estudios de Éxodo

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Éxodo Introducción Éxodo es el segundo libro escrito por Moisés y continúa con el relato iniciado en el libro del Génesis, aunque hubo un lapso de, al menos, 3 siglos y medio. Génesis 15:13 decía que la descendencia de Abraham permanecería 400 años en Egipto. Éxodo 12:40 dice que fueron 430 años y la carta de Pablo a los Gálatas 3:16, 17, lo confirma, como el período exacto. Éxodo significa "salida" y narra la historia de la redención. El mensaje de este libro está expuesto en la carta a los Hebreos 11:23-29, que dice: "Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso y no temieron el edicto del rey. Por la fe Moisés, cuando era ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado, considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no los tocara. Por la fe pasaron el mar Rojo como por tierra seca, y cuando los egipcios lo intentaron hacer, se ahogaron." Vamos a efectuar algunos comentarios breves sobre ciertos detalles. Un estudioso de la Biblia ha afirmado que en este libro, nada se comienza, ni se termina. Es, en efecto, una continuación del Génesis.

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Page 1: Estudios de Éxodo

Éxodo Introducción

Éxodo es el segundo libro escrito por Moisés y continúa con el relato iniciado en el libro del Génesis, aunque hubo un lapso de, al menos, 3 siglos y medio. Génesis 15:13 decía que la descendencia de Abraham permanecería 400 años en Egipto. Éxodo 12:40 dice que fueron 430 años y la carta de Pablo a los Gálatas 3:16, 17, lo confirma, como el período exacto.

Éxodo significa "salida" y narra la historia de la redención. El mensaje de este libro está expuesto en la carta a los Hebreos 11:23-29, que dice:

"Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso y no temieron el edicto del rey. Por la fe Moisés, cuando era ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado, considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no los tocara. Por la fe pasaron el mar Rojo como por tierra seca, y cuando los egipcios lo intentaron hacer, se ahogaron."

Vamos a efectuar algunos comentarios breves sobre ciertos detalles.

Un estudioso de la Biblia ha afirmado que en este libro, nada se comienza, ni se termina. Es, en efecto, una continuación del Génesis.

En Génesis 46:27, se nos decía que 70 miembros de la familia de Jacob entraron en Egipto. La cantidad de personas que salieron de Egipto en los tiempos del Éxodo podría cifrarse en 2.100.000. Aunque resulta imposible estar seguros de las fechas de este remoto período, es posible que José entrara en Egipto durante el período de los Hicsos o reyes pastores, que eran conquistadores Semíticos emparentados con Abraham, Isaac y Jacob. De hecho, los Israelitas pueden haber sido los únicos amigos de aquellos reyes, que eran odiados por los egipcios. Finalmente, fueron expulsados por una dinastía egipcia nativa, que era comprensiblemente hostil hacia los extranjeros y de la cual descendía el Faraón que oprimiría a los judíos y que no había conocido a José.

Moisés se presenta como la figura sobresaliente en el libro del Éxodo. Es el autor del Pentateuco, así llamado por incluir los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, que son, Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. En el Éxodo, la vida de Moisés se divide en 3 períodos de 40 años cada uno:

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1. 40 años en el palacio del Faraón en Egipto.

2. 40 años en el desierto de Madian.

3. 40 años en el desierto como líder de Israel.

La educación recibida por Moisés en Egipto, presumiblemente en el Templo del Sol, evidentemente no le había preparado para seguir a Dios y para conducir a Israel fuera de Egipto. Dios le preparó en el desierto durante 40 años para revelarle que él solo no podría liberar a Israel. Le entrenó no solo para ser un estadista capaz de gobernar a un pueblo sino también para ser el portavoz de Dios ante ese pueblo.

Después de ese período de preparación de 40 años, Dios le envió de regreso a Egipto, para reunir a los ancianos dirigentes de Israel y para presentarse ante Faraón. Este se negaría a permitir que Israel saliese de aquella nación, por lo cual surgiría una lucha entre Dios y los dioses de Egipto, país dominado por la idolatría, con miles de templos y millones de ídolos. Detrás de esta idolatría se encontraba Satanás y la religión constituía realmente un poder en Egipto. En la segunda carta de Pablo a Timoteo leemos que

"Y así como Janes y Jambres se opusieron a Moisés, de la misma manera éstos también se oponen a la verdad; hombres de mente depravada, reprobados en lo que respecta a la fe."

En su encuentro con Moisés y Aarón, relatado en Éxodo 5:2, Faraón preguntaría:

"¿Quién es el Señor para que yo escuche su voz y deje ir a Israel? No conozco al Señor, y además, no dejaré ir a Israel."

Dios se presentó a Sí mismo a Faraón y éste, después de sufrir la prueba de las plagas, profesó reconocerle como Dios. Éxodo 9:27, dice así:

"Entonces Faraón envió llamar a Moisés y Aarón y les dijo: Esta vez he pecado; el Señor es el justo, y yo y mi pueblo somos los impíos."

Y en 10:16, dice:

"Entonces Faraón llamó apresuradamente a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra el Señor vuestro Dios y contra vosotros."

De aquel episodio surge la pregunta: ¿y por qué fueron enviadas las 10 plagas? Porque formaban parte de la batalla de Dios contra los dioses de Egipto. Cada una de las plagas fue dirigida contra un dios concreto de Egipto. En Éxodo 12:12, leemos:

"Porque esa noche pasaré por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, tanto de hombre como de animal; y ejecutaré juicios contra todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor."

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Dios quería revelar a Su propio pueblo que El, el Señor, era inmensamente mayor que cualquier dios de Egipto y, por lo tanto, tenía poder para liberarles.

Después de esta breve introducción comenzaremos a estudiar el primer capítulo de este libro.

Exodo 1:1-22

Tema: Israel en Egipto; un nuevo Faraón; la esclavitud y persecución de Israel; el heroísmo de dos mujeres.

Observaciones

Los primeros versículos de este libro, lo conectan con el relato del libro del Génesis, y presentan una lista de los primeros que llegaron a Egipto, pasando rápidamente por alto los años transcurridos. El versículo 7 de este primer capítulo continúa con el informe ofrecido en el Génesis.

El versículo clave del libro del Éxodo se encuentra en 20:2, que dice:

"Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre."

Leamos, pues los primeros 6 versículos, que comienzan a contarnos la trayectoria del pueblo de

Israel en Egipto

"Estos son los nombres de los hijos de Israel que fueron a Egipto con Jacob; cada uno fue con su familia: Rubén, Simeón, Leví y Judá; Isacar, Zabulón y Benjamín; Dan, Neftalí, Gad y Aser. Todas las personas que descendieron de Jacob fueron setenta almas. Pero José estaba ya en Egipto. Y murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación."

Como hemos ya afirmado, Éxodo es la continuación del Génesis. Con la muerte de José concluía el Génesis. El versículo 6 nos dice que José, todos sus hermanos y toda aquella generación, habían muerto. Al menos 3 siglos y medio habían transcurrido. Y, a partir de ahora, el relato nos llevará a considerar, desde sus comienzos,

La esclavitud bajo los egipcios

En Génesis 46, Dios había dicho que Israel se convertiría en una nación grande y con una población numerosa en el país de Egipto. El versículo 7, que leemos a continuación, nos indica que aquella profecía se había cumplido realmente. Dice este versículo:

"Pero los hijos de Israel fueron fecundos y aumentaron mucho, y se multiplicaron y llegaron a ser poderosos en gran manera, y la tierra se llenó de ellos."

Pero el versículo 8 añade que se produjo un cambio muy importante:

"Y se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no había conocido a José;"

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Un nuevo Faraón había llegado al trono de Egipto, que nunca había oído hablar de José. Quizás los Hicsos, o reyes pastores, que eran semitas, habiendo sido depuestos en el pasado por la dinastía anterior de reyes egipcios, ocupaban ahora nuevamente el trono. Al no haber conocido a José, el nuevo soberano no se consideraba en deuda con aquel ni con sus descendientes.

El versículo 8, nos enseña una lección muy importante. Y es que tenemos una gran responsabilidad de enseñar la Palabra de Dios a cada generación, especialmente a los niños. Si se descuida esta enseñanza, llegará un tiempo en que la Biblia será olvidada.

En una ocasión, un ejecutivo de una empresa fabricante de una bebida muy famosa me recordó que un porcentaje del precio de cada botella se invertía en publicidad. Me parecía difícil creer que fuera necesario hacer propaganda sobre un producto tan conocido y afianzado en el mercado. Le hice notar a aquel empresario la gran cantidad de anuncios que había visto en un pueblo pequeño, lo cual me parecía una exageración. Lógicamente no estaba de acuerdo conmigo y me preguntó si yo había visto publicidad sobre cierto producto muy popular en los años de mi infancia. Respondí que no había visto ninguna últimamente. Entonces me aclaró que, un día, la empresa productora pensó que ya no era necesario hacer publicidad. Como resultado, el artículo fue poco a poco cayendo en el olvido.

Volvemos al relato, que nos decía que el nuevo Faraón no había oído hablar de José. Ello me recuerda que ha habido siempre una nueva generación que no ha oído hablar del Señor Jesucristo. A veces podemos asombrarnos de que nuestros hijos, como no los han vivido, desconozcan acontecimientos históricos que nosotros hemos presenciado y que nos provocaron aflicción o grandes dificultades. Por lo tanto, es necesario enseñar a la generación siguiente lo que le haya sucedido a la generación anterior. En el caso de este pasaje Bíblico, surgió una generación que ignoraba el nombre de José, y así ocurrió que el héroe de su época, famoso por el papel que había desempeñado en la supervivencia de aquel país, era ahora solo un desconocido. ¡Pensar que había sido tan popular que cuando murió, recibió los homenajes más espectaculares!

En consecuencia, el nuevo Faraón no estaba en absoluto bien dispuesto hacia los israelitas. Como habían estado sus predecesores. Leamos los versículos 9 al 11:

"y dijo a su pueblo: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y más fuerte que nosotros. Procedamos, pues, astutamente con él no sea que se multiplique, y en caso de guerra, se una también con los que nos odian y pelee contra nosotros y se vaya de la tierra. Entonces pusieron sobre ellos capataces para oprimirlos con duros trabajos. Y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramsés."

De hecho, existía la posibilidad real de que Israel hubiese unido sus fuerzas a los enemigos de Egipto. Aunque Faraón necesitaba esclavos, la forma más simple de solucionar el problema habría consistido sencillamente en dejarles salir del país. Sin embargo, intentó solucionar el problema a su manera; les obligó a trabajar duramente, construyendo ciudades donde se almacenarían provisiones. Y tuvieron que construir los edificios con ladrillos que ellos, como esclavos, fueron obligados a fabricar. Al principio de su esclavitud, a los israelitas se les facilitaba la paja para hacer los ladrillos. Pero al agravarse la persecución del Faraón, se vieron forzados a procurarse su propia paja y, a la vez,

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producir el mismo número de ladrillos que fabricaban antes. Sin duda, los israelitas se encontraban en una situación muy difícil, a medida que los egipcios endurecían cada vez más sus condiciones de vida. Dice el versículo 12:

"Pero cuanto más los oprimían, más se multiplicaban y más se extendían, de manera que los egipcios llegaron a temer a los hijos de Israel."

Dios le había dicho a Abraham que Israel pasaría por tiempos de privaciones en Egipto. Decía el libro del Génesis 15:13,

"Y Dios dijo a Abram: Ten por cierto que tus descendientes serán extranjeros en una tierra que no es suya, donde serán esclavizados y oprimidos cuatrocientos años."

En este versículo había 3 predicciones: Los israelitas serían extranjeros en una tierra ajena; serían esclavos y, serían oprimidos. Todas estas predicciones se habían cumplido precisamente en el período abarcado por los primeros versículos de Éxodo 1.

Pero, cuanto más oprimían los egipcios a los israelitas, más aumentaba su población. Continuemos leyendo los versículos 13 al 16;

"Los egipcios, pues, obligaron a los hijos de Israel a trabajar duramente, y les amargaron la vida con dura servidumbre en hacer barro y ladrillos y en toda clase de trabajo del campo; todos sus trabajos se los imponían con rigor. Y el rey de Egipto habló a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y la otra Puá, y les dijo: Cuando estéis asistiendo a las hebreas a dar a luz, y las veáis sobre el lecho del parto, si es un hijo, le daréis muerte, pero si es una hija, entonces vivirá."

A pesar de la persecución y la crueldad con que fueron tratados la bendición de Dios estaba con ellos. Entonces el rey se dio cuenta del notable crecimiento numérico de aquel pueblo de esclavos y habló con las parteras de las mujeres hebreas. Es interesante observar los nombres de las 2 mujeres: Sifra significa "belleza" y Puá, "esplendor", cualidades que caracterizaban a las mujeres egipcias, como puede comprobarse por las figuras femeninas creadas por los pintores egipcios. Las citadas mujeres aparentemente ocupaban una elevada posición oficial en Egipto y estaban encargadas de controlar a las enfermeras responsables de asistir a las mujeres en el nacimiento de sus hijos.

Este fue otro intento de Satanás de destruir la línea de descendencia que conducía al Señor Jesucristo. Tentativas de este tipo se registraron por toda la Biblia, desde el Antiguo al Nuevo Testamento. Muchos intentos de destruir a los judíos han tenido lugar en la historia y resulta interesante observar la manera en que el anti-semitismo se ha propagado por todo el mundo. Es satánico en su origen y, en consecuencia, ningún hijo de Dios debiera identificarse con tales sentimientos ni acciones. Generalmente son personas que no conocen ni tienen una relación con Dios, las que toman parte en esa persecución.

Este pasaje nos ha llevado a considerar el antisemitismo. Aunque, realmente, cualquier odio racial, no importa contra quién esté dirigido, es ajeno al espíritu cristiano. Ello debiera hacer reflexionar a todos aquellos que, desde dentro o fuera de diferentes iglesias y religiones, mantienen en la

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actualidad esta actitud. En mi opinión, ninguna persona puede estudiar la Palabra de Dios y, al mismo tiempo, convertirse en un perseguidor impulsado por el odio racial que, en este caso histórico, se refiere al antisemitismo y a sus proyecciones históricas.

En medio de este ataque, Dios intervino, a través de

El heroísmo de dos mujeres

Leamos los versículos 17 al 22:

"Pero las parteras temían a Dios, y no hicieron como el rey de Egipto les había mandado, sino que dejaron con vida a los niños. El rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, y habéis dejado con vida a los niños? Respondieron las parteras a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias, pues son robustas y dan a luz antes que la partera llegue a ellas. Y Dios favoreció a las parteras; y el pueblo se multiplicó y llegó a ser muy poderoso. Y sucedió que por haber las parteras temido a Dios, El prosperó sus familias. Entonces Faraón ordenó a todo su pueblo, diciendo: Todo hijo que nazca lo echaréis al Nilo, y a toda hija la dejaréis con vida."

Este intento de destruir a los niños varones hebreos, fue una maniobra política que no funcionó. Aquellas heroicas mujeres egipcias tuvieron que elegir entre obedecer al Faraón o a Dios. Su gesto constituye un ejemplo elocuente para nosotros en la hora actual, en tiempos de falta de compromiso e insensibilidad, mostrándonos además, cómo actúa Dios, protegiendo la integridad y honra de los que optan por El. Habían aprendido a temer y respetar a Dios y su obediencia fue tenida en cuenta y recompensada por Dios, quien hizo que el nombre de ellas fuese muy respetado no solo en Israel sino también en Egipto.

Si la orden del Faraón hubiese sido cumplida, el pueblo de Israel habría sido exterminado rápidamente. Pero tal mandato fue desobedecido y los capítulos subsiguientes lo demostrarán con claridad. Dios hizo surgir a Moisés para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de los Egipcios.

Éxodo es el gran libro de la salvación, de la redención que en realidad revela, con vívidas ilustraciones e imágenes históricas, cómo Dios nos libera en la actualidad del pecado, del mundo como sisTema que se opone a Dios, de nuestra naturaleza física con sus malos y desordenados deseos y del diablo, el enemigo de Dios.

Estimado oyente, Dios, por su amor y su gracia, puede liberarte de cualquier esclavitud y forma de opresión. Solo tienes que ser consciente de cómo se acercó El a ti cuando envió a Jesucristo a morir a una cruz. El resucitó y venció. Y tú también puedes participar de esa victoria.

2Exodo 2:1-22

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Tema: Dios preparó un libertador para Su pueblo; el nacimiento de Moisés; los primeros 40 años de Moisés en el palacio de Faraón; relación de Moisés con Israel y el rechazo del pueblo; matrimonio de Moisés con una mujer de otra nación.

En nuestro programa anterior, finalizábamos el primer capítulo del Éxodo con el relato de la persecución de Faraón contra los niños que naciesen en las familias de Israel, en contraste con la actitud de las parteras que valientemente ocultaron la información requerida por el soberano, debido a su reconocimiento y respeto a Dios. Al comenzar este capítulo 2, mencionaremos algunas breves

Observaciones

Este capítulo nos presenta, a una figura relevante; Moisés, libertador de Israel, como protagonista principal de los once primeros capítulos, cuyos principales Temas son:

Capítulo 1 - Esclavitud de Israel en Egipto.

Capítulo 2 - Nacimiento de Moisés; los primeros años en el palacio del Faraón.

Capítulo 3 - Llamado de Dios a Moisés; segundo período de 40 años Madián (se describe el incidente de la zarza ardiendo)

Capítulo 4 - Regreso de Moisés a Egipto; anuncio de la liberación de Israel

Capítulo 5 - Las disputas con Faraón (y las 10 plagas contra la idolatría de Egipto)

Éxodo es el gran libro de la salvación, de la redención. Ningún Tema ni evento se comienza en este libro, que constituye simplemente una continuación de la historia iniciada en el libro del Génesis, que proseguirá en los libros de Levítico y Números.

Comencemos la lectura Bíblica con los versículos 1 y 2, que relatan

El nacimiento de Moisés

"Un hombre de la casa de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví. Y la mujer concibió y dio a luz un hijo; y viendo que era hermoso, lo escondió por tres meses."

Esta es la historia secular del hombre que ve a una mujer, se enamora; ella, a su vez, le corresponde. Se casan y tienen un hijo, como suele suceder en todas partes.

Moisés estaba escribiendo la historia de sus padres y su nacimiento y lo hizo escuetamente, sin entrar en mayores detalles. Por tal motivo, debemos dirigirnos a otras partes de la Biblia para obtener más detalles sobre aquellos eventos. Si tuviésemos la oportunidad de escribir nuestra biografía, posiblemente incluiríamos más detalles sobre nuestros padres. Sin embargo, Moisés ni siquiera mencionó el nombre de sus progenitores. Estos eran personas normales y corrientes, que vivían en la esclavitud, miembros de la tribu de Leví. En este momento, es todo lo que Moisés registró en el relato. Aunque más tarde incluye sus nombres: Amram y Jocabed.

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El versículo 2 dice que Moisés era un niño atractivo y sano; y el escritor se mostró reticente a ofrecernos una descripción más detallada de sí mismo. Leamos los versículos 3 y 4:

"Pero no pudiendo ocultarlo por más tiempo, tomó una cestilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea. Entonces puso al niño en ella, y la colocó entre los juncos a la orilla del Nilo. Y la hermana del niño se puso a lo lejos para ver qué le sucedería."

Resulta evidente que Moisés era un niño sano. Sus padres pudieron, en un principio, esconderle, pero llegó un día cuando el niño comenzó a llorar y gritar con todas sus fuerzas. ¡Qué contraste con la escena que tendría lugar años más tarde, cuando el Señor le pediría que fuese su portavoz ante Faraón y Moisés respondería que no sabía hablar!

Jocabed tenía un problema serio; no podía esconder al niño por más tiempo. Hubiera sido una imprudencia mantenerle en la casa, pues un guardia podría fácilmente haberle oído llorar, lo cual hubiera implicado la muerte del niño. Y como la fe no está reñida con el sentido común, que también es provisto por Dios, Jocabed actuó con sensatez y colocó a Moisés en la pequeña cesta de juncos, con lo cual demostró su fe y confianza en la intervención de Dios para proteger a su hijo, dejándole en un lugar seguro, a la orilla del río, frecuentado por gente que pudiese recogerle. Además, puso a la hermana de Moisés en un lugar donde, prudentemente, pudiese vigilarle. Continuemos leyendo los versículos 5 al 10:

"Y la hija de Faraón bajó a bañarse al Nilo, y mientras sus doncellas se paseaban por la ribera del río, vio la cestilla entre los juncos y mandó a una criada suya para que la trajera. Al abrirla, vio al niño, y he aquí, el niño lloraba. Y le tuvo compasión, y dijo: Este es uno de los niños de los hebreos. Entonces la hermana del niño dijo a la hija de Faraón: ¿Quieres que vaya y te llame una nodriza de las hebreas para que te críe al niño? Y la hija de Faraón le respondió: Sí, ve. Y la muchacha fue y llamó a la madre del niño. Y la hija de Faraón le dijo: Llévate a este niño y críamelo, y yo te daré tu salario. Y la mujer tomó al niño y lo crió. Cuando el niño creció, ella lo llevó a la hija de Faraón, y vino a ser hijo suyo; y le puso por nombre Moisés, diciendo: Pues lo he sacado de las aguas."

