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Evaluación del Proyecto De Diagnóstico y Apoyo Técnico Terapéutico para Niños y Jóvenes Víctimas de Maltratos o Abusos Sexuales Enero/Diciembre 2015

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Evaluación del Proyecto De Diagnóstico y Apoyo Técnico Terapéutico para Niños y Jóvenes Víctimas de Maltratos o Abusos Sexuales

Enero/Diciembre 2015

FUNDACIÓN CONCEPCIÓ JUVANTENY

2

Con el soporte de:

FUNDACIÓN CONCEPCIÓ JUVANTENY

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EVALUACIÓN DEL PROYECTO DE DIAGNÓSTICO Y APOYO

TÉCNICO TERAPÉUTICO PARA NIÑOS Y JÓVENES

VÍCTIMAS DE MALTRATOS O ABUSOS SEXUALES

L’Hospitalet de Llobregat, Enero/Diciembre 2015

Coordinadora Carmen Gálvez

Psicóloga Oihana Mendiguren

Trabajadora Social Carme Arnau

Doctor Antoni Natal

FUNDACIÓN CONCEPCIÓ JUVANTENY

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Presentación

El año 2015 ha sido nuevamente un año de reconocimiento del trabajo personal y profesional de

la Unidad de Tratamientos Especializados, puesto que se ha aumentado la demanda de formación

especializada y continuada en nuestro servicio, sobre todo en lo referente al abuso sexual infantil

y, concretamente, en el ámbito de la atención precoz.

Por otro lado, cada vez nos encontramos con casos más complejos de abordar, puesto que se

trata de niños que sufren separaciones conflictivas que, por las características de éstas, casi se

podrían catalogar de maltratos. Normalmente, uno de los progenitores “utiliza” al hijo/a de

ambos para acusar al otro de “mal padre” o, incluso, de maltratador (abusador, negligente...),

colocando al niño/a en medio del conflicto y afectando de forma grave en su desarrollo

emocional.

Por lo anterior, hemos tenido que ofrecer más atención global en cada caso, dando soporte,

pautas y seguimiento a las diferentes familias, además del tratamiento individualizado del niño.

El año 2015 también se ha caracterizado por el aumento de casos de sospecha/abuso sexual, lo

que también ha repercutido en el tiempo dedicado a cada caso, puesto que en alguno de ellos los

profesionales han tenido que asistir a juicios penales por este motivo, como testigos, y se han

tenido que realizar informes para el Juzgado correspondiente.

Respecto a la formación, los profesionales hemos seguido con la formación continuada, tan

necesaria en nuestra labor.

Durante este año hemos continuado con la colaboración en prácticas de la artterapeuta del año

anterior que, a pesar de los resultados óptimos obtenidos en sus intervenciones, no se ha podido

mantener como profesional dentro del equipo por falta de recursos económicos.

Cada vez más, vemos que el maltrato requiere una intervención multidisciplinar, pero todavía

queda mucho trabajo por hacer y por investigar, y continúan siendo escasos los recursos para

hacerlo.

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Antecedentes Teóricos

Introducción

A pesar de haberse realizado progresos respecto en los programas sociales, continúa existiendo

una necesidad y una concepción política de ofrecer ayuda terapéutica a niños y niñas víctimas de

maltratos y/o abusos sexuales. Aun así, existe todavía un vacío a la hora de ofrecer una atención

médico-psicosocial integral a los niños maltratados y/o abusados. El seguimiento y análisis clínico

de nuestra propia casuística y otros autores (Barudy, J. 1998/1999; Cirillo, S. 1989; Gil, E. 1997;

Friedrich, W. 1991; etc.) muestra los grandes daños que los diferentes maltratos intrafamiliares

provocan en la salud de los niños, especialmente en su salud mental. Estos maltratos son el

resultado de la carencia de competencias parentales crónicas y severas de padres y madres que, a

su vez fueron niños maltratados en su infancia y no recibieron la ayuda adecuada para tratar de

superar sus traumatismos.

A pesar de los progresos, todavía es demasiado frecuente que las necesidades reales de los niños

se encuentren en un segundo plano con respecto a los derechos de los padres. Esto pasa, por

ejemplo, cuando en las políticas sociales destinadas a la infancia se da prioridad -por

consideraciones filosóficas o ideológicas- a la preservación de la familia. Por esta razón, muchos

hijos e hijas de padres incompetentes sufren periodos prolongados de maltratos sin que éstos

sean diagnosticados, ocasionando graves daños para su salud, muchas veces, de forma

irreversible. En otras ocasiones y frente a indicadores evidentes de maltratos, los niños y niñas

son retirados de sus familias y acogidos en una familia ajena o en un centro de acogida sin el

acompañamiento psicológico necesario. Y aun así, es demasiado habitual que los niños sean

devueltos prematuramente a sus padres sin que se haya mediado ningún tratamiento

especializado para éstos y, aún menos, para los niños. Por otro lado, existe un déficit importante

de recursos destinados a ofrecer atención terapéutica especializada a los niños, para ayudarlos a

reparar el daño sufrido. Ya sea porque estos recursos son insuficientes y/o los métodos de

tratamiento son inadecuados. Es por todo esto que quisimos poner en práctica este programa

terapéutico, que ya tiene más de diez años, y del que ofrecemos, mediante este documento, una

nueva evaluación con nuevos casos y elementos de juicio, nuevas aportaciones y valoraciones.

