escritos torres garcía

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TORRES GARCÍA. Escritos. I. La concepción del mundo Armonía interna de las obras y en correspondencia o relación con un concepto de universo. Estética pitagórica El arte no se propone la realización de la belleza. Esta es una idea falsa. La belleza está dada por el ritmo y proporción de la obra, pero ni el artista, ni el público puede apuntar a la belleza. Ni para realizarla ni para comprenderla. En ningún caso debemos buscar ese placer que nos causa la belleza. Ésta tiene que ser un resultado, no una finalidad. El hombre tiene necesidad de una metafísica. De ahí que modernamente se hayan remedado esas expresiones primitivas, y también de que, mitos y leyendas hayan pasado a todas las artes. Cuando el arte ha querido marchar solo, sin ese apoyo, ha perdido fuerza. ...“lo que es la base de la estructura artística, debe ser también base de la estructura del universo: la unidad. Surgió entonces de esto, la figura del hombre universal, su correspondiente esquema plástico, que ha perdurado a través de mis obras constructivas”. La verdadera clave es lo universal. La belleza no es un valor autónomo El arte no es diversión, noble pasatiempo, apariencia de realidad ni sensualismo. Ética y estética aparentemente se unen en el fondo. Ser para hacer Lo que un artista encuentra de bello en la naturaleza, es pura coincidencia del espíritu con la realidad. La idea, tiene vida propia e independiente; que la idea es. El intelecto El intelecto es algo mecánico. Hemos de vivir de una manera instintiva. Y el arte debe ser instinto. Unidad y equilibrio de los contrarios Todo hombre debe tener una religión = la realización del Hombre Universal por encima del individuo que somos. II. La obra de arte La obra de arte como estructura Estructura quiere decir, reconocimiento de que en el fondo de todo reside la unidad. Una obra construida (ordenada según reglas) tiene un centro invisible, algo que unifica todos sus elementos retenidos por una relación entre ellos.

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Escritos del artista Joaquín Torres García

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Page 1: Escritos Torres García

TORRES GARCÍA. Escritos.

I. La concepción del mundo

Armonía interna de las obras y en correspondencia o relación con un concepto de universo. Estética pitagórica

El arte no se propone la realización de la belleza. Esta es una idea falsa. La belleza está dada por el ritmo y proporción de la obra, pero ni el artista, ni el público puede apuntar a la belleza. Ni para realizarla ni para comprenderla. En ningún caso debemos buscar ese placer que nos causa la belleza. Ésta tiene que ser un resultado, no una finalidad.

El hombre tiene necesidad de una metafísica. De ahí que modernamente se hayan remedado esas expresiones primitivas, y también de que, mitos y leyendas hayan pasado a todas las artes. Cuando el arte ha querido marchar solo, sin ese apoyo, ha perdido fuerza.

...“lo que es la base de la estructura artística, debe ser también base de la estructura del universo: la unidad. Surgió entonces de esto, la figura del hombre universal, su correspondiente esquema plástico, que ha perdurado a través de mis obras constructivas”. La verdadera clave es lo universal.

La belleza no es un valor autónomo

El arte no es diversión, noble pasatiempo, apariencia de realidad ni sensualismo. Ética y estética aparentemente se unen en el fondo.

Ser para hacer

Lo que un artista encuentra de bello en la naturaleza, es pura coincidencia del espíritu con la realidad.

La idea, tiene vida propia e independiente; que la idea es.

El intelecto

El intelecto es algo mecánico. Hemos de vivir de una manera instintiva. Y el arte debe ser instinto.

Unidad y equilibrio de los contrarios

Todo hombre debe tener una religión = la realización del Hombre Universal por encima del individuo que somos.

II. La obra de arte

La obra de arte como estructura

Estructura quiere decir, reconocimiento de que en el fondo de todo reside la unidad. Una obra construida (ordenada según reglas) tiene un centro invisible, algo que unifica todos sus elementos retenidos por una relación entre ellos.Porque es en la manera de representar que radica el arte, y no en su representación.

