eran días finales de su vida. jesús seguía predicando, pero sus parábolas eran más dramáticas...
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Eran días finales de su vida. Jesús seguía predicando, pero sus parábolas eran más dramáticas y hasta violentas, debido al rechazo de los jefes religiosos.
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Hoy Jesús narra una pará-bola, en la que presenta el pueblo de Israel como una viña preciosa preparada por el mismo Dios.
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Deberían haber dado buenos frutos de virtudes, y sin embargo dieron frutos amargos por el orgullo y la vanidad, por no ser propagadores en el mundo del Dios bueno y universal.
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Ya el profeta Isaías hablaba de la “Viña del Señor, aplicándolo al pueblo de Israel.
Era una parábola muy famosa, conocida por todos en tiempo de Jesús, y que hoy se expone en la primera lectura.
Is 5, 1-7
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Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en fértil collado. La entrecavó, la descantó, y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas, pero dio agrazones. Pues ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mí y mi viña. ¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? ¿Por qué, esperando que diera uvas, dio agrazones? Pues ahora os diré a vosotros lo que voy a hacer con mi viña: quitar su valla para que sirva de pasto, derruir su tapia para que la pisoteen. La dejaré arrasada: no la podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos; prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella. La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel; son los hombres de Judá su plantel preferido. Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos.
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Un trabajador que trabaja con mucho amor, pero no recibe lo equivalente a su trabajo, sino sinsabores.
Al principio parece un cuento interesante, como al margen de los que escuchan.
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De pronto el profeta implica a la gente para que ellos sean jueces de lo que acontece.
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El profeta cambia de tono y pasa a las amenazas. Resulta que la nación vive en prosperidad; pero hay muchas desigualdades y pecados. Hay mucha injusticia, con la que el “Dueño” de ese pueblo no puede estar contento.
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Y pasa a descubrir quién es el Dueño de esa “viña”, que es la casa o pueblo del Señor. Éste les va a abandonar.
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Hoy Jesús les dice algo parecido a los jefes judíos. Les dice lo que va a pasar con el pueblo, que es como “la viña del Señor”.
Mt 21, 33-43
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En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo:
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Había un propietario que plantó una viña,
la rodeó con una cerca,
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la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda,
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Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían.
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Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
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Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo.
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Por último les mandó a su hijo, diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo”.
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Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: “Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia”.
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Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.
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Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?
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Le contestaron; “Hará morir de mala muerte a esos malvados
y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos”.
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Y Jesús les dice: “¿No habéis leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?”
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Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios
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y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.”
PALABRA DEL SEÑOR
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Jesús usa el mismo método que el profeta. Comienza contando algo que parece no les implica mucho a los jefes espirituales de Israel.
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Pronto les implica Jesús, porque viene a decirles a los jefes religiosos que ellos se han creído dueños de la religión y del pueblo, y se han instalado en una situación de privilegio.
De hecho Dios había escogido a su pueblo para ser salvación para el mundo, y se habían aconchado pensando que sólo ellos eran los salvados.
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Dios les iba mandado profetas para advertirles sobre su mala conducta; pero fueron rechazados.
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El último de los profetas sería san Juan Bautista.
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Por fin, Dios manda a su propio hijo; pero como su enseñanza va contra el orgullo y vanidad de estos jefes religiosos, es rechazado y logran que muera.
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Estos jefes, que eran malos pero no tontos, entendieron que Jesús hablaba contra ellos y su odio se acrecentó.
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Dios entrega su viña a otros viñadores, que podrán conseguir un buen fruto.
Tenemos la promesa de este nuevo pueblo de Dios, de toda raza y nación, que no será reprobado y contra el que las fuerzas del mal no podrán.
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La promesa es en general. Pero impresiona pensar en comunidades cristianas, en su tiempo florecientes, que han quedado borradas y sólo queda el recuerdo. Así puede pasar con comunidades, tradicionales por la fe, envueltas en el proceso del secularismo.
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La parábola se aplica a cada uno de nosotros. Dios nos ha elegido y nos da continuas gracias; pero quiere que demos una respuesta positiva de fe y frutos concretos de vida cristiana.
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Uno de ellos es el ángel de la guarda, que está dispuesto a subir hasta Dios con nuestras oraciones y los buenos frutos, como es el trabajo bien hecho, las pequeñas renuncias a favor de los demás…
Dios nos manda continuamente emisarios suyos para ayudarnos.
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Desgraciadamente con frecuencia Dios, en vez de encontrar nuestra alma llena de uvas dulces, que son las virtudes,
encuentra frutas amargas, que son los pecados. Quizá nos creemos dueños y no administradores de las gracias de Dios. O buscamos sólo la estima y la práctica externa en vez de amar a Dios y hacer el bien al prójimo.
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Por eso, pidamos al Señor que nos perdone
Y como dice el salmo responsorial:
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Oh Dios, restáuranos,
Automático
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Dios de los ejércitos,
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AMÉN