fernand deligny

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  • 8/12/2019 Fernand Deligny

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    4. Los vagabundos eficaces

    Privadas de ellos por el momento, las murallas me ensean.Estos macizos de ladrillos rojos, cuyas vivas aristas son corrodas por los bisnietos de quienes losconstruyeron, parecen enormes soldados mutilados. Los nios corren por sus espaldas. Su capotede hierba est recomendado de jardines obreros rodeados de cuatro filas de alambradas queponen estrellas de herrumbre en las lechugas cuando vamos caminando y en el cielo cuando nostendemos en la hierba.Cada jardinero se ha construido, como un nio tenaz, una cabaa para las herramientas.Un enorme montn municipal de detritus, franja extrema del bien ajeno, humea y fermenta eninnumerables y minsculos incendios sin llama. Del humo que se arrastra al ras del suelo emergenarmazones de fogones oxidados, somieres despanzurrados, barrotes de camas. Latas de conservavacas centellean cuando el sol aparece.Viejos de hospicio y nios se aferran a la colina maloliente y se disputan los hallazgos.En el horizonte, en el lmite de la ciudad, el hospicio, el cuartel, los mataderos y el mugrientobatiburrillo de barrios inverosmiles.En los umbrales de las chabolas estn sentados unos nios extraos, unos nios vomitados. No

    hay otra palabra que exprese su color y su forma.

    Si digo: Los nios son tal como sus padres los han hecho y educado, encuentro el asentimientouniversal.Si prosigo: Los padres son tal como la sociedad actual les obliga a ser. Habra que tratar decambiar de una vez y de verdad las condiciones de vida, me cierran la boca y el Centro que dirijo,so pretexto de que algunos de sus obreros no tienen porte de verdaderos educadores.

    Bien. Tendido en la hierba de las murallas, me vuelvo sobre m mismo y observo al inadaptado.Primera observacin. Durante cuatro aos he vivido en un asilo de alienados. Los alienados mstpicos, ms crnicos, ms dementes, no me han sorprendido: momentos de m mismo hechos

    hombres, un punto de vista mantenido ms tiempo de lo necesario: un desapego que ningnsueo puede romper, y el resto del mundo que se va a la deriva sin que se haga un gesto parasaltar sobre lo que gira; la solucin nica y trgica que se impone por falta de movilidad.A veces yo mismo soy ese alienado al que escrutan para liberarlo. Profundamente dormido, yosurge, despierto, pero yo enloquece de sentirse en un cuerpo inmvil, inerte, mineral. Entonces,yo busca los contactos, las palancas. Yo va a lo ms sensible, a lo ms leve, al dedo meique,a los labios, a los prpados, y, con todas sus fuerzas aplicadas sobre uno de esos puntos, yoobtiene una onda, un estremecimiento, un movimiento leve y apenas perceptible que es uninmenso alivio porque basta para hacerme caer en el movimiento recuperado y el mundo vivo queme espera.Pero no limito a eso mi xito, pues no soy mi propio psiquiatra-pedagogo. Ese primer gestobalbuceado es una llave que me abre todas las circunstancias que me esperan, y no un pequeo

    tragaluz sobre m mismo. Mi vida lo aprovecha para llenarse de seres vivos y estar siempre abiertaa lo imprevisto hasta el extremo cansancio.Segunda observacin. Arrastro conmigo, sin duda desde mi nacimiento, una especie de angustia,de miedo previo que se ala con una delgadez de hombre de alambre.Mayo del 40. Heme preso, como los dems, en la guerra, conejo perdido en la monumentalchatarra, los silbidos y la carne humana que chorrea sudor y sangre a travs de los suelos de loscamiones. Es el nico perodo de mi vida, desde que mi talla es estable, en que he engordado