La obra de arte como símbolo autosignificante

Geometría y simbolismo tendrían que ser la manera natural de expresarse el artista.

Si el artista es un creador de símbolos es porque la forma simbólica es, no solamente algo dentro de la estructura racional, sino aun del alma y de la materia, y surge formada como de una pieza; y de ahí el que tenga, en cierto modo, como un valor mágico, y obre sobre nuestra sensibilidad espiritual, directamente, sin necesidad de interpretación ni lectura; y por todas estas razones en cuanto a forma, tiene un valor en sí.

Este lenguaje simbólico, viviente y real, es el más completo que pueda expresar el arte; y fue el lenguaje del arte de la antigüedad y de los mal llamados salvajes.

Lo que se ha tomado por arte decorativo, y hasta por ornamento en el arte primitivo y antiguo, vemos que es siempre arte simbólico. Y que ni el uno ni el otro tienen por base, por esta misma razón, la idea de belleza, sino expresar algo muy profundo. Cosa, fondo y contenido, son una sola cosa.

Page 2: Escritos Torres García

El arte como conjunción de lo visible y lo invisible

Unidad del arte y el mundo

Debemos guardar la medida y afirmar esa fe esencial, según quería el pitagórico, en esa armonía universal. Aquiescencia de la inteligencia y el alma a las leyes armónicas que rigen el universo.

El arte no es imitación

El arte condensa el mundo en una obra porque es universal. Consiste en manifestar la vida.

Debemos mirar más a lo interno que a lo externo: la idea más que su realidad material; el ser y no la cosa.

La obra de arte es abstracta y concreta

Dentro de lo concreto, toda forma es simbólica y por esto mágica también. Primero, porque se representa a sí misma; y segundo, porque lo que expresa, no es algo intelectual (algo que debe interpretarse o leerse) sino lo que ella es, porque tampoco está en lugar de otra cosa a la cual quiera representar.

Es abstracto, por ser elemento estético, frente a la realidad; pero es concreto, por ser mancha de color y línea que quiere sólo representarse a sí mismo.

La obra revela lo innombrable

Una revelación de lo que está más allá de las cosas y que nadie podría nombrar.

III. Historia e intemporalidad del arte

Creo que lo genial está en separarse del cauce ordinario por que suele ir el arte, pero esto, precisamente, para encauzarlo, restableciendo su curso normal, es decir, continuando una tradición artística, sumándose a una cultura apropiada. Esto es lo que el genio ve por encima de los otros, y por eso, cuando parece adelantarse a su tiempo –como se cree- mira al pasado, poniéndose con esto, fuera del tiempo, ya que toca lo que es eterno.

Las dos tradiciones

Naturalismo o Arte Constructivo, son los dos caminos. La corta tradición del Segundo Renacimiento o la Tradición de los siglos, o del Hombre.

Tradición y Renovación

D’Ors dijo que solamente se puede ser original dentro de la tradición. Pero no es en las formas del pasado (que nos llevarían a una imitación de lo antiguo) que debemos buscar la fuente de aquella tradición sino en su estructura, en algo interno, en el espíritu que va a crearlas.

Hay que volver al clasicismo, pero no la servil imitación de las obras del arte greco-romano, sino la compenetración, la comprensión del espíritu que les dio realidad y vida.

...entrar de nuevo en la Tradición, no supone ni quiere decir volver a lo antiguo; pero sí a las normas fundamentales de siempre.

...la Tradición puede y debe continuar, por el contrario, no se repite. Mira siempre adelante, en su marcha de creación y exploración. Es la marcha de la verdadera Evolución.

Los dos campos en que siempre parte a los artistas en dos grupos: los clásicos y los románticos, los apolíneos y los dionisíacos. Es decir, los que estarán siempre en una tradición y son los primeros, y los rebeldes que prefieren ir solos. Por esto hemos ido más lejos que ellos. Tan lejos, que ahora ya nos es imposible volver a la imagen normal. Se diría que hemos comido del fruto prohibido y ya no podemos volver a la inocencia.

