio de creación. ¿Cual sería la palabra primera, la irremediable? ¿Y las
siguientes? Tal vez, como pensaban los antiguos sabios cabalistas del Círculo de Girona, ninguna es la
primera, todas se unen en una sola palabra inmensa, sin principio ni fin, que acabarían hallando la
verdaderamente importante: la clave originaria de todas, la que se atreviera a pronunciar el nombre de
Dios, como fuente de la poesía. Y, reinterpretando el Génesis, “la poesía es un fondo de agua marina”, es el
principio de la vida:
Así los poemas van seguidos, se suceden
en sus motivos y en sus ritmos, se completan
y persiguen en su música. De un poema nace otro,
a veces son poemas por un mismo latido hermanados,
y el orden de aparición permitiría ver cuánto tienen de música
que se entreteje y se anuda...
La poesía es un fondo de agua marina.
Una vez establecido el mar como origen poético, el regreso al tema de la infancia es de esperarse. Por eso,
“el mar está al final de algunos niños”: les da vida, los atrapa con la marea como ritmo de la vida, de la
respiración, de la absoluta libertad. Un mar que les enseña el latido del amor, su cifra y su entrega.
Pero el amor es difícil, a veces no responde “y es oscuro el mundo”. Recurre el poeta a las llaves
perdidas, a la casa de la infancia desaparecida y al amor que escapa:
444 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
... Y yo quiero amor
y no lo oscuro. Pero el mundo es así,
casi negro, casi fiera, casi olvido. Con su pisada grave
sobre la nada me borra y me sepulta.
O bien, el amor es un encierro, un cofre perdido, estar “en
la esquina de la vida”, en el olvido, en la melancolía de la
pérdida y de la memoria, cuya presencia sólo se dará a
partir del poema escrito, detenido en el tiempo para
siempre. En el consuelo de la palabra que viene y reviene.
La palabra en la que el poeta “reclina la cabeza y el alma”.
La palabra que nunca acaba con el misterio porque es
misterio en sí, la transfiguración alcanzada:
Yo estoy al fondo de todo, al fondo de nubes y poemas,
de su música, y Dios está también al fondo,
aún más hondo, manantial que sigue
sus propios caminos y en el arte
también se transfigura.
También el poeta necesita un respiro y regresa al tránsito cotidiano, al deambular por las calles, a conocer
y reconocer los pasos dados por otros, a sumarse a la soledad de los caminantes, “a atravesar la vida /
como un tren que circula por una vía desconocida.” Y en ese deambular los recuerdos inciden, como el
estribillo de “una canción antigua hecha astillas” y de un amor roto imposible de recomponer, pero que se
amarra en la memoria y en la repetición insistente de la antigua canción. Así “el canto es triste” y su
persistencia mueve y remueve. Es un ritmo imparable desde la mañana a la noche, a veces deseado, a
veces repudiado.
En torno al nombre es otra preocupación del poeta que sabe que, al fin de los tiempos, “llegará un
día en que todos los nombres serán distintos” y que toda memoria se perderá. Que las palabras que
constituyeron la expresión de cada ser carecerán de significado y nadie más las pronunciará. Será el día
del silencio finalmente asumido: “y nuestra vida será nada más un pozo cegado, seco.”
De ahí que “la oscuridad tiene sus normas... / y no debes romperlas”. Normas que anuncian los
secretos que se esconden dentro del alma, o de los entresijos de la mente, parecidos a las callejuelas de
barrios intransitados. El miedo y su desconocimiento, el respeto a la asociación entre oscuridad y silencio,
e incluso la vía mística que más aprecia el valor de la oscuridad, desde el bíblico Cantar de los Cantares
hasta la Noche Oscura del Alma de San Juan de la Cruz.
Para llegar a los poemas últimos en torno a la fragilidad del hombre: “El hombre está allí, a medio
camino de ningún sitio, / y sólo el viento de él da noticia y lo recuerda.” La fragilidad se cierra con la
paradoja noche-alba que deja de serlo para fundirse en un matrimonio de contrarios y esa es la realidad
del hombre. El paso unificador de los opuestos se funde en uno solo, y cotidianeidad y espiritualidad
olvidan sus límites para recrearse en una sola visión que propone su armónica visión del mundo.
...Cómo
puede ser esto en verdad
es un misterio. Pero
como una herida es cierto,
y como ella viene a mis versos.
555 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
El ciclo se cumple y la poesía de Santiago Montobbio se interna por cauces donde la sabia palabra regidora
se escoge a sí misma y sin desechar a las demás las incluye en una evocación del misterio que constituye
todo acto creador.
Mixcoac, México, D.F.
13 de enero de 2011
SSSAAANNNTTTIIIAAAGGGOOO MMMOOONNNTTTOOOBBBBBBIIIOOO::: “““EEESSSCCCRRRIIIBBBOOO DDDEEESSSDDDEEE UUUNNN PPPRRROOOFFFUUUNNNDDDOOO AAAMMMOOORRR”””
¿Cuándo, cómo y por qué escribe versos?
Escribo cuando se me impone, en cualquier momento
y en principio estando dedicado, también, a otra
tarea: así, he apartado libros y apuntes cuando
estudiaba para ponerme a escribir un buen número
de poemas de corrido. He escrito en bares, en
bibliotecas, y en lo que encontraba a mano: papeles,
servilletas, en un sobre de carta o en un recibo (como
indica el título de uno de mis textos). A veces he
sentido cómo se formaban unas palabras o una
música mientras andaba por la calle.
La poesía es una rama civil y laica de la
soteriología, la ciencia de la salvación. Porque escribo
para salvarme. Escribo por necesidad y desde un profundo amor; a la aventura, con libertad, con
sinceridad y generosidad, con valor y en cierto sentido también con inocencia.
¿Qué nota cuando escribe versos?
Al escribir se está, sí, en un estado especial, espiritual o de conciencia o integral de la persona toda, en el
que el espíritu se dilata y, con intensidad y tensión afiladas, completas, crea. Cuando escribo estoy
completamente volcado en ello.
Una vez me preguntaron cómo se me había ocurrido un poema. Me pareció una pregunta absurda. Y
pensé: a mí en la lengua las cosas no se me ocurren: me suceden. Es exacto, y da idea de cómo se crea:
cuando escribimos, estamos encarnados en la lengua, o ella en nosotros, y en esta encarnación indagamos
y nos suceden las cosas, que quedan cifradas en los poemas.
¿Cree usted que la perla no se explica por la ostra (Proust)? ¿Cómo ve la relación entre su poesía y
usted? ¿Cree en la inspiración?
Escribimos para revelarnos a nosotros mismos, y esto quiere decir expresar lo que más profundamente
somos. El resultado no tiene por qué gustarnos y puede también sorprender a las personas que tratamos,
ya que, como decía Pavese, en arte no vale la experiencia, sino la experiencia interior, y ésta puede no
traslucirse en el trato diario. Otras veces los poemas se nutren de elementos biográficos más externos e
identificables, que quedan en ellos transcendidos.
Cuando los escribía pensaba que entre mis poemas y yo no había diferencia ninguna, y también que
quien los leyera sabría más de mí que quien me conociera: dos pensamientos directos, sencillos, pero que
dan fe de la medida en que me he dado a mí mismo en mis poemas. Lo anoto porque pienso que es bueno
tener, ante los poemas, este estado de conciencia.
En una entrevista de sus últimos años, Carmen Martín Gaite afirmaba que, a la hora de escribir, a la
inspiración la veía llegar con alas y todo: también yo lo siento así, y creo que está en y es la base de la
creación, y que resulta indispensable. Aparte de la prueba que constituye el que artistas muy jóvenes
hayan alcanzado altas cimas, me ratifica en ello el modo en que escribo: de manera fulgurante e instintiva,
con gran rapidez y facilidad, en unos textos que surgen ya definitivos.
666 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
¿Cuál es la función de la metáfora en su poesía? La metáfora hace a la
poesía. ¿Hay quien lo dude?
No creo que sea indispensable, definitorio ni consustancial a la calidad
poética, como a veces se ha pretendido, una nutrida presencia de
metáforas, ni siquiera de imágenes. Pueden resultar anodinas, o no
producir efectos, o resultar un artificio cargante, si no se emplean con
acierto; pueden, también, resultar indispensables, según el tipo de
quehacer lírico. Se han de emplear entonces, cuando tengan carácter
necesario y constituyan un hallazgo natural, y no como aplicación de un
programa previo que las exige. En definitiva, puede haber alta poesía con
un intenso uso de metáforas e imágenes, y también sin ellas. Parte de mi
poesía es sobria desde un punto de vista expresivo, y espero que no por
ello sea de baja calidad. Así, Manuel Álvarez Ortega, al conocerla y tras leer
mi primer libro afirmó que estaba escrita “con un lenguaje muy sugerente
que alcanza gran belleza y hondura con un mínimo de elementos expresivos”. Esto ha de ser, sí, posible.
Recuerdo aquellas páginas volanderas que escribió Ortega con atildamiento en relación a la
metáfora y López-Picó, y en las que decía que ésta es un lugar forjado ex-novo. Pero no sólo ella tiene este
carácter: también puede predicarse del ritmo, ya que ha de ser nuevo, original y único para cada poema o
nueva etapa de nuestra poesía, y me parece un elemento más constitutivo.
¿Qué piensa de la métrica, de la rima (consonante y asonante), y del verso libre?
Borges escribió: “Como todo joven poeta, yo creí alguna vez que el verso libre es más fácil que el verso
regular; ahora sé que es más árduo y que requiere la íntima convicción de ciertas páginas de Carl
Sandburg o de su padre, Whitman”. El patrón de la rima puede proporcionar hallazgos, ser una ayuda para
los descubrimientos y la creación, y el verso libre es, en cambio, un salto sin red: en su absoluta libertad
encierra una infinita gama de posibilidades, y así puede encarnarse de muy diversos modos y formas,
según lo exijan los poemas, su naturaleza y sus reglas de construcción interna. Creo que esta variedad de
posibilidades está presente en mi poesía, y que los poemas reclaman un sucederse de formas a cada paso
renovadas. El verso libre, pues, se ha de cultivar con convicción, pero también con rigor (“Ningún verso es
libre para quien quiera hacer un buen trabajo”, aseguraba T.S. Eliot). Pero éste se nos impone de manera
natural e instintiva al escribirlo, ya que percibimos cómo el nuevo verso libre que empleamos va
disponiéndose con determinación y exactitud, sin vacilación ninguna, como siguiendo el dictado de una
ley matemática precisa.
¿Valora la originalidad? ¿Por qué? ¿En qué tradición se coloca?
La originalidad es consustancial a la creación, si ésta es auténtica. Forma parte de su misma naturaleza, y
por ello no me he dedicado a buscarla: siento que soy inevitablemente original, ya que lo que escribo es
sólo propio de mí. Una obra poética que sea una creación verdadera constituye una parcela nueva y única
de la realidad, que se ensancha con ella; es un descubrimiento, y conlleva una sorpresa. Por ello, firmaría
lo que escribió Oliverio Girondo en uno de sus membretes: “La poesía siempre es lo otro, aquello que
todos ignoran hasta que lo descubre un verdadero poeta”. Y los poemas han de resultar originales también
para uno mismo. Nos encontramos con ellos como con una luz entre los dedos.
Era Cernuda quien decía que había escritores que creaban su propia tradición. Ajenos a influencias,
es sólo de una manera muy laxa como podrían inscribirse mis poemas en una.
¿Qué le gusta de lo que han dicho los críticos (cítelos) de su poesía?
Aparte del bello ensayo que el hispanista Giuseppe Bellini ha dedicado a mi poesía, citaría los testimonios
espontáneos de varios escritores: “Muy pocas veces me produce alegría contestar a los autores que me
envían sus obras. Este es un caso distinto. Me hace feliz escribirle porque su libro Hospital de inocentes es
muy bueno y de manera misteriosa siento que coincide con mi estado de ser cuando estoy escribiendo”
(Juan Carlos Onetti); “Matilde me ha leído algunos de tus poemas. Son magníficos” (Ernesto Sábato);
777 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
“Envidio la fuerza de su verso” (Miguel Delibes); “sus
poemas de Hospital de Inocentes, tan hondos y
hermosos” (Camilo José Cela); “salen de un pozo muy
oscuro y verdadero” (Carmen Martín Gaite).
¿Tiene idea de su público? Alguna anécdota
relacionada con su poesía.He escrito siempre sólo
que para mí mismo, por necesidad íntima, y lo he
hecho desde una profunda soledad y un independiente
silencio absoluto, por lo que la idea de público resulta
así ajena a mi actividad de creación, y en cierto modo
hasta extraña a ella. En “No volveré a ser joven”, su
poema preferido, Jaime Gil de Biedma escribe unos
versos que me parecen de una gran grosería moral y
me resultan horrorosos: “-como todos los jóvenes, yo vine/ a llevarme la vida por delante.// Dejar huella
quería/ y marcharme entre aplausos”. Es lo último que yo querría, y, de hecho, tengo un breve poema
antitético, escrito a los veinte años y en el que me reconozco por entero. Se titula “Único motivo (y
verdadero) de mi silenciosa, continua retirada”, y dice así: “Me aplaudían, y nada hay más molesto”.
