frazetto, giovanni - o que significa sentir i

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  • 7/21/2019 FRAZETTO, Giovanni - O Que Significa Sentir I

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    42 MENTE Y CEREBRO 64 - 2014

    SERIE NEUROFILOSOFA DE LAS EMOCIONES Y LA MORAL

    S

    iempre que en una fiesta alguien me

    pregunta por mi profesin, contesto:

    Neurocientfico. La respuesta suele

    causar gran expectacin. Seguro que

    es un trabajo muy emocionante. Quinvestiga exactamente?. Explico la verdad: Las

    emociones. En ese momento, mi interlocutor,

    sea quien sea, no puede contenerse en preguntar

    y pedir consejo: A veces me cuesta mantener a

    raya mis emociones. Tiene eso algo que ver con el

    modo en que esta cableado mi cerebro?; Existe

    algn medicamento con el que se puedan borrar

    los malos recuerdos?; Cuanto ms viejo me

    hago, ms me preocupa todo. Es normal? Puedo

    evitarlo?; Si conociese mi ADN, podra usted

    decirme si padecer algn da depresin?; Lle-vo casado diez aos. Es posible amar a la pareja

    despus de tanto tiempo del mismo modo que al

    comienzo de la relacin?.

    Todos los humanos experimentamos emocio-

    nes y debemos, de algn modo, manejarnos con

    ellas: controlar los ataques de clera, superar una

    angustia arraigada o satisfacer una pasin. Nu-

    merosas personas esperan de la ciencia que les

    proporcione un manual de instrucciones prcticas

    para ello, como es el caso de algunos de mis inter-

    locutores espontneos. Si, en una de esas conver-saciones, me es imposible proporcionar consejos o

    soluciones concretas y contesto, encogindome de

    hombros, Cmo puedo saberlo?, la decepcin

    resulta enorme.

    Me pregunto por qu hoy en da nos empecina-

    mos en encontrar en el cerebro las respuestas in-

    cluso a las cuestiones ms ntimas de nuestra vida

    emocional. Aunque supisemos cmo nos dirige

    nuestro rgano pensante a cada segundo da tras

    da, podra este conocimiento reemplazar la idea

    de una vida basada en valores, opiniones y expe-

    riencias personales? Por otro lado, qu enseaza

    puede aportar la neurociencia sobre las emocio-

    nes? Los neurocientficos tratan, mediante el cono-

    cimiento detallado de genes, neurotransmisores y

    redes neuronales, de comprender e influir de modoexperimental en el comportamiento humano. Sin

    embargo, en mi caso, la experiencia personal del

    mundo y en particular, mi vida emocional no

    se filtra por las lentes de mi yo cientfico. En otras

    palabras, si me acabo de enamorar, no pienso en

    los cambios bioqumicos que acontecen en ese

    momento en mi cerebro. De la misma manera,

    cuando un actor de teatro me entusiasma sobre el

    escenario, s que su interpretacin estimula mis

    neuronas, mas este conocimiento no influye en

    que me agrade su trabajo.En general, somos muy conscientes de que la

    mayora de los procesos mentales (sea el enamo-

    ramiento o el placer por el arte) pasan en nuestra

    cabeza. No obstante, experimentamos los efectos

    sin la menor idea de los procesos neurofisiolgicos

    en los que se basan. De hecho, quien carece de

    conocimientos cientficos no se encuentra peor

    preparado para comprender sus emociones.

    Existen al menos dos buenas razones por las

    que los estudios en el laboratorio no llegan a ex-

    plicar de una manera completa los sentimien-tos. En primer lugar, si bien las emociones se

    desarrollan como un proceso biolgico, al final

    se concretan en un asunto personal complejo.

    Existen aspectos externos y visibles, y la expe-

    riencia interna: los primeros abarcan las reacciones

    conductuales, faciales y hormonales; la segunda

    constituye el sentimiento, es decir, una dimensin

    mental en la consciencia. Por la misma razn, solo

    podemos percibir nuestros propios sentimientos,

    no los de otras personas, pues nicamente obser-

    vamos en ellas los efectos externos. Cuando los

    Qu significa sentir?El cerebro explica las emociones y las pasiones humanas, sostiene

    la neurociencia. Se nos escapa parte de la realidad si concebimos

    los sentimientos solo como una activacin neuronal?

    GIOVANNI FRAZZETTO

    DEL CORAZN AL CEREBROSe ha reemplazado el ideal

    romntico del amor por la

    sobriedad de la neurociencia?

