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“EVALUACIÓN DEL INFORME EL INGRESO RURAL Y LA PRODUCCIÓN AGROPECUARIA EN MÉXICO 1989‐2002”,
PUBLICADO EN 2004 POR EL SERVICIO DE INFORMACIÓN Y ESTADÍSTICA AGROALIMENTARIA Y PESQUERA (SIAP)
DE LA SECRETARÍA DE AGRICULTURA, GANADERÍA, DESARROLLO
RURAL, PESCA Y ALIMENTACIÓN (SAGARPA)
RESUMEN
Febrero de 2006
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“EVALUACIÓN DEL INFORME EL INGRESO RURAL Y
LA PRODUCCIÓN AGROPECUARIA EN MÉXICO 1989‐2002”,
publicado en 2004 por el Servicio de Información y Estadística Agroalimentaria y Pesquera (SIAP),
de la Secretaría de Agricultura, Ganadería,
Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA)
RESUMEN
Javier Ruiz‐Castillo
Universidad Carlos III de Madrid e Instituto Tecnológico Autónomo de México
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INDICE
Página INTRODUCCIÓN 7 I. PRESENTACIÓN 11 II. LA CONSTRUCCIÓN DE UNA BASE DE DATOS
A PARTIR DE LAS ENIGH 15 III. ALGUNOS ASPECTOS BÁSICOS 17 IV. RESULTADOS EN ECONOMÍA NORMATIVA 25 V. RESULTADOS EN ECONOMÍA POSITIVA 35 VI. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 39 VII. GRÁFICAS 43
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INTRODUCCIÓN El presente trabajo es resultado de los esfuerzos de la presente administración por evaluar en la medida de lo posible, el impacto que las políticas públicas instrumentadas en el sector rural han tenido sobre el bienestar de las familias en términos del mejoramiento de sus niveles de ingreso y de la ingesta de alimentos. El principal instrumento de medición de estos indicadores lo constituye la Encuesta Nacional de los Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), que periódicamente aplica en todo el país el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). Sin embargo, dicha encuesta principalmente debido a problemas de recursos, acusaba una falta de representatividad al no incluir información relativa al comportamiento productivo y de bienestar social de un gran segmento de la población rural, sobre todo de las zonas con más alta marginación. Tomando en cuenta que la información sobre el ingreso‐gasto de los hogares rurales constituye una estadística vital para evaluar el alcance de las políticas gubernamentales en este ámbito, a inicios de esta Administración la SAGARPA a través del SIAP se abocó a proponer un proyecto que con base en la ENIGH, midiera el impacto de dichas políticas sobre la producción agroalimentaria y pesquera, y el ingreso y la alimentación de la población del campo. Para ello se gestionaron los recursos necesarios que permitieran ampliar tanto el número de encuestas como su cobertura en el medio rural, a fin de subsanar la falta de representatividad a la que ya se hizo referencia y darse la
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oportunidad de captar información suficiente de esos estrato de población, para apoyar resultados con una mayor objetividad y precisión. Adicionalmente, el SIAP integró un equipo de trabajo multidisciplinario, cuyos esfuerzos estuvieron orientados a seleccionar y sistematizar la información generada en la ENIGH, a fin de estructurar una base de datos de 1989 a 2004, conforme a los requerimientos exigibles para realizar el análisis y el ejercicio de medición propuesto. Los resultados que ahora se presentan constituyen un avance significativo en la tarea de conocer como impactan las acciones de política en el campo, lo que permitirá su retroalimentación y en su caso, una reorientación o fortalecimiento. Es importante señalar en el desarrollo de este trabajo la destacada participación del INEGI y del Banco Mundial, cuya contribución representa un verdadero ejemplo de colaboración hacia el logro de un esfuerzo conjunto. En el caso del INEGI, proporcionando al SIAP las bases de datos de las ENIGH’s del periodo 1989‐2004, y en el del Banco Mundial, aceptando evaluar el documento denominado “El Ingreso Rural y la Producción Agropecuaria en México 1989‐2002”, publicado por el SIAP, a través de un consultor de reconocido prestigio internacional en la materia, el Dr. Javier Ruiz‐Castillo. Las principales conclusiones del estudio realizado por el consultor del Banco Mundial, intitulado “Evaluación del Informe El Ingreso Rural y la Producción Agropecuaria en México 1989‐2002, publicado por el SIAP en 2004”, son las siguientes: 1. De 2000 a 2004, la pobreza absoluta del sector rural decreció en más del 10%.
2. En el mismo periodo, la pobreza relativa del sector rural decreció de 60 a cerca del 50%.
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3. La pobreza rural disminuyó a tasas superiores a la nacional y la urbana, tanto en términos absolutos como relativos.
4. Las fuentes de ingreso que han crecido en el sector rural en estos últimos 4 años, son:
• Salarios no‐agrícolas • Transferencias públicas (PROCAMPO, OPORTUNIDADES y Otros)
5. Por habitante, la relación entre el ingreso rural y el urbano también aumentó: de 41% registrado en el año 2000 a 48% durante 2004, lo que significa que la brecha entre éstos se está cerrando.
6. La evolución del gasto neto per‐cápita muestra que el 20% de la población más pobre aumentó su gasto en alimentos que contienen calorías, carbohidratos, grasas; proteínas de origen animal, vitaminas y minerales.
Es importante destacar la contribución del personal de SIAP que, bajo la supervisión y orientación metodológica del Dr. Javier Ruiz Castillo, realizó la extracción de información de ocho bases de datos de la Encuesta Nacional de los Ingresos y Gastos de los Hogares del periodo 1989‐2004, como ya fue mencionado. Esta información fue utilizada por dicho consultor para desarrollar su investigación, la cual se organizó en distintos temas referidos a: Gastos e Ingresos de los Hogares, Ingresos Agropecuarios, Detalle de Gastos, Características del sustentador principal y Transferencias públicas y privadas.
Febrero de 2006
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I. PRESENTACIÓN
El presente documento es el resultado de la evaluación del informe “El ingreso
rural y la producción agropecuaria en México 1989‐2002”, publicado en 2004 por el
SIAP (Servicio de Información y estadística Agroalimentaria y Pesquera) de
SAGARPA (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y
Alimentación). Entre otros, el informe tenía los siguientes objetivos que interesa
resaltar:
1. El cotejo de la información habitual de índole macroeconómica sobre los
aspectos productivos del sector agrícola o rural con la información microeconómica
de una fuente estadística como las ENIGH (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos
de los Hogares) que recoge el INEGI (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e
Informática).