Así, mi poesía no ha necesitado del público para nacer y existir, ni ha pensado en él, ni se ha
desgañitado por buscarlo. Pero pasa el tiempo, y los poemas se van divulgando. Es algo que va por su
cuenta. No tengo una idea precisa de cuál es mi público, pero quizá sea variado, según señalan los
comentarios, referencias y citas que se cruzan. En principio esta divulgación, aunque insospechada y
sorprendente, resulta agradable. No diré, como Cernuda, que el público es el burro de Ocnos, que siempre
quiere más juncos trenzados, pero sí que de vez en cuando me doy una vuelta por internet y que a veces
no salgo de mi asombro.
¿Cómo ve la relación de su poesía con sus otros oficios o actividades?
Una parte esencial de mi poesía está escrita sin poder dedicarme a escribir. Las dificultades pueden no ser
buenas para la presión arterial, pero, a la vez que impedimentos, pueden en cierto modo resultar
estimulantes para la creación, que se convierte, entonces, en un reducto de libertad especialmente
preciado y en el que nos volcamos algo clandestinos pero con pasión e intensidad, aspecto que en cierta
medida se pierde en una mayor acomodación. Puede no ser una mala forma de realizar una tarea, y de
cumplir con un destino. Aunque, en principio, debería resultar más propicio dedicarse a una actividad
relacionada con la literatura; otras actividades impuestas pueden frustrar o hacer variar proyectos,
dificultar y agredir una vocación. En uno de mis poemas narrativos aparecen unas novelas que quedan
abandonadas sobre el radiador: es un dato cierto, y el tipo de impulso que las alentaba quizá pervive de
algún modo en esa serie y clase de poemas, cuya materia en principio podría haberse también encarnado
en cuentos. (Salvador Espriu achacaba a su trabajo el no poder dedicarse a la narrativa larga. Entonces
hubiera sido, según Pla, el mayor escritor. Pero quizá no habríamos tenido sus poemas. O quizá sí -más sus
novelas). He sido unos años profesor de la Facultad de Derecho, y desde algunos más lo soy de la de
Filología. La creación se sitúa en un reducto tan íntimo de uno mismo, tan en sus adentros, que puede
pervivir de algún modo intocada, aparte del trabajo.
El Ciervo, núm. 672, marzo de 2009
888 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
ttteeessstttiiimmmooonnniiiooosss
EEELLL TTTAAAXXXIIISSSTTTAAA QQQUUUEEE NNNOOOSSS lleva hoy a mi madre y a mí a su rehabilitación diaria tiene en el asiento delantero y al lado suyo un libro de poesía de la editorial Lumen: Viaje al amor, de William Carlos Williams.
Estos días yo me siento delante, porque mi madre
se ha caído y se ha roto de mala manera del brazo y la han operado
y tiene difíciles aún sus movimientos y así le ayudo
a entrar y salir, abrir y cerrar la puerta. Pero esta vez no me atrevo a que el taxista vacíe su asiento delantero. Porque la poesía, aun en los peores momentos, siempre ha de respetarse. La poesía no puede tocarse. No puede tocársele ni una coma, ni un suspiro. William Carlos Williams es un poeta que me
gusta, y este taxista tiene todas mis simpatías. Pero lo que digo es
general. La poesía siempre es sagrada y no podemos
vulnerarla. En su verdad es como está más pura la vida. ***
MMMAAANNNAAA LLLAAA FFFUUUEEENNNTTTEEE DDDEEE LLLAAASSS PPPAAALLLAAABBBRRRAAASSS y destilan mi sustancia. La vida es una araña. No sé porqué lo digo, porque la vida es sobre todo esa fuente, esas palabras. Pero en los versos aparecen cosas impensadas. Me paro un momento y me siento en un café. Miro a través de sus grandes ventanales. (Qué suerte. Esto es ser un buen café). Quiero decir limpio, decir sencillo. Es un deseo muy hondo y verdadero este que tengo y ya lo he dicho. Ahora tomo café, descanso. Será sólo un rato.
La fuente volverá a manar con sus palabras. A cada momento en ellas me asalto, me adivino. La vida es esta
araña que dije y que me pareció no tener mucho sentido. Me teje silenciosa tras mis palabras y –no sé si lo digo bien- al final de la muerte está la espera. ***
PPPAAARRRAAA UUUNNN VVVEEERRRDDDAAADDDEEERRROOO PPPOOOEEETTTAAA ,,, TTTOOODDDOOO MMMOOOMMMEEENNNTTTOOO
DDDEEEBBBEEERRRÍÍÍAAA ser poético, dice Borges en un libro de
Diálogos. Me parece añade que no sabe si esto es posible
o si sería sencillamente soportable. En estos días de
marzo así están siendo todos mis momentos. De modo continuo, sin descanso. El alma y la mano trabajan, es una manera de decir, porque el arte es un destino y no un trabajo. El alma, la mano, el corazón y la mirada se entrelazan los dedos en los versos y los ven en las esquinas y los adivinan más allá de las ventanas y en el árbol y en la nube y en el pájaro y así en todo momento, que es poético. La vida puede tener esta intensidad, este misterio. Estos días de marzo son el acta que de ellos levanta. Los poemas están, no engañan. ***
SSSOOOYYY QQQUUUIIIEEENNN SSSEEE CCCOOONNNOOOCCCEEE YYY AAASSSIIIEEENNNTTTAAA SSSOOOBBBRRREEE EEELLL
AAALLLBBBAAA ... Soy una esperanza, una mañana. Soy la noche que en ellos canta. Soy un camino que lleva a la nada. Adioses siempre como barcos de sus puertos zarpan. Soy este olvido que cultivo y en el que me
hundo, diminuto. Soy canto, soy espera, soy agua. Dime si algo de esto para vivir te basta.
999 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
***
LLLAAA NNNOOOCCCHHHEEE MMMEEE
CCCOOONNNSSSTTTRRRUUUYYYEEE ,,, MMMEEE DDDAAA
FFFOOORRRMMMAAA ... SSSOOOYYY DDDEEE LLLAAA
NNNOOOCCCHHHEEE ... Todo es noche. Creo que he hablado de ella en palabras previas pero poco más hay que decir sino que, simplemente, constituye al mundo. Alienta tras el paso de
los días y a la nada se avecina. Al hombre cerca, le da medida. No tengo particular inclinación o
deseo de ahondar en sus misterios. Pero extiende sus
manos de esparto sobre el tiempo y lo penetra. Todo es noche. ***
EEELLL IIINNNSSSEEECCCTTTOOO PPPEEEQQQUUUEEEÑÑÑOOO YYY PPPEEERRRDDDIIIDDDOOO PPPOOORRR EEELLL
MMMOOONNNTTTEEE ÚÚÚLLLTTTIIIMMMOOO ... No mucho más es en la vida el hombre, oscuro. Oscuro y malherido y devorado por el tiempo y
el olvido. Hoja seca, rama partida, arroyo también seco,
insecto pequeño y seres ya gastados, diminutos, van dándose en
él la mano y trenzando con el paso de los días su destino. Ese monte último es la nada o Dios acaso, una moneda que siempre cae de canto y fija así se queda sobre los raíles del tiempo. Allí nos perdemos. Allí vivimos. El hombre es siempre un fuego último, secreto. ***
TTTRRREEENNNEEESSS QQQUUUEEE NNNOOO VVVAAANNN AAA NNNIIINNNGGGÚÚÚNNN SSSIIITTTIIIOOO ,,, TTTRRREEENNNEEESSS poblados de vida y de cansancio, trenes
últimos. Continuamente los despido desde andenes sin destino. Nunca hay nadie. Es una escena que repito. Pero yo me hiero,
me maldigo, de semejante modo pueblo mis sueños y mis días de esos trenes sin destino. Trenes perdidos, trenes últimos. La vida es también ir en esos trenes, en algún momento de descuido en ellos
subirnos y ya todo es pérdida, extravío. Ha sido un
momento, pero la vida ya va por ellos conducida. La
empeñamos en fingir que la ignoramos o soportamos con
olvido. Pero todo trayecto al final es último, verdadera la imagen del tren que no va a ningún sitio. Esa verdad no es amable y no nos gusta. Pero en ella nos marchamos un poco más cada día, en ella en verdad vivimos. Adiós y olvido. ***
HHHEEE HHHAAABBBLLLAAADDDOOO DDDEEE LLLAAA IIINNNFFFAAANNNCCCIIIAAA EEENNN AAALLLGGGÚÚÚNNN SSSIIITTTIIIOOO ... Hay mucha literatura sobre esto, pero yo sólo
la he orillado o apuntado. La infancia es pozo secreto que sustenta el mundo, aire que entonces puro
respiramos y de algún modo aún nos acompaña, raíz muy
última de nosotros mismos. En los compases más
altos de la vida la infancia perdura. Todo es infancia. Hoy quería decirlo de un modo sencillo pero también claro, definitivo. En ella hundo mis raíces, estoy de su tierra y sus recuerdos vivos. Entre las manos, si la acaricio, tiene el mundo menos olvido. ***
DDDIIIOOOSSS EEESSSTTTÁÁÁ EEESSSCCCOOONNNDDDIIIDDDOOO YYY SSSEEE PPPIIIEEERRRDDDEEE EEENNN EEELLL
OOOLLLVVVIIIDDDOOO ... Nos ha dado la vida para que lo encontremos
en sus caminos y le seamos de ayuda. A veces aparece en ellos
como un mendigo. Hay que saber reconocerlo. Hay que darle la
mano, sacarle del zurrón algo de queso y pan y
compartirlo.
111000 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
Darle también un poco de vino. Cuando lo encontremos
hay que pararse para darle compañía y aliento en su camino.
Si no estará cada vez más perdido. También podemos encontrarlo dentro de nosotros
mismos, en el fondo del corazón, en sus tierras últimas. En la noche
y en la sombra pero también en el alma y en la luz. Como el
agua fresca que reclaman. Podemos encontrarlo adentro y
hemos de hacer lo mismo: ofrecerle vino, darle
abrigo, serle compañía y en nosotros seguir su misterioso, singular
latido. ***
PPPOOORRR OOORRRDDDEEENNN DDDEEE AAAPPPAAARRRIIICCCIIIÓÓÓNNN::: AAASSSÍÍÍ EEESSSTTTAAARRRÍÍÍAAA BBBIIIEEENNN
PPPOOONNNEEERRR los poemas que estos días escribo, seguidos y al hilo de como me salen, de la rueca de la poesía de su luz. Rueca antigua que de nuevo las palabras hila. Al empezar a desatarse ésta y los poemas ser cuantiosos he comenzado también a numerarlos, para que
ese orden de aparición no se pierda. Porque quizá sea una indicación, un signo. Quizá, sí, estaría bien juntar las
palabras en el orden en que han surgido, según la
sucesión en que han brotado, agua oscura y clara. Así los poemas van seguidos, se suceden en sus motivos y en sus ritmos, se completan y persiguen en su música. De un poema nace
otro, a veces son poemas por un mismo latido
hermanados, y el orden de aparición permitiría ver cuánto
tienen de música que se entreteje y se anuda (he utilizado ya
estos verbos, pero son precisos) y se entrelaza y vuelve en sus motivos. Al fondo
de esta música está la poesía. La poesía es un fondo de agua
marina.
La poesía es también una gruta en la que sin señales ni linternas ni equipo yo me adentro. La poesía es madriguera, fuente que mana, latido que puede seguirse tal y como va saliendo. Ya lo he dicho pero quiero repetirlo:
la poesía es un fondo de agua marina. En él me adentro, navego y crezco. Sobre sus pasos desando el tiempo y también avanzo. Respira
el mundo y se cifra la vida. En este fondo me sucedo, me hallo. Sí. La poesía es un fondo de agua
marina. ***
NNNOOO RRREEESSSPPPOOONNNDDDEEESSS AAA MMMIII AAAMMMOOORRR YYY EEESSS OOOSSSCCCUUURRROOO EEELLL
MMMUUUNNNDDDOOO ... El latido de los días se agazapa entre la sombra. He perdido las llaves de la casa de mi infancia, de la casa en que nací y que era un río que para mi vivir natural fluía. La casa que a mi corazón se
acompasaba. No está ya, la he perdido. He perdido las llaves, tu amor, la casa. Y yo quiero amor y no lo oscuro. Pero el mundo es así, casi negro, casi fiera, casi olvido. Con su pisada
grave sobre la nada me borra y me sepulta ***
EEESSSTTTOOOYYY EEENNNCCCEEERRRRRRAAADDDOOO EEENNN UUUNNN AAAMMMOOORRR y soy su cifra. Estoy en una esquina de la vida. Estoy en el olvido. Alguien me metió en un cofre que encontró
precioso y lo ha perdido. Era la cifra de ese amor, en el que estoy, he estado, pero ya no vivo. Porque el tiempo se persigue a sí mismo y de la noche son sus pasos. El olvido en el que estoy del todo me ha engullido. Si desierto ha sido tu amor, también la vida he perdido. No estoy en ningún sitio,
111111 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
sino, acaso, en el recuerdo de un olvido. ***
EEELLL MMMAAARRR EEESSSTTTÁÁÁ AAALLL FFFIIINNNAAALLL
DDDEEE AAALLLGGGUUUNNNOOOSSS NNNIIIÑÑÑOOOSSS ... Habita su corazón y es quizá su brújula, su respiración, su ritmo, su latido. El mar está al final
de todo lo que resplandece en esta vida. El mar es una infancia. El mar es la libertad, la
música. Yo quiero ser el mar que te encuentre y te
adivine cuando se despierte la mañana y en tu alma su ritmo seguir, como un niño que al final o en su corazón lo cifra. ***
RRREEECCCLLLIIINNNOOO LLLAAA CCCAAABBBEEEZZZAAA YYY EEELLL AAALLLMMMAAA EEENNN EEESSSTTTEEE PPPOOOEEEMMMAAA ... El poema es ligero, y en él el alma tampoco
pesa, porque en él se canta. El alma canta en el
poema. Quizá como mármol en él se esculpiera, pero
también debería ser mármol ligero, un mármol vivo y que fuera sólo espíritu. El alma se cifra en las palabras. Como las formas que Miguel Ángel sabía ya
dentro del mármol, las palabras están ya en la lengua. Dentro de
ella, y yo tengo que encontrarlas. Este es mi deber, mi tarea. Yo no invento, descubro sólo. Descubro lo que en Dios o la lengua para mi
corazón ya está cifrado. La vida tiene aún más extraños destinos, pero
éste es uno: encontrar palabras a través de su música, despertarlas desde el adentro para que se
encuentren dormidas y hacerlas poesía. Cada día empieza otra vez
este destino.