    SERIE

    Neurofilosofa de lasemociones y la moral

    Parte1

    : Por qu las emo-ciones van ms all de loshallazgos neurocientficos

    Parte 2: tica experimen-tal, una nueva ramade la filosofa de la moralMarzo 2014

    Parte 3: Lo que quedde la culpa y la respon-sabilidadMayo 2014

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    NEUFFER-DESIGN

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    44 MENTE Y CEREBRO 64 - 2014

    SERIE NEUROFILOSOFA DE LAS EMOCIONES Y LA MORAL

    cientficos estudian la actividad cerebral asociada

    con la tristeza o la alegra, no comprenden con

    ello el significado de los sentimientos en la vida

    de cada individuo.

    Por otro lado, las emociones se hallan esculpi-

    das en valores culturales. Se integran en ideas,

    juicios y ambientes sociales concretos. La tenden-cia a la indignacin moral o a los sentimientos de

    culpa depende en buena medida del modo y lugar

    en que se vive. Los investigadores analizan, dicho

    de modo sencillo, los componentes universales de

    la ira y la culpa.

    Si bien los neurocientficos se esmeran en ex-

    plicar las emociones, solo el individuo las puede

    experimentar en su interior. Por ello, si buscamos

    estrategias para manejar nuestras emociones, no

    podemos fiarnos exclusivamente de las teoras y

    las observaciones experimentales. Debemos con-siderar la experiencia personal, as como otros

    enfoques subjetivos, por ejemplo, de la literatura,

    el arte o la filosofa. Se trata de fuentes de cono-

    cimiento importantes que contribuyen a una

    comprensin completa de las emociones. Solo de

    ese modo podemos aprender qu significa sentir.

    Dos ejemplos ayudarn dilucidar el asunto.

    Del sentimiento de angustia

    A diferencia del miedo, emocin relacionada siem-

    pre con un elemento especfico (como araas oespacios angostos, por ejemplo), la angustia surge

    frente a un factor indeterminado. Sin embargo,

    necesita de un agente desencadenante, el cual es

    con frecuencia del todo inofensivo: la preocupa-

    cin de si se viste la ropa adecuada, el recuerdo

    de un flirteo fracasado o un conflicto sin resolver.

    La neurociencia investiga el nexo entre el desen-

    cadenante y la reaccin de angustia a travs de

    estudios del condicionamiento de la conducta. Se

    averigua la forma en que los organismos apren-

    den a comportarse de maneras determinadas anteun peligro. Un experimento clsico con roedores

    consiste en colocar a una rata en una jaula cuyo

    suelo de rejilla produce una ligera descarga elc-

    trica en las patas del animal cada vez que suena

    una seal acstica. Tras algunas repeticiones, la

    seal acstica sola (sin la aparicin de la descarga

    elctrica inmediata) acta como estmulo aver-

    sivo (desagradable). En cuanto el animal la oye,

    reacciona con angustia: se pone rgido de terror

    aunque podra escapar, a travs de una abertura,

    a una jaula contigua segura.

    Del mismo modo que los roedores, los humanos

    se quedan a veces petrificados. Imagine el lector

    por un momento que su superior le indica en tono

    severo: Venga a mi despacho, tenemos que ha-

    blar. Es probable que las palabras le suenen en

    sus odos a enfado. De inmediato, empieza a sentir

    palpitaciones y sudor; el cortisol (hormona del es-trs) empieza a correr por su torrente sanguneo.

    Los investigadores han podido rastrear este pa-

    trn de reaccin hasta los grupos de neuronas que

    controlan el equilibrio emocional humano, entre

    ellos, la amgdala. Esta rea cerebral almendrada

    y que se aloja en la base del cerebro forma parte

    del sistema lmbico. Activa el tronco enceflico, el

    cual produce respuestas de angustia. Aunque en

    el laboratorio pueden investigarse componentes

    universales de dicha emocin, su vivencia conti-

    na siendo un enigma. La ciencia proporciona,por as decirlo, un andamiaje a partir de hechos

    objetivos reproducibles, pero la experiencia inme-

    diata tiene mucho ms que ver con las vivencias

    del edificio cubierto por esos andamios.

    La angustia es parte de la conditio humana,

    ensea la filosofa. Martin Heidegger (1889-1976)

    lleg a la conclusin de que los humanos requie-

    ren de esta sensacin para enfrentarse a la exis-

    tencia de igual modo que se necesita el miedo

    para sobrevivir a un peligro amenazador. Segn

    Heidegger, pasamos de un estado de nimo a otroenredados en una trama de circunstancias y ac-

    tividades. Con ello, caemos en rutinas que con-

    fundimos a menudo con el sentido de la vida.

    Con todo, cuando nos embarga la angustia, se

    desvanece esta sintona armnica con el mundo.

