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EXPOSICIÓN DE MOTIVOS I. Evaluación de la Ley 550 y justificación del proyecto. La Ley 550 de 1999 fue concebida como un mecanismo transitorio para una coyuntura de crisis económica generalizada, frente a la cual resultaban insuficientes e inadecuados los mecanismos concursales diseñados para situaciones ordinarias, y de ahí que el régimen concordatario fuera suspendido durante los cinco años inicialmente previstos para la aplicación de la Ley 550. Con ocasión de la evaluación que el Gobierno debe presentar ante el Congreso de la República al cumplirse tres años de vigencia de la misma, se ha llegado a la conclusión de que es oportuno proponerle a su consideración un proyecto de ley que no se limite a ajustar el régimen de los acuerdos de reestructuración por lo que le queda de vigencia a dicha ley. Así, con base en la experiencia de dichos acuerdos, del régimen concordatario, del sistema de liquidación obligatoria, y de los anteriores regímenes concordatarios (decreto 350 de 1989 y Código de Comercio) y de la quiebra, se ha estudiado una propuesta legislativa referente a un régimen general de insolvencia que sustituya, tanto al sistema temporal de la Ley 550, como al concordato y la liquidación obligatoria regulados en la Ley 222 de 1995. En relación con las empresas, las negociaciones iniciadas en el 2000, 2001 y 2002 ( hasta fines de octubre), comprueban que el marco normativo establecido en la Ley 550 de 1999 es más ágil que el mecanismo judicial de los concordatos. Es así como durante ese lapso de tiempo fueron celebrados 463 acuerdos ( 66 en 2000, 249 en 2001 y 148 en 2002) que equivalen al 62% de 748 empresas que fueron aceptadas a la promoción de un acuerdo de reestructuración, mientras que de 199 concordatos admitidos en 1999 tan sólo se celebraron acuerdos en 12 sociedades durante el mismo año. De otra parte, es importante mencionar que el total de empresas aceptadas empleaban al momento de iniciar la promoción a 60.833 trabajadores, registraban activos por $8.712.604 millones y los pasivos comprometidos alcanzaban la cifra de $6.046.394 millones, mientras que durante la aplicación de la figura concordataria desde 1990 hasta la entrada en vigencia de la Ley 550, fueron admitidas 515 empresas, que empleaban 54.592 trabajadores, cuyos activos ascendían a $3.980.896 millones y los pasivos $ 2.580.885 millones. Como se observa, las cifras de los acuerdos aceptados en casi 3 años supera ampliamente a la de los concordatos admitidos en 10 años; ello refleja la magnitud de una crisis sistémica, que repercutió en el

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EXPOSICIÓN DE MOTIVOS I. Evaluación de la Ley 550 y justificación del proyecto. La Ley 550 de 1999 fue concebida como un mecanismo transitorio para una coyuntura de crisis económica generalizada, frente a la cual resultaban insuficientes e inadecuados los mecanismos concursales diseñados para situaciones ordinarias, y de ahí que el régimen concordatario fuera suspendido durante los cinco años inicialmente previstos para la aplicación de la Ley 550. Con ocasión de la evaluación que el Gobierno debe presentar ante el Congreso de la República al cumplirse tres años de vigencia de la misma, se ha llegado a la conclusión de que es oportuno proponerle a su consideración un proyecto de ley que no se limite a ajustar el régimen de los acuerdos de reestructuración por lo que le queda de vigencia a dicha ley. Así, con base en la experiencia de dichos acuerdos, del régimen concordatario, del sistema de liquidación obligatoria, y de los anteriores regímenes concordatarios (decreto 350 de 1989 y Código de Comercio) y de la quiebra, se ha estudiado una propuesta legislativa referente a un régimen general de insolvencia que sustituya, tanto al sistema temporal de la Ley 550, como al concordato y la liquidación obligatoria regulados en la Ley 222 de 1995. En relación con las empresas, las negociaciones iniciadas en el 2000, 2001 y 2002 ( hasta fines de octubre), comprueban que el marco normativo establecido en la Ley 550 de 1999 es más ágil que el mecanismo judicial de los concordatos. Es así como durante ese lapso de tiempo fueron celebrados 463 acuerdos ( 66 en 2000, 249 en 2001 y 148 en 2002) que equivalen al 62% de 748 empresas que fueron aceptadas a la promoción de un acuerdo de reestructuración, mientras que de 199 concordatos admitidos en 1999 tan sólo se celebraron acuerdos en 12 sociedades durante el mismo año. De otra parte, es importante mencionar que el total de empresas aceptadas empleaban al momento de iniciar la promoción a 60.833 trabajadores, registraban activos por $8.712.604 millones y los pasivos comprometidos alcanzaban la cifra de $6.046.394 millones, mientras que durante la aplicación de la figura concordataria desde 1990 hasta la entrada en vigencia de la Ley 550, fueron admitidas 515 empresas, que empleaban 54.592 trabajadores, cuyos activos ascendían a $3.980.896 millones y los pasivos $ 2.580.885 millones. Como se observa, las cifras de los acuerdos aceptados en casi 3 años supera ampliamente a la de los concordatos admitidos en 10 años; ello refleja la magnitud de una crisis sistémica, que repercutió en el

sistema financiero y que se extendió a las entidades territoriales, razón por la cual la Ley 550 previó la reestructuración financiera de las mismas, de manera que 46 de ellas aplicaron el sistema, a lo cual hay que sumar 4 empresas de servicios públicos domiciliarios. Entre enero 1 de 2000 y octubre 31 de 2002 se presentaron 126 casos de empresas en reestructuración que terminaron en liquidación obligatoria; pero existe el riesgo de que, igual a lo que ocurría en el proceso concordatario a través de los llamados concordatos liquidatorios, la Ley 550 se utilice para que deudores y acreedores encubran en las reestructuraciones empresas no viables, de manera que la suscripción del acuerdo únicamente postergue la definición del problema, entre otras cosas, dada la complejidad, lentitud e indefinición que en la práctica caracterizan al proceso liquidatorio en el régimen actual. Una dificultad característica de las empresas en reestructuración es la carencia de recursos frescos. Así, 419 empresas de 426 que suscribieron acuerdo, recurrieron a refinanciaciones mediante las cuales se alivian las exigencias de caja, aunque sin solucionar el problema de iliquidez; sólo en 22 de ellas se pactó la inyección de efectivo mediante nuevos créditos y en 20 casos se convino la capitalización de recursos frescos. El estigma comercial propio del concordato cobija también a las empresas en reestructuración, que afrontan las mismas dificultades para el acceso al crédito del sector financiero; aunque debe precisarse que el problema básico radica en la insuficiente capitalización de las empresas, situación que no puede remediarse con crédito, y que afecta al sector productivo en general, por lo cual los incentivos a la capitalización, una vez cese la vigencia de la Ley 550, que previó algunos mecanismos para el efecto, deben tener un carácter general y selectivo, de manera que con ellos no se cree un incentivo perverso a la reestructuración, en desmedro de las empresas que no acudan a ella y que compiten con reestructuradas o no. Debe destacarse la creación a finales de 2001 de un Fondo de Capitalización Empresarial en el IFI por $300.000 millones de pesos, para micros, pequeñas y medianas empresas, con activos hasta por $4.650 millones de pesos, en condiciones muy favorables en comparación con las normales del mercado financiero, con cargo al cual al cierre de abril de 2002 se habían entregado cerca de $70.000 millones de pesos a 534 empresas, línea que posteriormente fue ampliada en $100.000 millones, destinados a empresas con activos entre $4.635 millones y $ 15.000 millones. No obstante, los

recursos asignados pueden agotarse muy rápidamente, y las empresas con activos superiores a $15.000 millones tienen requerimientos en materia de capitalización igualmente apremiantes. En este sentido, hay que reiterar la tantas veces advertida necesidad de mecanismos de generación y movilización del ahorro hacia la capitalización del aparato productivo.