El Proyecto Piloto de Investigación/Acción

La decisión de desarrollar un proyecto piloto de investigación/acción para dar una respuesta

coherente al sufrimiento infantil provocado por los maltratos y/o abusos sexuales, nació el mes

de mayo del año 2000 en Barcelona. Este proyecto estaba dirigido, en un principio, a niños y niñas

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maltratados en sus familias, quienes por sus secuelas físicas, psicológicas y sociales requerían de

un tratamiento especializado. Los objetivos principales de nuestra investigación/acción eran: por

un lado, determinar cuáles son las consecuencias traumáticas prevalentes de los maltratos

infantiles en el grupo de niños y niñas tratados y, por el otro, tratar los trastornos médico-

psicosociales provocados por estos maltratos. Este documento pretende presentar los resultados

de este programa, ya consolidado, durante este año 2015.

El Impacto de los Maltratos en la Salud Infantil

El análisis clínico de nuestra casuística, así como la revisión de la literatura, nos permite enunciar

que los daños para la salud de los niños y niñas maltratados tienen que ver, por una parte, con el

daño sufrido en el seno de sus familias pero, por la otra, son también la consecuencia de la falta

y/o no adecuación de las intervenciones sociosanitarias para ayudarlos. A este último aspecto lo

denominados efectos iatrogénicos de las intervenciones.

El daño en los niños a consecuencia de los diferentes tipos de maltrataos intrafamiliares

Los diferentes tipos de maltratos que los niños sufren, no son ni accidentes ni hechos aislados en

su vida, al contrario, son un cúmulo de sufrimientos que determinarán, en gran parte, su

personalidad, su manera de ser y de relacionarse con los demás. El daño producido por los

maltratos no sólo se expresa por los diferentes traumatismos, sino también por los graves

trastornos de desarrollo infantil. Los niños y niñas, por su dependencia biopsicosocial de sus padres y

de los adultos en general, a menudo aceptan los maltratos como legítimos, puesto que los adultos

responsables los encubren o simplemente los niegan. Así por ejemplo, los golpes y las palizas son

presentados como medios necesarios para asegurar una “buena educación”, o se explican porque los

niños se lo merecen “porque se portan mal”. En el caso de existir abusos sexuales, estos son

presentados como manifestaciones de afecto o métodos educativos para iniciar a las víctimas en la

sexualidad; en los casos más perversos, se atribuye a los mismos niños y niñas la responsabilidad o la

culpa de provocar a los adultos.

Por lo tanto, el sufrimiento y los traumatismos de los niños maltratados son las consecuencias de

una de las formas más patológicas y abusivas de la comunicación humana. La víctima no sólo es

maltratada, ignorada y abusada sino que además, tendría “que agradecer” a sus padres el daño

que le infligen y, además, asumir la culpa de lo que les pasa. En esta dinámica, las víctimas pueden

sufrir un verdadero proceso de “lavado de cerebro”, que a nivel conceptual se puede resumir en

las formulaciones siguientes: “te queremos”, “te maltrato, es normal, cállate”, “si te hacemos

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daño es por culpa tuya, además, es por tu bien”, “te ignoramos, no cuidamos de ti, pero cómo

somos tus padres, no nos puedes cuestionar”, “te abusamos sexualmente para ayudarte a

disfrutar de tu sexualidad”.

Es importante recordar que muchos niños/as viven años en situaciones de maltratos antes de que

estos sean detectados y se los intente ayudar. Por otra parte, ellos no tienen otra alternativa que

sobrevivir adaptándose al abuso de poder y a la violencia. Cuando no reciben una ayuda precoz y

eficaz, pueden desarrollar estrategias “de autodefensa”, como agredir a los demás o a ellos

mismos, presentar comportamientos disruptivos, dificultades de aprendizaje, precocidad o

promiscuidad sexual, etc., y/o cuando son grandes, maltratar a sus parejas y/o a sus hijos.Estas

dinámicas explican los diferentes niveles de daño psicosocial provocados por todos los tipos de

maltratos y justifican la necesidad de ofrecer a los niños un apoyo terapéutico individual,

específico y especializado.

Los trastornos a los que nos referimos son:

Los trastornos de los vínculos.

El daño traumático, ya sea físico, psicológico o social.

Los trastornos de los procesos de socialización y aprendizaje infantil, con la incorporación

progresiva y acrítica de los comportamientos y creencias de sus padres maltratadores, lo

que comporta una transmisión transgeneracional del maltrato, expresada por la violencia

en la adolescencia, violencia conyugal y/o maltrato a sus hijos.

Trastornos de los procesos de desarrollo infantil con riesgo de retraso en todos los niveles

de desarrollo, algunos de ellos irreversibles.

Los trastornos de los procesos resilientes.

Los efectos iatrogénicos de las intervenciones sociosanitarias

Cualquier intervención destinada a ayudar a un niño víctima de la violencia de los adultos dentro

de su familia puede provocarle sufrimiento. Esto se prácticamente inevitable en la medida en que

se está interviniendo una parte importante de su mundo, “su cuerpo familiar”. Las intervenciones

sociosanitarias para ayudar a un niño o niña maltratado/da, pueden compararse metafóricamente

a las intervenciones quirúrgicas a las que algunos niños tienen que someterse.

