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Flor de Mayo Por Vicente Blasco Ibáñez

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FlordeMayo

Por

VicenteBlascoIbáñez

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I

Al amanecer cesó la lluvia. Los faroles de gas reflejaban sus inquietasluces en los charcos del adoquinado, rojos como regueros de sangre, y laaccidentadalíneadetejadoscomenzabaadibujarsesobreelfondocenicientodelespacio.

Eran las cinco.Losvigilantesnocturnosdescolgaban sus linternasde lasesquinas,ygolpeandoconfuerzalosentumecidospiessealejabandespuésdesaludar con perezoso ¡bòn día! a las parejas de agentes encapuchados queaguardabanelrelevodelassiete.

Á lo lejos, agrandados por la sonoridad del amanecer, desgarraban elsilencio los silbidos de los primeros trenes que salían de Valencia. En loscampanarios, los esquilones llamaban a lamisa del alba, unos con una vozcascadadevieja,otrosconinocentebalbuceodeniño,yrepetidodeazoteaenazotea vibraba el canto del gallo con su estridente entonación de dianaguerrera.

En las calles desiertas y mojadas, despertaban extrañas sonoridades lospasos de los primeros transeúntes. Por las puertas cerradas escapábase, altravésdelasrendijas,larespiracióndetodounpuebloenlasúltimasdeliciasdeunsueñotranquilo.

Aclarábase el espacio lentamente, como si arriba fuesen rasgándose unapor una las innumerables gasas tendidas ante la luz. Penetraba en lasencrucijadas,hastaenlosúltimosrincones,unaclaridadgrisyfría,quesacabadelasombralospálidoscontornosdelaciudad;ycomounesfumadopaisajedelinternamágicaconelfocodeluzfijalentamenteensusperfiles,aparecíanlasfachadasmojadasporelaguacero,lostejadosbrillantescomoespejos,losaleros destilando las últimas gotas y los árboles de los paseos, desnudos yescuetoscomoescobas,sacudiendoelinvernalramaje,coneltroncomusgosodestilandohumedad.

Lafábricadelgaslanzabasuspostrerosestertores,cansadadeltrabajodetoda la noche. Los gasómetros caían con desmayo entre sus férreos tirantescomoestómagosfatigadosporlanocturnaindigestión,ylacolosalchimeneade ladrillo lanzabaen lo alto susúltimasbocanadasnegrasydensas, que seesparcíanporelespacioconcaprichososerpenteo,cualunborrónresbalandosobreunahojadepapelgris.

JuntoalpuentedelMar,losempleadosdeconsumospaseabanparalibrarsedelahumedad,escondiendolanarizenlabufanda;traslosvidriosdelfielato,losescribientesreciénllegadosmostrabansussoñolientascabezas.

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Esperabanlaentradadelosvendedores,chusmalevantisca,educadaenelregateoyagriadapor lamiseria,queporuncéntimosoltabalacompuertaalcaudal inagotable de injurias, y antes de llegar a sus puestos del mercadososteníaunsinnúmeroderiñasconlosrepresentantesdelosimpuestos.

Yahabíanpasadoenlapenumbradelamanecerloscarrosdelasverdurasylasvacasdelecheconsumelancólicocencerreo.Sólofaltabanlaspescaderas,el rebaño revuelto, sucio y pingajoso que ensordecía con sus gritos éimpregnabaelambienteconelolordepescadopodridoyelaurasalitrosadelmar,conservadaentrelosplieguesdesuszagalejos.

Llegaroncuandoyaeradedía,ylaluzcrudayazuladadeunamañanadeinvierno recortaba vigorosamente todos los objetos sobre el fondo gris delespacio.

Oíase, cada vez más próximo, un indolente cascabeleo, y una tras otrafueronentrandoenelpuentedelMarcuatrotartanas,arrastradasporhorriblesjamelgos,queparecíansostenerseporlostironesderiendasdelostartaneros,encogidosensusasientosyconeltapabocasarrolladohastalosojos.

Erannegrosataúdes,quesaltabansobre losbachescomobarcosviejosydespanzurradosamerceddelasolas.Eltoldoconcueroagrietadoytremendosrasguños, por donde asomaba el armazón de cañas; pegotes de pasta rojacubriendolasgoteras;elherrajerotoychirriante,atadoconhilos;lasruedas,guardandoen suscapasde suciedadelbarrodel inviernoanterior,y todoelcarruaje, de arriba abajo, hecho una criba, como si acabase de sufrir lasdescargasdeunaemboscada.

Enlaparteanteriorlucían,comoadornocoquetón,unascortinillasderojodesteñido, y por la abertura traseramostrábanse revueltas con los cestos lasseñoras de la Pescadería, arrebujadas en sus mantones de cuadros, con elpañueloapretadoalassienes,apelotonadasunasconotras,ydejandoescaparunvahonauseabundodemarismacorrompidaquealterabaelestómago.

Asíibanadelantandolastartanasenperezosafila,cabeceando,inclinadasaun lado, como si hubiesen perdido el equilibrio, hasta que de pronto, en elprimerbache,seacostabansobrelaotraruedaconlaviolenciadeunenfermofatigadoquemudadeposición.

Detuviéronseanteelfielatoyfuerondescendiendoporsusestriboszapatosen chancla, medias rotas, mostrando el sucio talón, y faldas recogidas quedejabanaldescubiertoloszagalejosamarillosconnegrosarabescos.

Alineábanseante labáscula loscestonesdecaña,cubiertosconhúmedostrapos, que dejaban entrever el plomo brillante de la sardina, el suavebermellóndelossalmonetesyloslargosysutilestentáculosdelaslangostas,estremecidas por el estertor de la agonía. Al lado de las cestas, las piezas

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mayores:losmerosdeanchacola,encorvadosporlapostreracontracción,confaucescircularesdesmesuradamenteabiertas,mostrandolaobscuragargantaylalenguaredondayblancuzcacomounaboladebillar,ylasrayas,anchasyaplastadas,caídasenelsuelocomountrapodefregarhúmedoyviscoso.

La báscula estaba ocupada por unos panaderos de las afueras, guaposmozos, con las cejas enharinadas, cuadradomandil y brazos arremangados,descargandosobreelpesosacosdepancalienteyolorosoqueparecíaesparcirunafraganciadevidaenelambientenauseabundodelpescado.Yaguardandosu turno, las pescaderas charlaban con los empleados y los papanatas quecontemplaban embobados los grandes peces.Otras iban llegando a pie, concestas en la cabeza y los brazos, engrosando el grupo; la línea de banastasextendíase hasta cerca del puente. Los empleados enfadábanse ante lainsolente algarabía de aquellas malas pécoras que les aturdían todas lasmañanas.

Hablábanse á gritos, mezclando entre cada palabra ese inagotablerepertorio de interjecciones que únicamente se adquiere en un muelle deLevante. Al verse juntas recrudecíanse los sentimientos del día anterior, lacuestión sostenida al amanecer en la playa; contestábanse los insultos consoeces ademanes; acompañábanse las palabras con cadenciosas palmadas enlosmuslosoenarbolandolasmanosconexpresiónamenazante;yalomejor,estosfurorestrocábanseenrisas,semejantesalcloqueardetodoungallinero,si a alguna se le ocurría una frase capaz de hacer mella en sus paladaresfuertes.

Enardecíalaslatardanzadelospanaderosendejarlibrelabáscula;llovíaninsultos sobre aquellos mocetones, que no se mordían la lengua; y en elderrochede indecenciasque se cruzabanconacompañamientodeamigablesrisas, enviábanse á tocar lo otro y lo de más allá, barajando con inocentetranquilidadlasblasfemiasmásmonstruosasconlosdistintivosdelsexo.

En este hervidero de risotadas e insultos, la que llamaba la atención eraDolores la del Retor, una buena moza mejor vestida que las otras, que seapoyabaconciertanegligenciaenunapilastradelfielato,conlosbrazosatrás,arqueando la robusta pechuga y sonriendo comoun ídolo satisfecho cuandoloshombressefijabanensuszapatosdeamarillocueroyelsoberbioarranquedelaspantorrillas,cubiertasconmediasrojas.

Era una morena cariancha, con el rubio y alborotado pelo como unaaureola en torno de la pequeña frente; ojos verdes que tenían la obscuratransparenciadelmar,yenloscuales,enciertosmomentos,reflejábaselaluz,haciendobrillaruncírculodepuntosdorados.

Reíacomounaloca,entreabriendosusmandíbulaspoderosasdemuchachade sólida osamenta; y los labios carnosos, de un rojo tostado,mostraban al

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separarse unadentadura igual, fuerte y tan brillante, que parecía iluminar lacaraconpálidaclaridaddemarfil.

Guardábanlaconsideracionescomoámozadebuenospuñosé insolenciaagresiva. Influíaademásen tal respetoel sermujerdePascualoelRetor,unbuenazoquelaobedecíaentodoynochistabadentrodecasa;peroquefuera,en el mar, sabía ganarse la vida mejor que otros, y tenía, según opinióngeneral, un gato enormede duros oculto en los pucheros de la cocina; todoganado,pesetaporpeseta,enpescasafortunadas.

Porestosedabaellasusairecillosdereinaentrelaturbadesvergonzada,ymiserable de la Pescadería, y apretaba los labios con satisfacción cuandoadmiraban sus pendientes de perlas, los pañuelos de Argel o los refajos deGibraltarregaladosporelRetor.

Únicamentetratábasedeigualaigualconciertatíasuya,laagüelaPicores,unaveteranadelaPescadería,enorme,hinchadaybigotudacomounaballena,que hacía cuarenta años tenía aterrados a los alguaciles delMercado con lamiradadesusojillosinsolentesylaspalabrotasdesubocahundida,centroalqueconvergíancomorayostodaslasarrugasdesucara.

—¡Recristo! ¿cuánt acabeu?—gritó Dolores con los brazos en jarras,dirigiéndosealospanaderos.

Y éstos, que ya retiraban de la báscula su último saco, contestaban consoeces bromas a las mujeres que, con las manos cruzadas bajo el delantal,aumentabanelvolumendesusvientres,presentandounaspectogrotesco.

Comenzóelpesodelpescado;surgieronlasriñasdetodoslosdíassobreácuál le tocaba ir delante.Amenazábanse sin llegarnunca a lasmanos; la tíaPicores interveníaconsuvozarróncascado,quedisparaba los insultoscomocañonazos;peroDoloresnoatendíaydejabapasarsuturno,mirandofijamenteal puente, por encima de cuyas barandas veíase avanzar el busto de unarezagadaconlosbrazosenjarras,encorvadabajoelpesodelascestas.

La buena moza reía con expresión diabólica, y cuando aquella mujerestuvo cerca del fielato, rompió en una carcajada insolente, tocando en unbrazoalaagüelaPicores.

¡Mírela, tía! ¡Siempre llegaba tarde! ¡Claro! ¡con aquella pachorra!...Cualquierdíaibaacaérseleloquellevababajodeldelantal.

La mujer palideció, y con ademán de cansancio dejó en el suelo laspesadas cestas.Miraba aDolores con expresiónde odio, como si a su vistarenaciesenterriblesresentimientos,ylasdossemidierondearribaabajoconojosiracundos.

Doloressepasabaunamanoporbajolanariz,aspirandoconfuerza,como

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si tomara rapé. Podía sentarse. Debía estar cansada y chorreando por lacaminata.

Estos insultos amedia voz irritaron a la rezagada... ¿Sentarse? ¿Habrásevisto desvergonzada? Ella no podía gastar tartana, pero iba a pie conremuchísima honra; no era como otras que engañaban al marido, dándosebuenavida.

¿Por quién decía eso?... ¿Por ella?... Y la insolente pescadera, con loshermososojosverdesmoteadosdeoroporlaira,avanzóalgunospasos.Peroallíestabalatíaparaintervenir,agarrándolaconsusarrugadasmanazas.

Acababan de pesar sus cestas. Ella no quería líos ni escándalos. ¡Á latartana! Que se matasen otro rato. Ahora era tarde, y en la Pescaderíaaguardabanlospescadores.¡Miradquelesestababien,siendocuñadas!

YempujandoaDoloresconelblanduchovientre,lacondujoasutartana,dondeyaestabanlascestasylasotraspescaderas.

Labuenamozasedejabaconducircomounaniña,pero le temblabanloslabios,yalmovereldestartaladocarromato,lanzólaúltimaamenaza:

—Tú,Rosario,yasevorem.

¿Verse?Cuando ella quisiera.No tardaríanmucho.YRosario,mujercitaflacaynerviosa,temblabatambiéndeira;suspobresbrazoslevantaroncomosi fuesen una paja los pesados cestos que tanto la habían abrumado,arrojándolosconfuerzasobrelabáscula.

Comenzaba el día en la ciudad. Pasaban los tranvías repletos demadrugadores; trotaban por parejas los caballos del relevo, dirigidos pormuchachos que los montaban en pelo, y por ambos lados del caminodesfilabanalaconquistadelpanlosrebañosdeobreros,todavíaadormecidos,caminodelasfábricas,conelsaquitodelalmuerzoalaespaldaylacolillaenlaboca.

Rasgábaseendensosjironeselvaporgrisqueentoldabaelespacio,yelsolhacía suaparición triunfal comodeslumbrantecustodia, casi a rasdel suelo,convirtiendoenorolíquidoloscharcosdelluviayreflejándoseenlasfachadasdelascasasconrojizofulgordeincendio.

Enlascallescomenzabaelmovimiento.Ibanporlasacerasconpasoligerolascriadasconsusblancascestas;losbarrenderosamontonabanelbarrodelanocheanterior;andabanporelarroyoconlentocencerreolasvacasdeleche;abríanselaspuertasdelastiendas,empavesándoseconmulticoloresmuestras,yensuinteriorsonabaelásperorocedelasescobasarrojandoalacallenubesdepolvo,queadquiríaunatransparenciadeoroalfiltrarseentrelosrayosdelsol.

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CuandolastartanasllegaronalaPescadería,acudieronsolícitaslasviejasmandaderasadescargar lascestas, ayudandoabajarcon servil respetoa lasquesumiseriahacíaconsiderarcomoseñoras.

Fueron entrandouna tras otra, arrebujadas en sumantón, por las puertasangostas, obscuras como rastrillos de cárcel: bocas fétidas que exhalaban elhúmedotufodelaPescadería.

Ya estaba el mercadillo en movimiento; bajo los toldos de cinc, quetodavía goteaban la lluvia de la noche anterior, vaciaban las vendedoras suscestasenlasmesasdemármol,alineandolospecessobreunlechodeverdesespadañas.Lasenormesrodajasde losgrandespescadosmostrabansucarnesanguinolenta;salíadelostoneleselgénerodeldíaanterior,conservadoentrehielo,con losojos turbiosy lasescamasflácidas,y lasardinaamontonábaseen democrática confusión junto al orgulloso salmonete y a la langosta deobscuratúnica,queagitabasustentáculoscomosidiesebendiciones.

Otras vendedoras ocupaban el lado opuesto del mercadillo: mujeresvestidasde igualmodoque lasdelCabañal,perodeaspectomásmísero,derostromásrepulsivo.

Eran las pescaderas de la Albufera; lasmujeres de un pueblo extraño ydegradado que vive en la laguna sobre las barcas chatas y negras comoataúdes,entreespesoscañares,enchozashundidasenlospantanos,yqueenlasfangosasaguasencuentra lasubsistencia.Eranlashembrasdelamiseria,con el rostro curtido y terroso, los ojos animados por el extraño fulgor deeternastercianasyoliendosusropas,noalsalobreambientedelmar,sinoaltufodellégamodelasacequias,albarroinfectodelalagunaquealmoversedespidelamuerte.

Vaciaban sobre las mesas enormes sacos que palpitaban como seresvivientes, arrojando por sus bocas la rebullente masa de las anguilascontrayendosusviscososynegrosanillos,enroscándoseporlablancuzcatripaéirguiendosupuntiagudacabezadeculebra.Juntoaellascaíaninanimadosyblanduchos los pescados de agua dulce: las tencas de insufrible hedor, conextraños reflejos metálicos, semejantes a los de esas frutas tropicales deobscurobrilloqueencierranelvenenoensusentrañas.

Entre estas míseras mujeres existían también categorías, y algunas másinfelicessentábanseenelsuelohúmedoyresbaladizo,entrelasfilasdemesas,ofreciendolargosjuncos,enlosqueestabanensartadaslasranas,patiabiertasyconlosbrazoslevantadoscomobailarinasdesnudas.

La Pescadería entraba en movimiento. Comenzaba la afluencia de loscompradores, y entre las vendedoras cruzábanse señasmisteriosas, gritos deuncalóespecialqueavisabanlallegadadelosalguacilesyhacíandesaparecer

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con rapidez de prestidigitación, bajo los delantales y zagalejos, las librascortasdepeso.

Con viejas y mohosas navajas iban abriendo el plateado vientre de lospescados; caían las hediondas entrañas bajo los mostradores, y los perrosvagabundos, después de husmearlas, lanzaban un gruñido de asco, huyendohacialosinmediatospórticos,dondeestabanlospuestosdeloscarniceros.

Laspescaderas,queunahoraantes seamontonabanamistosamenteen lamisma tartana o ante la báscula del fielato,mirábanse desde susmesas conhostilidad, cruzando provocativas ojeadas cada vez que se arrebataban unparroquiano.

Unaatmósferade lucha,derudacompetencia,seextendíaporel lóbregomercadillo,querezumabahumedadyhedorportodassusbaldosas.Gritabanlaspescaderasconvocesdesgarradas;golpeabansussuciasbalanzasporatraercompradores, invitándoles con palabras cariñosas, con ofrecimientosmaternales. Y momentos después, las bocas melosas convertíanse con elregateoenorificiosderetrete,quearrojabanlainmundiciadellenguajesobreelrebeldeparroquiano,conacompañamientodeinsolentescarcajadasdetodaslasvendedoras,unidasconinstintivasolidaridadparainsultaralcomprador.

LatíaPicoresmostrábasemajestuosaenlaaltapoltrona,consublanduchaobesidad de ballena vieja, contrayendo el arrugado y velloso hocico ymudandodeposturaparasentirmejorlatibiacariciadelbraserillo,quehastamuyentradoelverano tenía entre lospies, lujonecesariopara su cuerpodeanfibio,impregnadodehumedadhastaloshuesos.Susmanosamoratadasnoestaban un momento quietas. Una picazón eterna parecía martirizar suarrugada epidermis, y los gruesos dedos hurgaban en los sobacos, sedeslizabanbajoelpañuelo,hundiéndoseenlamarañagris,ytanprontohacíatemblar con sus tremendos rascuñones el enorme vientre que caía sobre lasrodillascualampliodelantal,comoconunimpudorasombrosoremangábasela complicada faldamenta de refajos para pellizcarse en las hinchadaspantorrillas.

Teníadeantiguosusparroquianos,yno seesforzabagrancosaenatraernuevos compradores, pero gozaba diabólicamente cuando torciendo el ceñopodía escupir alguna terrible palabrota a las señoras regañonas queacompañabanasuscriadasalmercado.

Su vozarrón cascado era siempre el que decía la última palabra en lasdisputasdelaPescadería,ytodasreíansuschisteshorripilantes,lassentenciasdefilosofíadesvergonzadaquepronunciabaconaplomodeoráculo.

Frente a ella vendía su sobrina Dolores, arremangados los hermososbrazos, jugueteando con los brillantes y dorados platos de su balanza,

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mostrando su deslumbrante dentadura con sonrisa coquetona a todos losparroquianos,buenosburguesesquehacíanlacompraporsímismosyacudíancon el limpio capazo ribeteado de rojo, atraídos por la gracia de la buenamoza.

Separada de la tía Picores por dos mesas, estaba Rosario, ocupada enarreglar su pescado demodo que elmás fresco quedase a la vista. Las doscuñadas se miraban frente a frente. Torcían el gesto afectando desprecio;volvíanse las espaldas, pero sus miradas se buscaban para cruzarse conexpresióniracunda.

Faltaba el pretexto para entablar el diario combate, y pronto lo hubo,cuandolasoberbiamoza,consussonrisasyrepiqueteosdebalanza,seatrajoaunparroquianoqueestabaenregateosconRosario.

¿Podía sufrirse aquello? ¡Miren la mala piel! Á una mujer honrada lequitabasusmásantiguosparroquianos.¡Ladrona,másqueladrona!

YRosario, lamujercillaenjuta,nerviosayenfermiza,encrespábasecomoungalloflaco,conlashuesudasmejillaslívidasderabiaylosojosbrillantesdefiebre.

¿Ylaotra?...Habíaqueverlahaciéndoselareina,sorbiendovientoporsunarizcortaygraciosa...¿Quiéneralaladrona?¿Ella?...Nohabíaparairritarsetanto,hijamía.Allítodasseconocían;lagentesabíaquiéneracadauna.

LaPescaderíaseanimaba.Lasvendedorascomunicábansesuentusiasmocon maliciosos guiños, y olvidando la venta avanzaban el busto sobre suspescados para ver mejor. Los compradores formaban grupos y sonreíancomplacidos por el espectáculo; un alguacil que acababa de entrar en elmercadillo, escurríase prudentemente comohombre experto, y la tía Picoresmiraba a lo alto, como escandalizada por aquella rivalidad que no teníatérmino.

—Sí; una ladrona—continuaba Rosario—. Bien público era. Tenía lamaníadequitarletodolosuyo.Selopodíaprobar.EnlaPescaderíalerobabalosparroquianos, y allá en elCabañal le robabaotra cosa... otra cosa; ya loentendíaella...¡ComosilagranmalapielnotuviesebastanteconsuRetor,unlanudomásciegoqueuntopo,incapazdesaberdóndeteníalafrente!

PeroestevómitodeinsultosnoconseguíadesvanecerlacalmadesdeñosadeDolores.Veíacómoapretabantodosloslabiosparacontenerlarisaquelescausaban las alusiones a ella y a su marido, y por lo mismo se mostrabaserena,noqueriendodivertiralaPescadería.

—¡Calla,loca!—decíaconacentodespreciativo—.¡Calla,envechosa!

PeroRosarioreplicaba.

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¿Envidiosaella?¿Ydequién?¿DeunatiradaqueteníalapeorfamaenelCabañal?Muchas gracias; ella era unamujer honrada, incapaz de quitarle aningunasuhombre.

YacontinuaciónladesdeñosarespuestadeDolores.«¿Quéhasdequitartú?...¿Conesacaradesardina?...Eresdemasiadofeaparaeso,hijamía.»

Y así seguía el tiroteo de insultos; Rosario, cada vez más lívida,enarbolandoalhablarsusmanoscrispadas;ylaotra,puestaenjarras,soberbiaysonriente,comosiporsufrescabocasaliesenlindezas.

Unafiebrebelicosainvadíaelmercadillo.Habíanseformadogruposenlaspuertas,ytodaslasvendedorasechabanfueradelasmesassusbustosdefuriasdesgreñadas, chasqueando las lenguas como si azuzasen perros, celebrandoconcarcajadaslascínicasrespuestasdeDoloresygolpeandolasbalanzasconlaspesasparaacompañarconunmetálicoretintínlarociadadeinsultos.

Labuenamozaapelóasusupremoargumentodedesprecio.

—¡Mira!...¡parlaenéste!

Y volviéndose de espaldas con vigorosa rabotada, dióse un golpe en lassoberbias posaderas, temblando bajo el percal la enorme masa de robustacarneconlafirmeelasticidaddeloscuerposduros.

Aquello tuvo un éxito loco. Las pescaderas caían en sus asientos,sofocadas por la risa; los tripicalleros y atuneros de los puestos cercanos,formados en grupo, sacaban lasmanos de losmandiles para aplaudir, y losbuenos burgueses, olvidando su capazo de compras, admiraban aquellascurvasatrevidasdetansonorarobustez.

Perosutriunfodurópoco.Alvolverelsonrienterostrorecibióenlosojosy lasnaricesdospuñadosdesardinasque learrojóRosario,ciegadefuror...¿Áellatalinsulto?Quesalieraaquelpendón;queríaverlelacara.

YDoloresseechófueradesupuesto,remangándoseaúnmáslosbrazos,conlosojosmoteadosporelextrañofulgordesuspuntosdeoro.

Allá iba la otra: con la cabeza baja, mascullando las más atrocespalabrotas; temblandodepiesacabezapor la rabiayatropellandoacuantosintentarondetenerla.

Seagarraronenmediodelpasadizohúmedoypegajoso,entrelasdosfilasdemesas.

Lamujercitanerviosaydébilchocóconímpetucontralabuenamozasinlograrabatirla.Eranelnerviochocandocontraelmúsculo;lairaazotandoalafuerza,sincausarlalamenoremoción.

Dolores esperó a pie firme, acogiendo a su rival con una lluvia de

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bofetadas que enrojecieron lívidamente las enjutasmejillas deRosario; perodeprontolanzóunalarido,llevándoseambasmanosaunaoreja.

Porentrelosdedosbrotabanhilillosdesangre...¡Ah,lagrandísimaperra!LahabíadesgarradolaorejatirandodeunodeaquellospendientesdegruesasperlasqueadmirabalaPescaderíaentera.

¿Eraesteunmododignodereñir?¿Noresultabapropiodequientieneelalmaatravesada?¡Enlagaleraestabanmuchasconmenosmotivo!

Y la hermosa pescadera lloriqueaba, agarrándose la oreja con graciosaexpresióndeniñadolorida.

Elchoquesólohabíaduradounossegundos.

Dos manotadas de la tía Picores bastaron para separar a las ferocescombatientes;ymientraslaviejaincrepabaaRosario,pálidayasustadaporloquehabíahecho,ungrupodepescaderasconsolabaaDoloresylacontenían,pues lagallardamoza, al sentir los agudospinchazosdeldesgarrado lóbulo,intentabaarrojarsedenuevosobresuenemiga.

Por encimadel gentío asomaban los kepis de losmunicipales, pugnandoporabrirsepaso...Laviejadioórdenes.Todasasuspuestos,ymutis.Noeracosadedargusto a aquellosvagosparaque las fastidiasenconcitacionesyjuicios.Allínohabíapasadonada.

Dolores vio su cabeza cubierta con un pañuelo de seda que le tapaba laensangrentadaoreja;laspescadorasocuparonsusmesasconcómicagravedad,pregonandoelpescadoatodopulmón,ylosmunicipalesfuerondepuestoenpuesto entre la algarabía infernal sin merecer otra respuesta que airadaspalabras.

¿Qué buscaban allí? En otra parte estaba su ocupación. Allí nada habíaocurrido.Siempreacudíandondenolesllamaban.

YtuvieronquesalirdelaPescaderíaconlasorejasgachas,perseguidosporel vozarrón cascado de la tía Picores, indignada ante la oficiosidad de talesmequetrefesyporelirónicoretintíndelasbalanzas,queparecíandarlesunacencerrada.

Se restableció la calma. Las pescaderas sólo pensaron en atraercompradores.Rosarioquedóerguidaensuasiento,conlosbrazoscruzados,lamirada torcida e inmóvil, sin preocuparse de vender, como una esfingeirritada,marcándosecadavezmásensusmejillaslashuellasvioláceasdelasbofetadasrecibidas,mientrasDolores,volviéndolelaespalda,haciaesfuerzosparacontenerlaslágrimasquelearrancabaeldolor.

La tía Picores mostrábase preocupada; hablaba en voz alta, como sisostuvieraundiálogoconlosyertospescadosqueteníadelante...¿Peroibana

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estar así las grandísimas arrastradas toda su vida? ¿Siempre mátame o temataré?... Y todo por cuestión de hombres... ¡Animales! Como si no loshubieradesobraenestemundo.Elladebíaevitarlo;vayasiloevitaría.Ysiseresistían,lasemprenderíaábofetadas,pueslesobrabanagallasparaello.

Alasoncesezampóelalmuerzoqueletrajolamandadera:unrollodepanmorenocondoschuletaschorreantes,quedespachóenunoscuantosbocados,y después, limpiándose con el mugriento delantal la profunda estrella dearrugas, relucientes de grasa, fue á plantarse ante la mesa de su sobrina,sermoneándolaagriamente.

Aquellosehabíadearreglar.Nolegustabaquelafamiliafueseenlenguas,dandoque reír a toda laPescadería. ¡Se había de arreglar! ¿Entiendes?Ellateníaempeño,ycuandoellaseempeñabaenalgo,sehacíaporencimadelacabezadeDios,aunquetuvieraqueirabofetadasconmediomundo.¡Bonitaera cuando se enfadaba! Lo de antes no valía nada comparado con lo queocurriríasiellaseechabaelalmaatrás.

—No,no—gimoteabaDolores,cerrando lospuñosymoviendo lacabezaconenérgicanegativa.

¿Cómoqueno?...Puesaunquesusobrinanoquisiera,habíadeacabarunaenemistadtanescandalosa.Erancuñadas,yloquehabíaocurridonoresultabairremediable...¿Quelehabíadesgarradolaoreja?Anda,hijamía,quebuenasbofetadaslahabíalargadoellaantes.Váyaselounoporlootro,yhayapaz.Lodicho;muchomutisyaobedeceralatía.

YdeallípasóalamesadeRosario,alaquehablóaúnmásfuerte.Eraunafiera demala baba, sí señor; una perra rabiosa. Y que no le replicara ni lamirasecontantacólera,porqueletiraríaunalibraalacabeza.Yaerasabidocómolasgastabaella,yademás,parahabersidoamigadesumadre,lateníamuypocorespeto.Aquellohabíadeacabar.Lodecíaella,ybasta.AllíestabalapobreDoloresllorandodedolor.¿Eraaquellamaneradereñir?¿Leparecíadecente estirar así las orejas?Eso era propiodeunmal bicho.Para reñir seprocedía conmásnobleza;pegar fuerteydondeno salta sangre.Allí estabaella,quehabíaidoalagreñacontodaslasdesuépoca.Laquemáspodíaleremangabaloszagalejosalaotra,yallí...enloblando,zurraquetezurra,paraquetuvieraquesentarsedeladoduranteunasemana;ydespués,tanamigas,ajurarlapazenlachocolatería.Asíprocedíanlaspersonasdecentes,yasíseríaahora,porqueellalodecía...¿Queno?¿QueDoloreslequitabaelmarido?...¡Cordones con el marido! No parecía sino que su sobrina era la que iba abuscarle.

Loshombressonlosquebuscan;ysiellaqueríatenerseguroelsuyo,queno fuese boba y se pusiera bien las enaguas en su casa. Cuando se quiereguardarunhombrehayque tenermuchasagallas, ¡recordones!y sobre todo

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arreglarlo de tal modo que antes que salga de casa no le queden ganas debuscarnadaenladelvecino.¡Ayquéchicaslasdeahora!¡Yquépocosaben!En la piel de Rosario debía estar ella, y ya vería si su hombre cumplía laobligación...Nada; lo dicho.La cosa se arreglaría.Ella y la otra tenían queobedecerlayrespetarla,odelocontrario...

Y mezclando amenazas con rudas expresiones de cariño, la tía Picoresvolvióasupuestoacontinuarlaventa.

Aquél día terminó pronto. La gente deseaba pescado, y a mediodíacomenzaron a vaciarse las mesas. La pesca sobrante fue metida en tonelesentrecapasdenieveytraposmojados,ycomenzaronlostartanerosarecogercuévanos y banastas, apilándolos en las traseras de sus desvencijadoscarromatos.

La tía Picores se arreglaba el mantón de cuadros en medio de laPescadería,rodeadadealgunasamigachasdesuépoca,fielescompañerasqueleayudabanapagaraescotealtartanero.

Habíaquearreglar lode laschicas.Ycuandoestuvieronyaen la tartanatodaslascestas,fuealasmesasdelasdosrivales,sacándolasapellizcosyaempujones.

DoloresyRosario,vencidaspor la tenacidad terriblede lavieja, estabanuna junto a otra con la cabeza baja, como avergonzadas y pesarosas por elcontacto,perosinatreverseachistar.

—Espéranosenlachocolatería—ordenólaviejaaltartanero.

Y el respetable grupo demantones a cuadros y faldas de insufrible tufosaliódelaPescadería,conmoviendolaslosasconsurudochancleteo.

IbanunatrasotraaladesfiladaporlaplazadelMercado,dondeseestabanrealizando las últimas ventas. La tía Picores al frente, abriendo paso aempujones;detrássusviejasamigas,dehocicoarrugadoyojosamarillentos;Rosario, que como había venido a pie iba cargada con sus cestas vacías, yDolores, que a pesar de su dolorida oreja sonreía por costumbre al oír loschicoleosqueprovocabasurostromorenoasomandobajoelpañuelodepita.

Tomaronposesióndelachocolatería,comoantiguasparroquianas,dejandosobrelasmesitasdemármollascestasdeRosario,queapestaban,mezclandosu olor de podredumbre con el perfume de chocolate barato que salía de lacocinainmediata.

La tía Picores bufaba de satisfacción al verse en la fresca sala queconstituía su mayor lujo, contemplando todos los detalles, que le eran tanconocidos:elzócalodepintarrajeadaesterilla;lasparedesdeblancosazulejos;la mampara de cristales helados con cortinillas rojas; en la puerta las

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heladoras,inmóviles,conlapanzaenfundadaencorchoypuntiagudacaperuzade metal; más adentro el mostrador, con sus dos urnas de cristal para losbizcochos y los azucarillos, y tras él la dueña dormitando, moviendoperezosamente la caña con su cabellera de rizados papeles para espantar elenjambredemoscas.

¿Quéibanatomar?¡Lodesiempre!...esonosepregunta.Jícaradeáonzaporbarbayvasoderefresco.

ConesteerancuatrochocolateslosquehabíaengullidolatíaPicoresenlamañana; pero su estómagoy el de sus amigas estaban apruebadelCaracasfalsificado,quesorbíanconsibaríticoplacer.¿Habíacosamejorenelmundo?Aquelloalargabalavida.Ylasarrugadasnaricesdelasviejascontraíanseconexpresión ansiosa, aspirando el humillo azulado que exhalaban las blancasjícaras.

Salíanlospedazosdeensaimadachorreandoobscurapastaparasumirseenlas bocas desdentadas, mientras que las dos jóvenes apenas si comían,permaneciendoconlacabezabajaparanocruzarsusmiradas.

Pero como ya la jícara de la tía Picores estaba casi vacía, intervino suvozarrónenelpenososilencio.

¡Peroqué tontaseran!¿Aún lesdurabaeldisgusto?Habíaquereconocerquelaspescaderasdeahoraeranmuydiferentesalasdeantes.¡Quémorrosseponían!¡Quérencoresseguardaban!¡Niquefuesenseñoritas!Anteslagenteteníamejorcorazón.Ysino,vamosaver:¿nosehabíatiradoelladelmoñocon todas las de su edad que estaban presentes? (Aquí un movimientoafirmativo de las seis amigas de la vieja loba.) De seguro que si searremangasenloszagalejos,aunencontraríantalvezmásabajodelaespaldalaseñaldealgúntaconazotraidor;ysinembargo,tanamigas,tandispuestasahacerse un favor, a remediarse en una desgracia. Y así debe ser la gente,¡recordones!Todas tenemosunpronto,perodespuésquenospasaseolvida,comohacenlasgentesdebuencorazón.Lasrabietassedejanalapuertadelachocolatería, y aquí dentro buenas amigas. Lo que decía su madre y se hadichosiempreenlaPescadería.Lospesaresnohandepasardelagarganta.

Pesar,d'asínohasdepasar.

Chocolate,bolletygòtdequinset.

Y aunque el vaso no fuera de quinset, por no ser aún época de helados,todaslasviejas,aprobandolafilosofíadesucompañera,sesorbieronlosvasosdetisanadulce,expresandoalgunassusatisfacciónconruidososeructos.

Pero la tíaPicores iba indignándose ante la silenciosa reservade lasdosrivales.¡Qué!¿Ibanaestarseasítodalavida?¿Esquesuspalabrasnovalían

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nada?Áver:Rosario,queeralamásculpable.

Y la mujercita, siempre con la cabeza baja, tirando de los flecos de sumantón, masculló algo confusamente sobre su marido, y al fin dijo conlentitud:

Yo...siestamepromet...ferlimalacara...

Doloressaltóinmediatamente,irguiendosusoberbiacabeza.

¡Hacermalacara!¿Eraellaacasoalgúncoco,algúnbutòniparaasustaralaspersonas?Además,Tonet,eldichosomaridodelaotra,erahermanodesuhombre,yauncuñadonoselepuedecerrarlapuertanirecibirloconcaradevinagre.Peroalfin...ellaerabuena;ellanoteníaganasderuidos;ellaqueríavivirensantapazyno legustaba tampocoque la llevaranen lenguas.Todoeran líos, mentiras de la gente que no sabe cómo enguerrar á los buenosmatrimonios. ¡Que ella había sido novia de Tonet antes de casarse con suhermano!...¿yqué?¿Eralaprimeravezqueocurríaesto?¿Yquéotromotivohabíaparaquelaarmasentalescalumnias?...Lovolvíaarepetir:queríapazytranquilidad.Hacermalacara,esono;peroprometíaquesialgunaconfianzasetomabaconTonet,comoacuñadoqueera,novolveríaarepetirlaparaquelasmalaslenguasnotuviesendondeagarrarse.

La tía Picores estaba radiante.Así le gustaban a ella las personas.Buencorazónantetodo.¡Qué!¿estabacontentaRosario?¿Noerabastante?Ahoraunabrazoytodoseacabó.

Y de mala gana, casi empujadas por las viejas, las dos cuñadas seabrazaronsinlevantarsedelassillas.

Latía,satisfechadesutriunfo,hablabaporloscodos.Eraunalocuraquelas mujeres riñesen por un hombre. Lo que ella decía. ¿No había de sobrahombresenelmundo?Esoes loquequerían losmuygranujas;que riñesenporellos,paracrecerseyhacersusantavoluntad.

Lamujerdebíateneragallas,síseñor;muchasagallas.Sercomoella,quecuandosudifunto lehacíauna,sabía traerloalorden,yhastasierapreciso,obligarleaquelepidieseperdón.

Además,buenoseranellosparatenerlescelos.¿Paraquémayorinfierno?¿Sabíaunasiempredóndepasabalashoraselmaridoalsalirdecasa?No;porlomismoeraunatonteríaenrabietarseporsuspilladasynodarsebuenavida.Cuanto más fiera es una, más la quieren. Lo que hacía ella con el difuntocuandosospechabaalgo.¡Fueradelacama;ydondehaspasadoelveranopasael invierno! Siempre la cara de perro; nada demimos ni cucamonas; así larespetanauna.

Dolores,seriayestirada,contraíaloslabioscomosicontuvieralarisaque

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leescarabajeabaenelpaladar.

Rosarioprotestaba.No;ellanoestabaconformecon la tíaPicores.Vivíahonradamente con sumarido y tenía derecho a que Tonet la imitara. No legustabanlíosnienredos.

La vieja la interrumpió. Todo aquello eran músicas, hipocresías que ladabanasco.Habíaquetomaraloshombrestalcomoeran.¿Verdad,chicas?...

Ytodaslasamigachasafirmabanmoviendosuscabezasdeindioviejo.

LatíaPicorescontinuó.Todosloshombreseranunosbestias,quecuantomásmallostratauna,mejorlasiguencomoperros.Además,laquequisieratenerseguroasuhombre,queloataseaunapatadelacamaconlascintasdelasenaguas...Ynodecíamás.

Eltartanerohabíaasomadosucabezavariasveces.Esperabaimpacienteymanifestaba su prisa con un gran acompañamiento de interjecciones contraaquellasviejasquetomabansutartanacomounacarrozapropia.

—¡Aguárdat, cara de palleta!—gritó la ronca vieja—. ¿Qué no tepaguem?...

Y al ver que sus amigachas rebuscaban en sus bolsas, extendió su brazomajestuosamente.Allínopagabanadie,¡recordones!Lafiestaeracosasuya.Habíaquecelebrarlareconciliacióndelaschicas.

Poniéndose en pie, se arremangó falda y zagalejo, buscando sobre lasenaguasunagranbolsaceñidaalacintura,delaquefuesacandounastijerasdedestriparpescadocubiertasde escamas, unanavajamohosa, ypor finunpuñadodecalderilla,quearrojósobrelamesa.

Algunos minutos pasó contando y recontando las piezas pegajosas,saturadasdeolordemarisco,ypor findejóelmontoncito sobreelmármol,saliendo de la chocolatería cuando ya todas las amigachas se habíanencaramadoenlaviejatartana.

Rosario, con sus cestas vacías, estaba en la acera, frente a Dolores,mirándoselasdosysinsaberquédecirse.

La tía Picores la invitó a subir en la tartana. Se apretarían un poco y lallevaríanhastacasa....¿Queno?Bueno,puesyasabíalodicho:muchapazytranquilidad.

—Adiós,Rosario—dijoDoloressonriendograciosamente—.Yasapsquesomamigues.

Ysaludándolaconamistosoademán,subióseguidadesutía,inclinándosequejumbrosamentelatartanabajoelpesodelasdossoberbiasmoles.

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Se alejó el carromato con suspiros de desvencijamiento y chirridos dehierroviejo,ylamujercita,consuscestasalbrazo,quedóinmóvilenlaacera,como si despertase asombrada, no creyendo en la realidad de unareconciliaciónconsurival.

II

Habían pasadomuchos años, y sin embargo, unos por referencia y otroscomotestigospresenciales,todosseacordabanenelCabañaldeloocurridounmartesdeCuaresma.

El día fue de losmás hermosos. Elmar estaba tranquilo, terso como unespejo, sin lamás ligera ondulación, reflejando el inquieto triángulo de oroqueformabaelsolsobrelasmuertasaguas.

VendíaseelpescadocomounabendicióndeDios.LademandaeramuchaenelmercadodeValencia,ylasbarcasarrastrabansusredesfrentealcabodeSan Antonio sin la menor inquietud, fiadas en la calma y deseando suspatronesllenarlascestascuantoantespararegresaralCabañal,encuyaplayaesperabanimpacienteslaspescaderas.

Ámediodíacambióeltiempo.SoplóelvientodeLevante,tanterribleenelgolfodeValencia;elmarserizólevemente;avanzóelhuracán,arrugandolatersasuperficie,quetomabauncolorlívido,yunmontóndenubescorriéronsedesdeelhorizonte,cubriendoalsol.

Enlaplayafuegrandelaalarma.Aquelvientoanunciabaparalaspobresgentes,duchasenlasdesgraciasdelmar,unatempestaddelasquedejanrastroenloshogaresdelospescadores.

