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Ciudades escritas

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Ciudades escritas

Ciudades escritas

Breves ensayos sobre la ciudad y la escritura

Ciudades escritas. Breves ensayos sobre la ciudad y la escritura es un libro electrónico que se ha logrado gracias al apoyo de la investigación “La ciudad y mancha urbana: Configuración y disolución del tejido social” que, a su vez, está respaldada por elApoyo a la Incorporación de Nuevos PICT.

Agradecimientos a la responsable del proyecto de investigación, la Dra. Irving Samadhi Aguilar Rocha, a los miembros de su Servicio Social y a la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

Dra. Irving Samadhi Aguilar Rocha, coordinadora de investigación.

Jesús G. Toledo, imagen de portada.

Yakami J. Barrón Machado, corrección de textos.

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.

Marzo, 2017.

Índice

Breve introducción......................................................1Laura Darnerli Méndez Ávila

El ser humano como creador.....................................3Anakarenn Guadalupe Amador Flores

Orillas del espacio y del tiempo...............................10Leonardo Mejía Vázquez

El yo y la escritura creativa.......................................23Jesús G. Toledo García

Breve introducciónLaura Darneli Méndez Ávila

Este libro electrónico es un compendio de ideas que parten desde una perspectiva filosófica. No obstante, el lenguaje y la claridad logran una basta accesibilidad para diferentes tipos de lectores.

En esta selección de lacónicos ensayos se destaca el valor de pensar sobre las personas y sus acciones, porque ellas directa e indirectamente definen al mundo, así como también, se analizan algunas características que determinan la cultura en las ciudades actuales, las cuales llegan a generar seres sin identidad. También, se reflexiona acerca de la individualidad, se habla de la importancia de la escritura creativa en el contexto antes mencionado, y por último, se rescata la percepción que se tiene de una zona rural y su esencia, la cual puede llegar a ser entendida en un contexto urbano como “pequeña comunidad”.

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El ser humano como creadorAnakarenn Guadalupe

Amador Flores

Las sociedades urbanas han avanzado a un grado considerable de desarrollo e innovación, las culturas se han modificado y han dado pasos agigantados desde el siglo xviii hasta la actualidad. Pero para que se hiciera realidad este avance entre la sociedad y la cultura, se tuvo que dar el primer paso, y ese paso lo dio el ser humano. El ser humano como consciente de sí, pero hasta qué punto es éste responsable de su mundo.

El colocar al ser humano como creador, no ha pasado desapercibido para disciplinas humanistas y las ciencias sociales, se han creado debates, discursos y ensayos donde discute este tema: se escuchan o resuenan los títulos de “El hombre como creador de la Cultura”, “El hombre, creador de valores” e incluso y más provocador para algunos “El hombre como creador de Dios”. La filosofía es

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una disciplina humanista que ha tomado también al hombre como el centro de partida del conocimiento, poner al hombre como principal ‘actor’ de hechos y acontecimientos ha sido parte de un objeto de análisis, reflexión y crítica.

Ahora, ¿cómo entender al ser humano como creador de sí y de su sociedad? Para una primera interpretación, el hombre (o mujer, el término “hombre” se utiliza de manera inclusiva) será el protagonista, aquel sujeto que determina a través de su interpretación subjetiva, todo aquello que lo rodea o bien en otro caso el sujeto que le da sentido a la realidad que al mismo tiempo él construye. Søren Kierkegaard, el padre o el tío abuelo (Peñalver 128) del Existencialismo, afirmo el valor y la libertad del individuo ante las elecciones o decisiones que pueda tomar ante el mundo y su realidad, esas elecciones tomadas son las que definirán a ese individuo. Esto tiene paralelismo con Heidegger y Sartre (quienes retoman del pensamiento de Kierkegaard) es el hombre —individuo— que con sus actos modifican al mundo, crean significados y estos causan efectos en él. De allí que, si se quiere, se pueda pensar que el ser humano es una obra de arte, en él está el estilo y la técnica, y como toda obra de arte, deja un legado al mundo, su huella auténtica.

