feminismo
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La importancia del pensamiento humano recae en las implicancias que las ideas generan en el
mundo material. Es ineluctable encontrar que cada movimiento político que es subyacente a una
filosofía, la cual una vez plasmada en la hoja desde la mente de su creador termina
perpetuándose de manera incierta, pues puede renacer, morir y reaparecer sin el menor indicio de
aquello. Casos de ideologías tales como el feminismo y el comunitarismo no son ajenos a esta
línea analítica la cual es propósito revisar tanto su estructura filosófica como la forma en que
repercuten en las esferas liberales que imperan hoy.
El feminismo como corriente ideológica va más allá de una alegación cuyo objeto es encontrar a
la mujer en la sociedad. Los primeros movimientos políticos importantes no nacen como una
sola corriente homogénea con ideas concretas, sino que son un conjunto de ideas bastantes
heterogéneas pero con un elemento común: La lucha por aquellos derechos que las revoluciones
dieron al pueblo pero que no lograron llegar a las mujeres (James, 2013).
Aunque existe un sinnúmero de expresiones feministas desde el siglo XVII, pero hay algunas
exponentes que resaltan debido a la originalidad con que teorizan de acuerdo a una filosofía
particular. Aleksandra Kolontái es el mejor ejemplo al tomar las ideas marxianas respecto a la
opresión del trabajo y contextualizar con la experiencia femenina. Para Kolontái la diferencia
fundamental entre mujer y hombre se encuentra en que ésta no puede liberarse del trabajo que
acarrea una familia (James, 2013). Esta razón y sus implicancias, tales como el trabajo hogareño,
generan una plusvalía la cual no es remunerada y es arrebatada por el sexo opuesto, volviendo a
la mujer dependiente y por ende subordinada al hombre, tal como la burguesía lo hace con el
proletariado (Marx, 1848).
Emma Goldman seguía la misma línea de pensamiento de Kolontái, la emancipación de la mujer
solo se puede lograr rechazando el matrimonio, dado que éste era fruto del cambio de la
independencia por estabilidad económica. Pero hay que esperar hasta el primer tercio del siglo
XX para encontrarse con Simone de Beauvoir. En su libro “El segundo sexo” expone utilizando
el marco Hegeliano de la dialéctica entre el amo y el esclavo, donde en vez de ser conscientes y
lograr reconocer a los hombres como sujetos, terminan por cooperar a las sujeción (James,
2013).