No porque la cirugía sea dolorosa es necesariamente traumática. Cuando esto pasa es porque

algún factor iatrogénico, como la carencia de un acompañamiento psicosocial adecuado, complica

el tratamiento del sufrimiento durante la intervención.

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Desgraciadamente, en las intervenciones de protección infantil son muchos los efectos

iatrogénicos que los niños pueden padecer, haciendo que los sufrimientos provocados por la

intervención destinada a ayudarlos, se transformen realmente en una experiencia traumática.

Cuando son maltratados por sus padres, las víctimas infantiles no están en condiciones de darse

cuenta de las incoherencias de los profesionales de diferentes ámbitos que intentan ayudarlos,

por lo que corren el riesgo de volver a ser traumatizados por la intervención.

Por ejemplo, en relación a la detección, es evidente que las políticas sociosanitarias destinadas a

los niños han mejorado la sensibilidad del mundo adulto sobre la existencia de maltratos

infantiles, produciendo que este fenómeno dramático se considere un problema sociosanitario

importante.

Esta mayor sensibilización ha permitido sin lugar a dudas una mayor detección, pero los recursos

para el diagnóstico de estos maltratos no son suficientes ni adecuados, como tampoco los

recursos terapéuticos destinados a las víctimas y a sus padres. Por esta razón, se están

produciendo nuevas formas de sufrimientos, no sólo para los niños y los miembros de sus

familias, sino también para muchos profesionales que trabajan en los diferentes programas.

Es importante reconocer, que una parte de las dificultades en el diagnóstico del maltrato infantil,

es consecuencia de las características singulares de las dinámicas familiares y sociales en las que

se produce, pero tampoco es menos cierto que a menudo, los profesionales no cuentan con la

formación adecuada, ni con la posibilidad de supervisión, ni mucho menos, con una evaluación

del impacto de sus diagnósticos.

Las carencias actuales en este aspecto tienen, como consecuencia, numerosos casos de niños que

permanecen mucho tiempo en una situación de desatención, mientras los profesionales

encargados de su protección encuentran los elementos “objetivos” para validar la existencia de

maltratos. La consecuencia más grave de esto es que son, todavía, muchos los niños que

continúan durante periodos prolongados en una situación dolorosa, sin recursos para hacer frente

a la violencia de sus padres. Por otro lado, cuando se aplica una medida de protección y se

propone un alejamiento de la víctima de su propia familia, no siempre se le ofrece un apoyo

psicológico adecuado para ayudarlo a integrar positivamente el sentido de la medida. El niño

ingresa a menudo a los recursos de acogida dependientes de la Administración, con la vivencia y

la percepción de que él o ella es culpable de los problemas en casa o, lo que es aún más grave,

asumiendo la culpa del sufrimiento de sus padres, víctimas de un mal hijo/a y/o mal agradecido.

Es evidente que esto refuerza los mecanismos de culpabilización utilizados por los padres

abusadores, así como los procesos de designación social de “niño problemático”, debido a los

trastornos conductuales consecuentes a los maltratos que ha sufrido y que se manifiestan, por

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ejemplo, en la escuela. De este modo, el círculo vicioso se va cerrando en torno a la víctima, que

se autopercibe y es percibida como la responsable y culpable de lo que ha pasado.

Por otro lado, los procedimientos para ayudar a las víctimas infantiles son todavía insuficientes y con

frecuencia inadecuados. Desgraciadamente, muchos profesionales del campo de la infancia en

riesgo social no han tenido la oportunidad de integrar, con la suficiente rapidez, los conocimientos y

experiencias que la investigación clínica ha proporcionado sobre el fenómeno de los maltratos, en

general, y los abusos sexuales, en especial. Por esta razón, a la carencia de recursos financieros se

añade la existencia de prácticas sociales, educativas y terapéuticas que no siempre responden de

una manera adecuada y coherente a las necesidades especiales de los niños/as víctimas de

maltratos, ni tampoco al imperativo de contrarrestar el daño biopsicosocial provocado por estas

situaciones de violencia. Como consecuencia de lo que hemos expuesto, son numerosos los niños

y niñas que, debido a que no reciben la ayuda necesaria y suficiente, regulan y manifiestan sus

sufrimientos de víctimas a través de comportamientos violentos y disruptivos, hiriéndose a ellos

mismos y a menudo a los demás, por ejemplo, victimizando a sus compañeros o a los adultos que

tratan de apoyarlos, ofreciéndoles vinculación y todo tipo de ayuda, como es el caso de

educadores y padres acogedores. Con asiduidad se olvida del hecho que estos niños y niñas no

sólo son víctimas de maltratos en sus familias, sino también de un proceso de intervención que

muchas veces no responde a sus problemas, trastornos ni necesidades.

Nuestras experiencias y la investigación clínica, muestran la relación evidente entre las

experiencias de maltratos y la incapacidad que presentan las víctimas una vez adultas, para

ejercer de una manera suficiente y adecuada las funciones conyugales y parentales. Por lo tanto,

cuando los niños no son ayudados en la reparación del daño provocado por sus propios padres,

será muy considerable el riesgo de que estos niños no presenten las competencias parentales

mínimamente suficientes para asumir el cuidado y la protección de los que serán sus hijos o que,

directamente, los maltraten.