En filosofía, los términos de “autenticidad” y “auténtico” son aplicados por algunos pensadores especial y no exclusivamente, a la existencia humana. Se dice entonces que un determinado ser humano es auténtico cuando es, o llega a ser lo que verdadera y radicalmente es, cuando no está enajenado. Heidegger ha hablado de su autenticidad e inautenticidad como modos de ser básicos del Dasein [ser-ahí]. El Dasein puede, en efecto “elegirse a sí mismo”, es decir “ganarse”, en cuyo caso “se apropia de sí mismo” y se hace auténtico. Puede también “no elegirse a sí mismo”, es decir, “perderse”, en cuyo caso deja de apropiarse a sí mismo y se hace “inauténtico” —no llega a ser lo que es. (Sartre 15)

Esta autenticidad también puede interpretarse de otra manera, puesto que si el hombre ya es un creador o generador de significado también él es el significado. En la obra de Michel de Certeau La invención de lo cotidiano 2, en unos de sus capítulos, este filósofo hace referencia a aquellos lugares que existen o existieron, estos tienen su historia y en ellos, las relaciones humanas crean un significado. En este sentido, equiparo la ciudad y el modo

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en que el hombre se entiende en este ensayo por significado, por resultado. Pero, ¿Cómo entiendo al hombre como significado? Desde luego, hay diferentes interpretaciones para cada individuo, y diversas perspectivas para abordarlo. Lo que aquí se propone es que la definición para un individuo puede, incluso debe, ir más allá de un simple resultado sistematizado. El significado que se está tratando aquí tiene que ver con un desarrollo personal: racional y emocional.

Walter Benjamin en “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, reflexiona acerca de la fotografía, en ella se puede observar infinidad de cosas, pero para el autor su fotografía tendrá un sentido determinado (Benjamin 58). La creación por parte del autor o del mismo hombre va acorde con su perspectiva y lo que él ve reflejado en su creación.

El hombre, entonces, tiene la habilidad de pensarse a sí mismo y generar así expresiones que manifiesten un significado, una serie de experiencias que tarde o temprano llegan a la sociedad. Sin embargo, para poder crear, el autor antes tuvo que atravesar antes un proceso de “creación”, en el cual, casi siempre hay complicaciones. Entonces, ¿quién puede bloquear o

evitar que el hombre se piense a sí mismo y piense en generar existencia a consciencia? Además de los factores externos (economía, estrato social, por ejemplo), la respuesta es simple, el mismo hombre. Él es el único que puede, interponerse con una fuerza vehemente a sí mismo.

Sin embargo, como ya se dijo, podemos comprender este bloqueo en dos niveles esenciales: el interno y el externo. El primero es de manera introspectiva del hombre, sus dificultades, miedos o incertidumbres ante el mundo y que no le permite desarrollarse. El segundo son los factores ajenos al hombre. Tales como economía y entorno. Estos factores son importantes para la trascendencia del hombre, en tanto que son un obstáculo para que él se pueda desarrollar en toda su plenitud (esto entendido desde la filosofía existencialista de Kierkegaard, Sartre y Heidegger antes mencionada). Lo que imposibilita al hombre es él y sus decisiones, recordemos la postura del pensamiento de Kierkegaard, el hombre es el que decide y elige, y esas decisiones y elecciones lo definirán.

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Referencias:

Peñalver Gomez, Patricio. “Kierkegaard.” La Filosofía del siglo xix. Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía. Ed. José Luis Vicañas. Madrid: Trotta, 2001.

Sartre, Jean-Paul. El existencialismo es un humanismo. México: Ediciones Quinto Sol, 1988.

Walter, Benjamin. “Fotografía.” La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Trad. Andrés E. Weikert, México: Ítaca, 2003.