2. La búsqueda de una variable que sirviera para seguir la evolución del
bienestar de los habitantes y la evaluación de las políticas públicas en el sector rural.
A estos efectos, se subrayaba el papel de cierto concepto de “ingresos totales del
hogar”, así como la distinción entre los ingresos provenientes de actividades
agropecuarias y no agropecuarias dentro del sector rural.
3. La evolución del consumo de los alimentos clasificados de acuerdo con su
poder nutritivo por parte de grupos de la población con distinto nivel de vida.
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Hay dos rasgos del informe que explican buena parte de sus limitaciones. En
primer lugar, se utiliza tan sólo la información agregada de las ENIGH tal y como
aparece en las tabulaciones disponibles en el INEGI donde, por ejemplo, el sector
rural comprende tan sólo las localidades con menos de 2,500 habitantes. En segundo
lugar, no hay referencias ni a la literatura teórica en Economía del Bienestar, ni a la
literatura aplicada en esa materia recientemente desarrollada en México. En
consecuencia, se sugirió proceder de la manera siguiente.
Primero, construir una base de datos microeconómicos a partir de las ocho
ENIGH disponibles para 1989 y cada dos años desde 1992 a 2004.
Segundo, antes de afrontar el análisis de esos datos, se consideró necesario
revisar los siguientes aspectos básicos. Por un lado, las distribuciones que deberían
estudiarse y las mediciones que podrían llevarse a cabo desde el punto de vista
normativo. Por otro, las características fundamentales de los datos disponibles,
incluyendo tanto sus puntos fuertes como sus limitaciones o posibles deficiencias.
Tercero, en cuanto a las estimaciones a realizar se establecía la siguiente
distinción. En el campo de la economía normativa se sugería completar los análisis
sobre pobreza absoluta ya realizados con datos mexicanos por el CTMP (Comité
Técnico para la Medición de la Pobreza), la SEDESOL (Secretaría de Desarrollo
Social) y el Banco Mundial. En el terreno de la economía positiva, entre otros
objetivos se pretendía replicar algunos de los análisis del informe que motiva este
documento pero utilizando plenamente la base de datos microeconómicos a la que se
ha hecho referencia.
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El desarrollo de estos puntos puede seguirse en el documento An Evaluation of
“El ingreso rural y la producción agropecuaria en México 1989‐2002”, published in 2004 by
the SIAP (Servicio de Información y Estadística Agroalimentaria y Pesquera) of SAGARPA
(Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación) que está
disponible en la página web del SIAP, www.siap.gob.mex.
En las páginas siguientes se resume la labor realizada en cada una de las tres
direcciones citadas, se ofrecen algunas conclusiones y se formulan algunas
recomendaciones para el futuro. En aras de la brevedad, se pretende tan sólo
presentar una selección de los problemas que se han estudiado y notificar las
soluciones por las que se ha optado en cada caso. En aras de la claridad, se utiliza un
lenguaje informal. Las explicaciones y justificaciones más detalladas y los
argumentos técnicos se encuentran en los Apéndices del documento citado.
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II. LA CONSTRUCCIÓN DE UNA BASE DE DATOS A PARTIR DE LAS ENIGH
Desde el primer momento, el SIAP decidió colaborar en la construcción de
una base de datos con las ocho ENIGH disponibles desde 1989 a 2004.
Sin el gran esfuerzo desplegado por un nutrido equipo de técnicos de este
organismo y sus directivos, esta tarea no hubiera podido desarrollarse en el tiempo
record con que se ha llevado a cabo.
Los resultados se resumen en el Fichero Maestro (base de datos) que se
describe en el Apéndice VIII del documento citado y que está disponible al
público en la página web de la SAGARPA.
El Fichero consta de más de 100 variables referidas a los ingresos y los gastos
del hogar, así como a algunas características demográficas, geográficas y
socioeconómicas del hogar y su sustentador principal.
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III. ALGUNOS ASPECTOS BÁSICOS
En los dos epígrafes siguientes se tratarán dos tipos de aspectos básicos: las
distribuciones que debemos estudiar y las características de los datos disponibles.
III.1. Las distribuciones objeto de estudio
Aunque la mayoría de las personas viven agrupadas en hogares, desde el
punto de vista normativo estamos interesados en evaluar el bienestar de los
individuos, no el de los hogares que son entidades sin personalidad moral.
El problema es que en la práctica carecemos de información sobre cómo se
distribuyen los recursos del hogar entre sus miembros. Además, es
conceptualmente difícil identificar el bienestar individual que se deriva del
consumo conjunto de bienes o servicios como la vivienda, la televisión o la
electricidad. Por tanto, debemos comenzar por medir el bienestar del hogar.
El CTMP identifica el bienestar del hogar con sus ingresos corrientes. Sin
embargo, en este documento se aboga por el consumo corriente. Existen buenas
razones para ello, es una opción defendida por autores notables –incluido el Banco
Mundial‐ y de esta manera se ofrece una visión complementaria a la de la mayoría
de la literatura reciente que ha seguido las recomendaciones del CTMP.
No existen procedimientos generalmente aceptados para valorar
monetariamente el ocio del que disfrutan los miembros del hogar ni el consumo de
bienes públicos, como la defensa nacional, o de bienes privados proporcionados
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total o parcialmente por el estado, como la educación o la salud. Por tanto, la mejor
forma de aproximar el consumo corriente es a través del gasto corriente en bienes
y servicios privados que, por otra parte, es el concepto que se recoge en las
ENIGH.
Ahora bien, trabajar con el gasto corriente exige deducir los gastos en la
adquisición de bienes de inversión e incluir en cambio el valor monetario del flujo
de servicios del stock de bienes duraderos del hogar. En nuestro caso, optamos por
deducir los gastos en dos tipos de bienes de inversión: la adquisición de
automóviles u otros medios de transporte privado, y el mantenimiento y
reparación de la vivienda que, en ocasiones, incluyen los gastos en la ampliación o
la construcción ex novo de la misma. Sin embargo, sólo podemos incluir el valor
monetario de los servicios del stock en el caso de la vivienda, pues las ENIGH
informan de las evaluaciones que realizan los ocupantes de las viviendas en
propiedad, o cedidas por distintas razones, sobre el alquiler de mercado que
deberían pagar por esas viviendas si las ocuparan en arrendamiento.