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    (ocho kilos). Mi miedo haba encontrado el alimento que me convena. Ya no se coma ms missangres.Despus, esta pequea pendeja de angustia ha vuelto. Se posa alegremente sobre la menor fatiga,como una mosca de colores sobre la inmundicia presentida. La ahuyento con un violento golpe derazonamiento, y va a posarse al lado. Slo me queda esperar a que un acontecimiento robustovenga a seducirla y me la quite de encima por algn tiempo. Pero la conozco es capaz de volver

    encinta.Tercera observacin. Cuando tena doce o trece aos, encontr furtivamente unos libros y unosdocumentos en los que el sexo ocupaba el lugar de la piedra clave.En ellos se deca que el sexo era el motor de todo lo que vive, de todo lo que existe. El gransecreto, la gran fuerza.Entonces me sent muy pequeo, muy canijo, muy perdido en una especie de catedral gticacuyos signos, gestos y misterios no comprenda, pues estaba arrojado de esa comunin quepresenta a mi alrededor unnime y necesaria porque era generadora de toda vida. Excluido,muerto-vivo, con aquel sexo minsculo y ciertamente ineficaz que me haca odiar por anticipado alas mujeres y sus deseos, a los cuales slo los gigantes podan hacer frente.Estragos del conocimiento intelectual previo y prematuro.

    Estragos que vuelvo a encontrar en los nios para quienes la moral enseada sin precauciones esuna catedral desierta que temen y cuyos vitrales rompen por odio a esa vida colectiva de la queestn excluidos, nios pequeos desilusionados por anticipado de no ser hombres mayores.Cuarta observacin. En las paredes de las dos habitaciones en que vivo (la mayor tiene cincoventanas) estn clavados unos dibujos. Todos son fracasos. Los dibujos de los que estoy contentoen el momento los do, o bien, adornados de color, un director de galera intenta venderlos aqu oall. Conservo en las paredes que me son familiares todos los fallidos, que son los nicos que mesirven de esperanza de descubrimiento.Esos trazos dejados por mi mano sobre una hoja grande, no puedo creer, pasados los brevesmomentos de encantamiento, que sean suficientes.Puedo dejarme verter enteramente en ellos, o solamente describirme en ellos como un carro se

    describe en la rodada que deja, para quien sabe leer.

    Nio tenaz, an habr de esperar mucho tiempo mi pubertad social, esa aceptacin pura y simplede los modos que los hombres tienen de no ser nunca ellos mismos y de mutilar saudamente alos nios.Si los mdicos descubren en el origen de los trastornos de comportamiento unas tarashereditarias, en mi opinin asientan enfrente, de una manera regular, mezquindades ydeshonestidades del ambiente adulto.Desde hace meses, a falta de establecimiento, cuando me traen un nio difcil lo mando a jugary me encierro a solas con el padre. Las confesiones que obtengo no son propias para reconciliarmecon la pequea vida burguesa.Apenas pasa un da sin que los peridicos nos cuenten crmenes y delitos cometidos por chavales.

    Ya no hay moral, y he ah por qu su hija de usted est muda.Lo que sucede es que hay demasiada y de la peor especie, envilecida por el temor, catlicahereditaria que por debajo piensa qu dirn.

    Cine, radio y prensa traen el mundo en imgenes, msica, frases. Son el pasto constante del poderimaginativo de los nios. Cmo hay quien se asombre de que los nios quieran estarinmediatamente al mismo nivel, de pie en ese mundo que, por una ilusin ptica diariamentemantenida, ven en su ventana?

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    Consejos amenazas, coacciones y promesas pertenecen a un tiempo ya prescrito.El nio de hoy conoce el mundo, el de las soledades heladas, el de los grandes hoteles, el delEcuador y el de las tabernas turbias. Cree conocerlo, cree las imgenes. Le repugnan los libros.Est asqueado de la monotona cotidiana y nimia de la vida familiar. Las evasiones vienen aponrsele por delante.Desastre? Desastre colectivo, si el adulto persiste en mantener al nio con las manos detrs de laespalda. El nio se revuelve y muerde, salta por la ventana y cae, pues el mundo mil veces vistoque crea dispuesto a recibirlo no es ms que reflejos y espejismo. Si existe, est mucho ms lejos.Puede alcanzarlo, paso a paso. Pero el nio de cine, de radio, de huecograbado, no sabe andar.Herido, vuelve a la existencia obligatoria. Herido, prepara el prximo salto desde la ventana almundo de las imgenes, y puesto que hace falta dinero, l lo encontrar. O bien renuncia,asqueado para siempre de saber que hay en la tierra dos mundos vecinos y, sin embargo, tanalejados como la tierra y la luna: aquel en que la vida es atrozmente cotidiana y aquel otro de losespacios pintorescos, de los encuentros imprevistos, en el que los gestos espontneos no sonfrenados por una atmsfera espesa de necesidades.Nios dispuestos al crimen, nios apergaminados de antemano tal vez ha llegado el momento dereconsiderar la educacin en funcin de nuestro mundo a diferentes niveles de profundidad.