Numerosas son las niñas que, por ejemplo, habiendo sido maltratadas en sus familias y

detectadas tardíamente y ayudadas de manera ineficaz por las instituciones de protección,

cuando se quedan embarazadas no tienen las competencias parentales para ocuparse de sus

propios hijos; esto motiva una intervención no siempre adecuada para “proteger” a la nueva

criatura, produciéndose así una dramática repetición de los maltratos, en los que las causas que

intervienen no son sólo el daño provocado en el seno de las familias, sino que encontramos,

además, el daño iatrogénico de un modelo de intervención protectora, inadecuado e insuficiente.

Los maltratos como obstáculo al desarrollo de capacidades resilientes en los niños

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La noción de resiliencia hace referencia a la capacidad o recursos de un niño o niña para

desarrollarse normalmente a pesar de las condiciones difíciles en las que ha vivido. Esta capacidad,

lejos de ser una característica meramente individual, es resultado sobre todo de los procesos

relacionales en los que el niño está inmerso, a partir de su concepción y su vida intrauterina; en el

nacimiento y en su crecimiento como niño y después como adolescente. Entre los factores que se

han podido identificar como variables contribuyentes al desarrollo de la resiliencia se encuentran:

El vínculo seguro, es decir, una vinculación sana entre los niños y sus figuras de referencia. Esta

experiencia ha podido hacer frente a los desafíos adaptativos del crecer. Aunque la experiencia

haya sido deficiente en la familia, es posible, hasta cierto punto, repararla mediante un proceso

terapéutico y de este modo, contribuir al desarrollo de la capacidad resilente.

La toma de consciencia de la realidad individual, familiar y social por muy dura o dolorosa que

esta sea. Cuanto más pronto el niño es ayudado a comprender su situación de víctima de

maltratos, más posibilidades tendrá de encontrar creativamente alternativas para hacer frente al

daño sufrido y optar por otras formas diferentes de relación. Numerosos son los niños/as

maltratados que se dieron cuenta muy pronto de su condición y que, a partir de esta experiencia,

pudieron formular planteamientos como por ejemplo: “cuando sea grande no haré nunca a mis

hijos el que mis padres me han hecho”. En la medida que la toma de conciencia es, casi siempre el

resultado de una relación donde el otro ayuda al niño a darse cuenta de lo que pasa, el proceso

terapéutico es un recurso fundamental en este sentido.

El apoyo social El sentimiento de sentirse apoyado, comprendido y ayudado por otras personas,

tanto por adultos como por sus compañeros, es otro de los factores de la resiliencia. Esto justifica

no con sólo que los profesionales que trabajan con los niños acepten ser parte del entorno social

de los niños sino que, además, también acepten el desafío de organizar actividades terapéuticas

en grupo con los niños, como complemento de trabajo individual. Es en el grupo, donde los niños

pueden participar de una dinámica social que les permite recibir y, también, apoyar a sus

compañeros que han estado viviendo dificultades parecidas. Además, las dinámicas de grupo son

una posibilidad de nuevos aprendizajes para comunicar, actuar y reflexionar en relación al pasado

para “descontaminarse” de lo que se ha aprendido en los procesos abusivos y maltratadores. Es

evidente que las situaciones de maltratos intrafamiliares, sobre todo cuando son severas y

crónicas, bloquean o alteran los procesos resilientes de los niños. Esto en la medida que tienen,

como consecuencia, trastornos del vínculo y traumatismos de diferente naturaleza, que impiden

los procesos de toma de conciencia de la realidad y, además, producen trastornos de la

sociabilidad que interfieren en los procesos de apoyo social que los niños necesitan.

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Objetivos del Programa

Ofrecer recursos terapéuticos especializados y continuados a un grupo determinado de niños

y niñas víctimas de violencia intrafamiliar y extrafamiliar, beneficiarios en su mayoría de una

medida de protección caracterizada por una acogida residencial o una acogida familiar, y

otros que residen en una casa de acogida para mujeres maltratadas, que no disponen de

recursos terapéuticos para estos niños. Aun así, también existe la posibilidad de ofrecer este

recurso en niños derivados de la Unidad de Pediatría Social del Hospital Universitario

Germans Trias y Pujol, “Can Ruti”, desde donde vienen con un diagnóstico de posible abuso

sexual o maltrato.

El objetivo fundamental de la psicoterapia con niños víctimas de maltrato y/o abuso sexual es

la de contribuir a la reparación del daño y el sufrimiento traumático de los mismos,

devolviendo al niño a su línea de desarrollo, y al mismo tiempo prevenir que estos se

transformen en niños o jóvenes agresores, o bien en adultos que no presentan las

competencias parentales mínimamente suficientes para asumir el cuidado y protección de

los que serán sus hijos.

Ofrecer recursos terapéuticos a adultos víctimas de maltratos en su infancia, que sufren las

secuelas del mismo.

Ayudar las familias acogedoras a entender las dificultades de estos niños para así facilitar la

relación entre ellos y con su entorno.

Ofrecer un amplio abanico de recursos terapéuticos que favorezcan la respuesta adecuada

para cada demanda específica.