Alborotábanselaspobresmujeres,yconlasfaldasazotadasporelvientocorrían por la playa sin saber dónde ir, dando espantosos alaridos yencomendándoseatodoslossantosdesudevoción,mientrasqueloshombres,pálidos,ceñudos,chupandosuscigarrillosyponiéndosealabrigodelasbarcasvaradas en la arena, examinabanel horizonte, cadavezmásobscuro, con lamirada concentrada y poderosa de las gentes del mar, y se fijaban coninquietudenlaentradadelpuerto,enlaavanzadaescolleradeLevante,rojospedruscos sobre los cuales comenzaban a romperse las primeras moles deagua,cubriéndolosdehirvientesespumarajos.

La suerte de tantos padres a quienes la tempestad habría sorprendidoganándoseelpan,hacía temblara lagentede laplaya;yacadamugidodelviento, todos, bamboleándose sobre la arena, pensaban en los robustosmástiles,enlastriangularesvelasquetalvezenelmismomomentosehacían

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trizas.

Ámediatardeenelhorizonte,cadavezmásobscuro,comenzóamarcarseuna línea de velas, como inquietos copos de espuma, que tan pronto seremontabancomodesaparecían.

Llegabancomorebañoasustadoyendispersión,dando tumbossobre laslívidasolas,perseguidas siemprepor elmugido feroz,queparecíadivertirsearrancándolasencadapapirotazounavela,untrozodemástiloeltimón,hastaque levantando una montaña de agua verdosa, cogía de través a ladesmanteladabarcayselasorbía.

Laúltimaymásterribleluchafuealaentradadelpuerto.Enlasbarcasqueconsiguieron entrar, los tripulantes, mojados de pies a cabeza, recibían losabrazosdesusfamiliasconojosdeidiota,comoresucitadosqueseasombranalversedeprontoenplenavida.AquellanochedejómemoriaenelCabañal.

Gruposdemujeresdesmelenadas,frenéticasdedolor,roncasdegritarsusaclamaciones al cielo, corrían por el muelle de Levante, expuestas a serdevoradaspor las olas que escalaban los peñascos,mojadaspor el polvodeamarga agua que escupía la furiosamarea, ymiraban ansiosas el horizonte,como si en la sombra pudieran distinguir la lenta y horrible agonía de lasúltimasbarcas.

Faltabanmuchasa llegar.¿Dóndeestarían? ¡AyDios!... ¡qué feliceseranlasmujeresqueestabanenelpuertoabrazandoasusmaridosehijos,mientraslosotros,másinfortunados,corríandentrodeunataúdaltravésdelanoche,saltandodeolaenola,rodandoalomáshondodehirvientessimas,sintiendobajo los pies el crujir de las quebrantadas tablas y sobre la cabeza la lívidamontañadeaguapróximaadesplomarse!

Lloviódurantetodalanoche,ymuchasmujeresesperaronelamanecerenelmuelle,combatidoporeloleaje,envueltasenelcaladomantón,encuclillassobreelbarronegruzcodelcarbóndepiedra,rezandoagritosparaseroídasmejorporlossordosdearriba,éinterrumpiendoalgunasvecessuoraciónparatirarse de los revueltos pelos, lanzando a lo alto, en un arranque de odio yresentimiento,lasterriblesblasfemiasdelaPescadería.

¡Hermosoamanecer!Elsolasomósuhipócritacaratraslatranquilalíneadelmar,matizada a trechos por las espumas de la noche anterior; extendiósobrelasaguassuanchafajadereflejosdoradoseinquietos,embelleciéndolotodo;allínohabíapasadonada;yloprimeroquedoraronsusrayosenlaplayade Nazaret, fue el casco destrozado de un bergantín noruego encallado lanoche anterior, hundido en la arena,mostrando a flor de agua sus costadosdespanzurrados,hechosastillas,y lospalos rotos tremolando todavía jironesdevelas.

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Su cargamento era madera del Norte; y mansamente empujados por lossuaves estremecimientos delmar, iban hacia la playa las enormes vigas, losaserrados tablones que, pescados por el revuelto enjambre de puntos negrosquepululabaenlaplaya,desaparecíancomotragadosporlaarena.

Bien trabajabanaquellashormigas.Paraellasera la tempestad.Ypor loscaminosdelahuertadeRuzafadeslizábansearrastradaslashermosasmaderasdelNorte,quehabíandeconvertirseentechumbresdenuevasbarracas.

Los piratas de la playa arreaban alegremente sus caballerías comolegítimosposeedoresdelbotín,sinpensarquetalvezestabasalpicadoconlasangredelosinfelicesextranjerosquedejabanasusespaldastendidossobrelaarena.

En laplaya, los carabinerosy lamuchedumbre inactiva formabancorrosmáscuriososqueaterradosentornodeunoscuantoscadáverestendidosentreelaguaylaarena,hermososmocetonesrubiosyfornidos,mostrandoporentrelosjironesdesusropaslacarnedura,deblancurafemenil,mientrassusojosazules,turbioséinmóviles,mirabanalcieloconmisteriosaexpresión.

Elnaufragiodelbergantínnoruegofuelomásnotabledelatempestad.Losperiódicos hablaron de la catástrofe. Acudió la gente de Valencia como enromería para ver de lejos el buque náufrago hundido hasta la borda en lamovediza arena, y todos olvidaron las barcas pescadoras, acogiendo congestosdeextrañezalaslamentacionesdeaquellasmujeresquenoveíanvolveralossuyos.

Ladesgracianoeratangrandecomoenunprincipiosecreyó.Alserenarseel mar fueron volviendo al puerto muchas barcas, a las que se tenía porperdidas.

Habíanse refugiado huyendo de la tempestad en Denia, en Gandía o enCullera,ycadaunadeellas,alllegaralpuerto,provocabaalaridosdealegría,exclamaciones de gozo, votos de gracias a todos los santos encargados decuidarloshombresquesegananenelmarlasubsistencia.

Unasolanovolvió:labarcadeltíoPascualo,unvividordelosmástenacesque se conocían en el Cabañal, siempre rabiando por conquistar la peseta,pescador en invierno y contrabandista en verano, granmarinero y constantevisitadordelasplayasdeArgelyOrán,alasquellamabaconfamiliaridadlacòstad’afòra,comosisetratasedelaaceradeenfrente.

Sumujer,Tona,pasómásdeunasemanaesperándoleenelpuerto,siemprecon un arrapiezo al pecho y otro más talludo y gordinflón agarrado a susfaldas. Esperaba a su Pascual, y a cada nuevo informe que la daban,prorrumpíaenlamentacionesysemesabalospelos,llamandoagritosaMaríaSantísima.

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Lospescadoresnoseexpresabanconclaridad,peroalhablarlaponíanelgestofosco.HabíanvistolabarcacorriendoeltemporalfrentealcabodeSanAntonio; le faltaban las velas; no pudo ganar tierra, y hasta alguno creíahaberla visto al pie de una ola enorme, hinchada, verdosa, que la cogió delado,nopudiendoasegurarsireaparecióofueengullidaporelagua.

Y la infelizmujer, siempreesperandoenelpuertoconsusdoshijos, tanpronto desesperada como animándose con extraña esperanza, hasta que porfin,alosdocedías,unaescampavíaquecosteabapersiguiendoelcontrabando,condujoalaplayalabarcadeltíoPascualoconlaquillaalaire,negra,lustrosacon la viscosidad del mar, flotando lúgubremente como gigantesco ataúd yrodeadadeunenjambredeextrañospeces,pequeñosmonstruosqueparecíanatraídosporunceboquehusmeabanatravésdelasquebrantadastablas.

Sacaronlabarcaalaorilla.Elmástilestabarotoarasdelacubierta,lacalallenade agua; y cuando los pescadores pudieronbajar a ella para acabar devaciarlaafuerzadecubos,suspieshundidosentrelascuerdasycestonesqueaúnestabanallírevueltos,tropezaronconalgoblandoyviscosoqueleshizogritarconinstintivohorror.Eraunmuerto.Yhundiendosusbrazosenelaguaquequedabaenelfondodelabodega,sacaronuncuerpohinchado,verdoso,con el vientre enorme próximo a estallar, la cabeza destrozada comorepugnantemasa,yentodoelcuerpomordedurasdevoracespececillosque,no soltando su presa, erizábanse sobre el cadáver, comunicándoleespeluznantesestremecimientos.

EraeltíoPascualo;perotanhorrible,quelaviudaprorrumpióenlamentos,sinatreverseatocarlamasarepugnante.Algúngolpedemarlehabíaarrojadoalfondodelacalaantesquelabarcaseperdiese,yallísequedóconlacabezadestrozada,sirviéndoledetumbaelarmazóndetablas,ilusióndetodasuvida,querepresentabatreintaañosdeeconomíasamasadasochavosobreochavo.

LascomadresdelCabañalprorrumpíanenlamentosalvercómodejabaelmar a los hombres que tenían el valor de explotarlo, y con sus alaridos deplañideraacompañaronalcementeriolacajaqueconteníaelcadáverroídoyaplastado.

Durante una semana se hablómucho del tío Pascualo; después la gentesóloseacordódeélalverasuviuda,siempresuspirando,conunarrapiezodelamanoyotroalpecho.

AlgomásquelapérdidadelmaridollorabalapobreTona.Veíaacercarsela miseria; pero no una miseria tolerable, sino la que espanta a la mismapobreza acostumbrada a privaciones; la carencia de hogar, la necesidad detenderlamanoenlascallesparaconseguirelochavooelmohosomendrugo.

Cuando aún estaba reciente su desgracia encontró protección; y las

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limosnas, las suscripciones entre el vecindario, pudieron sostenerla durantetresocuatromeses;pero lagenteesolvidadiza.Tonayanofue laviudadelnáufrago, sino una pobre más que importunaba a todos con lamentacionespedigüeñas,yalfinviocerrarsemuchaspuertasyvolversecondesvíocarasamigasquesiemprehabíantenidoparaellacariñosassonrisas.

Pero no eramujer para amilanarse ante el desvío general. ¡Ea! ya habíallorado bastante. Llegaba el momento de ganarse la vida como una buenamadrequetienemagníficospuñosydosbocasquelapidenpan.

Nolaquedabaenelmundootrafortunaquelabarcarotadondemuriósumarido,yquepuestaensecosepudríasobrelaarena,unasvecesinundadasucalaporlaslluviasyotrasresquebrajándosesumaderaconlosardoresdelsol,anidandoensusgrietasvoracesenjambresdemosquitos.

Tonateníaunplan.Dondeestabalabarcapodíaplantearsuindustria.Latumbadelpadreserviríadesustentoparaellayloshijos.

Un primo hermano del difunto Pascual, el tíoMariano, solterón que ibapara ricoy parecía tener algún cariño a los dos sobrinos, fue, a pesar de suavaricia,elqueayudóalaviudaenlosprimerosgastos.

Uncostadode labarca fue aserradohasta el suelo, formandounapuertaconpequeñomostrador.Enelfondodelabarcacolocáronsealgunostonelillosde aguardiente, ginebra y vino; la cubierta fue sustituida por un tejado detablonesembreadosquedejabamayorespacioenellóbregotabuco;áproaypopa, con los tablones sobrantes, formáronse dos agujeros a modo decamarotes; el uno para la viuda y el otro para los niños, y sobre la puertaextendióse un tinglado de cañas, bajo el cual mostrábanse con ciertaprosopopeyadosmesillascojasyhastamediadocenadetaburetesdeesparto.

Lafúnebrebarcaconvirtióseencafetíndelaplaya,cercadelacasadondeestán los toros para el arrastre de las embarcaciones, en el punto en que sedescargaelpescadoyesmayorlaafluenciadegente.

Las comadres del Cabañal estaban asombradas. Tona era el mismodemonio. ¡Miren qué bien sabía ganarse la vida! Toneles y botellas sevaciabanqueeraunabendicióndeDios;lospescadoressorbíanallísuscopassinnecesidaddeatravesar toda laplayapara ira las tabernasdelCabañal,ybajoel tinglado,en lascojasmesillas,echabansuspartidasde truquey flor,esperandolahoradehacerseàlamaryamenizandoeljuegoconsendostragosde caña que Tona recibía directamente de lamisma Cuba, según su formaljuramento.

Labarcaenseconavegabavientoenpopa.Cuandosaltandodeolaenolaarrastraba las redes, jamáshabíaproducido tanto al tíoPascual comoahora,queviejayconelcostillajequebrantado,laexplotabalaviuda.

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Pruebas eran de esto las sucesivas transformaciones que ibaexperimentando la original instalación. Los agujeros de los dos camarotescubríanseconvistosascortinasdesarga;ycuandoéstasselevantaban,veíansecolchones nuevos y almohadas de blanca funda; sobre elmostrador brillabacomo un bloque de oro la reluciente cafetera; la barca, pintada de blanco,habíaperdidoelfúnebreaspectodetumbaquerecordabalacatástrofe,yjuntoa sus costados iban extendiéndose cercas de cañas, conforme aumentaba laprosperidad del establecimiento. Corrían con gracioso contoneo sobre laardiente arena más de veinte gallinas, capitaneadas por un gallo matón yvocinglero que se las tenía tiesas con todos los perros vagabundos quecorreteaban la playa; al través de los cañizos oíase el gruñido de un cerdoatacado del asma de la obesidad, y frente al mostrador, bajo el sombrajo,flameabanatodashorasdosfogones,dondelaspaellasdearrozburbujeabansucaldosubstanciosooelpescadochirriaba,dorándoseentreelazuladovapordelaceitefrito.Habíaallíprosperidadyabundancia.Noeraparahacersericos,perosevivíabien.LaTonasonreíaconsatisfacciónpensandoquenadadebíayviendoeltechoempavesadodemorcillassecas,sobreasadaslustrosas,tirasdenegramojamayalgúnjamónespolvoreadoconpimientorojo:lostonelitosllenosdelíquido,lasbotellas,escalonadas,luciendolicoresdecolorvariado,ylassartenesdediversostamañoscolgadasdelapared,prontasachillarsobreelfogónconsucavidadrepletadecosassubstanciosas.

¡Ypensarquehabíapasadohambreen losprimerosmesesdesuviudez!Poreso,hartaysatisfecha,repetíaahoratantasveceslamismaafirmación.Pormásquedigan,Diosnodesamparaalasbuenaspersonas.

Laabundanciaylafaltadecuidadoslarejuvenecieron.Engordabadentrodesubarcaconciertolustredecarniceraahíta;siempreacubiertodelsolylahumedad,noteníaelcolorsecoytostadodelasqueesperabanenlaorilladela playa, y se presentaba tras el mostrador luciendo sobre la voluminosapechuga una colección interminable de pañuelos de tomate y huevo,complicadosarabescosrojosyamarillostejidosenlasólidaseda.

Permitíaselujosdedecorado.Enelfondodesutienda,sobrelasmaderasblanqueadas,alternabanconlostonelesunacoleccióndecromosbaratosconrabiosos colorines que apagaban los de sus vistosos pañuelos; y lospescadores, mientras bebían bajo el sombrajo, miraban por encima delmostradorlaCaceríadelleón,Lamuertedeljustoyladelpecador,Laescaladelavida,mediadocenadesantos,entreloscualesnofaltabanSanAntonioyel comerciante flaco y el gordo representando al que fía y al que vende alcontado,conlaconsabidaleyenda:«Hoynosefíaaquí,mañanasí.»

Había para estar satisfechoviendo cómo se criaba la familia sin grandesprivaciones. La tienda siempre adelante, y poco a poco se llenaba de durosahorradosunamediaviejaqueellaguardabaensucamarote,entreelpisode

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tablasyelgruesocolchón.

Algunasvecesnopodíacontenerse,ydeseosadeapreciarenconjuntosufortuna, salía hasta la orilla de la playa. Desde allí contemplaba con ojosenternecidos el cercado de las gallinas, la cocina al aire libre, la anchurosapocilgadonde roncaba el sonrosado cerdo, y la barca, que asomaba entre laaglomeración de cercas y cañares sus dos puntas de deslumbrante blancura,como embarcación fantástica que, arrastrada por un huracán, hubiese ido acaerenelcorraldeunagranja.

Noporestosehallabalibredeincomodidades.Dormíapoco,levantábasealamanecer,ymuchasveces,amedianoche,aporreabanlapuertadelabarcayhabíaquelevantarseparaserviralospescadoresreciénllegadosalaplaya,quedescargabansupescadoyteníanquehacersealamarantesdelalba.

Estas francachelas nocturnas eran las más productivas y las que mayorcuidadoinspirabanalatabernera.Conocíabienaaquellagente,quedespuésde pasar una semana sobre las olas, quería en las pocas horas de holganzagozardeungolpetodoslosplaceresdelatierra.

Abalanzábansealvinocomomosquitos;losviejosquedábansedormitandosobre la mesa con la pipa apagada entre los secos labios; pero los jóvenesmozetonesfornidos,excitadosporlavidatrabajosaycastadelmar,mirabanalasiñáTonademodotal,queellatorcíaelgestoconenfadoysepreparabaarechazarlosbrutalescariñosdeaquellostritonesdecamisetarayada.

Nunca había valido gran cosa; pero su naciente obesidad, los ojazosnegros, queparecían aclarar su rostromorenoy lustroso, ymásque todo laligereza de ropas con que en verano servía a los nocturnos parroquianos,hacíanla hermosa para los muchachos rudos que, al poner la proa haciaValencia,pensabanconregocijoenqueibanaveralasiñáTona.

Pero ella era una hembra brava que sabía tratarlos. Jamás se rendía; lasproposiciones audaces las contestaba con gestos de desprecio; los pellizcosconbofetones,y losabrazosporsorpresaconsoberbiaspatadas,quemásdeunavezhicieronrodarporlaarenaaunmocetóntiesoyfuertecomoelmástildesubarca.

Ellanoqueríalíoscomomuchasotras,nipermitíaquelefaltasenentantoasí.Además,eramadre,losdoschicosdormíanapocadistancia,separadosdeellaporuntabiquedetablas,altravésdelcualoíasuspoderososronquidos,ysóloestabaparapensarenmanteneralafamilia.

Elporvenirdesuschicoscomenzabaapreocuparla.Sehabíancriadoenlaplayacomodosgaviotas, anidandoen lashorasdel solbajo lapanzade lasbarcas en seco o correteando por la orilla en busca de conchas y caracoles,hundiendosuspiernecitasdecolordechocolateenlasgruesascapasdealgas.

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El mayor, Pascualet, era un retrato vivo de su padre. Grueso, panzudo,carilleno;teníaciertoairedeseminaristabienalimentado,ylospescadoreslellamaronelRetor,apodoquehabíadeconservartodasuvida.

Tenía ocho años más que su hermano Antonio, un muchacho enjuto,nerviosoydominante,cuyosojoseranigualesalosdeTona.

Pascualetfueunaverdaderamadreparasuhermano.MientraslasiñáTonaatendíaa la tabernaen losprimeros tiempos,quefueron losmáspenosos,elbondadoso muchacho cargaba con el hermanito como niñera cuidadosa, yjugabaconlospilletesdelaplaya,sinabandonarnuncaalarrapiezorabiosoypataleantequelemartirizabalaespaldaylepelabaelcogoteconsuspellizcos.

Porlanoche,enelcamaroteestrechodelabarca-taberna,paraToneteraelmejor sitio,y sucachazudohermanoseapelotonabaenun rincónparadejarespacio a aquel diablejo que, a pesar de su debilidad, le trataba como undéspota.

Los dos muchachos, arrullados por el sordo oleaje, que en los días demarea llegabahasta lamisma taberna,yoyendocomoelvientodel inviernosilbabaalquererintroducirseporentrelostablones,dormíanseestrechamenteabrazadosbajo lamismacolcha.Algunasnochesdespertábanseconel ruidodelospescadores,quecelebrabansufiestadetierra;oíanlaspalabrotasquesumadre profería en momentos de indignación, el sonoro choque de algunabofetada,ymásdeunavezeltabiquedesucamaroteconmovíaseconelsordogolpedeuncuerpofaltodeequilibrio;perovolvíanadormirse,poseídosporunaignoranciainocente,libredesospechasyalarmas.

LasiñáTonateníainjustasdebilidadestratándosedesushijos.Alprincipiodesuviudez,cuandopor lasnoches lesveíadormirenelangostocamarote,con las cabecitas juntas, rozando tal vez la mismamadera en que se habíaaplastado el cráneo de su padre, sentía profunda emoción y lloraba como sifueraaperderlosdentrodelfúnebrearmazóndetablas,comoyahabíaperdidoa su Pascual. Pero cuando llegó la abundancia y el tiempo fue borrando elrecuerdodelacatástrofe,lasiñáTonacomenzóamostrarpredilecciónporsuTonet, criaturadegracia felina,que tratabaa todosconsequedade imperio,peroqueteníaparasumadrecariñosdegatitotravieso.

Laviuda entusiasmábasepor suTonet, vagabundode laplaya, que a lossiete años pasaba casi todo el día fuera de la barcaza, correteando con lagranujeríayvolviendoalanochecerconlasropasrotasyaguayarenaenlosbolsillos.Mientrastanto,elmayor,relevadoyadecuidarasuhermano,pasabaeldíaen la taberna limpiandovasos, sirviendoa losparroquianos,dandodecomeralasgallinasyalcerdoyvigilandocongraveatenciónlassartenesquechirriabanenlosfogonesdelacocina.

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Cuandosumadre,soñolientatraselmostradorenlashorasdesol,sefijabaen Pascualet, experimentaba siempre una violenta sorpresa. Creía ver a sumarido tal comoella le conoció en la infancia cuandoeragrumetedebarcapescadora.Erasumismorostro,carrilludoysonriente,sucuerpocuadradoyfornido, sus piernas robustas y cortas y aquel aire de sencillez honrada, delaboriosidadcachazudaqueloacreditabaantetodoscomohombredebien.

Enlomoraleralomismo.Muybondadosoteytímido,perounaverdaderafieracuandosetratabadeganarunapeseta,yconuncariñolocoporlamar,madrefecundadeloshombresvalientesquesabenpedirlaelsustento.

Álostreceañosyanopodíaconformarseaseguirenlataberna.Dábaloaentender con palabras sueltas, con frases truncadas y algo incoherentes, queeraloúnicoquepodíasalirdesuduramollera.Élnohabíanacidoparaserviren la taberna. Era faena demasiado cómoda; eso para su hermano, que nomostrabagranaficiónaltrabajo.Élerafuerte, legustabaelmaryqueríaserpescadorcomosupadre.

LasiñáTonaseasustabaaloírle,yen sumemoria resucitaba lahorriblecatástrofe del día de Cuaresma. Pero el chico era testarudo. Aquellasdesgraciasnopasabantodoslosdías,yyaqueteníavocación,debíaseguireloficiodesupadreydesuabuelo,comomuchasvecesselohabíadichoeltíoBorrasca,unviejopatróndebarcas,granamigodeltíoPascualo.

Porfinlamadrecediócuandoibaacomenzarlatemporadadelapescadelbòu, y Pascualet se enganchó con el tío Borrasca como grumete o gato debarca, teniendocomosalario lacomiday lapropiedaddetodosloscabets,oseaelpescadomenudoquesalieseenlasredes,camarones,caballitosdemar,etc.

Elaprendizajecomenzóbien.Hastaentonceslehabíanvestidoconlaropaviejadesupadre,perolasiñáTonaquisoqueentraseconciertadignidadensunuevooficio,yunatarde,cerrandola taberna,fueronalGraoaunbazardelpuerto, donde vendían ropas hechas para los marineros. Pascualet recordódurantemuchosañoslataltienda,queleparecíaelsantuariodellujo.Losojosselefuerontrasloschaquetonesazules,losimpermeablesdeamarillohule,lasenormesbotasdeaguas,prendas todasquesólousaban lospatrones,y salióorgullosoconsuhatillodegrumete,compuestodedoscamisasmallorquinas,tiesas, ásperas y burdas, como si fuesen de papel de lija; una faja de lananegra,untrajecompletodebayeta,deunamarillorabioso;unabarretinarojaparacalárselahastaelcuelloenelmaltiempoygorradesedanegraparabajara tierra. Por fin, le vestían a su medida; ya no tendría que luchar con laschaquetas de su padre, que en los días de viento se hinchaban como velas,haciéndolecorrerporlaplayamásaprisaquequería.Dezapatosnohabíaquehablar.Élnorecordabahabermetidojamásentaltormentosuságilespies.

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Noseequivocabaelmuchachoaldecirquehabíanacidoparaelmar.EnlabarcadeltíoBorrascaseencontrabamuchomejorqueenlaotraencalladaenlaarena, juntoa lacualgruñíael cerdoycacareaban lasgallinas.Trabajabamucho, y además de su pitanza percibía algunos puntapiés del viejo patrón,cariñosoentierra,peroqueunavezsobresubarcanorespetabaniasumismopadre.Trepabaalmástilaponerelfaroloarreglarunacuerdaconlaligerezadeungato;ayudabaatirardelasredescuandollegabaelmomentodechorrar;baldeaba la cubierta, alineaba en la cala los grandes cestos del pescado ysoplaba el fogón, cuidando de que el caldero estuviera siempre en su puntoparaquenosequejaralagentedeabordo.Perocomocompensaciónaestostrabajos,¡cuántassatisfacciones!Alterminarelpatrónylossuyoslacomidaque él y otro gato de la barca presenciaban inmóviles y respetuosos,dejábanles las sobras a los chicos, y los dos sentábanse a proa con el negrocalderoentrelaspiernasyunpanbajodelbrazo.Ellossacabanlamejorparte,y cuando las cucharas tropezaban ya con el fondo, entonces entraba larebañaduramendrugoenmano,hastaqueelmetalquedabalimpioybrillante,comosiacabasendefregarlo.

Despuésveníaelhuroneoenbuscadelvinoquelatripulaciónhabíadejadoolvidado en el fondo del porrón de lata; y los gatos, si no había trabajo,tendíanse como unos príncipes en la proa, con la camisa fuera de lospantalones y la panza al aire, arrullados por el cabeceo de la barca y lascosquillasdelabrisa.

Tabacono faltaba,y el tíoBorrascadábaseá todos losdemoniosviendocon qué rapidez desaparecía de los bolsillos de su chaquetón unas veces laalguilladeArgelyotraslapicaduradelaHabana,segúnlacalidaddelúltimoalijohechoenelCabañal.

Aquella vida era inmejorable para Pascualet, y cada vez que bajaba atierra,sumadreleveíamásrobusto,másrecocidoporelsolytanbondadosotecomo siempre, a pesar de su continuo roce con los gatos de barca, pilletesprecocescapacesdelasmayoresmaliciasyquealhablarechabanalasnaricesajenaselhumodeunapipacasitangrandecomoellos.

LasrápidasaparicionesenlatabernaeranloúnicoquehacíaalasiñáTonaacordarsedesuhijomayor.

La tabernera mostrábase preocupada. Pasaba los días enteros en subarcaza,sola,comosinotuviesehijos.ElRetorestabaenelmarganándosesupartedecabets,paradespués,enlosdíasdefiesta,llegarmuyufanoaentregarasumadretresocuatropesetas,queeraneljornaldelasemana,yelotro,elpequeño,aquelTonetdepieldediablo,habíasalidounbohemioincorregible,quesólovolvíaacasaacosadoporelhambre.

Juntábaseconlapilleríadelaplaya,untropeldechicuelosquenosabían

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más de sus padres que los perros vagabundos que les acompañaban en suscorreteos por la arena; nadaba como un pez, y en verano zambullíase en elpuerto,mostrandoconimpudortranquilosucuerpoenjutoyrojizoparacogerconlabocapiezasdedoscuartosquelearrojabanlospaseantes.Presentábaseporlanocheenlatabernaconelpantalónrotoylacaraarañada;sumadrelehabía sorprendido varias veces amorrado con delicia al tonelillo delaguardiente, y una tarde tuvo que ponerse elmantón e ir a la capitanía delpuertoparapedir con lágrimasy lamentosque le soltasen, prometiendoqueella le quitaría el feo vicio de arañar en el interior de las cajas de azúcardepositadasenelmuelle.

Era una alhaja el tal Tonet. ¡Dios mío! ¿A quién se parecía? Era unavergüenzaquedepadrestanhonradossalieseunmuchachoasí;unpilleteque,teniendoensucasacomidaabundante,pasabaeltiempohuroneandoporcercade los vapores que venían de Escocia, aguardando un descuido de losdescargadoresparaecharacorrerconunbacalaobajodelbrazo.Unhijoasíibaasersucastigo.Doceañosalaespaldaysinaficiónaltrabajonielmenorrespeto a sumadre, a pesar de los rabos de escoba que le había roto en lascostillas.

YlasiñáTonahacíaconfidentedesusdesdichasaMartínez,uncarabinerojovenqueestabadeservicioenaquellapartede laplaya,ypasaba lashorasdelcalorsentadobajoelsombrajodelataberna,conelfusilentrelasrodillas,mirando vagamente el límite del mar, con el oído atento a las eternaslamentacionesdelatabernera.

EltalMartínezeraandaluz,deHuelva;unmuchachoguapoyesbelto,quellevabaconmuchamarcialidadeluniformeviejodeservicioy seatusabaalhablarelrubiobigoteconexpresióndistinguida.

LasiñáTonaleadmiraba.Laspersonasquesonfinasnolopuedenocultar;alaleguaselasconoce.

Y además, ¡qué gracia en el lenguaje! ¡Qué términos tan escogidosgastaba! Bien se conocía que era hombre leído. Como que había estudiadomuchosañosenelSeminariodesuprovincia;ysiahoraseveíaasíeraporque,no queriendo ser cura y deseando ver mundo, había reñido con su familia,sentandoplaza,paraveniralfinameterseencarabineros.

Lataberneraoíaleembobadacontarsuhistoriaconaquelpesadoceceodeandaluz sin gracia; y cuando tenía que hablarle, empleaba en justareciprocidaduncastellanogrotescoéininteligible,quehubiesehechoreírenelmismoCabañal.

—Mireosté,siñorMartines:michicometienelocacontodasesasburrásquehase.Loqueyolidigo:¿Tehasefaltaalgo,condenat?¿Puesentonsespor

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qué te ajuntas con esapillería pollosa?Osté, siñorMartines, que tiene tantalabia, hágali miedo. Dígali que se lo llevará a Valensia para meterlo en lacárselsinoesbuenchico.

Yel siñorMartinesprometíahacerlemiedoal traviesopillete,yhasta lesermoneabaconlacaramuyfosca,lograndoqueTonet,almenosporunrato,permanecieseencogidoycomoaterradoporeluniformedeaquelhombreyelterriblefusil,quenoseseparabanuncadesusmanos.

Estos pequeños servicios introducían a Martínez en la vida de familia,haciéndoleintimarcadavezmásconlasiñáTona.Allíleguisabanlacomida;allípasabacasitodoeldía,ymásdeunavezlataberneraseprestógustosaázurcirlelaropablancayapegarlebotonesenprendasinteriores.

¡Pobre siñorMartines! ¿Qué sería de un joven tan fino sin una personacomoella?Iríarotoyabandonadocomounperdido,yesto,francamente,nopodíaconsentirlounapersonadebuencorazón.

Enlastardesdelverano,cuandoelsolcaíadellenosobreladesiertaplayasacandoreflejosde incendiode la tostadaarena,bajodel sombrajodecañasocurríasiemprelamismaescena.Martínez,sentadoenuntaburetedeesparto,cercadelmostrador,leíaasuautorfavorito,PérezEscrich,entomosabultadosymugrientos,conlaspuntasroídas,quehabíancorridotodalacosta,pasandodeunoscarabinerosaotros.

LasiñáTonanoseequivocaba.Deaquellos librotes,quela inspirabanelsupersticioso respetodelqueno sabe leer, eradedonde sacabaMartínez laspalabritassonorasyrebuscadas,aquellafilosofíamoralquelaconmovía.

Y desde el otro lado delmostrador, cosiendo a tientas, sin saber lo quehacía, contemplaba fijamente aMartínez, dedicandomedia hora a su fino yrubio bigote y no menos tiempo a apreciar cómo tenía la nariz o con quéexquisitogustoseabríalaraya,aplanandoenambosladoseldoradocabello.

Algunas veces, al volver la página, levantaba Martínez la cabeza, ysorprendiendo los negros ojazos de Tona fijos en él, ruborizábase y seguíaleyendo.

Latabernerareprendíasedespuésportalescontemplaciones.¿Peroquéeraaquello?... En la vida se le había ocurrido, viviendo su Pascual, mirarledetenidamenteparaapreciarcómotenía lacara.Yahoraseestabaellacomounabobahorasymáshorascomprometiéndoseconunacontemplacióndelaque no podía librarse. ¿Qué diría la gente al saberlo?... Indudablemente leteníaleyaaquelhombre....¡Claro!...¡Eratanfinoytanguapo!...¡Hablabatanbien!...

Pero era un disparate todo aquello. Ella ya iba para los cuarenta; no se

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acordabaconexactitud,perodebíaestarenlostreintaysieteocosaasí;yélnopasabadelosveinticuatro...Pero¡quédemonio!aunquelellevasealgunosaños,ellanoestabamal;encontrábasebienconservada,ysino,quelodijeralagentuzadelasbarcasquetantolaimportunaba.Además,aquelpensamientono sería ningún disparate, ya que la gente se adelantaba suponiéndolo; y lomismo los carabineros amigosdeMartínezque laspescaderasque iban a laplaya,dabanaentendersusmaliciosassuposicionesconindirectasdemasiadodirectas.

Alfinocurrióloquetodosesperaban.LasiñáTona,paraaturdirse,argüíaasus escrúpulos que sus hijos necesitaban un padre, y nadie mejor queMartínez; y la valerosa amazona, que aporreaba a los rudos pescadores a lamenoraudacia,seentregóvoluntariamente,teniendoquevencerlacortedaddeaquel muchachote tímido. De ella partió la iniciativa, y Martínez se dejóarrastrar con su sumisión de hombre superior que, pensando en cosas másaltas,permitequeenlosasuntosterrenaleslemanejencomounautómata.

Elsucesosehizopúblico.LamismasiñáTonanoseenojabadeello;antesbien,deseabaquefuerabiensabidoquelacasateníaamo.CuandolallamabaalCabañalalgunaocupación,dejaba la tabernaalcuidadodeMartínez,que,comoentiempospasados,seguíasentadobajoelsombrajomirandoalmarconelfusilentrelasrodillas.

Hastalosdoschicosparecíanenteradosdelanovedad,ElRetor,albajaratierra,mirabaahurtadillasasumadreconciertoasombroymostrábasetímidoyvergonzosoenpresenciadelmocetónrubioyuniformado,alqueencontrabasiempre en la taberna; pero el otromuchacho,Tonet, delataba en su sonrisamaliciosaquetodoaquelsucesohabíasidoobjetodemaliciososcomentariosenlasreunionesdelospillosdelaplaya,yenvezdeasustarsecomoantesconlos sermones del carabinero, contestábale con muecas y se alejaba dandosaltosyhaciendocabriolassobrelaarena,comoenseñaldedesprecio.

AquellatemporadafueparaTonaunalunademielenplenamadurezdesuvida.ParecíaleahorasumatrimonioconPascualunamonótonaservidumbre.Amaba con vehemencia al carabinero, con la explosión de cariño propia deunamujerquevahaciaelocaso;ycegadaporestapasión,haciaalardedeella,sin importarle lo que murmurase la gente. ¿Y qué?... Que dijesen lo quequisieran.Otrashacíanpeorqueella,ylaquehablaseseríaporenvidia,alverquesellevabaunbuenmozo.

Martínez,siempreconsuairedesoñador,dejábasemimaryacariciarcomounhombrequetodolomerece;gozabadegranprestigioentresuscompañerosy superiores, puespodíadisponerdel cajónde la tabernayhasta de aquellamediarepletadedurosquetantasvecesseleclavabaenelcostadoaltenderseenelcolchóndelcamarote.

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Por evitarse tal vez estamolestia, se dioprisa a vaciarla, sin que la siñáTona protestase. ¿No había de ser su marido? Pues suyo era aquel dinero.Mientraslatabernamarchasebien,ellanodebíaquejarse.

Pero cuatro o cincomeses después llegó un día en que la Tona se pusoseria.

Martínez,siñorMartines,bajeusteddeesanebulosaalturaenquevivesupensamiento.Dígneseescuchara laTona. ¿No laoyeusted?Queesprecisoarreglar la situación. Que las cosas no pueden quedar así. Que hay quejustificar lo que venga, y unamujer honrada,madre de dos hijos, no puedeserlodetressinunhombrequesaquelacaradiciendo:«Estaesmiobra.»

Y Martínez contestó ¡bueno! a todo, aunque torciendo el gestodolorosamente,comosiacabasedesufrirun tremendobatacazo,cayendodelas alturas ideales en que se refugiaba como hombre no comprendido, parasoñarenlaprobabilidaddesergeneral,jefedeEstadoyotrasmuchascosas,comolospersonajesdesusnovelasfavoritas.

Pediría lospapelesparael casamiento,pero tendríanqueesperar,porqueHuelvaestálejos.

Y Tona esperó, siempre con el pensamiento puesto en Huelva, tierraremota,queporsucuentadebíaestarenlosalrededoresdeCubaoFilipinas.

Peroeltiempopasabaylacosaibahaciéndoseurgente.

Martínez, siñorMartines, que sólo faltandosmeses; que a laTona le esimposible ocultar pormás tiempo lo que viene, y la gente se va enterando.¡Qué dirán los chicos al verse con un nuevo hermano!... Pero Martínezprotestaba.Noerasuyalaculpa.Bienveíaellalasmuchascartasqueescribíaparaactivarelenvíodelospapeles.

Porfin,undíaelcarabinerodeclaróqueibaaemprenderelviajeasutierray traerse los malditos documentos, para lo cual tenía ya el permiso de susjefes.

Muybien:aquellaresoluciónlegustabaa lasiñáTona.Yparaayudadelviajeleentregótodalaplataqueteníaenelcajóndelmostrador,lopeinóporúltimavez,lloróunpocoy¡hastalavista!¡Buenviaje!

LapobreTonayanoviomásalsiñorMartines.Entreloscarabinerosquepasaban la playa no faltó una buena alma que tuvo el gusto de decirla laverdad.

No había tal viaje a Huelva. Las cartas que escribía Martínez iban aMadrid, pidiendo que lo trasladasen a un punto lejano, pues los aires deValencia no le probaban. Y efectivamente, lo habían trasladado a lacomandanciadelaCoruña.

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La siñá Tona creyó volverse loca. ¡Ladrón, más que ladrón! ¡Miren elmosquitamuerta!...Fíeseusteddeesaspersonasdemuchalabia.¡Pagarleasíaella...áella,quelehubiesedadohastaelúltimocéntimo,yquelepeinababajoeltingladoenlashorasdesiestatanamorosamentecomosifuesesumadre!

Perotodaladesesperacióndelapobremujernoimpidióquesaliesealuzlo que tan urgente hacía el matrimonio; y a los pocos meses la siñá Tonadespachabacopastraselmostrador,enseñandosupechovoluminosodevacarolliza,yagarradaalobscuropezónunaniñablanca,enteca,deojosazulesycabezarubiayvoluminosa,queparecíaunaboladeoro.

III

Pasaronlosañossinquesufrieselamenoralteraciónensumonótonavidalafamiliaquesealbergabaenlabarcaconvertidaentaberna.

ElRetoreratodounmarinero,fornido,cachazudo,bravoenelpeligro.Degatohabíaascendidoaserel tripulantedemásconfianzaen labarcadel tíoBorrasca,ycadamessolíaentregarasumadrecuatroocincodurosdeahorrosparaquelosguardase.

Tonetnohacíacarrera.Entreélysumadrehabíaseentabladouna lucha:Tona buscándole oficios, y él abandonándolos a los pocos días. Fue unasemana aprendiz de zapatero; navegó poco más de dos meses con el tíoBorrascaencalidaddegato,peroelpatrónsecansódepegarle,sinconseguirqueleobedeciese;despuésintentóhacersetonelero,queeraelmássegurodelosoficios,peroelmaestroleechóalacalle,yporfinalosdiezysieteañossemetióenunacòlladelpuerto,cuadrilladedescargadoresdebuques,enlaquetrabajabahastadosvecesporsemana,yestodemalavoluntad.

Perosuvaganciaysusmalascostumbresencontrabanexcusaalosojosdela siñáTona, cuando ésta le contemplaba en los días de fiesta (que eran losmásparaaquelbigardo)conlagorradesedadehinchadoplatosobreelrostromoreno,enelquecomenzabaaapuntarelbigote; lachaquetadelienzoazulajustadaalesbeltotroncoylafajadesedaobscuraceñidasobrelacamisetadefranelaacuadrosnegrosyverdes.

Daba gloria ser madre de unmozo así. Iba a ser otro pillo como aquelMartínezdeinfaustamemoria;peromássalao,másaudazytravieso,ydeellodabanfelaschicasdelCabañal,queselodisputabanpornovio.

Tona regocijábase al saber el aprecio en que tenían a su hijo, y estabaenterada de todas sus aventuras. ¡Lástima que le tirase tanto el malditoaguardiente!Eratodounhombre;nocomoelcachazudodesuhermano,que

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nosealterabaaunquelepasaseuncarroporencima.

Una tarde de domingo, en la taberna de Las buenas costumbres, títuloterriblemente irónico, se tiró los vasos a la cabeza con los de una còlla decargadores que trabajaban más barato, y cuando entraron los carabineros aponer paz, pilláronle faca en mano persiguiendo por entre las mesas a loscontrarios.

Más de una semana lo tuvieron encerrado en el calabozo de la casacapitular; las lágrimasde la siñáTonay las influenciasdel tíoMariano,queera muñidor en las elecciones, consiguieron sacarle a flote; pero tanto lecorrigió el arresto, que en la misma noche de su libertad sacó otra vez ladichosa faca contra dos marineros ingleses que, después de beber con él,intentaronboxearle.

Era el gallito del Cabañal. Faena poca; pero una verdadera fiera pararesistir lasnochesdeborrasca,detabernaentaberna,nopresentándoseenladesumadreensemanasenteras.

Teníasupoquitodeamoresseriosconcierta intimidad,queparamuchosolía a matrimonio anticipado. Su madre no estaba conforme con talesrelaciones. No quería una princesa para su Tonet, pero la hija de Paella eltartaneroleparecíapocacosa.LatalDoloreseradescaradacomounamona;muyguapa,síseñor,perocapazdecomersealapobresuegraquetuviesequeaguantarla.

Eranaturalquefueseasí.Sehabíacriadosinmadre,alladodeltíoPaella,unborrachónquedabatraspiésalamanecercuandoenganchabalatartanayaquienelvinoteníaconsumido,engordándoleúnicamentelanariz,siempreencrecienteporlasrojashinchazones.