    Ello es tan necesario que inmediatamente se revelarn innumerables educadores. stos existen.Por el momento estn algo as como desocupados. Se aburren tanto que podramos pensar queson inmorales y antisociales.

    Para quien sabe ver, millares de nios se deslizan por estrechas callejuelas trazadas muyprofundamente en las preocupaciones masivas de los adultos. A falta de gua, juegan a lasmaniobras de combate.Un poco poetas, un poco pintores, un poco canturreadores de buena msica, un pococomediantes, exhibidores de s mismos y de marionetas, honrados con el instante, chupadores decertidumbres y escupidores de preguntas, piel viva a flor de sociedad, indiscutiblementeinadaptados, preocupados de su vagabundeo y pacientes como pescadores de caa, he ah a los

    compaeros que los nios necesitan.Exploradores ingenuos y pobres, no abrumarn a la tribu infantil con el peso de su bagajepseudocientfico, pseudohistrico, pseudomoral, baratija injuriosa, habitual regalo de quienesvienen del mundo de los adultos.

    El ms insignificante dibujo de nio es una llamada. Con demasiada frecuencia, los adultosresponden a esas llamadas como curiosos prdigos en comentarios. Henos aqu en el meollo de laestafa habitual.Sinsentidos, rupturas, temblores, esbozos, ignorancias son admitidos e incluso apreciados cuandose expresan sobre el papel, balbuceos de una ingenuidad aplicada.Pero si la misma ingenuidad se expresa en actos, inestabilidades, audacias, desdenes, perezas, eladulto provocado se vuelve odioso.

    He aqu, captada a lo vivo, esa derivacin artstica hacia la que impulsa la sociedad que no quiereverse molestada, que quiere que se escupa en las paredes, que incluso se apresura a enmarcar losesputos, que organizar exposiciones de gargajos rencorosos, harto feliz de que no se toque a ladiscreta ordenanza de sus construcciones, de sus jerarquas, de sus hbitos.Un dibujo de nio no es una obra de arte, sino una llamada a circunstancias nuevas.Creador de circunstancias, eso es el educador enfrentado a todas las inercias. Buen nimo.Le aconsejo que se reserve un modo de expresin personal. Aunque slo fuera para absorber esaespumilla de delirio que burbujea alrededor de toda accin intensa.

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    Cuando era responsable de un centro o de un pabelln, a veces me senta compositor. A vecesconfunda colectividad de nios e interpretacin al rgano. Naca una msica de rebelda adornadade humor que formaba a mi alrededor una burbuja, un universo en el que viva a mis anchas.Fraude a las vidas que se me haban confiado.

    Se trata de nios difciles, se trata de nios que le han tomado el gusto al delito. Los compaerosun poco ligeros de que hablaba hace un momento son buenos para nios que tienen en otra partebuenos ataderos afectivos.Para los nios procedentes de todas las miserias, hacen falta compaeros de otro temple.

    En los barrios y los suburbios erosionados por un permanente viento de miseria, en los que cadada es enrgicamente rascada la pequea sarna del egosmo, vive el pueblo de las fbricas y de lasobras.Aqu, las casas son jaulas de ladrillos embutidas en patios lbregos como pozos.All, estn colocadas en pequeos jardines y se miran una a otra desde todas sus ventanas, sinsecreto posible entre ellas.En ellas viven gruesas mujeres que parecen haber parido a todos los nios del barrio, a los que se

