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Novos olhares sobre a imigração ibérica em América Latina (séculos XIX e XX) Volume 2 Érica Sarmiento e Ruy Farías (orgs.)

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2

Novos olhares sobre a imigração ibérica em

América Latina (séculos XIX e XX)

Volume 2

Érica Sarmiento e Ruy Farías (orgs.)

3

4

Novos olhares sobre a imigração ibérica em

América Latina (séculos XIX e XX)

Volume 2

Érica Sarmiento e Ruy Farías (orgs.)

Editora UNIVERSO

2013

5

Capa: Carlos Engemann

Diagramação: Carlos Engemann

Imagens da Capa: Montagem feita sobre foto “Chegada dos

Imigrantes” sem referência - obtida no site:

http://historiadesaopaulo.wordpress.com/imigracao/

IMPORTANTE!

Os textos que compõem esta coletânea são de inteira

responsabilidade de seus respectivos autores.

Ficha catalográfica elaborada pela Biblioteca Universo - Campus

Niterói

Bibliotecária: Ana Marta Toledo Piza Viana CRB 7/2224

N945 Novos olhares sobre a imigração ibérica em América Latina

(séculos XIX e XX) organizado por Érica Sarmiento e

Ruy Farías. - Niterói, RJ : Universo, 2011.

2v.

Vários colaboradores.

ISBN 978-8587879-10-3

II Congresso Internacional sobre Ciência, Tecnologia e

Humanidades - Chile, 2010.

1. América Latina - Migração - História. 2. Portugal -

Migração - Política governamental - História. 3. Espanha -

Migração - Política governamental - História. 4. Imigrantes -

América Latina - História. I. Sarmiento, Érica. II. Farías, Ruy.

III. Título.

CDD 980

6

Sumário

Vino viejo en odres nuevos. Las migraciones

entre la Península Ibérica y América Latina

Érica Sarmiento e Ruy Farías

3

El asociacionismo microterritorial gallego en

Buenos Aires: dinámica y evolución a partir de

un estudio de caso Nadia Andrea De Cristóforis

31

El caso de los españoles y portugueses en

América Latina Dolores Martin Rodríguez

57

Os logradouros dos imigrantes galegos no

paraíso tropical: as cadeias migratorias e as

redes de solidariedade no Rio de Janeiro Erica Sarmiento

80

La inmigración zamorana a la Argentina en

base a fuentes nominativas Marcela Susana Lippi

121

Al sur del Riachuelo. Un análisis de la

presencia e integración laboral gallega en el

Conurbano bonaerense a partir de una fuente

nominativa (1939-1960) Ruy Farías

145

7

Sobre silêncios e (in)visibilidades:O pequeno

comércio português em um recorte de gênero Lená Medeiros de Menezes

169

Rumo à América Meridional: os açorianos na

formação do Rio Grande do Sul e do Uruguai

(séculos XVII a XX) Vera Lúcia Maciel Barroso

187

Rafael Bordallo Pinheiro: presença portuguesa

na imprensa satírica do Rio de Janeiro (1875-

1879) Ana Rebello Magalhães

209

Causas y factores posibilitadores del proceso

migratorio en el discurso de los emigrantes: los

gallegos en Cuba en la primera mitad del siglo

XX José Antonio Vidal Rodríguez

233

Representaciones cinematográficas de las

migraciones españolas en la Argentina:

imaginando el retorno Susana Schmidt

262

2

Vino viejo en odres

nuevos.

Las migraciones entre

la Península Ibérica y

América Latina

3

Vino viejo en odres nuevos. Las migraciones

entre la Península Ibérica y América Latina

Érica Sarmiento1

Ruy Farías2

Entre el 30 de octubre y 1 de noviembre de 2010 se

celebró, en Santiago de Chile, y en el marco del II Congreso

Internacional Ciencias, Tecnologías y Humanidades,

Diálogo entre las disciplinas del conocimiento. Mirando al

futuro de América Latina y el Caribe, el simposio “Nuevos

rumbos en los estudios migratorios: El caso de los españoles y

portugueses en América Latina”. El objeto de aquella reunión,

de la que participaron 23 científicos sociales de Argentina,

Brasil, Chile, España y México, era abordar y debatir las

migraciones españolas y portuguesas en el continente

americano. El mismo se cumplió ampliamente, por lo que el

primer agradecimiento es para los colegas y amigos que en su

día aceptaron la invitación a participar de aquellas tres largas e

intensas jornadas, en las que (nos alegra sinceramente poder

decirlo) reinó el interés general por las ponencias y la

discusión constructiva sobre ellas. Hoy, gracias al apoyo de la

Universidade Salgado de Oliveira (Niterói, RS, Brasil), que

tempranamente manifestó su interés por estos trabajos, hemos

1 Doctora en Historia. Programa de Pós Graduação em História-

mestrado- Universidade Salgado de Oliveira/ Laboratório de Estudos

de Imigração (LABIMI)-Universidade do Estado do Rio de Janeiro

(UERJ). [email protected] . 2 Doctor en Historia. Universidad Nacional de General Sarmiento /

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Museo

de la Emigración Gallega en la Argentina.

[email protected]

4

podido reunir y sacar a la luz la mayoría de los que, hace casi

tres años, nos reunieron en Chile.3

A lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX, habitantes

de distintas regiones de Portugal, españoles de Galicia, del

País Vasco, de Zamora, etc., atravesaron en gran número

(muchas veces en ambos sentidos) el océano que media entre

sus respectivas tierras y el continente americano. La mayoría

lo hizo por su propia voluntad, pero también hubo muchos que

llegaron como parte de los diferentes exilios a los que dieron

lugar las cambiantes circunstancias políticas de España. En las

últimas décadas, los estudios sobre las migraciones

ultramarinas desde la Península Ibérica han experimentado

sustanciales avances, que encarnan en una serie de importantes

mutaciones en los enfoques de investigación, las temáticas

desarrolladas y las fuentes utilizadas.

La primera de ellas tiene que ver con las variaciones

que se han venido produciendo en los marcos espaciales y

temporales de análisis. Por un lado, la mirada respecto de la

sociedad de partida experimentó (sobre todo a la hora de

buscar explicaciones al fenómeno migratorio) un progresivo

abandono del tradicional ámbito nacional (estatal), para

centrarse más en la escala regional y microrregional. Así,

dentro del vasto fenómeno migratorio masivo de las dos

últimas centurias, los portugueses de los distritos de Guarda,

3 Por diversas circunstancias no ha sido posible incorporar también los trabajos de los colegas Ana Karina Morales Fuentealba

(Universidad de Santiago de Chile), Martín Pérez Acevedo (Instituto

de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San

Nicolás de Morelia), Andrés Suárez González (Universidad de

Santiago de Chile / Centro Gallego de Valparaíso) y Regina Weber

(Universidade Federal do Rio Grande do Sul), a quienes igualmente

deseamos agradecer su entusiasta y valiosa participación en el

simposio.

5

Tras-os-Montes o de la región de Algarve, quienes se

asentaron en las zonas rurales o semirurales al norte y al oeste

de la ciudad de Buenos Aires, los gallegos en Rio de Janeiro,

la capital argentina o en su periferia industrial de Avellaneda,

los vascos en La Habana y otras poblaciones cubanas, los

andaluces en São Paulo, y los zamoranos en distintos puntos

de la dilatada geografía bonaerense se constituyeron -entre

múltiples ejemplos posibles- en otros tantos casos dotados de

singularidad y características propias. De tal modo, el estudio

de las variaciones regionales o provinciales (e incluso aquellas

de realidades casi imperceptibles como las parroquias y

aldeas) demuestra una maduración de los estudios migratorios,

que avanzan hacia una mayor comprensión y conocimiento de

la realidad de origen y recepción de los migrantes, y de las

relaciones que se establecen entre ambos universos. Por otro

lado, se produjo una importante ampliación de los marcos

temporales de estudio, que tendieron a ensancharse por encima

y por debajo del clásico período de la emigración masiva

(1880 a 1930), incorporándose así el estudio del período

tardocolonial, donde muchas veces se halla el origen de las

redes sociales, cadenas migratorias y núcleos emisores de la

etapa masiva, y el posterior a la Segunda Guerra Mundial,

cuando el continente vivió una última oleada migratoria

ibérica, antes de ser reemplazado por Europa Occidental como

destino más importante.

En segundo lugar, se verificó un notable incremento

de las temáticas abordadas. Sin ánimo de ser exhaustivos, debe

recordarse, por ejemplo, el hecho de que los estudios de

género ganaran el espacio que por derecho les correspondía,

dada la evidencia de una problemática propiamente femenina

y el reconocimiento de su rol específico, que excede el de

mero apéndice o efecto colateral de la migración masculina.

6

Asimismo, el análisis de las políticas públicas sobre

migraciones (tanto las de los países emisores como de los

receptores) se ha enriquecido a partir de la constatación de las

notables diferencias entre las primeras y las prácticas

efectivamente desarrolladas. Por su parte, los imaginarios y las

representaciones constituyen cada vez más un espacio tomado

en consideración por los investigadores sociales, mientras las

diferentes miradas (cambiantes, pero a la vez duraderas) que

los países receptores se formaron respecto de los inmigrantes,

se combinan con las que estos articularon a propósito de sí

mismos y de quienes los rodeaban, en un juego especular que

avanza mucho más allá que la simple constatación de la

existencia de escalas de consideración y formas explícitas o

solapadas de racismo y xenofobia. En cuanto a la integración

de los migrantes, se ha hecho un uso abundante de los

indicadores que Milton M. Gordon (1964) llamó de

asimilación estructural informal (patrones de asentamiento,

conducta matrimonial y participación en asociaciones

voluntarias), los cuales han mostrado formas de integración

que revelan sociedades mucho más complejas de las que

tradicionalmente han querido ver las historiografías

americanas. Por último, el exilio (particularmente el

republicano español contemporáneo y posterior a la guerra

civil iniciada en 1936) constituye un campo cada vez mejor

cubierto, y tiende a superar la habitual fascinación por las

élites intelectuales y políticas para privilegiar los abordajes

desde el enfoque de la Historia Social, que incluye entres sus

objetos de estudio a las personas comunes, sin trayectoria

política, intelectual o artística destacada.

En cuanto a las fuentes utilizadas, el pasaje desde los

enfoques nacionales a los regionales y microhistóricos, la

preeminencia de las perspectivas de la Historia Social y el

7

retorno del sujeto a la historiografía académica, han

repercutido en una notable ampliación, valorización o

revalorización de una amplia gama de fuentes, tanto de tipo

cuantitativo como cualitativos, generadas tanto en la sociedad

de partida como en la de acogida. Como muestran varios de

los trabajos aquí reunidos, resultan susceptibles de utilización

fuentes tales como las de hechos vitales (nacimiento,

matrimonio y defunción), los libros parroquiales, registros de

ausentes, notariales y de embarque, las planillas originales de

los censos de población o económicos, los partes consulares,

listas de desembarco, registros de la policía o de asociaciones

políticas, mutualistas y culturales, los listados del personal de

fábricas y comercios, la documentación generada por las

mismas sociedades étnicas fundadas por los migrantes, los

epistolarios, biografías, autobiografías o memorias de los

emigrantes, sus fotografías y testimonios, la prensa nacional,

local o étnica, etc.

Aunque carente de divisiones rígidas, el presente

volumen se ofrece al lector siguiendo un cierto orden en lo que

podrían considerarse apartados temáticos. El primero de ellos

es el de los trabajos que, de modo predominante, se focalizan

en aspectos ligados a las políticas que, de un modo u otro,

afectan (o al menos intentan hacerlo) el movimiento

migratorio. Es el campo privilegiado de la acción del Estado, y

dentro de él caben -lo veremos- temas tales como los acuerdos

bilaterales, las medidas facilitadotas del retorno de los

emigrantes o los intentos de regulación de los flujos. Así, el

texto de Rosario Güenaga (Consejo Nacional de

Investigaciones Científicas y Técnicas), que en buena medida

se basa en informes diplomáticos de la Embajada española en

Buenos Aires, analiza los problemas administrativos -pero

cuyos fundamentos eran en el fondo ideológicos- que

8

afectaban a aquellos españoles que desearan emigrar a la

Argentina en los años inmediatamente posteriores a la Primera

Guerra Mundial. Tras el final del conflicto, el Estado argentino

comenzó a introducir condiciones especiales para reglamentar

la “calidad” de los futuros inmigrantes. Se trata de los

primeros esbozos de una política selectiva que se hará

particularmente notoria después de 1930, y que en esta

primera versión no sólo se articula en función de cuestiones

ligadas a la aptitud física y moral para los que quisieran ser

admitidos, sino también a otros aspectos económicos, sociales

e ideológicos muy importantes. El intento de regulación,

concluye la autora, se entrelaza con los problemas internos del

país y, en el caso particular de los migrantes hispanos (que a lo

largo de la segunda década del siglo XX habían presentado los

saldos más numerosos entre los extranjeros arribados al país

austral), con la presencia en el territorio argentino de

numerosos españoles de ideología anarquista, con los que el

gobierno de la Unión Cívica Radical mantenía serios

conflictos.

Durante la década de 1910, los sucesos de la

Revolución mexicana afectaron de maneras diversas tanto a la

población civil del país, como también a los extranjeros

asentados en él. Entre los segundos que fueron objeto de daños

por parte de los diversos grupos armados, los españoles fueron

los que concentraron el mayor número de casos, debido a la

desahogada condición económica de algunos de ellos, su

cercanía con los esferas del poder durante el régimen del

general Porfirio Díaz -y más tarde con el gobierno golpista del

general Victoriano Huerta-, la injerencia en la política interior,

etc. Como resume Martín Pérez Acevedo (Instituto de

Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de

San Nicolás de Hidalgo), esta suma de factores acabó por

9

catalogarlos como “enemigos de la revolución”. Su trabajo,

centrado en las tareas de la Comisión Mixta Hispano

Mexicana de Reclamaciones, demuestra que durante la

contienda, la exposición de los daños sufridos por sus

ciudadanos y la solicitud de indemnizaciones por parte de la

representación diplomática española en el país, distó de

mayores logros. Sin embargo, a finales de 1925, durante el

gobierno de Plutarco Elías Calles, se formalizó la creación de

la Comisión Mixta, que dio curso a las reclamaciones que la

colonia española había presentado. A través de la

documentación diplomática, Pérez Acevedo analiza las labores

de aquel órgano bilateral, reconstruyendo los mecanismos

implementados y la suerte de las negociaciones realizadas

durante las décadas de 1920 y 1930, a fin de brindar una

solución al expolio sufrido por los peninsulares residentes en

el país azteca.

Tras el crack de la bolsa neoyorquina en octubre de

1929, se abrió para las migraciones internacionales un período

signado por la inversión y disminución de los flujos

migratorios. La recesión económica de la década de 1930

acabó con las políticas de puertas abiertas de los países

latinoamericanos, y marcó el comienzo de un período signado

por las medidas restrictivas al movimiento de población. En un

contexto de elevación de la tasa del desempleo, inestabilidad

en los precios y salarios y, en general, de precarización del

empleo, los Estados receptores de población inmigrante

tendieron a restringir el ingreso de nuevos contingentes y a

proteger sus mercados laborales. En ocasiones este cuadro

contribuyó a la extensión entre los nativos de una percepción

negativa respecto a los inmigrantes, que a veces conllevó un

incremento de las actitudes xenófobas contra el extranjero.

Aunque en el caso de los migrantes hispanos radicados en

10

México fueron muchos los que pudieron emprender el regreso

gracias a las ayudas de repatriación sufragadas por el mismo

Estado español, el episodio ha sido poco explorado por la

Historiografía. El trabajo de Alicia Gil Lázaro (Universidad de

Sevilla) apunta a llenar ese vacío, analizando las medidas que

la IIª República Española adoptó, entre 1931 y 1936, en

beneficio de aquellos de sus ciudadanos que deseaban retornar

del país azteca a su tierra de origen. La autora explica cuáles

son las causas del aumento de las repatriaciones por parte de

España, describe los cambios legislativos en esta materia, la

movilización de recursos que la misma comunidad inmigrante

(donde destaca el papel de la Sociedad de Beneficencia

Española) realizó para coadyuvar a dicho fin, y cuál fue el

número y el perfil sociodemográfico de los beneficiados una

política que, en conjunto, fue aprovechada por el 10 % de

todos los españoles radicados en Ciudad de México. Para ello,

Gil Lázaro se basa en los expedientes del Consulado General

español, que incluyen peticiones de pasaje de retorno gratuito,

cartas de recomendación, informes de cónsules y otros

funcionarios, así como también una abundante

correspondencia entre los directivos de las asociaciones

asistencialistas de la comunidad, las instancias diplomáticas, el

Ministerio de Estado y las compañías navieras.

A finales de 1946, tras la interrupción de los flujos

hispano hacia América Latina causada por el eslabonamiento

entre la crisis económica ya comentada, la Guerra Civil

Española y la Segunda Guerra Mundial, la reactivación del

tráfico marítimo, sumada a la demanda de mano de obra

extranjera por parte de unas repúblicas hispanoamericanas en

plena expansión, y la crítica situación económica en la que se

encontraba España (afectada por las duras condiciones

económicas de la posguerra, los efectos negativos de la

11

política autárquica del régimen franquista y la presencia de

pertinentes sequías), propiciaron un aumento progresivo del

número de salidas desde esta última hacia aquellas. Es el

comienzo de la “última oleada” migratoria hispana hacia sus

tradicionales destinos ultramarinos. Teniendo como marco el

contexto descrito, María José Fernández Vicente (Universidad

de Paris-Est) aborda la política que la España franquista

desarrolló, entre las décadas de 1940 y 1970, en relación con

las migraciones hacia América Latina. A partir de una

estructuración cronológica, su trabajo nos muestra que, lejos

de constituir una mera reposición y continuidad del marco

jurídico de 1924, los principales ejes de dicha política

presentan una especificidad propia (contradictoria, por su afán

de controlar, seleccionar y planificar el flujo migratorio, con el

espíritu “liberal” de aquel), definida por las características,

evolución y estrategias de supervivencia del régimen, las

políticas migratorias de los países de acogida (por lo general

selectivas, controladoras y dirigistas en relación a los

trabajadores extranjeros), y por la propia naturaleza y

característica del flujo migratorio. De tal modo, concluye la

autora, la política migratoria franquista fue la resultante de una

mezcla de criterios socio-económicos, destinados a hacer de la

emigración un mecanismo de regulación del mercado laboral y

una fuente de entrada de divisas, y de criterios ideológicos

basados en el mito de la Hispanidad, en virtud de los cuales la

emigración a América Latina debía servir para potenciar en

ella la presencia de España y de lo español.

Como señalara hace algún tiempo Xosé Manoel Núñez

Seixas (2010) en un balance sobre la producción

historiográfica, el exilio republicano español es un campo cada

vez mas cubierto por perspectivas y enfoques propios de la

historia social y cultural. Gracias a ello, los nuevos trabajos

12

han aportado visiones no enfocadas únicamente en

descripciones localistas o demasiado centradas en la

producción artístico-cultural de élites y personalidades, cuando

no en las habituales prosopografías heroicas. Por otra parte,

continúa siendo relevante preguntarse por el impacto que los

intelectuales y científicos españoles expatriados generaron en

los países que los acogieron, lo que, a su vez, reafirma la

importancia de la reconstrucción de sus trayectorias sociales,

inserción socio-profesional y experiencia colectiva. En

particular, el trabajo de Juan Maestre Alfonso (Universidad de

Sevilla) vuelve sobre el tema de aquellos científicos sociales

(historiadores, sociólogos, antropólogos, filósofos, juristas,

etc.) que debieron abandonar España tras el desfavorable final

de la Guerra Civil para la República, y su integración en

diversos países latinoamericanos. En su escrito, el autor realiza

una exposición de las trayectorias de algunos de sus más

notables exponentes (José Ortega y Gasset, Luis Recasens

Siches, Wenceslao Roces, Julio Luelmo, José Medina

Echavarría, etc.), valorando su impacto en las sociedades de

acogida (particularmente en la mexicana), y analizando las

razones de la suerte -radicalmente distinta- que en su inserción

en el mundo académico les cupo en aquellas y en la España

tardo y postfranquista, donde muy pocos de ellos lograron

reinsertarse en la universidad.

Hasta hace pocos años, una de las rémoras más

importantes a la hora de encontrar un denominador común de

intereses entre la historiografía del exilio y los estudios

migratorios de índole historiográfica, era la ausencia de

preguntas acerca de la interrelación existente entre inmigrantes

“económicos” y exiliados “políticos”, y de las mutaciones y

continuidades entre las diversas culturas políticas republicanas

en América. La colaboración de Silvina Inés Jensen

13

(Universidad Nacional del Sur / Consejo Nacional de

Investigaciones Científicas y Técnicas) aborda ambas

temáticas. Pocos meses después del final de la Guerra Civil

Española, antiguos residentes catalanes en la Argentina y

exiliados del mismo origen impulsaron la creación de una

plataforma nacional capaz de aglutinar a todas las entidades y

publicaciones catalanas del país austral. Su resultado fue el

Consell de la Comunitat Catalana de la República Argentina,

trabajoso proyecto de unidad, sometido en todo momento a

tensiones y debates, conflictos y fracturas. La intención de la

autora es, a partir de la exploración de la correspondencia

política del político catalán Carles Pi i Sunyer (exiliado en

Londres) con exiliados y emigrantes residentes en el país

austral, analizar las heterogeneidades y conflictos del Consell.

Una tarea que lleva a cabo atendiendo, por un lado, a

identificar los sectores enfrentados dentro de la comunidad

catalana en la Argentina y, por el otro, a ponderar en qué

medida las disputas tuvieron que ver con el trazado de

fronteras entre viejos residentes y recién llegados, entre

independentistas y legalistas, entre comunistas y republicanos.

Estudiar, en fin, cómo esas tensiones revelaban, desde modos

disímiles de entender lo catalán, diferentes maneras de pensar

a lo largo de la década de 1940 la relación entre Cataluña y el

resto de los pueblos ibéricos, evaluaciones divergentes sobre el

rol de los partidos políticos en el exilio, rivalidades personales

y luchas por conseguir reconocimiento dentro de la sociedad

receptora.

Uno de los aspectos en los que el campo

historiográfico sobre las migraciones muestra últimamente

notables avances, es el que refiere al papel que los órganos de

prensa étnica han jugado en la conformación y delimitación de

los colectivos inmigrantes, de su identidad e imaginario

14

colectivo. Continuando con el caso de los catalanes en la

Argentina, el trabajo de José César Villarruel (Universidad de

Buenos Aires) analiza algunas de las características de dos

publicaciones de dicha comunidad en el país austral:

Ressorgiment y Catalunya. La primera de ellas (fundada en

1916) sobresalió por su prédica favorable al independentismo

y la autodeterminación de los catalanes de América, y por la

defensa de su identidad lingüística. En el contexto de la Guerra

Civil Española, se esforzará en la ayuda humanitaria destinada

a las víctimas catalanas del conflicto, al mismo tiempo que la

confrontación con el fascismo le confiere el perfil universalista

que distingue a la intelectualidad europea comprometida con

la lucha contra los totalitarismos. Por el contrario, Catalunya

(que se publica desde 1930) prescindió de un compromiso

político con las fuerzas en pugna, buscando así eludir posibles

conflictos al interior de la diáspora catalana en la Argentina.

Y, al mismo tiempo que privilegiaba los esfuerzos en

beneficio de la unidad de aquella, bregaba por la preservación

de la lengua y la cultura de origen, un aparente punto de

coincidencia con Ressorgiment, con la que, sin embargo, las

distancias fueron importantes, pues a la depuración del habla o

al interés por transformar el catalán en una lengua literaria,

oponía la necesidad de una cotidiana inclusión del castellano

como una estrategia de integración. En su escrito, Villarruel

repasa también los puntos de vista de ambas publicaciones

sobre la conflictiva realidad catalana, española y europea de la

década de 1930.

Por su parte, Jon Ander Ramos Martínez (Universidad

del País Vasco) se centra en la aparición y finalidades del

semanario Laurac-bat, primera empresa periodística vasca en

la colonia española de Cuba. Surgió en 1886, al amparo de la

Asociación Vasco-Navarra de Beneficencia de La Habana (un

15

caso “exótico” dentro del movimiento asociativo vasco en

América, puesto que sus fundadores buscaron crear un

imaginario vasco más próximo al objetivo de ejercer la caridad

con sus paisanos necesitados de auxilio, que a los derechos

políticos derogados) y de algunas destacadas personalidades

de la colectividad vasco-cubana. Bajo la guía de su primer

director, el literato Faustino Diez Gaviño, Laurac-bat se

caracterizó por su férrea vindicación de los fueros (abolidos

tras el final de la última de las guerras carlistas) y las

particularidades del pueblo vasco. Sin embargo, tras la muerte

de aquel (y en el contexto del estallido de la segunda y

definitiva guerra de independencia en la isla caribeña), puso

un mayor énfasis en una marcada defensa de la españolidad,

de los intereses económicos metropolitanos y, en definitiva, de

los del grupo que propulsó su aparición. Para el autor, ello

puede deberse también a que las ideas foralistas del semanario

durante su primera época fueron más representativas del

ideario de su director, que del sentir de toda la colonia euskara

de Cuba. Tras analizar la estructura, contenidos y discurso de

la publicación, Ramos Martínez sostiene que la publicación no

sólo cubrió la necesidad de información y conexión de los

vascos (y navarros) de la isla con su tierra de origen, sino que

fue, además, un nexo entre la comunidad euskera y la

Asociación Vasco-Navarra, pudiendo incluso haber llegado a

erigirse -aunque de manera informal- en el portavoz del

colectivo euskaldún en Cuba.

Lejos de ser privativa del caso vasco-cubano, la

inquietud de constituirse en una herramienta de cohesión para

la comunidad emigrada suele encontrarse en todos los medios

de comunicación generados por ese tipo de colectivos. La

prensa (y más tarde también los programas radiales) vehiculiza

dicha aspiración a través del anuncio de enlaces

16

matrimoniales, nacimientos, defunciones, efemérides, viajes,

cambios de residencia, etc. El trabajo de Fernando Carlos

Moura aborda el papel que les cabe a los medios de

comunicación desarrollados por el colectivo portugués en la

Argentina, en la aparición y subsistencia de un sentido de

identidad luso en dicho país. Su estudio, basado en el caso de

los inmigrantes de dicho origen que se asentaron en la segunda

mitad del siglo XX en el Partido (municipio) bonaerense de

Escobar, y realizado a partir de una técnica que combina el uso

de fuentes escritas (prensa), cuestionarios individuales

analizados de manera agregada y entrevistas personales,

examina también algunas de las características básicas de su

inmigración e integración en la zona. El autor establece el

papel que en dicho proceso le cabe a las redes sociales

articuladas a partir de relaciones de parentesco y amistad, la

fuerte polarización que se observa en relación al lugar de

procedencia, el patrón residencial del grupo y su inserción

socioprofesional. El trabajo avanza luego sobre algunos de los

principales rasgos identitarios del grupo, como la conducta

matrimonial, el culto a la Virgen de Fátima, la participación en

asociaciones voluntarias de corte étnico, la gastronomía, la

música o los bailes. En relación con ello, se hace particular

hincapié en la importancia del club portugués de la zona y los

medios de comunicación étnicos (prensa y radio), en tanto

piezas fundamentales a la hora de entender la cohesión del

grupo, su visibilidad y la construcción o recreación de una

identidad capaz de incluir a las segundas y terceras

generaciones de migrantes.

El del asociacionismo étnico es un fenómeno que

alcanza a todos los colectivos españoles y portugueses en

América Latina. Revistiendo diferentes formas y ámbitos de

referencia (clubes, iglesias, hospitales, asociaciones

17

nacionales, regionales, provinciales o microterritoriales), así

como también múltiples propósitos (recreativos, religiosos,

mutualistas, benéficos, culturales, políticos, etc.), canalizan

tanto la necesidad de sociabilidad de los migrantes, como las

aspiraciones de las élites a ejercer su liderazgo en el seno de su

comunidad, al mismo tiempo que construyen y mantienen la

identidad de la misma. En relación con el fenómeno antedicho,

Ada Svetlitza de Nemirovsky (Facultad Latinoamericana de

Ciencias Sociales / Instituto Universitario Nacional de Arte)

constata que, a diferencia de otros países donde la vida social

de las colonias portuguesas giró alrededor de las iglesias, en la

Argentina ello se verificó a través de los clubes lusos. De

hecho, prácticamente cada una de las comunidades

portuguesas en el país construyó su propio club. A partir del

caso del Club Portugués del Gran Buenos Aires, ubicado en el

Partido de La Matanza, la autora analiza el rol de estas

instituciones en el proceso de construcción de la identidad

colectiva. Su estudio se centra en el estudio de la celebración

del 10 de Junio, instituido en “Día de Portugal, Camões y de

las comunidades portuguesas”, desde la perspectiva del

llamado paradigma teatral. Su objetivo es estudiar las

estrategias de la política migratoria del Estado portugués sobre

el proceso de reconstrucción de la identidad de sus emigrados

planteando, al mismo tiempo, la relevancia y la significación

de los clubes y de sus líderes en el fortalecimiento de dicho

proceso. En el transcurso de su investigación, Svetlitza de

Nemirovsky identifica dos formas distintas de asumir la

identidad portuguesa: mientras los dirigentes étnicos apelan a

una doble identidad luso-argentina, y reclaman la lealtad de

los asistentes a ambas naciones, los inmigrantes de mayor

edad parecen identificarse, en el contexto del espectáculo de la

18

música y danzas folklóricas portuguesas, sólo a un pasado

rural ya inexistente, mitificado e inamovible.

A diferencia de inmigrantes lusitanos, numéricamente

escasos en la Argentina, la colonia gallega en dicho país

alcanzó desde finales del siglo XIX enormes proporciones. Y

lo mismo ocurrió con su tejido asociativo, una de cuyas

manifestaciones más notables fue la aparición, junto a otras

muchas sociedades panhispánicas y galaicas de rango macro,

de una densa red de instituciones de marco microterritorial. No

sólo fueron un vehículo idóneo para la recreación de los

marcos de sociabilidad propios de la tierra que habían dejado

sino que, en muchos casos, encarnaron también la voluntad de

intervención sociopolítica de los emigrados en su patria chica.

El trabajo de Nadia Andrea De Cristóforis (Universidad de

Buenos Aires / Consejo Nacional de Investigaciones

Científicas y Técnicas) analiza, a partir de una panoplia de

documentación que incluye la producida por la misma

institución, prensa étnica, etc., las primeras décadas de

existencia de la Sociedad Agrícola, Cultural y Recreativa de

Residentes del Municipio de Vedra en Buenos Aires, fundada

en 1910. La autora explora las causas que motivaron el

surgimiento de la entidad, sus objetivos y características

principales, así como también su relación con el Sindicato de

Agricultores de Vedra, catalizador para la fundación de

aquella, y a través del cual la institución porteña se vinculó

con el movimiento agrarista gallego. La voluntad de los

vedrenses asentados en Buenos Aires de organizarse para

apoyar a su comunidad de origen, se verificó en una serie de

importantes ayudas materiales, cuyos destinatarios fueron el

mencionado sindicato agrícola, varias escuelas diseminadas

por las parroquias del municipio, obras de infraestructura, etc.

No obstante, el fuerte compromiso con su “patria chica” no

19

impidió que la institución se ocupara también de desarrollar

acciones de índole benéfico-mutualista, cuyo objetivo era

cubrir algunas necesidades básicas de sus socios o familiares

cercanos en la capital porteña. Es precisamente esta doble

finalidad, junto con las diferencias de criterio en cuanto al

destino de los fondos remitidos a Galicia, lo que explica buena

parte de las tensiones que durante aquellos años se

desplegaron al interior de la sociedad, del mismo modo que las

escisiones y fusiones que experimentó.

Paralelamente a la existencia de instituciones étnicas,

la preservación de una identidad cultural diferenciada puede

afirmarse también en las pautas de comportamiento cotidianas,

adoptadas a partir del momento de arribar al nuevo país. La

alimentación no sólo constituye un elemento clave en el

ejercicio de la sociabilidad entre aquellos que emigran. Junto a

ello, es necesario poner de relieve el rol que los gustos y

prácticas culinarias juegan como mecanismos de expresión de

una identidad determinada, dada su vocación de reproducir

pautas y costumbres propias de la tierra de origen. Desde

luego, en las sociedades de acogida los migrantes españoles y

portugueses adoptaron nuevas pautas de alimentación, tanto

criollas como propias de otras comunidades inmigrantes. Sin

embargo, la adopción de aquellas se combinó con la

conservación de muchas otras de sus propias tradiciones

culinarias. De tal modo, los gustos gastronómicos de los

inmigrantes experimentaron una simbiosis y un sincretismo. El

conocimiento de la reproducción, conservación, hibridación o

abandono de las prácticas culinarias de aquellos exige,

particularmente en lo que hace a las que se desarrollan en el

ámbito privado, la utilización de fuentes cualitativas, tales

como las orales, prosopográficas y literarias. En el caso

particular de Dolores Martin Rodríguez Corner (Pontificia

20

Universidade Católica-São Paulo), la autora se sirve de una

serie de entrevistas a españoles que en las décadas de 1950 y

1960 se asentaron en la ciudad de São Paulo, para explorar la

suerte corrida en aquel contexto multicultural y de gran

diversidad gastronómica, con los gustos culinarios de gallegos

y andaluces. Su trabajo se mueve tanto en el ámbito de la vida

privada de ambos colectivos, cómo también en el más visible

universo de la oferta gastronómica comercial de la urbe

paulista.

En su trabajo sobre la integración socioprofesional de

los gallegos en Rio de Janeiro, también Erica Sarmiento Da

Silva (Universidade do Estado do Rio de Janeiro - Programa

de Pós Graduação em História / Universidade Salgado de

Oliveira) se sirve de testimonios personales, a los que combina

con fuentes de tipo nominativo, tales como las fichas del

archivo del Consulado Español de Rio de Janeiro, las

matrículas del Hospital Español de dicha ciudad, los libros de

prófugos de algunos municipios gallegos y de “ganhadores

livres” localizados en el Arquivo Geral da Cidade carioca, o

los procesos de expulsión labrados por las autoridades

brasileñas. A partir de esta rica mixtura, la autora reconstruye

las características de las cadenas migratorias que, entre

mediados del siglo XIX y la década de 1960, vincularon a la

freguesía carioca de Santo Antonio y al barrio de Lapa con

distintos puntos de Galicia. La vitalidad de dichas cadenas y

de las redes sociales que las contenían, se manifiesta también

al contemplar el universo habitacional y laboral de los

inmigrantes gallegos en la por entonces capital de Brasil, de

cuya observación se desprende una imagen familiar en otras

ciudades de América que (como ocurrió con La Habana,

Buenos Aires o Montevideo) gozaron de una importante

presencia galaica: alto nivel de agrupamiento en determinadas

21

calles y unidades habitacionales, así como también una

considerable presencia entre los empleados y propietarios de

negocios ligados a la hostelería, sin excluir otras actividades

“emblemáticas”, como las de los propietarios de pequeños

comercios y dependientes de éstos. Mas, en el caso particular

de este sector de la urbe carioca, la búsqueda por parte de los

inmigrantes gallegos de negocios rentables y de bajo nivel de

inversión los llevó a mezclarse en el ramo de las hospedarías,

un tipo de pensión que, debido a las características

socioeconómicas del área (y en particular la presencia del

negocio de la prostitución), fácilmente podía ser confundida

con una casa de lenocinio, lo que muchas veces les aparejó

problemas con las autoridades brasileñas.

Los dos trabajos que siguen hacen también abundante

uso de fuentes de tipo nominativos. El primero de ellos, obra

de Marcela Susana Lippi (Universidad de Buenos Aires), se

basa principalmente en los libros de Registro de Matrícula del

Consulado General de España en Buenos Aires, una fuente

hasta hoy muy poco empleada, a pesar de lo evidente de su

potencial para el estudio de las migraciones españolas en la

Argentina, entre otras razones por incluir el dato clave de la

provincia y comuna de origen del migrante. A través de ella, y

del cruce de la información obtenida con la hallada en los

partes consulares (1910) y con los libros de desembarco del

puerto de Buenos Aires (1923-1929), resguardado en el

Archivo General de la Nación (Buenos Aires), la autora

analiza algunos de los rasgos principales de los flujos

migratorios zamoranos hacia dicho país durante las primeras

tres décadas del siglo XX (como, por ejemplo, su dimensión

aldeana), y del proceso de integración del grupo en la sociedad

de acogida. Operando con la totalidad de los nativos de

Zamora inscriptos en la legación española entre 1939 y

22

mediados de 1945, determina los principales focos migratorios

de la corriente que tomó el camino de la Argentina (y también

la elevada cantidad de aquellos), así como también la

composición profesional, etaria y de género de los

protagonistas del fenómeno. El acceso a información

relacionada con la última residencia de los migrantes, le

permite comprobar que, a comienzos de la pasada centuria, la

enorme mayoría de aquellos salían de la aldea directamente

para cruzar el Atlántico. En cuanto al proceso de inserción en

la tierra de acogida, después de una somera mirada a la

integración económica, Lippi presta una particular atención a

los patrones de asentamiento del grupo (particularmente en el

caso de la ciudad de Buenos Aires, sus alrededores y la

provincia homónima -aunque también había residentes en

otros puntos del territorio argentino), y al lugar que en la

conformación de aquel les cabe a las redes sociales y la

cronología migratoria, determina la existencia de interesantes

diferencias con otros casos regionales y el patrón residencial

español genérico en Buenos Aires.

Por su parte, Ruy Farías (Universidad Nacional de

General Sarmiento / Consejo Nacional de Investigaciones

Científicas / Museo de la Emigración Gallega en la Argentina)

focaliza su análisis del colectivo gallego en la Argentina entre

los años de 1946 e 1960. Hasta hoy, resume el autor, la mayor

parte de los estudios dedicados a la presencia gallega en dicho

país se centraron en la etapa de la “inmigración masiva”

(1880-1930), siendo escasos los dedicados a analizar los flujos

posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, Buenos

Aires continúa siendo el lugar de observación privilegiado, un

hecho que, sumado a cierta tendencia a generalizar las

características de la colonia galaica de la capital al conjunto de

la Argentina, acaba por generar en ocasiones apreciaciones no

23

del todo exactas sobre las características más salientes de la

comunidad galaica asentada en otros puntos del territorio

nacional. De tal modo, resulta para él evidente la necesidad de

nuevas aproximaciones (de base empírica cuantitativa y

suficientemente representativas) a las distintas dinámicas de

integración laboral y movilidad social de los gallegos en aquel

país, capaces de colaborar en la construcción de tipologías

válidas para áreas cualitativamente distintas del caso clásico

de Buenos Aires y, por eso mismo, susceptibles de matizar los

esquemas generalizantes que de él se desprenden. Por ello, su

trabajo se centra en la colonia gallega residente en los actuales

municipios bonaerenses de Avellaneda e Lanús, un área que

desde fines del siglo XIX se constituyó en la periferia

industrial de la capital argentina. A través del análisis del

Libro de Registro del Consulado General de España en Buenos

Aires, explora sucesivamente la importancia relativa del grupo

galaico en relación al conjunto de la inmigración hispana en la

zona, determina algunas de las características más

sobresalientes de los flujos que hacia allí se dirigieron

(composición sexual y etaria) y del stock galaico, para avanzar

finalmente hacia una primera a la inserción socioprofesional

del grupo (mayoritariamente proletaria).

Los estudios sobre inmigración urbana en Brasil son

relativamente recientes. Sin embargo, los estudios sobre los

inmigrantes portugueses los son todavía más. En Rio de

Janeiro, los vínculos con la era colonial y la gran presencia de

un sujeto que era portador de una cultura muy parecida a la

brasileña, se encuentran en la base de una verdadera

invisibilización de la presencia portuguesa. De acuerdo con

José Murilo de Carvalho (2005), la razón por la que el grupo

luso fue sometido a ello por la historiografía deriva de la

imagen de atraso e inmovilismo asociada a Portugal, y a su

24

protagonismo en un pasado colonial que debía ser olvidado. El

trabajo de Lená Medeiros de Menezes (Universidade do

Estado do Rio de Janeiro) llega para corregir esta situación,

sacando a la luz algunos aspectos de la inserción

socioprofesional de los inmigrantes lusos dentro del ramo del

pequeño comercio en la ciudad carioca del siglo XIX.

Combinando documentación oficial, almanaques y crónicas

sobre la ciudad, la autora aborda la importante presencia

portuguesa en el dinámico comercio de la capital,

particularmente notable en el sector de los secos e molhados,

panaderías, hoteles y casas de pasto. El trabajo aborda también

la cuestión del género y observa que, una vez más, al contrario

de lo sostenido por la historiografía más tradicional, los

negocios del siglo XIX no era exclusividad de los varones y

las mujeres también eran protagonistas de los procesos

históricos, principalmente el caso de las viudas.

Otro caso de invisibilización de un grupo étnico es el

de los açorianos, quienes comenzaron a asentarse en el

territorio del actual Estado de Rio Grande do Sul a mediados

del siglo XVIII. En efecto, los diferentes colectivos que

contribuyeron a la formación del mosaico étnico de la

sociedade gaúcha han corrido historiográficamente una suerte

dispar: mientras algunos grupos (como es particularmente

notable en el caso de alemanes e italianos) han sido objeto de

una importante atención por parte de los historiadores, el

conocimiento acerca de la presencia de los portugueses

insulares aun es escaso. Sin embargo, en los últimos años, las

fuentes y los nuevos trabajos de investigación demunestran la

importancia y la dimensión de la presencia de los açorianos en

la costrucción de la identidad sul-rio-grandense. El trabajo de

Vera Lúcia Maciel Barroso (Faculdade Porto-Alegrense) no

sólo glosa la presencia açoriana en un amplio rango de tiempo,

25

demostrando la importancia de su antigua y primaria

instalación, por razones geopolíticas, en las tierras fronterizas

entre el imperio español y el portugués que hoy corresponden

a los actuales Rio Grande do Sul y Uruguay: también enumera

lo que la autora entiende como “ações de desvendamento da

presença açoriana” en ese lugar. Así, Maciel Barroso enumera

sistemáticamente sus lugares de asentamiento, los posibles

repositorios y la documentación disponible, los estúdios

recientes y las lacunas y posibilidades de investigación a los

que desean reconocer la identidad de la açorianidade gaúcha.

Continuando con los portugueses en Brasil, Ana

Rebello Magalhaes (Universidade do Estado do Rio de

Janeiro) nos acerca a un caso de integración en el mundo

urbano de la sociedad de acogida distinto al clásico de los

sectores terciarios y secundarios. En este contexto, el trabajo

de Rebello Magalhaes se focaliza en el papel que, entre 1875 y

1879, le cupo al artista gráfico luso Rafael Bordallo Pinheiro

en la prensa ilustrada del Río de Janeiro. Se recria el discurso

político, a partir de la narrativa de las caricaturas de los

periódicos O Mosquito, Psit! e O Besouro. Rebello Magalhaes

nos revela una mirada atenta y una consciencia crítica de las

transformaciones sociales, económicas y políticas de la capital

del Brasil en el periodo de sustitución del régimen monárquico

por el republicano. La cuestión de la inmigración es el tema

frecuente de su obra en el periodo brasileiro. Los registros de

Bordallo inmigrante, en sus litografías, indicaban

preocupaciones acerca de la situación vividas por los

portugueses que intentaban ganar la vida en tierras brasileiras.

Pese la partida de Rafael Bordallo Pinheiro haber interrumpido

su participación en la prensa de la capital brasileira, para la

autora, el legado de su obra ha sido fuente de inspiración para

el estilo de muchas revistas ilustradas y para el trabajo de

26

jóvenes artistas en los años posteriores a la imprensa satírica

de Río de Janeiro.

Como sintetizara hace ya tiempo Dora Schwarzstein

(2001), las fuentes orales constituyen un instrumento

privilegiado para la reconstrucción de experiencias como la

migración o el exilio. No sólo contribuyen a revelar las

características de esos procesos, sino también lo que la gente

sintió habiéndolos vivido. Mientras otras fuentes pueden

revelar la creación e instrumentación de políticas migratorias o

los patrones estadísticos de movilidad, instalación y empleo,

los testimonios orales ayudan a comprender la complejidad de

los procesos migratorios. El trabajo de José Antonio Vidal

Rodríguez (Universidad Complutense de Madrid – Seminario

de Fuentes Orales), centrado en el caso de la emigración

gallega a Cuba durante la primera mitad del siglo XX, constata

que además de causas económicas, la percepción de los

protagonistas del proceso incluye en la casuística del

fenómeno migratorio también motivaciones de índole

psicosocial, tales como la huída del servicio militar, la

inducción de los parientes, amigos o vecinos ya emigrados, la

emulación del indiano triunfador, la presencia de ganchos

(contratistas) o el espíritu aventurero de la juventud. Más aún,

hay entre aquellos quienes afirman haber emigrado por

circunstancias estrictamente personales o familiares, como una

súbita orfandad o la imposibilidad de aceptar la nueva pareja

del progenitor que ha enviudado. En el caso de las mujeres,

para muchas el acicate fue la necesidad de cuidar a un pariente

establecido en Cuba, el deseo de seguir a su novio ausente, de

escapar al escarnio por haberse convertido en madre soltera, o

la reagrupación familiar lo que las movilizó a la isla. En

cualquier caso, como también revelan las entrevistas, la

mayoría de estas personas no habría podido concretar la

27

aventura migratoria sin el factor posibilitador de las cadenas

migratorias basadas en redes sociales familiares o paisanas,

que unieron ciertas aldeas, parroquias y comarcas gallegas con

algunas ciudades, comarcas y sectores laborales cubanos.

Estas cadenas migratorias encauzaron y facilitaron el trayecto

a miles de gallegos que lograron establecerse en la isla, gracias

a la información proporcionada, a la financiación del viaje y al

apoyo económico, laboral y afectivo que les brindaron. Del

mismo modo, lograron crear nichos laborales que controlaron

desde finales del siglo XIX ciertas familias o naturales de

algunas comarcas gallegas.

En la Argentina, la idea de que el país moderno fue

construido por inmigrantes europeos forma parte de los mitos

fundacionales de la Nación (Quijada, Bernard, Schneider,

2000). En la coyuntura de crisis que el país atravesó a

comienzos del presente siglo, se ha recurrido a él para

fundamentar la salida de miles de argentinos al exterior en una

tradición migratoria que remite a los orígenes de la sociedad.

En relación con ello, el último trabajo de este libro, obra de

Susana Schmidt (Universidad de Salamanca), aborda el tema

de las representaciones en relación con el retorno. La fuente en

la que se basa es el cine argentino-español de las últimas

décadas, donde han sido frecuentes los filmes de ficción que

remiten a las migraciones de españoles a la Argentina. La

producción de esas películas coincide con un momento en el

que, debido a las crisis políticas, económicas y sociales de

aquel país del Cono Sur, la dirección histórica de los flujos

entre España y la república austral se invirtieron (circa 1999-

2008), tornándose por primera vez importantes las de

argentinos que emigran a la Península. Así, con frecuencia se

trata de historias que cuentan no el devenir de los españoles en

la sociedad de destino, sino la búsqueda de los orígenes,

28

familiares o sociales por parte de sus descendientes. O,

incluso, el relato de lo que se podría denominarse una

migración “de retorno diferido generacionalmente”, construido

sobre la memoria de aquellas migraciones del pasado, que

viene a dar cuenta de un vínculo imaginario entre los

descendientes de españoles en la Argentina y España como

país de origen, dentro de un marco de representaciones que

remite a la cercanía cultural entre ambas sociedades. Y, en

cualquier caso, como acertadamente señala Schmidt, sin

obviar el elemento económico, en unos casos, o difuminándolo

por completo en otros, ofrecen explicaciones complementarias

o alternativas, enriqueciendo de tal modo el discurso sobre las

causas de las migraciones.

En síntesis, los artículos aquí reunidos suponen, en

conjunto, una enriquecedora diversidad de temas, grupos

migrantes, períodos, enfoques y fuentes sobre el fenómeno de

las migraciones entre la Península Ibérica y América Latina.

Dejan entrever también la maduración de una nueva

generación de especialistas, capaces de elaborar

cuestionamientos novedosos en relación con la integración de

esos migrantes en sus diferentes tierras de acogida, la

identidad que en ella mantuvieron o elaboraron, la mirada con

la que fueron contemplados por sus sociedades de recepción,

etc. Los que firmamos estas páginas introductorias nada más

tenemos para añadir, excepto el agradecimiento por haber

podido compartir tan fructífero intercambio de ideas y miradas

con tantos colegas y amigos, y tener la esperanza de seguir

haciéndolo en el futuro.

29

Bibliografía

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Role of Race, Religion and National Origins. New York:

Oxford University Press, 1964.

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Argentina, siglos XIX y XX. Madrid: Consejo Superior de

Investigaciones Científicas, 2000.

SCHWARZSTEIN, Dora. Entre Franco y Perón: Memoria e

identidad del exilio republicano español en Argentina.

Barcelona: Crítica, 2001.

30

El asociacionismo

microterritorial gallego

en Buenos Aires:

dinámica y evolución a

partir de un estudio de

caso

31

El asociacionismo microterritorial gallego en

Buenos Aires: dinámica y evolución a partir

de un estudio de caso1

Nadia Andrea De Cristóforis2

Introducción

Los emigrantes gallegos se caracterizaron por generar un vasto

y multiforme movimiento asociativo en sus diferentes ámbitos

de destino. Dicho fenómeno fue particularmente relevante en

ciudades que se convirtieron en importantes espacios de

recepción de las corrientes del noroeste hispánico, como

Buenos Aires, La Habana o Montevideo. Los oriundos de

Galicia no sólo participaron en distintas instituciones

españolas o del país de acogida (como las relacionadas con el

1 Este trabajo forma parte de los siguientes proyectos de

investigación: UBACyT 20020090200622 y UBACyT

20020100100435 (Universidad de Buenos Aires); PIP 114-200801-

00216 (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas);

PICT 1150 (Agencia Nacional de Promoción Científica y

Tecnológica) y Proyecto “Redes, poder y territorialidad en la historia

argentina de los siglos XVIII-XX”, Programa de Incentivos a

docentes–investigadores (Centro de Estudios Sociales de América

Latina - UNICEN). Agradezco a Xosé Manoel Núñez Seixas, Pilar

Cagiao Vila, Rocío Botana Iglesias y Xurxo Cerdeira Louro, por su valioso asesoramiento en materia documental. 2 Doctora de la Universidad de Buenos Aires, área Historia.

Universidad de Buenos Aires - Consejo Nacional de Investigaciones

Científicas y Técnicas (Centro de Estudios Sociales de América

Latina – UNICEN), Argentina. E-mail:

[email protected]; [email protected].

32

mundo del trabajo, por ejemplo), sino que también moldearon

sus propias entidades, que cumplieron diversas funciones:

recreativas, mutuales, asistenciales, culturales, políticas,

educativas, entre otras.3

En relación con el asociacionismo originado en la

Argentina, las primeras aproximaciones al tema presentaron

una fuerte tendencia conmemorativa o evocativa, que colocaba

el acento en los elencos dirigentes y su desempeño a lo largo

de las diferentes gestiones. Este tipo de lectura, que ha

persistido en el tiempo, se difundió especialmente en relación

con el conocimiento de los centros de carácter regional o

provincial (el “Centro Gallego de Buenos Aires”, el “Centro

Galicia de Buenos Aires” o los Centros Provinciales, por

ejemplo) (Sánchez Millares y Vázquez Villanueva, 1993;

Rodríguez Díaz, 2000; Vázquez Villanueva, 2004; Padorno,

2007).

Sin embargo, en los últimos años se han introducido

interesantes perspectivas de análisis, en particular, para la

comprensión de la dinámica y desarrollo de las entidades

microterritoriales. Dichas miradas renovadoras han promovido

una mayor atención hacia la acción social, la racionalidad

limitada de los sujetos, los liderazgos o las redes sociales,

entre otras cuestiones.4 Como sostuvo Alejandro Fernández

3 Una interesante clasificación de las instituciones creadas por los

emigrantes del noroeste hispánico en el exterior puede consultarse en

Peña Saavedra, 1991, p. 356. Para una visión global de las asociaciones gallegas en el exterior, hasta la actualidad, con un rico

aporte a nivel cuantitativo, cfr. Arquivo da Emigración Galega e

Consello da Cultura Galega, 2008. 4 Para el caso argentino, los estudios de Xosé Manoel Núñez Seixas

son particularmente sugestivos y originales. V., entre muchos otros,

Núñez Seixas, 1999, p. 195-233; 2000, p. 23-44; 2011, p. 107-133.

33

(2011, p. 148-149), diversas razones condujeron a esta

preocupación por las sociedades microterritoriales: su estrecha

conexión con las historias locales, el apoyo financiero e

institucional dado al tema por parte de los gobiernos

municipales y autonómico, o el hecho de que el estudio de las

mencionadas entidades se convirtió en un terreno fértil para la

puesta en juego de enfoques microanalíticos, como los

propuestos desde la microhistoria.

Consideramos que algunos de estos factores se

conjugaron en el caso del municipio coruñés de Vedra. En

ocasión de cumplirse los cien años de la fundación de dos

sociedades microterritoriales de dicho ayuntamiento en

Buenos Aires (1910-2010), el gobierno local, con la

colaboración del Arquivo da Emigración del Consello da

Cultura Galega, comenzó a impulsar una importante tarea de

recuperación de documentación perteneciente a las citadas

entidades, al tiempo que promovió interesantes investigaciones

sobre la evolución histórica de las mismas.5 En este contexto,

resultó viable y alentador encarar un estudio sobre la dinámica

y funcionamiento de una de las dos instituciones nacidas en

1910: la “Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra en

Buenos Aires”. En el presente trabajo nos detendremos en las

primeras décadas de su existencia, para poner de relieve sus

objetivos, características e interacciones con núcleos

En relación con contextos emigratorios más amplios, cfr. Núñez

Seixas, 1998.