Así pues, el bienestar del hogar se aproxima por lo que denominaremos el
gasto neto del hogar, es decir, el gasto corriente en bienes y servicios privados
procedente de las ENIGH, neto de determinados gastos en bienes de inversión.
Pero ¿cómo se pasa del bienestar del hogar al bienestar de sus miembros? La
dificultad estriba en que los recursos eco nómicos de los individuos en hogares con
distintas características no son directamente comparables. En particular, habría
que reconocer que (i) hogares del mismo tamaño pero con distinta proporción de
adultos y menores tienen necesidades distintas, y (ii) hogares de distinto tamaño
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tienen diferentes oportunidades de aprovechar las economías de escala en el
consumo de bienes públicos del hogar. Por lo demás, esos factores demográficos
pueden operar de manera distinta en función de los precios de mercado y el nivel
de vida del hogar.
Conceptualmente, las diferencias en necesidades en un momento del tiempo
se tienen en cuenta a través de las llamadas escalas de equivalencia que nos
proporcionan el número de adultos equivalentes que asignamos a cada hogar en
función de su nivel de vida, sus características demográficas y los precios
existentes. Desgraciadamente, se sabe que con los datos de que disponemos
habitualmente tales escalas no son identificables desde el punto de vista
econométrico. En la práctica, una buena manera de dar entrada –siquiera
parcialmente‐ a las consideraciones anteriores es la siguiente.
Sea xh la variable que mejor aproxime el bienestar del hogar h, y sean th, ah y
mh el tamaño del hogar, el número de adultos y el número de menores,
respectivamente, de manera que th = ah + mh. Definamos el número de adultos
equivalentes de un hogar por (ah + αmh)θ, donde α es un número entre 0 y 1 que
nos sirve para reflejar nuestras creencias sobre la relación entre las necesidades de
un menor y un adulto, y θ es otro parámetro que toma valores entre 0 y 1 y nos
sirve para representar la importancia que atribuimos a las economías de escala en
el seno del hogar: cuanto más cerca esté θ de 0, mayores se supondrá que son las
economías de escala y viceversa. Pues bien, el bienestar individual de un miembro
de ese hogar se define por el gasto neto equivalente del hogar que viene dado por la
expresión
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xh/ (ah + αmh)θ, (1)
El CTMP recomienda la elección (α, θ) = (1, 1); es decir, se decanta por una
situación en que se supone que las necesidades de los adultos y los menores son
iguales y no existen economías de escala en absoluto. Si aplicamos estos supuestos
en la expresión (1), el bienestar individual se reduce a xh/th, es decir, al gasto neto
per capita del hogar. Sin abandonar ese caso, en este documento se recomienda
experimentar en primera instancia con la opción (α, θ) = (1/3, 0.8) que recoge dos
supuestos: que las necesidades de un menor equivalen a un tercio de las de un
adulto y que existen algunas economías de escala en el seno del hogar.
En resumen, a efectos normativos se estudiará la distribución personal donde
a cada individuo se le asigna el gasto neto equivalente del hogar al que pertenece,
es decir, el gasto neto del hogar ajustado por diferencias en las necesidades de
acuerdo con la expresión (1) para las especificaciones
(α, θ) = (1/3, 0.8) y (α, θ) = (1, 1).
Pero esto no es todo. Supongamos que se ha analizado la evolución de la
desigualdad o la pobreza en México en términos de la distribución citada.
Cualquier intento de explicación de los resultados obtenidos nos conduce a
preguntarnos por la financiación del gasto neto a través del ingreso del hogar y la
evolución de sus fuentes. Además, distintas políticas públicas pueden evaluarse
por su impacto sobre determinadas fuentes de ingresos.
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Piénsese en las políticas de seguridad social y su efecto sobre las pensiones o
las indemnizaciones por desempleo, por ejemplo, o las políticas redistributivas,
como Progresa/Oportunidades, que se instrumentan a través de transferencias.
Piénsese finalmente en programas sectoriales, como Procampo, o los que afecten
potencialmente a los ingresos que proceden de actividades estrictamente
agropecuarias o a los que proceden de actividades rurales de otra naturaleza.
En conclusión, desde el punto de vista tanto de la economía positiva como de
la evaluación de políticas públicas, el estudio de la distribución de los ingresos del
hogar y sus fuentes resulta esencial.
III.2. Los datos disponibles
En México, como en los demás países, existen fuertes divergencias entre la
visión de la economía a través de las estadísticas de producción y la Contabilidad
Nacional, o a través de la agregación de la información microeconómica sobre el
consumo o el ingreso disponible proveniente de encuestas de hogares como las
ENIGH. Desde esta óptica, el intento de reconciliar ambas fuentes estadísticas para
entender mejor la evolución reciente del sector rural, como se ensayó en el informe
de la SAGARPA que motiva esta evaluación, es ciertamente encomiable.
Durante el período que nos ocupa, la economía mexicana ha atravesado por
fases muy distintas: la crisis de 1995 y la rápida recuperación posterior, así como la
leve caída de la actividad en 2002 seguida de la recuperación en 2004. Con
independencia de las diferencias entre los niveles de las macromagnitudes que se
midan a través de la Contabilidad Nacional o las ENIGH, el agitado perfil de los
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últimos años constituye un formidable reto estadístico para las encuestas de
ingresos y gastos de los hogares.
La Figura 1 pone de manifiesto la coherencia entre las cifras de ingresos y
gastos totales durante todo el período1, así como la nitidez con que esas variables
captan la evolución reciente de la economía mexicana. Por su parte, la Figura 2 nos
permite apreciar algunas diferencias entre el sector urbano y el rural, donde este
último se define de aquí en adelante como el constituido por los hogares residentes
en localidades de 15,000 o menos habitantes. Puede observarse que mientras los
ingresos y los gastos agregados per capita en términos reales aumentan en el sector
rural, descienden levemente en el urbano. Así, la distancia entre el ingreso
agregado per capita en el sector urbano y el rural en 2004 es menor que al comienzo
del período en 1992; lo mismo ocurre con el gasto agregado per capita.