Facilitar dinámicas de red con los profesionales que se encargan de ayudar a estos niños

(educadores, padres de acogida, equipos técnicos de centros o programas de acogida

familiar, CSMIJ, EAIAs, DGAIA, ICAA, Maestros-Tutores de las diferentes escuelas, pediatras,

etc.). El trabajo en red tiene que ser la metodología de elección y que consiste en la

coordinación de los recursos terapéuticos ofrecidos a estos niños, para evitar así, que los

niños sean rehenes de las diferencias de modelos y actuaciones entre los profesionales que

se ocupan de ellos.

Ofrecer atención psicosocial de apoyo y contención a familias de los niños que atendemos,

que presentan trastornos graves de la personalidad.

Ofrecer formación, asesoramiento y supervisión a otros profesionales que están en contacto

diario con estos tipos de niños y sus familias.

Trabajar con los padres de los niños susceptibles de ser tratados en este programa, bien sea

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de forma social o con tratamientos individuales. También con los pares agresores, que fueron

víctimas de maltratos en su infancia.

Recibir formación continuada y especializada por parte de los profesionales.

Realizar acciones formativas y divulgativas para profesionales psicosociales.

Realizar supervisiones a diferentes profesionales.

Elaborar protocolos de actuación basados en el respecto a los derechos de la infancia.

Continuar evaluando e investigando, de forma objetiva, los resultados del programa a corto,

medio y largo plazo, para modelizar y sistematizar su metodología, transmitir experiencias

realizadas y estudiar su aplicabilidad en contextos diferentes.

Implementación de la actividad 2015

En el siguiente cuadro es puede apreciar el funcionamiento de la Unidad de Tratamientos.

Durante el año 2015, nos hemos encontrado, por un lado, casos más complejos en su abordaje,

tal y cómo se ha explicado en la presentación de esta memoria y, por otro lado, se ha producido

un aumento de los casos de sospecha/abuso sexual, que ha repercutido en el tiempo dedicado a

UNIDAD DE TRATAMIENTO ESPECIALIZADOS

DEMANDA INICIAL

ADMISIÓN ENTREVISTA DE ACOGIDA

REUNIÓN EQUIPO TERAPÉUTICO

OTROS PROFESIONALES DIAGNÓSTICO/PSICOTERAPIA

ENTREVISTAS TERAPÉUTICAS

ARTETERAPIA SOPORTE INSTITUCIONAL SOPORTE MAYORÍA DE EDAD

DERIVACIÓN EXTERNA

DERIVACIÓN INTERNA

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cada caso, puesto que en alguno de ellos los profesionales han tenido que asistir a juicios penales

debido a ello, como testigos, y se han tenido que realizar informes para el Juzgado

correspondiente.

Los profesionales de este programa hemos seguido con la formación continuada, asistiendo a

diferentes jornadas realizadas por: SCRIMP (Sociedad Catalana de Rorschach y Métodos

Proyectivos), Fundación San Pedro Claver, Asociación Psicoanalítica de Madrid en las jornadas

sobre abuso y violencia en la familia.

Por otra parte, los mismos profesionales hemos continuado transmitiendo aprendizajes y

experiencias a otros profesionales, ya sea tanto supervisando, como asesorando sus casos, o bien

realizando diferentes cursos y/o sesiones clínicas, especialmente, las relativas al Abuso Sexual,

que constituye el maltrato que más preocupa a los profesionales y cuya detección es más difícil.

Las demandas más frecuentes han procedido de los centros de atención precoz (CDIAP de

Tárrega, ASPACE y de Sant Feliu/Sant Vicenç dels Horts).

Este año también hemos recibido la colaboración de la Asociación AADAS, que nos ha ofrecido un

cursillo de remo para mujeres agredidas sexualmente, invitando a las chicas en proceso de terapia

en nuestra unidad. Manteniendo los recursos materiales ya mencionados en la última memoria

de actuación, recordamos que la atención a los usuarios se realiza en un local independiente

dotado de los recursos materiales e infraestructurales que a continuación enumeramos:

Dos salas de terapia de juego.

Una sala de terapia de grupo.

Dos salas de reuniones para la red.

Un espacio para recibir a los niños, sala de espera y trabajo administrativo.

Material de vídeo y de grabación para el trabajo de evaluación y de formación.

Indicadores previstos para evaluar el programa

Objetivos

Funcionamiento correcto del servicio terapéutico.

Trabajo en red de los profesionales implicados.

Integración social de las víctimas de maltratos.

Formación de psicoterapeutas.

Disminución de la incidencia del fenómeno del maltrato infantil.

Asunción, por parte de los profesionales implicados, de dinámicas de buen trato.

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A partir de los objetivos planteados, los indicadores son los siguientes:

Proporcionar a los niños maltratados elementos reparadores.

Implicación multidisciplinaria de los profesionales.

Disminución de los problemas conductuales y relacionales.

Aprendizaje de nuevas técnicas de tratamiento.

Utilización correcta de los elementos diagnósticos y terapéuticos.

Sensibilización de la sociedad en relación a la existencia de los maltratos.

Establecimiento de pautas de actuación por parte de los profesionales implicados en

la atención a los niños maltratados

Resultado esperado

Reparar y superar el daño infligido a los niños maltratados o abusados.

Interrupción de la transmisión intergeneracional del maltrato y el abuso sexual.