5 Algunas referencias a las tareas mencionadas pueden hallarse en la

página web: <http://100anosvedraemigrante.com/?q=es>, citada el

7/09/2010. Vale la pena recordar también dos obras que fueron

elaboradas en la coyuntura aludida: Cerdeira Louro y Botana

Iglesias, 2009; Cerdeira Louro, 2010.

34

asociativos de distinta índole, existentes en Vedra y en la

ciudad porteña a comienzos del siglo XX.

De Vedra a Buenos Aires: migraciones y asociacionismo

El Municipio de Vedra se ubica en el sur de la Provincia de La

Coruña, en Galicia. Desde el siglo XII se halla conformado

por doce parroquias.6 Se trata de un distrito con una

predominante estructura agrícola, que experimentó una

importante emigración hacia la Argentina, desde fines del

siglo XIX.

En realidad, las primeras salidas al exterior que se

produjeron en la cuenca media del río Ulla (donde se ubica

Vedra) tuvieron como principal destino la región andaluza,

especialmente, la ciudad de Cádiz. Como pusieron de relieve

Ofelia Rey Castelao y Ricardo Turnes Mejuto (1989, p. 179), a

partir de 1760 estos flujos intrapeninsulares adquirieron una

importancia para nada desdeñable. Se trataba de unas

corrientes temporarias, con cierta presencia femenina. Sin

embargo, a lo largo del siglo XIX la emigración ultramarina se

fue incrementando, por factores que actuaron tanto en la

sociedad de partida (la crisis de la industria textil a domicilio o

de la producción vitivinícola, las pesadas cargas tributarias que

debían soportar los productores, el interés de los jóvenes de

evadir el servicio militar, las limitadas posibilidades de

crecimiento en el marco de la comunidad local o el sistema de

herencia que favorecía a uno de los hijos en detrimento de los

6 San Andrés de Trobe, San Miguel de Sarandón, Santa María

Magdalena de Puente Ulla, Santa Cruz de Rivadulla, San Pedro de

Sarandón, Santa Eulalia de Vedra, San Félix de Sales, San Lamed de

Rivadulla, San Pedro de Vilanova, San Andrés de Illobre, San

Cristóbal de Merín y San Julián de Sales.

35

demás), como en las de recepción (fundamentalmente, las

oportunidades crecientes de inserción laboral y de progreso

social) (Cerdeira Louro y Botana Iglesias, 2009, p. 26-30).

Hacia 1897 ya se había definido una clara tendencia,

en cuanto al destino prevaleciente en las emigraciones

transoceánicas: Buenos Aires ocupaba el primer lugar como

ciudad receptora, seguida a mucha distancia por La Habana y

Cádiz (Botana Iglesias, 2006, p. 32-33). Según nuestras

propias contabilizaciones, en el año mencionado había como

mínimo unos 266 vedraleses en la ciudad porteña,7 número

que se habría mantenido relativamente estable en las primeras

décadas del siglo XX. Tengamos presente que según el padrón

municipal de habitantes de 1930, en Buenos Aires había unos

244 vedraleses, siendo el predominio de los varones muy

acuciado dentro de dicho colectivo (205 eran hombres y 39,

mujeres) (Botana Iglesias, 2006, p. 40). Tomando en

consideración que en 1930 la “población de hecho” en Vedra

era de unos 5.639 habitantes (Fariña Jamardo, 1993, p. 69),

podríamos afirmar que el número de emigrantes vedraleses en

el destino porteño equivalía a un 4,32% de la población de

hecho del municipio de origen.

Los oriundos de Vedra en Buenos Aires se integraron

a instituciones gallegas ya existentes, al tiempo que crearon

otras nuevas, que intentaron representar al municipio o alguna

de sus parroquias. De este modo, en la ciudad porteña

surgieron unas diez asociaciones microterritoriales, que

tuvieron unas trayectorias y alcances diferentes entre sí.8

7 Archivo Municipal de Vedra, Padrón Municipal de Habitantes de

1897, caja 326. 8 Gran parte de la documentación perteneciente a las mencionadas

entidades se preserva actualmente en el Archivo de la Emigración de

Vedra, Municipio de Vedra, Galicia.

36

Como ya sugerimos, este movimiento asociativo se inició

hacia 1910, con la fundación de la “Sociedad Agrícola

Residentes de Vedra” y la “Agrícola Ganadera y de

Instrucción de Santa Eulalia de Vedra”. Ambas entidades

fueron modificando sus denominaciones a lo largo de su

existencia. La primera, más conocida como “Sociedad de

Residentes del Municipio de Vedra en Buenos Aires” tenía

como marco de referencia al municipio, mientras que la

segunda, a la parroquia de Santa Eulalia de Vedra.

Entre la sociedad de origen y la de llegada: tensiones

dentro de una entidad microterritorial

El día 2 de octubre de 1910, un núcleo de residentes del

municipio de Vedra en Buenos Aires se reunió en la casa del

inmigrante vedralés Manuel Fernández, sita en la calle Alsina

944, para fundar la Sociedad Agrícola Residentes de Vedra (en

adelante: Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra).

Los propósitos declarados de esta última eran auxiliar a la

sociedad agrícola que por ese entonces funcionaba en Vedra

(entidad que luego fue reconocida como “Sindicato Agrícola

de Vedra”) y el “deseo de buscar por todos los medios el

mejoramiento de la región [gallega]”.9

Como vemos, la institución surgía en estrecha relación

con las necesidades de la tierra de origen, principalmente, para

colaborar con el Sindicato Agrícola. Este último formaba parte

de una red más amplia de sociedades agrícolas que por ese

entonces se estaba desarrollando con gran fuerza en toda

9 Archivo de la Emigración de Vedra (en adelante, AEV), Caja 1,

Libro de Actas Nº 1 (1910-1917) Sociedad Agrícola Residentes de

Vedra (en adelante, SRMV, sigla del nombre más difundido de esta

entidad), Acta de fundación, 2/10/1910, f. 1.

37

Galicia, pero especialmente, en las provincias de Pontevedra y

La Coruña. Este crecimiento de las sociedades agrícolas se

venía produciendo desde fines del siglo XIX, pero encontró un

motivo de impulso en la sanción de la Ley de Sindicatos de

1906, que autorizó la asociación de los agricultores, con la

condición de que la misma tuviera fines principalmente

económicos. Se ha calculado que entre 1907 y 1913 la

provincia de La Coruña pasó a tener unas 55 sociedades

campesinas (Domínguez Almansa, 1997, p. 60).

Según lo refería el art. 1º de su Reglamento, el

Sindicato de Agricultores de Vedra podía constituirse por

“propietarios, labradores, jornaleros, colonos e individuos que

ejerzan profesiones anexas a la Agricultura y Ganadería”.10

Sus finalidades eran instructivas; económicas y benéficas.

Además de estos objetivos, el Sindicato se proponía tener

representación en el Municipio (art. 53), para garantizar la

protección de los derechos de los campesinos.

¿Cuáles eran los factores que favorecían la

preocupación por la sociedad de origen, entre los inmigrantes

establecidos en Buenos Aires? Se trataba de una combinación

compleja de circunstancias. En primer lugar, la fuerte

expectativa de retorno, por parte de quienes seguían apostando

a volver como “indianos” enriquecidos al hogar que los había

visto nacer. En segundo lugar, el interés por recrear ese ámbito

de pertenencia, en el medio de acogida. El hecho de buscar el

mejoramiento de su sociedad de nacimiento conllevaba el

mantenimiento de los vínculos con aquellos que habían

permanecido en Vedra, materializados en las remesas que se

hacían llegar por vías personales o impersonales (como las

10 Las alusiones al Reglamento del Sindicato se derivan de la

documentación que se encuentra en AEV, Caja Nº 10, Reglamento

del Sindicato de Agricultores de Vedra, 1921 [19/07/1913].

38

entidades bancarias), la correspondencia o los periódicos que

circulaban entre ambos lados del océano. Además, la práctica

de la filantropía en su tierra natal permitía consolidar el

prestigio social de quienes integraban las Comisiones

Directivas de la sociedad. Como vemos, las motivaciones eran

diversas, pero se podrían resumir en algunas frases, que

también serían aplicables a otros dirigentes de asociaciones

microterritoriales gallegas: deseos de “figurar”, propósito de

mantener los límites étnicos de la comunidad de pertenencia, e

interés por legitimar un liderazgo dentro de la misma, de uno y

otro lado del Atlántico. De este modo, y siguiendo una

tipificación propuesta por Núñez Seixas (2006, p. 32-33)

podríamos sugerir que los líderes de la Sociedad de Residentes

del Municipio de Vedra cumplieron diversas funciones (por lo

menos en la etapa inicial de dicha institución): culturales

(recreación del tejido social del mundo de origen y del sentido

de pertenencia al mismo), políticas (representar a los

emigrados de Vedra en Buenos Aires ante el Sindicato

Agrícola, actuando como sus portavoces), sociales (prestación

de ayuda mutua, como veremos más adelante), psicosociales

(contribuir al reforzamiento del prestigio social de la

comunidad).

En esta articulación de objetivos altruistas e intereses

personales, los que quedaban en evidencia a un nivel

discursivo-oficial y propagandístico, eran los primeros. Los

dirigentes de la sociedad hacían un especial esfuerzo por

demostrar que consagraban su trabajo al bien común y al

“engrandecimiento” de su tierra de origen, en todas las

oportunidades posibles. De este modo, tanto en la

documentación de índole institucional, como en los periódicos

39

que representaban a la entidad, se ponía de manifiesto la

supuesta voluntad redentora y transformadora de los líderes.11

Además, los deseos de figurar entre los benefactores

de la “patria chica”, conducía a que los dirigentes buscaran

aparecer (con nombre y apellido) en los listados de

contribuyentes para la construcción del edificio social (la sede

del Sindicato de Agricultores en Vedra), o también producía

fenómenos llamativos, como la conformación de una

Comisión Directiva con una abultada cantidad de cargos, en

proporción a la masa societaria. Tengamos presente, por

ejemplo, que en los primeros años de existencia de la entidad,

el número de socios no superaba el medio centenar de

personas,12

mientras que la Comisión Directiva integrada por

24 miembros (Director, Vicepresidente, Secretario,

Prosecretario, Tesorero, Protesorero, Contador, Síndico, dos

Revisores de Cuentas, dos Vocales y doce Vocales

auxiliares).13

11 Un ejemplo muy ilustrativo de ello lo tenemos en las palabras del

Presidente, Eugenio Orosa, dirigidas a los socios, al terminar su

mandato en 1915. V. AEV, Caja Nº 13, Correspondencia SRMV,

Carta enviada por Eugenio Orosa, Bs. As., 24/01/1915.

12 Lamentablemente, no podemos realizar una contabilización exacta

del número de socios en los primeros años de existencia de la

entidad, pues el primer listado que llegó a nuestros días, corresponde

a 1924. La estimación presentada se deduce del número de asistentes

a una Asamblea, el 15 de junio de 1913 (Cfr. AEV, Caja 1, Libro de

Actas Nº 1 (1910-1917) SRMV, Acta de asamblea extraordinaria,

15/06/1913, f. 57). 13 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 1 (1910-1917) SRMV, Acta de

aprobación de cuentas y nombramiento de nuevo directorio para el

año de 1911, 8/01/1911, ff. 5 y 6; Idem, Acta de posesión de cargos

de la nueva Junta para 1911, 10/01/1911, ff. 6 y 7.

40

Ahora bien, si por un lado el objetivo inicial de la

Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra estaba ligado

al mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes

de dicho ayuntamiento, también debemos destacar que la

entidad desplegó acciones de índole benéfico-mutualistas,

encaminadas a cubrir algunas necesidades básicas de sus

socios o familiares cercanos en la capital porteña (auxilio

monetario en caso de enfermedad o accidentes; cobertura de

gastos de repatriación de socios enfermos o inhabilitados para

el trabajo, o de entierros de socios o sus parientes).

Sin embargo, creemos que los propósitos filantrópicos,

ligados con la tierra de origen (ayuda al Sindicato de

Agricultores o contribución al mejoramiento de la

infraestructura pública del municipio de Vedra), entraron en

tensión con aquellos dirigidos a favorecer a los socios

radicados en Buenos Aires. Problemáticas similares se habrían

instalado en otras sociedades microterritoriales gallegas,

siendo ejemplificador el caso de “Hijos del Partido de Lalín”.

Esta institución nació el 7 de agosto de 1908 en la ciudad

porteña, con el objetivo inicial de recolectar dinero para

comprar un terreno y construir un cementerio en Galicia. Al

año de su fundación experimentó una escisión, debido a que

un grupo de sus miembros deseaba profundizar la tendencia

mutualista de la entidad, en detrimento de las acciones

benefactoras en la sociedad natal. Al no ser aceptada esta

propuesta dentro de la sociedad ya constituida, los que estaban

a favor del programa de protección a los emigrados en la

Capital Federal se separaron de Hijos del Partido de Lalín,

dando nacimiento a una nueva entidad: “Asociación Hijos del

Partido de Lalín (Protección)” (Núñez Seixas, 2000, p. 34;

Hervella García y Seijas Montero, s./f., p. 42-43).

41

Dentro de la Sociedad de Residentes del Municipio de

Vedra, la tensión entre fines filantrópicos y mutualistas fue

incrementándose, manifestándose en distintas circunstancias,

como por ejemplo, en el intento de reforma del artículo de los

Estatutos que establecía cómo se debía distribuir el capital

líquido de la institución, o también, en las discusiones

suscitadas sobre cómo repartir los fondos recaudados como

resultado de la realización de un festival.14

Según lo estipulado

en el Reglamento, existían tres destinos posibles para el dinero

de la entidad: el Sindicato de Vedra, el fondo parroquial y la

protección mutua de los asociados en Buenos Aires.15

En

general, lo que era materia de disensos era el porcentaje

correspondiente a cada rubro.

La tensión entre objetivos filantrópicos y mutualistas

condujo finalmente a la separación de un núcleo de asociados,

quienes fundaron una nueva entidad. Sin embargo, en este

caso, a diferencia del de Hijos del Partido de Lalín, el grupo

que se escindió era el que defendía un programa inclinado a

satisfacer las necesidades de los gallegos en la tierra natal. En

efecto, en 1919, con motivo de la adhesión del Sindicato de

Agricultores a la Confederación Nacional Católica Agraria, la

Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra rompió

relaciones con el primero, tras largas discusiones que

dividieron a quienes estaban a favor o en contra de esa

decisión. Aquellos que sostenían la necesidad de mantener los

vínculos con la sociedad matriz constituyeron una nueva

entidad: la “Sociedad Mutua y Auxiliar de Agricultores del

14 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de

asamblea general extraordinaria, 30/07/1917, ff. 42 y 44; Idem, Acta

de asamblea general extraordinaria, 7/07/1918, f. 102. 15 AEV, Caja Nº 10, Estatutos y Reglamento de la Sociedad Agrícola

Residentes del Municipio de Vedra, Art. 6º, 7/05/1932.

42

Municipio de Vedra”. Según sus fundadores, esta última se

originó para preservar los principios que habían inspirado el

surgimiento de la Sociedad de Residentes del Municipio de

Vedra en 1910: favorecer el desarrollo del Sindicato de

Agricultores y su actividad a favor de los labradores de

Galicia.16

La nueva sociedad surgida en Buenos Aires cumplió

una importante labor, contribuyendo económicamente con

distintos emprendimientos en Galicia: el cercado del terreno

del Sindicato de Agricultores, la compra de semillas y

maquinarias destinadas al mismo, la construcción de escuelas

(en Merín y San Pedro de Sarandón) y puentes (en Bazar y

Pedreira), y la apertura de un camino (en la parroquia de

Merín) (Lema Pérez y Fernández, 2000, p. 14).

Pero la ruptura con el Sindicato de Agricultores, por

parte de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra, no

se prolongó indefinidamente: en abril de 1932, tras la fusión

de la última entidad con la constituída en 1920, se recuperaron

las relaciones con el citado Sindicato. Se llegó entonces a un

nuevo acuerdo sobre la distribución del capital líquido. Según

el Reglamento sancionado el 7 de mayo de 1932, el 20% sería

destinado al Sindicato, el 30% al fondo parroquial y el 50%

restante, a la protección mutua de los asociados en la Capital

Federal. Como vemos, la asistencia a los inmigrantes en la

ciudad porteña adquiría un importante peso, reequilibrando

una tendencia que durante la primera etapa de vida

16 AEV, Caja 3, Libro de Actas Nº 1 (1920-1921) Sociedad Mutua y

Auxiliar de Agricultores del Municipio de Vedra en Buenos Aires,

Acta de fundación, 1/03/1920, f. 3.

43

institucional se había inclinado a satisfacer las necesidades de

la sociedad gallega.17

La Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra y su

funcionamiento

En la primera década de su existencia, la entidad transitó un

lento camino hacia su progresiva institucionalización. En sus

comienzos, no poseía edificio propio: las reuniones se

realizaban en el domicilio de quien fuera Tesorero de la

primera Comisión Directiva, el señor Manuel Fernández

(Alsina 944). Los primeros fondos recaudados se destinaron a

la compra del edificio social del Sindicato de Agricultores en

Vedra. Desde el momento que las inversiones se encaminaron

a cubrir necesidades de la tierra natal o en menor medida, de

sus socios en Buenos Aires, se dificultó la posibilidad de

adquirir un edificio propio en la ciudad porteña, por lo tanto,

se procedió a alquilar un local para las reuniones de la

Comisión Directiva. Paulatinamente la sociedad adquirió

también algún mobiliario (escritorio, sillas, armario) y una

máquina de escribir. Si bien no llegó a poseer un órgano de

difusión propio, donde se dieran a conocer las vicisitudes de su

desarrollo (como ocurrió en el caso de otras sociedades

microterritoriales gallegas), la entidad referenciada en el

municipio de Vedra publicó periódicamente todas las noticias

relacionadas con su evolución, en distintos medios de la

colectividad: Teo (de 1911 a 1915), El Eco de Teo (de 1916 a

17 Para un detalle de las inversiones realizadas en Galicia entre 1911

y 1932, cfr. AEV, Caja Nº 26, Recortes periodísticos, “Sociedad

Agrícola Residentes del M. de Vedra en B. Aires”, en Correo de

Galicia, 19/03/1933.

44

1920), Hércules (de 1921 a 1927), El Correo de Galicia (de

1928 a 1943) y Galicia (a partir de 1944) (Lema Pérez y

Fernández, 2000, p. 13).

Aparentemente, los años iniciales fueron conflictivos

para el desenvolvimiento de la entidad. Entre 1913 y 1914 la

misma experimentó una crisis institucional bastante

importante, puesta de manifiesto en las sucesivas renuncias a

cargos, presentadas por varios miembros de la Comisión

Directiva (incluidas las del Presidente y Vicepresidente).

Aparentemente, tampoco había muchos socios predispuestos a

asumir los puestos vacantes.18

A este fenómeno se sumó el

hecho de que los integrantes de la Sociedad, naturales de la

parroquia de San Julián de Sales, liderados por el entonces

Vicepresidente, Jesús Villaverde, se separaron de la Sociedad

de Residentes del Municipio de Vedra el 6 de abril de 1913,

fundando una nueva entidad.19

No obstante estos primeros

momentos de inestabilidad, la institución referenciada en el

concejo de Vedra logró reorganizarse y mantenerse en

actividad por muchas décadas.

Hacia 1924 el número de socios había llegado a 85. La

distribución de los mismos, por parroquias, era desigual:

algunas, como San Andrés de Trobe o San Miguel de

Sarandón, contaban con mayor número de afiliados que otras,

dentro de la Sociedad (ver el Cuadro 1).

Lamentablemente no disponemos de documentación

que nos permita aproximarnos a la composición

socioprofesional de la masa societaria, pero podríamos sugerir

que la misma pudo haber sido bastante similar a la de otras

entidades microterritoriales gallegas en Buenos Aires. Las

18 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, ff. 53-84. 19 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de

asamblea general extraordinaria, 6/04/1913, f. 53.

45

indagaciones de Núñez Seixas (2000, p. 34-36), sobre “Centro

Renovación Ponteareas”, “Unión Progreso Distrito de

Covelo”, “Círculo Social Valle Miñor” y “Residentes de

Mos”, arrojaron como resultado un predominio de empleados

y dependientes de comercio, seguidos de comerciantes y

obreros manuales cualificados y sin cualificación. En el caso

de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra podemos

afirmar que incluso los miembros de la Comisión Directiva

tenían largas jornadas de trabajo, a juzgar por las

declaraciones que aparecen en las actas o en la

correspondencia enviada y recibida por la institución. En

muchas situaciones, la inasistencia a una reunión o la renuncia

a un cargo, se justificaba con el argumento de que labores

realizadas para ganar un sustento no dejaban tiempo libre para

las actividades societarias.

Como otras instituciones gallegas y pan-hispánicas de

la época, la participación de las mujeres en la Sociedad de

Residentes del Municipio de Vedra estaba bastante restringida:

se las podía admitir como socias, pero no integraban las

Comisiones Directivas. Al sexo femenino le estaba reservado

el espacio de las actividades recreativas, por eso, a lo sumo,

podían formar parte de las Comisiones de Señoritas,

encargadas de colaborar en la organización de los festivales

que se realizaban para recaudar fondos.20

20 En la Comisión de Señoritas del año 1918 detectamos que las

mujeres eran familiares o personas próximas a los miembros de la

Comisión Directiva del momento. Cfr. AEV, Caja 1, Libro de Actas

Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de reunión extraordinaria de

Comisión Directiva, 19/03/1918, f. 83.

46

Cuadro 1: Distribución de los socios de la Sociedad de

Residentes del Municipio de Vedra en Buenos Aires, por

parroquias (1924)

Parroquias Nº socios

San Andrés de Trobe 33

San Miguel de Sarandón 15

Santa María Magdalena de Puente Ulla 12

Santa Cruz de Rivadulla 9

San Pedro de Sarandón 5

Santa Eulalia de Vedra 4

San Félix de Sales 4

San Mamed de Rivadulla 3

San Pedro de Vilanova ---

San Andrés de Illobre ---

San Cristóbal de Merín ---

San Julián de Sales ---

Total 85

Fuente: AEV, Caja Nº 8, Registro de Socios de Secretaría de

“Residentes del Municipio de Vedra”, Bs. As., 1924, ff. 12 y 13.

En su primera década de vida, la Sociedad de

Residentes del Municipio de Vedra manifestó una

predominante tendencia al neutralismo, en materia de política

peninsular o local. En general, en las reuniones de Comisión

Directiva o de Asamblea las discusiones en torno a

compromisos políticos eran soslayadas. Sólo encontramos una

adhesión a la invitación del Diario Español (portavoz de la

comunidad española en la ciudad porteña), para la

organización de un homenaje al Presidente de la Nación

Argentina, como testimonio de gratitud a la declaración del 12

47

de octubre como Fiesta Nacional.21

También se aceptó, con

algunas reticencias y objeciones, que el Secretario de la

sociedad firmara un petitorio a favor del pedido de indulto a

los procesados en una huelga general ocurrida en España, en

1917.22

Pero estas serían en cierto modo las “excepciones” que

confirmarían la regla.

Los vínculos con los núcleos parroquiales y con otras

sociedades de Vedra en Buenos Aires

Vale la pena destacar que los debates en torno a las relaciones

de la Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra con las

parroquias que conformaban dicho municipio y que estaban

integradas en la misma, eran bastante frecuentes en las

reuniones de Comisión Directiva y de Asamblea. En este

sentido, los aspectos que podían convertirse en materia de

controversia estaban ligados, por un lado, con la distribución y

destino del fondo parroquial, y por otro, con la separación de

determinados núcleos asociativos, de la institución que nos

preocupa.

El fondo parroquial representaba una suma que se

debía repartir entre las distintas parroquias, en forma

proporcional al número de sus cotizantes, para su utilización

en obras de infraestructura o de caridad, dentro de sus

jurisdicciones en Galicia. Pero ese dinero no sólo se empleaba

con fines materiales concretos, sino también, con propósitos

más simbólicos, ligados a la búsqueda de reconocimiento y

21 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de

sesión ordinaria de Comisión Directiva, 27/10/1917, ff. 55 y 56. 22 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de

sesión ordinaria de Comisión Directiva, 27/10/1917, ff. 55 y 56;

Idem, Acta de sesión ordinaria de Comisión Directiva y de Fiestas,

27/12/1917, ff. 62 y 63.

48

prestigio social, por parte de aquellos emigrantes-socios que

intermediaban para su obtención e inversión. Recién hacia

1918 se logró determinar el modo en que el fondo en cuestión

sería entregado a cada parroquia: “para poder retirar ese

dinero, sería indispensable que lo solicitara el Delegado por

medio de una nota firmada por lo menos por las dos terceras

partes de los socios de la parroquia que representa,

especificando en qué sería invertido”.23

Incluso, a comienzos

de la década de 1920 se comenzaron a organizar reuniones

parroquiales (es decir, de los miembros de cada jurisdicción

eclesiástica), a los efectos de decidir colectivamente el destino

de los fondos, una vez que el Delegado ya hubiera sido

autorizado para retirar el dinero. De este modo, los vecinos de

San Pedro de Sarandón, Puente Ulla y Trobe se reunieron por

separado, decidiendo destinar las sumas correspondientes a la

construcción de escuelas y puentes.24

Otro aspecto que se presentaba como más

problemático era la posible escisión de un núcleo parroquial,

perteneciente a la Sociedad de Residentes del Municipio de

Vedra. La mayoría de los miembros de esta última se resistía a

la separación de las parroquias que la integraban, básicamente,

debido a que ese proceso generaba la pérdida de socios y por

lo tanto, la de cuotas sociales, con las cuales se mantenía el

funcionamiento de la entidad. El proyecto propuesto por el

Vicepresidente Jesús Villaverde de que se constituyera una

Federación, que uniera “moralmente” a las doce parroquias de

Vedra, con el mantenimiento de la autonomía administrativa

23 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de

asamblea general ordinaria, 20/01/1918, ff. 65 y 66. 24 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de

reunión parroquial de San Pedro de Sarandón, 7/02/1920; Idem, Acta

de reunión parroquial de Puente Ulla, 8/02/1920; Idem, Acta de

reunión parroquial de Trobe, 8/02/1920, ff. 199-203.

49

(lo que incluía el aspecto financiero) de cada una de ellas, no

fue aceptado.25

Ello condujo en 1913 a la separación de los

socios de la parroquia de San Julián de Sales. Como ya

señalamos, estos últimos fundaron una nueva entidad, que se

denominó: “Unión y Progreso de San Julián de Sales”. Dos

años más tarde, en 1915, se constituyó en el lugar de Cibrán

(parroquia de San Julián de Sales, Vedra), la “Sociedad

Agrícola Ganadera Unión y Progreso de San Julián de Sales”,

que tendría funciones similares a las del Sindicato Agrícola de

Vedra (la búsqueda del mejoramiento de la situación de los

labradores, tanto a un nivel económico como cultural, con la

ayuda de la institución establecida en Buenos Aires).26

Sin

embargo, en el caso de la entidad matriz de San Julián de

Sales, el proceso habría sido inverso al de Vedra: el impulso

para la formación de la institución en Galicia provino del

ejemplo dado por los vecinos instalados en la ciudad porteña,

quienes iniciaron el movimiento asociativo a un nivel

parroquial. Los integrantes de Unión y Progreso de San Julián

de Sales actuaron eficazmente en la recaudación de fondos

para proveer a su parroquia de una importante infraestructura

pública: un campo de recreo, una escuela (cuyo edificio

también sería sede de la sociedad matriz), un puente y un

cementerio (Lema Pérez y Fernández, 2000, p. 16).27

25 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de

asamblea general extraordinaria, 6/04/1913, f. 53. 26 AEV, Libro de Actas Nº 1 (1915-1925) Sociedad Agrícola

Ganadera Unión y Progreso de San Julián de Sales, Acta de

constitución de la Sociedad Agrícola Ganadera Unión y Progreso de

San Julián de Sales, 19/01/1915, f. 1. 27 Tengamos presente que a mediados de junio de 1917 la Sociedad

Unión y Progreso de San Julián de Sales, a cuatro años de haber sido

fundada, ya estaba en condiciones de enviar el dinero para sufragar

los gastos de la compra del edificio destinado a escuela y sede de la

sociedad matriz, y además, una suma para las reformas a realizarse

50

La Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra no

sólo vio escindirse uno de sus núcleos parroquiales, sino que

también experimentó una situación casi opuesta: la

incorporación de los miembros de una entidad que se

referenciaba en el municipio de Vedra: el “Comité Auxiliar de

la Sociedad de Agricultores de Vedra en Buenos Aires”,

creado en esta última ciudad para financiar la constitución de

una sección de empréstitos en el Sindicato de Agricultores, en

Galicia. La unión mencionada se concretó el 20 de abril de

1917, tras gestiones iniciadas por la Sociedad de Residentes

del Municipio de Vedra.28

Esta tendencia a la unidad se manifestó en otro

fenómeno de interés: la fusión de la institución que nos

preocupa con el “Centro de Residentes de Teo” (entidad

mutualista de naturales de este último municipio coruñés,

instalados en Buenos Aires) (Botana Iglesias, 2006, p. 86-87),

que dio origen en 1920 a la “Federación de Sociedades

Agrarias e Instructivas de la provincia de la Coruña en Sud-

América”. La Sociedad de Residentes del Municipio de Vedra

abandonó esta última en 1928, por disidencias relacionadas

con su funcionamiento (Lema Pérez y Fernández, 2000, p. 12).

Finalmente, vale la pena destacar que las relaciones

interinstitucionales no estuvieron exentas de fricciones, como

aquellas que se generaron con la sociedad matriz, que

condujeron a la ruptura con la misma, como ya comentamos

anteriormente. Uno de los principales reclamos de los

integrantes de la Sociedad de Residentes del Municipio de

en el mismo. Cfr. AEV, Correspondencia recibida por la Sociedad

Agrícola Ganadera Unión y Progreso de San Julián de Sales, Carta

enviada por la Comisión Directiva de Unión y Progreso de San

Julián de Sales, Bs. As., 30/06/1917. 28 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de

reunión de Comisión Directiva, 7/02/1917, f. 8.

51

Vedra era que sus familias pudieran gozar de los mismos

derechos y prerrogativas que las familias de los afiliados al

Sindicato de Vedra, que permanecían en Galicia.29

También

exigían la participación en la administración del Sindicato

Agrícola, en pie de igualdad con los miembros del mismo,

establecidos en Vedra. De allí que, por ejemplo, los socios de

la entidad porteña bregaran a favor de una reforma de los

Estatutos que contemplara la posibilidad de que pudieran

integrar una Junta encargada de administrar el edificio social,

en caso de disolución de la sociedad matriz.30

Consideraciones finales

A lo largo de este trabajo hemos puesto de relieve que el

asociacionismo microterritorial gallego en Buenos Aires

estuvo condicionado por múltiples factores, que operaron de

ambos lados del Atlántico (una masa crítica de emigrantes,

potenciales líderes en la sociedad receptora, intermediarios en

el ámbito de partida, un grado de difusión importante de los

motivos ideológicos del regeneracionismo, entre muchos

otros). Sin embargo, en el caso de la Sociedad de Residentes

del Municipio de Vedra, el catalizador fundamental para su

surgimiento fue el estímulo dado por la Sociedad Agrícola de

Vedra (el Sindicato Agrícola). La entidad porteña no se

originó en el vacío, sino en el contexto del desarrollo de un

importante movimiento agrarista gallego, capaz de brindar

modelos de organización institucional y de acción concreta,

29 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de

acuerdos de la Comisión Directiva, 15/12/1910, f. 4. 30 AEV, Caja 1, Libro de Actas Nº 2 (1917-1924) SRMV, Acta de

reunión de Comisión Directiva, 29/12/1912, ff. 41-43.

52

que podían ser emulados por los emigrantes en el Río de la

Plata.

En las primeras décadas de existencia de la entidad

analizada, la atención a los problemas y requerimientos de la

sociedad gallega se mantuvo, aunque fue objeto de

controversias. No obstante ello, el imperativo de atraer a una

masa societaria que hiciera viable la reproducción de la

institución (mediante el pago de las cuotas sociales), indujo a

la misma a ampliar su campo de acción, en torno a las

actividades recreativas y mutualistas. Estas últimas permitían

alcanzar distintos objetivos: el logro de la cohesión social y la

recaudación de fondos (en el caso de los festivales anuales, por

ejemplo), la ayuda a los más carenciados, la recreación de la

comunidad de pertenencia en el ámbito de destino, entre otras.

Estas metas parecían satisfacer mejor las necesidades de los

emigrados más anónimos, que no tenían como prioridad la

adquisición de un rol de liderazgo o el logro de cuotas de

poder local, en su tierra natal. De allí que creamos de interés

avanzar temporalmente con el examen de la Sociedad de

Residentes del Municipio de Vedra y su red institucional, entre

otras cuestiones, para constatar su dinámica cambiante, en

función de la modificación de los contextos de partida y de

llegada, y de las tensiones generadas en su interior.

53

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56

El caso de los españoles

y portugueses en

América Latina.

57

El caso de los españoles y portugueses en

América Latina

Dolores Martín Rodríguez Corner1

LA GASTRONOMIA GALLEGA Y

ANDALUZA EN LA CIUDAD DE SÃO PAULO Pensar las diferentes culturas es pensar el alma

de un pueblo: contornos emocionales y míticos

que envuelven determinadas comunidades dejándolas diferentes de las demás.(VERO,

2003,p.71)

La Inmigración Española a São Paulo

El contingente de españoles que emigró a la ciudad de

São Paulo, aunque siendo el tercer grupo en número, después

de los portugueses e italianos, no ofrece una visibilidad de

expresiones culturales compatible con su presencia. El

recorrido de los inmigrantes está impregnado en la historia de

la ciudad y viceversa, pues los autores de la ciudad son los que

en ella viven y sus experiencias de vida se vuelven la cultura

dela ciudad, que es formada por el conjunto de valores

expresos enlas diversas manifestaciones culturales. Están los

españoles en la raíz de muchos paulistanos, aunque haya una

ausencia de estudios académicos, de investigaciones, de

registros de ellos en São Paulo, especialmente en lo que se

1 Doctorado en curso por la Pontificia Universidade Católica de São

Paulo. PUC-SP. Mestre en Historia por la PUC-SP y Mestre en

Turismo por la UNIBERO – SP. Profesora Instituto Cervantes de

São Paulo. Dirección electrónica: [email protected]

58

refiere a las tradiciones alimentarias, ya que la ciudad es la

tercera capital gastronómica del mundo, por sus diversidad

presente en los restaurantes. Una cocina rica que abarca toda la

cultura de origen presente en los pocos restaurantes de cocina

étnica y en las fiestas de las Asociaciones Regionales

Españolas que aún hacen presente esta cocina a los

descendientes y a los inmigrantes. “La memoria se relaciona

con la historia concebida, no como conocimiento del hombre

en el pasado, sino como el conocimiento de la dimensión

temporal del hombre común, del hombre “sin historia”

(Menezes. 1997. pp 9-91). Los inmigrantes españoles gallegos

y andaluces que llegaron a São Paulo en los años cincuenta y

sesenta, necesitan voz para que puedan expresarse respecto a

su alimentación en tierras extrañas.

La Cocina como Patrimonio Cultural de un Pueblo

Los estudios culturales contribuyeron para un mejor

conocimiento del hombre y de los grupos sociales en todas sus

manifestaciones. Se trata de una análisis de las mentalidades,

de la historia del hombre común, del hombre “sin historia”,

sus valores, tradiciones y costumbres, tal y como recuerda

Chartier (1990), la historia cultural tiene por principal objeto

identificar el modo como en diferentes lugares y momentos

una determinada realidad social se constituye, y es así leída.

Los investigadores en general y los historiadores en

particular, después del aparecimiento de los estudios

culturales, en los años cincuenta del siglo pasado,

profundizaron los estudios del cotidiano y de las costumbres,

momento en que surgieron otros objetos de estudio, como la

alimentación y la moda, por ejemplo. En la segunda mitad del

siglo XX, la alimentación se convirtió en un estudio relevante,

59

de gran interés a los antropólogos, sociólogos e historiadores,

hasta porque al alargarse el significado de patrimonio, con el

reconocimiento del patrimonio inmaterial, que abarca las

costumbres y los hábitos en general, la gastronomía surgió

como uno de los más importantes. Las cocinas étnicas son

consideradas como gastronomías, y forman parte del

patrimonio cultural inmaterial de un grupo social y los

estudios a su respecto salen del ámbito del privado para el

público, del económico para el cultural (Poullain,2004, p.38),

aunque gastronomía es usada en el sentido aristocrático y

burgués, aquella que pertenece a la comunidad francesa.

Desde antaño, la cocina y la alimentación fueron

entendidas como un tema de mujeres, de esclavas, de la plebe

y por eso nada noble, no llevada muy en serio. Revel (1996,

p.7), periodista y filósofo considerado por muchos como una

persona muy “seria”, al escribir el prólogo de su libro “Un

banquete de palabras” confiesa queescribir este libro le fue

muy divertido. Así es porque la cocina siempre fue

considerada un espacio del femenino y el hombre al elaborar

la comida, prefiere platos hechos al aire libre, en el campo,

fuera del ambiente de mujeres, como cuando prepara un

churrasco en Brasil o una paella en España. La cultura

alimentaria tiene algo de singular y amplio, pues es un

conjunto de prácticas que permanecen por toda la vida. Las

culturas no están aisladas, sino en un proceso dinámico, con

un flujo de informaciones mutuas, con interacción entre ellas,

lo que Bosi (1979) llamó de “circularidad cultural”. Así, en las

fronteras de cada una de ellas ocurre el diálogo, los cambios

de técnicas y de procedimientos.

60

La Cocina Presente en la Memoria del Inmigrante

La cocina étnica materializa un eslabón afectivo

poderoso para los inmigrantes, principalmente si hecha por las

manos femeninas, que recuerda el pasado, un tiempo que no

vuelve, un recuerdo de la casa materna, la que construye la

memoria cultural, que es la que los mantienen, los olores y

sabores de la niñez, de los platos ofrecidos en general por la

madre, por ser la persona que lo prepara. La importancia de la

memoria de los sabores de la infancia en la formación del

gusto, se hace presente por toda la vida, es solo pensarse un

poco respecto a nosotros mismos.

Uno de los recuerdos de infancia más

poderosamente arraigados en mi memoria no es otro que el vasto huerto al cual iba a ayudar a mi abuelo. Entre

sus manos, los melones y las calabazas, los tomates, los

pequeños rábanos y las zanahorias se convertían en obra

de arte. Y así me las sigo mirando hoy en día.Ducasse (2004, p.28)

La acción de comer identifica, pues ella enseña las

fronteras entre los muchos grupos humanos, en especial entre

los grupos étnicos. Los sabores de los alimentos y sus olores

representan una referencia, una memoria y es además

identidad, resulta del conjunto de formas de ser, de valores y

de códigos en los cuales las personas se reconocen. Por otro

lado la adhesión a ese conjunto desarrolla en las personas el

acogedor sentimiento de pertenecer, que puede ser visto como

estructura del concepto en cuestión.

Es un proceso identitario hecho por figuras

emblemáticas, que se quedan referencias a los grupos sociales

relacionados, porque son conocidas y reconocidas, además

61

están impregnadas de valores y de sentimientos. Los dichos

platos típicos se constituyen en una cocina emblemática y

sirven asimismo para expresar identidades. La identidad

sociocultural es en verdad, un proceso dinámico de

construcción y reconstrucción, de negociaciones de

significados, de una construcción histórica basada en las

memorias y en las experiencias de un grupo, con técnicas y

procedimientos enseñados empíricamente, de generación en

generación. Las identidades pasan por cambios en las diversas

temporalidades.

A identidade plenamente unificada, completa, segura e

coerente é uma fantasia. Ao invés disso, à medida em que os

sistemas de significados e representação cultural se

multiplicam, somos confrontados por uma multiplicidade

desconcertante e cambiante de identidades possíveis, com cada

uma das quais poderíamos nos identificar ao menos

temporariamente. (HALL,2000, p.13)

Buscando lo que tiene que ver la alimentación con la

identidad de un grupo, principalmente los grupos étnicos, “El

comportamiento alimentario será resultado de la reproducción

de pautas de comportamiento y las preferencias alimentarias

ponen en evidencia la pertenencia a un grupo.” (Díaz-Méndez,

2005, p.46) Así hay un interés entre los individuos por

adaptarse a las normas del grupo al cual pertenecen y

lossistemas de clase o de género, operan dentro del pluralismo

gastronómico, según algunos autores.

Además de manifestaciones culturales, el sabor o el

olor de los platos característicos de las inmigraciones, actúan

como estímulos sensoriales de la memoria y evocan el pasado

pues se quedaron impregnados en ella. Según cada inmigrante

es la capacidad para valorar o no esta memoria, que puede

resultar en la manutención o reconstrucción de identidades.

62

Existe una tendencia a destacarse las diversas cocinas

por algunos de sus aspectos.

Teóricamente, cuando alguien se refiere a la cocina

francesa, a la cocina española, a la alta cocina o la nueva

cocina, a la cocina cantonesa, pekinesa, se tiene una idea

inmediata de qué tipo de alimentos y platos se están

describiendo.”(Contreras,1993, p.73).Muchas veces, nuestras

ideas acerca de las cocinas extranjeras pueden ir muy

desencaminadas, por sus imágenes formados a lo largo de los

años, pero, el conocimiento de una cocina étnica solo es

posible después de un estudio profundo de sus condiciones

geográficas, y además de su historia.

El gusto es sobre todo aprendido según el contexto

familiar, histórico, geográfico y las experiencias vividas.

Aunque esté presente en la memoria, forma parte de un

proceso que evoluciona y se va ampliando a lo largo de la

vida. Así, los ingredientes y el modo de preparación de los

platos forman parte del gusto común que se construye según

cada cultura. La aceptación o rechazo a algunos ingredientes o

platos desconocidos son resultantes del gusto colectivo, que

fue formado, por el grupo a que pertenece. “Los ingredientes

penetran en el gusto colectivo e instruyen el paladar, que se

queda saturado con sus memorias, y así empiezan a ser

indiferentes o intolerantes en relación a otros sabores”.

(Fernández-Armesto, 2004, p.209)

El paladar, el gusto y el olor de los platos dejan de ser

solamente reacciones orgánicas o estímulos analizados por la

biología, para adquirir un sentido cultural, aún porque, la

preparación de los alimentos revela un conjunto de

conocimientos que enseñan formas sociales de captar y

arreglar el mundo. Entonces, la cocina es antes cultural que

biológica, los hábitos alimentarios y los gustos son

63

transmitidos de generación en generación de una manera

inconsciente, empírica, que abarca la elección de los

ingredientes, la técnica de preparación, el modo de servir los

alimentos, su clasificación, producción, cosecha,

conservación, preparación y consumo de los alimentos. El

gusto es portador de lazos sociales, pues factores culturales,

sociales y sicológicos actúan en la formación y en la

transmisión del sabor.

Reproduce normas básicas, habilidades y reglas

culinarias que se interiorizan y reflejan en las particularidades

de actuación de cada grupo. Fichler (1979) en su artículo,

resalta el biológico y el cultural como inseparables en lo que

se refiere a la alimentación, al decir: “el hombre es un animal

omnívoro que se nutre de carne, de vegetales y del imaginario:

en la alimentación el hombre biológico y el hombre social o

cultural están estrechamenteligados y recíprocamente

implicados”.

La observación de los hábitos alimentarios de un

pueblo que emigra es de fundamental importancia, pues

enseña sus valores, su cultura, revela sus gustos, rechazos, sus

tabúes y costumbres.Ariès (2001) complementa con resaltar

que cada plato es instrumento de memoria, memoria del

sagrado, memoria del pasado, siendo la mesa un lugar

pedagógico y la cocina un lugar de reelaboración de la

historia.

Los estudios de las culturas gastronómicas se

quedaron relevantes, porque ellas poseen raíces profundas en

la identidad individual y colectiva de un grupo. Por la

gastronomía se hace toda una lectura simbólica de los valores,

de las costumbres y creencias de un grupo social, destacada

por muchos sociólogos, entre ellos Poullain (2004) como

siendo uno de los dos símbolos más emblemáticos y

64

reveladores de nuestras sociedades, aunque todas las

manifestaciones culturales deban ser vistas en relación al

contexto social de las instituciones, de las relaciones de poder

y de la historia.

La cocina del inmigrante tiene dimensiones nacionales

y regionales, mantiene huellas de identidad en la combinación

propia de sabores y olores, en las permanencias de las

costumbres, como por ejemplo la salsa de soja en la cocina

china, el orégano en la cocina italiana y la combinación de

aceite y ajo de la cocina española. Se puede decir que la cocina

nacional es representada por la cocina de cada día, aquella

usual de cada grupo, que es la cocina regional. No siempre, la

cocina es reconocida como factor de identidad por los

inmigrantes, como ocurre con otras prácticas socioculturales

más evidentes, como la lengua, la música y la artesanía.

Comprender como cada cultura piensa sus alimentos y su

elaboración permite ingresar en un campo lleno de

significados que enredan el paladar y el olfato, revelan gustos,

rechazos, identidades.

Maciel (1996, p.34) destaca “la dificultad que hay para

trazar las fronteras espaciales que delimiten una cocina, una

vez que los criterios van más allá de los aspectos físicos, pues

abarcan factores sentimentales, de memoria, de valores, que

evocan al grupo”. Las prácticas culinarias son desarrolladas de

formas distintas en los pueblos entre familias, de ciudad a

ciudad. Muchas veces el plato “típico” de un país, no es más

que un plato inventado por el turismo para el consumo en

restaurantes de cocina étnica y ni siempre es el plato cotidiano

de aquel grupo social, como es el caso de la “feijoada”de los

brasileños y de la paella para los españoles.

Es necesario contextualizar la inmigración, observar

las condiciones que llevaron a salir del país para cambiar

65

totalmente de vida y empezarlo todo en otro país. Para

mantener sus costumbres alimentarias se hace necesaria la

adquisición de productos que permitan la elaboración de los

platos cotidianos. Cada grupo de inmigrantes, tiene sus

particularidades, determinadas por el tipo de inmigración, se

familiar, de hombres solos, el período en que ocurrió la

inmigración, país de recepción, etc. Hay que observar también

el grado de proximidad que hay entre la cocina del inmigrante

y aquella que encuentra. Contreras (2004) en entrevista a

autora plantea que si hay mayor contraste tanta más, hay

mayor necesidad de reproducir su cocina de origen. A menor

contraste hay mayores posibilidades de una adaptación más

rápida.

La permanencia de las costumbres alimentarias,

cuando se piensa en la cocina de los inmigrantes, está

pendiente de muchos factores. Al emigrar en familia, hay

mayores posibilidades de continuidad de la alimentación del

país de origen, pues la mujer reproduce lo aprendido en su

familia, sin embargo, si el hombre emigra solo, él buscará

adaptarse a sus necesidades diarias de alimentación, según lo

que encuentre. En general adquieren formas de alimentación

de la clase obrera, de sus compañeros y solamente al

encontrarse con los suyos, en ocasiones especiales, es que

prueban de sus platos y recuerdan el país de origen.

Los hábitos alimentarios tienen raíces profundas en la

identidad social de los que emigran, pues son los hábitos más

duraderos en el proceso de aculturación, por estar impregnados

en las costumbres y en los hábitos, además son los hábitos más

difíciles de abandonar en caso de inmigración. En este

proceso, los inmigrantes en general llevan sus técnicas y

procedimientos de elaboración del alimento, sus maneras a la

mesa, a otro país por formar parte de su cultura. Según

66

Poullain (2004), la sociología de los desplazamientos se

depara con la alimentación como un elemento central de la

construcción de las identidades y constata que las

particularidades alimentares están entre los últimos trazos

diacríticos a desaparecer.

En un artículo a la revista Horizontes Antropológicos,

Maciel (1996, p.34) destaca que la constitución de una cocina

en un país colonizado puede seguir caminos diversos. Las

poblaciones que se desplazaron, o lo fueron, trajeron con ellas

sus hábitos, costumbres y necesidades alimentarias, además de

un conjunto de prácticas, plantas y especias que demuestran

sus preferencias, rechazos y gustos. Mezclando o añadiendo

posibilidades a las prácticas alimentarias existentes en la

nueva tierra, crearon “cocinas” con características particulares.

Así surgió a cocina “criolla”, de una mezcla de la cocina del

colonizador, de los pueblos nativos de América, hecho que

pasó a muchos otros grupos inmigratorios.

Goody (apud Maciel, 1996, p.35) resalta que la

expansión europea y la dominación colonial, en lo que se

refiere a las comidas, presenta también otros aspectos

relacionados con la dominación, pues la cocina del

colonizador, en este caso el blanco europeo, es adoptada por la

población local en detrimento a las prácticas tradicionales, lo

que fue responsable por transformaciones radicales en los

hábitos alimentarios. La cocina del colonizador es apropiada

por las camadas sociales que la utilizan como un medio de

diferenciación social, de poder y de mantenimiento de cierta

jerarquía.

67

Los Españoles en una ciudad Multicultural

De una pequeña villa, São Paulo pasó a ciudad pues

con la llegada de la inmigración masiva europea, más que

dobló su población. “El censo de 1872 apuntaba una población

de 31.385 personas y el censo siguiente 64.934 habitantes. En

1908 eran 270.000 habitantes y en 1920, 579.033

personas.”(Matos, 2004, p.64). Otro gran número de

inmigrantes españoles llegó a São Paulo, el periodo de

posguerras: II Guerra Mundial y Guerra Civil Española. El

fenómeno de las inmigraciones la transformó en una ciudad

multicultural, y los cambios más importantes habidos, fueron

aquellos que ocurrieron en la cultura local.

Esta llegada de inmigrantes trajo una diversidad de

culturas, cada cual con sus manifestaciones propias, entre ellas

la gastronomía que mezclándose a la cultura local hizo de la

ciudad un centro gastronómico importante en América, por su

variedad.

Según Holanda (1995, p. 40) “la experiencia y la

tradición enseñan que toda cultura sólo absorbe, asimila y

elabora, en general, los trazos de otras culturas, cuando

encuentran una posibilidad de arreglarse a sus cuadros de

vida”. Así, cada grupo fue asimilando costumbres,

sustituyendo ingredientes, mezclando procedimientos y

reformulando su cocina, según lo que había en tierras

distantes. Todas estas experiencias resultaron en cambios de la

cocina de los inmigrantes y de los nacidos en la ciudad.

En el Estado de São Paulo, el contacto de los

inmigrantes en las villas de obreros o en núcleos del interior,

en ciudades como São José do Rio Preto y Catanduva

urbanizadas por los inmigrantes, según Fausto (1998), los

llamados platos y los dulces típicos de cada uno de los grupos,

68

representaron un eslabón entre las culturas de diferentes

familias, porque las mujeres tenían la costumbre de ofrecerlos

a sus vecinas. Así los distintos platos como los de bacalao, el

quibe, los macarrones, los pasteles de Santa Clara, los

baklavas pasan a integrar las mesas de portugueses, sirios o

italianos. El mismo autor, relata que mientras la religión

demarca fronteras, la comida revela una tendencia opuesta,

pues aproxima y socializa los gustos que pasan desde entonces

a formar parte del cotidiano de todos. La costumbre de

cambiar los platos entre las mujeres de diferentes orígenes fue

esencial para la mezcla de culturas y costumbres, tanto a la

cocina paulista cuanto para las demás culturas culinarias

presentes.

Hoy, muchos de los platos como los de la cocina

italiana, por ejemplo, forman parte del menú cotidiano

paulistano de las familias o de los restaurantes, los jueves y

domingos. Son hábitos ya incorporados a la cultura local y que

difícilmente podrán ser de ella excluidos. Santos (1981), al

referirse a la ciudad dijo que el trabajo pone en el escenario los

colores y matices de otras experiencias étnicas y culturales,

sin minimizar el peso de las marcas de la presencia italiana en

la definición de los procesos y experiencias sociales que

construyeron la pauliceia.

Los cambios alimentarios del inmigrante español

forma parte del proceso inmigratorio, y ocurre muchas veces

por falta de algunos ingredientes, como el aceite de oliva, poco

utilizado en la cocina brasileña por el alto precio de

importación, fue sustituido por otros aceites como de maíz, de

algodón y por supuesto cambia el sabor de los platos. Por

ejemplo: los gallegos sustituyeron los grelos, inexistentes, por

brócolis, hojas de nabos o mostaza, al preparar su lacón con

grelos. Asimilaron muy pronto las costumbres brasileñas, tal

69

vez por la similitud con los hábitos alimentarios de los

portugueses colonizadores, igualmente ibéricos.

El azafrán que es caro en España, fue sustituido por el

“colorao” o por “corcuma”, que pueden dar un color

semejante, pero no pueden dar al plato, ni el mismo olor, ni el

mismo sabor. Muchos otros ingredientes fueron sustituidos lo

que causó cambio de sabor, como los pimientos por no tener el

mismo sabor que los pimientos de España, a causa de la tierra,

del clima, del tipo distinto del producto. No tenemos el arroz

tipo bomba para la paella. Lo que es común a las familias, lo

que está disponible en los supermercados es el arroz tipo uno o

aguja. El pimiento dulce era sustituido por páprika. Es

evidente que aunque hiciesen sus platos, ellos no llegaban a un

sabor idéntico, solo se acercaban de él.

Los cambios de la cocina, sin embargo, no representan

que hubo un olvido, pues en las fiestas, en los encuentros de

las asociaciones regionales españoles existentes en la ciudad,

la cocina representa los grandes eslabones de la memoria e

identidad a los grupos de inmigrantes.

Al hablarse de cocina étnica hay que llevar en cuenta

el sentido de costumbres y tradiciones alimentarios, pues

muchas veces los platos que son considerados tradicionales de

un país, no siempre son platos de memoria, no se presentaban

a la mesa de un campesino español. Lo que para ellos es

comida de su tierra, depende de la región de origen, pues como

ya fue dicho, España ofrece una gran variedad de cocinas

regionales, presentes en ellas, como las cocinas gallegas,

andaluzas, catalanas, valencianas y un largo etc.