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Orillas del tiempo y del espacioLeonardo Mejía Vázquez

Ciudad

Si pensamos el tiempo, pensamos sin duda alguna en una cualidad medible, en un conjunto de momentos sucesivos o continuos, sin embargo el tiempo podemos experimentarlo desde diferentes perspectivas, y no necesariamente tiene que ser lineal o cuantificable. El tiempo puede ser mental o relativo, es decir, que transcurre rápido o lento según nuestro tipo de perspectiva. Transcurre y no podríamos darnos cuenta, solo sabemos que avanza o vuelve a repetirse un ciclo, tal como lo percibían los antiguos mayas y aztecas.

El tiempo es un factor fundamental en el hacer diario de nuestras vidas y, como tal, tratamos de organizarlo, fragmentarlo y hacerlo rendir, al menos en la ciudad. Sin embargo, el tiempo que transcurre en una pequeña comunidad (o zona rural, pueblo)

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no sólo es distinto, sino que es la antípoda del tiempo en que estamos dentro de una ciudad. Aunque muchas veces se concibe de manera lineal, también es cierto que puede ser muy pausado. Por ejemplo, en una pequeña comunidad las necesidades básicas son adquiridas y manufacturadas dentro del mismo espacio reducido en kilómetros, mientras que en una ciudad la distancia es a gran escala, esto se traduce en inversiones de tiempo, en el primer ejemplo obtener un producto toma menos tiempo en cuanto al recorrido que en el segundo. En este sentido, la experiencia de viaje, acaso humana, en una ciudad es en mayor parte controlada por la necesidad de tiempo, y no por la satisfacción del ser humano, mirar desinteresadamente el paisaje de la ciudad, por ejemplo.

De lo anterior quiero dejar en claro que entiendo al ser humano actual como un resultado de un tiempo y espacio determinado por la producción. Pero antes debo aclarar de dónde viene esta idea. David Harvey, analista de la sociedad, advierte que el tiempo y el espacio están determinados por las prácticas materiales de la reproducción social, menciona que estas categorías varían dependiendo de la época histórica y la geografía determinada y, a su vez, estas dos categorías son construidas

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de manera diferencial. Cada modo de producción o formación social particular encarnará un conjunto de prácticas y conceptos del tiempo y del espacio.

Con base en la idea anterior, puedo decir que, en la época actual en la que nos encontramos, el espacio contemporáneo es como un reducto del tiempo lineal y progresista; progreso entendido como el avance científico-tecnológico e industrial que nos llevará —llevaría— a un mundo mejor. Esto porque pareciera que hay cercanía entre lugares distantes, hablo de la globalización. Cercanía que se explica en el alcance de los productos, pues a pesar de ser manufacturados en países distantes, estos pueden ser adquiridos con gran facilidad. Los medios: internet, paquetería, tarjetas de crédito, etc. están a disposición del ciudadano promedio, quien sólo espera el tiempo necesario para que estos productos sean transportados, y finalmente consumidos. De modo que, se puede concluir que “El progreso entraña la conquista del espacio, la destrucción de todas las barreras espaciales y, por último, la aniquilación del espacio a través del tiempo. En la noción misma de progreso está implícita la reducción del espacio a una categoría contingente” (Harvey 230).

No obstante, para mí la cercanía de

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la gente con los productos, nos aleja de las personas que los hicieron, por lo que los modos de producción también determinan los modos de relación social. En otras palabras, el obrero de china es indiferente a los consumidores de Europa y el México lo es con el de Estados Unidos. La rutina en la que están envueltos millones de obreros hace ver que la realización personal y el trato colectivo sea una ficción utópica al estilo de la nueva Atlántida de Francis Bacon. Es por eso que las instituciones, tanto universidades como empresas, están a favor de egresar y contratar obreros, respectivamente: se necesita de mano de obra y no de personas que aporten a mejorar las relaciones en la sociedad.