Lo sucedido nos muestra la mano del Señor y cómo El iba a intervenir en esta situación en la que Jocabed, demostró su fe, sentido común y sensibilidad. Nada menos que la hija de Faraón descendió al río a bañarse en aquel lugar protegido y le llamó la atención la cesta. Una vez abierta ésta, el niño comenzó a llorar y la mujer no pudo permanecer insensible. Sus sentimientos prevalecieron sobre las órdenes que su padre había difundido con respecto a los niños hebreos. Y aquel fue también el momento oportuno para que apareciese la hermana de Moisés y ofreciese una sugerencia útil a la princesa. El giro real de aquellos acontecimientos nos muestra cómo actuó Dios a favor de aquellos que depositaron su fe en El. Pues la misma madre del niño fue encargada de criarlo. Más tarde, la hija de Faraón le pondría al niño el nombre de Moisés, que significaba precisamente, "salvado de las aguas".

Aunque la identificación histórica del Faraón de la época de la opresión ha sido objeto de controversia y especulación, la hija de Faraón puede haber sido la hija mayor del famoso Ramsés II o, quizás, su hermana. Según las costumbres de la época, el primer hijo de la princesa, tenía derecho

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a acceder al trono y, entonces, en el caso de que Ramsés II y su reina hubieran permanecido sin hijos, Moisés habría sido el sucesor del Faraón.

Vamos a considerar ahora, el

Primer intento de Moisés para ayudar a su pueblo

Moisés pasó los primeros cuarenta años de su vida en la corte de Faraón, donde creció y se educó como un egipcio. Su aspecto, su forma de hablar y su modo de actuar eran los de un egipcio. Más adelante, en este libro del Éxodo, veremos que cuando llegó a Madián, fue reconocido como un egipcio.

Moisés se educó en el gran Templo del Sol, que era la universidad más importante de aquel tiempo. A veces, solemos dar poco valor a los conocimientos y logros de los egipcios. Sus conocimientos de astronomía eran extraordinarios e incluyeron estudios sobre la distancia entre el sol y la tierra y teorías sobre la redondez de la tierra. También se destacaron por su dominio de la química, evidente en la forma en que eran capaces de embalsamar a los muertos; técnica que no ha podido ser aun igualada. Su destreza en la preparación de los colores era extraordinaria, pues los tonos logrados eran de mayor brillo que los nuestros en la actualidad, ya que no ha sido posible descubrir las fórmulas para producir el color que utilizaban los egipcios. Resulta increíble que tales colores se conserven aún luminosos, sorprendentemente vivos y hermosos después de 4.000 años.

Además de todos estos descubrimientos, los egipcios tenían también una gran biblioteca. El relato Bíblico nos informa que Moisés fue educado en toda la sabiduría de Egipto. La única gran carencia en la preparación académica de Moisés fue que no había sido instruido en cómo servir a Dios. Pero no le tengamos en poco, porque era un hombre extraordinario. Esteban, primer mártir de la iglesia cristiana, nos ofreció una visión penetrante sobre este período de la vida de Moisés. En el libro de los Hechos de los Apóstoles 7:20-29, podemos leer lo siguiente:

"Fue por ese tiempo que Moisés nació. Era hermoso a la vista de Dios, y fue criado por tres meses en la casa de su padre. Después de ser abandonado para morir, la hija de Faraón se lo llevó y lo crió como su propio hijo. Y Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era un hombre poderoso en palabras y en hechos. Pero cuando iba a cumplir la edad de cuarenta años, sintió en su corazón el deseo de visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. Y al ver que uno de ellos era tratado injustamente, lo defendió y vengó al oprimido matando al egipcio. Pensaba que sus hermanos entendían que Dios les estaba dando libertad por medio de él, pero ellos no entendieron. Al día siguiente se les presentó, cuando dos de ellos reñían, y trató de poner paz entre ellos, diciendo: Varones, vosotros sois hermanos, ¿por qué os herís el uno al otro? Pero el que estaba hiriendo a su prójimo lo empujó, diciendo: ¿Quien te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? ¿Acaso quieres matarme como mataste ayer al egipcio? Al oír estas palabras, Moisés huyo y se convirtio en extranjero en la tierra de Madian, donde fue padre de dos hijos."

En otras palabras, toda la educación recibida en Egipto no preparó a Moisés para liberar al pueblo de Israel. Un día estaba él por la calle y vio a uno de los suyos que era perseguido y golpeado por uno de los que controlaban a los esclavos. No pudo reprimir sus impulsos y su reacción fue matar al guardia.

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Miró a su alrededor para comprobar si alguien le había visto. Pero su principal problema es que no miró en dirección a Dios, que no aprobó lo que él había hecho. En realidad, sin saberlo, había pretendido adelantarse 40 años a los planes de Dios para liberar al pueblo de Israel. En consecuencia, Dios iba a enviarle a un lejano lugar del desierto. Leamos el versículo 15;

"Cuando Faraón se enteró del asunto, trató de matar a Moisés; pero Moisés huyó de la presencia de Faraón y se fue a vivir a la tierra de Madián, y allí se sentó junto a un pozo."

El párrafo siguiente, nos relata cómo

En Madián, Moisés escogió una esposa de otra nación

Moisés había vivido 40 años en Egipto que, como hemos ya afirmado, no le habían capacitado para las experiencias del resto de su vida. Leamos el último párrafo de nuestro estudio de hoy; los versículos 16 al 22:

"Y el sacerdote de Madián tenía siete hijas, las cuales fueron a sacar agua y llenaron las pilas para dar de beber al rebaño de su padre. Entonces vinieron unos pastores y las echaron de allí, pero Moisés se levantó y las defendió, y dio de beber a su rebaño. Cuando ellas volvieron a Reuel, su padre, él dijo: ¿Por qué habéis vuelto tan pronto hoy? Respondieron ellas: Un egipcio nos ha librado de la mano de los pastores; y además, nos sacó agua y dio de beber al rebaño. Y él dijo a sus hijas: ¿Y dónde está? ¿Por qué habéis dejado al hombre? Invitadlo a que coma algo. Moisés accedió a morar con aquel hombre, y él dio su hija Séfora a Moisés. Y ella dio a luz un hijo, y Moisés le puso por nombre Gersón, porque dijo: Peregrino soy en tierra extranjera."

En este episodio en el cual Moisés conocería al que sería su suegro, demostró su valentía y sentido de la justicia, al intervenir ante el abuso cometido sobre aquellas mujeres. Así fue como Séfora se convirtió en la esposa de Moisés. Resulta interesante comprobar que muchos de los hombres de la época del Antiguo Testamento fueron figuras de Cristo. Aunque no todos los detalles de sus vidas simbolizaban a Cristo, como era de esperar, sus vidas mismas ilustraron de alguna manera a Cristo. Por ejemplo, cuando Moisés mató al Egipcio, se marcó un agudo contraste entre él y la persona de Cristo, nuestro Salvador. Sin embargo, Moisés simbolizó a Cristo en el hecho de que fue el libertador escogido por Dios; también él fue rechazado por el pueblo de Israel y se dirigió a gente de otras naciones no judías, uniéndose a una esposa perteneciente e dichos pueblos. Después de ello, apareció nuevamente ante Israel como su libertador y fue aceptado.

Así es que encontramos a Moisés en la tierra de Madián, que durante los siguientes 40 años sería su hogar y donde nacieron dos de sus hijos. Allí en el desierto, comenzaría su preparación para convertirse en el libertador del pueblo de Israel, esclavo en Egipto.

Con respecto a aquel matrimonio de Moisés, ha existido siempre un interrogante. No me cabe duda de que debió haber amado a su mujer. Pero la información de que disponemos no revela que haya existido una admirable relación con su esposa. Esta parte de su vida es uno de los episodios que Moisés, en cierta forma, pasa por alto. El nombre Séfora significaba "gorrión", o pájaro pequeño. , lo cual podría describir a una persona de pequeña estatura y nerviosa. Quizás cabría ver algo de

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confusión en Moisés, con respecto a su propia identidad y en cuanto a las promesas que Dios había dado a Israel, en el nombre que le puso a su primer hijo: Gersón, cuyo significado en hebreo estaba relacionado con su situación de ser un peregrino en una tierra extranjera. En el pasado, Dios había prometido a Abraham la tierra de Canaán. Por una parte podría recordar a Egipto como su propia tierra y, por otra, estaba la opresión en que vivía Israel en aquel país y su necesidad de una liberación.

Podemos imaginar lo que habrá pasado por la mente de Moisés al recordar su pasado inmediato, con su elevada posición y privilegios, y su situación posterior como un nómada en el desierto. El tremendo contraste, seguramente dio lugar a que se plantease preguntas con respecto a su situación pasada y perspectivas futuras. ¿Por qué habría tenido que ocurrir aquel desafortunado y grave incidente que motivó su huída de Egipto? ¿Era su situación desfavorable ya irreversible? ¿Habría alguna forma de rehacer su vida? ¿Habría realmente un futuro para él?

Aunque él no pudiese verlo, sabemos que Dios tenía grandes propósitos para su vida, ya que llegaría a ser quien liberaría a Israel de la esclavitud. También como legislador y conductor de un pueblo, su nombre figuraría como uno de los personajes más destacados de los tiempos Bíblicos y de la historia.

Desde nuestra lejana situación en el tiempo, podemos reconocer en aquellos interrogantes, muchas de las preguntas que hoy en día podemos formularnos ante acontecimientos que hayan podido ocurrir en nuestra vida. ¿Por qué habremos tenido que pasar por ciertas experiencias? ¿Habrá que soportar interminables consecuencias por un error cometido? ¿Hay alguna manera de reparar los daños sufridos? ¿Hay perspectivas de un futuro esperanzador? ¿Vale la pena volverse a ilusionar por algo?

En este sentido, la vida de este personaje, nos mostrará como fue aprendiendo a encajar sus preguntas vitales con los propósitos que Dios tenía para él. Y nos ayudará a ir comprendiendo el significado de nuestra propia existencia, iluminando nuestra propia situación frente a Dios y en esta vida, y evitando que nuestras propias preguntas nos bloqueen, nos angustien y nos inmovilicen. En este estudio descubrirás que Dios tiene un propósito para ti, a pesar de que la realidad te lleve a fijar tus pensamientos en interrogantes sin respuesta, y sin explicación humana posible. A la luz de su trayectoria y relación con Dios, Moisés fue descubriendo el propósito de su existencia y el significado de su misión en esta vida. ¿No te parece que ésta es también nuestra opción, nuestra esperanza? Y, ¿por qué no? ¿Nuestra ilusión?

3Exodo 2:23-3:8

Nuestro programa anterior terminaba con una escena familiar, en Madián, donde Moisés, que había tenido que huir de Egipto, contrajo matrimonio y tuvo hijos. Allí dio comienzo a su prolongado período de permanencia en el desierto.

Comenzaremos nuestro estudio de hoy leyendo los versículos 23 al 25:

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"Y aconteció que pasado mucho tiempo, murió el rey de Egipto. Y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y su clamor, a causa de su servidumbre, subió a Dios. Oyó Dios su gemido, y se acordó Dios de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y Dios los tuvo en cuenta."

Dios estaba ordenando el curso de los acontecimientos para liberar al pueblo israelita, oprimido en Egipto. En ese proceso, estaba preparando a Moisés para ser el libertador. Dios no optó por liberar a los israelitas porque éstos fuesen superiores a los Egipcios, ni por que hubiesen sido fieles a El, ni porque hubiesen evitado dejarse arrastrar por la idolatría. Por el contrario, habían sido muy infieles a Dios. Habían adorado y servido a los ídolos de religiones paganas, antes que a El. Hay que recordar que, más adelante en la historia, después de haber sido liberados de Egipto y cuando estaban siendo conducidos por Moisés por el desierto, en la primera ocasión que se presentó, fabricaron un becerro de oro para adorarlo. El deseo de Dios había sido liberarles porque se encontraban indefensos, en una desesperada situación de esclavitud. A menos que alguien hubiese intervenido a favor de ellos, habrían perecido.

Dios presentó dos razones para liberar a Israel:

1. Había escuchado el clamor de su sufrimiento.

2. Había recordado Su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.

La desesperada e irremediable condición de Israel apeló al corazón de Dios. Y Su promesa de traer a los descendientes de Abraham de regreso a la tierra, después de 400 años, fue el motivo por el que Dios diseñó un plan para liberarles.

¿Por qué crees que Dios te ha salvado? (en el caso de que, efectivamente, así haya sido) Dios nos ha salvado por la misma razón que salvó a aquel pueblo de Israel. No encontró en nosotros nada que fuese merecedor de Su salvación. El dejó claro que no somos salvos por algún mérito que poseamos. El apóstol Pablo, escribió en su carta a los Romanos 3:23 y 24,

"por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús"

La palabra "gratuitamente" significa, "libremente, sin una causa". Hemos sido salvados de nuestros pecados sin que existiese un motivo para ello. En el idioma original se utiliza la misma palabra, cuando en el Evangelio según Juan 15:25, citando a uno de los Salmos, se dice que Jesús fue odiado sin causa, sin razón. Dios no decidió salvarme porque vio en mis buenas cualidades. La verdad es que Dios nos vio en toda la oscuridad de nuestro pecado e ignorancia, alejados de El. Vio que estábamos desesperadamente perdidos y que éramos incapaces de salvarnos por nosotros mismos.

El amor de Dios le hizo proveer un Salvador. Como se dice en el Evangelio según Juan 3:16:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna."

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Lo que nos salvó fue la gracia de Dios, que nos alcanzó generosamente. Hemos sido, pues, salvados si una razón o motivo que lo requiriese, por Su gracia, por haber sido comprados con el sacrificio en el que su Hijo Jesucristo derramó su sangre en la cruz. Al escuchar esa buena noticia, solo hemos tenido que aceptar individualmente y por la fe, esa salvación.

Es cierto que muchas personas piensan que Dios ha visto en ellas algo digno o merecedor de la salvación. O que las salvó como pecadoras que podrían irse convirtiendo en buenas personas. Esta forma de pensar es completamente errónea. Nunca podremos cambiar, o irnos transformando por nosotros mismos en personas buenas, porque cada uno de nosotros tiene una naturaleza vieja, que ya no da para más, en la cual no mora el bien ni la bondad, sino el mal de las desordenadas apetencias humanas. Nada menos que el apóstol Pablo, en su carta a los Romanos 7:18, escribió: "Porque yo se que en mí, es decir, en mi naturaleza de hombre pecador, no hay nada bueno. . ." Es por ello que cuando Dios nos salva, nos provee una naturaleza nueva. Y es por ello, también, que aquella vieja naturaleza, con el tiempo, debe ir siendo controlada y anulada.

Volviendo a nuestro pasaje Bíblico y resumiendo, diré que Dios no vio nada de bueno en Israel. Pero, como ya hemos destacado, escuchó el clamor de aquel pueblo bajo la opresión de la esclavitud, y les salvó de la misma manera en que vio nuestra desesperada condición y nos salvó. Como indicaba aquel célebre versículo que acabamos de leer, incluido en el Evangelio según Juan, Dios el Padre amó al mundo y envió a su Hijo para morir por los pecados del mundo. El Hijo, Jesucristo consintió en venir y el Padre acordó salvar a todo aquel que creyese en Jesucristo para recibir su salvación. A cada individuo le quedan las opciones de aceptarla o rechazarla.

Este es, básicamente, el mensaje que Dios está comunicando en la actualidad a la humanidad, a partir de este pasaje Bíblico del libro del Éxodo. No había ninguna condición espiritual positiva ni ningún atractivo especial en aquel pueblo de Israel que pudiese impulsar a Dios a actuar. Pero el escuchó el clamor del dolor y la desesperanza. De la misma manera, el pasaje que hemos leído nos recuerda que tampoco la condición de la humanidad puede presentar ante Dios algún motivo para salvarnos. En el remoto pasado de los tiempos Bíblicos, y como hemos estudiado al leer el libro del Génesis, Dios hizo un pacto con Abraham, Isaac y Jacob que prometía la salvación a aquel pueblo de Israel. De la misma manera, El se mostró dispuesto a salvar a todo aquel que confiase en Jesucristo como Salvador. La gracia de Dios, es su amor en acción, su amor en movimiento para ofrecer la salvación.

A continuación, comenzaremos a considerar

Exodo 3:1-8

Tema: El llamado de Dios a Moisés; la zarza ardiendo; la revelación del "YO SOY"; la promesa de una liberación divina; la vacilación de Moisés para aceptar el llamado de Dios; la misión encomendada a Moisés.

En primer lugar, vamos a destacar algunas

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Observaciones

de carácter general, que nos sitúan en el contexto de la situación concreta de lo que ocurrió, según la descripción de este pasaje Bíblico.

El período de 40 años vivido por Moisés en Madián había llegado a su fin. Habíamos aclarado que toda su preparación académica en Egipto no había sido suficiente como preparación para su importante obra de liberar al pueblo de Israel de la esclavitud. Dios le formó durante ese tiempo en Madián para la gran tarea que le esperaba.

El primer párrafo del capítulo 3, nos relata detalladamente como fue

El llamado de Dios a Moisés

Leamos los versículos 1 al 3:

"Y Moisés apacentaba el rebaño de Jetro su suegro, sacerdote de Madián; y condujo el rebaño hacia el lado occidental del desierto, y llegó a Horeb, el monte de Dios. Y se le apareció el ángel del Señor en una llama de fuego, en medio de una zarza; y Moisés miró, y he aquí, la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces dijo Moisés: Me acercaré ahora para ver esta maravilla: por qué la zarza no se quema."

Moisés se apartó del rebaño para ver por qué la zarza ardía y el fuego no la consumía. Una de las mayores pruebas de la veracidad de las Sagradas Escrituras es la existencia de la nación de Israel. Hace muchos años un Emperador de Alemania le preguntó a su capellán sobre la prueba principal para afirmar que la Biblia era la Palabra de Dios. Sin vacilar, el capellán respondió que eran los hebreos. Ellos son la zarza ardiente, una realidad que debiera ser examinada cuidadosamente, haciendo reflexionar al no creyente. Resulta sorprendente que ese pueblo haya mantenido una existencia tan prolongada, desde la época de Moisés y a través de los siglos, hasta la hora actual. Otros pueblos han surgido y luego fueron extinguiéndose. Pero ellos han asistido al funeral de las demás naciones, y ahí están, presentes en la escena contemporánea. Tal como le sucedía a aquella zarza, el pueblo de Israel no se ha consumido.

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A propósito, ¿cuándo fue la última vez que has visto a un Madianita? ¿Has visto su bandera o has oído algo de su gobierno? Por supuesto que no porque, ese pueblo ha desaparecido. Sin embargo, el pueblo de Israel, no.

El ángel del Señor que apareció frente a Moisés, desde la zarza ardiendo, no era otro que el Cristo pre-encarnado, es decir, que era una aparición de Cristo previa a su nacimiento en este mundo. Habíamos visto esta situación cuando estudiamos el libro del Génesis, concretamente, a propósito del personaje que luchó con Jacob. También en este caso, queda claro que se trataba de Dios mismo como resulta evidente al leer los versículos siguientes. Es mi conclusión después de varios años de estudio de la Palabra de Dios. Continuemos leyendo los versículos 3 al 5:

"Cuando el Señor vio que él se acercaba para mirar, Dios lo llamó de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Entonces El dijo: No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar donde estás es tierra santa."

Vemos que el Señor tuvo que corregir los modales de Moisés. Aunque éste se había criado en la corte de Faraón, no sabía que tenía que quitarse su calzado en la presencia de un Dios santo. Quizás muchas personas hoy, al referirse a Dios o al dirigirse a El, se expresan con una familiaridad que excluye el respeto y la dignidad que El merece, por ser Quien es. El hecho de que sea nuestro Padre, no quiere decir que deba ser tratado como un compañero de estudio o de trabajo. Una relación de amistad con El debe incluir no solo la naturalidad, sino también el respeto. En este sentido, este pasaje también nos enseña alguna lección sobre la santidad de Dios.

Continuemos leyendo el versículo 6:

"Y añadió: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tenía temor de mirar a Dios."

Observemos la actitud de Moisés de no atreverse a dirigir su mirada a Dios. Es que la naturaleza esencial de Dios no puede ser conocida ni contemplada directamente por el ser humano. Esa naturaleza o esencia verdadera solo se puede conocer por medio del Señor Jesucristo. En este sentido se expresa el Evangelio según Juan 1:18;

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"Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer."