La experiencia ha mostrado que algunos de los sectores actualmente incluídos en la Ley 550 de 1999, como las entidades territoriales y las de aseguramiento del sector salud, ameritan un tratamiento diferente, dada su especial naturaleza, por lo cual resulta pertinente excluirlas del régimen general de reestructuración. Para el régimen permanente que se propone en el proyecto, se prevé la participación de los jueces civiles del circuito y de la Superintendencia de Sociedades, ésta última en ejercicio de funciones judiciales de conformidad con lo dispuesto en el artículo 116 de La Constitución Política. El procedimiento, con la certeza y las garantías propias de las actuaciones judiciales, busca preservar la agilidad y la orientación no litigiosa propia de la Ley 550, que pone de presente que los problemas empresariales requieren para su solución, en primer lugar, de recursos y de decisiones económicas y administrativas adoptadas por los directamente interesados, esto es, por los acreedores involucrados en el riesgo de la empresa, quienes son los llamados a evaluar la viabilidad de la misma y, con base en una información adecuada al respecto, negociar y tomar en la forma más consensual posible la decisión que consideren adecuada.

Y en relación con las liquidaciones, ante las deficiencias del sistema vigente se pretende restablecer el carácter sancionatorio de la quiebra y llevar a cabo efectivamente la liquidación del patrimonio embargable del quebrado, de manera que se aminore la destrucción de valor implícita en las liquidaciones se aminore.

El proyecto establece, al igual que la Ley 222 de 1995, un régimen general unificado aplicable a personas jurídicas y personas naturales comerciantes y no comerciantes, del cual, además de las excepciones previstas en la Ley 550, se exceptúa a las entidades territoriales, a las empresas de servicios públicos domiciliarios, a las empresas industriales y comerciales del estado, al igual que a las entidades de derecho público.

En el estudio y elaboración del proyecto se ha tenido en cuenta la experiencia práctica de la aplicación de los sistemas locales del régimen de

insolvencia, al igual que comentarios y sugerencias previas aportadas por los gremios y entidades públicas; por otro lado, desde un punto de vista internacional, se han considerado los criterios y principios que el Banco Mundial formuló el mes de abril de 2001 en el documento denominado “Principles and Guidelines for Effective Insolvency and Creditor Rights”, al igual que los documentos preparatorios de la Guía Legislativa sobre Insolvencia Local que ha elaborado durante los últimos cuatro años la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (UNCITRAL). Un punto a considerar se refiere a la consagración de disposiciones de derecho interno adecuadas para la cooperación internacional entre los tribunales y autoridades de diversos países que conozcan los procesos de insolvencia referentes a un mismo deudor. Para tal fin, en el proyecto se ha tomado la Ley Modelo sobre Insolvencia Transfronteriza de 1997, preparada por la Comisión para la Unificación del Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI) de la ONU. II.Características del Proyecto. A. Finalidades. El régimen de insolvencia busca la protección del crédito, de la buena fe en las relaciones comerciales y patrimoniales, de la diligencia en la dirección y administración de los negocios, y el aseguramiento del carácter fidedigno de la información relacionada con la actividad económica organizada. Por tal razón, se restablecen las sanciones propias del régimen tradicional de la quiebra, al castigar con la incapacidad para ejercer el comercio y con sanciones de índole penal a las personas que hayan provocado intencionalmente la situación de insolvencia del deudor. En el proyecto se conserva la orientación de la Ley 550 de 1999 consistente en que el Estado no sea quien decida sobre la viabilidad de los deudores. Sin perjuicio de las causales de apertura inmediata de la quiebra, y de la tradicional posibilidad de reactivar al deudor quebrado dentro del propio proceso, el procedimiento de insolvencia tiene un punto de partida común, que admite tanto la reestructuración como la quiebra del deudor, enfoque análogo al previsto en la Ley Alemana de Insolvencia, y que modifica la dualidad de procedimientos actualmente existente en el país.

En el caso de las personas jurídicas, después de haberse surtido una etapa preliminar, común a todos los deudores admitidos al procedimiento de insolvencia, en la que se determina el valor de sus acreencias y sus votos, y sin contar con el voto del deudor, como ocurre en la Ley 550, son los acreedores quienes deciden si optan por negociar un acuerdo de reestructuración o porque se decrete el inicio del trámite de la quiebra del deudor. En cambio, en el caso del acuerdo de reestructuración de las obligaciones de las personas naturales, comerciantes y no comerciantes, se mantiene la estructura bilateral propia del acuerdo concordatario, en el cual son una determinada mayoría de acreedores, por una parte, y el deudor, por la otra, quienes deciden acerca del mismo. B. Carácter jurisdiccional del Procedimiento de Insolvencia. El procedimiento de insolvencia previsto en el proyecto tiene carácter jurisdiccional, sin perjuicio de que en los casos de deudores comerciantes se aproveche la colaboración que las cámaras de comercio pueden brindar para la facilidad y agilidad de trámite de los procedimientos de los mismos. Para efectos de un régimen permanente se ha considerado que no se requiere que el mismo sea administrativo y jurisdiccional, y para disminuir la litigiosidad que ha comenzado a presentarse en el sistema de la Ley 550 en relación con las objeciones a las determinaciones de votos y de créditos, así como respecto de las impugnaciones a los acuerdos, se ha previsto para tales diferencias la celebración de audiencias de decisión de las mismas en única instancia. En el proyecto se busca que el carácter judicial del trámite no sea aprovechado por poderdantes y por abogados expertos en hacer inmortales los pleitos, según la expresión de Don Alfonso el Sabio, desfigurando la naturaleza del problema y generando costos de transacción ajenos a la definición de la suerte del deudor. Por esa razón, uno de los principios del proyecto resalta la importancia de la solución convencional, y se conserva el carácter de única instancia que el legislador ya le ha otorgado al proceso judicial de liquidación obligatoria y a las etapas judiciales de la promoción de acuerdos de reestructuración. En este último punto hay que señalar que con ello se consulta la agilidad que exige el procedimiento concursal, y de ahí que, con base en la Constitución,