PPPAAARRREEECCCEEE QQQUUUEEE YYYAAA NNNOOO HHHAAAYYY SSSEEECCCRRREEETTTOOOSSS PPPOOORRR DDDEEECCCIIIRRR ... Pero, si el arte es verdadero, el misterio
perdura. En nosotros continúa, y en sí mismo. Es
siempre plural enigma, imprevisibles caminos que como semilla en las palabras contenía. Si el alma se jugó la vida en ellas una música no se acaba en los poemas. ***
MMMEEE EEENNNCCCUUUEEENNNTTTRRROOO EEENNN EEELLL PPPAAASSSOOO DDDEEE LLLAAASSS NNNUUUBBBEEESSS y me escondo en el poema, o me escondo en el paso de las nubes y el poema es donde me encuentro. Así empiezo, así termino. Las palabras sobre el alma se
suceden y se anudan, desde su música, de la que ya he dicho tantas cosas, como que es extraña y es única y a la vez clara y oscura, extremos que por ser ciertos repito y a los que añado que es precisa. Sobre su propio precipicio sin vacilar en ni uno solo de sus pasos camina. Me encuentro y me escondo en las nubes y el
poema, en sus formas maravillosas, sucesivas. Dios acaso en ellas me dibuja con mi rostro más
verdadero. Las letras de mi nombre unen y conforman. En sus formas y su música con libertad lo
dicen. Yo estoy al fondo de todo, al fondo de nubes y
poemas, de su música, y Dios está también al fondo, aún más hondo, manantial que sigue sus propios caminos y en el arte también se transfigura. ***
LLLAAA CCCAAALLLLLLEEE SSSÓÓÓLLLOOO PPPUUUEEEDDDEEE SSSEEERRR EEENNN LLLIIIBBBEEERRRTTTAAADDD
RRREEESSSPPPIIIRRRAAADDDAAA ... Abandonarse a su trazado espontáneo en los
paseos, a los recodos que la ciudad sólo para nosotros
guardaba
111222 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
y como nuevo aire al doblar una esquina nos muestra. La ciudad es también alma. En la ciudad alentamos. Sobre esta ciudad transito, vivo y muero. En esta ciudad quiero olvidarme y esconderme,
filtrarme por la rendija de una sombra que se proyecte sobre una casa modesta de su casco antiguo. A veces quisiera no tener
nombre. En mi vida o esta ciudad no quiero ser por
nadie sorprendido, saludado, visto. De mí mismo a mí mismo
camino, como Lope, que a las soledades iba y de las soledades venía, como es sabido. Así, con mi nombre sólo por mí conocido, quiero recorrer esta ciudad y atravesar la vida. Como un tren que circula por una vía
desconocida. ***
UUUNNNAAA CCCAAANNNCCCIIIÓÓÓNNN AAANNNTTTIIIGGGUUUAAA QQQUUUEEE SSSEEE HHHAAACCCEEE AAASSSTTTIIILLLLLLAAASSS ... Tiene un estribillo pegadizo y ya sólo lo tararea el olvido, cuando está de buen
humor, como en domingo. Una canción sobre el
recuerdo hecha astillas y así mi amor, hacia ti compuesto, hacia ti tendido, como unas manos
o unas albas que tejieran esa canción para ti sólo nacida y que el viento te la susurrara en cualquier
momento huérfano, al doblar la esquina. Mi amor era una canción. Pero tú la has hecho astillas. ***
TTTOOODDDOOO EEESSS TTTRRRIIISSSTTTEEE SSSIII NNNOOO HHHAAAYYY CCCAAANNNTTTOOO ,,, pero también el canto es triste. Del hombre es el último linde. Allí me llego, allí me consumo,
allí me acabo. En ese final comienzo. Y todo es triste en ese canto y sin él todo es muy triste. El hombre entona perdido un estribillo que escondió de las fauces del olvido. El canto sigue, persiste. Y es muy triste.
***
LLLLLLEEEGGGAAARRRÁÁÁ UUUNNN DDDÍÍÍAAA EEENNN QQQUUUEEE TTTOOODDDOOOSSS LLLOOOSSS NNNOOOMMMBBBRRREEESSS
SSSEEERRRÁÁÁNNN DDDIIISSSTTTIIINNNTTTOOOSSS ,,, y nada nos recuerde adonde vivimos. Nada
dirá la infancia, ni el patio del colegio, ni el amor de
los padres, ni las aventuras, ni los juegos, los hermanos.
No quedará nada. Porque las cosas son sus
nombres. La vida es siempre la forma en que se la
nombra. -En esa forma se la congrega y se recuerda-.
Pero llegará ese día en que todos los nombres serán otros, y
nuestro tiempo se habrá roto, como un juguete viejo que en el
desván acumula polvo, y nuestra vida será nada más un pozo cegado,
seco. ***
LLLAAA OOOSSSCCCUUURRRIIIDDDAAADDD TTTIIIEEENNNEEE SSSUUUSSS NNNOOORRRMMMAAASSS ,,, LLLAAASSS
MMMÚÚÚLLLTTTIIIPPPLLLEEESSS oscuridades que te nombran. Y no debes romperlas. Pide ser dicha con precisión, sin vacilar un momento seguido su ritmo, registrar exacto su latido. Has de seguir su sinuoso o brusco curso con instrumento de
111333 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
médico o de músico o acaso un escalpelo, y en tu corazón aventarla cual ceniza que perdura, no se acaba, mientras la vida dura. Las oscuridades tienen sus normas y nos nombran. Hemos de retratarlas
desde dentro y respetar las tierras en que se asientan. De algún tiempo que también nos dice son la suma, la cifra, la cisterna, que el olvido
llena y en silencio un día se termina. ***
EEELLL PPPOOOEEEMMMAAA QQQUUUIIIZZZÁÁÁ AAACCCAAABBBAAA CCCOOONNN UUUNNN SSSEEENNNTTTIIIDDDOOO
DDDIIISSSTTTIIINNNTTTOOO AAA AAAQQQUUUEEELLL CCCOOONNN QQQUUUEEE EEEMMMPPPEEEZZZAAABBBAAA ,,, pero en la vida y el poema esto ya pasa. Tienen
sus repechos, sus meandros, sus contrasentidos e impulsos
equivocados. El hombre se encuentra siempre a medio
camino de algún sitio y nunca recuerda hacia dónde ha de retomarlo. Tiene una fruta entre las manos. Quizá es el
amor, o el alba que guarda también en ellas y
conserva limpia y pura para dársela a ella, si le espera. Pero no hay
sentido claro. Está en medio del camino y ningún pájaro lo
orienta. El hombre es viento, viento que pasa y las
hojas levanta. En las hojas la vida duerme y está exacta. Son hojas resecas. Hace mucho que no saben del
agua. El viento no se pierde nunca porque no tiene
caminos, está siempre perdido o llega a todos sitios. El
hombre
es viento, la luna que lo acompaña, un animal pequeño que ya no se sostiene en su espera, a veces un destello en la sombra o el camino, esa sombra y ese viento que las hojas alborotan. Son ligeras, lo dije,
están secas. Al hombre el agua del alma se le acaba. Dije
que es viento simplemente porque el viento esparce su
recuerdo. El hombre está allí, a medio camino de ningún
sitio, y sólo el viento de él da noticia y lo recuerda. ***
LLLAAA NNNOOOCCCHHHEEE EEESSS SSSIIIEEEMMMPPPRRREEE AAALLLBBBAAA ... EEENNN LLLAAA VVVIIIDDDAAA ,,, que es o puede ser la dicha, también está el
infierno. Esto es del todo cierto. El principio de no
contradicción, que asegura que una cosa no puede ser a la vez ella misma y su contrario, y que es eje
filosófico, se utiliza en los juicios y mi padre recordaba que a su tío jesuita le hicieron jurar en Roma siempre defenderlo no funciona en realidad, desde una perspectiva
profunda del sentir y de las cosas. La noche es alba y vivir también infierno. También el amor puede ser agua y la fiera que en ella se abreva. Así vivimos, así palpita el tiempo y somos en él su aliento. Cómo pueda ser esto en verdad es un misterio. Pero como una herida es cierto, y como ella viene a mis versos.
111444 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
zzzooonnnaaasss
UUUNNNAAA PPPOOOEEESSSÍÍÍAAA PPPAAARRRAAA EEELLL CCCAAANNNCCCIIIOOONNNEEERRROOO::: MMMAAARRRÍÍÍAAA EEELLLEEENNNAAA WWWAAALLLSSSHHH (((111999333000---222000111111))) JJJooorrrgggeee AAAuuullliiiccciiinnnooo
En las tres últimas antologías importantes de la
poesía argentina, María Elena Walsh está incluida,
mayormente con canciones. Se trata de Los cien
mejores poemas de la poesía argentina, de Juan
Carlos Martini Real (Corregidor, 1974), la ambiciosa
recopilación en tres tomos que Raúl Gustavo
Aguirre realizó para la librería Fausto en 1979, y la
reciente 200 años de poesía argentina de Jorge
Monteleone, publicada por Alfaguara. Martini Real,
como ahora Monteleone, no hicieron diferencias
entre canciones y poemas, y también incluyeron
letras de tango en sus compilaciones, aunque no
demasiadas letras de canciones de otros géneros
populares. Es claro que María Elena Walsh recurrió
a la baguala, al carnavalito y a otros ritmos
folclóricos para su cancionero infantil. Pero pocas
letras del cancionero folclórico figuran en las
antologías de poesía argentina. Walsh, o por su
enorme popularidad en las capas medias de la
población urbana, o por la modernidad de su
inspiración, basada tanto en la literatura paradojal
de Lewis Carroll como en la imaginación del coplero
(El pobre del armadillo / ‘ta muy malo en su
aposento / arreglando sus cositas / haciendo su
testamento), obtuvo el privilegio de que sus letras
estuvieran junto a grandes poemas de la literatura
argentina, un lugar que no tuvieron “La tristecita”,
de María Elena Espiro, “La nochera”, de Jaime
Dávalos o “La telesita”, de Agustín Carabajal, así
como tampoco las antiguas coplas anónimas que
ella misma cultivó: “aquel –diría su compañera,
Leda Valladares– canto milagroso que habita en los
ranchos y montañas del norte argentino”. Las letras
que hicieron populares a María Elena son a la vez
modernas y antiguas, europeas y americanas: la
imaginería y el ritmo folclórico guardan misteriosas
semejanzas en los dos continentes. Pero la Walsh
era también una estupenda poeta literaria, formada
en la poesía tradicional española y luego marcada
por los cambios de lenguaje y ritmo de mediados
del siglo XX. Sólo una enorme cultura podía
alimentar esa enorme popularidad. En el trasluz de
su figura y de su cancionero está su dimensión
poética mayor.
Eñe, supl. de Clarín, 14 de enero de 2011
CCCOOOMMMOOO LLLAAA CCCIIIGGGAAARRRRRRAAA
TTTAAANNNTTTAAASSS VVVEEECCCEEESSS MMMEEE
MMMAAATTTAAARRROOONNN ,,, tantas veces me morí,
sin embargo estoy
aqui
resucitando.
Gracias doy a la
desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.
Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui
sola y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo
pero me olvidé después
111555 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
que no era la única vez,
y volví cantando.
Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás,
tantas noches pasarás
desesperando.
A la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando.
AAAHHHOOORRRAAA
AAAHHHOOORRRAAA CCCOOOMMMOOO UUUNNN ÁÁÁNNNGGGEEELLL AAAPPPAAARRREEECCCEEESSS y me rodeas sin decirme nada.
Ángel que yo cuidara tantas veces
sin saberlo, callada.
En todo lo que miro permaneces
como el aire feliz de la mirada.
Me parezco a tu ausencia y te pareces
a mí resucitada.
