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LA ETICA Y EL INCIO DE LA VIDA Muchas veces, en la práctica de la medicina se nos plantea esta pregunta: ¿en qué momento nos damos cuenta de que estamos frente a un dilema ético? En el caso de los profesionales de la medicina, siempre nos encontramos frente a un dilema ético en la relación médico paciente. Siempre que haya una acción del hombre sobre el hombre, podemos decir que estamos frente a un dilema ético. Si esto llega a ser un conflicto ético, dependerá de cómo actúa el médico y cuáles son las necesidades del paciente. El médico debe tener conciencia de ello. Por un lado, realiza un acto científico pero también es un acto moral, porque toma acciones en forma libre y racional, eligiendo con el paciente lo que se considera la mejor opción. Si uno es respetuoso con el paciente, viéndolo como persona en forma integral, no habrá dilema ético o conflicto ético que no pueda resolverse. ¿Entonces, cuándo podemos decir que se genera un conflicto ético? El problema se genera cuando se pone en juego la dignidad e integridad de la persona o surge un conflicto de intereses. Por ejemplo, hay situaciones donde se debe recetar un medicamento. El medicamento A es muy bueno y de bajo precio y, el medicamento B, que me financia un laboratorio, es igual pero de mayor precio. Prescribo el medicamento A por una intención diferente a la intención con la que prescribo el B. Si prescribo el medicamento B puedo decir que no estoy poniendo en riesgo la integridad del paciente y si ambos los cubre su seguro no habrá un problema de precio. Pero sí hay un conflicto de intereses para el médico. Además, en la industria farmacéutica, si prescribo el medicamento B, a la larga se hace un daño a la sociedad porque el medicamento siempre tendrá un precio alto porque se paga a los médicos para que lo prescriban. Cuando se refieren a dilemas éticos al inicio de la vida, inmediatamente se relaciona el tema con el aborto. ¿Qué otras prácticas de la medicina actual han generado controversia y preocupación? El aborto es muy evidente porque hay un mal moral severo al quitar la vida a una persona inocente que no tiene manera de defenderse. En el resto de prácticas, indirectamente intervienen muchos aspectos: cuándo uno define que la vida humana inicia, desde cuándo se debe respetar la vida humana moralmente y si se prevalecen los intereses de los padres sobre los intereses de los niños por nacer. Hoy hay situaciones como la selección de embriones por características genéticas de salud, por ejemplo, enfermedades. Una nota publicada del John Hopkins Hospital, dice que el 3% de los diagnósticos pre-implantatarios o selección embrionaria, son para buscar enfermedades que generan algún tipo de discapacidad

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LA ETICA Y EL INCIO DE LA VIDA

Muchas veces, en la práctica de la medicina se nos plantea esta pregunta: ¿en qué momento nos damos cuenta de que estamos frente a un dilema ético? En el caso de los profesionales de la medicina, siempre nos encontramos frente a un dilema ético en la relación médico paciente. Siempre que haya una acción del hombre sobre el hombre, podemos decir que estamos frente a un dilema ético. Si esto llega a ser un conflicto ético, dependerá de cómo actúa el médico y cuáles son las necesidades del paciente.

El médico debe tener conciencia de ello. Por un lado, realiza un acto científico pero también es un acto moral, porque toma acciones en forma libre y racional, eligiendo con el paciente lo que se considera la mejor opción.

Si uno es respetuoso con el paciente, viéndolo como persona en forma integral, no habrá dilema ético o conflicto ético que no pueda resolverse.

¿Entonces, cuándo podemos decir que se genera un conflicto ético?

El problema se genera cuando se pone en juego la dignidad e integridad de la persona o surge un conflicto de intereses.

Por ejemplo, hay situaciones donde se debe recetar un medicamento. El medicamento A es muy bueno y de bajo precio y, el medicamento B, que me financia un laboratorio, es igual pero de mayor precio.

Prescribo el medicamento A por una intención diferente a la intención con la que prescribo el B.

Si prescribo el medicamento B puedo decir que no estoy poniendo en riesgo la integridad del paciente y si ambos los cubre su seguro no habrá un problema de precio. Pero sí hay un conflicto de intereses para el médico.

Además, en la industria farmacéutica, si prescribo el medicamento B, a la larga se hace un daño a la sociedad porque el medicamento siempre tendrá un precio alto porque se paga a los médicos para que lo prescriban.