se consagre esta excepción al principio de las dos instancias. Se conserva la actuación judicial de la Superintendencia de Sociedades en atención a su experiencia en esta materia,y, al igual, que en el caso de los jueces, falla en una sola instancia. C. Supuestos que dan lugar a la Insolvencia. La admisión al procedimiento de insolvencia exige la iliquidez o el estado de incapacidad de pago inminente del deudor. Este último supuesto, debido a la dificultad de su definición objetiva, exige la presentación de una solicitud conjunta por parte del deudor y de acreedores que representen, por lo menos, el treinta y cinco por ciento del pasivo externo del deudor. En el caso de la iliquidez, el criterio objetivo para la determinación del estado de cesación de pagos ha variado respecto del previsto en la Ley 550, para aumentar el monto del pasivo vencido y para referirse al pasivo total, y no sólo al corriente, como punto de referencia. D. Obligaciones Excluidas del Procedimiento de Insolvencia. Se excluyen del procedimiento de insolvencia las obligaciones vencidas como consecuencia de retenciones de carácter obligatorio debidas a autoridades fiscales nacionales o locales, de descuentos efectuados a los trabajadores, o de lo adeudado por el deudor a favor de las entidades de seguridad social por concepto de aportes al Sistema de Seguridad Social Integral. Esta exclusión implica que sólo quien se encuentre al día a ese respecto puede ser admitido al trámite. E. Agentes de Insolvencia. La denominación genérica del agente de insolvencia corresponde a una terminología usual en el derecho comparado en la materia. Ella cobija los agentes especiales de la etapa preliminar, los promotores y los liquidadores, auxiliares de la justicia, cuyas respectivas funciones exigen idoneidad profesional y moral, de manera que se participación coadyuve la agilidad y transparencia del procedimiento. El agente especial auxilia al juez con el informe que sirve de base para la determinación de votos y de créditos, y suministra a los interesados la información relevante acerca de la empresa;

el promotor, como su nombre lo indica, promueve la negociación, aunque ahora, dada la existencia de las audiencias en que se definen de una vez las objeciones a los votos y créditos, no se le asignan legalmente funciones de amigable componedor; y el liquidador bajo la supervisión de los acreedores, custodia y administra el patrimonio del quebrado con el objetivo de obtener la venta de los bienes o su adjudicación a los acreedores. F. ETAPA PRELIMINAR El procedimiento de insolvencia en su etapa preliminar tiene como finalidad principal la identificación las acreencias a cargo del deudor y los votos que correspondan a cada uno de sus titulares. Una vez expedida la providencia de apertura del procedimiento de insolvencia, se decreta el embargo de todos los bienes del deudor a favor de los acreedores, con excepción de aquellos que se enajenan, transforman o consumen con ocasión del giro ordinario de los negocios del deudor, con el objeto de proteger y conservar la masa de bienes que va a ser reestructurada o realizada, en el caso de la quiebra. Hay que destacar que los procesos contra garantes o codeudores del deudor admitido al procedimiento de insolvencia no se suspenden con ocasión del inicio de este procedimiento, sino que pueden continuar, lo cual implica un cambio en relación con lo dispuesto en la Ley 550 de 1.999, regresando así al sistema previsto en la Ley 222 de 1995, teniendo en cuenta un consenso generalizado sobre el particular y las diferencias que deben darse entre un régimen ordinario de insolvencia y las medidas propias de mecanismos transitorios y diseñados para situaciones de crisis sistémicas. Así mismo, a partir de la fecha de inicio del procedimiento, la Superintendencia de Sociedades o el juez designan al agente especial, quien deberá, entre otras funciones, establecer la viabilidad económica del deudor, verificar la existencia de sus activos y pasivos y realizar la determinación de derechos de voto y acreencias. Lo anterior, para efectos de presentar un informe y de realizar la audiencia de determinación de votos y acreencias, de resolución de objeciones y de decisión, donde se tendrá en cuenta un informe sobre viabilidad hecho por el agente especial y la determinación de votos admisibles y la cuantía de las acreencias y se decidirá sobre el inicio de un acuerdo de reestructuración o de una quiebra.

En las funciones propias del agente especial y del promotor, el proyecto conserva la orientación de la Ley 550 en el sentido de introducir un facilitador o mediador informado, ahora sin funciones de conciliación, en una negociación lo menos litigiosa posible, y para la cual el agente debe obtener la información relevante sobre la empresa y ponerla al alcance de todos los acreedores, situación que es indispensable para tomar decisiones de riesgo empresarial y que no se lograba en el marco concordatario de la Ley 222 de 1995. G. Simplificación en la Decisión de Objeciones. En la práctica el marco de negociación de la Ley 550 de 1999, mostró un resultado más eficiente que el régimen concordatario. A pesar de dicha situación, también en la práctica comenzó a generarse una litigiosidad acompañada de la consecuente dilación en las negociaciones de reestructuraciones a través del sencillo expediente de objetar la determinación de derechos de votos y créditos y provocar procesos verbales sumarios para dilatar la negociación más allá del plazo previsto para ella, y con la consecuente congestión para la atención de dichos procesos. Por ello, en el proyecto se prescinde del proceso verbal sumario y introduce una audiencia para que en el caso de presentarse objeciones a la determinación de votos y acreencias, éstas se resuelvan en la misma. Es posible que en esta misma audiencia se defina la suerte de la empresa, votando en la misma audiencia un acuerdo de reestructuración con un número plural de acreedores que represente la mayoría absoluta de los votos admisibles, en los términos previstos en la ley, acuerdo éste que ya no produce efectos una vez se celebra, sino que requiere de su homologación por parte de la Superintendencia de Sociedades o del juez competente. H. ACUERDOS DE REESTRUCTURACIÓN Como consecuencia de la decisión adoptada por los acreedores del deudor al término de la etapa preliminar del procedimiento de insolvencia, se inicia la negociación de un acuerdo de reestructuración; en esta etapa, el promotor es el agente de la insolvencia encargado, entre otras funciones, de presentar