Poco se sabe respecto a la cocina que se mezclaba en

São Paulo, con la llegada del inmigrantes de varios países,

pero se puede comprobar que surgieron en los años cincuenta

del siglo pasado, los primeros restaurantes de cocina étnica en

70

la ciudad, con ellos, los primeros restaurantes de cocina

española. Quizás por no se encontraren algunos de los

ingredientes básicos de su alimentación en España, por precios

accesibles, como el aceite de oliva, el vino, el azafrán, los

mariscos, las gambas, el cordero, etc. Pasaron a cocinar ellos

mismos a sus amigos españoles, surgiendo los primeros bares

que más tarde se volvieron restaurantes. Así ocurrió con La

Alhambra de José Luis Almanza Esquetino un andaluz, como

ejemplo, que explicó:

Es así, en el sur de España se consumen más potaje,

ensopados con lentejas, garbanzos, acelga, escarola, y carnes

de pescado, bacalao o longaniza, pero sin faltar el garbanzo.

En Castilla es más la caza, en la región del Levante, Valencia,

Murcia y Alicante, es la tierra de la paella, con varios tipos de

arroz. El plato de España es el puchero, aunque la paella sea

internacionalmente el plato español, su tarjeta gastronómica.

Igual a lo que pasó al señor Nicolás Manuel Picos

Domínguez nacido en La Coruña y que llegó a Brasil a los 17

años. Vivía cerca de un bar y tenía la costumbre de ir a la

cocina para hacer platos españoles de los cuales echaba de

menos, tanto él cuanto sus amigos. Terminó por comprarse

este bar y lo transformó en el Restaurante La Coruña, uno de

los primeros restaurantes españoles en São Paulo. Cuenta, que

al hacer un viaje a Santos con algunos amigos, llegando a un

restaurante vio que no había más comida, según sus palabras:

“Me ofrecí para hacer un plato a todos, pero como sólo había

gambas, surgió mi plato más famoso la “camaronada”, con

diversos tipos de gambas y camarones a la plancha, fritos o

rebozados.”

Doña Josefa CordoLagace, una gallega de Corda de

Pontevedra, vino a São Paulo con profesión cocinera en su

pasaporte. Su padre tenía una pensión y ella pronto se encargó

71

de la cocina. Con su marido, también gallego de La Coruña,

trabajó toda su vida en bares y restaurantes. En la época de

esta entrevista era propietaria del Restaurante “El Gaiteiro” en

el Club Español. Durante la semana hace comida típica

española y en fines de semana, para atender a los socios y no

socios del club, hace el caldo gallego y la empanada gallega de

bacalao, de pescado y carne, que en general es de lomo.

Prepara siempre los boquerones, chorizos, calamares,

calamares en su tinta, paellas o otros platos como pulpo a

gallega por encargo. Dijo que el cocido no es una comida

diaria a los gallegos, sino la carne de cabrito, ternera o conejo.

Muchos de los españoles entrevistados, dijeron que

conocieron la paella aquí, pues tratándose de un plato

reciente, para representar España en la cocina internacional, no

siempre se la habían probado en su región. En España, la

paella es un plato hecho con arroz y cualquier otro ingrediente

o ingredientes añadidos, muy distinto de la paella cargada de

gambas y mejillones, muy al gusto de los brasileños servida en

los restaurantes de la ciudad. Mientras que los valencianos

hacen sus paellas por apreciar el arroz y no por los demás

ingredientes.

Los españoles inmigrantes añaden más o menos

ingredientes a la paella, en función del presupuesto, del dinero

que está disponible para hacerse el plato, si es para la familia o

si habrá invitados, si es fiesta o no, factores que van a

determinar el tipo de ingredientes del plato a ser hecho.

En los momentos de añoranza los andaluces hacen

unas buenas migas con sardinas fritas o pimientos, los gallegos

una empanada, y todos ellos sus cocidos a su manera, con

garbanzos con mucho aceite y ajo. Algunos inmigrantes

intentan pasar sus costumbres alimentarias a sus

descendientes, haciendo los platos para que los prueben,

72

conozcan y reproduzcan sus gustos y sabores. Un plato que se

puede decir común a todas las regiones españolas es el cocido.

Contreras en entrevista para la autora, destaca respecto a ese

plato que:

Es curioso el cocido aquí en España es un plato

absolutamente ordinario o absolutamente de fiesta, sobre todo

aquí en Cataluña. El cocido ordinario que era sobre todo en

blanco con muy poca carne, porque era cara y luego el plato

típico de navidad, el cocido. El cocido catalán aquí llamado

escudella, tenía que contener los cuatro tipos de carne sino, no

era el cocido de navidad: cordero, pollo o gallina, cerdo y

ternera los cuatro tipos, siendo que primero se servía el caldo.

Así, muchos de los platos del país de origen, se

pierden pasado el tiempo de adaptación en otro país, pero no

se puede decir que es siempre así, pues aquellos que valoran

sus costumbres, la lengua, la cocina son los que se preocupan

en pasar su cultura, en dejar huellas de su tierra a los demás.

Es por eso que en las celebraciones o los encuentros, la

comida es el momento cumbre, y es en el sabor y en la

memoria que recuerdan la cocina de sus hogares, por el olor y

por el sabor, si no veamos:

El sabor de ciertos alimentos y la singularidad de

ciertos condimentos son un testigo del pasado, y prueban que a

pesar de los años el pasado no se perdió, que él sobrevivió en

la manera de asar el pan o en el olor fuerte de ingredientes

que, no siendo encontrados en el nuevo país, son preparados

en casa, impregnando las habitaciones y pasillos de la

memoria. (Heck, 1999,p.14)

Por no haber muchos momentos en que pudiesen estar

entre familia para recordar los platos, o a causa de una

emigración individual, el inmigrante español adaptaba sus

gustos a lo que encontraba. Si vivía a una pensión española,

73

iba a comer un tipo de cocina, si brasileña otro. Si la

circulación no permitía hacer las comidas en la casa, entonces

se hacía necesario encontrar un momento en la semana para la

convivencia ligada a la familia, como señala Díaz Méndez

(2005), momento en que se busca reforzar los componentes

familiares y colectivos a través de una comida común, bien a

diario (esperar para coincidir en el horario de la cena) o de fin

de semana (comidas con la familia de origen), que estas

comidas funcionan como nexo de unión para mantener el

grupo unido, tanto el nuclear como el extenso.

Aunque haya en São Paulo, como en casi todas las

metrópolis del mundo, la hegemonía de la cocina étnica

italiana, incluso fue el grupo que predominó entre los

inmigrantes, la cocina española por ser ibérica, semejante a de

los portugueses, encontró mucha similitud y la adaptación fue

pronta. Los españoles se distribuyeron por los barrios de la

ciudad y no hay, como otros grupos inmigrantes, ninguna

calle o barrio español, y pocos restaurantes de esta cocina.

Además hay una idea de que la cocina española es cara, a

causa de las gambas que se ponen en la paella y son de precios

muy altos.

Casi todas las regiones españolas están representadas

en la Casa de España, donde a cada mes ocurre una

celebración de sus costumbres. Los asturianos hacen

anualmente su fabada como el punto más importante del

encuentro. Los gallegos hacen bacalao, empanadas, lacón con

grelos y otros platos, los valencianos su tradicional paella, los

andaluces sus migas, sus pescaitos fritos, pucheros, etc.

Aunque no haya dejado huellas muy visibles en la ciudad, los

sabores exquisitos de los platos españoles pueden ser probados

en los restaurantes, en hogares españoles y en sus

asociaciones.

74

No se puede pensar reproducir una cocina que se basa

en los productos de sus regiones, y que no son encontrados en

otras ciudades, haciendo con que el inmigrante tenga que

cambiar sus usos, al preparar los alimentos.

Para atender a una búsqueda de ingredientes españoles

para los platos, muy importantes para la manutención de las

tradiciones, tres frigoríficos surgieron en los años cincuenta,

pues la importación no era posible en aquella época:

El Frigorífico Pirineos creado por José Ribas en 1958,

una industria de embutidos catalanes. Al fallecer, su

sobrinoAngel, ingeniero que siempre estuvo a su lado, asumió

el control de la empresa desde entonces, compró un terreno

más grande para la fabricación artesana de los embutidos, con

solo siete obreros.“Los españoles siempre compran en el

Mercado Central de Cantareira, vienen del interior, pues

saben que encuentran lo que necesitan en mi tienda, que tiene

más de cuarenta años en el Mercado”.2Así El describe sus

productos de la cocina catalana y española en general, como

elfuet,la butifarra catalana, blanca y negra, varios tipos

demorcilla como la valenciana hecha de cebollas;de Palma de

Mallorca, la mallorquina, la sobrasada; de Burgos hacela

morcillacon arroz y hace también el chorizo que los españoles

en general prefieren, como el tipo Riojano, picante,

elCantipalo, lomos curados, una longaniza fresca tipo

unabutifarra cruda, y de la región de Pamplona y País

Bascola chistorra. Los productos son de buena calidad e

permiten probarse los embutidos españoles en Brasil.

El Frigorífico Torres fue inaugurado en 1960 por el

andaluz ManoelRecena Torres, que vino solo a São Paulo en

1952, ya fallecido. Por no llamar a su esposa para que viniera

a vivir con él, ella vino con cuatro hijos de edades entre trece y

2Angel, en entrevista.

75

tres años. Hoy sus hijos, los hermanos Quevedo3 siguen con la

elaboración de los embutidos: morcilla, chorizo de sangre, la

sobrasada, laslonganizas, chorizos, etc. En la ciudad de Itu

donde fue a vivir había un matadero que tiraba partes de los

bueyes que eran llevadas por italianos y españoles para hacer

embutidos. Trabajó en el Frigorífico Raso, de italianos, donde

aprendió a hacer los embutidos.

El Frigorífico Salamanca fue organizado por tres

hermanos de Guijuello conocida como la capital del jamón

ibérico: Silvestre, Gregorio y Apolinar. Muchos frigoríficos

intentaron reproducir eljamón ibéricoen Brasil, pero solo el

Frigorífico Salamanca logro hacerlo, después de mucho

tiempo para encontrar el tiempo cierto en cámaras frigoríficas.

“Antes de existir el Salamanca había otros frigoríficos como

elBogrolo, Borela y Soquete, intentando hacer el jamón. En

Santa Catarina, una empresa Perdigão los compro y todas se

acabaron”.4Solo se quedo el Salamanca que hace un jamón

igual al de España, si no es mejor, solo pierde al pata negra”.5

Pasados diez años, tenían cinco carnicerías y el frigorífico de

embutidos enCatanduva,en Estado de São Paulo. Empezaron

la fabricación de otros embutidos como longaniza, salchichas

y mortadelas. En una granja creaban los cerdos de manera

especial, el sistema español.Hoy poseen quince cámaras y

3 AGUSTÍN RECENA QUEVEDO. Vino de Linares, Jaén,

Andalucía consolo seis años, en 1953. 4 Sr. Francisco García, socio propietario de la Casa García

enentrevista. 5 BALTAZAR MACIAS GARCÍA, 76 años de edad, nació en

Lomba provincia de León donde vivióhasta 1954, AL emigrar

llegando a São Paulo en un vuelo Iberia. Camarero en El Escorial,

cerca de Madrid, vino a trabajar en Othon Palace Hotel en São Paulo,

socio de su primo en Casa García hace 40 años.

76

hacen 2000 jamones mes, jamón reconocido como de gran

calidad.

Así gracias a la producción de productos y embutidos

españoles los gallegos y andaluces pudieron probar de la

gastronomía española en otro país. También el hecho de haber

bares y restaurantes en la ciudad, les permitía mantener sus

hábitos alimentarios y no olvidarse de sus especias de origen

como el azafrán, los pimientos, el aceite, los ajos que perpetuó

de alguna manera las costumbres de sus regiones españolas.

77

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79

Os logradouros dos

imigrantes galegos no

paraíso tropical: as

cadeias migratorias e as

redes de solidariedade

no Rio de Janeiro

80

Os logradouros dos imigrantes galegos no

paraíso tropical: as cadeias migratorias e as

redes de solidariedade no Rio de Janeiro1

Erica Sarmiento da Silva2

Percorrendo os logradouros cariocas

A travessa do comércio ostentou ontem à noite o mesmo triste espetáculo (...) Dezenas de imigrantes

espanhóis e italianos ali procuravam abrigar-se e

passar a noite em promiscuidade e abandono que quaisquer que sejam as causas é deprimente para a

administração pública. Acreditemos que eles não têm

direito ao acolhimento nas hospedarias do Estado, nem razão justificada para se queixarem da falta de

ocupação, mas a sua vagabundagem e a sua miséria,

ainda que merecida, não podem continuar daquele

modo sem grave responsabilidade dos poderes públicos.

Dêem-se lhes agasalhos, ou permita-se-lhes que

voltem aos países de onde vieram ainda mesmo com o sacrifício do Estado. Os interesses da boa imigração

são muito mais importantes do que os motivos

regulamentares que possam explicar e até justificar o

abandono daquela gente3.

O Paiz, ano de 1889

1 Este artigo foi apresentado na Revista de Estudos Migratorios:

Revista Galega de Análise das Migracións, vol. V, n.1 (2011),

Santiago de Compostela. 2 PPGH-mestrado-UNIVERSO/ Laboratório de Estudos de

Imigração (LABIMI)-UERJ 3 O Paiz, terça-feira, 8 de fevereiro de 1889.

81

No ano de 1889, período auge da imigração de massas,

o jornal O Paiz pede que as autoridades se responsabilizem

pelos emigrantes, ao mesmo tempo em que os julga

merecedores da situação em que se encontram, submersos na

vagabundagem e na miséria. O discurso ambíguo, veiculado

pelo periódico carioca, faz parte do cenário que se formava na

então capital brasileira: o Rio de Janeiro. Receptora de

imigrantes e vivendo o seu período de modernização, a cidade,

no ano de 1920, já abrigava 20% de população estrangeira. No

censo de 1906, dos 210 515 imigrantes, 133 mil eram

portugueses, 25 557 italianos e mais de 20 mil eram espanhóis.

No censo de 1920, o quadro se repete com os espanhóis

mantendo o terceiro lugar como contingente imigratório no

Rio (MOTTA, 1982, p.141).

Nos primeiros anos do século XX, no governo do

prefeito Pereira Passos a cidade passou por uma radical

reestruturação. Era necessário modernizar o país, começando

pela capital. Fazer das suas ruas um espaço digno de se viver,

seguindo os padrões europeus. Remodelar a cidade significava

destruir o que não correspondia esteticamente ao cenário de

beleza idealizado para o convívio de uma elite. As camadas

populares que habitavam as áreas centrais da cidade, onde

estava localizado o comércio e grande parte do mercado de

trabalho, foram as primeiras a serem atingidas pelas

mudanças. Para seguir os padrões estabelecidos pela

modernidade, foram destruídos os cortiços, as estalagens,

todas as moradias baratas que enfeavam o cenário e não

combinavam com o planejamento urbano idealizado pelos

engenheiros e políticos da época. A população de baixa renda

foi a mais afetada, tendo que se deslocar para a periferia,

criando novos bairros, ou permanecendo nas pensões ou

cortiços que resistiam às reformas urbanísticas.

82

A cidade começou a crescer de forma contínua. Suas

ruas e avenidas despontavam em um rápido ritmo, surgiam os

novos transportes como o bonde e o automóvel, apareciam os

bancos e as indústrias. A demografia carioca também

apresentou importantes transformações em sua estrutura

populacional, com a chegada de centenas de migrantes rurais e

o aumento da imigração. A população do Rio, em 1870, se

limitava a 235.381 pessoas, já em 1890 contava com 522.651 e

15 anos depois, em 1906, eram 811.443 os que habitavam a

“cidade maravilhosa”. A população continuou aumentando

desenfreadamente e, em 1920, a cifra alcança o total de

1.157.8734. Junto com esse crescimento, aparecem também as

epidemias de varíola, peste e febre amarela. As enfermidades

contaminam as zonas mais pobres da cidade, onde se

aglomeram os prostíbulos e os cortiços. São as duas faces de

um Rio de Janeiro que se desenvolvia ignorando as classes

populares. Dentro desse contexto, a imigração se intensifica,

acompanhando a transição para uma ordem capitalista, desde

uma sociedade constituída por uma massa de ex–escravos

analfabetos e despreparados. O aumento do custo de vida era

agravado pela chegada dos estrangeiros. Ampliava-se a oferta

de mão-de-obra e a luta pelos escassos empregos disponíveis.

Foi convivendo nesse cenário que muitos galegos

disputaram e conviveram nesses espaços centrais do Rio

4 MENDONÇA MOTTA, Mary Hesler de. Imigração e trabalho

industrial- Rio de Janeiro (1889-1930). Dissertaçao de mestrado

apresentada na UFF, Niteroi, p.141. A autora alerta a imprecisão dos

dados dos censos do Rio de Janeiro dos anos de 1906 e 1920,

alegando que entre os dois censos, para o mesmo ano, os resultados

não correspondem. Por exemplo, a população do Rio para o ano de

1872 está registrada nos dois censos com diferentes resultados. As

estatísticas oficiais sempre contém uma porcentagem de erros.

83

de Janeiro. Alguns bairros, como vermos nas páginas

seguintes, constituíram-se em reduto da coletividade

galega, que encontrou moradia e trabalho, reforçando suas cadeias imigratórias (CARVALHO, 1987, p.21).

Através do cruzamento de fontes nominativas,

realizamos um estudo sobre a inserção socioprofissional dos

galegos no Rio de Janeiro. As fontes que nos ofereceram

dados substanciais sobre a localização dos galegos pelos

logradouros cariocas foram os arquivos privados do Hospital

Espanhol e do Consulado Espanhol. Essa documentação foi a

base inicial para o diálogo com outras fontes qualitativas,

como podem ser os processos de expulsão, os periódicos da

época ou as entrevistas realizadas com os imigrantes. Os

testemunhos dos imigrantes serviram para corroborar a

existência e importância das localidades e, ao mesmo tempo,

ajudar a identificar a classificação do imóvel, se este era uma

casa de cômodos, pensão ou estabelecimento comercial.

A partir da amostra retirada das matrículas dos sócios

do Hospital e dos inscritos no Consulado Espanhol, formada

por mais de 3500 indivíduos, extraímos as primeiras

informações da coletividade galega como os municípios de

origem, a profissão, o ano de chegada, o número de

repatriados, o estado civil, a alfabetização e a localização

espacial dos imigrantes nas ruas do Rio de Janeiro. Por

primeira vez, vinculou-se o lugar de origem com a sociedade

de destino, encontrando, dessa forma, os focos migratórios.

Apesar da diferença da natureza das duas fontes, alguns dados

como a profissão, o município de origem e a residência na

sociedade receptora foram aproveitados numa única base de

dados.

Nas matrículas dos sócios do Hospital Espanhol,

recolhidas em três livros correspondentes aos anos de 1859 até

84

a década de 20 do século passado, foi a fonte que mais

contribuiu com informações sobre os pioneiros da emigração

de massas. Entre os anos de 1859 e 1880, encontramos 218

imigrantes galegos matriculados no Hospital Espanhol. Essa

informação, junto com os dados pessoais de cada sócio,

possibilitou a localização geográfica dos pioneiros pelos

bairros cariocas, assim como a construção das cadeias

migratórias e a antiguidade da emigração galega no Rio de

Janeiro. Foi possível, por exemplo, distribuir os galegos pelas

ruas do Rio de Janeiro, classificar as suas atividades

profissionais e a partir daí, formular uma série de perguntas: se

as atividades exercidas estavam associadas ou não aos espaços

físicos onde se desenvolviam; se estavam próximos a outros

grupos de imigrantes de maior tradição histórica e relevância

numérica; se havia concentrações de galegos em determinadas

ruas; se os pioneiros procediam de zonas com tradição

migratória a Rio de Janeiro ou se exerciam atividades que

foram seguidas pelos grupos migratórios posteriores; se esses

pioneiros exerceram o papel de mediadores nas redes de

socialização, ajudando os recém-chegados a conseguir o

primeiro emprego e a primeira residência, etc.

A riqueza da documentação relacionada às listas

consulares e de associações em geral, sem dúvida, permite

construir tipologias e ampliar o conhecimento acerca do objeto

de estudo.

A Freguesia de Santo Antonio e A Lapa: Os Arcos da

Lapa, A Lapa e a Rua do Lavradio

Bairro que se tornou famoso na história da

cidade pela sua vida nocturna dissoluta, bairro de cabarés baratos, de casas de baixo meretrício, de

malandros, de jogadores, valentões e invertidos, e do

85

“trottoir” de pobres mulheres ditas perdidas, como

consta de muitos crônicas e livros... (BRASIL

GERSON, 2000, p.236)

Essa era a imagem da Lapa e seus arredores desde o

Oitocentismo em diante. Um bairro boêmio, cheio de

pequenos hotéis que serviam de encontros amorosos para a

classe baixa ou simplesmente para hospedar trabalhadores que

não tinham condições de ter uma casa própria ou pagar aluguel

nas áreas mais privilegiadas da cidade. As suas ruas, como a

Joaquim Silva ou as Marrecas, no começo do século XX, se

converteram em ruas cheias de prostíbulos que aí

permaneceram até depois da década de 1940.

Nas Ruas do Lavradio, Lapa, dos Arcos, Joaquim

Silva e Visconde de Maranguape, viveu, trabalhou e teve

negócios uma boa porcentagem da imigração galega do Rio de

Janeiro. Se somarmos os galegos que estiveram nas três ruas

principais da freguesia de Santo Antonio e do bairro da Lapa

(Lavradio, Arcos da Lapa e Rua da Lapa), temos um total de

258 emigrantes, o equivalente a 7,6% de toda a amostra

recolhida5. A província de Pontevedra concentrou 50% dos

258 emigrantes que viviam nesta zona; A Coruña contribuiu

com 36% e Ourense com 14%. Das três ruas mencionadas, a

do Lavradio foi a de maior importância numérica,

aglomerando 135 emigrantes (3,8% do total de toda

emigração), seguida da Rua dos Arcos (2,25%) e por último, a

Rua da Lapa (1,23%). Esta área do Rio de Janeiro acolheu

galegos de todas as províncias, porém com uma maior

5 A amostra utilizada neste artigo, como explicada no item anterior, é

referente a 3500 imigrantes, recolhidos nas matrículas dos sócios do

Arquivo privado do Hospital Espanhol do Rio de Janeiro, a partir de

1859 até os anos 20 do século XX, e do Consulado Espanhol, a partir

de 1877 até 1939.

86

concentração em determinadas províncias, como Pontevedra e

A Coruña.6

A província de Ourense, por exemplo, estava bastante

dispersa entre as ruas do Centro do Rio, e também nos

subúrbios. Aí temos uma realidade condizente com as

características da emigração ourensana, que, ao contrário das

províncias de Pontevedra e A Coruña, não tiveram concelhos

(com a exeção de Melón) com altos índices de emigração.

Entretanto, encontramos alguns focos tanto na freguesia de

Santa Rita (Ruas Senador Pompeu, Camerino e Barão de São

Félix), como na freguesia de Santo Antônio (Rua do Lavradio)

ou na Lapa. Nesta última freguesia, contabilizamos 5,5% do

total da emigração ourensana, que se divide entre vários

concelhos de diferentes áreas geográficas da província, como

podem ser Melón, Pereiro de Aguiar ou Xinzo de Limia. Cada

concelho oferece um pequeno número de emigrantes, que na

maioria das vezes, não ultrapassa cinco pessoas. Daí a

dificuldade de analisar, em nível micro, as cadeias migratórias

desta província e de construir um perfil dessa emigração, tanto

pela sua dispersão por diferentes bairros do Rio de Janeiro,

como pela pouca concentração de vizinhos em uma mesma

localidade. Supostamente, o fato de não ter um grande

contingente dividido em zonas (caso dos municípios

pontevedreses) ou concentrado em um único concelho (caso

de Santa Comba) pode ter colaborado para a sua maior

dispersão, se comparado às outras províncias, como

conseqüência da busca de apoio nas cadeias migratórias mais

antigas e fortalecidas originárias de outras províncias. Seria

uma cadeia em nível interprovincial. Também no caso de

6 Resultados extraídos da matrículas do Hospital Espanhol e das

fichas do Consulado Espanhol, ambas localizadas no Rio de Janeiro,

entre os anos de 1850 a 1939.

87

Ourense, ao ser uma emigração mais tardia para o Brasil, se

comparada aos outros concelhos, predominando nas primeiras

décadas do século XX, obrigou os seus vizinhos a buscarem

sua inserção sócio-profissional naquelas localidades onde já

existiam concelhos com maior tradição7.

Na província de Pontevedra, apareceram 21 concelhos

distribuídos por essas três ruas do Rio de Janeiro, entretanto

algumas zonas apresentam maior contingente migratório que

outras. Na Lapa e na freguesia de Santo Antonio prevaleceram

numericamente os municípios que limitam com o norte de

Portugal e alguns do litoral sul da Galiza, como As Neves,

Arbo, Tui, Gondomar ou O Rosal.

Um dos fatores explicativos para a escolha dos

destinos migratórios dos galegos é a emigração

intrapensinsular. Para o caso do Brasil, está relacionado a

municípios ou áreas com forte tradição migratória a Portugal.

Como exemplos, segundo estudos realizados por vários

especialistas, temos a área geográfica do sudeste de

Pontevedra, mais especificamente os concelhos de

Pontecaldelas, Fornelos de Montes, A Lama e Cotobade; o

município de Santa Comba, da província de A Coruña, e, por

último, o Concelho de Melón, localizado na província de

Ourense 8. Esses municípios são os que apresentam o maior

7 Para ver a distribuição da emigração galega a Rio de Janeiro por

províncias, vid. SARMIENTO, Érica. Galegos no Rio de Janeiro

(1850-1970). Tese de doutorado apresentada na Faculdade de

Geograf[ia e Historia. Universidade de Santiago de Compostela,

2006. 8 Vid. GONZÁLEZ LOPO, Domingo. “Una aproximación a la

emigración de la Galicia Occidental entre mediados del siglo XVII y

el primer tercio del XX, a través de las fuentes protocolares y

archivos parroquiales”. Revista da comisión galega do quinto

centenario, nº 6, 1990, pp. 135- 169; BARREIRO MALLÓN,

Baudilio. La jurisdicción de Xallas en el siglo XVIII. Población,

88

contingente emigratório a Rio de Janeiro dentre todos os

municípios de suas respectivas províncias9.

Alguns municípios da província de Pontevedra,

aqueles localizados no centro e no sul, têm uma antiga tradição

emigratória ao Brasil, já registrada desde a década de 50 do

século XIX. Segundo estudos realizados por González Lopo

(2000, pp.270-278), nos arquivos paroquiais pertencentes aos

municípios de Ponte Caldelas, Fornelos de Montes, A Lama e

Cotobade aparecem informações que indicam um claro

predomínio de emigração a Portugal, o que facilitaria os

primeiros contatos dos galegos com o Brasil. Em outra zona

pontevedresa, na chamada Terra de Montes, que engloba os

municípios de Beariz, Cerdedo e Forcarei, a partir de meados

do século XIX, Brasil passa a ser o principal destino de

atração americano, principalmente as cidades de Santos e São

Paulo e, em menor medida, Rio de Janeiro (FERNÁNDEZ

CORTIZO, 1990, p.182).

Ainda que nos deparemos com índices emigratórios

em quase todos os concelhos pontevedreses, o centro-sul da

província de Pontevedra é, sem dúvida, a zona de maior fluxo

a Rio de Janeiro. No limite com o Minho português e sofrendo

influência desses vizinhos, essa região galega foi

desencadeando uma emigração que atingiria quase todos os

sociedad y economia. Santiago de Compostela: Secretariado de

Publicaciones de la Universidad de Santiago de Compostela, 1977;

FERNANDEZ RODRIGUES, M.A. “Evolución migratoria en el

municipio de Melón: mediados del siglo XVII a comienzos del siglo

XX”. In: Eiras Roel (ed.). Aportaciones al estudio de la emigración

gallega. Un enfoque comarcal. Santiago de Compostela: Xunta de

Galicia, 1992, p. 167-176. 9 Vid. SARMIENTO, Érica. Galegos no Rio de Janeiro (1950-1970).

Tese de doutorado, Faculdade de Geografia e Historia, Universidade

de Santiago de Compostela, 2006.

89

municípios pontevedreses (com maior ou menor intensidade),

mantendo uma continuidade e a sobrevivência de cadeias

migratórias ao longo de mais de um século. Os portugueses se

adiantaram a essa emigração, claro está, por questões

históricas, alternando, assim como os galegos, os destinos

entre Brasil e as regiões intrapeninsulares (FERNANDES

ALVES, 1994).

Na Rua do Lavradio, onde está a maior concentração

de pontevedreses, com 135 emigrantes (52% do total das três

ruas), o município de As Neves representa 7,75% do total das

três ruas e 15% dos que viveram no Lavradio. É o município

com maior número de emigrantes tanto na Rua do Lavradio

como também na Rua dos Arcos. Foi o

único concelho, para a toda a Galiza, que contou com

mais de 20 emigrantes vivendo na Rua do Lavradio. No

número 77, da mesma rua, existiu uma hospedaria, onde

residiram vários galegos. A documentação, muitas vezes, não

deixa entrever o tipo de moradia que existia nos endereços: se

era quarto, casa de cômodo, comércio, etc. As fontes orais,

nesses casos, contribuíram para relatar este tipo de

informação. Assim ocorreu com o n° 77, onde viveu M. G. G.,

nascido no concelho de As Neves: “Quando cheguei fui morar

sozinho. Era ali no morro de Santo Antonio, na Rua Lavradio,

77. Moravam muitos galegos, era o chamado cabeça-de-porco,

que se disse aqui. Eram mais de 50 famílias que moravam ali.

Havia muita família portuguesa e brasileira também.”10

Esse emigrante chegou no ano de 1950 e, ainda nessa

época, os galegos continuavam utilizando as pensões do

10 Entrevista a M. G. G. no dia 4 de novembro de 2003, no Rio de

Janeiro. Os emigrantes entrevistados pela autora deste artigo serão

identificados pelas iniciais do nome e sobrenome.

90

Centro do Rio como a forma mais econômica de sobreviver,

tal como ocorria no começo do século. A diferença da segunda

emigração de massas em relação aos que emigravam no

começo do século XX é que, quando conseguiam juntar as

suas economias, buscavam uma casa para alugar ou para

comprar nos subúrbios ou nos arredores da área central, como

podia ser o bairro do Méier, Penha ou, no caso do emigrante

entrevistado, o bairro de São Cristóvão. Os que podiam se

permitir comprar um imóvel nos bairros mais privilegiados,

mudavam-se para a zona sul, perto da praia, nos bairros do

Flamengo, Botafogo ou Copacabana.

Encontramos em décadas anteriores, vivendo no

número 77, da Rua do Lavradio, outros emigrantes: dois do

concelho de As Neves, quatro de Santa Comba, 1 de A Baña, 1

de Ponteareas, 1 de Salvaterra do Miño e 1 de Ourense. O

mais antigo era do Concelho de As Neves. Chamava-se

Eduardo Sanchéz Gil e se registrou no consulado no ano de

1915. Ou seja, desde 1915 até a década de 50 é provável que

muitos galegos procedentes do concelho de As Neves tenham

residido nesta localidade. Como as hospedarias eram lugares

temporais, era relativamente comum encontrar um segundo

endereço nas fichas do consulado. O próprio Eduardo Sanchéz

Gil, na década de 40, vivia na Rua Mem de Sá, outra

localidade próxima à zona central do Rio. Este concelho

pontevedrês, onde mais se aglomeraram seus vizinhos foi no

número 41 da Rua do Lavradio: de 14 galegos, 10 procediam

de As Neves.

As pensões populares, como os pequenos hotéis, os

cortiços e as “cabeças-de-porco11

” foi uma realidade da

11 Casas de cômodo, muito comum no começo do século XX, no Rio

de Janeiro, antes das reformas urbanísticas, a partir de 1906. Eram

habitações coletivas, com banheiro e cozinha também coletivos.

91

emigração galega e portuguesa no Rio de Janeiro. O número

77, não era a única casa que alugava quartos. Nas fichas do

Consulado Espanhol, por exemplo, os números 38, 63 e 170 da

Rua do Lavradio também eram casas. Nos dados pessoais do

emigrante Maximino Gesteira Loural, de Redondela, aparece o

seguinte endereço: “Rua do Lavradio, n° 63, Casa 2”. A

antiguidade dessa rua como moradia de galegos remete-se ao

século XIX. A partir de 1879 até o ano de 1899, aparecem 12

emigrantes vivendo aí. A emigração continuou, segundo as

fontes escritas até a década de 1930 e segundo as fontes orais,

até a década de 1950.

As áreas centrais que serviam de moradia estavam

unidas à vida profissional. Por isso, muitos galegos tiveram

seus hotéis, restaurantes ou pequenos comércios também no

centro da cidade. Nas fichas do Consulado Espanhol do Rio de

Janeiro, aparecem no item referente ao endereço, nomes de

hotéis, que podiam tanto ser a residência como o local de

trabalho ou ambas as coisas. Na Largo da Lapa, por exemplo,

encontramos o “Grande Hotel” e o “Hotel Guanabara”. No

primeiro deles, localizado no número 47, encontramos seis

emigrantes vivendo nesta localidade na década de 1920,

oriundos de todas as províncias galegas.

Na Rua do Lavradio, os emigrantes se hospedavam e

também alugavam quartos. Aproveitaram a conjuntura e a

demanda do mercado para abrir suas hospedarias. Não só os

do sul de Pontevedra e os de Ourense estiveram pela Rua do

Lavradio, também os de Santa Comba e municípios vizinhos

deste concelho habitaram essa parte do Rio de Janeiro. M. M.

C., de Santa Comba, não só viveu na Rua do Lavradio, como

também foi sócio de um dos hotéis, no número 68:

92

Quando cheguei estava fazendo negócio com um

hotel na Rua Lavradio, 68, hoje Hotel Casablanca,

naquele tempo Hotel Lavradio. Eram de rapazes conhecidos e meu pai comprou uns pontos para mim e

eu fui trabalhar ali 6 meses, desde o 31 de agosto de

1957 até os primeiros dias de abril de 1958. Saí dali porque meu pai construiu o Hotel São Cristóvão. No

lavradio eu tinha 6 pontos de sociedade e em São

Cristóvão tínhamos 25 pontos. Uma casa nós dividíamos em porcentagens. O Lavradio continuou

bastante tempo, depois eu vendi.12

Os emigrantes costumavam chamar de “pontos” as

pequenas parcelas que compravam em sociedade. À medida

em que as economias aumentam, os “pontos” também

cresciam ou, em outros casos, compravam-se “pontos” em

melhores áreas da cidade. Nesse caso, o Hotel Lavradio, como

disse M. M. C., “eram de rapazes conhecidos”, ou seja, de

vizinhos de Santa Comba ou de galegos. A presença dos

xallenses nesta freguesia era muito mais antiga. O primeiro

emigrante foi encontrado no ano de 1912 e a cadeia migratória

seguiu até a década de 50.

A emigração de Santa Comba ocupou 20,3% do total

dos galegos que viviam na Rua dos Arcos, no Lavradio e na

Lapa. Uma cifra que só está por debaixo do concelho

pontevedrês de As Neves. Somente na Rua do Lavradio, entre

1912 e 1939, viveram 20 xallenses, a maioria dele nos

números 122 (de 18 moradores, 6 eram de Santa Comba) e

número 125.

12 Entrevista com M.M.C. no dia 12de novembro de 2003, no Rio de

Janeiro.

93

No que diz respeito à emigração intrapeninsular do

concelho de Santa Comba, Portugal está entre os destinos

preferidos dos seus habitantes. Segundo Baudilio Barreiro, nos

seus estudos realizados sobre a jurisdição de Xallas, os

emigrantes vão diretamente à cidade do Porto como moços de

serviço, porque é a única capaz de absorver um número

elevado de empregos temporais e de ambulantes. Entre os anos

de 1757 e 1784, a porcentagem de 18% dos varões casados

havia estado em Portugal:

Las preferencias a la hora de elegir destino se las

lleva Portugal ampliamente sobre Castilla. En

porcentajes correspondería el 86 % a Portugal y el 14 % a Castilla. A Portugal van como mozos de servicio en

sus múltiples variantes: por eso Portugal equivale a

decir Oporto, única ciudad que puede absorber un número elevado de empleos temporales y callejeros.

Allí trabajan de aguadores, recaderos y mozos de

mercado. A castilla van, en cambio a trabajar en el

campo, a las labores de siega y tal vez de esquileo y carbôneo(BARREIRO MALLÓN, 1977, 253-254).

A atividade complementar do município também

possibilitou a emigração a Portugal. Apesar das famílias de

Santa Comba viverem predominantemente da agricultura, com

terras arrendadas ou trabalhando nas suas próprias fincas,

havia um trabalho que predominava na zona e que ajudava a

aumentar a economia doméstica: a arriería. Através dos

transportes de mercadorias, principalmente de cereais (trigo,

sal e vinho), de carvão e areia, os camponeses conseguiam o

dinheiro necessário para pagar seus impostos e cobrir o déficit

das colheitas. Levavam as mercadorias a várias cidades

galegas, como Santiago ou Pontevedra e, muitas vezes, se

deslocavam até as fronteiras de Castela e de Portugal, para

94

venderem vinho ou outros produtos (BARREIRO MALLÓN,

1977, p. 422-440).

Na década de 60, os galegos continuaram comprando

hotéis na Rua do Lavradio. J. A. I., de Mazaricos, foi um

deles. Chegou no Rio de Janeiro em 1963 e junto com os

irmãos que já estavam na cidade, comprou uma hospedaria

nessa rua. Segundo palavras do emigrante: “é um lugar muito

ruim, daquela não tanto. Na minha época tinha menos galegos,

mas ainda era um lugar que tinha muitos galegos. Os galegos

aqui no centro moravam na Rua do Lavradio, na Gomes

Freire...”13

Nos livros de prófugos do Concelho de Santa Comba,

na década de 50, encontramos 15 emigrantes vivendo na Lapa,

na Rua dos Arcos e na Lavradio. Os endereços aparecem a

partir da década de 50, mas sabemos que nestas ruas já havia

galegos vivendo desde a primeira emigração. Na Rua da Lapa,

entres os anos de 1951 e 1955, moravam cinco vizinhos, e nas

ruas próximas, como a dos Arcos, a Visconde de Maranguape

e a Joaquim Silva, no mesmo período, havia cerca de 10

emigrantes de Santa Comba. O que está claro é que muitos

xallenses se agruparam nesta freguesia carioca tanto na

primeira emigração massiva como na segunda. Os municípios

vizinhos

de Santa Comba, como Mazaricos, Vimianzo ou Outes

também tinham emigrantes nesta zona. Foi o caso de S. J. P.,

de Vimianzo, que emigrou em 1960. Decidiu sair da Espanha,

porque já tinha o irmão no Rio de Janeiro, além de outros

familiares que emigraram antes dele. O primeiro lugar onde

morou foi na Lapa. O bairro lhe servia somente como

residência, pois se deslocava todos os dias até Copacabana

13 Entrevista a J. A. I. no mês de outubro de 2000, no Rio de Janeiro.

95

para trabalhar de garçom. Quando comprou seu próprio

restaurante, foi viver em Nova Iguaçu, um município da

chamada Baixada Fluminense, onde os imóveis eram mais

acessíveis que nas áreas nobres. Dizia que “na Lapa tinha

muito espanhol. Era tudo espanhol14

”.

Na Rua do Passeio, nº 70, ainda no bairro da Lapa,

estava o famoso “Restaurante Cosmopolita”, cujo proprietário

era Raimundo Rodríguez Martínez, natural de Melón, e um

dos sócio-fundadores e diretores do Recreio dos Anciãos. A

Rua do Passeio começou nas proximidades da Rua da Ajuda, a

antiga localidade onde viveram diversos galegos no final do

século XIX. Acreditamos que, com a extinção da Rua da

Ajuda, a freguesia de Santo Antonio foi ganhando espaço e

passando a ser uma das freguesias centrais de maior emigração

galega.

Dos galegos que viveram na freguesia de Santo

Antônio, a maioria deles trabalhou no comércio (67,2%). Não

podemos comprovar em que tipo de comércio, já que

prevalecem as definições de caráter mais geral como

“negociantes” e “empregados”. Entretanto, nos arriscamos a

vincular a profissão dos emigrantes com o setor da hotelaria,

não só pelos depoimentos dos entrevistados, como também

pelas características do próprio bairro, dotado de restaurantes e

pensões. Isso não exclui, por suposto, o pequeno comércio.

Nos processos de expulsão de estrangeiros, uma fonte

rica em informação acerca do cotidiano dos imigrantes,

analisando os casos de crimes de lenocínio, crimes contra a

ordem e moral pública pelo uso da prostituição, percebemos

que muitos galegos eram acusados devido ao tipo de negócios

14 Entrevista a S. J. P., no dia 26 de setembro de 2000, no Recreio

dos Anciãos, Rio de Janeiro.

96

que tiveram no Rio de Janeiro: as hospedarias. Por exemplo, o

caso dos irmãos de Santa Comba, Celestino e Manuel Gerpe

Blanco, acusados de lenocínio. O primeiro foi expulso e o

segundo teve um pouco mais de sorte, porque teve condições

de contratar um advogado e foi posto em liberdade15

. As

hospedarias e casa de cômodos, abundantes no começo do

século XX por oferecer serviços baratos aos trabalhadores das

classes baixas, também se transformaram em lugar de

prostituição do baixo meretrício carioca. Localizadas nas ruas

centrais do Rio de Janeiro, esses hotéis serviam de moradia e

de “comércio do prazer” para os brasileiros e estrangeiros que

combinavam as jornadas de trabalho com o ócio. Os donos do

comércio alugavam quartos por hora para todos os tipos de

cliente, inclusive para as prostitutas que trabalhavam nas

vizinhanças.

Neste tipo de comércio, muitos galegos investiram as

suas economias, comprando pequenas participações em

sociedade, sem se importarem com a localização e o tipo de

cliente que freqüentava esses espaços. Era um negócio

rentável, de baixos investimentos e rápida ascensão. A

clientela não era exigente e a escassez e a carestia dos aluguéis

aumentavam a demanda pelos quartinhos de pensões e hotéis

baratos. A classe trabalhadora não tinha muita opção, não

podia permitir-se o luxo de pagar um aluguel de um imóvel e

15 Arquivo Nacional, Processo de expulsão, Pac. IJJ7 169. Só

encontramos o processo de Manuel Gerpe Blanco. No seu expediente

aparecia a informação de que o seu irmão Celestino já havia sido

expulso por lenocinio (não encontramos o ano da expulsão). Os dois

aparecem nos livros de Censo do Concelho de Santa Comba do ano

de 1919 e Manuel Gerpe Blanco estava inscrito no Hospital

Espanhol no ano de 1919.

97

era necessário viver próximo ao local de trabalho para evitar

longos deslocamentos entre um bairro e outro. No jornal A

Gazeta de Notícias, do dia 9 de janeiro de 1908, numa série de

reportagens sobre as hospedarias do Rio de Janeiro, intitulada

Os quartos do vício, um ex-proprietário de hospedarias, cuja

identidade não é revelada pelo jornal, conta para os leitores o

dinheiro que angariou num “quartelzinho de vício bem

atreguezado”:

A hospedaria? O senhor não calcula que bom negócio é esse. Acredite, se eu não tivesse velho (...) eu

tinha desviado alguns cobres do meu capital para fundar

uma; apesar, sim, apesar das muitas que agora estão aparecendo e que se fazem uma concorrência dos

diabos. Mas há gente para todas, há gente para todas.”

O comerciante, que depois de enriquecer com as

hospedarias, se aposenta e se dedica a emprestar dinheiro à

juros, lembra, com satisfação, do começo da sua inversão e

dos “conhecimentos” utilizados para abrir esse tipo de

negócio: “Saiba o senhor que com uns dois contos de réis (...)

e uns conhecimentos entre algumas mulheres, e a hospedaria

está preparada a olhos vistos. Os dois contos seriam para a

mobília, só o essencial- camas, cadeiras, lavatórios; para os

quartos nobres mesinhas de cabeceira.”

Tudo estava muito bem calculado, tostão por tostão. O

aluguel da casa podia custar 400$ (réis), o ordenado de um

encarregado uns 150$, os gastos 120$, somando uma despesa

mensal de 660$. Havia truques para diminuir os gastos, como

por exemplo, utilizar os mesmos lençóis de um quarto para o

outro, até mesmo num período de uma semana! Para ter uma

clientela abundante, durante todo dia, era necessário “um

conhecimento entre algumas mulheres”, o que transformava a

98

pensão, durante o dia, em um “lugar de encontros”, e à noite,

em quartos de dormir.

“Numa casa de 400$ consegue-se muito bem uns

dez quartos (...) esses dez quartos nunca se alugam uma vez, às vezes se alugam três e quatro vezes por dia- a

questão é ser a casa bem afreguezada!...Demos-lhe,

porém, uma média de quinze vezes por dia. Cada quarto, numa hospedaria, -assim, assim- dá (...) nada

menos de 5$. Temos, portanto, por dia 75$, o subsídio

de um deputado!

É ou não é um bom negócio! Num ano, com o capital de dous contos, numa hospedaria modesta e uma

freguesia regular, um homem embolsa nada menos de

vinte contos, limpinhos, sem guarda-livros, nem cobrador!”

16

Como as primeiras economias só permitiam comprar

pensões a preços módicos, em locais de baixo meretrício,

muitas foram confundidas com casas de prostituição de baixa

categoria. Entretanto, os comerciantes não tinham vínculos

com as prostitutas, unicamente alugavam os quartos e se

aproveitavam da situação. O emigrante de Santa Comba F. L.

L. toma com bom-humor seus começos no Rio de Janeiro

como dono de hospedarias. Depois de deixar seu trabalho de

camareiro, comprou uma pensão com quatro sócios galegos no

Centro do Rio de Janeiro onde estavam as mulheres (...) eram

onde estavam aquelas mulheres. Era o sítio reservado para

isso, naquele tempo era assim. Tínhamos o preso certo para

cobrar e elas estavam ali praticamente nuas (risos). Tudo pelo

16 A Gazeta de Notícias, 9 de janeiro de 1908.

99

Centro eram só hospedarias. Depois mudei de local e me senti

melhor, já não tinha aquele mau ambiente.17

O dono de uma agência de viagens, J. S. S. conhecia

bem a atividade dos xallenses no Rio de Janeiro:

Ellos tenían hoteles, pensiones. Era pensión de

origen barato, ¿no? Baratas. Pero entre ellos allí, eran

parejas que iban allí… en Río de Janeiro hay muchos moteles que pertenecen a gallegos. Hoy en día son

hoteles de lujo, pero de aquella eran (risos)…Hoy,

siguen con el mismo sistema, pero son moteles de lujo.18

As casas de meretrício, a prostituição e o lenocínio

invadiram o Centro da cidade no começo do século XX e,

junto com o tráfico de mulheres brancas, viraram motivo de

preocupação para a polícia e os órgãos judiciais da República.

Segundo a estatística apresentada pelo delegado do 12º

Distrito Federal, no ano de 1914, contabilizavam-se na sua

circunscrição 94 casas ocupadas por meretrices,

compreendendo as ruas do Lavradio, Gomes Freire, Rezende,

Arcos, Senado, Visconde do Rio Branco, Riachuelo, Mem de

Sá e Praça dos Arcos e Governadores. Nestas casas habitavam

299 mulheres, das quais a maioria, 160, estava composta por

estrangeiras, sendo que desse total, 33 eram rusas, 30 italianas

e 20 espanholas (Medeiros de Menezes, 1992:51). Na maioria

dessas ruas como a do Lavradio, Arcos, Senado, localizadas na

freguesia de Santo Antonio e no bairro da Lapa, era onde

17

Entrevista a F. L. L., no dia 10 de setembro de 2003, em Santa

Comba.

18 Entrevista a J.S. S., em junho de 2002, em Santa Comba.

100

estavam muitos hotéis de galegos, ademais das suas

residências.

O processo de expulsão de Manuel Gerpe Blanco, no

ano de 1921, comprova, mais uma vez, a participação de

galegos nas hotelarias cariocas19

. Em 1915, sofreu a primeira

detenção, responsável por ser proprietário de três hospedarias

freqüentadas pelo baixo meretrício. Foi posto em liberdade e

vendeu todas as hospedarias que estavam vigiadas pela polícia,

comprando dos prédios na rua da Harmonia e na Rua Senador

Pompeu (uma das ruas mais frequentadas por galego). Para

esse caso em específico, não acreditamos que o acusado fosse

cáften ou adquirisse hotéis com a única intenção de utilizá-los

como bordéis, ainda que os quartos fossem alugados para

prostitutas. No seu processo, não aparecem depoimentos de

prostitutas, nem acusações que o indicie como explorador de

mulheres, unicamente o processo denuncia a utilização do

imóvel pelas meretrizes.

O advogado contratado para defender Manuel Gerpe

alega a expulsão injusta, explicando que o acusado já cumpriu

a sua pena, mesmo que de forma injusta, já que ele se desfez

dos seus primeiros negócios, passando a viver da renda dos

seus imóveis, um deles, alugado como casa de cômodos. Não

existia nenhuma prova contra Manuel Gerpe, que depois de ter

cumprido a pena que lhe fora imposta, tratou de procurar novo

meio de vida honesto e digno.20

Para comprovar tal fato, bastava ver as escrituras de

venda das antigas casas.

19 Arquivo Nacional . Processo de expulsão, Pac.IJJ7 169.

20 Arquivo Nacional. Processo de expulsão, Pac.IJJ7 169.

101

Tais documentos provam perfeitamente que o paciente

nada tem com as casas que a polícia diz serem exploradas por

ele, com o comércio do metrício, por assim expulsá-lo do

território nacional, onde vive há 17 anos, só tendo unicamente

contra a sua pessoa a única condenação que sofreu, cuja pena

cumpriu logo após, com um meio de vida honesto.21

Ademais, o advogado contava com outra arma de

defesa: a expulsão do irmão do seu cliente, Celestino Gerpe

Blanco, “sócio de Francisco Lima na hospedaria da rua D.

Manoel, nº60”, expulso “com as falsas declarações dos

comissários Péricles Barreto e investigador Bosseli, negando-

lhe o direito de regeneração”. Dessa vez, havia um advogado

brasileiro, envolvido na trama, e um cliente que tinha

condições econômicas para pagar esse tipo de serviço. A

polícia nada pode fazer e, no dia 26 de outubro de 1927, o

delegado enviou uma carta ao Ministro de Justiça declarando

que as provas recolhidas não eram suficientes para expulsar

Manuel Gerpe Blanco e que o acusado havia sido posto em

liberdade.

A história dos indesejáveis da Capital Federal e sua

conseguinte expulsão foi um instrumento utilizado pelas

autoridades brasileiras para impor a ordem pública contra

aqueles estrangeiros pobres e contestadores do sistema. A

história oficial durante muito tempo quis esconder a

participação das massas populares nos períodos mais

conturbados da sociedade brasileira, recriminando o caráter

passivo da população. Entretanto, a forma de atuação desses

excluídos do sistema, existiu de forma não organizada,

dispersa pelas ruas da cidade, coincidindo com o cotidiano

contraditório da cidade, que vivia entre o atraso e o progresso.

21 Arquivo Nacional. Processo de expulsão, Pac.IJJ7 169.

102

Percorrendo outros logradouros: As Ruas Camerino, Senador

Pompeu e adjacentes

Continuamos utilizando as ruas do Rio de Janeiro

como um fator explicativo da concentração espacial dos

galegos. Sabemos que a localização das moradias é uma

variável que não explica totalmente a mobilidade social de um

grupo migratório. Quando encontramos uma rua onde viveram

muitos galegos ao longo de várias décadas, por detrás desse

endereço sabemos que existe uma série de fatores de ordem

cultural e econômicos (as motivações, os projetos) que

envolvem o custo da casa, as possibilidades de economizar

para ser proprietário, ou para um possível retorno, a

proximidade da casa do local de trabalho ou a busca de uma

vivenda próxima a familiares ou vizinhos. Além disso, os

endereços devem ser estudados como um dado inicial que

pode ser alterado facilmente, já que os emigrantes mudavam

de rua, ao longo de suas vidas, segundo a mobilidade

profissional e econômica. A primeira moradia sempre estava

associada com a precária condição econômica na qual chegava

o estrangeiro, por isso costumavam escolher quartos coletivos

e vivendas populares.

O que era mais importante: as possibilidades que

oferecia o mercado de trabalho do lugar escolhido (como a

relação entre a distância casa/trabalho) ou as possibilidades

que ofereciam os conterrâneos que já estavam estabelecidos

em determinados bairros cariocas? Para os pioneiros,

podíamos escolher a primeira alternativa, mas para aqueles

que desembarcaram no Rio de Janeiro na emigração massiva,

as redes de relações sociais é um fator clave tanto na busca do

primeiro trabalho como da primeira casa. Samuel Baily

explica, em seu estudo sobre os italianos em Buenos Aires e

103

em Nova York, que as variáveis estruturais (localização e

disponibilidade de trabalho, o mercado da vivenda)

influenciaram os pioneiros, mas os indivíduos que chegaram

posteriormente na cadeia migratória foram influenciados, em

boa parte, pelas redes de vínculos pessoais já existentes

(BAILY, 1985, p.42). Acreditamos que para o caso dos

galegos no Rio de Janeiro ocorreu o mesmo processo. O seu

espaço social, a priori, estava influenciado pelas condições

sócio econômicas da própria cidade, mas com o tempo, com a

chegada sucessiva de novos emigrantes, algumas ruas

passaram a ser pontos de referências, não só pela sua

localização estratégica, perto dos lugares de trabalho, como

também porque já se havia estabelecido uma rede de

parentesco e de vizinhança que oferecia apoio afetivo,

econômico e profissional.