Ahora, la mayor parte de nuestro tiempo lo administramos en prepararnos para obtener un empleo bien remunerado, pues el dinero nos asegura un cierto confort: podemos darnos el lujo de viajar en vacaciones, comprar un auto y una linda casa de que nos vende la televisión, mas el sistema económico en el que estamos inmersos, no deja de sacar provecho de nuestras comodidades, pues hay que pagar el hotel, las refacciones y tramites del auto, el predio de la casa e impuestos por todos lados. Parece ser que al final lo que posees acabara poseyéndote. “El dinero puede utilizarse

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para gobernar el tiempo (nuestro tiempo y el de otros) y el espacio. Recíprocamente, el dominio del tiempo y el espacio puede convertirse a su vez en dominio sobre el dinero.” (Harvey 251).

El dinero es el catalizador de nuestras acciones humanas, no permite que actuemos si no es por un interés personal y egoísta, ha transformado nuestro tiempo y espacio, ha reconfigurado nuestras relaciones sociales, ha hecho del hombre y la ciudad una red superficial de bienestar, se han construido grandes ciudades en su nombre mientras ha restado vitalidad a nuestra existencia. El control sobre nuestro tiempo y sobre nuestro espacio es cada vez menos nuestro y cada vez más de la elite capitalista, pues son ellos quienes nos proporcionan las maneras de convivir y compartir, desde el sufrimiento a la felicidad, desde el aburrimiento hasta la diversión. La sutileza con la que somos inmersos en este mundo de producción y consumo, ha resquebrajado el pensamiento crítico, tal como si fuésemos una masa de gente amorfa sin sentido, ni identidad y con un alto grado de pasividad, pues la industria lo hará todo por nosotros, y nosotros haremos todo por la industria:

La violencia de la sociedad industrial obra sobre los hombres de una vez

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por todas. Los productos de la industria […] pueden ser consumidos rápidamente incluso en estado de distracción, pero cada uno de ellos es un modelo del gigantesco mecanismo económico que mantiene a todos bajo presión desde el comienzo en el trabajo y en el descanso que se le asemeja. (Adorno 44).

Pequeña comunidad

Ya que hemos expuesto los criterios para validar el porqué la vida en la ciudad ha mermado nuestro tiempo, nuestro espacio y las relaciones sociales, veremos la contraparte del tiempo vivido en una pequeña comunidad. Podemos pensar a la pequeña comunidad, como un espacio delimitado, donde convergen un grupo de personas, que además de cruzar palabras, comparten una política y tradición. Esta definición sencilla y general, si bien es aplicable y origen de la polis griega:

La polis es aquel lugar donde una gente determinada, especifica por sus tradiciones, por sus costumbres, tiene su sede, su propio ethos […] el ethos griego es la sede, antes y más originariamente que toda costumbre

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y tradición, el lugar donde mi gente tiene su morada tradicional. (Cacciari 10).

Todavía en la actualidad es usual encontrar espacios rurales o semiurbanos, en diversas partes del mundo, conocidos como pueblos.

El arraigo que tenían los griegos por un espacio común, indica la práctica de una vida social activa, donde los hombres libres tenían como derecho el participar en la política, incidir en la polis sobre asuntos importantes y, sobre todo, en el sentido de pertenencia o identidad. Lo que deseo demostrar con mi comparación entre la polis griega con los pueblos contemporáneos, es que tanto el espacio, el tiempo y las relaciones sociales son los criterios particulares de una sociedad organizada desde el “bien común”, se antepone incluso la sociedad al individuo. Aristóteles en el libro primero de la Política, planteaba como axioma que “el todo es mayor a las partes que lo componen” (Aristóteles 16), así que la sociedad es anterior al individuo, y que aquel individuo sin sociedad o era una bestia o era un dios. (Aristóteles 17).

En los pueblos todas las personas se conocen, y los actos de cada individuo por igual, así que cada uno responde por sus acciones, es por ello que se requiere andar con cuidado

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si se pretende transgredir una norma, tal como le ocurrió a Sócrates, de quien se dice que se le condenó a muerte porque cuestionaba la existencia de los dioses y las virtudes que se daban por hecho. Así pues, las relaciones sociales se vinculan dentro de un espacio y tiempo en común, en donde la interacción real y no virtual entre las personas es inevitable y necesaria y donde las costumbres y leyes se tienen que respetar sí o sí.