Porque viniste cuando me moría
a devolverme a vivas caridades;
porque mi noche muda se hizo día
por gracia de tu voz iluminada,
en esta eternidad con que me invades
yo que no era, soy tu enamorada.
***
LLLEEEZZZAAAMMMAAA LLLIIIMMMAAA::: CCCIIIEEENNN AAAÑÑÑOOOSSS QQQUUUEEE SSSOOONNN DDDÍÍÍAAASSS PPPllliiinnniiiooo CCChhhaaahhhííínnn
La poesía es un acto imaginario, multiplicador y
diverso. La poesía cuyo terreno no es la realidad,
sino, lo imaginario—la realidad de lo imaginario--,
busca en el mundo de la imaginación, las regiones
que están entre la fantasía cruda, mecánica (el
“fantaseo”), y las que desaparecen más allá de las
últimas terrazas
visibles. Busca una
imaginación que, no
obstante ser
espontánea por el
mecanismo mismo
que la produce, puede
tener un sentido
cuyas claves no sean
exclusivamente
individuales, una imaginación que remita
continuamente al mundo. Entre las noches
profundas del racionalismo y la imaginación, la
poesía pretende encontrar un fragmento de lo
simbólico, tan nítidamente rescatado y brillando
con una luz tan propia, que induzca a lo real a
parecérsele, que induzca a la vida en situación de
transformar el arte, a crear, una nueva visión, tanto
del poema como de la vida misma.
Tal es la preocupación del poeta cubano José
Lezama Lima (1910-1976). Su objetivo no es
esclarecer un misterio, para que este se vea
reducido, empobrecido, a una verdad clara y
distinta. Lo que preocupa a José Lezama Lima es el
“eterno reverso enigmático” del mundo. En su libro
La fijeza (1949), hay varios poemas en prosa que
tratan de este tema, el cual, por cierto, se inscribe
dentro de una concepción católica del mundo.
Desde el momento—dice en uno de ellos—en
que Dios (“el principio”) pareció separarse de lo
Otro, los hombres se han dividido en dos grupos:
“los que creen que la generosidad del Uno
engendra el par, y los que creen que lo lleva a lo
Oscuro, a lo Otro”. Lezama, por supuesto, comparte
más la segunda creencia. El advenimiento del
Cristo—que vino a traer la guerra y no la paz, nos
recuerda, casi como Unamuno—trastocó las
perspectivas habituales. Con él “se ponían
claridades oscuras. Hasta entonces la oscuridad
había sido pereza diabólica y la densidad
insuficiencia contenta de la criatura”.
La poesía, según Lezama trastrueca también esa
simetría de opuestos. La poesía nace de la
resistencia que encuentra el “súbito” (la imagen) al
111666 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
querer penetrar en lo “intensivo” (lo real). Pero,
advierte Lezama, en el mundo de la poiesis, la
diferencia física, “la resistencia tiene que proceder
por rápidas inundaciones, por pruebas totales que
no desean ajustar, limpiar o definir el cristal, sino
rodear, romper una brecha por donde caiga el agua
tangenciando la rueda giradora” o como lo dice en
otro poema, de manera más elíptica pero quizás
más eficaz y sorprendente: “el dado mientras gira
cobra el círculo,/pero el bandazo es el que le saca la
lengua al espejo”.
Parece, pues, evidente: la poesía no es tanto
esclarecimiento como revelación, ese instante en
que la imagen nos pone ante una totalidad, en que
ese “bandazo” rompe con la “embriaguez viciosa del
conocimiento” y nos hace vivir, ver el esplendor.
Aun podría añadirse: la revelación, pero del
misterio mismo. No hay claridad separada del
misterio: revelar es también velar para que lo
irreversible encarne, sea inteligible en el cuerpo
mismo de su oscuridad.
En la base de la poética de Lezama están los
conceptos de lo maravilloso, de la contemplación
asombrosa, de lo sobrenatural, mágico, religioso.
Sustituye el concepto griego de metamorfosis (aun
cuando los modos estéticos griegos y especialmente
homéricos pesen tanto en su obra) por el concepto
católico de transfiguración. Así, para Lezama, el
alma, el espíritu, y su forma más aprenhensible,
imagen, se vuelven sinónimos de poesía. La poesía,
en él, es la forma de la espiritualidad y de la
religiosidad, porque la poesía es lo maravilloso, lo
sobrenatural, lo mágico. De ahí que se relacionen
estrechamente, en su sistema misterio y poesía. Lo
que provoca esta fórmula “la poesía como misterio
clarísimo o, si usted quiere como claridad
misteriosa”.
La visión de Lezama no es la agustiniana del
hombre buscando a Dios en su interior, sino, según
Cintio Vitier, utilizando el sello de la semejanza, la
capacidad creadora que en él es la potencia
imaginativa, “para llenar ese retiramiento, ese vacío
que se abre entre el ascendere (uno primordial,
diada de participación, ternario que gana el
testimonio) el
redondear en la
tetractis de los
pitagóricos el venerable
bostezo de lo extenso
(reposo del
séptimodia), y el
descendere órfico del
septenario”, aparición
del ritmo y de la
imagen, interpretada
en relación con el
descenso del Ser a los infiernos, que es, en
definitiva, el espacio de la caída. Ahora bien, esto
supone un desgarrón, una ruptura, una hostilidad,
mientras que la intuición clásica del catolicismo, de
Dante a Claudel, consistía en sentir esa región
dolorosa como un espacio, a pesar de la caída y
como a través de ella, comunicativo y resonante.
Luz y aliento que permiten la transformación
incesante. Una vez más lo que define la poesía de
Lezama es su sincretismo donde orfismo, alquimia,
taoísmo, catolicismo o gnosticismo parecen enlazar
en su intento de ilustrar una visión del mundo y
una poética. Así encontramos en su libro
Fragmentos a su imán (1977) la noche órfica en su
capacidad generatriz. Hesíodo la llamaba la madre
de los dioses por su creencia, griega, de que
precedía la creación de todas las cosas. En Lezama
se asocian el mito órfico y su realidad de asmático,
que le impide conciliar el sueño, para hacer de la
noche el momento “propicio y mágico” para la
creación: “noche monosilábica/con sílabas que
avanzan hacia una fruta”. Noche germinadora que
trae la calma y multiplica el sueño.
Desde el gnoscitismo de Muerte de Narciso
(1937) hasta la visión órfica de Dador (1960), la
poesía de Lezama sitúa al hombre en lo que Cintio
Vitier ha llamado “los dos confines”: lo estelar y lo
oscuro; lo puro y lo siniestro. El bien y la ausencia
que hacen que “los demonios y los ángeles se
escondan sonriendo”. Es el mismo hálito que se
disuelve en el espíritu y que el taoísta transforma,
dentro de sí mismo, en el elíxir de la vida.
111777 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
Todo el universo literario de Lezama—se
comprende entonces—parte y regresa
continuamente desde y hacia la poesía: es su
intimidad con ese territorio donde las palabras
mueren incesantemente para resucitar la que
apuntala el resto de su producción en prosa; la que
hace que hasta el más banal de sus comentarios se
someta a la sabiduría analógica, establezca secretos
pactos con el desordenado orden de la creación.
Como los grandes místicos, como los anónimos
poetas sufíes o los creadores de las Upanishads,
Lezama sabe que el fin último del lenguaje es el
escamoteo de las esencias, la magnificación de lo
innombrable por ese perfecto ejercicio de la agonía
que está implícito en toda aventura sustantiva:
nombrar a la Divinidad es una tarea sin destino
posible, ya que el nombre es el velo que la cubre
antes que la acción que la desnuda.
Y sin embargo, no debe creerse que la base
ideológica católica, la versión órfica de la poesía, la
visión de cierto visionarismo onírico, la convicción
sustantivista del acto poético; no debe creerse que
esta diversa familia que Lezama convoca desde su
barroca biblioteca lo condena simplemente a una
forma derivada del idealismo o del
trascendentalismo; tampoco, a una práctica
sustitutiva de la realidad y sus repertorios, y, mucho
menos a la especulación abstracta filosofante. Aquí
radica la complejidad real de su obra: en ella ocurre,
al mismo tiempo que aquellas resonancias de su
linaje poético, una proliferante presencia material;
y, por ello, el ejercicio de los sentidos y las
expansiones de la sensorialidad. Lezama no nos
propone otro mundo: “es este mundo lo que su obra
se propone reinterpretar, celebrar, significar.
PPPOOOEEEMMMAAA AAA LLLEEEZZZAAAMMMAAA LLLIIIMMMAAA PPPllliiinnniiiooo CCChhhaaahhhííínnn
LLLIIIMMMPPPIIIOOOSSS SSSUUUSSS LLLAAABBBIIIOOOSSS EEENNN LLLOOOSSS MMMÍÍÍOOOSSS su cáliz de bestia introdujo
El que hubo de morir en el instante
de su definición mejor
¿En éste por qué ha de morir?
Instante donde la imaginación percibe
el tacto ambiguo del deseo
moviendo sus abstracciones apolíneas
más profundas que bellas
como Epicuro tasó el placer en mil litros de
fuego
y Constantino se escondió en un vahído erótico
y sensual
que luego fragmentó en odios sueños
y tantísimos crepúsculos y espejos
Hoy que todavía es mañana y todavía hoy
Yo José Lezama Lima
he gozado tu miembro de búho entorpecido
***
AAANNNTTTOOOLLLOOOGGGÍÍÍAAA DDDEEE PPPOOOEEESSSÍÍÍAAA LLLAAATTTIIINNNOOOAAAMMMEEERRRIIICCCAAANNNAAA CCCOOONNNTTTEEEMMMPPPOOORRRÁÁÁNNNEEEAAA,,, SSSEEELLLEEECCCCCCIIIÓÓÓNNN DDDEEE PPPIIIEEEDDDAAADDD BBBOOONNNNNNEEETTTTTT... SSSaaannntttiiiaaagggooo EEEssspppiiinnnooosssaaa
Leemos antologías de
nuestro tiempo para
volver a sorprendernos.
Para viajar a través de las
palabras y vernos desde
afuera, como habitantes
de un mundo extraño. La
perspectiva podría
mostrarnos que no
éramos aquello que
creíamos ser; distinto era
el espacio que habitamos
a diario, sus calles y sus voces, distinto y poderoso
nuestro mismo lenguaje, usado y abusado hasta el
cansancio.
Quizás sea eso lo que nos pase con esta Antología
de poesía latinoamericana contemporánea,
preparada por Piedad Bonnett para la editorial
Norma: vuelve a conmovernos con lo que ya
conocíamos, como si asistiéramos a lo propio por
primera vez. Le mide el pulso a una tradición con la
mirada joven del que descubre.
El recorrido, que incluye dos poemas de cada
poeta, comienza con Oliverio Girando y César
Vallejo. Pasa por los grandes poetas del siglo XX
111888 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
como Eduardo Lizalde y Blanca Varela, Eliseo Diego,
por aquellos que de un tiempo para acá se han
vuelto imprescindibles: Coral Bracho o Aurelio
Arturo, Marosa Di Giorgo o Juan Manuel Roca, y
hasta rescata y redescubre voces espléndidas como
las del boliviano Jaime Sáenz o el cubano Raúl
Hernández Novás. La muestra termina con algunos
poetas nacidos en la década del sesenta.
No existe aquí la pedantería del que hace una
muestra rebuscada para su autismo académico. La
antología pretende, hasta donde puede, dar cuenta
de lo más representativo. Tampoco existiría un afán
de “americanidad” o de equidad geográfica. El libro
parecería mostrarnos que la mayor gracia de esta
poesía, entre el exilo y la dispersión de las estéticas,
la diversidad de las lecturas, es su sorprendente
cruce de caminos. Es más, en muchos casos
parecería que estos poetas, más que para
representar lo americano, encontraron en la
escritura una alternativa para tratar de sobrellevar
esta dureza atávica de nuestras sociedades y países.
Pero lo más importante es que en un mundo
acostumbrado a las lógicas de cuotas y de géneros,
convocatorias y pequeños grupos, lecturas
absolutamente necesarias pero donde puede que lo
que menos importe sea la poesía, la antología de
Piedad Bonnett volvería a recordarnos la
importancia del criterio. Que para el vértigo o el
viaje basta el poema. Incluso sospecho que a la hora
de la escogencia se privilegiaron aquellos poemas
“que andan solos”, que borran sus huellas de origen
para volverse propiedad del lector.
Como en toda muestra se podría discutir la
ausencia de muchos poetas insoslayables, la
escogencia misma de tal o cual poema. Pero esto es
apenas natural. No existe una selección unívoca, y
más en estos tiempos de permisos editoriales y
balcanización de los medios culturales. Tampoco
habría un libro lo suficientemente grande como
para dar cuenta completa de la poesía
latinoamericana, que es sin mayores discusiones
una de las tradiciones más variadas y fecundas del
planeta. Lo que hay que destacar de esta muestra es
que asume todos estos retos con frescura e
inteligencia.
Desde ya puedo imaginar a los lectores jóvenes,
entrando en los recintos de este libro como frente a
un desván de los fantasmas. Haciéndose lectores o
poetas en el asombro de estas voces extrañas que
en secretos los preceden, y que seguramente los
van a acompañar por siempre.