Cuando se refieren a dilemas éticos al inicio de la vida, inmediatamente se relaciona el tema con el aborto. ¿Qué otras prácticas de la medicina actual han generado controversia y preocupación?

El aborto es muy evidente porque hay un mal moral severo al quitar la vida a una persona inocente que no tiene manera de defenderse.

En el resto de prácticas, indirectamente intervienen muchos aspectos: cuándo uno define que la vida humana inicia, desde cuándo se debe respetar la vida humana moralmente y si se prevalecen los intereses de los padres sobre los intereses de los niños por nacer.

Hoy hay situaciones como la selección de embriones por características genéticas de salud, por ejemplo, enfermedades. Una nota publicada del John Hopkins Hospital, dice que el 3% de los diagnósticos pre-implantatarios o selección embrionaria, son para buscar enfermedades que generan algún tipo de discapacidad en el recién nacido. Los padres piden que se seleccionen hijos con la misma discapacidad que ellos tienen, para tener una mayor conexión.

La selección embrionaria por sexo también es muy común. En China y la India, por ejemplo, nacen 120 varones cada 100 mujeres. En el 2008, se publicó una revista completa de “Prenatal Daignosis” que abordaba este tema, donde investigadores chinos comentan que esta situación está llevando a secuestros de niñas chinas que viven en zonas rurales para casarlas o prostituirlas.

La mayoría de estas discusiones parten de desacuerdos sobre cuándo inicia la vida humana. ¿Cuáles son las posturas más difundidas?

Hay varias. Está la posición que contempla el Personalismo ontológico que considera que el inicio de la vida es el mismo momento de la fecundación cuando se unen las dos membranas, del óvulo y el espermatozoide, porque ya se desencadenan en ese momento cambios químicos específicos en la cadena de activación y desactivación de genes, que es propia del embrión y no ocurre en otro momento de la vida. Entonces un nuevo ser comienza su vida. Es  el mismo ser que se va desarrollando en distintas etapas, por ello requiere el mismo respeto que merece la vida humana adulta.

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Otras posturas indican que desde el momento en que se produce la primera división celular; otros desde el día 14 que es cuando se desarrolla una estructura llamada la línea primitiva, que va a formar las tres capas de tejido embrionario. Otros consideran que desde que se implanta en el útero materno, o desde que empieza a latir el corazón, o desde la semana 20 o 24. En países como España, se permite el aborto hasta la semana 24 sin causa que lo justifique y después de la semana 24 también, si tiene alguna enfermedad genética.

Estas definiciones se acomodan a características circunstanciales del embrión, como su edad, su desarrollo, sus capacidades, pero no a características intrínsecas de la naturaleza del embrión humano.

Según su punto de vista, ¿cuál es la correcta?

Sin duda, la nueva vida humana inicia en el momento de la fecundación. Y esto se ve en cualquier artículo científico, desde el punto de vista biológico el concepto de inicio de la vida es muy claro.

 Ahora, hay corrientes que dicen que el ser humano y la persona no son lo mismo. Un autor (John Harris), filósofo dice que el ser humano, transcurre en varias etapas: inicia como pre-persona y se convierte en persona cuando adquieren capacidades como la razón, la conciencia de sí mismo, la valoración de su ser, la sociabilidad. Y cuando pierde estas capacidades pasa a ser una ex-persona.

Para las pre-personas y las ex-personas se tiene un deber de beneficencia, de elegir qué es mejor para ellos, y lo hace la sociedad y la persona que esté a cargo legalmente.

En el caso de las personas, hay que respetar su autonomía moral.

Esto se ve mucho en países como Estados Unidos, Europa, países sajones, Cuba, países donde están autorizados el aborto y la eutanasia. Donde el aborto es aplicable para las pre- personas y la eutanasia para las ex-personas.

A través de los años y con los avances de la ciencia, la calidad de vida de muchos ha mejorado. Sin embargo, las discusiones sobre determinadas prácticas también se han incrementado ¿Considera que las nuevas tecnologías no son siempre beneficiosas para la sociedad?

Sí, son beneficiosas pero depende de cómo se utilicen.

A veces las tecnologías ayudan a lograr maravillas, por ejemplo para diagnósticos de cáncer: conocer el genoma de la célula cancerosa con mayor posibilidad de hacer metástasis, identificarla y descubrir sus puntos débiles para destruirla. Pero, con la misma tecnología se puede seleccionar por sexo y matar a los niños o niñas por nacer, dependiendo del interés de los padres. Entonces hay muchos conflictos donde se centran más en los intereses del padre que en los del niño por nacer. En este caso, no es la tecnología la que ha generado el daño si no la forma cómo se ha usado.

