fantastico. la escopeta. el reencuentro

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8/19/2019 Fantastico. La Escopeta. El Reencuentro http://slidepdf.com/reader/full/fantastico-la-escopeta-el-reencuentro 1/4 p ^ r n* L  J I \. k~ * J 4 r~ •* •• ^ i* £*•* V? 41 ^ J Z P. ->•«. r * -\ L a e-SeCpeta I Julio Ardiles Gray vanzo entre los naranjos. El sol caia con tanta fuerza que lo obligaba a entrece- rrar los ojos. La paloma salto, entonces, de una rama a otra, y  a  otra, y se perdio por entre el follaje bien alto. Con la escopeta levantada, Matias se acerco hasta el  tron- co del arbol. Pero, por mas que examino hoja por hoja, no pudo dar con la paloma. Extranado, se rasco la nuca. De pronto, sobre su cabeza, sintio un ruido. Volvio a fijarse. Arrebujado entre unas ramas, habfa un pajaro. No era su paloma; era un pajaro de un color entre azulado y ceniciento. Con cuidado, Matfas apoyo el arma en el hombro y levanto el gatillo. "Ya que no es la paloma", se dijo, "no me voy a volver a la casa con las manos vacfas". Pero en ese instante, el pajaro salto a una horqueta, sacudio las alas e, hinchando la gola, se puso a cantar. Matfas, que ya habfa llegado al primer descanso, abandono el gatillo y escucho. "Que extrafio", se dijo. "Jamas he escuchado cantar a un pajaro como este". [...] Y le comenzo  a  entrar un sopor dulce, unas ganas de abandonarse  a  los recuer- dos de los tiempos felices y de no hacer nada mas que escuchar el canto del pajaro que segufa subiendo, esta vez, como un perfume agridulce y verde. Para escuchar mejor, dejo caer la escopeta a un lado y, arrastrando los pies, se acerco al arbol para apoyarse en el tronco. [...] El canto, entonces, se acabo de improviso [...], y el volvio en sf. "Me estoy volviendo muy abriboca", se dijo mientras sacudfa la cabeza. Busco la escopeta, pero no la encontro donde creia haberla dejado. Camino mas alia, volvio mas aca, pero el arma habfa desaparecido.  jEsto me pasa por tonto — grito en voz alta. Yto do lo que hizo despues fue en vano. Al cabo de una hora, ya cansado, se dijo: "Me ire a la casa a buscar a mi muchacho. Entre los dos, la vamos a encontrar mas ligero. No puedo perder asf un arma tan hermosa". * Yse lanzo, cortando el campo, hasta alcanzar el callejon. Al entrar al pueblo, fue cuando comenzo a sentir algo raro. Estaba como desorientado: echaba de menos algunos edificios, *' y otros, le parecfa que nunca en su vida los habfa visto. A medi- da que avanzaba, la sensacion iba en aumento. Y al llegar a su casa, el miedo le soplo en la cara un presentimiento vago, pero terrible.

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Page 1: Fantastico. La Escopeta. El Reencuentro

8/19/2019 Fantastico. La Escopeta. El Reencuentro

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L a e -S e C p e ta I Julio Ard iles Gray

vanzo e ntre los naranjos. El sol caia con tanta fuerza qu e lo o bligaba a entrec e-

rrar los ojos. La paloma salto, entonces , de una rama a otra, y

 a

 otra, y se perd io

po r en tre el follaje bien alto. Con la escopeta levantada, Matias se acerco hasta el

 t ron-

co del arbol. Pero, por mas que examino hoja por hoja, no pudo dar con la paloma.

Extranado, se rasco la nuca.

De pr ont o, sobre su cabeza, sintio un ruido . Volvio a fi jarse. Arrebu jado entre unas

ramas, habfa un pajaro. No era su paloma; era un pajaro de un color entre azulado y

cenic iento. Co n cuidad o, Matfas apoyo el arma en el hom bro y levanto el gati l lo. "Ya

que no es la paloma ", se dijo , "no me voy a volver a la casa con las manos vacfas".

Pero en ese instante, el pajaro salto a una horqueta, sacudio las alas e, hinchando

la gola, se puso a cantar. Matfas, que ya habfa llegado al primer descanso, abandono

el gatillo y escucho.