La antología tiene como lado B (“Cara y cruz”),
un texto de Juan Gustavo Cobo Borda detallado y
preciso, con más prejuicios que la antología pero
que puede ilustrar mucho al lector que comienza. A
pesar de que ambos lados no parecen coincidir del
todo, tanto en criterios como el carácter de la
mirada, del contrapunto nace un libro necesario.
Los ecos de todo continente reinventado una vez
más en sus registros lingüísticos.
www.revistaarcadia.com/opinion/critica/articulo/c
ruce-caminos/24220
***
EEELLL PPPOOOEEETTTAAA MMMEEEXXXIIICCCAAANNNOOO JJJOOORRRGGGEEE VVVAAALLLDDDÉÉÉSSS DDDÍÍÍAAAZZZ---VVVÉÉÉLLLEEEZZZ GGGAAANNNAAA EEELLL III PPPRRREEEMMMIIIOOO IIIBBBEEERRROOOAAAMMMEEERRRIIICCCAAANNNOOO DDDEEE PPPOOOEEESSSÍÍÍAAA HHHEEERRRMMMAAANNNOOOSSS MMMAAACCCHHHAAADDDOOO
l poeta
mexicano
Jorge Valdés Díaz-
Vélez ha sido
galardonado con el
I Premio
Iberoamericano de
Poesía Hermanos
Machado
convocado por el
Instituto de la
Cultura y las Artes
del Ayuntamiento de Sevilla (ICAS) y la Fundación
Caja Rural del Sur, en colaboración con la
Fundación José Manuel Lara.
Según se ha indicado en nota de prensa, la
delegada de Presidencia y Cultura del
Ayuntamiento de Sevilla, Maribel Montaño,
acompañada por los miembros del jurado, ha
anunciado este fallo cuya dotación es de 12.000
euros y que supone la publicación del poemario
presentado Mapa mudo en la colección Vandalia de
la editorial Fundación José Manuel Lara, con una
tirada inicial de 2 000 ejemplares.
El jurado ha estado formado por la profesora y
poeta Julia Uceda; el poeta y editor Uberto Stabile;
E
111999 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
el escritor y profesor
de la Universidad de
Sevilla y director de la
colección Vandalia de
la Fundación José
Manuel Lara Jacobo
Cortines; el editor y
crítico literario Ignacio
Fernández Garmendia;
y el vicerrector de la
Universidad de Huelva,
Manuel José de Lara.
Así, Ignacio
Cortines, en
representación del jurado, ha asegurado que la obra
premiada destaca por "su profundidad y coherencia
poética, por su multiplicidad de temas y escenarios
y por tener una voz muy personal que mantiene un
altísimo nivel a lo largo de todo el poemario". Al
mismo tiempo, ha asegurado que supone un libro
"de gran lucidez y de perfección formal".
Por su parte, la delegada ha destacado la "buena
acogida" de esta iniciativa, en la que se han
presentado 174 obras y la "alta calidad de los
finalistas". Montaño también ha querido agradecer
a los miembros del jurado "de gran prestigio" su
participación en la convocatoria de este premio que
"tiene vocación de permanencia" y ha anunciado
que la entrega del premio se realizará el próximo
mes de febrero en el convento de Santa Clara.
El ICAS convoca este premio, que nace con el
objetivo de promocionar la creación poética en el
ámbito iberoamericano, en el que la ciudad de
Sevilla reconoce un nodo central de su historia y su
presente. Además, el premio rinde homenaje a dos
de sus más insignes hijos, los poetas Antonio y
Manuel Machado, en el año en que la ciudad de
Sevilla asume la presidencia de la Red de Ciudades
Machadianas, abre sus puertas al mundo la Casa de
los Poetas de Sevilla, y se organiza la
correspondiente edición del Otoño Cultural
Iberoamericano promovido por la Fundación Caja
Rural del Sur.
Trayectoria del autor
Javier Valdés Díaz-Valdés nació en Torreón,
Coahuila, México, el 24 de septiembre de 1955. Ha
publicado 12 libros de poesía desde Voz temporal
(La Habana, FCBC, 1985) hasta Otras horas
(Santander, Cantabria, Quálea editorial, 2010).
Se le ha otorgado el Premio Latinoamericano
Plural (1985), el Premio Nacional de Poesía
Aguascalientes (1998) y el Premio Internacional de
Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana
(2007).
Parte de su obra está incluida, entre otras, en las
antologías: Ruido de sueños. Panorama de la nueva
poesía mexicana (México, El Tucán de Virginia,
1995); Cien años de sonetos en español (Madrid,
Hiperión, 2000); La coma de la luna. Antología de
poesía mexicana 1945-2005 (Bogotá, Común
Presencia, 2005); Tan lejos de Dios, poesía mexicana
en la frontera norte (México-España, coedición de la
Universidad Nacional Autónoma de México y Baile
del Sol (2010).
Como miembro del Servicio Exterior ha sido
Director del Centro Cultural de México en Costa
Rica y del Instituto de México en España, países
donde además fue consejero cultural. También ha
servido en las embajadas de México en Cuba y en
Argentina, y en el Consulado General de su país en
Miami, Florida.
www.20minutos.es, 10 de enero de 2011
NNNAAADDDIIIEEE
VVVOOOLLLVVVÍÍÍ AAA ÍÍÍTTTAAACCCAAA ,,, AAA SSSUUUSSS MMMÉÉÉDDDAAANNNOOOSSS de bruma evanescente, al sol
que la traspasa y a las calles
que mi memoria soñó hermosas.
Degusté el sexo de los higos,
la pulpa de un dátil, el cálido
resplandecer de la aceituna.
Fui un extranjero entre los míos.
Nadie advirtió que tras la máscara
tallada por la espuma, iba
yo, el heroico (ese mendigo
sin sombra que salió una noche
de lágrimas al mar) Ulises,
el pródigo en historias vuelto
del más allá de su leyenda.
Antes que el alba, regresé
a la costa y enfilé al sur.
No reconoceré los muelles
a donde vaya mi deliro.
222000 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
Sólo sabré que estuve en Ítaca
para reinar sobre mi espectro.
La Jornada Semanal,núm. 825,
26 de diciembre de 2010
EEELLL MMMÁÁÁSSS CCCOOORRRAAAZZZOOONNNAAADDDOOO JJJooorrrgggeee VVVaaallldddééésss DDDíííaaazzz---VVVéééllleeezzz
iguel Hernández,
viento del pueblo,
poeta autodidacta, natural
de Orihuela, pastor de
cabras, intelectual y
militante activo de las
causas de la democracia
que defendió en las zanjas
y en las trincheras de la
República quebrantada
fue, al decir de Claudio
Rodríguez, “el más
corazonado de los hombres”.
Su obra construyó el relámpago que, a un siglo
de su nacimiento, sigue deslumbrando a sus
lectores. En las dos orillas del Atlántico, Miguel
Hernández continúa siendo el rayo que no cesa de
iluminar una tradición que en él se renueva porque,
encima de los tópicos, mantiene vigentes su furiosa
frescura, su proximidad y cercanía.
Su lenguaje poético, tan novedoso en el
momento, por su relación directa con el mundo
rural y urbano; su participación en la convivencia
humana; su admiración por el Góngora más
culterano, además de su maestría en el dominio de
los metros clásicos; la dureza de su expresión, su
utilización de tantos términos no poéticos por
definición; su aspereza de barro con el que se
simbolizó y desde el que alzó el discurso de un
lirismo superlativo; su ética y compromiso
políticos; su trabajo en los frentes de batalla; su
dignidad incorruptible también en los presidios,
impregnan la acción de este enorme “corazonado”.
O, para decirlo en la tradición mesoamericana, de
este hombre “del corazón endiosado”.
Si bien sus primeras incursiones en las letras
fueron marcadas por los clásicos del Siglo de Oro,
Javier Díez de Revenga, uno de sus más prestigiados
estudiosos, apunta que cuando Miguel empieza a
formarse uno de los modelos literarios que sigue es
el de Jorge Guillén. También afirma que su primer
libro, Perito en lunas, de 1933, publicado en Murcia,
está influido por Cántico, de Jorge Guillén, publicado
cinco años atrás, en 1928.
Podríamos añadir que esta decisiva influencia,
como muchas otras adquiridas en su corta vida
literaria, fue un incentivo que, sin embargo, no
anuló la claridad expresiva de Miguel Hernández,
quien sólo en diez años consiguió consolidar una
voz poética personal y original. Ésta se afianza
sobre un tríptico existencial que lo acompañará en
su breve trayectoria, cuyos años de joven adultez
fueron marcados por el entorno de la Guerra civil y
sus posteriores períodos en la cárcel.
Poetas como Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia
han señalado además que la obra del gran poeta
orielense: “gira en torno a tres temas básicos: la
vida, el amor y la muerte. Estas tres heridas que
marcan al poeta son en realidad una sola a fin de
cuentas”; y cito: “Llegó con tres heridas:/ la del
amor,/ la de la muerte,/ la de la vida.//
Con tres heridas viene:/ la de la vida,/ la del
amor,/ la de la muerte.// Con tres heridas yo:/ la de
la vida,/ la de la muerte,/ la del amor.”
Después de estas doce líneas, nada se ha escrito
en nuestra lengua que no se hubiera apuntalado
sobre estos tres pilares y sus derivaciones. En ellos
se sostienen y confrontan la realidad existencial y
su significación íntima, a la vez que abierta y plural,
en el cuerpo de las letras contemporáneas. La vida
como pulsión del Eros que desafía a la muerte, y el
amor como sustancia y disparador de la conducta
humana.
Las penurias de los años madrileños, trabajando
en la editorial Espasa Calpe por un salario modesto,
le dieron la posibilidad de acercarse a diferentes
vertientes de la poesía de su época, superando con
mucho, en su producción propia, a las modas y
posiciones facilistas y cómodas de una comunidad
de autores a la que criticó por su indiferencia o
abierto rechazo, y por su falta de solidaridad.
M
222111 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
Una solidaridad
que defendió hasta
impregnar con ella los
actos de su vida, que
es decir de su obra
literaria enriquecida
por su relación con
autores como Alberti,
María Teresa León,
García Lorca,
Aleixandre y Neruda,
quien además ayudó a la sobrevivencia de su
familia, cuando Hernández fue confinado a los
calabozos del franquismo.
Lamentablemente nunca sabremos qué hubiera
sucedido si, como Ángela Figuera, Cernuda, Gil-
Albert, León Felipe, Rejano, Garfias, Max Aub, María
Zambrano, Prados, Larrea, Bergamín, Xirau, Gaos,
Remedios Varo, Buñuel, Díez-Canedo y tantos otros
creadores, Miguel Hernández hubiera llegado a
México para hacer de ésta su segunda patria y
seguir edificando aquí su obra en libertad.
Es en el cautiverio del sentenciado a muerte
donde escribe uno de los poemas más
conmovedores, al enterarse que su esposa sólo se
alimentaba de cebollas en el tiempo de la lactancia
de su segundo hijo. Junto con la “Elegía” a la muerte
de su amigo Ramón Sijé, quizá el mejor de sus
poemas, seguirá siendo referente de esas tres
heridas que marcan la entraña de su producción.
“Nanas de la cebolla” es obra de un autor que
contaba entonces con sólo veintinueve años.
Para finalizar esta breve intervención, me voy a
permitir citarlo, porque creo que para sus lectores
de España y de México nada es más importante en
un homenaje que dar la voz a quien aquí nos ha
reunido: “La cebolla es escarcha/ cerrada y pobre./
Escarcha de tus días/ y de mis noches./
Hambre y cebolla,/ hielo negro y escarcha/
grande y redonda.// En la cuna del hambre/ mi
niño estaba./ Con sangre de cebolla/ se
amamantaba./ Pero tu sangre,/ escarchada de
azúcar,/ cebolla y hambre.// Una mujer morena,/
resuelta en luna,/ se derrama hilo a hilo/ sobre la
cuna./ Ríete, niño,/ que te tragas la luna/ cuando es
preciso.// Alondra de mi casa,/ ríete mucho./ Es tu
risa en tus ojos/ la luz del mundo./ Ríete tanto/ que
mi alma al oírte,/ bata el espacio.// Tu risa me hace
libre,/ me pone alas./ Soledades me quita,/ cárcel
me arranca./ Boca que vuela,/ corazón que en tus
labios/ relampaguea.// Es tu risa la espada/ más
victoriosa,/ vencedor de las flores/ y las alondras./
Rival del sol./ Porvenir de mis huesos/ y de mi
amor.// La carne aleteante,/ súbito el párpado,/ el
vivir como nunca/ coloreado./ ¡Cuánto jilguero/ se
remonta, aletea,/ desde tu cuerpo!// Desperté de
ser niño:/ nunca despiertes./ Triste llevo la boca:/
ríete siempre./ Siempre en la cuna,/ defendiendo la
risa/ pluma por pluma.// Ser de vuelo tan alto,/ tan
extendido,/ que tu carne es el cielo/ recién nacido./
¡Si yo pudiera/ remontarme al origen/ de tu
carrera! // Al octavo mes ríes/ con cinco azahares./
Con cinco diminutas/ ferocidades./ Con cinco
dientes/ como cinco jazmines/ adolescentes.//
Frontera de los besos/ serán mañana,/ cuando en la
dentadura/ sientas un arma./ Sientas un fuego/
correr dientes abajo/ buscando el centro.// Vuela
niño en la doble/ luna del pecho:/ él, triste de
cebolla,/ tú, satisfecho./ No te derrumbes./ No
sepas lo que pasa/ ni lo que ocurre.”