Eraunmalhombrequegozabalapeorfama.TodasuparroquialateníaenValencia en el barrio de Pescadores.Cuando llegaba barco inglés se ofrecíacomounsinvergüenzaalosmarinerosparallevarlesasitiosdeconfianza,yenlas noches de verano cargaba su tartana de chicuelas con blancosmatinées,mejillasembadurnadasyfloresenlacabeza,conduciéndolasconsusamigosalos merenderos de la playa, donde se corrían juergas hasta el amanecer,mientras que él, alejado, sin abandonar el látigo ni el porrón de vino, seemborrachaba,mirandopaternalmentealasquellamabasuganado.

Y lopeoreraquenose recatabaante suhija.Hablábalacon losmismostérminos que si fuera una de sus parroquianas; su vino locuaz sentía lanecesidad de contarlo todo, y la pequeña Dolores, encogida, lejos de losagresivospiesdesupadre,conlosojosdesmesuradamenteabiertosyenellosuna expresión de curiosidadmalsana, oía el brutal soliloquio del tío Paella,que se relataba a sí mismo todas las porquerías é infamias presenciadas

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duranteeldía.

Y así fue criándoseDolores. ¡Vaya, que lo que aquella chica ignorase!...PoresoTonanolapodíaadmitircomonuera.Sinosehabíaperdidoahoraquecomenzabaaserunamujerguapa,eraporquealgunasvecinasleaconsejabanbien;peroaunasí, lamuchachatambiéndabasusescándalosconTonet,queentraba en casa de su novia como si fuese el amo. Comía con ella,aprovechándosedequeel tartaneronovolvíahastamuyentrada lanoche,yDoloreslerepasabalaropayhastahurgabaenlosbolsillosdeltíoPaellaparadardineroalnovio,loquehacíalanzaralborrachounvómitointerminabledeinjuriascontralafalsaamistad,creyendoqueenlosmomentosdealcohólicaturbaciónlerobabanlaspesetassuscompinchesdetaberna.

Eraunsecuestroenreglaelquehacíaaquellachica,yTonet,lentamente,unapiezahoyyotramañana,fuetrasladandotodasuropadesdelatabernadelaplayaalacasadeltartanero.

La siñá Tona se quedaba sola. El Retor estaba siempre en el marpersiguiendo la peseta, como él decía, unas veces pescando y otrasenganchándose como marinero en algún laúd de los que iban por sal aTorrevieja; Tonet, corriendo tabernas ometido en casa del tío Paella, y ellaaviejándosetraselmostradordesutiendecilla,sinotracompañíaqueaquellachicuelarubia,alaquequeríadeunmodoraro,conintermitencias,pueseraelviviente recuerdo del pillo de Martínez. ¡Ojalá se lo haya llevado eldemonio!...

DecididamenteDiossóloprotegíaatemporadasalaspersonasbuenas.Lostiempospresentesnoeranyalosdelaprimeraépocadesuviudez.

Otrasbarcasviejasvaradasenlaplayahabíansidoconvertidasentabernas;lospescadoresteníandondeescoger,yademásellaenvejecíaylagentedemarnomostrabatantosdeseosdebeber,requebrándola.

Resultado:queaunquelatabernillaconservabasusantiguosparroquianos,sólosesacabadeellaloprecisoparavivir,yTonamásdeunavezcontemplódelejossublancabarcaza,considerandomelancólicamenteelfogónapagado,la cerca casi derribada, tras la cual no gruñía el blanco cerdo esperando lamatanzaanual,ylamediadocenadegallinasquepicoteabantristementeenladesiertaarena.

Pasó el tiempo para ella con lenta monotonía, sumida en una estúpidasomnolencia, de la que la sacaban únicamente las diabluras de Tonet o lacontemplacióndeunretratodelsiñorMartines,puestodeuniforme,queellaconservabacolgadoensucamaroteconciertorefinamientocruel,comopararecordarseladebilidadpasada.

LapequeñaRoseta,lachicuelacaídaenlabarcaporobraygraciadelpillo

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carabinero, apenas si merecía la atención de su madre. Criábase como unabestiezuelabravía.PorlanocheTonahabíadeirensubuscaparaencerrarlaenlabarca,despuésdedarlaunaterriblezurra,yduranteeldíapresentábasecuandolaaguijoneabaelhambre.

¡Todo sea por Dios! La tal chiquilla era una nueva cruz que había dearrastrarlapobreTona.

Huraña y amiga de la soledad, tendíase en la arena mojada, cogiendoconchasycaracolesoamontonandoalgas.Avecespasabahorasenterasconlos ojos azules fijos en el infinito, en una inmóvil vaguedad de hipnótica,mientraslabrisasalobrearremolinabasuspelillosrubios,enroscadosytiesoscomo culebras, o hacía ondear el viejo refajo, que dejaba al descubierto laspiernecitas entecas,deunablancuradeslumbrante, encuyasextremidadeselardordelsolhabíasuplidolafaltademediastostandolapielconuncolorrojo.

Allíseestabahorasymáshorasconelvientrehundidoenlaarenamojada,quecedíabajosupeso,acariciadoel rostropor ladelgadísimacapadeaguaque avanzaba y retrocedía sobre el reluciente suelo con las ondulacionescaprichosasdelmoaré.

Eraunabohemia incorregible.LoquedecíaTona:Detalpalo, talastilla.Tambiénelgranujadesupadresepasabalashorasmuertasembobadoanteelhorizonte,comosisoñaradespiertoysinservirparaotracosa.

Si ella tuviera que vivir de lo que trabajase su hija, estaba arreglada.¡Criaturamásdesmañadayperezosa!...Enlatabernarompíavasosyplatosalintentar limpiarlos; quemábase el pescado en la sartén si ella cuidaba delfogón,yalfinsumadreteníaquedejarlacorretearporlaplayaoquefuesealacosturadelCabañal.Átemporadasdominábalaundeseolocodeaprender,yseescapaba,exponiéndoseaunapaliza,para irenbuscade lamaestra;peropoco después huía de la escuela, cuando sumadremostrábase conforme enqueasistieraaella.

EnveranoúnicamenteayudabaalapobreTona.Ellucrouníaseásuafándecorreteosinobjeto,ycargadaconuncántarotangrandecomoella,ibavasoenmanoporlaplayadelosbañosopasabaaudazmenteporentreloslujososcarruajes que rodaban por elmuelle,mirando a todas partes con sus ojazossoñadores,agitandolamarañaderubiospelosygritandoconsuvozdébil:¡Alaiguafresqueta!sacadadelafuentedelGas.

Unas veces con esto y otras con el cesto de caña lleno de galletas, quepregonabacontonomelancólico:¡Salaesydolses!Rosetaconseguíaentregarasumadrepor lasnochesunosdos reales, loqueaclarabaunpocoelgestofoscodeTona,alaquelosmalosnegociosibanhaciendoegoísta.

Y así creció Roseta; siempre en huraño aislamiento, acogiendo con

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serenidadamenazantelaspalizasdesumadre;odiandoáTonet,quenuncasehabía fijado en ella; sonriendo algunas veces alRetor, que cuando bajaba atierrasolía tirarleamistosamentede los retorcidospelos,ydespreciandoa lapilleríadelaplaya,delacualalejábaseconunairecillodereinaorgullosa.

Tona acabó por no ocuparse de la chiquilla, a pesar de ser la únicacompañeraenaquellavivienda,queenlastardesdelinviernoparecíaestarenplenodesierto.Tonetylahijadeltartaneroeransucontinuapreocupación.

Aquella perdida habíase propuesto robarle toda su familia. Ya no secontentabaconTonet,yéstellevabaacasadeDoloresasuhermanoelRetor,elcual,alsaltaratierra,pasabacomorápidaexhalaciónporlatabernilladelaplaya,yendoadescansarencasadeltartanero,donderesultabaparalosnoviosuntestigopocomolesto.

Pero en realidad lo que incomodaba á Tona más que la influencia queDolores ejercía sobre sus hijos, era que veía desvanecerse un plan queacariciabahacíamuchotiempo.

TeníapensadoelmatrimoniodeTonetconlahijadeunaantiguaamiga.

Comoguapa,nopodíacompararseconlaendemoniadahijadeltartanero;pero la siñá Tona se hacía lenguas de su bondad (la condición de los seresinsignificantes) y se callaba lo más importante, o sea que Rosario, lamuchacha en quien había puesto los ojos, era huérfana; sus padres habíantenidoenelCabañalunatiendecita,delaquesesurtía la tabernera,yahora,despuésdesumuerte, lequedabaa lahijacasiuna fortuna; lomenos tresocuatromilduros.

¡Y cómo quería á Tonet la pobrecita! Al encontrarle en las calles delCabañal, le saludaba siempre con una de sus sonrisas de cordera mansa, ypasaba las tardesen laplayagozándoseenhablarcon lasiñáTona, tansóloporqueeralamadredelgallitobravoquetraíarevueltatodalapoblación.

Perodelmuchachonopodíaesperarsecosabuena.Ni lamismaDolores,contenersobreéltanabsolutopoderío,lograbadomarlocuandolesoplabalaracha de las locuras, y a lo mejor desaparecía semanas enteras, sabiéndosedespués, por referencias, que había estado enValencia durmiendo de día enalgunacasadelbarriodePescadores,emborrachándosedenoche,aporreandoasusembrutecidascompañerasdehospedajeygastándoseenorgíasdepiratahambrientoloqueganabaenalgunatimbadecalderilla.

En una de esas escapatorias fue cuando cometió el gran disparate, quecostóasumadreunmesdellantoseinnumerablesalaridos.Tonet,conotrosamigotes,sentóplazaenlamarinadeguerra.EstabanhastiadosdelavidadelCabañal;lesresultabadesabridoelvinodelastabernas.

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Y llegó el día en que el endiablado muchacho, vestido de azul, con lablancagorrillaladeadayelsacoderopaalhombro,sedespidiódeDoloresydesumadreparairaCartagena,dondeestabaelbuqueaqueibadestinado.

¡AndaconDios!MucholequeríalasiñáTona,peroalfinpodíadescansar.Por quien más lo sentía era por la pobre Rosario, que, siempre calladita yhumilde, iba a coser en la playa en compañía de Roseta y preguntaba conemocionadatimidezalasiñáTonasihabíarecibidocartadelmarinero.

Asípasóeltiempo,siguiendoellasdesdelabarcazadelaplayatodoslosviajesyestacionesquehacía laVilladeMadrid, fragataen laque ibaTonetcomomarinerodeprimera.

¡Qué emoción cuando caía sobre el mostrador de húmedos tablones elestrechosobre,pegadounasvecesconrojaobleayotrasconmigadepan,consucomplicadadirecciónenletrasgruesas:«ParalasiñoraTonaladelcafetín,juntoalacasadelsbòus!»

Un perfume raro, exótico, que hablaba a los sentidos de vegetacionesdesconocidas,marestempestuosos,costasenvueltasencelajesderosaycielosdefuego,parecíasalirdelasgroserasenvolturasdepapel;ylastresmujeres,leyendo y releyendo las cuatro carillas, soñaban con países desconocidos,viendoconlaimaginaciónlosnegrosdelaHabana,loschinosdeFilipinasylasmodernasciudadesdelSurdeAmérica.

¡Qué chico aquel! ¡Cuánto tendría que contar cuando volviese! Tal vezhabía sidounbienquecometiera la calaveradademarcharse; así sentaría lacabeza.YlasiñáTona,poseídadenuevoporaquellapreferenciaquelahacíaidolatrar a su hijomenor, pensaba con cierto despecho en que su Tonet, elgallitobravo,estabasometidoalarígidadisciplinadeabordo,mientrasqueelotro,elRetor,elqueellateníaporuninfeliz,marchabavientoenpopayeracasiunprohombreenelgremiodelapesca.

Ibasiempreapartirconeldueñodesubarca;teníasussecretosconeltíoMariano,aquelpersonajealquerecurríaTonaentodossusapuros.Enfin,queganabadinero,ylasiñáTonasedabaatodoslosdemoniosviendoquenotraíauncuartoacasayapenassiporceremoniaibaasentarseunratobajoeltoldodelatabernilla.

Enotraparteleguardabanlosahorros;¿ydóndehabíadeser?encasadeDolores,delagranmaldecida;quesindudaleshabíadadoasushijospolvosseguidores,puescorríanaellacomoperrossumisos.

Allí estabametido elRetor, como si en casa del tartanero se le perdieraalgo al gran babieca. ¿No sabía queDolores era para el otro? ¿No veía lascartas de Tonet y las contestaciones que ella hacía escribir a algún vecino?Peroelmuytonto,sinhacercasodelasburlasdesumadre,allípermanecía,

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usurpando poco a poco el puesto de su hermano, sin que pareciera darsecuenta de sus avances.Dolores tenía con él lasmismas atenciones que conTonet.Learreglabalaropayleguardabalosahorros,cosaquenoleocurríaconelotrodespilfarrador.

UndíamurióeltíoPaella.Lotrajeronacasadestrozadoporlasruedasdesu tartana. La borrachera le había hecho caer de su asiento, y murió comohombre consecuente, agarrado al látigo, que no abandonaba ni para dormir,sudandoaguardienteportodoslosporosyconlatartanallenadeparroquianaspintarrajeadas,alasqueélllamabasuganado.

Á Dolores no le quedaba otro arrimo que su tía Picores la pescadera,protectorapocoenvidiable,pueshacíaelbienábofetadas.

Y entonces, a los dos años de estar ausenteTonet, fue cuando circuló lagrannoticia.DoloresyelRetorsecasaban.¡GranDios!¡QuéruidoprodujolanoticiaenelCabañal!Lagentedecíaqueeraellalaquesehabíadeclaradoalnovio,añadiendootrosdetallesmásfuertesquehacíanreír.

ÁTonahabíaqueoírla.Aquellasiñoradelaherradurasehabíaempeñadoenmeterseenlafamilia,eibaaconseguirlo.Yasabíaloquesehacíalamuytunanta.Unmaridobobalicónquesematasetrabajandoeraloqueleconvenía.¡Ah ladrona! ¡Cómo había sabido coger el único de la familia que ganabadinero!

PerolareflexiónegoístahizocallarpocodespuésalasiñáTona.Mejoreraquesecasasen.Estosimplificabalasituaciónyfavorecíasusplanes.Tonetsecasaría conRosario.Y aunque a regañadientes, se dignó asistir a la boda yllamarfillamehuaalhermosoculebrón,quetanfácilmentedejabaaunosparatomaraotros.

Á todos preocupaba lo que diríaTonet al saber la noticia. ¡Bonito geniotenía el marinero! Y por esto la sorpresa fue general al saberse que habíacontestadodándolotodoporbienhecho.Sinduda,laausenciaylosviajeslehabían cambiado, hasta el punto de parecerle muy natural que Dolores secasase,yaquelefaltabaarrimo.Además—comoéldecía—,paraquecayeseenotro,mejoreraquesecasaraconsuhermano,queeraunbuenmuchacho.

Ytanrazonablecomoensuscartassemostróelmarinerocuando,conlalicencia en el bolsillo y el saco del equipaje a cuestas, se presentó en elCabañal, asombrando a todos con su gallardo porte y el rumbo con quegastaba el puñado de pesetas que le habían entregado como alcances delservicio.

SaludóaDolorescomounabuenahermana.¡Quédemonio!Delopasadonohabíaqueacordarse.Éltambiénhabíahechodelassuyasensusviajes.Yno se preocupó gran cosa de ella ni del Retor, atento a gozar el aura de

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popularidadqueleproporcionabasuregreso.

Noches enteras pasaba la gente al fresco, sentada en sillas bajas o en elsuelo, frente a la puerta de la antigua casa de Paella, donde ahora vivía elRetor,oyendoconarrobamientoalmarineroladescripcióndeextrañospaíses,enlacualintercalabagraciosasmentirasparamayorasombrodelospapanatasqueleadmiraban.

Comparadoconlospescadoresrudosyembrutecidosporeltrabajo,oconsus antiguos compañeros en la descarga, Tonet aparecía ante lasmuchachasdelCabañalcomounaristócrata,consupalidezmorena,elbigotilloerizado,lasmanoslimpiasycuidadasylacabezaaceitosaybienpeinada,conlarayaenmedioydospuntitaspegadasalafrenteasomandobajolagorradeseda.

LasiñáTonaestabasatisfechadesuhijo.Reconocíaqueeratanpillocomoantes,pero sabíavivirmejor,ybien seconocíaque lehabíaaprovechado laduraexistenciadelbarco.Eraelmismo;perolarudadisciplinamilitarhabíapulido su exterior de burdas asperezas: si bebía no se emborrachaba; seguíaechándola de guapo, aunque sin llegar a ser pendenciero, y ya no buscabarealizarsuscaprichosdeaturdido,sinosatisfacersusegoísmosdevividor.

Por esto acogió benévolamente todas las proposiciones de su madre.¿Casarse con Rosario? Conforme; era una buena chica; además, tenía uncapitalitoquepodíahacermuchoenmanosdeunhombre inteligente,yestoeraloqueéldeseaba.

Un hombre, después de servir en la marina real, no podía dignamentecargarsesacosenelmuelle.Todoantesqueeso.

Y con gran alegría de la siñáTona, se casó conRosario. Todo iba bien.¡Quéhermosapareja!Ella, pequeñita, tímida, sumisa, creyendo en él á ojoscerrados; Tonet, soberbio en su fortuna, tieso, como si bajo la camisa defranela llevase una coraza hecha con los miles de duros de su mujer;dispensandoprotecciónatodosydándoselavidadeunprohombre,enelcafétardeynoche,fumandolapipayluciendoaltasbotasimpermeablesenlosdíasdelluvia.

Doloresleveíasinmostrarlamenoremoción.Únicamenteensusojosdesoberana brillaban puntos de oro, chispas delatoras del ardor demisteriososdeseos.

Pasóunañode felicidad.Eldinero, amasadoochavosobreochavoen lamísera tiendecita donde nació Rosario, escapábase locamente por entre losdedosdeTonet;perollegóelmomentodeverleelfondoalsaco,comodecíalataberneradelaplayaalreprenderlasprodigalidadesdesuhijo.

Comenzaron los apuros, y con ellos la discordia, el llanto y hasta las

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palizasencasadeTonet.Ellaseagarróalacestadelpescado,comolohacíantodas las vecinas. De su fama de rica descendió a la vida embrutecedora yfatigosadepescaderadelasmáspobres.Levantábasepocodespuésdemedianoche; esperaba en la playa con los pies en los charcos y el cuerpo malcubierto por el viejo mantón, que muchas veces ondeaba con el viento detempestad;ibaapieaValencia,abrumadaporelpesodelasbanastas;volvíaporlatardeasucasadesfallecidaporelhambreyelcansancio,peroseteníapor feliz si podía mantener al señor en su antiguo boato y evitarle todahumillaciónquesetradujeraenmaldicionesyalborotos.

ParaqueTonetpasaselanocheenelcafé,enlatertuliademaquinistasdevapor y patrones de barca, ahogaba muchas mañanas en la Pescadería suhambre rabiosa, excitada ante los humeantes chocolates y las chuletasentrepanadasqueveíasobrelasmesasdesuscompañeras.

Loimportanteeraquenadafaltasealídolo,prontosiempreaenfadarseyámaldecirlaperrasuertedesucasamiento,yalapobremujercita,cadavezmásflacayderrotada,leparecíaninsignificantestodassusmiserias,siemprequealseñornolefaltaselapesetaparaelcaféyeldominó,lacomidaabundanteylascamisetasdefranelabienvistosasparaseguirsosteniendolaantiguafama.Algocarolecostaba;ellaenvejecíaantesdelostreintaaños,peropodíalucircomopropiedadexclusivaelmejormozodelCabañal.

ElinfortuniolesaproximabaalRetor,alotromatrimonioquesubíaysubíaporelcaminodelaprosperidad,mientrasellosrodabancabezaabajo.

Los hermanos deben ayudarse en losmalos trances; nadamás natural, ypor estoRosario, aunquea regañadientes, iba a casadeDoloresy consentíaqueTonetreanudaseunaamistadíntimaconsucuñada.Estolaatormentaba,peronohabíaquereñir:sedisgustabaelRetor,yéleraelquemuchassemanasmantenía almatrimonio cuando no había pescado para vender o el vago degentil aspecto no lograba ganarse algún duro interviniendo en los pequeñosnegociospropiosdelospuertosdemar.

Perollegóelmomentoenquelasdosmujeres,queseodiaban,cansáronsedefingir.

Despuésdecuatroañosdematrimonio,Dolores resultóencinta.ElRetorsonreíacomounbenditoaldaratodoelmundolafaustanoticia,ylasvecinasalegrábanse también, pero de unmodomaligno.Era pura sospecha, pero secomentabalacoincidenciadeaquelembarazotardíoconlaépocaenqueTonetmostrómayorapegoalacasadesuhermano,pasandoenellamástiempoqueenelcafé.

Las dos cuñadas riñeron con toda la franqueza salvaje de sus caracteres;entreellasmarcóseeternadivisión,yenadelantesólovisitóTonetlacasadel

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Retor, lo que indignaba a Rosario, haciendo que las riñas conyugalesterminasensiempreconbárbaraspalizas.

Ydeestemodotranscurrióeltiempo.Rosario,afirmandoqueelchiquillode Dolores tenía la misma cara de Tonet; éste siempre a remolque de suhermanomayor,quesentíaporélladebilidaddeotrostiempos,yapesardesuespíritueconómicosedejabasaquearporaquelvago;ylahermosahijadeltíoPaella burlábase de su cuñada la tísica, la pava, gozándose en insultar supobreza, su vida trabajosa, y haciendo alarde del poderío que tenía sobreTonet,elcual,comoenotrostiempos,ibatrasella,dominadoysumisocomounperro.

Un hálito de perpetua guerra, de burlona insolencia, parecía ir desde laantiguacasadeltíoPaella,restauradayembellecida,alabarracamiserabledetechodesvencijadodondeRosariosehabíarefugiadoempujadaporlamiseria.Las buenas vecinas, con la más santa de las intenciones, se encargaban decircularlasinsolenciaseinsultos,llevandoytrayendorecados.

Cuando Rosario, roja de indignación y con los ojos llorosos, necesitabadesahogo y consuelo, iba a la playa, a la barcaza-taberna, que adquiría uncolor sombrío y parecía envejecer como su dueña. Allí la oíansilenciosamente,moviendo su cabeza, con expresióndedesconsuelo, la siñáTonayRoseta,lascuales,apesardesuíntimoparentesco,vivíanconhurañahostilidad,nocoincidiendomásqueensudespreciativoodioa loshombres.Labarcaquelesservíademadrigueraeracomounobservatorio,desdeelquecontemplabanloqueocurríaentrelasdosfamilias.

¡Loshombres! ¡Vayaunagentuza!LasiñáTona loafirmaba,mirandodesoslayo el retratodel carabinero, queparecíapresidir la taberna.Todos eranunosgranujas,quenovalíannielcordelparaahorcarlos.YRoseta,consusojazosverdemar,límpidosyserenosdevirgenquetodolosabeyestácuradadeespanto,murmurabaconexpresiónsoñadora:

—Yelquenoesgranuja,escomelRetor:unbestia.

IV

Aunque el día era de invierno, picaba tanto el sol, que elRetor yTonetestabanenlaplaya,agazapadosalasombradeunlaúdviejoencalladoenlaarena.Tiempolesquedabadetostarsecuandosaliesenalmar.

Losdoshablabanlentamente,comoadormecidosporelbrilloyelcalordela playa. ¡Vaya un día hermoso! Parecíales imposible que estuviesen envísperas de Semana Santa, época de los aguaceros y de los repentinos

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temporales.

El cielo, inundado de luz, tenía un tinte blanquecino; como copos deespumacaídosalazar,bogabanporélalgunosjironesdevaporplateado,ydela arena caldeada salía un vaho húmedo que envolvía los objetos lejanos,haciendotemblarsuscontornos.

La playa estaba en reposo. La casa dels bòus, donde rumiaban en susestabloslosenormesbueyesparaelarrastredelasbarcas,alzabasucuadradamoleconrojizotejadoyazulescuadrantesensusparedessobrelaslargasfilasdebarcaspuestasenseco,queformabanenlaorillaunaciudadnómadaconcalles y encrucijadas; algo semejante a un campamento griego de la edadheroica,dondelasbirremespuestasensecoservíandetrincheras.

Losmástileslatinos,inclinadosgraciosamentehacialaproaconsuspuntasgruesas y romas, formaban un bosque de lanzas; entrecruzábanse lasembreadascuerdas,comolianasy trepadorasdeaquellaselvadepalos;bajolasgruesasvelascaídasenlascubiertas,rebullíatodaunapoblaciónanfibia,alairelasrojizaspiernas,conlagorracaladahastalasorejas,repasandolasredeso atizando el fogón, en el que burbujeaba el suculento caldo de pescado, ysobrelaardientearenadescansabanlasventrudasquillaspintadasdeblancooazul, comopanzasdemonstruosmarinos tendidosvoluptuosamentebajo lascariciasdelsol.

Reinabaenestapoblación improvisada, talvezdeshechaa lanocheparaesparcirseporlainmensidaddelafajaazulquecerrabaelhorizonte,elordenylasimetríadeunaciudadmodernatiradaácordel.

En primera fila, junto a las olas que se adelgazaban como láminas decristal sobre los arabescos de arena, estaban las barcas pequeñas, las quepescanalvolantí,pequeñosyairososesquifes,queparecíanlavistosapolladade las grandes barcas alineadas detrás, parejas del bòu con idéntica altura eigualescolores.

Enlaúltimafilaestabanlosveteranosdelaplaya,losbarcosviejos,conelvientre abierto,mostrando por los negros rasguños las carcomidas costillas,con el mismo aire de tristeza de los caballos de plaza de toros, como sipensasenenlaingratitudhumana,queabandonaalavejez.

Ondeaban izadas en los mástiles las redes rojizas puestas a secar, lascamisetas de franela, los calzones de bayeta amarilla, y por encima de estevistosoempavesadopasabanlasgaviotastrazandocírculos,comosiestuvieranborrachasde sol,hastaquesedejabancaerporun instanteenelmarazulytranquilo, agitado por leves estremecimientos é hirviente con burbujasluminosasbajoelcalordelmediodía.

El Retor hablaba del tiempo, paseando sus ojos amarillentos de buey

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mansosobreelmarylacosta.

Seguíaconlavistalaspuntiagudasvelasquecorríanporlalíneaverdosadelhorizontecomoalasdepalomasquebebíanallálejos,ydespuésmirabalacosta, que se encorvaba formando golfo, con su orla de masas verdes yblancoscaseríos:lascolinasdelPuig,enormestumefaccionesdelaplayabajaqueinvadíaelmarensusratosdecólera;elcastillodeSagunto,enroscandosusondeadosbaluartessobrelalargamontañadeunsuavecolordecaramelo,y desde allí, tierra adentro y cerrando el horizonte, la dentellada cordillera,oleajederojogranitoque,consuscrestasinmóviles,parecíalamerelcielo.

Yaestabanenelbuentiempo.ElRetoreraquienloafirmaba,ysabidoeraenelCabañalqueenestascuestioneshabíaheredadoelaciertodesupatrón,eltíoBorrasca.Aunquedabanparalapróximasemanaalgunastormentas,peroseríanpocacosa:habíaquedargraciasaDiosporqueelmaltiempoacababapronto,yloshombreshonradospodríanganarseelpansinmiedo.

Y hablaba con lentitud, mascando la negra tagarnina de contrabando ysumiéndose en el majestuoso silencio de la playa. Algunas veces, sobre ellentosusurrodelaguatranquila,destacábaselavozlejanadeunamuchacha,como si saliera de bajo de la tierra, entonando una canción de monótonacadencia;sonabalentamenteel¡oh...oh,isa!deunoscuantosmuchachosquetirabandeunpesadomástilalcompásdelasoñolientaexclamación;gritabancomo pájaros desde las cubiertas de las barcas las mujeres desgreñadas,llamandoacomera losgatos,queestabanen losestabloscontemplando losbueyes;sonabanlospesadosmazosdeloscalafatesconincesanteregularidad,y todos los ruidos absorbíanse en la calma majestuosa del ambienteimpregnadodeluz,queenvolvíasonidosyobjetosenunavaguedadfantástica.

Tonetmirabaasuhermanoconexpresión interrogante,esperandoquesucalmacachazudaacabasedeformulartodoelplan.

PorfinhablóelRetor.Enunapalabra:queestabayacansadodeganareldinero lentamente,yqueríadarungolpecomo lohabíanhechootros.Enelmarestáelpanparatodos;sóloqueunoslocogennegroyacostademuchossudores, mientras que otros lo pillan del más sabroso si tienen pecho paraexponerse.¿LeentendíaTonet?

Y sin esperar contestación púsose en pie y fue hasta la proa de la viejabarcaparaversialguienescuchabaalotrolado.

Nadie. La playa estaba desierta. No se veía una sola persona en laextensión de arena donde en verano se plantan las barraquetes para losbañistas de Valencia. Á lo último veíase el puerto erizado de mástiles conbanderas, vergas entrecruzadas, chimeneas encarnadas y negras y grúas queparecíanhorcas.AvanzabamaradentrolaescolleradeLevantecomounmuro

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ciclópeoderojosbloquesaglomeradosalazarporunatrepidacióndelterreno;amontonábanse en el fondo los edificios del Grao, las grandes casas dondeestánlosalmacenes,losconsignatarios,losagentesdeembarque,lagentededinero,laaristocraciadelpuerto,ydespués,comounalargacoladetejados,lavistaencontraba tendidosen línea rectaelCabañal,elCañamelar,elCapdeFransa,unamasaprolongadadeconstruccionesdemilcolores,quedecrecíanconforme se alejaban del puerto; al principio fincas con muchos pisos yesbeltas torrecillas, y en el lejano extremo, lindante con la vega, blancasbarracasconlacaperuzadepajatorcidaporlosvendavales.

Notemiendoespionajes,elRetorvolvióasentarsealladodesuhermano.

Su mujer le había metido el proyecto en la cabeza, y él, después depensarlomucho,habíaacabadoporcreerloaceptable.Setratabadeunviajeala còstad’afòra, aArgel; comoquiendice a lapareddeenfrentede aquellacasa azul y mudable que tantas veces recorrían como pescadores. Nada depescado,quenosedejacogersiemprequeelhombrequiere;buenosfardosdecontrabando; la barca llena hasta los topes de alguilla y Flor de Mayo...¡Rediel!eseeraelnegocio;milveceslohabíahechosupobrepadre.¿Quéleparecía?

YelhonradoteRetor,incapazdefaltaraloqueleprevinieseelalguacildelpueblooelcabodemar, reíasecomounbenditoalpensarenaquelalijodetabacoquehacíatiempoledanzabaenlacabeza,yleparecíaveryasobrelaarenalosfardosdelonaembreada.Comobuenhijodelacosta,recordandolashazañas de susmayores, consideraba el contrabando como la profesiónmásnaturalyhonradaparaunhombreaburridodelapesca.

Á Tonet le parecía bien. Ya había hecho él dos viajes de tal clase,enganchándose como simple marinero, y ahora que faltaba trabajo en elmuelleyeltíoMarianonoacababadesacarleaquelempleotancodiciadoenlasobrasdelpuerto,noteníainconvenienteenseguirasuhermano.

Este redondeaba el plan. Tenía lo más importante: barca propia, laGarbosa.YcomoTonet lanzaseunaexclamacióndeasombro,elRetorentróen detalles. Ya sabía él que la tal barca estaba casi despanzurrada, con loscostillares poco unidos y la cubierta combada hacia abajo; una ruina que alsaltar sobre las olas, sonaba como una guitarra vieja; pero no le habíanengañado: treinta duros dio por ella; compró la leña y nadamás; pero aunsobrabaparahombresqueconocíanelmaryerancapacesdeatravesarloenunzapato.

Además—yguiñabaunojoconsumaliciademuchachogrande—,conunabarca así se tenía la ventaja de perder poco si el guardacostas les echaba lazarpa.

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Yconesteargumento,deunasencillezsublime,convencíaseelRetordelaconvenienciadetaltemeridad,sinocurrírseleniremotamentequeexponíasuvida.

Con su hermano y dos hombres de confianza quedaba formada latripulación.Ahora sólo necesitaba hablarle al tíoMariano, que tenía buenosconocimientosenArgel,delaépocaenquehacíaelnegocio.

Ycomohombredecididoquetemearrepentirsesiesperamucho,quisoirinmediatamenteenbuscadeaquelpersonajepoderoso,queleshonrabasiendosutío.

Á taleshorasdebía estar fumando supipaenel cafédeCarabina,y alláfueronlosdoshermanos.

Alpasarpor cercade la casadelsbòusmiraron labarcaza-taberna, cadavez más negra y abandonada, y saludaron con un ¡adiós, mare! el rostrolustroso y de colgantes carrillos que, encuadrado por un pañuelo blancosemejante a toca monjil, asomaba por la boca de cueva abierta sobre elmostrador.

Algunas ovejas sucias y flacas rumiaban la hierbecilla de las marismasinmediatasalapoblación;cantabanlasranasenloscharcosconfundiendosumonótono rac-rac con la susurrante calma de la playa, y sobre las redes decolordevino,festoneadasdecorchoytendidassobrelaarena,picoteabanlosgallos,queirisabansusluminosasplumasdespidiendoreflejosmetálicos.

A laorillade laacequiadelGas, lasmujeres,encuclillas,moviendosusinquietasposaderas, lavabanlaropaofregabanlosplatosenunaguainfectaque discurría sobre fango negruzco cargado de mortales emanaciones. Loscalafatesagitábansemazoenmanoentornodeunesqueletodemaderanueva,queparecíadelejoslaosamentadeunmonstruoprehistórico,yloscordeleros,arrolladasalbustolasmadejasdecáñamo,andabandeespaldasporlariberadelaacequia,formandoentresuságilesdedoselhiloqueseprolongabasujetoalincansabletorno.

LlegaronalCabañal,albarriollamadodelasBarracas,dondesealbergabalagentepobresometidaporlamiseriaalaservidumbredelmar.

Las calles aparecían tan rectas y regulares como desiguales eran losedificios; las aceras de ladrillos rojos se escalonaban a capricho, según laaltura de las puertas; y en el arroyo fangoso, negruzco, con profundascarrilerasycharcosdelalluviadesemanasantes,doshilerasdeolivosenanosgolpeaban con las empolvadas ramas a los transeúntes, y veían unidos susnudosos troncos por cuerdas en que se secaban las ropas, ondeando comobanderasconlafrescabrisadelmar.

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Las barracas blancas aparecían entre casas modernas de pisos altos,pintadasalbarnizcualbarcosnuevosconlafachadadedoscolores,comosisusdueñosnopudieransustraerseentierraalrecuerdodelalíneadeflotación.Sobrealgunaspuertashabíaadornosdetallasemejantesalosmascaronesdeproa,yentodalaedificaciónsenotabaelrecuerdodelaantiguavidadelmar,una amalgama de colores y de perfiles que daba a las casas el aspecto debuquesenseco.

Ante algunas puertas y subiendo hasta la altura del tejado, estabanplantados fuertes mástiles con garrucha, como signo de que allí vivían losdueñosdelasparejasdelbòu.Enloaltodelmástilsesecabanlosartefactosdepescamás delicados, ondeando con lamajestad de un pabellón consular. ElRetormiraba estos palitroques con cierta envidia. ¿Cuándo querría el SantoCristodelGraoqueéllepudieseplantarasuDoloresunpaloasífrentealapuerta?

PasaronlaacequiadelGas,entrandoenelCabañal,dondeveranealagentedeValencia.Lasalqueríasbajas,depanzudasrejasverdes,estabancerradasysilenciosas; las anchas aceras repercutían los pasos con la sonoridad de unapoblaciónabandonada;loscopudosplátanoslanguidecíanenlasoledad,comosiechasendemenoslasalegresnochesdelestíoconsusrisas,suscorreteosysu incesante sonar de alegres pianos. Sólo se veía de vez en cuando algúnvecinodelpueblo,queconlagorrapuntiaguda,lasmanosenlosbolsillosylapipaenlaboca,marchabaperezosamentehacialoscafés,únicoslugaresqueconservabananimaciónyvida.

El de Carabina estaba lleno. Bajo el toldo de la puerta veíase unaaglomeracióndechaquetasazules,rostrosbronceadosygorrasdesedanegra;chocaban con sordo tableteo las fichas del dominó, y a pesar del aire libre,percibíaseunfuerteolordeginebraytabacopicante.

Bien conocía Tonet aquel sitio, donde había triunfado como hombregenerosoenlaprimeraépocadesumatrimonio.AllíestabaeltíoMarianosoloensumesa,aguardando,sinduda, la llegadadelalcaldeyotrosdesuclase,mientras fumaba la enorme pipa, oyendo con desdeñosa superioridad al tíoGòri,unviejocarpinteroderiberaqueduranteveinteañosibaalcafétodaslastardesadeletrearelperiódicodesdeeltítuloalaplanadeanunciosanteunoscuantospescadoresqueenlosdíasdeholganzaleoíanhastaelanochecer.

—«Seabre...lasisión.ElsiñorSegastapidelapalabra.»

Yseinterrumpíaparadeciralqueestabamáscerca:

—¿Veus?¡EsteSegastaesunpillo!

Ysinmásaclaracionesafirmábaselasgafasyvolvíaadeletrearpordebajodelblancoychamuscadobigote:

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—«Siñores:contestandoaloqueayerdijo...»

Peroantesdellegaraquiéneraelquedijo,dejabaelperiódicoparamirarconsuperioridadasuembobadoauditorio,afirmandoconenergía:

—¡Esteesunembustero!

ElRetor,quehabíapasadotardesenterasadmirandolasabiduríadeaquelhombre,nosefijóenél,atentoysumisoparasutío,quesedignóquitarselapipa de los labios para saludarles con un ¡hola, chiquets! permitiéndolessentarseenlassillasquereservabaasusilustresamigos.

Tonetvolvió laespaldaparamirara los jugadoresde lamesa inmediata,que manejaban con entusiasmo los pedazos de hueso con puntos negros, yalgunas veces sondeó con sus ojos el interior del café, lleno de humo,buscandotraselmostrador,bajoloscromosmarítimos,alahijadeCarabina,alicienteprincipaldelestablecimiento.

El señor Mariano el Callao (aunque todos se guardaban de darle en supresencia tal apodo) estaba ya cerca de los sesenta, a pesar de lo cual semanteníafuerteybienplantado,cobrizo,conlascórneasdecolordetabaco,elmostachogriserizadocomoeldeungatocanoyentodasupersonaelairedepetulanciadelnecioquehahechocuatrocuartos.

Llamábanle el Callao porque cada día hablaba una docena de veces deaquella jornadagloriosa, a laquehabía asistidode joven comomarinerodeprimera a bordo de laNumancia.Mentaba a cada paso aMéndezNúñez, aquien llamaba siempre don Casto, como si hubiera sido gran amigote delhéroe,ylosoyentesseentusiasmabancuandosedignabarelatarloocurridoenelPacífico, imitandoelestrépitode lasandanadasdelgloriosonavío: ¡Bum!¡brurrrum!

Fueradeesto,eraunpájarodecuenta.Habíahechoelcontrabandoenlafeliz época en que todos eran ciegos, desde la comandancia al últimocarabinero;todavía,sisepresentabaocasión,entrabaalaparteenalgúnalijo;suprincipalindustriaerahacerobrasdecaridad,prestandoalospescadoresysus mujeres al cincuenta por ciento mensual, lo que le valía la adhesiónforzosadeunrebañomiserableque,despuésdedespojado,hacíacuantoéllemandabaenlasluchaspolíticasdelpueblo.

Sus sobrinos le veían con admiración tratarse de tú por tú con todos losalcaldes, y hasta algunas veces, vestido con lamejor ropa, ir aValencia encomisióndeprohombresparahablarconelgobernador.

Avaro y cruel, sabía dar a tiempo una peseta; se familiarizaba con lospescadores,ysussobrinos,quenoledebíanmásquelaesperanzadeheredaralgoeldíaenquemuriese,teníanleporelhombremásrespetableybondadoso

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detodalapoblación,apesardequemuycontadasveceshabíanentradoensuhermosacasadelacalledelaReina,dondevivíasinotrasociedadqueladeunacriadamadura,debuenascarnes,queletuteabaysepermitía,aldecirdela gente, una intimidad tan peligrosa como era saber dónde guardabaencerradosugatoelseñorMariano.

Oía éste a su sobrino con los ojos entornados y el entrecejo unido,¡Hombre... hombre!No eramalo el propósito.Así le gustaba a él la gente,trabajadorayatrevida.

Y aprovechando la ocasión para halagar su propia vanidad de ignoranteenriquecido,comenzóahablarde su juventud,cuandoacababade llegardelservicio del rey sin un cuarto, y para librarse de ser pescador como susabuelos, habíase lanzado camino de Gibraltar y de Argel para favorecer alcomercioyquelasgentesnofumasenlaporqueríadelestanco.

GraciasasusagallasyaDios,quenolehabíaabandonado,teníaconquépasarbien lavejez.Peroaquellos tiemposeranotros, lagente iba rectaa sunegocio; mientras que ahora los guardacostas estaban mandados poroficialetesreciénsalidosdelaescuadradeinstrucción,conmuchoshumosyun palmo de orejas para escuchar las delaciones de losmoscas, y no habíaquienparaselamanopararecibirunadocenadeonzasacambiodeserciegoporunahora.

Elmes pasado habían cogido cerca del cabo deOropesa tres barcas queveníandeMarsellaconcargamentodetelas;habíaqueirconcuidado;lagenteestaba pervertida... abundaban los músicos de oreja... ¿Pero estaba éldecidido? pues adelante; no sería su tío quien le quitase la idea, tantomáscuanto que le gustaba ver que los de la familia se cansaban de ser unospiojososydeseabanhacercarrera.Mejor lehubiera idoa supadre,elpobrePascual,siguiendoenelnegocioynovolviendoapescar.

¿Quénecesitabadeél?Podíahablarsincuidado.Allí teníaunpadreparaayudarle. Si fuese para la pesca ni un céntimo; le repugnaba aquelexcomulgadooficio,enelqueloshombressematabanparamalcomer;perosiendo para lo otro, todo lo que quisiera. No podía remediarlo; le tiraba laaficiónalfardoprohibido.

Y como el Retor expusiera tímidamente sus pretensiones, balbuceando,comosicreyerapedirdemasiado,eltíoleatajóconresolución.

