Éstas son aquellas palabras mías. el lugar de la sagrada escritura en la homilía
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“El que escucha mis palabras y las pone en práctica”, decía Jesús. Exigiendo la práctica de la enseñanza y declarando ineficaz la pura información. El Padre Horacio Bojorge dedica las conferencias y escritos reunidos en este volumen a recordarnos lo esencial acerca del lugar de las Sagradas Escrituras en la Homilía, en vistas a una recuperación del estilo de Jesús mismo y de sus Apóstoles en la predicación. Ayudarán a los ministros de la predicación a crecer y perfeccionarse en un ejercicio cada vez más auténtico, más esencial, y más gozoso del ministerio de la Palabra.TRANSCRIPT
HORACIO BOJORGE , Estas son aquellas
palabras mías
GLAPJUS
EL AUTOR
El Padre jesuita Horacio Bojorge cursó sus estudios en los institutos de enseñanza laica del Estado uruguayo. Militó en la Acción Católica de Estudiantes. Estudios eclesiásticos en Chile, Argentina. en Holanda, donde se ordenó sacerdote y en Roma. Es licenciado en Filosofía, Teología y Sagrada Escritura. Profesor emérito de Sagrada Escritura en la Facultad de Teología. Área San Miguel, de la Universidad del Salvador; y de Cultura y Lenguas Bíblicas en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República (Montevideo). Presidente de la Sección Uruguaya de la Sociedad Internacional Santo Tomás de Aquino. Desempeña variados ministerios sacerdotales en Argentina y Uruguay. Es asesor servidor en las Convivencias con Dios, de la Comunidad Carismática de Convivencias.
Entre sus libros: La Figura de Maria a través de los evangelistas (4 ediciones en castellano, y fue traducido al portugués, inglés, holandés. japonés y coreano); Los Salmos. Introducción y salmos comentados (premio Ensayo del Ministerio de Cultura del Uruguay, aprobado por el Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria como obra de consulta); Signos de su Victoria. Teologfa bíblica de la vida religiosa; Siguiendo a Cristo por el camino de José. Contemplación de la imagen de San José; Aspectos brblícos de la Teología del Laícado.
Más recientemente: En mi sed me dieron vinagre. La civilización de la acedía (2a ed. 1999); Mujer ¿por qué lloras? Gozo y tristezas del creyente en la civilización de la acedía (1999); Teologías deícidas (Madrid 2000); El lazo se rompió y volamos. Vicios capitales y Virtudes (2001); Las Bienaventuranzas (2003); Orar como el Hijo, orar como Hijos iUpa Papá! Elevadones al Padre Nuestro (2004); Anuncio del Sermón de la Montaña (2004); La Casa sobre Roca (2005). ¿Entiendes lo que lees? (2006), Como ovejas entre lobos (2006).
Éstas son aquellas palabras mías
HORACIO BOJORGE
, Estas son aquellas
palabras 01ías
EL LUGAR DE LA SAGRADA ESCRITURA EN LA HOMILiA
GLAPJUS
Buenos Aires 2007
Dibujo de tapa: MICHEL PRINCE
Con las debidas licencias. Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial. Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723.
© 2007 by Ediciones Gladius © 2007 by Horacio Bojorge
r f?ojorge, Horado Estas son aquellas palabras mías: el lugar de la Sagrada Escritura en la Homilfa - 1 a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires Gladius, 2007- 136 p. , 20 x 14 cm :
LISBN 978-950-9674-87 S l. Sagradas Escrituras 2. Homilética l. Tftulo J C_D_D_ 2S_l _ ___ __ ---------Fecha de catalogación. 14-03-2007
ISBN 950·9674-87-5 ISBN13: 978-950-9674 87-5
lndice general
Presentación. por el P Miguel Ángel Barriola ............................................... 9
Prólogo ........... ................ ... ........................................................................ 13
Introducción. Acerca del oficio y el carisma de interpretar las Sagradas Escrituras y explicarlas al pueblo ............................ ................ 17
PRIMERA CONFERENCIA
"EL DUEÑO DE CASP:.' La Sagrada Escritura y la naturaleza de la Homilía ...... .. .......... .... ... .. .. .. .. ... 33
SEGUNDA CoNFERENCIA
"ÉL MISMO NOS CAPACITÓ COMO MINISTROS" Los frutos de la Homilfa I La eficacia espiritual de la Escritura según san Pablo ................................. 59
TERCERA CONFERENCIA
"ENVIARÉ SOBRE VOSOTROS LA PROMESA DE MI PADRE PARA QUE EN SU NOMBRE SE PREDIQUE ... " Los frutos de la Homilía 11 La Sagrada Escritura y la eficacia espiritual de la palabra
de Jesucristo resucitado ...................................................................... .... 73
CUARTA CONFERENCIA
EL SABIO QUE SABE HABLAR: EL DON DE LA PALABRA Elocuencia humana y carisma de la Palabra en la Homilía
según San Agustín y Santo Tomás ................. ..... ... ........... ...................... 87
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APENDICE PRIMERO
CON EL MISMO ESPÍRITU
La Homilía según la enseñanza del Vaticano 11 ..... ........................ .. ... ...... 105
APENDICt. SEGUNOO
DISPOSICIONES SOBRE LA HOMILÍA DE LA INSTRUCCIÓN REDEMPTIONIS SACRAMENTUM .............................................................. 117
APENDICE TERCERO
EL OFICIO Y EL DON DE INTERPRETAR LA ESCRITURA: "CON a MISMO ESPÍRITU"
Una explicación de Santo Tomás retomada por el Vaticano 11 .................. 121
APeNo1cr. CuARTO
LA FUERZA DE LA VERDAD
De si la verdad es más fuerte que el vino, que el rey y que la mujer ......... 129
APÉNDICE QUII'ITO
Foro. LA SAGRADA ESCRITURA EN LA HOMILÍA .......................................... 133
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En la liturgia. el Lagos tiene la precedencia que le corresponde sobre la voluntad. De allí se desprende su serenidad admirable, su paz profunda.
De allí se desprende, también, que parezca absorberse enteramente en la contemplación, la adoración y la glorificación de la Verdad divina.
De allí su indiferencia aparente a las pequeñas miserias de nuestros días. De allí su desinterés de cualquier esfuerzo inmediato de "educación".
de enseñanza moral.
Hay en la /iturgra algo que hoce pensar en las estrellas,
en lo eternidad permanente de su carrera, en su orden inmutable, en su silencio profundo, en su infinita distancia.
Sólo en apariencia, sin embargo, la liturgia parece desinteresarse
de la vida moral del hombre, de su esfuerzo, de su acción.
En realidad, sabe muy bien que cualquiera que vive en ella posee la verdad, la salud sobrenatural, la paz íntima,
y que quien abandona su reino sagrado para afrontar la vida, sabrá hacer resplandecer allí su pureza.
Romano Guardini, El Espíritu de la Liturgia
Presentación
"NO NOS PREDICAMOS A NOSOTROS MISMOS, SINO A JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR" (11 Cor 4, 5)
Me toca el gran privilegio de presentar otra enjundiosa obra, debida tanto a la destreza científica como a la preocupación pastoral del R. P. Horado Bojorge, S. J.
Su sabiduría y competencia es meridiana por el empleo acertado e iluminador que propone de la fuente bíblica, leída a la luz de la más genuina tradición y esclarecida en vistas a los problemas actuales, con oportunas directivas del magisterio de la Iglesia Católica (Vaticano II, Papas, obispos).
Los reclamos pastorales, que lo inducen a tomar la pluma, son debidos a un tema y realidad, que tocan el meollo mismo de la vida cristiana, uno de cuyos alimentos primordiales proviene de la Palabra de Dios, proclamada en la Liturgia e iluminada para todo el pueblo de Dios por medio de la "homilía", a cargo de los obispos, presbíteros o diáconos, ordenados para esta excelsa obra de caridad.
Los estudios aquí incluidos no se presentan con el atuendo de un "recetario,, fácil, para salir del paso eficientemente en la tarea de la predicación. Se trata, ante todo, de una profunda meditación con el fin de que se revise cada uno a la luz de la más sólida doctrina, que sostiene y modela este oficio, sagrado como pocos.
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En primer término brinda un examen de conciencia sobre las tendencias subjetivistas, que suelen caricaturizar el ministerio, si no se está atento a su esencia. Porque, la tribuna especial y la atención devota de los fieles no pocas veces se convierten en tentación, para exponer los propios puntos de vista o la búsqueda de un larvado protagonismo. Nunca, pues, meditaremos bastante la advertencia paulina, con que hemos encabezado esta breve introducción.
Ahora bien, muy buena brújula para esta exploración encontrará el lector en las atinadas observaciones de Bojorge, dado que, tanto cierto tipo de ciencia bíblica, como las "propias vivencias" se pueden interponer, falsificando el cometido de la homilía, en la cual no se trata de hacer alarde de meros conocimientos especializados, ni de estados de ánimo, personales, sociales o políticos.
Caben unos y otros, pero en total subordinación al mensaje de los textos que han sido proclamados, sin torcerlos a ideologías, modas exegéticas, teológicas o filosóficas.
Recuerdo, al respecto el sagaz consejo que recibí personalmente de boca del gran exégeta Luis Alonso Schokel. "Ganarás el pan con el sudor de tu frente. Comunica el pan, no el sudor". Es decir: todo el trabajo de consulta previo, tecnicismos hermenéuticos, etc. no han de aflorar en el discurso, a no ser que sirvan para fundamentar o ilustrar la fe, jamás para sembrar dudas o hacer mera gala de "saberes" sin "sabores".
Quien, pues, desee profundizar (lejos de un "llame ya", para lograr el "café instantáneo" de la fórmula feliz) sobre la sublime tarea de proseguir la predicación de Cristo y sus apóstoles, encontrará en estas páginas de Bojorge abundante pábulo, iluminación y sólida fundamentación teológica.
Porque, a decir verdad, el pueblo cristiano ha sido muy benévolo, con los descuidos, que, por mil motivos, vuelven desleída y poco atractiva más de una prédica. No sólo por falta de tácticas, sino por poco convencimiento, profesionalismo burocrático, impro-
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visaciones. o preparación superficial, no precedida de oración ni de la necesaria "meditación en el corazón'', a ejemplo de María (Le 2, 19).
Al respecto, no estaría de más detenerse en esta consideración de Mons. C. Giaquinta: "Nunca los obispos nos hemos puesto a reflexionar sobre cómo nosotros y los presbíteros predicamos. Al menos desde el Concilio, el episcopado no publicó una sola exhortación que valga la pena para que los clérigos mejoremos la predicación. ¿No parece que esto es gravísimo? Predicar es el último mandato de Jesús a sus apóstoles: "Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos [ ... ]enseñándoles a cumplir todo lo que les he mandado". En cierto modo predicar es el mandamiento más importante de Jesús, porque si no se lo practica debidamente. tampoco se puede conocer y practicar su mandamiento del amor·· ("Pedir perdón", en Criterio LXXIII, 2000, n° 2249, 164).
No dudamos en recomendar la lectura atenta de esta nueva fatiga de Bojorge, que mucho aportará para evaluar esta irrenunciable fatiga de la Iglesia, ayudándonos a escapar de la lamentación profética: "Dicen: «Esto dice el Señor>>, cuando el Señor no ha hablado" (Ez 22, 28).
Pbro. Dr. Miguel Antonio Barriola Miembro de la Pontificia Comisión Bíblica
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Prólogo
Cuando preparaba estas conferencias y estudios sobre la Homilía y sobre el lugar que en ella deben tener las Sagradas Escrituras, me sorprendió y me alegró mucho comprobar cómo el Concilio Vaticano II, en este asunto, no prescribió nada nuevo, sino que reconoció y proclamó la primigenia y perenne naturaleza de la predicación sagrada como acto de Jesucristo. Reconoció y nos recordó un hecho que pertenece a la naturaleza misma del actuar divino.
Me resulta refrescante, deslumbrante, liberador, el hecho de que el lugar de la Escritura en la Homilía no se lo haya ganado la Escritura en virtud de un mandato ni de una ley o de una obligación o de un decreto conciliar, de una rúbrica litúrgica, ni en rigor de un canon, o de un compromiso humano. Ni tampoco un favor o una concesión.
Me llena de ánimo y esperanza ser ahora más consciente de que la Escritura tiene su lugar en la Homilía en virtud de su misma naturaleza: palabra sacramental, palabra de Jesucristo, proferida por el ministro ordenado para ello.
La Sagrada Escritura tiene su lugar en la Homilía por vigor divino, por su misma virtualidad pneumática.
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iQué bueno que el lugar de la Sagrada Escritura en la Homilía sea el lugar que Jesucristo mismo le ha dado en su predicación! iQué bueno que eso ya esté determinado y firme y no lo tengamos que reinventar! iQué bueno que tengamos la segura confianza en que Él nos soplará -como un divino apuntador- junto con su Espíritu, lo que tenemos que decir!
Siendo las cosas así, entonces, explicar las Escrituras en la Homilía, exponiendo el Misterio, e iluminando con él, proféticamente, la vida de los fieles en medio de las vicisitudes de este mundo, es algo mucho más glorioso y consolador que el cumplimiento de un deber anexo a un cargo.
Siempre me acuerdo de aquél buen amigo cura que me llamaba para ayudarlo en las ceremonias de Semana Santa y que al volver a la sacristía después de culminadas, y dado el Prosit de rigor, entre broma y en serio, bufaba en un suspiro de alivio: isa/imos de ésta, Horacio!
Y tampoco puedo olvidar la decepción recibida más de una vez cuando algún fiel me ha perseguido hasta la sacristía para saludarme y, como de paso, hacerme saber que había predicado demasiado largo.
Saber que la Homilía es asunto de Jesús y vivirla así, me parece salvador del mortal enemigo que es para nosotros los sacerdotes el espíritu de la acedia, propia o ajena, que planea como carancho para cebarse en el acto salvífica de la predicación.
En mis primeros fervores de convertido adolescente, recuerdo que las Sagradas Escrituras, explicadas en la Homilía por hombres del Espíritu, fueron como el agua fresca.
Poder explicarlas no es ni un deber ni un programa. Es una posibilidad que se nos ofrece por gracia de un ministerio y de un carisma. Ninguna misión o ley exterior nos haría capaces de lo que sólo puede regalar el Espíritu. Y ya sabemos que nuestros buenos propósitos se nos empantanan a poco de formulados. Pero nuestra confianza está en el Señor.
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Así consideradas, las Escrituras son, en la Homilía, una divina e inagotable virtualidad. Están allí en virtud del don del Espíritu, anejo al orden mismo y a la misión jerárquica para el ministerio de la Palabra.
Las Escrituras que están en la Homilía son nuestra vocación, son parte de la herencia que el Padre nos da como a hijos elegidos para compartir el sacerdocio de su Hijo.
Me decía un sacerdote: "siempre que voy a predicar voy como mendigo, pidiéndole al Señor de limosna lo que voy a decir, y cuando empiezo a hablar me siento como millonario y tengo que esforzarme por parar"
Más que exhortados, requerimos ser animados, para renovar nuestra fe y nuestra esperanza en las virtualidades vivificadoras de la palabra divina, en la fuerza de la revelación cuya administración se nos ha confiado. De manera que podríamos decir que el lugar de la Escritura en nuestra Homilía, es como el lugar de los triunfos de la Palabra de Dios a cuyo servicio Él ha puesto nuestra voz.
Sobre este libro
En este volumen recojo cuatro conferencias sobre el lugar de la Sagrada Escritura en la Homilía que expuse en las Jornadas anuales de Estudio para el Clero de la Arquidiócesis de la Plata el 1 O y 11 de setiembre de 2002 1.
He agregado también, además del Prólogo, una Introducción: Jesús mismo nos recuerda que las Escrituras hablan de Él, en el
1 Se publicaron en la Reuista Eclesiástica Platense, Año CV, Octubre-Noviembre-Diciembre de 2002, págs. 759-799, y Año CVr, Enero-Febrero-Marzo de 2003, págs. 135-157.
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acto de predicar convergen un oficio y un carisma. Sigue a las conferencias una exposición de lo que el Concilio Vaticano II ha dicho acerca de la Homilía en sus documentos. Con él he querido cerrar el volumen para confirmar lo dicho con la autoridad conciliar, fuente que inspiró y orientó lo expuesto en estas conferencias.
Por fin he agregado en apéndices: dos textos de Santo Tomás afines a nuestro tema; los números relativos a la Homilía de la Instrucción Redemptionis Sacramentum y el cuestionario para el foro o intercambio grupal sobre el hecho y el ideal de nuestra predicación, ofrecido a los sacerdotes.
Montevideo, 3 de junio de 2004 Jueves después de Pentecostés
Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote
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Introducción
ACERCA DEL OFICIO Y EL CARISMA DE INTERPRETAR LAS SAGRADAS ESCRITURAS
Y EXPLICARLAS AL PUEBLO
"Escudriñad las Escrituras ya que os parece a vosotros que tenéis en ellas la vida eterna,
también el/as dan testimonio acerca de mí'' 1
Jn 5. 39
El dicho de Jesús que hemos tomado como punto de partida y como hilo conductor de estas exposiciones está en un contexto polémico, en el marco de una discusión de Jesús con los que se niegan a creer en Él, no quieren reconocerlo en su identidad, rechazando, dice Él, no sólo su propio testimonio acerca de sí mismo -lo cual sería comprensible- sino el doble testimonio: el del Padre y el de las obras de Jesús.
Jesús acaba de remitirse al testimonio de su Padre y al testimonio que dan, acerca de su identidad de Hijo eterno hecho hombre, las obras que el Padre le concede hacer.
Según la ley judía bastaban dos testigos para convencer en juicio. Puesto que los judíos no habían aceptado el testimonio de
1 Epo:uvii:n: ta<; ypa<f>ác;, on u¡..¡.fi.<; ooK..-l n; Ev aútai.~ (w~v ai_wvwv EX< w Kat CKci.vaí. áotv en JlOCptupoüocn ncpl (¡.LOii (Jn 5, 39) .
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ARA renovar la práctica de la Homilía, siempre es bueno recordar una y otra vez lo esencial acerca de ella. Volverlo a decir y no permitir que se hunda en el olvido de los
"supuestos" que, por ser archisabidos, ya no se practican. No porque se haya olvidado la noción teórica, sino porque al implicitarse la teoría, ha dejado de vivificar la práctica.
El silencio acerca de lo esencial es siempre preocupante cuando proviene del olvido de lo esencial. Y es particularmente dañoso y catastrófico cuando, traducido en desviaciones prácticas, compromete -como es el caso de la predicación- lo más esencial: la salvación y santificación de los hombres: "¿Cómo se salvarán si no creen y cómo creerán si no se les predica?"
· "El que escucha mis palabras y las pone en práctica", decía Jesús. Exigiendo la práctica de la enseñanza y declarando ineficaz la pura información. El Padre Horado Bojorge dedica las conferencias y escritos reunidos en este volumen a recordarnos lo esencial acerca del lugar de las Sagradas Escrituras en la Homilía, en vistas a una recuperación práctica del estilo de Jesús mismo y de sus Apóstoles en la predicación. Ayudarán a los ministros de la predicación a crecer y perfeccionarse en un ejercicio cada vez más auténtico, más esencial, y más gozoso del ministerio de la Palabra.
ISBN 978·950-9674-87-5
9 789509 674875