La Jornada Semanal, núm. 795, 30 de mayo de 2010
***
PPPUUUBBBLLLIIICCCAAA LLLAAA UUUNNNAAAMMM AAAFFFLLLUUUEEENNNTTTEEESSS ,,, DDDEEE PPPUUURRRAAA LLLÓÓÓPPPEEEZZZ CCCOOOLLLOOOMMMÉÉÉ
Diversos ensayos en
torno a la poesía y las
artes plásticas, son
reunidos por la poetisa y
ensayista Pura López
Colomé (Ciudad de
México, 1952) en su libro
Afluentes, publicado por la
Dirección de Literatura de
la Universidad Nacional
Autónoma de México
(UNAM) y Equilibrista.
Dividido en tres capítulos, el libro ofrece la
visión de la autora acerca de la obra de diversos
poetas de largo aliento.
Analiza el quehacer del irlandés Seamus Heaney,
de Hilda Doolittle y Paul Celan, así como de los
222222 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
mexicanos Octavio Paz, Nobel de Literatura, José
Emilio Pacheco y Juan Carvajal.
López Colomé dedica la última sección a dos
pintores connotados: Phil Kelly –recién fallecido- y
Frida Kahlo, así como a algunas artistas
representativas de la pintura mexicana del Siglo XX.
Se trata de un texto de madurez intelectual, donde
la prosa alcanza grandes revelaciones.
El libro ofrece datos antes inadvertidos y
certidumbres icásticas a la manera de un poliedro
iluminado.
Afluentes también representa una culminación
reflexiva para la maestra Pura López Colomé, una
poeta y ensayista que se cuenta entre las mejores de
la lengua española del mundo contemporáneo.
Este volumen incluye un poema dedicado por la
autora a Juan Carvajal, intitulado “Para siempre”',
mismo que escribió con la intención 'de animarlo en
el supuesto tránsito hacia la salud en que se
hallaba', como refiere ella.
López Colomé y sus versos son una prueba de
que los vasos comunicantes de ambos poetas en
realidad, probaron ser sólo un eco del Anima
mundi. Será por ello que la obra de esta autora
mexicana ha sido ampliamente reconocida.
Ella escribió: “Pongo el oído ahora, entonces, /
contra tu pecho: El yunque y el martillo / marcarán
el tiempo. / Tu corazón, metrónomo de tantas
estrategias / ex nihilo, / ensordece los gritos de mi
infancia. / Silba… Y así, su verso sigue”.
El Informador, Guadalajara, 5 de enero de 2011
***
LLLAAA PPPOOOEEESSSÍÍÍAAA,,, UUUNNN EEEJJJEEERRRCCCIIICCCIIIOOO PPPAAARRRAAA PPPOOOCCCOOOSSS
Quien escribe poesía lo hace desde un principio.
J.LÓPEZ
La prosa y la poesía discurren por caminos muy
distintos en lo que respecta al mercado; Mientras
que la narrativa intenta llegar a todos los lectores, el
género lírico está dirigido a un público mucho más
especializado, incluso Octavio Paz decía que en el
fondo la poesía es una
práctica que funciona
como una sociedad
secreta, es decir, unos
poetas se leen a otros,
porque aunque México
tiene una producción
riquísima textos, siempre
ha tenido un número
limitado de lectores.
“La única limitación de la poesía es que hay muy
pocos lectores, pero creo que es un género bastante
permeable a la realidad de nuestro tiempo y a las
mutaciones sociales”, explica el poeta jalisciense
Jorge Souza Jauffred sobre la situación del género
literario.
En Jalisco, Ciudad de México, Tijuana, Monterrey,
Nayarit, Estados Unidos, China, Alemania, España y
“en cualquier parte del mundo el poeta, el que hace
poesía sabe que su trabajo no repercutirá en las
masas. No es una situación particular de un país,
Estado, ciudad o región, sino que siempre la poesía
ha sido de minorías”, agrega el también titular de
Literatura de la Secretaría de Cultura (SC) de
Jalisco.
Quien escribe poesía lo hace desde un principio,
“interiorizando que no se trata de un arte masivo,
consciente o inconscientemente”, señala Luis
Vicente de Aguinaga, poeta tapatío, con más de 20
años de trayectoria. Como sí podrían serlo el cine o
la música popular. “El éxito editorial y la novela van
de la mano, así viene dado desde los inicios de la
literatura”.
Sin embargo, Luis Vicente descarta que se trate
de un ejercicio que realicen “los elegidos” o “alguna
élite”, “simplemente no es para muchos. Es como
cuando se te antoja cocinar; uno prepara un platillo
para un par de amigos, para unos cuantos, no
invitas a todo mundo. Porque la poesía al igual que
la cocina, tiene un proceso ceremonial”.
No se trata tampoco de que los tirajes editoriales
del género lírico sean pocos, aunque tampoco
alcanzan el volumen de la narrativa. “Son tirajes
diferentes, pero nadie puede lanzarse de manera
222333 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
suicida a hacer grandes tiradas de poesía porque las
evidencias nos dicen que no hay tantos lectores
como quisiéramos”, afirma Souza Jauffred. Por ello,
señala que cualquier iniciativa o estrategia
destinada a difundir la poesía será bienvenida. “Me
gustaría que se leyera más poesía en el autobús, en
un café, en un bar. Es más complicado leer un
capítulo de una novela que un poema. Por eso, a
veces creo que la poesía es un género portátil, creo
que para este tiempo de prisas es la mejor lectura,
como los microrrelatos”.
Sin alarmas encendidas
Que la poesía sea un nicho para minorías o que
ocupe un lugar sagrado –que no tiene nada que ver
con lo religioso-, “no debe escandalizar a nadie, en
la medida que la poesía a diferencia de la novela o
de la traducción, incluso de otras actividades como
el guionismo de cine, la lírica no exige la misma
duración del esfuerzo, porque no puedes escribir
una novela durante una noche, cuando un poema sí.
Tampoco exige la misma especialización técnica
como es el caso de la escritura de un guión para
cine o un libreto de teatro. Mientras que un verso,
aunque esté escrito en una servilleta, existe. No
necesita musicalizarse, dramatizarse, publicarse
para ser, ya lo es así como está. Por ello, se trata de
una vocación económica”, apunta De Aguinaga.
Objeto sofisticado
Aunque la poesía puede ser un ejercicio “primitivo”
como expresa De Aguinaga, también puede utilizar
otros recursos. “Como la pintada con spray en
bardas, o distribuida por internet, como hace
muchos años en tiempos de los dinosaurios fue casi
con sonidos guturales. Lo cual no se puede hacer
con un cuento, una novela, un reportaje. No se
puede difundir así de golpe en un espacio donde la
lea alguien que no sabe nada de esto”.
No recala en el pensamiento humano
Por alguna extraña razón la poesía viene desde el
comienzo de la historia y nada la interrumpe: “ni
catástrofes naturales y tampoco las causadas por el
hombre. Es un género que no tiene público, tiene
lectores. Eso sí, es un sector fiel y como otras
manifestaciones del arte, la poesía llena una
necesidad humana. La posibilidad de que por sí sola
modifique la conciencia humana es un poco remota,
pero sí satisface en los lectores algo que no tiene
definición”, añade.
La poesía local
En Guadalajara la creación poética se mantiene viva,
latente, gracias a la vocación desmedida que desde
hace algunos años han estado practicando Ángel
Ortuño, Luis Armenta, Hugo Plascencia, Leticia
Cortés, entre los más jóvenes, “pero hay otra
generación de autores entre los 50 o 60 años de
edad, que tiene relación con poetas emergentes
como es el caso de Ernesto Flores, que considero de
lo destacable”, añade Luis Vicente y agrega que en la
Entidad destaca el trabajo de poetas como Raúl
Bañuelos, Jorge Esquinca, Karla Sandomingo,
Ricardo Castillo, Raúl Aceves y Patricia Medina.
El dato
De los lectores mexicanos sólo el 2% prefiere leer
poesía, mientras que el 11% opta por las novelas y
el 7% elige el género del cuento, según se expone
en el apartado de Literatura de la Encuentra
Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumos
Culturales, documento que cada año realiza el
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
(Conaculta).
La única limitación de la poesía es que hay muy
pocos lectores, pero creo que es un género
bastante permeable a la realidad''. Jorge Souza,
poeta.
El éxito editorial y la novela van de la mano, así
viene dado desde los inicios de la literatura''.
Luis Vicente de Aguinaga, poeta
El Informador, Guadalajara, 2 de enero de 2011
222444 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
PPPEEERRREEE GGGIIIMMMFFFEEERRRRRREEERRR RRREEEGGGRRREEESSSAAA AAA LLLAAA PPPOOOEEESSSÍÍÍAAA CCCOOONNN UUUNNN LLLIIIBBBRRROOO EEESSSCCCRRRIIITTTOOO EEENNN SSSEEEIIISSS DDDÍÍÍAAASSS VVVíííccctttooorrr FFFeeerrrnnnááánnndddeeezzz
El mal tiempo suele inspirar a veces buena
literatura. Mientras el pasado año la lluvia y la nieve
caían sobre Barcelona, el académico Pere Gimferrer
escribía los versos de su nuevo libro, Rapsodia,
editado por Seix Barral. Ese “poema unitario”, tal y
como lo llama su autor, es también el regreso de
una de las más intensas voces poéticas de nuestro
tiempo, alguien de quien el escritor Octavio Paz dijo
que es “un poeta joven, un poeta dueño de esa
perfección que sólo lo joven tiene”.
El volumen, dividido en 17 secciones, según
explicó ayer su autor, “fue escrito en seis días”. Sin
embargo, Gimferrer pasó varios meses, de enero a
octubre, corrigiendo el texto, algo con lo que intentó
mejorar el aspecto rítmico y la imagen de las
palabras. Todo ello hace que la lectura
recomendable para el poemario sea “de una sola
tirada”.
El gran poema que forma esta Rapsodia es, según
su autor, “un compendio de todo lo que he podido
vivir”, añadiendo también en los versos referencias
a algunas de sus lecturas o películas favoritas. De
esta manera, podemos encontrar referencias a
escritores de la talla de Góngora, Dante, Proust o
Cernuda, entre otros, sin olvidar el cine de Buñuel o
de Cocteau.
Otro elemento de Rapsodia es el uso de
cultismos. «Siempre procuro que haya un grupo de
cultismos, palabras documentadas». A este
respecto, el autor de «Arde el mar» recordó a Foix,
como poeta que empleaba cultismos y registros más
populares. Gimferrer habló también de su sistema
de trabajo, recordando que «la poesía consiste en
guiar la palabra, hacerla existir de una manera
autónoma». El poema surge a partir de un sonido en
la cabeza «donde va más rápido que escrito a mano.
Su ritmo es demasiado rápido». Luego se organizan
las imágenes en el sentido lógico con el que serán
captadas por el lector. Haciendo balance de su
producción poética, Gimferrer reconoció que «cada
libro es diferente, pero no ha ido variando la actitud
ante la palabra».
Una tarjeta para apuntar los versos
Rapsodia no es el primer poema unitario en verso
libre, escrito por Gimferrer. Anteriormente había
publicado La muerte en Beverly Hills (1968), L’espai
desert (1977) y Aparicions (1982).
Entre los autores que más le han influido
destacan desde Dante, Góngora a Ausias March,
pasando por Baudelaire, el último Rimbaud –el de
«Iluminaciones»– y Neruda, entre muchos otros.
- Respecto a si está escribiendo de nuevo, comentó
que ayer mismo por la mañana acabó un poema
corto de catorce versos, que había empezado hace
seis o siete días. «Pero no sé si haré otro libro»,
aseguró Gimferrer. Al poeta le gusta escribir en casa
o en la calle, aunque tenga que utilizar, por ejemplo,
una tarjeta para apuntar unos versos.
La Razón, 19 de enero de 2011
***
UUUNNN JJJAAARRRDDDÍÍÍNNN CCCOOONNN SSSAAAPPPOOOSSS DDDEEE VVVEEERRRDDDAAADDD JJJaaavvviiieeerrr PPPééérrreeezzz EEEssscccooohhhoootttaaadddooo
Gil de Biedma, en Al pie de la letra, sostenía que su
actitud respecto a la poesía coincidía con la que
Marianne Moore, con distancia y precisión, había
formulado en su poema 'Poesía': «A mí también me
disgusta./ Al leerla, sin embargo, con absoluto
desdén, uno descubre en/ ella, después de todo, un
lugar para lo genuino».
Añade Gil de Biedma otros versos, que
corresponden a la primera y más larga versión del
222555 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
poema, y parafrasea:
«la finalidad práctica
de la poesía reside en
la creación de jardines
imaginarios habitados
por sapos de verdad».
La publicación en
castellano de la Poesía
completa de Marianne
Moore (St. Louis,
1887-Nueva York,
1972)' no sólo es un acierto editorial, sino toda una
operación de justicia literaria, que sin duda va a
tener una repercusión inmediata entre los lectores
de poesía y los mismos poetas de este país, puesto
que se trata de una indiscutible obra maestra.