Reducción de las secuelas producidas por los maltratos.

Implicación y participación de profesionales en las jornadas de formación.

Descubrimiento y diagnóstico de los casos ocultos de maltratos.

Previsión y asunción de las responsabilidades en cada nivel de actuación.

Compromiso de unificación de actuaciones y exploraciones para evitar dobles

victimizaciones en niños y jóvenes.

Compromiso de elaboración de protocolos de actuación basados en el respecto a los derechos

de la infancia.

Diferentes Proyectos en Funcionamiento

Diagnóstico y Psicoterapia individual.

Entrevistes Terapéuticas: con las familias y los niños conjuntamente, para tratar problemáticas

puntuales intrafamiliares que no requieran de una psicoterapia.

Arteterapia: a través de medios y de procesos artísticos, ayudar a contener y a resolver los

conflictos emocionales y psicológicos.

Soporte y Supervisión Institucional: orientado a brindar asesoramiento, atención y formación a los

trabajadores que ejercen su labor como educadores en los diferentes Centros (de Acogida y

Residencial) y a los que efectúan el seguimiento con los niños acogidos en las diferentes familias

acogedoras. Por otra parte, también se ofrece apoyo y asesoramiento a diferentes profesionales de

la red (CDIAP, CSMIJ, escuelas, Servicios Sociales, EAIA).

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Resultados de la Evaluación

Población Atendida

Durante esto año 2015, han sido atendidos un total de 36 casos en nuestra Unidad de

Tratamientos. De ellos, 21 de sexo femenino y 15 de sexo masculino. Con edades comprendidas

entre los 5 y 50 años; y de los cuales 15 han sido niños, 9 adolescentes y 12 adultos.

Cabe que destacar que, como el año anterior, ha habido un aumento de casos de abuso sexual y,

más concretamente, donde el abuso sexual se ha dado entre menores de edad, con lo que hemos

trabajado tanto con el agresor menor como con la víctima.

Características de la Población

0

5

10

15

20

25

Femenino Masculino

Sexo

0

2

4

6

8

10

12

14

16

Niños/as Adolescentes Adultos

Edades

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Tipos de Maltratos o Agresión Recibida

Respecto al tipo de maltratos o agresiones que han motivado el ingreso en el programa, o que se

han evidenciado a lo largo de la duración del mismo, podemos afirmar que en orden de

frecuencia son:

Cabe que resaltar que continúa siendo más elevado el número de niños que han sufrido Sospecha

y/o Abuso Sexual, seguido de Maltrato Psicológico y Negligencia Afectiva. Por otro lado, el

Maltrato Físico aumenta también y queda en último lugar la Negligencia Material. No obstante,

debemos tener en cuenta, que el número total de maltratos es mayor de 100, puesto que cada

persona puede haber sufrido más de un tipo de maltrato.

También destaca respecto a años anteriores, el aumento progresivo y considerable de casos que

nos llegan por sospecha y/o abuso sexual para realizar un tratamiento. De estos, sin embargo,

cabe decir que cada vez son más los casos de separaciones conflictivas donde no se da una

situación de abuso sexual, pero sí que queda patente una situación de grave conflicto entre los

progenitores que, a veces, acaba generando un maltrato psicológico puesto que ninguno de los

dos preserva al niño/a de la situación.

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

90%

100%

Sospecha o Abuso Sexual

Maltrato Psicológico

Negligencia Efectiva

Maltrato Físico Negligencia Material

Tipos de Maltrato (%)

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CONSECUENCIAS PSICOSOCIALES TRAUMÁTICAS DE LOS MALTRATOS

Consecuencias Psicosociales Traumáticas de los Maltratos

Las consecuencias psicosociales que generan efectos traumáticos a los niños/as debido a los

maltratos, las hemos agrupado en los siguientes trastornos, según afecten las áreas: afectivas,

cognitivas, conductuales y sociales de estos. Estos trastornos han impedido o perturbado un

desarrollo evolutivo normal y adecuado de los niños/as. En el área afectiva nos ha interesado

valorar y tratar los trastornos de los vínculos emocionales y de empatía.

Trastornos del Vínculo (17%): Los trastornos del vínculo los definimos como el resultado de una

ausencia, interrupción o dificultad en el proceso de vinculación que se establece entre el niño y

sus progenitores, que les impide establecer una seguridad mínima a partir de la cual, él o ella,

llega a ser un sujeto social capaz de vincularse y aprender en la relación con los demás.

Trastornos Emocionales y de la Empatía (89%): En relación a los trastornos emocionales,

entendiendo estos como la dificultad en la capacidad de identificar, reconocer, utilizar y controlar

las emociones y sentimientos propios adecuadamente, que emergen de nuestras interacciones

con el ambiente e influyen en nuestras percepciones.

Estos trastornos se manifiestan, por ejemplo, a través de reacciones emocionales inadecuadas,

regulación y modulación de los afectos inadecuados, cambios de humor repentinos, agitación,

sensibilidad emocional, explosiones de ira imprevistas, etc. Este trastorno está presente en casi

todos los niños tratados debido de al maltrato intrafamiliar.