Por otra parte, las relaciones en los modos de producción dentro de los pueblos, es en cierta medida autónoma y autosuficiente, pues el comercio se mueve entre los mismos pobladores, quienes ocupan las materias primas que después ven convertidas en un objeto material en concreto, y aunque en muchos casos estas relaciones de modos de producción manejan dinero como moneda de intercambio, no hay la misma magnitud de explotación y enajenación como lo hay dentro de una fábrica en la ciudad. En cierto sentido y a modo de imaginación, podemos vislumbrar que entre más lejanas se encuentren las personas de la ciudad, hay menos explotación, dicho de otra forma, entre menos conceptos occidentales tenga una población, el grado de concebir las categorías de espacio, tiempo y relaciones sociales son de carácter comunitario.

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Resultará interesante contrastar el origen, apogeo y declive de la polis griega con las características similares de los pueblos latinoamericanos y su vigencia. La polis griega tuvo su final porque deseó no mezclar sus raíces con otras culturas, en tanto los pueblos de América Latina, por ejemplo, en su mayoría, han sufrido una gran cantidad de mezclas culturales, y éstas emanan costumbres y tradiciones que forman una esencia abierta, dispuesta a compartir con gente distinta y de todo el mundo.

Así pues, podemos sacar como conclusión que la organización comunitaria y la adaptabilidad del medio es la mejor forma de hacer una inversión de tiempo y espacio. De hecho, en muchos casos, miembros de este tipo de comunidades cuando emigran, perpetúan su tradición y, al contrario de la comunidad griega, en lugar de reservarlas para ellos solos, la comporten y la transmiten de una persona a otra y de generación en generación.

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Legado

De las acciones que realizamos como adultos dentro del factor tiempo, encontramos que las repercusiones de las mismas afectarán en las generaciones más próximas. El ritmo acelerado que lleva la gente de ciudad, conduce a elegir lo que las necesidades del aquí y del ahora exigen, sin tener en cuenta los costos futuros, por ejemplo: la tala inmoderada que se usa para la construcción de muebles, casas o leña para uso doméstico, disminuirá la proporción de oxigeno por un aumento del monóxido de carbono, la escasez de agua y la reducción de flora y fauna silvestre, el deterioro ambiental por parte de la falsa necesidad de bienes de consumo, esto quiere decir: disminución en la calidad de vida de las generaciones próximas.

El horizonte de tiempo implicado en una decisión afecta materialmente el tipo de decisión que tomemos. Si queremos superar algo, o construir un futuro mejor para nuestros hijos, haremos cosas muy diferentes de las que haríamos si sólo se tratara de procurarnos placer aquí y ahora. (Harvey 226).

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La conciencia del tiempo y del espacio en el imaginario colectivo determinan los procesos de producción, pues, mientras en gran medida los pueblos buscan preservar la vida, las tierras, los mares, en contraste, los grandes capitalistas de la ciudad buscan acabar con todo lo que sea consumible de la naturaleza, las empresas junto con el avance tecnocientífico tienden a optimizar sus procesos de producción a gran velocidad, que incluso la mano de obra humana, es cada vez menos necesaria, pues el control automatizado de la maquina le reemplaza.

Conclusión

He sido, quizás, un poco injusto al centrarme en las desventajas de la vida en la ciudad y en las ventajas de la vida en el pueblo, por ello, quiero ser claro, no es que no existan cosas destacables y deleznables en uno y otro lugar, pero yo he preferido perfilar mi trabajo de este modo. No obstante, la ciudad nos ha proveído de herramientas, como las redes sociales, que podrían ser encausadas a la fundación de nuevas pequeñas comunidades, de lazos fuertes entre personas que vayan de lo virtual a las calles en cualquier metrópoli. Sólo por mencionar

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un ejemplo obvio de lo que se podría hacer. Por otra parte, las ciudades pueden ofrecer una

gama de posibilidades, las cuales pueden convertirse en distracciones y pueden abrumarnos o no, esto depende de la forma en cómo asimilemos el espacio y el tiempo, depende de cómo aprovechemos ello. Mantenernos desalineados parece una cuestión difícil en los tiempos posmodernos, sin embargo para ello siempre están las pequeñas comunidades en las que podemos participar de manera directa o indirecta en sus formas de vida.