Esto pasa cuando se valoriza más la calidad de vida sobre la sacralidad de la vida. La calidad de vida cambia dependiendo de la época en la que estamos, pero el concepto de sacralidad mantiene invariable, depende de la dignidad que tiene la vida en y por sí misma. El problema es que en muchos casos se le da más importancia a la calidad de vida que a sacralidad.

¿Qué se debe tener en cuenta para no perder el sentido de la medicina?

Recordar que el acto médico es un acto moral indiscutiblemente y que debe estar centrado en el bien de la persona, en el respeto por la dignidad de la persona humana.

EL DERECHO A LA VIDA

El derecho a la vida es el derecho que se reconoce a cualquier ser humano que le protege de ser privado de la vida por terceros, el derecho usualmente se reconoce por el simple hecho de estar vivo; se considera un derecho fundamental de la persona, y es recogido no sólo entre los derechos del hombre sino la abrumadora mayoría de legislaciones de forma explícita.1

Jurídicamente la noción de vida involucra varios aspectos; la vida humana en sus formas corporales y psíquicas, la vida social de las personas por medio de la cual estos realizan obras en común y la vida de la

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naturaleza que relaciona a los seres humanos con las demás especies vivientes. Entonces cuando este derecho es regulado son tomados en cuenta estos tres aspectos que, aunque están divididos, se toman como un todo al momento de ser reguladas, es decir, el correcto cumplimiento de estos tres puntos dentro de lo que representa el respeto por este derecho hacen que el ser humano no solo sobreviva (que tenga funciones vitales, sino que viva plenamente, que sugiera una integridad).

Entre los derechos del hombre, sin duda el más importante es el derecho a la vida, pues es la razón de ser de los demás, ya que no tendría sentido garantizar la propiedad, la religión o la cultura, si el sujeto al que se los concede está muerto. Integra la categoría de derechos civiles, y de primera generación, y está reconocido en numerosos tratados internacionales: la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, la Convención sobre los Derechos del Niño, el Pacto de San José de Costa Rica, la Convención para la Sanción del Delito de Genocidio, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, y la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas y Degradantes.

La protección a la vida no solo trata de impedir la muerte de una persona, sino toda forma de mal trato, que haga su vida indigna, matándolo de a poco, o haciendo de su vida un martirio. Así atentan contra la vida, el genocidio (actos destructivos de un grupo por su nacionalidad, religión, raza o etnia) la desaparición forzada de personas (práctica usual entre los gobiernos que ejercen terrorismo de estado, para secuestrar a sus enemigos políticos, torturarlos y muchas veces, matarlos) la esclavitud, las torturas, la fabricación de armas nucleares, y los malos tratos.2

El derecho a la vida está plasmado en el artículo 3.° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

"Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona".

El artículo XXX , que cierra la Declaración de los Derechos Humanos, también dice:  " nada en la presente Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho al Estado, a un grupo o a una persona para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendentes a la supresión de cualesquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración

Situación internacional

Excepciones

Existen muchas situaciones en las que el Estado puede quitar la vida a las personas sin infringir las leyes internacionales de los derechos humanos. En algunos casos, estas excepciones se basan en la premisa de que el uso de la violencia usada en defensa propia es justificada. Algunos ejemplos comprenden:

Pena de muerte Conflictos bélicos Defensa propia Eutanasia y suicidio, en las que la persona toma la decisión de acabar con su propia vida

La existencia de excepciones, sean legales o no, plantea consideraciones éticas y morales controvertidas en relación con el derecho a la vida, en las que diversos grupos toman posiciones distintas respecto de si cada excepción es contraria a este derecho.

Provocar la muerte de un condenado por parte del Estado, como castigo por un delito establecido en la legislación; los delitos a los cuales se aplica esta sanción penal suelen denominarse “crímenes” o “delitos capitales”. La pena de muerte sigue siendo legal y practicada en varios países alrededor del mundo. Algunos países han prohibido la pena de muerte exceptuando los casos más extremos como por ejemplo los crímenes cometidos durante la guerra. Otros países aunque no han prohibido la pena de muerte, son en la práctica (de facto), abolicionistas, al no sentenciar a muerte a los delincuentes.