fórmulas de arreglo y de coordinar libremente los mecanismos de acercamiento, deliberación y reunión adecuados para la consecución del acuerdo, con el objeto de dar a todos los acreedores igual oportunidad de participar en la negociación y de evitar tratos discriminatorios o clandestinos. Se mantiene así el sistema negocial previsto en la Ley 550 de 1999. 1.Transparencia en la Negociación. Sin perjuicio de lo anterior, con la finalidad de garantizar una mayor transparencia en la negociación y, al mismo tiempo, efectuar un control previo de la legalidad del acuerdo y de sus cláusulas, se introduce la audiencia de homologación del acuerdo de reestructuración; ésta última también sustituye el proceso verbal sumario referente a la legalidad del acuerdo, pues aunque las impugnaciones a los mismos no generan la suspensión de su ejecución, en la práctica se ha percibido también un incremento en la litigiosidad en la materia. A ella se convoca a los acreedores parte de la negociación, a fin de que emitan el voto correspondiente, si el mismo no fue expresado al promotor con anterioridad, y se somete a consideración de la Superintendencia de Sociedades o del juez civil del circuito el contenido del acuerdo, quien lo homologará en el evento de haber sido aprobado con las mayorías exigidas para el efecto y de ajustarse sus cláusulas a las prescripciones legales. 2. Estímulos para la Recuperación de la Empresa. La entrega de nuevos recursos al deudor durante la negociación del acuerdo y en cumplimiento de lo que en él se convenga, resulta fundamental para su efectiva recuperación; de allí que se estimule a los acreedores que manifiesten su confianza en el deudor y opten por esa alternativa, mediante el reconocimiento, por ministerio de la ley, de una prelación respecto de las obligaciones causadas con anterioridad al inicio del procedimiento de insolvencia, consistente en compartir a prorrata el primer grado con la DIAN y demás autoridades fiscales, en la proporción que corresponda según la cuantía de los recursos entregados. De igual manera, como contraprestación a las condonaciones, a las quitas, a los plazos de gracia, a las prórrogas, a la capitalización de pasivos, a la conversión de éstos en bonos de riesgo, o a la estipulación de cualquier otro mecanismo de subordinación de deuda, se pueden conceder ventajas que también sean reconocidas proporcionalmente a todos los acreedores que

efectúen las mismas concesiones a favor del deudor; las cuales, además de ajustarse a dicha generalidad, deben ser aprobadas por las mayorías exigidas para el efecto y, excepcionalmente, pueden implicar una modificación de la prelación consagrada en los artículos 2495 y siguientes del Código Civil y demás normas concordantes. Dicha modificación no puede, en ningún momento, ir en desmedro de las acreencias fiscales, pensionales y laborales, ni en perjuicio de los acreedores que cuenten con una garantía real, salvo que expresamente tales acreedores consientan en ello. En estas materias se ha mantenido la orientación de la Ley 550 al respecto, con las precisiones normativas que la aplicación práctica de la misma ha aconsejado. 3. Código de Conducta Empresarial. La inclusión obligatoria en el acuerdo de códigos de conducta empresarial que contengan las reglas a las cuales se debe someter la administración del deudor durante la ejecución del acuerdo, así como la asunción de unos compromisos específicos de gestión, pretenden promover la confianza de los acreedores que es presupuesto básico para le celebración de cualquier acuerdo y para continuar asumiendo los riesgos de la empresa. Este tema, previsto ya en la Ley 550 de 1999, no ha tenido en los acuerdos pactados la trascendencia que debiera; pero en ello se insiste en el proyecto, con el apoyo que a ello le otorga el especial relieve que en los dos últimos años ha adquirido en el plano internacional y local la exigencia social de que los empresarios cuenten con prácticas de buen gobierno. 4. Protección de Acreencias Laborales y Pensionales. En cuanto a las acreencias pensionales y laborales, se exige que en aquellos eventos en los cuales el deudor tenga pensionados a su cargo, debe incluir en el acuerdo las cláusulas relativas a la normalización de sus pasivos pensionales. Por otra parte, se admite la celebración de convenios que tengan por objeto la suspensión total o parcial de cualquier prerrogativa laboral de naturaleza económica que exceda el mínimo legal correspondiente a las normas del Código Sustantivo del Trabajo, los cuales deben ser concertados directamente entre el deudor y el sindicato que legalmente pueda representar a sus trabajadores, y entre el deudor y los trabajadores no sindicalizados que individualmente consientan en ello. Se ha tenido en

cuenta en el articulado el pronunciamiento de la Corte Constitucional sobre este particular. 5. Comité de Vigilancia. En el proyecto se mantiene la existencia de un comité de vigilancia encargado del seguimiento de la ejecución del acuerdo de reestructuración. Con ello se busca poner énfasis en que son los acreedores los directamente responsables de la misma; el comité deberá representar los intereses de los acreedores y tiene el deber de informar periódicamente a la Superintendencia de Sociedades o al juez civil del circuito el estado del acuerdo, como ocurre actualmente respecto de los acuerdos privados con entidades financieras y su reporte periódico a la Superintendencia Bancaria. 6. Previsión de plazos En el proyecto se conserva la orientación de la Ley 550 consistente en establecer plazos para llevar a cabo las etapas básicas del procedimiento de insolvencia, lo cual ha demostrado su eficacia. El setenta por ciento (70 %) de los acuerdos firmados al 31de octubre de 2002 se habían celebrado antes del noveno mes contado a partir de la iniciación del procedimiento; el veintiuno por ciento (21%) dentro de los meses 9 y 12 y el 9% en más de un año, eventos éstos que se explican por la demora derivada de la solución de objeciones a la determinación de votos y créditos. Los plazos contenidos en el proyecto permiten un estudio racional de la situación financiera del deudor para determinar su viabilidad; igualmente, la limitación de los plazos se traduce en negociaciones expeditas, convenientes para el deudor y los acreedores interesados en definir la situación. En el caso de la quiebra, el proyecto contempla plazos menores a los contenidos en la Ley 222 de 1995, buscando que los bienes sociales del quebrado se liquiden o se entreguen a los acreedores de una manera ágil, para prevenir un mayor deterioro del patrimonio del quebrado, y buscando una rápida recuperación de sus créditos por parte de los acreedores. Esto se refleja en plazos mas cortos para la determinación de acreencias, plazos para la venta, y un plazo definitivo para la adjudicación de los bienes a los acreedores.

7. Protección del valor constante del capital de las acreencias. Las reestructuraciones exigen sacrificios a los acreedores que deben verse compensados por una recuperación de sus créditos preferible a una pérdida en la quiebra del deudor. Las prórrogas, plazos o quitas no deben permitir la pérdida de valor real del capital de los créditos de los acreedores. El proyecto contempla que en los acuerdos que impliquen una disminución en términos de valor constante rebajas en el capital, tales rebajas deben ser aprobadas con una mayoría especial, o con el consentimiento expreso e individual de cada acreedor afectado por las mismas. I. EL PROCESO DE QUIEBRA.