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Referencias:

Adorno, T, Horkheimer M. Dialéctica del iluminismo. www.ddooss.org. DDOOSS, Asociación de Amigos del Arte y la Cultura. Web. 26 de septiembre de 2016.

Aristóteles. La Política. Trad. Pedro Simón Abril. Madrid: Nuestra Raza, 1910.

Cacciari, Massimo. La ciudad. Barcelona: Gustavo Gili, 2010.

Harvey David. La condición de la posmodernidad: investigación sobre los orígenes del cambio cultural. Buenos Aires: Amorrortu, 1990.

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El yo y la escritura creativaJesús G. Toledo García

Como ya se ha comentado, las condiciones de las ciudades contemporáneas tienden a crear abismos entre personas. El ritmo de vida es fundamental para atrapar al ser humano en una suerte de esclavitud donde se trabaja para volver a trabajar y donde la vida o la experiencia poco a poco pierde interés. En este pequeño ensayo se discute sobre la relevancia de la experiencia individual, la importancia de compartirla y la pertinencia de la escritura, aunque también podría ser de las artes en general, en el desarrollo actual de la humanidad.

El sociólogo y filósofo, Gilles Lipovetsky explica la individualidad o egocentrismo contemporáneo con la figura del narciso de la mitología griega. “El narcicismo, por la atención puntillosa hacia el cuerpo, […] desmonta las resistencias ‘tradicionales’ y hace al cuerpo

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disponible para cualquier experimentación.” (Lipovetsky 63). Otro de los factores importantes a tomar en cuenta a la hora de analizar las ciudades actuales es el de la devoción del “yo”. Para bastantes personas lo importante no reside en la experiencia de los conjuntos, sino en la generación de sensaciones al interior de sí mismo, lo cual es comprensible, pero su uso desmedido puede resultar peligroso, porque se traduce en indiferencia a las acciones fuera de ese individuo que determinan una sociedad, incluso las que indirectamente el sujeto antes mencionado produce.

De modo que el “El cuerpo, como la conciencia, se convierte en un espacio flotante, un espacio deslocalizado en manos de la movilidad social” (Lipovetsky 63). Pero si ya he dicho que se trata de una manifestación individual, cómo puede ser que el cuerpo esté en manos de lo social, esto sucede porque todos somos una respuesta de nuestra cultura.

El discurso de una persona individualista se gesta gracias al “Abandono de los grandes sistemas de sentido e Hiperinversión en el Yo [cuyo motor es] el placer, el bienestar, la desestandarización, todo concurre a la promoción de un individualismo puro” (Lipovetsky 53). Al abandonarse o tratar

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de desvincularse del mundo, aparece en el individuo un vacío, a la par de las ansias de colmarse de significado o significados. Es por ello que las personas, al sentir soledad, buscan saciar su vacío, generar significados, cosas que cuenten su historia, su vida, su mundo. Tal vacío, en parte, lo ha dejado la muerte de los grandes relatos que han dado sentido a la humanidad como el comunismo, la religión o el capitalismo (pero esto ya es otro tema).

Aquí lo rescatable es aprovechar este movimiento del yo hacia su interior, buscar esa serie de sensaciones y experiencias personales, pero también, con determinados modos y límites, compartirlas. Porque de ellas algunas personas pueden enriquecerse, incluso sin tener la intención de ello.