Yaqueteníabarca, lodemáscorríadesucuenta.EscribiríaasusamigosdelentrepôtdeArgel,ledaríanunbuencargamentoponiéndoloasucuenta,ysieralistoyllegabaaecharloentierra,leayudaríaavenderlo.

—Grasies,tío—murmurabaelRetorsaltándoselelaslágrimas—.¡Québòesvosté!...

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Bueno; menos palabras. Para eso estaba él en la familia. Además, seacordabamuchodelpobretíoPascual.¡Lástimadehombre!¡Unmarinerodetantas agallas!... ¡Ah! y a propósito. De las ganancias del alijo le daría eltreintaporciento,ylodemásparaél.Porqueyaerasabido.Lafamiliaera...lafamilia, y los negocios... los negocios. Y el Retor, todavía conmovido,aprobabaestaelocuenciaconvincenteconsendascabezadas.

Quedaronen silencio.Tonet seguíade espaldasmirandoa los jugadores,indiferente para aquella conversación que los dos hombres sostenían con lavistafijaysinmenearapenasloslabios.

¿Ycuándoibaaserelviaje?¿Enseguida?Lopreguntabaparaescribiralosdelentrepôt.

PeroelRetornopodíasalirhastaelsábadodeGloria.Bienqueríaélquefueseantes,perolaobligaciónesloprimero,yelviernesteníaquesalirconsuhermanoenlaprocesióndelEntierroalfrentedelacôlladelosjudíos.Noasíse abandona un puesto que venía ocupando la familia hacía no sé cuántosaños,congranenvidiademuchasgentes.Eltrajedesayóneradesupadre.

EltíoMariano,aquienseteníaenelpuebloporincrédulo,porquejamásdabaaganaralcuraunapeseta,movíalacabezacongraveexpresión.Hacíabiensusobrino:para todohay tiempo.ElRetorysuhermanopusiéronseenpie al ver que se aproximaban los amigos del tío. Quedaban en que élayudaría. Ya se avistaría de nuevo con su sobrino para ultimar el asunto.¿Queríantomaralgo?...¿Nohabíancomidoaún?

—Bueno;puesádinaryhastalavista,chiquets.

Los dos hermanos se alejaron con paso lento por la desierta acera,volviendoalbarriodelasBarracas.

—¿Quét’haditeltío?—preguntóTonetconindiferencia.

Pero al ver que su hermanomovía la cabeza afirmativamente, se alegró.¿Demodo que el viaje era cosa hecha?Muy bien.Á ver si su hermano sehacíaricoyaéllealcanzabaalgoparapasarbienelverano.

ElbondadosoRetorseconmovióantelosbuenosdeseosdesuhermanoyalegreporlaconferenciaconeltío,sentíadeseosdeabrazaraTonet.

Aqueldiablodemuchachoteníabuencorazón.HabíaquereconocerquelequeríamuchoaélytambiénasuDoloresyáPascualet.

Lástima que sus dosmujeres se llevasen tanmal y hubiesen dado aquelescándaloen laPescadería,delcualsólovagasnoticiashabían llegadohastaél.

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V

TronabaenlascallesdelCabañal,apesardequeeldíaamaneciósereno.

Lagenteechábasedelacamaaturdidaporelruidosordoeincesante,igualal tableteode lejanos truenos.Lasbuenasvecinas,desgreñadas,con losojosturbiosyligerasderopas,salíanalaspuertasparaveralaazuladaluzdelalbacómo pasaban los fieros judíos, autores de tanto estrépito, golpeando losparchesdesusdestempladosyfúnebresatabales.

Los más grotescos figurones asomaban en las esquinas, como si,barajándoseelalmanaque,CarnavalhubiesecaídoenViernesSanto.

La chavalería del pueblo echábase á la calle disfrazada con los extrañostrajesdeunamascaradatradicional,quenootracosaresultabalaprocesióndelEncuentro.

Veíase á lo lejos, comopelotón de negras cucarachas, los encapuchados,lasvestas,conlaagudayenormecaperuzadeastrólogoojuezinquisitorial,elantifaz de paño arrollado sobre la frente, una larga varilla de ébano en lamano,ycaídasobreelbrazolalargacoladelfúnebreropón.Algunos,comosuprema coquetería, llevaban enaguas de deslumbrante blancura, rizadas yencañonadas, y asomando por bajo de ellas los recogidos pantalones y lasbotas con elásticos, dentro de las cuales el enorme pie, acostumbrado aensancharseconlibertadsobrelaarena,sufríaindeciblesangustias.

Pasaban después los judíos, fierosmamarrachos que parecían arrancadosdeunescenariohumildedondeserepresentasendramasdelaEdadMediaconroperíapobreyconvencional.Erasuindumentarialaqueelvulgoconoceconel nombre vago y acomodaticio de traje de guerrero; tonelete cuajado delentejuelas,bordadosyfranjas,comolatúnicadeunapache;cascorematadoporunescandalosopenachoderabodegalloylosmiembrosceñidosporuntejidogruesodealgodónquemodestamenteimitabalamalladeacero.Ycomocolmo de la caricatura y el despropósito, con las fúnebres vestas y losimponentes judíos, pasaban los granaderosde laVirgen, buenosmozos, conenormesmitrassemejantesalasgorrasdelossoldadosdelgranFedericoyununiforme negro adornado con galones de plata que parecían arrancados dealgúnataúd.

Eracasodereírantetanextrañascataduras;peroaverquiéneraelguapoque se atrevía a ello ante el fervor profesional que se notaba en todos losrostrosatezadosygraves.Además,no tan impunementepuedeunoreírsedelos cuerpos armados; y judíos y granaderos, para la custodia de Jesúscrucificado o de su madre, llevaban desenvainadas todas las armas blancas

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conocidasdelaedadprimitivaalpresente;desdeelenormesabledecaballeríahastaelespadíndemúsicomayor.

Corrían trasellos losmuchachos, embobadospor losvistososuniformes;madres, hermanas y amigas admirábanles desde las puertas, lanzando un¡Reinaysiñora,quéguaposvan!ylamascaradapiadosaservíapararecordaralahumanidadolvidadizaypecaminosaqueantesdeunahoraJesúsysumadreibanaencontrarseenmitaddelacalledeSanAntonio,casialapuertadelatabernadeltíoChulla.

Conformeavanzabaeldíaylaluzazuladadelamanecertomabalostintesrosados y calientes de la mañana, aumentaba en las calles el ronquidoestrepitosode los tambores,el toquedecornetasy lasmarcialesmarchasdelasmúsicas,comosiunejércitoinvadieseelCabañal.

Las còllas se habían reunido, y en filas de á cuatro marchaban tiesos,solemnesyadmiradoscomovencedores.Ibanalacasadesuscapitanespararecoger las banderas que ondeaban en el tejado, fúnebres estandartes deterciopelo negro que ostentaban bordados los horripilantes atributos de laPasión.

ElRetoreraporherenciacapitándelosjudíos,ytodavíadenochesaltódela camapara embutirse en el hermoso traje guardado en el arcóndurante elrestodelañoyconsideradoportodalafamiliacomoeltesorodelacasa.

¡Válgale Dios y qué angustias pasaba el pobre Retor, cada año másrechonchoyfornido,paraembutirseenlaapretadamalladealgodón!

Sumujer, en ropasmenores, al aire la exuberantepechuga, zarandeábaletirandodeunlado,apretandoporotro,paraajustardentrodelmallónlascortaspiernasyelvientredesuRetor,mientrasquePascualet,sentadoenlacama,mirabaconasombroasupadre,comosinolereconocieraconaquelcascodeindiobravoerizadodeplumajesyelterriblesabledecaballeríaquealmenormovimientochocabacontralosmueblesyrincones,produciendounestrépitodemildiablos.

Por fin terminó el penoso tocado.Algomal estaba, pero ya era hora deacabar. Las ropas interiores, arrolladas por la opresión de la malla,apelotonábanse, y las piernas del judío parecían plagadas de tumores;apretábaleelvientreelmalditocalzónhastahacerlepalidecer; lacelada,porexceso de engrase, le caía sobre el rostro, lastimándole la nariz; pero ¡ladignidadantetodo!ytirandodelsabloteéimitandoconvozsonoraelredobledel tambor,púsoseádarmajestuosaszancadaspor lahabitación,comosisuhijofueseunpríncipeaquienhacíaguardia.

Doloreslemirabaconsusojosdoradosymisteriososirdeunladoaotrocomo un oso enjaulado. Tentábanla á la risa las piernas tortuosas; pero no;

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mejor estaba vestido así que cuando volvía a casa por la noche con el trajealquitranadoyelairedeunabestiaabrumadaporelcansancio.

Ya llegaban; oíase la música de los judíos que venían por su bandera.Dolores se vistió apresuradamente,mientras el capitán salía a la frontera desusdominiosarecibirelejército.

Sonaban acompasados los tambores, y el vistoso escuadrón agitaba lospies, el cuerpo y la cabeza con rítmico contoneo, sin moverse del sitio,mientrasTonetydosmás,congravedadimperturbable,subíanalbalcónporelestandarte.

Dolores vio a su cuñado en la escalera, y fue en ella instantáneo,fulminante el instinto de comparación. Parecía todo unmilitar, un general...algoqueseseparabadelarudezagrotescadelosotros.No;Tonetnoteníalaspiernas tortuosas y tumefactas, sino esbeltas, ajustadas, elegantes, comoaquellosseñorestansimpáticosllamadosdonJuanTenorio,elreydonPedrooEnrique Lagardere, que tanto la habían conmovido recitando quintillas odandoestocadasenlaescenadelteatrodelaMarina.

Ya iban todas las còllas camino de la iglesia, con la música al frente,ondeantelanegrabanderayofreciendodesdelejoselaspectodeuntropeldebrillantesinsectosarrastrándoseconincesantecontoneo.

Comenzabalaceremoniadelencuentro.Marchabanpordistintascallesdosprocesiones;enlaunalaVirgen,dolorosayafligida,escoltadaporsuguardiadesepulcralesgranaderos,yenlaotraJesús,desmelenadoysudoroso,conlatúnicamoradahuecaycargadadeoro,abrumadobajoelpesodelacruz,caídosobre los peñascos de corcho pintado que cubrían la peana, sudando sangreportodoslosporos;yentornodeél,paraquenoseescapara,losinhumanosjudíosque,paramayorcarácter,poníanungestoferozdepocosamigos,ylasvestas, con el capuchón calado y la cola arrastrando sobre los charcos, tantétricas,tansombrías,queloschicuelosrompíanallorar,refugiándoseenloszagalejosdelamadre.

Y los sordos parches siempre tronando, las trompetas lanzando sonidosdesgarradores,lamentosprolongadosdeternerilloenelmatadero;yenmediode la chusma armada y feroz, niñas talluditas con los carrillos cargados decolorete,vestidasdeodaliscasdeóperacómica,conuncantarilloalbrazoparademostrarqueeranlabíblicaSamaritana,enlasorejasyelpechoelbrillanteaderezotomadoapréstamoporsusmadresyalaire lasrobustaspantorrillasconpolonesasymediasrayadas.

Peroestospequeñosdetallesnoabríanpasoalaimpiedad.

—¡Siñor!...¡AySiñor,Deumeu!—murmurabanconacentoangustiadolasviejaspescaderas,contemplandoalensangrentadoJesúsenpoderdelapillería

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excolmugada.

Entre losespectadoresveíansecaraspálidasyojerosas,bocas sonrientes,gentealegreque,despuésdeunanochetormentosa,habíavenidodeValenciapara reír un poco; y cuando se burlaban demasiado fuerte de los grotescosfigurones, no faltaba algún soldado de Pilatos que agitaba el espadónamenazante,rugiendoconsantaindignación:

—¡Morrals!...¡Morrals!¿Veniuáburlarse?

¡ÁburlarsedeunafiestatanantiguacomoelmismoCabañal!...¡Señor!deValenciahabíandeserparaatreverseatanto.

Lagenteseagolpabaenellugardelencuentro:unaencrucijadadelacalledeSanAntonio, frente a los azulejosquemarcabanconextrañas figuras lasestaciones delCalvario.Allí se aglomeraban, empujándose por colocarse enprimera fila, las inquietas pescaderas, rudas, agresivas, envueltas en susmantonesdecuadrosyconelpañuelosobrelosojos.

Rosario estaba en un grupo de viejas, haciendo esfuerzos con codos yrodillas por mantenerse en primera fila sobre la acera, para ver en lugarpreferentelaprocesión.

LapobremujerhablabadesuTonetconentusiasmo.¿Lehabíanvisto?...Judío tanbienportadonoseencontrabaen toda laprocesión.Ya la infeliz,hablandocontantoentusiasmodesumarido,todavíaleescocíanlasbofetadascon que el brutal Tonet había acompañado al amanecer la empresa de suacicalamiento.

Sintiósobresupechoelrudoencontróndeuncuerpomacizoypoderosoque se colocaba ante ella, empujándola por conquistar su puesto. Miró y¡habríamayoratrevimiento!eraDolores,sucuñada,conPascualetdelamano,que se ahogaba en aquella aglomeración. La buena moza tenía el aire desoberanadesiempreyavanzabaeldesdeñosolabioinferioralmiraralagente.¡Ah, la arrastrada!... ¡Y cómo la respetaban ymimaban todos a pesar de suorgullo!

Las dos cuñadas, con gran desesperación de la tía Picores, seguíanmirándosehostilmente.SureconciliaciónenlahorchateríadelMercadohabíasidounatregua,yúnicamente,comomemoriadetantaspromesasdeamistad,saludábansefríamente,peroconunaexpresiónenlosojosquehacíapresentirnuevasexplosiones.

Rosario, aturdida por el ímpetu del cuerpo robusto que la empujaba, selimitóacontestaralamiradadeDoloresconungestodedesprecio.¡Lamuydesvergonzada! ¡Venir con tanto aire a tirar a las gentes del sitio en queestaban!¡Quéhumos!...¡Dejadpasoalareina!Biensesabíaquiéneracada

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una.Laspersonassineducaciónsedanaconoceralmomento.

Ylamujercilladébilypálidaibacoloreándosecomosilaembriagaransuspropias palabras. Reían sus amigas guiñando los ojos para animarla ycomenzabaagirarsobresucanosocuellolasoberbiacabezadeDoloresconlaexpresióndeunaleonaqueoyezumbarunmoscardónasusespaldas,cuandola procesión desembocó en la calle por una travesía inmediata, y unaondulacióndecuriosidadagitóalamuchedumbre.

Avanzabanenopuestadirecciónlasdosprocesiones,moderandosupaso,deteniéndose, calculando la distancia para llegar a la vez al lugar delencuentro.

Lamorada túnicade Jesúscentelleabacon losprimeros rayosde solporencimadelbosquedeplumajes,cascosyespadonesenalto,quelaluzerizabade deslumbrantes reflejos, y por el otro lado avanzaba la Virgen,contoneándose al compás del paso de sus portadores, vestida de negroterciopeloycubiertaconunagasafúnebre,altravésdelacualbrillabansobreelrostrodeceralaslágrimas,paralascualesllevabasindudaenlasinmóvilesmanosunpañuelorizadoyencañonado.

Ella era la que atraía la atención de las mujeres.Muchas lloraban. ¡Ay,reinaysoberana!Aquelencuentropartíaelalma.¡Verunamadreasuhijoental estado! Era lo mismo (aunque la comparación fuese mala) que si ellasencontraranasuschicos,tanbuenosyhonradotes,caminodelpresidio.

Ylaspescaderasseguíangimoteandoantelamadredolorosa,loquenolesimpedíafijarseensillevabaalgúnadornomásqueelañoanterior.

Llegóelinstantedelencuentro.Cesaronlostamboresensusdestempladosredobles; apagaron las trompetas sus lamentables alaridos; callaron lasfúnebres músicas; quedáronse las dos imágenes inmóviles frente a frente ysonó una vocecita quejumbrosa cantando con monótono ritmo unascancioncillas,enlasquesedescribíaloconmovedordelencuentro.

LagenteoíaembobadaaltíoGrancha,unviejovelluterquetodoslosañosveníadeValenciaacantarporentusiasmopiadosoenaquellafiesta.¡Quévoz!Sus quejidos partían el corazón, y por esto, cuando los bebedores de lainmediata taberna de Chulla reían demasiado fuerte, estallaba una protestageneralenlasilenciosamuchedumbre,ylosdevotosclamabanindignados:

—¡Calleu...recordons!

Subieronybajaronlasimágenes,loqueequivalíaparalagenteadolorososy desesperados saludos que se dirigían la madre y el hijo; y mientras severificabanestasceremoniasycantabasuscoplaseltíoGrancha,Doloresnoquitaba losojosdel judíoesbeltoyarrogantequecontrastabaconsucapitán

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patizambo.

PodíaestardeespaldasaRosario,peroéstalaveía,omásbienadivinabadónde iban sus ojos. ¿Pero han visto ustedes?Ni que se lo quisiera comer.¡Quédesvergüenza!Yesoenpresenciadesumarido;¡quéseríacuandoTonetibaasucasaconexcusadejugarconelsobrinoylaencontrabasola!

Ymientras las dos procesiones se unían volviendo juntas a la iglesia, lacelosaeinquietamujercillaseguíarugiendoamediavozamenazaseinsultossobre aquellas espaldas anchas y rollizas, soberbio pedestal de la hermosanucaerizadaderizadospelos.

Dolores sevolvió,dandouna soberbia rabotada. ¿Peroeraaellaaquiendecíatantascosas?¿Cuándoibaadejarlaenpaz?¿Nopodríamirardondeledieselagana?

Ylospuntitosdeoro,consubrillo infernal,destacábansesobrelapupiladehermosoverdemar.

Sí;paraellaibantodassuspalabras;paraella,perrarabiosa,quesecomíaloshombresconlosojos.

Dolores reía con desprecio. ¡Gracias! Que se guarde el suyo. Vaya unaprenda. Ella tenía su hombre y no podía acabárselo. Eso otras que estabanmediolocas.Piensaelladrónquetodos,etc....Ellaúnicamentesededicabaaromperleslosmorrosalasinsultadoras.

—¡Mare!,¡mare!—gritabaPascualetlloriqueando,agarrándosealasfaldasde la soberbiamoza que, palideciendo bajo su pielmorena, se arqueaba yapara acometer,mientras que las amigas deRosario agarraban a ésta por losflacosynerviososbrazos.

—¿Quéesasò?¿Semprelomateix?—bramóunvozarróncascado.

YlaenormemoledelatíaPicoresseinterpusoentrelascombatientes.

Ella lo arreglaría todo. Sabía cómo se manejaba a aquellas locas. TúDolores...ácasa.Ytú,malallengua,quenot’oixca.

Yafuerzadeempujonesyamenazaslashizoobedecer.

¡Señor,quégente!Hastaenundíasanto,enviernes,ydurantelaprocesióndel Encuentro, armaban escándalo las condenadas. ¡Señor mil veces! ¡Quéchicaslasdeahora!

Yviendolafieraviejaquetodavíaseinsultabandelejos,lasamenazóconsus manos de bruja hinchada, logrando al fin que se dejasen llevar por lasamigas.

ElescándalotrascendióalpocoratoportodoelCabañal.

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En labarracadeTonethubogran alboroto.Éste, antesdedespojarsedeltrajedejudío,diounapalizaasumujerparaquesecuraradecelos.

ElRetorhablódeellomientrasDoloreslesacabadeltormentodelamallaa fuerza de tirones y sus carnes martirizadas recobraban la saludableexpansión.

Su cuñada estaba loca: lo declaraba con lamayor lástima. Y aunque suhermano era un calavera y le dominaba el maldito aguardiente, no podíamenosdecompadecerloalverleunidoaunamujerintratablecomounpuercoespín.

Perolafamiliaeralafamilia.PorqueRosariofuesecomoera,noibaélacerrarlelaspuertasasuhermanoTonet,ymenosahora,quesi leayudabalasuerte,tendríaocasióndehacerlotodounhombre.Dolores,pálidaaúnporlarecienteemoción,aprobabatodassuspalabrasconmovimientosdecabeza.

En fin, que con tratarse poco o nada con aquella loca, todo quedabaarreglado.

Yahoraalnegocio.

Aldía siguiente, cuando las campanas comenzabanavoltear el toquedegloria,cuandosedisparabantirosenlascallesylosmuchachosaporreabanlaspuertas congarrotes, laGarbosa, aquella ruinadelmar, aparejadacomounabarca pescadora, extendía su gran vela latina, blanca, fuerte y nueva, y sealejaba de la playa del Cabañal; contoneábase pesadamente sobre las olascomounabellezaarruinadaqueocultasuvetustez,marchandoenbuscadelaúltimaconquista.

VI

Muy entrada la noche navegaba la Garbosa en aguas del cabo de SanAntonio.

Coloreaban en torno de la barca como peces de fuego los encendidosreflejosdelfaro,rotosyarrolladosporlaincesantemovilidaddelasaguas.

Destacábaseelcaboconsugigantescacortadura,recta,trabajadaybruñidapor las tempestades, y detrás, tierra adentro, erguíase con ascensióninterminableelsombríoMongócomounborrónsobrelainmensidadazul.

Elfarobrillabasobrelaobscuramasacomoelinflamadoojodeuncíclopeacechandoalosnavegantes.

Era flojo el vientode la costa, y laGarbosahabíapasado todoel día en

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atravesarelgolfo.Ahorateníaantesuproaelmarlibre:estabanenlaentradadelverdaderocaminodeArgel.

ElRetor,sentadoenlapopa,juntoalacañadeltimón,mirabalaobscuramasa del cabo como orientándose, y al mismo tiempo examinaba un viejocompásdesutío,sobrecuyoempañadovidrioproyectábaselaluzdelfarolilloqueiluminabaelbarco.

Tonet,sentadojuntoaél,ayudábaleconsuexperiencia.Detodoslosdeabordo,éleraelúnicoquehabíaestadoenArgel.

Elcaminoera fácil; rectocomounacarretera.Al llegaralcabo, ¡cañaalSudeste!ynohabíamásquedejaralaGarbosaquesiguiesesucaminosielvientoerabueno.

ElRetor se agarró con ambasmanos a la caña del timón; viró la barca,exhalandoquejidoscomounenfermoquemudadepostura; elmansooleajeque la mecía de lado comenzó a acometerla por la proa, obligándola a darlentoscabeceos,enlosquehervíalaespuma,brillandoenlaobscuridad,yelfarovióseporlapopa,confundiéndosesuinquietafajarojizaconelrebullirdelaestela.

Ahoraadormir.

Tonetse tendióalpiedelmástilconun rollodecuerdasporalmohadaycubiertoconunpedazodelona.Suhermanoestaríaenel timónhastamedianoche,ydespuéslerelevaríaélhastalamadrugada.

ElRetoreraelúnicoquevelabaabordodelaGarbosa.Ápesardelrumordeloleaje,oíalosronquidosdelatripulación,dormidacasiasuspies.

Él,queenelmarvivíasiemprelibredecuidadosyarrojabalasredeshastaenmaltiempo,nopodíadominarciertainquietudalhallarsesolo.Lostemoresdelapropiedadcomenzabanadominarle.Elnegocioporcuentapropiahacíalemiedoso.¿Cómosaldríadeaquellaaventura?¿Resistiría laGarbosasise lesechaba encima el mal tiempo? ¿Le pillarían cuando volviese cargado haciaEspaña?

Y con una atención de padre que cuenta las toses y pulsaciones del hijoenfermo, atendía a los crujidos dolorosos de la vieja Garbosa como si losquejidosselosarrancaseaéleldolor,ymirabaaloalto,alapuntadelavela,gigantescasábanacóncavaque,vistadesdeabajo,parecíarasgarconsupuntaelcielo,aquellabóvedade rasoapolillado,porcuyos innumerablesagujerosescapábaseconvivoparpadeoelresplandordeloinfinito.

Pasó la noche con tranquilidad, y el día amaneció entre nubecillas rojas,conelmismocalorquesihubierallegadoelverano.

Palpitabalavelaconaleteodeave,hinchadaapenasporlastibiasráfagas

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que cosquilleaban la superficie del mar, bruñida, inmóvil y azulada comoespejoveneciano.

La tierrahabíaseperdidodevista.Ábabor,disfuminadasenelhorizontecomovaporesdelamanecer,marcábansevagamentedosmanchasdecolorderosa,Tonetlasseñalabaasuscompañeros.AquélloeraIbiza.

La Garbosa avanzaba lentamente por la inmensidad circular, vastoanfiteatro de tranquilas aguas, en cuyos límites, como puntos indecisos,marcábanselasnubecillasdehumodelasembarcacionesdevapor.

Tan lenta era la marcha de la barca, que apenas si su proa agitaba lasaguas: lavelapendíamuchasveces inmóvildelmástil,barriendo lacubiertaconsuorla.

Desde la cubierta de la Garbosa alcanzaba la vista las hondasprofundidadesdelaguatranquila.Lasnubesylamismabarcareflejábanseenelfondoazuladoconmisteriosoespejismo.Coleabanconnerviosarapidezlasbandas de pescado brillantes como pedazos de estaño; jugueteaban comochicuelos traviesos los enormesdelfines, sacando a flor de agua sugrotescajeta y el negro lomo matizado de polvo brillante; aleteaban los pecesvoladores, mariposas del mar, que se hundían en el misterio de las aguasdespuésdealgunos instantesdevidaatmosférica;y todos losseresextraños,defigurasfantásticas,decoloresindefinibles,pintarrajeadosunoscomotigres,negros y fúnebres otros, gigantescos y fornidos, diminutos y nerviosos, deenormes bocas y cuerpo reducido o de pequeña cabeza é hinchado vientre,bullíanyseagitabanentornodelaviejabarca,comosifueseunodeaquellosesquifesmitológicosalosquedabanescoltalasdivinidadesdelmar.

Tonet y los dosmarineros aprovechaban la calma para echar sedales. Elgato de la barca vigilaba el fogón de proa, donde burbujeaba la olla delmediodía,yelRetor,paseandoporlaestrechapopaymirandoalhorizonte,sedaba a todos los demonios ante la calma. La Garbosa, aunque no estabainmóvil,parecíaenclavadasiempreenelmismositio.

A lo lejosveíaseunpailebotcon lasvelascaídas,apresadopor lacalma,conlaproaalEste,talvezenbuscadeMaltaodeSuez.Pasabanporlalíneadelhorizonteconmarchavelozgrandesvaporesdeanchachimenea,hundidospor excesiva carga hasta la línea de flotación; trigueros que venían delMarNegroe ibanhaciaelEstrecho, llevandoensusentrañasla inmensacosechadelaRusiadelSur.

El sol llegaba a su mayor altura. Brillaban las aguas como inflamadas,burbujeandobajounresplandordeincendio;caldeábaselaatmósferacomosihubiesellegadoyaelverano,yenlacubiertadelaGarbosaardíanlasviejastablascrepitandoconruidodeleñavieja.

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Lacomidaestabaapunto,ypatrónymarinerossentáronsealpiedelmástilalasombradelavela,hundiendotodossucucharaenelmismoplato.

Todos estaban despechugados, sudorosos, anonadados por la calmabochornosa; rodaba sin cesar el porrón demano enmano para refrescar lassecas fauces, y algunas veces miraban con envidia las aves de mar querevoloteabanarasdelaguacomositemiesencruzarlaatmósferacaliginosa.

Al terminar la comida, los marineros entornaban los ojos y se movíanperezosamente,comosiestuvieranborrachosmásdesolquedevino.

Ibanadormirenlazorradeaquelcarroviejo,yunotrasotrodeslizáronseen la cala de la barca, tumbándose sobre las maderas que rezumaban,quejándosealmenorvaivén.

Pasó la tarde y la noche sin ningún incidente. Al amanecer refrescó elviento, y la Garbosa, como un caballo viejo de buena casta que siente laespuela,comenzóaencabritarse,cabeceandosobrelasrizadaolas.

Almediodíamarcáronseenellímitedelmaralgunasmanchasdehumo,ypoco después todos los tripulantes de laGarbosa vieron salir pausadamentetras la verde faja del horizontemástiles comocampanarios, conplataformasenormes; torres de fortaleza; castillos flotantes pintadosdeblanco: todaunaciudadcargadademilesdehombresqueavanzabaenvueltaenhumo,trazandocaprichosas evoluciones, formando una sola pieza o disgregándose hastaocupar todo el horizonte; rebaño de leviatanes que conmovían las aguasagitándolasconsusocultasaletas.

Era la escuadra francesa del Mediterráneo que marchaba haciendoevoluciones.YaseaproximabanaArgel.Todoslacontemplabanconasombroytemor.¡Recristoyquécosastangrandeshacenloshombres!Elmáspequeñode tales barcos, el cañonero blanco que empavesado de banderas y bolasnegras ibapor entre los grandesnavíos haciendo señales comoun caboquevigilalaformación,nonecesitabamásquerozarlabarcaparaconvertirlaensémola.Ynosediganadadelasvigasnegrasyredondasqueasomabanporlasaberturasdelastorres.¿Adóndeiríanapararellossialostalesanimalotesselesocurríaestornudar?...

Y los contrabandistas contemplaban la escuadra con la inquietud y elrespetodelraterilloqueviesedesfilarunbatallóndeguardiacivil.

Se alejaron los acorazados, borrándose al poco rato en el horizonte, sindejarmás rastroque algunasnubecillas flotantes, absorbidas por el inmensoazul.

Amediatardecomenzóamarcarsevagamenteunasombraqueparecíaelarqueado lomodeun cetáceo.Ya tenían la tierra a la vista.Tonet recordaba

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aquello; era el centinela avanzado de la costa, el cabo de laMalaDòna.AbaborestabaArgel.

Labrisarefrescabacadavezmás;lavela,hinchada,describíaunaatrevidacurva sobre el inclinado mástil; la proa hundíase y se levantaba saludandogentilmenteelhervordelaguacortadaquelacubríadeespumarajos,ytodalaGarbosa, crujiente y conmovida, avanzaba veloz, como esas bestias débilesqueseesfuerzanalpercibirlacuadrayeldescanso.

Caíalatarde,yenlosflancosdelaMalaDòna,esfumadosporladistancia,íbanse marcando nuevas tierras, montañas bajas con manchas blancas decaseríos.Labarcanavegabacadavezmásveloz,comosilaatrajeralatierra,yéstasealejabacomoesospaísesdeloscuentosdehadasquehuyenconformeelviandanteacelerasumarcha.

LaGarbosainclinábasealSudeste,yalcerrarlanochedejabaaestriborelcaboyseguíadecercalacosta,saltandoporencimadelpequeñooleaje,quelahacíadanzaralegremente.

Sobreelcielodeunhermosoazulturquídestacábaseladentelladacresteríade la costa; venía de tierra un aliento cálido, comodemisteriosahabitacióncargada de extraño perfume, y surgía de la tierra la luna al principio de sucreciente;unaverdaderalunaorientalydelgada,decuernosencorvados,comolaquefiguraenelestandartedelProfetaycoronalacúpuladelosminaretes.AquelloeraestarenÁfrica.

PercibíasedesdelaGarbosaelchoquedeloleajesobrelosacantilados,laslucecillasdelospueblosribereños,losgritosdelosmorosdelcampo;yalolejos,altérminodelamontañosalínea,dondeelmarparecíaprecipitarsetierraadentro,encaprichosarevuelta,brillabanalgunospuntosrojosdevivofulgor.

Allí estaba Argel. Tardaron unas tres horas en llegar. Las luces semultiplicaban, como si por todas partes brotasen del suelo rosarios deluciérnagas; clasificábanse en diverso brillo e intensidad; las había acentenares,enlíneaserpenteando,comosibordeasenuncaminodelacosta;alfin, trasunaorzadaparadoblarunpequeñopromontorio, apareció la ciudadcontodosuresplandordepuertolevantino.

Á excepción de Tonet, todos en la barca se quedaron embobadoscontemplandoel espectáculo. ¡Recristo! ¡Debíahacerseelviaje sóloporveraquello!PodíaniralinfiernoelGraoysupuerto.

Estabanenunagranbahíadeaguassombríaséinmóviles,encuyofondoabríase el puerto con faroles verdes y rojos en la embocadura. Detrás, laciudad,escalonándosecolinaarriba,blancahastaenlassombrasdelanoche,moteada por millares de luces, como si se celebrase alguna fiesta conespléndida iluminación. ¡Vaya un derroche de gas! En las aguas del puerto

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culebreaban las líneas rojas, como si en el fondo se divirtieran los pecesdisparando cohetes voladores; brillaban las linternas rojas en el bosque demástiles, unos escuetos con la sobriedad de la marina mercante, otros concofas y ametralladoras; y arriba, sobre los baluartes, en la ciudad bajapuramenteeuropea,destacábanseconresplandorde incendio lasfachadasdeloscaféscantantes,lasgrandestiendasylosbulevaresatravesadospornegrohormigueoyvelocescarruajilloscontoldosdelienzoblanco.

Llegabanhastalabarcaplegados,confundidosyrevueltosporlabrisadelanoche, lasmusiquillasde loscafés,el toquede retretade loscuarteles,elrumordelgentíoenlascalles,losgritosdelosboterosárabesqueatravesabanelpuerto:todalaagitadarespiracióndeunaciudadcomercialyexótica,que,después de cometer durante el día las mayores felonías por conquistar elfranco,seentregaalplaceralllegarlanocheconelapetitoexcitado.

ElRetor, repuesto de su sorpresa, pensaba en el negocio. Recordaba lasinstruccionesdesutío,ymientraslatripulaciónrecogíalavelaparaquedarsealpairo,élprendíafuegoauncalabroteembreadoyagitabalarojizaantorchasobresucabeza,ocultándolaportresvecestrasunalonaquesosteníaelgatodelabarca.

Esto lo repitió un sinnúmero de veces, mirando fijamente la parte másobscuradelacosta.Tonetylosotrostripulantesseguíanconcuriosidadtalesseñales. Por fin vióse brillar en tierra una luz roja. Los del entrepôtcontestaban:notardaríaallegarelcargamento.

ElRetor explicabaa los suyos lasventajasdeeste sistema.Noconveníacargardentrodelpuerto.EltíoMarianosabíaporexperienciaqueallíhabíanmuchosmoscasprontosátelegrafiaraEspañaelnombreylamatrículadelabarcaparaganarseunapartedelapresa.Lomejorerarecibirlacargafuera,enla sombra de la noche; al amanecer hacerse a la vela antes de que nadie seenterara, llegaralacostadeValenciasinavisosdeningunaclase,y¡adivinaquiéntedio!

Y el bondadoso pescador se reía de su propia malicia, aunque mirandointeriormenteasuexpertotío,quelehabíadadotanbuenosconsejos.

Mientraselpatrónesperabala llegadadelacargamirandoelpuntode lasombríacostadondehabíabrilladolaluz,Tonetylosmarineros,sentadosenla proa con las piernas colgando sobre el mar, contemplaban codiciosos lailuminadaciudad.

BienseacordabaelmaridodeRosariodesuestanciaallí,yrelatabaasusembobados compañeros las alegres correrías por Argel. Les designaba lasfachadascongrandesrótulosdegas,porcuyasardientesventanasescapábaseunamúsica chillona y confuso rumor de avispero. Eran los cafés cantantes.

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¡Caballeros,cuántosehabíadivertidoallí!Yelgatodelabarca,estirandosudesgarradabocadeorejaaoreja,brillándolelosojuelosdemuchachovicioso,creía ver las cantatrices casi desnudas, con enorme sombrero de gasa, quegraznabansobreeltabladomoviendoacompáslascaderasyelvientre.

Aquellacallerecta,tendidasobreelmuelle,todadearcosyencadahuecouna luz como la interminable nave de una iglesia, era el Boulevard de laRepública,consusgrandescafés,dondeibanlosseñoresoficialesatomarlaabsenta,teniendoporvecinosdemesalosmorotesricosdeenormeturbanteylosnegociantesjudíosdetúnicadesedasuciayvistosa.Detrásestabanotrascalles, también con arcos y hermosas tiendas; la plaza del Caballo con lamezquita principal, un gran caserón blanco, donde entraban los bobosdescalzos y recién lavados a hacerle cortesías al zancarrón de Mahoma,mientrasquearriba,enloúltimodelatorrecillaqueseveíadesdelabarca,untíoconturbantepateabaygritabaaciertashorascomosiestuvieraloco.Portodaslascallesmadamasmuybienvestidasqueolíanagloria,andandocomopatitosydiciendomersiácadachicoleo;soldadoscongorrodedatileroyunospantalonazosdentrodeloscualescabíalafamilia;gentedetodoslospaíses,lomejorcitodecadacasa,quehabíaidoallíhuyendodelrey,ycadadospuertasunacantinaconsusmesasenlaacera,dondeseservíalaabsentaávasos.

Tonetlohabíavistotodoylodescribíaalossuyosconmanoteosyguiños,subrayandomuchas veces la palabra con acciones que hacían prorrumpir algrumeteenescandalosascarcajadas.

¿Y la ciudad alta donde vivían los moros? ¡Redeu! Aquello sí que eranotable.¿SeacordabandelcallejónjuntoalmercadodelGrao?¡Aquelenquese tocancon loscodos lasparedes!...Pueseraunacarretera,comparadoconlas gargantas de lobo que cruzan la parte alta, siempre cuesta arriba, casicubiertas por los aleros y con un arroyo de inmundicia bajando por losescalonesdelempedrado.

Habíaquetomarfuerzaentodosloscafetinesdeltránsitoparasubirtalescallesytaparselasnaricesantelastiendas,miserablestabucosencuyoumbralfumanencuclillaslosmorazosdiciéndoseDiossabequécosasensujergadeperros.

Allísevivíacomounhombre,yconpocosesacabalapanzademalaño.El que tuviera buen estómago y no le importara ver comer el alcuzcuz apuñadosconlasmanosdespuésdeacariciarselospies,porunrealsezampabaunplatobiencolmado,unpardehuevospintadosderojocomolosdePascua,y aun podía tomar café en una tacita como un cascarón, tendido sobre latarimadecualquiercafetínmoruno,yhastadormirsealsondeunaflautaydospanderos.

Había también sus cosasbuenas.Moritas caritativasdel dominio común,

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quellamabandesdesuspuertasconlacarapintarrajeada,lasuñasteñidasdeazul y el pecho moteado por extravagantes dibujos; negrotas de losestablecimientosdebañosquesonreíancomoperrosofreciendo frotarosconsusmanazas,yotras¡rediel!...otrasqueeranlasseñoras,conlacaratapadadetal modo, que sólo se veía la nariz y un ojo, con sus anchos calzonesbamboleándosealandaryenseñandoporbajodelmantolachaquetilladeoro,losbrazoscomounmostradordeplatería,ysobreelabultadopechoinfinitosrosariosdemoneditasymediaslunas.

¡Yquéojos,chiquillos! ¡Quécurvas!Aunseacordabaéldeunanegrotarica,conlaquetropezóenuncallejóndeallíarriba.Comoéleraasí...nopudoremediarlo; la pellizcó por la espalda en los zaragüelles, que parecíanhinchados y estaban duros como la piedra; la negra chilló como una rata,cayeronsobreéltíosymástíos,todosfeosyconenormestrancas;élysusdosamigotestirarondelafacamarinera,yaquelloseacabócuandosubieronloszuavosyselosllevaronalviolón,dedondelossacóelcónsuldespuésdedosdíasdeencierro.

Los marineros le oían ansiosos, admirando su superioridad, y mientrasreíancomentandoel lancede lanegra,Tonetmurmurabamirándose lospiesconexpresióndehombrecansado:

—¡Ay!...Entonsesteníayoméshumor.

Elpatróndioungritodesdelapopa.Alguienseacercabadetierra.Unaluzrojaagrandábasepormomentosyoíaseunsordochapoteo,comosinadaseunperrazocondirecciónalabarca.

Era el vaporcito del entrepôt. Saltó a la cubierta de laGarbosa un buenmozo con bigote rubio y gorra azul, y en ese idiomahíbrido de los puertosafricanos,mezcladeitaliano,francés,griegoycatalán,diocuentaalRetordesucomisión.

Habían recibido a tiempo el aviso de mosiú Mariano, de Valencia; lesesperaban desde la noche anterior; habían visto la señal y allí estaba elcargamento para transbordarlo cuanto antes, pues aunque las autoridadesfrancesashacíanlavistagorda,conveníaentalesnegociosdespacharpronto.

—¡Alafaena!—gritóelRetorasugente—.Cárregaábordo.

Ydesdeelvaporcito,cuyachimeneaapenassiasomabaunpalmosobreelmontón de la carga, comenzaron a pasar a la barca los gruesos fardosenvueltosenlonaembreada,impregnadosdepicanteolor.

Lasdosembarcacionesestabanamarradasunaaotra,yeltransbordodelacarga se hacía con facilidad. La abierta escotilla engullíase los fardos, y laGarbosa, conforme avanzaba la operación, iba hundiéndose, lanzando un

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sordoquejido,comounabestiapacientequeselamentadelaexcesivacarga.

El mocetón rubio del vapor examinaba con creciente asombro la barca.¿Pero era posible que aquel ataúd resistiera tanto? Y el Retor contestabagolpeándose el pecho como para darse una convicción que comenzaba afaltarle.Toda;niunfardomenos.Ysucuenta,sileayudabaDiosyelSantoCristodelGrao,eratiraraquellosbultosdeallíadosnochesenlaplayadelCabañal.

La cala estaba atestada y los fardos se apilaron sobre la vieja cubierta,colocándose en la borda palitroques y cuerdas para contenerlos y que nocayesenalmar.

—Buona sorte, patrón—chapurreó el rubio quitándose su gorrilla yestrechandoconfuerzalamanodelRetor.

Sealejóelvaporcillo; laGarbosaextendiósuvela,ycomenzóacorrersehacialaizquierdalaciudad,consuiluminacióncadavezmenosbrillante.

AlRetorseleencogíaelcorazónviendomarcharsubarca.¡Ay!¡QueDiosnoseolvidasedeellosynolesenviaraunpocodemaltiempo!Aunconbuenamar, la barca navegaba milagrosamente, hundida casi hasta la borda,cabeceandotorpementeyelevándosecontallentitudsobrelasolas,queéstas,apesarde ser flojas, le entrabanpor laproacomosi estuvieracorriendountemporal.

Tonet,ajenoaloscuidadosqueinspirabalapropiedad,sereíadelabarca,que,segúnél,parecíauntorpederonavegandoconlacubiertaaflordeagua.

Cuandoamaneció,elcabodelaMalaDònaveíaseporlapopacomounavagasilueta,yalpocoratolabarcaestabaenaltamar.