La liquidación obligatoria regulada en la Ley 222 de 1995 sustituyó al proceso de quiebra previsto en el Código de Comercio, distinguiendo entre el examen y valoración de la conducta de los administradores y del deudor, por una parte, y el objeto del proceso, por la otra. Es en atención a ello que se le suprimió el carácter sancionatorio penal. El propósito legislativo descrito en la práctica no agilizó el proceso liquidatorio y fue acompañado de un incremento en el número de procesos; con frecuencia, los administradores y socios de las empresas en liquidación, una vez desligados de eventuales responsabilidades penales, trasladaron la liquidación al Estado, como si el Juez del proceso pudiera reemplazar al deudor frente a los acreedores, no sólo para el pago de sus acreencias, sino para suministrar información sobre la empresa, custodiar los activos y obtener de ellos recursos que el empresario no generó. En cuanto a las sanciones penales, se ha tenido en cuenta la reciente promulgación del Código Penal, y en vez de tipificar varios delitos propios de la quiebra, como existen en algunos ordenamientos, se configura como hecho punible la provocación fraudulenta de la situación de insolvencia, teniendo en cuenta como antecedente el código de comercio de 1970, y las reglas comunes vigentes para los delitos de falsedad y fraude procesal, se adicionan con agravantes punitivos. Una de las medidas judiciales previstas es el arraigo del fallido al lugar de su domicilio, lo cual corresponde técnicamente a una medida cautelar de carácter personal, que facilite al juez la obtención de elementos de juicio a partir de la información que tienen los

administradores de la compañía, quienes en la práctica se desligan de la misma. En cuanto a las sanciones de carácter civil, se establece que hay lugar a la inhabilidad, quedando en cabeza del administrador la carga de la prueba de su diligencia para exonerarse de dicha sanción, en vez de trasladársela a terceros ajenos a la quiebra y que no cuentan con la información financiera y contable necesaria. Una de las grandes dificultades en la aplicación de la ley se ha encontrado en el sistema de enajenación y realización de los activos que conforman el patrimonio a liquidar. Por ello, la Ley 550 de 1999 introdujo mecanismos para facilitar la enajenación como la venta en pública subasta, la cesión de bienes y la dación en pago, los cuales se aplicarían al final de la etapa de enajenación voluntaria. Sin embargo, tales mecanismos sólo son aplicables al final de un proceso que, tal como está diseñado actualmente, aborda la subasta después cerca de dos años y medio consumidos en diligencias que no conducen a la liquidación, aumentando en el entretanto los gastos administrativos que deben pagarse primero que las acreencias para cuya pronta satisfacción está organizado el proceso. 1. Prueba Sumaria de los créditos y extinción de obligaciones del deudor. Una de las dificultades que ofrece para algunos acreedores el proceso liquidatorio, consiste en la imposibilidad de aportar documentos o, en general, de cumplir la carga procesal referente a acreditar de manera sumaria la existencia y cuantía de su acreencia. En atención a ello, y siguiendo algunas orientaciones que en el pasado se consagraron en materia de concordatos, se establece que es deber del liquidador presentar dentro del término que allí se señala un inventario de acreencias, con base en el cual el juez del concurso podrá calificar y graduarlas, unido a los elementos de juicio que puedan aportar los acreedores. Con esta medida, se facilita el reconocimiento de las acreencias dentro del proceso de quiebra en especial aquellas con protección constitucional y legal preferente que en la práctica adolecen de pruebas documentales, atenuando el carácter litigioso del proceso. A fin de impedir la dilación del proceso con la práctica de pruebas que en muchas ocasiones no tienen relación con el asunto materia de decisión, y

que dan lugar a la interposición de recursos, alegación de nulidades, etc., el proyecto prevé que el único medio probatorio admisible es el documento. Es de advertir que en todo caso, y acorde con el principio de igualdad y universalidad subjetiva propio de los procedimientos de insolvencia, todos los acreedores del deudor quebrado deberán comparecer al proceso en el término legal establecido para el efecto. En la liquidación obligatoria se presentan problemas para la cuantificación de las acreencias, pues este ejercicio se defería al plan de pagos, el cual era responsabilidad del liquidador y de la Junta Asesora, y en la providencia de calificación y graduación se reconoce únicamente capital, generando expectativas irreales para los acreedores, quienes estimaban las posibilidades de recuperación de sus acreencias con base únicamente en esa información. Por ello, se modifica la forma de calificar y graduar créditos en el sentido de estimar de una vez, con base en una fecha de corte, la cuantificación de todas las acreencias. Otra reforma estructural corresponde al hecho de que en esta providencia se incluye la forma en que se atenderán las obligaciones. En ella se dispondrá el pago en dinero, cuando ha sido posible la liquidación previa de los bienes y hasta concurrencia de los montos obtenidos; y, en caso de que éste no fuere posible, se debe llevar a cabo la adjudicación de los bienes del deudor a los acreedores. 2. Créditos Postergados. La introducción de la noción de créditos legalmente postergados, presente, por ejemplo, en el proyecto de ley español que se encuentra en curso, se ajusta al desarrollo práctico de las negociaciones entre acreedores y deudor y procura una igualdad de trato entre los acreedores. Por ello, se postergan los créditos relacionados con empresas vinculadas con el deudor, sus administradores, controlantes o socios, lo cual se explica entre otras razones por el hecho de que, a diferencia de los restantes acreedores externos, cuentan con una información privilegiada referente al estado de los negocios de la compañía. 3. Enajenación de Bienes y Extinción de las Obligaciones En el proceso liquidatorio la realización de los bienes del deudor depende del cumplimiento de dos etapas procesales, a saber: inventario y valoración de

los bienes. A fin de agilizar el desarrollo del proceso, se propone que las dos se unan, para lo cual, se consagra como deber del liquidador el de presentar dentro de los treinta días siguientes a su posesión un inventario valorado de los bienes, valoración que estaría sujeta a las siguientes reglas: a) En el evento que la quiebra se inicie como consecuencia de la decisión de no negociar un acuerdo de reestructuración o de fracaso de éste, la valoración deberá hacerse con base en el inventario efectuado por el agente de la insolvencia, el cual se actualizará y complementará, con la intervención de un perito designado por el juez; b) En aquellos casos de quiebra inmediata la valoración la llevará cabo un perito avaluador que designe el juez. Paralelamente con estas diligencias, el juez de la quiebra recibirá las reclamaciones de los acreedores y estudiará la situación de todas y cada una de ellas. Una vez el inventario se encuentre debidamente valorado, el liquidador tendrá un plazo de tres meses para enajenar de manera directa o por intermedio de terceros los bienes que lo conforman. Es importante advertir que la valoración de los bienes se hace por su valor de realización o de mercado; en la etapa de quiebra, la eventual generación de fondos a partir de una posible reactivación del deudor no puede servir de base para fijar valores de enajenación. Deben ser los interesados los que hagan esa apuesta, de tal manera que a partir del valor de realización como mínimo, puedan presentarse mayores propuestas, de modo que si éstas no se dan, se prescinda de la enajenación y se proceda a adjudicarlos a los acreedores por dicho valor de mercado, sin esperar indefinidamente una enajenación que muy probablemente no se de, y cuya prolongación siempre implica un deterioro en el valor de los bienes a realizar. A fin de que en esta tarea se respete la diversidad de acreedores, así como el principio de igualdad propio de los procedimientos de insolvencia, se establecen reglas para la adjudicación, a saber: en primer lugar, se utilizará el dinero para la atención de las obligaciones preferentes, es decir gastos de administración y las obligaciones de la primera clase, materia de la calificación y graduación. Cuando existan bienes, se tomarán los más líquidos para la atención de los créditos privilegiados y preferentes, respetando la igualdad dentro de los acreedores de la misma clase, optando en primera instancia por la adjudicación en bloque o en estado de unidad económica, y aplicando criterios de semejanza, igualdad y equivalencia.