El derecho busca la protección del derecho a la vida, tanto como en situaciones de guerra como en periodos pacíficos. En la actualidad, el genocidio, la desaparición forzada de personas, la esclavitud, etc; son considerados delitos que atentan contra el derecho a la vida.4

Países con pena de muerte.

De los 191 países miembros de la ONU, 3 mantienen la pena de muerte:

Estados Unidos. China. Arabia Saudí.

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Situaciones de conflicto armado

El derecho internacional no prohíbe todos los tipos de violencia y guerra. El derecho a la vida en dichas situaciones no es absoluto. El derecho internacional humanitario busca imponer restricciones en la manera en que la violencia puede ser usada en tiempos de conflicto. Ciertas categorías de personas, civiles o combatientes que han dejado las armas o estén heridos, se consideran protegidos. El derecho a la vida en estas categorías es sostenido y puede ser violado por ejemplo, con bombardeos indiscriminados, o la ejecución deliberada, o negando el acceso a la comida, agua o medicinas.

Derecho de no expulsión o devolución (non-refoulement)

El derecho de las personas a no ser regresados por la fuerza a países donde sus vidas puedan estar en peligro está protegido en ciertas situaciones, este derecho también es conocido como el derecho de no-expulsión o devolución (non-refoulement).

Derecho a la supervivencia

Cuando hablamos de niños, el derecho a la vida con frecuencia significa el derecho a la supervivencia. Las leyes de los derechos humanos prohíben la aplicación de la pena de muerte en niños. Sin embargo, los tratados de derechos infantiles imponen a los países la obligación de cumplir con las necesidades básicas del niño en términos de nutrición, salud, comida, refugio, etc., para permitir la supervivencia del niño.

Situación de la Iglesia católica

La Iglesia católica defiende el derecho a la vida de todo ser humano desde su concepción hasta su muerte natural, por lo que es contraria al aborto, el suicidio, la pena de muerte (si hay recursos para garantizar la seguridad civil sin recurrir a ella), el asesinato, la eutanasia, etc. De hecho, la doctrina de la Iglesia católica sobre la eutanasia puede resumirse en los siguientes puntos:

1. Jamás es lícito matar a un paciente, ni siquiera para no verle sufrir o no hacerle sufrir, aunque él lo pidiera expresamente. Ni el paciente, ni los médicos, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona.

2. No es lícita la acción que por su naturaleza provoca directa o intencionalmente la muerte de un paciente.

3. No es lícito omitir una prestación debida normalmente a un paciente, sin la cual va irremisiblemente a la muerte: por ejemplo, los cuidados vitales (alimentación por tubo y remedios terapéuticos normales) debidos a todo paciente, aunque sufra un mal incurable o esté en fase terminal o en coma irreversible.

4. No es lícito rehusar o renunciar a cuidados y tratamientos posibles y disponibles cuando se sabe que resultan eficaces, aunque sea sólo parcialmente.

5. Es lícito suministrar narcóticos y analgésicos que alivien el dolor, aunque atenúen la consciencia y provoquen de modo secundario un acortamiento de la vida del paciente.

6. Las personas minusválidas o con malformaciones tienen los mismos derechos que las demás personas, concretamente, en lo que se refiere a recepción de tratamiento terapéutico.

7. El Estado no puede atribuirse el derecho de legalizar la eutanasia, pues la vida del inocente es un bien que supera el poder de disposición, tanto del individuo como del Estado.

8. La eutanasia es un crimen contra la vida humana y contra la ley divina, del que se hacen responsables todos los que intervienen en la decisión y ejecución del acto.

Instrumentos regionales e internacionales para la protección y promoción.

Los instrumentos jurídicos internacionales toman la forma de tratados (también conocidos como acuerdos, convenios o protocolos) que obligan a los Estados contratantes. Cuando se termina de negociar, el texto de un tratado tiene el carácter de auténtico y definitivo, para lo cual los representantes de los Estados lo firman y ratifican. Especial importancia en la abolición de la pena de muerte tienen el Protocolo nº 6 y el Protocolo nº 13 a la Convención Europea de Derechos Humanos aprobados en el seno del Consejo de Europa.

Los contratos obligatorios pueden ser usados para forzar a los gobiernos a cumplir las provisiones en los tratados relevantes para los derechos humanos. Los instrumentos no obligatorios, como son las declaraciones y resoluciones, pueden ser usadas en situaciones relevantes para avergonzar a los gobiernos con publicidad negativa; Los gobiernos, en consecuencia, si desean proteger su imagen internacional adaptaran eventualmente sus políticas

EL PROBLEMA DEL ABORTO.

