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 EUGENE BARDACH PROBLEMAS DE LA DEFINICIÓN DE PROBLEMAS EN EL ANÁLISIS DE POLÍTICAS PÚBLICAS:  1) Cuando la defini ci ón del  problema es realmente la parte más ardua: Podemos ignorar cuál sea la mejor la solución a determinado problema, pero obviamente las oportunidades de encontrarla disminuyen si la solución, además de atender a determinado problema, incluyen también recomendaciones varias para resolver otros problemas. El término técnico con el que se denomina esta dificultad es “suboptimización”. En efecto, siempre es posible encontrar la óptima local y perder de vista el óptimo global, con la consecuencia de que cada paso que se dé para alcanzar el primer óptimo nos alejará de alcanzar el óptimo global. El analista busca evitar, tanto como sea posible, las trampas intelectuales de la suboptimización, aún en el caso de problemas sin restricciones políticas y organizacionales. Por desgracia, no es algo sencillo porque, por lo general, el problema forma parte de por lo menos tres o cuatro sistemas de acción más amplios y más importantes. La dificultad de evitar la suboptimización inadecuada radica en la misma magnitud y complejidad del mundo. 2) Evaluación de los sentimientos ciudadanos: En su mayoría, la materia prima de los problemas de política se originan en los sentimientos de aflicción, descontento, molestia e infelicidad de alguna parte de la ciudadanía. Y esta materia prima sigue siendo propiedad de los que la originan y viven, independientemente de la elaboración mental que realice el analista. Por consiguiente, u paso a cumplir regularmente en el proceso de elaboración mental debería ser la estimación de la extensión, la intensidad y calidad de los sentimientos de la gente sobre la condición o situación de vida que les afecta. Indudablemente existen muchas dificultades para llevar a cabo esta apreciación. No obstante, articular la definición de problemas con lo que la ciudadanía define como problemas parece ser un requisito irremplazable de las democracias. Mientras los procedimientos usuales de costo-beneficio intentan calcular las utilidades y desutilidades que se seguirían de una política, el principio democrático de definición de problemas exige tomar también en consideración las satisfacciones e insatisfacciones previas a la formulación de las políticas. 3) Desempaque de los asuntos: Si los problemas tienen su origen en sentimientos, hay que preguntarse hacia dónde se inclinan y en donde operan. La condición o situación que afecta a los ciudadanos es, de laguna manera, la causa de la incomodidad, que es a su vez la materia prima del problema. Pero la causalidad es elusiva. En general, una “cuestión” denota discrepancia de opinión sobre cuáles son los remedios apropiados al problema y cuáles los factores causales en a raíz del problema. Así, una cuestión, raramente se define o se percibe exactamente de la misma manera como la definen o la perciben quienes participan en el diálogo político con el fin de encontrarle una respuest a. Por lo que es altamente deseable que la búsqueda de remedios no esté innecesariamente impregnada de explicaciones o prescripciones implícitas que se hayan colado de contrabando en la definición del “problema ”. La definición del  problema debe ser tan sobria e imparcial como sea posible. Entonces, la primera tarea del analista es “desempacar el asunto”, o sea, tirar por la borda los subrepticios elementos causales y prescriptivos e identificar los sentimientos de malestar, incomodidad, etc que constituyen “el problema o los problemas”. La operación de “desempacar las cuestiones” pone al analista y al ciudadano en desacuerdo respecto al uso de lenguaje. El analista frecuentemente desea utilizar definiciones de problemas más precisas y prescindir de aquellas que la retórica atribuye a las cuestiones. Al proceder a desempacarlas, desatará tensiones en las opiniones estrictamente analíticas sobre las relaciones causa-efecto. La definición popular del asunto puede suponer que X sea la causa del problema Y, o que Z sea la solución del problema: pero, estas son cuestiones ante las que el analista debe permanecer escéptico, por lo menos provisionalmente. 4) La legiti mación de los problema s: No todos los problemas en el sentido de insatisfacción de los ciudadanos, pueden o deben ser de la incumbencia del gobierno. Hay problemas que el gobierno no puede ni debe tocar. Sin embargo, cuando se trata de casos específicos hay margen para muchas inconformidades legítimas, algunas de las cuales son suficientemente profundas y razonadas, como para calificarlas de “ideológicas”. Los analistas de políticas profesan diferentes EUGENE_BARDACH_yo.doc  1

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EUGENE BARDACHPROBLEMAS DE LA DEFINICIÓN DE PROBLEMAS EN EL ANÁLISIS DE POLÍTICAS PÚBLICAS:

1) Cuando la definición del problema es realmente la parte más ardua:Podemos ignorar cuál sea la mejor la solución a determinado problema, pero obviamente las oportunidades deencontrarla disminuyen si la solución, además de atender a determinado problema, incluyen tambiénrecomendaciones varias para resolver otros problemas. El término técnico con el que se denomina esta dificultad

es “suboptimización”. En efecto, siempre es posible encontrar la óptima local y perder de vista el óptimo global,con la consecuencia de que cada paso que se dé para alcanzar el primer óptimo nos alejará de alcanzar el óptimoglobal. El analista busca evitar, tanto como sea posible, las trampas intelectuales de la suboptimización, aún en elcaso de problemas sin restricciones políticas y organizacionales. Por desgracia, no es algo sencillo porque, por logeneral, el problema forma parte de por lo menos tres o cuatro sistemas de acción más amplios y másimportantes.La dificultad de evitar la suboptimización inadecuada radica en la misma magnitud y complejidad del mundo.