Leamos los versículos 7 y 8, que finalizan el pasaje Bíblico escogido para hoy:

"Y el Señor dijo: Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor a causa de sus capataces, pues estoy consciente de sus sufrimientos. Y he descendido para librarlos de la mano de los egipcios, y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al lugar de los cananeos, de los heteos, de los amorreos, de los ferezeos, de los heveos y de los jebuseos."

Cuando Dios libera al ser humano, no solamente le libera de algo. El siempre libera hacia algo, con vistas a algo. Hemos sido salvados del pecado para vivir consagrados a El aquí en la tierra y para ir al cielo a Su presencia. El apóstol Pablo explicó este concepto en su carta a los Efesios 2:5 y 6;

"aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados), y con El nos resucitó, y con El nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús"

Esta declaración enfatiza que Dios nos ha dado una vida y una posición en Cristo. La afirmación es clara y no deja lugar a dudas. Si tú eres salvo hoy, eres completamente salvo. Y permanecerás salvo incluso dentro de un millón de años, debido a la posición que ocupas en Cristo. Explicado de otra manera, hemos sido sacados, apartados de Adán e introducidos en Cristo. Hemos sido sacados del ámbito de la muerte e introducidos a la vida. Hemos sido sacados de la oscuridad e introducidos en la luz. Aunque parezca tremendo y llevando el contraste aun más lejos, es como haber sido sacados del infierno e introducidos en el cielo. Este es, pues, el significado completo de la salvación, de la redención, de que Jesucristo nos haya comprado y liberado. Consiste en salir de algo para entrar en otra cosa.

Es por ello que este último versículo expresaba que Dios iba a hacer salir a aquel pueblo del lugar y del estado de opresión y esclavitud, para llevarles y hacerles entrar en una buena tierra. Así es la salvación, la redención, la liberación que Dios ha obrado en el pasado, a través de los siglos, en la actualidad y mientras el mensaje del Evangelio, el mensaje de las buenas noticias sea proclamado en el mundo.

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Estimado oyente, no sé si el citado mensaje habrá llegado a ti en alguna otra ocasión. Pero, seguramente lo has oído en el día de hoy. Las noticias del mensaje son realmente buenas y la invitación de Dios, como en muchos lugares de la Biblia, se ha reiterado en numerosas oportunidades. El Dios que llamó a Moisés a una relación personal con El, y a llevar a cabo una obra gigantesca, habla hoy también por Su Palabra y continúa llamando, invitando a aceptar su obra de salvación. Te invitamos a reflexionar sobre ello y a tomar una decisión.

A veces, en el transcurso de nuestra vida, buscamos los momentos más oportunos para tomar ciertas decisiones importantes. Te recuerdo las palabras del apóstol Pablo, en su segunda carta a los Corintios 6:2, escritas después de citar al profeta Isaías, del Antiguo Testamento:

He aquí, ahora es el tiempo propicio; he aquí, ahora es el día de salvación.

4

Exodo 3:9-4:5

En el programa anterior vimos que cuando Moisés se encontraba cuidando el rebaño de su suegro, en la zona del Monte Horeb, Dios se le apareció y le llamó, desde una zarza que ardía y cuyas llamas no la consumían. En el pasaje Bíblico que hoy consideramos, encontramos el mensaje que Dios le transmitió. Leamos los versículos 9 al 11:

"Y ahora, he aquí, el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y además he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ahora pues, ven y te enviaré a Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto. Pero Moisés dijo a Dios: ¿Quién soy yo para ir a Faraón, y sacar a los hijos de Israel de Egipto?"

Sería bueno que observásemos lo que le había sucedido a Moisés. Cuarenta años antes de este momento, se encontraba dispuesto a liberar a Israel. Era presumido, arrogante. Había matado a un egipcio liberando a uno de los suyos de la persecución que estaba sufriendo, porque pensó que su acción sería comprendida. Pensaba que él podía liberar a Israel por sus propios medios. Pero descubrió que no podía, y entonces Dios le hizo dirigirse hacia un lugar lejano, en el desierto, para someterle a una preparación especial y adecuada para esa gran tarea. Fue así que llegó a darse cuenta de cuán débil era realmente. Al fin había aprendido que no era capaz de liberar a Israel por sí mismo.

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Ahora Moisés le estaba respondiendo a Dios: "¿pero quién soy yo? No puedo hacer lo que me estás pidiendo". Estimado amigo, entonces sí que Dios podía utilizarle. Esa es precisamente la manera en que Dios prepara a los suyos. Veamos algunos ejemplos. Más adelante en la historia, El tendría que tomar al joven David, que pudo matar a un gigante, y hacerle esconderse en cavernas y cuevas. Después de haber sido aquel joven acosado, como el animal perseguido por el cazador, descubrió cuán débil era. Entonces Dios pudo convertirle en un rey.

Elías, el profeta, fue lo bastante valiente como para dirigirse directamente a la corte de los reyes Acab y Jezabel, de acuerdo con el relato de 1 Reyes 17:1, con el propósito de decirles que por un tiempo no habría rocío ni lluvia, hasta que el anunciase lo contrario. En realidad, Elías no era tan valiente como parecía. Y Dios le hizo pasar por el desierto, donde el capacita a los suyos. El profeta solía beber del agua de un arroyo que se estaba secando, y debió pensar que su vida dependía de aquel arroyo. Después de pasar por otras experiencias, en las que Dios le alimentó milagrosamente, descubrió que él no valía nada y que Dios era todo para él. Cuando se dio cuenta de esto, Dios le utilizó para enfrentarse a los profetas de Baal, el dios falso de los cananeos, haciendo descender fuego del cielo.

El apóstol Pablo, en su segunda carta a los Corintios 12:10, lo expresó de esta manera:

"Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte."

Verdaderamente, siendo ésta una paradoja, era, sin embargo, lo que Dios le estaba enseñando a Moisés. Cuando éste descubrió que él solo no podía liberar a Israel, pero que Dios sí podía hacerlo por medio de él, entonces Dios estuvo dispuesto a utilizarle.

Una de las razones por las cuales muchos de nosotros no somos utilizados por Dios en la actualidad es que nos sentimos demasiado fuertes. ¿Te has detenido a pensar en ello? Dios no puede utilizarnos mientras nos consideremos tan fuertes. Es a partir de nuestra debilidad que somos fortalecidos. Fue el mismo apóstol Pablo quien dijo, esta vez en su primera carta a los Corintios 1:27:

"que Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte;"

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Tanto Moisés como el apóstol Pablo reconocieron que Dios podía actuar a través de ellos cuando eran conscientes de su debilidad. Es sorprendente lo que Dios puede hacer por medio de un instrumento débil.

Continuemos leyendo los versículos 12 y 13:

"Y El dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y la señal para ti de que soy yo el que te ha enviado será ésta: cuando hayas sacado al pueblo de Egipto adoraréis a Dios en este monte. Entonces dijo Moisés a Dios: He aquí, si voy a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros, tal vez me digan: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?"

La pregunta de Moisés era razonable y seguramente todos nosotros hubiésemos formulado la misma pregunta. Moisés temía que los del pueblo de Israel no le aceptasen. No sabía cómo presentarles y explicarles a Dios. Tampoco sabía cómo se las arreglaría para hacer que los israelitas viniesen a aquel monte. Estos eran los problemas con los que se enfrentaba Moisés, y observemos cómo le respondió Dios. Leamos el versículo 14:

"Y dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y añadió: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado a vosotros."

Indudablemente, en el nombre "YO SOY" hay más significado de lo que siempre se ha puesto de manifiesto, pero hay varias cosas de fundamental importancia que debieran mencionarse. El nombre "YO SOY" es un tetragrama o palabra de 4 letras. Se tradujo como Yahweh y se convirtió en una palabra sagrada, en un nombre santo para los israelitas hasta tal punto que, de no poderlo pronunciar y para evitar profanar el nombre de Dios, no lo utilizaban. Entonces, ¿cuál es el nombre correcto, Jehová o Yahweh? Nadie lo sabe. Pero, de todas maneras, el nombre de Dios puede ser definido como "YO SOY". Puede traducirse como "el Eterno" o bien, como "el Señor".

En el libro del Génesis, Dios es el Creador. El es Elohim, el Dios poderoso, el que existe por sí mismo; como le dijo Dios a Moisés, YO YOY EL QUE SOY. Aquel era el Dios que estaba enviando a Moisés para liberar al pueblo de Israel.

El Salmo 135:13 dice;

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"Tu nombre, Señor, es eterno; tu memoria, Señor, por todas las generaciones."

En este versículo, la palabra "SEÑOR" puede traducirse como "YO SOY EL QUE SOY". Es importante ver que este nombre nos habla de la realidad de que DIOS EXISTE.

El último párrafo de este capítulo detalla la

La misión encomendada a Moisés

Había llegado el momento del cumplimiento de la promesa expresada, por José, el hijo de Jacob, registrada en Génesis 50:25, que decía: ". . . Dios ciertamente os visitará". Volviendo a nuestro capítulo 3, el versículo 15 dice:

"Dijo además Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: El Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, y con él se hará memoria de mí de generación en generación."

Dios había aparecido a Abraham, Isaac y Jacob. El mismo Dios que estaba enviando a Moisés a los israelitas y por el modo descripto en los versículos siguientes. Leamos desde el versículo 16 hasta el 18:

"Ve y reúne a los ancianos de Israel, y diles: El Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido, diciendo: Ciertamente os he visitado y he visto lo que se os ha hecho en Egipto. Y he dicho: Os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que mana leche y miel. Y ellos escucharán tu voz; y tú irás con los ancianos de Israel al rey de Egipto, y le diréis: El Señor, el Dios de los hebreos, nos ha salido al encuentro. Ahora pues, permite que vayamos tres días de camino al desierto para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios."

Dios le había indicado a Moisés cual sería su actuación y el orden que debía seguir. Debía informar a los ancianos de Israel sobre el plan de liberación de Dios. Luego, él y los ancianos tendrían que presentarse ante Faraón y pedirle permiso para salir de viaje por el desierto durante 3 días, para

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ofrecer, como nación, sacrificios a su Dios. La intención era comunicarle al Faraón, con delicadeza, el plan de los israelitas, antes que manifestarle bruscamente que la idea era regresar para establecerse para siempre en la tierra de Canaán. Continuemos leyendo los versículos 19 y 20:

"Pero yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir, si no es por la fuerza. Pero yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con todos los prodigios que haré en medio de él, y después de esto, os dejará ir."

Hemos leído que Dios le dijo a Moisés que el Faraón se negaría a permitir que los israelitas saliesen. La negativa del soberano desencadenaría la campaña divina contra los dioses falsos de Egipto. Después de las conversaciones mantenidas, y aunque Dios demostraría su poder mediante acciones prodigiosas, Faraón aun se negaría obstinadamente a dejar salir al pueblo. Entonces Dios, como castigo, enviaría plagas que forzarían a Faraón a cambiar de opinión y autorizar a Israel para abandonar Egipto. Dios tenía un plan para liberar al pueblo y verdaderamente lo llevaría a cabo. Leamos los versículos 21 y 22:

"Y daré a este pueblo gracia ante los ojos de los egipcios; y sucederá que cuando os vayáis, no os iréis con las manos vacías, sino que cada mujer pedirá a su vecina y a la que vive en su casa objetos de plata, objetos de oro y vestidos; y los pondréis sobre vuestros hijos y sobre vuestras hijas. Así despojaréis a los egipcios."

Las instrucciones dadas a las mujeres para que pidiesen dichos objetos no implicaban que podían robar; la idea era que pudiesen cobrar los sueldos atrasados. Los israelitas habían sido esclavos, trabajando sin recibir ningún pago. Dios les estaba simplemente indicando como recuperar los salarios no cobrados durante algunos centenares de años. De esta manera saldrían de Egipto debidamente recompensados por muchísimo tiempo de duros trabajos. Dios estaba realmente cuidando a aquel pueblo, ante sus futuras necesidades. En el próximo capítulo veremos como reaccionó Moisés ante este mandato.

Exodo 4:1-5

Tema: Las dos objeciones de Moisés para conducir a Israel fuera de Egipto: (1) la incredulidad de Israel, y (2) su falta de elocuencia. Dios respondió a las objeciones de Moisés con dos señales milagrosas: (1) una vara, fue utilizada por la poderosa mano de Dios para hacer milagros, y (2) la mano con lepra de Moisés, una ilustración del pecado, fue limpiada por Dios para mostrar Su poder a aquellos que se rindiesen a El. Aarón se convirtió en el portavoz de Moisés; Moisés regresó a Egipto y anunció a los ancianos dirigentes de Israel el plan de Dios para su liberación.

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Observaciones

Este capítulo nos relata el regreso de Moisés a Egipto y la forma maravillosa en que Dios actuó con él, debido a sus recelos. La mente de Moisés estaba llena de preguntas y de obstáculos que superar. Pero Dios tuvo una respuesta para cada una de sus objeciones. El primer párrafo, pues, expone

Las objeciones de Moisés para ser el libertador de Israel

Moisés tenía varias razones para creer que no era la persona adecuada para la tarea que Dios le había encomendado. Leamos los versículos 1 al 3:

"Moisés respondió, y dijo: ¿Y si no me creen, ni escuchan mi voz? Porque quizá digan: No se te ha aparecido el Señor. Y el Señor le dijo: ¿Qué es eso que tienes en la mano? Y él respondió: Una vara. Entonces El dijo: Échala en tierra. Y él la echó en tierra y se convirtió en una serpiente; y Moisés huyó de ella."

En los días futuros, Moisés utilizaría la vara de maneras muy diferentes. Esta se convertiría en una señal de autoridad y en un testimonio para Israel y Egipto de la presencia de Dios junto a Moisés. La vara también sería para él como una fuente de fortaleza. Cuando en esta ocasión la arrojó al suelo, se convirtió en un reptil peligroso. Una serpiente normal no habría logrado que Moisés huyese de ella, porque el estaba habituado a convivir con los peligros del desierto. Observemos que no había un poder intrínseco en la vara porque era simplemente un instrumento que podía ser usado por Satanás, como veremos más adelante, o por Dios. A modo de ejemplo, podríamos comparar la vara con un billete de banco, que puede ser usado para realizar buenas obras, para ayudar a muchas personas necesitadas; pero también para comprar drogas que destruyen la salud, o para pagar un asesino. O sea que, un simple billete, puede convertirse en algo tan dañino y peligroso como una serpiente. Solo cuando aquel instrumento que era la vara, fuese puesto en manos de un hombre guiado por Dios, impulsado por Su poder, podía ser utilizada por Dios. Esta es la lección importante que contiene este pasaje Bíblico. Leamos el versículo 4:

"Pero el Señor dijo a Moisés: Extiende tu mano y agárrala por la cola. Y él extendió la mano, la agarró, y se volvió vara en su mano. Por esto creerán que se te ha aparecido el Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob."

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Las cosas de que disponemos en esta vida, pueden ser usadas para bien, o para mal. En esta vida podemos ser instrumentos de Satanás, para hacer el mal, o podemos convertirnos en instrumentos de Dios para hacer Su voluntad, para hacer el bien. Dios había llamado a Moisés para liberar a los israelitas de la esclavitud en la que vivían en Egipto. Le había formado durante 40 años en el desierto y, como hemos visto en este texto Bíblico, le estaba encargando una misión desde la zarza ardiendo. Es interesante recordar que este hombre, que tiempo atrás, en Egipto, estaba tan ansioso e impaciente que pretendió adelantarse a los planes de Dios, se mostraba ahora renuente a aceptar la función de libertador a la cual Dios le estaba llamando. Cuando él comenzó a enumerar sus objeciones, Dios puso una vara en su mano. El tenía que aprender que, incluso cuando algo tan sencillo como una vara fuese usado de acuerdo con la voluntad de Dios, en las manos de una persona rendida y consagrada a Dios, tal instrumento se convertiría en un símbolo de autoridad efectiva que lograría el cumplimiento de los propósitos de Dios.

En nuestro próximo programa veremos que Dios ofreció a Moisés otras pruebas, que le enseñarían otras lecciones, para capacitarle en el cumplimiento de la gran tarea y responsabilidad de liberar a todo un pueblo, enfrentándose al poder del Faraón y sus ejércitos.

Estimado oyente, queda a nuestra elección convertir nuestra vida en un instrumento como aquella vara de Moisés, utilizado por la mano de Dios. Al escuchar el llamado de Dios, y aun conscientes de nuestros sentimientos de insuficiencia, debilidad e impotencia, podemos tomar en serio los propósitos de Dios en grandes o en pequeñas tareas, en elevadas o limitadas responsabilidades, creyendo que en su nombre y por su autoridad y poder, El nos capacitará y nos proveerá los recursos necesarios para vivir una vida significativa, una vida de calidad, y una vida de victoria, aun en las circunstancias más adversas. Sinceramente, creo que vale la pena intentarlo.

5

Exodo 4:6-31

En nuestro programa anterior considerábamos el episodio en que Dios le hablaba a Moisés desde la zarza ardiendo, encomendándole la misión de liberar al pueblo oprimido en Egipto. Moisés no se consideraba la persona adecuada para semejante empresa y entonces, Dios había puesto una vara en su mano, demostrándole los milagros que podía realizar si confiaba en El y cumplía sus propósitos. En el relato que hoy comenzamos, Dios le ofrecería otra prueba de su poder, como una lección más antes de cumplir su misión. Leamos, pues, los versículos 6 al 8:

"Y añadió el Señor: Ahora mete la mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno, y cuando la sacó, he aquí, su mano estaba leprosa, blanca como la nieve. Entonces El dijo: Vuelve a meter la mano en tu seno. Y él volvió a meter la mano en su seno, y cuando la sacó de su seno, he aquí, se había vuelto

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como el resto de su carne. Y acontecerá que si no te creen, ni obedecen el testimonio de la primera señal, quizá crean el testimonio de la segunda señal."

El seno re presentaba la vida interior de Moisés. Dice el libro de los Proverbios 4:23;

"Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida."

En otras palabras, la mano actúa según las órdenes del corazón. Dios quiso poner la vara en la mano de un hombre entregado, sometido a El. El quería que la mano de Moisés estuviese de acuerdo con su corazón. En el Evangelio según Mateo 7:17 se encuentra esta declaración del Señor:

"Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos."

Además, en Lucas 6:45, vemos que el Señor dijo:

"El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca."

Dios le estaba diciendo a Moisés que el quería poseer su mano y su corazón. Y El nos está diciendo lo mismo a nosotros en la actualidad. Dios no quiere nuestro dinero ni nuestras capacidades. Dios nos quiere a ti y a mí. Si el posee completamente nuestro ser, entonces tendrá también el resto.

Continúa diciendo el versículo 10:

"Entonces Moisés dijo al Señor: Por favor, Señor, nunca he sido hombre elocuente, ni ayer ni en tiempos pasados, ni aun después de que has hablado a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua."

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Aquí tenemos otra objeción de Moisés, en la que manifiesta su falta de elocuencia y dificultades para expresarse. Su trayectoria demostraría que era capaz de comunicarse bien cuando la ocasión lo requiriese, así que en este episodio esta poniendo una excusa porque no se sentía la persona adecuada para esta tarea. Leamos los versículos 11 al 13:

"Y el Señor le dijo: ¿Quién ha hecho la boca del hombre? ¿O quién hace al hombre mudo o sordo, con vista o ciego? ¿No soy yo, el Señor? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que has de hablar. Pero él dijo: Te ruego, Señor, envía ahora el mensaje por medio de quien tú quieras."

Dios le estaba diciendo a Moisés que El no solo quería su mano, sino también su boca: Y le prometió estar cerca de él para enseñarle y guiarle en lo que tendría que decir. Anteriormente afirmamos que lo que nosotros decimos proviene de lo íntimo del corazón, o de la mente. Por ello Dios quería poseer el corazón de Moisés. Pero está claro que éste estaba tratando de encontrar un sustituto. Y éste es el Tema del párrafo siguiente, que nos relata cómo

Aarón se convirtió en el portavoz de Moisés

Leamos, los versículos 14 al 18;

"Entonces se encendió la ira del Señor contra Moisés, y dijo: ¿No está allí tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que él habla bien. Y además, he aquí, él sale a recibirte; al verte, se alegrará en su corazón. Y tú le hablarás, y pondrás las palabras en su boca; y yo estaré con tu boca y con su boca y os enseñaré lo que habéis de hacer. Además, él hablará por ti al pueblo; y él te servirá como boca y tú serás para él como Dios. Y tomarás en tu mano esta vara con la cual harás las señales. Moisés se fue y volvió a casa de su suegro Jetro, y le dijo: Te ruego que me dejes ir para volver a mis hermanos que están en Egipto, y ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz."

