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FÉLIX DE LA CONCHA
MADE IN USA
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FÉLIX DE LA CONCHA, RETRATOS DE LA REALIDAD SOSPECHOSA
Martín López-Vega
Félix de la Concha sólo pinta retratos. La diferencia es que unas veces en sus cuadros aparece sólo el rostro del retratado (con una cercanía casi grosera, que transforma cada rasgo en paisaje; si uno se acerca lo suficiente deja de ver gesto para ver geografía) y otras veces, como ocurre en este “Made in USA” aparece todo menos el rostro. El mis-terio de sus cuadros reside precisamente, más allá de en la calidad y personalidad incuestionable de su factura, en cómo transmiten una presencia latente. En ellos no hay nadie, pero acaba de haber alguien. Tenemos la sensación de estar colándonos en la intimidad ajena, como investigadores de un crimen que no sabemos, que estamos a punto de descubrir entre los indicios abandonados, sin saberlo, por quien acaba de dejar la escena.
Otras veces, la forma que tiene Félix de la Concha de volver sospecho-so un objeto –una papelera, por ejemplo- o un rincón es retratarlo en momentos diferentes, en estaciones distintas, con y sin nieve, con y sin calima. O bien desde ángulos distintos, como si nos estuviera avisando de que cada detalle importa y no podremos hacernos una composi-ción de lugar con aspiraciones de exactitud hasta que hayamos visto cada milímetro, cada detalle de esa escena. Los muchos años que el pintor ha pasado en Estados Unidos le han servido para depurar esta perspectiva. Puedo imaginarme perfecta-mente que la mayoría de las veces, mientras pintaba estos cuadros, el
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sospechoso era él. Nadie vagabundea por las calles de las ciudades que Félix de la Concha pinta; nadie se detiene en las vías del tren ni frente a las casas ajenas. Nadie se mete en los asuntos de los demás en las calles en las que él, precisamente, se ha dedicado a meterse en sus asuntos, a pesquisar entre sus cosas mientras ellos no estaban. ¿Qué busca ese vagabundo que retrata lo que a nadie importa? Félix de la Concha retiene en sus cuadros presagios de la realidad oculta, del inconsciente de las ciudades, la verdad escondida en aquello que abandonan.
Félix de la Concha pinta siempre del natural, y pocos pintores como él desmienten la idea de paisaje como algo ajeno a nuestra mirada sobre él. Ya lo he dicho: cuando Félix pinta un paisaje, está pintando el retrato de quien lo acaba de abandonar. Casi como una sicofonía pictórica que nos revela no tanto los detalles externos de la presencia, no la fi-gura, sino lo que quien acaba de abandonar un espacio ha dejado en él de su remolino interior, de lo más abandonado de su ser, de aquello que uno se oculta a sí mismo.
Y es que mi impresión es que eso es lo que busca Félix de la Concha: descubrir en aquello que contempla, en su forma de elegir el motivo, en las variaciones del clima y la mirada, justo aquello que se está es-condiendo a sí mismo. Actúa, en eso, como lo hacen los poetas (los buenos poetas). Por eso cada cuadro suyo nos interroga como una pregunta que sabíamos que estaba ahí, pero no nos atrevíamos a ha-cernos. Y ahora ya lo sabemos: el sospechoso que acaba de abando-nar la escena somos nosotros.
FÉLIX DE LA CONCHA
Nace en León en 1962. En 1981 estudia en la Facultad de Bellas Artes de Madrid hasta 1985 cuando es premiado en la Primera Muestra de Arte Joven (Círculo de Bellas Artes de Madrid). En 1989 recibe la beca de la Academia de Es-paña en Roma y trabaja en Italia hasta 1995, año en que se traslada a los Estados Unidos donde continúa gran parte de su trayectoria artística. Su obra pictórica parte del natural y se centra en el género del paisaje urbano y el retrato. En ambos introduce el concepto temporal como fundamento tanto en el proceso de ejecución como en la captación de los motivos. Sus obras paisajísticas se estructuran frecuentemente en polípticos o series, como en One A Day: 365 Views of the Cathedral of Learning (1999), donde muestra diversos puntos de vista realizados a lo largo de todos los días de un año, o en su proyecto Fallingwater en Perspectiva (2005-2006) en el que traduce a la pintura su contacto durante dos años con este hito arquitectónico, invitado por el Western Pennsylvania Conservancy. Mostrada su obra ampliamente en España, será en los Estados Unidos donde tenga una presencia constante con exposiciones en institucio-nes como el Columbus Museum of Art (1998), el Carnegie Museum of Art (1999), el State Museum of Pennsylvania (2008) y el Hood Museum of Art (2009) entre otras.
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28 x 45,5 cm North Carolina, 2003 11 x 18 inches 28 x 45,5 cm North Carolina, 2003 11 x 18 inches
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45,5 x 28 cm Boone, North Carolina, AUG 31, 2003 18 x 11 inches 28 x 45,5 cm North Carolina, AUG 30, 2003 11 x 18 inches
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28 x 45,5 cm North Carolina, AUG 29, 2003 11 x 18 inches 28 x 34,5 cm North Carolina, AUG 29, 2003 11 x 13 ½ inches
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28 x 34,5 cm North Carolina, AUG 29, 2003 11 x 13 ½ inches 28 x 34,5 cm North Carolina, 2003 11 x 13 ½ inches
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28 x 45,5 cm North Carolina, 2003 11 x 18 inches 28 x 45,5 cm North Carolina, 2003 11 x 18 inches
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28 x 34,5 cm North Carolina, AUG 27, 2003 11 x 13 ½ inches 28 x 34,5 cm Boone, North Carolina, SEPT, 2003 11 x 13 ½ inches
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28 x 23 cm North Carolina, 2004 11 x 9 inches
45 x 28 cm Boone, North Carolina, DEC 22, 2003 18 x 11 inches
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Dos piezas de 57 x 47 cm Iowa, 2011-2012 Two pieces of 22 ½ x 18 ½ inches
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75 x 46 cm North Carolina, 2004 29 ½ x 18 inches 57 x 46 cm Boone, North Carolina, DEC 21, 2003 22 ½ x 18 inches
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46 x 74,5 cm North Carolina, 2004 18 x 29 inches73 x 46 cm North Carolina, 2004 28 ¾ x 18 inches
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Dos piezas de 46 x 57 cm North Carolina, 2004 Two pieces of 22½ x 18 ½ inches
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Cuatro piezas de 23 x 28 cms North Carolina, 2004 Four pieces of 9 x 11 inches 47 x 74 cm North Carolina, 2004 18 ½ x 29 inches
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65,5 x 46,5 cm Iowa, 2012 26 x 18 inches 47 x 75,5 cm New Hampshire, 2008 18 ½ x 30 inches
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49 x 60,5 cm New Hampshire, 2008 19 x 24 inches 46,5 x 75 cm New Hampshire, 2008 18 inches x 29 ½
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62 x 49 cm New Hampshire, 2008 24 ½ x 19 inches 46,5 x 122 cm North Carolina, 2004 18 x 48 inches
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Tres piezas de 73,5 x 45,5 cm Seattle, Washington, 2003 Three pieces of 29 x 18 inches
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13 x 74 cm Iowa, 2012 5 x 29 inches
13 x 74 cm North Carolina, 2004 5 x 29 inches
46,5 x 122,5 cm North Carolina, 2004 18 x 48 inches
Edita
Ármaga Galería de Arte
© Félix de la Conchawww.felixdelaconcha.com
Diseño: Amando Casado
Portada: 28 x 45,5 cm North Carolina, 2004 Cover: 11 x 18 inches