Trastornos Cognitivos (14%): Respecto al área cognitiva, se sabe que existen efectos y consecuencias

considerables, que en muchos casos llegan a ser irreversibles, debido a experiencias de maltratos

crónicos y severos vividos en la infancia. Cuando esto pasa y se afectan los procesos cognitivos, es

decir, al pensamiento, percepción, atención, memoria, conciencia... estamos hablando de trastornos

cognitivos.

Trastornos Disociativos (8%): Estos trastornos se definen como una alteración en la capacidad de

las funciones integradoras de la conciencia y/o de la identidad, un trastorno que afecta los

aspectos afectivos, cognitivos y conductuales del niño/a. Sus manifestaciones van desde una

pérdida fugaz y repentina de la conciencia, despersonalización, ausencias, o amnesia psicógena,

hasta trastornos de personalidad múltiple en su expresión más dura. Valoramos aquí, por lo

tanto, la presencia de estos trastornos en cualquier de sus manifestaciones.

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Trastornos del Comportamiento (25%): En el área del comportamiento, los trastornos

conductuales van desde la hiperactividad hasta la inhibición conductual, así como las dificultades

en el control de impulsos, o pasos al acto que conducen a comportamientos violentos contra

terceros, ya sean niños, adultos, animales u objetos, así como también conductas

autodestructivas. Además, en esta categoría se incluyen todas las manifestaciones conductuales

de experiencias de sexualización traumática, es decir, victimización sexual de sí mismo o hacia

otro, actividad sexual precoz, agresividad compulsiva y sexualización del afecto, entre otros.

Trastornos de la Socialización (25%): Definimos los trastornos de la socialización como la

tendencia a exhibir conductas que resultan socialmente inaceptables. Estos trastornos llevan al

niño o niña a ser socialmente inepto, con carencia o deficiencia de hábitos alimentarios, de

higiene; comportamientos abusivos que conllevan la explotación o manipulación continua,

interacciones disruptivas que niegan o sabotean cualquier tipo de interacción positiva. También

pueden manifestarse comportamientos socialmente inhibidos, evitación o rechazo de

interacciones relacionales.

Trastornos de los Procesos Resilientes No es difícil concluir que la población descrita

anteriormente es la que ha presentado una gran dificultad para desarrollar procesos resilientes,

debido a una ausencia de vinculaciones positivas (trastornos de los vínculos emocionales), falta de

apoyo social, problemas de marginalidad social, ausencia de apoyo y seguimiento escolar, así

como también la imposibilidad de tomar conciencia por parte de estos niños/as de ser víctimas de

maltratos y de injusticia. Todo esto les lleva a desarrollar procesos psicológicos dañinos, tales

como la culpabilización y estigmatización; y a sentirse traicionados o abandonados.

Trastornos límites de la personalidad (8%): Continuamos atendiendo muchos casos, sobre todo en

los adultos, que sufren este tipo de trastorno consecuencia de una infancia con vivencias

politraumáticas. Son pacientes que no son neuróticos ni psicóticos ni perversos, sino que las

dificultades derivan de la confusión en los límites entre ellos mismos y los demás, entre lo interno

y lo externo, que se desbordan, se deprimen, intentan suicidarse, son depresivos y dependientes;

ante una realidad externa e interna que no pueden contener ni concebir.

Trastornos de la conducta alimentaria (TCA) (6%): Compone varías enfermedades crónicas y

progresivas que, a pesar de que se manifiestan a través de la conducta alimentaria, en realidad

consisten en una gama muy compleja de síntomas entre los que predomina una alteración o

distorsión de la autoimagen corporal, un gran temor a subir de peso y la adquisición de una serie

de valores a través de una imagen corporal.

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Hay que destacar que de entre la población atendida, se presentan con los porcentajes más

elevados los siguientes: el trastorno emocional (89%), el trastorno de socialización (25%), el

trastorno de conducta (25%), el trastorno del vínculo (17%) y las conductas sexualizadas (19%).

Tipo de Atención Ofrecida e Indicadores de Mejora

El ingreso de los niños al programa ha requerido estrictamente un trabajo previo de reuniones de

los equipos que conforman la red en torno al niño. A estas reuniones han asistido, por ejemplo,

directores de centros, tutores, educadores y/o referentes, así como otros miembros de la red

profesional.

Por lo tanto, este programa de tratamiento psicoterapéutico individual se desarrolla en un marco

de trabajo en red. En algunos casos, se ha requerido atención pediátrica como consecuencia de

los maltratos recibos.El 14% ha requerido una evaluación psiquiátrica al inicio y/o durante el

proceso terapéutico, ya sea para valorar la necesidad de un apoyo farmacológico, valorar si el

ingreso del niño/a al programa es pertinente y puede dar respuesta a su cuadro clínico, y

acompañar la evolución clínica de los niños/as.

Respecto a la atención psicoterapéutica propiamente mencionada, el 86% de la población ha

recibido atención de psicoterapia con sesiones semanales de 45 a 60 minutos y un 3%

seguimiento mensual. No obstante, es necesario comentar que el 20% de esta población hubiera

requerido una atención de dos sesiones semanales durante los dos o tres primeros meses de su

tratamiento, lo cual no se ha podido llevar a cabo por carencia de recursos. Es importante

destacar que dentro del grupo de niños actualmente en tratamiento, más del 60% ya han

presentado una mejora relevante en su evolución. Esta mejora se basa fundamentalmente en la

disminución parcial o total de indicadores de trastornos emocionales, cognitivos, del

comportamiento y, sobre todo, de la socialización. También se ha notado en las altas de este año,

que han sido de un 14%.