Moisés cometió un grave error al pedirle a Dios un portavoz. Dios lo permitió, pero El no quería un mando dividido y al avanzar en la historia, encontraremos que surgirían problemas cuando los israelitas viajaban por el desierto. En el libro de Números, descubriremos que Aarón estaría implicado en la fabricación de un becerro de oro para que Israel lo adorase mientras Moisés estaba en el monte Sinaí. En aquella ocasión, Aarón cometió una terrible equivocación y ésta fue la consecuencia de tener al frente del pueblo, un mando dividido. Y otros problemas afloraron, como también relata el citado libro de Números. Dios no necesitaba a Aarón para la empresa de liberar a los israelitas; solo necesitaba a Moisés. Pero éste se mostró reacio a depositar totalmente su confianza en Dios, quien como resultado, tuvo que enviar a otro, como Aarón, que le acompañase. Es cierto que

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tenemos que reconocer nuestras debilidades, pero cuando Dios nos llama a realizar una tarea, deberíamos responder con confianza. Dios nos capacitará para llevar a cabo la labor que nos llama a realizar.

El párrafo que sigue, se ocupa de las incidencias ocurridas cuando

Moisés regresó a Egipto

Leamos los versículos 19 al 21:

"Y el Señor dijo a Moisés en Madián: Ve, vuelve a Egipto, porque han muerto todos los hombres que buscaban tu vida. Moisés tomó su mujer y sus hijos, los montó sobre un asno y volvió a la tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano. Y el Señor dijo a Moisés: Cuando vuelvas a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón de modo que no dejará ir al pueblo."

Había entonces un nuevo Faraón en Egipto. El anterior, el que había ordenado la muerte de Moisés, había muerto y Moisés podía regresar sin peligro. El hecho de que Dios dijese que endurecería la mente de Faraón ha presentado siempre un problema, que surgirá nuevamente cuando consideremos las plagas; entonces lo estudiaremos más detalladamente y llegaremos a una solución satisfactoria. Continuemos leyendo los versículos 22 y 23:

"Entonces dirás a Faraón: Así dice el Señor: Israel es mi hijo, mi primogénito. Y te he dicho: Deja ir a mi hijo para que me sirva, pero te has negado a dejarlo ir. He aquí, mataré a tu hijo, a tu primogénito."

Dios no estaba llamando al israelita individual un hijo de Dios, pero sí podía hablar de la nación, describiéndola como su "hijo y primogénito". Aquí también conviene aclarar que Dios fue muy indulgente en su trato de Faraón y los Egipcios. Al principio del conflicto, le dijo a Faraón que si no dejaba salir a los israelitas de Egipto, causaría la muerte de su hijo. Pero antes de actuar sobre los hijos primogénitos de Egipto, envió muchas plagas, dándole un extenso período de tiempo y oportunidades de reconocer al verdadero Dios y de permitir que Israel pudiese salir. Pero Faraón no aprovechó tales ocasiones. Continuemos leyendo los versículos 24 al 26:

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"Y aconteció que en una posada en el camino, el Señor le salió al encuentro y quiso matarlo. Entonces Séfora tomó un pedernal, cortó el prepucio de su hijo y lo echó a los pies de Moisés, y dijo: Tú eres, ciertamente, un esposo de sangre para mí. Y Dios lo dejó. Ella había dicho entonces: Eres esposo de sangre, a causa de la circuncisión."

Aunque éste sea un incidente extraño, revela la tercera objeción real de Moisés. El había descuidado el rito de la circuncisión de su hijo. Dicha ordenanza constituía la evidencia o sello de garantía del pacto que Dios había hecho con Abraham. Si Moisés iba a proclamar a otros la voluntad de Dios, él mismo tenía que ser obediente a la voluntad de Dios. Y Dios, por su parte, tenía que recordarle su desobediencia, aunque fuese a la fuerza o a través de una grave enfermedad. Este episodio parece difícil de entender y debemos retroceder en el tiempo, por un momento, para examinar el problema. En el pasado, cuando Moisés huyó como un fugitivo de Egipto, se dirigió a la tierra de Madián. Los madianitas eran los descendientes de Abraham y su esposa Cetura. Aquel pueblo era monoteísta. No eran idólatras, pues adoraban a un solo Dios. Y Moisés se sintió a gusto con ellos.

Moisés se hizo muy amigo del Sacerdote de Madián, que tenía siete hijas. Moisés se casó con su hija Séfora. Al principio, Dios bendijo el hogar de Moisés. Su primer hijo, llamado Gerson, que significaba extranjero, nació en Madián. Moisés había sido extranjero en esa tierra, pero la había convertido en su hogar.

Desgraciadamente, en la vida matrimonial de Moisés había un problema. Dios llamó a Moisés desde la zarza que ardía y le encargó una misión en Egipto. Faraón había muerto y Moisés podía regresar sin peligro. Al emprender el viaje de regreso a Egipto, se produjo el incidente del que acabamos de leer, en que Dios intentó matarle. ¿Por qué? Porque Moisés no había observado la circuncisión, que estaba ideada para enseñar a los israelitas que no tuvieran confianza en sí mismos, en su propia naturaleza humana. Parte de su carne debía ser cortada y cada israelita debía depositar su confianza en Dios.

Pasajes Bíblicos como Génesis 15:6, Romanos 4:3 y Gálatas 3:6, nos dicen que Abraham creyó en Dios y entonces Dios le consideró como justo, le aceptó, concediéndole su amistad. Isaac y Jacob siguieron el ejemplo de Abraham. Eran israelitas de nacimiento, pero el rito de la circuncisión era la señal distintiva. Para ellos, cumplir con ese rito era un acto de fe. La circuncisión era la evidencia de que un hombre era descendiente de Abraham, y también la evidencia de que tenían fe.

Aparentemente, Séfora se había resistido al mandato de la circuncisión y Moisés no había insistido en que se realizase. Quizás Moisés no creyó que ese acto fuese tan importante y, evidentemente, su

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esposa pensó que se trataba de algo absurdo y sangriento. De todos modos, Moisés no quiso precipitar una división en su matrimonio. Su esposa no era atea sino monoteísta. Simplemente se estaba resistiendo a una ordenanza de Dios y Moisés no había querido forzar la situación. El tendría que decirles a los israelitas que rectificasen cuando estuvieran equivocados, pero no había podido enfrentarse a su propia esposa cuando ella estuvo en el error.

El haber desobedecido el mandato de Dios provocó Su intervención, en la que quiso darle una última lección antes de convertirle en el máximo líder de su pueblo, haciéndole ver la seriedad de su situación.

Fue Séfora quien llevó a cabo el rito de la circuncisión en su hijo, para salvar la vida de Moisés; lo hizo como un acto de fe, reclamando la promesa del pacto con Abraham que implicaba la redención por medio de la sangre, y la desconfianza en la naturaleza humana del ser humano. Después de la circuncisión de su hijo, quizás cuando llegaron a Egipto, Moisés se dio cuenta del problema y la envió de regreso a su hogar con su padre. Más tarde, durante el viaje por el desierto, veremos que Jetro, suegro de Moisés, trajo a Séfora y ésta se reunió nuevamente con Moisés.

Leamos los versículos del final del capítulo 4, desde el 27 al 31, que relatan el primer encuentro entre Moisés y Aarón, después de 40 años;

"Y el Señor dijo a Aarón: Ve al encuentro de Moisés en el desierto. Y él fue y le salió al encuentro en el monte de Dios, y lo besó. Y contó Moisés a Aarón todas las palabras del Señor con las cuales le enviaba, y todas las señales que le había mandado hacer. Entonces fueron Moisés y Aarón y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel; y Aarón habló todas las palabras que Dios había hablado a Moisés. Este hizo entonces las señales en presencia del pueblo, y el pueblo creyó. Y al oír que el Señor había visitado a los hijos de Israel y había visto su aflicción, se postraron y adoraron."

Esta fue una gran escena de adoración. Aquel pueblo expresó su fe en Dios, en base a la cual Dios les conduciría fuera del país de Egipto.

Observaciones aclaratorias al capítulo 5

El capítulo 5 comenzará en el conflicto con Faraón. Las plagas serían dirigidas contra la idolatría de Egipto. Moisés regresaba al país después de una ausencia de 40 años, como un libertador preparado para liberar a su pueblo. Debía reunirse con los ancianos dirigentes de Israel y ellos tendrían que

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presentarse ante Faraón para exponerle su pedido. Faraón se negaría a dejarles salir y ello desencadenaría la lucha entre Dios y los dioses de Egipto.

Las plagas no fueron llegando como por casualidad ni fueron fruto de la improvisación. Se trató de una sucesión organizada de calamidades y con un significado concreto, contra la idolatría de Egipto.

Faraón hizo la pregunta: ¿Quién es el Señor para que yo escuche su voz y deje ir a Israel? No conozco al Señor, y además, no dejaré ir a Israel. Así fue como Dios se presentó a Sí mismo y lo hizo haciendo venir las plagas que llegaron a aquella tierra para liberar a Su pueblo. En Éxodo 7:5, el Señor dejó claras sus intenciones, diciendo;

"Y sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando yo extienda mi mano sobre Egipto y saque de en medio de ellos a los hijos de Israel."

Cada plaga fue dirigida contra un dios diferente de Egipto. Había allí miles de templos y millones de ídolos, dedicados a unos 3.000 dioses. Es que la religión representaba un verdadero poder en aquel país. Pero los egipcios no eran ignorantes. Nosotros tenemos grandes adelantos científicos, incluyendo la exploración del espacio, pero esto no significa que somos superiores a ellos. Todo nuestro conocimiento está basado en lo que se nos ha transmitido desde el pasado. Hemos edificado sobre el conocimiento acumulado que nos ha llegado a través de los siglos. El apóstol Pablo nos habló del poder de las religiones de Egipto. En su segunda carta a Timoteo 3:8 dijo:

"Y así como Janes y Jambres se opusieron a Moisés, de la misma manera éstos también se oponen a la verdad; hombres de mente depravada, reprobados en lo que respecta a la fe."

Se trataba de un poder satánico y Satanás otorga poder a aquellos que le adoran. El oráculo de Delfos, fue un ejemplo de ello. Pero Dios habría de dirigir sus plagas contra la idolatría, Faraón y Satanás. Dice Éxodo 12:12;

"Porque esa noche pasaré por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, tanto de hombre como de animal; y ejecutaré juicios contra todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor."

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Dios puso en evidencia que los dioses de Egipto eran falsos, y reveló a los israelitas su capacidad para liberarles; éstos habían nacido en las fábricas de ladrillos, en medio de la idolatría y Dios tenía que demostrarles que El era superior.

A continuación incluiré un perfil breve sobre cada plaga, que nos ayudará a comprobar el sentido y finalidad de cada una. Cuando Moisés se presentó por primera vez ante Faraón, hizo que su vara se transformase en una serpiente. Pero los sabios de Egipto realizaron el mismo milagro. Esto nos revela que Satanás posee poderes definidos. Después de aquella demostración comenzaron a llegar las plagas.

1. EL AGUA CONVERTIDA EN SANGRE (Éxodo 7:19-25); La fertilidad del tierra en Egipto dependía del desbordamiento del río Nilo, para el suministro de fertilizantes e irrigación. Por lo tanto, este río era sagrado ante el dios Osiris, cuyo ojo-que-todo-lo-ve puede verse en muchas pinturas egipcias. Cada primavera, cuando el río traía vida, se celebraban ritos paganos. Cuando las aguas se transformaron en sangre, el río trajo muerte en vez de vida. Los sabios de Egipto también imitaron esta plaga con sus hechizos.

2. LA PLAGA DE LAS RANAS (Éxodo 8:1-15) Uno de los templos más hermosos de Memfis, era el dedicado a Heka, la divinidad con cabeza de rana. Los egipcios encontraban ranas no podrían matarlas, pues ello constituiría una ofensa dado su carácter sagrado. Los sabios también reprodujeron este milagro, lo que podría indicar su habilidad, hasta este momento, en trucos de destreza manual o recursos mágicos similares.

3. LA PLAGA DE LOS PIOJOS (Éxodo 8:16-20) Los egipcios adoraban a Geb, dios de la tierra. Pero el polvo de la tierra se transformó en piojos por todo el país de Egipto. Y la gente tuvo que despreciar lo que antes era sagrado para ellos. Faraón no pidió que esta plaga fuese retirada y los hechiceros egipcios no pudieron reproducir esta peste. Y parecieron reconocer que Aquel que había enviado aquella plaga era superior a sus dioses.

4. LA PLAGA DE LOS INSECTOS (Éxodo 8:20-32) Algunos creen que los enjambres de insectos eran enormes cantidades de escarabajos, cuyo dios se llamaba Kepara. Su figura ha aparecido en las tumbas egipcias y se le ha relacionado con la vida eterna. Eran sagrados para Ra, dios del sol.

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5. LA PLAGA DE LA PESTE EN EL GANADO (Éxodo 9:1-7) El segundo templo en tamaño que se edificó en Egipto estaba situado en Menfis, y estaba dedicado a la adoración del toro negro Apis.

6. LA PLAGA DE LAS ULCERAS (Éxodo 9:8-17) Los sacerdotes de todas las religiones de Egipto tenían que ser limpios, sin ninguna mancha o defecto en el cuerpo para poder servir en los templos. Durante esta plaga, tuvieron una interrupción momentánea de la adoración, debido a las úlceras que sufrían los sacerdotes, quienes no podían realizar su servicio. Fue realmente un juicio sobre el sisTema religioso.

7. LA PLAGA DEL GRANIZO (Éxodo 9:18-35) En ésta Dios demostró su poder sobre los dioses del cielo, impotentes en sus propios dominios.

8. LA PLAGA DE LAS LANGOSTAS (Éxodo 10:1-20) Este juicio estaba dirigido contra los dioses de los insectos. Significó una maldición para las cosechas y fue una evidencia del juicio de Dios tal como se expone en los libros del profeta Joel y Apocalipsis.

9. LA PLAGA DE LA OBSCURIDAD (Éxodo 10:21-29) Con la obscuridad, Dios intervino contra el dios principal que ellos adoraban a Ra, dios del sol--. El disco solar es el símbolo más conocido de las ruinas egipcias. Esta plaga destaca la impotencia de ese dios Ra.

10. LA MUERTE DE LOS HIJOS MAYORES (Éxodo 11-12:30) De acuerdo con la religión de Egipto, el primer hijo pertenecía a los dioses de Egipto. En otras palabras, Dios estaba tomando posesión de quienes estaban consagrados a los dioses del país. Dios les estaba enseñando a los egipcios quién era El y convenciendo al Faraón de que El era el verdadero Dios. El estaba también llevando a Su propio pueblo al punto en que los israelitas le reconociesen como su Dios. Este fue el acto final de juicio que liberaría a Israel de la cautividad egipcia.

Podemos imaginar la idolatría que imperaba en aquel país. Sin embargo el Señor, por medio del profeta Isaías había predicho que vendría un tiempo en que todos los ídolos desaparecerían de Egipto. En la actualidad, Egipto es un país musulmán, que no permite en absoluto los ídolos; todos han desaparecido, como el Señor había anunciado.

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Estimado oyente, al terminar hoy, habiendo hablado de esclavitud y liberación, quisiera asegurarte que tienes que conocer al Señor antes de que puedas experimentar una liberación. Algunos no se dan cuenta de que la necesitan y otros sí, son conscientes de su necesidad de alcanzar la libertad frente a consecuencias del pecado tales como cautividad y opresión. En el Evangelio según Juan 8: 32, 34 y 36, quedaron registradas ciertas palabras de Jesucristo, claras y apropiadas para todos los tiempos;

"y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. todo el que comete pecado es esclavo del pecado Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres."

6

Exodo 5:1-6:5

Tema: La apelación de Moisés para conseguir la liberación de Israel - el aumento de la opresión que soportaban - el pueblo fue obligado a fabricar ladrillos sin paja - El conflicto con Faraón - La oración de Moisés pidiendo la ayuda de Dios.

En nuestro programa anterior tuvimos una introducción al Tema de las plagas que vinieron sobre Egipto. Afirmábamos que aquellas 10 plagas no llegarían de forma improvisada ni aleatoria, sino que aparecerían, una después de otra, en una sucesión ordenada de acuerdo con un propósito determinado. Por medio de esas calamidades, Dios desafiaría a los falsos dioses de Egipto y los derrotaría, demostrando al Faraón y a su pueblo, y también al pueblo de Israel, quién era El realmente, dándose así a conocer como el único y verdadero Dios, capaz de rescatar a un pueblo de su esclavitud y opresión, conduciéndolo hacia la liberación.

El capítulo 5 comienza con el conflicto con Faraón y el principio de la batalla contra los falsos dioses egipcios. Leamos el versículo 1:

"Después Moisés y Aarón fueron y dijeron a Faraón: Así dice el Señor, Dios de Israel: Deja ir a mi pueblo para que me celebre fiesta en el desierto."

La fiesta en el desierto constituía el primer paso hacia la libertad de los hebreos. Moisés y Aarón no se apresuraron en anunciarle a Faraón la salida de Egipto hacia la tierra prometida. Simplemente le pidieron permiso para que el pueblo saliese al desierto a adorar. Fue una forma de prepararle para la noticia que al final le anunciarían. El versículo 2, muestra la reacción del Faraón:

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"Pero Faraón dijo: ¿Quién es el Señor para que yo escuche su voz y deje ir a Israel? No conozco al Señor, y además, no dejaré ir a Israel."

La pregunta "¿Quién es el Señor?" es una pregunta muy relevante para los seres humanos en la actualidad. Porque resulta indispensable conocer al Señor para que tenga lugar una verdadera y completa liberación del pecado y sus inevitables consecuencias se opresión y esclavitud. Además, Faraón hizo las siguientes 2 declaraciones: (1) No conozco al Señor, y, (2) No tengo intención de permitir salir a Israel. Dentro de muy poco tiempo el soberano podría conocer al Dios de aquel pueblo de una manera tremenda, y tendría que dejar salir a los israelitas. Continuemos leyendo los versículos 3 al 5:

"Entonces ellos dijeron: El Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro. Déjanos ir, te rogamos, camino de tres días al desierto para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios, no sea que venga sobre nosotros con pestilencia o con espada. Pero el rey de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué apartáis al pueblo de sus trabajos? Volved a vuestras labores. Y añadió Faraón: Mirad, el pueblo de la tierra es ahora mucho, ¡y vosotros queréis que ellos cesen en sus labores!"

Dios requiere el reconocimiento, gratitud y adoración de su pueblo; desde aquellos tiempos, a través de la historia y en la actualidad. Debe ser una reacción normal individual y del pueblo de Dios, consecuente después de haber recibido una experiencia de salvación y liberación de la esclavitud y la opresión espiritual. Moisés había mantenido reuniones con su pueblo, que estaba inquieto y deseoso de salir de Egipto. Faraón vio el problema que esta situación presentaba y su respuesta fue ordenar que regresasen a las fábricas de ladrillos. Al mismo tiempo incrementó la presión sobre el pueblo esclavo, imponiéndoles más dificultades. El próximo párrafo nos habla, precisamente, del

Aumento de la opresión de Israel

Leamos los versículos 6 al 8:

"Aquel mismo día, dio órdenes Faraón a los capataces que estaban sobre el pueblo, y a sus jefes, diciendo: Ya no daréis, como antes, paja al pueblo para hacer ladrillos; que vayan ellos y recojan paja por sí mismos. Pero exigiréis de ellos la misma cantidad de ladrillos que hacían antes; no la disminuyáis en lo más mínimo. Porque son perezosos, por eso claman, diciendo: Déjanos ir a ofrecer sacrificios a nuestro Dios."

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Faraón no debió creer en el deseo del pueblo de salir de aquella tierra y de sus ocupaciones para adorar a Dios. Quizás pensó que simplemente deseaban disfrutar de un descanso y dedujo que se trataba de una excusa para trabajar menos o abandonar su trabajo. Entonces dispuso que no se les entregase la paja que se les venía facilitando para fabricar los ladrillos exigiéndoles, al mismo tiempo, que se mantuviese la misma producción de ladrillos. Así fue que sus tareas diarias se incrementaron enormemente y fueron tratados con el máximo rigor, llegándose a una situación insostenible. Leamos los versículos 9 al 14, que describen en detalle la situación angustiosa vivida por aquel pueblo.

"Recárguese el trabajo sobre estos hombres, para que estén ocupados en él y no presten atención a palabras falsas. Salieron, pues, los capataces del pueblo y sus jefes y hablaron al pueblo, diciendo: Así dice Faraón: No os daré paja. Id vosotros mismos y recoged paja donde la halléis; pero vuestra tarea no será disminuida en lo más mínimo. Entonces el pueblo se dispersó por toda la tierra de Egipto para recoger rastrojos en lugar de paja. Y los capataces los apremiaban, diciendo: Acabad vuestras tareas, vuestra tarea diaria, como cuando teníais paja. Y azotaban a los jefes de los hijos de Israel que los capataces de Faraón habían puesto sobre ellos, diciéndoles: ¿Por qué no habéis terminado, ni ayer ni hoy, la cantidad de ladrillos requerida como antes?"