Marianne Moore pertenece al modernismo
norteamericano, un movimiento que plantea la
imperiosa necesidad de una poesía moderna,
alejada tanto del romanticismo y su
sentimentalidad, como del realismo. En ese
movimiento, T.S. Eliot es el pope que pontifica sobre
quién y qué es lo que responde a esa idea de
modernismo, y lo que debe ser publicado bajo esa
etiqueta, sobre todo a través de sus 'London
Letters', que fue publicando en la revista 'The Dial',
de NY, y luego en 'The Criterion', que él dirigió con
criterio firme. El núcleo duro que forma este
movimiento -un grupo de escritores casi
exclusivamente neoyorkino- lo componen hoy
nombres ineludibles de la poesía occidental: la
propia Marianne Moore, T. S. Eliot, Wallace Stevens,
William Carlos Williams, A. Kreymborg, e.e.
cumming, Mina Loy, Gertrude Stein y el mismísimo
Pound, que fue el verdadero aglutinante de todos
ellos y el que puso en contacto a escritores y
pintores. Marianne Moore, interviene en la poesía
de su tiempo combatiendo el realismo mostrenco
del siglo anterior y se coloca frente esa tradición de
poesía sentimental elaborada por mujeres
«poetisas», que cultivan la sentimentalidad como un
ámbito casi exclusivo de ellas. A Marianne Moore,
por el contrario, hay que situarla en ese otro lado de
las «antipoetisas», más aceptado estéticamente y
cuyo antecedente era Emily Dickinson.
La ocupación y preocupación de Olivia de Miguel
por Marianne Moore viene de lejos -ya nos había
dado un anticipo en su antología Pangolines,
unicornios y otros poemas-, por lo que la traducción
de esta Poesía completa es un trabajo meta, que la
traductora ha coronado con exquisita dedicación y
éxito en una etapa de la más alta y empinada
montaña. Se ha especializado Olivia, al parecer, en
textos complejos. Recuerdo ahora, por encima, su
traducción de los retorcidos relatos de Barry
Hannah, 'Como almas que lleva el diablo', o su
'Banco de la desolación', narraciones de H. James -
del que los propios americanos decían que escribía
en una lengua que no era el inglés-, y, para colmo,
esta 'Poesía completa de Marianne Moore', poemas
de extrema dificultad contra los que otros se han
estrellado sin remedio.
Contextualización
La edición que ha traducido, prologado y editado
Olivia de Miguel sigue la que, en 1967, con ochenta
años, la propia Marianne Moore adopta como
definitiva de su Poesía completa. La autora -decisión
que respeta la traductora- sigue unos criterios de
selección y corrección muy estrictos, y restrictivos,
lo que nos permite deducir que esta edición que
ahora se publica en castellano es la que recoge
mejor que ninguna otra el juicio maduro y meditado
de la propia Moore. Esta y otras noticias que
contextualizan la obra se dan en el prólogo a esta
edición, en la que, además, se aportan otros
materiales muy útiles para la lectura y
entendimiento de la poesía de Moore: un brillante
epílogo de T. S. Eliot y una extensa entrevista que la
autora concedió a Donald Hall sobre el proceso de
su creación y las interferencias con la propia
autobiografía. Marianne Moore, que estudió
Biología aunque le gustaba la medicina, se quedó en
la poesía para suerte de sus lectores; pero sus
estudios y sus pasiones contagiaron sus poemas de
manera decisiva. Nadie en la poesía moderna
occidental posee una voz más original. Sus fuentes
222666 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
son, por supuesto,
literarias, pero, sobre
todo, provienen de ese
espectáculo que es la
naturaleza en sus
variadas formas.
Marianne Moore, que por
encargo de Auden tradujo
al inglés las Fábulas de La
Fontaine, usa en sus
poemas una amplia
panoplia de bichos y demás parientes, cuya
conducta observa a través de un microscopio moral
y literario: el jerbo, el pangolín, el pelícano fragata,
el erizo, el buey ártico, el tigre, el camaleón, el
caracol... Parece recurrir, con este método, a ese
recurso, tal vez idealista, de considerar la
Naturaleza como un modelo todavía vigente para
los humanos, al menos como fuente de observación
y conocimiento. Ese es el jardín de la poesía con
sapos de verdad dentro, con sapos morales, tal
como lo entendía Gil de Biedma; con animales que,
como el jerbo, una pequeña rata del desierto, «no
posee nada sino la abundancia»; como el pelícano
fragata, «el más romántico de los pájaros», que es
capaz de neutralizar el poder constrictor de la
pitón; como el cisne -de engañoso plumaje-, que
demuestra en su belleza material «que el rey ha
muerto». Otra vez aflora la vieja discusión: ¿La
Naturaleza imita al Arte? ¿Son los animales un
espejo en el que todavía podemos contemplarnos?
En otros poemas, recurre a objetos, tapices, cuadros
emblemáticos o anécdotas de la Historia para
bucear en ese espacio plástico, material y narrativo.
Como nieta de un pastor presbiteriano, su estricta
moral, a través de ese gran espejo de la Naturaleza y
la Cultura, le lleva a replantear muchas situaciones
que para los comunes mortales pasan
desapercibidas. Su postura literaria y moral es de
una novedad, de una modernidad apabullante.
Suena, finalmente, en esta traducción, un
castellano en el que se mantiene la distorsionada
sintaxis del original, la particular y modernista
disposición tipográfica del poema, en el que brilla,
como un lomo de caballa, la imagen plástica, el
encabalgamiento feliz, la aliteración juguetona, el
hipérbaton necesario, la observación minuciosa, la
cita oportuna, la sentencia rotunda: «El estudioso
estudia/ voluntariamente, negándose a ser menos/
que un individuo./ 'Da su opinión y la mantiene'”.
La Rioja, Cultura, 2 de enero de 2011
***
MMMAAANNNUUUEEELLL UUULLLAAACCCIIIAAA,,, PPPOOOEEETTTAAA DDDEEELLL TTTIIIEEEMMMPPPOOO RRRaaaúúúlll OOOlllvvveeerrraaa
Foto: Lourdes Almeida
Sería allá por agosto de 2004 cuando una tarde, no
teniendo algo mejor que hacer, me detuve ante una
librería de viejo. A diferencia de las grandes urbes,
en las ciudades medianas como la mía no hay
muchos libros y los pocos que se encuentran no
ofrecen interés. Después de tentalear entre pilas de
libros y llenarme las manos de polvo, ese polvo fino
que se acumula entre las hojas y que tanto perjuicio
causa a los pulmones, aparté la pesca del día con
extremo sigilo, casi como si alguno me observara
para arrebatármela. Entre las redes de mis dedos
habían quedado atrapados tres esbeltos e incautos
volúmenes, dos en inglés, creo que novelas, y uno
de poemas en español, publicado por la unam. No es
común encontrar, especialmente en el norte de
México, libros de la Universidad Nacional en virtud
de la pésima distribución, aunque, a decir verdad, lo
222777 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
que me atrajo hacia aquel cuadernillo de pastas
claras fue abrir la primera página y encontrarme
con una dedicatoria, de puño y letra del propio
autor, con fecha de abril de 1993: A Armando
Oviedo este primer libro de su amigo Manuel. En el
colofón se asentaba el título del volumen, La
materia como ofrenda, con fecha de publicación en
marzo de 1980. El nombre del autor era Manuel
Ulacia.
No era la primera vez que me topaba con ese
apellido de francas resonancias vascas. No sé por
qué pensé en Luis Ignacio Helguera. Por encima de
la calidad de los poemas, con el obligado epígrafe de
Borges y la dedicatoria general (A mis amigos),
aquel modesto cuadernillo me intrigaba por la
intimidad escueta de la letra, trazada con una
caligrafía sobria de estilo americano, en cursivas
desde luego, reforzada por una elocuente raya,
escrita al bies bajo el nombre de Manuel. Todos
estos elementos me hicieron sospechar un
verdadero hallazgo. La lectura de esa noche sólo
confirmó mi corazonada. Ya desde es-te su primer
poemario, Ulacia tenía una voz propia, mesurada y
expresiva, cualidades más bien raras en un joven
poeta, de ninguna manera un primerizo. Meses
después, hurgando entre saldos de la editorial El
Tucán de Virginia, me topé con la primera edición
de Origami para un día de lluvia (1990), uno de los
poemas de gran aliento más notables en español de
las últimas tres décadas. Las preferencias íntimas
del poeta que ya barruntaba se confirmaron, al igual
que se cumplieron ciertas promesas y atisbos
presentes desde su primer libro.
Lo que no sabía es que desde julio de 2004,
James Valender tenía preparada una edición bajo el
título de Poesía (1977-2001), con la totalidad de la
obra en verso de Ulacia (1954-2001), la cual no vio
la luz sino hasta octubre de 2005. Cuarenta y siete
años tenía el poeta cuando perdió la vida en un
accidente muy extraño (he ahí la semejanza con
Helguera), aun hoy en día se desconoce si fue
suicidio, asesinato o auténtica muerte accidental.
Simplemente se metió a bañar al mar en
Zihuatanejo y jamás habría de salir con vida. Dado
su carácter liberal y
afición por los vapores y
el mundo árabe, no sería
raro que Ulacia estuviera
enfermo (como Sarduy,
Arenas, Foucault y tantos
otros) y que sólo hubiera
querido adelantar el
fatídico desenlace. En el
libro, Valender declara la
existencia de un archivo
de texto, titulado “Primeros poemas”, donde Ulacia
efectuó una depuración radical de sus primeros
libros, La materia como ofrenda y El río en la piedra
(Pre-Textos, 1989). Sus siguientes poemarios,
Origami para un día de lluvia (Pre-Textos, 1991 y,
posteriormente en traducción italiana, Neopoesis,
1995) junto con El plato azul (Ditoria, 1999),
incluyendo igualmente obras inéditas como Arabian
Knights and Scottish Mornings y Otros poemas. De
cualquier modo, Valender, editor y amigo cercano,
no pecó por defecto sino por exceso. Al parecer, el
autor quería dejar una versión algo más recortada
de su etapa inicial. Valender se escuda en la
indeterminación al pretender averiguar cuál
hubiera sido el último designio de Ulacia y cuánto
más material habría podido legar si no hubiera
desparecido de forma tan intempestiva.
El tiempo parece ser un concepto central en la
poesía de Manuel Ulacia. Origami para un día de
lluvia, su mayor obra, está relacionada con el
término japonés on que implica la idea de
obligación, compromiso, deuda, lealtad, gentileza,
dulzura, amor. Esa era precisamente la relación del
poeta con la vida: a la vez de deuda, dulzura y amor.
A partir de los versos: “Esta lluvia que bate los
cristales/ es la misma de ayer”, Ulacia establece una
reiteración que va confiriendo unidad al poema. El
tiempo, su propio tiempo, desde la niñez hasta la
edad adulta, desde la frescura primera hasta la
época no precisamente de la desilusión, pero sí del
interminable repetirse de escenas e imágenes, signa
los límites, la extensión misma de la obra. Casi con
un ritmo tan vertiginoso como el del pincel y la tinta
222888 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
china cuando éstos infieren sobre la inmaculada
superficie del papel, modificándola por medio de
acciones deliberadas y accidentes, donde el Azar
inscribe sus propias líneas, el estilo del poeta, el
andamento mismo el poema, se va desenvolviendo,
erigiéndose a la vez como consagración y remate de
la vida, el inicio y el fin de un ciclo, una línea
circular, perfecta, que en realidad carece de
principio o término. No fue sino hasta noviembre de
2009 cuando tardíamente, debo confesarlo, me fue
posible revisar el volumen con su obra poética
reunida. La lucha por conquistar un respeto y
dignidad ante sus preferencias alternativas se hace
sensible en sus obras. Hubo tantos entre los
Contemporáneos (Villaurrutia y Pellicer
marcadamente) que no supieron enfrentar en
forma pública sus inclinaciones. Otros, como
Salvador Novo y Luis Zapata, han hecho incluso
teatro de sí mismos. Algunos más, como Monsiváis y
Pitol, se administran con discreción. Para Ulacia, no
obstante, educado en la alta burguesía y de familia
peninsular, no fue fácil, si bien, al final, logró
superar el reto.
La Jornada Semanal, 23 de enero de 2011
***
JJJOOOSSSÉÉÉ MMMAAANNNUUUEEELLL MMMAAATTTEEEOOO GGGAAANNNAAA VVVIIIIIIIII CCCOOONNNCCCUUURRRSSSOOO IIINNNTTTEEERRRNNNAAACCCIIIOOONNNAAALLL DDDEEE EEENNNSSSAAAYYYOOO SSSIIIGGGLLLOOO XXXXXXIII
Mateo Calderón, miembro
del comité editorial de
elpoemaseminal, ha
obtenido el galardón por
su trabajo En el umbral de
Antígona. Notas sobre la
poética y la narrativa de
José Revueltas. El premio,
otorgado por la
Universidad Autónoma de
Sinaloa (UAS) , El Colegio de Sinaloa (Colsin) y Siglo
XXI será entregado el 3 de marzo en la Feria
Internacional del Libro del Palacio de Minería
(FILPM). Enhorabuena, amigo.