La carga, hecha con tanta rapidez frente a Argel y en la sombra de lanoche, la recordaba el Retor como si fuese un sueño, ahora que se veía denuevoenmediodelMediterráneo,sintierrasalavista.Peroparanodudar,allíestabanlosfardos,durmiendosobreellos la tripulaciónfatigadapor lafaenade carga, y como testimonio decisivo, la pobre Garbosa, que navegabatorpementecomounatortuga.

LoúnicoquetranquilizabaalRetoreraeltiempo.Buenvientoymarbella;aunasí,alabarcalevendríajustoel llegaraValencia.Ahoracomprendíaelpatrónsutemeridadalacometerelnegociocontalzapato.Yapesardequenoconocíaelverdaderomiedo,pensóalgunasvecesensupadre,aquelvalienteque seburlabadelmarcomodeunamigomanso, loqueno impidióque lorecogiesenenlaplayadeshechoycorrompidocomounsalivazodelasolas.

Labarcanavegósinnovedadhastaelamanecerdeldíasiguiente.Elcieloestabaencapotado.Unlargoestremecimientoagitabalasuperficiedelagua,y

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elcabodeSanAntoniosemostrabaenvueltoenbrumas,asícomoelMongó,cuya cumbre aparecía suspendida en el espacio con la base cortada por dosfajasdenubes.

LaGarbosa,inclinadasobrebabordeunmodoalarmanteyconlaventrudavelarozandocasilasaguas,avanzabarápidamente.

El cariz alarmante del tiempo inquietaba al patrón, que debía aguantarhastalanocheparahacerelalijo.

Deprontopúsoseenpiedeunsaltoyabandonólacañadeltimón.Fijábaseen una vela que se destacaba sobre el fondo gris del cabo... ¡Futro! No seequivocaba; bien conocía aquella embarcación. Era una escampavía deValenciaqueparecíaalacechocosteandofrentealcabo.AlgúnmoscahabíahechodelassuyasenelCabañal,diciendoquelaGarbosahabíasalidoaalgomásqueapescar.

Tonet también adivinaba la clase de la embarcación, y miraba a suhermanoconinquietud.

Aúneratiempo;atomarmar.YlaGarbosa,inclinandounpocosuproa,sealejó del cabo, huyendo hacia el Nordeste. El viento la favorecía en estamaniobra,y laGarbosanavegabacongran rapidezhundiendomuchasvecesbajolasolassuabrumadocasco.

La escampavía al poco rato imitaba la maniobra, dándola caza. Aquellabarca era mejor y más ligera, pero la distancia entre las dos resultabaconsiderable,yelRetorpensabahuir,huirsiempre,aunquefueseadarenelmismísimopuertodeMarsella,siantesnosetragabanlasaguasalaguitarraviejacontodosucargamento.

Lapersecuciónduróhastamediodía,cuandoestabanindudablementealaalturadeValencia.Peroallílaescampavíaviró,dirigiéndoseatierra.

ElRetoradivinólospropósitosdesusperseguidores.Eltiemponoeramuyseguro,y laescampavíapreferíaesperarlecosteando,conel convencimientode que más pronto o más tarde iría la Garbosa hacia tierra para echar susfardos.

Puesto que les concedía tal respiro, muchas gracias. Ahora a buscar unrefugio,hijosmíos,queeltiemponoestabaparapermanecerenaltamarenunzapatocomolaGarbosa.¡AlasColumbretas,refugiodeloshombreshonradosquetienenquehuirenelmarporserprotectoresdelcomercio!

Y a las nueve de la noche, cuando las aguas se hinchaban con sordas ylívidastumefaccionesquehacíandanzarlocamentealacansadaGarbosa,ésta,guiadaporlarojaluzdelfaro,entróenlaColumbretaMayor,cráterapagadoyroído por las olas; herradura de altas rocas, que en uno de sus extremos

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sustentalatorreconlashabitacionesdelosfareros,yencuyosenoábreseunapequeñabahíadeaguatranquilasiemprequenosoplaelLevante.

La isla esunmurallón encorvado, sinun solopalmode tierra llana; unaaltafajaderocascarbonizadasyyermas,suelomalditoroídoporelambientesalitroso,enelquenocreceniunmalarbustoypordonderuedanlaspiedrasempujadas por los alacranes, junto a los esqueletos de los pescados que lasolasarrojanáprodigiosaalturaenlosdíasdetempestad.Másallá,esparcidaspor el inmenso mar hasta considerable distancia, están las Columbretasmenores; la Foradada, surgiendo de las olas como el arco de un templosubmarino,ylasrestantes,mogotesrectos,colosaleséinabordablescomolosdedosdeuncolosoprehistóricosepultadoenlasmisteriosasprofundidades.

La Garbosa quedó anclada en la bahía. Nadie bajó a verla. Los farerosestabanacostumbradosalasmisteriosasvisitasdegentesqueserefugiabanenelsolitarioarchipiélagoconeldeseodequenosefijaranenellos.

Los de la barca veían en el avanzado promontorio las luces de lashabitacionesdel faro.Elviento les traía algunasvecesgritoshumanos,perohacíantantocasodeelloscomodelosmilesdegaviotasque,refugiadasenlospeñascos, gemían lastimeramente comoniños a quienes estuvieranmatando.Fueradelaisla,alotroladodelabarreraescarpada,mugíaelmaralborotado,ysuoleaje,corriendoalolargodelpromontorio,amortiguábaseentrandoenlaobscurabahíaconviolentaondulación.

Alamanecer,Pascualsaltóatierra,yporlatortuosaescaleradepeldañoscortadosenlarocallegóalaaltura,mirandolavastaextensióncomprendidaentrelaislaylalejanacosta,invisibleporlacerrazóndeltiempo.

Noseveíaniunavela;peroelRetorestabaintranquilo,temiendoquesusperseguidoresvinieranabuscarleenaquellugartanconocidocomorefugiodecontrabandistas.

Lainquietuddelpatrónibaenaumento.Presentíaquemásomenosprontola escampavía vendría a buscarle en las Columbretas, pero a pesar de suaudacia temíahacersea lamarconsubarcavieja.Lavidaera lodemenos;pero¿yelcargamentoenqueibasufortuna?

Elegoísmodelapropiedadacelerósudeterminación.¡Alamar,aunqueelcargamentoselofumasenlostiburones!Todoerapreferibleaquelosladronesguardacostassehicierandueñosdeloquenoerasuyo.

Ydespuésquelatripulaciónengullósuolla,aparejólaGarbosaysaliódela isla tanmisteriosamente comohabía entrado, sin saludar a nadie, seguidaporlamiradacuriosadelasfamiliasdelosfareros,agrupadasenlaplazoletafrentealatorre.

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¡Vaya un tiempo! Golpe va y golpe viene, la Garbosa tan pronto seencabritaba casi vertical sobre la cumbre de una ola, como se arrojaba decabeza en las profundas y sombrías hendiduras, en cuyo fondo agitaban losremolinos sus giratorios centros, que parecían los traidores ojos del abismo.Nubesdeaguapulverizadaalzábansede lasbordasacadachoque, rociandotoda la cubierta; los espumarajosde lasolas resbalaban sobre elhulede losfardos, y la tripulación, agachada y atenta para no ser arrastrada por lasacometidasdelmar,chorreabadecabezaapies.

HastaTonet estaba pálido y apretaba los dientes.En otra barca... bueno;peroenaquéllaresultabaunalocurahaberabandonadolaisla.

MaselRetornoatendíarazones. ¡Diablodepanzudo!¡Ycómosecrecíaenelpeligro!Suanchacaradecurasonreíaalosgolpesdemarmásfuriosos;estabarojo,apoplético,comosiacabasedelevantarsedelamesadelatabernadespuésdealegrealboroque,ysusmanazasnoabandonabanlapesadacañaniseagitabasucorpachónconlosterriblesvaivenesqueestremecíanlabarcadeproaapopa,haciéndolalanzarunestertordeagonía.

SereíaelmalditoconlacarcajadabonachonaquetantasburlaslevalíaalláenelCabañal.

Aquello no era nada, ¡recordons! No había que apurarse. Y si lazaparrastrosasecansabadenavegarydaba lavoltereta, ¡cómohabíadeser!Allíseveíaaloshombresynohaciendoelmajoenlastabernas...¡Atenciónconesaqueviene!...¡Brrum!Yapasó.Sillegabalamala,uncredoalCristodelGraoyacerrarlosojos.Detodosmodoselinfiernoestáenestemundo,yalláarribanisecomenise trabaja.Además,aunquese llegueaviejo,nadieescapa;yparamorir,valemásqueselocomanaunolosmarrajosytiburones,que son gente brava, que no ser chupado por los gusanos como estiércol.¡Atención,quevieneotra!...

Y el Retor hablaba a sus compañeros soltando todo el caudal filosóficoadquiridoensuaprendizajeconeltíoBorrasca.Peroelúnicoqueleoíaeraelgato,elmuchachueloque,pálidoyverdosilloporlaemoción,permanecíaenpieagarradoalmástil,mirandoatodaspartes,comosinoquisieraperdernadadelespectáculo.

Cerraba la noche. LaGarbosa navegaba amedia vela, dando espantosascabezadas y sin luz alguna, como barco a quien importa más pasardesapercibidoqueevitarunchoque.

Unahoradespuésvioelpatrónunaluzcercanaquesaltabasobrelasolas.Eraunabarcanavegandoenopuestadirección.

ElRetornopudoverlabienenlaobscuridad:perosuinstintoreconocióala escampavía que, cansada de costear, en un arranque de audacia iba a las

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Columbretasafrontandoelmaltiempo,parapillaraloscontrabandistasensurefugio.Yporsiacertaba,sedioelgustodesoltareltimónyconsusmanazashizodosotresaccionesindecentes,enseñaldealegredesprecio.¡Tomad,paraelviaje!

Á launade lamadrugadavieron losde abordoel farode la iglesiadelRosario.

TeníanenfrenteelCabañal.Lanocheeraapropósitoparaunalijo.¿Perolesesperarían?

El Retor, conforme se aproximaban a tierra, perdía su asombrosaserenidad.Demasiado conocía él aquella costa. Permanecer allí aguantando,erairantesdedoshoras,arrastradoporelmaryelviento,aestrellarsecontralaescolleradeLevanteoáencallarfrenteaNazaret.Retrocedermaradentro,eraimposible.Yahacíaratoqueporciertoscrujidosdelabarca,adivinabaelaguaen lacalaabarrotadadefardos.Siseguíaalgunashorasmásenelmar,losgolpeslairíandesmenuzando,hastahacerlaastillas.

Había que ir a tierra, aunque esto fuese buscar el peligro.Y laGarbosamarchó recta,empujadamáspor lasolasqueporelviento,hacia laobscuraplaya.

Unpuntoluminosobrillóportresveces,yelpatrónyTonetdieronungritodefelicidad.

Allíestabaeltío;lesaguardaba.Aquellaeralaseñal.Habíaencendidotresfósforos,comolohacenloscontrabandistas,agazapadotrasunamantatendidaasusespaldasparaservistaúnicamentedesdeelmar.

LaGarbosaextendiótodasuvela.Aquelloeraunalocura.Volaba,sacandotanpronto laquillaalvientocomohundiéndoseen lasolas;marchabacomoun caballo desbocado, cayendo de un costado y encabritándose por otro;crecíanespantosamentelosmugidosdelmar,hastaqueporfin,desdeloaltode una ola espumosa, vióse la playa con un enjambre de negras siluetas, ysonóungolpeseco,terrible.Labarcasedetuvo,lanzandounestallidocomosireventase; el viento rompió la vela y el agua invadió con terrible fuerza lacubierta,derribandohombresyarrebatandofardos.

Acababandeencallarapocosmetrosdetierra.

Unenjambredesombras,silenciosascomofantasmas,lanzósealasaltodelabarca,ysindecirpalabraalosaturdidosmarineros,apoderósedelosfardos,quecomenzaronapasardemanoenmanopor la sombría cadenadebrazostendidahastalaplaya.

—¡Tío,tío!—gritóelRetorlanzándosealagua,quenolepasódelpecho.

—Presente—contestóunavozdesdelaplaya—.Mutisyalafaena.

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Eraunespectáculoextraño:unapesadilla.

Elmarmugiendoenladensalobreguez,loscañaresdelaplayadoblándosea impulsos del vendaval como cabelleras de colosos enterrados, las olasavanzando como si quisieran tragarse la tierra, y una legión de sombríosdemoniosagitándosemudoséincansables,sacandofardosdelabarca,quesedeshacía por instantes, pescándolos en las espumosas aguas para enviarloscomopelotasalaplaya,dondedesaparecíancualsiselostragaselatierra,yalgunasveces,alcalmarpormomentoselvendaval,oíaseelchirriardecarrosquesealejaban.ElRetorvioasutíoMarianoqueibadeunaparteaotraconsus enormes botas de agua, la voz enérgica é imperiosa y un revólver en lamano.

Nohabíacuidado;loscarabinerosdelpuestomáspróximoestabanuntadosy vigilaban para avisar si llegaba el jefe.Á los que no había que perder devistaeraalatropasilenciosaquehacíaladescarga,gentedemasiadolistademanosquegustabadeaprovecharsedelbarullo,ycreíaaquellodequienrobaaunladrón,etc.No;puesdeélnosereirían,¡redeu!alprimeroqueescondieraunfardo,lepegabauntiro.

Ladescargafuecomounsueño.CuandoelRetorcomenzóareponersedela impresión sufrida al encallar y le dolieron menos las magulladuras, sealejabayaelúltimocarro.Loscargadoresdesaparecieronsindecirpalabra,endistintasdirecciones,comosiselostragaralaarena.

Ni un solo fardo se había perdido: hasta los del fondo de la cala habíansidoextraídosdeentrelasrotascostillasdelabarcahundidaenlaarena.

Tonetylosdemástripulantessealejabantambiéncargadosconlavelaylopocoque quedaba en la barca de aprovechable.Al gato lo pescaron cuandoestabaapuntodeahogarse;habíacaídodelabarcaenelmomentodeencallar.

ElRetor,alversesoloconsu tío, loabrazó. ¡Ay, tíoMariano!Por fin lopodíadecir.Habíapasadomuymalos ratos, perogracias aDios todo estabaterminado. Ya arreglarían cuentas. Se había portado como un hombre,¿verdad?AhoraseibaadormirconsuDolores,quebienganadolotenía.

YsefueconsutíohaciaellejanoCabañal,sinecharunaúltimamiradaala infeliz Garbosa, que se quedaba allí pataleando, prisionera de la arena,recibiendoensupecholospuñetazosdelmar,sintiendoacadaempujónquesele desencuadernaba el cuerpo y salía flotando un pedazo de sus entrañas;muriendosingloria,enlaobscuridad,trasunalargavidadetrabajo,comoelcaballoviejo,abandonadoenmediodelcamino,cuyoblancoesqueletoatraeelrevoloteodeloscuervos.

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VII

Elproductodelaaventurafueronunosdocemilreales,queeltíoMarianoentregóalRetorpocosdíasdespués.

Algo más ganó el marido de Dolores: el aprecio de su tío, que leconsiderabaunhombredeproyestabasatisfechodehabersacadosupartesingraveriesgo,yelelogiodelagentedeplaya,quesehabíaenteradodelviaje.LasalidadelasColumbretasresultabaunabuenajugada.Laescampavíafuealláariesgodeanegarseynoencontrónada.

ElRetorestabacomoaturdidoporsubuenafortuna.Elproductodelalijo,mas aquellos ahorros amasados peseta sobre peseta, que estaban escondidosdondeélyDoloressabían,formabanunabonitasuma,conlaqueunhombrehonradopodíameterseenalgo.

Yestealgo,yasesabía,estabaenelmar,puesélnoteníaelcarácterdesutíoparaexplotarentierraydescansadolamiseriadelapobregente.

El contrabando no había que pensar. Era bueno para una vez; como eljuego,quesiempreayudaalprincipiante.Nohabíaquetentaraldiablo:paraun hombre como él, lo mejor era la pesca, pero con medios propios, sindejarserobarporlosamos,quesequedanencasasacandolamejorparte.

Como consecuencia de estos razonamientos que por la noche rumiabaagitándose entre sábanas ymolestando a suDolores, a la que no dejaba deconsultar, decidió invertir su capital en una barca; pero no una barcacualquiera, sino lamejor, si eraposible,de todascuantas sedabana lavelafrentealacasadelbòus.

Yaerahora,¡rediel!Noleveríanmáscomomarineronipatrónalquilado;seríaamodebarca,ycomodistintivodesurangoplantaríaalapuertadesucasaelmástilmásaltoqueencontraseparasecarenlapuntasusredes.

Señores,sépanlotodos:elRetorhaceunabarca;Doloreslaguapa,sivaalaPescaderíaahoraqueesrica,venderáelpescadopropio.Ylasvecinasdelbarrio que comentaban tales noticias, al pasar por la acequia del GasacercábanseálostingladosdeloscalafatesparacontemplarconciertaenvidiaalRetor que,mascullando el cigarro, se estaba el día entero vigilando a loscarpinteros que aserraban y cortaban maderos amarillos, frescos y jugosos,unosrectosyfuertes,otrosencorvadosyfinos,paralanuevaembarcación.

La faena se hacía con calma. Nada de precipitaciones ni de errores; nohabíaprisa.LoúnicoquedeseabaPascualoesquesubarcafueselamejordelCabañal.

Ymientrasélsededicabaencuerpoyalmaalaconstruccióndelabarca,

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suhermanoTonet pasabaunade susbuenas temporadas con la parte que lecorrespondía del alijo, y que el bueno del Retor procuraba hacer lo mayorposible.

EnlaviejabarracadondesealbergabanélyRosariocontodosumiserableacompañamiento de rencillas, brutalidades y palizas, no se notaba lamenorabundancia después de la afortunada aventura. La infeliz mujer seguíacargandoalamanecerconsuscestosdepescadoparairaValencia,ymuchasvecesáTorrenteoBétera,siempreapie,paramayoreconomía;ycuandoeltiemponoerafavorableparalaventa,pasábaselosdíasensuagujero,sinmáscompañíaque el fastidioy lamiseria.Pero suTonet estabamásbuenmozoque nunca, con trajes nuevos, un puñado de duros en el bolsillo y metidosiempreenel café, si esqueno ibaaValencia con sus amigotes a arriesgarunas cuantas pesetas en las timbas de cuartos o á alborotar en el barrio dePescadores.Ápesardeesto,cuandoveíaasutío,pornoperderelderechodela importunidad, le recordaba aquel empleíllo en las obras del puerto queperseguíaensuépocadepenuria.

Bañábase complacido en la abundanciamomentánea que le volvía a losfelices tiempos de su casamiento, y con su eterna imprevisión, con ligerezacínicaquelehacíaadorableparalasmujeres,nopensabaenquetendríafinloque su hermano le había dado, pequeña cantidad cuyo término ibanprolongandolosobsequiosdelosamigosylasalternativasdeljuego.

Á altas horas de la noche llegaba a su barraca para acostarse, ceñudo yjurandoentredientes,dispuestoacontestarconbofetadaslamenorprotestadeRosario.Ésta pasaba sin verle dos o tres díasmuchas veces, pero no así encasadesuhermano,adondeibaconfrecuencia,quedándoseenlacocinasielRetorestaba fuera,al ladodeDolores,oyendocon lacabezabajayademánsumisolasacusacionesdesucuñadaporsumalaconducta.

SienunadeéstasentrabaelRetor,celebrabamuchoelbuensentidodesumujer.Sí señor;Dolores ledecía todoaquelloporque lequeríabien,porqueeraunamujerhonradaynopodía consentir que su cuñado fuese tan locoydiera tanto que hablar. Y el panzudo bonachón, ante las reprensiones de suDolores, una gran mujer, una verdadera madre para aquel hermano loco,llegabahastaenternecerse...¡IradeDios!

Conforme se acababa el dinero deTonet, semetía éste cada vezmás encasadesuhermano.Bienaprovechabalosconsejosmaternales.Yparaquelagente no tuviese motivo de murmuración, acompañaba algunos días a suhermano al tinglado de los calafates, siguiendo la formación del enormeesqueleto demadera que iba cubriendo sus flancos ymarcaba sus gallardosperfilesbajolosmazos,sierrasyhachasquelogolpeabanincesantemente.

Asífuellegandoelverano.

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EltrozodeplayaentrelaacequiadelGasyelpuerto,olvidadoenelrestodelaño,presentabalaanimacióndeuncampamento.Elcalorempujabaatodalaciudadaaquelarenal,delquesurgíaunaverdaderaciudaddequitaypon.Las barraquetas de los bañistas, con sus muros de lienzo pintado y sustechumbresdecaña,formabanencorrectafilaanteeloleaje,empavesadasconbanderas de todos los colores, rotuladas con extravagantes títulos, yostentando, además, en el vértice, monigotes, miriñaques, barcos, muestrasgrotescas que distinguían el establecimiento para evitar errores. Detrás, enprevisión del apetito que el aire del mar despierta en el gastado estómago,esparcíanse los merenderos, unos con aspecto pretencioso, escalinatas yterrazas, todo frágil, como decoración de teatro, supliendo lo endeble de suconstrucciónylomisteriosodesucocinaconpomposostítulos:RestaurantdeParís, Fonda del buen gusto; y entre estos pedantes de la gastronomíaveraniega, los bodegones indígenas con su sombrajo de esteras, las mesascojas con porrón en el centro y el fogón al aire libre; establecimientos queostentabanconairefierosusrótulosderegocijadaortografía:ElNap,Salvaory Neleta, y ofrecían como plato del día desde San Juan a Septiembre, loscaracolesensalsa.

Yporentreestapoblaciónimprovisada,quesedesvanecíacomohumoconlasprimerasborrascasdelotoño,pasaban los tranvíasy ferrocarrilespitandoantes de aplastar; corrían las tartanas desplegando como banderas de alegrelocura sus rojas cortinillas, y hormigueaba la gente hasta bien entrada lanoche, con zumbido de avispero, en el que se confundían los gritos de lasgalleteras, el lamento de los organillos, el puntear de las guitarras, elrepiqueteodecastañuelasyelagrioganguearde losacordeones,acuyosonbailaban losde tufosyblusablanca,genteapreciableque,despuésde tomarunbañointerno,ynodeagua,volvíaaValenciadispuestaaandaranavajazosoadardosbofetadasalprimermunicipal.

Loshombresdemarmirabandesdeelotroladodelaacequialainvasiónalegre, sinmezclarseenella. ¡Que sedivirtiera lagente!Aquella temporadaeracomounavacagruesaqueordeñabaelCabañalparaelrestodelaño.

ÁprincipiosdeAgostollegóporfineldíaenquelabarcadelRetorpudodarse por terminada. ¡Vaya una joya! Su patrón hablaba de ella como unabueloqueponderaeldesarrollodesunieto.Maderadelomejorquesehabíaencontrado;elmástilrecto,terso,sinunamalagrieta;elcascopanzuditoparaqueresistierabienlasmarejadas,peroconunaproatanfina,queeratalmenteunanavajadeafeitar;pintadodenegrocharoladoybrillantecomounzapatodeseñor,yelvientreblanco,deslumbrante,nimásnimenosqueunaanguila:loqueera.

Yanofaltabamásqueelcordaje, lasredesydemásartefactos;peroparaeso estaban trabajando losmejores hilanderos de la playa, y antes del 15 la

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barcaestaríacompletaypodríapresentarsetanhermosacomounanoviaquevaacasarsevestidadenuevodecabezaapies.

EstolodecíaelRetorunanoche,sentadoenelcorroqueseformabaalapuertadesucasa.

HabíaconvidadoacenarasumadreyasuhermanaRoseta;Doloresestabaalladodeél,yunpocomásallá,conlasilletadecuerdaapoyadaeneltroncode un olivo y mirando la luna a través del empolvado ramaje con ciertaexpresióndetrovadordecromo,punteabaTonetunaguitarra.

Sobre la acera, a pocos pasos, chirriaba la enorme sartén cargada depescado sobre un picudo fogón de barro; correteaban los chicuelos de lavecindad por el fangoso arroyo persiguiendo a los perros, y en todas laspuertas formábanse corrillos buscando la escasa brisa que venía del mar.¡Redeu!¡CómoestaríanasándoseenValencia!

LasiñáTonaestabamuyvieja.Acababadedarelsalto,comoelladecía.Delaobesidadbienconservadahabíapasadobruscamentealavejez,yalaluzcrudayazuladadela lunaveíasesucabezaescasadepelos,enlaqueéstos,tirantesygrises,formabancomounsutilenrejadosobrelasonrosadacalvicie;elrostroarrugado,conlasmejillasflácidasycolgantes,ylosojosnegros,delosque tanto sehabíahabladoen laplaya, asomabanapenas tristesymatespor entre las abotagadas carnosidades que pretendían sepultarlos. Aquelladecadenciaeraporlosdisgustos.¡Loqueloshombreslahabíanhechorabiar!YaludiendoconestoasuhijoTonet,pensabasindudaenelcarabinero.

Además, los tiempos empeoraban. La tabernilla de la playa daba unamiseria, y la chica, su Roseta, había tenido que meterse en la fábrica deTabacos,ytodaslasmañanas,conlacestitaalbrazo,emprendíaelcaminodeValencia,formandoenlasbandasdecarasjóvenes,graciosasyprocacesque,conairoso taconeoyfaldasrevoloteantes, ibanaestornudarencerradasenelambientecargadoderapédelaantiguaAduana.

¡YquéchicasehabíahecholatalRoseta!Bienpuestoteníaelnombre:sumadre la contemplaba muchas veces a hurtadillas, recordando en ella lagallardíadelsiñorMartines.

Ahoramismo, al lamentar que su hija tuviera que ir a la fábrica en lasmañanas de invierno, mirábala al pie del olivo con la rubia cabelleraalborotada, los ojos inmóviles y aquella tez blanca que resistía al sol y a labrisadelmar,jaspeadaporlassombrasdelramaje,altravésdelcualpasabalalunatrazandoarabescosdeluzysombrasobreelrostrodelamuchacha.

Roseta paseaba de Dolores á Tonet sus ojazos fijos y melancólicos deVirgenquetodolosabe.AloíraPascualqueelogiabaasuhermano,cadavezmás apartado de la vida alegre y aficionado ameterse en aquella casa para

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gozar de la calma y las buenas palabras que no encontraba en la suya, lahermanastrasonriósarcásticamente.

¡Oh, loshombres!Loqueellaysumadredecían.ElquenoeraunpillocomoTonet,eraunbestiacomoPascualo.Poresolosaborrecía,ycausabalaadmiracióndetodoelCabañal,rechazandoalosquelaproponíannoviazgos.No quería nada con los hombres. Y en su memoria retoñaban todas lasmaldiciones que había oído a sumadre en losmomentos de desesperación,cuandoapostrofabaenlasoledaddesubarcaza.

Enelcorroreinabaelsilencio.Chillabaelpescadoenlasartén,punteabaTonetvagosarpegiosensuguitarra,ylarevueltataifadechiquillosplantadosenmitaddelarroyomirabanlalunaconelmismoasombroquesilaviesenporvez primera y cantaban con monótona tonadilla, sonando sus voces comocampanillasdeplata:

Lalluna,lapruna

vestidadedòl...

¡Aversicallaban!LomandabaTonet,aquienledolíalacabeza.Pero¡quesiquieres!...

samarelacrida

sonparenovòl.

YlosperrosvagabundosuníansealhimnoinfantilextravaganteenhonoraDiana,enviándolasusmásfierosladridos.

ElRetorseguíahablandodesubarca.Nadafaltabaparaeldía15;hastaelcuraestabaapalabradoparairamediatardeaecharlalabendición.Peroalgofaltaba, ¡futro!... ¡y no haberlo pensado! Faltaba el nombre. ¿Cómo iba allamarselabarca?

Taninesperadoproblemaconmovióelcorro,yhastaTonetdejóenelsuelolaguitarra,quedandoenactitudpensativa.

Yateníaélelnombre.Susaficionesbelicosas,susrecuerdosdemarinodelReyselohabíansugerido.SellamaríaEscupehierro.¡Eh!¿quétal?

Por el Retor no había inconveniente. El pacífico panzudo gallardeábasecon fiereza al pensarque subarca iba a llamarseEscupehierro, y laveíayasurcandoenelmarconlaarroganciaenfáticadeunfaluchoportugués.

Pero las mujeres protestaban. ¡Vaya un nombre! ¡Cómo se reirían en elCabañal! ¿Y qué hierro iba a escupir una barca pescadora?Lomejor era laproposición de la siñá Tona: que se llamase Ligera, como la otra en queperecióeltíoPascualoyhabíaservidoderefugioatodalafamilia.

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Protestageneral.Un título así forzosamentehabíade tenermala sombra.Lasuertedelaotralodemostraba.

EldeDoloreseramejor:Larosadelmar...¡Québonito!¡Quégustoteníapara todo su mujer! Pero el Retor recordaba que había otra con el mismotítulo.¡Eralástima!...

YRoseta,quehabíacallado,haciendounmohíndedisgustoacadatítulo,soltóelsuyo.DebíallamarseFlordeMayo.Aquellamismanochelopensabaellaenlabarcazadelaplaya,mirandounaestampadelasqueadornabanlaslibrasdetabaco«FlordeMayo»queveníandeGibraltar.Laseducíaeltítulotan bonito, formando una aureola de colores sobre la marca, que era unaseñoritavestidacomounabailarina,conrosascomotomatessobrelafaldillablanca,yenlamanounmanojodefloresqueparecíanrábanos.

ElRetorseentusiasmaba.Sí;¡recristo!aquelloestabapuestoenrazón.LabarcasellamaríaFlordeMayo,comoeltabacoquefabricanenGibraltar.Eradejusticia; labarcasehacíaprincipalmenteconeldinerodelalijo,yéstesecomponíaensumayorpartedeaquellospaquetesconlaalegreseñorita.Teníarazónsuhermana;FlordeMayo,nadamásqueFlordeMayo.

Todos se entusiasmabanconel título; lo encontrabandulceybonito; susrudas imaginaciones agitábanse con un estremecimiento de poesía. Leencontrabanalgomisteriosoyatractivo,sinsospecharqueelmismonombreera el de la histórica barca que, llevando hacia las costas americanas elperseguidoéxododelospuritanosingleses,presenciólagestacióndelamayorrepúblicadelmundo.

ElRetorestabaradiante.¡QuétalentoteníaRoseta!¡Acenar,caballeros!...yalospostressebrindaríaporFlordeMayo.

YPascualet,alverquelasarténdelpescadoseentrabaenlacasacontodala familia, abandonó el orfeón de gente menuda, con lo que terminó elmonótonoconciertodelalluna,lapruna.

Conlafacilidaddetransmisióndelospueblospequeños,prontosupotodoelCabañalquelabarcasellamabaFlordeMayo,ycuandoenlavísperadelabendiciónlaarrastraronhastalaorilla,frentealacasadelbòus,llevabayaenla borda de popa, por la parte interior, pintado con hermoso azul, su dulcetítulo.

Al día siguiente por la tarde, el barrio de las Barracas parecía estar endomingo.Fiestascomoaquellaseveíanpocas.Erapadrinode labarcanadamenos que el señor Mariano el Callao, un ricachón que, aunque del puñoprieto,enobsequioasusobrinoestabadispuestoaderrocharundineral.Enlaplaya ibanarodar losconfitesyacircular lascopascomounabendicióndeDios.

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El Retor sabía hacer bien las cosas. Había ido a la iglesia para escoltarhasta la playa con los hombres de su tripulación a donSantiago el cura. Elpárroco lo acogió con una sonrisa de las que se guardan para los buenosparroquianos.¡Qué!¿Yaeralahora?Puesquellamasenalsacristánparaqueprepararaelcalderilloyelhisopo.Élsearreglabaenunmomento;cuestióndecalarseelroqueteynadamás.

Pascualprotestóindignado.¿Quéeraaquelloderoquete?Capa,ylamejorquetuviera.Elbautizodesubarcanoeracualquiercosa;además,élestabaallíparapagarloquefuese.

DonSantiagosonrió.Bueno;lacapanocorrespondía,peroloharíaporél,queeraunbuencristianoysabíaquedarbienconlaspersonas.

Y salieron de la casa rectoral; el sacristán delante con el hisopo y elsagrado cuenco, y detrás, escoltado por el patrón y sus marineros, donSantiago,enunamanoel librodeoracionesy levantándoseconlaotra,parano rozar el barro, la capa vieja y suntuosa, de una blancura mate, con lospesados bordados de oro de un tinte verdoso, mostrando por entre ladeshilachadatramaelrellenodelrealce.

Acudíanabandadas loschiquillosá restregar lamocosanarizenaquellamanosanta,queacadainstantehabíadesoltarlacapa.Lasmujeressaludabansonrientes al pae capellá, hombre campechano, tolerante, con sus puntos demalicia, sabiendo amoldarse a las costumbres de su ganado, y que muchasveces veíase detenido enmedio de la calle por alguna pescadera de las queencargabanmisas,pidiéndolequebendijeralascestasylabalanzaparaquelosmunicipalesdeValencianolapillasenconlaspesascortas.

Al salir a la playa la comitiva, comenzaron a voltear las campanas,confundiendo su parloteo juguetón con losmurmullos de las olas. La gentecorríaporlaplayaparallegaratiempoyvertodalaceremonia,yallálejos,enunespaciolibredebarcas,alzábasesobrelaarenalaFlordeMayo,rodeadadenegroybullidorenjambre,brillante,charolada,bañadaporelsolquedorabasus costados, y destacando sobre el espacio azul el mástil esbelto ygraciosamente inclinado, en cuyo tope agitábase el distintivo de toda barcanueva,unramilletedegramíneasyfloresde trapoquehabíandequedarallíhastaqueelvientodelostemporalesfuesearrebatándolas.

El Retor y sus hombres abrían paso al cura entre el gentío que seapelotonabaentornodelabarca.Frentealapopaestabanlospadrinos;lasiñáTona conmantilla y falda nueva, y el señorMariano, puesto de sombreroybastón,hechouncaballero,nimásnimenosquecuandoibaaValenciaparahablarconelgobernador.

Toda la familia ofrecía un aspecto de suntuosidad que alegraba la vista.

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Dolores,con trajedecolor rosa,enelcuellounpañuelodesedadevistosastintasylosdedoscargadosdesortijas;Tonet,pavoneándoseenlacubiertaconla chaqueta nueva, la gorra flamante caída sobre una oreja y atusándose elbigotillo,muysatisfechodeverseenlaalturaexpuestoalaadmiracióndelasbuenas mozas; abajo, al lado de Roseta, su Rosario, que en gracia a lasolemnidadhabíahecho laspacesconDoloresysepresentabaconsumejorropa;yelRetor,deslumbrante,hechouninglés,conuntrajedericalanaazulquelehabíatraídodeGlásgowelmaquinistadeunvapor,yostentandosobreel chaleco—prenda que usaba por primera vez en su vida—una cadena dedoublétamañacomouncabledesubarca.

Sudabaconaquelhermosotrajedeinvierno;dabacodazosyseesforzabapor que no empujase la muchedumbre al capellán y los padrinos. ¡Á ver,señores!...unpocodesilencio.Unbautizonoescosaderisa.Despuésseríaeljaleo.

Yparadarejemploalairrespetuosamasa,pusoelgestocompungidoysequitólagorra,mientraselcapellán,nomenossudorosobajosupesadacapa,ojeaba el libro de oraciones buscando la de «Propitiare Dominisupplicationibusnostisetbenedicnavemistam»,etc.

Lospadrinos,gravesyconlamiradaenelsuelo,estabanaambosladosdelcura;elsacristánespiabaaéste,prontoacontestar¡amén!atodo,ylamultitudcalmábase y quedaba suspensa, con la cabeza descubierta, esperando algoextraordinario.

DonSantiagoconocíabienasupúblico.Leíalasencillaoracióncongrancalma, deletreando las palabras, abriendo solemnes pausas en el silenciogeneral, y el Retor, a quien la emoción convertía en un pobre mentecato,movíalacabezaacadafrase,comosiestuvieraempapándosedeloqueelcuradecíaenlatínasuFlordeMayo.

LoúnicoquepudopillarfuelodeArcamNoeambulantemindiluvio,yseinflódeorgulloaladivinarconfusamentequesubarcaeracomparadaconlaembarcación más famosa de la cristiandad, y con esto quedaba él mano amanoconelalegrepatriarca,elprimermarineroquehuboenelmundo.

La siñáTona se llevaba el pañuelo a losojos, apretándolospara impedirquesaltasenlaslágrimas.

Terminadalaoración,elcuraempuñóelhisopo:

—Asperges...

Yenvióa lapopade labarcaunpolvodeaguaque resbalóenmenudasgotas por las pintadas tablas. Después, siempre seguido por el amén delsacristányprecedidoporelpatrón,queabríapaso,diolavueltaentornodela

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barca,repitiendohisopazosylatines.

El Retor no podía creer que la ceremonia hubiese terminado. Faltababendecirlodearriba,lacubierta,elfondodelacala;¡vamos,donSantiago,unesfuerzo; ya sabía que él quedaba bien!Y el cura, sonriendo ante la actitudsuplicante del patrón, se aproximó a la escalerilla aplicada al vientre de labarcaycomenzóaascenderconsuincómodacapaque,bañadaporelsoldelatarde,parecíadelejoselcaparazóndeuninsectotrepadorybrillante.

Terminó la bendición. Se retiró el cura sin otro acompañamiento que sumonago,yarremolinóselamultitudentornodelabarcacomosifueseaentraralasalto.

¡Buena se iba a armar! Toda la pillería del Cabañal estaba allí, ronca,desgreñada,increpandoalospadrinosconsuchillonacanturía.

Armeles,confits...

El señorMarianosonreíaomnipotentedesde lacubierta.Ahoraverían loque era bueno. Una onza de oro se había gastado para quedar bien con susobrino.Y se agachó,metiendo lasmanos en los cestos que tenía entre laspiernas.¡Alláva!Yelprimermetrallazodeconfites,duroscomobalas,cayósobre la vociferante chusma, que se revolcaba por la arena disputándose lasalmendrasyloscanelados,alairelassuciasfaldillasomostrandoporlosrotospantalonessuscarnesrojizasycostrosasdepillosdeplaya.

Tonet destapaba los tarros deGinebra, llamando a los amigotes con aireprotector,comosi fueseélquienpagara.Lacañablancamedíaseá jarros,ytodosacudíanabeber;loscarabineros,fusilalbrazo,losviejospatronos,losdelasotrasbarcas,quellegabandescalzos,vestidosdebayetaamarilla,comopayasos, y los grumetillos que, sobre los harapos y atravesado en la faja,ostentabanpretenciosamenteuncuchillotangrandecomoellos.

Arribaestabalajuerga.LacubiertadeFlordeMayoresonabaconalegretaconeo como el entarimado de un salón de baile; un vaho de tabernaesparcíase en torno de la barca, y Dolores, atraída por la alegría de los dearriba, se encaramó por la escalera, increpando en cada peldaño a losgrumetillos que se agazapaban con la malsana intención de ver las mediasencarnadasdelasoberbiamoza.

La mujer del Retor estaba en su elemento arriba, entre tanto hombre,rodeada de un ambiente de voraz admiración, pisando fuerte las tablas queeran suyas y muy suyas, contemplada desde abajo por muchas mujeres, yespecialmenteporsucuñadaRosario,quedebíaestarmuriéndosedeenvidia.

Pascualnoabandonabaasumadre.Enaqueldíasolemneparaélytantasveces ansiado, sentía como un recrudecimiento de su cariño filial, y se

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olvidabadesumujeryhastadesuPascualet,queseatracabadeconfitesenlabarca,paranopensarmásqueenlasiñáTona.

—¡Amodebarca!...¡Amodebarca!

Yabrazabaalavieja,besándolalosojosabotagados,quellorabantambién.

Algo renacía en la memoria de Tona. La fiesta en honor de la barcaevocabaelpasado,yporencimadelalocaaventuraconelcarabineroydeloslargosañosdeviudezyaborrecimientoaloshombres,resucitabaeltíoPascualjovenyvigoroso,talcomoleconocióalcasarse,yllorabadesconsolada,comosiacabasedeperderloenaquelinstante.

—¡Fill meu!, ¡fill meu!—gemía abrazando al Retor, en quien veía unaasombrosaresurreccióndesupadre.

Éleralahonradelafamilia;quienlehacíarecobrarsuperdidaimportanciaa fuerza de trabajo. Y si ella lloraba era porque sentía remordimiento: seacusabadenohaberlequerido todo loquemerecía.Ahorasedesbordabasucariño; sentía prisa de amarle mucho, y temía... sí señor, temía que suPascualet, supobreRetor, tuviese igual suertequesupadre.Yalmanifestarsustemoresconvozentrecortadaporelllanto,mirabalaviejatabernillaqueseveíadesdeallí:labarcazaqueguardabaensusentrañaslaespantosatragediadeunmártirdeltrabajo.

El contraste entre la barca nueva, gallarda, deslumbrante, y aquel ataúdque, falto de parroquianos, iba haciéndose cada vezmás tétrico y negruzco,impresionaba á Tona, y hasta creía ver ya á Flor deMayo rota y tumbada,comovioundíalaotrallevandoensusenoasupobremarido.

No;ellanosealegraba.Lahacíadañolaalgazaradelagente.Eraburlarsedelmar,deaquelhipócritaqueahorasusurrabamarrulleramentecomoungatotraidor,peroquesevengaríaapenasFlordeMayoseconfiaseaél.

Sentíamiedoporsuhijo,alqueamabadeprontocomosileencontrasetraslargaausencia;nadaimportabaquefueseungranmarinero;tambiénloerasupadreyseburlabadelasolas.¡Ay!selodecíaelcorazón.Elmarselateníajuradaalafamiliaysetragaríalanuevabarcacomodestrozólaotra.

No, ¡recristo! eso no. El Retor protestaba indignado. ¡Vaya unaconversación oportuna en un día tan alegre! Todo eran escrúpulos de vieja;remordimientosque laacometíanpornohaberseacordadoen tantosañosdesuprimermarido.Loquedebía hacer era encenderle un cirio biengordo alalmadelpobremarineroporsiestabaenpena.¡Afueratristezas!Áélquenolehablasenmaldelmar.Eraunbuenamigoqueseenfadabaalgunasveces,peroquesedejabaexplotarporloshombreshonradosymanteníaalapobreza.Áver,unacopa,Tonet.Quesiguieralabroma;habíaquebautizarbienáFlor

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deMayo.

Bebió, mientras su madre seguía gimoteando con la mirada fija en latrágicabarcazaquesirviódecunaasushijos.ElRetorpúsoseserio.