Realmente, estos versículos nos presentan a seres humanos viviendo en una situación límite. Pasemos a leer ahora desde el versículo 15 al 21:

"Entonces los jefes de los hijos de Israel fueron y clamaron a Faraón, diciendo: ¿Por qué tratas así a tus siervos? No se da paja a tus siervos, sin embargo siguen diciéndonos: Haced ladrillos. Y he aquí, tus siervos son azotados; pero la culpa es de tu pueblo. Mas él dijo: Sois perezosos, muy perezosos; por eso decís: Déjanos ir a ofrecer sacrificios al Señor. Ahora pues, id y trabajad; pero no se os dará paja, sin embargo, debéis entregar la misma cantidad de ladrillos. Los jefes de los hijos de Israel se dieron cuenta de que estaban en dificultades, cuando les dijeron: No debéis disminuir vuestra cantidad diaria de ladrillos. Y al salir de la presencia de Faraón, se encontraron con Moisés y Aarón, que los estaban esperando. Y les dijeron: Mire el Señor sobre vosotros y os juzgue, pues nos habéis hecho odiosos ante los ojos de Faraón y ante los ojos de sus siervos, poniéndoles una espada en la mano para que nos maten."

Vemos que se produjo una tensa situación de hostilidad en el pueblo contra Moisés y Aarón y les culparon por el aumento de la opresión y las dificultades. Ante esto, solo cabía recurrir a Dios. El último párrafo de este capítulo nos describe

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La oración de Moisés

Leamos los versículos 22 y 23:

"Entonces se volvió Moisés al Señor, y dijo: Oh Señor, ¿por qué has hecho mal a este pueblo? ¿Por qué me enviaste? Pues desde que vine a Faraón a hablar en tu nombre, él ha hecho mal a este pueblo, y tú no has hecho nada por librar a tu pueblo."

Moisés estaba impaciente y se quejó a Dios; veía como una gran contradicción en el cumplimiento de su misión, bajo las instrucciones divinas, y no sólo no conseguía resultados sino que la situación del pueblo oprimido se había agravado mucho. No podía ver la totalidad del panorama, y que Dios estaba actuando lenta y pacientemente, de acuerdo con su forma natural de obrar para llevar a cabo sus propósitos y su plan. En el capítulo 6 veremos que Dios animó a Moisés y al pueblo de Israel, renovando su promesa de liberarles. Dios aun tenía mucho que enseñarles a Moisés, a los israelitas, al los egipcios y a Faraón.

Comenzaremos ahora el capítulo siguiente,

Exodo 6:1-5

Tema: El Señor respondió a la oración de Moisés; se presenta una genealogía o lista de los ascendientes de Israel y se renueva la misión encomendada a Moisés.

Observaciones

Este capítulo 6 continúa el relato de la última parte del capítulo 5. Se hace evidente que el momento de la llegada de las plagas se encontraba muy cercano. El momento de la batalla contra los dioses de Egipto estaba por comenzar. ¿Qué fue lo que condujo a aquel momento? Dirigiendo una mirada retrospectiva veremos que lo primero que hicieron Moisés, Aarón y los dirigentes de Israel fue pedirle a Faraón permiso para salir al desierto y presentar sacrificios rituales al Señor durante 3 días. La respuesta del Faraón fue negativa porque, según manifestó, "no conocía al Señor". Entonces aumentó la opresión sobre el pueblo esclavo. Los israelitas se quejaron a Moisés quien, a su vez, se quejó al Señor.

Afirmándole Su identidad divina y sus planes de acción, Dios quiso infundir confianza a Moisés. El Dios de Abraham, Isaac y Jacob había escuchado los lamentos de los israelitas e iba a liberarles; y le

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recordó a Moisés la historia pasada de Israel, para que comprobase cómo El les había protegido. Dios había demostrado una y otra vez Su amor por Israel y su deseo de ayudarles, interviniendo muchas veces a su favor.

Dios interviene a nuestro favor en la actualidad. Yo tengo esa seguridad y no se, estimado oyente, si tu tienes la certeza de que El está actuando en tu vida. Dice el apóstol Pablo en su carta a los Filipenses:

"estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día en que Jesucristo regrese"

Dios conoce nuestras necesidades actuales y nuestra condición desesperada. Y quiere ayudarnos, tal como ayudó a Israel en Egipto. El problema que nosotros tenemos es que, a veces, queremos que Dios intervenga en nuestra vida de la manera y en el momento que consideramos oportuno y, si no lo hace, caemos en la tentación de pensar una de dos cosas; o Dios no tiene el poder para actuar en una situación determinada o bien, sí puede hacerlo pero no actúa porque no está interesado en nuestro bien.

Vamos a comenzar la lectura del primer párrafo del capítulo 6, en el cual se nos describe

La respuesta del Señor a la oración de Moisés

El Señor, Aquel que existe por sí mismo, le habló a Moisés para darle ánimo, esperanza y confianza. Leamos el versículo 1:

"Respondió el Señor a Moisés: Ahora verás lo que haré a Faraón; porque por la fuerza los dejará ir; y por la fuerza los echará de su tierra."

Dios le estaba diciendo a Moisés que él era EL SEÑOR. El no tiene que hacer preparativos para el futuro. El existe por sí mismo y no necesita acumular una reserva de recursos. Dios no depende de nada en la creación ni necesita apoyarse en nada. Más bien, toda la creación tiene que apoyarse en El para su subsistencia. Y Dios quiso que también Moisés se apoyase en El. Continuemos leyendo los versículos 2 al 5:

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"Continuó hablando Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy el Señor; y me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Todopoderoso, mas por mi nombre, Señor, no me di a conocer a ellos. También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra donde peregrinaron. Y además, he oído el gemido de los hijos de Israel, porque los egipcios los tienen esclavizados, y me he acordado de mi pacto."

Dios le estaba diciendo a Moisés que El había aparecido a Abraham, Isaac y Jacob, pero no esencialmente como EL SEÑOR. A ellos se les había revelado como el Dios Todopoderoso, Aquel que provee abundantemente y sostiene. Sin embargo, a Moisés se le reveló como EL SEÑOR. Dios, como EL SEÑOR, iba a salvar, a redimir a Su pueblo, adoptándolo como Suyo, liberándole de la esclavitud y guiándole a la Tierra Prometida. Por todo esto, ellos conocerían a Dios como EL SEÑOR, o sea, El Eterno, como una parte de su carácter y personalidad que no había revelado plenamente a Abraham, ni a Isaac, ni a Jacob.

En este programa hemos hablado de un Dios Todopoderoso que provee lo necesario, que protege y sostiene, de un Dios eterno, que cumple sus promesas.

Los sentimientos de incertidumbre que evidenció Moisés durante aquellos días, no debieran resultarnos extraños. También nosotros experimentamos esa inseguridad cuando las circunstancias a nuestro alrededor, y lo que nos sucede, carecen de toda explicación o sentido. Cuando Dios nos parece lejano, muy distante, como si no actuase ni estuviese presente en nuestra situación.

A ti que nos escuchas, queremos recordarte que, así como en el pasado Dios fue sensible al sufrimiento de un pueblo, escuchando las expresiones de su angustia, El escucha hoy tu oración, e incluso ese clamor que surge de tu mente y que no puede expresarse con palabras. Deseamos que, así como Moisés recibió la fortaleza y ánimo para continuar, tú también puedas experimentar un impulso vital, un empuje hacia delante, una renovación en tu forma de ver las cosas, al recordar que Dios no está lejano. Está cerca, muy cerca de ti, para escucharte, dispuesto a actuar, listo para intervenir a favor tuyo.

7

Exodo 6:6-7:1

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En nuestro programa anterior, interrumpimos nuestra lectura en el párrafo que incluía la respuesta de Dios a la oración de Moisés, en la que se reveló como el SEÑOR, que iba a salvar y liberar a su pueblo de la esclavitud, conduciéndolo a la Tierra Prometida.

En los versículos 6 al 8 vemos que Dios revela las 7 promesas que conciernen a la redención. Este pasaje Bíblico presenta una maravillosa ilustración apropiada para nosotros en la actualidad y que, en su día constituyó un gran estímulo para Moisés. Dios anunció quién era y lo que llevaría a cabo. En lo que a nosotros se refiere, tenemos un Salvador que nos explica quién es El, y lo que tiene intención de hacer. El puede salvar completamente a todos los que vienen a El. Leamos los versículos 6 al 8:

"Por tanto, di a los hijos de Israel: "Yo soy el Señor, y os sacaré de debajo de las cargas de los egipcios, y os libraré de su esclavitud, y os redimiré con brazo extendido y con juicios grandes. Y os tomaré por pueblo mío, y yo seré vuestro Dios; y sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios, que os sacó de debajo de las cargas de los egipcios. Y os traeré a la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y os la daré por heredad. Yo soy el Señor."

Las 7 promesas de la redención son:

1. Yo os sacaré de los duros trabajos de los egipcios.

2. Yo os libraré de la esclavitud.

3. Yo os redimiré con brazo extendido, con poder.

4. Yo os consideraré como mi pueblo.

5. Yo seré vuestro Dios.

6. Yo os llevaré al país.

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7. Yo os daré ese país en propiedad.

A continuación haremos una aplicación espiritual de cada promesa.

1. Yo os sacaré de los duros trabajos de los egipcios. Esta es como una analogía de nuestra redención en Cristo. Hoy nosotros llevamos la carga, el peso del pecado y las dificultades de la vida oprimen nuestro corazón. Debemos admitir que, aunque el pecado parezca placentero, la esclavitud que se deriva de la costumbre de practicarlo es dura, permanente y no es posible liberarse de tal opresión sino por la fe en Jesucristo y la aceptación de su obra redentora en la cruz.

2. Yo os liberaré de la esclavitud del pecado. Dios nos libera de la esclavitud que trae consigo el pecado. Los israelitas se encontraban en Egipto viviendo una vida de esclavitud y Dios prometió liberarles de aquellas cadenas que les aprisionaban. La esclavitud constituye una condición de la cual nadie puede liberarse por sí mismo; es necesaria una intervención externa. Cuando estaba vigente la esclavitud, había que pagar cierta suma de dinero como rescate para obtener la libertad. Jesucristo es el medio establecido por Dios para liberar a todo aquel que crea.

3. Yo os redimiré con brazo extendido, con poder. Este es el poderoso brazo mencionado por el profeta Isaías en su capítulo 53:1, que dice; "¿Quién ha creído a nuestro mensaje? ¿A quién se ha revelado el brazo del Señor?" Yo no sé a quiénes está siendo revelado pero tengo la seguridad de que en la actualidad, Dios está realizando la obra de la redención e los corazones y vidas de hombres y mujeres. Cada uno de nosotros necesita un Salvador del pecado porque estamos corrompidos ante Sus ojos. Pero El nos amó de tal manera que murió por nosotros, para que podamos ser salvos. Y si él estuvo dispuesto a hacer tal sacrificio, nosotros debemos estar dispuestos a acudir al Señor como pecadores. Si depositamos nuestra fe en la obra de Jesucristo a favor nuestro, seremos salvos. Dios tiene un gran plan de salvación pero tenemos que acudir a El y entonces, él nos salvará con su poder.

4. Yo os consideraré mi pueblo. Reflexionemos. El nos sacó del fango y la suciedad del pecado y nos convirtió en hijos Suyos por la fe en Jesucristo. El no nos salva para después apartarse y dejarnos solos. Quiere ser nuestro Dios. Si realmente has sido salvado, no continuarás viviendo como si Dios no existiese. Si has confiado en Jesucristo como Salvador, esta experiencia transformará tu vida. El se convertirá en tu Dios y tú le reconocerás como tal. Dios quiere redimirte. El desea que conozcas a Cristo como Salvador y Señor. Quiere que estés seguro de que has sido salvado. Desea ser tu Dios. Quiere que seamos Su pueblo.

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5. Yo seré vuestro Dios. Por consiguiente, El ha escogido tener creyentes en Cristo antes de la fundación del mundo, en la eternidad pasada. Su plan de redención surgió del propósito sabio de Dios. El no tiene que esforzarse para amar a los Suyos, a pesar de sus fracasos. Dios ama a los suyos porque el amor forma parte de su naturaleza. Por eso, El quiere ser nuestro Dios.

6. Yo os llevaré al país. La tierra era Canaán. Había sido prometida a Abraham, Isaac y Jacob. Canaán no es una figura del cielo sino de la vida cristiana, tal como los creyentes debieran vivirla. Canaán es un símbolo de las bendiciones espirituales celestiales, que pueden ser disfrutadas por la obra del Espíritu Santo, como explica el apóstol Pablo en su carta a los Efesios 4:1 al 5:18. También hay lucha, y batallas por ganar. A veces, los creyentes viven como si se hubiesen declarado en quiebra, en un estado de derrota, como si aun estuviesen en el desierto (como estarían los israelitas) y nunca comienzan a disfrutar de las riquezas de la gracia y misericordia de Dios. ¿Estás experimentando actualmente la vida, la luz y el amor de un Salvador que vive?

7. Yo os daré ese país en propiedad... En su carta a los Romanos 5, el apóstol Pablo dejó claro que hemos sido declarados justos por la fe, y tenemos paz con Dios por medio del Señor Jesucristo, por quien tenemos acceso a Dios. Por eso, podemos tener alegría en medio de las dificultades. Se nos ha dado el Espíritu Santo que habita en nosotros y el amor de Dios se ha hecho realidad en nuestra vida. Hemos sido liberados de la condena futura. Estimado oyente, si la salvación de la que hablas no ha transformado tu vida o te ha rescatado de algo, ¿qué clase de salvación puede ser ésa? Estos versículos nos hablan de nuestra herencia e ilustran nuestra salvación.

Continuemos leyendo los versículos 9 al 13:

"De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel, pero ellos no escucharon a Moisés a causa del desaliento y de la dura servidumbre. Entonces habló el Señor a Moisés, diciendo: Ve, habla a Faraón, rey de Egipto, para que deje salir a los hijos de Israel de su tierra. Pero Moisés habló delante del Señor, diciendo: He aquí, los hijos de Israel no me han escuchado; ¿cómo, pues, me escuchará Faraón, siendo yo torpe de palabra? Entonces el Señor habló a Moisés y a Aarón, y les dio órdenes para los hijos de Israel y para Faraón, rey de Egipto, a fin de sacar a los hijos de Israel de la tierra de Egipto."

Podemos identificarnos con los israelitas que vivieron en aquella época. Les resultaba imposible creer en Moisés porque, en vez de haber sido de ayuda para su causa, era el responsable de que sus condiciones de vida hubiesen empeorado. En consecuencia, Moisés no fue aceptado por los israelitas

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ni por Faraón. Dios le dijo que hablase nuevamente con Faraón y Moisés se mostró reticente a hacerlo porque su mirada estaba fijada en las circunstancias antes que en Dios.

El párrafo siguiente incluye

Una lista parcial de los ascendientes de Israel

En medio de tantos problemas, la inclusión de esta lista es un hecho extraño. Dios se preocupó en presentar otra vez una lista de las familias de Israel, lo cual es un asunto de importancia en el Antiguo Testamento. Sinceramente, leer todos estos nombres podría resultarnos aburrido, pero ellos son importantes para Dios y El ha dispuesto que las listas de ascendientes se añadan al relato, para que conozcamos a los personajes de la historia Bíblica, quiénes fueron ellos y sus hijos. Y El tiene los mismos sentimientos hacia ti, y hacía mí, pues quiere que seamos Sus hijos por medio de la fe en Cristo. Leamos los versículos 14 al 16:

"Estos son los jefes de las casas paternas. Los hijos de Rubén, primogénito de Israel: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi. Estas son las familias de Rubén. Y los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar y Saúl, hijo de una cananea. Estas son las familias de Simeón. Y estos son los nombres de los hijos de Leví según sus generaciones: Gersón, Coat y Merari. Y los años de la vida de Leví fueron ciento treinta y siete años."

Gerson, Coat y Merari, como hijos de Leví, serían los que llevarían la tienda o santuario transportable de reunión para Israel durante el viaje a través del desierto. Esta lista de nombres es importante porque la genealogía, en el futuro, conduciría a Jesucristo. Continuemos leyendo los versículos 18 al 20:

"Y los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Y los años de la vida de Coat fueron ciento treinta y tres años. Y los hijos de Merari: Mahli y Musi. Estas son las familias de los levitas según sus generaciones. Y Amram tomó por mujer a Jocabed, su tía, y ella le dio a luz a Aarón y a Moisés; y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años."

En este pasaje se mencionan los padres de Aarón y Moisés; Amram y su esposa Jocabed. La vida de Aarón no había estado tan en peligro como la vida de Moisés, durante el período en que se impuso la orden de Faraón de matar a los hijos varones recién nacidos de los hebreos. Porque Aarón era mayor que Moisés y dicho decreto aun no se encontraba vigente en aquella época. El soberano no emitió

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aquella orden hasta que fue consciente de que los israelitas estaban creciendo numéricamente muy rápido.

Los próximos versículos continúan con el Tema de la lista de ascendientes. Así que reanudaremos nuestros comentarios leyendo los versículos 26 y 27:

"Estos son Aarón y Moisés a quienes dijo el Señor: Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos. Ellos fueron los que hablaron a Faraón, rey de Egipto, para sacar a los hijos de Israel de Egipto, esto es, Moisés y Aarón."

En el versículo 12 leímos que Moisés estaba desalentado. No había sido aceptado por nadie; ni por israelitas ni por egipcios. En aquel momento crítico, Dios intervino y dispuso que se incluyesen los antecedentes y presentación personal de Moisés, quien tendría que comportarse a la altura de sus peticiones antes de liberar a los israelitas.

Resultaba esencial que Moisés y Aarón realmente fuesen quienes afirmaban ser. Habían transcurrido 40 años desde que Moisés había salido de Egipto. Durante ese período, se había casado con la hija del sacerdote de Madián. Ahora se encontraba de regreso en Egipto. Pero, ¿quién era, realmente? Esta lista de ascendientes nos explica quién era y sus antecedentes familiares. Pertenecía a la tribu de Leví. Y la genealogía proporcionaba las credenciales necesarias para que Moisés llevase a cabo la tarea que había sido enviado a realizar en el país de Egipto.

En base a esas credenciales, tuvo lugar

Una renovación de la misión encomendada a Moisés

registrada en los versículos 28 al 30, que leeremos a continuación:

"Y sucedió que el día que el Señor habló a Moisés en la tierra de Egipto, el Señor habló a Moisés, diciendo: Yo soy el Señor; di a Faraón, rey de Egipto, todo lo que yo te diga. Pero Moisés dijo delante del Señor: He aquí, yo soy torpe de palabra, ¿cómo, pues, me escuchará Faraón?"

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Vemos que Moisés estaba nuevamente buscando pretextos. La tarea que debía ejecutar no era agradable ni fácil. Había sido rechazado constantemente. Incluso después de que fuesen expuestas sus credenciales familiares, fue rechazado. Leví, cabeza de la tribu, era hijo de Jacob, Jacob, hijo de Isaac, e Isaac, a su vez, fue hijo de Abraham. Y Dios había hecho a Abraham las promesas para los israelitas. Es decir, que Moisés era el hombre adecuado para aquella ocasión histórica, pero aun dudaba, porque tenía poca fe y poca confianza en sí mismo.

Pasemos ahora a considerar

Exodo 7:1

Considerando el capítulo en su totalidad, resumamos el

Tema: Moisés fue animado a presentarse ante Faraón para pedirle que dejase salir a los israelitas; La vara de Moisés se transformó en una serpiente; Los magos de Egipto también transformaron sus varas en serpientes; El corazón de Faraón fue endurecido; Dios envió la primera plaga que transformó el agua en sangre.

En primer lugar, cabe realizar algunas

Observaciones

El desarrollo de la batalla entre el Señor Dios de Israel y los falsos dioses egipcios aún no se había incorporado al relato, pero llegamos ahora a la descripción de los hechos. Dios había estado preparando a los israelitas, a Moisés, Aarón, e incluso al Faraón para esta lucha.

Moisés iba a presentarse ante Faraón, pero Aarón actuaría como portavoz. ¿Se le trababa la lengua a Moisés, tartamudeaba o tenía algún otro problema de dicción para poder expresarse? Tengo la impresión de que el problema de Moisés era psicológico. Después de 40 años en el desierto, se debe haber sentido insuficiente y temeroso.

Sin embargo, Dios quiso dejar claro que El, y no Moisés, iba a liberar a los israelitas. Podemos ver en esto una lección para nosotros. Dios es el que actúa y nosotros solo somos instrumentos en sus manos. Frente a esta verdad, debemos apartarnos de dos extremos: uno sería el de sentirse totalmente

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indigno de hacer algo, como en el caso de Moisés, y el otro sería del de considerarse una gran persona y atribuirse el mérito de lo que Dios realiza. Si nosotros insistimos en ponernos en el lugar principal para llevar los méritos, el brazo poderoso del Señor no intervendrá para actuar. Dios debe quitar de en medio el elemento humano, porque El no puede utilizar esa naturaleza viciada por el mal. Debiéramos comprender lo que Dios, hablando por medio del apóstol Pablo quiso decir cuando escribió en su carta a los Romanos 7:18, lo siguiente:

"Porque yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza de hombre pecador, no hay nada bueno; pues aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo."