4. Inmuebles destinados a Vivienda. Uno de los grandes escollos en los procesos liquidatorios, es la situación de los adquirentes de inmuebles destinados a vivienda, cuando el vendedor es una sociedad constructora, pues la regulación legal existente no soluciona los siguientes problemas: - Compradores con escritura pública y pago total del precio, estando pendiente el registro de escritura y la cancelación de la hipoteca de mayor extensión. En esta situación, al no haberse producido la inscripción del título, los inmuebles deban incluirse dentro del inventario que conforma el patrimonio a liquidar, no obstante que los mismos hayan sido objeto de un negocio jurídico traslaticio, que en algunos casos se encuentran en poder de terceros, quienes además pagaron la totalidad de precio. La inclusión en el inventario supone que esos inmuebles, no obstante haber sido sustituidos por el precio pagado en el activo del deudor, forman parte del patrimonio y estarían destinados a ser enajenados para la atención de las obligaciones. En atención a la protección constitucional de la vivienda y a la buena fe, se propone que en tales casos dichos inmuebles se excluyan del patrimonio a liquidar, debiendo el juez de la quiebra disponer el levantamiento de la cautela y la cancelación del gravamen de hipoteca en mayor extensión. - Promitentes compradores. Se establece una regla especial para la presentación al procedimiento, consistente en que estos acreedores soliciten la celebración del contrato prometido, y que el juez disponga, de ser posible, la ejecución de la operación, partiendo del supuesto de que el inmueble existe físicamente y se encuentra en condiciones que permitan su entrega. La ejecución de esta operación depende del pago previo del saldo a órdenes del juez de la quiebra. Es importante precisar que ella está condicionada a la atención de las obligaciones de la primera clase o a garantizar su atención. -Compradores que tienen la propiedad y el inmueble está gravado con hipoteca en mayor extensión. En estos casos, los compradores se han presentado al proceso a solicitar la cancelación del gravamen y ya se ha pagado la totalidad del precio. En estas

circunstancias, los compradores que pagaron no han obtenido de parte del vendedor el cumplimiento de la obligación de saneamiento consistente en la cancelación de la hipoteca de mayor extensión. Es frecuente que el vendedor no gire a la entidad financiera que financió el proyecto los valores correspondientes a la prorrata de cada inmueble, y el comprador confía en el cumplimiento de tal obligación. En atención a ello, se propone que el juez de quiebra ordene en estos casos la cancelación de la hipoteca de mayor extensión. 5. Controles a la gestión del liquidador. Uno de los reparos que se ha formulado al proceso de liquidación obligatoria apunta a la gestión del liquidador y a su tendencia a perpetuarse en el ejercicio del cargo, desvirtuando así la finalidad del proceso que pretende la enajenación de los bienes del deudor rápida y progresivamente. Si bien las modificaciones recientes en materia de honorarios efectuadas por la Superintendencia de Sociedades no estimulan esa permanencia, la demora se traduce en la permanencia de asesores que contrata el liquidador, con sobrecostos con cuyo pago afecta las acreencias objeto del proceso. Por ello, se propone que la contratación de asesores esté autorizada previamente por la Junta de Acreedores, so pena de que el liquidador responda directamente con su patrimonio por los valores generados. A fin de brindar transparencia, se establece que para ello no podrá contratar con parientes, socios o personas con las cuales tenga vínculo. Se impone la obligación para el liquidador de manejar los dineros de la liquidación a través de una única cuenta bancaria, la cual, aunque parezca obvio decirlo, no puede corresponder a una cuenta personal, sino del quebrado. Así mismo, para proteger a los acreedores se establece que los dineros provenientes de las medidas cautelares decretadas por los jueces se manejen a través de un título judicial y consignados a órdenes del juez. 6. Junta de Acreedores. La labor primordial de la Junta es la vigilancia y fiscalización de la gestión del liquidador,con la aprobación de las cuentas que deba rendir, salvo las finales cuya aprobación está deferida al juez del proceso. Igualmente, le compete orientar al liquidador respecto de las acciones tendientes a reintegrar bienes al patrimonio a liquidar.

En su integración se suprime el renglón correspondiente a los socios, y se separa en categorías independientes a los trabajadores y pensionados.Para facilitar el funcionamiento del órgano se permite que los miembros puedan intervenir por conducto de apoderado, y se estableció que en caso de renuncia y no existencia de miembros de una misma categoría, la Junta funcionaría con los miembros restantes, en el evento en que el número sea impar. Ello pretende impedir el carrusel en las reintegraciones y dar agilidad al funcionamiento del órgano. 7. Efectos de la Apertura A fin de asegurar que el proceso tenga como finalidad la realización de los bienes y la consecuente atención de obligaciones, se adicionan algunos efectos legales que habían sido considerados doctrinariamente, a saber: -La terminación de los contratos de Tracto Sucesivo Como quiera que la quiebra procura la extinción de la persona jurídica y la liquidación del patrimonio embargable de la persona natural, se consagra como efecto del proceso de quiebra la terminación de los contratos de tracto sucesivo de cualquier naturaleza, medida que favorece a los acreedores, pues evita la generación de gastos innecesarios para el proceso que en la práctica afectan las posibilidades de recaudo de los acreedores calificados y graduados. - Ineficacia de pagos Los principios de universalidad objetiva y subjetiva, preferencia e igualdad, imponen que a partir del inicio de un proceso de insolvencia no sea posible la atención separada de las obligaciones a cargo del deudor, pues las mismas habrán de sujetarse a las resultas del proceso. Para preservar esta finalidad, el legislador en materia concordataria y de acuerdos de reestructuración ha previsto que las conductas contrarias a ello sean ineficaces de pleno derecho, ineficacia que en la práctica ha permitido una protección adecuada de los derechos de los acreedores y del deudor. No obstante que el proceso liquidatorio está sujeto también a dichos principios, la ley no previó esta sanción para dichos actos, razón por la cual se propone homogeneizar el tratamiento legal, y sancionar con ineficacia los pagos realizados por fuera del proceso de quiebra.