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La consideración ética de lo que llamamos aborto y también interrupción voluntaria del embarazo viene dada por los dos aspectos de lo que en la realidad ocurre:

1. la mujer está embarazada, y deja de estar embarazada2. el embrión o feto que la mujer lleva en su seno muere.

Excluir una de las dos, independientemente de la valoración que se le dé, supone un error en la valoración ética de lo que se lleva a cabo. De hecho en la sociedad se suele utilizar uno de los dos términos según el aspecto que se quiera remarcar: el hecho de interrumpir el embarazo, o de abortar. No parece encontrarse un término que abarque simultáneamente las dos realidades.

En la secuencia biológica de los hechos, lo primero que nos encontramos es que la presencia del embrión o feto, produce que la mujer esté embarazada, lo segundo el reconocimiento del embarazo, a continuación la decisión de acabar con él, y para ello acabar con la vida de ese feto. Por tanto también bajo el aspecto lógico hay que considerar que producir el aborto tiene como fin interrumpir el embarazo.

Además, en el tema del aborto, existen prejuicios -en el sentido de juicios previos al tema-, que se deben tener en cuenta.

1. El primero es la anuencia legal con la que cuenta en muchos países [1]El estar extendido por muchos lugares puede lleva a concluir con que se trata de una situación normal y, por tanto, que es supérfluo debatir sobre su eticidad.

2. Otro punto a tener en cuenta es el planteamiento de relegar este tema al ámbito de las creencias –de lo religioso-, que por ser de ámbito subjetivo no puede salir a la palestra de lo social. Independientemente de que las religiones tomen una posición, parece que el tema de la vida forma parte de los objetivos del bien común que se plantea cualquier sociedad.

3. La participación en la decisión de legalizar o no el aborto es evidente que debe llevarse a cabo en el ámbito democrático, y con el respeto que cada persona merece, y en un ámbito de tolerancia.

Para ordenar los diversos aspectos con valencia ética que surgen en el ámbito del aborto hemos hecho cuatro apartados:

La expresión “interrupción voluntaria del embarazo”[2], se ajusta a uno de los dos focos éticos que deben considerarse al estudiar el aborto. En concreto a que hay una persona que sufre el proceso del embarazo, y que puede llevarlo:

por decisión propia: porque ha decidido quedarse embarazada, y así ha sido. A veces se decide pero después no se produce;

por comportamientos propios: no se había planteado quedarse embarazada, pero por las relaciones sexuales que sí que ha decidido llevar a cabo, resulta que inesperadamente se queda embarazada. Aquí hay que contemplar también el caso de quedarse embarazada por “fallo”, bien sea por pensar que estaba en un día no fértil, como porque los medios que ha utilizado contra la concepción han fallado;

contra la voluntad y sin poner actos propios, como es el caso de una agresión sexual, que –aunque sea en una proporción muy baja- puede producir el embarazo.

En cualquiera de los casos, si sólo se considera el aspecto del embarazo como situación sufrida por una persona, se podría afirmar, apoyándose en el respeto a la autonomía de la persona, la capacidad de cada mujer para decidir si sigue adelante o no con el proceso del embarazo.

De hecho parece que, en los casos de embarazo no deseado, o no fácilmente aceptado, esta suele ser la consideración principal: se ha producido un problema, que se desea resolver cuando antes. El modo de resolución es parando el embarazo. Se trata de decisiones que se toman con cierta urgencia, movidos por el deseo de resolver el problema que se ha presentado ya que puede afectar de forma importante a diversos aspectos de la vida de la persona: estético, de relación de pareja, económico, profesional, etc.

La multiplicación de las dificultades puede empujar a tomar decisiones con poca deliberación, y sin considerar los problemas que pueden surgir para la misma persona por el hecho de interrumpir el embarazo. Es especialmente importante que se suministre la suficiente información para que el consentimiento realmente sea informado. No debería dejar de informase de los efectos secundarios de

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tipo médico, y psicológico que se pueden producir La irreparabilidad de la decisión tomada, acentúa la importancia de que se procure un ambiente adecuado para que el consentimiento se pueda ejercer con el mínimo de coacciones psicológicas.