"Que extrafio", se dijo. "Jamas he escuchado cantar a un pajaro como este".

[...] Y le com enz o

 a

 entrar un s opo r dulc e, unas ganas de abando narse

 a

 los rec uer-

dos de los tiempos felices y de no hacer nada mas que escuchar el canto del pajaro

que segufa sub iend o, esta vez, co m o un pe rfum e ag ridulce y verde. Para escuchar

mejor, d ejo caer la escopeta a un lado y, arrastrando los pies, se acerco al arbo l

para apoyarse en el tro nc o. [...] El canto, entonce s, se acabo de im pro vis o

[...], y el volvio en sf.

"M e estoy volvien do mu y abriboca", se dijo mientras sacudfa la cabeza.

Busco la escopeta, pero no la encontro donde creia haberla dejado.

Cam ino mas alia, volv io mas aca, pero el arma habfa desa parecido.

  jEsto me pasa por to nt o — grito en voz alta.

Y to d o lo que hizo despues fue en vano. Al cabo de una hora, ya cansado,

se dijo: "Me ire a la casa a buscar a m i muc hacho . Entre los dos, la vamos a

encontrar mas ligero. No pu edo perder asf un arma tan hermosa".

* „ Ys e lanzo, cor tan do el cam po, hasta alcanzar el calle jon.

Al entrar al pueblo, fue cuando comenzo a sentir algo raro.

Estaba com o de sorienta do: echaba de menos algunos edificios ,

*' y otros, le parecfa qu e nun ca en su vida los habfa visto . A me di-

da que avanzaba, la sensacion iba en aumento. Y al llegar a su

casa,

 el miedo le soplo en la cara un presentimiento vago, pero

terr ib le.

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6

I

I

Pene t ro en e l zaguan . En e l pa t io , cua t ro ch icos jugaban y can taban . A l

ve r lo ,

  se d e s b a n d a ro n g r i t a n d o :

- i E l V i e j o .. . jE l V i e j o .. .

Una mu je r sa l i o de una hab i tac ion sacud iendose las h i l achas de la fa lda

Mat ias ba lb uce o con un h i l o de voz : -

 ^Q u ie n es us ted . . .? Yo busco a Lea ndro . . .

La m u je r l o m i ro l a rgam ente y f ru nc io e l en t rece jo .

 ^ Q u e d i c e , b u e n h o m b re ?

—B usco a Leandro — tar ta mu deo Ma t ias— . A m i h i jo , Leandro. .. Esta es m i casa

 ^Su casa? — di jo la m uje r.

—̂

 iS f jM i casa — gr i to Ma t ias— . La casa de Mat ias Fe rnandez .

La m u je r h i zo u n ges to de ex t raheza .

 E ra ... —d i jo son r ien do c on t r i s teza—. Noso t ros l a com pram os hace ve in te

anos cua ndo des aparec io do n M at ias , y todo s sus h i j os se fue ron de es te p ue b lo .

 i Q u e — g r i t o M a t i a s , l e v a n ta n d o la s m a n o s c o m o p a ra d e fe n d e rs e

— f —asint io la mujer .

Entonc es, Mat ias se f i jo en sus ma nos y se d i o cu ent a de qu e estaban

  a r r u

gadas, m uy a r rugadas y t rem u las c om o las de un h om br e m uy v ie jo . Y hu yo

d e s p a v o r i d o d a n d o u n g r i t o .

En  uentos

 amables nobles y memorables.

 San Miguel de Tucuman: Del Cardon, 1964

Glosario

Arrebujado: enredado.

Cola: garganta.

Horqueta: parte del

arbol donde se juntan

el tronco y una rama

formando un angulo. ;

Tremulo: tembloroso/

&\ 0(/*

Julio Ardiles Gray (1922-2009) nacio en la provincia

de Tucuman. A los catorce anos, gano un concurso

de poesia del Obispado de Cuyo: los jurados estaban

asombrados por la edad del ganador. Fue escritor y

periodista. Entre sus obras, podemos mencionar: Los

amigos

 lejanos

Los medanos ciegos

 y

 Las puertas del

 paraiso.