- Cesación de funciones de los órganos sociales y de los órganos de fiscalización. Iniciado un proceso de quiebra no tiene sentido la continuación del ejercicio de las funciones de los órganos del deudor persona jurídica, como quiera que la representación legal está en cabeza del liquidador; la administración, a la que normalmente concurre la Junta Directiva, está en cabeza del Liquidador y excepcionalmente, de la Junta de Acreedores; y la fiscalización está en cabeza de la Junta, de los acreedores y del Juez. La experiencia en la vigencia de la Ley 222 acerca de la subsistencia de dichos órganos no fue favorable, pues fueron utilizados para entorpecer el desarrollo del proceso, Vb gr. Revisores Fiscales ausentes sin posibilidad de ser reemplazados por cuanto la asamblea o Junta no se reúne por desinterés de los socios, quienes persiguen con esto entorpecer o dilatar el proceso. -Terminación de los contratos de fiducia con finalidad de garantía. Los contratos de fiducia y, en especial, en la modalidad de garantía, han sido objeto de pronunciamientos en procedimientos concursales, en especial en aquellos que están a cargo de la Superintendencia de Sociedades, desde un primer antecedente en el concordato de Acerías Paz del Río. En los procesos liquidatorios los bienes se encuentran fideicomitidos y, por tanto, el liquidador no podía disponer de ellos. Por eso, en la Ley 550 se estableció que el juez del concurso cancelara los certificados de garantía y ordenara a la fiduciaria enajenar los bienes fideicomitidos. Si bien esta medida contribuyó al desarrollo del proceso no resultó del todo suficiente; y aunque podían venderse los bienes no podían pagarse las obligaciones garantizadas con el fideicomiso. Por ello, en el proyecto se consagra como efecto legal la terminación de ese contrato, en especial por cuanto la atención separada de las obligaciones fideicomitidas, que es la finalidad propia del contrato, resulta contraria a los principios del procedimiento de insolvencia. -No generación de Intereses a partir de la apertura A fin de que todos los acreedores tengan la posibilidad de ser satisfechos en las mismas condiciones, y de que el transcurso del tiempo no perjudique a algunos y favorezca a otros, se estableció que a partir del inicio del proceso de quiebra no se generaran intereses corrientes en ningún crédito.

-Régimen Tributario En la adjudicación como forma de solución de las obligaciones, se exonera a quien entrega los bienes de efectuar las retenciones de ley referentes al impuesto sobre la renta, en atención a la iliquidez del quebrado. Dicha consideración se hace en razón a que no obstante efectuarse un pago, el mismo se hace con bienes diferentes a sumas de dinero, lo cual imposibilita el recaudo líquido de la retención. Adicionalmente, en el caso de pago con bienes a acreedores pensionales y laborales, se exonera al acreedor del pago de impuesto de renta por este ingreso, en atención a que el pago se hace de obligaciones acumuladas por efecto de la cesación de pagos del quebrado, lo cual justifica un trato diferente en atención a que de haberse producido el pago de dichas obligaciones en el curso normal de los negocios, las mismas estarían exentas. Asimismo, y atendiendo al cambio de denominación del proceso, se consideró necesario adicionar el artículo 191 del estatuto tributario para la exoneración del impuesto por Renta Presuntiva. Los contratos celebrados en el trámite del proceso concursal que impliquen transferencia de dominio de bienes en beneficio de la masa, se entenderán sin cuantía en atención al estado de iliquidez en que se encuentran estos procesos. Está medida se impone, pues solo así es posible asegurar que el proceso de quiebra cumpla su fin, pues en la gran mayoría de los casos la iliquidez es tan grande que no se cuenta con recursos para atender las obligaciones derivadas de dichas transferencias. J. La Insolvencia de la Persona Natural. El régimen de insolvencia previsto en el proyecto de ley es aplicable a las personas naturales, comerciantes o no, conservando la tendencia de la Ley 222 de 1995 en cuanto a la unificación del procedimiento de insolvencia. El trámite del proceso de las personas naturales corresponde adelantarlo al juez Civil del Circuito del domicilio del deudor. Las reglas especialmente aplicables en el caso de las personas naturales tienen en consideración que el ser humano no es simplemente un empresario o un deudor. Por esa razón, un acuerdo de reestructuración no es adoptado

con el sólo voto de sus acreedores, como ocurre de manera general, sino que, según ya se dijo, se conserva la estructura bilateral propia del acuerdo concordatario, de manera que la decisión de reestructurar sus obligaciones exige el consentimiento del deudor, quien, además, es el único legitimado para solicitar la iniciación del procedimiento de insolvencia, al igual que en el sistema de la Ley 222, y sin perjuicio de la aplicación de causales de apretura inmediata de la quiebra. K. Incorporación de un régimen sobre insolvencia transfronteriza. El proyecto recoge la Ley Modelo sobre Insolvencia Transfronteriza aprobada en 1997 por la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI), cuyo objetivo es promover la adopción de una normativa legal moderna y equitativa para casos de insolvencia transfronteriza, entendiendo por tales aquellos en los que un deudor insolvente tenga bienes en más de un Estado, o en los que algunos de sus acreedores no sean del Estado en que se ha abierto el procedimiento de insolvencia. El sistema vigente permite, como tiene que ser, que acreedores extranjeros se hagan parte dentro de los procesos que se adelantan en Colombia; pero no prevé mecanismos de cooperación y colaboración de las autoridades colombianas con autoridades extranjeras en el evento en que el deudor que adelanta el proceso de insolvencia tenga bienes y negocios en distintos países. La cooperación y colaboración de dichas autoridades puede darse mediante instrumentos de tipo general, como el exhorto o las cartas rogatorias, cuya utilidad no se discute, pero que pueden ser superados con mecanismos especiales para el evento de la insolvencia. Las operaciones fraudulentas de deudores insolventes, encaminadas en particular a ocultar o transferir bienes a jurisdicciones extranjeras, constituyen un problema cada vez más grave en términos de su frecuencia y magnitud, y son cada vez más fáciles de planear y ejecutar gracias a la interconexión actual del mundo. Todo defecto de comunicación y de coordinación entre los tribunales y los administradores de las jurisdicciones interesadas hace más probable la dispersión o la ocultación fraudulenta de los bienes, o incluso su liquidación sin exploración previa de otras soluciones más ventajosas. Como consecuencia de ello, no sólo disminuirán las probabilidades de que los

acreedores sean reembolsados sino también las probabilidades de que empresas financieramente viables sean rescatadas. Por esa razón, los dispositivos de derecho interno que permitan coordinar la administración de insolvencias transfronterizas interesan al empresario local, tanto en su calidad de acreedor como de deudor, y se perciben en la comunidad empresarial internacional como un factor ventajoso para toda inversión u operación comercial en ese Estado. Las leyes modelo de la CNUDMI no tienen la categoría de tratado o convenio que deba ser ratificado por el Congreso de la República, en los términos del artículo 93 de la Constitución Política; son textos que se adoptan dentro de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional con la finalidad de que cada Estado expida las respectivas leyes internas en las que se plasmen los lineamientos del modelo propuesto. El presente Proyecto de Ley incorpora al ordenamiento jurídico colombiano la Ley Modelo de la CNUDMI sobre Insolvencia Transfronteriza, de manera que se inserte a Colombia dentro del conjunto de países de la comunidad internacional que ya acogieron en su derecho interno el modelo de la mencionada Comisión, como es el caso de México dentro del ámbito latinoamericano1. La Ley Modelo es un instrumento valioso para enfrentar la proliferación actual y creciente de casos de insolvencia transfronteriza. Su ventaja se encuentra en el respeto a las diferencias que se dan de un derecho procesal interno a otro, sin intentar unificar el derecho sustantivo de la insolvencia, y al mismo tiempo en ofrecer soluciones que pueden ser útiles tanto para los acreedores y empresarios nacionales como para los extranjeros. El Título V del proyecto de ley persigue la eliminación de los obstáculos a la cooperación y a la colaboración a nivel internacional, de manera que se puedan lograr de manera eficiente, transparente y oportuna, los fines de los

1 La ley de concursos mercantiles mexicana del 27 de abril de 2000, que abrogó la ley de quiebras y de suspensión de pagos del 20 de abril de 1943, incluyó en el Título Décimo Segundo, las disposiciones relacionadas con la cooperación en los procedimientos internacionales, inspiradas en la Ley Modelo sobre la Insolvencia Transfronteriza ,aprobada por la CNUDMI.