A localização das principais ruas e bairros onde se

concentravam os galegos serviu como base para defini-los

dentro do contexto urbano carioca, além de vincular o local de

moradia com as profissões exercidas e se essa ocupação

geográfica e profissional tinha relação com as redes sociais.

Próximos às zonas portuárias, na chamada freguesia

de Santa Rita, moraram vários galegos no início do século XX.

Esse dado já era conhecido por algumas bibliografias

relacionadas com a emigração no Rio de Janeiro, que

ressaltavam a concentração espacial de determinados grupos

de estrangeiros.22

O censo de 1906, por exemplo, distribuía a

22 Entre muitas obras bibliográficas, podemos citar a de Lená

Medeiros de Menezes. Os indesejáveis: desclassificados da

modernidade. Protesto, crime e expulsão na Capital Federal (1890-

1930). Rio de Janeiro: EdUERJ, 1996, e a dissertação de Lucia

Maria Paschoal Guimarães, Espanhóis no Rio de Janeiro (1880-

1914). Contribuição a historiografia da imigração. Tese de

104

população espanhola pelas freguesias de São José, Santa Rita,

Santo Antonio e Gamboa, em ordem de importância numérica.

A freguesia de São José teve especial relevância na

comunidade galega desde a segunda metade do século XIX,

como foi o caso da Rua da Ajuda, do bairro Cinelândia e das

suas ruas adjacentes. Como já comentamos nas páginas

anteriores, esse espaço do centro da cidade foi ocupado por

redes que ultrapassavam os limites de uma aldeia ou de um

concelho.

Na freguesia de Santa Rita, no ano de 1890, dos

43.601 habitantes, 12.315 eram portugueses e 1.720 eram

espanhóis. Era uma zona próxima ao porto, onde se

concentravam os estivadores, os carregadores de café, formado

por um contingente de negros escravos e libertos. No início do

século XX, o porto do Rio de Janeiro era um enorme

complexo de unidades independentes que se estendia por

diversas ilhas da baía de Guanabara e se espalhava, no

continente, da região fronteira ao Paço Imperial até as praias

das Palmeiras e São Cristóvão. Em uma sucessão de mais de

60 trapiches, quase sempre colados um ao outro, o sistema

ocupava uma extensão de 12 quilômetros, aproximadamente,

tomando toda a orla marítima das freguesias de Santa Rita e

Santana. É importante marcar, contudo, que os trabalhadores

da área não viviam apenas do porto.

Segundo Velasco e Cruz:

concurso à livre docência de Historiografia apresentada ao Instituto

de Filosofia e Ciencias Humanas da Universidade do Rio de Janeiro

(UERJ), Rio de Janeiro, 1988. Ambas as autoras utilizam os

recenseamentos do Rio de Janeiro dos anos de 1906 e 1920.

105

A região era um importante centro artesanal e

manufatureiro (...) Na região existiam inúmeros

estabelecimentos comerciais, armazéns de secos e molhados, botequins, restaurantes e várias firmas de

transporte de mercadorias. As duas freguesias

constituíam, portanto, um mercado de trabalho diversificado, dinâmico, e cujo crescimento contínuo ao

longo da segunda metade do Oitocentos ajudou a

transformar os bairros da Saúde e Gamboa em importantes locais de moradia (CRUZ, 2000, pp. 275-

276).

Na Freguesia de Santa Rita, entre negros e

portugueses, pequenos comércios e grandes exportadores de

café, viveram os galegos nas Ruas Camerino, Senador

Pompeu, Barão de São Félix, Visconde da Gávea, Saúde (atual

Sacadura Cabral) e Prainha (atual Rua Acre)23

. Conseguimos

chegar até eles também, como nos casos anteriores, através

dos endereços recolhidos nas matrículas do Hospital Espanhol

e nas fichas do Consulado Espanhol. Na Rua Camerino e

Senador Pompeu viveram 198 (5,6% do total da amostra)

emigrantes galegos desde 1881 até o ano de 1938.

Quem foram os galegos que viveram na Camerino e na

Senador Pompeu? Diferentemente da Rua da Ajuda, onde

encontramos emigrantes do concelho de Santa Comba e da

província de Pontevedra, os concelhos pontevedreses se

aglomeraram arredor dessas ruas formando uma cadeia

intermunicipal que abrangia 86,5% do total de galegos que

23 Vamos analisar principalmente as Ruas Camerino e Senador

Pompeu, porque eram as que reuniram maior número de imigrantes

galegos (mais de 50). As outras ruas serão mencionadas, mas não se

fará uma análise detalhada.

106

viviam nessa localidade. Na Camerino, 23% do total era do

concelho de Cerdedo, 21,1% de Cotobade, 11% de A Lama e

de Forcarei; e na Rua Senador Pompeu, 13,6% pertencia ao

concelho de Cotobade.

Está claro que nesta zona havia habitações coletivas,

pensões ou hotéis onde se hospedavam os emigrantes e que,

através das cadeias migratórias, eram informados da existência

de vizinhos ou parentes que já estavam ali. Na Rua Senador

Pompeu, por exemplo, havia uma conhecida estalagem na

passagem do século XIX para o XX, que servia como

residência para trabalhadores e que foi demolida com as

reformas urbanísticas do Prefeito Pereira Passos (Gerson,

2000: 209 e Aquino Carvalho, 1995:134). Na Antiga Rua dos

Cajueiros, paralela à Senador Pompeu, se localizava a maior

das cabeças-de-porco do Rio, com 4 mil moradores, destruída

nas primeiras décadas do século passado. Em outra rua,

chamada Sacadura Cabral (antiga Saúde), que se encontrava

com a Rua Camerino, havia um hotel, chamado Hotel Europa,

onde viveram 9 galegos na década de 3024

.

Na década de 1940, quando chegou, desde o concelho

de As Neves, o emigrante F. F. C., as pensões continuavam

servindo de pousada para os galegos. Na Rua General

Caldwell, atrás da Praça da República, no número 219, estava

a casa da sua sogra, também galega, que alugava quartos para

estrangeiros e nacionais. “Eu vivia num quarto. A minha sogra

sobrealugava quartos na Rua General Caldweel, 219. Eu lhe

paguei tudo: a passagem, quarto, lhe paguei tudo. Não me

24 Arquivo do Consulado Espanhol do Rio de Janeiro. Informação

encontrada nas fichas do Consulado Espanhol.

107

regalaram nada. Paguei tudo, tudo25

”. A sogra havia

conseguido o seu primeiro trabalho, em um restaurante de

galegos em sociedade com um português, e o primeiro lugar

para morar. Uma residência coletiva, sem exceções nem

sequer para o próprio genro. As dificuldades para começar a

vida, com dívidas contraídas com parentes para pagar a

passagem de navio, fazia com que as pensões e habitações

coletivas fossem a primeira alternativa para os emigrantes

recém-chegados. Alguns acomodavam toda a família dentro de

um quarto, como o foi o caso de A. C. G., de Xinzo de Limia,

que, da mesma forma, que o emigrante anterior, conseguiu seu

primeiro trabalho por intermédio da sogra, em um restaurante

também de um emigrante português. A.C.G foi viver num

quarto na casa de uma família portuguesa e quando,

posteriormente, levou a esposa e os dois filhos para o Rio de

Janeiro, continuou vivendo com a família em um quarto.

Ainda assim se considerava uma pessoa com sorte, já que a

maioria dos espanhóis compartilhavam espaço com 4 ou 5

patrícios:

Tinha lugar que tinha 4 ou 5 espanhóis que

moravam juntos, no mesmo quarto. Eu morei num

quarto, com uma família que tinha um apartamento e me alugavam um quarto. Minha sogra quando eu cheguei

me arranjou para eu morar ali. Quando chegou minha

esposa e meus dois filhos ficamos num mesmo quarto.

25 F. F. C., entrevista realizada no dia 27de setembro de 2000 no

Hospital Espanhol (Rio de Janeiro). No ano de 1939, nas fichas

consulares, encontramos um emigrante de Santa Comba, chamado

José Rodríguez Pose, vivendo também na Rua General Caldwell,

219. Antes vivia na Rua do Lavradio, 122, uma rua onde viveram

vários galegos de Santa Comba.

108

Havia um espaço e uma cozinha e o banho era coletivo.

Não havia recursos e teve que ser assim.26

Assim, os imigrantes galegos não só de dedicaram-

uma parte deles- ao setor da hotelaria, como também

utilizaram as hospedarias para os recém-chegados. Um

negócio, certamente, frutífero, já que a imigração galega no

Rio de Janeiro não cessou até a década de 60 do século

passado.

A dependência afetiva e econômica entre parentes e

vizinhos não era uma característica exclusiva dos galegos no

Rio de Janeiro. Em Cuba, por exemplo, as relações entre

familiares e vizinhos eram freqüentes no setor terciário,

dominado por espanhóis e galegos. O comércio encontrava-se

majoritariamente nas mãos de espanhóis. Devido à estrutura da

propriedade e o sistema agrário cubano, as possibilidades de

ascensão social e econômica estavam basicamente na cidade e

o setor terciário nãos mãos dos espanhóis, entre os quais,

muitos originários da Galiza. Os comerciantes espanhóis,

segundo Malaquer de Motes, proporcionavam um trato

privilegiado a familiares e patrícios (MALUQUER DE

MOTES, 1992, p.140). Havia motivos de afinidades e

solidariedades, além da confiança e da eficiência empresarial.

A maioria dos balconistas aspirava ser comerciantes ou donos

do seu próprio negócio e, para isso, estavam dispostos a

sacrificar-se ao máximo no trabalho, vivendo com extrema

modéstia e investindo todas as economias na consolidação do

negócio. Frequentemente, empregados e balconistas, que

26 Entrevista a A. C. G. o dia 14 de setembro de 2000, no Recreio

dos Anciãos (Rio de Janeiro). O entrevistado não se lembrou o nome

da rua da sua primeira residência no Rio de Janeiro.

109

costumavam ser escolhidos entre parentes ou patrícios, eram

obrigados a investir a maior parte do seu salário na

participação do negócio.

Outra informação de interesse vinculada com a Rua

Senador Pompeu foi a fundação do Centro Galego. Abriu as

suas portas no ano de 1900 e a sua primeira sede foi na Rua da

Constituição, justamente a transversal à Senador Pompeu,

antes da Construção da Avenida Getúlio Vargas no Estado

Novo. As associações étnicas tendiam a estar localizadas nas

áreas próximas aos seus emigrantes. Assim foi também com os

italianos no Rio de Janeiro, que fundaram uma das suas

primeiras sociedades do

Brasil, o Círculo Italiano de Instrução, na Praça Onze,

freguesia de Santana, uma localidade onde vivia a maior parte

desses emigrantes (BRASIL GERSON, 2000, p.185).

Os índices de retorno (temporal ou definitivo)

estiveram presentes entre os vizinhos da Senador Pompeu e da

Camerino. Entre as retiradas de passaporte no Consulado

Espanhol do Rio de Janeiro, 10,4% era de galegos que viviam

nessas ruas. Curiosamente em esta localidade, encontramos

não só emigrantes que voltaram à Galiza, como também casos

de mobilidade dentro país, principalmente nos estados de São

Paulo, Bahia. As cidades de São Paulo, Santos e Bahia fizeram

parte da emigração de Cotobade. Os municípios vizinhos,

como Pontecaldelas, Pazos de Borbén, A Lama e Cotobade

tiveram uma importante emigração à Salvador da Bahia

(BACELAR, 1994, p.45). De fato, nas listas de Censo do

Arquivo Municipal de Cotobade, encontramos emigrantes de

todos esses concelhos que já haviam estado na Bahia ou que

partiram do Rio de Janeiro para esse estado. Foi o caso do

emigrante José Maria Sueiro, de Cerdedo, de profissão da

canteria, que estava na Bahia em 1934; ou Francelino Vilar

110

Martinez, de Pazos de Borbén, que antes de estar no Rio de

Janeiro, em 1937, já havia vivido na Bahia.

A maioria dos emigrantes que retiraram passaporte era

casada (69%) e maior de 30 anos, o que reforça a idéia do alto

índice de retorno vinculada à hipótese de ver a esposa e os

filhos que haviam permanecido no lugar de origem com as

possessões familiares27

. Esses homens casados estavam

sozinhos no Rio de Janeiro, segundo dados estatísticos

referente ao sexo nessas duas ruas, onde só residiam três

mulheres galegas. O emigrante Segundo Souto Couto, por

exemplo, de Pontecaldelas, ausentou-se desde 1922 até o ano

de 1933, quando retornou ao Brasil. O mesmo ocorreu com o

emigrante José Alonso Cerviño, de Cotobade: matriculou-se

em 1922 no Consulado e, nas observações da sua ficha,

encontramos uma segunda data de chegada no Rio de Janeiro,

no ano de 1935.

Desse último emigrante, não encontramos nenhum

membro da sua família nas fontes brasileiras, mas sim nas

fontes galegas. O seu irmão, Avelino Alonso Cerviño, também

estava no Rio de Janeiro, dado comprovado no censo de 1955,

no concelho de Cotobade, paróquia de Carballedo. Estava

casado com Andréa Fernández Vidal, que vivia na mesma

paróquia com uma tia dos irmãos Alonso Cerviño. Além do

seu marido e cunhado, também estavam no Brasil (não

aparecia a informação referente ao Estado), os seus sobrinhos

Valentim e Manuel Vidal. Assim, não só o imigrante José

27 Os emigrantes que retiraram passaportes entre os 20 e 22 anos de

idade foram repatriados para o serviço militar. As informações são

retiradas da interpretação feita das mais de 3 mil inscrições de

galegos do arquivo morto do Consulado Espanhol do Rio de Janeiro,

desde os anos de 1870 a 1939.

111

Alonso Cerviño tinha a esposa em Cotobade, como também o

seu irmão.

A prova da existência de uma colônia galega sólida

nessa freguesia é o número de galegos que viveram na Rua

Camerino. Nesse espaço, encontramos a concentração mais

importante do começo do século XX. No número 96, da Rua

Camerino, residiram nada menos que 103 galegos do total de

126. O tempo em que moraram nesse número ou o ano em que

chegaram é algo quase impossível de saber. O único dado que

disponibiliza essa informação é o ano consular, que começa a

aparecer, de forma freqüente, somente a partir da década de 20

do século passado. Ou seja, dos 103 galegos que viveram no

número 96, sabemos que 93% deles haviam se inscritos no

consulado entre o ano de 1920 e 1938. Essa porcentagem não

demonstra que foi o primeiro endereço dos emigrantes, mas

sim revela que viveram ou trabalharam nesse local durante

essas duas décadas, havendo também a possibilidade de ser o

local de referência de algum imigrante empregador.

O que havia no número 96? Uma pensão ou um

estabelecimento comercial? Ou seria simplesmente um

endereço de referência para os que se matriculavam no

Consulado? Não podemos descartar nenhuma dessas

possibilidades. O endereço do trabalho podia ser mais

importante que o da própria casa, principalmente nos

primeiros anos de chegada, quando o emigrante vivia como

inquilino em quartos de hotéis, pensões ou em casa de

patrícios, mudando constantemente de endereço, conforme a

sua ascensão econômica ou troca de emprego.

Entretanto, algumas características da emigração

galega da Rua Camerino, nº 96, nos leva a pensar na existência

de algum tipo de pensão ou estalagem que abrigou, durante a

primeira metade do século XX, uma importante parcela dos

112

galegos de Cotobade, A Lama, Cerdedo e Forcarei.

Primeiramente, as profissões eram muito variadas. Ainda que

a maioria (60%) estava constituída de jornaleiros, um termo

generalizado, que pode englobar tanto um ofício rural

(vinculado ao lugar de origem) como urbano, os trabalhadores

da construção (pedreiro, carpinteiro, canteiro) formavam 17%

e do comércio 22% e o restante se dividia entre um motorista,

um padeiro, duas donas de casa e um operário. Uma variedade

de ocupações que não podiam estar sob a ordem de um mesmo

estabelecimento, unicamente que fosse um grande centro

comercial, opção que descartamos para o período temporal

utilizado. Um segundo fator seria a inscrição consular desses

moradores, que indica uma grande concentração de vizinhos

em um mesmo ano ou em poucos anos. Só no período de 1926

a 1934, foram registradas 14 e 13 pessoas, respectivamente, e

entre 1925 e 1930, apareceram 40 galegos residindo no

número 96 e, por último, entre os anos de 1931 e 1938, o total

de 43 vizinhos. Seguimos com a hipótese de que, no caso de

que fosse um comércio, teria que ser uma empresa dinâmica e

grande, para abrigar uma diversidade de profissões e um

considerável número de empregados. Além disso, a freguesia

de Santa Rita era uma das mais frequentadas por espanhóis.

Na Rua Camerino nº 80, por exemplo, havia um sobrado, que

funcionou para alojar emigrantes desde a década de 20 até a

década de 50. Descobrimos que era uma casa, quando

investigamos os livros de prófugos do Arquivo Municipal de

Santa Comba, onde no ano de 1950, o emigrante José Maria

Espasandín Serrano apresentava como endereço, a “Rua

Camerino, nº80, sobrado”. Na década de 20, viveu outro

emigrante de Santa Comba, da paróquia de Mallón, chamado

Ramón Santos Varela, um jovem de 19 anos que teria chegado

ao Rio de Janeiro no ano de 1924.

113

As casas estavam perto do local de trabalho, não

descartando, assim, a possibilidade do emigrante morar no

próprio emprego. Tudo estava próximo, moradia e trabalho, no

século XIX e começo do século XX, do Centro da cidade. Na

Rua Visconde da Gávea, n° 70, cruzando com a Senador

Pompeu, havia outra casa de cômodos. Aí viveu F. L. L., da

paróquia de Grixoa (Santa Comba), com mais três vizinhos, na

década de 30 do século passado28

. Todos no mesmo quarto. No

mesmo período, encontramos, nas fichas do Consulado

Espanhol do Rio de Janeiro, dois vizinhos da paróquia de

Grixoa que também viviam nessa casa de cômodos. Eram José

Suárez Gulín e Benigno Suárez García, cujas inscrições

consulares correspondiam aos anos de 1934 e 1928,

respectivamente. Seriam os companheiros de quarto de

Francisco López Landeira? Poderia ser, já que eram, inclusive,

da mesma aldeia: Vilar de Céltigos. López Landeira buscou

seu primeiro quarto numa rua proxima ao seu primeiro local

de trabalho, na Rua Camerino n. 62. Era o restaurante “União

Ibérica”, de propriedade de galegos da província de

Pontevedra. Aqui temos um exemplo da extensão das redes de

solidariedade que estavam estabelecidas desde um complexo

sistema de relações de paisanagem e de estrutura, montadas

segundo a disposição geográfica do Centro da cidade.

A importante cadeia migratória das Ruas Camerino,

Senador Pompeu e adjacentes agrupou três tipos de relações:

entre compatriotas de concelhos vizinhos, entre vizinhos do

mesmo concelho e entre parentes. Do município de A Lama,

encontramos vários irmãos e parentes, todos vivendo no

número 96 da Rua Camerino, Foi o caso dos imigrantes

28 Entrevista a F. L. L. (Grixoa-Santa Comba) realizada no dia 10 de

setembro de 2003, em Vila de Céltigos (Santa Comba).

114

Venancio e Arturo Cerdeira Barreiro, que viajaram a sua

aldeia no ano de 1935 ou Manuel e Delfina Cendón Cota, que,

com outro parente, Ricardo Cota Fernández, residiu também

na Camerino, n° 96.

O concelho de Cotobade, que do total da amostra de

emigrantes recolhida das fichas consulares, contribuiu com

18,4% dos vizinhos da Rua Camerino (todos vivendo no

número 96), reuniu diversos familiares nesse logradouro do

Rio de Janeiro. Os irmãos José, Benjamin e Ludvina, da

paróquia de Rebordelo foram alguns deles. As idas e vindas

fizeram parte da tradição migratória dessa família. José foi

repatriado no ano de 1927, mas regressou em 1935, e

Benjamin voltou à Galiza no ano de 1930. Os dois eram

casados e não encontramos referências de suas esposas no Rio

de Janeiro, o que nos leva a concluir que permaneceram em

Cotobade.

No século XIX e nas primeiras décadas do século XX

encontramos somente dois emigrantes de Santa Comba

vivendo nessa rua e quatro na Rua Senador Pompeu.

Entretanto, nas ruas vizinhas, com menor índice migratório,

mas que, possivelmente, sofreram a influência das cadeias

migratórias dos logradouros com mais contingente, como a

Sacadura Cabral (antiga Rua da Saúde), aparecem, na década

de 50, seis emigrantes de Santa Comba vivendo no número

129. Eram todos jovens, com idades entre 19 e 21 anos, que

constavam nos livros de alistamentos militares deste concelho

desde o ano de 1951 até 1955. Mesmo com a possibilidade de

mais xallenses terem habitado esta zona, os que

predominaram, sem dúvida, foram os de Pontevedra, com

maior concentração de alguns concelhos. Com isso, queremos

demonstrar a versatilidade da emigração galega, distribuindo

seus concelhos por áreas cruciais do zona central carioca. É

115

normal que municípios com alto índice emigratório, como o

caso de Santa Comba, estivessem dispersos por muitas ruas do

Rio de Janeiro e que os emigrantes fossem mudando de

endereço segundo as possibilidades do mercado de trabalho.

Mas, no caso da freguesia de Santa Rita, a concentração dos

xallenses pelas suas ruas era pequena, apesar de ser contínua

no tempo, já que encontramos emigrantes até a década de 50

vivendo nos seus arredores.

Concluímos que a Rua Camerino e Senador Pompeu,

mais especificamente a Camerino n° 96, reuniu um importante

contingente de galegos dos concelhos de Cotobade, Forcarei,

Cerdedo e a A Lama. Esta emigração era formada por varões

casados, que retornaram à Galiza, definitiva ou

temporalmente. Eram trabalhadores do comércio e da

construção, que compartilharam casa e/ou trabalho numa

freguesia central disputada por negros e portugueses.

Reconstruir essa história pelos logradouros do Rio de Janeiro

do século XIX/XX, significa comprender a emigração galega

não só desde a perspectiva do lugar de origem, como também

desde a sociedade receptora, analisando as transformações

políticas, econômicas e sociais da sociedade brasileira e

carioca e os outros grupos de emigrantes que compartilhavam

espaço no mesmo período.

116

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120

La inmigración

zamorana a la

Argentina en base a

fuentes nominativas

121

La inmigración zamorana a la Argentina en

base a fuentes nominativas1

Marcela Susana Lippi2

Introducción

La presente ponencia busca analizar algunos de los aspectos

principales de la inmigración zamorana en la Argentina a

través de fuentes nominativas. En principio, se trata de un

colectivo que formó parte del importante flujo castellano y

leonés que se dirigió hacia nuestro país a principios del siglo

XX. Desde el punto de vista historiográfico, el abordaje de

este tipo de procesos desde una escala regional e incluso

provincial resulta preceptivo (DEVOTO, 1996, 479-506)

debido a los profundos desniveles regionales y comarcales

entre las diferentes experiencias migratorias españolas a lo

largo de casi todo su desarrollo. Llama la atención en el caso

zamorano su escasa participación en el proceso emigratorio al

que asistían, incluso, las provincias vecinas como Oviedo y

León - la primera con fuerte tradición emigratoria desde época

colonial (DE CRISTÓFORIS, 2005) mientras que la segunda

se fue integrando firmemente a ese movimiento a finales del

siglo XIX (FERNÁNDEZ, 2008). Zamora, en cambio, había

1 Agradezco los comentarios del Dr. Hernán Otero en el marco del

Seminario Internacional de Población y Sociedad en América Latina,

SEPOSAL- Gredes, Salta, junio de 2010. 2 Magíster en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de

Luján (Argentina). Pertenencia Institucional: Facultad de Ciencias

Económicas, Universidad de Buenos Aires. Email:

[email protected]

122

quedado al margen del proceso hasta principios del siglo XX.3

Como señala A.Fernández, desde el punto de vista global, la

emigración zamorana puede definirse como un movimiento

casi imperceptible hasta 1900 pero que muestra luego un

aumento muy significativo aunque algo irregular

(FERNÁNDEZ, 2008, 28). Por otro lado, resulta significativo

que en las tres primeras décadas de ese siglo el grueso de los

emigrantes de la provincia se dirigiera hacia nuestro país.4

Efectivamente, hasta el año 1895 no emigraban a la Argentina

más que unas pocas decenas anuales de zamoranos, excepto en

1889 cuando suman alrededor de 250.5 Desde comienzos de la

década de 1890 Cuba se convierte en el principal destino

3 Para la información estadística correspondiente, véase

FERNÁNDEZ, A. (2005), “La emigración zamorana a la Argentina

a comienzos del siglo XX: primeras perspectivas”, en EML, Año 19, diciembre, Nº 58, pp.565-594, FERNÁNDEZ, A. (2008), “La

emigración zamorana a la Argentina a comienzos del siglo XX: Una

perspectiva regional”, en De CRISTÓFORIS, N. y A. FERNÁNDEZ

(ed) (2008), Las migraciones españolas a la Argentina.

Variaciones regionales (siglos XIX y XX) y LIPPI, M. (2008), La

inmigración zamorana en la Argentina en la primera mitad del

siglo XX. Factores macroestructurales y mecanismos

microsociales. Tesis de Maestría Inédita, Universidad Nacional de

Luján. 4 Los datos obtenidos son posibles para los años en que la

información estadística española cruza la provincia de origen de los emigrantes con el país de destino; por ello se excluye para el período

que estudiamos el bienio 1923-1924. 5 Para la información estadística, ver INSTITUTO GEOGRÁFICO

Y ESTADÍSTICO, Estadística de la emigración é Inmigración de

España, 1896-1900, Madrid Imprenta del Instituto, 1903, pp. XX-

XXII; IBÍDEM, Estadística de Pasajeros por Mar, 1911-1929,

Madrid, Imprenta del Instituto, 1930, passim y FONTANA, J.

(COMP.), Estadísticas básicas de España, 1900-1970, Madrid,

Confederación Española de Cajas de Ahorro, 1971, tablas 1.1, 1.13 y

1.14, por una parte y censos nacionales españoles de 1887, 1910 y

1920.

123

mientras que la emigración al Plata vuelve a los dos dígitos

anuales. Recién volvemos a contar con datos para 1911

cuando la media de los zamoranos al país era de 4.400 en

1911-1913 llegando a un máximo de 5.200 en 1912. A partir

de entonces la corriente estuvo formada por más de 500

individuos por año, con la excepción del bienio 1917-1918. En

conjunto, entre 1911 y 1929 Argentina atrajo al 62, 3% de los

oriundos de Zamora embarcados hacia América.

Ahora bien, como dijimos, buscamos aquí investigar acerca de

la inmigración zamorana en el país en base a fuentes

nominativas. Para ello contamos con una importante

documentación de tipo nominativo como son los libros de

registro del Consulado Español de Buenos Aires. La

información que éstos nos proveen será cotejada con la

proveniente de los partes consulares del año 1910 y los libros

de desembarco del período 1923-1929.6 Creemos que la

complementariedad de fuentes que pretendemos nos permitirá

acceder a una visión más ajustada del proceso estudiado.

Además, debemos destacar que los registros del consulado no

han sido empleados para analizar a ningún grupo provincial o

regional dentro del colectivo castellano-leonés y más en

general, se ha recurrido muy poco a ellos para estudiar a los

inmigrantes españoles.7 El principal problema que presenta

6 En el año 2002 participé en el proyecto “Políticas de inmigración

en la Argentina e incorporación de la población española (1876-

1930)” bajo la dirección del Dr. Alejandro Fernández en el ámbito de

la Universidad Nacional de Luján. Durante esa investigación habíamos armado una importante base de datos con información

proveniente de la Dirección Nacional de Migraciones que resultó

muy valiosa para mi trabajo subsiguiente y mi propia tesis de

maestría. 7 Los únicos abordajes de este tipo con los que se cuenta hasta el

momento corresponden a la región de Aragón. Véase FERNÁNDEZ,

124

esta fuente es su fragmentaria conservación. No existen datos

anteriores a 1939, es decir, previos a la instalación del cónsul

designado por el gobierno de Franco. La fuente tampoco es

universal desde entonces en adelante ya que, como es sabido,

los registros consulares no tenían en general un carácter

obligatorio, por lo que muchos españoles no acudían a

inscribirse. No obstante ello, no hay razones para suponer un

sesgo regional, por lo que la presencia o ausencia relativa de

los inmigrantes zamoranos debería corresponder

aproximadamente a la media del conjunto de los españoles. En

cuanto a la información, los libros contienen los datos de

filiación del inmigrante y de su familia, el año de nacimiento,

la ocupación, el domicilio en el momento de la inscripción y el

año de arribo al país. La documentación cuenta, asimismo, con

el dato clave del pueblo de origen del inmigrante - añadiendo

en general la comarca - y de la localidad que se constituyó en

su última residencia en España, en caso de que se trate de otra

distinta a la del nacimiento. Por eso, en tanto la inscripción se

realizaba a medida que los españoles se acercaban al

consulado a realizar el trámite, se pueden encontrar en los

libros a gente ingresada al país mucho antes de 1939, incluso a

comienzos del siglo XX. De esta manera, el universo sobre el

que trabajamos fue el de la totalidad de los zamoranos

inscriptos en el consulado entre octubre de 1939 y junio de

E. y V. PINILLA (2003), La emigración. Los aragoneses en

América (siglos XIX y XX), Zaragoza, Gobierno de Aragón y

FERNÁNDEZ, E., V. PINILLA y J. SILVESTRE (2001), “La

emigración aragonesa a la Argentina, 1880-1960”, en EML, A. 16,

Nº 49, diciembre, pp.515-553.

125

1945.8 Se trataba con ello de remontarnos a los inicios del

registro, fijando una fecha final que nos permitiera evitar la

influencia sobre los datos de la última gran oleada de

inmigración española, posterior a la Segunda Guerra Mundial.

En otras palabras, pensamos que fijando esos límites

temporales podemos concentrarnos en la inmigración de las

primeras décadas del siglo. Así, hemos armado una base de

datos de 1.000 individuos de los cuales 757 son nacidos en la

provincia y el resto corresponde a los cónyuges extranjeros, ya

sean argentinos o de otra nacionalidad.

Por otro lado, los libros de desembarco digitalizados por varias

décadas por el Centro de Estudios Latinoamericanos de

Buenos Aires (CEMLA), y ya trabajados por Fernández,

resultan una fuente de alcance universal ya que en ellos se

consignaban a todos los pasajeros que llegaban por vía

marítima, cualquiera fuera su origen, edad o condición social.

Sin embargo, contienen los datos correspondientes a la

localidad o a la provincia de origen de los inmigrantes –

necesarios para su identificación - recién para la década de

1920 por lo que debemos complementarlos con los partes

consulares de la década anterior, dispuestos a los historiadores

en el Archivo General de la Nación. Esta colección de partes,

listados de inmigrantes a principios del siglo XX, permite

indagar en las dimensiones aldeanas del proceso porque

menciona el dato clave de la comuna y la provincia de origen

y a veces también el de la última vecindad. Se trata, pues, de

documentación que brinda la posibilidad de analizar las

características socio-ocupacionales del flujo así como rastrear

las redes parentales y de vecindad entre emigrantes. Contamos

8 Libros de Registro del Consulado Español en Buenos Aires, Libro

I, Folios 8-151, octubre de 1939-agosto de 1943 y Libro II, Folios 3-

250, septiembre de 1943-septiembre de 1945.

126

en total con la información de 1.188 zamoranos para el año

1910 y de 1.565 para el período comprendido ente 1923-29.

La inmigración zamorana en los libros del Consulado

Español

Antes de comenzar nuestro análisis señalemos

algunas de las principales características de la inmigración

zamorana en la Argentina. En un trabajo preliminar sobre el

tema, Fernández reconoce a esta inmigración como una

corriente que adquiere fuerza en pocos años aún cuando la

provincia no contaba con la tradición emigratoria que sí tenían

provincias colindantes, por ejemplo, Oviedo. Además, el

historiador resalta el carácter claramente familiar del flujo con

una importante presencia femenina así como de hermanos y

paisanos de la misma localidad (FERNÁNDEZ, 2005). Todo

ello le permite sugerir la presencia de estrategias familiares en

la emigración de Zamora hacia nuestro país, tal como muchos

de los estudios migratorios han señalado en los últimos años.9

Otra particularidad en el caso zamorano es la alta participación

de localidades en el flujo para 1910. En efecto, de acuerdo a

los partes consulares, los nativos de la provincia que llegaron

al país provenían de 154 pueblos distintos que representan más

de la mitad del total de localidades; por otro lado, también

presentan en sus primeras etapas un índice de concentración de

sus emigrantes por localidades más elevado que los de los

antiguos, por ejemplo León con 60 localidades y Oviedo con

82 para el mismo año (FERNÁNDEZ, 2008, 31). Las aldeas

zamoranas que más proveyeron emigrantes al proceso eran las

9 Véanse los trabajos en la obra de BJERG, M. y H.OTERO (comps.)

(1995), Inmigración y redes sociales en la Argentina moderna,

Tandil, CEMLA-IHES.

127

ubicadas en las comarcas de Sayago, Tierra del Vino, Tierra

del Pan, Aliste y el Valle del Tera (FERNÁNDEZ, 2005, 577),

comarcas claramente dedicadas a la explotación vitivinícola o

bien que combinaban la vid con la cerealicultura. Estos datos

resultan contradictorios con la tendencia según la cual las

regiones que se incorporan más tardíamente al flujo migratorio

masivo cuentan en sus primeras etapas unos índices de

concentración de sus emigrantes por localidades más

elevados que los de las antiguas. Esto es así porque los

vínculos con el país de destino llevan a que se dilate la

atracción emigratoria a través de una suerte de mancha que se

extiende en el país o la región de origen (MOYA, 1999). Por

el contrario, en 1910 Zamora muestra un comportamiento más

cercano a provincias con mayor tradición emigratoria como

por ejemplo la ya mencionada Oviedo o la provincia gallega

de Pontevedra (DEVOTO, 1996). Esto puede deberse a que las

pequeñas localidades zamoranas formaban un mismo foco

emigratorio ya que eran aldeas ubicadas a poca distancia entre

sí y por otro, al impacto de la crisis vitivinícola sufrida por la

provincia en torno a 1910 lo que explicaría la dispersión de la

emigración entre las localidades afectadas por esa crisis.10

Ahora bien, ¿qué nos dicen los libros del Consulado

Español de Buenos Aires al respecto? Las tendencias respecto

de los orígenes comarcales de la emigración zamorana a la

Argentina resultan en general confirmadas por esta nueva

fuente. Así, del total de 730 zamoranos de nuestra base - una

vez descontados los 27 casos en que no se especifica el pueblo

o la comarca de origen -, algo más de la mitad provenía de los

focos que habíamos destacado: Aliste (18,8%), Sayago

10 FERNÁNDEZ, A. (2008), “La emigración zamorana a la

Argentina…”, op.cit. y LIPPI, M. (2008), La inmigración zamorana

en la Argentina…, op.cit.

128

(18,3%) y Tierra del Vino (16,1%). Asimismo, sigue siendo

muy baja la participación de la comarca cerealera por

excelencia, es decir Tierra de Campos (1,7%). Como vemos,

los datos resultan consistentes con la información recabada en

los partes consulares. Incluso, el registro consular también

permite confirmar la enorme dispersión por localidades del

éxodo zamorano a la Argentina, ya que, por caso, Aliste se

encuentra representado en el mismo por 48 pueblos, Sanabria

por 44, Benavente por 41, Tierra del Vino por 37, Sayago y

Tierra del Pan por 30 cada una, etc. Reiteremos que se trata de

un elenco no exhaustivo y que sólo incluye a los inmigrantes

que se apuntaron entre 1939 y 1945 pero, en cualquier caso,

mantiene su adherencia respecto de las características

previamente anunciadas y de otras, como por ejemplo la

significación de algunas localidades concretas dentro del

conjunto, siendo el ejemplo más evidente el de Fermoselle

(Sayago), que por sí sola concentra el 5% del total de los

inscriptos en el registro consular.

Una cuestión relevante que presenta, asimismo, la

fuente es la información referida a posibles movimientos

migratorios en la península, previos al éxodo transatlántico,

aspecto que por otro lado es difícil de rastrear en otro tipo de

documentación. Sobre 700 casos en los que contamos con esta

información, en 603 (86,1%) hay coincidencia entre localidad

de nacimiento y localidad de última residencia. Esto nos

permitiría suponer que se trata de personas que sólo

abandonaron su pueblo de origen para emigrar a la Argentina,

salvo que hayan realizado desplazamientos en el interior de

España de breve duración. Con ello se reforzaría la idea acerca

del gran impacto del proceso emigratorio en Zamora durante

las primeras décadas del siglo, cuando sus habitantes

prácticamente no contaban con experiencia anterior en cuanto

129

a movimientos de larga distancia para obtener un trabajo o un

mejor salario. Además explicaría el “salto” de los indicadores

en lo que hace a la emigración zamorana debido a la situación

de crisis provocada por la filoxera. Por otra parte, casi todos

los zamoranos restantes declaran como localidad de última

residencia otra de la propia provincia, es decir cercana al lugar

de nacimiento, y tan sólo 14 de los 700 (2%) declaran una

ciudad lejana: Madrid en 11 casos, Sevilla en 2 y Barcelona en

1. También conviene destacar que estos últimos casos

corresponden a inmigrantes entrados en la Argentina luego de

1930, lo cual ratificaría la hipótesis de que a comienzos de

siglo se salía de la aldea directamente para cruzar el Atlántico.

Si atendemos ahora a la estructura ocupacional de la

corriente zamorana, otro rasgo en común entre los individuos

que se inscribieron en el consulado y los registrados en partes

consulares y libros de desembarco se encuentra en el

abrumador predominio de quienes formaban parte de las

edades activas en el momento de arribar a la Argentina. En

nuestra muestra de 1939-1945, 406 varones zamoranos sobre

un total de 490 (82,9%) y 274 mujeres sobre un total de 343

(79,9%) se encontraban en esa condición. Sin embargo, unas

significativas diferencias pueden hallarse en cuanto al tipo de

actividad laboral desempeñada en ambos registros. En

realidad, se trata de dos situaciones que corresponden en

buena medida a diferentes mercados laborales. Por un lado, los

partes y libros de desembarco consignaban las ocupaciones de

los inmigrantes en el momento del arribo, es decir las que

venían desempeñando en sus propios pueblos de origen. Por el

otro, el registro consular manifiesta la ocupación en el

momento de la inscripción, que pudo haber ocurrido luego de

varios años de permanencia en la Argentina, correspondiendo

por lo tanto más bien al mercado laboral del país receptor que

130

al del emisor. Para considerar este aspecto, dejamos de lado lo

registrado en los partes consulares ya que el continuo

encomillado en el casillero correspondiente a la ocupación

muestra despreocupación en su registro; en cambio, para la

década de 1920 se muestra mayor cuidado en el mismo. Así, si

bien el 82% de los zamoranos se declara agricultor”,

“labrador” o “jornalero” para los años de 1923-26 el resto del

porcentual está compuesto por comerciantes, empleados y

artesanos, ausentes en el registro anterior. De todas maneras,

es innegable el componente rural de la migración zamorana

por lo que los avatares del sector agrario castellano-leonés son

muy importantes para explicar las magnitudes de la corriente

y sus ritmos a lo largo del tiempo (FERNÁNDEZ, 2008, 34).

En el caso de las mujeres, los libros de desembarco muestran

una abrumadora presencia de mujeres dedicadas a “sus

labores”.

Consideremos entonces qué nos dicen al respecto los

libros del Consulado Español. En el caso de las mujeres, por

ejemplo, si bien seguían siendo muy elevados los porcentajes

correspondientes a las categorías “sus labores” o “ninguna”

actividad, había alrededor de una quinta parte del total que

declaraban ocupaciones, la mitad de ellas aproximadamente

como domésticas y el resto como modistas, porteras, obreras,

costureras, cocineras e incluso maestras. Es decir que si bien el

trabajo femenino sigue resultando en gran medida invisible a

partir de esta nueva fuente, es patente la existencia de una

cierta diversificación en el mismo, así como la desaparición de

oficios vinculados con el campo que, en cambio, estaban

presentes en los registros empleados con anterioridad. Más

clara es todavía la diversificación en el caso de los varones,

puesto que si bien alrededor de un cuarenta por ciento de ellos

siguen declarando ocupación de “jornalero” o “peón”,

131

aparecen muchas otras nuevas, como “empleado de comercio”

o “dependientes de comercio” (10,4% del total, ambos

sumados), “comerciante” e “industrial” (6,4% sumados) y, en

menores cantidades, artesanos y trabajadores calificados como

panaderos, mecánicos, maquinistas, confiteros, ebanistas,

linotipistas, etc. Todo lo cual estaría expresando una

incorporación en proceso avanzado al mercado laboral urbano

de la Argentina, no obstante el origen rural de la gran mayoría

de estos inmigrantes. Ello confirmaría para el caso zamorano

que el salto transatlántico implicó para sus protagonistas el

pasaje del mundo rural al mundo urbano.

Las redes sociales y la localización espacial de los

zamoranos

Desde el punto de vista teórico, en los últimos veinte

años la aplicación del concepto de red social ha permitido

ampliar en forma notoria el panorama de los estudios

migratorios. Ello ha sido así porque dicho concepto permite

superar, o al menos complementar, el enfoque estructuralista

que enfatiza los factores expulsivos, otorgándole en cambio

una centralidad explicativa a la figura de los emigrantes. De

esta manera han resultado cada vez más priorizados las

elecciones y los recursos con los que aquéllos contaban para

llevar a cabo su empresa. Entendemos que el mundo relacional

del emigrante se presentaba como necesario para lograr una

rápida y exitosa inserción en la sociedad de acogida. Sería

justamente el capital de relaciones con que los zamoranos

contaban en la Argentina el que les permitirá ampliar el

universo de sociabilidades -que podía exceder el marco

132

nacional español- para instalarse, acceder a un empleo o

concertar el matrimonio.11

El papel de las redes sociales primarias en el

mencionado proceso de inserción al mercado laboral y, más en

general, a la sociedad argentina, es más difícil de rastrear en

las fuentes que trabajamos. No obstante, la referida

participación de hermanos y paisanos en los registros de

entrada a la Argentina sugiere el funcionamiento de cadenas

migratorias y, por tanto, de estrategias dentro del movimiento

ultramarino que consideramos (Fernández, 2005; Devoto,

1996). También en el caso de la fuente del Consulado, por sus

peculiares características, evidencia su presencia en algunos

casos. Así ocurre con los treinta y tres grupos de dos o más

hermanos inscriptos en el consulado, cada uno de ellos, en el

mismo momento, pero cuyos integrantes llegaron a la

Argentina en años diversos. Las hermanas Isabel y María

Luisa Gago Castaño, por ejemplo, habían nacido en 1901 y

1905 respectivamente, en el pueblo de Castro de Alcañices, de

la comarca de Aliste, aunque su última residencia en la

península se encontraba en la vecina localidad de Arcillera. La

inscripción de ambas en el registro se produjo en 1942, pero

mientras Isabel, la mayor, había llegado a Buenos Aires en

1922, María Luisa lo hizo en 1927. Ambas estaban casadas

con dos hermanos Fernández, naturales de Alcañices: Hipólito,

11 El concepto de red social se fue desprendiendo de otro que

presentaba una más antigua genealogía, como es el de cadena

migratoria. Esta última ya fue definida por los historiadores

australianos Mac Donald (1964) como el conjunto de contactos

personales, comunicaciones y favores entre familias, amigos y

paisanos en ambas sociedades –de origen y de destino-, que fueron

fundamentales para determinar quién emigraba, cómo elegían su

destino, dónde se establecían, cómo obtenían trabajo y con quiénes

se relacionaban socialmente.

133

esposo de Isabel, y Benigno Santiago, esposo de María Luisa.

A su vez, los Fernández tenían otras dos hermanas que figuran

en el registro, Socorro y Gabina, habiendo todos ellos

emigrado en un período de nada menos que treinta años entre

el primero y el último. Mientras Isabel e Hipólito se instalaron

en el barrio de Liniers, Benigno y María Luisa vivieron en

Valentín Alsina, donde también se radicará Socorro. Por su

parte, Gabina, casada con otro inmigrante zamorano, consignó

como domicilio en 1942 una pequeña localidad del partido de

Pergamino, provincia de Buenos Aires. Un caso comparable es

el de los Álvarez Prada. Se trata de cinco hermanos, todos

nacidos en Sampil (Sanabria): Manuela (1909), Encarnación

(1911), David (1913), María (1916) y Francisca (1918).

Llegaron a la Argentina en forma sucesiva, comenzando por

David, quien lo hizo en 1929, y concluyendo por María, que

arribó en 1936 junto con una cuñada y los tres hijos de ésta.

Cuando se produce la inscripción de todo el grupo en el

consulado, en 1941, sus integrantes estaban viviendo en una

casa en el barrio de Palermo, salvo María, instalada en el de

Monserrat.

Como vemos, es justamente en lo que hace a la localización

espacial que la fuente consular nos permite avanzar, asimismo,

ubicando los lugares de residencia de los zamoranos

inscriptos, a fin de conocer si su instalación encuentra un

correlato con los ámbitos espaciales que algunos estudios han

señalado para otros colectivos españoles. Para realizar este

análisis hemos considerado a quienes tienen asignado un

número de registro individual - fuesen varones o mujeres – y,

en los casos de inscripciones familiares, sólo a los jefes de

familia. De este modo contamos con información para 724

zamoranos, de los cuales sabemos su domicilio y año de

llegada al país. Obviamente, la gran mayoría de ellos vivían en

134

la Capital Federal y el centro-norte de la provincia de Buenos

Aires, aunque también había residentes en La Pampa,

Tucumán, Río Negro y el territorio nacional de Chubut, dado

que el área jurisdiccional del consulado incluía esas zonas.12

Sin embargo, a los efectos de realizar esta parte del análisis,

hemos excluido a estos últimos, dado que es poco relevante su

número y lo que el registro tiene para informarnos, por lo que

nos concentraremos en la ciudad de Buenos Aires y sus

alrededores así como en la provincia homónima.

Los principales focos residenciales de los zamoranos

no siempre guardan una estrecha correlación con los que han

sido detectados por la literatura sobre la cuestión para otros

grupos peninsulares. Es verdad, por una parte, que los distritos

del centro de la Capital Federal más habitados por los nativos

de Zamora eran, a comienzos de la década de 1940 y en orden

decreciente, Montserrat, Concepción, San Nicolás y Socorro.

Esto resultaría consistente con la teoría dominante respecto de

la inserción residencial de los españoles en el centro de la

ciudad (MOYA, 2004). Sin embargo, conviene hacer dos

aclaraciones. En primer lugar, cuando se compara el centro

con la periferia, se advierte que varios distritos de esta última

(San Bernardo, Flores, San Cristóbal Sud) contaban en

promedio con tantos zamoranos como las mencionadas

jurisdicciones del centro, y que el primero de esos distritos –

situado prácticamente en los bordes de la ciudad – era el más

poblado de todos. En segundo lugar, cuando se realiza el

desagregado por años de llegada de los inscriptos en el

registro, se advierte con claridad que lentamente la zona

céntrica de la ciudad va perdiendo significación, a favor de los

12 En la época a la que corresponde la muestra, además del consulado

español en Buenos Aires, había otros en Córdoba, Rosario, Bahía

Blanca y Mendoza.

135

barrios apartados. Es así que los zamoranos que llegaron en la

tercera década del siglo tendían a vivir más lejos del centro

que los que lo habían hecho veinte años antes.

Como ha sido señalado por Moya, y contrariamente a

lo ocurrido en algunas de las grandes ciudades de inmigración

del hemisferio norte, como por ejemplo New York o Chicago,

la tendencia no es en Buenos Aires a la re-emigración desde el

centro a los barrios por parte de los mismos individuos o

familias que se habían establecido en aquél, sino más bien a

que los nuevos inmigrantes tienden a establecerse en la

periferia, mientras los antiguos mantienen en un alto

porcentaje el patrón residencial del centro.13

Esa tendencia ha

sido corroborada en otros trabajos, que se ocuparon de la

dispersión de los españoles en algunos de los barrios de la

ciudad.14

En el caso zamorano, este modelo parece cumplirse,

si bien con la salvedad apuntada de que la periferia siempre

tiene más importancia que en otros grupos regionales, como

los vascos, los catalanes, los asturianos o los gallegos. La

razón más probable de esta discrepancia se encuentra en el

momento de arribo, dado que casi toda la inmigración

zamorana corresponde al siglo XX, habiéndose iniciado varias

décadas más tarde que la de cualquiera de los grupos

regionales mencionados. Esto hizo que los nativos de Zamora

debieran insertarse en la geografía porteña en una época en

que la vivienda en el centro, sea para compra o para alquiler,

13 Sobre esta comparación véase MOYA,J. C. (2004), Primos y

extranjeros. La inmigración española en Buenos Aires, 1850-

1930, Buenos Aires, Emecé, capítulo 4.

14 Ver por ejemplo FERNÁNDEZ, A. (1987), “El mutualismo español

en un barrio de Buenos Aires, 1890-1920. Un estudio de caso”, en

136

era ya muy cara, mientras existían nuevas posibilidades

abiertas en los barrios, debido a la extensión de la red

tranviaria, a su posterior electrificación y al fraccionamiento y

loteo de terrenos.15

Podemos entonces sugerir que en un primer momento

los inmigrantes zamoranos pudieron instalarse en la zona

céntrica en casas de familiares o amigos gracias al

funcionamiento de las redes sociales, tal como se desprende de

la fuente consultada. También podemos pensar que el proceso

de periurbanización que protagoniza la ciudad de Buenos

Aires tuvo que haberse constituido en un foco de atracción

para los nuevos inmigrantes, sobre todo al avanzar las décadas.

De acuerdo con nuestra fuente, las presencias zamoranas en el

Gran Buenos Aires alcanzan las 90, predominando las zonas

norte y sur, particularmente, las localidades de Vicente López

y Martínez en la primera y Quilmes en la segunda.

En relación a su instalación en la provincia de Buenos

Aires (150), las localidades que resultan con mayor presencia

zamorana para las cuatro décadas son la capital del partido de

General Pueyrredón, Mar del Plata (24 presencias) y la

cabecera del partido homónimo, Bahía Blanca (15 presencias).

Por detrás, aparecen ciudades como La Plata, Tandil,

Chivilcoy y Pehuajó; todas cuentan con 7 inscripciones cada

una. Estas cifras, aunque acotadas, no resultan casuales. Se

trata de ciudades con un notorio crecimiento al calor de la

expansión de la frontera durante el siglo XIX y, en lo que

respecta a Mar del Plata, hacia 1914 se convirtió en uno de los

Cuadernos de Historia Regional, Luján, Vol. III, Nº 8, abril.

pp.609-642. 15 El proceso ha sido clásicamente descripto por SCOBIE, J. Buenos

Aires, del centro a los barrios, 1870-1910, Buenos Aires, Solar

Hachette, 1977, pp.205 y ss.

137

núcleos urbanos más importantes de la provincia, sobre todo,

al ser elegida como destino balneario de las más destacadas

familias de la oligarquía argentina. Con el transcurso del

tiempo, la incorporación de nuevas clases sociales activó el

desarrollo de la actividad constructora y hotelera marplatenses.

Junto con una importante colectividad española se insertaron

los zamoranos como otros de la región castellana y leonesa.

También Bahía Blanca creció en base a su hinterland

agropecuario. Como en Mar del Plata, su puerto jugó un papel

central en el desarrollo urbano de principios del siglo XX y

también recibió a una importante colonia zamorana.

Conclusiones

Hasta aquí hemos presentado algunas conclusiones

sobre el proceso de inserción del colectivo zamorano en el

país. Nuestra propuesta se apoya en la complementariedad de

fuentes nominativas como son los libros del Consulado

Español, los partes consulares y los libros de desembarco. Así,

a partir de la información que nos brindan, nos propusimos

estudiar un caso de “nueva emigración” como el zamorano,

corriente cuyo principal destino fue la Argentina en las

primeras tres décadas del siglo XX. Con F.Devoto, creemos

que resulta preceptivo este tipo de estudio centrándonos en un

caso en que puede comprenderse la movilización de una mano

de obra agrícola parcialmente ociosa en origen en función de

las demandas de una economía situada del otro lado del

Atlántico. En efecto, la economía argentina estaba basada

principalmente en el sector primario pero que ya incluía una

rápida expansión del secundario y del terciario a comienzos

del siglo. Sobre todo y, como muestran los registros del

Consulado, el gran crecimiento del empleo urbano en la

138

Argentina fueron factores de indudable importancia para atraer

a la mayoría de los emigrantes de la provincia. En ese sentido,

analizamos fuentes que aportan información en cuanto al

impacto de la emigración en localidades y comarcas de una

provincia afectada por la crisis de sus vides. Así, la

documentación con que contamos resulta de gran utilidad para

entender el proceso desde el origen haciendo un seguimiento

de los protagonistas hasta su incorporación en nuestra

sociedad.

En cuanto a este proceso de inserción, creemos que

quienes iniciaron el camino desde Zamora a la Argentina

radicándose en los distintos barrios de Buenos Aires, Mar del

Plata, Bahía Blanca y otras ciudades del país transmitieron

unas informaciones favorables que resultaron claves para la

rápida difusión de la emigración dentro de la provincia

castellana así como su continuidad a lo largo de período

considerado. De hecho, los registros consulares

confeccionados tiempo después del mismo muestran cómo se

trataba de una colectividad que tenía un fuerte arraigo en el

país y que se había seguido nutriendo con la llegada de

elementos jóvenes, traducido ello en los patrones de

asentamiento que hemos descripto en este trabajo. El pasaje

del mundo rural - al que pertenecía el grueso de los

zamoranos- al mundo urbano propio de la sociedad receptora

es otro de los aspectos del proceso de inserción al que nos

permite acceder la fuente consultada.