Esta mejora ha sido percibida en conjunto, tanto en el marco terapéutico, por parte de la

terapeuta y el mismo niño/, como por la red social y de profesionales, particularmente por los

padres o tutores del niño, así como en el ámbito escolar. La intervención de una Arteterapeuta en

prácticas nos ha ayudado a entender que hay otras formas de intervenir cuando los pacientes no

pueden pensar, y que hay que diversificar el tratamiento. Esto requeriría también la necesidad de

ampliar los recursos.

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Resultados obtenidos por el programa. Cuantificación y Valoración

Resultados

Realización de nuevos tratamientos en el Servicio de Reparación Terapéutica.

Realización de tratamientos de mantenimiento y continuidad de niños y jóvenes que

ingresaron anteriormente en el Programa.

Mejora de las secuelas producidas por los maltratos.

Diagnósticos de los casos ocultos de maltratos.

Derivaciones de casos para evitar la revictimización.

Atención a las familias de los niños/as tratados.

Cuantificación

36 niños/as, jóvenes y adultos atendidos por el Programa.

Una sesión semanal (86%), seguimientos mensuales (3%).

5 altas, 2 derivaciones y 3 interrupciones.

Valoración

A partir del diagnóstico se proporciona a las víctimas el tratamiento necesario y

específico, en frecuencia y duración, para mejorar su estado psicológico.

A medida que se avanza en el tratamiento, la periodicidad de las sesiones se puede

espaciar en un planteamiento de continuidad.

Una vez se valora el estado de las víctimas, después de entre 18 y 24 meses de

tratamiento aproximadamente, es posible darlos de alta y mantener un seguimiento

de seguridad.

Nos hemos encontrado casos más graves que han requerido coordinaciones con el

CSMIJ para una valoración psiquiátrica y, por lo tanto, con tratamientos de más larga

duración.

Desviaciones respecto a los objetivos previstos

Los objetivos planteados al inicio han sido cumplidos ampliamente, de modo que a los usuarios

del servicio se les ha asegurado el correcto y coherente funcionamiento del servicio, se les ha

proporcionado los correspondientes elementos diagnósticos y terapéuticos y, según cada caso, se

les ha realizado el diagnóstico necesario y la derivación consecuente al servicio terapéutico para

realizar el tratamiento psicológico más adecuado, o en otros casos, se ha efectuado los

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tratamientos necesarios para reparar el daño iatrogénico producido a los niños/as y jóvenes

víctimas de maltratos y/o abuso sexual.

Es por todo lo que se ha expuesto que consideramos que el grado de consecución de todos los

objetivos planteados inicialmente ha sido más que positivo, llegando a unos niveles de calidad en

el servicio que justifican la continuidad del mismo, tanto por ellos mismos como por el nivel de

aceptación y demanda de la sociedad de un servicio como es el que es objeto esta Memoria. Es

más, siendo este el decimoquinto año de funcionamiento del presente programa (recordamos

que se inició el mayo del 2000), nuestra actuación no resulta ser un proyecto, sino un verdadero

programa consolidado, convertido en unidad de referencia para los diferentes servicios externos

implicados en la detección y tratamiento de la figura del maltrato y abuso sexual infantil y juvenil,

de modo que estamos convencidos de que este es el momento de modelizar y protocolizar

resultados y procedimientos, y así nuestra actuación nos permitirá, si es posible, llegar a poder

tratar, adecuadamente para que superen el daño sufrido, a un número mayor de niños y jóvenes

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Conclusión

Como Unidad Especializada, cada vez nos llegan más casos con problemáticas diferentes dentro

de los maltratos a la infancia, cuestión que pone de manifiesto la necesidad de especialización por

parte de los profesionales que tratan este tema. Finalmente, por lo tanto, nuestra Unidad es

considerada un Servicio de referencia por otros servicios (servicios sociales, educativos, de salud

mental...), para abordar los maltratos infantiles.

Las dos problemáticas más importantes con las que hemos tenido que hacer frente son el tema

del abuso sexual, por un lado, y las separaciones conflictivas por otro. Cabe reflexionar que son

temas que tienen que ver con la dinámica social actual, donde la sexualidad adulta ha dejado de

ser un tema íntimo y los niños tienen acceso a contenidos sexualizados que no les corresponde a

su desarrollo, y donde la unidad familiar no es estable ni duradera.

También hay que destacar que los niños tratados, cada vez presentan patologías mentales más

graves, y esto implica que el abordaje tenga que ser multidisciplinario, como es el caso de nuestra

unidad de tratamientos.

Por eso, hacen falta especialistas en la materia que nos ocupa, puesto que no se trata sólo de una

problemática psicológica sino también social y familiar. La formación y la especialización son

herramientas básicas que los profesionales de nuestra Unidad han usado para avanzar y poder

tratar mejor a sus pacientes.

Por todo el anterior, creemos que este programa es del todo necesario para intervenir en los

maltratos en general y, sobre todo, en el abuso sexual, y harían falta más recursos para que se

pudiera dar respuesta a todas las solicitudes que se nos han hecho desde diferentes profesionales

de salud mental y que no hemos podido cubrir totalmente.