2) Evaluación de los sentimientos ciudadanos:En su mayoría, la materia prima de los problemas de política se originan en los sentimientos de aflicción,descontento, molestia e infelicidad de alguna parte de la ciudadanía. Y esta materia prima sigue siendo propiedad

de los que la originan y viven, independientemente de la elaboración mental que realice el analista. Porconsiguiente, u paso a cumplir regularmente en el proceso de elaboración mental debería ser la estimación de laextensión, la intensidad y calidad de los sentimientos de la gente sobre la condición o situación de vida que lesafecta.Indudablemente existen muchas dificultades para llevar a cabo esta apreciación. No obstante, articular ladefinición de problemas con lo que la ciudadanía define como problemas parece ser un requisito irremplazable delas democracias.Mientras los procedimientos usuales de costo-beneficio intentan calcular las utilidades y desutilidades que seseguirían de una política, el principio democrático de definición de problemas exige tomar también enconsideración las satisfacciones e insatisfacciones previas a la formulación de las políticas.

3) Desempaque de los asuntos:Si los problemas tienen su origen en sentimientos, hay que preguntarse hacia dónde se inclinan y en dondeoperan. La condición o situación que afecta a los ciudadanos es, de laguna manera, la causa de la incomodidad,que es a su vez la materia prima del problema. Pero la causalidad es elusiva. En general, una “cuestión” denotadiscrepancia de opinión sobre cuáles son los remedios apropiados al problema y cuáles los factores causales en araíz del problema. Así, una cuestión, raramente se define o se percibe exactamente de la misma manera como ladefinen o la perciben quienes participan en el diálogo político con el fin de encontrarle una respuesta. Por lo quees altamente deseable que la búsqueda de remedios no esté innecesariamente impregnada de explicaciones oprescripciones implícitas que se hayan colado de contrabando en la definición del “problema”. La definición del 

 problema debe ser tan sobria e imparcial como sea posible. Entonces, la primera tarea del analista es“desempacar el asunto”, o sea, tirar por la borda los subrepticios elementos causales y prescriptivos e identificar

los sentimientos de malestar, incomodidad, etc que constituyen “el problema o los problemas”.La operación de “desempacar las cuestiones” pone al analista y al ciudadano en desacuerdo respecto al uso delenguaje. El analista frecuentemente desea utilizar definiciones de problemas más precisas y prescindir deaquellas que la retórica atribuye a las cuestiones. Al proceder a desempacarlas, desatará tensiones en lasopiniones estrictamente analíticas sobre las relaciones causa-efecto. La definición popular del asunto puedesuponer que X sea la causa del problema Y, o que Z sea la solución del problema: pero, estas son cuestiones antelas que el analista debe permanecer escéptico, por lo menos provisionalmente.

4) La legitimación de los problemas:No todos los problemas en el sentido de insatisfacción de los ciudadanos, pueden o deben ser de la incumbenciadel gobierno. Hay problemas que el gobierno no puede ni debe tocar. Sin embargo, cuando se trata de casos

específicos hay margen para muchas inconformidades legítimas, algunas de las cuales son suficientementeprofundas y razonadas, como para calificarlas de “ideológicas”. Los analistas de políticas profesan diferentes

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tendencias y doctrinas. En algunos casos, la ciudadanía define los problemas de un modo que el analista tiende amenospreciar, en otros es el analista quien afirma percibir un problema que la ciudadanía se muestra pocodispuesta a legitimar. Sin embargo, la razón por la que es importante enfatizar aquí la cuestión de legitimidad, esque una táctica en la lucha por la legitimidad de las cuestiones es tratar de etiquetar como “no problema” lacuestión que uno piensa que debe ser ignorada. El analista, entonces, al decir “no hay problema”, basa susrazones en el consenso social cuyo agente y portavoz quiere y debe ser. Por supuesto, en la medida que esteconsenso se rompa o que el deseo de amortiguar los impactos del cambio sea parte fundamental del consenso,

las razones del analista se debilitan o, por lo menos, se vuelven confusas. De cualquier forma, es deber ineludibledel analista articular y representar algún tipo de consenso social implícito en las cuestiones e economía política.Sobre todo cuando enfrenta el reto de atender a un agraviado ciudadano que reclama “justicia”, basado enconsideraciones muy particularistas. 

5) Conclusión:Algunas dificultades que se presentan al “definir los problemas” en el análisis de políticas: -definir los límites delproblema para evitar la suboptimización inadecuada en la búsqueda de su solución; -evaluar el ámbito, carácter,e intensidad de los sentimientos ciudadanos acerca de situaciones consideradas problemáticas; -desempacar unabuena definición del problema del paquete de cuestiones retóricamente definidas; -evaluar críticamente loscomponentes causales que conllevan ciertas definiciones del problema; -deslegitimar ciertas definiciones que,

aunque basadas en sentimientos ciudadanos genuinos, van en contra de concepciones más razonadas del interéspúblico.“la definición de problemas es ardua, pero saber encontrar las soluciones es realmente el reto del análisis y diseño

de políticas” 

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