Asimismo, en un importante aporte a las discusiones

sobre el papel de las migraciones en escala, la fuente del

Consulado nos da la posibilidad de tratar un tema de difícil

abordaje como es el de la movilidad previa a las migraciones

internacionales. En ese aspecto, Zamora parece tomar

distancia de otros casos como los estudiados por Moya en el

139

norte y en el sur de la península o por Fernández y Silvestre

para Aragón donde es posible pensar las migraciones

interiores y las exteriores como parte de un mismo proceso de

desarrollo. Esta línea de trabajo que permite estudios de tipo

comparativo extendiendo el análisis a otras provincias

castellanas y leonesas será objeto de futuras investigaciones.

Zamora en el mapa de España

140

Las comarcas zamoranas

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144

Al sur del Riachuelo.

Un análisis de la

presencia e integración

laboral gallega en el

Conurbano bonaerense

a partir de una fuente

nominativa (1939-1960)

145

Al sur del Riachuelo. Un análisis de la presencia e

integración laboral gallega en el Conurbano

bonaerense a partir de una fuente nominativa (1939-

1960)

Ruy Farías1

Introducción

Entre 1857 y 1930 arribaron a la Argentina 2.070.874

inmigrantes hispanos, de los que alrededor de un millón se

radicarían de forma permanente en ella. En el período 1946-

1960 se sumarían otros 237.190. Teniendo en cuenta que entre

un 45 % y 55 % del total había nacido en Galicia, se estima en

unos 600.000 el número de gallegos definitivamente radicados

en el país, lo que hizo del mismo el más importante destino

mundial de su diáspora.2 Los estudios dedicados a indagar los

flujos y la presencia galaica en la Argentina por lo general se

centraron en la etapa conocida como de “inmigración masiva”

(1880-1930). Gracias a ello, contamos hoy con una masa

1 Doctor en Historia. Universidad Nacional de General Sarmiento /

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Museo

de la Emigración Gallega en la Argentina.

[email protected] 2 Para una visión de conjunto del fenómeno migratorio español en la

Argentina, y del caso particular de los gallegos en dicho país, vid.

FERRANDO, Salvador Palazón. Capital humano español y

desarrollo latinoamericano. Evolución, causas y características

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146

crítica de estudios de caso (y algunas obras de síntesis) que,

además de la cuantificación del número de personas

transplantadas de uno a otro país desde mediados del siglo

XIX, han permitido comprender las políticas públicas de

ambos estados en relación a la cuestión migratoria, los factores

macroestructurales y microsociales que la hicieron posible, la

inserción espacial y laboral de los inmigrantes gallegos en su

principal destino rioplatense (Buenos Aires y su periferia), su

obra socioeducativa en la urbe porteña, la dinámica política y

cultural del asociacionismo emigrante, la aparición y el

desarrollo en su seno de identidades alternativas u opuestas a

la española, las imágenes, estereotipos, prejuicios y formas

latentes o concretas de xenofobia en la Argentina, etc.3 Sin

3 Sin pretender agotar la bibliografía sobre el tema, además de los textos ya mencionados conviene citar otros de obligada referencia: RODRÍGUEZ,

Alberto Vilanova. Los gallegos en la Argentina. Buenos Aires: Ediciones Galicia, 1966, 2 vols.; PÉREZ-PRADO, Antonio. Los gallegos y Buenos

Aires. Buenos Aires: La Bastilla, 1973; PALMÁS, Ricardo. A emigración

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intervención escolar. La impronta socio-educativa de la emigración transoceánica en Galicia. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 1991,

2 vols.; ROEL, Antonio Eiras (Editor). Aportaciones al estudio de la

emigración gallega. Un enfoque comarcal. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 1992; SEIXAS, Xosé Manoel Núñez. O galeguismo en

América, 1879-1936. Sada-A Coruña: Ed. do Castro, 1992; Id. Emigrantes,

caciques e indianos. O influxo sociopolítico da emigración transoceánica en Galicia (1900-1930). Vigo: Xerais, 1998; Id. “A parroquia de alén mar: Algunhas notas sobre o asociacionismo local galego en Bos Aires (1904-1936)”. In: P. Cagiao VILA (ed.). Semata. Ciencias Sociais e

Humanidades. Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, 11, 2000, pp. 345-79; Id. (ed.), La Galicia Austral. La

inmigración gallega en la Argentina, Buenos Aires: Biblos, 2001; Id. O

inmigrante imaxinario. Estereotipos, identidades e representacións dos galegos na Arxentina (1880-1940). Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, 2002; Id. “Modelos de liderazgo en comunidades emigradas. Algunas reflexiones a partir de los españoles en América (1870-1940). IN: A. BERNASCONI y C. FRID. De Europa a las

147

embargo, la mayoría de los trabajos se detienen en la línea

1930/1936, por lo que poco informan sobre las características

generales de la “última oleada” inmigratoria gallega, entre

1946 y 1960, período en el que el país austral fue nuevamente

Américas. Dirigentes y liderazgos (1880-1960). Buenos Aires: Biblos, 2006, pp. 17-41; SEIXAS, Xosé Manoel Núñez y VÁZQUEZ, Raúl Soutelo.

As cartas do destino. Unha familia galega entre dous mundos, 1919-1971. Vigo: Galaxia, 2005; SEIXAS, Xosé Manoel Núñez y FARÍAS, Ruy. “Transterrados y emigrados: Una interpretación sociopolítica del exilio gallego de 1936”. Revista Arbor. Ciencia, pensamiento y cultura, 735,

2009, pp. 113-27; Id. “Las autobiografías de los inmigrantes gallegos en la Argentina (1860-2000): Testimonio, ficción y experiencia”. Migraciones &

Exilios: Cuadernos de la AEMIC, 11, 2010, pp. 57-80; GALDO, María Xosé Rodríguez. Galicia, país de emigración. Colombres: Archivo de Indianos, 1993; VILA, Pilar Cagiao. Muller e emigración. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 1997; Id. “A vida cotiá dos emigrantes galegos en América”. In: P. Cagiago VILA (comp.). Galegos en América e

americanos en Galicia. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 1999, pp. 115-35; CASTRO, Víctor Manuel Castiñeira y GARCÍA, Alfredo

Martín. Dun Finisterre a outro: A emigración galega á Patagonia. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 1999; GONZÁLEZ, Alejandro Vázquez. La emigración gallega a América, 1850-1930. Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, 2000 (CD-Rom); DE CRISTÓFORIS, Nadia A. “El último ciclo de la emigración gallega en la Argentina: una aproximación a sus rasgos principales”. In: N. DE CRISTÓFORIS y A. FERNÁNDEZ (editores). Las migraciones españolas

a la Argentina. Variaciones regionales (siglos XIX y XX). Buenos Aires:

Biblos, 2008, pp. 77-105; Id. Proa al Plata: Las migraciones de gallegos y

asturianos a Buenos Aires (fines del siglo XVIII y comienzos del XIX). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2009; Id. Bajo la

Cruz del Sur: gallegos y asturianos en el Buenos Aires (1820-1870). A Coruña: Fundación Pedro Barrié de la Maza, 2010; DÍAZ, Hernán M.

Historia de la Federación de Sociedades Gallegas. Identidades políticas y prácticas militantes, Buenos Aires: Fundación Sotelo Blanco/Biblos, 2007; LOJO, María Rosa, DE SÁNCHEZ, Marina Guidotti y FARÍAS, Ruy.

Los “gallegos” en el imaginario argentino. Literatura, sainete, prensa. A Coruña / Vigo: Fundación Pedro Barrié de la Maza, 2008; IGLESIAS, Ruy Gonzalo Farías. La inmigración gallega en el Sur del Gran Buenos Aires, 1869-1960. Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, 2010 (CD-Rom); DA ORDEN, María Liliana. Una familia y

un océano de por medio. La emigración gallega a la Argentina: una historia a través de la memoria epistolar. Rubí (Barcelona): Antrhopos, 2010.

148

para Galicia su principal destino migratorio latinoamericano.4

Además, Buenos Aires continúa siendo el lugar de

observación privilegiado, un hecho que, sumado a cierta

tendencia a generalizar las características de la colonia galaica

de la capital al conjunto de la Argentina, en ocasiones generó

apreciaciones no del todo exactas sobre los rasgos más

salientes de los migrantes asentados en otros puntos del país.

En parte, el vacío historiográfico puede achacarse a la

falta de fuentes idóneas. Además de las diferencias existentes

entre las españolas y argentinas acerca del número de

emigrantes peninsulares arribados al país austral, existe el

problema básico referido a la imposibilidad de desagregar a

partir de aquellas al colectivo hispano de acuerdo con la región

o provincia de origen de cada persona, lo que supone un

escollo para el conocimiento de la proporción de cada una de

las regiones españoles dentro del total del flujo peninsular, así

como también de sus ritmos de llegada al país.5 En lo que hace

a la integración espacial y socioprofesional de los migrantes en

la sociedad de destino, la destrucción y/o pérdida de las

“cédulas censales” (libretas originales de los recuentos) de los

censos nacionales de población argentinos posteriores a 1895,

sumada a la escasa utilidad de los resúmenes estadísticos

derivados de ellos, impiden para el período de la posguerra

4 Una primera aproximación colectiva a la inmigración gallega

posterior a 1945 en DE CRISTÓFORIS, Nadia Andrea (comp.).

Baixo o signo do franquismo: emigrantes e exiliados galegos na

Arxentina. Santiago de Compostela: Sotelo Blanco Edicións, 2011. 5 Se trata, en el primero de los casos, de las estadísticas elaboradas

por el Instituto Geográfico y Estadístico Español y el Ministerio de

Trabajo del mismo país, en tanto que por el lado argentino son las

Estadísticas del Movimiento Migratorio de la Dirección Nacional de

Migraciones. Vid. DE CRISTÓFORIS. “El último ciclo...”, pp. 79-

82,

149

cualquier aproximación estadísticamente confiable a las

cuestiones más trascendentes para un estudio migratorio.

No obstante, existe una fuente todavía poco explotada

que encierra un enrome potencial para el estudio del último

ciclo de la inmigración gallega (y española) en la Argentina: el

Registro de Matrícula del Consulado General de España en

Buenos Aires [en adelante, RGM].6 Iniciado en 1939, y

compuesto por libros y fichas individuales es, por el territorio

que abarca, el volumen de gente que incluye, y la cantidad y

calidad de la información consignada, una herramienta

excepcional para el estudio de algunas de las características

esenciales de las diferentes corrientes migratorias hispanas

posteriores a 1946, y de sus indicadores básicos de integración

en el país.7

6 La riqueza de este tipo de fuentes ya fuera demostrada por Erica

Sarmiento Da Silva, quien explotó con sumo provecho el archivo del

Consulado español en Río de Janeiro para estudiar el caso de la

corriente migratoria española que se dirigió a la ciudad carioca en el

primer tercio del siglo XX. En el caso argentino, la primera en hacer

uso de la misma fue Marcela Susana Lippi, quien se sirvió del

archivo consular español de Buenos Aires para abordar la

inmigración zamorana en la Argentina. Vid. DA SILVA, Erica

Sarmiento. O outro río. A emigración galega a Río de Xaneiro.

Santa Comba: TresCtres, 2006; LIPPI, Marcela Susana. “La

inmigración zamorana en la Argentina en la primera mitad del siglo XX. Factores macroestructurales y mecanismos microsociales”.

Tesis de Maestría inédita: Universidad Nacional de Luján, 2008. 7 El actual Registro se inició en septiembre de 1939, por haber

desaparecido el anterior con la finalización de la Guerra Civil

española. La demarcación consular de Buenos Aires se extiende

sobre el área donde se produjo el mayor asentamiento hispánico en la

Argentina, pues no sólo comprende el territorio de la ciudad de

Buenos Aires y los municipios que la rodean, sino también todos los

del interior de la Provincia de Buenos Aires situados al norte de la

línea Carlos Pellegrini - Trenque Lauquen – Pehuajó - Hipólito

Yrigoyen – Bolívar – Olavarría - General Lamadrid – Laprida -

150

A partir de la utilización de esta fuente, analizaremos

un caso de inmigración gallega en la Argentina

cualitativamente distinto del clásico de Buenos Aires: el que se

desarrolló en los actuales partidos (municipios) de Avellaneda

y Lanús entre 1939 y 1960. Determinaremos primero la

importancia relativa del grupo étnico-regional galaico dentro

de la colonia española de la zona, abordando luego su

composición sexual e inserción socioprofesional.

Los gallegos en Avellaneda y Lanús

Los partidos de Avellaneda y Lanús se encuentran

ubicados inmediatamente al sudeste de la ciudad de Buenos

Aires. Integran lo que se conoce como Conurbano bonaerense,

Benito Juárez - Necochea. Según hemos podido comprobar, tan sólo

para el período 1939 y 1960 el RGM contiene información sobre

unas 312.320 / 358.400 personas, incluidos españoles, argentinos y

otras nacionalidades. La información consignada en los libros se

compone de: apellidos y nombres de los inscriptos, provincia y

municipio de origen, fecha de nacimiento, última residencia en

España, fecha de llegada a la Argentina, fecha en que se produjo el

“alta consular”, y lugar de residencia al momento de formalizarse

esta. Todo ello permite abordar temas tales como los lugares de

procedencia de los migrantes españoles (desagregándolos por región,

provincia y municipio), los volúmenes, periodicidad y composición sexual de sus flujos, sus patrones de asentamiento en el país

(discriminando a estos por municipio, localidad e incluso barrio) y,

finalmente, sus variados tipos de inserción socioprofesional. Por su

parte, las fichas individuales asociadas a los libros son

particularmente relevantes a la hora de determinar el patrón de

asentamiento del grupo, pues contienen la dirección exacta donde

reside cada nuevo inscripto, mientras que muchas veces los libros del

RGM sólo consignan el municipio en el caso de aquellos que viven

fuera de la ciudad de Buenos Aires. Y también, aunque con menor

asiduidad, es posible seguir a través de ellas la posterior movilidad

espacial de la persona.

151

un grupo de municipios que rodean a la capital argentina por el

norte, el oeste y el sur, conformando un megaespacio urbano

sin solución de continuidad. Entre 1856 y 1944, Avellaneda y

Lanús fueron un único distrito llamado primero Barracas al

Sud y, a partir de 1904, Avellaneda. A partir de las últimas dos

décadas del siglo XIX, hicieron su aparición en esta zona hasta

entonces básicamente rural y despoblada cuatro grandes

frigoríficos (factorías dedicadas a la matanza y procesamiento

del ganado vacuno), así como una enorme cantidad de

lavaderos de lana y de tripas, molinos harineros, fabricas de

embutidos y de antisárnicos, fabricas de fósforos, de cola y

jabón, de aceites y gas, de papel de lija, de electricidad, de

ladrillos, destilerías de alcohol, fábricas de textiles, talleres

metalúrgicos, curtiembres, astilleros, etc. De tal modo, en el

pasaje de un siglo al otro quedó establecida en el municipio

una formidable concentración industrial que fue, cuando

menos hasta la década de 1960, la marca distintiva de la zona.

Esta gran expansión del entramado industrial conllevó,

a su vez, un fuerte requerimiento de mano de obra, lo que

redundó en una transformación de la estructura

sociodemográfica del área bajo el impacto de la oleada

inmigratoria, por entonces predominantemente europea. De

acuerdo con los resúmenes estadísticos argentinos, entre 1895

y 1960 el número de habitantes en el territorio del primitivo

Partido se multiplicó casi por 38, pasando de 18.574 a 701.929

(en el último año 326.531 correspondían a Avellaneda y

375.428 en Lanús).8 En 1895 un 45 % de la población era

8 Sobre el desarrollo demográfico, urbano e industrial de Avellaneda

y Lanús entre los siglos XIX y XX, vid. LARRAIN, Federico

Fernández. Historia del Partido de Avellaneda. Reseña y análisis,

1580-1980, Avellaneda: La Ciudad, 1986; DE PAULA, Alberto S.

J., GUTIERREZ, Ramón y VIÑUALES, Graciela María. Del Pago

152

extranjera, siendo el número de españoles de 2.598, lo que

hacía de ellos el segundo grupo foráneo más numeroso, y el 14

% del total de los habitantes del municipio. Por su parte, en

1914 (último año para el que contamos con datos

desagregados respecto de la nacionalidad de los extranjeros),

los nacidos fuera de la Argentina representaban el 46,1 % de

todos los habitantes, ascendiendo por entonces los oriundos de

España a 31.564 individuos, lo que equivalía al 21,8 % del

total poblacional, y los convertía en el conjunto más numeroso

entre los extranjeros.9

A fin de analizar la presencia gallega en la zona,

hemos extraído una muestra del 10 % de RGM labrado entre

1939 y 1960. En ella, entre un total de 31.232/35.840

individuos registrados (comprendiendo españoles, argentinos y

otras nacionalidades), hallamos 2.081 españoles residentes en

los actuales municipios de Avellaneda y Lanús.10

Si, como

del Riachuelo al Partido de Lanús, 1536-1944, La Plata: Archivo

Histórico de la Provincia de Buenos Aires, 1974. Para una

contextualización con el desarrollo industrial argentino,

SCHVARZER, Jorge. La industria que supimos conseguir. Una

historia político-social de la industria argentina [2000], Buenos

Aires: Ediciones Cooperativas, 2005. 9 Vid. REPÚBLICA ARGENTINA, Segundo Censo de la

República Argentina, mayo 10 de 1895, Buenos Aires, Taller

Tipográfico de la Penitenciaría Nacional, 1898, tomo II, pp. 51, 85;

REPÚBLICA ARGENTINA, Tercer Censo Nacional, levantado el

1º de Junio de 1914, Buenos Aires, Talleres Gráficos de L. J. Rosso

y Cía, 1915, tomo II, pp. 5, 153. 10 Este número representa apenas entre el 5,81 y el 6,67 % del total

presente en la fracción del RGM consultado, y el 0,5-0,6 % del total

de la información consignada por la fuente entre 1939 y 1960).

Teniendo en cuenta que el RGM no sólo abarca la Capital Federal,

sino también los municipios que la rodean y a la mayoría de los del

interior de la Provincia de Buenos Aires, aún en ausencia números

153

demostramos en otra parte a partir del uso de las Actas de

Matrimonio de los registros civiles y del Registro de Socios de

la Asociación Española de Socorros Mutuos de Barracas al

Sud / Avellaneda, en el balance del período 1890-1930 la

colonia hispana en la zona se hallaba compuesta de forma

mayoritaria (68-70 %) por inmigrantes gallegos,11

en el lapso

temporal 1939-1960 esa proporción no sólo no disminuyó,

sino que incluso creció hasta representar el 73,8 % del total

(Cuadro 1).12

Se trata de un porcentaje verdaderamente

impactante, teniendo en cuenta que históricamente los nacidos

en Galicia suponen entre el 45 y el 55 % de los inmigrantes

españoles en la Argentina.

Si en lugar de las regiones observamos las provincias

en las que estos españoles nacieron vemos que, como era de

esperarse, una enorme mayoría procede de las cuatro gallegas

(A Coruña, Pontevedra, Lugo y Ourense, con el 31, 15,9, 14,3

y 12,7 %, respectivametne), seguidas a distancia por los de

Oviedo (5,6 %), León (2,8 %), Barcelona (2,2 %), Madrid (1,4

%) y Salamanca (1 %). Por su parte, al descender al nivel

municipal, destacan casos como los de Fisterra (A Coruña), A

Fonsagrada (Lugo) y Lalín (Pontevedra), municipios de donde

habría partido nada menos que el 7,5 % de todos los españoles

asentados en la zona.

absolutos es posible formarse una idea de la enorme importancia de

la instalación española en ambos municipios. 11 Vid. FARÍAS, Ruy. “Peóns, obreiros e xornaleiras: Patróns de

asentamento e inserción socioprofesional dos galegos en Avellaneda

e Lanús, 1890-1930”. In: Id. (coord.). Bos Aires galega, pp. 82-5. 12 Les siguen en importancia numérica los asturianos (5,5 %),

leoneses (4,4 %), oriundos de Castilla la Vieja (3,1 %), andaluces

(2,8 %), catalanes (2,7) y vascos (2,3 %). El resto presenta

porcentajes de 1-2 % (Castilla la Nueva, Levante), o se sitúan por

debajo del 1 % (Aragón, Baleares, Canarias, Extremadura).

154

Cuadro 1: Composición regional y sexual de los españoles residentes en

Avellaneda y Lanús (1939-1960)

Región

Total casos Hombres Mujeres Sin datos Índice

masc.

% Nº % Nº % Nº % Nº %

Andalucía 59 2.8 33 55.9 26 44.1 0 0.0 127

Aragón 11 0.5 4 36.4 7 63.6 0 0.0 57

Asturias 114 5.5 62 54.4 52 45.6 0 0.0 119

Baleares 9 0.4 6 66.7 3 33.3 0 0.0 200

Canarias 9 0.4 6 66.7 3 33.3 0 0.0 200

Castilla la

Nueva 40 1.9 20 50.0 20 50.0 0 0.0 100

Castilla la

Vieja 65 3.1 34 52.3 31 47.7 0 0.0 110

Cataluña 56 2.7 37 66.1 19 33.9 0 0.0 195

Extremadura 9 0.4 6 66.7 3 33.3 0 0.0 200

Galicia 1535 73.8 862 56.2 672 43.8 1 0.1 128

León 92 4.4 54 58.7 38 41.3 0 0.0 142

Levante 30 1.4 13 43.3 17 56.7 0 0.0 76

País Vasco 48 2.3 25 52.1 23 47.9 0 0.0 109

Dudosos 4 0.2 1 25.0 3 75.0 0 0.0 33

Total 2081 100 1163 55.9 917 44.1 1 0.0 127

En el conjunto del lapso temporal examinado, el

componente femenino representa el 43 % del stock galaico,

una proporción muy alta, que no se encuentra en todos los

destinos migratorios gallegos en América (por regla general, la

Argentina solía atraer más mujeres que Cuba o Brasil, por citar

otros dos destinos importantes), y que no presenta grandes

alteraciones en los diferentes períodos de llegada al país de los

miembros de la muestra (1887-1930, 1931-1945, 1946-1960).

Ello, a su vez, se refleja en el bajo “índice de masculinidad”

del grupo (la ecuación resultante de la cantidad de hombres

155

presentes por cada 100 mujeres), que apenas llega al 132 x 100

(Cuadro 2).13

No obstante, si nos centramos en el último

período (1946-1960) y lo dividimos en dos partes separadas

por la crisis económica argentina de 1951 (Cuadro 3), vemos

que es en el primero de ellos (cuando el flujo migratorio es

más importante) donde la proporción femenina en el total del

flujo resulta más baja (36,4 %), mientras se mantiene alto el

índice de masculinidad (175 x 100). Por el contrario, el

porcentaje de mujeres tiende a aumentar entre 1952 y 1960,

cuando llega incluso a ser levemente mayoritario (52,9 %),

mientras el índice de masculinidad se desploma hasta el 89 x

100.

Cuadro 2: Evolución del porcentaje de los géneros y del índice de

masculinidad de los gallegos (1887-1960)

Período

llegada al

país

Hombres

Mujeres

Total

%

hombres

%

mujeres

Índice

masc

%.

1887-1930 370 285 655 56.5 43.5 130

1931-1945 72 54 126 57.1 42.9 133

1946-1960 372 276 648 57.4 42.6 135

Total 814 615 1429 57.0 43.0 132

Cuadro 3: Evolución del porcentaje de los géneros y del índice de

masculinidad (período 1946 y 1960)

Subperíodo Hombres Mujeres Total

%

hombres

%

mujeres

Índ.

Masc.

%

1946-1951 257 147 404 63.6 36.4 175

1952-1960 115 129 244 47.1 52.9 89

Total 372 276 648 57.4 42.6 135

13 Elaborado a partir de los 1.429 casos (93,1 %) en los que

contamos con el dato de la fecha de llegada al país.

156

La razón de ello es que en momentos de auge de la

emigración gallega a la Argentina, mientras la economía del

país se mantuvo boyante, la misma se compone por lo general

de hombres solos que parten en busca de trabajo, y que

únicamente más adelante llamaran a sus mujeres e hijos (si los

tienen). Por ello la tasa de masculinidad es más alta. Pero

cuando las condiciones macroeconómicas, políticas, etc. se

vuelven negativas para la emigración, la tasa de masculinidad

tiende a descender porque es entonces cuando, siguiendo una

dinámica de reagrupamientos familiares, parten hacia ultramar

las mujeres y/o familias de aquellos hombres que permanecen

en la emigración.14

Prueba de ello es cómo varía entre un

subperíodo y otro el rango de edad de las personas que arriban

al país entre 1946 y 1960 (Cuadro 4a y 4b). Al pasar del

primero al segundo, aumenta la proporción de personas

situadas en los grupos de edad comprendidos entre los 0 y 17

años, y en los de 48 en adelante.15

Indudablemente, ello es un

reflejo de la presencia en el flujo de una mayor cantidad de

niños, mujeres adultas (muchas veces las madres de estos

niños) y ancianos, que viajan a reunirse con sus novios,

esposos o hijos.16

14 Sobre las características de la emigración femenina desde Galicia a

la Argentina, vid. Cagiao VILA. Muller e emigración..., pp. 127-59. 15 Particularmente significativo resulta el 17,3 % de personas con 48

o más años presente en el segundo subperíodo, cuando en el lapso de

1946-1951 esa proporción había sido de apenas el 5 %. 16 Conviene señalar que ésto no constituye una característica

excepcional del caso gallego. Por el contrario, se trata de un

fenómeno que afectó al conjunto de la inmigración europea en la

Argentina. Para Fernando Devoto aquella experimentó en la década

de 1950 un cambio en su estructura de edad, que hizo que aumentase

primero el número de los menores y luego el de mayores de 41 años.

157

Cuadro 4b: Rango de edad (38-más de 60) de los gallegos en el

momento de llegar a la Argentina, 1946-1960 (por subperíodos)

Subperíodo

Rango de edad

Total 38 a 47 48 a 57 58 a 67 68 o

más

Nº % Nº % Nº % Nº %

1946-1951 45 11.2 14 3.5 2 0.5 4 1.0 402

1952-1960 19 7.8 18 7.4 14 5.8 10 4.1 243

Total 64 9.9 32 5.0 16 2.5 14 2.2 645

Ello vendría a demostrar que “la nueva inmigración [europea] había

descendido mucho más abruptamente de lo que indican los datos

brutos y que ahora se trataba de procesos de reunificación familiar,

en los que predominaba, en un primer momento, la llegada de las

mujeres y los niños y luego de mayores de la generación

precedente.” DEVOTO, Fernando. Historia de la inmigración en la

Argentina. Buenos Aires: Sudamericana, 2003, p. 411;

Cuadro 4a: Rango de edad (0-37) de los gallegos en el

momento de llegar a la Argentina, 1946-1960 (por

subperíodos)

Rango de edad

0 a 13 14 a 17 18 a 27 28 a 37

Subperíodo Nº % Nº % Nº % Nº %

1946-1951 32 8.0 21 5.2 146 36.3 138 34.3

1952-1960 37 15.2 17 7.0 77 31.7 51 21.0

Total 69 10.7 38 5.9 223 34.6 189 29.3

158

Respecto de la inserción socioprofesional de los

inmigrantes gallegos en la zona, por desgracia el RGM no

parece escapar a la sempiterna falencia de las fuentes

argentinas del período: una grosera omisión del rol de la mujer

en tanto trabajadora. Esto se manifiesta en el enorme número

de las que aparecen adscriptas a ocupaciones definidas como

“Sus labores” (vid. Cuadro 5), lo que deriva en su

encuadramiento generalizado dentro de la categoría

ocupacional de los “Trabajadores domésticos”. Siendo difícil

de aceptar que en un ámbito marcadamente proletario como el

de los municipios de Avellaneda y Lanús existiera una

población femenina que en sus ¾ partes atiende únicamente

tareas del hogar, resulta evidente que cualquier análisis sobre

el trabajo femenino extradoméstico basado de modo exclusivo

en esta fuente resultará inevitablemente menos sólido que el

que pudiera hacerse sobre los hombres. En razón de ello,

preferimos abordar aquí únicamente el trabajo masculino.

159

Cuadro 5: Inserción socioprofesional de los gallegos en Avellaneda y Lanús,

discriminados por sexo (1939-1960)

Categoría ocupacional

Hombres Mujeres dudosos Total

Nº % Nº % Nº % Nº %

Trabajadores urbanos no

cualificados 202 23.6 2 0.3 0 0.0 204 13.3

Trabajadores domésticos 9 1.1 523 77.0 0 0.0 532 34.7

Trabajadores urbanos

cualificados 190 22.2 20 2.9 0 0.0 210 13.7

Trabajadores artesanos 35 4.1 0 0.0 0 0.0 35 2.3

Empleados 100 11.7 7 1.0 0 0.0 107 7.0

Comerciantes e

industriales 45 5.3 3 0.4 0 0.0 48 3.1

Funcionarios y

profesionales 5 0.6 7 1.0 0 0.0 12 0.8

Rentistas, empresarios y

emp. pecuarios 56 6.5 3 0.4 0 0.0 59 3.8

Trabajadores rurales no

especializados 9 1.1 0 0.0 0 0.0 9 0.6

Trabajadores rurales

especializados 2 0.2 0 0.0 0 0.0 2 0.1

Pequeños empresarios

agrícolas 1 0.1 0 0.0 0 0.0 1 0.1

Marinos 39 4.6 0 0.0 0 0.0 39 2.5

Estudiantes 27 3.2 31 4.6 0 0.0 58 3.8

Dudosos 98 11.5 27 4.0 1

100.

0 126 8.2

Ninguna 0 0.0 7 1.0 0 0.0 10 0.7

Sin datos 37 4.3 49 7.2 0 0.0 76 5.0

Total 855 100 679 100 1 100 1535 100

160

Al observar el Cuadro 5 (donde agrupamos en un

puñado de categorías ocupacionales los múltiples oficios o

trabajos consignados por el RGM),17

lo primero que destaca es

la elevada proporción de varones gallegos cuyas ocupaciones

se inscriben en las categorías de los “Trabajadores urbanos”

sin y con cualificación (23,6 y 22,2 %, respectivamente), así

como también entre los “Trabajadores artesanos” (4,1 %). Es

lícito agregar a estos obreros manuales (que de por sí suponen

17

“Trabajadores urbanos no cualificados” = vendedor ambulante,

camarero, estibador, jornalero/a, lavacopas, mozo, obrero bracero,

ordenanza, peón, repartidor y sereno; “Trabajadores domésticos”:

cocinero/a, costurera, doméstica, lavandera, mucama, planchador/a,

servicio doméstico, sus labores, zurcidora; “Trabajadores urbanos

cualificados”: ajustador, albañil, ayudante de maquinista, camisero/a,

carpintero, carrocero, chapista, chofer, cochero, conductor, cortador,

curtidor, electricista, engrasador, ferroviario, gráfico, guarda, hojalatero, jardinero, limpiador, maquinista, mecánico y aprendiz de

mecánico, metalúrgico, modista, motorman, panadero y obrero/a

panadero/a, pastelero, peluquero/a, pintor, pulidor, radiotécnico,

rebajador, señalero, soldador, tabaquero, tapicero, tejedor/a,

tranviario y tranviario jubilado. “Trabajadores artesanos” =

dibujante, ebanista, fresador, fundidor, grabador, herrero, impresor,

joyero, licorista, marmolero, marroquinero, mueblero, relojero,

sastre, tornero y zapatero; “Empleados” = corredor, corredor de

comercio, dependiente, dependiente de almacén, comercio o

ferrocarril, empleado y viajante; “Comerciantes e industriales” =

carnicero, comerciante, comisionista e industrial; “Funcionarios y profesionales” = abogado, artista, constructor, director, enfermero/a,

farmacéutico, ingeniero, maestro, martillero público, modelista,

músico, óptico, periodista, profesor/a, radiólogo y religioso/a;

“Rentistas, empresarios y empresarios pecuarios” = contratista,

ganadero, jubilado/a, jubilado del ferrocarril, pensionista, propietario

y rentista; “Trabajadores rurales no especializados” = agricultor y

labrador; “Trabajadores rurales especializados” = lechero y

yerbatero; “Pequeños empresarios agrícolas” = quintero; “Marinos”

= marinero, marineros de pesca, pescador y tripulante; “Estudiantes”

= estudiante; “dudosos” = fletero, textil, obrero/a, operario/a,

fogonero y foguista.

161

casi la mitad de la muestra) una enorme mayoría de los casos

“dudosos” (11,5 %), ya que si bien se trata de “obreros” u

“operarios” de los que no podemos precisar su nivel de

cualificación, indudablemente se ubican también entre los

trabajadores urbanos. Los “empleados” (11,7 %) representan

el tercer grupo en importancia, mientras que los comerciantes

(por lo general de giro pequeño) y los industriales apenas

alcanzan al 5,3 %. Si bien estos últimos se ven superados por

el 6,5 % de los “rentistas, empresarios y empresarios

pecuarios”, se trata en realidad de una nueva distorsión de la

fuente, pues en la mayoría (51 casos sobre 56) son jubilados

sobre los que no tenemos mayores datos, pero de los que

puede presumirse que se trata de personas con ingresos

modestos. Vale la pena destacar la interesante proporción de

“Marinos” (4,6 %), aunque su presencia es en realidad menos

sorprendente de lo que inicialmente pudiera suponerse pues,

como veremos, un elevado número de marineros del municipio

de Fisterra (el municipio español con mayor presencia en

Avellaneda) continuó desarrollando en la emigración tareas

navales, ocupados como tripulantes a bordo de las naves de la

marina mercante argentina. El resto de las categorías

(“Trabajadores domésticos”, “Funcionarios y profesionales”,

“Trabajadores rurales no especializados”, “Trabajadores

rurales especializados” y “Pequeños empresarios agrícolas”)

presentan porcentajes muy minoritarios, como cabía esperar en

una población mayoritariamente urbana, industrial y

proletaria. Tampoco resulta extraño que de algunas

ocupaciones con alta incidencia entre los españoles de Buenos

Aires, como las de los encargados de edificios o almaceneros

(que el imaginario colectivo asoció férreamente con la

condición de gallego), no existan en absoluto en nuestra

162

muestra.18

Y apenas el 1,1% de los varones españoles declara

ocupaciones correspondientes a la categoría de “Trabajadores

domésticos”.

¿Qué sucede al comparar estas cifras con las

correspondientes al resto de los varones españoles en la zona?

Como podemos ver en el Cuadro 6, parecen existir en algunos

oficios ciertas sobrerrepresentaciones de unos u otros grupos

regionales o provinciales por sobre otros.19

Los gallegos presentan un porcentaje más alto que sus

vecinos españoles entre los “trabajadores urbanos no

cualificados” (23,6 %, contra el 17,4 %), los “trabajadores

domésticos” (2,1 / 1 %), los “comerciantes e industriales” (5,2

/ 4,3 %) y entre los “marineros” (4,4 / 0,7 %). En cambio, se

hallan infrarrepresentados (a veces incluso en términos

absolutos, como es el caso de los “funcionarios y

profesionales”) entre los “trabajadores urbanos cualificados”

(22,2 / 29,3 %), los “trabajadores artesanos” (4,1 / 4,3 %), los

“empleados” (11,6 / 15,7 %), los “funcionarios y

profesionales” (0,6 / 2,7 %), y los “rentistas, empresarios y

empresarios pecuarios” (6,5 / 6,7 %).20

De modo que, en

conjunto, los españoles nacidos en otros puntos del territorio

del Estado presentan un perfil socioprofesional

tendencialmente más elevado que el de los gallegos.

¿Cuál podría ser la causa de ello? ¿acaso un mayor

tiempo de residencia en el país al momento de inscribirse en el

18 Sobre la imagen que la sociedad argentina forjó a propósito de la

integración socioprofesional de los inmigrantes gallegos en el país,

vid. Núñez SEIXAS. O inmigrante...; LOJO et al. Los “gallegos”... 19 Así, por ejemplo, el 82 % de españoles que se desempeñaban

como carpinteros eran gallegos, lo mismo que el 97,7 de los

fogoneros, foguistas y marineros. 20 Su proporción también es menor entre los “estudiantes” (3,1 / 4,3

%), lo que también constituye un dato relevante.

163

Consulado? No parece ser este el caso. Si bien es cierto que

entre los varones gallegos el promedio de años transcurridos

entre el momento de arribar al país y el de inscribirse en el

RGM es inferior al del resto de sus compatriotas españoles

(15,9 contra 16,3 años), la diferencia es demasiado pequeña

para ser un factor de peso.21

¿La inserción socioprofesional

estará determinada entonces por las diferentes características

de la economía y/o especialización productiva de la zona del

Partido (o de los partidos, después de 1944), en la que cada

individuo o grupo se asentaron? Dada la época a la estamos

refiriéndonos, tampoco en principio no tendría por que ser así.

En la medida en la que mejora el sistema de transporte y su red

se vuelve más tupida, cada vez es mayor la posibilidad de

separar físicamente el trabajo del hogar y, en consecuencia, la

correlación lugar de residencia / inserción socioprofesional

debería tender a decrecer.

21 Promedio obtenido de a partir de 803 gallegos y 289 españoles del

resto de los grupos étnico-regionales, para los que fue posible

determinar tanto el año en el que llegaron al país como aquel en el

que se inscribieron en el Consulado General de España en Buenos

Aires. Posiblemente, el elevado promedio general de tiempo

transcurrido sea el producto de otra distorsión, pues al haber

desaparecido en 1939 el RGM y tener que iniciarse uno nuevo,

durante los años anteriores a la reapertura de la emigración masiva

desde España a la Argentina los libros del registro consignaron sobre

todo a los antiguos residentes que debían reinscribirse en él. No

obstante, ello no altera en absoluto lo dicho más arriba.

164

Cuadro 6: Inserción socioprofesional de los varones españoles en Avellaneda y

Lanús, discriminados entre gallegos e no gallegos (1939-1960)

Categoría ocupacional

Gallegos Resto esp. dudosos

Total

español

Nº % Nº % Nº % Nº %

Trabajadores urbanos no

cualificados 201 23.3 52 17.3 1 100.0 254 21.8

Trabajadores domésticos 18 2.1 3 1.0 0 0.0 21 1.8

Trabajadores urbanos

cualificados 191 22.2 88 29.3 0 0.0 279 24.0

Trabajadores artesanos 35 4.1 13 4.3 0 0.0 48 4.1

Empleados 100 11.6 47 15.7 0 0.0 147 12.6

Comerciantes e

industriales 45 5.2 13 4.3 0 0.0 58 5.0

Funcionarios y

profesionales 5 0.6 8 2.7 0 0.0 13 1.1

Rentistas, empresarios y

emp. Pecuarios 56 6.5 20 6.7 0 0.0 76 6.5

Trabajadores rurales no

especializados 8 0.9 5 1.7 0 0.0 13 1.1

Trabajadores rurales

especializados 2 0.2 0 0.0 0 0.0 2 0.2

Pequeños empresarios

agrícolas 1 0.1 0 0.0 0 0.0 1 0.1

Marinos 38 4.4 2 0.7 0 0.0 40 3.4

Estudiantes 27 3.1 13 4.3 0 0.0 40 3.4

Dudosos 98 11.4 28 9.3 0 0.0 126 10.8

Ninguna 0 0.0 0 0.0 0 0.0 0 0.0

Sin datos 37 4.3 8 2.7 0 0.0 45 3.9

Total 862 100.0 300 100.0 1 100.0 1163 100.0

En realidad, creemos que sólo apelando a otro tipo de

fuentes (cualitativas) puede develarse el factor de mayor peso

165

a la hora de determinar la inserción socioprofesional, tanto del

conjunto de los españoles, como de los diferentes grupos

étnico-regionales: la red social que cada individuo integra.

Una y otra vez los epistolarios,22

memorias,23

autobiografías24

y fuentes orales25

han sido determinantes en explicar el rol de

las redes sociales como elemento explicativo de primer orden

para la especialización o sobrerrepresentación de un

determinado grupo en determinados oficios u ocupaciones. A

modo de ejemplo, mencionaremos uno de los tantos casos en

los que se combinan un mismo origen municipal e igual

inserción socioprofesional en la sociedad de destino: el de los

fisterráns empleados como tripulantes en los buques de la

marina mercante argentina. La última oleada migratoria

gallega (y, como ya vimos, en particular el caso de los nacidos

en Fisterra) coincidió en lo temporal con la etapa más

expansiva de dicha flota, que entre 1946 y 1955 duplicó su

tonelaje de registro bruto, y llegó a superar el millón cien mil,

lo que suponía en 1950 el 1,08 % del tonelaje mundial.26

El

22 Vid. Núñez SEIXAS y Soutelo VÁZQUEZ. As cartas...; DA

ORDEN. Una familia... 23 Vid., por ejemplo, PUGA, José. Así fue nuestro destino. S. l.

[Buenos Aires]: s. ed., 1988. 24 Vid. BODELÓN, Julio. Vida azarosa de un emigrante. Lugo: Alvarellos, 1995; VARELA, Luis. De Galicia a Buenos Aires —

Así es el cuento—. Recuerdos desde el Bar La Cancha. Buenos

Aires: Eds. Volpe, 1996. 25 Vid. FARÍAS, Ruy. “Unha análise da experiencia dos emigrantes

galegos á Arxentina a través das fontes orais (1936-1971)”. In. DE

CRISTÓFORIS (comp.), Baixo o signo..., pp. 109-35. 26 Vid. VIVERO, Javier Alejandro. “La flota mercante argentina”.

In:

http://www.monografias.com/trabajos10/flota/flota.shtml (última

consulta: 30-III-2013); “Breve historia de la marina mercante

argentina”. In:

166

ingreso masivo de aquellos marineros se halla ligado,

indudablemente, a esa coyuntura favorable. Sin embargo, para

algunos protagonistas y testigos directos de ese fenómeno, la

clave explicativa del asunto reside en que, por lo general, esa

gente emigraba con un puesto de trabajo casi asegurado,

porque los contramaestres de los buques solían ser sus

parientes o paisanos, e intercedían ante las compañías navieras

para que aquellos fuesen reclutados.27

A modo de cierre

Creemos que lo hasta aquí expuesto ha demostrado algunas de

las potencialidades del RGM para el estudio de la última

oleada migratoria gallega (y española) a la Argentina. La

observación de esta pequeña muestra nos ha permitido poner

de relieve la importancia (numéricamente superlativa) del

grupo étnico-regional gallego, hasta el punto de que, en el área

acotada de los municipios bonaerenses de Avellaneda y Lanús,

resulta mucho más apropiado hablar de inmigración gallega (y

del Norte peninsular), e incluso de algunos municipios

específicos, que de otra genéricamente española. Ello viene a

recordarnos que, en ocasiones, las “medias” nacionales pueden

ser apenas la expresión de un caso regional dominante,

resultando por consiguiente ineludible la realización de

estudios sectoriales capaces de poner de manifiesto las

diferentes dinámicas migratorias regionales, provinciales y

http://www.histarmar.com.ar/BuquesMercantes/HistMarinaMercArg

/10Declinacion.htm 27 Entrevista del autor a Alberto Rivas Lorenzo, Buenos Aires, 17-

VI-2008. Otras referencias sueltas aparecen en la entrevista del autor

a Perfecto Canosa Marcote, Fisterra, 14-III-2006.

167

municipales. Hemos visto también como fluctuó en el tiempo

la composición sexual y rango de edad de quienes los

integraron. Por último, a grandes rasgos (y a despecho de la

imagen clásica del trabajador gallego en la Argentina), la

inserción socioprofesional del grupo parece haberse verificado

de modo predominante entre los trabajadores urbanos con o

sin cualificación. Desde luego, estudios más minuciosos, con

una base cuantitativamente más amplia de la que hoy hicimos

uso, y capaces de combinar con este tipo de fuentes otras

cualitativas, permitirán aproximaciones más profundas y

menos esquemáticas a las características del grupo estudiado.

168

Sobre silêncios e

(in)visibilidades:O

pequeno comércio

português em um

recorte de gênero

169

Sobre silêncios e (in)visibilidades:O pequeno

comércio português em um recorte de gênero1

Lená Medeiros de Menezes2

Analisar a inserção do imigrante no mundo do

trabalho na cidade do Rio de Janeiro implica travar contato

com sonhos - transformados ou não em realidade - em terra

estrangeira, em um processo realimentado, continuamente,

pelo sonho do negócio próprio como possibilidade concreta

de ascensão social. Ainda que nem todos os imigrantes

tenham conseguido transformar sonho em realidade,

havendo até mesmo casos de total indigência em terras

brasileiras (cf. Menezes, 1996), muitos conseguiram

transformar desejo em ato de vontade e realização.

Dentre as possibilidades existentes, o pequeno

comércio foi, sem dúvida alguma, o caminho preferido de

realização, tanto para aqueles que migravam com um

pequeno capital quanto para aqueles que migravam sem

quaisquer posses, mas que optavam por viver no limite da

sobrevivência, com o anseio de se tornarem seus próprios

patrões, através de uma poupança forçada, que regra geral,

1 O artigo é desdobramento de pesquisa registrada no CNPq

(Bolsa de Produtividade) e na UERJ (PROCIÊNCIA),

contando com taxa de bancada da FAPERJ (Programa

“Cientista do Nosso Estado”). 2 Doutora em História Social pela Universidade de São

Paulo (USP), com Pós-doutoramento pela Pontifícia

Universidade Católica de São Paulo (PUC-SP). Professora Titular de História Contemporânea da

Universidade do estado do Rio de Janeiro (UERJ).

[email protected]

170

durava entre quinze e vinte anos, conforme demonstram

trajetórias reconstruídas com base nos dados do Tribunal de

Comércio do Rio de Janeiro (cf. Menezes e Cypriano,

2009).

A expansão do pequeno comércio na cidade do Rio

de Janeiro teve dois impulsos iniciais. O primeiro foi a

abertura dos portos às nações amigas, em 1808: primeiro

ato do príncipe regente D. João ao chegar ao Brasil, no

contexto do Bloqueio Continental decretado por Napoleão

Bonaparte em 1806. O segundo, o fim do tráfico de

escravos, com a entrada em execução das leis Eusébio de

Queirós (1850) e Nabuco de Araújo (1854), o que

disponibilizou capitais, antes utilizados no tráfico, para a

expansão urbana.

Como medidas complementares às referidas leis,

foram propostas medidas para afastar os escravos

(dedicados ao comércio ambulante, aos carretos e ao

trabalho nas oficinas) da cidade para o campo, bem como

do litoral para o interior, em um momento no qual a

expansão do café demandava mão-de-obra para a lavoura e,

em decorrência dessa expansão, o porto do Rio de Janeiro

tornava-se um dos maiores portos do mundo.

O resultado mais imediato dessas transformações3

foi a expansão do comércio, envolvendo comerciantes

estrangeiros das mais diferentes nacionalidades , tornando a

capital brasileira centro principal do comércio de

3 Dentre as mudanças marcantes então ocorridas podem ser

citadas a Lei de Terras, que possibilitou o acesso à terra através do mercado (compra e venda)e o Código

Comercial, ambos datados de 1850, o mesmo não da Lei

Eusébio de Queirós, que aboliu o tráfico negreiro.

171

exportação e importação, conectada com o progresso e as

conquistas da industrialização.

No caso específico dos portugueses, estes se

transformaram de colonos em imigrantes no pós

Independência (1822); processo que os inseriu na

imigração de massa que marcou a segunda metade do

oitocentos. Com o crescimento da diáspora portuguesa,

enormes contingentes de trabalhadores pobres chegaram ao

Brasil, provenientes, a partir de 1870, em sua esmagadora

maioria, do norte de Portugal. No Brasil, fixaram-se,

principalmente, na cidade do Rio de Janeiro, onde, ao

longo dos séculos XIX e XX, constituíram a porção

majoritária da população estrangeira.

172

Com relação às ocupações desenvolvidas pelos

portugueses fixados na cidade, o comércio, sem dúvida,

destacou-se como um espaço preferencial no processo de

construção de uma nova vida, conforme demonstra

estatística paradigmática, referente ao ano de 1866 (tabela

1).

Tabela 1 - Estatística das Casas Comerciais,

Fabris e Industriais (Corte e Distrito Federal – 1866,

excetuada a freguesia de Sant’Anna

Nacionalidade Negociantes Caixeiros

Brasileiros 980 1.117

Portugueses 3.960 6.413

Ingleses 100 66

Franceses 383 190

Outros 236 148

Totais 5.753 7.937

Fonte: BRASIL. Arquivo Nacional. Relatório do

Ministério de Agricultura, Comércio e Obras Públicas de

1866. Disponível em www.crl.edu/brazil

A presença de um comércio, essencialmente

estrangeiro, com destaque para portugueses, na cidade do

Rio de Janeiro foi continuamente observada por viajantes

europeus que visitaram a capital brasileira ao longo do

século XIX. Essa observação recorrente encontra

comprovação numérica quando consultamos jornais,

revistas e almanaques de época, fontes preciosas para o

estudo da vida urbana oitocentista, com destaque para o

Almanak Administrativo, Mercantil e Industrial do Rio de

Janeiro, mais conhecido como Almanaque Laemmert

173

(1844-1890). Através das listagens por ele publicadas,

podemos travar contato com um florescente comércio da

moda em mãos francesas, de um comércio português de

secos e molhados em contínua expansão, bem como com

padarias, confeitarias, hotéis, casas de pasto e restaurantes,

nos quais imigrantes franceses, portugueses e galegos

disputavam a preferência dos clientes.4

Um exercício quantitativo, elaborado com base nas

listagens do Laemmert, demonstra o dinamismo comercial

conhecido pela cidade-capital a partir de 1850,

comprovando o impacto ocorrido com o fim do tráfico de

escravos.5 A tabela 2, organizada a partir da quantificação

de comerciantes dos setores dos secos e molhados,

padarias, hotéis e casas de pasto, que comandavam

negócios entre os anos de 1845 e 1865, constitui excelente

demonstração desse dinamismo. Nesses setores,

portugueses e galegos eram, indiscutivelmente,

majoritários.

4 Observe-se que, no Rio de Janeiro, havia profunda

identidade entre portugueses e galegos, ao ponto dos

primeiros serem chamados, de forma depreciativa, de galegos. Nesse caso, reproduzia-se, de forma inversa, a

discriminação que, em Portugal, era dada aos galegos:

trabalhadores que se empregavam por baixos salários,

competindo, no mercado, com os portugueses. 5 Deve ser destacado, no tocante aos comerciantes

estrangeiros, que o Almanaque Laemmert não menciona a

nacionalidade dos que estão listados. Dessa forma, é necessário que seja feito um trabalho minucioso baseado

nos sobrenomes publicados, o que, certamente, mesmo

assim, impõe cuidados e limites.

174

Tabela 2 - Comerciantes de Secos e molhados,

Padarias, Hotéis e Casas de Pasto (1845-1865)

Tipo de

Comércio

/Ano

Armazéns de

Secos e

Molhados

Padarias Hotéis e

Casas de

pasto

1945 132 40 25

1950 277 50 31

1955 535 85 53

1959 639 122 92

1965 1085 133 176

Percentuais

em 20 anos

Crescimento

de 821,96%

Crescimento

de 332,5%

Crescimento

de 704%

Fonte: Almanak Laemmert para os anos de 1845,

1850, 1855, 1859 e 1865. Tabela organizada pela autora do

artigo.

O crescimento acima demonstrado encontra igual

visibilidade em fontes oficiais, que registram, por exemplo,

a matrícula de 110 comerciantes no ano de 1855 (42,27%

dos quais eram estrangeiros); de 143 em 1857 (sendo

76,22% estrangeiros); de 223 em 1860 (participação

estrangeira na ordem de 48,87%) e de 202 em 1865

(contando-se 45,54% estrangeiros) (RMJ, 1855, 1857, 1860

e 1865). A ligeira desvantagem dos estrangeiros frente aos

nacionais nesses totais desaparece quando o olhar é focado

em determinados ramos de comércio, nos quais os

imigrantes são indiscutível maioria, com destaque para

aqueles que constituem os exemplos contemplados na

tabela. Isso sem ser considerada a questão das

175

naturalizações, que foram sempre expressivas,

principalmente, no caso português.

Ao ultrapassarmos as evidências numéricas no

sentido da promoção de análises qualitativas, que

contemplem a questão do gênero, é possível observar que,

ao contrário do que é destacado pela historiografia, os

registros do referido almanaque permitem constatar que os

negócios oitocentistas não eram exclusivamente

masculinos e que a mulher assumia papel de protagonismo

em determinadas situações, principalmente quando afetada

pela viuvez.

É certo que costureiras-modistas, floristas,

perfumistas, negociantes de ‘quinquilharias’ e outras

mulheres - regra geral francesas - ganharam visibilidade na

história do Rio de Janeiro, bem como nas crônicas sobre a

cidade, canalizando contra si, por conta dos preconceitos

existentes e da simbiose entre moda e prostituição, a

inevitável ‘fama’ de mulheres fáceis (Cf. Macedo, 1988).

Outras mulheres, de outras nacionalidades, porém, fizeram-

se também presentes no espaço comercial da cidade, com

várias delas tendo sobrenomes portugueses e atuando em

nichos de mercado nos quais esta nacionalidade estava

mais presente. Sobre essas mulheres e, especialmente,

sobre comerciantes portuguesas, por razões variadas,

abateram-se o silêncio e o esquecimento da história e da

historiografia. Em última instância, resultado da

invisibilidade sob a qual se protegiam os próprios

comerciantes (independentemente de serem homens ou

mulheres), associada às exclusões impostas pela

modernidade, tal como esta foi absorvida em cidades

periféricas como o Rio de Janeiro.

176

Considerada a questão mais geral da opção da

invisibilidade assumida pelos próprios comerciantes,

observamos que, no caso dos pequenos comerciantes, estes,

ao longo do Império, tenderam a evitar a matrícula nos

Tribunais de Comércio, instituídos pelo Código Comercial

de 1950, ainda que, com sua atitude, tivessem que arcar

com os prejuízos de possíveis falências.

Em recente dissertação de mestrado, defendida na

Universidade do Rio de Janeiro (2010), Paula Cypriano

comprovou que os comerciantes registrados estavam

constituídos, principalmente, por atacadistas, vinculados ao

grande comercio de importação e exportação, sendo poucos

os varejistas que aceitavam arcar com as obrigações que o

registro acarretava.