    De repente todo se vuelve irrelevante, nuestra po-

    sicin en la vida se desdibuja y reconocemos su

    banalidad. Esta crisis, sin embargo, nos concede

    la oportunidad de conseguir una mejor visin de

    la vida.

    La angustia puede resultar de gran utilidadcomo medio de conocimiento, ya que nos ayu-

    da a ahondar en la comprensin de nuestra cir-

    cunstancia vital, indica Heidegger. Si bien algunas

    angustias se fundan en la carencia de una gua

    definitiva de nuestra conducta, nos posibilitan

    enjuiciar la propia vida. Y cambiar para mejor.

    El Romanticismo, cosa de ayer?

    Un sentimiento tan misterioso como el amor

    romntico atrae tambin la atencin de los neuro-

    cientficos. De todas las emociones, el amor es

    EN SNTESIS

    No solo neuronas

    1Hoy en da, las expli-

    caciones biolgicas

    de las emociones estn en

    boga. Numerosas personas

    identifican los sentimientos

    con la actividad hormonal y

    cerebral.

    2Este enfoque unilateral

    oculta la visin subjetiva

    de la vivencia emocional.

    3Si bien las emociones

    pueden describirse

    desde la fisiologa cerebral,

    se hallan insertas en un

    contexto vital personal.

    Quien carece de

    conocimientos

    cientficos

    no est peor

    preparado para

    comprender sus

    emociones

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    probablemente la ms indmita y polifactica.

    Incluye el entusiasmo, la angustia, la tristeza e

    incluso la ira [vaseEntre la ira y el amor, por

    Jasmin Andresch; Mente y cerebron.o 56, 2012].

    Desde hace algunos aos, los investigadores

    ponen mucho empeo en reducir la maravilla

    de tal experiencia a sucesos neurohormonales.Desean explicar las distintas fases del curso del

    amor (desde el cortejo hasta la unin estable en

    pareja), detectar sus variedades de modo siste-

    mtico y descubrir en qu se diferencia el deseo

    sexual del amor platnico.

    En el lenguaje popular se habla de la qumi-

    ca entre dos personas para referirse al amor. La

    concentracin ptima de neurotransmisores se

    encarga de que en los amantes se active un in-

    terruptor interno, versin moderna de la clsica

    flecha de Cupido. Los nios de hoy saben que elprincipal rgano del amor no es el corazn, sino

    el cerebro. Cuando nos enamoramos, el poder del

    amor penetra por los ojos hasta el tlamo, donde

    el mensaje visual llega al centro del reconocimien-

    to facial y, luego, al sistema lmbico, cuya excita-

    cin provoca la descarga de endorfinas que causa

    placer. El neurotransmisor dopamina nos incita a

    querer ms dosis de amor.

    Los investigadores intentan penetrar en la cara

    adictiva de este sentimiento a travs de las im-

    genes por resonancia magntica funcional (IRMf)

    del cerebro de probandos recin enamorados. Laactividad cerebral de estos sujetos mientras ob-

    servan la fotografa de su pareja amada resulta

    intensa en el rea tegmental ventral (regin que

    interviene en la recompensa), de la misma ma-

    nera que sucede en un fumador que enciende el

    siguiente cigarrillo [vaseLa rutina del pitillo,

    por Yavor Yalachkov, Jochen Kaiser y Marcus J.

    Naumer; Mente y cerebron.o58, 2013]o en un

    alcohlico que bebe su ensima copa.

    Por lo general, la pasin romntica disminuye

    rpido. La euforia inicial se evapora. La personaamada e idealizada aparece, de repente, extraa:

    se descubren aspectos y defectos que antes ha-

    ban pasado inadvertidos. Se debe ello al cam-

    bio continuo que caracteriza a los humanos? O

    a que la exaltacin de los sentimientos iniciales

    NMEROS Y MEDIDASLos estados emocionales de-

    ben estandarizarse por mediode pruebas y cuestionarios

    para poderlos medir con rigor

    cientfico. Con ello, segn los

    filsofos, se pierde de vista

    una dimensin central: la

    vivencia subjetiva.

    NEUFFER-DESIGN

    http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2013/1/la-rutina-del-pitillo-10762http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2012/9/entre-la-ira-y-el-amor-9059
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    SERIE NEUROFILOSOFA DE LAS EMOCIONES Y LA MORAL

    engaa a los sentidos? O quiz porque, por na-

    turaleza, las personas sienten una sed constante

    de novedad?