**

a*-

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£ 1 ertw&entrcy  1  Anonimo

*&i

n una provincia de la China imperial, vivia un respetable funcionario, el senor

Chang

 Yi ,

 con su hija, Ch'en niang. El func ionar io tenia un sob rino l lamado W ang

Chu y com o lo apreciaba mu cho , le prom etio que algun dia seria su yerno. Wang Chu

y Ch'enniang eran entonces dos ninos, pero tomaron en serio la promesa.

Sin embargo, cuando la joven c re do , el senor Chang Yi le otorg o su mano a un pre-

tend iente muy rico. Ch'en niang l loro c on desesperacion al saberlo y le recordo a su

padre el compromiso que habia asumido con Wang Chu, pero el senor Chang Yi

habia dado su palabra al pretendiente y no podia volverse atras.

Wang Ch u, lleno de dolor, com pro una embarcacion y se desp idio para siemp re de

la bella Ch'enniang.,

El joven navego hasta la cafda del sol. Estaba muy cansado y se quedo profunda-

mente dormido. Reinaba una calma inusual en el mar; la superficie del agua

estaba lisa com o una tela. En la madrugada, Wang C hu de spe rto sobre -

saltado. Escucho una voz que lo llamaba... jera su amada

Ch'enn iang

 M i padre ha sido muy in justo con tigo, Wang Chu

—d ijo la jove n— , pues no respeto la promesa que te habfa

hecho. Por eso, he decid ido desafiar su autoridad y acom-

paharte com o tu esposa.

En una ciudad lejana, Wa ng Chu y C h'ennian g se casaron

y fuero n muy dichosos. Y, en cinco anos, tuvie ron dos hijos

que co mpletaron su fe l icidad.

Sin embargo, en el corazon de Ch'enniang, habia una

sombra que opacaba esa dicha. No sabia nada de su padre, y

esto le resultaba m uy do loros o. U n dfa, se lo confeso a Wa ng

Chu .

 El se mo stro m uy c om prensivo :

—M anana m ism o, viajaremos a ver a tu padre. Han pasa-

d o

  cinco ahos, asi que, con seguridad, ya habra superado el

enojo.

Asi lo hicie ron, pero cuando llegaron al puerto d e la

 ciu

dad natal, Wang Chu temio que su suegro los rechazara y le

pidio a Ch'enn iang qu e lo aguardara en el barco, mientras

hablaba con el padre.

Una gran sorpresa se llevo el senor Chang Yi al ver lo. El

jove n le co nto lo que habia oc urr ido en los cinco ahos pasa-

dos,

  le pidio p erdon y solicito que los aceptara com o parte

de su familia.

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 eQue d i ces , W ang Chu? — cues t iono e l senor C hang Y i

 — f

Desd e que te fu is te , m i h ija esta en cama, to t a lm en te in coh scien te .

  E

El j ov en lo s igu io has ta una h ab i ta c io n y v io , en la cam a, a   i

Ch 'enn iang , pa l i da y s in sen t ido . '

— S i n e m b a rg o . . . — d i j o W a n g Ch u -d e s o r i e n ta d o — , l o q u e te '

d i g o es c i e r to . Ch ' e n n i a n g es ta e n el b a r c o . . . j A c o m p a n a m e

EI senor Ch ang Y i desc on f iaba . Penso que e l j oven h ab ia en lo -

quec ido de do lo r . Po r eso , pa ra no con t ra r ia r l o , env io a l ba rco a

d o s c r ia d a s q u e c o n o c fa n b i e n a Ch ' e n n i a n g .

Las dos mu je res vo lv ie ro n a la casa sume rg idas en un p ro fun do

estup or : ha b ian v is to a la h i ja , sana, en la em barc acio n d e W an g C hu .

La enfe rm a, al escuchar esta h is tor ia , reco bro sub i tam ent e e l sent i

d o .

  Se vist io s in de cir p alabra y sal io de la casa, ru m bo al pue rto .

El pad re la s igu io pe rp l e jo .

En e l pue r to , l a Ch 'enn iang q ue ba jaba de l ba rco y la C h 'en n ian g

qu e ven fa de la casa se fu nd ie r on en un ab razo . So lo que do una

Ch ' e n n i a n g , h e rm o s a y d u l c e c o m o h a b i a s id o s i e m p re . . .

Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo.

En Antologia de la literatura fantAstica.

 Buenos Aires: Sudamericana, 1998.

(Version de Stella Maris Cochetti).