Schiller: “Sé hijo de tu siglo pero no su hechura”.

IV. La creación artística

Page 3: Escritos Torres García

¿Sabe, el artista, todo esto que hace? NO DEBE SABERLO puesto que si lo sabe está perdido. (1934)

Por esto, aténgase el artista al problema plástico, que lo demás vendrá: lo demás que debe tener la obra, y que él no debe querer poner: lo demás, que será el alma de la obra, su parte espiritual.

...no pensará más que en construir esa cosa según las reglas; como un carpintero, que habrá pensado en hacer una mesa, y que no pensará más que en que esa mesa llene su función en cuanto a mesa; y ya sabemos que en cuanto se excede hace un disparate; y lo mismo el artista.

..paralela a nuestra actividad consciente, y más importante: la actividad inconsciente. Pues bien: TODA CREACIÓN VIENE DE AHÍ.

Apoyándose mutuamente –como los opuestos hilos en el tejido-, así teje la tela de su arte, el artista, apoyándose en lo consciente y lo inconsciente.

En ese mundo de lo subconsciente, todo es simultáneo y superpuesto, pues está fuera del tiempo y del espacio; todo allí es homogéneo, todo allí ES UNA SOLA COSA, una totalidad. Es, seguramente, aquello que, Apollinaire, llamó superreal, y que toma modalidades distintas, según los individuos, como es lógico.

Page 4: Escritos Torres García

Síntesis sobre los escritos de TORRES GARCÍA

La recopilación de escritos de Torres García, seleccionada y prologada por Juan Fló, sistematiza el pensamiento del artista sin soslayar los aspectos contradictorios, exponiendo los ejes de tensión sobre los que giraba su concepción estética. Por ejemplo, entre la “Historia e intemporalidad del arte”; la “Tradición y Renovación”; “Primitivismo y Constructivismo”, etc.

Los escritos de Torres García evidencian la inquietud y la urgencia por desarrollar marcos simbólicos globales para la praxis estética que excedan el formalismo plástico. Así, el universalismo no sólo aparece en el deseo por crear -o sacar a la luz- las bases del lenguaje pictórico del Hombre Moderno (que se expresarían en una serie de reglas geométricas), sino también se encuentra en su esfuerzo por plasmar una teoría del arte extensiva a otras esferas de la práctica, y que deviene de aspectos vitales originarios que denomina “metafísicos”, como la magia y la religión.

Por el énfasis en la armonía interna de las obras, y en su correspondencia con un concepto del universo, puede decirse que Torres García realiza en su teoría un replanteo de la estética pitagórica. Esta también se evidencia en la noción de ritmo, la búsqueda de criterios de proporción y su conexión con el orden universal. Así como el artista retoma a los pitagóricos, rechaza “el Naturalismo”, “la corta tradición del Segundo Renacimiento”, la “servil imitación de las obras del arte greco-romano”, e intenta acercarse a la “Tradición de los siglos”, que es la implícita en el arte mal llamado “primitivo”.

Es decir, Torres García realiza un esfuerzo por retomar el arte de la antigüedad desde una perspectiva novedosa, “original, más allá del “primitivismo”, que copiaba los motivos gráficos con fines ornamentales, dejando de lado la centralidad del aspecto simbólico que tenían esas imágenes en la cultura.

A partir de estos escritos que datan de la primera mitad del siglo XX, puede reconstruirse la noción de autonomía de la obra de arte (o del arte) que le atribuye el constructivismo, y en general la abstracción europea; para rastrear la relación que estos movimientos tuvieron en el desarrollo posterior de la teoría del arte, especialmente en la noción de autonomía implícita en Teoría Estética, de T. Adorno, publicada por primera vez en 1970.