Para além desse dado oficial, devem ser

consideradas determinadas representações que

acompanharam o processo de modernização, relegando os

portugueses às imagens do atraso e do imobilismo (vd.

Menezes in Benzoini, 2008), que se contrapunham à

imagem do progresso e da civilização dirigida a outras

nacionalidades, com destaque para os franceses e os

ingleses, comerciantes de produtos considerados ‘limpos’,

‘glamurosos’ e ‘sofisticados’, com destaque para artigos

vinculados ao “bem vestir”, muito distanciados, nos

escritos sobre a cidade, dos estabelecimentos ‘

ultrapassados’, ‘sujos’, engordurados’ e ‘antihigiênicos’ de

propriedade portuguesa.

Observe-se que, por volta de 1850, já se havia

consagrado a divisão da Europa entre uma Europa ativa -

portanto, dinâmica e industrial - e uma Europa passiva –

‘atrasada’ e agrícola. Quando as elites brasileiras

discursavam em prol da imigração, tinham seus olhos

177

voltados para a primeira das Europas mencionada, que não

incluía a Europa mediterrânica.

As representações do atraso e do imobilismo

lançadas aos portugueses – e também aos galegos com eles

identificados - advinham, por outro lado, da identificação

dos portugueses com um passado colonial a ser esquecido,

em um momento no qual a colonização inglesa era

contraposta à portuguesa, como forma de demonstrar que

aquela, mais avançada, propiciava os sucessos conhecidos

pelos Estados Unidos (Cf. Kidder e Fletcher, 1941).

Nesses enquadramentos mentais, o comércio

português, identificado com produtos tradicionais da mesa

portuguesa, tendeu a ser silenciado, em prol da defesa do

comércio desenvolvido por imigrantes voltados para o

oferecimento de bens identificados com os avanços da

civilização, oriundos de portos como Liverpool, Bordeaux

ou Marselle. Vejamos a forma como Walsh, viajante

europeu no Brasil do século XIX, referiu-se ao comércio

francês na cidade:

Suas lojas ocupam algumas ruas da cidade, onde

se destacam por serem as mais elegantes. Elas se

distinguem, principalmente, por suas cortinas,

espelhos, relógios ornamentais e vasos de louça

esmaltados, que dão uma certa elegância e luxo à rua

do Ouvidor, do Ourives e outros lugares em que

vivem (Walsh, 1985, p. 197).

No pólo oposto, Kidder e Fletcher, destacariam, em

sua obra, o que, segundo eles, representava o passado

colonial português para o Brasil:

178

Os brasileiros (...) herdaram contudo muitas

características de seus antepassados portugueses, e

uma das mais dominantes é a antipatia pelas

inovações.

As leis, a maneira de fazer negócios, assim

como de pensar e agir, que aí prevalecem

geralmente, são as dos portugueses. Tudo isso está a

exigir decisiva renovação, a fim de apropriar-se às

circunstâncias de um novo Império que surge para

vida no meio dos progressos do século XIX (Kidder

e Fletcher, 1941, p. 29 e 352).

A antipatia pelas inovações, certamente, não se

confirma quando analisamos os pedidos de registro de

patentes, que demonstram grande dinamismo no sentido de

caminhar em direção ao “progresso”.

Quando abandonamos as análises gerais para

priorizar o recorte de gênero, constatamos que outros

silêncios justapõem-se aos já mencionados. Bem sabemos

dos silêncios que afetam as mulheres na documentação

concernente à imigração, como é o caso dos passaportes

coletivos e das estatísticas assexuadas a que se refere

Michelle Perrot (1998). No tocante ao mundo dos negócios,

por outro lado, os silenciamentos são bastante amplos,

resultado da representação do mundo empresarial como

espaço masculino. Disso resultam dois aspectos

fundamentais. O primeiro, a necessidade das mulheres

necessitarem da permissão de pais ou maridos para

gerenciarem estabelecimentos comerciais, conforme

dispunha o Código Comercial Brasileiro, segundo o qual

poderiam comerciar no Brasil:

179

As mulheres casadas maiores de 18 (dezoito)

anos, com autorização de seus maridos para poderem

comerciar em seu próprio nome, provada por

escritura pública. As que se acharem separadas da

coabitação dos maridos por sentença de divórcio

perpétuo, não precisam da sua autorização. Os

menores, os filhos-famílias e as mulheres casadas

devem inscrever os títulos da sua habilitação civil,

antes de principiarem a comerciar, no Registro do

Comércio do respectivo distrito (Lei 556, de 25 jun.

1850, at. 1º, inciso 4)

Para comerciar, portanto, a mulher casada

necessitava da autorização do marido, “provada por

escritura pública”. O segundo aspecto era cultural,

constituído pela representação de que o trabalho da mulher

era um trabalho secundário ou complementar e, nos

estabelecimentos comerciais onde o marido era o

proprietário, uma simples extensão dos fazeres do marido.

Bem sabemos, entretanto, que mulheres portuguesas

estavam presentes no universo comercial, conduzindo, lado

a lado com o marido, os negócios familiares, por vezes,

tendo papel fundamental no empreendimento; caso das

casas de pasto e, posteriormente, dos bares, nos quais a

experiência feminina na cozinha, garantia, quase sempre, o

sucesso do negócio.

Acostumadas às lides da lavoura, muitas mulheres

estrangeiras reinventaram, no espaço urbano, o trabalho

enquanto empreendimento familiar. Se o exemplo da

esposa de Manuel Sendas, que se tornou um gigante no

ramo dos supermercados no Brasil, ganhou visibilidade

graças ao relato do filho, que, em livro biográfico sobre o

180

pai, lembra da forma pela qual a mãe atendia aos fregueses,

acomodando as crianças por detrás do balcão (SENDAS,

1994), o trabalho da esmagadora maioria das mulheres

perdeu-se no silêncio da história.

Nesse contexto do silêncio, as viúvas tem uma

situação privilegiada, a medida que, com a morte dos

maridos, ao adquirirem a liberdade social interditada à

mulheres casadas, podiam gerir seus próprios negócios,

passando a adquirir visibilidade documental (vd.

MAZZEO, 2009).

A presença de viúvas estrangeiras no mundo dos

negócios da praça do Rio de Janeiro tem visibilidade nas

listagens publicadas pelo Almanak Laemmert, ao qual já

nos referimos anteriormente. A consulta aos almanaques

publicados entre 1844 e 1890 evidenciou, por exemplo, a

existência de 32 viúvas listadas como comerciantes no

ramo dos secos e molhados. Muitas delas não conseguiram

vencer as dificuldades do primeiro ano de atividades;

várias, porém, permaneceram na condução do negócio

durante um tempo que podemos considerar significativo,6

mulheres que enfrentaram uma concorrência quase que

exclusivamente masculina.7 Mulheres, regra geral, privadas

do nome de batismo, referenciadas apenas pela autoridade

6 Serve de exemplo a viúva Cabral que, entre 1863 e 1867,

foi proprietária de loja situada à rua de São Cristovão, no

Rio de Janeiro, nas proximidades do palácio imperial,

localizado no mesmo bairro. 7 Um exemplo disso nos é dado pelo ano de 1847, quando,

em um total de 231 comerciantes do ramo, figuravam

apenas duas mulheres, ambas viúvas. Ou pelo ano de 1877, quando aparecem, novamente, apenas duas viúvas,

ambas com lojas situadas no centro da cidade. Cf.

Laemmert, 1847 e 1877.

181

marital, as viúvas revelam o quanto de coragem e de

determinação que marcou suas vidas.

Em um único caso, o fato da viúva anunciar-se pelo

nome completo do marido possibilitou acompanhar melhor

a trajetória descrita pelo casal no espaço comercial da

cidade. Trata-se da viúva do comerciante Antonio José

Barbosa Pereira que abriu casa comercial à rua Direita, nº

35, no ano de 1845, administrando-o até 1850. Neste ano

ou no ano que se seguiu, Antonio José faleceu. Dessa

forma, sua viúva assumiu os negócios da família em 1851.

Sua incursão no mundo dos negócios, porém, foi efêmera,

pois, em 1852, ela desapareceu das listagens do almanaque,

não tendo sido possível saber se devido à sua morte, ao seu

retorno a Portugal, à falência da empresa ou devido à

simples decisão de fechar as portas do estabelecimento.

Possivelmente, essa presença efêmera decorreu do fato da

viúva ter pouca afinidade com o ramo de negócios por ela

herdado: o das ferragens.

A presença de viúvas portuguesas nos armazéns,

açougues, restaurantes e bares da cidade do Rio de Janeiro,

porém, não ficou perdida no passado. Sua presença no

pequeno comércio ainda visível na cidade demonstra que a

longa duração dessa presença. Nesse sentido, o presente

permite iluminar o passado, possibilitando o preenchimento

de algumas lacunas documentais. Na fala das próprias

protagonistas dessa vivência comercial, algumas facetas do

trabalho feminino podem ser demonstradas, como

exemplifica a trajetória de Maria Augusta da Silva

Martins, marcada por muitos deslocamentos e recomeços.

Natural de Oliveira das Aziméis, no distrito de

Aveiro, Maria Augusta nasceu em 1932. Tinha 18 anos

quando partiu de Portugal, em companhia da família (mãe,

182

padrastro e irmãos). Segundo recorda, não queria partir.

Pensou, inclusive, em fugir, o que não fez por medo da

reação da mãe, que, segundo ela, era muito severa. A

viagem, de acordo com sua narrativa, foi terrível, pois ela

enjoou durante todo o tempo de travessia. Lembra que, se

não tivesse casado, teria ido ao Consulado para pedir para

voltar a Portugal, principalmente por conta dos maltratos

da mãe.8

Seu primeiro emprego foi o de empregada

doméstica. A seguir foi operária de fábrica e ajudante de

lanchonete de propriedade de um patrício. Casou-se em

1952, com 20 anos, com marido também português e

sapateiro por profissão.

Com o nascimento dos filhos (três ao todo) o casal

resolveu mudar de vida e abrir uma quitanda, que parecia,

então, uma forma de garantir uma vida melhor. O

empreendimento, porém, não deu o retorno esperado,

levando o casal a abrir um novo negócio. Com a doença e

morte do filho mais velho e, logo depois, do marido, Maria

Augusta, viúva aos 34 anos, teve que recomeçar.

Recorrendo a empréstimos, optou pela compra de um

armazém, mas, após 12 anos de trabalho, por conta de

múltiplas dificuldades, foi obrigada a vendê-lo aos antigos

proprietários. Como bem se lembra, pelo dobro do preço de

compra.

Não esmoreceu, porém, e continuou a sonhar em

dar uma vida melhor para o filho. Com novos empréstimos,

abriu o bar que, com o filho, administra desde 1980. Ou

8 Dados recolhidos em entrevista realizada pela

pesquisadora em 22 de abril de 2011.

183

seja, há 32 anos, conhecido na região pela boa comida que

oferece.

Como D. Maria Augusta, mulheres e homens

anônimos, com trajetórias marcadas pela luta cotidiana e

pela tenacidade, marcaram o passado e continuam a

marcam a marcar o presente da cidade, tornando-se parte

da história vivida nos bairros cariocas. Para além das

grandes análises, essa história empírica, deve, também,

tornar-se história da imigração, promovendo a dialética

necessária entre casos individuais e processos coletivos.

184

Bibliografia

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Janeiro: Imprensa Nacional, 1855, 1857, 1860 e 1865.

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primeira, art. 1º - do comércio em geral. Lei nº 556, de 25

de junho de 1850.

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comerciante português como agente dinâmico das relações

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Ciências Humanas, Universidade do Estado do Rio de Janeiro,

Rio de Janeiro. Dissertação de Mestrado.

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brasileiros. São Paulo: Cia Editora Nacional, 1941.

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partir de 1848, da Corte e da Província do Rio de Janeiro).

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Ouvidor. Brasília: Ed. UnB, 1988. 148 p. (Coleção Temas

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MAZZEO, Tilar J. A viúva Cliquot. A história de um

império do champagne e da mulher que o construiu.

[Trad.]. Rio de Janeiro: Rocco, 2009.

185

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Desclassficados da Modernidade. Protesto, Crime e

Expulsão na Capital Federal (1890-1930). Rio de Janeiro:

EdUERJ, 1996.

MENEZES, Lená Medeiros de. “Les portugais em tant que

représentation de l’immobilisme dans la modernisation

républicaine”. In: BENZONI, Marie Matilde; FRANK,

Robert; PIZETTI, Silvia Marie (org.). Images des peuples

et histoire des relations internationales du XVIe siècle à

nos jours. Paris: Publications de la Sorbonne, 2008. p.

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PERROT, Michelle. Les femmes ou les silences de

l’histoire. Paris: Champs/Flammarion, 1998.

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de Janeiro: Four Print, 1994.

WALSH, R. Notícias do Brasil (1828-1829) [Trad.]. São

Paulo: Itatiaia/Ed. USP, 1985, p.197 (Reconquista do

Brasil, 74).

186

Rumo à América

Meridional: os

açorianos na formação

do Rio Grande do Sul e

do Uruguai (séculos

XVII a XX)

187

Rumo à América Meridional: os açorianos na

formação do Rio Grande do Sul e do Uruguai

(séculos XVII a XX)

Véra Lucia Maciel Barroso1

Introdução

No Brasil, não só o Rio Grande do Sul (RS) acolheu

açorianos. Também Santa Catarina, São Paulo, Espírito Santo,

Rio de Janeiro, Bahia, Paraná, Maranhão e Pará,além de outros

estados foram palco de sua instalação. Sobre sua presença no

Brasil, muito pouco está escrito. São os catarinenses que têm

sua pesquisa mais divulgada. Posteriormente, outros estados

acolheram açorianos, pelas migrações internas, e outros

chegaram esparsos no século XX, entretanto em número bem

menor do que os chegados nos anos 1700.

O Rio Grande do Sul, o estado situado no extremo-sul

brasileiro, pode ser melhor e mais nitidamente visualizado

através do seu mosaico étnico. Portugueses (continentais e

insulares) somados aos índios e africanos, a contar do século

XVIII, aliados aos alemães, italianos, poloneses e tantos

outros, a partir do século XIX, impulsionaram a formação da

sociedade gaúcha. Entretanto, a historiografia regional revela

que, acerca dos alemães e italianos, a produção do

conhecimento sobre suas presenças é vastíssima. Incontáveis

são seus estudos, pesquisas e publicações. Suas fontes,

riquíssimas e diversificadas, têm possibilitado trazer à luz

trabalhos interessantes e importantes que demonstram sua

1 Doutora em História/PUCRS, Professora da FAPA e Historiógrafa

do Centro Histórico-Cultural da Santa Casa de Misericórdia de Porto

Alegre. Endereço eletrônico: [email protected]

188

efetiva participação na construção da História do estado sul-

rio-grandense.

Se este é o cenário dos teutos e itálicos chegados ao

Rio Grande do Sul, respectivamente a partir de 1824 e 1875,

diferenciada é a realidade dos açorianos trazidos à Capitania

no século XVIII. Destes, poucos, salvo raros trabalhos, foram

escritos. E suas fontes, ao contrário das demais que nos

arquivos estão identificadas e são numerosas, as referentes aos

ilhéus, inventariadas, estão reunidas apenas em três códices

custodiados no Arquivo Histórico do Rio Grande do Sul.

Outras que informam a temática açoriana se encontram

dispersas e esparsas em vários fundos documentais, que para

encontrá-las, os pesquisadores têm que realizar uma busca

como a de localizar agulha no palheiro.

Diante deste quadro, a produção do conhecimento

sobre a presença açoriana no Rio Grande do Sul é pobre. Por

isso há muitas perguntas sem respostas dadas. Procurá-las têm

sido um desafio difícil e empreendido por poucos.

Entretanto, é indiscutível que a contribuição dos

portugueses insulares na História do Rio Grande do Sul é

sensível e pontual, especialmente porque aqui eles chegaram

quando das lutas de fronteiras entre os domínios português e

espanhol na América Meridional. Eis que o papel do açoriano

na economia e na estratégia político-militar do espaço sulino

foi demarcatório na arrancada da fixação e domínio luso no

Rio Grande do Sul. Assim, permitir que o desconhecimento,

para não dizer ignorância, sobre a presença açoriana no RS

continue como uma impossibilidade de sua reversão não é

mais possível. Quer-se aqui, pois, contribuir para avançar e ir

além do já escrito e reescrito, por alguns.

Eis que o presente trabalho objetiva:

189

1° - configurar o cenário-palco da instalação dos

açorianos no RS, e, por extensão, no Uruguai;

2° - revelar os lugares (espaços) das propriedades

territoriais concedida aos açorianos no Rio Grande do Sul;

3º - elencar as ações empreendidas para superar o

desconhecimento da trajetória açoriana no RS;

4° - trazer a lume as pesquisas e sua divulgação

realizadas mais recentemente, e/ou projetadas para um futuro

próximo, com o fim de rastrear os campos da revelação do

fazer açoriano no contexto da história e da cultura do Rio

Grande do Sul.

Movimento açoriano no Cone Sul: RS (Brasil) e Uruguai

Situado na extremidade meridional do Brasil, o estado

do Rio Grande do Sul tem uma história marcada por

especificidades e uma singularidade que o distingue dos

demais estados brasileiros.

Tardiamente conquistado pelos portugueses (eis sua

singularidade), o espaço sul-rio-grandense foi no século

XVIII, cenário de intermitentes e sucessivas guerras,

contracenadas por tratados que objetivavam acomodar os

interesses dos dois estados europeus na América.

Assim, em 1750, o Tratado de Madrid determinava a

entrega do território missioneiro, a oeste, para Portugal. Em

contrapartida, ficaria aos espanhóis, a Colônia do Sacramento,

um posto avançado que os portugueses fundaram em frente a

Buenos Aires, no ano de 1680, quando então puseram em

prática o ousado sonho, de fazer do Rio da Prata o limite

natural de sua possessão frente a da Espanha na América

Meridional.

190

Com esta realidade de avanço para além do que rezava

o Tratado de Tordesilhas (1494), Portugal, de imediato,

projetou garantir as novas terras conquistadas com povoadores

a seu serviço, visto que a área missioneira até então reunia

jesuítas a serviço de Espanha, através de aldeamentos

indígenas – os Sete Povos das Missões.

Do arquipélago dos Açores, ilhas situadas no Atlântico

norte, a noroeste da África, já vinham chegando açorianos em

Santa Catarina, desde a década de 1740, para alimentar a

lógica defensiva que Portugal procurava desenvolver na área

sulina brasileira. Igualmente, ilhéus esparsos já estavam

localizados na Colônia do Sacramento, Maldonado e

imediações (áreas, posteriormente, do território uruguaio),

cumprindo o papel de povoadores e defensores dos interesses

portugueses no espaço em disputa.

Assim, para garantir o Tratado de Madrid, foi dada a

ordem para virem casais de número à então Capitania do Rio

Grande de São Pedro, correspondendo à necessidade de

aliviarem as ilhas dos Açores, superpovoadas, cuja carência de

alimentos era uma realidade. Do outro lado do mar, no sul do

Brasil, havia falta de braços e de “defensores”. Nessa

conjuntura favorável começaram a chegar pelo porto de Rio

Grande, em 1752, os açorianos ao Rio Grande do Sul.

São contraditórios os números apresentados dos que

efetivamente foram trazidos. Para uns, teriam chegado cerca

de 350, para outros, 585 casais, números distantes do projeto

de enviar 4 mil casais.

A ordem era transportá-los para além de Rio Pardo

(centro-oeste do RS), retaguarda militar portuguesa fundada

quando da demarcação dos limites, situando os açorianos na

área missioneira onde exerceriam o papel de cunha, para

garantir o domínio português na região. Esta era a real função

191

que então lhes era imposta – a de serem defensores de

território que Portugal recebera pelo Tratado de Madrid.

Entretanto, as resistências ao acordo entre as coroas

aconteceram. A confirmar a Guerra Guaranítica, que pode ser

definida como um verdadeiro manifesto indígena de que a

terra em disputa era deles, acima dos interesses colonialistas

que os submetiam.

Na espera das demarcações e impasses, os açorianos

foram se fixando, plantando e produzindo.

Anulado o Tratado de Madrid, em 1761, com o

Tratado de El Pardo, caía por terra o projeto de colonização

açoriana no oeste missioneiro.

A seguir, a invasão espanhola, em 1763, sobre a vila

de Rio Grande forçou o processo de fuga das imediações,

quando então os açorianos se espalharam em várias direções,

reassentando-se pelo disperso espaço sulino em conflito.

Assim, muitos se fixaram em núcleos portugueses já

existentes, como em Santo Antônio da Patrulha e Conceição

do Arroio (Osório), somando-se aos ilhéus, já lá instalados,

migrados pelo Litoral Norte de núcleos açoritas de Santa

Catarina. Outros deram origem a novos núcleos povoadores

como Encruzilhada, Triunfo e Taquari, esta projetada pelo

Governador da Capitania, Custódio de Sá e Faria, em 1764.

Para o Porto do Dorneles (atual Porto Alegre – capital

do RS), vértice do ângulo que unia as duas fronteiras, a do mar

(Rio Grande) e a da terra (Rio Pardo), foram levados 60 casais.

Ali instalados, povoaram as chácaras com trigais e outros

cereais. Em datas de 272 ha, a pequena propriedade era

implantada na Capitania, contrastando com a sesmaria, a

grande propriedade, com cerca de 10 a 13.000 ha, já lastreada

em grande parte do leste sulino. Foi neste contexto que Porto

dos Casais despontou como importante centro abastecedor de

192

alimentos da região, quando se estruturava então, mais

claramente, uma sociedade de classes no Rio Grande do Sul. É

que com os açorianos se inaugurava a agricultura na Capitania,

que passou não só a fornecer alimentos para o mercado local,

como a render lucros à coroa portuguesa com a crescente

exportação da produção tritícola. Eis em Porto Alegre, os

moinhos de vento e as azenhas a moerem o grão, fruto da faina

açoriana. Daí na toponímia da capital, os bairros Moinhos de

Vento e Azenha.

Dentre os que foram feitos soldados, na defesa das

terras portuguesas no sul, pelos serviços militares prestados,

alguns receberam como pagamento a doação de uma ou mais

sesmarias. Surgia então o açoriano-estancieiro. Entretanto se,

de um lado, ocorria a ascensão social de alguns açorianos,

muitos outros tiveram, ao contrário, suas pequenas

propriedades tomadas e incorporadas, às já grandes

propriedades de muitos estancieiros.

É neste clima de tensão que se avizinha, em 1777, o

Tratado de Santo Ildefonso. Com ele perdia Portugal a área

missioneira e a Colônia do Sacramento. Porém, apesar do

tratado, Portugal passou a conceder mais terras, através de

cartas de sesmarias, avançando os seus domínios na direção

oeste. A saída, para tanto, viável, era pelo menos incorporar,

através da política de concessão de sesmarias, o amplo

território das Missões, objetivo projetado para os açorianos

quando do Tratado de Madrid. Sem dúvida, esta seria uma

estratégia eficaz e sem ônus para a Coroa, na medida em que o

sesmeiro, ao ganhar a propriedade, tratava logo de transformar

sua posse numa verdadeira fortaleza. Assim, ao resguardar

seus bens estava garantindo a posse portuguesa na área em

conquista. Com este projeto, Portugal, sem descanso, foi

concedendo terras na direção centro-oeste.

193

Ao iniciar o século XIX, em maio de 1801, um

servidor da coroa espanhola no Rio Grande do Sul, Félix de

Azara, fundador da primitiva povoação de São Gabriel,

percebeu o perigo que a Espanha estava correndo. Escreveu

ele a Memória Rural do Rio da Prata, na qual destaca que

estabelecimentos portugueses (povoados) estavam sendo

espalhados em seus domínios. (AZARA. In: FREITAS, 1989,

p. 17). E alertava ele que se não fossem tomadas providências

urgentes, instalando ali núcleos espanhóis, em menos de

quatro anos a Espanha perderia a posse do referido território.

Todavia, o alerta de Azara fora tardio. Não quatro

anos, mas quatro meses após, as Missões foram conquistadas

definitivamente para Portugal. A partir dai o território do Rio

Grande do Sul passou ao domínio luso e, como tal,

incorporado, consolidou raízes que vinham sendo implantadas

ao longo do processo da conquista.

Destaque-se que esta movimentação militar espalhou

os ilhéus no espaço sulino (migrações internas), do que

resultou sua presença expressiva no número populacional do

RS. Assim, inegavelmente, no final do século XVIII, em mais

de 50% das famílias gaúchas, açorianos e/ou seus

descendentes estão nelas inseridos. Esta é uma frente de

pesquisa, a ser ainda realizada.

E boa parte dos açorianos deslocou-se em fuga para o

Uruguai, notadamente para San Carlos de Maldonado. Anos

depois, em tempo de paz, alguns voltaram ao Rio Grande do

Sul. Portanto, impõem-se pesquisas para lincar os laços

familiares entre os dois espaços, em decorrência do processo

migratório imposto na área de fronteira viva, resultante dos

conflitos regionais.

194

Enfim, deste apanhado da História Colonial do Rio

Grande do Sul deve ficar claro que os açorianos estão

presentes no seu espaço, em não pequeno número, chegados:

- antes do Tratado de Madrid (1750):

- vindos de Santa Catarina e

- vindos da Colônia do Sacramento;

- após o Tratado de Madrid:

- quando a partir de 1752 chegam os casais de número.

Sistematizando o processo: os casais de número foram

estimulados por Gomes Freire de Andrada, conforme Bando

Convocatório de 16 de janeiro de 1752, a virem para o Rio

Grande do Sul a fim de resguardarem o espaço missioneiro aos

portugueses como se demonstrou. Mas as resistências

indígenas, sobretudo expressas pela Guerra Guaranítica (1752-

56) dispersaram os açorianos que foram ocupando os espaços.

Soma-se nesta conjuntura a invasão espanhola de 1763 que

promoveu uma verdadeira migração interna no espaço sul-rio-

grandense, esparramando os açorianos que buscavam situar-

se. Portanto, o período a seguir que medeia entre o Tratado de

Santo Ildefonso (1777) e o Tratado de Badajós (1801) deve ser

considerado o da fase do assentamento territorial efetivo dos

açorianos no RS. Foi entre os anos de 1770 e 1880 que se deu

a legitimação de posse das terras que vinham sendo por eles

ocupadas ou das que passaram a requerer após as migrações

com as guerras. Este é o período balizador do delineamento

dos espaços açorianos, conforme demonstram os códices

F1229, F1230 e F1231 custodiados no Arquivo Histórico do

RS.

Mas, afinal, transcorridos aproximadamente 260 anos

da chegada oficial dos açorianos ao Rio Grande do Sul indaga-

se: quais sobrevivências evidenciam sua presença na formação

195

social do estado gaúcho-brasileiro? Quais evidências? Quais

suas manifestações culturais visíveis? E quais fontes

documentais informam acerca da sua atuação?

O evento em curso é oportunidade motivadora para

reconhecer as marcas identitárias da açorianidade gaúcha.

Todavia, não é o objeto desta intervenção. A questão fulcral

aqui é apontar possíveis causas/motivos da sua invisibilidade.

Eis alguns:

- passaram-se mais de 250 anos de sua instalação no

RS, se levado em conta que alguns vieram antes da

colonização programada (1752);

- há poucos pesquisadores da história e da cultura

açoriana;

- o conhecimento histórico (historiografia existente é

limitada e repetitiva (nos erros e acertos);

- a documentação é rara. No Arquivo Histórico do RS,

apenas três códices tratam de açorianos, diante de centenas dos

alemães e italianos. Outros dados e referências avulsas estão

esparsas em diversos fundos documentais, cuja tarefa de

desvendamento é árdua e penosa.

Todavia estes fatores não encobrem o reconhecimento

de que os portugueses – continentais e insulares foram os

atores centrais da História do Rio Grande do Sul no século

XVIII.

Ações de desvendamento da presença açoriana no

Rio Grande do Sul

Dentre as ações desencadeadas, mais especificamente,

a partir da região Litoral Norte do Rio Grande do Sul, com

vistas à identificação das nossas raízes açorianas destacam-se:

196

a. Ciclo de Palestras especificamente sobre os

açorianos no RS, realizado em 1991, reunindo especialistas

nos temas de História e Cultura, para professores e animadores

culturais da região.

b. Publicação da obra Açorianos no Rio Grande do

Sul: documentos interessantes, pela Editora Caravela, em

1991. Transcrição feita pela paleógrafa Maria Helena Peña

Ghisleni de documentos custodiados no Arquivo Histórico do

Rio Grande do Sul. Sob a coordenação de Santa Ineze da

Rocha e Véra Lucia Maciel Barroso participaram as

Prefeituras de Osório, Santo Antônio da Patrulha e Tramandaí,

e a Associação dos Amigos do Arquivo Histórico do RS.

c. Publicação da obra Presença Açoriana em Santo

Antônio da Patrulha e no Rio Grande do Sul, reunindo os

textos dos palestrantes do Ciclo de Palestras realizado em

1991 (1ª parte), e a genealogia de açorianos situados em Santo

Antônio da Patrulha pesquisada por Moacyr Domingues.

Organizada por Véra Lucia Maciel Barroso e editada pela EST

tem 216p. e sua 2ª edição foi lançada em 1997.

d. Artigos de autoria de Véra Lucia Maciel Barroso,

em obras coletivas e revistas trazendo novos elementos acerca

da presença açoriana no RS, como: Lusos e açorianos no RS:

conquista e legado. In: Ciências & Letras. Revista da FAPA.

Porto Alegre. n. 13. 1993. p. 127-131. Os açorianos no Rio

Grande do Sul. In: RS no contexto do Brasil. Porto Alegre:

CIPEL, Ediplat, 2000. p.125-134.

e. Artigos de pesquisadores sul-rio-grandenses

tratando do tema açoriano no evento Raízes de Santo Antônio

da Patrulha (município gaúcho de origem lusitana) e

publicados na obra Santo Antônio da Patrulha re-conhecendo

sua História. Porto Alegre: EST, 2000. 1.104p. Destacam-se

dois trabhos: A contribuição açoriana para a formação do Rio

197

Grande do Sul de Leo Pedro Schneider (p.26-37) e A

arquitetura popular dos Açores e o Rio Grande do Sul de

Günter Weimer (p. 37-60).

f. Pesquisa iniciada em março de 2000 coordenada

pela Profª. Véra Lucia Maciel Barroso, com o apoio da

Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado do Rio Grande do

Sul (FAPERGS), Faculdade Porto Alegrense (FAPA) e

Arquivo Histórico do Rio Grande do Sul (AHRS). Trata-se da

transcrição paleográfica realizada com a participação da

bolsista Tatiani Tassoni, aluna do Curso de História da FAPA.

Os documentos reunidos em três códices (total de aprox. 700

p.), e custodiados no AHRS permitem desenhar a Geografia

Açoriana do Rio Grande do Sul. Tais fontes documentais

constituem as concessões de terras aos açorianos,

especialmente entre 1770 e 1800, nos diferentes espaços da

Capitania. Suas informações são riquíssimas, o que permitirá

aos pesquisadores levantar aspectos nunca antes revelados

acerca da atuação dos açorianos no RS.

A lista da localização dos ilheús, ora apresentada, é

provisória:

- Rio Grande (cidade portuária)

- Rincão Bravo

- Passo das Pedras

- Povo Novo

- Torotama/Tororotama

- São José do Norte

- Capão do Meio (ao lado de Tororotama)

- N. Srª da Conceição do Estreito

- entre Estreito e Capão do Meio

- Rincão do Cristóvão Pereira

- São Luís de Mostardas

- Rincão do Mina

198

- Pelotas

- Rincão de Correntes

- Rincão de Pelotas

- Rincão de São Gonçalo

- Cerrito (Jaguarão)

- Herval

- Serra do Herval

- Camaquã

- entre o Rio Camaquã e Santo Antônio

- Porto Alegre (São Francisco dos Casais e Madre de

Deus)

- Estância de Itapuã

- ilhas às margens

- Vila Real de Santa Ana/Santa Ana do Morro Grande

- Viamão

- Capela de Viamão

- Serra de Viamão (que pode ser Santo Antônio da

Patrulha)

- Gravataí (Aldeia dos Anjos)

- Rio Gravataí

- entre o Passo da Miraguaia e o Passo Grande

- Miraguaia/ fundo do Rio dos Sinos

- Rio dos Sinos

- à margem do Rio dos Sinos

- Santo Antônio da Patrulha (Guarda Velha)

- Palmares

- N. Sra. da Conceição do Arroio (Osório)

- Rio Mampituba

- Jacui / Rio Jacui

- Santo Amaro (General Câmara)

- Triunfo

- Taquari

199

- Cachoeira (Cachoeira do Sul)

- Rio Pardo

- Capão Grande

- Cavalhada

- Irapuã

- Galhos de Irapuã

- Serro de Irapuã

- Pequeri

- Ponta de Pequeri

Outras localidades (por identificar onde se situam):

- Arroio Velhaco

- Barro Vermelho

- Capão do Tavares (Tavares no Litoral Norte?)

- Estreito da Serra

- Ilha da Ponta Rasa

- Morro de Botucarai (São Gabriel, entre Rio Pardo,

Cachoeira e Soledade)

- Rincão das Alegrias

- Rincão dos Barros

- Serro Pelado

- Rio Capivari

200

Mapa do estado do Rio Grande do Sul com indicação de

povoações de base açoriana

Fonte: Mapa produzido pela autora.

É notório que o processo de migrações internas no

território sulino, forçou a relocalização de açorianos, em

outros espaços, ampliando sua participação na composição

social de diversos povoados do Rio Grande do Sul nos séculos

XVIII e XIX. Daí a grande dificuldade dos historiadores

realizarem o “mapeamento açoriano-gaúcho” e o estudo de

suas sobrevivências. Destaque-se também que nem todas as

povoações nascidas com a identidade lusa são açorianas

também. Ou seja, algumas são originárias dos portugueses

continentais. Como a fronteira cultural entre o insular e o

continental é tênue em alguns aspectos, divisá-los para os que

201

não os conhecem devidamente é um desafio e pode levar a

inferências indevidas.

g. Pesquisa na documentação do Centro Histórico-

Cultural da Santa Casa de Misericórdia de Porto Alegre

(capital do RS) para identificação dos açorianos hospitalizados

e/ou sepultados no seu cemitério, no período de 1850 a 1900.

Como o período é quase um século posterior ao início

da chegada dos açorianos se supunha não encontrá-los na

Santa Casa como pacientes ou falecidos. A surpresa é dada

com a identificação de 32 açorianos que ingressaram como

doentes no Hospital, só no período entre 1845 e 1873. Para se

ter uma idéia: 31 são homens e 1 é mulher. Solteiros (22),

casados (6) e viúvos (4). E a origem? 16 não indicam a ilha.

Da Terceira, 7; de São Miguel,6; do Faial, 2 e do Pico, 1.

Quanto à idade: até 25 anos (7), entre 26 e 40 anos (9), entre

41 e 70 anos (11) e mais de 71 anos (5). E suas profissões?

Marinheiros (9), pedreiros (2), carpinteiro (1), serrador (1),

lavrador (1), artesão (1), jornaleiro (1) e 16 não informaram.

Destaque-se que um foi declarado pensionista da Santa Casa e

outro criado da Sua Majestade Imperial.

Quanto aos sepultados no Cemitério da Santa Casa,

para o período de 1850-1875, os dados preliminares informam:

Total de óbitos 18.793

Brasileiros 16.776

Outros estrangeiros 1.134

Portugueses 883 (destes, 27

açorianos)

Dos 27 açorianos, 17 são homens e 12 são mulheres.

Da Terceira (6), do Faial (5), de São Miguel (1) e 15 não

informaram a ilha de origem. É importante frisar que um era

irmão da Irmandade de São Miguel e Almas, a que reunia

membros de maior poder aquisitivo da cidade.

202

A publicação da obra Açorianos no Brasil em três

partes apresenta:

1ª - trabalhos sobre a presença açoriana no Pará,

Maranhão, Paraná e Santa Catarina.

2ª - trabalhos sobre a presença açoriana no Rio Grande

do Sul, trazendo temas e dados novos.

3ª - transcrição de documentos do AHRS relativos às

concessões de terras aos açorianos no RS, no período de 1770

a 1800.

Com estas ações se está ajudando a:

- des-ocultar a açorianidade presente na formação

social e cultural do Rio Grande do Sul, especialmente, e a

- re-descobrir e re-conhecer as raízes açorianas

presentes na identidade do sul-rio-grandense.

Inventário de obras/artigos de periódicos sobre

portugueses continentais e insulares no Rio Grande do Sul

ou escritos por autores gaúchos acerca do tema

AGRIFOGLIO, Rose Marie Reis (Org.). Contribuições luso-

açorianas no Rio Grande do Sul. Porto Alegre: Comissão Gaúcha de Folclore, 2002.

ALVES, Luis Antônio. Memorial açoriano para Santo Antônio

da Patrulha. In: BARROSO, Véra Lucia Maciel et al. (Org.).

Raízes de Capão da Canoa. Porto Alegr: EST, 2004. (p. 655-659).

____. Memorial açoriano: genealogia do século XVIII- Rio

Grande do Sul. Porto Alegre: EST, 2005. (Obs.: obra interessante que contém textos e depois a lista dos açorianos

vindos para o RS no século XVIII; portanto, ainda que no

título contenha a palavra genealogia, na verdade, não se trata de árvore genealógica).

203

____. Memorial açoriano: descendentes de Manoel de Souza

Feijó- amostragem genealógica. In: BARROSO, Véra Lucia

Maciel. (Org.). Raízes de Alvorada: memória, história e pertencimento. Porto Alegre: EST, 2006. (p. 53-78).

____. Famílias açorianas em Santo Antônio da Patrulha. In:

BARROSO, Véra Lucia Maciel et al.. Raízes de Igrejinha. Porto Alegre: EST, 2008. (p. 499-525).

BARROS, Maria Cláudia Machado. A colonização açoriana

nos Campos de Viamão e a Igreja Matriz Nossa Senhora da Conceição. In: BARROSO, Véra Lucia Maciel. (Org.). Raízes

de Viamão. Porto Alegre: EST, 2008. (p. 143-157).

BARROSO, Véra Lucia Maciel. (Org.). Presença Açoriana

em Santo Antonio da Patrulha e no Rio Grande do Sul. Porto Alegre: EST, 1993.

____. Lusos e açorianos no RS: conquista e legado. In:

Ciências & Letras. Revista da FAPA. Porto Alegre, n. 13, p. 127-131.

____. A presença portuguesa no quadrante histórico

patrulhense. In: BARROSO, Véra Lucia Maciel; DAROS, Marília. (Org.). Raízes de Gramado. Porto Alegre: EST,

1994.

____. Os açorianos no Rio Grande do Sul. In: NEUBERGER,

Lotário (Org.). RS: no contexto do Brasil. Porto Alegre: CIPEL; EDIPLAT, 2000. (p. 125-134).

____. (Org.). Açorianos no Brasil: história, memória,

genealogia e historiografia. Porto Alegre: EST, 2002.

____. (Org.). Os açorianos no Rio Grande do Sul – Brasil:

uma presença desconhecida. In: I Jornadas

Emigração/Comunidades. Lisboa; Angra do

204

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____. Sobrevivências culturais açorianas no Rio Grande do Sul. In: Atlântida. Revista de Cultura. Angra do Heroísmo:

Instituto Açoriano de Cultura. V. XLIX, 2004, p. 69-74.

____; BRITO, Gabriela Martins de; ROSA, Angelita da. (Org.). Arquitetando Santo Amaro a partir de suas raízes.

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____. O passado como passaporte do futuro. In: Andarilhagem. Angra do Heroísmo/Ilha Terceira. Açores,

Portugal: Direcção Regional das Comunidades/Governo

Regional dos Açores, 2007. p. 29-32.

CAMPOS, Vanessa Gomes de. Açorianos em Viamão: casamentos e autos matrimoniais (1753-1763). In:

BARROSO, Véra Lucia Maciel. (Org.). Raízes de Viamão.

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CÉSAR, Guilhermino. Açorianos e alemães no Rio Grande do

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Carlos de Maldonado (1764). Porto Alegre: EST, 1994.

FORTES, Joao Borges. Os casais açorianos: presença lusa

na formação do Rio Grande do Sul. 2.ed. Porto Alegre: Martins Livreiro, 1978.

FRANZEN, Beatriz Vasconcelos. A presença açoriana no

Vale do Rio dos Sinos. In: Estudos Leopoldenses. v. 28, n. 128, jul-ago, 1992, p. 79-88.

205

GHISLENI, Maria Helena Peña. Açorianos no Rio Grande

do Sul: documentos interessantes. Porto Alegre: Caravela,

1991.

GRAEBIN, Cleusa Maria Gomes. Os açorianos e a construção

historiográfica de uma identidade coletiva. Diálogo. Canoas,

n. 4, p. 55-64, 2003.

LAYTANO, Dante de. Legado luso-açoriano na formação

do Rio Grande do Sul. Porto Alegre: CERPES, 1974.

____. Arquipélago dos Açores. Porto Alegre: Nova Dimensão, 1987.

MACEDO, Francisco Riopardense de. Açoriano: colono e

soldado. In: Boletim do Gabinete Português de Leitura.

Porto Alegre, 1974, n. 23 p. 99-106.

____. Açorianos para o Sul do Brasil. Boletim do Instituto

Histórico da Ilha Terceira. Angra do Heroísmo, Ilha

Terceira/Açores/Portugal, v. LVII, 1999, p. 731-759.

MAGALHÃES, Doris Rejane Fernandes. A ocupação

portuguesa e alemã no Vale do Paranhana. In: BARROSO,

Véra Lucia Maciel Barroso et al. (Org.). Raízes de Igrejinha. Porto Alegre: EST, 2008. (p. 51-59).

MENESES, Avelino de Freitas. Os açorianos na colonização

do Brasil: do descobrimento ao advento de Pombal. In:

Ciências & Letras. Revista da FAPA. Porto Alegre, n. 41, jan./jun. 2007, p. 9-34

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Viamão - 250 anos de povoamento açoriano no Rio Grande do Sul. Viamão; Secretaria Municipal da Cultura, Esporte e

Turismo, 1998.

206

ROCCA, Luísa Durán. Açorianos no Rio Grande do Sul: o

espaço urbano no século XVIII. Tese de Doutoramento.

Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Faculdade de Arquitetura. Programa de Pesquisa e Pós-Graduação em

Planejamento Urbano e Regional PROPAR, 2009.

ROCHA, Santa Inèze Domingues da. (Org.). Açorianos no

Rio Grande do Sul: Brasil. Porto Alegre: EST; Caravela,

2005.

SALVI, Rejane. Panorama açoriano. Ponta Delgada: Instituto Cultural de Ponta Delgada, 1990. (a autora é gaúcha,

jornalista da Rádio da UFRGS – residiu por 6 meses nos

Açores, com bolsa para pesquisa que resultou nesta obra).

SCHNEIDER, Leo Pedro. A contribuição açoriana para a formação do Rio Grande do Sul. In: BARROSO, Véra Lucia

Maciel et al. (Org.). Santo Antônio da Patrulha

reconhecendo sua história. Porto Alegre: EST, 2000. (p. 26-37).

SOARES, Antonio. (Org.). Portugueses no Rio Grande do

Sul. Porto Alegre: Caravela, 1988.

VELLOSO FILHO, René Boeckel. Muralhas lusitanas no

Baixo Jacuí: os primeiros tempos de Santo Amaro e Rio

Pardo. Porto Alegre: EST, 2008.

WEIMER, Günter. A arquitetura açoriana popular dos Açores e o Rio Grande do Sul. In: In: BARROSO, Véra Lucia Maciel

et al. (Org.). Santo Antônio da Patrulha reconhecendo sua

história. Porto Alegre: EST, 2000.

WIEDERSPAHN, Oscar Henrique. A colonização açoriana

no Rio Grande do Sul. Porto Alegre: EST/ Instituto Cultural

Português, 1979.

207

Açorianos no sul do Brasil: lacunas historiográficas

Ainda que na última década tenha crescido o interesse

pelo tema, na academia e fora dela, muito está ainda por ser

feito, para cobrir lacunas do conhecimento acerca da presença

açoriana no Cone Sul, especialmente no Rio Grande do Sul e

Uruguai, que têm uma história próxima e indissociável,

sobretudo com relação ao povoamento açoriano em seus

espaços. Afinal, migrações internas e externas em área de

fronteira viva, “esparramaram” açorianos chegados ao Rio

Grande do Sul no século XVIII, em tempo de guerra luso-

espanhola, o que dificultou a preservação de fontes

documentais sobre esse tempo, focando os povoadores

chegados dos Açores. Portanto, ainda se têm mais perguntas

do que respostas sobre a presença açoriana na América

Meridional.

Efetivamente, no tempo presente, a ideia de pertença a este

grupo, ainda não é devidamente reconhecida, exatamente pelos

motivos apontados. O desafio está posto aos pesquisadores que

vêm se debruçando sobre a formação étnica das sociedades

situadas no Cone Sul.

208

Rafael Bordallo

Pinheiro: presença

portuguesa na imprensa

satírica do Rio de

Janeiro (1875-1879)

209

Rafael Bordallo Pinheiro: presença

portuguesa na imprensa satírica do Rio de

Janeiro (1875-1879)

Ana Maria Rebello Magalhães1

Este artigo constitui parte de trabalho mais amplo,

desenvolvido na tese de doutorado no Programa de Pós

Graduação em História da Universidade do Estado do Rio de

Janeiro2. Prioriza caricaturas como fontes históricas, por serem

estas, até o momento, insuficientemente ou, apenas

superficialmente, contempladas pela historiografia. Pouco se

tem feito no sentido de valorizá-las como textos ricos em

informações sobre contextos de época, bem como, não têm

sido consideradas sob o aspecto de arte e projeto gráfico, com

atenção à sua autoria e estilo, ampliando perspectivas de

abordagem e reflexão.

No decorrer da pesquisa, observou-se a importância do

desempenho de imigrantes europeus, em especial portugueses,

na imprensa da Capital brasileira, no século XIX. Desenhistas,

gravadores, litógrafos, com a experiência trazida de suas

origens, tornaram-se pioneiros em empreendimentos que

alargaram horizontes técnicos e artísticos, num contexto

1 Doutora em História no PPGH/UERJ. Mestre em História e

Antropologia da Arte pela EBA/UFRJ. Bacharel em Comunicação

Visual pela EBA/UFRJ. Pesquisadora do Labimi/UERJ. Endereços

eletrônicos: [email protected] e; [email protected] 2 MAGALHÃES, Ana Maria Rebello. Visíveis porque risíveis.

Presença portuguesa na caricatura do Rio de Janeiro: sopros de

modernidade no traço e no humor de Julião Machado (1895-1920).

2011. 281 f. Tese (Doutorado em História) – Instituto de Filosofia e

Ciências Humanas, Universidade do Estado do Rio de Janeiro, Rio

de Janeiro.

210

carente de pessoal especializado. Uma percepção

fundamentada no olhar “de fora” dirigido à política e

costumes, representa outro aspecto especialmente relevante da

contribuição dos artistas estrangeiros, pois, a seu modo,

fixaram imagens sobre o Império e o Imperador do Brasil,

enriquecendo a cultura visual brasileira.

Na década de 1870, acirravam-se as discussões acerca

da Abolição e República ensejando intensa participação de

intelectuais, comprometidos com o jornalismo abolicionista e

republicano, nas revistas ilustradas da Capital brasileira.

Abria-se espaço para o humor gráfico nas publicações. Os

temas políticos e todas as nuances de acontecimentos

relacionados, passaram a ser os alvos preferenciais da

caricatura de então.

Nesse âmbito inscrevem-se os trabalhos de Rafael

Bordallo Pinheiro no Rio de Janeiro. Como desenhista,

caricaturista e ceramista talentoso tornou-se um dos artistas

mais destacados da História da Cultura Portuguesa no último

quartel do século XIX e início do século XX. Já era conhecido

por sua participação crítica na imprensa satírica de seu país,

quando escolheu instalar-se e trabalhar na imprensa da Capital

brasileira. Afirmara a caricatura como visão e voz do

jornalismo político, inovando na forma de narrativa gráfica no

Álbum humorístico a correr do lápis, publicado n’ A Berlinda,

entre 1870 e 1871. Na sétima folha ilustrada da série, datada

de 5 de julho de 1871, intitulada Conferências

Democráticas, o litógrafo registrava, indignado, o fim das

Conferências do Cassino, encerradas pela censura. Tal

episódio marcou a trajetória dos intelectuais portugueses da

Geração de 70, com os quais Bordallo compartilhava ideias e

ideais.

211

Neste artigo procura-se refletir sobre a presença de

Bordallo na cidade do Rio de Janeiro, entre 1875 e 1879,

dimensionando sua contribuição por meio da caricatura que,

incontestavelmente, ultrapassa o valor documental de seu

legado. Nos campos técnico e estético, seu experimentalismo

gráfico repercutiria, inspirando o trabalho de novos

caricaturistas brasileiros e portugueses nas décadas que se

seguiram.

Embora o artista tenha permanecido no Brasil por

apenas quatro anos e meio, caracterizando um caso de

imigração temporária, a obra publicada no Rio, dá visibilidade

a percepções específicas e processos comuns a muitos

estrangeiros que se dirigiam ao Brasil em busca da terra

prometida. A realidade vivenciada estava longe de se parecer

com o ideal. Sobreviver no novo espaço urbano significava

adaptar-se ao clima tropical, à insalubridade, aos preconceitos,

além de familiarizar-se com novos costumes, crenças, valores

e normas de comportamento, diferentes da cultura de origem.

Bordallo aludia, com frequência, à questão dos

imigrantes portugueses, o que denota a importância por ele

atribuída ao tema. Suas impressões registradas em litografias

revelam um olhar atento e a consciência crítica das

transformações sociais, econômicas e políticas da Capital do

Brasil nos últimos anos do Segundo Reinado, quando se

aproximava a substituição do regime monárquico pelo

republicano. O artista expôs as relações tensas entre

portugueses e brasileiros na cidade. Segundo José Murilo de

Carvalho (2005, p.79-80), este estado de coisas “possuía uma

venerável tradição no Rio de Janeiro, remontando à época da

Independência e da Regência”, e se intensificou na República,

quando se buscava negar o passado colonial e os portugueses

eram acusados de imobilismo e identificados com o atraso.

212

Procurando abarcar os significados circunscritos pela

caricatura de Bordallo, analisaram-se imagens assinadas por

ele, utilizando preferencialmente, como fontes, as revistas

satíricas O Mosquito, Psit! e O Besouro, em que suas

narrativas visuais foram publicadas no Rio, sendo as duas

últimas fundadas e dirigidas pelo artista.

Tiveram grande valor para esta pesquisa, consultas

empreendidas no acervo do Real Gabinete Português de

Leituras do Rio de Janeiro, nas seções de iconografia e obras

raras microfilmadas da Fundação Biblioteca Nacional. Foram

realizadas, ainda, compilações de imagens e reproduções

fotográficas, a partir de periódicos da Coleção Plínio Doyle, da

Fundação Casa de Rui Barbosa.

As revistas ilustradas da Capital oferecem aos

pesquisadores terreno fértil para estudos de imagem, texto,

técnica e visões de mundo. Nestes veículos de comunicação,

documentos carregados de historicidade, a ilustração era o

componente fundamental, quando ainda estavam indisponíveis

os recursos fotográficos. Nas revistas, a opinião circulava de

forma mais leve e acessível que nos textos dos jornais da

época. As reportagens ilustradas sobre os fatos marcantes da

semana cabiam ao redator artístico que as apresentava de

modo bem humorado em seus comentários gráficos. Bordallo

cumpriu essa função. Dirigia sua lupa a todos os aspectos da

vida política, social ou cultural da cidade e do País. Nada

escapava de ser irreverentemente registrado por seu traço. Nas

alegorias, retratos e charges, apresentou-nos a um Brasil

desgovernado, como trem fora dos trilhos, conduzido

negligentemente pelo Imperador, à mercê das ambições dos

partidos políticos e outros interesses particulares.

Ironicamente, mostrou-nos o Rio de Janeiro como cidade

ambígua e difícil, imagem muito diferente do paraíso

213

idealizado, para onde tantos patrícios se dirigiam em busca de

melhor qualidade de vida.

Julio Cesar Machado (1876, p.28) nos dá algumas

indicações no prefácio do Álbum de caricaturas, frases e

anexins da língua portuguesa, sobre a motivação de Bordallo

para emigrar. Refere-se aos “planos” do artista para deixar

Lisboa e instalar-se no Rio de Janeiro, sinalizando que ele se

sentia insatisfeito com a recepção a seu trabalho em Portugal.

Fig. 1. Bordallo. O Mosquito, Rio de Janeiro, 11.09.1875,

Litografia.

O convite de Manuel Rodrigues Carneiro Junior,

proprietário d’O Mosquito, para que o caricaturista assumisse

a redação artística da revista, tornou realidade o sonho antigo

de viver no “Império d’além mar”. Ao chegar ao Brasil, em

setembro de 1875, Bordallo expressou em auto-caricaturas

214

(Fig. 1) suas primeiras impressões acerca da sociedade

brasileira, o assombro ao descortinar um “país magnífico” e o

conforto de ser calorosamente acolhido por amigos

portugueses, que já viviam na cidade. Entre eles figurava o

maestro Hugo Napoleão. Mais tarde, este grupo de amigos

lusos formaria a República das Laranjeiras.

Assumindo seu lugar na imprensa ilustrada da Corte,

ao lado dos artistas italianos, Luigi Borgomainerio e Ângelo

Agostini, fez parte do grupo dos “3 estrangeiros”, como

ficaram conhecidos. Estiveram à frente dos principais

combates da época, empregando a sátira como arma.