El gran papel de la economía no monetaria en un país como México
constituye otro gran reto estadístico para las ENIGH. Estas investigan cuatro tipos
de gastos e ingresos no monetarios: (i) el autoconsumo, (ii) los salarios y otros
pagos en especie, (iii) los regalos y donativos percibidos, netos de los efectuados a
otros hogares, y (iv) el alquiler imputado a las viviendas que no son de
arrendamiento, es decir, las viviendas en propiedad o cedidas por razón de trabajo
u otras razones. En 1992, por ejemplo, estas partidas representaban el 14.4% y el
47.8% del gasto neto de los hogares en arrendamiento y en otros regimenes de
tenencia de la vivienda, respectivamente. Podría conjeturarse que, a medida que el
sector moderno de la economía va ganando importancia, estas imputaciones 1 Todo ello a pesar de que la proporción de hogares para los que el gasto (neto) es mayor que los ingresos oscila entre el 36.9% en 2002 y el 45.3% en 2004.
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siguen una tendencia descendente que se verá poco afectada por el ciclo. Pues
bien, ese es precisamente el perfil que se observa en la Figura 3.
Estos y otros rasgos, que se analizan con detalle en los Apéndices II y III del
documento, hablan muy favorablemente de la calidad y la comparabilidad de las
ENIGH durante el período 1992‐2004. Existen, sin embargo, problemas y
limitaciones. Seguramente lo más importante es destacar el pequeño tamaño
muestral de las ENIGH –unas 20,000 observaciones anuales en la actualidad‐ para
un país tan poblado como México. Esta limitación afecta tanto a la construcción del
INPC (Índice Nacional de Precios de Consumo), como al análisis de las
condiciones de vida de determinados subgrupos de la población. Piénsese que,
desde el punto de vista geográfico, por ejemplo, en la actualidad sólo puede
hablarse con rigor de la distinción entre el sector urbano y el rural o, a lo sumo,
entre algunas grandes regiones.
En todo caso, coincidimos con los expertos del CTMP, la SEDESOL, la
comunidad académica mexicana y el Banco Mundial en que las ENIGH
constituyen la fuente estadística más importante para el análisis de la evolución
del bienestar en México.
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IV. RESULTADOS EN ECONOMÍA NORMATIVA
En México, como en otros países, los estudios de economía normativa están
mayoritariamente centrados en el análisis de la pobreza absoluta. Por las razones
siguientes, en este documento se defiende la conveniencia de ampliar el campo de
atención a otros fenómenos cercanos.
Todos los juicios de valor que nos sirven para evaluar una distribución de
ingresos o gastos desde el punto de vista social se resumen en las propiedades que
decidamos atribuir a las llamadas funciones de bienestar social. Habitualmente, esos
juicios de valor se manifiestan a través de dos canales: la preocupación por la
eficiencia, que se traduce en la preferencia por los mayores ingresos o gastos
medios posibles, y el interés por la igualdad, que se expresa a través de algún
indicador que posea una serie de propiedades deseables. En concreto, sea x la
distribución del bienestar individual y denominemos por μ(x) e I(x) la media y la
desigualdad relativa de esa distribución. Entonces, es útil definir el bienestar social
de la manera siguiente:
W(x) = μ(x)[1 ‐ I(x)]; (2)
es decir, el bienestar social es igual a la media corregida por un factor de ajuste
menor que la unidad que se reduce a medida que la desigualdad aumenta.
Adicionalmente, todos los países prestan gran atención a la pobreza, esto es,
al estudio de lo que ocurre en la zona baja de la distribución del bienestar
individual. En México, como en toda Latinoamérica, África, Asia, Europa del Este
y en el propio Banco Mundial, preocupa especialmente la pobreza absoluta.
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En concreto, el CTMP revisó recientemente los estudios existentes sobre las
necesidades humanas de determinados nutrientes, su ingesta a través de ciertas
cantidades de alimentos y la valoración de éstos a precios de agosto del 2000 en el
sector urbano y el rural. Estas líneas de pobreza que recogen las necesidades
alimenticias básicas en ambos sectores fueron oficialmente aceptadas por la
Administración actual y posteriormente expresadas a precios de los demás años
del período 1992‐2004. En un momento dado del tiempo, se considera como pobres
a los individuos pertenecientes a hogares cuyos ingresos per capita son inferiores a
la línea absoluta de pobreza del sector en que residan.2
Ahora bien, en los países más desarrollados donde la pobreza absoluta está
prácticamente erradicada se habla también de pobreza, pero se trata de una noción
relativa dependiente del nivel de vida medio del país de que se trate. En concreto,
se suele considerar pobre a las personas pertenecientes a hogares cuyos ingresos o
gastos equivalentes están por debajo de la mitad de la media de la distribución.
Así, puede ser que los pobres relativos en un país como Canadá no sean
considerados pobres absolutos en otro país como Guatemala; o puede ser que un
individuo que se ha clasificado como relativamente pobre en un momento dado
deje de ser considerado como tal en un momento ulterior porque su situación
personal se mantuvo constante mientras que el nivel general de vida descendió.
A la vista de estas consideraciones, en este documento se defiende la utilidad
de estudiar sucesivamente la evolución de (1) la desigualdad, (2) el bienestar
social, (3) la pobreza absoluta y (4) la pobreza relativa. 2 El CTMP y las instancias oficiales se refieren también a otras dos líneas de pobreza que recogen necesidades distintas de las alimenticias, pero en lo que sigue nos limitaremos a examinar el concepto de pobreza extrema o alimenticia descrito en el texto.
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Para simplificar la presentación, en lo que sigue sólo se informa de esos
cuatro puntos para la distribución personal en que a cada individuo se le asigna el
gasto neto del hogar al que pertenece, ajustado por las diferencias en necesidades
de acuerdo con la expresión (1) y la especificación (α, θ) = (1/3, 0.8). Asimismo, nos
limitaremos a utilizar indicadores completos de desigualdad, bienestar social o
pobreza, ya que los interesados en la dominancia estocástica pueden consultar los
Apéndices IV y VI del documento citado en la Presentación.