A algunas personas les resulta difícil creer que la naturaleza humana no esté controlada por el bien, ya que ellas cuentan con cierta bondad natural, especialmente en situaciones de emergencia o crisis. Pero Dios no acepta los impulsos y acciones de nuestra naturaleza humana en la cual, tarde o temprano, se impone el mal y, por lo tanto, no la usará. En la situación descripta en nuestro pasaje Bíblico, Dios puso a un lado la naturaleza humana y Aarón hablaría en lugar de Moisés.

Para finalizar nuestro comentario de hoy, comenzamos un párrafo en que

Continúa el relato de la renovación de la misión de Moisés

Leamos el primer versículo de este capítulo 7 del libro del Éxodo:

"Entonces el Señor dijo a Moisés: Mira, yo te hago como Dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta."

Esta es una de las mejores definiciones que encontraremos de un profeta. Moisés sería como un Dios ante Faraón, al representar a Dios. Y Aarón sería el portavoz de Moisés, es decir, sería un profeta. Un profeta es alguien que habla de parte de Dios, que tiene un mensaje de Dios para el pueblo. Un profeta es, entonces, lo contrario que un sacerdote, porque sale de la presencia de Dios y se dirige a la gente. Pero un sacerdote, representa al pueblo ante Dios. Por lo tanto, un sacerdote no debía hablar de parte de Dios y un profeta no debía representar al pueblo, porque tenía que representar a Dios. En este pasaje Aarón, como profeta, debía representar a Moisés delante del pueblo y Moisés debía representar a Dios tanto ante el pueblo como ante Faraón.

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Quizás nos quedemos hoy pensando en Moisés, aquel gran líder, concentrado y abrumado por las circunstancias que le rodeaban. ¡Cuantas veces, también a nosotros, nos habrá resultado difícil evitar el dirigir nuestra mirada más allá de las dificultades de la vida para fijarla en Dios! ¡Cuántas veces habremos dudado, no tanto de Su poder sino de que estuviese realmente interesado en nuestros problemas!

Estimado oyente, si te encuentras en una situación parecida, acuérdate de los poderosos recursos de la oración. Dirígete a Él con tus propias palabras, expresando tu desaliento, tus dudas y tu frustración. Y verás como El responde, y como El interviene en el momento oportuno.

8

Exodo 7:1-8:5

Terminábamos nuestro programa anterior con el diálogo entre Dios y Moisés quien, escuchaba como Dios le renovaba su llamado a emprender la gran tarea de liberar a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Habiendo sido ya rechazado por su pueblo, quien le había culpado por el empeoramiento de su situación, y lleno de temor y dudas sobre sus condiciones personales para cumplir tal misión, Moisés planteó nuevamente sus pretextos ante Dios. Comenzamos hoy con la respuesta de Dios. En el primer párrafo de este capítulo 7,

Continúa la renovación de la misión encomendada a Moisés

Leamos los versículos 1 al 3:

"Entonces el Señor dijo a Moisés: Mira, yo te hago como Dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú hablarás todo lo que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje salir de su tierra a los hijos de Israel. Pero yo endureceré el corazón de Faraón para multiplicar mis señales y mis prodigios en la tierra de Egipto."

¿Qué significa esta frase sobre el endurecimiento del corazón de Faraón? ¿Haría Dios esto? Solo en el siguiente sentido. Si Faraón hubiera sido una persona compasiva y bondadosa, deseosa de volver a Dios y dispuesta a permitir que Moisés liberase a los israelitas porque quería hacer algo a favor de ellos, entonces habría sido injusto que Dios endureciese el corazón del buen Faraón. Pero ése no fue el caso. La palabra endurecer es una expresión figurativa que significaba que Dios sacaría o pondría de manifiesto lo que realmente había en el corazón de Faraón, obligándole a hacer lo que aquel soberano realmente deseaba.

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Faraón era como ciertas personas de la actualidad, que al hablar nunca expresan sus verdaderos sentimientos ni intenciones. Faraón no quería dejar salir de Egipto a los israelitas y sin embargo, quería mostrarse como un gobernante benevolente y generoso. Pero en su confrontación con Israel, era duro, inflexible. Así que Dios iba a someterle a la presión de sus juicios para hacerle admitir sus intenciones reales.

Hay personas que no cumplen sus acuerdos u obligaciones hasta que se enfrentan con la posibilidad de ser llevados a un juicio ante un tribunal de justicia. Es lo que Dios estaba haciendo con Faraón. Fue como si Dios llevase a Faraón ante un tribunal, diciéndole: "Tu tendrás que revelar lo que verdaderamente está en tu corazón. No puedes decir una cosa y hacer otra completamente diferente". Por cierto, esto es exactamente lo que Dios va a hacer con cada uno de nosotros cuando algún día comparezcamos ante Su presencia. Seremos vistos como realmente somos. Nadie podrá disimular ni enmascarar su verdadera personalidad.

Leamos los versículos 4 y 5:

"Y Faraón no os escuchará; entonces pondré mi mano sobre Egipto y sacaré de la tierra de Egipto a mis ejércitos, a mi pueblo los hijos de Israel, con grandes juicios. Y sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando yo extienda mi mano sobre Egipto y saque de en medio de ellos a los hijos de Israel."

En otras palabras, Faraón y el Señor Dios de Israel serían puestos de manifiesto tal como lo que verdaderamente eran. Los egipcios lo sabrían, los israelitas lo verían confirmado y Moisés y Aarón recuperarían su credibilidad. Continuemos leyendo los versículos 6 al 9:

"E hicieron Moisés y Aarón como el Señor les mandó; así lo hicieron. Moisés tenía ochenta años y Aarón ochenta y tres cuando hablaron a Faraón. Y habló el Señor a Moisés y a Aarón, diciendo: Cuando os hable Faraón, y diga: Haced un milagro, entonces dirás a Aarón: Toma tu vara y échala delante de Faraón para que se convierta en serpiente."

Faraón iba a preguntarles a Moisés y a Aarón cuáles eran sus credenciales y con qué autoridad se presentaban ante él para comunicarle una petición tan excesiva. La vara de Aarón sería la señal de autoridad.

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Pasemos a considerar el siguiente párrafo, que nos describe la actuación de

Los magos egipcios

Leamos el versículo 10:

"Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón e hicieron tal como el Señor les había mandado; y Aarón echó su vara delante de Faraón y de sus siervos, y ésta se convirtió en serpiente."

Han surgido algunas dudas con respecto a la palabra serpiente en este pasaje, porque hay pocos datos históricos sobre la serpiente en Egipto. De hecho, la palabra utilizada aquí es cocodrilo. Durante los días de Moisés había muchos de estos reptiles viviendo a orillas del río Nilo y por los estanques de aquel país. La vara se transformó, pues, en un cocodrilo.

A medida que estudiamos las plagas veremos que Dios se estaba ocupando de la totalidad del reino de la zoología. Es decir, que los dioses de Egipto eran animales, aves o insectos. El apóstol Pablo se refería a esto cuando escribió, en su carta a los Romanos 1:22, 23:

"Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles."

Los egipcios elaboraban símbolos de todas las cosas. Tomaban un concepto abstracto y lo expresaban en la forma concreta de una imagen. Tenían deidades que representaban todas las fases y funciones de la vida. No se olvidaron de nada. Convirtieron al monoteísmo en politeísmo. En efecto, creían en la existencia de un gran Dios, eterno, que existía por Sí mismo, todopoderoso. Desafortunadamente, creían también que aquel Ser era demasiado importante y potente como para querer ocuparse de los asuntos y destinos de los seres humanos y por lo tanto, permitía que la administración de este mundo cayese en manos de multitudes de dioses y demonios, de espíritus buenos y malos. Esto es, en síntesis, lo que ellos creían.

Es lo mismo que el apóstol Pablo descubrió cuando llegó a la ciudad de Atenas. Allí encontró un monumento al "Dios desconocido", como dice en el libro de los Hechos 17:23,

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"Porque mientras pasaba y observaba los objetos de vuestra adoración, hallé también un altar con esta inscripción: AL DIOS DESCONOCIDO. Pues lo que vosotros adoráis sin conocer, eso os anuncio yo."

Si alguien adoraba a todos aquellos diferentes dioses, no podía conocer al Dios vivo y verdadero. Así que el Señor Dios de Israel atacó a los dioses de Egipto para revelar quién era El.

La palabra hebrea tannin que en este capítulo se traduce como "serpiente", no se traduce de esta manera en ninguna otra parte de la Biblia. En los libros de Isaías y Ezequiel se traduce como "dragón". La palabra incluye un significado satánico, y por este motivo los traductores utilizaron la palabra serpiente. Aparte este motivo, queda el hecho de que los egipcios adoraron al cocodrilo, que ocupó un lugar importante en la adoración y religión de Egipto. La deidad del mal era Sebak y tenía una cabeza de cocodrilo. Y Apepi, el gran enemigo de los dioses solares, aparecía bajo la forma de un cocodrilo. Los egipcios se dedicaban a los rituales mágicos que se celebraban en el templo de Amen-Ra, en la ciudad de Tebas. Apepi vivía en la región más baja de los cielos, procuraba cada día evitar la salida de Ra, el dios del sol. Provocaba los relámpagos, truenos, tempestades, tormentas, huracanes, lluvias y trataba de obscurecer la luz del sol llenando el cielo de nubes, bruma, niebla y obscuridad. El ritual egipcio, que constituía un intento de destruir a Apepi, era prominente en Egipto y fue el primer objetivo contra el cual Dios asestó un golpe. Y la vara de Aarón se transformó en un cocodrilo. Continuemos leyendo el versículo 11:

"Entonces Faraón llamó también a los sabios y a los hechiceros, y también ellos, los magos de Egipto, hicieron lo mismo con sus encantamientos"

Los magos de Egipto reprodujeron el milagro de la vara de Aarón. Quizás sería mejor decir que imitaron el milagro. Sea como fuere que los hubieran hecho o cómo los hubiesen realizado, hicieron del resultado un buen espectáculo. Sin embargo, el apóstol Pablo tuvo algo que decir al respecto en su segunda carta a Timoteo 3:8:

"Y así como Janes y Jambres se opusieron a Moisés, de la misma manera éstos también se oponen a la verdad; hombres de mente depravada, reprobados en lo que respecta a la fe."

Y así fue que aquellos magos se opusieron al Dios vivo y verdadero. Leamos también los versículos 12 y 13;

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"pues cada uno echó su vara, las cuales se convirtieron en serpientes. Pero la vara de Aarón devoró las varas de ellos. Pero el corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el Señor había dicho."

Resulta interesante observar que los egipcios adoraban al cocodrilo y que la vara de Aarón devoró a los cocodrilos de ellos. Esta tendría que haber impresionado al Faraón pero no fue así. Faraón se obstinó en sus propias intenciones y decisiones. Por otra parte, y a causa de esta actitud, Dios continuó con su plan y envió

La primera plaga: el agua convertida en sangre

Leamos los versículos 14 al 19:

"Entonces el Señor dijo a Moisés: El corazón de Faraón es terco; se niega a dejar ir al pueblo. Preséntate a Faraón por la mañana cuando vaya al agua, y ponte en la orilla del Nilo para encontrarte con él; y toma en tu mano la vara que se convirtió en serpiente. Y dile: El Señor, el Dios de los hebreos, me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo para que me sirva en el desierto. Mas he aquí, hasta ahora no has escuchado. Así dice el Señor: En esto conocerás que yo soy el Señor: he aquí, yo golpearé con la vara que está en mi mano las aguas que están en el Nilo, y se convertirán en sangre. Y los peces que hay en el Nilo morirán, y el río se corromperá y los egipcios tendrán asco de beber el agua del Nilo. Y el Señor dijo a Moisés: Di a Aarón: Toma tu vara y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos, sobre sus estanques y sobre todos sus depósitos de agua, para que se conviertan en sangre; y habrá sangre por toda la tierra de Egipto, tanto en las vasijas de madera como en las de piedra."

Este sí que fue un golpe certero a la adoración en Egipto. Las aguas del sagrado río Nilo se convirtieron en sangre. Los egipcios representaban al Nilo como Hapi, un hombre grueso con pechos de mujer, lo cual indicaba sus poderes de fertilidad y nutrición. Había un himno que cantaban en el templo en honor a este dios, cuyas palabras expresaban lo siguiente:

Tú riegas los campos creados por Ra . . .

Tú eres el proveedor de alimentos . . . creador de todas las cosas buenas

Tú llenas los graneros . . .

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Tu cuidas a los pobres y necesitados

El río Nilo era como la sangre de Egipto. Pero tenía que ser de agua para continuar siendo su fuente vital. Al transformarse en sangre, vino a significar la muerte para ellos. Lo que había sido una bendición para el país, pasó a ser una maldición. Era el juicio de Dios. Dicen los versículos 22 al 25:

"Pero los magos de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el Señor había dicho. Entonces se volvió Faraón y entró en su casa, sin hacer caso tampoco de esto. Y todos los egipcios cavaron en los alrededores del Nilo en busca de agua para beber, porque no podían beber de las aguas del Nilo. Y pasaron siete días después que el Señor hirió al Nilo."

Esta plaga duró 7 días. Faraón no se convenció de que había sido provocada por la acción de Dios porque los magos fueron capaces de reproducir la plaga. Fue un hecho asombroso. Por supuesto, fue una manifestación del poder de Satanás, pero ellos fueron impotentes para convertir la sangre en agua.

Exodo 8:1-5

Considerando este capítulo en su totalidad, abarca el siguiente

Tema: Egipto sufrió la invasión de una plaga de ranas y Faraón, una vez más, endureció su corazón. Entonces llegó la plaga de piojos y Dios humilló el orgullo de Faraón; Egipto fue atacado por enjambres de insectos (probablemente, como el escarabajo sagrado) y Moisés usó su relación con Dios actuando como un intercesor.

En primer lugar, una breve

Observación

Las plagas continuaron asolando la tierra de Egipto. Dios estaba dirigiendo su ataque contra un pueblo sumido en la idolatría. En consecuencia, llegó

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La segunda plaga: las ranas

Las ranas estaban representadas por Heka, una diosa con cabeza de rana. También otra deidad, Hapi, estaba representado como sosteniendo a una rana, de cuya boca fluía una corriente de alimentos. Esto indicaba la estrecha relación entre el dios del Nilo y la diosa de las ranas, una de las más antiguas y madre de diosas. Ella era la diosa de la fertilidad y el renacimiento, la patrona de las parteras. Una pintura egipcia mostraba a Heka recitando hechizos para afectar a la resurrección de Osiris. También había una escultura que la presentaba arrodillada delante de la reina y supervisando el nacimiento de Hatshepset. Leamos los versículos 1 al 5:

"Entonces el Señor dijo a Moisés: Ve a Faraón y dile: Así dice el Señor: Deja ir a mi pueblo para que me sirva. Pero si te niegas a dejarlos ir, he aquí, heriré todo tu territorio con ranas. Y el Nilo se llenará de ranas, que subirán y entrarán en tu casa, en tu alcoba y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos y en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas. Y subirán las ranas sobre ti, sobre tu pueblo y sobre todos tus siervos. Dijo además el Señor a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, sobre los arroyos y sobre los estanques, y haz que suban ranas sobre la tierra de Egipto."

Las ranas estaban por todas partes, en las camas, cocinas, en cada sala de las viviendas, en los lugares donde se amasaba el pan y en los hornos. Era una situación insostenible, al tratarse no ya de unas cuantas sino de una gran cantidad, lo cual causó una tremenda consternación. Y como eran sagradas, no podían ser matadas.

Al terminar con nuestro estudio de hoy, recordemos la actitud de obstinación de Faraón, que no quiso ceder, después de la primera plaga, la del agua convertida en sangre. Tal proceder debiera hacernos reflexionar. ¡Cuántas veces, a pesar de las numerosas llamadas de Dios y de Su intervención, los seres humanos continúan en su vida de pecado y rebelión contra El! tal como hizo aquel Faraón, volviéndole la espalda y prosiguiendo tercamente con su conducta desafiante. La intención del Señor quedó clara con las palabras del 7:17 a Faraón: "conocerás que yo soy el Señor" y ésa es también su intención con respecto a nosotros. El quiere revelarnos Quién es, y su plan para la salvación de la humanidad. Estimado oyente, esperamos que la actitud de Dios, al tomar la iniciativa en darse a conocer, para que le conozcas de una manera personal, no te resulte indiferente. Recordemos las palabras del Salmo 95:7 y 8; "Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón".

9

Exodo 8:6-9:7

Terminamos nuestro programa anterior describiendo los efectos devastadores que tendría la segunda plaga, la de las ranas, sobre un país que ya había sufrido las tremendas consecuencias de la primera

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plaga, en la que todas las fuentes de agua de Egipto se habían transformado en sangre. Comencemos nuestra lectura Bíblica de hoy leyendo los versículos 6 al 11:

"Y extendió Aarón su mano sobre las aguas de Egipto, y las ranas subieron y cubrieron la tierra de Egipto. Y los magos hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron subir ranas sobre la tierra de Egipto. Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y dijo: Rogad al Señor para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y yo dejaré ir al pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor. Y Moisés dijo a Faraón: Dígnate decirme cuándo he de rogar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas y queden solamente en el río. Y él respondió: Mañana. Entonces Moisés dijo: Sea conforme a tu palabra para que sepas que no hay nadie como el Señor nuestro Dios. Y las ranas se alejarán de ti, de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo; sólo quedarán en el Nilo."

Una vez más, los magos egipcios pudieron reproducir una plaga, lo cual revela el poder de Satanás para engañar a los seres humanos. Resulta interesante observar que, aunque los magos fueron capaces de multiplicar las ranas, no pudieron eliminarlas. Faraón estaba tan disgustado con esta plaga que parecía dispuesto a prometer cualquier cosa. Dios estaba obligando a aquel rey a reconocer quien era El. Continuemos leyendo los versículos 12 al 15:

"Entonces Moisés y Aarón salieron de la presencia de Faraón, y Moisés clamó al Señor acerca de las ranas que El había puesto sobre Faraón. Y el Señor hizo conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los patios y de los campos. Y las juntaron en montones, y la tierra se corrompió. Pero al ver Faraón que había alivio, endureció su corazón y no los escuchó, tal como el Señor había dicho."

Este pasaje nos ofrece una visión amplia del endurecimiento del corazón de Faraón. Se nos dice que éste endureció su propio corazón. La participación de Dios consistió en hacer salir a la superficie lo que ya estaba en el corazón de aquel rey.

Leamos los versículos 16 al 19, que relatan

La tercera plaga: Los piojos

"Entonces el Señor dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra para que se convierta en piojos por toda la tierra de Egipto. Y así lo hicieron; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, y hubo piojos en hombres y animales. Todo el polvo de la tierra

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se convirtió en piojos por todo el país de Egipto. Y los magos trataron de producir piojos con sus encantamientos, pero no pudieron; hubo, pues, piojos en hombres y animales. Entonces los magos dijeron a Faraón: Este es el dedo de Dios. Pero el corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el Señor había dicho."

Hasta ese momento los magos habían podido reproducir cada milagro realizado por Dios. Pero, por algún motivo, fueron impotentes para reproducir esta plaga. Si fue por medio del engaño que ellos pudieron repetir los milagros, por lo menos durante esta plaga finalmente reconocieron la intervención de Dios en estas calamidades. Gradualmente, Dios estaba convenciendo a los egipcios de que El era el único y verdadero Dios.

La adoración de aquellos dioses falsos se había introducido en la misma vida de los egipcios y en su rutina diaria. Este juicio debió traer repugnancia hacia Geb, el dios de la tierra. Geb estaba estrechamente relacionado con la tierra en todas sus fases. Este dios era el que informaba a Osiris sobre el estado de la cosecha.

La palabra piojo puede significar mosquito. Su raíz significa "cubrir", "picar" o "pellizcar". Resulta interesante que el cubrir, picar o pellizcar no pueden ser realizadas por un mosquito. Estas acciones describen más bien lo que hace un piojo. Un destacado zoólogo ha dicho que estos insectos forman un orden enorme cuya función principal es, un gran parte, actuar como carroñeros. Podemos imaginar que, con la tierra apestando a ranas, habría cantidades incalculables de piojos. Estos, eventualmente, pudieron librar al país de las ranas, llegando a ser, al mismo tiempo, una bendición y una maldición.