La interrupción voluntaria del embarazo es una acción que no se ejecuta primariamente sobre la embarazada, sino de forma directa sobre el feto y sólo transeuntemente sobre la embarazada. Es decir, no se deja de estar embarazada sino mediante la producción de la muerte del feto. Esta es la primera acción que se lleva a cabo aunque lo que se quiera finalmente es detener el embarazo. Por ello no se puede valorar éticamente el hecho y la utilidad de poner fin al embarazo, sin considerar el valor ético de la muerte del feto, es decir del aborto.

La expresión "con mi cuerpo hago lo que quiero"[, aunque utilizada en algunas ocasiones, no es correcta desde el punto de vista biológico, y por tanto ético. Relacionar el aborto con la disponibilidad que una persona puede tener respecto a órganos o partes de su propio cuerpo, no parece tener un fundamente ético, por carecer de fundamento biológico.

Independientemente de lo que se pueda pensar sobre el carácter personal, o el valor de dignidad que tenga el feto, es evidente que se trata de individualidades biológicamente distintas la madre y el hijo.

El núcleo de la cuestión ética podría plantearse de una forma sencilla y sintética:

Acabar con la vida de un ser humano en el feto materno hoy es legal. Matar a un niño no lo es. Por tanto cualquier defensor del aborto, que quiera defender este comportamiento de una forma

racional y humana, debe demostrar por qué es distinto, desde el punto de vista biológico o ético, matar a un feto en las últimas semanas del embarazo y matar a un niño [6].

Respecto a la realidad biológica individual, hay que decir, que las discusiones que se han dado con referencia al embrión preimplantatorio, han tenido como efecto indirecto que el campo de discusión sobre si estamos o no ante una realidad biológica individual, se ha restringido a los 14 primeros días de su existencia, o al período previo a la implantación. No parece que haya discusiones razonables acerca de la individualidad del embrión implantado o del feto.

Respecto a la realidad ética del aborto suelen plantearse dos posturas:

1. Los que hacen una opción “pro vida”, entienden que el ser humano es un todo único, y que debe ser respetada su vida desde que empieza, con la concepción, hasta su finalización natural. Que en algún momento pueda no poder expresar algunas de las características más plenamente humanas por falta de desarrollo de órganos corporales, no cambia lo que ya se es. No hay un cambio de quién es uno desde el primer momento en que empieza su vida. Para estas personas el aborto siempre será un mal ético

2. Los que admiten la posibilidad del aborto defienden que el ejercicio de algunas de estas características es clave para reconocer la intangibilidad de esa vida o no. Para estas personas, el aborto en ocasiones será un mal, y en otras un bien.

El problema que se plantea en este segundo posicionamiento es que no es posible hablar de una gradación en la intangibilidad de la vida. Es decir, no puede darse que una vida humana sea más o menos intangible, en función de otro, porque eso ya es no reconocerle la dignidad que exige ser tratado como un fin y no como un medio. Por tanto estos deberían establecer muy claramente cuál es la característica o el conjunto de características que se deben fijar para que haya obligación de respetar siempre esa vida humana.

Algunos autores soslayan este problema haciendo razonamientos de tipo utilitarista o consecuencialista. Peter Singer, su principal representante, afirma que la fuente de derechos en el ser humano a la que hay que referirse es:a sus características relacionadas con la ética. Algunas de éstas son inherentes a la naturaleza del ser, entre las que se incluyen, la conciencia, la capacidad para interactuar física, social y mentalmente con otros seres, el preferir conscientemente seguir con vida y el tener experiencias agradables. Otros aspectos pertinentes dependen de la relación del ser con los demás, por ejemplo, tener parientes que llorarán tu muerte o estar tan situado en un grupo que, si te matan, los demás temerán por sus vidas.

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Pocas personas defienden que el hecho del nacimiento –al que se suele dar tanto valor jurídico- pueda ser una referencia ética sobre el valor del individuo. En efecto, no se ve muy bien cómo puede cambiar tanto lo que uno es, por el hecho de nacer, cuando el parto podría haberse adelantado, o ser prematuro. Esta dificultad se agrava porque con el progreso de la medicina neonatal cada vez están sobreviviendo niños que nacen con menos semanas de embarazo, con lo cual la pretensión de fijar una frontera en la posibilidad de supervivencia tras el nacimiento se va adelantando. Algún autor, sin embargo, sí que le da una importancia capital, porque entiende que con el nacimiento es posible respetar los derechos del recién nacido, sean cuales sean, sin que entren en conflicto con los de la madre.