    ve pasar en retahlas, a las horas de escuela, por los estrechos paseos bordeados de setos dealambre y de tablas mal ajustadas.En ellas viven muchachas tiernas y tenaces como termitas-reinas.En ellas viven muchachos de pico y pala, metalrgicos, albailes que no quieren que la pesadamandbula del trabajo de fbrica o de obra se cierre sobre ellos, que mantienen, a viva fuerzaentreabierta la mandbula, y quieren saber adnde van y lo que son.Los sbados por la noche saben adquirir la magnfica traza del vagabundo, y cantan y bailan yhacen teatro y dibujan y saben ofrecerse a la msica como al sol, al escenario como a la montaa.El relevo est dispuesto. Aunque disguste a los que se cansan por anticipado, una raza nuevaacaba de nacer bajo el sol. Era necesario que este sufrimiento y este hormigueo humano de losbarrios de contorno nos diesen un da u otro esos vagabundos sociales en busca (no ya en el

    espacio, sino all mismo donde han nacido) de un modo de vida ms honrado, en busca, si sequiere, de una moral que no est infestada de los prejuicios reventados bajo los escombros de unaestructura social que se desmorona.A los ms conscientes de ellos, esto a veces les enfebrece.Uno de ellos me dice (estaba acostado en una habitacin de un pequeo pabelln cerca de laMarne, una habitacin cuyas paredes hay que pintar cada vez que llueve, porque el techo se cala;en la que se renen cuatro, o seis, o diez de ellos; en la que la pequea estantera para libros hasido hecha, intilmente, por un carpintero vecino; en la que se preocupan y hablan y se aman yson de la resistencia y de la revolucin de cada da; en la que rechazan enrgicamente un maanaque est tan gastado como la vspera), uno de ellos me ha dicho (y estaba acostado porque tenacuarenta grados de fiebre de haber hecho teatro con sus compaeros, de tablado en tablado,durante una innumerable fiesta popular): Escribo poemas as, pinto, ya lo ves. Trabajo en el

    teatro, y me temo que estoy desequilibrado.

    Desequilibrado?Pestalozzi, Rimbaud, Van Gogh, vosotros cuyo desequilibrio ha dejado una huella gigantesca, deun esplendor, de una resonancia, de una tenacidad que nos espantan, decidle lo que es sermaestro de escuela, enrojecer a los veinticinco aos como un adulto sorprendido de que se lerecuerden las masturbaciones infantilesa la sola evocacin de una obra literaria que crea la

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    poesa actual, pintar, pintar, pintar, porque no se tiene el don de palabra que permitira ayudara los humildes.Tres figuras incansables, en bsqueda de una moral que no fuese una impronta muerta,tempranamente desparramados sobre ese mantillo vivo del pueblo que va por delante de la vida.

    Pestalozzi, Rimbaud, Van Gogh.Estaba impaciente por encontrarme con ellos desde el comienzo de este libro. Ellos, su obra, suvida, sus cartas. Quera avergonzar a los profesores, a los jueces, a los artistas, subrayandocmo estos tres grandiosos vagabundos haban sido, muy conscientemente, los hermanosinquietos de los jvenes delincuentes. Hubiera querido entremezclar sus huellas a lo largo de estediario colectivo.Fugas, detenciones, miseria, temor, rebelda, asilo. Ninguno de los tres se habran quejado de susvecinos. Cuestin de hbito. Y adems he renunciado a quitar la corteza de lo que se ofrece comoun hermoso fruto de vida a quien sabe leer y mirar.

    La exasperacin de unos seres heridos por unas condiciones sociales de una intolerabledeshonestidad y las impaciencias de nios oprimidos por adultos torpes se expresan a travs de

    los mismos signos.Cuando el pueblo se haya liberado y se atreva a caminar a su paso, la obra de arte se har para lformas, colores y msicas familiares.Si os place, habr que liberar al mismo tiempo a los nios y poner junto a ellos a unos educadoresde presencia ligera, provocadores de alegra, siempre dispuestos a remodelar la arcilla redonda,vagabundos eficaces maravillados ante la infancia.Esperanza.

    Cap. IVLos vagabundos eficaces, 1946.Fernand Deligny.

    Traduccin: Enrique Molina.Edicin: Laia, 1979.