Por otra parte y en contraste con el aprovechamiento del yo, Merleau Ponty menciona que el cuerpo se comprenderá mejor en cuanto se tome en consideración el movimiento del mismo (119). Es decir, se debe comprender cómo es que el cuerpo habita el espacio y el tiempo, esto es, saberse en el mundo. Para dejar en claro lo anterior expone el ejemplo de un enfermo, al cual se le ha pedido mostrar con su dedo su nariz; el enfermo la toca. Merleau Ponty distingue dos acciones: tocar y

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señalar. La primera acción sugiere que el individuo le da un lugar a la cosa, debido a que…

Nuestro cuerpo no es solamente un espacio expresivo entre todos los demás. […] Es el origen de todos los demás, el movimiento de expresión, lo que proyecta hacía fuera las significaciones dándoles un lugar, lo que hace que ellas se pongan a existir como cosas, bajo nuestras manos, bajo nuestros ojos. […] El cuerpo es nuestro medio general de poseer un mundo. (Ponty 163).

Sin embargo, lo que casi siempre sucede en las sociedades es lo contario, no se tiene consciencia de que el cuerpo es expresivo. De regreso al ejemplo del enfermo, si éste sólo señala, es equivalente a reproducir costumbres “no tiene ni consciencia tética del estímulo, ni consciencia tética de la reacción: simplemente él es su cuerpo y su cuerpo es la potencia de un cierto mundo”. (Ponty 123). Esto es, el enfermo es sólo una manifestación de la cultura que no se cuestiona su existencia, una persona inconsciente de lo que pasa y de sus acciones. Él “se limita a los gestos necesarios para la conservación de la vida y, correlativamente, propone a nuestro alrededor un mundo [en] un sentido figurado”. (Ponty 163).

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Aunque muchas personas viven inconscientes de su mundo, es parte del ser humano, según Martin Heidegger, el descubrimiento, la indagación, acaso, la curiosidad.

El filósofo alemán habla de que el ser humano responde al desocultamiento de las cosas, el alétheia, concepto que apunta al descubrimiento de una verdad: “La esencia de la técnica moderna reposa en lo dispuesto. Éste pertenece al destino del desocultamiento” (Heidegger 135). José Ortega y Gasset coincide con esta postura: “la historia del pensamiento humano se reduce a la serie de observaciones que el hombre ha hecho para sacar a la luz, para descubrir esa posibilidad de máquina que el mundo lleva latente en su materia” (Ortega y Gasset 342). Esto es importante porque responde a lo que se ha mencionado antes cuando se habló de compartir las experiencias. Ambos filósofos aquí citados se refieren a poner atención a la técnica (tecnología) que cada ser humano lleva interiorizado, este aspecto técnico es lo que lo hace actuar de determinada forma. En otras palabras, Ortega y Gasset habla en cierto modo del control sobre las personas.

Pero si se reconfigura un poco el concepto de Heidegger, el alétheia, en función del yo,

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se tiene que el individuo también debe apelar a desocultar lo que hay detrás de sus acciones, sus palabras, su forma de pensar, de su ser técnico.

No obstante, pensar es una cuestión reservada, dicho de una manera sencilla, los que desean cuestionarse son unos cuantos, las masas corren el riesgo de ser personas inútiles, una especie que enciende la luz, pero no comprende el cableado. Ortega y Gasset sostiene los seres antes descritos responden a la técnica misma. ¿Cómo sucede esto? ¿Cómo es que el hombre deja de imaginarse a sí mismo y hacerse un proyecto para responder a la técnica? Una vez que el sujeto se siente cómodo con lo que hay en el mundo, deja trascender en el sentido del que habla Ortega y Gasset y responde a la técnica y a discursos superficiales controlados por sujetos perspicaces que se han dado cuenta de que la producción tecnológica atrae miradas y la innovación y venta de la misma cautiva a muchos más. “El perfeccionamiento, estandarización y producción a gran escala de herramientas y armas, durante la revolución industrial” (Yehya 6) y la guerra han sido otros factores para el sometimiento de los hombres a la técnica.