IV.1. Desigualdad
Para medir la desigualdad utilizaremos cuatro miembros de la familia de
índices de entropía generalizada, que prestan especial atención a la desigualdad
existente en distintas zonas de la distribución y son todos aditivamente
descomponibles en el sentido que se indicará posteriormente. En la parte superior
de la Figura 4 se representa la evolución de la desigualdad en México de acuerdo
con los índices I‐1 e I0 que son particularmente sensibles a lo que ocurre en la cola
baja de la distribución, mientras que en la parte inferior se representan los índices
I1 e I2 que son más sensibles a la desigualdad en la cola alta de la distribución. Los
cuatro índices presentan un perfil temporal similar, que sigue suavemente el ciclo
económico en todos los casos, pero con divergencias importantes entre 2002 y 2004
sobre las que volveremos posteriormente.
Como se observa en la Figura 5, donde se representan solamente los índices I0
e I2 para los sectores urbano y rural, la desigualdad a escala nacional oculta
diferencias notables entre esas áreas geográficas. Con excepción de un claro
crecimiento de la desigualdad entre 2002 y 2004 según I2, en el sector urbano el
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rango de variación es mínimo. De acuerdo con ambos índices, al comienzo del
período la desigualdad en el sector rural es inferior a la del sector urbano, aumenta
fuertemente desde 1994 o 1996 hasta el 2000 –donde es posible que el máximo
alcanzado se deba a alguna observación anómala en la cola alta de la distribución‐
y desciende netamente desde entonces hasta caer de nuevo por debajo de la
desigualdad en el sector urbano.
La descomponibilidad aditiva de esta familia de índices nos permite
cuantificar el impacto sobre la desigualdad global de estas divergencias entre
sectores. Para I0, por ejemplo, esta propiedad significa que la desigualdad del país
en su conjunto puede escribirse como la suma de tres factores: la desigualdad
dentro del sector urbano (ponderada por la importancia demográfica del sector), la
desigualdad dentro del sector rural (con análoga ponderación) y la desigualdad
entre ambos sectores, donde ésta última se obtiene aplicando el índice a la
distribución en que a cada individuo se le asigna la media del gasto neto
equivalente del sector al que pertenece. Así, la diferencia entre la desigualdad en
dos períodos de tiempo cualquiera puede expresarse como la suma de cuatro
factores: (i) el cambio en la desigualdad dentro del sector urbano, (ii) el cambio en
la desigualdad dentro del sector rural, (iii) el cambio debido a la variación de las
ponderaciones demográficas y (iv) el cambio en la desigualdad entre sectores
debido al cambio que se haya producido en sus medias.
A título de ejemplo, baste referirse al período 1992‐2004, donde la
desigualdad de México de acuerdo con el índice I0 se redujo el 12,8%.
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La contribución porcentual en % a este cambio por parte de los cuatro
factores anteriores es la siguiente:
(i) = 19.2% (ii) = ‐ 14.4% (iii) = ‐ 2,3% (iv) = 97.5%
El signo positivo de la contribución del sector urbano significa que ‐al igual que en
el conjunto nacional‐ la desigualdad medida por I0 disminuyó en este sector,
mientras que el signo negativo del sector rural refleja el fenómeno contrario. El
orden de magnitud de los tres primeros sumandos es reducido, ya que el factor
explicativo más importante es el cambio en la desigualdad entre sectores que es
responsable del 97.5% del descenso en la desigualdad del país en su conjunto. Esa
fuerte contribución se explica porque la distancia entre la media del gasto neto
equivalente en ambos sectores ha disminuido considerablemente durante este
período (el cierre parcial de esa brecha ya se advirtió anteriormente en la Figura 2;
véase también la Figura 6 más adelante).
Finalmente, para ilustrar el uso de distintos indicadores podríamos
preguntarnos por lo que ocurriría si elegimos el índice I2 que, como se ha indicado,
es particularmente sensible a la desigualdad en la cola alta de la distribución. De
forma consistente con lo observado en la Figura 4, la desigualdad en México según
I2 ha aumentado en un 40.1% ‐una visión radicalmente contraria a la que
proporciona el índice I0. Baste indicar que el factor explicativo más importante de
ese cambio, responsable del 125.7% del mismo, es el aumento en la desigualdad
dentro del sector urbano (como se observa en la parte inferior de la Figura 5).
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En conclusión, la distribución del gasto neto equivalente en México es una
mezcla de dos distribuciones muy diferentes en los sectores urbano y rural.
Además, la trayectoria de la desigualdad en este período en ambos sectores ha
sido muy distinta. Luego para entender lo que ocurre al nivel nacional es
imprescindible estudiar lo que acontece en cada uno de los sectores por separado.
IV.2. Bienestar social
En línea con lo apuntado cuando se introdujo la expresión (2), el bienestar
social se medirá por medio de una función según la cual el bienestar de una
distribución x se puede expresar como el producto de la media de la distribución,
μ(x), y un factor de ajuste, [1 ‐ I1(x)], que disminuye a medida que la desigualdad
medida por el índice I1 aumenta; es decir:
W(x) = μ(x)[1 ‐ I1(x)].
En la Figura 6 se representa la media y el bienestar social durante el período 1992‐
2004 al nivel nacional, urbano y rural.
Se observa que la media del gasto neto equivalente en todos los ámbitos
geográficos sigue el mismo perfil cíclico que ya hemos observado para otras
macromagnitudes en las Figuras 1 y 2. El aumento excepcional de la desigualdad
en el sector rural en 2000 se traduce aquí en un descenso igualmente fuerte en el
bienestar social. Por otra parte, dado el estancamiento de los gastos medios en
ambos sectores durante 2000‐2004, las diferencias entre la desigualdad en esas
áreas geográficas explican el estancamiento del bienestar en el sector urbano y el
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aumento del mismo en el sector rural. Finalmente, en lo que se refiere al período
1992‐2004 en su conjunto, tanto la media como el bienestar son ligeramente
inferiores en 1992 en el sector urbano y a escala nacional, mientras que en el sector
rural ambas magnitudes en 2004 son claramente mayores que en 1992.
IV.3. Pobreza
Existen numerosas investigaciones recientes que aproximan el bienestar del
hogar de otras formas y seleccionan otras especificaciones de los parámetros (α, θ)
distintas de las que aquí se han utilizado. El consenso alcanzado puede resumirse
en los tres puntos siguientes. En primer lugar, recordemos que existen dos líneas
de pobreza absoluta, una urbana y otra rural. A pesar de que la primera es siempre
mayor que la segunda, la pobreza absoluta es considerablemente mayor en el
sector rural. En segundo lugar, durante el período 1992‐2000 la pobreza se
comporta contra‐cíclicamente en todos los ámbitos geográficos: aumenta
fuertemente en años de recesión y cae a medida que se recupera la actividad
económica. En tercer lugar, aunque en el importante período 2000‐2004 no hay
apenas variaciones en el nivel de actividad en términos reales, la pobreza
desciende significativamente.