¿Peronoibaacallar?¡Enundíacomoaquelacordarsedequeelmartienemalas bromas! ¿Y qué? Si no quería verle en peligro, haberlo criado paraobispo. Lo importante es ser honrado, trabajar, y venga lo que venga. Ellosnacíanallí;noveíanmássustentoqueelmar;seagarrabanasuspechosparasiempreyhabíaquetomarbuenamenteloquediesen:elagriodelatempestado lo dulce de las grandes pescas. Alguien tenía que exponerse para que lagente comiesepescado; le tocaba a él, ymar adentro se iría como lo estabahaciendodesdechico.¡Rediel,agüela!...¡calleya!...¡QuevivaFlordeMayo!Otracopa,caballeros.Undíaesundía.Élpagaba,yledaríandisgustolosqueestabanallísinolosrecogíanamedianocheroncandosobrelaarenacomositalmentefuesenunoscerdos.

VIII

VolvíaPascualasucasadespuésdepasarlatardeenValencia,yalllegaralaGlorietadetúvosefrentealpalaciodelaAduana.

Eran las seis. El sol daba un tinte anaranjado a la crestería del enormecaserón, suavizando la sombraverdinegraque las lluvias depositaban en losrespiraderos de las buhardillas. La estatua de Carlos III bañábase en elambiente azul y diáfano, saturada de luz tibia, y por los enrejados balconesescapábase un rumor de colmena laboriosa, gritos, canciones ahogadas y elruidometálicodelastijeras,cogidasyabandonadasacadainstante.

Por el ancho portalón comenzaban a salir como rebaño revoltoso lasoperarias de los primeros talleres; una invasión de rameada indiana, brazosarremangados y robustos con la cesta como eterno apéndice, y menudos eincesantes pasos de gorrión. Era un confuso vocerío de llamamientos ydesvergüenzas,extendiéndoseantelapuerta,enelespaciodondepaseabanlossoldadosdelaguardiayselevantabanalgunosaguaduchos.

ElRetorquedóparadoenlaaceradelaGlorieta,entrelosvendedoresdeperiódicos.Atraíalelaalgazaradelascigarreras,aquelrebañorevoltosoque,con sus blancos pañuelos avanzados sobre la frente, tenía un aspecto decomunidad rebelde, demonjas impúdicasque con susnegrosojosmedían aloshombresdepiesacabezacomosilosdesnudaranconladesdeñosamirada.

ElRetorvioaRosetaque,apartándosedeungrupo,fueenbuscadeél.Suscompañeras esperaban a otras de diferente taller, que tardarían algunos

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minutosensalir.¿Ibaélacasa?Bueno;haríanelcaminojuntos:aellanolegustabaesperar.

Y emprendieron la marcha por el camino del Grao; él, pesado, comomarineropatizambo,haciendoesfuerzosporconservarsesiempreenlamismalínea que aquel diablo de chica que no sabía andar más que de prisa, congarbosocontoneo,haciendoondearsufaldacomounabanderaderegatas.

Suhermanoqueríadescansarla llevándola la cesta.Muchasgracias; peroestabatanacostumbradaasentirlaensubrazo,quesinellanosabíamoverse.

El patrón, antes de llegar al puente delMar, hablaba ya de su barca, deaquellaFlordeMayo,porlacualhastaseolvidabadeDoloresysuPascualet.

Al día siguiente comenzaba la pesca del bòu y salían todas las barcas.Ahora se vería de lo que era capaz la suya. ¡Barca más hermosa!... El díaanterior la habían arrastrado losbueyes al agua, y ahora estaba en el puertoconfundidaconlasdemás.¡Peroquédiferencia,chica!Llamabalaatención,lomismo que una señorita de Valencia metida entre las zaparrastrosas de laplaya.

Habíaestadoenlaciudadparacomprarloquelefaltabaensuequipodemar,yapostabaunduroaquetodoslosricachosdelCabañal,losamosquesecomíanlomejordelapescasinexponerlapiel,nopresentabanunabarcatanmajacomolasuya.

Pero como todo tiene término, a pesar de los entusiasmos del Retor, seagotóelcapítulodelasexcelenciasdelabarca,yalllegarfrentealhornodeFiguetescallabaya,oyendoáRoseta,queselamentabadelasperreríasdelasmaestrasdelafábrica.

Abusabandeunayhastadabanmotivoparaquealasalidaselasagarraradelmoño.Ymenosmalqueellaysumadrepodíanpasarconpocacosa;pero¡aydeotrasinfelices!otrasquehabíandetrabajarcomonegrasparamanteneraunmaridovagoyalaspolladasdechiquillosqueesperabanenlapuertaconunasbocasquenuncatragabanbastantepan.

Parecía imposible que con tanta miseria aun tuviesen algunas mujeresganas de broma. Y siempre grave, con ademán pudoroso, la virgen rubia éinabordable, criada entre la pillería de la playa, contó a su hermano unahistoria escabrosa, empleando los términosmás crudos, comomujer que losabe todo, pero con tal pulcritud de acento, que las palabras más durasparecíanresbalarporsusrojoslabiossindejarrastroalguno.Tratábasedeunacompañerade taller, unamalapiel que ahoranopodía trabajar por tener unbrazoroto.Eraaconsecuenciadeunapalizadelmarido,quelahabíapilladoconunodesusmuchosamigos.¡Quéescándalo!¡Yaquellapúateníacuatrohijos!

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El Retor sonreía con ferocidad. ¡Un brazo roto! ¡Redeu! no estabamal,pero le parecía poco. Duro con las malas hembras. Debía ser una penainsufriblevivirconunamujerasí.¡CuántasgraciasteníanquedaraDioslosquecomoélgozabanlasuertedetenermujerhonradaycasitranquila!

Sí; él era dichoso y podía dar muchas gracias. Y Roseta, al decir esto,envolvíale en una mirada de compasiva ironía; sus palabras tenían unavibraciónsardónicademasiadosutilparaserapreciadaporelRetor.

Esteparecíatransfigurarse,indignadoporlamalaconductadeunamujeraquiennoconocíayporladesgraciadeunhombrecuyonombreignoraba.Esque le enfurecían tales perrerías. Porque eso de que un hombre se matetrabajandoparadarpanalamujeryaloshijos,ycuandovuelvaacasaselaencuentre abrazada al querindango, francamente, es cosa para hacer unabarbaridad,yendoapresidioparatodalavida.Yloquedecíaél:¿quiéntienela culpa, señores?Pues lasmujeres, lasmaldecidasmujeres,queestánenelmundo para que los hombres se pierdan y nada más... Pero arrepentido,rectificábase,haciendounaexcepciónenfavordesuDoloresydeRoseta.

Depoco leservía laaclaración,puessuhermana,alver iniciadoel temafavoritodeellaysumadre,hablabacongranapasionamientoysudulcevozvibraba con tonillo irritado. ¡Los hombres! ¡Vaya una gente! ellos eran losculpablesdetodo.Loquedecíansumadreyella:elquenoerapilloresultabaimbécil.Ellos,solamenteellosteníanlaculpadequelasmujeresfuesencomoeran.Desolterasibanatentarlas;podíaellaasegurarlo,puesasertontaycreera ciertos hombres, estaríaDios sabe cómo.De casadas, si se hacíanmalas,también era por culpa de los hombres que, o por pillos las irritaban,arrastrándolasalaimitación,oportontosnadaveíanynoaplicabanatiempoelremedio.NoteníamásquemiraraTonet.¿NolesobrabarazónaRosariopara hacerse una perdida, aunque nada más fuese que por vengarse de lasperreríasdesumarido?...Yde losotrosnoqueríapresentarejemplos.EnelCabañal se conocían demasiados maridos que tenían la culpa de que susmujeresfuesencomoeran.

É irreflexiblemente miró de tal modo al Retor, que éste, a pesar de surudeza,parecióentender,lanzandoasuhermanaunaojeadainterrogante.Perotranquilizadoenseguidaporsuinmensaconfianza,protestódulcementedeloquedecíasuhermana.¡Bah!Eramásloquehablabalagentequelaverdad.Enelpuebloteníanmalalengua.Tratabanlosasuntosdefamiliaconlamayorligereza:hacíantemaderisalafidelidaddelamujeryladignidaddelmarido;lanzaban los chistes más atroces sobre la tranquilidad de las familias, perotodojuntonopasabadeserunabromadichasinintencióndeofender.Faltadeeducación,comoasegurabamuybiendonSantiagoelcura.

Élmismo, si fuera ahacer caso, ¿no tenía razónparaofenderse? ¿No se

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habíanatrevidoahacersuposicionesmaliciosassobresuDolores,gastándolebromasaélenlaplaya?¡Yconquién,señores!...¡Conquiéndirástú!...Pueshabía para asombrarse; con Tonet, con su hermano; ¡vamos, que era parareírse!¡Creerqueaél,conunamujertanbuena,leadornabanlacasayqueelencargadodeelloeraTonet,quemirabaaDoloresconelmismorespetoqueaunamadre!

Y el Retor, aunque algo molestado por las murmuraciones, se reía alrecordarlas con lamisma expresión de desprecio y de fe que un labriego aquiennegasenlosmilagrosdelaVirgendesulugar.

Rosetalemirabafijamente,deteniendoelpaso.Examinabaasuhermanoconsusojazosprofundos,comosidudasesobre laespontaneidaddeaquellarisa.Nohabíaduda:eranatural.Aquelzopencoestabaapruebadesospechas.

Por esto se irritó ella, é instintivamente, sin darse cuenta del daño quecausaba,soltóloqueparecíaescarabajearleenlalengua.Lodicho:todosloshombreseranunospillosounosbrutos.Yconlamiradaparecíaseñalarasuhermano,incluyéndoloenlaúltimacategoría.

Porfinadivinóaquelhombrerudo.¿Quiéneraelbruto?¿Él?¿SabíaacasoRosetaalgo?...Áver:quehablase...yclarito.

Estabanentoncesenmitaddelcamino,juntoalacruz,ysedetuvieronporalgunos instantes. El Retor estaba pálido y se mordía uno de sus dedazos;dedosdemarinero,romos,callososyconlasuñasroídas.

Á ver: podía hablar claro. Pero Roseta no hablaba. Veía en su hermanoalgo que no la gustaba. Temía haber ido demasiado lejos; su conciencia debuenamuchachaprotestabayarrepentíaseante lapalidezyeldurogestodeaquelrostrosiemprebondadoso.

No;ellanosabíanada:lasmurmuracionesdelpuebloynadamás.Peroloquedebíahacerparaquelagentenohablase,eraobligaraTonetáquevisitarasucasalomenosposible.

ElRetorlaoíaencorvadosobrelafuentecercanaalacruz,engullendoporenteroelchorrodeagua,comosilarecienteimpresiónhubieseencendidounahogueraensuestómago.

Emprendió de nuevo lamarcha con la boca chorreante, enjugándola consuscallosasmanos.No;élnoprocederíanuncafeamenteconsuTonet.¿Quéculpateníaelpobrechicodequelagentefuesetandesvergonzada?Cerrarlelapuertaseríaperderle;justamente,sisumalacabezaseibasentandounpoco,lodebíaalosbuenosconsejosdeDolores;deaquellapobrecitaalaquemuchosodiabanporenvidia,nadamásqueporenvidia.

YensurencorcontralasenemigasdesuDolores,subrayabalaspalabras

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conelgesto,comosiincluyeraentrelasenvidiosasáRoseta.

¡Que hablasen hasta cansarse!Mientras él estuviera tranquilo, se reía delos demás.Tonet era para él un hijo. Se acordaba como si hubiese ocurridoayerdecuandoleservíadeniñerayseacostabaconélenelcamarotede labarcaza, haciéndose un ovillo para dejarle la mayor parte de la colchoneta.¡Qué!¿unascosasasí,tanfácilmentepuedenolvidarse?

Se olvidan las buenas épocas; se borra fácilmente el recuerdo de losamigotes con los que se bebe y se ríe en la taberna; pero cuando se pasahambre, ¡redeu! no se olvida por nada delmundo al compañero demiseria.¡Pobre Tonet! se había propuesto sacar a flote a aquel perdido, digno delástima, y no pararía hasta verle hecho un hombre de pro. ¿Qué se habíanfigurado?...Éleraunanimal,peroteníauncorazónquenolecabíadentro...Ysegolpeabaelreciopecho,quesonabacomountambor.

Más de diez minutos marcharon los dos hermanos sin cambiar palabra.Roseta,arrepentidadehaberprovocadoaquellaconversación;Pascual,conlacabeza baja, pensativo, frunciendo algunas veces las cejas y cerrando lospuñoscomosileacometieraunmalpensamiento.

HabíanllegadoalGraoyatravesabansuscallescondirecciónalCabañal.

ElRetorhablóporfin,mostrandonecesidaddedesahogarsupensamiento,de echar fuera ideas penosas, cuyo doloroso culebreo se notaba en lascontraccionesdesufrente.

Enfin,Roseta,loconvenienteeraquetodolodichosólofueseunabromadelagente.Porquesialgúndíaresultaraverdad,¡recristo!aélnoleconocíanadie en el pueblo. Se tenía miedo a sí mismo en ciertos momentos. Erahombre de paz y huía las cuestiones;muchas veces perdía su derecho en laplayaporqueerapadreynoaspirabaapasarpormajo;peroquenoletocasenloqueerasuyoymuysuyo:eldineroysumujer.AunseacordabaconhorrordequealvenirdeArgel,conaquello,tuvoelpensamiento,silealcanzabalaescampavía, de plantarse junto al mástil faca en mano, y allí matar, matarsiempre, hasta que lo tumbaran sobre los fardos que eran su fortuna. Y encuantoaDolores,algunasvecesalcontemplarlatanbuena,tanguapa,conelaire de señora que tan bien le sentaba, había pensado, ¡por qué no decirlo!habíapensadoenquealguiense lapodíaquitar,yentonces¡redeu!entoncessentíadeseosdeapretarlaelgaznateysalirporlascallesmordiendocomounperrorabioso.Sí;esoesloqueélera;unperromansote,quesillegabaarabiaracabaría con elmundo o tendrían quematarle...Que le dejasen quieto; quenadieturbarasufelicidad,adquiridaysostenidaafuerzadetrabajos.

PascualmanoteabamirandofijamenteaRoseta,comosiéstafueselaqueibaarobarlesuDolores.Perodeprontohizoungestocomosidespertarayse

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notóenéleldisgustodelqueenunmomentodeexcitacióntemehaberdichodemasiado.

Lemolestabalapresenciadesuhermana.Yapodíansepararse.Ellahacialabarcazadelaplayay¡espresionsálamare!Élibaasucasa.

Hasta bien entrada la noche le duró alRetor la impresióndel encuentro.Pero cuando fueron a verle para tomar órdenes los tripulantes de Flor deMayo,todolohabíaolvidado,todo.

AllíestabaTonet,ensupresencia,ysinembargo,noexperimentólamásleveemoción.Estoresultabalapruebamásclaradequetodoeramentira.Sucorazónestabamudo;luegonadahabía.

Todoloolvidóparahablardelasalidadeldíasiguiente.LaFlordeMayoformaríaparejaconunabarcaquehabíaalquilado.QueDios lediesebuenasuerte,ynotardaríaenconstruirotraembarcacióncomoFlordeMayo.

Enlatripulaciónfigurabaunmarinero,alqueelRetoroíacomounvetustooráculo:eltíoBatiste,elpescadormásviejodetodoelCabañal;setentaañosdevidademar, encerrados enun armazóndepergaminocurtido, que salíanporlanegrabocaoliendoatabacomalo,enformadeconsejosprácticosydemarítimas profecías. Lo había enganchado el patrón, no por lo que pudieraayudaralamaniobraconsusdébilesbrazos,sinoporelexactoconocimientoqueteníadelacosta.

DesdeelcabodeSanAntoniohastaeldeCaneteraelgolfounagranplazasin bache y agujero que no conociera el tío Batiste. ¡Ah! si él pudieraconvertirse en un esparrelló, nadaría por abajo, sabiendo siempre dónde seencontraba. La superficie del mar, muda para otros, leíala con la mayorfacilidad,adivinandosufondo.

Sentadosobrelacubiertadelabarca,parecíasentirtodaslasondulacionesdel suelo submarino, y con una ligera ojeada sabía si estaban sobre losprofundosalgares,sobreelFanchosobrelascolinasmisteriosasllamadaslosPedrusquets, queevitaban lospescadorespormiedoaque se enroscasen lasredesysehicierantrizas.Sabíapescarenlostortuososcallejonesdeprofundomar abiertos entre los Muralls de Confit, la Barreta de Casaret y Ròca deEspiòca;arrastrabalasredesporaquellaberintosintropezarconlastraidoraspuntasniconlosalgaresquecarganlamallahastaromperla,nosacandonadadeprovecho,yenlasnochesobscuras,cuandonoseveíaacuatropasosdelabarca y la luz de los faroles la sorbía sin rastro alguno la lobreguez de lasaguas, bastábale gustar con la lengua el fango de las redes para decir conmatemática certeza el sitio donde estaba. ¡Demonio de hombre! parecía quesussetentaañosseloshabíapasadoabajoencompañíadelossalmonetesydelospulpos.

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Apartedeesto, sabíamuchascosasnomenosútiles;porejemplo,queelquesalíaapescareldíadelasAlmas,corríaelpeligrodesacaralgúnmuertoenvuelto en las redes, y el que ayudaba todos los años el día de la fiesta allevarenhombroslaSantaCruzdelGrao,nopodíaahogarsenunca.

Poresoélseconservababienapesardesussetentaaños,yesoquenuncasehabíaseparadodelmar.Álosdiezañosteníacallosenelsobaco,afuerzadetirarcomountorodelascuerdasdelbolich;ynosólohabíasidopescador:teníasudocenadeviajesalaHabana,peronocomoloschicosdeahora,quese creen hombres demar porque hacen de camareros ymozos de cordel encualquier trasatlántico como un pueblo, sino a bordo de faluchos de lamatrícula,barcosmásvalientesqueBarceló,queibanaCubaconvinoytraíanazúcar, mandados por patrones venerables, envueltos en su ranglán, y consombrero de copa; y antes se acababa el mundo que faltaba a bordo lalamparillaencendidaanteelCristodelGraoyelrosarioalapuestadelsol.

Aquelloseranotrostiempos;lagenteeramejor.YeltíoBatiste,moviendolas arrugas del rostro y su barbilla de chivo venerable, hablaba contra laimpiedadysoberbiadelpresente,acompañandosuspalabrasconjuramentosdecastillodeproaymecasoenestoyenlodemásallá.

El Retor le escuchaba complacido. Encontraba en el viejo a su antiguomaestroeltíoBorrasca,yoyéndolepensabaensupadre.Lademásgentedelabarca,Tonet,losdosmarinerosyelgrumete,reíansedelviejoyleenfurecíanasegurándolequeyanoestabaparanavegaryqueelcuralereservabalaplazadesacristán.

¡Chentòla!Yaveríanquiéneraélcuandosaliesenalmar;aúnlesllamaríacobardesenmásdeunaocasión.

AldíasiguientetodoelbarriodelasBarracasestabaenmovimiento.Porlanochesehacíana lamar lasbarcasdelbòu, llevando loshombresa lapuraconquistadelpan.

Todoslosañosserepetíalaemigraciónviril,peroapesardeestolasmásdelasmujeresmostrábanseimpresionadaspensandoenlosmuchosmesesdesobresaltoeinquietudquehabíandesufrirhastalaprimavera.

Lospatronesmostrábanse atareadospor losúltimospreparativos. Iban alpuerto para examinar sus embarcaciones, hacían funcionar las garruchas,correr lasmaromas, subíanybajaban lasvelas, tocaban el fondode la cala,examinabanelrepuestodelonaycables,contabanlascestasyhacíanrepasarlas redes. Después llevaban los papeles a las oficinas para que aquellosseñorestanorgullososymalhumoradossedignasendespacharlos.

CuandoelRetorfueacomeramediodía,encontróenlacocinadesucasaalasiñáTona,quellorabahablandoconDolores.

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Laviejasosteníasobresusrodillasunenvoltorio,yapenasvioasuhijo,leincrepóconira.

Vamosaver:aquelloeraunamalacosa;parecíaimposiblequefuesepadre.LehabíandichoquesunietoPascualetseembarcabaenlaFlordeMayoparahacerelaprendizajedegato.¿Estababienaquello?Unacriaturadeochoañosque aun debía estarmamando, o cuandomás jugando en la tabernilla de laabuela,iralmarcomoloshombres,apasarfatigasyquiénsabesialgopeor.

Ellaseoponía,síseñor;elchiconodebíaconformarseconaquelmartirio,ypuestoque lamadrecallabayalpadrese lehabíaocurrido talbarbaridad,ella, como abuela, protestaba. Se llevaría el chico para impedir semejantecrimen.¡Pascualet!¡tuabuelatellama!

Pero el demonio delmuchacho, enfundado en un traje nuevo de franelaamarilla,descalzo,paramayorcarácter,conunafajaqueseleenroscabahastael pecho, gorra negra sobre la oreja y la blusa hinchada como un globo,pavoneábase imitandoelairedesgarbadodel tíoBatisteyhacíamuecasasuabuelaenvenganzadelaofensaqueleinferíarogandoporél.

Noiríaajugarmásalaplaya;queseguardaselaabuelasusmeriendas;élerahombreyqueríairalmarcomosegundogatodelaFlordeMayo.

Suspadressereíanconlasinsolenciasdelmuchacho.¡Demoniodechico!ElRetorselohubieracomidoábesos.

Laabuelallorabacomosilevierayapróximoalamuerte.Peroelpadreseindignó.¿Queríacallar?Cualquieracreeríaquematabanalchico.¿Quéteníaaquello de extraordinario?Pascualet iba almar comohabían ido su padre ytodossusabuelos.¿Deseabalaagüelaquefueseunvago?Éllequeríavalienteytrabajador,sinmiedoalagua,queesdondeestálavida.Sicuandoélmurierapodíadejarleunbuenpasar,mejorquemejor.Elchiconoexpondríasuvidanavegando, pero sabiendo lo que es una barca, no podrían engañarle. Unadesgracia a cualquiera le ocurre, y porque su padre, el tío Pascual, habíaacabadocomotodossabían,yasefigurabasumadrequetodoslospescadoreshabíandemorirahogados.¡Vamos...calle,calleynohagareír!

PerolasiñáTonanopodíacallar.Estabantodosendemoniados.Elmalditomarlesatraíaparaacabarconlafamilia.Ellanodescansaba.¡Sicontase losespantosos sueñosque teníapor lanoche!Ya sufríamuchopensandoen lospeligros del hijo, y ahora, por si no tiene usted bastante, el nieto también.Vamos,queaquellonopodíasufrirse;lohacíanpormatarlaapesares;ysinofueraporlomuchoquelesquería,nodebíamirarlesmásalacara.

ElRetor,indiferentealoslamentosdesumadre,sentábaseálamesaantelacazuelahumeante.Escrúpulosdevieja.¡Ácomer,Pascualet!

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SupadrehabíadehacerleelmejormarinerodelCabañal.Yparaextremarsusbromas,quisosaberquétraíasumadreenaquelenvoltorio.

Volvió a llorar la siñáTona.Era un obsequio bien triste.Elmiedono ladejaba dormir; había reunido la noche anterior todos sus ahorros, bien pocacosa, y quería hacer un regalo a su hijo: un chaleco salvavidas que pormediacióndeunaamigahabíacompradoalmaquinistadeunvaporinglés.

Ysacóaluzlacorazavoluminosadeforradasescamasdecorcho,queseplegabacongranflexibilidad.ElRetorlacontemplabasonriendo.Bienestabaaquello;¡loqueinventabanloshombres!algohabíaoídodetaleschalecos,ysealegrabadeteneruno,pormásqueélnadabacomounatúnynonecesitabaadornos.

Peroentusiasmadocomounniñoanteelregalo,abandonólacomidayseprobóelchaleco,riéndosedelgruesoenvoltorio,queledabaelaspectodeunafoca,haciéndolerespirarangustiosamente.

Gracias;conaquellonoeraposibleahogarse,peromoriríadesofocación.Lo metería en la barca. Y arrojó la coraza al suelo, apoderándose de ellaPascualet, quien con gran trabajo se embutió en el salvavidas, asomando lacabezaylasextremidadescomounatortugadentrodelcaparazón.

Al terminar la comida llegó Tonet. Traía una mano entrapajada. Era ungolpe que había recibido aquella mañana; y lo decía de un modo, que suhermano no quiso preguntar más ni le sorprendió la extraña mirada deDolores.Algunadiablura de aquel loco; alguna riñaquehabría tenido en lataberna.

Con una mano inútil, para nada servía en la barca. Debía quedarse entierra,yyalotomaríasuhermanoabordodeallíadosdías,puespensabanotardarmásenlaprimersalidasilapescaerabuena.

MientrashablabaelRetorcongran tranquilidad, lamentándosedequesuhermanonofueseabordodelaFlordeMayo,Tonetysucuñadabajabanlacabezayevitabanmirarse,comosisesintieranavergonzados.

Ámediatardecomenzaronlospreparativosparalasalidadelbóu.

Másdeuncentenardebarcasformadasendoblefilafrentealosmuelles,inclinabanlosmástilescomounescuadróndelanzasquesaluda,moviendosuscascoscon incesanteygraciosocontoneo.Laspequeñasembarcaciones,consurudoperfildegaleraantigua,recordabanlasnumerosasarmadasdeAragón,lasflotasdebarquichuelosconlasqueRogerdeLauriaeraelterrordeSicilia.YlosPescadorespresentábanseengruposconelhatilloalaespaldayelaireresuelto,comolasbandasdealmogávaresllegaronalaplayadeSalouparairen embarcaciones iguales o peores a la conquista deMallorca. Tenía aquel

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embarque en masa y en tan rudos barcos un sabor tradicional, algo queforzosamente hacía recordar la marina de la Edad Media, los bajeles deAragón,cuyavelatriangularlomismoespantabaalmorodeAndalucíaquesedestacabasobreelclásicoyrisueñocielodelaGrecia.

Todo el pueblo acudía al puerto; lasmujeres y los niños corrían por losmuelles buscando en la confusión demástiles, cuerdas y cascos incrustadosunos en otros, la barca donde iban los suyos.Era la emigración anual a losdesiertos del mar; la caída en perpetuo peligro para sacar el pan de lasmisteriosas profundidades, que unas veces se dejan extraermansamente susriquezasyotrassealborotanamenazandodemuertealosaudacesargonautas.

Y por las pendientes tablas que unían las barcas con elmuelle, pasabanpiesdescalzos,calzonesamarillos,caras tostadas, todoelmísero rebañoquenaceymuereenlaplayasinconocermásmundoquelaextensiónazul;genteembrutecidaporelpeligro,sentenciadaamuerte,paraquetierraadentrootrosseres, sentadosanteeladamascadomantel,puedancontemplarcomo joyelesdecoral los rojos langostinososeconmuevanconestremecimientosdegulaantelaenormemerluzanadandoenapetitosasalsa.Elhambreibaalanzarseenelpeligroparasatisfaceralaopulencia.

Comenzaba a caer la tarde. Los últimosmosquitos del verano, enormes,hinchados,zumbabanenelambienteimpregnadodetibialuz,brillandocomoun chisporroteo de oro; el mar se extendía tranquilo fuera del puerto hastajuntarse con el horizonte, y allá en la línea divisoria destacábase como unavaganubelacumbredelMongó,cualunaislaflotante.

Continuabaelembarque.Laaglomeracióndebarcastragábasehombresymáshombres;lasmujereshablabanconanimacióndeltiempodelapesca,queesperaban fuese buena; de la temporada que se preparaba, en la cual podríahaber pan abundante en sus casas; y los grumetes corrían desolados por elmuelle,descalzosyapestandoábrea,parahacerlosúltimosencargosdesuspatrones,embarcarlagalletaycargareltonelillodelvino.

Cerraba la noche; ya estaba toda la gente en las barcas: más de milhombres.Sólofaltabaparapartirquelosseñoresdelasoficinasacabasendedespacharlospapeles;ylamultitudqueocupabalosmuellesseimpacientabacomoanteunespectáculoqueseretarda.

Habíaenel actode lapartidaunacostumbrequecumplir.Desde tiempoinmemorial,todoelpuebloacudíaalasalidadelbòuparainsultaralosqueseiban. Chistes atroces, sangrientas bromas cruzábanse entre las barcas y lasescollerascuandoaquéllassalíandelpuerto;todoalabuenadeDios,sinmalaintención,porqueasí lomarcaba lacostumbreyporque teníagraciadecirlesalgo a los... lanudos que se iban tranquilos a pescar dejando solas a susmujeres.

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Ytanarraigadaestabalacostumbre,quealgunospescadoressepreparabanconanticipación,metiendoensusbarcascapazosdeguijarrosparacontestarlasinsultantesdespedidasápedradalimpia.

Eraunadiversiónbrutal,propiadelasplayaslevantinas,dondelasbromasgiransiempreconlamayorinocenciasobrelamansedumbredelmaridoylafidelidaddelamujer.

Cerró la noche. Inflamábase como una guirnalda de fuego el rosario defaroles que orlaba los muelles; titilaban los rojos regueros de luz sobre lasmansasaguasdelpuerto,ylaslinternasdelosbuquesbrillabanenloaltodelospaloscomoestrellasverdesyencarnadas.Cieloyaguatomabanelmismocolorceniciento,destacándoselosobjetoscomomanchasnegras.Elpuerto,elcaserío y los buques parecían dibujados con tinta china sobre un inmensopapelgris.

¡Ya salían, ya salían!... Izábanse las velas, que en la lobregueztransparentaban las luces del puerto, como piezas extendidas de crespón osutilesalasdegrandesmariposasnegras.

Lapilleríahabíaocupado lomássalientede lasescollerasparasaludaralosquepartían.¡Cristo!¡ycómoibanadivertirse!Habíaqueagazaparsebienparaquenolesllegaraalgunapiedra.

Ya salía laprimerpareja;mansamente, conpocoviento aún, cabeceandolasdosbarcascomotorosperezososantesdetomarcarrera.Enlaobscuridadsereconocíaalasparejasyalosqueibanenellas.

—¡Adiós!—gritabanlasmujeresdelostripulantes—.¡Bònviache!

Perolapilleríahabíarotoyaenespantosoeinfamantevocerío.¡Vayaunaslengüecitas!Hasta lasmismasmujeres injuriadas que estaban a espaldas deellosreíancomolocas,celebrandolasocurrencias.Erauncarnavalcontodasulibrefranquezaparamezclarverdadesymentiras.

¡Lanudos! ¡Másque lanudos! Ibanapescar tan tranquilos, dejando solassusmujeres.Yaseencargaríaelcuradeacompañarlas.¡Muuu!¡muuu!...

Éimitabanelmugidodelosbueyesentrelascarcajadasdelgentíoque,porun absurdo de la costumbre, gustaba de despedir con tales insultos a loshombres quemarchaban a trabajar y tal vez amorir por el sustento de susfamilias. Pero éstos, siguiendo la sarcástica broma, echaban mano a loscapazos de piedras y los guijarros silbaban como balas, chocando con lospeñascos,trasloscualesseocultabalaprocazgranujería.

Eraunaquelarre,unaaglomeracióndeescandalososduendesquebullíanenlasdosescollerasyvomitabaninjuriascadavezquepasabanbarcasporlaestrechagargantadeladársena.

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Cuando las voces, ya roncas, enmudecían cansadas de berrear, laprovocaciónpartía de lasmismasbarcas.Molestábales á los pescadores quesaliesesuparejaensilencio,ypartíadeellaalgunavozdemarinerosocarrónpreguntandomansamente:

—¡Che!¿quénodieualgo?

Vaya si le decían, y recrudecíase otra vez el eterno grito de lanudos,confundiéndose con el rugido de los caracoles que soplaban los grumetes,misteriosaseñalparareconocerselasbarcasqueformabanlaparejaynavegarjuntasenlaobscuridad,sinmezclarseconlasotrasembarcacionesqueseguíanelmismorumbo.

Dolores estaba en una escollera, de pie, sin miedo a las pedradas, casiconfundidaconla turbavociferante.Susamigassehabíanquedadoatrásportemor a un guijarro y ella estaba allí sola: sola no, porque un hombre seaproximaba lentamente, con fingida distracción, hasta quedar casi pegado asusespaldas.

Era Tonet. La soberbia moza sentía en el cuello la respiración de sucuñado,ylosrizadospelillosdelanucaerizábanseconsualientoabrasador.Volvía ella la cabeza buscando en la obscuridad los ojos de Tonet, quefulgurabanconhambrientafiebre,ysonreiasatisfechaporlamudaadoración.

Sentía deslizarse por su talle una mano ansiosa y ágil, la misma manoentrapajada que, según declaraba Tonet horas antes, no podía mover sinterribledolor.

Lasmiradasdelosdosexpresabanlomismo.Porfin,teníanunanochedelibertad: ya no serían entrevistas rápidas con zozobra y peligro. Solos,completamentesolostodalanoche,ylaotrayotramás...hastaquevolvieranelRetorysuhijo.Tonet ibaaacostarseen lacamadesuhermano,comosifueseelamodecasa.

Yesteplacercriminal,esteadulterio,alqueseuníalatraiciónalhermano,causábales escalofríos de horrible voluptuosidad; les hacía estrechar suscuerpos, en los que la carne se estremecía con vibraciones puramenteanimales,comosiloinfamedelapasiónaumentaselaintensidaddelplacer.

Ungritodelachicalleríalessacódesusomnolenciaamorosa.

—¡ElRetor!¡AhívaelRetor!¡EstaesFlordeMayo!

Y ¡vive Cristo, que fue buena la que se armó! Para el pobre Pascualoestabareservadolomásfuertedelafiesta.

Yanoeranchicuelos losquegritaban.LospocoshombresquequedabanentierrayelmujeríoqueodiabaaDolores,uníansusvocesalroncogritardelapillería.

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¡Lanudo!Cuandovolvieraatierrahabríaqueacercarseaélcapaenmano.Ylagentevociferabaestosypeoresinsultosconverdaderafuria,comoquiensabequenodagolpesenvago.Conaquélnoerabroma:ledecíanlaverdadynadamás.

Tonet se estremecía temiendo alguna indiscreción de los bárbaros, peroDolores,impúdicayaudaz,reíasedeveras,comosilehicieramuchagracialarociada de insultos que recibía su panzudo. ¡Oh! Era legítima hija del tíoPaella.

LaFlordeMayoatravesabamansamenteporentrelasescolleras,ydesupopasaliólaalegrevozdelpatrón,satisfechodelasovacionesquemerecía.

—¡Che!¡Digaumés!¡Digaumés!

Aquellaprovocaciónirritóalamuchedumbre.¿Quedijeranmás?Puesalláva.Y cerca,muycercadeTonet yDolores, sonóunavozque contestó a laprovocacióndeunmodoquehizoestremeceralosamantes.

Áversicallabaelmuylanudo.Ápescarsincuidado.TonetyasequedabaconDoloresparaconsolarla.

ElRetorsoltóeltimónysepusoenpiedeunsalto.

—¡Morrals!—rugió—;¡cochinos!...

No;aquellonoestababien.Bromitasaél,todaslasquequisieran;peroesodemeterseconlafamilia,eramuyfeo...muyindecente.

IX

AquelañoprotegíaDiosalospobres.

AsílodecíanlaspobresmujeresdelCabañal,agrupándoseporlatardeenlaplaya,dosdíasdespuésdelasalidadelasbarcas.

Volvíanlasparejasdelbòurápidamente,vientoenpopa,y larígidalíneadel horizonte aparecía dentellada por las innumerables aletas que seaproximabanaparescomopalomasunidasporunacintaaflordeagua.

Hasta lasmásviejasdelpueblono recordabanunapesca tan afortunada.¡Señor! ¡si parecía que el pescado estaba allá dentro, en grandes masas,esperando pacientemente las redes para entrar sin resistencia en ellas,aliviandolamiseriadelospescadores!...

Sobrelaarenadelaplaya,agitadotodavía,dentrodeloscestonesdecaña,estaba toda aquella hermosura: los salmonetes de roca, como palpitantes

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pétalosdecamelia,contrayendoellomodesuavebermellónconelestertordelaasfixia;losviscososcalamaresylospulpos,moviendosumarañadepatas,apelotonándoseyenroscándoseenlaagonía;loslenguados,planosydelgadoscomo suelas de zapatos; las rayas, estremeciendo su titilante mucosidad, ysobretodoloslangostinos,lapescapreciosa,queasombrabanaquelañoporsucantidad, transparentes como el cristal, erizando sus tentáculos condesesperación y destacando sobre las negruzcas cestas sus dulces tonos denácar.

Llegaban las barcas plegando las enormes velas y quedaban quietas ybalanceantesapocosmetrosdelaorilla.

Á cada pareja agolpábase la multitud en el límite de las olas,arremolinábanselasfaldasdesuciopercal, lascarasrojasylascabellerasdeMedusa, gritando, increpándose, discutiendo para quién sería el pescado.Arrojábansedelasbarcaslosgatosconaguaalacintura,formandolargafila,enlaqueibaninterpoladosloshombresyloscestosyavanzabanrectamentehacia la orilla, surgiendo poco a poco delmanso oleaje, hasta que sus piesdescalzos tocabanlaarenaseca,y lasmujeresde lospatronesseencargabandelapescaparavenderla.

Poblábase como si fuese un pedazo de tierra el espacio demar entre laorillay lasbarcas.Pasaban losgrumetesconelcántaroalhombro,enviadosporlatripulaciónque,cansadadellíquidorecalentadoysuciodelostoneles,anhelaba el agua fresca de la fònt de Gas; las chicuelas de la playa,remangándose impúdicamente las haraposas faldillas, hundían en elmar laspiernasdechocolateparairacuriosearyapropiarsealgodelapescamenuda:y para sacar las barcas que habían de aguardar en seco el día siguiente,entraban olas adentro los bueyes de la comunidad de pescadores, hermososanimales rubios y blancos, enormes como mastodontes, moviéndose conpesadamajestadyagitandosuenormepapadacon la soberanaaltivezdeunsenadorromano.

Estas yuntas, que hundían la arena bajo sus pezuñas y de un tirónarrastraban las barcas más grandes, guiábalas Chepa, un chicuelo enteco yjiboso con cara de vieja maliciosa, un enjendro que lo mismo podía tenerquinceañosquetreinta,enfundadoenunchubasqueroamarillo,porbajodelcual asomaban dos piernecillas rojas, en las que la piel, siguiendo confidelidad todas las ondulaciones del esqueleto, marcaba el contorno y losligamentosdesushuesos.

En torno de las barcas que arrastradas surgían lentamente del mar,agitábaseunapretadocírculodepilleríaharaposaygreñuda, sacandomediocuerpodelaguacomoelcortejodenereidasytritonesqueescoltanlasbarcasmitológicas,pidiendoconroncosgritosquelesechasenunpuñadodecabets.

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Enlaplayaorganizábaseunmercado,dondeafuerzadegritos,manoteoseinsultos,serealizabanlasventas.

LasamasdebarcaregateabanyreñíandetrásdesusrepletasbanastascontodoelrebañovociferantequehabíaderevenderelpescadoaldíasiguienteenValencia, y cuando llegaba el ajuste por arrobas recrudecíanse los insultos,discutiendo si habíande entrar laspiezasgordaso lamorralla.Dos capazospendientesdecuerdasyunoscuantosguijarrosenormesservíandebalanzaypesas, y nunca faltaba algún chico del pueblo de la clase de leídos que seprestaba a ser secretario de las amas, llevando en un papel la cuenta de lasventas.

Rodaban empujados por el pie del comprador los repletos capazos,contemplados con codicia por los pillos de la playa. Pieza que caía,evaporábasecomotragadaporlaarena;ylosbuenosburguesesqueveníandeValenciaparaadmirarelpescadofresco,sentíanseempujados,pisoteadosporla multitud arremolinada que, como inquieta tromba, mudaba de sitio a lallegadadeunanuevabarca.

Doloresestabaensusglorias.Durantemuchosaños,alcomprarenlaplayaelpescadocomounasimplevendedora,habíadeseadoseramadebarca,poderreñir e imponerse almísero y escandaloso rebaño. Por fin se realizaban susaspiraciones; y sorbiendo orgullosamente el aire con su graciosa nariz,erguíase entre los cestones recién desembarcados, mientras que Tonet secuidabadelpesoyderegistrarlasventas.

Casiencalladaenlamarbaja,esperabacabeceandoFlordeMayoaquelosbueyeslasacasenalaplaya.

El Retor ayudaba a losmarineros a plegar la vela, y se detenía algunasvecesparamirarasumujercómosepeleabaconlascompradorasymarcabalospreciosqueelcuñadoteníaqueregistrar.¡Miradla;parecíaunareina!YelpobrehombresentíasesatisfechoalpensarquesuDoloresdebíatodoaquelloaél,anadiemásqueaél.

EnlaproaerguíasuhijoPascualetladesmedradaeinmóvilfigurilla,comosifueseelmascaróndelabarca,hechounlobodemar,descalzoysucio,conlacamisafueradelcalzón,losfaldonesrevoloteandoalvientoyaldescubiertosupanzarojizacomoladeunaestatuílladebarrococido.Yfrentealabarcaloadmirabanunbuengolpedeinfelicesraterosdelaplaya,casidesnudos,conaspectode tribusalvaje, rojos,con lapátinaquedaa loscuerposelairedelmarylosmiembrosenjutos,delatandolapobrezanutritivadelasalazón.¡Peroqué suerte tenía el Retor! Traía la barca atestada de langostinos, que a dospesetas libra... ¡tira! ¡tira!Y losmiserables abrían la boca y entornaban losojoscomosiviesenundeslumbranteoleajedepesetas.

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Chepa llegó con su pareja de poderosas bestias, y la Flor de Mayo,chirriando sobre los tarugos en que resbalaba su quilla, comenzó a salir atierra.

ElRetorhabíaabandonadosubarcayestaba frenteaDolores, sonriendocomo un bendito ante su delantal recogido é hinchado por los enormespuñadosdeplataqueparecíanromper la tela. ¡Vayauna jornada!Conpocasasí podían redondearse. Y la suerte tal vez se repitiera, pues el viejo quellevabaabordoadivinabalossitiosdondeestabalamejorpesca.

Peroseinterrumpióensuentusiasmoparamirarlelasmanosasuhermano.Lostraposhabíandesaparecido.Yaestababueno,¿eh?Sealegrabamucho:asípodríaembarcarseen lasegundaexpediciónyyavería loqueeradivertirse.Dabagustopescarsacandolasredesllenascontantafacilidad.Pensabasaliralamanecer.Habíaqueaprovecharlafortuna.