Continuando, imediatamente, a campanha que seu

predecessor, Agostini, vinha empreendo n’O Mosquito, o

caricaturista português pronunciou-se a respeito dos episódios

da efervescente Questão Religiosa, que já se prolongava por

três anos. Em 18 de setembro de 1875, numa charge de página

inteira, mostrou o Imperador, diante do Papa Pio IX, dando “a

mão à palmatória”. As atitudes dos ministros e do clero,

presentes à cena, insinuam o estremecimento das relações

entre Monarquia e Igreja.

As representações de D. Pedro II, em que atributos do

poder legitimam solenemente a autoridade imperial,

contrastam com outras, em que surge como Professor Pedro de

Alcântara, caracterizado como viajante “malas artes ou mala

às costas” 3

, numa crítica severa a suas prolongadas ausências

do Brasil.

A partir de outubro de 1875, Bordallo iniciou n’O

Mosquito o processo de modernização do conteúdo e projeto

3 Expressões usadas por Bordallo Pinheiro para referir-se a D. Pedro

II, encontram-se em No Lazereto de Lisboa. Lisboa: Empresa

Literária Luso Brasileira, 1881, p. 19.

215

gráfico, imprimindo seu estilo às páginas. Modificou a capa e

a diagramação interna. Modernizou o conteúdo, inseriu

anúncios, entre as seções da revista. Renovou a linguagem da

caricatura executando desenhos em traço mais leve e fluido,

delineando narrativas visuais orgânicas que, aos poucos, se

afastavam do enquadramento tradicional. Em 2 de outubro de

1875, na Revista à galope, antecipava o dinamismo dos

desenhos animados, envolvendo os fatos numa tira vibrante e

movimentada que emoldurava a página.

Observa-se que as criações gráficas de Bordallo

refletem sua paixão pelo teatro. Os tipos criados por ele,

dotados de forte apelo expressionista, eram instrumentalmente

eficazes. Trazendo ao centro da cena as falas do povo,

materializadas nas caricaturas, conferiam visibilidade aos

combates políticos e polêmicas culturais.

Um fato curioso, narrado por Herman Lima (1963, p.

890-892) envolve o surgimento de Manel 30 botões, um dos

tipos nascidos no Rio de Janeiro. Consta que o Barão de

Lavradio, irritado, dirigira uma queixa ao Senado contra

alguns estrangeiros, janotas, que faziam fortuna no Brasil, mas

retribuíam a hospitalidade do País que os acolhia, com ofensas

às autoridades. O Barão prosseguia, considerando bem vindos

os portugueses simples que, trajando suas “jalecas de 30

botões e tamancos”, contribuíam com seus braços e seu

trabalho.

O caricaturista sentiu-se diretamente atingido pelo

comentário, por ser imigrante, profissional de imprensa e

manifestar-se criticamente sobre a política e costumes. Como

réplica à alusão contida nas palavras do Barão que, por esse

motivo, mereceu ser repetidamente alvejado por seu lápis, o

caricaturista denunciou o preconceito, mandando fazer, para

seu uso, um jaquetão azul com 30 vistosos botões de

216

madrepérola. Assim vestido, desfilava pela Rua do Ouvidor e

outras do centro da cidade.

Fig. 2. Bordallo Pinheiro. A Colonização. O Mosquito. Rio de

Janeiro, 18.12. 1875. Litografia.

Não satisfeito, desenhou A colonização – Trinta

Botões e sócos (Fig. 2), em que aludia graficamente ao

interesse manifesto por “braços” para o trabalho. Surgiu nesta

oportunidade o Manel 30 botões, que passava a representar o

imigrante português no Brasil. Manel envergava “jaleca” e

“sócos”, o mesmo que tamancos, elementos simbólicos já

atrelados ao estereótipo dos portugueses na cidade.

Encontramos na mesma imagem, assinaladas num registro

raro, tornadas visíveis, as imigrantes portuguesas,

217

representadas como “Rosadas Marias”, simpáticas,

sorridentes, em seus trajes de aldeãs.

Na caricatura, Manel e Zé Povinho eram mediadores e

comunicavam os sentimentos de Bordallo acerca da condição

de imigrante no ambiente urbano. Zé Povinho, provavelmente

a figura mais conhecida da iconografia bordaliana, nascera em

Lisboa, em junho de 1975, n’A Lanterna Mágica. Reaparece

no Brasil, conservando o mesmo ar de eterno espectador que o

caracterizara na imprensa portuguesa. Assim como o Manel,

Zé sofre com as manipulações políticas, negligências e

desmandos das autoridades brasileiras. Ao captar e expor as

tensões entre sonho e realidade nas vivências de Zé e Manel, o

desenhista nos ajuda a resgatar aspectos da presença

portuguesa no Rio de Janeiro.

Zé Povinho estreou na imprensa brasileira em outubro

de 1875, n’O Mosquito. Seu aspecto físico lembra o típico

português da aldeia, entretanto, os elementos simbólicos

contidos na representação apontam para algumas

características comuns aos Zés brasileiros, na atitude crédula

de observador e dificuldade para se mobilizar diante das

instituições políticas, cujo peso carrega às costas. Ainda hoje

se emprega a expressão Zé Povinho quando se quer

caracterizar a desigualdade social, numa referência aos menos

privilegiados. Faz parte do imaginário popular e da tradição

oral brasileira. O tipo do Zé foi atualizado, mudado na

aparência mas, não na essência, nas criações de vários

caricaturistas cariocas do século XX, dando origem a uma

vasta galeria de Zés, dentre os quais destacamos o Zé Povo, de

Raul Pederneiras e o Zé Bocó de K-Lixto.

As dificuldades da vida na cidade do Rio de Janeiro,

causadas principalmente pela necessidade de saneamento,

suscitavam críticas no exterior. O medo da febre amarela, um

218

dos pesadelos da população, evidencia-se nas imagens de

campanhas deflagradas na imprensa. Em comentário gráfico

intitulado Lamúrias4, Bordallo desenhou esgotos abertos,

urubus e carniças. Evocava, assim, as causas ambientais da

doença, protestando contra as razões da epidemia, que se

alastrava em 1876. Diz o texto: “Só há vontade de chorar e

lamentar que a municipalidade durma e o povo morra.”

Fig. 3. Bordallo Pinheiro. O Mosquito, Rio de Janeiro,

8.05.1876. Litografia.

Entre a cruz e a caldeirinha, charge publicada em 8 de

abril de 1876 (Fig. 3), resume as desventuras dos portugueses

que tentavam a vida no Brasil. Zé Povinho observava

4 Bordallo Pinheiro. O Mosquito. Rio de Janeiro, n. 337, 29 jan.

1876.

219

estupefato, enquanto o imigrante luso, indefeso, representado

por Manuel 30 Botões, era disputado pelo Rei D. Luís I, de

Portugal, e o Barão de Lavradio, presidente da Junta Central

de Saúde Pública do Brasil. Prometendo riquezas e comendas,

o Barão pretende seduzi-lo, ocultando a ameaça da febre

amarela. Insinua-se uma advertência sobre o possível malogro

da jornada imigratória, um final trágico, indicado por um

caixão aos pés da devastadora febre.

Em outra oportunidade, a personagem símbolo d’O

Mosquito assume a palavra:

A V. M. dedico esse quadro de desolação: sou

brasileiro e dói-me no fundo d’alma ver os destinos de

minha pátria nas mãos de um Governo que afugenta a

imigração, envergonhando-nos aos olhos estrangeiros! A Europa afasta-se amedrontada do lazarento Brasil.

Caminhem homens de Estado, caminhem! Acabem de

destruir um colosso, que a glória será vossa! (Pinheiro, 1876)

5

Tal apelo vem ilustrado pela representação da morte,

encarregada de contratar colonos, que fogem espavoridos. A

trágica figura alada sobrevoa todo espaço da página

ameaçando, com sua foice, uma família de imigrantes doentes.

Diz a legenda: “Perde o país centenas de colonos”.

Bordallo queixava-se do imenso calor e da falta

d’água. No número de 18 de março de 1876, o Manel 30

Botões questionava, aturdido, alguns conselhos do Barão de

Lavradio sobre a adoção dos hábitos de higiene pessoal como

forma de evitar as doenças que dizimavam a população. Estes

ensinamentos conflitavam com as ruas sujas, a falta d’água em

5 Bordallo Pinheiro. O Mosquito. Rio de Janeiro, n. 339, 2 fev. 1876.

220

pleno verão e valas abertas, condições reais do ambiente

urbano. Manel conclui que a única solução era fugir para as

cidades serranas e, recomenda: “O melhor remédio é

Petrópolis ou Friburgo. Eu vou para lá e V Excia, não

facilite!”.

Fig. 4. Bordallo Pinheiro. O Mosquito, Rio de Janeiro,

8.04.1876. Litografia.

Procurando solucionar o problema, a seu modo, Zé

Povinho fazia propaganda das virtudes farmacêuticas do vinho

do Porto (Fig. 4) contra a febre amarela. O temível flagelo

seria definitivamente debelado, apenas vinte anos mais tarde,

graças aos esforços da gestão do Prefeito Pereira Passos e à

221

campanha empreendida pelo sanitarista Oswaldo Cruz – uma

outra história, fartamente documentada pelas caricaturas.

Vitimado pela febre amarela, o próprio Bordallo

referiu-se espirituosamente à experiência: “Vi-lhe a cor, mas

não lhe senti o gume da foice. Os meus sinceros

agradecimentos à febre”6. Enquanto se recuperava, afastado

temporariamente de suas funções, soube que Ferreira de

Meneses, redator dos folhetins do Jornal do Comércio, dirigira

críticas ácidas aos “caricaturistas estrangeiros”, devido a uma

charge considerada ofensiva ao Duque de Caxias. Os artistas

italianos defenderam-se em suas revistas. Bordallo Pinheiro

fez o mesmo n’ O Mosquito, em 12 de fevereiro de 1876:

Desde logo dirigir-me-ia a V Excia se a enfermidade que acabo de debelar não me houvera

contrariado o intuito. (...) A estima pública, à custa de

sacrifícios inúmeros conquistada palmo a palmo, não

será para o artista uma propriedade digna de respeito? (...) É tanto mais, quando o artista vitimado, sobre ser

caricaturista, trabalha em terras que não as do seu

berço.

Declarando-se conhecedor da hospitalidade verdadeira

e amiga da sociedade brasileira, considera injusto e

preconceituoso o julgamento do folhetinista sobre seus

trabalhos: “Medite-os V Excia e verá, mais uma vez, quanto

foi leviana a condenação em massa de todos nós, os

caricaturistas estrangeiros”.

6 Bordallo fala sobre esta e outras experiências vividas durante os

anos em que residiu no Rio de Janeiro em: No Lazareto de Lisboa.

Lisboa: Empresa Literária Luso Brasileira, 1881.

222

Este fato aponta a necessidade de lidar com o

preconceito como preocupação constante na vida dos artistas

imigrantes. Era, contudo, mais difícil resistir à febre amarela

que, embora tenha poupado Bordallo, tirou a vida do

caricaturista italiano Luigi Borgomainerio. Em 30 de março de

1876, Bordallo Pinheiro registrava n’O Mosquito, consternado,

o falecimento do artista, em conseqüência da epidemia,

dedicando “à memória do querido mestre e amigo” uma

página de homenagem.

Encerrando a publicação d’O Mosquito em 1877,

Bordallo lançou O Psit!, que, em três meses de curtíssima

existência, priorizava as artes e outros temas culturais. Para

este hebdomadário cômico criou personagens-tipo que

sintetizavam as ambiguidades sociais e culturais do Rio de

Janeiro. Psit e Arola representavam o bairro chic de

“Botafogo” e a pobreza do “Canal do Mangue”. Psit

personificava o janota, de casaca engomada e monóculo,

refinado nas maneiras, expressava-se com traços delicados de

lápis litográfico e encarregava-se da crônica sobre a fina-flor

da sociedade. Arola, desajeitado e grosseiro, lembrava o

aspecto do Zé Povinho. Sujo de graxa, manejava o “crayon”

de forma ameaçadora, misturava-se à multidão quando era

preciso, ouvia o povo nas ruas, confidências “às portas das

cozinhas” ou de “cocheiros e lacaios”.

Bordallo entrava em contato com os problemas

cotidianos e rotinas das ruas. Estreitava os laços com a cidade

assumindo a perspectiva do imigrante. Buscando a

proximidade dos comerciantes patrícios do centro do Rio de

Janeiro, dava visibilidade e reforçava essa presença, tendo a

cidade como pano de fundo. Em 31 de janeiro de 1877,

desenhou-se de pé à porta de um armazém: Ao Mosquito Secos

e Molhados (Fig. 5), estabelecimento comercial semelhante a

223

muitos da capital brasileira, cujos proprietários eram, em geral,

portugueses.

Fig. 5. Bordallo Pinheiro. O Mosquito. Rio de Janeiro,

31.03.1877. Litografia.

224

Dizia o texto que acompanhava a imagem:

[...] temos a honra de anunciar-lhes que estamos ricos!

Vamos estabelecer-nos convidando desde já os nossos

assinantes a fornecerem-se de nossa casa. A manteiga, a banha, e demais gêneros serão envolvidos em

números desse semanário, tornar-se-á assim mais

cômodo, coerente e útil. Haverá liquidações todos os

sábados.7

Apresentava o jornal O Mosquito como espaço de

sociabilidade onde os leitores podiam abastecer-se de

especialidades variadas. Ampliava-se a ironia com sua própria

imagem repetindo atitudes habituais dos comerciantes

patrícios, a seu modo, afirmando-se português na capital

brasileira.

Meses depois, no Psit!, publicava uma História da

Chouriçada, explicando ao colega Ângelo Agostini, da Revista

Ilustrada, que passava a representar, no Brasil, a “acreditada

firma Vale e Silva, exportadores de carne ensacada e toucinho

da Província do Alentejo, do Reino de Portugal, Algarves e

Ilhas adjacentes”. Anunciava, ainda que executava, à vontade

do freguês, “retrato a óleo, crayon, lápis” e “por desfastio,

algumas caricaturas”. A propósito destas páginas, Agostini

lançou-lhe suas farpas, iniciando-se entre os dois, longo

desentendimento, um combate restrito a ofensas lançadas em

forma de caricaturas.8

7 Bordallo Pinheiro. O Mosquito. Rio de Janeiro, n.408, 31 mar.

1877. p.8 8 Sobre esta polêmica ver Monteiro Lobato, A caricatura no Brasil.

In: Idéias de Jeca Tatu. São Paulo: Revista do Brasil, 1919; ver

ainda: Antonio Cagnin. Bordalo x Agostini:“nestas mal tratadas

intrigas” In: Catálogo da Exposição Rafael Bordalo Pinheiro: o

português tal e qual. O caricaturista. São Paulo: Pinacoteca do

225

Última das publicações editadas por Bordallo, O

Besouro (1878-1879) alçava o primeiro vôo, em abril de 1878,

avisando na primeira capa: “Começamos a zumbir!” Assumia

tom político e revolucionário: “O Besouro tem uma legião de

inimigos: os vícios. E uma só arma: a gargalhada (...) A

gargalhada é a Revolução”. Entre os redatores, figurava o

jornalista José do Patrocínio (1854-1905), que ficaria

conhecido como Tigre da Abolição, por sua atuação na

campanha abolicionista. Patrocínio aparece junto a Bordallo,

na página de abertura, sobre enorme besouro, a sobrevoar a

Baía de Guanabara.9 Demonstraram compreender as

implicações éticas da militância na imprensa, em especial, por

meio das imagens humorísticas, temidas pelo poder, na

medida em que o povo as apreciava e compreendia com

facilidade.

Em 14 de dezembro de 1978, n’O Besouro, em

litografia intitulada Abertura das Câmaras (Fig. 6), surgiu o

"fagundes”, mais um tipo bordaliano criado no Brasil. Com o

nome propositalmente grafado em minúsculas pelo autor,

"fagundes”, um político oportunista e incompetente, constituía

uma representação instrumental para alfinetar a política do

Império. Indicando a multiplicação da mediocridade por meio

dos muitos “fagundes”, todos semelhantes fisionomicamente,

o caricaturista ridicularizou, em vários exemplares da

publicação, suas “fagundices” e “pensamentos fagúndicos”!

Estado, 1996. A querela é mencionada, ainda, por: Marcus Tadeu

Daniel. A arte de alfinetar. Nossa História. Rio de Janeiro, n. 30, p.

70-74, 30 abr. 2006. 9 A aludida litografia de Bordalo estampou-se n’ O Besouro. Rio de

Janeiro, 6 jan. 1878.

226

Fig. 6. O Besouro, Rio de Janeiro, 14.12.1877. Litografia.

Semanalmente debatiam-se n’ O Besouro, questões

ligadas à escravidão, às fragilidades da Monarquia, à situação

dos imigrantes, à pobreza cultural do povo. Ao lado de

Patrocínio, Bordallo procurou atualizar o debate ibérico,

recriando-o na imprensa da Capital da Corte. Afirmara certa

vez, n’O Mosquito: “não há manifestação artística sem

finalidade moral.”10

Justificou esta crença em “Páginas Tristes,

Cenas e aspectos do Ceará”, litografia criada para a capa d’O

Besouro, em 20 de julho de 1878, reproduzindo, com

fidelidade, originais fotográficos remetidos por José do

Patrocínio. Havia urgência em comunicar as condições

precárias em que se encontravam os brasileiros vitimados pela

seca prolongada do nordeste e, apontar a negligência das

10 O Mosquito. Rio de Janeiro, 12 fev. 1876.

227

autoridades a respeito. Possivelmente fez-se uso da fotografia,

pela primeira vez, como instrumento de denúncia, em

periódico da imprensa do Rio de Janeiro (Andrade, 2005,p.13-

14)

Fig. 7. O Besouro, Rio de Janeiro, 1.6.1878. Litografia.

Era impossível para Bordallo ficar indiferente às

causas humanitárias e desmandos políticos. A participação e a

veemência dos comentários gráficos ensejavam, algumas

vezes, reações adversas. As publicações, disputadas e bem

recebidas pelo público leitor, granjeavam a antipatia dos

conservadores e políticos, ameaçados pela visibilidade

reveladora do desenho humorístico.

228

N’ O Besouro de 1 de junho de 1878, numa página

intitulada Insídias contra nós, caricaturistas (Fig.7), Bordallo

lamentava:

Caminhamos todos, os do lápis, sobre alfinetes,

para sermos justos, único fim a que visamos. Em

política – se atacamos os conservadores – riem os liberais e acham-nos razão. Se atacamos os liberais

riem os conservadores e acham-nos razão (...) Agora

uma explicação: não estamos filiados a nenhum partido; se o estivéssemos não seríamos decerto

conservadores nem liberais. A nossa bandeira é a da

verdade.

Várias razões motivaram a volta de Bordallo Pinheiro

para Portugal em 1879. Dentre elas, a repercussão da querela

com Agostini, que afetou o prestígio d’O Besouro, resultando

no fechamento do periódico. Os ataques mútuos desferidos em

cartas desenhadas, veiculadas pelas respectivas revistas,

inseriam-se na questão mais ampla do antilusitanismo. No

acirramento da disputa, Agostini lançara mão da representação

visual do português, de calças arregaçadas e tamancos, para

hostilizar o adversário.

Além deste fato, Bordallo foi vítima de dois

atentados, no início do ano de 1879. Os episódios, dos quais

escapou ileso, ocorreram à noite, nas ruas próximas a sua

residência e, estão descritos por ele, detalhadamente, em

caricaturas, no “pequeno memorial” intitulado No Lazareto de

Lisboa.11

Foram, possivelmente, “atentados não só decorrentes

11 Além da narrativa gráfica do próprio caricaturista em: No

Lazareto de Lisboa. Lisboa: Empresa Literária Luso Brasileira,

1881, p. 18, o episódio foi narrado por Herman Lima (1963. p.

892).

229

de sua ação política, como de certo jacobinismo dum grupo de

exaltados.” (Lima, 1963, p.892).

Regressando a Portugal, o caricaturista levava,

segundo suas próprias palavras, “alguns macaquinhos no

sótão” e, “em vez de ‘contos’, muitas histórias para contar e

experiência para guardar”. Avaliava, assim, o amadurecimento

profissional proporcionado pelo difícil aprendizado na

“academia” da Rua de Ouvidor, onde funcionaram as redações

de seus periódicos. Referiu-se afetuosamente aos amigos que

deixava ao se despedir da cidade: “Parto enviando um abraço

saudoso aos amigos!”12

Vinte anos mais tarde, em 1899, o artista português

voltou ao Brasil para a exposição de suas cerâmicas de Caldas

da Rainha. Foi recebido com carinho por todos. Deixou no

Brasil a Jarra Beethoven, hoje incorporada ao acervo do

Museu Nacional de Belas Artes, no Rio de Janeiro.

Embora a partida de Rafael Bordallo Pinheiro tenha

interrompido sua participação na imprensa da Capital

brasileira, as experiências de vida do imigrante, do artista

gráfico, do jornalista, permanecem em suas litografias. O

exemplo de sua obra inspirou o estilo das revistas ilustradas e

o trabalho de jovens artistas nos anos que se seguiram. Após

sua passagem, sem dúvida, a imprensa satírica do Rio de

Janeiro não seria mais a mesma.

12 As avaliações de Bordallo Pinheiro mencionadas neste parágrafo,

foram escritas e ilustradas em: No Lazareto de Lisboa. Lisboa:

Empresa Literária Luso Brasileira, 1881. O livreto foi produzido

durante sua permanência forçada, em quarentena, na instituição.

230

Referências:

Fontes:

O Besouro, Rio de Janeiro: Typ. de G. Leuzinger & Filhos, 1878 a 1879.

O Mosquito, Rio de Janeiro: Typ. Fluminense; Typ. Da Gazeta

de Notícias, 1876 a 1877.

O Mosquito, Rio de Janeiro: Typ. de Almeida Marques & C.

R., 1877.

No Lazareto de Lisboa. Lisboa: Empresa Literária Luso

Brasileira, 1881.

Psit !!!, Rio de Janeiro: Lith. A Vapor Ângelo & Robin, 1877.

Bibliografia:

ANDRADE, Joaquim Marçal Ferreira de. Do gráfico ao foto-

gráfico: a presença da fotografia nos impressos. In:

CARDOSO, Rafael (Org.). O design brasileiro antes do

design: aspectos da história gráfica, 1870-1960. São Paulo:

Cosac Naify, 2005, p. 13-14.

CARVALHO, José Murilo de. A formação das almas: o

imaginário da República no Brasil. São Paulo: Companhia das

Letras, 2005, p. 79-80.

231

FRANÇA, José-Augusto. Rafael Bordalo no Brasil. Colóquio

Artes. Lisboa: Fundação Caluste Gulbenkian, n. 38, set. 1978,

p. 3-15.

LIMA, Herman. História da Caricatura no Brasil. Rio de

Janeiro: José Olympio, 1963.

LOBATO, Monteiro. A caricatura no Brasil. In: Idéias de Jeca

Tatu. São Paulo: Revista do Brasil, 1919.

MACHADO, Julio Cesar. Profácio. In: Album de Caricaturas

Frases e anexins da língua portuguesa. Lisboa: Tipografia

Editora de Matos Moreira e Cia., 1876, p.3-30.

RIBEIRO, Marcus Tadeu Daniel. A arte de alfinetar. Nossa

História. Rio de Janeiro, n. 30, 30 abr. 2006, p. 70-74.

232

Causas y factores

posibilitadores del

proceso migratorio en

el discurso de los

emigrantes: los gallegos

en Cuba en la primera

mitad del siglo XX

233

Causas y factores posibilitadores del proceso

migratorio en el discurso de los emigrantes:

los gallegos en Cuba en la primera mitad del

siglo XX

José Antonio Vidal Rodríguez1

En este artículo voy a tratar de resaltar, a través de

diferentes tratadistas del siglo XIX y XX y de testimonios

orales de inmigrantes gallegos en Cuba, como además de las

causas económicas, actuaron también, y con frecuencia

decisivamente, otros factores de tipo sicosocial en la decisión

migratoria de muchos de los gallegos que emigraron a Cuba en

la primera mitad del siglo XX, sin las cuales nunca se

hubiesen decidido a abandonar sus hogares. Hecho que bien se

podría hacer extensivo a muchos otros movimientos

migratorios del pasado y del presente.

La miseria del campesinado gallego era para los

escritores y tratadistas regionalistas y nacionalistas gallegos

del siglo XIX y primer tercio del siglo XX la causa principal

de la emigración masiva de sus paisanos en el último tercio del

siglo XIX. Para el galleguista M. Marfil (A Nosa Terra 1908:

p. 2), de Galicia: “solo sale el menesteroso, el necesitado, el

pobre, el que se halla sin energías ni esperanzas”. Pues bien, la

necesidad es también uno de los motivos más frecuentes que

aducen muchos de los entrevistados que emigraron a Cuba,

1 Licenciado en Antropología Americana y Doctor en Historia y

miembro del Seminario de Fuentes Orales de la Universidad

Complutense de Madrid.

234

como José que dejó su empobrecida aldea natal del municipio

orensano de Parada de Sil en 1949:

Yo vine por las necesidades que había allí. Yo

vivía en una aldea que no tenía más que campo, y el campo allí daba muy poco. La vida allí estaba muy

mal; no se podía comer, no se podía vestir. Teníamos

muy pocas tierras, y muy malas; aquello es un desfiladero que eso es tremendo, aquello da miedo. Al

lado del río, un poco de vino, en las lomas del

desfiladero un poco de castaño, y arriba, ya en el

pueblo, lo poco que se podía arar y los prados para los animales. ¡Figúrese usted! En esos años cuarenta se

vivía muy mal, el pan no se veía ni por asomo”. (E #

71. Santa Clara, 5/5/98)

Según sostenía en 1930 el nacionalista Vicente Risco,

sólo emigra “o que non tén senón un modo de vivir

insuficiente ou modestísimo (...). Todos, absolutamente todos

os que emigran, pretenden mellorar de fortuna” (1976: 62).

Esta es la misma razón por la que Ramón, campesino de

Castrelo de Val, afirma haber emigrado a la isla en 1919:

¡Figúrese! Yo vine a Cuba por el instinto de

mejorar. Porque yo soy de una familia, no pobrecitos,

pero pobre; agricultores de una aldea y ese negocio. Y

como vino muchísima gente de la aldea, yo me animé

también (...). Yo me recuerdo que mi padre me

escribía cuando la revolución española: -Aquí no

quedamos más que los ancianos y los niños, porque la

juventud emigró toda. (E # 42. Las Tunas, 31/7/99).

Una de las principales causas de la miseria de los

labriegos gallegos fue “la extrema subdivisión de la tierra”

235

existente en la mayor parte del agro gallego. Así lo sostenía

también el anarquista Ricardo Mella (1934:2934) y algunos

entrevistados como Antonio de Nogueira de Ramuín:

Mis padres eran campesinos pobres, vivían de la tierra (...). En Nogueira de Ramuín hay mucha

tradición de paragüeros y afiladores (...). Allí hay poca

tierra y está muy dividida y no daba para vivir. Nosotros éramos cinco hermanos … y la herencia la

tuvimos que dividir entre los cinco. A mí me tocaron

cinco parcelas de tierra, y a mis hermanas las mismas. La tierra producía lo necesario para vivir; se

cosechaban castañas, la patata, las legumbres, el maíz

y lo necesario para vivir justito, por eso se hacía

necesario salir en la época que se acaban las cosechas, para sacar algunas pesetas para comprar otras cosas,

como la ropa, el calzado y los productos de la tienda.

Y por esa situación tuve que venir a trabajar a Santa Clara. (E # 79. Santa Clara, 2/5/98).

Pero, la herencia igualitaria entre los hijos no era

norma general en toda Galicia. También la tradición de dejar

al hijo mayor toda la propiedad, arraigada en ciertas comarcas

del centro y este de la provincia de Lugo, parece que indujo a

muchos jóvenes campesinos desheredados a emprender el

trayecto migratorio hacia Cuba. Este fue el caso de la familia

de Aurora de Palas de Rei, que emigró a la isla debido a que el

cabeza de familia había quedado sin herencia familiar:

Mi mamá se casó con mi papá que era hijo de

labradores fuertes y ella era pobre, y usted ya sabe

cómo era eso allí. El que se quedó con la casa y las tierras fue el hermano mayor de mi papá y nosotros

nos quedamos pobres. Éramos cinco hermanos y para

que pudiéramos vivir mejor mi mamá decidió venir a

236

Cuba con mi hermana mayor para trabajar y

mandarnos los ahorros. Luego vinimos los demás. (E #

23. La Habana, 10/2/98).

No obstante, además de estas causas económicas, los

testimonios de los inmigrantes entrevistados aducen con

frecuencia motivaciones de tipo social, familiar, sicológico o

estrictamente personales. La huida del servicio militar fue la

causa más frecuente entre los hombres jóvenes a la hora de

decidirse a emigrar antes de 1928, tratando así de escaparse de

la movilización al conflicto marroquí. Por lo general la

decisión era colectiva, entre un grupo de mozos de una misma

parroquia o comarca rural. Unos arrastraban a otros ante la

angustia de ser destinados al frente marroquí, y de perder así

los mejores años de la vida improductivamente, o incluso la

propia vida, cuando su pobre economía familiar más

necesitaba su contribución laboral:

Yo me embullé por el servicio. Tenía que ir al

servicio, y de aquella había guerra en Marruecos, que

morían muchos soldados españoles, porque a los

españoles no nos dejaban matar moros, había que civilizarlos (…). Yo de aquella sólo tenía dieciséis

años, pero si aguardaba a tener dieciocho o diecinueve

ya entraba en quintas. De aquella los jóvenes no queríamos hacer el servicio militar, sobre todo los

pobres, los del campo, porque los ricos, esos iban para

la capital, pero a los que estábamos en Galicia y eso

nos mandaban para Marruecos. Así que le dije al viejo: -“Yo no voy para Marruecos, me voy para

Cuba”. Vinimos como ocho o diez muchachos,

vecinos míos, todos los quintos de allí. (E # 100. Morón, 3/12/97).

237

No todos los prófugos fueron empujados por la

situación de miseria de sus familias, algunos de ellos, como

Antonio de Pontedeume, pertenecían a familias con un cierto

desahogo económico, quienes sin la inminente amenaza del

servicio militar en Marruecos difícilmente hubiesen iniciado

su trayecto migratorio:

En 1920 me vine con unos jóvenes conocidos de

Puentedeume (...). Yo lógicamente no tenía necesidad,

porque teníamos muchas tierras para trabajar. Nosotros sembrábamos de todo, teníamos un hórreo y

se llenaba todos los años. Vivíamos muy bien, en una

casa muy linda, con una parra de uvas, y por el centro

de la finca pasaba el camino real (...). Pero yo vine huyéndole al servicio militar. Antes de cumplir los

veinte años yo salí de España, porque si no me tocaba

el servicio, y tenía que ir donde ellos querían. (E # 98. Sagua la Grande, 5//5/98).

El conflicto marroquí terminó en 1927 con la

detención de Abdelkim. A partir de entonces, y a los largo del

período republicano, fueron remitiendo las huidas

transatlánticas de prófugos. De modo que la mayoría de los

jóvenes quintos decidieron cumplir con sus deberes militares.

Con todo, ni las condiciones económicas ni tampoco la

objeción al servicio militar fueron las causas exclusivas de la

decisión migratoria. La pobreza era común a la mayoría de los

campesinos gallegos hasta la segunda mitad del siglo XX, sin

embargo, no todos emprendieron el camino de la emigración,

y de los que emigraron no todos tuvieron el mismo destino. La

decisión de emigrar y la elección de país de destino

dependerán en muchas ocasiones de la influencia determinante

de los vecinos y familiares retornados. Frecuentemente la

pretendida inducción procedía de los amigos o vecinos

238

emigrados, quienes con sus historias, más o menos fantásticas,

animaban a emigrar a los jóvenes sin expectativas de futuro,

como le ocurrió a María de A Estrada:

Me animé a venir a Cuba porque allá trabajábamos

mucho. Yo salía al jornal ya de chiquitica. Yo tenía

diez años y ya salía a trabajar en el campo. A mí me

buscaban para trabajar porque yo era una muchacha

que trabajaba sin mirar. Y entonces, tanto trabajo, y

siempre luchando, y me empezaron las amigas a

embullar porque algunas venían para acá de visita. Así

que yo me decidí también a venir. Y me dijo mi

mamá: -“Mi hija, tu quieres irte y yo no quiero quitarte

la idea. Vete. A ver si tienes más suerte que aquí”. Y

me fui y más nada. Me vine con esas tres amigas, una

ya estaba en La Habana trabajando, fue la que nos

animó. (E # 12.La Habana, 6/4/98).

Cuando las historias más o menos fantásticas de

amigos y vecinos no eran capaces de animar a los menos

ingenuos, la presencia del emigrante triunfador, el indiano, en

la comarca hacía fantasear a muchos jóvenes campesinos; a

pesar de que muchas veces su pretendida riqueza fuera pura

fantasía. Aún así, fueron muchos los jóvenes gallegos

empujados a Cuba por el ejemplo y la emulación de algún rico

indiano retornado a sus contornos. Así, de Justo Díaz

Rodríguez, natural de Becerreá, uno de los inmigrantes

gallegos más ricos de Cuba a mediados del siglo, cuenta el

libro Españoles en Cuba que emigró a la isla empujado por el

ejemplo de un afortunado emigrado del pueblo vecino de

Triacastela, quien en 1909, cuando Justo era un pastor

huérfano de 19 años, regresó a su aldea natal después de haber

239

amasado una cuantiosa fortuna en Perico (Matanzas),

difundiéndose la noticia por toda la comarca, llegando incluso

a su aldea de Guilfrey. Justo acudió a la fiesta que el rico

indiano dio a sus paisanos en su aldea, y:

... aprovechando la euforia del acontecimiento, el joven pastor, audaz y emprendedor, visitó al recién

llegado, exponiéndole sus anhelos de trasladarse con

él a Cuba, pues al igual de muchos de sus compatriotas vislumbraba en la Perla de las Antillas un ambiente

propicio a la realización de sus sueños (…) Al

emprender este viaje que colmaba sus ilusiones, don Justo, que tenía a la sazón 19 años, acariciaba el sueño

de volver rico un día a su pueblo y de asegurar la

felicidad de su bondadosa madre y de sus hermanos.

(Monge Muley 1953: 276) Don Justo emigró a Cuba protegido por este indiano

vecino, y tras varios años de penalidades y fracasos

económicos logró construir un imperio comercial e

inmobiliario en Elia (Camagüey), regresando como triunfador

a su aldea en 1925, reproduciendo el espejismo del indiano

que 16 años antes le había empujado a emigrar:

Al llegar a Becerreá alquiló un caballo para transportar sus equipajes hasta su aldea natal de

Guilfrey. (…) se desbordó la alegría en el pueblo por

tan grata sorpresa, congregándose todos los habitantes para felicitarle y darle la bienvenida. Al mes de su

llegada, obsequió a todo el vecindario del pueblo con

una magna fiesta que principió con una misa solemne en la Iglesia Parroquial. Se celebró una procesión a los

acordes de una banda de música, y durante tres noches

consecutivas se prolongó el festejo con toda clase de

diversiones y bailes. Careciendo Guilfrey de alumbrado eléctrico tuvo don Justo el acierto de hacer

instalar una espléndida iluminación al estilo

240

veneciano, con típicos farolillos verbeneros”. (Monge

Muley 1953: 276).

Sin duda estos fastos indianos empujaron a otros

jóvenes de la comarca de Becerreá a emigrar a la Perla de las

Antillas. Todavía a principios de los años cincuenta, la llegada

a la comarca de uno de los emigrantes triunfadores con toda la

parafernalia del indiano enriquecido -gran coche americano,

trajes impecablemente blancos y prendas de oro- era capaz de

convencer hasta a los más escépticos de que el oro corría por

las calles y campos de la isla, como cuenta el actual presidente

de la Beneficencia Gallega, natural de esa misma comarca

lucense:

La mayoría de los de Lugo procedían de las zonas

de Vivero, Villalba, Chantada ... Unos embullaban a

otros. Venía uno de una aldea, escribía que le iban

bien las cosas y embullaba a otros familiares y

vecinos, y así unos iban animando a otros. Este ha sido

uno de los errores que ha traído la emigración

española a este país. Sobre finales de los años 40 y

principio de los 50 comenzaron a regresar algunos

como turistas, de visita, y a llevar algunos sus carros,

que por esa época se les decía por las aldeas haigas. Y

claro, usted llegaba con esos carros, todo poderoso, a

su pueblo y por su presencia los demás calificaban a

los emigrantes de ricos; los americanos o cubanos les

decían entonces. Aunque de cincuenta que se habían

ido de la aldea a Cuba sólo regresara uno rico.

Entonces qué sucede, que venía la ilusión, porque en

Galicia todo el mundo se creía que era llegar aquí y

hacerse rico, y eso no era así. Para hacerse rico había

241

que trabajar mucho, ahorrar mucho y pasar muchos

años, porque usted empezaba aquí a cero,

primeramente tenía que aclimatarse, tenía que tener un

punto de apoyo. (E # 6. La Habana, 25/10/97).

Efectivamente, la mayoría de los que regresaron lo

hicieron derrotados, sin dinero, pero con muchos cuentos

fantásticos sobre las riquezas y bellezas de la isla y con la

vestimenta urbana y tropical que utilizaban los domingos para

asistir a las romerías y bailes de salón de las asociaciones

regionales, que con el tiempo se convertían en harapos de la

nostalgia cubana. Estos indianos de sainete influirán con sus

atavíos habaneros y sus fantásticas y exageradas historias en la

decisión de migrar de muchos jóvenes incautos y

desesperados. El escritor cubano, nacido en Galicia, Lino

Novás retrata magistralmente al “habanero” derrotado cuando

describe a las personas que le fueron a despedir la víspera de

su partida hacia Cuba en 1910:

Era un hombre flaco, alto y encorvado de hombros, con largos bigotes largos y lacios. Vestía un traje de

dril sucio y raído, con cuello de celuloide abierto,

semejante a una corteza de árbol seco. En la cabeza

traía un sombrero de pajilla y por debajo de él se le salían largas y veteadas quedejas grises. El hombre

caminaba arrimado a un bastón tallado, y se quebraba

al hacerlo por más debajo de la cadera. Al hablar lo hizo en castellano, con una voz forzada y sonora

(1990: 130).

Este deslumbramiento ante el éxito del emigrante

triunfador se produjo incluso en casos en que la necesidad de

emigrar no era tan acuciante. De este modo, algunos de los

entrevistados afirman que su decisión de emigrar a Cuba fue

242

generada más por las historias fantásticas de los retornados

que por su extrema precariedad familiar. Así lo testimonian

Bernardo de Mesía:

Yo vine por un embullo. Me embulló un hombre, de un pueblo colindante, un hombre que había estado

aquí, que era incluso capataz. Me embulló, y entonces

me vine para Cuba con él. Incluso vino un pariente de nosotros también que era contratista de obras públicas

y le dijo a mi padre: -“¡Déjalo conmigo de socio!

Tiene que depositar 40.000 pesetas”. Y entonces le dijo mi papá: -“Lo que Ud. Quiera”. Pero yo le dije

que no, que no me iba por dinero. Y entonces le dije a

mi papá: -“Papi, si usted no me da permiso, yo me voy

por la libre”. El embullo de muchachos. De aquella a los jóvenes nos embullaban con cuentos de caminos.

(E # 48. Camagüey, 7/12/97).

Aún así, cuando los “cuentos de indianos” no

conseguían convencer totalmente a una gran parte de los

campesinos, comenzaban a actuar los agentes a sueldo de las

compañías navieras, de las empresas mineras y de la

Asociación de Fomento de la Inmigración de Cuba. A partir de

principios del siglo XX comenzaron a arribar a la isla no pocos

gallegos enrolados por los ganchos enviados a algunas

comarcas de Galicia por las compañías norteamericana

Ponupo Manganese Company y The Spanish Américan Iron

Company para trabajar en las minas de Daiquirí, Firmeza y el

Cobre, situadas en la provincia cubana de Oriente, cerca de

Santiago. Para la captación de mano de obra, estas compañías

se valieron de la intermediación de consignatarios de algunas

comarcas del interior de Galicia, preferentemente de las

provincias de Ourense y Lugo, que desde la última década del

siglo XIX habían comenzado a aportar grandes contingentes

243

de emigrantes. Pero, lejos de encontrarse con esas

prometedoras condiciones laborales, de vivienda y

manutención, los incautos emigrantes tuvieron que soportar

condiciones laborales de casi esclavismo, aislados en sus

poblados de barracones de la vida cotidiana de la sociedad

cubana y sometidos a la estricta disciplina laboral de la

compañía y de la Guardia Rural a su servicio.

Pero la gravedad del estado en que se encontraban sus

paisanos, noticia que llegaba desde Cuba a través de los

testimonios de los retornados y de algunos artículos de la

prensa española de la Habana, era opacada por engañosas

campañas de prensa financiadas por diferentes compañías

colonizadoras y mineras a través de la sociedad de Fomento de

la Inmigración, constituida por la patronal cubana, y aprobado

bajo la iniciativa de Orestes Ferrara, por el parlamento cubano

el 18 de mayo de 1912. Éstos agentes reclutadores no sólo

estaban al servicio de las grandes empresas cubanas, sino que

también ejercían como agentes intermediarios de las

concesionarias navales, y cuya tarea era reclutar el mayor

número de pasajeros para los buques que éstas representaban,

sobre todo jóvenes reclutas:

La emigración grande de gallegos vino a mediados del siglo pasado. Mi abuelo vino en el siglo pasado, a

cortar caña (...), aunque se fue al poco tiempo para

allá... Mi padre vino después, porque entonces iban para allá unos cuantos contratistas a embullar a los

muchachos de allá a venir a Cuba a trabajar, porque a

los muchachos los querían sacar de allí sus padres por lo de la guerra de Melilla. Entonces iban esos famosos

contratistas y los sacaban, bajo cuerda... Mi papá me

contaba que entones en su pueblo había unos

contratistas que sacaban a los muchachos por cierta cantidad de dinero, para que los dejaran montar en el

244

barco para irse a Cuba. En la familia de mi papá eran

seis varones y los seis se fueron de España embullados

por esos contratistas. (E # 122. La Habana 1/9/98).

Estos “contratistas”, o “ganchos” o “garroteros”, como

también eran llamados, junto a su labor de atracción de

candidatos a emigrar hacia las oficinas de determinadas

concesionarias de compañías navieras, trataban de conducir a

sus azorados clientes a ciertas fondas y pensiones del puerto

de embarque con el fin de obtener una comisión de los

posaderos. En muchas ocasiones los agentes clandestinos eran

los propios hosteleros:

Los ganchos esos, eran los agentes que había cerca

del puerto, que tenían su busca allí. Por lo regular, la

mayoría tenían casas de huéspedes. Entonces los emigrantes iban a parar a su casa los días esos. Yo

estuve allí y lo vi. [E # 1. La Habana, 24/11/97].

Muchos tratadistas sobre la emigración gallega han

apuntado como una de sus causas principales el metafísico

“afan de aventura” de sus paisanos, sin embargo sólo hemos

recogido un testimonio que sostiene ese pretendido afán de

aventura de la juventud como desencadenante de su decisión

de emigrar a Cuba, el de un marinero de la ría de Vigo,

Severino, que, junto con otros jóvenes compañeros, decidió

quedarse en Santiago de Cuba, después de la escala en su

puerto del cablero británico en el que navegaban durante la

Segunda Guerra Mundial:

En 1941 yo andaba embarcao en un cablero inglés,

donde me metió mi suegro, y entonces llegamos a

Santiago, y unos cuantos nos embullamos a quedarnos; otros dos y yo, el espíritu de la juventud.

245

Uno de los que se quedó nos embulló a todos. Aquí no

teníamos a nadie, nos quedamos a la aventura. (E # 75.

Boniato, 10/3/98).

Pero, si para gran parte de los varones entrevistados la

causa de su decisión migratoria oscila entre las necesidades

económicas, la huida del servicio militar, la inducción y la

emulación del indiano, para muchas de las mujeres fue el

cuidado de un familiar establecido en Cuba o la reagrupación

familiar lo que las movilizó a la isla. De manera que, un

número importante de mujeres entrevistadas aseguran que no

llegaron a Cuba para trabajar sino más bien para ocuparse de

la casa de algún familiar sin hijos, de hacerles compañía, o

simplemente para visitarlos durante una temporada, aunque al

final nunca retornaron a Galicia:

Llegamos el 10 de marzo de 1948, yo iba a cumplir

16 años. Yo vine con mi mamá, porque a mi tío se le

había muerto la señora, y tenía dos hijos. Entonces él quería que una hermana suya le ayudase a cuidar su

casa por un año. Entonces escribió a la hermana más

joven para saber si nosotros vivíamos, pues desde la guerra no tenía noticias nuestras (...). Entonces mis

abuelos pensaron en mi mamá, que estaba viuda ya

(...). Y vinimos junto a mi tío. Yo no lo conocía, él llevaba treinta y pico años en Cuba y ya había perdido

el contacto con la familia. Tuvo ese problema y fue

que escribió. (E # 78. Santa Clara, 4/5/89).

No obstante, bajo la cobertura de hacer compañía a

algún familiar masculino, en muchas ocasiones estas mujeres

eran llamadas para servir de criadas a sus propias familias:

246

Aquí el padre, el tío o el hermano mandaba llamar

a la hija, la sobrina o la hermana para que viniera a

cuidarle, es decir ya venía como sirvienta de su propia familia, era la servidumbre casera; que mientras sus

familiares hombres trabajaban, ella atendía la casa e

inclusive criaba los hijos de ese tío o hermano. Era verdaderas criadas de la familia, y por lo general no se

casaban. (E # 7. La Habana, 28/10/97).

Esto es lo que le sucedió a Carmen, hija de unos

tenderos de Meira, que llegó a La Habana en 1930:

Yo misma me embullé a venir para Cuba. Llegué en el 30, con diecisiete años. Yo tenía al hermano

mayor aquí, que cuando llegué tenían el niño de

brazos. Entonces mi hermano no me dejaba trabajar. Digo: -“Mira, yo no vine aquí a vivir de mano blanca”.

Entonces, cuando él estaba en el trabajo, me fui al

reparto La Sierra a trabajar a casa de una familia que

tenía dos niños. El trabajo me salió por un anuncio en el Diario de la Marina”. (E # 63. La Habana, 17/4/98).

Pero, como hemos apuntado, no todas las causas que

empujaron a emigrar tenían un origen económico, político o

social. Un número destacable de entrevistas resaltan que en

muchos casos las condiciones económicas y sociales no fueron

exclusivas a la hora de decidirse a emigrar, sino que más bien

fueron circunstancias familiares y estrictamente personales las

que determinaron su embarque hacia Cuba.

La orfandad no aparece como una de las causas

importantes del fenómeno migratorio en los trabajos sobre

emigración, con todo, son numerosísimos los testimonios

recogidos que aseguran que ésta fue la motivación principal de

su decisión de emigrar. Motivo, por otra parte, estrechamente

ligado a la necesidad económica más extrema. Unas veces el

247

emigrante se embarcó con el progenitor superviviente y con

sus hermanos, emprendiendo en otras ocasiones el trayecto

migratorio individualmente, aunque en compañía de otros

jóvenes de su generación. La muerte del cabeza de familia fue

lo que precipitó a muchos jóvenes a lanzarse a la aventura de

la emigración. Por lo general estos huérfanos se dirigían a la

protección de algún familiar próximo residente en la isla, pero

otras veces se lanzaban en alas de la aventura. La mayoría

viajaron con su madre viuda y sus hermanos, reclamados por

algún familiar, pero en otras ocasiones, la viuda se embarcaba

sola, o acompañada de uno de los hijos de más edad, para

trabajar de sirvienta y así poder mantener a los hijos pequeños

que había dejado con la familia en la aldea, como hizo la

madre de Evaristo, que en 1924 dejó Chantada para instalarse

en la capital cubana:

Mi padre murió cuando yo tenía siete años,

entonces se quedó mi mamá con cuatro chiquillos. Mi papá trabajaba en una fábrica de curtidos (...). Al morir

él, mi madre no podía sostenernos, éramos cuatro.

¿Qué hizo? Teníamos parientes aquí en La Habana, hizo las gestiones y vino para Cuba, con la idea de

trabajar aquí y mandar la mensualidad para los

hermanos que quedaban allá. A mí, que era el mayor,

me trajo con ella. Llegamos en el 24, yo tenía ocho años. Ella vino aquí a trabajar de sirvienta. Entonces,

en la casa que se lo permitían, me tenía con ella, y

cuando no, me dejaba en casa de unos parientes que teníamos aquí. Hasta que pasaron cuatro o cinco años,

y entonces a mí me dejaron en una casa para que

hiciera de mandadero, por la comida nada más. (E # 65. La Habana, 14/11/97).

248

Por otro lado, las desavenencias familiares, tras el

nuevo matrimonio del cabeza de familia viudo, fueron para

algunos la principal motivación para emigrar; por llevarse mal

con su madrastra o padrastro:

Yo tenía aquí una tía de mi mamá y unas primas

hermanas de mi mamá, una de ellas fue en el cincuenta

a Galicia, y oyendo yo sus cuentos ya comencé a

idear venir a Cuba cuando fuese mayor. En el 54 fue la

tía abuela y empezó a decirle a todas las sobrinas que

por qué no iban con ella a Cuba. Ya de regreso a

Cuba, le escribí una carta diciéndole mi deseo de ir

allá, porque yo no me entendía muy bien con mi

padrastro, que siempre andábamos regañados. Él tenía

un carácter muy fuerte. Yo no llevaba bien el trato

diferente que me daba respecto a mi hermana, que si

era hija suya, me sentía desplazada (…). A los

diecinueve ya me dieron permiso, me dijeron que me

viniera para acá por cinco años, hiciera dinerito para

fabricar una casa para la familia y después que

volviera. Pero aquello no pudo ser porque en vez de ir

a un país con posibilidades vine a Cuba, y, sin

saberlo, me encontré con un país en revolución, era

octubre del 58, a poco más de dos meses de que

triunfara la Revolución, y hacer dinero ya no era

posible como antes. (E # 24. Santiago de las Vegas,

27/7/99).

Pero si la orfandad y el desamor fueron causas

desencadenantes de la decisión migratoria de algunos, para

otros, curiosamente, el amor fue su principal impulsor.

Algunos entrevistados, preferentemente mujeres, aseguran que

249

emigraron por amor, para poder casarse con el hombre o la

mujer que querían o por no tener que hacerlo con quién no

deseaban. En su mayoría fueron mujeres como Virtudes:

Yo tenía mi novio que, estaba aquí en Cuba, y nos queríamos casar. Él era de San Saturnino, cerca de

Ferrol. Le conocí en Sobrado cuando volvió en un

viaje de paseo, y me enamoré de él. Él ya aquí tenía una tintorería y era mayor que yo. Pero mis papás no

querían que yo me casará con él porque yo era una

niña de dieciséis años, pero yo me enamoré y quedé de acuerdo con él que vendría a Cuba en secreto. Así que

yo no vine aquí a trabajar como otras, vine ya con

compromiso de boda. (E # 27. Cienfuegos, 6/5/98).

En otras ocasiones eran los propios enamorados los

que, contra la voluntad de sus progenitores, acordaban emigrar

juntos con el fin de poderse casar en Cuba, como lo hicieron

los padres de José:

Mi mamá tenía aquí un tío, y ella vino para la casa

de él. Parece que mis papás ya se conocían de allá, y

entonces mi mamá reunió dinero para venir a Cuba y mi papá también. Parece que quedaron de acuerdo

para escaparse de allá y venir aquí para casarse (...). El

tío, un día le dijo a mi mamá que él no estaba para cuidar a nadie. Le dio a entender que sabía que eran

novios (…). Entonces se casó con mi papá y se fueron

para Santa Clara, al Central Washington. (E # 124. La

Habana, 12/10/97).

Otras veces fue una proposición de un matrimonio

arreglado la causa de la decisión migratoria, como fue el caso

de Hortensia de O Incio:

250

Mi papá tenía un amigo que vivía aquí y que quería

casarse conmigo. Entonces este señor me compró el

pasaje de avión y me fue a esperar al aeropuerto. Él fue el que me reclamó. Ese gran amigo de mi padre,

respondía por mí. Este señor estaba ya instalado aquí,

tenía una bodega; era del mismo pueblo que soy yo (...). La hermana trabajaba de ama de llaves y fue la

que me buscó trabajo en otra casa como sirvienta. Él

ya era una persona de edad. Él viniera aquí antes de yo nacer, y cuando volvió al pueblo, ya de mayor, vino a

ver a mi padre y le animó a que me mandara a Cuba

para trabajar como criada. Yo hice los trámites y él me

reclamó. Él tenía intención de casarse conmigo, era ya viejo y se había quedado soltero, había trabajado toda

la vida en la bodega, y no había salido de allí para

poder ahorrar y volver a Galicia y casarse. Pero se le echó el tiempo encima. Yo era una muchacha de

veintiún años, y no me gustaban los viejos, así que

encontré al que ahora es mi esposo y me casé. Él se quedó soltero. (E # 30. La Habana, 15/10/97).

Con menor frecuencia, algunas muchachas decidían

emprender el trayecto migratorio con el fin de alejarse de la

imposición familiar de casarse con alguien que ellas no

querían, como le ocurrió a Adela, que con diecisiete años

decidió acompañar a su hermano a Cuba, que iba todos los

años al inicio de la zafra y retornaba cuando ésta acababa:

Yo nací en la aldea de Mugares, en el municipio de

Toén. Mi padre era de familia rica de allí (...), tenía fincas individuales y una casa muy grande con un

patio muy grande por donde entraban los carros

cargados con leña, toxos y fentos. Entonces andaba

siempre mucha gente de fuera trabajando para la casa. Se recogía mucho vino, mucho maíz, muchas papas,

un poco centeno, granos de toda clase, se cosechaban

251

cebollas y ajos para todo el año. Yo vine con mi

hermano y mi cuñada (...). Ellos vinieran muchas

veces a Cuba a trabajar, y una de esas veces me invitaron a que me fuera con ellos, yo era la única que

quedaba de la familia con mi mamá (...). Cuando

llegué aquí me enamoré y me casé. A mi mamá no le gustó, porque quería que me casara con un vecino,

pero a mí no me gustaba, por eso me vine con mi

hermano. (E # 9. La Habana, 21/10/97).