Es aquí donde la escritura creativa y las artes encuentran la pertinencia,

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en un mundo cada vez menos sensible, más lejano entre persona y persona, menos consciente de su existencia, de que se vive con otros seres vivos.

Compartir las experiencias propias, en sentido artístico, es una pequeña parte que ayuda a contrarrestar los efectos de una sociedad líquida que se amolda a los recipientes construidos por los medios masivos de comunicación, las instituciones, entre otros medios de poder.

Cabe señalar que no sólo se trata de narrar, por ejemplo, un microcuento donde se haga un jueguito más o menos inteligente con referencias de películas, de otros libros o de cultura general, o contar lo que pasó en el verano pasado en la playa con un amante. Se trata de, como se ha dicho, analizar y descubrir lo que se lleva dentro, lo que genera esa experiencia, cavilar sobre la sensación. Para continuar con los mismos ejemplos, no se trata de darle al lector el jueguito a ver si éste lo adivina, sino de generarle algún de efecto que no sólo sea una sorpresa, que provoque asco, miedo, ternura, no se trata de escribir lo pasional del sexo en la playa, sino de pensar si aquellos momentos, con distancia al hecho, resultan nostálgicos o indiferentes, una vez consciente de ello, entonces es interesante dotar o perfilar al relato

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para que genere una experiencia.Como se mencionó en “Orillas del tiempo y del

espacio” ante este creciente control y vertiginosidad de la ciudad, la pequeña comunidad es una opción como antídoto, podría ser incluso un acto revolucionario para esta época: hacer comunidad en los tiempos del individualismo exacerbado. Pues, así como se argumenta en “El ser humano como creador” depende de cada persona pensar en la herencia que se deja a la humanidad: “el ser humano es una obra de arte, en él está el estilo y la técnica, y como toda obra de arte, deja un legado al mundo” (Amador 4).

El círculo de la escritura cada vez es más pequeño, y esto, desde un punto de vista esperanzador, representa una ventaja porque la relación entre escritores y lectores puede ser cada vez más estrecha. A mi modo de ver, la pequeña comunidad, no es sólo la que está alejada de la urbanización, puede traerse a la ciudad, modificar de tanto en tanto su sistema de valores y hacerla funcionar a un ritmo diferente, si se piensa de esta manera, la pequeña comunidad resulta el ojo del huracán cuyo centro es parsimonioso, mientras que las orillas mueven las cosas al ritmo del caos.

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Referencias:

Bauman, Zygmunt. Modernidad líquida. México: FCE, 2003. Impreso.

Heidegger, Martin. “Meditación sobre la técnica.” Filosofía, Ciencia y Técnica. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1997. Impreso.

Lyotard, Jean-François. La condición posmoderna. Madrid: Cátedra, 2006. Impreso.

Lipovetsky, Gilles. “El cuerpo reciclado.” La era del vacío. Trad. Joan Vinyoli y Michèle Pendanx. Barcelona: Anagrama, 2002. 60-64.

_______. “Narciso a medida.” La era del vacío. Trad. Joan Vinyoli y Michèle Pendanx. Barcelona: Anagrama, 2002. 50-53.

Ortega y Gasset, José. “La rebelión de las masas.” Obras completas. Tomo IV. Madrid: Fundación José Ortega y Gasset, Taurus, 1964. Impreso.

Ponty, Merleau. “El cuerpo.” Fenomenología de la percepción. Trad. Jem Cabanes. Barcelona: Península, 1994. 87-191.´

Yehya, Naief, “El culto de la alta tecnología.” Tecnocultura. El espacio íntimo transformado en tiempos de paz y de guerra. México: Tusquets Editores, 2008. Impreso.

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Para la edición electrónica de este proyecto se utilizó la tipografía League Gothic y ZnikomitNo25 para la portada y League Gothic, Kozuka Gothic Pro y Minion Pro para interiores.

Cuernavaca, Morelos, México, Marzo de 2017.

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