Dolores,viendoterminadalaventa,preguntóasumaridosiiríaacasa.Elpatrón no podía decirlo. No le gustaba abandonar la barca. La gente de latripulación era capaz de irse a la taberna así que volviese la espalda, y laembarcaciónnopodíaquedarsolaenlaplaya,dondepululabanlosraterilloshusmeando todo la aprovechable. Tenía ocupación, y si a las nueve de lanochenoestabaencasa,podíaellaacostarse.

EncuantoaTonet,quemarcharaadespedirsedesuRosarioyacogerelhatillo;peroantesdelamanecer,allíenlaplaya,puesnoqueríaesperar.

Dolorescambióunarápidaojeadaconsucuñadoydespuéssedespidiódesumarido, intentandollevarseaPascualet.No;elmuchachoqueríaquedarseen labarcaal ladodesupadre;yal fin labuenamoza tuvoquepartir sola,siguiendolosdoshombresconsumiradaelgarbosocontoneodeaquelcuerposoberbioquesealejabaempequeñeciéndose.

Tonet permaneció en la playa hasta el anochecer, hablando con el tíoBatiste y comentando con otros pescadores la inesperada abundancia depescado.SefuecuandoelgrumetecomenzabaaprepararlacenaabordodelaFlordeMayo.

Pascual, al quedar solo, comenzó a pasear por la playa con las manosmetidas en la faja, oyendo el fru-fru de sus calzones impermeables, queproducíanunrocedepergaminoseco.

Laplayaestabaobscura.En las cubiertasde algunasbarcasbrillaban lasfogatas de la cena, pasando ante ellas de vez en cuando las sombras de lostripulantes.Elmar,casiinvisible,marcándoseenciertosmomentoscondébilfosforescencia, mugía dulcemente, y a lo lejos salían de la lóbrega playaladridosdeperrosyalgunavozdeniñoentonandounacanciónamortiguadaporladistancia.ErangrumetesquesedirigíanalCabañal.

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El Retormiraba la débil faja de la luz rojiza que aun semarcaba en elhorizontetraslalíneadelejanostejadospordondesehabíaocultadoelsol.Nole gustaba aquel color: como él decía con su experiencia de marinero, eltiemponoestabaseguro.

Peroestolepreocupópoco,pensandoúnicamenteensusnegociosyensudicha.Nopodíaquejarsedelasuerte.Hogartranquilo,buenamujer,gananciasparaconstruirantesdeunañootrabarcaqueformaseparejaconFlordeMayoyunhijodignodeél,quemostrabagranaficiónalmaryseríaconeltiempoelmejorpatróndelCabañal.¡Vamos,hombre!quepodíatenerseporelmásfelizde los mortales, y esto sin carecer de camisa como el hombre dichoso delcuento,puesteníamásdeunadocenayunpedazodepanparalavejez.

Pascual,animadoporlacontemplacióndesudicha,avivabasutorpepaso,restregándoselasmanosalegremente,cuandovioapocadistanciaunasombraqueseaproximabaconlentitud.Eraunamujer;unamendigatalvezqueiríapor las barcas pidiendo como limosna el desperdicio de la pesca. ¡VálgameDios,cuántamiseriahayenelmundo!Ycomoalsentirse felizqueríahacerpartícipe de su dicha á todo el mundo, buscó la punta de su faja, dondellevaba,enrolladasalgunaspesetasconmezcladecalderilla.

—Pascualo—murmurólamujerconvozdulceytímida—.¿EresPascualo?

¡Cristo!¡quéchasco!...¡SieraRosario,sucuñada!¿Veníaenbuscadesumarido?Puesperdíaelviaje;debíaestaryaencasaesperándolaparacenar.

PeroelalegrepatrónquedóperplejoalsaberquenobuscabaáTonet.¿Quéhacía allí entonces? ¿Quería hablar con él? Esta pretensión le extrañaba.Trataba poco a la mujer de Tonet, y no comprendía para qué podríanecesitarle.Peroenfin,podíahablar.

Se cruzó de brazosmirando su barca, en la quePascualet y el otro gatodanzabanentornodelamarmitadelacena.Esperabalaspalabrasdeaquellasombra que permanecía con la cabeza baja, como si se sintiera poseída deinvencibletimidez.

Vamos,yapodíahablar:éllaescuchaba.

Rosario, como quien desea acabar pronto diciéndolo todo de un golpe,irguiósucabezaconenergíayclavósusojosenlosdelRetor,brillándoleconmisteriosafosforescencia.

Loqueteníaquedecirleeraqueseinteresabaporladignidaddelafamilia;queyanopodíasufrirmás,yqueellayelRetorestabanhaciendoreíratodoelCabañal.

Áver:¿quiénhacíareír?...¿Él?...¿yporquésedivertíanasucosta?...Élnocreíadarmotivoparaqueseburlarancomosifueseunamona.

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—Pascualo—dijoRosario con lentitud, pero con energía, como quien seresuelveatodo—,Pascualo...Dolorest’engaña.

¡Quién!...¡sumujerleengañaba!...¡Cristo,estosíqueerabueno!

Y comoun bueyque recibe unmazazo, inclinó su cabezota por algunosinstantes. Pero pronto sobrevino la reacción. Había en aquel hombre fesuficientepararesistirgolpesmayores.

—¡Mentira!...¡mentira!Vesten,embustera.

Si la obscuridad no hubiese sido tan densa, tal vez Rosario se habríaasustadoalverlacaradelRetor.Pataleabacomosidelaarenahubiesesalidolacalumniayquisieraaplastarla;movíasusbrazosconexpresiónamenazanteylaspalabrasseleescapabanbarboteandocomosiseahogasenenelaccesoderabia.

¡Ah,malapiel!¿Creíaellaquenolaconocían?...Envidia,ynadamásqueenvidia...Odiaba aDolores ymentía para perderla... ¿No le bastaba con nosaberdirigiralpobreTonet,yaunintentabadeshonraraDolores,queeraunasanta?...Síseñor,unasanta,yyaquisieraellallegarlealasueladelzapato.

—¡Vesten!—rugía—;¡vestenotemate!

Peroapesardelasamenazasconqueacompañabasuexigenciadequesefuera,Rosariopermanecíainmóvil,comosiresueltaatodonoleintimidaranlasamenazasdelRetor.

—Sí;t’engaña,Pascualo—decíaconsudesesperantelentitud—.T’engaña,yesenTonet.

¡Recordons! ¿También metía a su pobre hermano en la danza? Laindignaciónleahogaba;aquellamentiraerainsufrible,yensufurorsólosabíarepetir:

—¡Vesten,Rosario;vestenotemate!

Perolodecíadeunmodoterrible,cogiendoasucuñadaporlasmuñecas,apretándolaconfuria,empujándoladeunmodotanamenazador,quelapobremujer,aldesasirse,mostrabamiedoycomenzóaalejarse.

Habíaidoallíparahacerleunfavor,paraquenoserieranmáslasgentesdeél;peroyaqueloquería,podíaseguirsiendounbendito.

—¡Bruto...llanut!

Y escupiendo estos dos insultos como despreciativa despedida, huyóRosario,quedandoelRetorinmóvil,conlosbrazoscruzados.

¡Oh,quémalapiel!¡Cuáninfelizerasuhermanoconunamujerasí!

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Sentíasesatisfechoporsuarranquedeindignación.Buenascosassehabíaoídolaenvidiosa:podíavolverotravezconmentiras.

Ypaseabapor laarena,quehumedecían lasolas,sintiendoalgunavezelaguaensusgruesoszapatones.

Daba bufidos de satisfacción recordando la energía con que habíaprocedido, pero algo le escarabajeaba en el cerebro y en el pecho, algo quecrecíapormomentosyleapretabalagarganta,causándolemortalangustia.

¿YporquénohabíadeserverdadloquedecíaRosario?...

TonethabíasidonoviodeDolores;porelhermanoconocióélasumujer;se veían con frecuencia; hablaban solos horas enteras; ella mostraba graninterés por su cuñado... ¡Cristo! Y él sin sospechar nada, sin adivinar sudeshonra...¡Cómosehabríareídolagente!

Y pateaba con furia, cerrando los puños y profiriendo juramentosespantosos,delosqueguardabaparalosdíasdeborrasca.

Perono;noeraposible.¡Cómogozaríalamalalenguasilevieseaélconsurabietademuchachocrédulo!Yenresumen:¿quélehabíadicho?Nada;lamismabromaconquevariasveceslehabíanmolestadoenlaplaya;sóloquelospescadoressepermitíanla injuriosasuposiciónparaenfadarleyreírsedesugestohosco,mientrasqueRosariolanzabatalescalumniasconlavenenosaintención de poner en discordia al matrimonio. Pero todo eran mentiras.¿FaltarleaélDolores?Noeraposible:¡unamujertanbuena,yademásconunhijo,conPascualet,alquequeríatanto!...

Nopodíaser.Yparaconvencersemejor,paraahuyentarlaangustiaqueleoprimía,elRetorpaseabaaceleradamenteydecíaconvoztanalteradaporlaemoción,queaélmismoleparecíaqueeradeotro:

—Mentira;totmentira.

Estoletranquilizaba.Contalespalabrasaliviábase,comosiconvencieraalmar, a las sombras, a las barcas que habían presenciado la calumniosaafirmación de Rosario; pero ¡ay! dentro llevaba el enemigo; y mientras lalenguarepetía¡mentira!,losoídoslezumbaban,comosiaunvibrasenenelloslasúltimaspalabrasdesucuñada:¡Bruto!...¡llanut!

No, ¡recristo! todo antes que eso. Al pensar que podían ser ciertas laspalabrasdeRosario,sentíaelansiadedestruccióndequehablóaRosetadíasantesenelcaminodelGrao,yveíaaTonetyaDoloresyhastaasuhijo,comosifuesenterriblesenemigos.

¿Yporquénohabíadeserverdadtodo?...UnamujercomoRosario,paravengarsedeDolores,podíacalumniarlaporelpueblo,peroirdirectamenteasuesposo,suponíaladesesperacióndelaquesecreeengañada.

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Ahora se sentía arrepentido de haber contestado tan brutalmente a sucuñada. Debió oírla, apurar toda la amarga verdad. El mayor dolor con suterriblecertezaerapreferiblealainquietud.

—¡Pare!...¡pare!—gritabaunavocecitaalegredesdelacubiertadelaFlordeMayo.

Era Pascualet, llamando a su padre para cenar. Él no cenaba. ¿Quiénpensabaencenarconaquellaimpresiónqueanudabasugargantayleoprimíaelestómago?

El patrón se aproximó a la barca, hablando a su gente con tono seco éimperioso.Podíancenar;élibaalpueblo,ysinovolvía,quedurmiesenhastaelamanecer,horadelasalida.

Pascualsealejósinmirarasuhijo,ycomounfantasmaatravesóaquellaplayanegra,en línearecta, tropezandoalgunasvecescon lasbarcasviejasyhundiendootrassusgruesoszapatosenlasmarismasqueformabaeloleajeenlosdíasdetempestad.

Ahorasesentíamejor.¡QuécalmagozabaalirenbuscadeRosario!Yanosentía el terrible zumbido en que iban envueltos los últimos insultos de sucuñada;yanoseagitabasupensamientoproduciéndoleagudaspunzadasenelcerebro.Sucráneoparecíahueco,nosufríadentrodelpechopesadezalguna,sentíase con una ligereza asombrosa, como si caminase a saltos, sin tocarapenaselsuelo,yúnicamentecontinuabaelobstáculodelagarganta,elnudoasfixianteyunsaborsalobreenlalengua,comosiestuvieratragandoaguadelmar.

Iba a saberlo todo, todo. ¡Qué amargo placer! ¡Recristo! Jamás hubierasospechadoqueunanocheteníaquecorrercasicomounlocohacialabarracade su hermano, marchando por la playa y evitando las calles, como si leavergonzaralapresenciadegentes.

¡Ay! ¡Qué bien le había sabido clavar el puñal aquella Rosario; quémisterioso poder tenían sus palabras y qué demonio insaciable y furiosohabíandespertadodentrodeél!...

Entrócasicorriendoenunacalledemíserospescadoresquedesembocabaen la playa, con sus olivos enanos, orlando las aceras ribazos de tierraapisonada,y susdos filas rectasdemezquinasbarracasconcercasde tablasviejas.

Empujó con tanta rudeza la puerta de la viviendade su hermano, que lamadera fueagemir, chocandocontra lapared interior.Á la luz rojizadeuncandilvioaRosariosentadaenunasillabaja,conlacabezaentrelasmanos.Suairededesolaciónajustábasebienconelinteriormísero,escasoensillas,y

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las paredes sin otro adorno que dos estampas, una guitarra vieja y algunasredesantiguas.

Labarraca,comodecíanlasvecinas,olíaahambreyápalizas.

Rosario, al oír el estrépito, levantó la cabeza, y viendo al Retor queobstruía con su figura cuadrada el hueco de la puerta, sonrió con expresiónamarga:

—¡Ah!¡Erestú!...

Le esperaba. Estaba segura de que vendría. Podía pasar: no le guardabarencor por lo de momentos antes en la playa. ¡Ay! a todos les ocurría lomismo.Laprimeravezqueaella lehablaronmalde sumaridono loquisocreer,noquisooíralamujerquelarevelabasusinfidelidades,riñóconella,ydespués...después fueenbuscade lavecinaapedirleporDiosquehablase,comoveníaélahoradespuésqueenlaplayacasilahabíapegado.

Asísontodaslaspersonasquequierenbien;primeroelfuror,larabiaanteloquecreenmentira;despuéselmalditodeseodesaber,aunque lasnoticiasdesgarrenlasentrañas.

¡Ay,Pascualo!...¡Cuándesgraciadoseranlosdos!

YPascual,quehabíaentradoenlabarracacerrandolapuerta,estabadepieante su cuñada con los brazos cruzados,mirándola con expresión hostil.Alverla, despertábase en él el odio instintivo contra el que mata las propiasilusiones.

—¡Parla...parla!—decíaelRetorconvozfosca,comosilemolestaranlaspalabrasinútilesdesucuñada—.¡Digueslaveritat!

El infeliz quería saber la verdad, toda la verdad;mostrábase amenazantepor la impaciencia, pero en su interior temblaba y hubiera deseado que lossegundosfuesensiglosparanollegarnuncaaoírlasrevelacionesdeRosario.

Pero ésta hablaba ya... ¿Tenía fuerzas para oirlo y resistirlo todo? Iba ahacerlemuchodaño,perosólolepedíaquenolaodiase.Ellatambiénsufría,ysi hablaba era porque no podía resistir más; porque odiaba a Tonet y a suinfame cuñada; porque Pascualo la inspiraba la tierna conmiseración de loscompañerosdeinfortunio.

Dolores le engañaba. Y no era asunto de ayer; las criminales relacionesdatabandeantiguo;comenzaronalospocosmesesdehabersecasadoellaconTonet.Aquellaperra,alverqueToneteradeotramujer,lohabíaapetecido,yporDolorescometióéllaprimerainfidelidaddespuésdesuboda.

—¡Pròbes... vinguen pròbes!—rugía el patrón con los ojos amarillentosqueparecíanherirasucuñada.

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Ésta sonreía con expresión de lástima. ¿Pruebas? que fuera a pedirlas atodo el pueblo, que hacía más de un año comentaba alegremente lasrelaciones.¿Noseenfadaría?¿queríaoírtodalaverdad?Puesbien;hastalosgatosy losmarineros jóvenes cuandohablabanen laplayade algúnmaridoengañado,decíancomoexageraciónqueeramáslanudoqueelRetor.

—¡Recordons!—rugíaPascualcerrando lospuñosypateandoel suelo—.Rosario...miraloqueparles.Sinoesveritat,temate.

¡Matarla!... ¡Valiente caso hacía ella de la vida! Era hacerla un favorquitarladeenmedio.Sinhijos, sola, teniendoquehacerunavidadebestia,muertadehambreparadaralgunapesetaalseñoryqueno lazurrase,¿paraquéqueríaestarenelmundo?

—Mira,Pascualo,mira.

Y remangándoseunbrazo,mostraba sobre lablancuzcaypobrepielqueenvolvíaelhuesoy losnervios,algunashuellasamoratadasquedelataban lapresióndolorosadeunamanocomounatenaza.¡Ysifueseaquellosolo!...Entodoelcuerpopodíaenseñarmarcasiguales.Erancariciasdelmaridocuandoella le echaba en cara sus relaciones con Dolores. Aquella misma tarde lehabía hecho lo del brazo, antes de ir a la playa a reunirse con su cuñada,ayudándola a la venta del pescado como si fuese su marido... ¡Cuánto sehabríaburladolagentedelpobreRetor!

¿Queríapruebas?Pruebastenía.¿PorquénosehabíaembarcadoTonetenlaprimera salida?¿Quéheridaera lade lamanoquesóloduróhastaque laFlordeMayohubosalidodelpuerto?Aldíasiguientelevierontodossinlosengañosostrapos.

¡PobrePascual!Mientrasélibaalmar,adormirpoco,sufriendoelaguayelviento,todoporganarseelpan,sumujer,suDolores,seburlabadeél.Tonetse acostaba en su cama como un señor, caliente y regalado, burlándose delhermanotonto.Sí;eraverdad:podíaasegurarlo;mientrasélhabíaestadoenelmar, Tonet no había dormido en su barraca, y aquella misma noche estabaausente. Se había llevado poco antes su hatillo de marinero, despidiéndosehastalavuelta.

¡Llora,Pascualo!Sumujerysuhermanolecreíanpasandolanocheenlaplaya, y tal vez en aquelmomento se preparaban a acostarse en la cómodacamadelpatrón.

—¡Recristo!—murmuraba el Retor con acento doloroso, levantando lacabezacomosiprotestasecontralosdearriba,quepermitíanqueaunhombrehonradoleocurrierantalescosas.

Pero él no se entregaba fácilmente. Su carácter honrado y bondadoso

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rebelábase ante tanta monstruosidad. Aunque aceptaba en su interior larevelacióndolorosa,gritabaconexpresiónamenazante:

—¡Mentira...mentira!

Rosarioenardecíase.¿Mentira?Conhombrestanciegoscomoélnovalíanpruebas.¿Aquétantogritar?¿Ibaacasoacomérsela?Erauntopo,síseñor;untopodignodelástimaquenoveíamásalládesusnarices.Otroensusituaciónyahabríaadivinadodesdemuchotiempoantesloqueocurría.Peroél...¡vayauna ceguera! Ni siquiera se había fijado en su hijo para reconocer susemejanza.

¡Esta sí que fue puñalada! El Retor, a pesar de la pátina bronceada quehabía dado a su tez el ambiente del mar, púsose pálido, con una blancuralívida; vaciló sobre sus robustas piernas como si la verdad le zarandeaserudamente,ylasorpresalehizotartamudearconangustia.

¡Suhijo!...¡suPascualet!¿Yaquiénseparecía?Áver:quehablaseprontola mala pécora. Su hijo era suyo, muy suyo. Á él únicamente había deparecerse.

¡Perode quémodo reía lamaldita!Parecía un sarcástico demonio. ¡Quéterrible gracia le hacía su paternal afirmación!... Y oyó aterrado lasexplicaciones de Rosario. Para ser hijo suyo debía parecérsele como él sesemejaba a su padre, el difunto tío Pascual. Y no era así, no. Pascualet eraigualasutío:losmismosojos,lamismaesbeltez,idénticoairedepinturero.¡Ah,pobreRetor!¡Ciegolanudo!QuesefijasebienyveríacomosuhijoeraigualaTonetenlaépocaquevivíaenlabarcadelamadreycorreteabaporlaplayahechounpillete.

AhoraelRetoryanodudó.Aquello locreíaáojoscerrados.Parecíaqueacababan de batirle una catarata y todo lo contemplaba conmayor claridad,connuevasformasydesconocidosrelieves,comounciegoqueveíaalmundoporprimeravez.Eraverdad.Lomismoerasuhijoqueelotro:variasveces,contemplándolo,habíaadivinadosuinstintounavagasemejanzaconalguienquenopodíadefinir.

Sellevólascrispadasmanosalpecho,comosifueseadesgarrarlo,asacardeélalgoquequemaba,ydespuésseechóunfierozarpazoalacabeza.

—¡Recontracordons!—gimoteó con una voz ronca que alarmó aRosario—.¡SantoCristodelGrau!...

Anduvoalgunospasoscomosiestuvieraborrachoydesplomósecontantoímpetu,queelsuelotemblóconelchoquedesupechopoderoso,ylaspiernasselevantaronaimpulsosdelacaída.

Cuando el Retor despertó estaba tendido de espaldas y sentía en las

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mejillas un cosquilleo caliente, como si algún bichillo se escurrieraescarabajeandosobresupielcontibiocontacto.

Llevóseunamanopenosamentealadoloridacara,yalaluzdelcandillaviomanchada de sangre. Las narices le dolían; comprendió que al caer, surostrohabíachocadoconelsuelo,produciéndoseunafuertehemorragia.

Rosario estaba arrodillada junto a él e intentaba limpiarle la cara conuntrapohúmedo.

El Retor, al ver el rostro despavorido de su cuñada, recordó susrevelacionesylanzóaRosariounamiradadeodio.

¡Quenoleayudase!Podíalevantarsesolo.Laagradecíatodoelmalquelehabíahecho.No;noerannecesariasexcusas. ¡Siélestabamuysatisfecho!...Noticias como aquellas no se olvidan nunca. Y gracias que había tenido lapérdida de sangre, pues de lo contrario era posible que se hubiera quedadomuerto en el sitio, víctima de una congestión... ¡Ay, cómo sufría!... Perotambién¡cómoseibaadivertir!Yasecansabadeserbueno.¿Dequéservíaqueunhombrefuesehonradoysequitaralapielparabiendelafamilia?Yaseencargaban demartirizarle los vagos y lasmalas pécoras que estaban en elmundoparalaperdicióndeloshombresdebien.¡Perocómoibaadivertirse!¡CómoseacordaríaelCabañaldelRetor,delfamosolanudo!

Y barboteando quejas y amenazas entre suspiros y rugidos, el patrónrestregábase con el trapo el dolorido rostro, como sí aquella frescura lealiviase.

Avanzabahacialapuertaconademánresueltoyhundiendosusmanazasenla faja. Rosario intentaba cerrarle el paso con expresión de terror, como siacabaradedespertarseenellalalocapasiónporTonetytemieseporsuvida.

Debía detenerse; esperar. ¿Quién sabe si todo eranmentiras, visiones deella,murmuracionesdelagente?Toneterasuhermano.

Pero el Retor sonreía de unmodo lúgubre. Que no hablasemás; estabaconvencido; se lo decía el corazón, y era bastante... El mismo temor deRosario le confirmaba en su creencia. ¿TeníamiedoporTonet? ¿Lequería?TambiénélqueríaasuDoloresapesarde todo.La llevabaenelpecho;pormás que hiciera, no podría sacar de allí dentro a la gran... punta, y sinembargo,yaveríaRosario,yaveríatodoelpueblocómoprocedíaPascualoelllanut.

—No, Pascualo—suplicaba Rosario, intentando agarrar sus poderosasmanazas—.Espera..estanitno...atredía.

¡Oh!Élloadivinaba.Rosariosabíaqueaquellanocheestabasumaridoensucasa junto conDolores.Peropodía tranquilizarse.Decíabien; aquellanit

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no. Además, había olvidado la faca y no era cosa dematar a bocados a lainfamepareja...¡Pasolibre!¡Allíseahogaba!

YapartandoaRosariodeunvigorosoempellón,seechóalacalle.

Suprimerasensaciónalverseenlaobscuridadfuedeplacer.Parecíalequeacababa de salir de un horno y aspiraba con deleite la brisa cada vez másfresca.

No lucía estrella alguna; el cielo estaba encapotado, y a pesar de susituación,Pascual, conel instintodemarinero, examinóel espacioy sedijoquealdíasiguienteseríamaloeltiempo.

Despuésseolvidódelmarydelpróximotemporalyanduvotiempoymástiemposinpensarennada,moviendolaspiernasinstintivamente,sinvoluntadni rumbodeterminado, repercutiéndole los pasosdentrodel cráneo, como siestuvierahueco.

Sentíase tan insensible como poco antes, cuando yacía tendido sinconocimientoen labarracadeTonet.Dormíadepie,abrumadoporeldolor,pero su sueño era ambulante; y a pesar de la parálisis de sus sentidos, laspiernasmovíanseaceleradamente,sinquePascualnotasequepasabasiempreporelmismositio.

Su única sensación era de amargo placer. ¡Qué alegría poder caminaramparado por las sombras, pasearse por unas calles que a la luz del sol notendríaelvalordeatravesar!

Elsilenciocausábaleladulcesensaciónquesienteelfugitivoalverseeneldesierto,lejosdeloshombresyalabrigodelasoledad.

Vió á lo lejos,marcada en el suelo la faja de luz de una puerta abierta;alguna taberna tal vez, y huyó tembloroso, agitado, como si acabase deencontrarunpeligro.

¡Ay! ¡Si le viese alguien! Tal vez muriera de vergüenza. El másinsignificantegrumetilloleharíahuir.

Obscuridad y silencio era lo que buscaba. Y caminaba sin cansarse, tanprontoporlasmuertascallesdelapoblacióncomoporlaplaya,quetambiénparecíaintimidarle.¡Recristo!¡Cómosehabríanburladodeélenloscorrillos!Todas las barcas viejas debían estar en el secreto, y cuando crujían era quecelebrabanasumodolacegueradelpatróndelaFlordeMayo.

Varias veces despertó del sopor que inconscientemente le hacía errar sindescanso.

Unavezseencontrócercadesubarcayotraparadoantesucasayconlamano tendida hacia el aldabón... Había que huir de allí; quería sosiego y

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calma; tiempo le quedaba. Y este raciocinio fue poco a poco sacando elpensamientodesucatalepsiadolorosa.

Noseentregaba;¡nunca!Sabríantodosquiéneraél,peroestonoimpedíaqueencontraseciertosmotivosparadisculparaDolores.Alfinnodesmentíasu casta. Era legítima hija del tío Paella, aquel borrachón que tenía porabonadasalaschicasdelbarriodePescadores,yensucasahablabalomismoquesiDoloresfueseotradelaparroquia.¿Quéhabíaaprendidodesupadre?Cochinadas,nadamásquecochinadas,yasíhabíasalidoella.Laculpaeradeél, ¡grandísimo bruto! casándose con unamujer que forzosamente había deresultartalcomoera.

Yalodecíasumadre...LaquemejorconocíaaDoloreseralasiñáTona,cuandoseoponíaaquelahijadePaellafuesesunuera.Doloreseraunamalamujer,peroélnopodíachillarmuyalto,puesresultabaculpableporhabersecasadoconella.

ÁquienodiabaeraáTonet...¡Deshonraraunhermano!¿Cuándosehabíavistotalmonstruosidad?Teníaquearrancarleelalma.

Pero apenas formulaba en su interior los horribles deseos de venganza,surgíalaprotestadelasangre.OíalavozdeRosariodiciéndolecomoamargaadvertencia que Tonet era su hermano. ¿Cuándo se había visto que unhermano matase a otro? Caín únicamente, aquel hombre perverso, del quehabíaoídohablarcontantaindignaciónalcuradelCabañal.Además,¿Tonetera culpable?...No; el culpable era él, nadiemás que él.Ahora lo veía conclaridad. Le había quitado la novia al pobre Tonet;Dolores y él se amabanantesdequeelRetorpensaseendecirunapalabraalahijadePaella;yhabíasidounabarbaridad,comotodolosuyo,casarseconunamujerqueeradesuhermano.

Loqueahoraleafligíaeraforzosoqueocurriese.¿Quéculpateníanlosdossi al verse juntos, en continuo trato por el parentesco, había resucitado laantiguapasión?

Se detuvo unos instantes, como abrumado por la culpabilidad que leparecía evidente, y al darse cuenta del lugar donde se hallaba, vióse en laplaya,apocospasosdelatabernadesumadre.

Labarcazaviejaysombría,asomandoentrelascercasdecañas,evocóelrecuerdo del pasado. Vióse pequeño, correteando por la playa, llevando enbrazosasuhermano,aldiablejoexigentequelemartirizabaconsuscaprichosdearrapiezorabioso.Suvistaparecíatraspasarlasviejastablasdelabarcazayveía el angosto camarote, sentía la tibia caricia de la colcha que cubríaamorosamentealosdos;aélcuidadosoysolícitocomounamadre,yalotro,asucompañerodemiseria,queapoyabasobresusmejillaslamorenacabecita.

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Sí; tenía razónRosario.Era suhermano;mejoraún:era suhijo,puesél,másquelasiñáTona,habíacuidadodelencantadorpillete,plegándoseatodassusexigenciascomoesclavocariñoso.

¿Y le había de matar?... ¡Dios mío!... ¿Quién había imaginado talmonstruosidad?No;perdonaría;poralgoeracristianoycreíaáojoscerradosentodaslaspalabrasdesuamigodonSantiago.

Lacalmaabsolutadelaplaya,suobscuridaddecaos,laausenciacompletade todo ser humano, infiltraban la dulzura en su indignada rudeza,inclinándolealperdón.

Pascualsentíasenaceraunavidanueva;hastaleparecíaqueeraotroquienpensabaporél.Ladesgraciaaguzabasuinteligencia.

Dioseraelúnicoque leveíaenaquelmomento: aÉl solo teníaquedarcuentas. ¿Y qué le importa a Dios que una mujer engañe a su marido?Pequeñeces,miseriasdelosgusanillosquepueblanestemundo;loimportanteeraserbuenoynocontestaralainfidelidadconunnuevocrimen.

ElRetorregresólentamentehaciaelCabañal.Experimentabagranalivio;la frescura del ambiente parecía haber penetrado en su ardoroso interior.Sentíasedébil.Desdeporlamañananohabíacomido,yelgolpeenlacaralecausabaunapicazónmolesta.

Sonabana lo lejosrelojesdandolahora... ¡Lasdos!Parecía imposible larapidez conquehabía transcurrido el tiempo.Máspesadas le resultarían laspocashorasquequedabanhastaelamanecer.

Al entrar en la calleoyóunavozdeniñoquecantaba.Algúngrumetilloqueibahaciasubarca.ElRetorledistinguióenlaobscuridadpasandoporlaaceradeenfrente,cargadocondosremosyunlíoderedes.Aquelencuentroletrastornórápidamente.

Dentro de él existían dos seres; ahora lo comprendía. El uno era el desiempre,elbondadosoycachazudo,penetradodeafectoatodoslossuyos;elotro la bestia que él presentía cuando pensaba en la posibilidad de serengañado,yqueantelatraiciónestremecíaseconeldeliriodelasangre.

En la obscuridad sonó una risotada fosca y estridente del Retor. ¿Quiénhablaba de perdonar? ¡Valiente paparrucha! Reíase él del imbécil quemomentosantesseenternecíacomounniñoante labarcazadelasiñáTona.¡Lanudo!...¡Cobarde!Todossuslloriqueoseranexcusasdepoltrón,pretextosdeunhombresinagallasparavengarse.QueperdonasedonSantiagoytodoslos que sabían decir cosas tan bonitas... Él era unmarinero, un hombre conmáscolgantesqueuntoropardo,yelqueselahacía,¡redeu!,selapagaba,asísemetieraenelvientredeuntiburón.¡Lanudo!...¡Cobarde!

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Yelpatrón,ofendidoporelrecuerdodelapasadadebilidad,seinsultaba,dábasefuriosospuñetazosenelpecho,comosiquisieracastigarlabondaddesucarácter.

¡Perdonar!...Aunpodríahacerloviviendoenundesierto;peroélvivíaenunpueblodonde todosseconocían;dentrodepocashoras,asícomopasabaaquel chicuelo, irían por las calles centenares de personas que al verle setocaríanconelcodo,diciendoentrerisas:AhívaPascualoelllanut;yesono,¡Cristo!anteslamuerte.NolehabíaechadosumadrealmundoparahacerreíratodoelCabañalcomosifueseunmico.MataríaaTonet,aDolores,amediopueblosiseleponíadelante,ydespués,¡vengaloqueDiosquiera!Elpresidiosehahechoparaloshombresquetienenagallas;ysiletocabalootro,lopeor,tambiénloaceptaba.Sihabíademorirsobrelacubiertadesubarca,lomismole daba que le apretasen el cuello en alto: todo era caer sobre tablas...¡Recristo!Ahoraveríanquiéneraél.

Yechóacorrerconlosbrazosencogidos,lacabezabaja,rugiendocomosifueseaacometer,dandofuriososencontronazosenlasesquinas,guiadoporelinstinto,porelansiadedestrucciónquelellevabarectamentehaciasucasa.

Agarró la aldaba, y aquello fue un repiqueteo feroz e incesante queconmovió la puerta, haciendo crujir las grietas de la madera. Quiso gritar,insultar a los infames para que saliesen; escupirles las tremendas amenazasque le bullían dentro del cráneo, pero no pudo; sentía una parálisis en lacabeza,comositodalavidasehubieseconcentradoensusmanazas,quecasiarrancabanelaldabón,yenlospies,quegolpeabanlapuerta,incrustandoenlasmaderaslosclavosdesuszapatos.

Aquello era poco: más aun; para que rabiase el par de canallas. Yagachándose,agarródeenmediodelacalleunenormepedruscoyloarrojócomounacatapultacontralapuerta,quecrujiódolorosamente,conmoviendotodalacasa.

Enelsilencioquesehizodespuésdeesteestrépito,elRetoroyóelruidodealgunasventanasqueseabríancautelosamente.Queríavenganza,peronoqueserieranlosvecinos.

Adivinóloridículodelasituaciónsilesorprendíangolpeandolapuertadesucasa,mientraslosotrosestabandentro,yaterradoporlasnuevasburlasquecaeríansobreél,huyóyfuearefugiarseenlaesquinainmediata,dondequedóagazapado.

Oyéronse cuchicheos y risas por un rato, pero después se cerraron lasventanasylacallequedóotravezensilencio.

El Retor, con sus ojos de buen marinero, acostumbrado a las nocheslóbregas,veíadesdelaesquinalapuertadesucasa.Allípermaneceríasiera

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precisohastaquesalieraelsol.

Esperabaasuhermano...¡Asuhermano,no!AlcanalladeTonet;ycuandosaliera... Era lástima no tener la faca a mano, pero le mataría de cualquiermodo;leapretaríaelgaznateolemachacaríaelcráneoconcualquierpedruscodelacalle.Encuantoaella,entraríadespuésensucasaylaabriríaelvientreconelcuchillodelacocinaoharíaotracosasemejante.¡Yaveríamos!Puedequealpasareltiemposeleocurrieraotrabarbaridadmáschistosa.

Y elRetor, agazapado en la esquina, entreteníase en discurrir tormentos,gozaba recordando cuantas clases demuerte había oído relatar; las aplicabatodasalainfameparejayhastaregodeábasementalmenteconlaesperanzadeencenderenlaplayaunapiradebarcosviejos, tostándolosalosdosafuegolento.

¡Qué frío hacía!... ¡Y quémal iba sintiéndose el pobreRetor! Pasada lalocurafuriosaqueleacometióalencontrarseconelgrumete,sentíaahoraunalaxitud general, una debilidad que le paralizaba. La humedad de la nocheparecíapenetrarhastasushuesos,yelestómagoleatormentabacondolorososestremecimientos.¡Ay,Dios!Noenbaldesesufrenlospesares.¡Quéenfermose sentía!... Por esto tenía que matar a aquellos infames, o de lo contrarioacabaríanconélafuerzadedisgustos.

Aquella misma noche había conocido su desgracia, y ya se sentíaenvejecido,conelrobustocorpachóndominadoporextrañadebilidad.

¡Las tres! Con qué lentitud pasaba el tiempo. Y seguía allí, inmóvil,sintiendo que la parálisis de sus miembros se apoderaba también de supensamiento.

Yanoimaginabaterriblescastigos;nopensabanada,ymásdeunavezsepreguntóquéhacíaallí.Todasuvoluntadestabaconcentradaenlosojos,quenoseapartabanniunsóloinstantedelacerradapuerta.

Hacíayamuchoratoquehabíansonadolastresymedia,cuandoelRetorcreyópercibirunligerochirridoyqueseabríaelpostigodesucasa.Unbultosedespegódelaobscurapuerta,yporunosinstantesestuvoinmóvil,comosimiraseaambosladosdelacalletemiendoserespiado.

Volvió a percibirse el chirrido, el choque de las maderas cerrándose, almismo tiempo que el Retor, entumecido por la humedad, se incorporabatrabajosamente.

Por fin, le llegabasuhorabuena.Ycorrióhaciaelbulto,peroéste teníaunaspiernasenvidiables,yalvervenirunhombrediounsaltoprodigiosoyemprendiócarrera.Losvecinosmadrugadoresoíandesde lacama la ruidosapersecución,aquelgalopefuriosoquehacíatemblarlasacerasdeladrillos.

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Perseguíansejadeanteséimpetuososenlaobscuridad.ElRetorseguiabaporunamanchablanca,algoasícomounhatilloqueaquelhombrellevabaenlaespalda,peroapesardesusesfuerzosadivinabaqueperderíalapista,puesla distancia entre él y el perseguido aumentaba rápidamente. Sus piernas demarinero eran para sostenerse erguido en la borrasca, no para correr;entorpecíale el entumecimiento de la humedad, y además, bien conocía quehabíadehabérselasconsuhermano,famosodesdepequeñoporsuagilidadyligereza.

En una encrucijada le perdió de vista, como si se hubiera disuelto en lasombra. Huroneó por las calles inmediatas buscando al perseguido, sinencontrarelmenorrastro.¡Buenaspiernasteníaelladrón!

Abríanse algunas puertas dando paso a los madrugadores que teníantrabajoenlaplaya,yelRetorhuyó,dominadoporelterrorqueleinspirabalapresenciadeextraños.

Nada le quedaba ya que hacer. Había perdido hasta la esperanza devengarse. Y se encaminó a la playa, temblando de frío, sin voluntad, sinfuerzasparapensar,resignadoconsusuerte.

Comenzabaelmovimientoentornodelasbarcas.Sobrelaobscuraarenabrillabancomoluciérnagaslosrojosfarolillosdelamarineríaqueacababadedespertar.

ElRetorvio la luz en la tabernade sumadre;Rosetahabía levantado lahoja de madera que se cerraba sobre el mostrador, y estaba tras éste,arrebujadaen sumantón, soñolienta, con laaureolade rubiosyencrespadoscabellosescapándoseporbajodelpañuelodesedaylanaricillarojaporelfríodelamanecer.

Esperabaalosprimerosparroquianosyteníasobreelmostrador,prontaaservir, los vasitos y la botella de aguardiente. La madre dormía aún en sucamarote.

CuandoPascualsediocuentade loquehacía,yaestabaplantadoanteelmostrador...¡Unacopa!Roseta,envezdeservirle,lemirabafijamenteconsusojos claros y sin expresión, que parecían registrarle hasta el alma. ElRetortemblaba... ¡Ah! aquella chiquilla... ¡qué lista era! Todo lo adivinaba, y porestoelpatrón,parasalirdelpaso,apelóalabrutalidad.

¡Recordons!¿Nohabíaoído?Queríaunacopa,y realmente lanecesitabaparaecharlejosdesíelfríomortalquelecongelabalasentrañas.Él,siempretan sobrio, quería beber, emborracharse, anegar en aguardiente suentorpecimientodeidiotaqueledominaba.

Bebió... ¡Otra! ¡y otra después! ymientras tragaba el aguardiente de un

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sorbo, su hermana no dejaba de servirle, siempre con la mirada fija en él,comosileyeseensurostrotodoloocurrido.

¡QuébienseencontrabaPascual!¡Oh!aquelloreanimaba.Parecíalequelafríaatmósferadelamanecerseibacaldeando;sentíauntibiocosquilleobajolapiel y casi se reía de la veloz persecución por las calles que tanto le habíafatigado.

Experimentaba la necesidad de ser bueno, de querer a todo el mundo,comenzandoporaquellachica,porsuhermana,queseguíamirándole.Sí; loproclamaba élmuy alto.Roseta era la honra de la familia; todos los demásunoscochinos,yélelprimero.¡Ah,Roseta!¡Quétalentotenía!¡Quéfinura!Sabíadecirlascosascondiplomacia;bienseacordabaéldelodelcaminodelGrao;noeracomootras locasquedabandisgustosdemuerteyponíanaunhombreadosdedosdelaperdición.Yademás,¡quétalento!Ellaestabaenlocierto.Loshombreserantodosunospillosounosimbéciles:quepensaseasípormuchosaños.Másvalíaaborrecera loshombresqueno fingirlescariñocomo otras, para después engañarlos y perderlos. ¡Ay, Roseta! ¡hija mía!...¡Cuántovalíaaquellachica!

YelRetor,enardeciéndosepormomentos,braceabaygritaba,oyéndoseledesdelejos.SonóunrocefuertedentrodelcamarotedeTona,yaltravésdelagruesacortinasaliósurudavozconinflexióncariñosa:

—¿Erestú,Pascualo?

Sí,eraél,madre;ibaalabarcaaverloquesehacía.Nodebíalevantarseaún,pueseltiempoeramalo.

Comenzaba a amanecer. En el horizonte, sobre la obscura faja del mar,marcábaseotradeluzdébilylívida.Elcieloestabaencapotado,yenlaplayaunadensabrumaborrabael contornode losobjetos,que semarcabancomoligerasmanchas.

El Retor pidió otra copa: la última; y antes de alejarse pasó su callosamanoporlasfrescasmejillasdeRoseta.

¡Adiós! Ya lo sabía; ella era la única mujer buena de todo el Cabañal.Debíacreerleaél,queerasuhermano.¡Quenosecasasenunca!

Cuando llegó cerca de la Flor de Mayo silbando con indiferencia,cualquieralohubieracreídoalegre,anoserporelextrañobrillodesusojosamarillentos,queparecíansalirsedelrostro,rubicundoporelalcohol.

Sobre la cubierta de la barca, erguido con petulancia, como si quisieraenteraratodoelmundodequeestabaallí,mostrábaseTonet.Ásuspiesveíaseelblancohatillo,elmismoquesaltabasobresuespaldaalcorrerporlascallesdelCabañal.

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—¡Bòn día, Pascualo!—gritó al ver a su hermano, como si tuviera prisaporhablarleydesvanecerlastemerosassospechasquesentía.

