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Escuela Nº20 “Sargento Juan B. Cabral”, de Poblet, partido de La Plata Educar en el ámbito rural Por la estación de ferro- carril habían dejado de circular los trenes, el desta- camento policial había cerrado, el correo no entregaba ni recibía noticias y la iglesia ya no escu- chaba los rezos de sus fieles. La Escuela N°20 “Sargento Juan B. Cabral” era la única institución que quedaba en Poblet, un pe- queño poblado a 20 kilómetros del centro de La Plata. Pero a fines de 2001, la crisis política y social de la Argentina también golpeó las puertas del estableci- miento educativo: se registraba un solo alumno para el comien- zo del ciclo lectivo 2002. Con un solo estudiante la escuela tenía que cerrar. “Una escuela sin alumnos es como un cuerpo al que no le fun- ciona el corazón. La escuela sin chicos no puede enseñar”, dice Susana Fortunato, maestra de 1° grado. Ante ese desalentador panorama, los pocos habitantes de la zona organizaron un traba- jo comunitario para recorrer las quintas en busca de chicos que pudieran poblar las aulas. Surca- ron los caminos más recónditos y se entrevistaron con todas las familias, principalmente trabaja- dores rurales de origen paragua- yo y boliviano. Así, en marzo de 2002, como cada primer día de clases, desde hace 123 años la Escuela Nº20 renovó una vez más su compromiso de educar. La historia dice que se creó el 21 de mayo de 1885. Comenzó en un edificio de la capital pro- vincial y, 31 años después, en 1916, se estableció en la loca- lidad rural de Poblet y funcionó alternativamente en diferentes casas de familias de la zona. los de cualquier otra escuela y muchas ganas de emerger de su contexto. La escuela es todo para ellos, es el referente de las familias”, cuenta la directora y maestra de los chicos de 4°, 5° y 6°, Concepción Soriano. Para atender las necesidades educativas de la población, oriun- da de otros países latinoamerica- nos y dedicada a la horticultura y al tambo, el proyecto pedagógico se basa en la interculturalidad. “Tratamos de vincular las cultu- ras nativas de los alumnos con la nacional. A muchos chicos les cuesta expresarse en nuestra lengua porque en sus casas hablan la lengua de sus padres, o con los modismos propios de sus lugares de origen”, explica Soriano. Ya se preparan para festejar los 125 años de vida de la institu- ción. Tanto las maestras como toda la comunidad esperan po- der cumplir un anhelado sueño: que en el mismo edificio funcio- ne una escuela secundaria. Apellidos como Taylor, Delucchi y Oyuela quedaron en el recuerdo- de la escuela por prestar alguna habitación de sus casas para que sus alumnos tuvieran un lugar donde aprender. En 1950 pasó a ser una escuela unitaria, en el edificio actual, a la vera de un camino recubierto de calcáreo que corta la Ruta 36. Incluso, en algunos períodos, los directivos vivieron en el propio establecimiento, que contaba con una casa que hoy alberga un Servicio de Educación Inicial con Matrícula Mínima (SEIMM), al que asisten 20 niños de entre 3 y 5 años. En la actualidad, la escuela rural tiene una matrícula de 72 alum- nos, divididos en tres secciones: 1° año, 2° y 3°, y 4°,5° y 6º. También dictan clases un profe- sor de inglés, uno de Educación Física, uno de danzas, y trabajan un portero y un cocinero que preparan cada día el desayuno y el almuerzo. “Los chicos tienen las mismas inquietudes que ESCUELAS CENTENARIAS

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Escuela Nº20 “Sargento Juan B. Cabral”, de Poblet, partido de La Plata

Educar en el ámbito rural

Por la estación de ferro-carril habían dejado

de circular los trenes, el desta-camento policial había cerrado, el correo no entregaba ni recibía noticias y la iglesia ya no escu-chaba los rezos de sus fi eles. La Escuela N°20 “Sargento Juan B. Cabral” era la única institución que quedaba en Poblet, un pe-queño poblado a 20 kilómetros del centro de La Plata. Pero a fi nes de 2001, la crisis política y social de la Argentina también golpeó las puertas del estableci-miento educativo: se registraba un solo alumno para el comien-zo del ciclo lectivo 2002. Con un solo estudiante la escuela tenía que cerrar.“Una escuela sin alumnos es como un cuerpo al que no le fun-ciona el corazón. La escuela sin chicos no puede enseñar”, dice Susana Fortunato, maestra de 1° grado. Ante ese desalentador panorama, los pocos habitantes de la zona organizaron un traba-jo comunitario para recorrer las quintas en busca de chicos que pudieran poblar las aulas. Surca-ron los caminos más recónditos y se entrevistaron con todas las familias, principalmente trabaja-dores rurales de origen paragua-yo y boliviano. Así, en marzo de 2002, como cada primer día de clases, desde hace 123 años la Escuela Nº20 renovó una vez más su compromiso de educar. La historia dice que se creó el 21 de mayo de 1885. Comenzó en un edifi cio de la capital pro-vincial y, 31 años después, en 1916, se estableció en la loca-lidad rural de Poblet y funcionó alternativamente en diferentes casas de familias de la zona.

los de cualquier otra escuela y muchas ganas de emerger de su contexto. La escuela es todo para ellos, es el referente de las familias”, cuenta la directora y maestra de los chicos de 4°, 5° y 6°, Concepción Soriano.Para atender las necesidades educativas de la población, oriun-da de otros países latinoamerica-nos y dedicada a la horticultura y al tambo, el proyecto pedagógico se basa en la interculturalidad. “Tratamos de vincular las cultu-ras nativas de los alumnos con la nacional. A muchos chicos les cuesta expresarse en nuestra lengua porque en sus casas hablan la lengua de sus padres, o con los modismos propios de sus lugares de origen”, explica Soriano.Ya se preparan para festejar los 125 años de vida de la institu-ción. Tanto las maestras como toda la comunidad esperan po-der cumplir un anhelado sueño: que en el mismo edifi cio funcio-ne una escuela secundaria.

Apellidos como Taylor, Delucchi y Oyuela quedaron en el recuerdo-de la escuela por prestar alguna habitación de sus casas para que sus alumnos tuvieran un lugar donde aprender. En 1950 pasó a ser una escuela unitaria, en el edifi cio actual, a la vera de un camino recubierto de calcáreo que corta la Ruta 36. Incluso, en algunos períodos, los directivos vivieron en el propio establecimiento, que contaba con una casa que hoy alberga un Servicio de Educación Inicial con Matrícula Mínima (SEIMM), al que asisten 20 niños de entre 3 y 5 años.En la actualidad, la escuela rural tiene una matrícula de 72 alum-nos, divididos en tres secciones: 1° año, 2° y 3°, y 4°,5° y 6º. También dictan clases un profe-sor de inglés, uno de Educación Física, uno de danzas, y trabajan un portero y un cocinero que preparan cada día el desayuno y el almuerzo. “Los chicos tienen las mismas inquietudes que

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