Indiferentemente de la aparente ayuda que puedan haber representado los piojos, un turista bien conocedor de Egipto observó que la arena parecía moverse; observando más detenidamente, vio que la superficie de la tierra era una masa de diminutas garrapatas, miles de las cuales estaban trepando por su pierna ante lo cual, se batió en retirada, recordando las palabras de este pasaje Bíblico: "y el polvo de la tierra se convirtió en piojos por todo el país de Egipto".

Esta plaga no pudo ser reproducida por los magos egipcios. Dios había comenzado a dirigir su juicio contra la vida misma en toda aquella tierra.

A continuación, vamos a leer el párrafo siguiente, versículos 20 al 23, que relatan

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La cuarta plaga: los insectos

"Y el Señor dijo a Moisés: Levántate muy de mañana y ponte delante de Faraón cuando vaya al agua, y dile: Así dice el Señor: Deja ir a mi pueblo para que me sirva. Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí, enviaré enjambres de insectos sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y dentro de tus casas; y las casas de los egipcios se llenarán de enjambres de insectos, y también el suelo sobre el cual están. Mas en aquel día yo pondré aparte la tierra de Gosén en la que mora mi pueblo, para que no haya allí enjambres de insectos, a fin de que sepas que yo, el Señor, estoy en medio de la tierra; y yo haré distinción entre mi pueblo y tu pueblo. Mañana tendrá lugar esta señal."

Hasta aquel momento las plagas habían venido sobre las tierras de Egipto y a Gosén, donde vivían los israelitas. Quizás algunas personas le habrán dicho a Faraón que, ya que Gosén también había sido afectada por las plagas, el fenómeno tendría una explicación natural. Puede que hayan atribuido las molestias a uno de los dioses egipcios. En esta coyuntura, sin embargo, todo quedó totalmente claro, cuando Dios declaró que a partir de aquel instante habría una diferencia y ninguna de las plagas siguientes tocaría a la región de Gosén, lugar de residencia del pueblo de Israel. En los días futuros, el juicio caería únicamente sobre la tierra de Egipto.

El cuarto juicio era esta plaga de insectos, que habrán sido muy probablemente el escarabajo sagrado, tal como era conocido en aquel país. Aquellos escarabajos, muchos de ellos de oro, fueron encontrados en las tumbas de Egipto. Para el dios del sol Ra, eran considerados sagrados. La severidad de esa plaga se refleja en el hecho de que, esta vez, Faraón estaba dispuesto a alcanzar algún tipo de compromiso con Moisés. Observemos la propuesta que Faraón presentó mientras el escarabajo sagrado invadía su tierra. Leamos los versículos 24 al 27:

"Y así lo hizo el Señor. Y entraron grandes enjambres de insectos en la casa de Faraón y en las casas de sus siervos, y en todo el país de Egipto la tierra fue devastada a causa de los enjambres de insectos. Entonces llamó Faraón a Moisés y a Aarón, y dijo: Id, ofreced sacrificio a vuestro Dios dentro del país. Pero Moisés respondió: No conviene que lo hagamos así, porque es abominación para los egipcios lo que sacrificaremos al Señor nuestro Dios. Si sacrificamos lo que es abominación para los egipcios delante de sus ojos, ¿no nos apedrearán? Andaremos una distancia de tres días de camino en el desierto, y ofreceremos sacrificios al Señor nuestro Dios, tal como El nos manda."

Se pretendía que el escarabajo egipcio representase a la vida eterna. Imaginémonos a aquel insecto convirtiéndose en una maldición para la gente y en una plaga sobre la tierra. Faraón quiso llegar a un compromiso; haría cuatro en total, antes del final de las plagas. Moisés y Aarón querían que los israelitas hiciesen un viaje de 3 días por el desierto. Faraón estaba dispuesto a permitir que realizasen

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sacrificios rituales, pero quedándose en el país. Esta situación me recuerda que muchos cristianos están dispuestos a llegar a este tipo de compromisos, que son utilizados por Satanás, el adversario de Dios, para mantener al cristiano dentro de sus dominios, bajo su control. Se trata de ser cristianos, pero no con una mentalidad estrecha, estricta y radical, presentándonos como retrógrados, sino con una mente amplia, flexible y sin cambiar nuestra vida, adaptándola a las situaciones que se presenten. Pero debemos destacar aquí que, si nuestra vida no cambia, es una evidencia de que no somos realmente cristianos. No estoy diciendo que haya que realizar buenas obras para ser cristiano. Porque somos salvos por la fe en Cristo, lo cual excluye las obras. Pero cuando colocas tu fe en Jesucristo para que te salve, tu vida cambia y se pone en evidencia tu conducta cristiana. Porque la personalidad interior debe ser cambiada en primer lugar. Hay algunos sectores del cristianismo que han efectuado tantos compromisos ajenos a su fe que, utilizando la analogía de nuestro pasaje Bíblico, podríamos decir que están aun viviendo en la tierra de Egipto y no se puede establecer una diferencia entre el cristiano término medio y la persona no cristiana normal de nuestra época.

Es como si estuviésemos participando como jinetes en una carrera de caballos, con dos caballos. Por ejemplo, uno negro y otro blanco. Podemos pretender cabalgar con ambos, con un pie en cada caballo. Esta situación podría soportarse mientras ambos caballos corran en la misma dirección; pero si ellos decidiesen marchar en direcciones opuestas, tendríamos que decidir con cual caballo desearíamos continuar. En nuestra historia Bíblica, Moisés no aceptaría el compromiso con Faraón e insistió en que el pueblo de Israel pudiese salir para un viaje de 3 días por el desierto para ofrecer sus sacrificios rituales al Señor Dios.

A continuación, Faraón se decidió a ofrecer un segundo compromiso: Leamos el versículo 28:

"Y Faraón dijo: Os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificio al Señor vuestro Dios en el desierto, sólo que no vayáis muy lejos. Orad por mí."

Esta vez, la concesión de Faraón era levemente diferente a la anterior. Nuevamente comprobamos que el pedido de Faraón de que orasen por él no era más que un engaño para ocultar sus verdaderas intenciones. En estos 2 versículos que acabamos de leer se ve claramente que la voluntad del soberano no era la de obedecer a Dios sino la de librarse del castigo que Dios estaba enviando sobre él y el pueblo egipcio. Pero continuemos leyendo los versículos 29 al 32, para ver el final de aquel incidente:

"Entonces dijo Moisés: He aquí, voy a salir de tu presencia y rogaré al Señor que los enjambres de insectos se alejen mañana de Faraón, de sus siervos y de su pueblo; pero que Faraón no vuelva a

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obrar con engaño, no dejando ir al pueblo a ofrecer sacrificios al Señor. Y salió Moisés de la presencia de Faraón y oró al Señor. Y el Señor hizo como Moisés le pidió, y quitó los enjambres de insectos de Faraón, de sus siervos y de su pueblo; no quedó ni uno solo. Pero Faraón endureció su corazón también esta vez y no dejó salir al pueblo."

Y así fue que, una vez más, Faraón puso en evidencia sus íntimos deseos. Llegamos entonces a

Exodo 9:1-7

Tema: Los ganados de Egipto fueron heridos con una plaga muy grave que provocaba la muerte; los egipcios mismos fueron heridos con forúnculos, que eran erupciones ulcerosas muy dolorosas; finalmente, Dios envió la plaga del granizo, durante una espantosa tormenta.

Observaciones

Dios continuó su confrontación con el corazón obstinado del Faraón y su pueblo. Mientras el rey resistiese al Señor Dios, la tierra de Egipto y sus habitantes sufrirían aflicciones y desastres. Hasta este capítulo se nos ha dicho que Faraón endureció su propio corazón. Pero ahora se nos dirá que Dios endurecería el corazón de Faraón. La negativa persistente de éste de reconocer al Señor y de reconocer sus deseos provocaría que el poder de Dios desencadenase la destrucción. En realidad, el deseo de Dios en todas las épocas es enviar sobre nosotros dones, bendiciones, y salvarnos. Pero nuestra negativa puede transformar esas bendiciones en maldiciones. Así fue en el caso de Faraón.

Leamos los versículos 1 al 7, que nos describen el anuncio a Faraón de que si persistía en su actitud, llegarían las siguientes calamidades.

La quinta plaga: La peste sobre el ganado

"Entonces el Señor dijo a Moisés: Ve a Faraón y dile: Así dice el Señor, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo para que me sirva. Porque si te niegas a dejarlos ir y los sigues deteniendo, he aquí, la mano del Señor vendrá con gravísima pestilencia sobre tus ganados que están en el campo: sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre las vacadas y sobre las ovejas. Pero el Señor hará distinción entre los ganados de Israel y los ganados de Egipto, y nada perecerá de todo lo que pertenece a los hijos de Israel. Y el Señor fijó un plazo definido, diciendo: Mañana el Señor hará esto en la tierra. Y el Señor hizo esto al día siguiente, y perecieron todos los ganados de Egipto; pero de los ganados de los hijos de Israel, ni un solo animal murió. Y Faraón envió a ver, y he aquí, ni un

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solo animal de los ganados de Israel había perecido. Pero el corazón de Faraón se endureció y no dejó ir al pueblo."

Podría haberse pensado que, a la luz de lo que estaba ocurriendo, Faraón cambiaría de actitud, se rendiría y permitiría que los israelitas saliesen del país. Era una realidad evidente que Dios estaba implicado en esta plaga y que se estaba ocupando directamente del rey y de su pueblo.

En Egipto, no lejos de las pirámides, puede visitarse un lugar donde se encuentran centenares de momias de toros que han sido sepultadas reverentemente en sarcófagos. Apis, el toro negro, era adorado en Egipto. El segundo templo en tamaño edificado en este país estaba situado en Menfis, ya fue dedicado a la adoración de Apis, el toro negro. Se suponía que Apis era una encarnación del Pta, de Menfis y que había sido engendrado por un rayo de luna, destacándose por varias características. Se pensaba que un nuevo Apis nacía cuando uno viejo moría. El toro muerto era embalsamado y sepultado en Menfis; entonces, su alma pasaba al más allá como Osiris-Apis.

En consecuencia, lo que los egipcios estaban adorando durante la plaga, era un toro enfermo, lo cual habrá hecho sonreír a Dios, quien estaba dirigiendo sus juicios contra esta atroz idolatría que ejercía tanta influencia, tanto sobre el pueblo egipcio como sobre los israelitas que, como veremos más adelante, se desviaron hacia la idolatría.

10

Exodo 9:8-10:9

En nuestro programa anterior habíamos considerado la quinta plaga, la de la peste sobre el ganado, que ocasionó la muerte de los animales. A pesar de las tremendas consecuencias de aquella calamidad, que además constituía un juicio a la idolatría, Faraón no permitió la salida de los israelitas de Egipto. Nuestro pasaje Bíblico de hoy comienza con el relato de

La sexta plaga: Las úlceras

Leamos los versículos 8 al 12:

"Entonces el Señor dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de hollín de un horno, y que Moisés lo esparza hacia el cielo en presencia de Faraón; y se convertirá en polvo fino sobre toda la tierra de Egipto, y producirá furúnculos que resultarán en úlceras en los hombres y en los animales, por toda la tierra de Egipto. Tomaron, pues, hollín de un horno, y se presentaron delante de Faraón, y Moisés lo

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arrojó hacia el cielo, y produjo furúnculos que resultaron en úlceras en los hombres y en los animales. Y los magos no podían estar delante de Moisés a causa de los furúnculos, pues los furúnculos estaban tanto en los magos como en todos los egipcios. Y el Señor endureció el corazón de Faraón y no los escuchó, tal como el Señor había dicho a Moisés."

Si suponemos que esta plaga comenzó probablemente en la misma presencia de Faraón, el habrá sido el primer afectado por esta enfermedad. Y con él se encontraban los magos o sabios que le aconsejaban, y que habían sido capaces de reproducir las 3 primeras plagas y milagros, pero no los demás milagros y calamidades. Y además, como consecuencia de este juicio, ellos también resultaron afectados. Por primera vez Dios estaba permitiendo que una plaga perjudicase tanto a los seres humanos como a las bestias, causando grandes molestias al cuerpo humano. Hay que recordar que los sacerdotes que servían en los templos egipcios tenían que permanecer en un estado de pureza, no contaminados por defectos ni enfermedades. Al venir sobre ellos, repentinamente, esta plaga, se consideró que no eran adecuados para ejercer su sacerdocio en los templos. Esta situación provocó la interrupción de este culto falso en todo el país.

Los turistas pueden hoy en día contemplar lo poco que queda de las ruinas de la ciudad de Menfis que, al menos, permiten comprobar la magnitud de aquella gran ciudad. A los costados de sus vías públicas se alzaban centenares de templos, donde sus sacerdotes practicaban sus ritos sagrados. Podemos imaginarnos el impacto que esta plaga habrá tenido sobre los servicios religiosos que allí tenían lugar, al interrumpirse totalmente el culto de aquella religión falsa. Podríamos imaginarnos la impresión producida en el pueblo ante los templos que exhibiesen carteles con la leyenda "cerrado por enfermedad". El texto Bíblico aclara que ni aun así, Faraón no cedió y persistió en su actitud de ignorar las palabras de Moisés y Aarón, impidiendo que los israelitas abandonasen Egipto. Aun sufriendo los efectos dolorosos de esta enfermedad, su corazón continuó endurecido por su obstinación. Continuemos leyendo los versículos 13 al 17:

"Entonces dijo el Señor a Moisés: Levántate muy de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Así dice el Señor, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo para que me sirva. Porque esta vez enviaré todas mis plagas sobre ti, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que sepas que no hay otro como yo en toda la tierra. Porque si yo hubiera extendido mi mano y te hubiera herido a ti y a tu pueblo con pestilencia, ya habrías sido cortado de la tierra. Pero en verdad, por esta razón te he permitido permanecer: para mostrarte mi poder y para proclamar mi nombre por toda la tierra. Y todavía te enalteces contra mi pueblo no dejándolos ir."

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Estas palabras nos hacen ver que Dios iba a utilizar a Faraón para mostrar Su poder en toda la tierra, utilizando el enojo, el furor del ser humano para recibir alabanza a Su nombre. Es lo que expresa el Salmo 76:10, cuando dice: "Pues el furor del hombre te alabará".

Continuemos leyendo el párrafo que sigue, que nos describe

La séptima plaga: El granizo

Leamos los versículos 18 al 21:

"He aquí, mañana como a esta hora, enviaré granizo muy pesado, tal como no ha habido en Egipto desde el día en que fue fundado hasta ahora. Ahora pues, manda poner a salvo tus ganados y todo lo que tienes en el campo, porque todo hombre o todo animal que se encuentre en el campo, y no sea traído a la casa, morirá cuando caiga sobre ellos el granizo. El que de entre los siervos de Faraón tuvo temor de la palabra del Señor, hizo poner a salvo a sus siervos y sus ganados en sus casas, pero el que no hizo caso a la palabra del Señor, dejó a sus siervos y sus ganados en el campo."

Egipto es esencialmente un país de lluvias escasas. El promedio anual de agua caída es inferior a 3 cm. En este caso, Dios les anunció que tendrían una lluvia, que no era precisamente la que esperaban y necesitaban. Porque consistiría en un temporal de granizo muy pesado. En esta plaga hubo un elemento nuevo que consistió en la advertencia de Dios que aconsejó la conducta a seguir para evitar grandes daños. Surge la pregunta de si algunos creyeron realmente en Dios o no. Aquellos de quienes se dice aquí que no tomaron en serio las palabras de advertencia, sufrieron el juicio de Dios. El les proveyó una oportunidad de evitar estos males, pero quedó a su elección el creer, o no creer, la Palabra de Dios. En un contexto diferente, pero que tiene que ver con la actitud permanente del ser humano a través de toda la historia, la misma situación se produce hoy, cuando las personas escuchan el mensaje que Dios les proclama por diversos medios.

En el caso de Egipto, esta plaga fue enviada como un ataque contra Isis, a veces representada con una cabeza de vaca), diosa de la fertilidad y diosa del aire. Era la hija mítica de Set y Nut, hermana y esposa de Osiris, y madre de Horus. Se decía que las lágrimas de Isis caían sobre el río Nilo produciendo un desbordamiento en sus riberas, que traía sustento a la tierra. Isis era, pues, una diosa importante en Egipto, lo cual explica que esta plaga del granizo fuese dirigida contra ella. Y ya hemos destacado el hecho de que la plaga afectó tanto a seres humanos como a animales. Continuemos leyendo los versículos 22 al 25:

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"Y el Señor dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo para que caiga granizo en toda la tierra de Egipto, sobre los hombres, sobre los animales y sobre toda planta del campo por toda la tierra de Egipto. Y extendió Moisés su vara hacia el cielo, y el Señor envió truenos y granizo, y cayó fuego sobre la tierra. Y el Señor hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. Y hubo granizo muy intenso, y fuego centellando continuamente en medio del granizo, muy pesado, tal como no había habido en toda la tierra de Egipto desde que llegó a ser una nación. Y el granizo hirió todo lo que había en el campo por toda la tierra de Egipto, tanto hombres como animales; el granizo hirió también toda planta del campo, y destrozó todos los árboles del campo."

Aquellos que no creyeron en las advertencias de Dios, no tomaron medidas de protección. El mensaje que Dios envió a los egipcios es el mismo que El proclama al mundo de nuestro tiempo, anunciando un juicio cercano. Pero el ser humano continúa viviendo y actuando como si nada fuese a ocurrir. Así sucedió en los días de Noé (como estudiamos en Génesis 6 y 7). Y así será también en los días de la próxima venida de Jesucristo, cuando venga para juzgar. En los tiempos que narra nuestro pasaje, en Egipto, muchas personas no creyeron en las palabras de Dios y pagaron un elevado precio por sus incredulidad. Entonces y ahora, en la actualidad, todo lo que Dios pide a los seres humanos es que crean en El. Este es el mensaje claro de Su Palabra hoy, tal como llega a nosotros por medio de las páginas de la Biblia.

Continuemos leyendo los versículos 26 al 35:

"Sólo en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo. Entonces Faraón envió llamar a Moisés y Aarón y les dijo: Esta vez he pecado; el Señor es el justo, y yo y mi pueblo somos los impíos. Rogad al Señor, porque ha habido ya suficientes truenos y granizo de parte de Dios; y os dejaré ir y no os quedaréis más aquí. Y Moisés le dijo: Tan pronto como yo salga de la ciudad, extenderé mis manos al Señor; los truenos cesarán, y no habrá más granizo, para que sepas que la tierra es del Señor. En cuanto a ti y a tus siervos, sé que aún no teméis al Señor Dios. (Y el lino y la cebada fueron destruidos, pues la cebada estaba en espiga y el lino estaba en flor; pero el trigo y el centeno no fueron destruidos, por ser tardíos.) Y salió Moisés de la ciudad, de la presencia de Faraón, y extendió sus manos al Señor, y los truenos y el granizo cesaron, y no cayó más lluvia sobre la tierra. Pero cuando Faraón vio que la lluvia, el granizo y los truenos habían cesado, pecó otra vez, y endureció su corazón, tanto él como sus siervos. Y se endureció el corazón de Faraón y no dejó ir a los hijos de Israel, tal como el Señor había dicho por medio de Moisés."

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A partir de este punto del relato de las plagas, la tierra de Gosén fue protegida de las plagas que caerían sobre el resto de las regiones de Egipto. Y aquí cabe destacar que ésta fue la primera ocasión en que Faraón admitió su pecado, su rebelión y la de su pueblo ante un Señor justo. Podemos imaginarnos la situación desastrosa del país, con una gran parte del ganado destruidos por las plagas precedentes y el resto, diezmados por la violencia y efectos de esta tormenta. Cabe aclarar que el trigo y el centeno no fueron perjudicados en la misma forma porque aun no habían crecido. Dios estaba golpeando a los egipcios en un intento de sacudirles y despertarles de su estado de idolatría y cultos falsos. Pero Faraón, su líder, continuó inamovible, con su corazón obstinado. Llegamos así a

Exodo 10:1-9

Tema: Faraón fue amenazado con otra plaga que llegaría si él continuaba negándose a dejar salir a Israel; Faraón se inclinaba por dejar salir a los israelitas, pero cambió de opinión y la plaga de las langostas descendió sobre la tierra de Egipto; Faraón fue amenazado nuevamente para liberar a Israel pero, al negarse, la plaga de la oscuridad cubrió el país; Faraón le pidió a Moisés que aliviase al país y al pueblo pero su corazón permanecía aun obstinado.

El primer párrafo de este capítulo nos relato cómo

Faraón fue amenazado con la plaga de langostas

Al llegar estos extremos, uno se pregunta qué habría tenido que suceder para que Faraón cediese y permitiese salir a los israelitas. Leamos los versículos 1 y 2:

"Entonces el Señor dijo a Moisés: Preséntate a Faraón, porque yo he endurecido su corazón y el corazón de sus siervos, para mostrar estas señales mías en medio de ellos, y para que cuentes a tu hijo y a tu nieto, cómo me he burlado de los egipcios, y cómo he mostrado mis señales entre ellos, y para que sepáis que yo soy el Señor."