Como se observa en la Figura 7, donde se representa la incidencia de la
pobreza absoluta en % en los distintos niveles geográficos, se confirman
plenamente esos tres puntos. En particular, la incidencia de la pobreza absoluta a
escala nacional disminuye el 23.6% y el 10% durante los períodos 2000‐2004 y
1992‐2004, respectivamente.
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La pregunta que se hace aquí por primera vez es ¿qué ocurre en ese mismo
período con la pobreza relativa? En primer lugar, en la medida en que los sectores
urbano y rural son parte de una misma comunidad nacional y política, en cuanto
se adopta un punto de vista relativo es natural definir una única línea de pobreza
que toma como referencia el nivel de vida medio de la población total. En este
caso, es de esperar que sea más difícil alcanzar esa línea de la pobreza por parte de
los hogares rurales. Efectivamente, como se observa en la Figura 8, la pobreza
relativa es mayoritariamente pobreza rural; por ejemplo, la distancia entre el
porcentaje de pobres en los dos sectores en 1992 en el caso absoluto y en el relativo
es de 27 y 47 puntos, respectivamente.
En segundo lugar, a lo largo del período 1992‐2000 se observan diferencias
considerables entre el sector urbano y el rural. En el primero, la pobreza relativa
apenas varía, mientras que en el sector rural sigue claramente una trayectoria
cíclica. Aunque pudiera parecer paradójico que la pobreza disminuya y aumente
con la actividad económica, no hay que olvidar que se trata ahora de un concepto
relativo de pobreza. Teniendo en cuenta que la línea de la pobreza relativa se
mueve al son de la media, lo que esta trayectoria cíclica de la pobreza indica es que
la recesión ha sido levemente igualadora mientras que la recuperación ha operado
en sentido contrario.
Estos hechos confirman que la pobreza relativa y la absoluta son fenómenos
distintos que se comportan de forma opuesta a lo largo del ciclo. La pregunta
importante es ¿se comportan también diferentemente en el período de
estancamiento entre el 2000 y el 2004?
33
La respuesta es negativa: la pobreza relativa se mantiene bastante estable en
el sector urbano pero disminuye considerablemente en el sector rural. Por lo
demás, la tendencia observada en el sector rural se transmite al conjunto nacional,
de manera que la incidencia de la pobreza relativa en este período desciende en el
13.7%.
Para terminar, merece la pena comparar algo más de cerca los niveles de
pobreza absoluta y relativa, o formular la pregunta siguiente ¿cuántos pobres en
sentido relativo son también pobres en sentido absoluto y cuántos no?
En la Figura 9 se comparan las líneas de la pobreza absoluta en todos los
ámbitos geográficos y la línea de la pobreza relativa a escala nacional en términos
monetarios, es decir, a precios de cada año. Se observa que, como consecuencia de
la recesión de 1996, en el sector urbano y en el país en su conjunto la línea de la
pobreza absoluta acaba por superar la línea de la pobreza relativa. En la Figura 10
se ilustra la relación entre la incidencia de ambos tipos de pobreza en % a escala
nacional. Al comienzo del período, un quinto de la población está debajo de la
línea de pobreza absoluta y el 35% es pobre en un sentido relativo. Sin embargo,
cuando en 1996 llega la caída de la actividad económica, la totalidad de los que son
pobres relativos se convierten en pobres absolutos. Tras la recuperación, la
pobreza relativa vuelve a ser mayor que la absoluta. En 2004, 30.3% de la
población es relativamente pobre, mientras que 18.5% es absolutamente pobre. En
presencia de cambios moderados en la media y la desigualdad del gasto neto
equivalente, encontramos también reducciones moderadas en la pobreza absoluta
y relativa.
34
La Figura 11 ilustra la relación entre la pobreza absoluta y la relativa en los
sectores urbano y rural. Dado el papel dominante del segundo sector en lo que a
pobreza se refiere, no es sorprendente encontrar que la evolución en el sector rural
es similar a la que se observa a escala nacional en la figura anterior. En cuanto al
sector urbano, recordemos que la recesión de 1994‐1996 se produce con mucha más
fuerza que en el sector rural (véanse las Figuras 2 y 6); esta circunstancia se traduce
en un drástico aumento de la pobreza urbana absoluta en ese período que llega a
superar a la pobreza relativa.
35
V. RESULTADOS EN ECONOMÍA POSITIVA
Más allá de la evolución del nivel de vida en un país medido por alguna
variable monetaria que represente adecuadamente el bienestar del hogar y sus
miembros, las ENIGH permiten ilustrar a nivel micoeconómico numerosos puntos
interesantes. A título de ejemplo, aquí nos limitaremos a estudiar dos cuestiones
que se abordaban en el informe original del SIAP de la SAGARPA: la evolución de
las distintas fuentes de ingresos en el sector rural, y el consumo de alimentos por
parte de distintos grupos de la población.
V. 1. La evolución de las distintas fuentes de ingresos en el sector rural
durante el período 1992‐2004
Sabemos que las actividades no agropecuarias en el sector rural son
extremadamente importantes para entender la evolución de los ingresos totales, el
empleo y la reducción de la pobreza en México (véase, por ejemplo, el estudio del
Banco Mundial, A Study of Rural Poverty in México, en Income Generation and Social
Protection for the Poor, publicado en 2005). En consecuencia, el estudio de las
diversas fuentes de ingresos puede ser útil para entender mejor los resultados
normativos sobre la desigualdad, el bienestar y la pobreza en el sector rural que se
analizaron en el apartado anterior.
Las fuerzas más destacables durante el período 1992‐2004 son las que se
ilustran en la Figura 12 para las localidades de 2.500 a 15.000 habitantes y las de
menos de 2.500 habitantes. La única diferencia entre los dos tipos de localidades es
que las tendencias siguientes se dan de forma más acusada en las localidades
menores.