    Desde una perspectiva neuronal, la transicin

    desde la locura del amor a un querer ms serenose encuentra marcada por cambios en el equili-

    brio hormonal. Los neurotransmisores oxitocina

    y vasopresina abundan en el estadio maduro

    del amor. Quiz seran concebibles medicamentos

    con los que influir en la atraccin, la confianza

    y el compromiso, como esas gotas que los elfos

    echan en el odo de los durmientes en Sueo de

    una noche de verano, de William Shakespeare. Hoy

    por hoy, numerosas personas estn convencidas

    de que la qumica cerebral puede explicar mejor

    un fracaso amoroso que si se hurga en las expe-riencias infantiles de la persona. Pero quin se

    vale realmente del conocimiento neurocientfico

    en su vida sentimental rutinaria?

    La experiencia, por delante

    Aunque, por mi profesin, s de un modo bastante

    preciso dnde y cundo actan la dopamina u

    otros neurotransmisores en el cerebro, en mi vida

    emocional me baso ms en las experiencias que

    he vivido, sean dolorosas o agradables, o recurro

    a modelos artsticos y literarios. En su soneto148, Shakespeare describe cmo el amor ciego

    deja sitio, de forma gradual, a un sentimiento

    ms maduro:

    O me, what eyes hath love put in my head,

    Which have no correspondence with true sight!

    Or, if they have, where is my judgment fled,

    That censures falsely what they see aright?

    [Qu ojos el amor me ha puesto en la cara

    que falsean lo que han contemplado?

    Si eso no es cierto, dnde est mi discernir

    que se equivoca cuando los ojos

    no se han equivocado?]

    Algunos contemporneos estn convencidos

    de que los neurocientficos, tarde o temprano,

    descubrirn todo lo que hay que saber sobre labase neuronal de nuestras emociones. Sin embar-

    go, concebir el amor solo como una activacin

    ms o menos fogosa de las neuronas nos ayuda

    poco en la vida cotidiana. La posibilidad de re-

    forzar la atraccin mutua o revitalizarla a travs

    de nuevas experiencias o sorpresas es conocida

    sin necesidad de hacer referencia a que las neu-

    ronas dopaminrgicas del cerebro nos provocan

    un anhelo de circunstancias novedosas. Adems,

    las ciencias naturales no son infalibles. Hace tan

    solo cien aos, numerosos investigadores recono-cidos crean en la frenologa del mdico alemn

    Franz Joseph Gall (1758-1828), segn la cual las

    protuberancias y surcos del crneo revelaban los

    rasgos del carcter de una persona [vaseGall

    y la frenologa, por Albrecht Schne; Mente y

    cerebron.o3, 2003].

    Hoy muchos medios de comunicacin aceptan

    las imgenes por IRMf como fotografas de es-

    tados mentales. Sin embargo, estos ltimos van

    ms all de los patrones de manchas que revela

    el escner cerebral. Las emociones se conformansegn cdigos biolgicos, tambin por el contex-

    to cultural, moral y social. Poco importa que se

    privilegie uno u otro aspecto. Ninguno de los dos

    revela por completo el objeto en cuestin, antes

    bien, ambos se complementan.

    Para finalizar, observe el lector la imagen de

    arriba a la izquierda. En esta figura reversible se

    reconoce un pato o un conejo. Algunas personas

    ven solo el pato, otras solo el conejo, pero la ma-

    yora pueden cambiar de una a otra perspectiva,

    incluso pueden apreciar ambas figuras a la vez.Tambin la historia de la ciencia se encuentra

    sembrada de saltos de una teora a otra. No debe-

    mos olvidar que dos interpretaciones de un mis-

    mo fenmeno pueden coexistir a la perfeccin,

    sin ser una ms correcta que la otra.

    Las emociones

    se desarrollan

    como procesos

    biolgicos,

    pero, al final,

    se concretan

    en una

    circunstancia

    personal

    compleja

    Para saber ms

    Sein und Zeit.M. Heidegger.Niemeyer, Tubinga, 1927.

    Being human: Love: Neuros-

    cience reveals all.L. Young enNature, vol. 457, pg. 148, 2009.

    A neural switch for active and

    passive fear.A. Gozzi et al. enNeuron, vol. 67, pgs. 656-666,2010.

    Das disziplinlose GehirnWas

    nun, Herr Kant? Auf den

    Spuren unseres Bewusstseinsmit der Neurophilosophie.G. Northoff, Irisiana, Mnich,2012. Giovanni Frazzettotrabaja en el Kings

    College de Londres.

    GEHIRNU

    ND

    GEIST

    TODO DEPENDEYa sea pato o conejo, ninguna

    de las dos perspectivas que

    ofrece la imagen resulta ms

    correcta que la otra. Lo mismo

    ocurre en el estudio de las emo-

    ciones por parte de las ciencias

    naturales y de las humanidades:

    ambas no se excluyen, antes

    bien se complementan.

    http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2003/4/gall-y-la-frenologa-3820