Dios tenía muchas razones para actuar de aquella manera. Un motivo importante para el envío de las plagas era revelarle a Faraón que él era una persona malvada. Dios podría haber sacado a los israelitas de Egipto inmediatamente, sin haber tenido ninguna relación con Faraón. Si así lo hubiese hecho, siempre habrían surgido críticos alegando que Dios no había sido justo con Faraón. El tenía que darle a Faraón una oportunidad de permitir que Israel fuese liberado para salir del país y, al mismo tiempo, proveerle una ocasión de salvarse él mismo. Y eso es exactamente lo que El hizo. Pero también quiso demostrar a Su pueblo lo que era capaz de hacer antes de conducirles al desierto.

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Quiso que los israelitas supiesen que era capaz de llevarles a la tierra que había prometido a Abraham, Isaac y Jacob. Esa historia sería contada una y otra vez durante 4.000 años, por medio de la celebración de la fiesta de la Pascua.

Leamos ahora, los versículos 3 al 7:

"Moisés y Aarón fueron a Faraón, y le dijeron: Así dice el Señor, el Dios de los hebreos:¿Hasta cuándo rehusarás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Porque si te niegas a dejar ir a mi pueblo, he aquí, mañana traeré langostas a tu territorio. Y cubrirán la superficie de la tierra, de modo que nadie podrá verla. También comerán el resto de lo que ha escapado, lo que os ha quedado del granizo, y comerán todo árbol que os crece en el campo. Y llenarán tus casas, las casas de todos tus siervos y las casas de todos los egipcios, algo que ni tus padres ni tus abuelos han visto desde el día que vinieron al mundo hasta hoy. Y se volvió y salió de la presencia de Faraón. Y los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo este hombre nos será causa de ruina? Deja ir a los hombres para que sirvan al Señor su Dios. ¿No te das cuenta de que Egipto está destruido?"

La advertencia no podía ser más grave, y también creíble. Nada menos que una plaga de langostas, que consumiría lo que se hubiese salvado de la destrucción provocada por las destrucciones anteriores y que, además se introduciría en las viviendas del pueblo egipcio. El soberano no sólo recibió las advertencias de Moisés y Aarón que le dijeron "¿hasta cuándo rehusarás humillarte?" Porque los propios siervos de Faraón se atrevieron a encararle con la misma pregunta "¿hasta cuándo?" ¿Acaso no era consciente, en su obstinación, que la totalidad del país estaba siendo devastado y que toda su población estaba a punto de alcanzar un estado de ruina total? El versículo 8 nos detalla la reacción de aquella gente desesperada;

"Entonces hicieron volver a Moisés y Aarón ante Faraón, y él les dijo: Id, servid al Señor vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?"

Y una vez más, vemos un aparente cambio de opinión, una actitud de sumisión y de apertura para dejar salir a quienes se le indicase. Este párrafo comienza con los incidentes previos a la que sería

La octava plaga: Las langostas

Para finalizar nuestra lectura de hoy, leamos solamente el versículo 9:

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"Y Moisés respondió: Iremos con nuestros jóvenes y nuestros ancianos; con nuestros hijos y nuestras hijas; con nuestras ovejas y nuestras vacadas iremos, porque hemos de celebrar una fiesta solemne al Señor."

En nuestro próximo programa veremos por qué Moisés insistió en que debía salir todo el pueblo, incluyendo la totalidad de los miembros de las familias y también sus ganados. La pregunta previa del Faraón "¿quiénes son los que han de ir?" escondía no solo su inquietud sino un propósito determinado. Aquí vemos nuevamente ese núcleo duro, inflexible de su voluntad, que ni siquiera los más duros sufrimientos y calamidades sobre él mismo, y sobre su pueblo, habían podido quebrar. A pesar de haber recibido pruebas tan contundentes del poder de Dios, y de que las amenazas de sus mensajeros Moisés y Aarón se iban haciendo realidad inexorablemente, le vemos dispuesto a resistir y con la misma actitud desafiante y rebelde que tuvo durante sus primeros encuentros en que se le había comunicado el pedido de liberación para el pueblo oprimido.

¿Hubo en alguna de estas reacciones de Faraón alguna medida de sinceridad, aunque superada por su terquedad y la fortaleza de su determinación de no ceder? No lo parece así, teniendo en cuenta la rapidez con que volvía a poner en evidencia su rebeldía, aun en medio de una serie de situaciones catastróficas que iban agravando la situación, ya muy cercana al caos total. Incluso sus asesores le instaron a ceder, pero nada pudo convencerle. Incluso, podemos decir que su oposición a Dios y a sus mensajeros era cada vez mayor.

En la hora actual y con respecto a la Palabra de Dios, algunas personas se refugian en una aparente indiferencia, mientras otras hacen ostentación de su oposición al mensaje de salvación que surge de la obra de Jesucristo en la cruz, y de su triunfo sobre la muerte. Cabe recordar aquí, dos importantes declaraciones del apóstol Pablo, escritas en su carta a los Romanos. La primera, parece dirigida personalmente a personas parecidas a Faraón, aquel obstinado rey: dice así en 2:5,

"Mas por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,"

Después de haber visto en nuestro estudio de hoy, nuevas manifestaciones del poder de Dios en aquellos juicios, terminamos con la segunda declaración, registrada en 1:16, y que nos revela una nueva dimensión del poder de Dios, en su relación con los seres humanos:

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"Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree"

11

Exodo 10:10-11:10

Finalizábamos nuestro programa anterior con las escenas dramáticas en que habiéndose negado nuevamente a dejar salir a Israel, el Faraón fue amenazado por Moisés y Aarón con el envío de una plaga de langostas que cubriría todo el país de Egipto. La advertencia fue tomada en serio por los sirvientes del soberano, quienes le rogaron que cediese, ante la perspectiva de destrucción total que se cernía sobre todo el pueblo. Al enterarse Faraón de que el pueblo saldría llevándose a sus hijos y a todo su ganado, reaccionó inmediatamente.

Leamos los versículos 10 y 11, que continúan relatando los momentos previos a

La octava plaga: Las langostas (continuación)

"Y él les dijo: ¡Así sea el Señor con vosotros si os dejo ir a vosotros y a vuestros pequeños! Tened cuidado porque tenéis malas intenciones. No será así; id ahora sólo los hombres, y servid al Señor, porque eso es lo que habéis pedido. Y los echaron de la presencia de Faraón."

Faraón se enfadó mucho de que Moisés y Aarón no aceptasen su propuesta de que los adultos del pueblo saliesen al desierto dejando a sus niños en Egipto. Sin duda Faraón sospechó que si todo el pueblo saliese para un viaje de 3 días por el desierto, continuarían alejándose y jamás regresarían. Quiso adelantarse a sus intenciones y evitarlo, sabiendo que si sus niños quedaban en Egipto, los adultos estarían obligados a regresar.

Así como Faraón tentó a Moisés con sus soluciones de compromiso, los hijos de Dios en la actualidad se enfrentan también con la tentación del compromiso, al ceder en sus convicciones frente a otros valores que el mundo secular presenta como muy atractivos. Desde pequeños muchos han recibido enseñanzas de un sisTema que enfatiza la gran importancia y necesidad de lograr el éxito, de obtener la mayor cantidad posible de dinero para lograr lo mejor en todos los órdenes de la vida, pero sin tener en cuenta las enseñanzas del cristianismo y la prioridad de los valores espirituales. Incluso muchos padres que profesan ser cristianos, al ambicionar ese futuro para sus hijos claudican ante esa forma de pensar y olvidan su responsabilidad y tarea de formarles en los valores cristianos que Dios ha establecido en Su Palabra. Como resultado de esa educación, que parecía tan prometedora,

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muchos jóvenes, al carecer de una base espiritual firme, se han ido distanciando en su relación con el Señor, creyendo que podían comprometerse simultáneamente con otros valores puramente materiales. Se trata de una tentación muy sutil.

Volviendo a nuestro relato, Moisés y Aarón no aceptarían aquel compromiso con Faraón, al considerarlo como una interferencia ajena a los propósitos de Dios, y esa actitud enfureció al soberano. Pero su enojo no logró nada, porque otra plaga estaba a punto de llegar. Leamos los versículos 12 al 15:

"Entonces el Señor dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto, para traer la langosta, a fin de que suba sobre la tierra de Egipto y devore toda planta de la tierra, todo lo que el granizo ha dejado. Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y el Señor hizo soplar un viento del oriente sobre la tierra todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana, el viento del oriente trajo las langostas. Y subieron las langostas sobre toda la tierra de Egipto y se asentaron en todo el territorio de Egipto; y eran muy numerosas. Nunca había habido tantas langostas como entonces, ni las habría después. Porque cubrieron la faz de toda la tierra, y la tierra se oscureció; y se comieron toda planta de la tierra y todo el fruto de los árboles que el granizo había dejado. Así que nada verde quedó en árbol o planta del campo por toda la tierra de Egipto."

Este juicio tan destructor que asoló a aquel país nos revela algunos detalles interesantes. Observemos que no apareció milagrosamente, como algunas de las otras plagas. Un viento oriental trajo a las langostas de otro lugar, posiblemente de Asia, donde vivían en grandes cantidades. El viento las impulsó a través de una gran extensión del desierto y debían encontrarse bastante hambrientas cuando llegaron al verde valle del río Nilo. Así que rápida y completamente despojaron a aquella zona de su vegetación.

La langosta es usada en las Sagradas Escrituras como un símbolo de juicio. Probablemente, una de las calamidades más grandes que el ser humano podría enfrentar sería una plaga de langostas. En el libro de Joel, en el Antiguo Testamento, el profeta describió una plaga de langostas en un pasado determinado, como un hecho histórico, y después predijo un juicio que aun es futuro para la humanidad. En el libro del Apocalipsis, en el Nuevo testamento, se menciona también una gran plaga de langostas que vendrá sobre la tierra. Estos grandes insectos probablemente tuvieron sobre aquel país de Egipto un efecto destructivo mayor que cualquiera de las plagas que anteriormente habían caído sobre aquella tierra. Leamos los versículos 16 al 20:

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"Entonces Faraón llamó apresuradamente a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra el Señor vuestro Dios y contra vosotros. Ahora pues, os ruego que perdonéis mi pecado sólo esta vez, y que roguéis al Señor vuestro Dios, para que quite de mí esta muerte. Y Moisés salió de la presencia de Faraón y oró al Señor. Y el Señor cambió el viento a un viento occidental muy fuerte que se llevó las langostas y las arrojó al mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el territorio de Egipto. Pero el Señor endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel."

Por segunda vez, Faraón admitió su culpa y pecado. (La primera vez había sido durante la plaga del granizo, en 9:31, como vimos en nuestro programa anterior) Y cabe observar también que Dios siguió un método en la manera sistemática y ordenada en que estaba enviando las plagas. Las primeras plagas fueron dirigidas contra los diferentes dioses, diosas e ídolos que infestaban a aquel país. Ahora Dios estaba comenzando a enviar las plagas en una forma en que producían una severa privación sobre las personas, obligándolas a luchar por su supervivencia. La plaga de langostas causaba seguramente esas penurias y el pueblo trató de convencer al Faraón de la extrema gravedad de la situación. Ello causó que éste, temporalmente, se arrepintiese. Pero sin embargo, tan pronto como la plaga fue removida, Faraón cambió de opinión y volvió a su postura original. Así que Dios iba a obligarle a permitir la liberación de los israelitas.

Pasemos a un nuevo párrafo en nuestra lectura, que nos describirá

La novena plaga: La oscuridad

Leamos los versículos 21 al 23:

"Entonces el Señor dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tinieblas tales que puedan palparse. Extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas en toda la tierra de Egipto por tres días. No se veían unos a otros, nadie se levantó de su lugar por tres días, pero todos los hijos de Israel tenían luz en sus moradas."

¿Has estado alguna vez en algún lugar donde la oscuridad era total y tan impenetrable que hasta parecía que se podía sentir o palpar? En una situación así, en el mejor de los casos permaneceríamos inmóviles aunque podríamos perder el control y ser presas del pánico. Fue esa inmensa negrura, una densa oscuridad la que cubrió como un manto al país de Egipto en pleno día. El juicio estaba dirigido contra Ra, el dios del sol. Dios intervino con la oscuridad contra aquel dios que ellos adoraban. El disco solar es el símbolo más conocido que utilizaban los egipcios, y que está presente en su obra artística. Por eso esta plaga ponía en evidencia la absoluta impotencia de aquel dios Ra y fue un

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milagro de Dios. Es interesante observar que los israelitas tenían luz en sus viviendas. Por cierto, Egipto, en el contexto Bíblico, es un símbolo del mundo como sisTema alejado de Dios. Aquí es oportuno recordar que, tal como lo registraba el Evangelio según Mateo 5:14, Jesús les dijo a sus discípulos "Vosotros sois la luz del mundo", es decir, que eran una luz que no debía esconderse, sino que tenía que ser vista por todos. Esa luz tenía dos funciones: indicar el camino vivo y verdadero, que es Jesucristo y, al mismo tiempo, pronunciar un juicio para los que no la poseen. Esta claro que esa luz procede de Dios e ilumina a los suyos. Esa luz es Dios mismo. En este sentido, el apóstol Juan escribió en su primera carta 1:5, "Dios es luz, y en El no hay tiniebla alguna".

Y los egipcios que vigilasen la región de Gosén al ver aquel resplandor, habrán podido decir, "el Dios de ellos es Luz, el nuestro, el dios Ra, no lo es". Y este milagro hizo que Faraón propusiese su cuarto compromiso, que fue el último que pretendió hacer antes de permitir que los israelitas saliesen del país.

El siguiente párrafo se refiere a

Las demandas del Señor para Israel

Leamos el versículo 24:

"Entonces llamó Faraón a Moisés y dijo: Id, servid al Señor; sólo que vuestras ovejas y vuestras vacadas queden aquí. Aun vuestros pequeños pueden ir con vosotros."

Podría pensarse que el dejar sus rebaños allí sería un compromiso que Moisés podría haber considerado aceptable para los israelitas. Faraón había llegado bastante lejos en hacer concesiones a Moisés y ésta, aparentemente, habría resultado apropiada. Pero Moisés no estuvo dispuesto a hacer concesiones que le llevasen a un compromiso con el enemigo de Dios, como nos cuentan los versículos 25 al 29:

"Pero Moisés dijo: Tú también tienes que darnos sacrificios y holocaustos para que los sacrifiquemos al Señor nuestro Dios. Por tanto, también nuestros ganados irán con nosotros; ni una pezuña quedará atrás; porque de ellos tomaremos para servir al Señor nuestro Dios. Y nosotros mismos no sabemos con qué hemos de servir al Señor hasta que lleguemos allá. Pero el Señor endureció el corazón de Faraón, y éste no quiso dejarlos ir. Entonces Faraón dijo a Moisés: ¡Apártate de mí! Guárdate de no

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volver a ver mi rostro, porque el día en que veas mi rostro morirás. Y Moisés respondió: Bien has dicho, no volveré a ver tu rostro."

Llegamos así a

Exodo 11:1-10

Tema: Dios dio instrucciones a los israelitas para que pidiesen a sus vecinos egipcios objetos de oro y plata como pago por los años de arduo trabajo sin recibir sueldos; se amenazó con la muerte de los hijos mayores de las familias egipcias, si no se permitiese salir a los israelitas; se anunció el pronóstico de la "gran lamentación" que resonaría en Egipto si los egipcios daban lugar a que esa plaga viniese sobre ellos.

En primer lugar, destacaremos algunas

Observaciones

Este es el capítulo final de esta sección que trata sobre el conflicto con Faraón. La muerte de los hijos mayores fue el acto final del juicio sobre Egipto antes de que los israelitas fuesen liberados de la esclavitud. Para aquel entonces Faraón tendría que haber aprendido que era inútil implicarse en un conflicto con Dios. Dios había sido paciente, dispuesto a perdonar, pero tenía que hacer comprender a Faraón que había llegado el momento de que los israelitas saliesen de Egipto. Todo el país se inclinaba instintivamente, quizás, a tomar partido a favor de Faraón, en su conflicto con Dios, y El tenía que asestar un golpe final sobre Egipto en Su intento de enseñarles las lecciones que aun necesitaban aprender.

Leamos el párrafo que narra como

Los israelitas pidieron las joyas de los egipcios

Leamos, pues, los versículos 1 al 3:

"Y el Señor dijo a Moisés: Una plaga más traeré sobre Faraón y sobre Egipto, después de la cual os dejará ir de aquí. Cuando os deje ir, ciertamente os echará de aquí completamente. Di ahora al pueblo

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que cada hombre pida a su vecino y cada mujer a su vecina objetos de plata y objetos de oro. Y el Señor hizo que el pueblo se ganara el favor de los egipcios. Además el mismo Moisés era muy estimado en la tierra de Egipto, tanto a los ojos de los siervos de Faraón como a los ojos del pueblo."

La idea expresada en estos versículos era que Dios les permitió a los israelitas que fuesen compensados por los sueldos atrasados, pues habían trabajado por muchos años como esclavos sin haber recibido ningún pago por su trabajo. De esa manera recuperarían su dinero. Por ello se dirigieron a sus vecinos para pedirles lo que se les debía. Y el Señor hizo que obtuviesen el favor de los Egipcios, siendo bien recibidos por ellos, que les trataron bien, pagándoles con agrado lo que era justo.

El último párrafo de este breve capítulo relata como

Los hijos mayores de Egipto fueron amenazados de muerte

Leamos los versículos 4 al 10:

"Y Moisés dijo: Así dice el Señor: "Como a medianoche yo pasaré por toda la tierra de Egipto, y morirá todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está detrás del molino; también todo primogénito del ganado. Y habrá gran clamor en toda la tierra de Egipto, como nunca antes lo ha habido y como nunca más lo habrá. Pero a ninguno de los hijos de Israel ni siquiera un perro le ladrará, ni a hombre ni a animal, para que entendáis cómo el Señor hace distinción entre Egipto e Israel. Y descenderán a mí todos estos tus siervos y se inclinarán ante mí, diciendo: Sal, tú y todo el pueblo que te sigue; y después de esto yo saldré. Y Moisés salió ardiendo en ira de la presencia de Faraón. Entonces el Señor dijo a Moisés: Faraón no os escuchará, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto. Y Moisés y Aarón hicieron todas estas maravillas en presencia de Faraón; con todo, el Señor endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó salir de su tierra a los hijos de Israel."

Ahora bien, los hijos mayores de las familias y de los animales, pertenecían a los dioses de Egipto. Y el Señor Dios reclamaría los primeros frutos que les correspondían a los dioses egipcios. Iba a demostrar que había una diferencia entre aquellos israelitas y egipcios. La diferencia no consistía en el ángel de la muerte que pasaría por las zonas de Egipto y la región de Gosén, ni tampoco en el hecho de que unos fuesen de raza judía y los otros no. La diferencia se basaba en la sangre del cordero colocada sobre los marcos de las puertas de las casas. Toda vivienda protegida por la sangre no sería tocada por el ángel de la muerte. Este sería el comienzo de la más antigua fiesta de los

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judíos: la fiesta de la Pascua. Y la Pascua fue una de las más elocuentes figuras del Señor Jesucristo registradas en el Antiguo Testamento. El último versículo es un breve resumen del capítulo anterior en el que, en efecto, vimos que Moisés y Aaròn realizaron milagros y prodigios de parte de Dios. Sin embargo Faraón se obstinó en no permitir la salida de los israelitas.

En nuestro estudio de hoy hemos considerado aquella impresionante plaga de la oscuridad, en la que Dios quiso demostrar Su poder al dirigir su ataque a las fuerzas de la idolatría, el fanatismo y la superstición de aquel pueblo, personificadas en el ídolo que habían construido para honrar y adorar a su dios del sol. Mirando a nuestro tiempo, a pesar del resplandor transitorio de muchos logros humanos, podemos percibir cómo una densa oscuridad espiritual ha invadido la mente de muchas personas. Hoy hemos visto uno de los juicios de Dios sobre aquella generación. Cabe recordar aquí que el Evangelio según Juan, en 3:19, declaraba que

"Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas."

Hemos leído que Dios manifestó a aquellos pueblos, a los egipcios y a los israelitas, Su poder para vencer a los poderes de la oscuridad. La Biblia declara que Dios es luz, y El se acerca hoy a tu vida para liberarte de toda oscuridad. Estimado oyente, te invito a contemplar la luz que puede invadir todos los rincones de tu vida, para salvarte y para transformarte. No se trata de una invitación mía, porque no es una invitación humana. Solo te transmito la invitación de Jesús que es, indudablemente, una buena noticia. Porque cuando Jesucristo vino a esta tierra pronunció las siguientes palabras escritas en el Evangelio de Juan, capítulos 12:46 y 8:12:

"Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas. Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida."