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158 II. VIAJES CUATRO CUADERNOS. APUNTES DE ARQUITECTURA Y PATRIMONIO ESTO ES NUEVA YORK E. B. White El cambio más sutil que ha experimentado Nueva York es algo de lo que la gente no habla demasiado pero que está en la imaginación de todos. La ciudad, por vez primera en su larga historia, se ha vuelto vulnerable. Una escuadrilla de aviones poco mayor que una bandada de gansos podría poner fin rápidamente a esta isla de fantasía y quemar las torres, derribar los puentes, convertir los túneles del metro en recintos mortales e incinerar a millones. La intimidad con la muerte forma ahora parte de Nueva York: está en el sonido de los reactores en el cielo y en los negros titulares de la última edición. Todos los habitantes de las ciudades deben convivir con la testaruda evidencia de la aniquilación; en Nueva York dicha evidencia se concentra aún más, debi- do a la propia concentración de la ciudad y porque, de entre todos los blancos, Nueva York tiene una prioridad firme y clara. Nueva York debe de ejercer un atractivo irresistible sobre la imaginación de cualquier soñador perturbado que desee desatar la tormenta. Antes la Estatua de la Libertad era como un hito que proclamaba a Nueva York y la traducía al mundo entero. Hoy la Libertad comparte ese papel con la Muerte. A lo largo del East River, a partir de los arrasados mataderos de Turtle Bay, como Chubascos de primavera - El Barrendero, Alfred Stieglitz, 1900-1901. Flat Iron, Alfred Stieglitz, 1903.

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Page 1: ESTO ES NUEVA YORK E. B. White - cuatrocuadernos · ESTO ES NUEVA YORK E. B. White El cambio más sutil que ha experimentado Nueva York es algo de lo que la gente no habla demasiado

158 II. VIAJES CUATRO CUADERNOS. APUNTES DE ARQUITECTURA Y PATRIMONIO

ESTO ES NUEVA YORKE. B. White

El cambio más sutil que ha experimentado Nueva York es algo de lo que la gente

no habla demasiado pero que está en la imaginación de todos. La ciudad, por vez

primera en su larga historia, se ha vuelto vulnerable. Una escuadrilla de aviones

poco mayor que una bandada de gansos podría poner fin rápidamente a esta isla

de fantasía y quemar las torres, derribar los puentes, convertir los túneles del

metro en recintos mortales e incinerar a millones. La intimidad con la muerte

forma ahora parte de Nueva York: está en el sonido de los reactores en el cielo y

en los negros titulares de la última edición.

Todos los habitantes de las ciudades deben convivir con la testaruda evidencia

de la aniquilación; en Nueva York dicha evidencia se concentra aún más, debi-

do a la propia concentración de la ciudad y porque, de entre todos los blancos,

Nueva York tiene una prioridad firme y clara. Nueva York debe de ejercer un

atractivo irresistible sobre la imaginación de cualquier soñador perturbado que

desee desatar la tormenta.

Antes la Estatua de la Libertad era como un hito que proclamaba a Nueva York y

la traducía al mundo entero. Hoy la Libertad comparte ese papel con la Muerte.

A lo largo del East River, a partir de los arrasados mataderos de Turtle Bay, como Chubascos de primavera - El Barrendero, Alfred Stieglitz, 1900-1901.

Flat Iron, Alfred Stieglitz, 1903.

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159FUNDAMENTOS DE ARQUITECTURA Y PATRIMONIO

en una carrera con el espectral vuelo de los aviones, los hombres construyen

la sede permanente de las Naciones Unidas: el mayor proyecto urbanístico

de todos. Nueva York acoge otra ciudad en su interior para cobijar, esta vez, a

todos los gobiernos y acabar con las chabolas de la guerra. Nueva York no es

una capital —no es una capital nacional o del Estado—, sino que va camino

de convertirse en la capital del mundo. Los edificios, tal como los concibieron

los arquitectos, serán como cajas de cigarros puestas de pie. El tráfico fluirá

por un nuevo túnel bajo la Primera Avenida. Se ampliará la calle 47 (y si no

estoy equivocado, llegarán camiones en plena noche para plantar furtivamente

altos árboles y que sus raíces se mezclen con los intestinos de la ciudad). Una

vez más la ciudad absorberá, casi sin darse cuenta, un congreso de visitantes.

Ya ha demostrado ser capaz de albergar a las Naciones Unidas: muchos de los

delegados andan por la ciudad desde hace un par de años y la ciudadanía apenas

si ha vislumbrado sus chaqués y sus negros sombreros de fieltro.

Esta carrera —la carrera entre los aviones destructores y el batallador Parlamento

del Hombre— está en la imaginación de todos. La ciudad por fin ilustra a la per-

fección tanto el dilema universal como la solución general; esta paradoja de acero

y piedra es al mismo tiempo el blanco perfecto y la perfecta demostración de la

no violencia y la hermandad racial; este blanco airoso que rasca los cielos y se en-

cuentra a mitad de camino con los aviones destructores, hogar del mundo entero

y de todas las naciones, capital de todo, alberga las deliberaciones que detendrán

a los aviones e impedirán su vuelo.

Una manzana o dos al oeste de la nueva ciudad de Man, en Turtle Bay, hay un

viejo sauce que preside un jardín interior. Es un árbol sufrido y castigado al que

han trepado muchas veces y que solo se mantiene en pie gracias a unos hilos

de alambre, pero que aman todos los que lo conocen. En cierto modo simboliza

a la ciudad: una vida entre dificultades, un crecimiento en contra de todos los

pronósticos, savia que brota del cemento y asciende en busca del sol. Cada vez

que lo contemplo hoy en día y siento la fría sombra de los aviones, me digo:

«Es preciso salvar este árbol, este en particular». Si desapareciera, desaparecería

todo: la ciudad, ese monumento juguetón y maravilloso, no verla sería igual que

la muerte.

Here is New York [1949], traducción de Miguel Temprano García, Minúscula, Barcelona, 2003.

Rosebud, Gordon Matta-Clark, 1970.

Dance Tree, Gordon Matta-Clark, 1971.