***
NNN OOO VVV EEE DDD AAA DDD EEE SSS
HHHAAACCCÉÉÉLLLDDDAAAMMMAAA,,, DDDEEE JJJUUULLLIIIOOO HHHUUUBBBAAARRRDDD MMMéééxxxiiicccooo,,, CCCooonnnaaacccuuullltttaaa,,, 222000111000
HHHUUUBBBAAARRRDDD,,, LLLAAA RRREEEDDDEEENNNCCCIIIÓÓÓNNN OOOLLLVVVIIIDDDAAADDDAAA JJJaaavvviiieeerrr SSSiiiccciiillliiiaaa
Pese a nuestra época, que ha
perdido su relación con sus
raíces espirituales; pese también
al jacobinismo que mantuvo en
las márgenes a la poesía de
inspiración católica, ésta
continúa fluyendo hoy en día.
Julio Hubard es uno de sus más
altos representantes. Aunque parco, como su
admirado Juan de la Cruz, al grado de habernos
dado sólo dos libros, Presentes sucesivos (1989) y
Una turba de gente adorable (1992), Hubard no ha
dejado de producir. Recientemente, en 2009, nos ha
entregado un nuevo libro, Hacéldama.
La palabra, aparentemente críptica para una
época que perdió su tradición espiritual, guarda una
profunda referencia evangélica: “Campo de Sangre”
(Hagel dema, en arameo), nombre que, según el
Evangelio de San Mateo (27, 3-8), se le dio al Campo
del Alfarero después de que se adquirió, con los 30
denarios que Judas arrojó en el templo, para
“sepultura de extranjeros”. Una tradición posterior
(Hech. 1, 18-19) dice, en voz de San Pedro, que, en
realidad, Judas compró ese campo “con el precio de
su iniquidad [...] cayó cabeza abajo, reventó [...] y se
le salieron las entrañas [...] de modo que el campo
se llama en su lengua Akeldama (Campo de
Sangre)”.
Hubard, sin embargo, no elige una u otra
tradición. Toma las dos y con un verso que juega
con diferentes metros, una fina ironía, característica
222999 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
de su temperamento, y una intención apofática, es
decir, que sólo menciona alusivamente su fuente, su
Hacéldama se vuelve el mundo moderno en donde
la traición se vincula con la condición extranjera del
hombre de fe en el mundo de hoy.
Traicionado Cristo, al grado de que, como lo dice
en su graciosa y terrible “Epístola a Santa Teresa”,
“las íntimas moradas [se han vuel to] pocilgas/ y el
castillo, un multifamiliar./ Ropa tendida en los
pasillos, barandales,/ niños mugrosos y
desatendidos, plásticos/ que cubren las ventanas
interiores”, su presencia –escribe en el canto II de
“Campana de ceniza”, que alude a la misa
dominical– se vuelve, para el hombre de fe, la
búsqueda de sus signos en medio del desastre: “Es
toser y rezar,/ es orar y rascarse/ los codos, las
narices/ entre la pelotera de las almas/ que avan za
por el pan.// Todos [...] culpables y llorosos [...] por
el crujir y el humo/ de unas velas baratas.// La
lumbre es breve, irrepetible el crepitar/ del pabilo,
tam bién irrepetible,/ las velas del altar las mismas,
desde niños.”
Allí, en esa pocilga interior, en esa iglesia
reducida a un tumulto de velas y “sonsonetes
nasales y salvíficos”, surge de pronto el encuentro
genial, el descu brimiento del misterio de la
salvación en el pobre vestigio de la luz irrepetible
del pabilo: “La lumbre es un desastre/ común. Y
purifica./ Mira la vela: el aura/ de su lumbre/
vuelve líquido el aire,/ maleable la madera.”
En medio de un mundo donde las mediaciones
visibles se han convertido –a fuerza de ser
interpretadas por la con ciencia racional y
traicionadas por la ignorancia– en la triste
cotidianidad que nos rodea, la mirada poética de
Hubard logra descubrir la redención donde todo
parecía ocultarla.
Lejos de la expresión ideológica del catolicismo y
su lenguaje trasnochado, pero enclavado en su
sustancia, su poesía es el testimonio de una
redención que, como en la noche de la resurrección,
es sólo perceptible para aquellos extranjeros que,
en el hacéldama del traidor, han adelgazado su alma
y, al contemplar el milagro, vueltos hacia la pureza
olvidada piden su pre serva ción: “Señora de los
girasoles/ reza por todos nosotros/ y entre tus
flores/ llévate/ algo/ de esta deriva oscura,/ y
sálvalo de mí/ y de todos los pecado res.”
Tarea ardua –de allí quizás la par quedad de su
obra– y llena de una fe desnuda que en la conciencia
de la traición no deja de contemplar el pequeño mi
lagro de la redención. Lo dice en su poe ma
“Hölderlin descrito por el carpinte ro Zimmer”,
donde el poeta –alter ego de Hubard–, después de
haber revelado la ver dad del mundo, “que las
fuentes de la vida/ están envenenadas; que los
frutos/ de la sabiduría son nueces secas [...] vuelve
al asombro/ y va y se sienta al sol, de nuevo, un
rato”.
Además opino que hay que respetar los
Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los
zapatistas presos, derruir el Costco- cm del Casino
de la Selva, esclarecer los crímenes de las
asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier
del Cerro de San Pedro, liberar a los presos de
Atenco y de la APPO, y hacer que Ulises Ruiz salga
de Oaxaca.
La Jornada Semanal, núm. 787, 4 de abril de 2010
AAALLLGGGAAAIIIDDDAAA,,, DDDEEE EEEDDDUUUAAARRRDDDOOO LLLIIIZZZAAALLLDDDEEE MMMéééxxxiiicccooo,,, CCCooonnnaaacccuuullltttaaa,,, 222000111000
De la poesía de Lizalde se
desprenden la fuerza y la
belleza, una profunda
preocupación estética y una
búsqueda por empatar las
referencias cultas y las
tradiciones clásicas con el
rompimiento de la métrica
contemporánea; sorprende
ante todo el sentido de poder
que la música de sus versos le da a la poesía.
Algaida hace una revaloración del mundo natural y
de su fascinación por el universo, además en esta
obra expone las metamorfosis que inevitablemente
sufre el hombre.
“Algaida” significa duna de arena. “Dunas
somos”, afirma Lizalde, “nos lleva el viento para
reconstituirnos después, en otro lugar”. Eduardo
333000 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
Lizalde ha escrito en forma constante y elocuente, y
es un poeta que sigue cultivando el decasílabo, las
formas clásicas de la poesía y el verso libre.
SSSAAATTTOOORRRIII,,, DDDEEE LLLEEEÓÓÓNNN PPPLLLAAASSSCCCEEENNNCCCIIIAAA ÑÑÑOOOLLL MMMéééxxxiiicccooo,,, CCCooonnnaaacccuuullltttaaa,,, 222000111000
EEELLL PPPRRREEEMMMIIIOOO SSSAAABBBIIINNNEEESSS TTTIIIEEENNNEEE SSSUUU SSSAAATTTOOORRRIII
La traducción de la palabra
japonesa “satori” indica que
ésta significa “iluminación”. De
ser así, entonces el Premio
Iberoamericano de Poesía
Jaime Sabines para Obra
Publicada puede presumir,
desde el viernes, de estar bien
iluminado: Satori, poemario
autoría del escritor tapatío
León Plascencia Ñol, fue elegido como ganador del
certamen. Y además de iluminado, el premio
también puede sentirse protegido: dada la calidad
de los poemarios, el jurado calificador también
concedió el primer lugar a Perros muy azules,
autoría de Claudia Hernández.
El jurado calificador de esta emisión del
certamen estuvo integrado por David Huerta, Elva
Macías y Marcelo Uribe. Tras revisar las 20 obras
que entraron al concurso, los poetas tuvieron que
partir su veredicto debido, argumentaron, a la
originalidad y excelente riesgo de cada volumen,
que además se distinguen por la seriedad y riqueza
en sus propuestas. Con esta decisión, el importe del
premio, dotado con 300 mil pesos, será dividido en
partes iguales entre ambos autores.
Satori fue publicado por el Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes, y se presentó en la Feria
Internacional del Libro de Guadalajara en 2009. En
aquel entonces, Plascencia Ñol explicaba que el
volumen se escribió en tres tiempos: en las playas
de Jalisco, en Colombia y en una estancia que tuvo
en Japón. Del proceso, el poeta explicaba que “fue
algo azaroso. Jamás pensé escribir poemas en el
Pacífico jalisciense, Colombia y Corea. Al final, lo
interesante fue ver la relación que hay entre los
distintos pasados, que tratan de ser iluminados
desde los textos”.
Milenio, 7 de noviembre de 2010
HHHEEERRRIIIDDDAAA LLLUUUMMMIIINNNOOOSSSAAA,,, DDDEEE MMMIIINNNEEERRRVVVAAA MMMAAARRRGGGAAARRRIIITTTAAA VVVIIILLLLLLAAARRRRRREEEAAALLL MMMéééxxxiiicccooo,,, CCCooonnnaaacccuuullltttaaa,,, 222000111000
Minerva Villarreal habló con
Zócalo sobre su más reciente
producción poética y el arte de
actuar en el mundo interior
para lograr la poesía. “Herida
Luminosa”, su nueva obra, es
una llaga de espera, un respiro
que transita entre el amor, la
partida, el deseo y la
divinidad.
“Es un solo poema fragmentado, es un escrito al
amor, del amanecer al vacío. Creo que para llegar a
un sentido de la trascendencia es justamente en esa
zona en donde se puede trabajar por verdadero
amor, recuperar su plenitud”, comentó.
La poeta logró palabras radiantes, sin una coma, sin
un punto, completamente puras. “El poema consta
de 37 fragmentos hilados, no tienen quiebre”,
respondió.
¿Cómo surgió esa herida incandescente?, ¿en qué
parte de su obra poética se encuentra? Minerva
responde que Herida luminosa mana de todos lados,
del cuerpo, desde dentro. “Es ingresar en lo
femenino, en el otro lado de las cosas”. La autora
describe su obra como un “desgarramiento que
lleva a otra cosa, una exploración, la trascendencia”.
Villarreal comentó que está muy contenta porque
su libro inédito, Tálamo, ganó el Certamen
Internacional de Literatura Letras del Bicentenario
Sor Juana Inés de la Cruz 2010. El 22 de septiembre
será la ceremonia de premiación. “Empecé a
escribirlo hace mucho, forma parte de La condición
del cielo, publicado en 2003”, informó.
Largo aliento
Ante la pérdida y el amor el pensamiento delira. En
segundos, cientos de palabras inundan la cabeza y
se pelean por llegar a la garganta. Algunas lo logran
y nacen con una voz emocionada, con un tino que
lesiona a otros o a sí mismo. Pero a veces la fortuna
bendice al verbo y lo coloca en la mente y en los
labios de un poeta. Es el caso de Minerva Margarita
Villarreal, quien expuso sus ideas como un tornado
de sensaciones e imágenes que se condensaron en
333111 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
un poema de largo aliento. La tarde del martes se
presentó la obra en la Feria del Libro. Blanca
Lozano, promotora de bibliotecas, abrió el evento,
invitando al público para que conociera la obra de
la galardonada poeta.
Posteriormente, la poeta Claudia Berrueto
presentó un breve ensayo al que tituló “La Tristeza
que se Ilumina”. La escritora dijo que el poemario es
una “declaración de amor en llamas” y que se trata
de hallarse en “ese perderse”, entre lo bíblico y lo
erótico. La presentadora encontró tres elementos:
maternidad, erotismo y pérdida. “Cicatrices que
sueñan con ser herida de nuevo”.
Llegó el turno de la autora regiomontana,
ganadora del premio internacional de Poesía Jaime
Sabines. “La herida que provocó este libro fue la
herida del lenguaje”, dijo. Para la escritora el
lenguaje es “todo y nada” y señaló que le gusta
trabajar con ello. En vez de hablar sobre su obra, la
poeta leyó unos alucinantes versos, cargados de
imágenes. La escritora tomó la invitación a la Feria
del Libro con un festejo en sus logros poéticos.
Zocalo.com, 16 de septiembre de 2010
333222 eeelllpppoooeeemmmaaassseeemmmiiinnnaaalll 111444999///eeennneee... 222000111111
Comité editorial
luis alberto alfaro (costa rica)/ cruz benítez/ fabienne bradu/ sergio cárdenas/ luis cortés bargalló/ miguel jorge castillo/ evodio escalante/ julio césar félix/ alfredo giles-díaz/ jesús gómez morán/ armando gonzález torres/ saúl
ibargoyen/ josé kozer (eu)/ eduardo langagne/ hernán lavín cerda/ lucía de luna/ floriano martins (brasil)/ josé manuel mateo/ santiago montobbio (españa)/ angelina muñiz-huberman/ jorge ortega (españa)/ armando oviedo/
george reyes (ecuador)/ manuel silva acevedo (chile)/ felipe vázquez/ óscar wong/ elsa zeferino/ editor web: ignacio simal (españa)
coordinación: leopoldo cervantes-ortiz/ ricardo hernández echávarri