¡Ah, ladrón!... ¡Y qué desvergonzado era! Pero antes de que Pascualpudieracontestarle,cuandocomenzabaasentirseinvadidoporlamismafiebredehorasantes,vióserodeadoporalgunoscompañeros.

Lospatronesde lasbarcascelebrabanconsejo:seagrupabansinquitar lavistadelhorizonte.

El tiempo presentábase amenazador, resultaba temerario el salir. Eralástima,porqueelpescadosepresentabatanabundante,quepodíacogerseconlasmanos;perolapieldeunhombrevalemásqueelnegocio.

Todos eran de la misma opinión. El tiempo se ensuciaba; había quequedarse.

PeroPascualprotestó.¿Quedarse?Esoquelohicieraquienquisiera.Élalamar iba. Aun no se habían conocido temporales bastante fuertes para darlemiedo. El Retor decía esto con resolución, como si le ofendieran aquellospropósitosdequedarse.Elquenotuviera...agallasquenosaliera.Allíqueríaélverhombres.

Yvolvió laespaldasinatender razones.Queríahuirde tierra,alejarsedeaquellosqueleconocíanysabiendosudesgraciapodíanburlarse.¡Alamar!...Yallegabanlosbueyesdelarrastre.Aver:¡losdelaFlordeMayo!¡Todoelmundoatierra!Áponerlosparadosparaecharlabarcaalagua.

Ylagentedeabordo,influidaporlacostumbre,obedecióalpatrón.EltíoBatistefueelúnicoenprotestarcontodasuautoridaddelobomarino.

¡Rediel!Aquelloeraunabarbaridad.¿DóndeteníalosojoselRetor?¿Noveíaacercarseeltemporal?

Mutis, agüelo. Aquello, cuando más, reventaría en agua; y al que estáacostumbradoalmar,leimportapocounchubascomásomenos.

Pero el viejo seguía protestando. Reventaría en agua o en viento, y siocurríaestoyapodían rezarelúltimopadrenuestro lospescadoresaquienespillase.

Elpatrónprotestóconuna rudezaextrañaenél,que trataba siempreconrespeto al viejo... ¡Tío Batiste, a casa! Sólo servía ya para sacristán delCabañal.Élnoqueríacarroñasnicobardesensubarca.

¡Recontracordons!...¡Cobardeél!¡UnhombrequehabíaidoenfaluchoalaHabanaynaufragadodosveces!¡Redeu!(yqueleperdonaseelpecadoelSantoCristodelGrao); si tuvieraveinteañosmenos,poraquellapalabrayahubierasacadolafaca,tirándolelastripasalsuelo.¡Alamar!¡Quetodoselo

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llevase el demonio! Bien lo decía el refrán: Donde hay patrón no mandamarinero.

Y mascullando su indignación, ayudó á colocar las últimas viguetas,cuandolaproadeFlordeMayotocabayaelagua.

Otra pareja de bueyes arrastraba al mismo tiempo la barca vieja que elRetorteníaalquiladaparaformarparejaconlasuya.

Alpocoratoambasembarcacionesbalanceábansesobrelasrompientesdelaplayaéizabansugranvelalatina,tomandovientoconrapidez.

Los patrones agrupábanse en la playa perplejos y agitados,mirando concodicialasdosbarcasquesealejabanyhaciendoindignadoscomentarios.

Aquellanudosehabíavueltoloco.Elmuyladrónibaáhacersunegocio,yellos,porcobardes,sequedaríanconlasmanosenlosbolsillos.

Estasuposiciónlesirritaba,comosielRetorfueseáapoderarsedetodalapescaquehabíaenelmar.Losmáscodiciososyaudacessedecidieron.¡Ea!elloserantanhombrescomoelquemásypodíanirdondefueseotro.¡Barcasalagua!

Laresoluciónfuecontagiosa,y losboyerosnosabíandóndeacudir,puestodosqueríanserlosprimeros,comosisehubierageneralizadolalocuradelRetor.Parecíaquetodostemiesenveragotadalapescadeunmomentoáotro.

Lasmujeresenlaplayagritabandemiedoalverásushombreslanzarseental aventura, y proferían maldiciones contra el Retor, un lanudo que queríaperderátodalagentehonradadelCabañal.

LasiñáTona,enropasmenores,conlaescasacabelleragrisflotandosobreelcráneo,acababadellegarálaorilla.Estandoenlacamalehabíandicholalocuradesuhijoycorríaáevitarla.Perolasdosbarcasyaestabanmuylejos.

—¡Pascualet!—gritabalapobremujerformandobocinaconlasmanos—.¡Fillmeu!...Torna...torna.

Y al conocer que no podían oírla, tirábase de los escasos pelos yprorrumpíaengemidosyaclamaciones.

MaríaSantísima:suhijo ibaámorir.Se lodecíaelcorazón. ¡Ay, reinaysoberana!Todosmorirían;susdoshijos,sunieto:parecíaqueunamaldiciónpesasesobrelafamilia.Lamarcochinaselostragaríaátodos,comoyahabíadevoradoásupobrePascual.

Ymientras la pobremujer gritaba como una loca y las demás le hacíancoro, los marineros, ceñudos y sombríos, empujados por el egoísmo de laexistencia,por la conquistadelpan,quehace afrontar losmayorespeligros,entrabanenelaguahasta lacinturaymontabanensusbarcas, tendiendolas

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grandesvelas.

Ypocodespués,unenjambredemanchasblancasmarcábaseenlabrumadeaquel amanecer tempestuoso, corriendodesbocadasmaradentro, comosilasatrajeraelimándelafatalidad.

X

ÁlasnuevenavegabalaFlordeMayoálavistadeSagunto,enelespaciolibrequeeltíoBatiste—consuaficiónáguiarsemásporelfondodelmarqueporlosaccidentesdelacosta—marcabaentrelaRocadelPuigyelAlgardeMurviedro.

Ningunaparejasehabíaatrevidoáirtanlejos.

PorlapartedeValencia,yprolongándosehaciaCullera,marcábansecomopuntosblancoslasotrasbarcasemparejadas.

Elcieloestabagris;lamareradeunmoradotanintenso,queenlalustrosacurvaformadaentredosolas,tomabaelcolordelébano.Ráfagaslargasyfríasagitabanlasvelas,causandoruidososestremecimientos.

La Flor de Mayo y la otra barca de la pareja avanzaban con las velasdesplegadas,arrastrando la reddelbòu,quecadavezsehacíamáspesadaytirante.

ElRetoribaensusitiodepopa,empuñandolacañadeltimón.Apenassimirabaelmar:elinstintoeraquienmovíasumanoparaenderezarlamarchadelabarca.

SusojosestabanfijosenTonet,elcualdesdequesalieronparecíahuirdeél.Cuandonomirabaásuhermano,contemplabaáPascualet,erguidoalpiedelmástil,comosiconsudesmedradafigurillaquisieradesafiaráaquelmarqueensusegundoviajecomenzabaámostrarsealborotado.

Labarcadaba algunos tumbos al saltar lasolas, cadavezmásviolentas,pero los tripulantes erangente avezada almary andaban sobre lamovedizacubiertacongranseguridad,expuestosácadapasoácaeralagua.

ElRetornoapartabalavistadesuhermanoysuhijo,ysusojosibanconexpresión interrogante de uno á otro, como si mentalmente hiciese unaminuciosacomparación.

Su calma era de las que inspiran pavor. Estaba pálido, á pesar de lobronceadodelatez;susojosteníanelenrojecimientodelavigilia,yapretabaloslabioscomositemieraqueseescapasenlaspalabrotasdeiraqueafluíaná

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sulenguayquemascullabasordamente.

NolehabíaengañadoRosario.¿Dóndeteníaantes losojos,quenohabíavisto la asombrosa semejanza? ¡Cómo se habría reído de él la gente! Sudeshonra estaba visible; era la misma cara, el mismo gesto. Pascualet lerecordabaalotrochicuelodelgadoynervioso,alqueélsirviódeniñeraenlaplaya.EraelhijodeTonet,nopodíanegarlo.

Yelpatrón,conformeseconvencíadesudeshonra,arañábaseelpechoylanzabamiradasdeodioalmar,ásubarcayálosmarineros,queáhurtadillasle examinaban con inquietud, creyendoque aquella ira se la causaba elmaltiempo.

¿Paraquéqueríayatrabajar?Nomantendríamásálaperraqueportantotiempo le había puesto en ridículo: ¡adiós ilusiones de crear un porvenir áPascualet,dehacerleelpescadormásricodelCabañal!¿Eraacasosuyoparainteresarse tanto por su suerte?Nada deseaba ya en elmundo;morir y queperecieraconéltodasuobra.

OdiabaahoraásuFlordeMayo,lahijademadera,álaquehablabacomosifueseunseranimado;deseabasuextinción,suinmediatapérdida,comosile avergonzase el recuerdo de las dulces ilusiones que acariciaba cuandoestabaocupadoensuconstrucción.Sielmarhubieraobedecidoásusdeseos,cualquieradeaquellasolas,envezdelevantarálabarcarudamentesobresuespumeantecima,sehubieraabiertoparatragarla.

Larederacadavezmáspesada,ylasbarcas,arrastrandolaenormepesca,cabeceabansobrelasolascondificultad.

DelabarcaviejaqueformabaparejaconFlordeMayo,preguntabansierallegadoelmomentodechorrar.

El Retor sonrió con amargura. Bueno, que chorrasen; lo mismo leimportabaahoraquedespués.LatripulacióndeFlordeMayoagarróelcabodelaredquearrastrabalaparejaycomenzóátirarcongranesfuerzo.

Tonetylosmarineros,ápesardelorudaqueeralafaenaydelmaltiempo,mostrábansealegres.¡Vayaunapesca!Áquintalesibaásalirelpescado.

EltíoBatiste,tendidoenlaproaymojadoporlosespumarajosdelasolas,mirabaalhorizontepor lapartedeLevante,dondeelcelajeplomizoparecíacondensarse,formandounamasadenegruzcovapor.

LlamabaáPascualparaqueprestaseatención;peroelRetorteníafijossusojosenelgrupodetripulantesquetirabandelared.Porunacasualidad,Tonetysusobrinoestaban juntos,y lasemejanzadesus rostros resaltabaaunmásantelamiradadelpatrón.

—Pascualo... Pascualo—gritó el viejo pescador con voz algo temblorosa

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—.Yaestáahí.

¿Quién?... ¡Quién había de ser! La tempestad, la tormenta que desde elamanecerestabaesperandoeltíoBatiste.

Lamasade sombrasque se aproximabaagrandándosepormomentos, seabrió con la luz cárdena de un relámpago; después sonó el trueno, como sitodoelcielofueseunainmensapiezadetelaqueserasgabaconestrépito.

Sólo faltaba lo otro, el terrible Levante, que barre impetuosamente conhálitodemuertetodoelgolfodeValencia;yelLevantellegó.

La Flor deMayo tendióse de costado sobre el agua, como si unamanopoderosa, agarrando su quilla, pugnase por voltearla. El agua invadió lacubierta, y la gigantesca vela se extendió como una sábana sobre las olas,aleteando,volviendoácaercomounpájaromoribundo.

Estacaídadelado,queibaáhacerleszozobrar,fueobradeuninstante:elprimerimpulsodelvendavalque,pillandodellenolatendidavela,laaplastósobreelagua,tumbandoálabarca.

El tío Batiste y el Retor, arrastrándose por la cubierta, llegaron hasta elmástil,ydeshaciendoelnudodelasjarcias,arriaronlavela.

Esta maniobra salvó á la barca que, libre de la presión de la vela, seenderezóconungolpedemar.

LaFlordeMayo,coneltimónabandonado,girabacomounapeonzaenlasaguasbullentes,quesehinchabanconlívidasyarrolladorastumefacciones.

ElRetorcorrióápopaáagarrarlacaña.Labarcasemovíacondificultad.Arrastraba la pesadísima red que momentos antes había contribuido á susalvación,sirviendodecontrapesoálavelacombatidaporelhuracán.

El patrónvio á la otra barca de la pareja sin aparejo, con elmástil roto,alejarse,presentandolapopa.

Lostripulanteshabíancortadolaredparanozozobrarconsupesoyhuíanhacia Valencia, perseguidos por el furioso Levante, que levantaba enormesolas,rectascomomuros,arrolladorasyvoracesyquedeprontosecombabany caían con ensordecedor estrépito, sólo comparable al de los truenos querasgabancontinuamenteelespacio.

Eraprecisoimitarelejemplo,librarsedelpesoqueentorpecíalamaniobrayponerlaproahaciaValencia.

Lacuerdadelaredfuecortada,desaparecióarrastradoporlasolaselpesoqueparecíaapresarálabarca,ylaFlordeMayoobedecióconmásfacilidadeltimón.

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ElRetor ostentaba la serenidad sublime de las grandes ocasiones. ¡Oídotodoelmundo!Atenciónáloqueélmandaseyáobedecerconprontitud.

Lavelaestabacaídasobrecubierta;lavergapodíatocarseconlasmanos,yá pesar de la poca lona puesta al viento, la barca corría con vertiginosarapidez, pasando el agua sobre la cubierta, mientras el mástil crujíalastimeramente.

Erallegadoelmomentodevirar;elinstantesupremo:silescogíadeladounodeaquelloscòllsdemarrectos,quesedesplomabancomomurallasviejas,podíandareladiósálavida.

El patrón, puesto de pie valientemente, sin soltar el timón, examinabatodas las tumefacciones gigantescas que avanzaban veloces. Buscaba en lacordilleramovibleunespacio llano,unmomentodecalmaque lepermitieravirarsinriesgodequelabarcafuesepilladadecostado.

¡Ahora!Y laFlordeMayogirórápidamente,cambióel rumboentredosmontañasdeagua,perotanoportunamenteque,apenasterminadalamaniobra,ungolpedemarcasirecto laentrópor lapopa, lapusovertical,conlaproahundida en la espuma hirviente, la elevó hasta su cima y la arrojó por laespalda, dejándola balanceante y trémula en un espacio relativamentetranquilo.

Lostripulantes,conmovidosaúnporelzarandeocolosal,seguíanabsortoslamarchavelozyarrolladoradeaquellamurallaverdosa.

Viéronla inclinarse,formandocomounabóvedasombríaesmeraldasobrelaotrabarca,quehuíadesmantelada;sedesplomóestallandocomounamina,conhervordeespumasynubesdeaguaquesubíanencolumna.Cuandolaoladeshecha y anonadada desapareció para dejar espacio libre á otras tanarrolladoras y ruidosas, los de la Flor deMayo sólo vieron en los bullentesestremecimientosasomarunpedazodepaloyellomocóncavodeuntonel.

—Requiescatinpace—murmuróeltíoBatistesantiguándoseyhundiendosubarbaenelpecho.

Tonetylosotrosdosmocetonesqueseburlabandelviejoestabanpálidos,sombríos,éinstintivamentecontestaron:Amén.

—¡Pare! ¡pare!...—gritaba con terror Pascualet, mirando al patrón yseñalandolaproadelabarca.

MomentosantesdevirarestabaallíelcompañerodePascualet,elotrogatode la barca. La ola monstruosa se lo había llevado sin que lo notaran lostripulantes.

En la Flor de Mayo dominaba el terror y el asombro de los primerosmomentosdepeligro.

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Eltranceerasupremo.Lostruenossesucedíansininterrupción;rasgábaseel plomizohorizonte por todas partes en el zigzagde los rayos, culebras defuego que se sumían en las aguas para apagar sus entrañas incandescentes;sobre el estrépito de las olas retumbaban los truenos; unos secos,espeluznantes,comodescargasdeartillería,queelecorepetíahastaloinfinito;otros prolongados, silbantes, comouna rasgadura interminable; y cruzaba elespacio un furioso aguacero, como si quisiera desbordar el mar furioso,dándolenuevafuerza.

ElRetorsesobrepusoprontoalterrordelossuyos.

¿Qué era aquello, recordons? ¿Pescadores del Cabañal y temblaban?Parecíaquesehubieranembarcadoporprimeravez.¿AcasonoconocíanlasbromasdelLevante?Aquellopasaría;ysinopasaba,¿quéremediabanconelmiedo?Losvalientesdebenmorirenelmar.Yasabíaneldicho:«másvalíasercomidodecarranchsquenoquelescantasenelscapellans».¡Ánimo,recristo!Áatarse todo elmundo, quepor elmomentonadanecesitaba la barca, y loimportanteeralibrarsedelosgolpesdemar.

El tío Batiste y los dosmarineros se amarraron almástil por la cintura;Tonetatósólidamenteásusobrinoáunaargolladepopa,yél,viendoquesuhermano por un alarde de serenidad seguía sentado junto al timón con elcuerpo libre, le imitó, agazapándose tras la borda, agarrando con susmanoscrispadaslossalientesdelabarca.

ReinabaunsilenciofúnebreábordodeFlordeMayo.Lafuriosamarejadaagitaba losalgaresdel fondo; laespumaeraamarillenta, sucia,biliosa,y lospobresmarineros,caladosporlalluviayporlasolas,sufríanloslatigazosdelmar,losgolpesdeaguayalgasquelescortabancruelmenteladuraepidermis.

Cuando la ola los elevaba á prodigiosa altura y la barca quedaba con laquillaalairecomosifueseáemprenderprodigiosovuelo,veíaelRetorá lolejos, perdidas en la bruma del horizonte, las otras barcas del Cabañalnavegandocasiápaloseco,empujadasporel temporalhaciaelpuerto,cuyaentrada era un peligro aun mayor que permanecer en el mar corriendo laborrasca.

El marido de Dolores sentía hondo remordimiento. Parecíale quedespertaba después de penoso sueño: la noche pasada en las calles delCabañal, la borrachera de la playa y el imprudente embarque, recordábalosahoracomovagaspesadillas.

¡Loco!¡miserable!Seavergonzabadesímismo.Eramáscriminalquelosquelehabíanhechotraición.Siestabacansadodelavida,podíahaberseatadounapiedraalcuelloyarrojarsealmardecabezaen laescolleradeLevante.¿Pero con qué derecho su locura había llevado a la muerte á tanto padre

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honrado? ¿Qué dirían de él en el Cabañal, viendo que por su culpa mediopueblosehabíaarrojadoenmediodelatempestad?

Recordabaálostripulantesdelaviejabarcadesuparejaquehabíansidotragadosporelmarcasiásuvista;pensabaenlasmuchasembarcacionesqueseguramente habrían perecido á aquellas horas ymiraba avergonzado á suscompañerosdetripulación,amarrados,azotadosporlasolasylanzadosenelpeligroporobedecerle.

Á su hermano y su hijo no quería mirarles: nada se perdía con quepereciesen;aunrenacíaenéllaferocidaddelavenganza;pero¿ylosotros?¿ylos dos marineros que tenían sus madres, viejas pescaderas á las quemantenían?¿yaqueltíoBatiste,elamigodesupadre,salvadomilagrosamentedetantospeligros?

No; él no tenía ningún derecho para arrastrarles á la muerte: era uncriminal.Yalveralviejomarinoysusdosjóvenescompañeroscasitendidossobrelachorreantecubierta,amarradoscontantafuerzaquelasligaduraslespenetraban en las carnes y aturdidos por los golpes demar que caían sobreelloscomotriturantemartillo,seolvidabadequeéltambiénestabaenpeligro;apenas si se fijaba en las olasque le envolvían sin conmover su corpachón,que parecía incrustado en la popa, y sentía dentro del pecho una penasemejantealadelanocheanterior.

Era preciso vivir, salvarse. Cuando estuviera en tierra ya arreglaría susasuntosde familiao semataría;ahora lo interesanteera llegaralpuertocontoda su tripulación. Bastante le pesaban sobre la conciencia el pobregrumetillo que desapareció al virar y los que tripulaban la otra barca de lapareja.

YelRetorponía todasuatenciónenelgobiernode laFlordeMayo.Elpresentenoleinquietaba.Labarcaerafuerteyeltemporalsepresentabaporla popa; pero pensaba con terror en la entrada del puerto, aquella luchasupremadondetantosperecían.

Á lo lejos, esfumada en el ambiente denso de la lluvia y las nubes quelevantaba el oleaje, marcábase la escollera como el lomo de una ballenaencalladaporeltemporal.¡Ah!¡Siélconsiguieradoblarla!...

Y cuando la barca, después de quedar hundida en el agua, surgíaremontándose a la cumbre de una ola, el patrón miraba ansiosamente laaglomeración de rocas que asaltaba el mar, y en cuya cima bullíaninnumerablespuntosnegros,gente,sinduda,quepresenciabaconangustiaelterriblecombatedelatempestadconloshombres.

ElRetortemblabaalpensarenlapróximalucha.Noseveíaningunabarca.Muchasestaríanyaenelpuerto:lasdemássehabríanperdido.

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Ensuinquietud,sentíalanecesidaddefortalecerse,yhablóaltíoBatiste.

Élquetanbienconocíaelgolfo,¿quéopinabadeaquello?

Elviejo,comosidespertase,movíatristementelacabeza,yensucaradechivo viejo marcábase un gesto de valiente resignación que le embellecía.Todotendríafindentrodeunahora;hombresybarca.Laentradaenelpuertoeraimposible.Loasegurabaél,queentodasulargavidanohabíavistootroLevantetanfurioso.

Pero el Retor se sentía con ánimo para todo. Si no podían entrar en elpuertoseguiríanálolargocorriendoeltemporal.

El tío Batiste movía su cabeza con la misma expresión triste. Tampocopodíaser.El temporalduraríadosdíaspor lomenos,ysi labarcaresistíaelmar,noporesto ibaa librarsedeencallarenCullera,ode ir, cuantomás,áhacerse trizasenelcabodeSanAntonio.Másvalía intentar laentradaenelpuerto.Paramorirdetodosmodos,eramejorallí,álavistadesuscasas,enelmismo lugar donde habían perecido muchos de sus antecesores, cerca delmilagrosoCristodelGrao.

Yel tíoBatiste, revolviéndose en sus ligaduras, hurgábase el pechoparasacarporentre lacamisauncrucifijodebronceoxidadoporel sudor,yquebesabacondevoción.

Esto reanimaba á los demás. ¡Cristo! Bueno estaba el tiempo parabeaterías. Tonet se burlaba con risa fúnebre, y los otros dos marinerosincrepabanalviejocon lasmás terriblesmaldiciones,comosielpeligro,envezdeaterrarles,aumentarasudesesperación,quesetraducíaenimpiedades.

ElRetorlevantabaloshombrosconindiferencia.Élerabuencreyente;elcuradelCabañalpodía atestiguarlo, pero estaba segurodeque allí nohabíamásCristomilagrosoqueél,silabarcaleobedecíayálaentradadelpuertodabaconoportunidadungolpedetimón.

BienseadivinabaenlaFlordeMayolaproximidaddelaescollera.Elmarpresentábasecadavezmásagitado;yanoeran lasolasúnicamentedepopa,sino que retrocediendo el mar al encontrarse con el obstáculo de piedra,acometía á la barca por la proa, formando las aguas espantosos remolinos.Erandosmangas lasquehabíadesufrir: ladel temporaly ladelgigantescoescolloformadoporloshombres.

La Flor de Mayo, crujiendo dolorosamente á pesar de su sólidaconstrucción,apenassiobedecíaaltimoneleibacomounapelotalanzadadeola en ola, tan pronto impulsada hacia adelante por el vendaval, comoretrocediendocasisumergidaporungolpedemar.

Lasescotillasestabanbiencerradas,yporestolabarca,despuésdepasar

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sobreellalasmontañasdeagua,volvíaareaparecerflotandovalientemente.

Elpatrónseconvencíadelodesesperadodelasituación.Estabancogidosporlahorriblemarejadadelaescollera.Seguiradelantecorriendoeltemporal,erayaimposible;habíaquemeterseenelpuertooperecerenlaentrada.

Distinguía ahora claramente la muchedumbre que pululaba sobre laescollera,alcanzadamuchasvecesporeloleaje;llegabaalabarcasugriteríodeterror.

¡Recristo!Eramuy tristemorir a lavistade losamigos,oyendocasi susvocesysinpoderrecibirauxilio.¡Perramar!...¡ChochinoLevante!YelRetor,enfurecido,insultabaalasolas,yensudesesperaciónlasescupía,mientraslabarcatanprontoseencabritabahastaponersederecha,comosearrojabaproaabajoenloshirvientesremolinos.Causabavértigoselzarandeointerminable,yelmástillomismoseinclinabaábabormetiendolavergaenelagua,comocaía sobre el costado opuesto, desapareciendo en las olas la mitad de lacubierta.

¡Alláva!yaempezabanlosgolpesdemuerte.Yunaolalívida,traidora,sinespumaysinruido,cayósobre lapopa,cubriendotodalabarca,barriéndolaconunamanotadaferoz.

Elpatrónrecibióelgolpeen laespaldaysedoblóhasta juntar lacabezaconlospies,perosinsoltareltimónnimoversedeaquellastablas,enlasqueparecía incrustado. Sintióse sumergido por algunos instantes, oyó unchasquidoenorme,comosilabarcasedespedazase,yalsurgirdelaguasintióelrocedeunobjetoque,empujadoporlasolas,ibadeunaparteáotracomounproyectil.

Era la pipa del agua. El furioso golpe de mar había roto sus amarras yrodaba sobre la cubierta con velocidad arrolladora, aplastándolo todo a supaso.

DioungolpeáPascualetenelrostro,ensangrentándole,ydespués,comounenormemartillo,cayósobrelabasedelmástil,dondeestabanamarradoseltíoBatisteylosdosmarineros.

Aquellofuetanrápidocomoespantoso.Sonóungritohorrible.ElRetor,apesardesuánimo,secubriólosojosconsusmanazas.

Elbarril,comopoderosacatapulta,habíacaídode llenosobreunode losmarineros, el más joven, aplastándole la cabeza; después de su crimen, labarrica,manchadadesangre,saltófueradelabarcacomocriminalquehuye,hundiéndoseenlaespuma.

La cabeza aplastada era una repugnante masa sanguinolenta, de la cualarrancaba el oleaje nuevas piltrafas. El viejo pescador y el otro marinero

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tenían que permanecer amarrados en contacto con el mutilado cadáver,sintiendoensusrostros,conlosrudosvaivenesdelabarca,lasrozadurasdelmuñónespantosoquelesrociabadesangre.

EltíoBatisteclamabacondesesperación.¡Señor!queacabaseprontoaqueltormentonuncavisto.¿Cuándosehabíahechosufriráhombreshonradosunapruebasemejante?

Su voz débil y cascada sonaba con esfuerzos de desesperación sobre elpavorosomugidodelvientoyla tempestad.LlamabaalRetorrogándolequeabandonaseeltimónynoseesforzaraenlucharcontraloimposible.Suúltimahora había llegado, y antes de prolongar tales angustias, era preferible dejarquelabarcasefuerasobrelasrocas,haciéndosemilpedazos.

Pero elRetor no le escuchaba.El chasquido que oyó á continuación delgolpedemar,lepreocupaba,yadivinandoelpeligro,noapartabalavistadelmástil,queapesardesurobustezsecimbreabadeunmodoalarmante.

Eneltopeagitábaseelramilletedelbautizo,manojodehierbajosyfloressecasqueelhuracánibaarrebatandocomoseñaldemuerte.

Ni siquiera oía á Pascualet que, con el rostro desfigurado por unamascarilladesangreyaterradoalpresentirlacatástrofe,gritabaconvozqueparecíaunbalido:

—¡Pare!...¡Pare!

¡Ah! su padre poco podía hacer. Evitar como podía los furiosos golpes,meterlabarcamuchasvecesentredosolasylibrarladequefuesepilladadecostado.Perodoblarlaescollera,resultabaimposible.

La quebrantadaFlor deMayo vióse de pronto como en el fondo de unasima,entredosmurosbrillantes,pulidos,desombríaagua,queavanzabanenopuestadireccióneibanachocar,pillandoenmediolabarca.

Estavezhastaelpatróndioungritodepavor.Fueinstantáneoelchoque.La barca vióse envuelta en un torbellino de agua, dio un crujido horrible,comounodelostruenossecosqueconmovíanelespacio,ycuandoalfinsalióaflotepesadamente,sucubiertaestabarasacomoladeunpontón;elmástilsehabíarotoarasdelastablas,ypaloyvela,conloshombresamarrados,habíandesaparecido.

El Retor aun creyó ver entre las espumas de una ola que se alejaba elcadávermutilado,yjuntoaéllacabezadeltíoBatiste,mirandoaloaltoconexpresióndeasombro.

Ahorasíquepodíandarseporperdidos.

Laroturadelmástillahabíanvistotodosdesdelaescollera,yungritode

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horrorproferidoporcentenaresdebocassonócuandoFlordeMayoreaparecíasobrelasaguasdesmanteladayamerceddelasolas.

Todo el barrio de las Barracas estaba allí sobre el murallón de rojospedruscos,conelpechopalpitanteylamiradaansiosa,tanatentoalaluchadeloshombresconelmar,queapenas si se fijabaen lasolasqueescalabanelescollo,amenazandoarrastrarconsigoalamuchedumbre.

Alsonarlosprimerostruenoshabíancorridotodoscualrebañoasustadoála punta de la farola, como si su presencia pudiese ayudar a los parientes yamigosenlaterribleluchaporentrarenelpuerto.Llegaroncorriendobajoelaguacerofurioso,combatidosdefrenteporelvendaval,quearremolinabalasfaldas,oprimía losvientresyzumbabacruelmenteen losoídos; lasmujeres,con los brazos en alto, cubiertas de la lluvia por el ondeante mantón; loshombres,conchubasquerosybotasaltas,todosgritandodeterror,saltandodepedruscoenpedrusco,deteniéndosemuchasvecesparadejarpasaralgunaolaque, saltando la escollera, caía en el antepuerto, y resbalando en el rodenomojadoqueparecíasudarlacóleradelatempestad.

En el sitio más avanzado, sobre las últimas rocas donde bullían losespumarajos y se rompían las olas, estaba Dolores, pálida, desmelenada,agarrándosealasiñáTona,queparecíapróximaalalocura.

Suchico,suPascualet,estabaallá...y tambiénlosotros.Yse tirabandelpelo, lanzando los más atroces juramentos de la Pescadería, hasta que depronto,deteniéndoseycruzandolasmanossobreelpecho,hablabancontonosuplicante de pagar misas, de enormes cirios, dirigiéndose a la Virgen delRosariooalSantoCristodelGrao,comosiestuvieranallíjuntoaellas.

LamujerdeTonet,agazapadatrasunapiedra,arrebujándoseenelmantón,mirabaelmarcon la inmovilidaddeunaesfinge,dejándosealcanzarpor losespumarajosde lasolas,que lamojabandepiesacabeza.Arriba,en lomásaltode la escollera, erguíase soberbia, conexpresiónamenazante, la enormemoledelatíaPicores.Temblabadeirasuarrugadaboca,amenazabaalasolascon el puño cerrado, y a pesar de su grotesca figura, había en ella ciertasublimidad,algoquerecordabalosapóstrofesdeltrágicoinglés.

—¡Sorra!—gritaba con su voz ronca, amenazando a la mar—. ¡Dònahabíesdeser!

Y la lluvia cayendo cada vez conmás fuerza, el vendaval bamboleandocomocañasalosqueseseparabandelosgrupos,ylasropas,empapadasporelaguadelmary ladelcielo,pegándosea lascarnes,chorreando,haciendotoseralagente,queseolvidabadesímismamirandoelrebañodebarcasqueseaproximabanentropel.

¡QuédemaldicionescontraelRetor!

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Aquel lanudo tenía la culpa de todo: él era quienhabía inducido á tantohombredebienalanzarseenelpeligro.¡Ojaláselotragaselamar!

Y las mujeres de la familia bajaban la cabeza, anonadadas por laindignaciónpública.

Lasbarcas,aunquecongrantrabajo,doblabanlaescolleraeibanentrandoen el puerto saludadas por los gritos de alegría de las familias que corríanhaciaelGraoparaabrazaralossuyos.

Conforme entraban las embarcaciones de pesca, disminuía lamuchedumbreenlapuntadelafarola.

Laembocaduradelpuertoibahaciéndosepormomentosmásinabordable.Tres barcas quedaban a la vista, y durante una hora tuvieron a toda lamuchedumbreconelcorazónenunpuño,luchandoconlamarejadaferozquelasempujabasobrelaspiedras.

Entraronpor fin:unsuspirodesatisfaccióndilató lospechos,yentoncesfuecuandoenelbrumosohorizontecomenzóamarcarseunabarca solitariaavanzandovelozmente,apesardequenavegabacasiapaloseco.

Losmarineros que estaban entre las rocas tendidos sobre el vientre parapresentarmenosblancoalasvoracesolas,semiraronconungestodetristeza.Aquellapagabaelpato.Loqueeslarezagadanoentraba:loafirmabancomohombresexpertosentalesluchas.Llegabademasiadotarde.

Ysuprodigiosavistadehombresdemarreconocióalpocoratolabarca,que tanprontoparecíavolarcomose sumergíaporalgunos instantes.Era laFlordeMayo.

Lamadrey lamujerdelRetorgritabancomo locas.Queríanarrojarse almar;ircuandomenoshastalospeñascosmásavanzadosqueasomabanentrelaespumacomocabezasdegigantessubmarinos.

La conmiseración popular, el afecto que la desgracia despierta en lasmuchedumbres,rodeabaalasdospobresmujeres.

YanadiemaldecíaalRetor:todosseolvidabandesutemeridadcontagiosay procuraban consolar a las dos mujeres con falsas esperanzas. Algunosmarinerossecolocabanentreellasyelmar,evitandoquepresenciasenlafieralucha,cuyotristefinadivinaban.

Laangustiosasituaciónduróunahora:lobastanteparaencanecer.CuandolaFlordeMayofueenvueltaporlasdosolasyreapareciósinmástil,conlacubiertarasa,unalaridodehorrorsonóenlamuchedumbre.Estabanperdidos:¡amorir!

Labarcayanoobedecía al timón.Elmar lahizoemprenderuna carrera

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locahacialospeñascos,yloúnicoqueconseguíaelpatrónacostademuchosesfuerzos,fuequenopresentarasuscostadosaloleaje.

Porunacasualidadnochocócontralaspiedras.Ungolpedemarlaelevóatiempo y pasó como una flecha ante el extremo de la escollera, viendoPascualo como aparición momentánea aquellos pedruscos, y sobre ellosmuchascarasamigas.

¡Quéangustia!¡Estaralavistadeellos,poderoírsuvoz,ysinembargo,morir!Alospocosinstantesestabanyalejosdelaescollera.IbanrectamentehaciaNazaret,áperecerenelarenaldondetantosbarcosestabanenterrados.

Tonet,queparecíaamodorradoporlosgolpesdemar,sereanimóalpasarfrente a la escollera. Fue una visión de vida que iluminó su resignadadesesperación.

No;élnoqueríamorir, sedefenderíadelmaryde la tempestadmientraspudiese.Entreahogarsedeallíamediahoraenelarenalodespedazarseenlaescollera en un intento de salvación, prefería esto. Por algo era el mejornadadordelCabañal.

Yagatas,expuestoaserarrastradoporlasolas,llegóhastaunaescotilla,destrozadaporlosgolpesdemar,ysehundióenlacala.

ElRetorlemirabacondesprecio.Noestabaarrepentidodesuobra.Dioserabuenoy le evitabaun crimen.Dentrodeunos instantesperecería con elhermano traidor, y en cuanto a la que estaba en tierra, que viviese. ¿Habíaacasopeortormentoqueseguirenelmundo?Ahoraconocíaélelengañodelavida.Laúnicaverdaderalamuerte,quenuncafaltaniengaña.Ytambiéneraverdad la hipocresía feroz del mar, que calla sumiso, se deja robar por lospescadores,loshalaga,haciéndolescreerensueternabondad,ydespués,conunzarpazohoyyotromañana,losexterminadegeneraciónengeneración.

Estas ideas se sucedían en él rápida y desordenadamente, como si laproximidaddelamuerteexcitasesupensamiento.

Pero al ver que reaparecía Tonet en la ruinosa cubierta, profirió unaexclamación de sorpresa, incorporándose sobre las movedizas tablas. Suhermanollevabaenlasmanoselchalecosalvavidas,elregalodelasiñáToná,quehabíaquedadoolvidadoenlacala.

Tonet no se inmutó ante la mirada fulgurante y la voz bronca de suhermano...¿Queadóndeiba?Alanzarsealmar.Habíallegadoelmomentodel¡sálvesequienpueda!Élnoqueríamorirencerradoallícomounarata,queríamejorqueleaplastasenlasolassobrelaescollera.

El Retor lanzó un terrible juramento. No; su hermano no saldría de labarca:nointentaríasalvarse,moriríaconél,yaunasínolopagabatodo.

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Lo supremo de la situación hacía reaparecer en Tonet el matoncillo delpuerto,elperdido incapazde respetos,ysonreía ferozydespreciativamente,mirandoasuhermano.

En la actitud de los dos hombres había algo que asustaba más que latempestad.

—¡Pare!... ¡Pare!—repitió el niño con voz débil, agitándose en susligaduras.

Entonces recordó el Retor que el muchacho estaba allí; y sombrío,silencioso, soltó el timón.Llevaba en lamano su facademarinero, ydeunsologolpecortólasligadurasdelmuchacho.

—¡Tú...elchaleco!—ordenóconvozsecaéimperativaasuhermano.

Pero éste le contestó con un ademán indecente, e intentó introducir susbrazosenelarmazóndecorcho.

¡Canalla! Pascual sentía la necesidad de hablar, de decirlo todo, aunquefueseconpocasyatropelladaspalabras.¿Creíaqueaúnestabaciego?Losabíatodo;éleraquienen lanocheanterior lehabíaperseguidopor lascallesdelCabañal cuando salió de dormir con la... púa que estaba en tierra. Si no lematabaeraporqueibanamorirjuntos.

Peroaquelchico,elqueélllamabaantessuPascualet,noeraculpableynodebía morir. Tal vez se ahogase; sería lo más seguro; pero como á niñoinocente, a él le correspondían las probabilidades de salvación. ¡Pronto... elchaleco, Tonet! Era para su hijo, para el fruto del engaño y de la infamia.Aunqueeratancanalla,debíaacordarsedeserpadre.¡Aobedecer,olomatabacomounperro!

PeroTonetsonreíadeunmodoferozylecontestabaconcinismo.Talvezno se engañasePascualo y el chico fuese su hijo; pero la piel propia era loprimero.

E intentó vestirse el salvavidas, pero no tuvo tiempo. Fuése sobre él suhermano,yenlacubiertaresbaladiza,movible,invadidaacadainstanteporelmar,sonóunpataleodeluchayTonetcayódeespaldas.

Su hermano le había hundido dos veces la faca en un costado. Por finsatisfacíalafiebrededestrucciónqueleanimabadesdelanocheanterior.

Sinsabercasiloquehacía,enfardóalmuchachoenelsalvavidas,ycomosifueraunsacodelastre,loarrojóporencimadelapopa,viendocómoflotabaydesaparecíatraslacrestadeunaola.

Ahora amorir como todos los de la familia; a ser recogido en la playacomounsalivazodelasolas,comorecogieronasupadre.

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Todohabíapasadoabordodelabarcacongranrapidez.

Lamuchedumbre que estaba en la punta de la escollera, veía la Flor deMayosaltandocomounataúdsobrelasolas,sindirección,cualunjuguetedelatempestad.

Los truenos sonaban cada vez más lejanos: cesaba la lluvia, pero elvendavalseguíasoplandofuriosoyeloleajeeracadavezmásfuerte.

Loshombresdemarnadavierondelaluchaocurridaenlabarca;eldramaquedóignorado.PerodistinguieroncómoelRetorarrojabaporlapopaungranfardoque,flotandosobrelasrevueltasaguas,ibaaproximándosealaescolleraparaestrellarsesobrelasrocas.

Pocodespuéssonóelúltimogritodeangustia.FlordeMayoeracogidadecostado por una ola enorme y rodaba por algunos instantes con la quilla alaire,desapareciendoporfin.

Lasmujeressantiguábanse,mientrasqueotrasrodeabanaDoloresyTona,sujetándolasparaquenosearrojasenalmar.

Todos adivinaban qué era el objeto que flotaba hacia las rocas. Era elchico;losmarinerosledistinguíanenvueltoenelsalvavidas.

Iba amatarse contra los peñascos. Lamadre y la abuela daban alaridospidiendosocorrosinsaberaquién.¿Nohabríaunabuenaalmaquesalvasealmuchacho?

Unmocetóndebuenavoluntad,con lacinturaamarradaporuncalabroteque sostenían suscompañeros, se lanzóviolentamenteen las rocasbajas, enlosescollossubmarinos,dondesesostuvoentrelasbullentesaguasacostadefuerzaydestreza.

Varias veces chocó el inanimado cuerpecillo con las salientes piedras,arrebatándolo de nuevo el mar entre alaridos de horror, pero por fin elmarinero pudo alcanzarlo cuando iba a golpear de nuevo con su débilcuerpecilloelmurallóngigantesco.

¡PobrePascualet!Tendidosobre lafangosaplataformade laescollera,sucara ensangrentada, sus miembros amoratados, fríos y desgarrados por lasaristas del rodeno, asomaban por entre el voluminoso salvavidas como lasextremidadesdeunatortuga.

Laabuelaintentabareanimarentresusmanosaquellacabecitacuyosojossehabíancerradoparasiempre,yDolores,arrodilladajuntoaél,searañabaelrostro, semesaba la suelta y hermosa cabellera,mirando fieramente a todaspartesconsusojosdorados.

Unlamentodedolorcruzabaincesantementeelespacio.

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—¡Fillmeu!...¡fillmeu!...

Lasmujereslloraban:Rosario,laesposadespreciadayestéril,conmovíaseantelalocuradelamaternidadheridayconhondaconmiseraciónperdonabaasurival.

Y en lo alto, dominándolos a todos, estaba la tía Picores, erguida ysoberbia como la venganza, indiferente a todos los dolores, con las faldasondeantescomounabanderaqueazotabasuspiernas.

Yanoenseñabaelpuñoalmar.Volvíalelaespaldaconmarcadodesprecio,pero amenazaba a alguien que estaba tierra adentro, alMiguelete, que a lolejosalzabasurobustamolesobrelamasadetejadosdelaciudad.

Alláestabaelenemigo,elverdaderoautordelacatástrofe.Yelpuñodelabrujadelmar,hinchadoyenorme,amenazabasiemprealaciudad,mientrassubocavomitabainjurias.

¡Queviniesenallí todaslaszorrasqueregateabanenlaPescadería!¿Aúnlesparecíacaroelpescado?...¡Ádurodebíacostarlalibra!

FIN

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