36
En primer lugar, se produce una reducción de la importancia de las
actividades desempeñadas por los agricultores cuyos ingresos provienen de
negocios propios, compensada por un aumento igualmente notable de los ingresos
salariales generados en las actividades no agropecuarias en el sector rural. En
segundo lugar, se observa un aumento gradual de las transferencias tanto públicas
como privadas. Las primeras incluyen tanto pensiones e indemnizaciones por
desempleo y otras causas, como transferencias ocasionadas en programas
sectoriales –como Procampo‐ o en programas redistributivos –como
Progresa/Oportunidades. Las segundas incluyen las remesas del exterior y los
regalos y donaciones monetarios y no monetarios percibidos, netos de los
efectuados a favor de otros hogares. En 2004 sorprende la importante pérdida de
importancia de las transferencias privadas, que se debe a un aumento inusitado de
las transferencias no monetarias efectuadas por los hogares entrevistados en las
ENIGH
V. 2. El consumo per capita de alimentos
Se han clasificado unos 70 alimentos y bebidas no alcohólicas en cuatro
grandes categorías en función de los nutrientes más importantes que
proporcionan: I. Calorías, carbohidratos y grasas, II. Proteínas de origen vegetal,
III. Proteínas de origen animal y IV. Vitaminas y minerales. A continuación, los
hogares se han clasificado por quintiles del gasto neto per capita del hogar. En la
Figura 13 se ilustra la evolución del gasto neto per capita en cada categoría
alimenticia por parte del primer y el último quintil de la distribución citada, es
decir, por parte del 20% más pobre y más rico de la población.
37
En primer lugar, se observa que, excepto en los que proporcionan proteínas
de origen vegetal, los gastos per capita en el resto de alimentos es mayor en el
quintil más rico de la población. Incluso en la categoría I el consumo per capita de
los ricos medido por los gastos es más del doble que el de los pobres. En segundo
lugar, los gastos de los pobres en las categorías I y IV son algo mayores en 2004
que en 1992; en vitaminas y minerales, esencialmente no hay cambios, mientras
que en proteínas de origen vegetal se produce una reducción del gasto durante el
período. Entre los ricos, excepto en calorías, carbohidratos y grasas los gastos per
capita descienden.
39
VI. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
En relación con las tres líneas de trabajo que se destacaron en la Presentación,
en las páginas anteriores hemos dado cuenta de (1) la construcción de un Fichero
Maestro con los datos de las ENIGH para el período 1992‐2004, (2) la discusión de
una serie de aspectos básicos previos a la realización de estimación alguna, y (3)
los resultados obtenidos en el ámbito normativo y el positivo.
En cuanto a los objetivos iniciales del informe del SIAP de la SAGARPA que
motiva este trabajo, cabe destacar los cinco puntos siguientes.
1. El informe citado se interesaba por la búsqueda de una variable que
sirviera para seguir la evolución del bienestar de los habitantes y la evaluación de
las políticas públicas en el sector rural. En este trabajo se sugiere separar ambos
objetivos y estudiar las dos distribuciones siguientes.
(i) Para el seguimiento del bienestar de la población, y de acuerdo con el
CTMP, se recomienda la distribución del bienestar personal. Dada la información
disponible, éste sólo puede aproximarse a través del bienestar del hogar. El CTMP
propone medir el bienestar de cada individuo por medio de los ingresos corrientes
per capita del hogar a que pertenezca. De forma complementaria, en este trabajo se
ha aproximado el bienestar del hogar a través del gasto neto, es decir, el gasto
corriente en bienes y servicios privados neto del gasto en la adquisición de ciertos
bienes de inversión. A su vez, para llegar al bienestar de cada individuo a partir
del gasto neto del hogar al que pertenece, se ha recomendado tener en cuenta las
diferencias en las necesidades de adultos y menores, así como la existencia de
ciertas economías de escala en el consumo en el seno del hogar.
40
(ii) Ahora bien, cualquier intento de explicación de los resultados obtenidos
sobre la evolución del bienestar en sus distintas dimensiones ha de dirigirse hacia
la financiación del gasto por medio del ingreso del hogar. Además, necesitamos
evaluar el impacto de las políticas públicas. Para ambos propósitos, el estudio de la
distribución de los ingresos corrientes del hogar y la desagregación en sus distintas
fuentes es una tarea esencial.
2. Además del estudio habitual de la pobreza absoluta, en este trabajo se
aboga por la estimación de otros aspectos en el ámbito de la economía normativa, a
saber: (i) la desigualdad, (ii) el bienestar social y (iii) la pobreza relativa. En todo
caso, dado el interés de situar el sector rural en el contexto del país en su conjunto,
se recomienda el uso de indicadores de desigualdad, bienestar social y pobreza
que sean aditivamente descomponibles.
3. En cuanto a los asuntos pendientes, el principal es el cotejo de la
información microeconómica procedente de las ENIGH sobre ingresos, gastos y
otras macromagnitudes, y la información macroeconómica procedente de las
estadísticas de producción y la Contabilidad Nacional. Esta tarea puede hacerse
para fuentes relativamente desagregadas de ingresos, como las remesas del
exterior o las pensiones e indemnizaciones, así como para las funciones de
consumo que se distinguen en Contabilidad Nacional.
4. Tal y como se ha indicado en el texto, las ENIGH constituyen una excelente
operación estadística, ideal para la evaluación del bienestar de los hogares y los
individuos mexicanos, por las que habría que felicitar al INEGI. No obstante, en el
futuro convendría mejorar estas encuestas en varias direcciones que se discuten en
41
detalle en el Apéndice II y VII del documento adjunto. Entre éstas destacan las dos
siguientes: (1) el aumento del tamaño muestral que podría producirse, al menos,
durante aquellas ocasiones en que hubiera que llevar a cabo un cambio de la base
del INPC, y (2) la utilización de métodos hedónicos para imputar un alquiler a las
viviendas en regimenes de tenencia distintos del arrendamiento, así como la
comparación entre tales alquileres y los que figuran en las ENIGH procedentes de
las imputaciones que realizan los propios ocupantes de esas viviendas (sobre esta
línea de trabajo, véase R. Arévalo y J. Ruiz‐Castillo, “On the Imputation of Rental
Values to Owner‐Occupied Housing”, próximo a aparecer en el Journal of the
European Economic Association.