Otras mujeres solteras, más que por amor, emigraron

por desamor, por haberse quedado embarazadas. El sacerdote

y sociólogo gallego Vales Failde (1902: 87-99) constataba a

principios del siglo XX que en los contingentes migratorios

gallegos que se dirigían a América por entonces se podían ver

muchas solteras embarazadas, quienes con su viaje

transoceánico pretendían alejar su deshonra, crearse una nueva

vida en el país de destino y poder mantener a su hijo. En los

testimonios recogidos no son pocas las mujeres que afirman

haber llegado a Cuba solteras y con sus hijos, y muchos más

los que dicen ser hijos de madre soltera.

Yo trabajaba esos viñedos solita; cavaba las cepas,

araba, echaba sulfato y vendimiaba, y la hija mía tenía

ocho años y araba la tierra con una xugada de

bueyes... Yo quisiera que tú vieras a esa niña de ocho

años arando con los bueyes, trabajando muy duro las

dos solitas; se me murieron los padres de jóvenes. Yo

tenía un hermano que era comunista, y yo era la que le

llevaba de comer a la sierra donde estaban las cuevas.

La vida no es fácil (...). ¡Pasé tantas cosas! Y luego,

quedar embarazada por ese maestro que me engañó.

252

Así que me vine con mis tíos que estaban viejos y no

tenían hijos. (E # 114. La Habana, 23/8/99).

También algunas hijas de solteras emigraron a Cuba

aconsejadas por sus propias madres, con el fin de que no les

sucediera lo que a ellas, pudiendo sacarse así de encima el

estigma de hijas de soltera, como le ocurrió a Ángela, que

emigró aconsejada por su madre:

Pues mire usted, mi madre me tuvo de soltera y

cogió miedo a que me ocurriera lo que a ella. Y por

eso vine a Cuba, y me hizo jurar que tendría que

casarme con un hombre trabajador, aunque fuera

pobre, y entonces me dijo estas palabras, y me va a

perdonar: -“Si te lleva el demonio que te lleve en

coche, porque para ser puta y no vender nada vale más

ser mujer honrada” . Y esa palabra de honrada me

mantuvo a mí firme. Por eso estoy en Cuba. (E # 10.

La Habana, 27/11/97).

De manera que, según los testimonios recogidos, las

necesidades económicas, la falta de futuro para los jóvenes, la

amenaza del servicio militar, la inducción, el espíritu

aventurero, las circunstancias personales y familiares fueron,

los principales factores de empuje de la emigración gallega a

Cuba. Sin embargo, la mayoría de las personas que tuvieron

que emigrar por alguna de estas causas, no habría podido

hacerlo sin el factor posibilitador de las cadenas migratorias

familiares y vecinales que unían ciertas aldeas, parroquias y

comarcas gallegas con algunas ciudades, comarcas y sectores

laborales cubanos. Estas cadenas migratorias encauzaron y

facilitaron el trayecto a miles de gallegos que lograron

253

establecerse en la isla, gracias a la información proporcionada,

a la financiación del viaje y al apoyo económico, laboral y

afectivo que les brindaron. A principios del siglo XX el gran

propagandista de la emigración española a la Gran Antilla,

Rafael Mª de Labra, reconocía el protagonismo indiscutible de

las cadenas familiares en el proceso migratorio español a

Cuba: “Nuestros emigrantes van a Cuba generalmente

llamados por sus familias y allí encuentran siempre atención y

preferencia, por motivos de sangre” (Labra 1910: 25). Sin

embargo, no todas las cadenas migratorias que unieron

España, y concretamente Galicia, con Cuba 1959 fueron

exclusivamente familiares, pues las relaciones de paisanaje y

vecindad fueron tan importantes o a veces más que aquellas.

Un buen ejemplo de estas cadenas familiares y vecinales fue la

que unió la comarca orensana de Viana do Bolo con la región

central de Cuba, concretamente con Santa Clara y Ciego de

Ávila, gracias al apoyo, entre otras, de la familia Prieto,

exitosamente instalada en el sector de los productos

petrolíferos y del alcohol, cuya distribución y venta

monopolizaban en esas provincias, y que lograron atraer a

Cuba a muchos familiares y paisanos suyos:

Nosotros trajimos a mucha gente de la familia de allá, y los pusimos a trabajar con nosotros. También

colocamos y ayudamos a muchos vecinos de allá. A

muchos les prestamos dinero para que se establecieran como bodegueros y cantineros, que luego nos

compraban las bebidas a nosotros. (E # 141. Santa

Clara, 1/5/98).

Muchas de estas cadenas migratorias lograron crear

nichos laborales que controlaron desde finales del siglo XIX

ciertas familias o naturales de algunas comarcas gallegas. Los

254

propietarios, gerentes o incluso los propios trabajadores de

esos nichos laborales trataban de emplear en el negocio o

sector laboral a familiares y paisanos suyos en vez de a los

cubanos nativos o a inmigrantes de ámbitos familiares y

comarcales ajenos. El control gallego de las bodegas y

almacenes de víveres de toda la isla es sobradamente

conocido. Por lo general, estos bodegueros, almacenistas e

importadores de víveres llegaban muy jóvenes a Cuba, casi

unos niños, a trabajar de aprendices junto a un pariente,

generalmente un tío materno, y cuando lograban establecerse

por su cuenta mandaban llamar a sus hermanos más jóvenes, a

sus sobrinos, o a hijos de vecinos de la parroquia natal;

trasmitiéndose así los puestos de trabajo en el sector comercial

de unos familiares o paisanos a otros. José Adriano, natural

Ortigueira, como muchos comerciantes establecidos en Cuba,

explica así la dinámica de estas cadenas familiares y vecinales

que unían Galicia con el sector comercial cubano:

Cuba en esos pueblecitos tenía fama de ser un país

rico. Hubo mucha emigración gallega para Cuba (...).

Porque vinieron unos y trabajaron. Unos se metieron en el comercio, otros en fincas, otros en fábricas, y

después trajeron familias, traían amistades de Galicia

para trabajar aquí, porque de aquella no había problemas de emigración aquí. El que tenía padrino

aquí se bautizaba, venía para acá y trabajaba. Y, a

parte de eso, venían muchas personas a trabajar a la agricultura: cortadores de caña, trabajaban en centrales

y eso. Nosotros veníamos tan jóvenes porque

naturalmente vinieron antepasados que trabajaron e

hicieron capitales, montaron industrias, otros tenían fincas. El que venía, lo mismo se iba a trabajar en una

tienda de ropa, que a un central que a la agricultura,

porque si tenía un primo o un hermano, un pariente

255

que tenía posibilidades de darle trabajo, ya venía

asegurao (...).Yo tenía familia en Cuba. Tenía un tío,

hermano de mi mamá, que era comerciante en el pueblo de Abreus, y me llamó para trabajar en la

tienda mixta que tenía. De aquella los que tenían

comercio iban a pasear a Galicia y en su aldea hablaba con algún pariente o vecino y le decía: -“Yo tengo un

hijo que tiene catorce años ...” Y todos tenían la

ilusión de mandarlo para acá porque el que venía para acá, el 80 o 90 %, hacía capital, porque trabajaban. (E

# 39. Cienfuegos, 8/5/98).

El funcionamiento de estas cadenas migratorias se

basaba, pues, en lazos solidarios entre familiares, que se

concretizaban por la financiación del pasaje del pariente que

quería emigrar y su el apoyo prestado para su inmediata

inserción laboral nada más llegar a la isla, de modo que éste

una vez establecido continuaba financiando el proyecto

migratorio de otro familiar más joven, y así sucesivamente:

Mi papá era el menor de cuatro hermanos que

había (...). Cuando llegó el primero, que era sastre,

vino con el compromiso de pagar el pasaje a sus papás que habían contribuido a pagárselo y a su vez a pagar

el pasaje del próximo, y el otro del próximo y así

sucesivamente. Fue una aventura, un salto. Ya cuando

el sastre vino mandó a buscar al segundo y después éste el tercero, y mi papá vino el último. Llegó en el

98. Papá asistió aquí, según él me decía, cuando

andaban en la guerra y cuando la gente gritaba; “Viva Cuba libre”. O sea, mi papá estuvo bajo el gobierno

español, bajo la intervención norteamericana y bajo el

gobierno cubano. (E # 44. La Habana, 18/7/98).

256

Pero, no todas las cadenas migratorias tenían como

destino el sector comercial. Existieron en Cuba algunas

actividades laborales controladas por los naturales de ciertas

comarcas gallegas que fueron la meta laboral de cientos de

emigrantes procedentes de esas zonas. Este era el caso de los

jardineros del cementerio Colón, ocupación en la que los

naturales de algunas parroquias del valle del Ulla, de los

municipios de A Estrada, Silleda y Vedra aún hoy son

mayoría:

Aquí en el cementerio, antes de que llegaran mi

padre y mi tío, ya había muchos de la Estrada

trabajando. Cuando yo llegué había por arribita de 40 y pico de allí trabajando en el cementerio de una

plantilla de 120. Yo calculé que había unos 70

gallegos, la mayoría de Pontevedra (...).Había muchos de la parroquia nuestra de Arnois, y de Oca, de

Loemil, Berres, Riobó, Sia, San Miguel de Castro,

Ribadulla... Yo entiendo que unos habían traído a

otros. (E # 5. La Habana, 6/11/97).

Estas cadenas de origen familiar y vecinal ya existían desde

las últimas décadas de la Colonia, no desapareciendo con la

llegada de la administración norteamericana, ni mucho menos

tras la proclamación de la República de Cuba:

Mi papá vino aquí ocho veces. A la vuelta de cada

viaje a Galicia trajo un hijo. Mi papá vino a Cuba por primera vez después de la guerra de Independencia, a

principios de siglo, sobre 1908, 1910. Él ya tenía a su

vez mucha familia en Cuba; hermanos, primos...Uno de ellos ya estaba bien situado aquí, tenía una buena

mueblería, había venido antes de la guerra de

Independencia. Luego mi papá se casó allá y nos fue

trayendo uno a uno a los ocho hermanos. Yo

257

personalmente no me puedo quejar, porque mis

hermanos, los que vinieron primero, me ayudaron

mucho; para mí realmente fue un cambio de casa y no un cambio de familia. (E # 7. La Habana, 28/10/97).

En conclusión, si bien la gran mayoría de los gallegos que

emigraron a Cuba lo hicieron por motivos económicos,

muchos de ellos fueron empujados también por causas

sicosociales y circunstancias personales, e incluso algunos por

situaciones afectivas, viéndose facilitado el trayecto migratorio

de todos por activas cadenas y redes migratorias de tipo

familiar y local. Estas mismas causas de empuje y factores

posibilitadores de la emigración se podrían aplicar también a

otros movimientos migratorios del pasado y del presente.

258

Bibliografía

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A Nosa Terra (1908), La Habana.

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Entrevistas

E # 71. José: nacido en Parada de Sil (Ourense). Emigró a

Cuba en 1949. Entrevista realizada en Santa Clara el

5/5/91988.

E # 42. Ramón: 1903 Castrelo de Val (Ourense). Emigró en

1919. Las Tunas 31/7/99.

E # 79. Antonio: 1936 Nogueira de Ramuín (Ourense). Emigró

en 1951. Santa Clara 2/5/1998.

E # 23. Aurora: 1914 Palas de Rei (Lugo). Emigró en 1925. La

Habana 10/2/98.

259

E # 100. Jesús: 1904 Gomesende (Ourense). Emigró en 1920.

Morón 3/12/97.

E # 98. Antonio: 1902 Pontedeume (Coruña). Emigró en 1920.

Sagua la Grande 5//5/98.

E # 12. María: 1904 A Estrada (Pontevedra). Emigró en1929.

La Habana 6/4/98.

E # 6. Alfredo: 1930 Becerreá (Lugo). Emigró en 1957. La

Habana 25/10/97.

E # 44. José: 1935 Rois (Coruña). Emigró en 1949. La Habana

18/7/98.

E # 48. Bernardo: 1908 Mesía (Coruña). Emigró en 1928.

Camagüey 7/12/97.

E # 7. Jesús: 1924 Ourol (Lugo). Emigró en 1949. La Habana

28/10/97.

E # 122. Olga: 1923 La Habana, hija de orensanos. La Habana

1/9/98.

E # 1. José: 1907 Castroverde (Lugo). Emigró en 1924. La

Habana 24/11/97.

E # 75, Severino: 1919 Vigo (Pontevedra). Emigró en 1941.

Boniato 10/3/98.

E # 78. José Ramón: 1932 Muros (Coruña). Emigró en 1948.

Santa Clara 4/5/89.

E # 63. Carmen: 1912 Meira (Lugo). Emigró en 1930. La

Habana 17/4/98.

E # 65. Evaristo: 1916 Chantada (Lugo). Emigró en 1924. La

Habana 14/11/97.

E # 24. Concha: 1939 Cesuras (Coruña). Emigró en 1958.

Santiago de las Vegas 27/7/99.

E # 27. Virtudes: 1908 Sobrado dos Monxes (Coruña). Emigró

en 1925. Cienfuegos 6/5/98.

E # 124. José: 1932 La Habana. La Habana 12/10/97.

260

E # 30. Hortensia: 1931 O Incio (Lugo). Emigró en 1952. La

Habana 15/10/97.

E # 9. Adela: 1902 Toén (Ourense). Emigró en 1919. La

Habana 21/10/97.

E # 114. Dolores: 1912 Toén (Ourense). Emigró en 1942. La

Habana 23/8/99.

E # 10. Ángela: 1907 Lugo. Emigró en 1927. La Habana

27/11/97.

E # 44. José: 1935 Rois (Coruña). Emigró en 1949. La

Habana, 18/7/98

E # 141. Fidel: 1899 Viana do Bolo (Ourense). Emigró en

1915. Santa Clara 1/5/98.

E # 39. José Adriano: 1909 Ortigueira (Coruña). Emigró en

1922. Cienfuegos 8/5/98.

E # 5. Alfonso: 1929 A Estrada (Pontevedra). Emigró en 1947.

La Habana 6/11/97.

261

Representaciones

cinematográficas de las

migraciones españolas

en la Argentina:

imaginando el retorno

262

Representaciones cinematográficas de las

migraciones españolas en la Argentina:

imaginando el retorno1

Susana Schmidt2

Los intercambios poblacionales que se vienen

produciendo dentro del sistema migratorio (Kritz, Lim y

Zlotnik, 1992) conformado por Argentina y España refieren a

una historia cuyos orígenes remontan en el tiempo a la época

colonial. No obstante, es a partir de 1880 –coincidiendo con la

consolidación de la Argentina como República- cuando se

ponen las bases de los estrechos lazos que unen a ambas

sociedades hasta la actualidad. Fue principalmente entonces,

durante las llamadas migraciones “masivas”, que alcanzan

hasta 1930, cuando más de dos millones de españoles se

trasladaron a la Argentina, contribuyendo a conformar el

carácter de la sociedad tal y como la conocemos hoy en día.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial –y hasta la década de

1960- se reanudaron los traslados desde España a Argentina,

que durante la década de 1930 habían quedado estancados, a

raíz de la Gran Depresión y la Guerra Civil española. Durante

el último cuarto del siglo XX cambió la direccionalidad de los

flujos migratorios entre ambos países. Primero –

principalmente desde la dictadura argentina de 1976, aunque

habría que incluir también los años previos al golpe- sería el

1 En el marco del Proyecto de investigación HUM 2007-65645,

apoyado por el Ministerio de Educación y Ciencia de España. 2 Doctora en Historia, Universidad de Salamanca. [email protected]

263

exilio político, desde el retorno democrático en 1983 las

migraciones económicas las que fueron engrosando el

volumen de argentinos radicados en España, pudiéndose

contabilizar unos 300 mil argentinos a principios de 2009

(Actis, 2010).

Son estas migraciones entre ambas orillas del

Atlántico las que, de manera sustantiva, han contribuido a

conformar, a lo largo del tiempo y a pesar de los kilómetros de

distancia, esos espacios transnacionales en los que los

migrantes de hoy articulan sus relaciones (Schmidt, 2009). Se

trata de espacios sociales y simbólicos que se extienden más

allá de las fronteras estatales (Faist, 2000), a través de los

cuales no solamente circulan personas, sino también capitales,

productos tangibles e ideas intangibles, prácticas culturales,

películas, canciones…

Entre ambos polos del sistema migratorio se han

producido también migraciones de retorno, es decir, aquellas

protagonizadas por personas que habiéndose trasladado con

intención de quedarse a vivir (y trabajar) al otro lado del

Océano, deciden, en un determinado momento regresar al país

de origen, también de manera más o menos duradera. Todos

los procesos migratorios suelen venir acompañados por

retornos, al menos individuales. Ocurre que, como fenómenos

colectivos, los retornos son uno de los aspectos, en general,

menos estudiados (Núñez, 2005); y el caso de las migraciones

entre Argentina y España no es una excepción. De los dos

millones de españoles que emigraron a la Argentina, un millón

se asentaron de manera definitiva en el país – con lo que es de

suponer que el otro millón retornaron a España (Yáñez, 1989,

p. 469). Se cuenta, para esa época, con diversos estudios que

enfocan la influencia social, económica, política y cultural en

origen de esas migraciones y sus retornos (Duarte, 1998; Frid,

264

2001; Hernández, 1989; Núñez, 1994; 1998; 1999). Un caso

específico de retorno es la repatriación de españoles

subvencionada por el gobierno de la Segunda República

(Tabanera, 1988). La investigación exploratoria sobre el

retorno de migrantes españoles (Marsal y Mandilovitch,

19673) no encontraría continuidad, hecho que parece

sintomático del escaso interés que despertó el tema.

En cuanto a los exiliados argentinos establecidos en

España, durante la primavera democrática post 1983, en la

“coyuntura del retorno” del exilio (Jensen, 2007, cap. 7) se

pusieron en marcha diversas indagaciones orientadas a

reinsertar a los expatriados en la sociedad, enfocando el tema

como “fuga de cerebros” o emigración de carácter económico,

antes que como exilio político (Lattes y Oteiza, 1986; Maletta,

Szwarcberg y Schneider, 1986). Entre las investigaciones que

abordan las migraciones económicas desde Argentina hacia

España, centradas en la última oleada –en torno a la crisis de

2001-, se encuentran algunas que abordan de manera inicial,

los procesos de retorno, planteándolos como resultado del

fracaso de los proyectos migratorios y de la frustración de las

expectativas creadas (Castellanos, 2006; Palomares,

Castiglione y Nekamkis, 2007).

No se agota con esto la casuística de retornos posibles

en el sistema migratorio formado por Argentina y España. El

punto de partida para las reflexiones que quisiéramos

compartir en esta ponencia lo constituye la constatación de que

los flujos poblaciones recientes desde Argentina hacia España,

3 Poco después Marsal, de origen español, tras haber construido su

carrera como sociólogo en la Argentina, regresaría a España, sin

continuar (hasta donde hemos podido indagar) con esta línea de

investigación. Sobre su trayectoria, véase: Morales y Rodríguez

(2009).

265

esos que mayormente están vinculados a causas económicas,

han sido caracterizados en no pocas ocasiones como

migraciones de retorno, tanto en los medios de comunicación

como en indagaciones de científicos sociales. Así,

encontramos en la prensa española –especialmente en la más

conservadora- titulares como “Emigrantes españoles

emprenden el viaje de vuelta” (Medel, 27-12-2001)

estableciendo una clara distinción de esta inmigración,

étnicamente afín, frente a la de otros colectivos procedentes de

países extracomunitarios, considerados “más distintos” y, por

ende, más problemáticos de integrar en la sociedad. Es

cuestionable hasta qué punto se puede hablar de “retornos”

cuando quienes parten a España –aún cuando poseen el

pasaporte español o cuando, al ser descendientes de españoles,

tienen derecho a solicitarlo4- son, sociológicamente hablando,

argentinos: han nacido y crecido en la Argentina, y ahí tienen

sus referentes familiares, sociales y culturales. En todo caso

habría que hablar de “retornos diferidos generacionalmente”,

“retornos a las raíces” o “falsos retornos” (Oso, Golías y

Villares, 2008). Al calificar estas migraciones como retornos,

se está queriendo significar un vínculo imaginario entre los

descendientes de españoles en la Argentina y España como

país de origen, dentro de un marco de representaciones que

remite a la cercanía cultural entre ambas sociedades. Además,

el hecho de la afinidad étnica tiene consecuencias en el plano

de las políticas migratorias, puesto que, por diversas vías y

desde los distintos niveles de gobierno (nacional, autonómicos,

4 Con la reforma del Código Civil en 2003 queda estipulado que

pueden optar a la nacionalidad española sin límite de tiempo y edad,

y sin requisito de residencia legal en España, aquellas personas cuyo

padre o madre hubieran sido originariamente españolas y nacidos en

España.

266

municipales) se vienen implementando iniciativas que buscan

privilegiar los colectivos con ascendencia española (Cook-

Martin, Viladrich, 2009).

En lo que sigue se pone la mirada sobre un conjunto

de películas de ficción producidas en el espacio argentino-

español durante la última década para indagar en el significado

que atribuyen a las migraciones españolas a la luz de los

procesos sociales que acaecen a inicios del siglo XXI: un

momento en el que el auge de los desplazamientos inversos

iluminan aquellas migraciones históricas desde un nuevo

ángulo. Se referirá a la construcción en el imaginario de la

sociedad argentina de una idea del retorno a Europa/España en

un contexto de crisis económico-social y búsquedas personales

de diversa calaña.

El auge que a lo largo de la última década tuvo la

producción fílmica –tanto con la aparición del “novísimo cine”

como con el más asentado “mainstream”- guarda relación con

la inquietud de un considerable número de cineastas por

pensar los problemas de la sociedad argentina actual (Pena,

2009). La riqueza de estas propuestas alcanza desde la

variedad de las tematizaciones y los sectores sociales

enfocados hasta la diversidad de lenguajes y recursos. Por otro

lado, durante este tiempo se ha consolidado el instrumento de

la coproducción cinematográfica como mecanismo de

financiación y comercialización de películas en otros

mercados, pudiendo además beneficiarse de los recursos

aportados por los sistemas de subvención de los respectivos

estados (Bonet y González, 2006, pp. 186 y ss.). Para el caso

de la coproducción Argentina-España, en el proceso de

elaboración participan directores, guionistas, actores y

técnicos que pertenecen a ambos países y, al mismo tiempo,

267

los públicos a las que van dirigidas se encuentran tanto en una

sociedad como en la otra.

En otro lugar se analizaron las construcciones de

sentido observadas en el espacio cinematográfico español

acerca de la emigración argentina reciente, considerando

aspectos como el marco explicativo que se confirió a este

fenómeno, las perspectivas desde las cuales se narran las

historias de migración o la inscripción de las migraciones

argentinas de hoy en los ciclos históricos (Schmidt, 2009, cap.

6; Schmidt, 2010). Aquí nos interesa retomar ese último

aspecto para enfocar con más detalle las representaciones que

vinculan pasado y presente en torno a la cuestión migratoria.

La hipótesis de partida es que en la coyuntura actual de la

sociedad argentina (ca. 1999-2008), cuando los flujos de

argentinos hacia España han tomado relevancia, hay una

necesidad o una demanda social de contar las historias de los

españoles que a lo largo del siglo XX migraron a la Argentina

y, especialmente, de vincularlas con historias de “retornos” de

sus descendientes a España, enfatizando en las raíces

españolas del árbol genealógico de la sociedad.

En el lapso de los últimos años se han producido

películas tan distintas como son Las huellas borradas, Un día

de suerte, Herencia, Lugares comunes, Bar “El Chino”, El

abrazo partido, Luna de Avellaneda, Como mariposas en la

luz5, Abrígate o la miniserie de televisión Vientos de agua que,

desde planteamientos diversos hacen referencia a las

migraciones españolas (y en algunos casos europeas) en la

Argentina. Al citar este conjunto de películas no estamos

queriendo señalar que todas ellas tengan el propósito expreso

5 Hasta el momento nos ha sido imposible localizar esta película.

Encontramos una descripción bastante detallada de la misma en:

Neveleff y Montforte (2008, pp. 67 y ss., 83).

268

de contar historias de migración referidas a la época de las

migraciones europeas masivas, a los exilios vinculados a los

fascismos de los años 30 o a la Guerra Civil española, o a las

migraciones tardías. En unos casos se trata simplemente de

pequeños guiños a las migraciones y exilios del pasado,

relevantes de algún modo para la trama central, o para

caracterizar a los personajes y entender su actuación. En otros

filmes encontramos una propuesta explícita de comparación de

los procesos migratorios de ayer y hoy. Todas estas

producciones tienen en común que se acercan a las

migraciones españolas/europeas en la Argentina desde la

perspectiva actual, partiendo de una historia que ocurre en el

presente y para la cual aquellas migraciones del pasado son

relevantes. Además, se trata de miradas desde la perspectiva

del “nosotros” –no de miradas hacia “los otros”, los

“inmigrantes extranjeros”6-, relatos desde el punto de vista de

los migrantes, facilitando la identificación con los

protagonistas, con los argentinos/españoles que retornan.

La primera de las películas, por orden cronológico de

producción, es Las huellas borradas, de Enrique Gabriel-

Lipschutz. Trata de Higueras, un pueblo ficticio situado en la

provincia de León (España), a punto de desaparecer –quedará

engullido por las aguas de una represa que será construida en

la zona-, y de las rencillas entre sus habitantes, que se pelean

por ver quién le saca más partido a la indemnización recibida a

cuenta de la expropiación. Quienes todavía viven en Higueras,

sobre todo personas en edad avanzada, deben trasladar su

6 No son encuadrables, por lo tanto, dentro de lo que se podría

denominar el nuevo cine social, orientado a la concienciación sobre

determinadas problemáticas vinculadas a la inmigración, la

integración de los inmigrantes, o la denuncia de prácticas de

explotación y/o racismo, tal como se describe en: Varela-Zapata

(2009).

269

domicilio a otra población. Esta historia le sirve a Gabriel-

Lipschutz para reflexionar sobre la tensión entre los tiempos

modernos, que arrasa con los restos del medio rural, y la

necesidad humana de guardar recuerdos, referentes del pasado

a los que agarrarse (Martínez, 12-02-2000; Márquez, 04-06-

1999). Pero, al mismo tiempo, Las huellas borradas narra el

intento, y el fracaso, del retorno a Higueras por parte de

Manuel Perea, un ilustrado escritor y periodista, ya mayor, que

originariamente procede de ese pueblo y que, siendo joven,

emigró a la Argentina. El espectador no alcanza a saber mucho

de la vida de Manuel en el exterior, al contrario, la historia

está centrada en el deseo que siente de recuperar sus raíces, de

volver a sus orígenes. Según se desarrolla la trama, el

protagonista comprende que volver es un despropósito. Por un

lado, se da cuenta de la imposibilidad de recuperar a Virginia,

su viejo amor y, al mismo tiempo, su cuñada (la mujer de su

hermano ya fallecido). Por otro lado, se da cuenta de que su

familia le ha usurpado la parte que le correspondía de la

herencia, hecho que le habían ocultado. Además, siente un

recibimiento hostil por parte de los vecinos, que se le

enfrentan con una mezcla de curiosidad y rencor. Curiosidad

por la Argentina, esa tierra lejana y mítica a la que se fue a

vivir, y por cómo fue su vida, que presuponen exitosa. Y

rencor por las libertades y triunfos que Manuel pudo vivir

afuera, mientras ellos aguantaron la escasez material y la

sequía espiritual. Finalmente, el intento de volver se ve

frustrado: para Manuel no hay retorno posible. Sin lugar a

duda, este tema de los vínculos que un migrante mantiene con

el lugar de procedencia, es una cuestión que ocupa

personalmente a Enrique Gabriel-Lipschutz, él mismo de

origen argentino y residente en España desde 1974. Explica:

270

La importancia de las raíces siempre está presente

en mi obra, porque en el fondo uno siempre hace la misma

película. En parte yo soy un desarraigado, o más bien una

persona con muchas raíces pero con ninguna en concreto.

Pero no encuentro ningún motivo de frustración en ello,

sólo es la obsesión más latente de ml (sic) temática

cinematográfica (Reviriego, 14-11-1999).

La mayoría de las películas producidas recientemente

que vuelven sobre las migraciones históricas parten de las

migraciones actuales de argentinos a España o Europa. La

ficción cinematográfica refiere a un componente de los

procesos migratorios que tiene que ver con crisis personales y

búsquedas identitarias. Sin obviar el elemento económico, en

unos casos, y difuminándolo por completo, en otros, ofrecen

explicaciones complementarias o alternativas, enriqueciendo

el discurso sobre las causas de las migraciones. Como veremos

a continuación, la presencia española en la Argentina y los

vínculos con España son puestos de relieve de distintos modos

y ofreciendo diversas matizaciones.

El film Bar “El Chino”, de Daniel Burak, y la serie

televisiva Vientos de agua, dirigida por Juan José Campanella,

cuentan historias que giran en torno a la migración,

contraponiendo las experiencias actuales de traslado a España

con las de los españoles y europeos que en su momento

partieron para asentarse en la Argentina. En estas

representaciones en las que pasado y presente se miran en el

espejo, hay un sentido claro de explicar “nuestra historia

argentina” como aquella de la cual forman parte sustantiva los

desplazamientos migratorios: de recordar que la sociedad fue

construida por los migrantes y, al mismo tiempo, mostrar que

ahora se debe poner en marcha para buscar su futuro en otra

parte. En relación con este doble papel de país receptor y

271

emisor de migrantes se encuentra otro de los elementos

contenidos en estas construcciones imaginarias: los vínculos

sociales y simbólicos con España que se han ido construyendo

históricamente a raíz de los intercambios poblacionales.

En Bar “El Chino” se relata la historia de Jorge, un

realizador cinematográfico argentino cuya vida, en el contexto

de la debacle multidimensional de 2001, está marcada por el

sinsentido. Por un lado, sufre el desarraigo, fruto del exilio en

España durante la dictadura argentina de 1976 –y del posterior

retorno-. Si bien tiene claro que no se quiere volver a marchar,

quedándose extraña a su hijo, que vive en Madrid (también la

ex mujer de Jorge se quedó en España cuando él regresó a la

Argentina). Por otro lado, su quehacer profesional está

condicionado por la lógica del neoliberalismo imperante:

sobrevive de realizar documentales publicitarios, actividad que

le parece ridícula y desempeña sin entusiasmo. Además sufre

de modo directo las consecuencias del flujo de salidas que se

articulan alrededor de la crisis cuando su amada, Martina,

decide partir a Madrid, respondiendo a una oferta de trabajo.

Únicamente hay algo que otorga un poco de sentido a su vida:

la pasión por “El Chino”, el boliche de tango en el barrio de

Pompeya sobre el cual filma un documental. En paralelo a la

historia de Jorge, el espectador de Bar “El Chino” accede a la

historia del boliche y sus gentes, a través de la visualización de

fragmentos de ese documental al mostrarse cómo Jorge y

Martina realizan el montaje. De este modo, algunas

interrogantes que provocan las experiencias vitales de estos

personajes, condicionadas por los hechos de irse y quedarse,

encuentran una respuesta en el relato de experiencias

anteriores de migración. Los testimonios en “El Chino”

explican que los migrantes viven en el eterno desarraigo, un

dolor natural del extrañamiento que dio fuerza al tango –como

272

dice El Tano, uno de los cantantes-. De esta manera se facilita

la identificación con el “ser migrante”, independientemente de

las coyunturas en las que se produce el proceso migratorio.

La miniserie televisiva Vientos de agua, cuenta, a

través de la ficción, dos historias particulares que a su vez

encajan en dos momentos de la historia española y argentina.

Por un lado, el destino de José/Andrés Olaya, que se presenta

ante los ojos del espectador pasado por el tamiz de los

recuerdos que invaden sus pensamientos a la edad de 80 años.

Siendo un joven minero asturiano abandonó en 1934 su patria

por motivos económicos y políticos, para empezar en Buenos

Aires una nueva vida. Recuerda su juventud en el pueblo natal,

cuando él todavía se llamaba José; su vida familiar, las juergas

con sus amigos, el trabajo en la mina, el accidente mortal de su

hermano Andrés y las circunstancias convulsas en las que él

mismo debió adoptar el pasaporte y el nombre de su hermano

para emprender el viaje que, en principio, estaba pensado para

aquél. Recuerda también la travesía en barco, donde conoce a

algunos de los que formarían parte de su nueva familia en la

Argentina: su amigo Juliusz, de origen ruso y judío, con quien

compartirá cuarto en el conventillo durante el primer tiempo

en Buenos Aires; Laia, una mujer que marcha a la Argentina

para dedicarse a la prostitución y que será su amante durante

años; Gemma, la niña italiana, que se criará con Andrés y

Juliusz y que terminará siendo la mujer de este último,

etcétera. En los sucesivos capítulos se accede también a

conocer distintos acontecimientos y circunstancias de su nueva

vida en la Argentina… desde sus primeros trabajos, las luchas

en el movimiento anarquista y el noviazgo con una joven

abogada argentina, pasando por su matrimonio con una

pianista francesa, con quien tiene dos hijos, hasta el

nacimiento de su tercer hijo, Ernesto, fruto de su segundo

273

matrimonio, esta vez con una argentina. Paralelamente a la

historia de José/Andrés, en Vientos de agua se narra una

historia que transcurre en el presente, la de su hijo Ernesto.

Éste, arquitecto, casado con una médica y con dos hijos casi

adultos, inicia un viaje semejante al de su padre, pero en

sentido inverso, y en un momento histórico distinto. Se relatan

sus problemas laborales en el marco de la crisis económica y

social en la Argentina de 2001, la decisión de la partida como

proyecto familiar, aunque las circunstancias le obligan a

emprender solo este viaje a España, las dificultades a las que

se enfrenta en Madrid (el alquiler de una vivienda, la soledad,

el reconocimiento de su título de arquitecto, los primeros

empleos, el trámite de su nacionalidad española, la

comunicación a la distancia con su mujer y su familia…), la

formación de un círculo de amigos y, finalmente, el inicio de

una nueva relación de pareja con una mujer colombiana, con

quien tiene un hijo: le ponen el nombre de Andrés, con lo que,

simbólicamente, se cierra el círculo.

El realizador de la serie, quien se mueve en el

“mercado global del audiovisual”, saltando entre las ficciones

televisivas estadounidenses y la realización cinematográfica –

en la que se ocupa de la sociedad y la historia reciente de la

Argentina-, incluye en Vientos de agua elementos de estas dos

líneas de trabajo7. Campanella en esta serie se acerca al pasado

7 Más que una serie, Vientos de agua “es una película que se desgaja

en 13 capítulos”, refiriéndose a la calidad de la realización y su estilo

cuidado (Pérez, 13-01-2006). Se trata de una coproducción

internacional en el marco de televisión española en la que participan

el canal Telecinco, así como la productora española Icónica SA y las

argentinas 100 bares y Pol-ka. Más acerca de la producción en:

Cerdán y Quílez (2009, pp. 293 y ss.).

274

a través de la evocación desde el presente, considerando la

historia (el discurso histórico) como representación (Cerdán y

Quílez, 2009, pp. 301-302). El juego de repeticiones que borra

las fronteras entre los tiempos históricos se consigue mediante

distintas estrategias narrativas: los desdoblamientos y

paralelismos entre 1934 y 2001, la réplica de cada detalle del

pasado en el presente, el montaje en paralelo de las dos tramas

(Cerdán y Quílez, 2009, pp. 302-303).

Entendiendo que la propuesta es recuperar la

“memoria migratoria” de la Argentina, se pueden señalar

algunos aspectos relativos a la cuestión que aquí nos ocupa: el

imaginario del retorno construido sobre la memoria de

aquellas migraciones del pasado. En Vientos de agua se busca

explicar qué le está pasando a la sociedad y, en particular, a

“los que se están yendo” y en el exterior se deben enfrentar a

la experiencia de no ser del lugar, etcétera, a través de la

narración de “la historia de nuestros abuelos”. De esta manera

se resalta, por un lado, lo universal de los procesos

migratorios: contar que “nos está pasando algo semejante a lo

que ya vivieron otros, bajo otras circunstancias”. Campanella

señala en una entrevista:

No importa la época ni los motivos que le hayan

impulsado a mudar de país. El mismo vacío lo experimenta

cualquier emigrante (Wurgaft, 08-01-2006).

En otra ocasión explica:

Estábamos formando esta productora y la verdad es que quería hacer algo en televisión. Manejamos varias

ideas, pero este tema de la inmigración me rondaba.

He sido emigrante e inmigrante y justamente cuando esto empezó era el año 2002. Los primeros capítulos

los empezamos a escribir antes de filmar “Luna de

275

Avellaneda”. De hecho, algo de esta historia apareció

en la película en el papel del hijo del personaje de

Darín que se quería ir a vivir a España. Me quedaron ganas de desarrollar este tema tipo saga familiar.

Además, me interesaba mostrar las diferencias y

similitudes entre la inmigración de principios del siglo pasado de los europeos para acá y la de ahora para allá

(Trzenko, 21-05-2006).

Al mismo tiempo, se propone un redescubrimiento de

lo propio: de la historia familiar y de la historia de la Nación

Argentina, inseparable de los fenómenos migratorios. Y esto

no lo hace escribiendo la historia con mayúsculas (de grandes

acontecimientos y personajes importantes), sino relatando una

pequeña historia particular. La afirmación de que la sociedad

argentina fue construida por inmigrantes europeos forma parte

de los mitos fundacionales de la Nación. En la historia

reciente, especialmente en la coyuntura de la crisis de inicios

del siglo XXI, se ha recurrido a él para fundamentar la

emigración al exterior en una tradición migratoria que remite a

los orígenes de la sociedad y, concretamente, forma parte de

muchas historias familiares (Trzenko, 21-05-2006). El propio

Campanella tuvo un abuelo procedente de un pueblo asturiano

(Wurgaft, 08-01-2006) y, sin embargo, constata que en

realidad no sabía nada del pasado de su abuelo, de quién era

antes de migrar a la Argentina:

A mi abuelo siempre lo vi como un dandi porteño

que iba a jugar al billar y a las carreras de caballos.

Ahora, saber que daba de pastar a las vacas, que se

marchó por hambre, que llegó a Buenos Aires

calzando madreñas… (Baragaño, 31-07-2005).

276

De ahí que, como explica en la entrevista, la

realización de Vientos de agua le sirviera para conocerle de

nuevo. Lo mismo ocurre con los personajes de ficción en la

serie. Para el anciano José/Andrés recordar su pasado es una

necesidad, aunque lo hace en silencio: siempre mantuvo en

secreto su historia, de modo que su hijo Ernesto lo desconoce

prácticamente todo acerca de su padre. No es hasta que él

mismo pasa por la experiencia de ser migrante argentino en

España que se empieza a preguntar por la vida de su padre

antes de que él tuviera uso de razón. La sociedad argentina

pasaría por el mismo proceso de redescubrimiento de su

pasado migratorio en el momento en que sectores de la

población se ponen en marcha para buscar su futuro en otra

parte.

En Vientos de agua se pone de relieve que más allá de

la afirmación de que “los argentinos descendemos de los

barcos” y de la sensación de afinidad cultural con España, la

historia de los millones de migrantes que vinieron a poblar la

Argentina no es tan conocida como esa idea generalizada

podría hacer suponer, aún cuando las experiencias migratorias

constituyan la memoria personal de sus protagonistas. Al

respecto es significativa la primera escena en la que aparece

José/Andrés de mayor. Se encuentra trabajando en su taller de

carpintería cuando su mirada se clava en un afiche de una

costa asturiana; la misma donde él de joven estuvo sentado

junto a su hermano mirando al horizonte, soñando con la

Argentina lejana y hablando del futuro. En el cartel reza un

reclamo: “Quedará en tus recuerdos”. Para José/Andrés no se

trata de una fotografía cualquiera, al contrario, representa un

lugar muy especial para él. Mientras para otros no es más que

un afiche turístico.

277

Detengámonos brevemente en la conversación que

tienen Ernesto y Cecilia, su mujer, con sus hijos, Alicia y

Tomás. Los padres les hablan de su proyecto migratorio:

Cecilia: Pensábamos en España.

Tomás: ¡No, España no! ¿Por qué España? Mamá.

¿Por qué vamos a ir a España? C.: ¡Qué sé yo! El idioma. Además, Papá es hijo de

españoles. Y es más fácil por los papeles.

Alicia: ¡Ah! ¿Y por eso yo voy a elegir dónde desarrollar mi vida? ¿Porque es más fácil con los

papeles?

T.: ¿Y por qué no vamos a Estados Unidos? (…) Ya

que la vamos a hacer, hagámosla bien. Vayamos al primer mundo en serio. No a un quinto carbónico.

E.: ¡Pero dime! Con España tenemos una herencia,

una tradición. A.: ¿Qué herencia? Acá lo único que llega a España

es la cuenta de teléfono y siempre con plata de más.

¿De qué herencia me hablás? Yo a España no me voy.

Entre los argumentos aportados por los padres para

justificar la elección del destino se encuentran las típicas

razones basadas en la afinidad cultural con España, una idea

repetida una y otra vez por los migrantes de la última oleada.

Aunque ni siquiera ellos saben explicar exactamente en qué

consiste esa herencia compartida. Para los hijos es aún más

difícil de entender: para Tomás España es sinónimo de atraso

económico, para Alicia de colonialismo de sus empresas, y

ninguno de los dos considera que en España se sentirían como

en casa. La cuestión de la cercanía étnica/cultural de

argentinos y españoles –de la que tan frecuentemente se hace

uso en la opinión pública para fundamentar la idea de las

278

ventajas comparativas que supuestamente tienen los argentinos

en España frente a otros colectivos de inmigrantes- aparece a

lo largo de toda la narración de las vivencias de Ernesto en

España: mostrando que también él, a pesar de ser argentino,

sufre las dificultades de los migrantes económicos y que a

pesar de que su padre es español, para él España es un país

desconocido, en el que la adaptación significa empezar de

nuevo.

A lo largo de los trece capítulos que componen la serie

se narra cómo fue la vida de un asturiano emigrado a la

Argentina en la década de los años 30 y cómo es la de un

migrante argentino en la España actual, describiendo

situaciones con frecuencia parecidas, si bien también ofrecen

algunas diferencias sustantivas. Así, la partida de José/Andrés

estaría marcada por la pobreza y el exilio político, mientras la

migración de 2001 es dibujada como un fenómeno propio de

las clases medias, que buscan mantener un determinado nivel

de vida y estatus social a través de la migración. Y mientras

que entonces migrar habría significado en buena medida

“nacer de nuevo” –hasta el punto de que José cambia su

nombre por el de Andrés (pues ingresa en Buenos Aires con el

pasaporte de su hermano muerto)-, hoy las distancias son

mucho más cortas, siendo posible volver, sea temporal o

definitivamente, al lugar de origen. Campanella en una

entrevista:

Aquéllas [las emigraciones del pasado] implicaban la decisión heroica de cambiar tu vida y no ver nunca

más a los tuyos. Realmente se volvía a nacer. Ahora,

en nuestros países, la gente emigra para mantener un nivel de clase media

(Baragaño, 31-07-2005).

279

En las películas Lugares comunes, de Adolfo

Aristarain, y Luna de Avellaneda, de Campanella, también está

presente el tema de las migraciones entre España y la

Argentina, si bien ocupando un segundo plano. Lugares

comunes cuenta la historia de Fernando y Liliana, una pareja

mayor felizmente casada, perteneciente a la clase media

intelectual e ideológicamente de izquierdas, pero afectada por

la crisis multidimensional que atraviesa la Argentina, y por el

rumbo de las políticas neoliberales, fruto de las cuales cada

vez queda menos espacio para la cultura. Cuando Fernando,

profesor de literatura, es prejubilado por decreto, siente que ya

no hay lugar para él en la sociedad. Ante esta “expulsión”, la

pareja decide no emigrar, sino emprender algo así como el

“exilio interno” y probar suerte en la utopía agraria: venden su

departamento en Buenos Aires y compran una chacra en la

provincia de Córdoba, donde intentan dedicarse al destilado de

lavanda para la fabricación de perfumes. La historia familiar

de Fernando y Liliana está atravesada por experiencias de

migración de diversa índole, hecho que condiciona su

existencia. En primer lugar, Liliana es hija de españoles

republicanos que al final de la Guerra Civil se exiliaron

primero en Francia y, cuando Liliana tenía 20 años, se

trasladaron a la Argentina. Para ella ser exiliada forma

irremediablemente parte de su identidad. Durante la dictadura

del 76 Fernando y Liliana vivieron el exilio madrileño;

después de 6 años pudieron regresar a la Argentina. Más tarde,

Pedro, el hijo de la pareja, junto con su joven familia, partió a

Madrid por causas económicas; esta última migración es

narrada desde el punto de vista de los padres y explicada como

esa salida buscada por muchos miembros de los sectores

clasemedieros para recuperar (o mantener) un estatus que en la

280

Argentina no logran alcanzar. Los padres critican el estilo de

vida del hijo, quien no duda en sobrecargarse con largas

jornadas laborales en una compañía de computación, a cambio

de bienestar material para sus hijos, sintiéndose en el fondo

infeliz y soportando una relación de pareja llena de tensiones.

En una discusión en la que Pedro intenta convencer a su padre

de que ellos también se vayan a vivir a Madrid, Fernando hace

referencia a la cuestión de la supuesta identidad española de

los argentinos que, como su hijo, parten a España a buscarse el

futuro:

Fernando: El futuro no lo tenés, no es tuyo. Te

guste o no, eres un exiliado y un sudaca, que le está

quitando el puesto a un gallego desocupado. Y cuando

tu querida empresa tenga que achicarse porque llegó la recesión, al primero que le van a dar una patada en el

culo es a vos. ¿Tenés alguna duda?

Pedro: Yo no soy ningún sudaca. Soy español, tengo nacionalidad española.

Fernando: Sabés por dónde me paso yo eso de la

patria, la bandera y la escarapela. Vos te vendiste,

Pedro. Vos dejaste tu país por guita porque te conviene. Vos no sos español, sos otra cosa.

Luna de Avellaneda cuenta la historia de la debacle de

un club social y deportivo de la Argentina de fines del siglo

XX. El deterioro del tejido barrial descrito en este film

también se podría extrapolar al conjunto de la sociedad,

devorada por el neoliberalismo: lo único que cuenta es el

beneficio económico de los empresarios, mientras las

relaciones personales y la sociabilidad vecinal carecen de

valor. Una de las respuestas a esta desarticulación social es la

281

solución que plantea el hijo del protagonista, siendo casi un

adolescente: emprender el viaje a España. El padre, sin

embargo –y este es el mensaje que transmite la película, opta

por quedarse y luchar por la reconstrucción de los lazos de

vecindad y solidaridad. Por otro lado, la cuestión migratoria

también está presente al mostrar la raíz migratoria de la

sociedad argentina: el club fue fundado por tres gallegos.

Como mariposas en la luz, de Diego Yaker, enfoca la

crisis económica y social de cambio de siglo en Mar del Plata,

una ciudad marcada por la desocupación y el fracaso de la

reconversión industrial. Después del cierre de la fábrica

procesadora de pescado en la que trabajaba su padre, el joven

protagonista, que desde hace tiempo juega con la idea de partir

a España (concretamente a Barcelona), se pone en marcha,

como tantos otros marplatenses. Se trata de un film centrado

en la problemática de la migración actual y, una vez más,

aparece la cuestión de los vínculos con España: el joven tiene

ascendencia catalana, a través de la cual ansía conseguir su

pasaporte europeo, aunque una vez que se encuentra en

Cataluña –todavía sin haber conseguido ‘los papeles’- se da

cuenta de que no es tan bien recibido como esperaba (Neveleff

y Monforte, 2008, p. 83).

Otro conjunto de películas refieren, no a las

migraciones españolas, sino a las procedentes de otros países

europeos, respondiendo al mismo patrón interpretativo que las

anteriores: representan las migraciones actuales como retorno

a Europa, siendo que con frecuencia se difuminan las diversas

procedencias nacionales. Se produce una identificación con lo

europeo a partir de los procesos migratorios que llevaron a

gallegos, españoles, italianos, polacos, judíos, etc., a constituir

la sociedad argentina. En Un día de suerte, de Sandra

Gugliotta, se cuenta la historia de una joven que, en medio de

282

la debacle argentina, anhela marcharse a Italia, de donde

procede su abuelo y donde espera encontrar su amor. El

abrazo partido, de Daniel Burman, relata la historia de

búsqueda identitaria de un joven de raíces polacas y judías. La

galería de pequeñas tiendas del porteño barrio de Balvanera en

la que se desarrolla la mayor parte de la película es, además,

un colorido mosaico étnico, del cual forman parte no sólo

personas de origen europeo, sino también migrantes

procedentes de la región, así como asiáticos. En el caso de

Herencia, de Paula Hernández, es una mujer de mediana edad,

dueña de un pequeño restaurante en Buenos Aires, la que

indaga en sus orígenes italianos, animada por un joven alemán

que llegó a la Argentina buscando a una mujer.

El tema de la identidad cultural de raíz española

aparece una y otra vez en las películas de la última década,

bien para reafirmarla, bien para cuestionarla. En Abrígate, de

Ramón Costafreda, se enfoca la identidad gallega. Es la única

película de las analizadas que fue dirigida por un español

(nótese que el guionista, Fernando Castets, es argentino).

Abrígate trata de los hijos de los migrantes gallegos en la

Argentina –las llamadas segundas generaciones- y, más

concretamente, de lo que regresan a Galicia. La productora

ejecutiva del film, Carmen de Miguel, explica en una

entrevista:

La idea de Ramón era hablar de la tercera

generación de emigrantes, de los hijos de los

emigrantes gallegos que fueron a Argentina y que

vienen aquí a buscar sus raíces (making of incluido en

el DVD de la película).

283

En este film el elemento económico está obviado casi

por completo: el espectador desconoce los motivos exactos por

los cuales Valeria, la joven protagonista, migró a Galicia, si

bien está claro que se queda en Betanzos (A Coruña) por

amor. Y se sabe, también, de su fascinación por lo que va

descubriendo de la cultura y las costumbres gallegas (el

idioma, festividades como la noche de San Juan, la comida,

etcétera) y por sus gentes (el maravilloso personaje de Adela,

la peluquera). Miguel, el padre de Valeria, llegó a la Argentina

siendo muy joven –junto con su padre; marcharon por motivos

políticos (la familia era republicana) y económicos durante el

primer franquismo. En el caso del padre de Valeria, que

también emprende el viaje a Galicia, sí hay unas sutiles

referencias a la precariedad económica que vive en Argentina,

impidiéndole llevar a cabo su proyecto artístico; a pesar de

eso, lo que parece predominar es, también, la búsqueda de las

raíces. E igual que se hija, se enamora de Galicia, y de la

peluquera gallega. En el centro de esta historia está, por lo

tanto, la búsqueda personal por recuperar los orígenes,

poniendo de relieve la construcción de una identidad unida a

los intercambios sociales y simbólicos entre Galicia y el Río

de la Plata: “Es lo que somos, un poquito de cada lado”, dice

Valeria en algún momento, refiriéndose a la filiación paterna y

materna y, al mismo tiempo, a su filiación argentina y gallega.

Nótese que en Abrígate se habla antes de la región (Galicia, el

Río de la Plata) que del país (España, Argentina), para

referirse al lugar de origen o el de destino.

En relación a las migraciones transatlánticas, uno de

los aspectos más desarrollados en Abrígate es la cuestión de

los vínculos que los afectos mantienen entre Galicia y el Río

de la Plata. Con frecuencia se ponen de relieve las diferencias

entre ayer y hoy. Valeria, en Betanzos, mantiene un contacto

284

muy cotidiano con su padre en Buenos Aires por vía

telefónica. De hecho en las primeras secuencias de la película

recibe una llamada de su padre. En contraposición, el abuelo

de Valeria se dedicaba en Betanzos –antes de marchar a la

Argentina- a realizar retratos de los familiares de los

emigrados, para enviárselos. Valeria está fascinada con esas

fotografías y por descubrir cómo vivían sus antepasados. La

familia gallega de Miguel está formada por dos primas que

viven apartadas del pueblo. Ellas sintieron que se quedaron

abandonadas cuando Miguel partió, junto a su padre, y por eso

le guardan rencor. Coco, el barquero, también vive

desarraigado entre dos mundos: siendo de origen gallego,

regresó de la Argentina porque extrañaba; pero en Galicia

sigue extrañando.

El panorama descrito muestra cómo, antes que a la

migración en sí, el cine argentino y argentino-español reciente

se refiere, sobre todo, al retorno (real o imaginario, en el

sentido de vuelta a la tierra de los ancestros), hoy en día. En la

medida que se presentan historias de retornos de personas que

en su momento llegaron desde España, éstas refieren,

obligadamente, a casos que se inscriben en la última oleada

migratoria (los que arribaron a la Argentina antes de la década

del 30 ya no están vivos). Se podría argumentar que la ficción

recurre a la migración tardía para relatar acerca de trayectorias

de ida y vuelta desde/a España y, así, forzar el imaginario del

retorno. Pero al mismo tiempo parecen sugerir lo oportuno que

podría ser profundizar en el análisis de esta última oleada –

hasta ahora descuidada por los estudios migratorios- para

seguir con más detalle la pista de las redes y las cadenas

migratorias, y ver hasta qué punto éstas propician los

movimientos de retorno.

285

En cuanto a su recepción social, el imaginario del

retorno parece funcionar mejor en la Argentina que en España.

Así, por ejemplo, la serie Vientos de agua, tan elogiada por la

crítica, por la calidad del rodaje y su mensaje social

(Lamazares, 02-09-2005; Pàmies, 05-01-2006; Longo, 05-08-

2006), no tuvo en su proyección televisiva el respaldo de la

audiencia española que se esperaba8. En la Argentina, en

cambio, resulta más fácil y cercano explicar la emigración

actual como viaje de vuelta a los orígenes.

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