Eritrea y Sudáfrica también han incorporado a su derecho interno la ley modelo en comento. COMISIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DERECHO MERCANTIL INTERNACIONAL. 34º período de sesiones. Viena, 25 de junio a 13 de julio de 2001. Situación de las Convenciones y leyes Modelo.

procesos de insolvencia, como son, a saber: a) la adecuada protección a todos los acreedores del empresario insolvente, tanto en el país en que tenga el centro principal de sus operaciones como en el exterior; b) un trámite transparente y ágil, que le permita al deudor en insolvencia que se protejan sus intereses; c) que se conserve el valor de los activos del empresario insolvente, evitando su disgregación fraudulenta, que puede ser ventajosa para un acreedor o para terceras personas, y procurando que el valor de los mismos no disminuya; d) que se trate en condiciones equitativas a los acreedores que se encuentren en la misma condición jurídica, independientemente de su calidad de nacionales o extranjeros; e) prevenir la desmembración de los activos de las empresas por la realización de procesos de ejecución separados e individuales; f) que se reconozcan en nuestro país los procedimientos adelantados por el extranjero al mismo tiempo que se reconozcan en otros países los procesos de insolvencia adelantados en Colombia. Para tal efecto, se introduce un régimen cuyas rasgos principales son los siguientes: 1.Ámbito de aplicación y competencia: La propuesta supone la existencia de un régimen interno relativo a la reorganización y quiebra de las empresas con dificultades económicas, como es el contenido en los Títulos I, II, III y IV de este mismo proyecto. De allí que su ámbito de aplicación se restrinja a los deudores destinatarios del régimen de insolvencia que se propone, y que las autoridades colombianas competentes para conocer de tales procedimientos, esto es, la Superintendencia de Sociedades y los jueces civiles del circuito, sean las encargadas de ejercer las funciones relativas al reconocimiento de procedimientos extranjeros y en materia de colaboración con los tribunales extranjeros.

2. Acceso de representantes extranjeros y de Acreedores Extranjeros ante la Autoridades Colombianas Competentes: Al incorporar la Ley Modelo de la CNUDMI como norma interna de Colombia, se benefician todos los representantes y acreedores extranjeros del deudor, los cuales quedan facultados para comparecer directamente ante las autoridades colombianas competentes, recibiendo un trato igual que el dado

a los nacionales. La participación de tales sujetos tiene entre otras, las siguientes ventajas: a) La sola presentación de una solicitud de reconocimiento de un procedimiento extranjero ante las autoridades colombianas competentes, no conlleva la sumisión del empresario, de sus bienes y negocios, ni del representante extranjero a las leyes de este país, b) Para que un representante extranjero pueda pedir la iniciación de un procedimiento de insolvencia o la iniciación inmediata de una quiebra, debe cumplir los mismos requisitos que se exigen para los representantes colombianos. c) A partir del reconocimiento del procedimiento extranjero, el representante extranjero queda facultado para participar en todo procedimiento que se lleve contra el mismo deudor. d) Los acreedores extranjeros tienen las mismas prerrogativas que los acreedores nacionales para tramitar y participar en un procedimiento de insolvencia de reestructuración o quiebra. e) Las notificaciones a los acreedores extranjeros se hacen en la misma forma que se notifique a los acreedores nacionales, sin necesidad de carta rogatoria y señalando cuáles documentos debe allegar y qué plazo tiene para hacerlo. 3. Reconocimiento de un Procedimiento Extranjero y Medidas Otorgables: Con el objeto de evitar operaciones fraudulentas de deudores insolventes, dirigidas a ocultar o transferir bienes a jurisdicciones extranjeras, se estableció en la Ley de Insolvencia transfronteriza, el reconocimiento del procedimiento extranjero, es decir, la posibilidad de que se reconozca la existencia de un procedimiento de insolvencia en el extranjero, previo el cumplimiento de una serie de requisitos establecidos por la misma Ley; y como consecuencia de esto, la posibilidad para la autoridad competente de otorgar medidas provisionales, tendientes a proteger los bienes del deudor o los intereses de los acreedores, cuando éstos se vean amenazados. Estos procedimientos pueden ser reconocidos de dos formas, bien sea, como procedimiento extranjero principal, o como procedimiento extranjero no principal: el primero de los casos, cuando se esté tramitando en el Estado donde el deudor tenga el centro principal de sus negocios; y el segundo, si el deudor tiene un establecimiento, en el territorio del Estado, donde se adelante el procedimiento.

Respecto de los efectos que origina el reconocimiento de un procedimiento extranjero principal, es de anotar que una vez que se ha producido ese reconocimiento, se paraliza la iniciación o la continuación de todas las acciones o procedimientos de ejecución que se tramiten respecto de los bienes, derechos, obligaciones o responsabilidades del deudor, así como de toda medida de ejecución contra los bienes del deudor y se suspende todo derecho a transmitir o gravar sus bienes, y a disponer de algún otro modo de los mismos. En el caso de que el deudor se haya insolventado fraudulentamente, el liquidador podrá adelantar las acciones correspondientes para impugnar los actos realizados por el deudor, que hayan causado perjuicio a los acreedores. 4. Cooperación Transfronteriza:

La falta de un marco legislativo sobre las facultades de las autoridades colombianas competentes para cooperar con los tribunales extranjeros limitan a la cooperación y la coordinación entre autoridades de diversas jurisdicciones en casos de insolvencia transfronteriza. En el proyecto de ley se faculta expresamente a las autoridades colombianas competentes y a las personas encargadas de administrar los procesos de insolvencia, para cooperar con autoridades o representantes extranjeros en cuestiones que se rijan por la Ley de Insolvencia Transfronteriza. Para el efecto, se hace una enumeración no taxativa de las posibles formas de cooperación. 5. Coordinación de Procedimientos Paralelos: Son de importancia las reglas que se deben seguir para el reconocimiento de procedimientos paralelos, tanto principales como no principales, y la forma en que se deben coordinar las medidas otorgadas en todos los procesos. Igualmente, el procedimiento a seguir cuando hay reconocimiento simultáneo de varios procedimientos extranjeros, merece especial atención, así como la regla sobre tasa de pago de los acreedores, en la que se dispone que el acreedor que reclame el pago en más de un procedimiento deberá ser pagado de modo que su dividendo no sea superior al percibido por los demás acreedores de su misma categoría.