5. En cuanto a otras recomendaciones de tipo conceptual, merece la pena
comentar aquí la conveniencia de construir índices de precios específicos para cada
hogar para expresar las magnitudes monetarias de cada año a precios del año de
referencia, es decir, a precios de agosto de 2000. De esta forma se conseguirían dos
cosas.
(i) En primer lugar, podríamos hablar de cambios en la desigualdad, el
bienestar social y la pobreza en términos reales que recojan que cada hogar
experimenta una tasa de inflación propia dependiendo de sus proporciones al
gasto y de la evolución de los precios en el área geográfica en que resida.
Habitualmente, incluidos los resultados de este trabajo, las comparaciones
intertemporales se hacen en términos meramente monetarios o, lo que es
prácticamente lo mismo, en términos reales bajo el supuesto de que los cambios en
los precios afectan a todos los hogares por igual a través del INPC del país en su
conjunto.
42
(ii) En segundo lugar, hay que recordar que, a pesar de su nombre, el INPC es
un índice de precios que refleja exclusivamente el movimiento de los precios en
determinadas áreas urbanas, así como las proporciones al gasto de los hogares que
residen en esas áreas. Al concentrar la atención sobre los índices de precios
individuales para los propósitos indicados, cabe plantear también la incorporación
de los hábitos de consumo de los habitantes de las zonas rurales en el índice de
precios del país al que pertenecen.
45
0
1,000
2,000
3,000
4,000
5,000
6,000
7,000
8,000
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Renta Gastos
Figura 1. Renta y gasto del hogar agregados en términos per capita
47
0
1,000
2,000
3,000
4,000
5,000
6,000
7,000
8,000
9,000
10,000
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Nacional Urbano Rural
Figura 2.A. Renta del hogar agregada en términos per capita
0
1,000
2,000
3,000
4,000
5,000
6,000
7,000
8,000
9,000
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Figura 2.B. Gasto del hogar agregado en términos per capita
49
0
1000
2000
3000
4000
5000
6000
7000
8000
9000
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Viviendas en arrendamiento
Gasto neto total Gasto neto monetario Gasto neto no monetario
0
1000
2000
3000
4000
5000
6000
7000
8000
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Viviendas en otros regimenes de tenencia
Figura 3. Gasto neto del hogar per capita, monetario y no monetario, en términos reales en distintos tipos de tenencia de la vivienda a escala nacional
51
0.0
0.1
0.2
0.3
0.4
0.5
0.6
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
I(‐1) I(0)
0.0
0.1
0.2
0.3
0.4
0.5
0.6
0.7
0.8
0.9
1.0
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
I(1) I(2)
Figura 4. Desigualdad del gasto neto del hogar según algunos miembros de la familia de índices
generalizados de entropía
53
0.0
0.1
0.2
0.3
0.4
0.5
0.6
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
I0
Urbano Rural
0.0
0.5
1.0
1.5
2.0
2.5
3.0
3.5
4.0
4.5
5.0
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
I2
Urbano Rural
Figura 5. Desigualdad del gasto neto del hogar según I0 e I2
55
Gasto medio
0
2,000
4,000
6,000
8,000
10,000
12,000
14,000
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Nacional Urbano Rural
Bienestar
0
1,000
2,000
3,000
4,000
5,000
6,000
7,000
8,000
9,000
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Nacional Urbano Rural
Figura 6. Gasto neto medio del hogar y bienestar social de acuerdo con
la función de bienestar social W1
57
%
0.0
10.0
20.0
30.0
40.0
50.0
60.0
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
(α, θ) = (1/3, 0.8)
Nacional Urbano Rural
Figura 7. Incidencia de la pobreza absoluta en %
59
%
0.0
10.0
20.0
30.0
40.0
50.0
60.0
70.0
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
(α, θ) = (1/3, 0.8)
Nacional Urbano Rural
Figura 8. Incidencia de la pobreza relativa en %
61
0
1,000
2,000
3,000
4,000
5,000
6,000
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Absoluta, sector urbano Absoluta, sector rural
Absoluta, escala nacional Relativa, escala nacional
Figura 9. Líneas de pobreza absoluta en todos los niveles geográficos y línea de pobreza relativa a escala nacional
63
%
0.0
5.0
10.0
15.0
20.0
25.0
30.0
35.0
40.0
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Pobreza absoluta Pobreza relativa
Figura 10. Incidencia de la pobreza absoluta y la pobreza relativa a escala nacional en %
65
% Sector Urbano
0.0
5.0
10.0
15.0
20.0
25.0
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Pobreza absoluta Pobreza relativa
% Sector rural
0.0
10.0
20.0
30.0
40.0
50.0
60.0
70.0
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Pobreza absoluta Pobreza relativa
Figura 11. Incidencia de la pobreza absoluta y la pobreza relativa en los sectores urbano y rural en %
67
Entre 2,500 y 15,000 habitantes
0.0
5.0
10.0
15.0
20.0
25.0
30.0
35.0
40.0
45.0
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Trabajo autónomo agrícola Trabajo asalariado no agrícola
Transferencias privadas Transferencias públicas
Menos de 2,500 habitantes
0.0
5.0
10.0
15.0
20.0
25.0
30.0
35.0
40.0
1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004
Trabajo autónomo agrícola Trabajo asalariado no agrícola
Transferencias privadas Transferencias públicas
Figura 12. Selección de algunas fuentes de renta en % respecto de la renta total del hogar
69
19921998
20002004
0
100
200
300
400
500
600
I.‐ CALORIAS, CARBOHIDRATOS Y GRASAS
Primer quintil Quinto quintil
19921998
20002004
0
10
20
30
40
50
60
II.‐ PROTEINAS DE ORIGEN VEGETAL
Primer quintil Quinto quintil
71
19921998
20002004
0
200
400
600
800
1000
1200
1400
III.‐ PROTEINAS DE ORIGEN ANIMAL
Primer quintil Quinto quintil
19921998
20002004
0
50
100
150
200
250
300
350
400
IV.‐ VITAMINAS Y MINERALES
Primer quintil Quinto quintil
Figura 13. Gastos alimenticios del hogar per capita en el primero y el quinto quintil de la
distribución del gasto neto del hogar per capita
73
SERVICIO DE INFORMACIÓN Y ESTADÍSTICA AGROALIMENTARIA Y PESQUERA
(SIAP)
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